jueves, 19 de marzo de 2020

COMPLICATED TRAIL. Long-shot YooSu

¡Hola!
Tanto sin saludarnos gente bonita. ¿Cómo les va con Mr. Covid-19? Espero que estén tomando las medidas precautorias apropiadas donde quiere que estén. Yo les cuento que estaré por casita unas cuantas semanas, así que me dedicaré a seguir escribiendo, no prometo más YS porque ando metidilla con fandoms de este lado del mundo, culpa de... no sé xD pero bueno, estoy publicando esas historias en wattpad para que este blog siga más consentido por el YS y las parejas a las que le soy más fiel (?) 

En fin, nada más importante que dejarlas disfrutar de este YS que había comenzado por fb el año pasado y que recién hoy me decidí a darle final. 

No hay lemon, advertidas están las pervertidillas que me estaban esperando con esa esperanza xD 



COMPLICATED TRAIL
~*~

― ¿Quieres que me case con el hijo de tu mejor amiga?

― Así es.

― ¿Hijo? Nh, quisiste decir hija, ¿cierto, mamá?

― No, no. Hijo. Un apuesto hombre, cariño.

― Estás bromeando, ¿no?

― No.

― ¿Eh?

― Mh.


El silencio en la estancia de la residencia Kim fue repentinamente cómico, luego algo dramático y finalmente sencillamente sepulcral. Se oirían grillos si hubiesen, pero a falta de ellos el tic tac del reloj de muro fue abruptamente ruidoso.

Luego el muchacho sentado frente a su progenitora soltó una risotada divertida, la que lentamente fue convirtiéndose en nerviosa hasta que cesó y sostuvo las manos de su madre mirándole fijamente a los ojos.

― Mamá, ¿vamos al doctor?

La elegante mujer tiró por la borda toda esa enseñanza de buenos modales y dio un buen golpe al hombro de su hijo.

― ¿Estás insinuando que estoy loca? ― Dijo tras dar otro par de golpes al brazo de su hijo. El muchacho de cabellos castaños se quejó del trato y luego argumentó que no podía pensar otra cosa cuando le proponía tal tontería.

― No soy gay, mamá. Así que no entiendo por qué me sueltas de pronto tan descabellada idea.

― No es descabellada. Lana ha sido mi mejor amiga desde que éramos niñas. Decidimos emparejar familia cuando tuviésemos hijos propios. Cuando ambas tuvimos varones creímos que no haríamos realidad ese sueño, pero hace un tiempo su hijo mayor salió del clóset. Así que, aquí estoy, pidiéndote algo muy simple.

El castaño suspiró, parpadeó varias veces, volvió a suspirar y luego simplemente se recargó perezosamente en el respaldo del sofá.

― Mamá, ¿esto es porque tengo casi dos años soltero?

― No. Es porque tienes razón, no eres gay, pero bisexual sí.

― ¡Mamá!

― ¿Vas a negarlo? Recuerda que fui el regazo en el que lloraste cuando te rechazó el muchachillo aquel cuando tenías 15.

― Mamá, eso fue solo… ¡confusión!

― Confusión y un car…

― ¡Mamá! ― El castaño gimió, sorprendido de la actitud de su progenitora, generalmente muy propia y controlada.

― Está bien. Está bien, no te pido que te cases con él, solo, ten un par de citas con él.

― No.

― ¡Kim Junsu!

― ¡Mamá!

― La charla ha terminado. Me voy. Aquí tienes, sé puntual sí.

La mujer entregó un papel directamente en la mano de su hijo, obligándole a tomarlo sin apenas darle oportunidad de mirarla levantarse de su sitio y apresurar los elegantes pasos fuera de su departamento.

― ¡Mamá!

― ¡Nada de faltar, Junsu!

Y así, la “trágica comedia” parecía haberse iniciado.
Porque pese a que el castaño tuvo el descaro de deshacerse del papel en el cesto de basura sin siquiera darle una ojeada, en los siguientes días su teléfono celular recibió varias veces la información desechada.

El castaño resopló, se tiró en la duela de la sala de ensayos y aguardó pacientemente a que su corazón se normalizara después del agitado baile practicado en solitario. A un lado, su celular permanecía con la pantalla boca abajo, esa vez no era solo un mensaje, sino que sus redes sociales también habían sido bombardeadas.

― No parece que vaya a rendirse~.


Sábado.
Sábado de pereza.
Sábado de ni siquiera sacarse el pijama, de rodar en la cama, hacer el vago en el sofá e invertir sus horas en nada.

Sí, ese era el plan, y había iniciado muy bien, hasta que se hizo mediodía y recibió la llamada de su mejor amigo.

― Jaejoong hyung.

¿Listo, Junsu?

― ¿Para qué?

No te hagas el inocente conmigo. Tu mamá no ha parado de insistirme en llevarte sí o sí a una cita con tu destinado.

― ¡Vamos, hyung! ¿También tú?

¿Alguna vez he podido ir contra tu madre?

Junsu gimió. La respuesta era obvia.

Estate listo, te veo en 30 minutos.

― No quiero~.

Míralo de esta manera. Vas, te presentas, cumples con la cita, lo rechazas y sigues adelante.

― ¿No es más cruel presentarme sabiendo que lo voy a rechazar?

Junsu, solo arréglate. Paso por ti.

― A todo esto, por qué vas a llevarme. Eso va a ser todavía más, tonto.

No creas que voy a ser la tercera rueda. De hecho, tu mamá y su amiga decidieron transformar esto en una doble cita, para aligerarte la carga.

― ¿Ah?

Así que no me hagas perder mi valiosísimo tiempo, si no estás listo cuando pase, te llevaré así estés en pijama.

Más tarde, cuando Jaejoong vio a su amigo castaño salir del ascensor hacia el parking, estuvo tentado de mandarlo de regreso.

― ¿En serio, Junsu? ¿Ropa deportiva para una cita a ciegas?

El castaño encogió los hombros, restándole importancia. Y montó en el auto de su amigo negándose a escuchar todas las palabras de reclamo.
Cuando arribaron al restaurante, el castaño solo quería dar media vuelta, regresar a su preciado sofá e hibernar. De haber tomado en cuenta el clima hubiese usado otra chaqueta.

― Oh, deben ser los de allá. Vamos, Junsu.

El castaño siguió a su amigo sin prestar atención. Pero cuando se unieron al par de apuestos hombres en una mesa ubicada discretamente al fondo, Kim sintió un poco, solo un poquito de vergüenza por su vestimenta. No solo su amigo Jaejoong se había arreglado apropiadamente, sino que los otros dos chicos se veían jodidamente bien.

― Hola, lamentamos el retardo.

― Hola. No se preocupen, es buen tiempo.

― Oh, qué grosero. Mi nombre es Kim Jaejoong, éste es Kim Junsu.

― Mucho gusto. Soy Jung Yunho, y éste Park Yoochun.

Los presentados se miraron un segundo. El castaño apartó la mirada primero, aclaró la garganta y quiso ser capaz de súper poderes para teletransportarse de inmediato. Los ojos brunos de su cita han sido bastante francos, ¡obviamente lo ha seducido! ¡Y con ropa deportiva!

Mamá, esta vez te pasaste con tus locas ideas~. ― Pensó.

Sin saber que, bueno, ¿qué mamá no suele tener razón y ese llamado sexto sentido?

Durante la cita, el castaño fue quien menos palabras pronunció. Se comportó arisco, apático y poco dispuesto a entablar conversación con el azabache, cuyos ojos brunos fueron francamente intensos en cada mirada. Kim no dejó de sentirse incómodo durante toda la comida, mirando desesperadamente a su amigo Jaejoong esperando encontrar en él el punto de salida que, para su mala suerte, nunca llegó.

De alguna manera, el chico de cabellos teñidos de rubio encontró sumamente fácil e interesante relacionarse con sus compañeros. Aunque su interés estaba particularmente en Jung, Park también se estaba incluyendo en las conversaciones, hablando de las cosas bochornosas que, obviamente, su amigo de tez morena quería callar.

― ¿Crees que no puedo comenzar a contar cosas sobre ti también, Yoochun?

― Oh, hyung. Puedes hacerlo, de todas formas no hay quien tenga interés en conocer esos detalles de mí. ― El azabache dijo, claramente refiriéndose al silencioso castaño que en ese momento bebió un sorbo de jugo para evadir la mirada de los tres.

Kim no dijo nada. Ni en su defensa ni para alimentar el fogón. No había necesidad. Es más como sentir que su silencio era más reconfortante que cualquier palabra. De todas formas, después de esta fracasada cita a ciegas, sus caminos no iban a cruzarse de nuevo.

― Fue súper entretenida la charla, ¿te gustaría reunirnos en otra ocasión?

No, Park no ha sido quien pregunte. Por el contrario, ha sido su amigo Jung al rubio, en una cercanía que no dejaba espacio para más nada que los susurros y un obvio coqueteo. Flirteo que, para sorpresa de cierto castaño arisco, su amigo estaba devolviendo con toda serenidad.

― Seguro.

Y así, mientras Jung y Kim intercambiaban información personal; Park y el otro Kim mantenían la distancia.

― Entonces, supongo que eres homofóbico, Kim Junsu.

― ¿Eh? ¡No! ¡No lo soy!

― Pareció de esa manera.

― Dije que no lo soy.

― Ok.

Mientras el castaño sentía las mejillas calientes por la molestia de ser acusado en falsedad, el azabache se preguntaba por qué era tan lindo y tan heterosexual.

Y apático. ― Añadió en su pensamiento. Lamentando que no hubiese ido ni un poquito bien la cita a ciegas que su madre planeara.

― ¿Tú, eres gay?

― Obviamente.

― No es tan obvio.

― ¿Qué?

― Solo digo, que no pareces así.

― Nh, supongo.

Luego otro incómodo silencio. ¿Desde cuándo el valet parking era tan lento? ¿Y por qué ellos tenían que esperar juntos? El castaño seguía gimiendo en pensamientos. Honestamente, sin una razón en particular. Simplemente estaba incómodo, y eso era debido a que se encontraba nervioso esperando junto a Park.

― Tu madre debió decirte, ¿verdad? Lo que nuestras madres esperaban de esta reunión.

― Lo sé. Pero, mi madre también sabe que no iba a pasar nada.

― Porque eres heterosexual.

― Así es.

― Entonces, deberías haber rechazado la reunión. Venir fue… bueno, más incómodo.

