CAPÍTULO 1
Assassin.
Sal-inja.
Satsujin-sha.
Murderer.
Asesino.
La palabra en cualquiera de los idiomas
del mundo causa escalofríos. Impacta, impone cierto respeto –temor le nombran
la mayoría– señala a personas despreciables, repugnadas por aquellas con alta
valía de moralidad, los pacifistas les condenan en sus creencias; la ley los
persigue para hacer justicia, los poderosos –no importa el origen de sus
riquezas– les usan como marionetas para cumplir sus fines.
Assassin.
Personas de sangre fría que pueden
camuflarse a la perfección entre todos nosotros. Camina a tu lado por las
transitadas calles de la ciudad, te saluda todas las mañanas cuando inicias tu
jornada, quizá trabaja en el escritorio de al lado o acude a tu misma escuela,
probablemente te ha ayudado a cargar la caja pesada de papeles por archivar o
has derramado accidentalmente tu taza de café en su pulcro traje oscuro.
La gente piensa que son invisibles,
retraídos, ariscos a las masas y violentos. Estos asesinos no son así. Estos
asesinos llevan una vida tan normal como la tuya, tienen sus secretos como tú,
pagan impuestos y salen al súper para abastecer su despensa, llegan a tener
caprichos y jaquecas por un mal día de trabajo.
La diferencia entre ellos y tú, es la
sangre derramada a conciencia y prácticamente a voluntad. Aunque sigue siendo
por obedecer una orden.
Pero a veces, solo a veces, los
enfrentamientos no previstos eran inevitables.
…
Club Pentagon
El ambiente del club era increíble, buen
DJ, buenas bebidas, atractivas mujeres, atractivos hombres. También fácil
acceso para ese algo más que solo encuentras con las personas adecuadas.
Puede ser el barman, un cliente habitual, un desconocido en los baños o hasta
un compañero de trabajo.
Cuando Moore entró ahí junto con Gubler,
hizo todo lo posible por parecer un par de agentes trabajando, y lo estaba
logrando, gracias a su acompañante a decir verdad.
― ¿Es esto una fiesta?
― Vamos prettyboy, lo es, es solo
que tú nunca fuiste a una de estas, ¿verdad?
― Bueno, no tenía amigos. E incluso los
compañeros de trabajo nunca hicieron siquiera el intento de invitarme. Creo que
hay algo en mi apariencia que simplemente no motiva. Así que, ¿por qué estoy
aquí?
― Te lo dije, estamos trabajando.
― Pero…
De pronto el afroamericano jaló más cerca
a su compañero. La forma en que le pasó el brazo por los hombros y susurró
luego en su oído le hizo estremecer y sentir, de alguna forma, increíblemente
incómodo y avergonzado.
― Eres mi compañero, Matt.
Por la forma en que Moore pronunció
aquella palabra. Y aún más por la forma en que le mantenía cerca, Gubler
sospechó que estaban ahí, como pareja. ¿Amantes? ¿Qué sería correcto decir
tratándose de un par de hombres?
― Tranquilo, este club está bien para nosotros.
― Moore volvió a susurrar en su oído.
Y aunque volvió a sentir estremecimientos,
esa vez Gubler miró alrededor más detenidamente, prestando atención a la forma
en que interactuaban los presentes entre sí. había parejas heterosexuales, pero
las había también homosexuales y lesbianas, aunque intentaban ser más discretas
al compartir miradas, caricias.
― ¿Exactamente qué estamos investigando
aquí, Shem?
― Por ahora, solo quiero observarlos a
ellos dos. ― Dijo, señalando astutamente a dos chicos que se saludaban en el
segundo piso del club.
Ellos son Kim Junsu y Shim ChangMin. Y
están ahí por invitación del primero hacia el segundo. No lucían como amigos
cercanos, ni siquiera como amigos de ninguna manera. Era más como si Shim
estuviera ahí de mala gana.
― Así que tú eres el famoso Shim ChangMin.
― Supongo que lo dices por la popularidad
de mi padre. ― Dijo sarcástico.