― Lo sabía. Pero fui emboscado por mi amigo, así que terminé arrastrado a este infier… ― El castaño selló los labios un poco demasiado tarde.

Park le miró de reojo, Kim también. La molestia del azabache fue evidente, la vergüenza del castaño por igual.

― Un consejo, si eres incapaz de convivir con homosexuales, no te reúnas alrededor de nosotros.

― ¡No soy incapaz! ¿Podrías ponerte un momento en mi lugar? Fui forzado a presentarme a pesar de dejar en claro que no tenía el más mínimo interés. No es mi culpa ser heterosexual, sabes.

― Seguro. Yunho, nuestro auto llegó. ― Park dijo con tono hosco.

Jung y Kim se despidieron alegremente, mientras azabache y castaño ni siquiera se dirigieron otra mirada. Detrás del auto de Jung llegó el de Kim, ellos dos parecían un par de hombres emocionados por haberse conocido, una historia completamente opuesta con sus amigos.

Ni bien los Kim subieron al auto del rubio, éste ya estaba preguntando a su amigo por qué la cara larga.

― En realidad son hombres simpáticos, Junsu.

― Claro, ¡simpatiquísimos!

― No seas sarcástico, no te diste oportunidad de conocerlos ni siquiera un poquito.

― Porque no quería hacerlo. Qué hay de malo en que yo, siendo un hombre heterosexual, no haya querido conocer a un hombre gay que claramente podría querer meterse en mis pantalones.

El rubio se detuvo en el semáforo, miró a su amigo con cierto enfado y dijo.

― Si sabes que eso que estás diciendo es injusto de muchas formas, ¿verdad?

― Solo digo… ― Suspiró, e intentó relajar su ceño fruncido. ― Vamos a olvidarlo, ¿bien, hyung? Si vas a seguir haciendo amistad con ellos, o con Jung, bien, adelante, no es mi problema.

― Oh claro que no es tu problema. Pero, tú y yo sabemos la verdad detrás de todo esto, Junsu. Sí, te gustan las mujeres, pero también te gustan los hombres. Debo decir que te inclinas más por ellos pero sigues tan herido por lo que te pasó a los 15 que simplemente te niegas a aceptarlo.

― ¡Hyung!

― Vas a negarlo. ¿A mí, Junsu? Que te conozco tanto como tu madre.


En la residencia Park, la matriarca de la familia lo recibió con entusiasmo, pero cuando los ojos brunos de su hijo la miraron, ella comprendió.

― ¿Tan malo fue?

― El niño es un poco demasiado grosero, mamá. Creí que habías dicho que su madre, tu mejor amiga, había jurado que su hijo era un gran chico, simpático, alegre y no sé cuánto más.

― Oh cariño, lo siento tanto. Creí en mi amiga porque ella nunca me ha mentido. Y cuando me mostró sus fotos, bueno, el chico es tan lindo.

― Y lo es. Es lindo y sexy, honestamente mi tipo. Pero con una actitud tan… ― El azabache hizo aspavientos para dar a entender su impresión de la personalidad del otro. Luego suspiró y optaron por tomar un café.

― Yoochun, incluso si no funcionó con este chico, no vayas a encerrarte, ¿sí?

― Mamá…

― Estoy preocupada, cariño. Hace ya tres años desde el rompimiento con ese muchacho. Sé que estaban saliendo a escondidas, y que la razón por la que decidiste ser honesto conmigo es porque tuviste una pequeña esperanza de volver con él. Pero, incluso si esa relación no tenía futuro, todavía debes mantenerte dispuesto a conocer a otros, tener nuevos romances.

Park sonrió, besó la frente de su madre y le aseguró que no debía preocuparse. Que seguiría adelante y tarde o temprano, encontraría un nuevo amor.


― Esto debe ser una broma.

Fue más o menos la frase que dijeron dos personas en la elegante oficina de una importante empresa en la capital. Y ahora, por esos azares del destino, Park y Kim, serían compañeros de equipo.

Sin más remedio que “aguantarse” el uno al otro, castaño y azabache se resignaron para la cooperación encomendada. A fin de cuentas, el trabajo y la vida personal son asuntos completamente diferentes y ellos deben ser profesionales. Eso no quita el hecho de que se mantuvieran un poco distantes y el trato mutuo fuera meramente laboral. Pero, dada la naturaleza de sus trabajos, salir a beber con algunos clientes era inevitable. Y hacerlo juntos, por ende.

― Así que, Sr. Kim ¿por qué su vaso está vacío?

Uno de los clientes, algo más bebido para la hora de la noche, estaba llenando con vino el vaso del castaño, cuya sonrisa laboral tiraba de las comisuras de sus labios con evidente apariencia para los expertos ojos del azabache, quien estaba descubriendo que el gusto de su compañero por el licor era mínimo, igual que su tolerancia. Llevaba apenas un par de vasos pero ya tenía las mejillas rojas y la mirada ligeramente nublada. Encima de todo, era perfectamente consciente de que el cliente que insistía en llenar el vaso del castaño era gay, de clóset muy seguramente ya que es hombre casado con un par de hijos que esperan en casa y ese anillo en el dedo anular que repentinamente jugueteaba con la diestra cual si intentara sacárselo. Así que, probablemente el cliente estaba flirteando inconscientemente. Y no es que le culpe, hombre, Junsu es realmente sexy y lindo, cualquiera con gusto por los chicos caería por él incluso a primera vista.

― Su único gran problema es su poca tolerancia a la homosexualidad. ― Murmuró para sí contra el filo de su vaso de licor. Alejando la mirada antes de que sus ojos se encontrasen con los ajenos.

― Sr. Park, tiene buen gusto.

― Oh, solo trato de estar a su altura, Sr. Jang.

Mientras el azabache trataba profesionalmente al otro cliente, trataba de ignorar los avances que el otro continuaba empujando hacia su compañero. Poco a poco la incomodidad y la molestia comenzaba a apoderarse del brillo en los ojos chocolate, por lo que se vio en la necesidad de intervenir, arrastrando a su compañero al baño de caballeros.

― Si no puedes manejarlo, cambiemos de lugar, Junsu.

― No lo necesito, soy capaz de encargarme.

― El cliente trata de embriagarte.

― ¡Lo sabía! Está coqueteándome, ¿verdad? Lo que me faltaba, un hombre intentando seducirme. ― Dijo con tono hosco, mordiendo su labio inferior cuando algo de lucidez se le coló en el cerebro, mirando de soslayo a su compañero azabache, ahogando una disculpa en la garganta cuando le vio suspirar, lavarse las manos e indicarle simplemente cambiar de sitio.

Kim no tuvo ya valor para emitir palabra alguna. Y para cuando volvió al salón privado, Park estaba tratando con el cliente de una forma bastante astuta que, a sus ojos, bien podía parecer que estaba siendo él quien le coqueteara. Y al percatarse de aquello, un ardorcito se le anidó en la boca del estómago poderosamente.

¿Molestia?
¿Incomodidad?
Probablemente ambas.
O...

          …Algo más…

Terminada la reunión, el momento en que ambos se encargaron de enviar a los clientes a sus casas, ya pasaban las dos de la mañana. Kim había conseguido mantenerse lo suficientemente sobrio y Park lucía fresco como lechuga.

― Realmente tienes tolerancia al alcohol.

― En nuestra línea de trabajo, es mejor tenerla.

― Sí.

― Bueno, nos vemos en la oficina mañana.

― Oh, claro.

Cuando Park pidió un conductor asistente para que le llevase a casa, Kim estuvo tentado de preguntarle sobre la forma en que había manejado al cliente, y la razón por la que parecía que habían intercambiado teléfonos particulares. Pero se tragó sus inquietudes y simplemente partió a su casa.


Las semanas siguientes fueron una tormenta de revelaciones para el castaño. El trabajo con Park fluía, con profesionalismo. Y el proyecto en cooperación marchaba viento en popa, sería todo un éxito para ambas empresas. Pero lejos de sentirse satisfecho por ello, se encontraba preocupado, a menudo por causa del azabache. Sus ojos lo seguían continuamente y por cada ocasión en que charlaba por teléfono o atendía a otros varones en las reuniones de trabajo, no podía evitar querer saber la intención del intercambio de palabras.

― Es decir, estás interesado en Yoochun. ― Su rubio amigo aseveró. Literalmente, ni siquiera ha sido una pregunta o una duda, no, lo ha dicho con total seguridad.

La seguridad que le falta en definitiva al castaño.

― ¡Claro que no, Jaejoong hyung!

― Bueno, hace al menos un par de semanas que lo único de lo que hablamos cuando nos reunimos es de él, Junsu.

― Ng, es solo porque no puedo creer cuán casanova puede ser. ¡Incluso en el trabajo!

― Bueno, ¿quién no flirtea en el trabajo? Todos lo hacemos, Junsu. Y aun cuando lo haga, no es tu problema, ¿cierto?

― P-pues, lo es. Estamos trabajando en equipo. ― Dijo con aire atropellado, notando cómo de nuevo le subía calor a las mejillas. Luchando por alejar esa sensación de aleteo en el estómago, porque no, se negaba en absoluto a desarrollar sentimiento alguno por el azabache.

― No es como si sus relaciones personales te afectaran. Si no estás interesado, solo ignóralo.

― Como si fuera posible. ― Masculló de mal humor.

Su rubio amigo cruzó la pierna e inclinó ligeramente el torso al frente, mirándole fijamente. El castaño aclaró la garganta, se sintió nervioso cual adolescente pillado en la mentira y desvió la mirada.

― Junsu, ¿estás seguro de que no te interesa?

― Ya dije que no, hyung.

― Ok. ― Aceptando la negación de su amigo, el rubio se relajó. Superficialmente, porque conoce muy bien a su amigo, y lo terco que puede ser. ― En fin, voy a salir el sábado, ¿vienes?

― ¿Quiénes se unen?

― Ah pues, Yunho, algunos amigos suyos, otros míos. La pasaremos bien, puedes unirte si quieres.

El castaño lo miró dubitativo.

― ¿Vendrá Yoochun?

― Yunho no lo mencionó, y bueno, no siempre salen juntos.

Kim lo pensó un momento, pero terminó aceptando.

En efecto, la salida a tomar con amigos no incluía a Yoochun. Pero tampoco es que hubieran muchas chicas presentes, de todas formas estaba divirtiéndose, y había una chica que claramente estaba tratando de acercarse a él particularmente. Kim no era de los que buscaban aventuras de una noche, pero estaba pensando seriamente en darse la oportunidad esa vez.