Kim sonrió, sentándose en el sitio VIP del
club, invitando a unas chicas a hacerles compañía. Las bonitas mujeres se
acercaron con botellas de vino en mano y atuendos obviamente provocativos, con
sus largas cabelleras sueltas y arregladas con modestas ondas, con olorosos
perfumes y despampanantes curvas.
― Por haberte ofendido al recibirte,
tomemos un trago ChangMin hyung.
― Realmente no creo ser mayor a ti. Junsu
¿cierto?
― Tal vez, pero a quién le importa la
edad~. ― Juguetón, el muchacho, quien llevaba el cabello teñido de verde esa
vez, finalmente le indicó a las chicas que le sirvieran un trago a su invitado.
Shim miró fijamente el trago que se le
ofrecía, también a su anfitrión. Honestamente no le gusta mucho beber,
ni involucrarse con los conocidos del mundo menos afortunado de su
padre. Ha venido aquí por mera cordialidad, a petición justamente de su
progenitor. Le ha asegurado que no se trata de negocios, que solo quiere que el
hijo de su amigo se lleve bien con él.
Te faltan amigos.
Había dicho su padre como parte de la
justificación.
Y el joven de cabellos oscuros estuvo
tentado de recordarle que no era que tuviese pocos amigos, es que le gusta
seleccionarlos, que se ajusten a sus intereses, a su intelecto, a sus
pasatiempos.
― Si no quieres beberlo, no tienes que
hacerlo. ― La voz del chico le sacó de sus pensamientos.
Cuando levantó la mirada, su acompañante
estaba tomándose el trago que le había servido. Probablemente le estaba
mostrando que no intentaban ofrecerle nada raro en la bebida, o simplemente
podría estar buscando alguna conexión con él.
― Prefiero algo más sofisticado. ― Dijo.
Y el peliteñido se apresuró en indicarle a
una de las chicas ir por otra botella de vino a la barra. La que se quedó con
ellos se acercó un poco más al morocho, pasando la mano por su muslo le acarició
sugestivamente mientras susurraba en su oído con tono encantador. Shim, sin
embargo, no mostró reacción alguna. Kim sonrió.
― Déjanos solos, Jin-Hye.
La chica se sorprendió cuando el
peliteñido la nombró. No porque la nombrase, sino porque le estaba pidiendo que
se retirara. Esta era su labor con los clientes VIP, atenderlos, seducirlos, sacarles
alguna información. La chica fulminó con la mirada al peliteñido, incluso
sabiendo quién era él, no le tenía ni pizca de respeto, al contrario, lo detestaba.
― ¿Tengo que repetirlo? ― Kim preguntó.
Esa vez sin la expresión del chico sonriente y simpático que se ganaba a
propios y extraños.
El brillo en sus ojos chocolate cambió
también, haciendo temblar a la chica que, sin más, se levantó de su sitio y se
alejó de prisa. Visiblemente enfurecida.
Shim simplemente observó en silencio.
Y cuando la chica que se retirara por otra
botella de vino regresó, ni siquiera necesitó palabras. Dejó la botella en la
mesa y se marchó.
― Veo que controlas bastante bien el club
de tu padre, Junsu.
― Oh no, nada de eso. El club no lo
controlo yo, ni mucho menos es de mi padre. En realidad es de un amigo de él,
pero detalles nada más.
― Para no controlar nada, esas chicas te
obedecieron de inmediato.
― Es porque venían conmigo. Y porque lo
noté. Creo que debí traer más amigos, ¿verdad?
― No hubiera funcionado tampoco.
― ¿Eres quisquilloso al respecto?
― Tal vez. ― Shim respondió. Evitando
deliberadamente darle más detalles.
― ¿Bebemos?
― Seguro.
Mientras Kim servía los tragos, su mirada
se desvió unos instantes. Incluso contra su voluntad. Siguió algunos pasos la
silueta de un apuesto hombre que pasó junto a ellos hasta otro asiento VIP. Lo
que más llamó su atención no fue el hecho de que fuera la primera vez que le
veía, sino lo terriblemente apuesto que resultó a sus ojos. Incluso sintió ese
chispazo de excitación que rara vez le sacude el deseo.
Kim está tentado de unirse a la otra mesa
VIP, vuelve la mirada a su invitado. El joven Shim mira su teléfono móvil,
ignorando deliberadamente sus atenciones. Al peliteñido no le importa ni le
agrava, al contrario, le facilita continuar desviando su atención.
El apuesto hombre que atrapara sus ojos
continúa ahí. Sin invitados al parecer. Con un par de chicas tratando de seducirle
sentadas a su lado. Riendo tontamente y coqueteando con él. Kim alcanza a
vislumbrar las ásperas manos juguetear en la espalda y hombros de cada una de
ellas, le ve sonreír y hablarles al oído.
Por un momento sus miradas se encuentran.
Kim siente otro cosquilleo, se le reseca la garganta y le incrementa el deseo.
Flirtea con el otro cuando le sonríe significativamente, echando el cuerpo
hacia atrás para recargarse en el sofá de piel, con las piernas abiertas y el
vaso de vino en la mano. Kim se relame los labios, bebe el trago de licor ladea
ligeramente el rostro ofreciéndole una significativa mirada.
El otro sonríe en correspondencia con una
mirada absolutamente seductora. Vuelve a hablar al oído a las chicas y segundos
después ellas se levantan, se les ve felices y motivadas. El muchacho de
cabellos negros le guiña un ojo, deja caer algo sobre su vaso de licor y luego
se levanta. Camina hacia ellos, y el corazón del peliteñido se acelera.
Antes de que llegue hasta su sitio,
alguien más se acercó al azabache. Fue un encuentro rápido, misterioso. El tipo
de encuentro que Kim conoce también. Cuando la mirada del azabache volvió a él,
fugazmente vio algo diferente en sus ojos negros. Aun así, el apuesto muchacho
se acercó a su sitio. A Shim ni siquiera lo volteó a mirar, pero él si estaba
poniendo atención.
Cuando el apuesto muchacho se inclinó
sobre el peliteñido, susurró algo en su oído, y dejó una tarjeta en sus
delgados dedos. Después, simplemente se retiró, mirando furtivamente a todas
partes. Dos personas en especial le crisparon los nervios, otro par llamó su
atención. Los primeros tenían su misma aura, los segundos eran evidentemente
agentes.
De cualquier forma, tendría que marcharse
de ahí, por ahora.
― ¿Amigo tuyo?
― No. Es la primera vez que lo veo.
Kim volvió su atención a su invitado, casi
reprimiéndose mentalmente por la momentánea abertura. Shim no parecía afectado,
de ninguna manera.
― Realmente no disfrutas este tipo de
lugares, ¿cierto? ― Kim dijo, guardando la tarjeta recibida en el bolsillo de
su pantalón.
― Prefiero visitar clubes que no tengan
relación alguna con los negocios de mi padre en el bajo mundo.
― Eres bastante honesto. No te pareces
mucho a tu padre.
― Es el tipo de comentario que me gusta
escuchar. ― El morocho finalmente sonrió, como si esas palabras realmente le
hubiesen gustado. ― Entonces, ya que estamos entendiéndonos mejor déjame
preguntar ¿por qué razón me citaste, Junsu?
Mientras el peliteñido sonreía con su invitado.
Cerca de la salida del club, un sujeto le cerraba el paso al apuesto azabache.
El azabache no conoce a este tipo, pero
por la forma en que viste y la rigidez de su postura, es un asesino enviado
para matarle. Cuando el sujeto en cuestión realiza el primer movimiento, el
azabache responde tratando de bloquearle el acceso a su arma. En este lugar
había, en su mayoría, personas inocentes que solo están ahí para divertirse.
Cuando ambos hombres se enfrascaron en una
disputa cuerpo a cuerpo, el alboroto fue evidente en el club. Gubler y Moore
reaccionaron de inmediato.
― Observa, Matt.