Lo estaba pensando.
Hasta que a la mesa se acercaron un par de personas.
Simpáticas, atractivas, conocidas.
Para él, solo uno de ellos.
Park Yoochun estaba ahí.
Y el muchacho a su lado parecía ser su cita.
Eso concluyó rápidamente el castaño por la forma en que no se le despegaba e insistía en mantener su mirada pegada a la atractiva silueta del azabache.

― Tan malditamente guapo que me duelen los ojos. ― Gruñó entre dientes.

― ¿Junsu oppa?

― ¿Eh?

― ¿Dijiste algo?

― ¿Qué? No, no. Pensaba para mí mismo.

Kim no escuchó ni una sola palabra más de las que dijera la bonita chica sentada a su lado. Tampoco prestó atención a la forma en que la mano femenina se asió a su brazo unos instantes ni cómo bajó hasta su rodilla, acariciándole el muslo y…

― Disculpa. ― El castaño se levantó de su sitio, fue a los sanitarios y mojó su cara. ― ¿Qué demonios? ¿Estoy enojado? ¿Por qué estoy enojado?

Esas fueron las primeras palabras que salieron de sus labios, ni siquiera consciente del hecho de que acababa de huir del obvio interés sexual de la bonita muchacha sentada a su lado, esa con la que él estaba pensando hacer una excepción y pasar una noche loca.

Preguntarle al reflejo en el espejo no iba a darle las respuestas que necesitaba. Tampoco las miradas curiosas de otros sujetos saliendo de los sanitarios. Y definitivamente no iban a llegar del muchacho que acababa de entrar, acompañado de un Park que le hablaba juguetonamente al oído antes de que sus ojos se toparan con los chocolates en el reflejo del espejo.

Park y Kim se quedaron paralizados un momento.
Luego Park evadió la mirada con desinterés.
Y Kim sintió otra vez ese ardorcito en la boca del estómago.

― Un momento, ¿qué? ― Parloteó contrariado, sorprendido, molesto.

¿Había alguna otra emoción por ahí haciendo estragos en su cabeza?
No solo le había ignorado, ¡si no que acababa de entrar en un cubículo con ese muchacho!

Ellos…
                   Ellos…
                                         ¿¡Se lo iban a montar en el baño!?

Justo cuando estaba pensando seriamente en ir y golpear la puerta del cubículo en cuestión, Park salió de él. Solo, con la ropa perfectamente puesta en su lugar. Se acercó a lavarse las manos y la inquisitiva mirada de Kim le hizo voltear a verle también.

― ¿Algún problema?

― Acabas de entrar al baño con otro hombre.

― Sí.

― Es tan desagradable.

Park soltó el aire, cerró el grifo y sacudió sus manos antes de apoyarse en el lavabo y mirarle fijo.

― Ese no es mi problema, ¿verdad, Junsu?

― Bueno, creo que sí. Este es un sitio público, y deberías respetarlo.

Park sonrió de lado con sorna.

― No es como si hubiera tenido sexo con alguien aquí.

― ¡Pero ibas a hacerlo!

― ¿Perdón? ¿Cuándo?

― ¡Justo ahora!

― Esa mente tuya es tan cerrada y perversa. Cómo mierda iba a hacer nada con mi hermano menor, idiota.

― ¿Eh?

Ah, si la tierra pudiera abrirse y tragarle.
Y de paso llevar su alma al cielo, ponerlo en lista de espera para renacer con algo más de inteligencia, prudencia y varias habilidades sociales más.

El sonido del tic tac sonaba ruidosamente en su cabeza, todo y que ni siquiera había alrededor una fuente real del insistente sonido de reloj. De tiempo. Luego de pronto solo pudo salir de su estupor cuando la voz del otro muchacho le sacó de sus pensamientos. Azabache y su supuesto hermano intercambiaron algunas palabras, luego el más joven miró con el ceño fruncido al castaño y sin dirigirle la palabra salió de ahí, tirando del azabache como si quedarse le fuera a contaminar de algo.

― La estupidez puede ser contagiosa, hyung.

Ah, sí que ha escuchado eso.
Fuerte y claro.
Kim aclaró la garganta, frotó las palmas de sus manos en sus pantalones y luego salió del baño. Cuando volvió a la mesa, ni sombra de Park y su supuesto hermano menor.

― Junsu.

― ¿Qué, hyung?

― ¿Peleaste con Yoochun otra vez?

― ¿Qué? ¡No! No, precisamente.

El rubio suspiró, y simplemente dijo que hablarían después.
El resto de la noche fue, a falta de otra palabra, una mierda. El castaño no se sintió nada cómodo, la chica que antes estuviera coqueteando con él le resultó indiscutiblemente molesta, así que terminó por ignorarle y retirarse antes que los demás. Justificarse con repentina jaqueca ha sido ideal, y aceptable.

Por supuesto, tenía un montón de dudas, así que a primera hora le marcó a su amigo. La voz del rubio sonaba pastosa y adormilada al otro lado de la línea.

― Junsu, es domingo y son las seis de la mañana, ¿por qué llamas~?

― Jaejoong hyung, dime, el chico que acompañaba anoche a Yoochun, ¿en verdad es su hermano?

El mayor de los amigos Kim gruñó al otro lado de la línea. Giró sobre su cuerpo y se acurrucó en el calor de la anatomía ajena, cerrando los ojos y ocultando una sonrisa divertida.

― Junsu, dijiste que Yoochun no te interesaba, ¿cierto? Así que, por qué sigues preguntando y hablando todo el tiempo acerca de él.

― Yo no…

― Te juro que cuelgo si vuelves a negarlo.

― Ng, solo… tengo curiosidad. Y, tal vez, solo tal vez, pude ser un poco indiscreto y grosero anoche por desconocer su parentesco con el muchacho que le acompañaba cuando llegó.

― Bien. Sí, es su hermano menor, YooHwan. Y déjame decirte que el muchacho adora a su hyung, así que será mejor que tengas cuidado, si continúas fastidiando a su adorado Yoochun, él terminará siendo tu enemigo público número uno.

― No lo digas como si el chico fuera un asesino o algo.

― Obvio no, no llega a tanto. Pero, sé que se ha vuelto bastante protector desde que Yoochun salió del clóset con su familia, ya que lo apoyan y quieren que sea feliz, se pone arisco cuando alguien lo trata diferente por ser gay. Y pues, Junsu, tú eres una persona que lo trata diferente por su preferencia sexual.

― Sí, sí. Entendí. Gracias por… ― El castaño no terminó su frase porque al otro lado de la línea un particular rumor y la voz baja de un hombre captó de inmediato su atención. Y se le puso la piel de gallina cuando escuchó a su rubio amigo murmurar en una sonrisita el nombre de Jung. ― Jaejoong hyung, tú… tú…

― Byebye Junsu~.

Sin siquiera darle tiempo de formular pregunta alguna, y sí dándole todas las facilidades del mundo para que dejase volar su imaginación y generar teorías, el rubio cortó la llamada.

― ¿En serio? ¿Está con Yunho hyung? ― Kim se recostó en su cama. Honestamente confundido, inquieto y ligeramente avergonzado. ― Estaba adormilado, ¿verdad? Su voz no sonaba áspera porque hubiera estado teniendo sexo con él, ¿cierto?


Park se sentó a desayunar con su hermano y madre. Ambos estaban demasiado callados para ser verdad, era más como si estuvieran esperando algo de él.

― Ok, suéltenlo.

― YooHwan dijo que anoche tuviste problemas con un chico. Que comentaste es tu compañero de trabajo. ― La Sra. Park dijo. Y el azabache fulminó con la mirada a su hermano menor. ― Cariño, si es un problema puedo hacer algunas llamadas y…

― Estoy bien, mamá. Los comentarios de mi compañero Junsu no son un problema.

― ¿Junsu?

― Sí.

― ¿Es él con quien haces equipo para este proyecto?

― Sí.

― Por qué no me dijiste antes. Podríamos haber asignado el proyecto a alguien más.

― No es necesario. Puedo encargarme. Lo estoy haciendo, ¿no es así?

La Sra. Park no tenía palabras ni razones para contradecir a su primogénito. Pero se sentía un poco culpable dado que conoció a Km Junsu por coacción suya. Por haber creído en su mejor amiga de antaño y por esas ideas un poquito, solo un poquito descabelladas que habían tenido al imaginarse emparentando y compartiendo todo tipo de experiencias con sus hijos siendo un feliz matrimonio.

― Mamá, en serio está todo bien. Junsu es un dolor en el trasero por su actitud homofóbica, pero en el fondo es un buen tipo, su trabajo es excelente, y solo necesita pulir su manejo durante reuniones que involucren licor. No es como si después de esto vayamos a vernos de nuevo.

La mujer asintió, pero el menor Park tenía un presentimiento. O algo parecido, conoce la mirada de su hyung, el brillo de sus ojos cuando habla del castaño dejan entrever cierta decepción. Quizá, sí que le gusta a su hermano, pero dada la personalidad de Kim, era una relación que nunca llegaría a ninguna parte.


Tras el malentendido del fin de semana, ese lunes Kim no tenía idea de cómo enfrentarse a Park, si comenzar con una disculpa o dejarlo pasar. Quizá no fuese necesario hablar de ello y en el futuro, pensar antes de actuar.

― ¿Listo?

La voz del azabache detuvo su tren de pensamientos. Y de paso le puso nervioso. Park alzó una ceja con gesto inquisitivo, Kim se le quedó mirando sin decir ni hacer nada.

― El ascensor, nos vamos o ¿estamos esperando a alguien más?

― ¿El…? Oh, ¡Oh, sí! Claro.

El castaño aclaró nerviosamente la garganta. Todavía indeciso entre disculparse u omitir lo sucedido anteriormente. Miró de soslayo al azabache, pero definitivamente estaba siendo ignorado. Y con creces.

Cuando llegaron al piso donde se ubica la oficina donde están cooperando, estaba solitario. La verdad es que ambos han llegado demasiado temprano, con la misma intención: evitarse. Sí, eso que no había sucedido.

― He terminado de cotejar datos en casa, ¿quieres revisarlos?

― Sí.

Kim no podía concentrarse en absoluto. Su mirada buscaba al azabache insistentemente. Y obviamente, terminó por ser descubierto.

― Estás incomodándome, Junsu.

― Lo siento.

Pero, su acoso visual, persistió.

― ¿Tienes algo para decirme?

― N-no.

― Entonces para, ¿sí? Se está volviendo molesto.

― ¿No te gusta que te miren los hombres?

Park frunció el ceño.
Kim se mordió la lengua (figurativamente), tarde.

― No me gusta que me miren hombres que no me interesan y además son intolerantes a mi condición sexual.

― ¿No te intereso? Espera, ¿cómo que no te intereso?

― Nada. ¿Vas a parar ya? ― Preguntó, omitiendo deliberadamente mencionar nada sobre cómo el castaño solo se había quedado con eso de todo lo que ha dicho.

― No, no, no. No es posible que yo no te interese, Yoochun.

― ¿Disculpa? ― Park elevó una ceja con aire fastidiado.

― Soy bastante atractivo, y sexy, muchas quieren salir conmigo. Y, pues, también atraigo hombres, lamentablemente. Además, cuando nos conocimos estoy segurísimo de que te gusté. Así que, por qué dices que no te intereso.

― Voy a aclararte un par de cosas. Primero, podrás ser guapo, sexy y atractivo a ojos de cualquiera, incluso a los míos; pero tu personalidad…

― No suelo ser así.

― ¿No?

― No. En realidad soy bastante más simpático, divertido, amable y todo eso.

― Felicidades. Como sea, ya que mi primera impresión de ti se ha mantenido en semanas, incluso si eres atractivo, no me interesas. Ahora, aclarados los puntos, ¿podemos terminar este proyecto en paz? Solo es una semana, Junsu.

Kim frunció el ceño. Y el ardorcito en la boca del estómago volvió a aparecer. Algunas implicaciones en las palabras de Park le han molestado, incomodado y ¿decepcionado?

― Si soy atractivo para ti, ¿cómo no te intereso?

Park suspiró cansino.

― ¿En serio? ¿No escuchaste nada de lo que dije, Junsu?

― Las primeras impresiones pueden cambiar, Yoochun.

― Pero obviamente no quieres cambiarla. Y aunque lo intentaras ahora, ya sabes, pueden gustarme muchos hombres, pero… ― Park, un poquito cabreado y esperando darle una lección o algo, se le acercó, demasiado, tanto que sus rostros estaban a un palmo de distancia… ― Todavía resulta que no eres mi tipo, Junsu.

Kim parpadeó varias veces, como procesando las últimas palabras.
Park se apartó, saliendo de la oficina con un aviso que no alcanzó a entrar en los oídos del castaño.
Cuando por fin su cerebro lo consiguió, bueno, su rostro enrojeció furiosamente.

¡Qué!
Ah, algunas palabras simplemente no deberían ser dichas.

― Ya veremos si dices lo mismo después, Park Yoochun.

Convencido de su determinación, el joven castaño ha fijado una meta clara en su pensamiento. Quitando, inconscientemente, todas las barreras que, para empezar, había levantado él mismo cuando su madre le propuso citarse con otro hombre con la intención de casarse.

Ah, sí, ese pequeñísimo detalle que estaba escapándosele de momento.

Así pues, cuando terminó la jornada laboral, apenas se despidió de todos en la oficina y salió a toda prisa. De camino a su automóvil ya estaba marcando un número en particular. Sí, necesita el apoyo y consejo de su gran amigo Jaejoong.

― ¡Estás loco, Junsu!

― ¿Por qué me gritas, hyung~?

― Ningún por qué te grito. No me hagas decirlo, Junsu, solo déjalo ya.

― ¿Por qué?

― Porque tú mismo dijiste, apenas ayer, ¡que no estás interesado en Yoochun!

― Y no lo estoy, por qué vuelves a eso. ― Dijo, frunciendo el ceño y alzando los labios. Sí, prácticamente haciendo rabieta.

― Junsu, si sigues haciendo esto, no solo vas a terminar lastimando a Yoochun, tú mismo vas a dañarte.

― Hyung, no va a pasar nada de eso. ― Dijo. Y luego colgó, sin apenas darle tiempo a su amigo de nombrarle con tono exasperado.

El castaño soltó el aire, apretó el volante de su automóvil y luego, como cosa del destino, vio al azabache pasar por el frente, rumbo hacia su propio automóvil. Le siguió con la mirada hasta que fue el otro coche el que salió primero del estacionamiento. Curioso, el castaño se permitió el fugaz pensamiento, porque a pesar de que se encontraba reacio a cualquier roce con Park, era justamente lo que estaba buscando.

― Bueno, hirió mi orgullo al decir que no soy su tipo. ― Murmuró. Como si así pudiera convencerse de que no estaba haciendo ninguna estupidez. ― Ah, a quién intento engañar, claro que esto es una estupidez.

Estupidez que, pese a ser reconocida, no frenó. Kim estaba resuelto. Tenía que gustarle, claro que sí. Por eso, ni bien volvió a su departamento, echó una mirada en su clóset. Uno a uno prácticamente toda su ropa fue lanzada sobre la cama, descartada sin miramientos cuando tenía en la mente una meta fija: vestirse matador. Lo que sea que signifique.

― Tengo que ir de compras~.

Pero, visto que no iba a poder pedirle a Jaejoong su compañía sin que fuese reñido y finalmente ignorado, optó por la segunda opción. La que realmente no lo motivaba mucho a decir verdad.

Qué quieres, si es algo sobre cortejar a un tal Park Yoochun, no cuentes conmigo.

― ¡Qué! ¿Jaejoong hyung te lo dijo~?

Al parecer estás siendo un cabronazo que quiere jugar con los sentimientos de este nuevo amigo suyo, así que me ha encomendado la importante misión de no seguirte el juego.

― ChangMin~ por favor, tienes que escuchar mi versión de la historia~.

No.

― ¡Mal amigo ~!

Debo decir, que no me importa serlo. La comida de Jaejoong hyung lo vale.

Kim ni siquiera pudo seguir protestando, su llamada había sido cortada sin más. Así, sin un amigo que entendiera lo importante que era de pronto vengar su orgullo masculino, el joven no tuvo más remedio que irse de compras solo.

Aquella boutique era favorita de la familia, su padre y su hermano siempre compraron aquí sus trajes, y también ropa casual elegante y provocativa. Claro, ese fue su hermano, no su padre. Y era mejor no entrar en detalles, le daban escalofríos nada más recordar el pequeño detalle de la vida homosexual que llevaba su hermano desde hace tiempo. ¿Cuánto lleva con su novio? ¿3, 4 años? ¿Cómo era que se llamaba?

― Ng, no quiero pensar. ― Negando el recuerdo, Kim finalmente entró en la tienda, siendo atendido de inmediato por un empleado que le conocía. ― Hoy vengo en busca de ropa casual. Como para tener citas y robar el aliento. ― Dijo con una radiante sonrisa.

El empleado sonrió ampliamente también, halagando su atractivo y asegurándole que ya de por sí debía tener a muchas mujeres tras de sí como para engrandecer su atractivo con un buen conjunto.

Más tarde, Kim salió con varias bolsas más y el ego bien inflado. Peligrosamente quizá.


Esa mañana Kim se sorprendió de no ver ojeras bajo los párpados al despertar, después de todo apenas había dormido algunas horas. Entre la emoción por llegar a dejar babeando a Park en cuanto se vean, y el hecho de que después de sus compras pasó por la estética con un amigo suyo que invirtió otro tanto de tiempo cambiando su corte y tinte de cabello pues, durmió tres, cuatro horas a lo mucho. Y encima de todo, había tenido esa clase de sueños que le hizo despertar sudado, con el corazón todavía agitado y la ropa interior húmeda.

― Ng, ¿por qué tuve esa clase de sueño? ¡Yo no quiero tener sexo con Yoochun!

Su voz sonaba convincente. Pero el inconsciente y su cuerpo no estaban dispuestos a ser engañados. No señor, ¡claro que querían sexo con Park caliente Yoochun! La cosa era hacerle entrar eso en esa cabezota que tenía.

Como fuera, se vistió, perfumó y encaminó hacia el trabajo, esperando esa vez llegar un poco después, para asegurarse de que Park ya estuviese en la oficina (y otros compañeros también); y así echarle en cara que podía perfectamente ser su tipo, ¡joder!

Aunque Kim solo tenía un objetivo en mente, estaba atrayendo las miradas de todos a su alrededor. Las chicas que ya suspiraban por él sintieron las piernas débiles. Los chicos que ya lo miraban, lo miraron mucho más. Los hombres a los que ya les flaqueaba la heterosexualidad, bueno, debieron recogerla del piso, junto al charco de saliva que estaban dejando.

Y no era para menos. A Kim le sentaba bien el estilo con que se ha presentado a trabajar esa mañana. Los mechones rubios, el corte a la moda y ligero maquillaje. La ropa en tonos marrones y el andar seguro coronado con una mirada seductora. Sí, estaba haciendo estragos en los corazones (y genitales) de propios y extraños.

Todo iba como lo había planeado, si ellos estaban cayendo en su encanto ¿cómo no iba a hacerlo Park Yoochun?

Metido en sus pensamientos y alimentado por su ego desbordado, Kim no se percató del momento en que de hecho su silueta captó la mirada negruzca del azabache. Park tragó hondo, y sofocó a base de voluntad y orgullo propio el calor que le subió desde la entrepierna hasta el pecho.

Míralo nada más, todo caliente y seguro de sí mismo. Es momento de actuar como si no estuviera todo sexy y listo para meterlo en mi cama.

― Buen día, Yoochun ah~.

Un momento, ¿ese tono dulce y coqueto ha sido suyo? Kim aclaró la garganta, casi negándose a aceptar que estaba desplegando inconscientemente sus armas de seducción. No las que usaba con las chicas, es más, ¿ha usado esto antes?

― Qué tal, Junsu.

Park le saludó sobrio, sin ápice de interés, le miró pero no había en sus ojos la reacción que el rubio había esperado e imaginado. Una oleada de decepción y molestia le aguijoneó el vientre.

― Tú, llegaste temprano de nuevo.

― Quiero terminar el trabajo apropiadamente.

― Oh.

Luego el resto del día fue de lo más normal. Con un azabache apenas dirigiéndole la mirada y enfrascado en su laptop, con papeles, café y una que otra llamada con los interesados en el proyecto. El rubio no podía quedarse así nada más, necesitaba entender por qué no había conseguido la mínima reacción de parte del otro.

― Yoochun.

― ¿Sí?

― ¿Cómo es tu tipo?

― ¿Qué? ― Asombrado y tomado completamente con la guardia baja, Park finalmente levantó la mirada.

― Solo es, curiosidad.

― No necesitas saberlo.

― ¿Es malo que sepa?