Gubler sabe que no es una forma de burla,
que le está pidiendo esto para luego recuperar a detalle lo sucedido en el club.
Cuando un disparo se superpone al ruido de la música, Moore busca el origen, uno
de los dos sujetos que estaban peleando cayó al piso, un tiro en la frente le
había quitado la vida. El azabache se mezcló con los clientes del club y salió
de ahí entre ellos.
En el segundo piso, Kim ha observado todo
con fría paciencia. Está seguro de que cuando el azabache salió del club, miró
hacia ahí, quizá buscándole. Se mordió el labio inferior y su mano buscó
instintivamente la tarjeta en su bolsillo, apretándolo mientras se pregunta
mentalmente quién es realmente el apuesto hombre.
Shim, por su parte, ni siquiera se había
levantado de su sitio, cuando el escándalo terminara él se retiraría con
simpleza por la puerta trasera, junto a su anfitrión. No es como si este
tipo de situaciones le fueran novedosas o le asustaran. Por desgracia, llega a
pensar, está más acostumbrado de lo que una persona normal haría.
― Iré solo a partir de aquí. Preferentemente
espero que no se sepa de mi excursión en el club.
― Seguro, me encargaré de eso, ChangMin.
Una vez Kim y Shim desaparecieron
del club, igual que lo hizo el azabache y esas otras dos personas que él
identificó en el club, solo quedaban los agentes de la Interpol. Y no era
precisamente bueno, no cuando ambos saben que el director general está sobre
ellos.
― Creí haberte dicho que te mantuvieras
fuera de esto, agente Moore.
― Bueno, ni siquiera sabía que el Club
Pentagon tenía relación con Lee Hyun Su. Matt y yo solo estábamos ahí
divirtiéndonos.
― ¿Esperas que me trague eso? Vigila tus
pasos, o me veré obligado a suspenderte la próxima vez.
Cuando el director general se marchó,
Gubler y Moore se reunieron en el auto del segundo.
― ¿Ya podemos irnos?
― Sí.
― ¿Por qué el director general vino
personalmente?
― Extraño, ¿cierto? Sabía que la
corrupción estaba por todas partes en las organizaciones policiales de Seúl,
pero esto va más allá de simple corrupción.
― ¿Lo dices por el sujeto muerto?
― Eres en verdad un genio, prettyboy.
― Te he dicho que no me digas de esa manera.
Además, fue por eso que me pediste observar, ¿no? Sabías que me daría cuenta de
pequeños detalles que la policía no notaría, o encubriría en sus informes.
― Entonces, ¿qué concluiste?
― Había varios hombres que no encajaban
para nada con el club. Por su vestimenta, la forma de caminar, sus miradas y
los movimientos que realizaron. El hombre que murió fue quien se cruzó en el
camino del desconocido, mientras tú tratabas de cruzar la apanicada multitud, nuestro
desconocido usó técnicas militares de contención en caso de arma. Sin embargo,
no fue él quien disparó a nuestra víctima. El disparo vino de otra
dirección, no pude verlo pero debió ser uno de esos dos hombres que siguieron
de cerca los movimientos de nuestro desconocido y Kim Junsu.
― Era el hijo del Juez Shim su
acompañante, ¿verdad?
― Sí. Pero en este momento cualquier
rastro de él y aún de Kim estarán siendo eliminados. Sin embargo, es probable
que todavía podamos investigar algo con el desconocido abordado por la víctima.
Supongo que en este punto la víctima podría ser nuestra mejor pista. ¿Pudiste
ver algo cuando te acercaste?
― Aparte del limpio tiro en la frente, no
mucho. Sus ropas no eran muy finas, pero sí llevaba un arma oculta, así que si
se trataba de un asesino, no era de élite.
― Eso es obvio, ya que abordó al desconocido
justo en la salida del club.
― ¿O trataba de generar pánico? No podremos
saberlo hasta que indaguemos.
― Pero el director general nos sacó del
caso.
― Bueno, prettyboy, somos agentes
especiales, podemos tomarnos algunas libertades sin informarle.