― ¿Para qué quieres saberlo?

― Ya te dije, tengo curiosidad.

Park suspiró, se talló el puente de la nariz y luego decidió seguirle un poquito el juego. Picarlo en donde, va comprendiendo, más le duele a Kim.

― Me gustan amables, divertidos, carismáticos, alegres, sensibles, emprendedores, por supuesto debe ser sexy, romántico y coqueto. De mirada expresiva y personalidad brillante.

― Bueno, podrías incluso estar describiéndome a mí. ― Dijo, como no queriendo obviar que de hecho quería hacerle decir que sí que era su tipo.

― Ah, pero falta lo más importante. Debe ser gay igual que yo. ― Park dijo con una sonrisa confiada. Luego tomó su maletín y se encaminó a la salida. Para esas horas, ellos eran los únicos en la oficina.

Y Kim no podía dejarle ir después de todo. Así que le cerró el paso, apostándose entre la puerta y él. Park elevó una ceja, esperando una explicación de su repentina actitud.

― ¿Me odias?

― No es para tanto, Junsu.

― Entonces, ¿solo te caigo mal por cómo estuve actuando antes?

― Es razón suficiente, ¿no?

― Quiero hacer las paces. ¡Hagámoslo!

― Wow, qué tentador. ― Park dijo, mirándole con lascivia, provocando su molestia y vergüenza con alevosía.

― Estoy hablando de llevarnos bien, pervertido.

― No dije otra cosa, mal pensado.

― Ng.

― Pero, Junsu. La verdad, no tengo motivo para llevarme bien contigo. Nuestra relación de trabajo termina en unos días. Vamos a dejar las cosas así.

― ¡Pero!

― Que tengas buena noche, Junsu.

Aprovechando la confusión, decepción y molestia del rubio, el azabache se coló hábilmente saliendo finalmente de la oficina. Kim todavía le siguió, en silencio pero cerca. Bajaron juntos al parking, anduvieron hombro a hombro porque aparcaban a pocos lugares de distancia. Park pensó que esta actitud significaba que finalmente lo había entendido, pero cuando Kim todavía caminó a su lado cuando pasaron su automóvil, presintió que no era así.

― Junsu…

― Tu mamá y la mía querían que nos casáramos, ¿lo olvidaste?

― No. Y es asunto pasado. No hay por qué seguir pensando en ello.

― Pero yo quiero.

― ¿Qué?

― Seguir pensando en ello. Todavía no sé cómo, pero llegaré a gustarte, Yoochun.

Park suspiró.
Kim se mordió el labio inferior.

― Escucha, Junsu…

― ¡Hasta luego! ― Exclamó, quizá demasiado alto. Quizá simplemente porque quería interrumpir sus palabras. Giró sobre sus talones y se apresuró a su automóvil, siendo esa vez él el primero en marcharse.

― Es un juego demasiado peligroso, pequeño idiota.


Cuando Kim volvió a su departamento, lanzó el maletín de trabajo al descuido, igual que cada prenda de su atuendo. Honestamente está molesto. No, decepcionado. Incluso más que eso, se siente triste. Porque claro, no es la primera vez que un hombre que le gusta lo rechaza.

― Al menos Yoochun usa las palabras adecuadas. Sí, me hiere. Pero no es porque le dé asco, al contrario, fue mi culpa por no aceptarlo al principio y ser tan mierda con él.

Km sabe, que la historia vivida en sus quince le pesa a la fecha. Lo ha arrastrado durante tanto tiempo que sus defensas se mantuvieran activas, elevadas y fuertes como gruesos muros de concreto y metal.

Pero también sabe que va siendo hora de dejar atrás ese trauma y simplemente permitirse enamorarse. O bien, dado el caso, aceptar que no es difícil enamorarse del chico adecuado. Y Park lo era. Pero la vida le jugó un mal movimiento y las cosas se han torcido tan dolorosamente complicadas que realmente teme no ser capaz de hacer cambiar al azabache de opinión.

Quizá, solo quizá, realmente tendría que dejarle en paz. Después de todo ser insistente en algo como seducción no es realmente lo suyo. Y no quiere joderla más con Park tampoco. Si van a separar sus caminos al terminar el proyecto, al menos espera darle una última buena impresión.

― Soy tan idiota, un día fue suficiente para hacerme perder la esperanza. De todas formas, ha sido culpa mía, no tenía buena intención desde el principio.


Park estaba cansado. Ese día le había dejado sumamente agitado. Kim estaba lo suficientemente guapo y sexy como para que todo su cuerpo vibrara de emoción, esperando el momento para fundirse con él. Por supuesto, eso fue lo agotador, contenerse y fingir que no le tenía comiendo de su mano.

Park no se considera a sí mismo débil de carácter, ni tampoco fácil de seducir, pero está seguro de que como Kim hubiera insistido un poco, solo un poco más, él al menos le habría besado hasta dejarlo con ganas de más, mucho más que un intercambio de saliva y pasión. Pero así resultaron las cosas, el castaño le había dejado con las palabras en la boca y se había marchado sin darle tiempo a decir lo que él quería. No, se corrige mentalmente, lo que necesitaba.

Necesitaba decirle con dureza que parara, que no estaba interesado, que no movía el piso bajo sus pies y que de ninguna manera le daría oportunidad de nada. Absolutamente nada. Aunque en el fondo su pensamiento había comenzado a moverse en dirección a su compañero, a ese chico inquieto, lleno de energía, sencillo, alegre y, en efecto, carismático. Algo inocente para captar los avances de otras y otros, y demasiado lengua suelta cuando quiere protegerse.

― Es su único defecto, pero no lo culpo, cualquiera con el corazón roto puede actuar de forma arisca a su alrededor. Jaejoong dijo que eso es lo que pasa con Junsu, que cuando adolescente un tipo le rompió el corazón.

Dijo, y no a la nada, sino a su hermano menor, cuando no pudo escapar de su inquisidora mirada y prácticamente le obligó a decirle la verdad. Así que ahí están, a la una de la mañana tomando un café bien cargado en el silencioso comedor de la casa Park.

― No justifica que sea un hijo de p...

― YooHwan. ― Advirtió con mirada severa. No es como si tuviera el humor para soportar a su hermano hablar mal del castaño.

― Vale, lo capto, nada de insultos para él. Pero, hyung, solo soporta, son unos pocos días más.

― Sí. ― Se limitó a decir.

Y honestamente, comenzaba a pesarle que quedara tan poco tiempo de su peculiar presencia. En el trabajo todo se sentía diferente cuando tenía al, otra vez, castaño a la vista. Cuando sus ojos negros se encontraban con las castañas pupilas y notaba en ellas cierto nerviosismo. Le venía ese sentimiento a ilusión, y las entrañas se le calentaba de manera tal que más de una vez se tuvo que morder los labios para no ir y hablarle, invitarle a una cita y ofrecer honestamente empezar de nuevo, con el pie derecho esa vez.

― Muy bien compañeros, el trabajo colaborativo ha llegado a su fin. Y para celebrar los magníficos resultados, esta noche vamos a celebrar.

Han sido las palabras del jefe de equipo, quien con entusiasmo les ha convencido y arrastrado a todos a cenar a un restaurante famoso por sus cortes. Las parrillas en las mesas estaban humeantes y olorosas, la deliciosa carne cocinándose para el gusto de todos. Botellas de soju y cerveza desperdigadas a lo largo y ancho, y el bullicio propio de las charlas entusiastas de los presentes se unían al rumor de todo el local.

Los vasos no permanecían vacíos ni un momento, y las botellas de soju seguían circulando por la mesa en la que Kim y Park estaban sentados, con suficientes sitios de separación como para ni siquiera saber de qué charlaban con los que estaban a sus lados. Pero cuyas miradas se han estado buscando insistentemente desde que llegaron, hace más de una hora ya.

― Ya vuelvo. ― Anunció de pronto el castaño, necesitando un viaje rápido al sanitario para lavar su cara y respirar un poco mejor.

Casi agradeció que no hubiera nada por ahí cuando él entró. Aprovechó para desahogar la vejiga y luego mojó su cara como tenía pensado inicialmente. Su corazón dio un vuelco cuando la puerta se abrió y fue Park quien atravesó, sin saco y con la corbata floja, un par de botones fuera de sitio y ese aire tan atractivo que, el castaño juraría, es primera vez que realmente observa. Como si fuera la primera vez que se encuentran, como si pudiera borrar de su memoria la nefasta primera impresión que le dio.

Aunque claro, aquello era solo una ilusión.

― ¿Te encuentras bien?

― Sí, claro. ¿Por qué no debería? ― Preguntó, sonriendo bobamente de forma inconsciente.

― Has bebido más de lo que toleras. ― Respondió el azabache con tranquilidad. Todavía a prudente distancia del castaño.

― No es cierto. ― Replicó con un gracioso mohín de disgusto.

Park mordió su labio inferior para contener las ganas de besar el lindo puchero que acababa de formar la rosada boca de Kim.

― Lo es. Así que solo digo, ten cuidado.

― ¿Por qué? Nadie me está coqueteando.

El azabache sonrió ladino mientras agitaba la cabeza en negación. Es obvio que el castaño ni siquiera se está enterando de las intenciones de la chica sentada a su lado.

― Bien, entonces olvida que lo mencioné. ― Dijo, acercándose para lavar sus manos.

Kim lo observó en silencio. Casi como recién se diera cuenta de que, al parecer, Park había ido ahí solo para asegurarse de su estado, y para advertirle obviamente. Su corazón latió un poco más aprisa, aumentando sus ilusiones.

― ¿Alguien lo está haciendo? ― Preguntó con suavidad, casi como si temiera decir algo que tensara el ambiente.

― Sí. ― Park respondió, secando sus manos con una toalla y mirándole de frente.

Solo entonces ambos se dieron cuenta de lo cerca que estaban. Y que era casi imposible soltarse las miradas.

― No estoy ebrio, pero agradezco la advertencia. Iré más lento.

― Bien. De todas formas parece que casi nos marchamos de aquí.

― E iremos a por la segunda ronda.

― Cierto. Así que ten cuidado, realmente parece que no tienes tolerancia para el licor.

― No la tengo. Pero, tampoco se me da rechazar los tragos que me invitan.

― Hay algo que se llama asertividad, Junsu.

― Lo sé. Solo me cuesta.

El silencio que le siguió fue extraño para ambos. Porque no había ni pizca de incomodidad, y casi parecía que había cierta fuerza magnética que les mantenía ahí, prendados de la mirada, con el cuerpo hormigueando por una necesidad que ambos se negaban a satisfacer en el acto.