― Oh, había alguien más que llamó mi atención.
― ¿Quién?
― Un hombre que estaba en la barra, era
claramente oriental, pero por sus rasgos me parece que no era coreano. Llamó mi
atención por su reacción, no solo no estaba sorprendido o asustado, más bien se
puso en alerta, palpó sus costados como si buscara algo, un arma tal vez. Pero no
se acercó a la salida ni mostró interés por la víctima, él subió al segundo
piso y luego lo perdí de vista. Hubiera sido bueno obtener algunas grabaciones,
particularmente de la puerta trasera.
Mientras los agentes intercambiaban la
información obtenida al ser parte, sin querer, del breve tiroteo. Este hombre
de quien Gubler hablara, estaba siguiendo de cerca los pasos del joven Shim. Y el
morocho no estaba ajeno, es más, lo estaba dirigiendo por donde quería hasta
llegar a aquel callejón oscuro y poder emboscarle.
Shim lo enfrentó con movimientos marciales,
y aunque el sujeto en cuestión se defendió favorablemente, fue el morocho quien
logró empujarle contra el muro y detenerle ahí mientras presiona su tráquea, lo
suficiente para detenerle pero no para asfixiarle.
― ¿Quién eres?
― No puedo decírtelo.
― ¿Por qué me sigues?
El hombre entonces aprovechó una abertura
en la postura del morocho, y con un solo movimiento se liberó y en cambio lo
sometió a él contra el muro.
― Por tu propia seguridad. Pero, no puedo
darte más detalles. Mi recomendación es que te involucres lo menos posible con el
grupo Lee.
― No es nuevo para mí. ― Dijo con dificultad,
esa misma que debió infligirle antes a su contrincante.
― Tu padre no lo sabe, pero una vez se
involucró con el grupo Lee entró en conflicto con otros negocios suyos en
Japón. Hay cierto grupo yakuza que encontrará muy fastidioso lo que está
haciendo, y no será él a quien ataquen primero. Serás tú, Shim ChangMin.
El morocho contraatacó, y se hicieron de
varios golpes entonces. Shim no está acostumbrado a ser sometido, mucho menos a
permanecer de esa manera por más de un minuto. Así que se siente molesto por
haber permanecido ahí, presionado contra el muro, mientras este desconocido
hablaba tan tranquilamente.
Después de algunas patadas, puñetazos,
movimientos específicos que solo un puñado de personas alrededor del mundo dominan;
Shim fue nuevamente sometido contra su voluntad.
― Dejemos esto como un encuentro inesperado,
un empate, ¿bien? Volveremos a vernos de todas formas.
Cuando Shim fue liberado y recobró el
aliento, su atacante se había marchado. Rápida y hábilmente.
― Es un ninja, ¿o qué? El imbécil incluso
traía cubrebocas y capucha. ¿Cómo mierda fue imposible para mí descubrir su
rostro? Carajo, golpeó mis puntos vitales con suficiente fuerza para doblegarme.
Como sea, él dijo que papá estaría en medio de un conflicto entre la mafia coreana
y la japonesa, tengo que indagar al respecto.
…
Tras el escandaloso suceso en el Club
Pentagon, los medios de comunicación estaban como aves de rapiña esperando
informes de las autoridades policiales. Tras el informe ofrecido por el jefe de
policía en una rueda de prensa matutina al siguiente día, el escandalo fue
olvidado en poco tras la detención del supuesto culpable.
Por supuesto, no solo el jefe de policía
estaba involucrado en el desvío de pruebas, sino que el Juez Shim de alguna
forma había movido influencias aquí y allá. Por lo que era obvio cuán profunda
estaba arraigada la corrupción en el país cuando un juez del Tribunal Supremo se
preocupaba por esos pequeños incidentes.
La sociedad lo sabe, las autoridades
también. Ese era el punto vulnerable de todos los países, cuando todos tienen
conocimiento, pero los que pueden hacer algo al respecto terminan chocando
continuamente con las barreras que esa corrupción levanta en todas partes.