Kim mordió su labio inferior, moviéndose con marcado nerviosismo. Honestamente, eso de las relaciones románticas nunca ha sido lo suyo. Pero tras reconocer que no podía hacer nada para evitar sentirse atraído por el azabache, y que tampoco podía hacer nada por acercarse a él, todo lo que sabía que podía hacer era contemplarle, y disfrutar hasta el último minuto capaz de encontrarse con su mirada o memorizar los rasgos de su silueta.

― Deberíamos volver. ― Murmuró Park, justo cuando la puerta se abría y un par de hombres medio bebidos entraban a trompicones y entre risas.

― Sí. ― Susurró con aire decepcionado. Casi deseando poder quedarse ahí un poco más. Solo un poco más.

Aunque honestamente, el sanitario no era el sitio más romántico sobre la faz de la tierra. Pero había sido el primer momento en que ellos habían tenido alguna especie de conexión. Algo emocional.

Park no añadió más nada, se limitó a salir de ahí sabiendo que Kim le seguía los pasos. Volver a la mesa no fue ni de cerca tan motivante como el breve momento en el sanitario. Pero ambos se integraron como si nada hubiera pasado.

Algún tiempo después Kim comenzó a sentirse incómodo con la insistencia de la chica sentada a su lado para que bebiera. Él sentía que ya había llegado a su límite y no le hacía gracia la idea de llegar a hacer alguna estupidez delante de Park si se iba de copas.

― Oppa, deja rellenar tu vaso. ― Sugirió la chica. Todo y que el vaso del castaño aún tenía soju en el fondo.

― No es necesario, estoy bien así, gracias.

― Vamos oppa~.

― En verdad, no. Gracias.

― Oppa~. ― Ella insistió, tomando el vaso del castaño por cuenta propia y llenándolo hasta el tope. Luego se lo ofreció con una gran sonrisa en el rostro.

Kim torció una sonrisa, sujetando el vaso a regañadientes y bebiendo muy despacio, temiendo que ella quisiera llenarlo de nuevo ni bien lo llevase a la mitad.

La chica se distrajo brevemente charlando con otros en la mesa. El castaño lo agradeció, dejando su vaso a un lado y pinchando en cambio un poco de tteokbokki, alargando la mirada hacia el fondo de la mesa y al frente, donde el azabache conversaba animadamente con uno de sus compañeros. Kim suspiró, pinchando más del bocadillo picante antes de escuchar de nuevo la voz de la chica, que comenzaba a ser molesta.

― Oppa, ¿por qué no estás bebiendo? Vamos, vamos a hacerlo juntos.

― Yo no…

― Vamos oppa~.

― Venga, Junsu, no hagas esperar a una guapa señorita. ― Escuchó decir a otro de sus compañeros.

Y él no supo cómo zafarse de eso sin quedar como un antipático o algo. Así que bebió de nuevo, notando cómo esa vez el licor quemaba en su garganta y le provocaba una ligera sensación a náusea.

Park miró de soslayo a distancia. Notó el gesto de incomodidad en el castaño, y también la sonrisa radiante de la chica, que acomodó un mechón tras su oreja con aire coqueto mientras insistía en servirle un trago más. Los compañeros varones no ayudaban, alentando al castaño ante los supuestos modales entusiastas de la chica. El azabache se levantó de su sitio, rodeó la mesa y antes de llegar a lado de la llamativa pareja, un pequeño incidente terminó con el soju derramado en el pecho de la chica y un gesto descompuesto en el rostro del castaño.

― Lo siento, yo no quise. ― Intentó disculparse, nervioso porque la chica se pusiera en plan histérica o algo peor, que se largara a llorar.

― ¡Joder, Junsu! Qué mierda hombre. ― Gritó algún compañero, emulado por palabras similares de parte de otros.

El castaño mordió su labio inferior, queriendo decir que no había sido su culpa, que ha intentado negarse las últimas tres veces y que tiene derecho a no beber más aunque sea una guapa señorita la que le ofrezca.

― Aquí tienes. ― La voz ronca del azabache taladró el oído del castaño.

Los ojos de Kim se abrieron con sorpresa y decepción cuando vio que dejaba su saco sobre los hombros de la muchacha. Lo que le faltaba, hacer el ridículo delante de él y quedar como un idiota. El mismo ardorcito de otras ocasiones se abrió paso desde sus entrañas hasta subirle por el estómago como hiel.

― La próxima vez, no te aproveches de ser una bonita mujer y escucha cuando te dicen “no, gracias”. ― Añadió el azabache, haciendo notar a la chica que aquello ha sido culpa suya.

La mesa se quedó repentinamente en silencio. Las mejillas de la chica enrojecieron furiosamente mientras buscaba en su nublada mente alguna excusa.

― Vamos, Junsu. ― Dijo, aguardando de pie junto al castaño, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y una sonrisa encantadora en los labios.

Poco o nada le importaba lo que los presentes pudieran pensar de él, dejando a la damisela en apuros y en cambio aliándose con el enemigo.

A Kim le tomó unos segundos salir de su letargo. Pero en cuanto lo hizo se levantó, asintiendo al azabache y despidiéndose con una última disculpa de la chica. Una vez fuera, el silencio seguía ganando todo el espacio entre ellos.

― Gracias. ― Hasta que el castaño se animó a romperlo.

― No ha sido culpa tuya, realmente ha sido ella quien se ha pasado.

― Eres el único que lo piensa.

― Soy el único a quien no le importaba ella. Además, trabaja para mí, ¿recuerdas?

― Oh dios mío, es verdad. Lo siento, será incómodo en la empresa y…

― No será incómodo. Al menos no para mí. ― Le interrumpió, no queriendo que se molestara más en pensar en la chica como la víctima en todo eso.

― ¿Chico rudo? ― Dijo en tono de broma, sonriendo y queriendo diluir cualquier rasgo de tensión entre ellos.

El azabache sonrió.

― Ella deberá entender que delante de mí hay límites. Incluso si solo se trata de una pequeña fiesta para celebrar los éxitos corporativos. Y tiene que aprender a darse a respetar como mujer también. Sobre todo si sus coqueteos no están dando frutos.

El castaño se detuvo, con una linda expresión de admiración en la cara. Park frenó también. Y de pronto se dieron cuenta de que estaban ahí, en plena calle, con algunos transeúntes pasándoles por el lado sin prestarles realmente atención.

― Eres mejor hombre de lo que imaginaba.

― ¿Gracias?

― Sí, agradecer está bien, te estoy halagando Yoochun~.

― Ok, gracias entonces.

― Y, no tenía ni idea de que ella estaba coqueteando.

― No eres muy listo para esas cosas.

― ¡Lo soy!

― ¿En serio? Porque todos se dieron cuenta de que ella quería agradarte lo suficiente para que la invitaras al terminar la celebración.

― Supongo que estaba ligeramente distraído.

― ¿Como para no ver los intereses de una bonita chica dispuesta?

― ¿Dispuesta?

― Vamos Junsu, no puede llegar tan lejos tu despiste.

― Oh. ― Musitó, entendiendo lo que el azabache quería decir.

Y por alguna razón sus mejillas se tiñeron de carmín. Razón que el azabache interpretó como interés. Y sus entrañas se revolvieron con molestia.

― Todavía puedes volver, Junsu.

― ¿Qué? ― Kim necesitó solo un par de segundos para entender. ― No estoy interesado en ella. Para nada.

― ¿No? Es bonita, y está dispuesta.

― No me interesa.

― Vale. De cualquier manera, sé más listo ¿bien? Es la última vez que estaré ahí para echarte una mano. Tienes que darte cuenta de los flirteos de las chicas, en una de esas conoces a alguien adecuada.

Kim se mordió el labio inferior, otra vez. Y nuevamente Park tuvo que contenerse para no besarle.

― Entonces, ¿no nos volveremos a ver realmente?

― El proyecto ha concluido. Y aunque colaboremos de nuevo lo más seguro es que integre a otro equipo.

Kim bajó la mirada.
Park quiso abrazarle.

― Entiendo. ― Murmuró, tragando el nudo en la garganta con dificultad. ― Fue bueno trabajar contigo, Yoochun. Lamento no haber hecho tu estadía en la empresa más amigable. Y no haber tenido tiempo para cambiar la idea que tienes de mí. Gracias, aprendí un montón de ustedes en este tiempo. Éxito.

Dijo de corrido, andando hacia la avenida para tomar un taxi y marcharse. Justo en ese momento se sentía lo suficientemente miserable e incómodo como para tener ganas de llorar.

Antes de que pudiera emprender la retirada, los dedos del azabache rodearon su muñeca con cuidado. Y cuando el castaño volvió la mirada, sus pechos estaban a poca distancia.

― Te eché una mano allá antes, ¿recuerdas?

― Sí.

― Qué te parece agradecerme con una comida. ¿O un café?

― ¿De verdad?

Park asintió. Kim tragó hondo, esa vez no había un nudo en su garganta, sino nervios. Auténticos nervios y ansiedad.

― Y, cuando salimos del restaurante realmente te estaba invitando.

― ¿A dónde?

― Verás, mi hermano YooHwan me llamó antes, parece que está sufriendo al ser la tercera rueda entre Yunho y Jaejoong. ¿Qué te parece unirnos y aligerarle la carga?

― Eso, me parece muy bien.

― Excelente.

― Sí.

― Sí.

Incluso si sus miradas se atraían y tenían el ambiente ideal para un beso. Ambos sabían en el fondo, que no era el momento. Que todavía tenían fisuras en esa relación que comenzó con el pie izquierdo, y realmente mejoró más por inercia que por voluntad.


Esa mañana cuando Park despertó, no esperó encontrarse con la inquisitiva mirada de su hermano a primera hora del día.

― Joder, YooHwan ¿qué haces?

― Anoche, había algo raro sucediendo entre ese Junsu y tú.

― No sé de qué hablas.

― No intentes evadirlo. ¿Está pasando algo?

― Pasa que celebramos un exitoso proyecto, nada más.

― ¡Hyung! No soy idiota, algo estaba pasando ahí. Fue la peor salida en grupo de toda mi vida, ¡estaba en medio de dos parejas!

― Junsu y yo no somos pareja.

― No, pero tonteaban delante de mí. Y ni qué decir de Jae hyung y Yunho hyung, ellos viven en su nube.

― Deja de hacerte ideas y sal, quiero dormir otro rato aprovechando que es domingo.