Aún así, agentes como Moore y Gubler, cuya
ética, moralidad, profesionalismo y buena voluntad se imponían, estaban
dispuestos a empujar una y otra vez tan fuerte que cada barrera callera, hasta
la última de sus consecuencias.
…
Distrito
Jung-gu
Una misión como cualquiera se había ido
por la borda cuando dos de los mejores asesinos del mundo se encontraron frente
a frente. El joven de cabellos teñidos sonrió ante el hombre de mechones
oscuros con destellos cerúleo, estaban ambos en la azotea de aquel edificio que
está justo ante la estructura de uno de los imperios industriales más
importantes de toda Asia, listos para el combate.
Las armas de fuego se volvieron innecesarias
pues no había la intención de terminar aquel encuentro fortuito tan pronto,
buscaban diversión. Una suerte resultó
ser que ambos tuvieran cierta pasión por las armas letales del respetable y
antiguo Japón del siglo XII como para portar tan sutil como mortal espada. Katana
contra katana. Poderoso duelo de cuchillas desatado bajo la lluvia por los
misteriosos designios del destino. Dos asesinos que coincidieron en una misión,
dos asesinos que encontraron una barrera impenetrable para cumplir su cometido
cuando se cruzaron en el camino del otro. Dos asesinos que dejan ir su presa,
dos asesinos cuya mirada se busca y encuentran una interesante invitación al
duelo.
Está la mirada juguetona, casi infantil y
despreocupada, es el sujeto que se mueve como si estuviera en un juego, sus
movimientos fluidos son ágiles y naturales, llenos de energía van matizados sin
embargo con dosis de impulsividad.
Y está la otra mirada, la madura con aire
de seducción, el oponente con ejecuciones de movimientos finos y precisos,
elegancia y sensualidad se reflejan en su porte, en la forma en que su cuerpo
se mueve siguiendo el ritmo de su espada como si la katana y él fueran uno
solo.
El choque contundente de las cuchillas les
hizo quedar cara a cara, ambos asesinos haciendo uso de fuerza y destreza
mantenían la posición; la sonrisa en ambos rostros dejaba ver el disfrute de
aquel enfrentamiento, la mirada divertida, la aceptación de las habilidades del
otro. No hay necesidad de intercambiar palabra alguna, no esta vez, aunque
tienen la curiosidad por hacerlo.
No hay tiempo para terminar el duelo, las
sirenas de las patrullas de policía se escuchan demasiado cerca para
permanecer. Saben que volverán a encontrarse y entonces tal vez puedan culminar
lo que ahí ha comenzado.
Uno
de los dos tendrá que morir.
…
Distrito
Yongsan-Gu
Departamento
de Shim ChangMin
El molesto sonido del despertador irrumpe
su ya frágil sueño, frunce el ceño y calla el aparato presionando el
interruptor con desgano. Se pregunta si es que alguna vez descansará o conocerá
el sueño profundo. Aparta las sábanas de un tirón y se sienta apoyando unos
segundos sus codos en las rodillas cubriendo su rostro con sus manos; suspira
cansado de la nefasta rutina y aparta los dedos solo lo suficiente para ver desde
la rendija formada entre ellos, la hora en su reloj sobre la mesita de noche.
― Carajo, dormí unos minutos solamente. ― Dice,
sosteniendo su costado izquierdo, ahí donde un moretón no tardaría en ser
notorio.
Había regresado hace un par de horas, había
tratado sus golpes y se había dado cuenta de que ni un solo golpe había caído
en su rostro. Casi parecía que había sido a propósito. Movido por su
curiosidad, tomó lápiz y papel para dibujar un bosquejo del rostro de su amigo
nocturno, escaneó su obra e introdujo la imagen en algunas bases de datos
que jaqueara tiempo atrás. Si alguna cámara en la ciudad lo había captado,
podría obtener algunas coincidencias con los rasgos visibles. Después entró en
otra habitación, esa que lucía más sombría, donde no había más que una pared
llena de recortes de periódico, algunas fotografías y una serie de chinchetas,
flechas y mapas que parecían conectar unas cosas con otras.