― ¡Pero Hyung~!

― Joder YooHwan, cinco minutos más.


Jaejoong estaba sentado con elegancia, esa postura suya tan natural. Mientras sus ojos oscuros miraban fijamente a su amigo. El castaño se removió inquieto en su sitio, todavía esperando a que su amigo le dijera la razón por la que ha venido tan temprano y en domingo, a visitarle con esa cara de pocos amigos.

― ¿Ahora sí vas a admitir que te gusta? ― Preguntó finalmente.

Y solo consiguió que el castaño se tensara en su lugar.

― Sí.

― ¿De verdad?

― Sí, hyung. Yoochun me gusta.

El rubio suspiró.

― ¿Por qué parece que no estás a favor?

― No es eso, Junsu.

― Lo parece.

― Solo estoy preocupado.

― De qué.

― De que estés listo para enfrentar lo que significa que te guste un hombre.

El castaño achicó la mirada. Casi sintiéndose ofendido por la desconfianza de su amigo.

― No me estoy casando con Yoochun, Jaejoong.

― Lo sé. Pero qué vas a hacer si comienzan a ir bien las cosas.

― ¿Disfrutarlo? ― Inquirió con ironía. ― Así como tú estás disfrutando del rollo con Yunho.

― No es un rollo, estamos saliendo apropiadamente.

― No me lo habías dicho.

― Porque no quería hacerte sentir incómodo. Hasta hace unos días todavía respingabas si solo insinuaba cosas homosexuales. Por qué crees que estoy preocupado, Junsu.

― No te entiendo, Jaejoong. Antes querías que abriera los ojos y superara mi trauma de adolescente. Ahora que lo estoy intentando no crees que sea lo correcto.

― Solo estoy…

― Preocupado, entiendo eso. Pero te agradecería que confiaras un poco más en mí. Además, ni siquiera he tenido una primera cita con Yoochun, al menos déjame ver cómo va a ir, si vuelvo a cagarla entonces puedes reñirme todo cuanto quieras.


Después de la charla con su amigo, el castaño no paró de darle vueltas al asunto. Así que cuando se reunió con el azabache en el restaurante acordado, no pudo sonreírle con el mismo entusiasmo con que había esperado la fecha durante casi dos semanas. Park, atento al comportamiento del castaño, pronto se dio cuenta de que no estaba del humor esperado.

― ¿Quieres irte, Junsu?

― ¿Qué? ¿Por qué?

― Estás incómodo. El restaurante está lleno. Y estamos en una especie de cita.

Kim parpadeó varias veces, procesando las palabras de Park.

― No estoy incómodo por estar a solas contigo en un restaurante a tope, Yoochun.

― Oh, bien.

― Lo siento, tengo la cabeza hecha un lío pero no es porque esté incómodo contigo.

― ¿Puedo ayudar?

― Depende, ¿reforcé tu primera impresión de mí al estar actuando como si no quisiera estar aquí contigo?

Park sonrió.

― No. Casi consigues que olvide esa primera impresión. Pero todavía no estás feliz, así que me preocupo.

― ¿Crees que después de algunas citas esto pueda convertirse en algo más, formal? ― Preguntó tan de buenas a primeras, que el azabache se tomó un tiempo para tomar un trago de vino tinto antes de responderle.

― No lo sé, Junsu. ¿Quieres eso?

El castaño suspiró, jugueteando entonces con la copa de vino, como sopesando su respuesta.

― Cuando tenía quince me enamoré de un compañero de instituto. Era un chico genial, y popular además. Y yo era demasiado idiota como para darme cuenta de que, a esa edad, algunas decisiones se toman por mera curiosidad. Me confesé y me aceptaron. Así que estaba en mi nube rosa. Incluso si él no quería que le dijéramos a nadie que estábamos saliendo. Solía llevarme a salones vacíos para hacer cosas de novios, me gustaba cuando nos besábamos pero me ponía nervioso cuando quería que hiciéramos más.

Kim sorbió un trago de vino, luchando contra los fantasmas de su pasado. Esta era la primera vez que hablaba de eso en años. Y solo su madre y Jaejoong conocían a detalle la historia. Park guardó silencio, seguro de que el castaño aun tenía palabras por decir. Y él quería escucharle. Necesitaba hacerlo. Así que le dio tiempo y espacio.

― No tenía idea de que él estaba saliendo con una chica de otra escuela. Y que la razón por la que nunca salíamos más que en el instituto era porque era con ella con quien tenía citas y se comportaba como una pareja verdadera. Desde entonces ya era muy despistado, y como no era bien vista la homosexualidad, no había amigos que supieran nada así que estaba solo, y confiaba ciegamente en quien consideraba mi novio. Tampoco estábamos en la misma clase, así que yo atesoraba cada momento en que podíamos escaparnos para estar juntos. A veces le veía desde mi aula mientras tonteaba con sus amigos, y muy a menudo les mostraba algo en su celular. Fue hasta casi seis meses después que lo descubrí por casualidad. Les mostraba fotos de su novia, y de él con su novia. Les presumía lo enamorados que estaban y, bueno, te imaginas ¿verdad?

Park se limitó a asentir. Todavía dejándole seguir hasta que pudiera sacar todo cuanto necesitara.

― Cuando le pregunté qué estaba pasando él dio la típica respuesta. Es solo una pantalla, dijo. Y yo le creí. Para entonces su insistencia de hacer algo más que besos comenzó a incomodarme muchísimo, pero cuanto más me negaba, más parecía desearlo. Y yo tenía miedo de perderlo. Dios, ahora que lo digo es tan patético, me estaba comportando como una chica.

― Tener miedo de perder a la persona que te gusta no tiene nada qué ver con el género, Junsu ah.

― No, ¿verdad? Dios, lo siento, mi comentario fue tan absurdo.

― Está bien. No te juzgo, Junsu.

El castaño asintió. Se permitió otro trago de vino y luego continuó.

― Fue para fin de año, semanas antes de que yo cumpliera 16, que me invitó a un hotel. Ya que parecía negarme porque la escuela no era sitio, dijo que había hecho un esfuerzo por conseguir dinero para llevarme a un hotel. Y le seguí. Todavía no puedo creer que nos hayan permitido el acceso, éramos un par de críos. Pero lo hicimos, entramos a una habitación de hotel para tener sexo.

Kim tragó hondo, incómodo con el recuerdo. Park quiso decirle que no necesitaba decirlo si no quería, pero bastó mirarle fijamente una vez para entender que era justo lo que estaba pasando. Que Junsu necesitaba decir por qué se había cerrado con tal vehemencia a la homosexualidad. A intentar acercarse a su verdadera felicidad.

― Había leído sobre el sexo gay, y estaba aterrado porque sabía que yo sería el que recibiría. Él no fue precisamente atento, romántico o amable. Pronto me di cuenta de que él no se había informado lo suficiente, todo cuanto sabía era por dónde hacerlo. No hubo nada como preparación, tampoco se preocupó por mis sentimientos o mis necesidades físicas. Hizo lo que tenía que hacer y listo. Todo había terminado. Él estaba satisfecho, yo temía que me hubiera desgarrado porque dolía horrores y cuando conseguí ducharme, había sangre en el agua. Tuve que recurrir a Jaejoong en busca de ayuda. Con suerte no hubo daños permanentes, pero me ausenté del instituto toda una semana. Cuando volví, ya no tenía novio y él hacía comentarios desagradables sobre dos chicos juntos. Se convirtió en una pesadilla, aunque nunca me señaló directamente, todavía me las ingenié para convencer a mi madre de cambiarme de instituto. Y así fue como comencé a sentir que todos los gay del mundo eran mis enemigos públicos número uno.

― Fuiste valiente.

― ¿Qué? ¿En qué momento, Yoochun? ― Preguntó, sonriendo con ironía.

― Entonces. Cuando aceptaste tus sentimientos. Todo lo demás fue horrible, sí; pero fuiste valiente al intentar vivir tu enamoramiento como cualquier pareja. El tipo de entonces es una mierda, no merecía nada de ti.

― No, él no merecía nada, te concedo eso.

― Seguro la vida se las ha cobrado.

― Supongo. No le deseo mal ni nada, pero si él siguió tratando así a otros como yo, seguro llegó o llegará el momento en que alguien le haga frente.

― Seguro que sí.

― Eres la segunda persona que conoce la verdadera historia.

― ¿La segunda?

― Jaejoong fue el primero. A mamá no me atreví a contarle la verdad. Ella tiene una versión en la que el chico popular del instituto simplemente me rechazó cruelmente.

― Es tu mamá, tal vez sepa más de lo que piensas.

― Sí, es muy probable.

― Entonces, Junsu ah, ¿quieres intentar superar esa mala experiencia ahora?

Kim sostuvo la mirada de Park. Asintiendo suavemente, mordiendo su labio inferior, nervioso y dubitativo.

― ¿Me parezco en algo a ese chico?

― En nada. ― Respondió de inmediato. Sumamente seguro. Tanto así, que Park tampoco dudó de su respuesta, lo que le hizo sentir más seguro y aliviado. ― Tú eres guapo, profesional, seguro de ti mismo, con valores firmes y además sexy.

― Casi haces que me sonroje. ― Comentó con tono juguetón, queriendo diluir la tristeza que antes cruzara sus preciosos ojos.

― ¿Qué? ¿Casi? ¡Pero qué necesitas para sonrojarte entonces~! ― Gimoteó, fingiendo indignación, siendo tan lindo que Park tuvo el pensamiento de inclinarse sobre la mesa y besarle.

Ha pensado demasiado en ello.
Para variar.

― Te reto a descubrirlo poco a poco, cuando lo hagas tal vez pasemos de citas para conocernos a algo más, formal. ― Park dijo con voz algo más ronca, con ojos algo más seguros, con ese aire seductor que hizo jadear involuntariamente al castaño, instalándole un calorcito en la boca del estómago tanto más emocionante que en ninguna otra ocasión.

― Dios, estás en tu elemento ¿verdad?

Park sonrió más amplio, tomando un sorbo de su copa de vino mientras le mira de soslayo y le deja esperando una respuesta que, ambos saben, está ahí, flotando entre ambos a la espera de algo más que titubeantes flirteos.


Aquella tarde Kim volvió después de su almuerzo justo para encontrarse con un ramo de flores sencillo pero muy lindo, no había rosas rojas pero en cambio habían azucenas variopintos.