Shim tomó una chincheta y clavó su dibujo
en algún punto de ese intrincado collage. Luego se quedó ahí unos minutos,
simplemente mirando. La alarma de su móvil le sacó de sus pensamientos, sabe
que por ahora solo tiene una cosa por hacer. Continuar su rutina.
Su cuerpo actúa en automático porque sabe con
claridad paso a paso lo que hará a continuación, no es voluntad consciente sino
órdenes programas en su inconsciente. E inicia así su día. Asear su habitación,
elegir su atuendo y salir a correr por cerca de una hora en un circuito
programado que le parece monótono y aburrido, la misma gente con los mismos
horarios para hacer lo que él: cumplir con la burda rutina. Después volver,
tomar la ducha y cambiarse para acudir a su trabajo en la Universidad Yonsei
como investigador en uno de sus campus.
No se imagina, ni de cerca, que justo ahí
será donde se cruce por segunda vez con su amigo nocturno.
…
Distrito
Yongsan-Gu
Kim Junsu caminaba tranquilamente por las
calles de la ciudad, hace un día cálido y el azul claro del firmamento invita a
pasear por ahí en el parque. Por esa razón se ha tomado la libertad de saltarse
la clase de piano que recién debe retomar después de años de no practicar, sabe
que su “padre” le reñirá pero no le toma demasiada importancia, sabe cómo calmar los enojos de Lee Hyun Su.
Llama su atención la vista desde aquel puente
que cruza un lago artificial en el Parque, detiene sus pasos y se queda a contemplar,
cierra los ojos y trata de escuchar el sonido de las aves o cualquier otro que
no sea el murmullo de la gente que camina por ahí. Es cuando escucha unos
pasos, se acercan sigilosos como quien rodea a su presa para atacarle por
sorpresa, comprende entonces que van tras él. No se trata del mismo sujeto que
enfrentó dos noches atrás con su espada, tampoco parecen del todo hábiles ya
que le rodean arbitrariamente.
Son seis los sujetos que le flanquean
cualquier salida, le han acorralado contra el puente pero no le importa, tal
vez obtenga algunos golpes pero todavía puede derrotarlos con relativa
facilidad. Le preocupa, sin embargo, las armas de fuego y las víctimas que
podrían resultar si él no tiene cuidado.
― Queremos enviarle un mensaje a Hyun Su
de parte de nuestro jefe. ― Indica uno de los sujetos sacando un papel y
extendiéndoselo al peliteñido.
― No soy mensajero de mi padre, recomiendo
que lo entreguen personalmente.
― Te lo diré solo una vez, de ti depende
si lo entregas o no. La familia Inagawa quiere que retire su gente de
territorio japonés. Tiene una semana para hacerlo, o atacaremos sin piedad.
Los seis tipos, cuyos tatuajes alcanzaban
a notarse en cuello y manos, se retiraron sin más. El peliteñido mordió su
labio inferior inconscientemente. Luego se dirigió a casa de su padre.
…
Distrito
Jung-Gu
Sede
del Tribunal Supremo de Corea del Sur
Infiltrado en las instalaciones de
vigilancia del Tribunal el Caballero
Templario Jung terminaba de colocar su propio sistema para desviar toda la
información hasta un centro de comando al que solo él tendrá acceso.
Sin embargo, no esperó que aquel cañón en
su nuca le hiciera dudar de su propia habilidad para prever al enemigo.
― Si intentas una estupidez dispararé. Ahora
levántate despacio y date la vuelta.
Jung siguió las indicaciones del otro, tenía
segundos para revertir la situación y marcharse de ahí. Cuando enfrentó a su oponente
tuvo un breve instante de titubeo. El hombre frente a él era, a falta de otra
palabra, bello.
― ¿Qué haces aquí?
― No esperas que realmente conteste,
¿verdad?
Sobreponiéndose al momentáneo encanto,
Jung no tuvo más remedio que enfrentarle. El zumbido de sus movimientos era
todo el sonido que se escuchaba en la oficina del Presidente del Tribunal,
desarmarle no era fácil. Lo que es más, sus movimientos de defensa y ataque le
resultaban muy familiares. Como si estuviera peleando consigo mismo, o con otro
templario.
…
Universidad Yonsei
Facultad Biotecnología
Cuando Shim entró al laboratorio en donde
llevaba a cabo su investigación, le sorprendió que ninguno de sus compañeros
estuvieran ahí. También notaba algo raro en el ambiente, se puso en
alerta por mero instinto, comenzó a mirar con detalle su alrededor. Todo estaba
donde debía, nada había sido movido ni tomado. Las computadoras estaban
encendidas como de costumbre, recopilando datos de cada contenedor biológico. Los
pasillos alrededor de este laboratorio no eran muy frecuentados a esa hora de
la mañana, por lo que es normal el profundo silencio. Tras revisar a conciencia
el laboratorio, Shim concluyó que no había nada raro ahí. A los pocos minutos
sus compañeros llegaron, quejándose del molesto sujeto que los entretuvo en el
estacionamiento.
― ¿Qué sujeto?
― No tenemos idea, no parecía alumno ni
profesor de la universidad. En realidad lucía un poco sospechoso.
El morocho anunció que saldría un momento.
Fue y se encerró en un cubículo de la biblioteca, y usó una computadora para
jaquear el sistema de seguridad de la facultad, yendo directamente a las
grabaciones del estacionamiento. El sujeto de quien hablaran sus compañeros en
efecto no era alumno, profesor ni ninguna persona honesta. Reconoció sus
movimientos a pesar de la poca nitidez de la imagen.
― ¿En serio? Puso un rastreador en mi auto.
Es bastante obvio que lo iba a descubrir. O es un novato, o no sabe lo que
hace. ― El morocho había detectado el rastreador tras verificar su propio
automóvil en el estacionamiento. Era difícil tomar ventaja de él cuando conoce
ese tipo de artimañas, particularmente cuando tiene los dispositivos necesarios
para detectarlos y desactivarlos.
― Más que no saber, no están actualizados
con tu verdadera personalidad.
Cuando esta voz, conocida para el morocho,
habló a sus espaldas, él de inmediato se giró. Y le apuntó con un arma.
― Tú de nuevo.
― No necesitas apuntarme, no soy tu enemigo.
― No voy a fiarme de eso.
― De acuerdo. Continúa apuntándome, ¿qué
harás cuando alguien se acerque? Es el estacionamiento después de todo. Y tú no
eres oficial de policía para justificar el arma que portas, ¿cierto? Sobre todo
ese tipo de arma. Buena elección, por cierto.
― ¿Quién eres?
― ¿Tomamos un café y hablamos?
…
Desde lo sucedido en el Club Pentagon días
atrás, Park no se había fiado del hospedaje, pero ha mantenido las
habitaciones. En cambio, ha rentado un departamento estratégicamente ubicado cerca
del rascacielos Lotte World Tower. La razón por la que requiere mantenerse
cerca de dicho rascacielos es porque, de acuerdo a sus recientes
investigaciones, Lee Hyun Su realiza reuniones de negocios en el lujoso hotel. Además,
se dice que ha comprado una residencia para su hijo.
― Supongo que es momento de ser quien de el
primer paso. Ya que él no me ha llamado.
Park estaba listo para abordar su misión
desde otro punto de vista cuando su móvil, casualmente, le notificó de un
mensaje de texto.
Texto que venía justamente de el hijo
de Lee.
― Cenemos esta noche. 7pm en el Lotte
World. Ya hice la reservación.
Park sonrió.
― Tengo que desempolvar mis técnicas de seducción
con chicos claramente caprichosos.
Continuará.
¡Hello people!
Aquí andamos, retomando uno de esos fanfics que habían quedado en el olvido en YooSu no Tengoku. Como era de esperar, cambié muchas, muchísimas cosas de la idea original, pero espero que les interese~
Ya Ne!
Gracias por la actualización... Si note que es diferente pero igual me gusta mucho.
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