Cena a las 7pm, te enviaré la ubicación. P. Y. ― Leyó mentalmente la tarjeta, sonriendo bobamente mientras le sacaba una foto a su ramo y presumía a su rubio amigo.

¡Ya lo entiendo, lo entiendo! ¡Fui desconfiado al no creer que podían ir en serio! Yoochun es un romántico, me quejaré con Yunho que nunca me ha mandado nada.

Kim se rio de buena gana cuando leyó el largo mensaje de su amigo. Luego miró la hora en su móvil y se decidió a apresurarse, necesita terminar su trabajo con tiempo para ir a su casa y vestirse decentemente.

Pero claro, el destino podía ser mierdecilla cuando quería. Por eso Kim estaba casi llorando cuando vio el horrible atasco vehicular cuando estaba a unas cuantas calles de su destino. ¡Cuando va ya media hora tarde! Incluso si el azabache le ha dicho que puede esperar, él no está conforme. Odia ser impuntual, sobre todo cuando es la tan esperada sexta cita en los pasados cuatro meses desde la primera. Si es que parecía que su jefe le había estado dejando más trabajo aposta.

― Siento llegar tan tarde. ― Dijo con una exhalación, sentándose en su sitio y bebiendo un largo trago de agua.

― Te dije que no pasa nada. Relájate, Junsu.

― Pero es que siempre llego tarde~. Mi jefe me odia desde el exitoso proyecto contigo. Pienso que es un poco envidioso y egoísta.

― Tu jefe no te odia, al contrario, está confiándote más responsabilidades por los logros obtenidos.

― No lo defiendas. Es un idiota, se lo dije todo el maldito mes, que justo hoy no podía salir tarde. ¿Y qué hace? Me pone a revisar de último un proyecto que ni está a mi cargo.

― Vale, vale. Mucho hablar de otro hombre delante de mí. Vamos a ordenar ya, tengo hambre.

Kim sonrió con la mirada.

― ¿Celoso?

― Sí, ¿no puedo?

― No sé. ¿Los amigos se celan así?

Park elevó una ceja. Kim sonrió todavía más.

― Lo pillo, no diré nada más.

Kim resopló frustrado. Park sonrió con altanería.

Llevan jugueteando desde la tercera cita, casi pareciera que quieren ver quién es el primero en ceder y confesarse apropiadamente.

La cena transcurre sin mayor contratiempo, después salen a pasear por ahí, cerca el uno del otro pero sin llegar a insinuarse como pareja. Porque no lo son, aún. Cierran la noche bebiendo en un bar junto con Jaejoong y Yunho, cuya relación va viento en popa y casi escuchan campanas sonar. Casi al final se les une ChangMin y su recién descubierto novio ejemplar Hayami. YooHwan gimotea por mensajes de texto cuando le invitan a pasarse.

¡Ni de coña voy a ser el soltero entre ustedes! ― Así se había negado al final.

A medianoche Park acompañó a Kim hasta la puerta de su auto en el parking público. Sus miradas eran claras, subiendo y bajando entre los ojos y los labios del otro. La cercanía de sus cuerpos evidente también.

― ¿Te sientes listo ahora, Junsu?

― ¿Para qué? ― Preguntó inocente, pestañeando ligeramente contrariado.

Park sonrió, subiendo la diestra hasta el rostro del castaño para acariciar su mejilla. El tibio contacto erizó la piel de Kim.

― Para esto, y todo lo que venga después. ― Respondió áspero, acercándose un poco más mientras la siniestra se posa en la cintura de su acompañante.

Kim suspiró, pasó saliva y volvió a suspirar. Sus manos cobrando vida subieron por el pecho del azabache hasta posarse en sus hombros y enredarse finalmente en su nuca.

― ¿Te estás confesando, Park Yoochun? ― Preguntó con una sonrisita, y esa dulce voz suya que hacía estragos en el autocontrol del azabache.

― Sí, ¿quieres salir conmigo, Junsu? ― Añadió, acercando su rostro al ajeno hasta rozar la nariz del castaño con la propia, mezclando su aliento con una ansiedad que casi le parecía ajena.

― Quiero, Yoochun.

Lo siguiente que el castaño supo es que nunca había sabido de besos verdaderos. Porque cuando los labios del azabache se movieron contra los suyos aquello fue una explosión de emociones que se impregnaron en cada célula de su ser. Las tiernas caricias iniciales, la forma en que la punta de su lengua le recorría arriba y abajo como si estuviera reconociendo terreno virgen, y aún más la manera en que parecía pedir permiso para ir más allá, traspasar sus labios y colar su lengua dentro, buscando a su compañera y danzando juntas un baile compuesta por la melodía de sus suspiros, del sonido húmedo de sus bocas compaginando sin igual.

Fue un primer beso romántico, dulce y apasionado, largo y profundo, con matices varios que le dejaron sin aliento, avergonzado y emocionado a partes iguales. Ninguno dijo nada cuando rompieron el beso, topando sus frentes sin muchos deseos de renunciar a esa cercanía. Uniendo los labios una segunda, tercera y cuarta vez después de eso, casi renuentes a separarse, a renunciar a ese final de cita en que se han convertido en algo más que amigos o pretendientes. En novios, una pareja oficial.

― Mierda, me gustas demasiado, Junsu.

― ¿Eso es malo~?

― Para nada, pero ahora no creo que quiera dejarte ir.

― No tienes que hacerlo.

― Cuida lo que dices.

Kim sostuvo entonces la mirada de Park.
Y esa vez fue el azabache quien jadeó involuntariamente, excitado por la cantidad de emociones que esas tiernas pupilas le transmitían tras cada pestañeo.

― No, quiero que sea algo especial hoy. Que recordemos esta fecha como nuestro primer beso, nuestro día para celebrar aniversarios y todo eso.

Kim chilló internamente. Eso era tan jodidamente romántico.

― Entonces, ¿nos vemos el fin próximo?

― Sí.

― ¿Y vamos a hacer más que besarnos?

― Joder, sí.

Kim se rio de buena gana. Park le palmeó el trasero.
Sus labios se encontraron de nuevo.
Una, dos, tres. A saber cuántas veces más.


― Estoy aterrado.

― Junsu ah, no tenemos que hacerlo.

― No, no, no. Estoy aterrado pero no me arrepiento. Quiero esto, Yoochun. Quiero que la gente en el trabajo sepa que estoy saliendo con el hombre más sexy del planeta.

― Dudo que crean eso.

― Luego dices de mí, ¿sabes cómo te babean mis compañeras de trabajo? Y el de recursos humanos también, ese idiota hasta me preguntó por tú número.

― ¿Cuándo fue eso?

― Antes de nuestra tercera cita. De todas formas le dije que no, que ya estabas saliendo con alguien.

― Que recuerde seguía soltero. ― Le molestó un poquito, ganándose un golpe en el pecho que no le dolió nada pero en cambio le dio el pretexto perfecto para atraparle contra el asiento y besarle.

― ¿Le has dicho a alguien de nosotros? Ya sabes, en tu trabajo.

― Saben que tengo pareja, no quién. Quería que te sintieras cómodo con esto, Junsu.

― Estoy cómodo ahora, un poco asustado pero cómodo.

― Va a salir bien. Es más, a lo mejor ni se enteran.

― Lo harán. Cuando vean que este hombre tan sexy besa a otro chico sexy en la entrada del edificio, el chisme se esparcirá en un parpadeo.

Park se rio de buena gana. Todavía no entendía por qué Kim quería hacerlo de esta manera pero no le importaba. Mientras su novio estuviera contento y pudieran andar por ahí como lo que son, lo demás salía sobrando.

― Te quiero, Yoochun. ― El castaño dijo.

Y fue suficiente para que el cerebro del azabache hiciera cortocircuito, porque esa es la primera vez en casi medio año que lo hace. Antes siempre fueron “me gustas”, “me encantas”, “me pones con solo una mirada”, pero jamás esas dos palabras. Jamás.

― ¿Yoochun? ― Le llamó con tono preocupado. Como si estuviera tratando de adivinar si había sido inapropiado.

― Dios, Junsu. Avísame cuando vayas a decirme algo que casi me de un ataque al corazón. No tienes idea de lo feliz que me haces, baby.

― ¿Baby? ― Enarcó una ceja, sonriendo cuando los labios de su novio comenzaron a aletear en su cuello.

― También te quiero, Junsu.

Y así, mientras era turno del castaño de sorprenderse y sentir las mejillas calientes cubiertas de rubor, la enamorada pareja hacía caso omiso del camino transitado. De los complicados baches y los agrios obstáculos. Todavía no saben si habrá boda en algún futuro, pero tienen la certeza de que la oportunidad tomada les da una felicidad que creyeron perdida en algún punto de sus vidas.

Y tal como Kim lo ha predicho, ni bien se han despedido con un largo beso en la entrada de la empresa, el rumor ha corrido rápidamente. Las mujeres interesadas en Park han llorado la pérdida, las que estaban interesadas en Kim no dan crédito puesto que ninguno parece gay,

Y a ellos, a ellos poco o nada les interesa lo que digan. La única valiosa opinión ya la tienen, de familia y amigos. Quién sabe, puede que una boda esté más cerca de lo que piensan. Nunca debe subestimarse el sexto sentido de una mujer, ni el peculiar instinto de una madre.


FIN

4 comentarios:

  1. Felinaaaaaaa!! Muchísimas gracias, este fic me encanta, ahora un lemon, ok me calmo, pero que alegría que lo terminaste y de que forma!!

    ResponderBorrar
  2. Jajajaja mi madre solía decir "mientras tú vas, yo ya vine y di dos vueltas" así que sí ella saben mucho.
    Me encantó, y ese final, Feli, abierto a lo que nosotras queramos, aunque sé que l mayoría querría una boda... Y saber de YunJae y del HayaMin ����

    ResponderBorrar
  3. Me eeeeencaaantooo!!! Me fascino el hecho de que se de un final abierto a cualquier cosa, ya me imagine la adopcion de bebe y todo jajajajajaj. ¡Gracias por compartirlo!

    ResponderBorrar
  4. Ay Feliiiii que hermoso!!!!! Moría de risa con Junsu en modo "Sensillito y Caritativo" tan lindo el delfincillo. Pero definitivamente tú haces que ame más a mí Chunnie con estas historias te juro que amén las imágenes que creaste, a pesar de que adviertes cero lemon...(u.u) yo esperaba ese momento porque vaya que el Yoosu estaba pero que si conteniendolo tooodo. Muchas gracias Felina.

    ResponderBorrar

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión