martes, 6 de agosto de 2019

Assassins. Capítulo 1


CAPÍTULO 1

Assassin.
Sal-inja.
Satsujin-sha.
Murderer.
Asesino.

La palabra en cualquiera de los idiomas del mundo causa escalofríos. Impacta, impone cierto respeto –temor le nombran la mayoría– señala a personas despreciables, repugnadas por aquellas con alta valía de moralidad, los pacifistas les condenan en sus creencias; la ley los persigue para hacer justicia, los poderosos –no importa el origen de sus riquezas– les usan como marionetas para cumplir sus fines.

Assassin.


Personas de sangre fría que pueden camuflarse a la perfección entre todos nosotros. Camina a tu lado por las transitadas calles de la ciudad, te saluda todas las mañanas cuando inicias tu jornada, quizá trabaja en el escritorio de al lado o acude a tu misma escuela, probablemente te ha ayudado a cargar la caja pesada de papeles por archivar o has derramado accidentalmente tu taza de café en su pulcro traje oscuro.

La gente piensa que son invisibles, retraídos, ariscos a las masas y violentos. Estos asesinos no son así. Estos asesinos llevan una vida tan normal como la tuya, tienen sus secretos como tú, pagan impuestos y salen al súper para abastecer su despensa, llegan a tener caprichos y jaquecas por un mal día de trabajo.

La diferencia entre ellos y tú, es la sangre derramada a conciencia y prácticamente a voluntad. Aunque sigue siendo por obedecer una orden.

Pero a veces, solo a veces, los enfrentamientos no previstos eran inevitables.

Club Pentagon

El ambiente del club era increíble, buen DJ, buenas bebidas, atractivas mujeres, atractivos hombres. También fácil acceso para ese algo más que solo encuentras con las personas adecuadas. Puede ser el barman, un cliente habitual, un desconocido en los baños o hasta un compañero de trabajo.

Cuando Moore entró ahí junto con Gubler, hizo todo lo posible por parecer un par de agentes trabajando, y lo estaba logrando, gracias a su acompañante a decir verdad.

― ¿Es esto una fiesta?

― Vamos prettyboy, lo es, es solo que tú nunca fuiste a una de estas, ¿verdad?

― Bueno, no tenía amigos. E incluso los compañeros de trabajo nunca hicieron siquiera el intento de invitarme. Creo que hay algo en mi apariencia que simplemente no motiva. Así que, ¿por qué estoy aquí?

― Te lo dije, estamos trabajando.

― Pero…

De pronto el afroamericano jaló más cerca a su compañero. La forma en que le pasó el brazo por los hombros y susurró luego en su oído le hizo estremecer y sentir, de alguna forma, increíblemente incómodo y avergonzado.

― Eres mi compañero, Matt.

Por la forma en que Moore pronunció aquella palabra. Y aún más por la forma en que le mantenía cerca, Gubler sospechó que estaban ahí, como pareja. ¿Amantes? ¿Qué sería correcto decir tratándose de un par de hombres?

― Tranquilo, este club está bien para nosotros. ― Moore volvió a susurrar en su oído.

Y aunque volvió a sentir estremecimientos, esa vez Gubler miró alrededor más detenidamente, prestando atención a la forma en que interactuaban los presentes entre sí. había parejas heterosexuales, pero las había también homosexuales y lesbianas, aunque intentaban ser más discretas al compartir miradas, caricias.

― ¿Exactamente qué estamos investigando aquí, Shem?

― Por ahora, solo quiero observarlos a ellos dos. ― Dijo, señalando astutamente a dos chicos que se saludaban en el segundo piso del club.

Ellos son Kim Junsu y Shim ChangMin. Y están ahí por invitación del primero hacia el segundo. No lucían como amigos cercanos, ni siquiera como amigos de ninguna manera. Era más como si Shim estuviera ahí de mala gana.

― Así que tú eres el famoso Shim ChangMin.

― Supongo que lo dices por la popularidad de mi padre. ― Dijo sarcástico.

Kim sonrió, sentándose en el sitio VIP del club, invitando a unas chicas a hacerles compañía. Las bonitas mujeres se acercaron con botellas de vino en mano y atuendos obviamente provocativos, con sus largas cabelleras sueltas y arregladas con modestas ondas, con olorosos perfumes y despampanantes curvas.

― Por haberte ofendido al recibirte, tomemos un trago ChangMin hyung.

― Realmente no creo ser mayor a ti. Junsu ¿cierto?

― Tal vez, pero a quién le importa la edad~. ― Juguetón, el muchacho, quien llevaba el cabello teñido de verde esa vez, finalmente le indicó a las chicas que le sirvieran un trago a su invitado.

Shim miró fijamente el trago que se le ofrecía, también a su anfitrión. Honestamente no le gusta mucho beber, ni involucrarse con los conocidos del mundo menos afortunado de su padre. Ha venido aquí por mera cordialidad, a petición justamente de su progenitor. Le ha asegurado que no se trata de negocios, que solo quiere que el hijo de su amigo se lleve bien con él.

Te faltan amigos.
Había dicho su padre como parte de la justificación.

Y el joven de cabellos oscuros estuvo tentado de recordarle que no era que tuviese pocos amigos, es que le gusta seleccionarlos, que se ajusten a sus intereses, a su intelecto, a sus pasatiempos.

― Si no quieres beberlo, no tienes que hacerlo. ― La voz del chico le sacó de sus pensamientos.

Cuando levantó la mirada, su acompañante estaba tomándose el trago que le había servido. Probablemente le estaba mostrando que no intentaban ofrecerle nada raro en la bebida, o simplemente podría estar buscando alguna conexión con él.

― Prefiero algo más sofisticado. ― Dijo.

Y el peliteñido se apresuró en indicarle a una de las chicas ir por otra botella de vino a la barra. La que se quedó con ellos se acercó un poco más al morocho, pasando la mano por su muslo le acarició sugestivamente mientras susurraba en su oído con tono encantador. Shim, sin embargo, no mostró reacción alguna. Kim sonrió.

― Déjanos solos, Jin-Hye.

La chica se sorprendió cuando el peliteñido la nombró. No porque la nombrase, sino porque le estaba pidiendo que se retirara. Esta era su labor con los clientes VIP, atenderlos, seducirlos, sacarles alguna información. La chica fulminó con la mirada al peliteñido, incluso sabiendo quién era él, no le tenía ni pizca de respeto, al contrario, lo detestaba.

― ¿Tengo que repetirlo? ― Kim preguntó. Esa vez sin la expresión del chico sonriente y simpático que se ganaba a propios y extraños.

El brillo en sus ojos chocolate cambió también, haciendo temblar a la chica que, sin más, se levantó de su sitio y se alejó de prisa. Visiblemente enfurecida.

Shim simplemente observó en silencio.
Y cuando la chica que se retirara por otra botella de vino regresó, ni siquiera necesitó palabras. Dejó la botella en la mesa y se marchó.

― Veo que controlas bastante bien el club de tu padre, Junsu.

― Oh no, nada de eso. El club no lo controlo yo, ni mucho menos es de mi padre. En realidad es de un amigo de él, pero detalles nada más.

― Para no controlar nada, esas chicas te obedecieron de inmediato.

― Es porque venían conmigo. Y porque lo noté. Creo que debí traer más amigos, ¿verdad?

― No hubiera funcionado tampoco.

― ¿Eres quisquilloso al respecto?

― Tal vez. ― Shim respondió. Evitando deliberadamente darle más detalles.

― ¿Bebemos?

― Seguro.

Mientras Kim servía los tragos, su mirada se desvió unos instantes. Incluso contra su voluntad. Siguió algunos pasos la silueta de un apuesto hombre que pasó junto a ellos hasta otro asiento VIP. Lo que más llamó su atención no fue el hecho de que fuera la primera vez que le veía, sino lo terriblemente apuesto que resultó a sus ojos. Incluso sintió ese chispazo de excitación que rara vez le sacude el deseo.

Kim está tentado de unirse a la otra mesa VIP, vuelve la mirada a su invitado. El joven Shim mira su teléfono móvil, ignorando deliberadamente sus atenciones. Al peliteñido no le importa ni le agrava, al contrario, le facilita continuar desviando su atención.

El apuesto hombre que atrapara sus ojos continúa ahí. Sin invitados al parecer. Con un par de chicas tratando de seducirle sentadas a su lado. Riendo tontamente y coqueteando con él. Kim alcanza a vislumbrar las ásperas manos juguetear en la espalda y hombros de cada una de ellas, le ve sonreír y hablarles al oído.

Por un momento sus miradas se encuentran. Kim siente otro cosquilleo, se le reseca la garganta y le incrementa el deseo. Flirtea con el otro cuando le sonríe significativamente, echando el cuerpo hacia atrás para recargarse en el sofá de piel, con las piernas abiertas y el vaso de vino en la mano. Kim se relame los labios, bebe el trago de licor ladea ligeramente el rostro ofreciéndole una significativa mirada.

El otro sonríe en correspondencia con una mirada absolutamente seductora. Vuelve a hablar al oído a las chicas y segundos después ellas se levantan, se les ve felices y motivadas. El muchacho de cabellos negros le guiña un ojo, deja caer algo sobre su vaso de licor y luego se levanta. Camina hacia ellos, y el corazón del peliteñido se acelera.

Antes de que llegue hasta su sitio, alguien más se acercó al azabache. Fue un encuentro rápido, misterioso. El tipo de encuentro que Kim conoce también. Cuando la mirada del azabache volvió a él, fugazmente vio algo diferente en sus ojos negros. Aun así, el apuesto muchacho se acercó a su sitio. A Shim ni siquiera lo volteó a mirar, pero él si estaba poniendo atención.

Cuando el apuesto muchacho se inclinó sobre el peliteñido, susurró algo en su oído, y dejó una tarjeta en sus delgados dedos. Después, simplemente se retiró, mirando furtivamente a todas partes. Dos personas en especial le crisparon los nervios, otro par llamó su atención. Los primeros tenían su misma aura, los segundos eran evidentemente agentes.

De cualquier forma, tendría que marcharse de ahí, por ahora.

― ¿Amigo tuyo?

― No. Es la primera vez que lo veo.

Kim volvió su atención a su invitado, casi reprimiéndose mentalmente por la momentánea abertura. Shim no parecía afectado, de ninguna manera.

― Realmente no disfrutas este tipo de lugares, ¿cierto? ― Kim dijo, guardando la tarjeta recibida en el bolsillo de su pantalón.

― Prefiero visitar clubes que no tengan relación alguna con los negocios de mi padre en el bajo mundo.

― Eres bastante honesto. No te pareces mucho a tu padre.

― Es el tipo de comentario que me gusta escuchar. ― El morocho finalmente sonrió, como si esas palabras realmente le hubiesen gustado. ― Entonces, ya que estamos entendiéndonos mejor déjame preguntar ¿por qué razón me citaste, Junsu?

Mientras el peliteñido sonreía con su invitado. Cerca de la salida del club, un sujeto le cerraba el paso al apuesto azabache.

El azabache no conoce a este tipo, pero por la forma en que viste y la rigidez de su postura, es un asesino enviado para matarle. Cuando el sujeto en cuestión realiza el primer movimiento, el azabache responde tratando de bloquearle el acceso a su arma. En este lugar había, en su mayoría, personas inocentes que solo están ahí para divertirse.

Cuando ambos hombres se enfrascaron en una disputa cuerpo a cuerpo, el alboroto fue evidente en el club. Gubler y Moore reaccionaron de inmediato.

― Observa, Matt.

Gubler sabe que no es una forma de burla, que le está pidiendo esto para luego recuperar a detalle lo sucedido en el club. Cuando un disparo se superpone al ruido de la música, Moore busca el origen, uno de los dos sujetos que estaban peleando cayó al piso, un tiro en la frente le había quitado la vida. El azabache se mezcló con los clientes del club y salió de ahí entre ellos.

En el segundo piso, Kim ha observado todo con fría paciencia. Está seguro de que cuando el azabache salió del club, miró hacia ahí, quizá buscándole. Se mordió el labio inferior y su mano buscó instintivamente la tarjeta en su bolsillo, apretándolo mientras se pregunta mentalmente quién es realmente el apuesto hombre.

Shim, por su parte, ni siquiera se había levantado de su sitio, cuando el escándalo terminara él se retiraría con simpleza por la puerta trasera, junto a su anfitrión. No es como si este tipo de situaciones le fueran novedosas o le asustaran. Por desgracia, llega a pensar, está más acostumbrado de lo que una persona normal haría.

― Iré solo a partir de aquí. Preferentemente espero que no se sepa de mi excursión en el club.

― Seguro, me encargaré de eso, ChangMin.

Una vez Kim y Shim desaparecieron del club, igual que lo hizo el azabache y esas otras dos personas que él identificó en el club, solo quedaban los agentes de la Interpol. Y no era precisamente bueno, no cuando ambos saben que el director general está sobre ellos.

― Creí haberte dicho que te mantuvieras fuera de esto, agente Moore.

― Bueno, ni siquiera sabía que el Club Pentagon tenía relación con Lee Hyun Su. Matt y yo solo estábamos ahí divirtiéndonos.

― ¿Esperas que me trague eso? Vigila tus pasos, o me veré obligado a suspenderte la próxima vez.

Cuando el director general se marchó, Gubler y Moore se reunieron en el auto del segundo.

― ¿Ya podemos irnos?

― Sí.

― ¿Por qué el director general vino personalmente?

― Extraño, ¿cierto? Sabía que la corrupción estaba por todas partes en las organizaciones policiales de Seúl, pero esto va más allá de simple corrupción.

― ¿Lo dices por el sujeto muerto?

― Eres en verdad un genio, prettyboy.

― Te he dicho que no me digas de esa manera. Además, fue por eso que me pediste observar, ¿no? Sabías que me daría cuenta de pequeños detalles que la policía no notaría, o encubriría en sus informes.

― Entonces, ¿qué concluiste?

― Había varios hombres que no encajaban para nada con el club. Por su vestimenta, la forma de caminar, sus miradas y los movimientos que realizaron. El hombre que murió fue quien se cruzó en el camino del desconocido, mientras tú tratabas de cruzar la apanicada multitud, nuestro desconocido usó técnicas militares de contención en caso de arma. Sin embargo, no fue él quien disparó a nuestra víctima. El disparo vino de otra dirección, no pude verlo pero debió ser uno de esos dos hombres que siguieron de cerca los movimientos de nuestro desconocido y Kim Junsu.

― Era el hijo del Juez Shim su acompañante, ¿verdad?

― Sí. Pero en este momento cualquier rastro de él y aún de Kim estarán siendo eliminados. Sin embargo, es probable que todavía podamos investigar algo con el desconocido abordado por la víctima. Supongo que en este punto la víctima podría ser nuestra mejor pista. ¿Pudiste ver algo cuando te acercaste?

― Aparte del limpio tiro en la frente, no mucho. Sus ropas no eran muy finas, pero sí llevaba un arma oculta, así que si se trataba de un asesino, no era de élite.

― Eso es obvio, ya que abordó al desconocido justo en la salida del club.

― ¿O trataba de generar pánico? No podremos saberlo hasta que indaguemos.

― Pero el director general nos sacó del caso.

― Bueno, prettyboy, somos agentes especiales, podemos tomarnos algunas libertades sin informarle.

― Oh, había alguien más que llamó mi atención.

― ¿Quién?

― Un hombre que estaba en la barra, era claramente oriental, pero por sus rasgos me parece que no era coreano. Llamó mi atención por su reacción, no solo no estaba sorprendido o asustado, más bien se puso en alerta, palpó sus costados como si buscara algo, un arma tal vez. Pero no se acercó a la salida ni mostró interés por la víctima, él subió al segundo piso y luego lo perdí de vista. Hubiera sido bueno obtener algunas grabaciones, particularmente de la puerta trasera.

Mientras los agentes intercambiaban la información obtenida al ser parte, sin querer, del breve tiroteo. Este hombre de quien Gubler hablara, estaba siguiendo de cerca los pasos del joven Shim. Y el morocho no estaba ajeno, es más, lo estaba dirigiendo por donde quería hasta llegar a aquel callejón oscuro y poder emboscarle.

Shim lo enfrentó con movimientos marciales, y aunque el sujeto en cuestión se defendió favorablemente, fue el morocho quien logró empujarle contra el muro y detenerle ahí mientras presiona su tráquea, lo suficiente para detenerle pero no para asfixiarle.

― ¿Quién eres?

― No puedo decírtelo.

― ¿Por qué me sigues?

El hombre entonces aprovechó una abertura en la postura del morocho, y con un solo movimiento se liberó y en cambio lo sometió a él contra el muro.

― Por tu propia seguridad. Pero, no puedo darte más detalles. Mi recomendación es que te involucres lo menos posible con el grupo Lee.

― No es nuevo para mí. ― Dijo con dificultad, esa misma que debió infligirle antes a su contrincante.

― Tu padre no lo sabe, pero una vez se involucró con el grupo Lee entró en conflicto con otros negocios suyos en Japón. Hay cierto grupo yakuza que encontrará muy fastidioso lo que está haciendo, y no será él a quien ataquen primero. Serás tú, Shim ChangMin.

El morocho contraatacó, y se hicieron de varios golpes entonces. Shim no está acostumbrado a ser sometido, mucho menos a permanecer de esa manera por más de un minuto. Así que se siente molesto por haber permanecido ahí, presionado contra el muro, mientras este desconocido hablaba tan tranquilamente.

Después de algunas patadas, puñetazos, movimientos específicos que solo un puñado de personas alrededor del mundo dominan; Shim fue nuevamente sometido contra su voluntad.

― Dejemos esto como un encuentro inesperado, un empate, ¿bien? Volveremos a vernos de todas formas.

Cuando Shim fue liberado y recobró el aliento, su atacante se había marchado. Rápida y hábilmente.

― Es un ninja, ¿o qué? El imbécil incluso traía cubrebocas y capucha. ¿Cómo mierda fue imposible para mí descubrir su rostro? Carajo, golpeó mis puntos vitales con suficiente fuerza para doblegarme. Como sea, él dijo que papá estaría en medio de un conflicto entre la mafia coreana y la japonesa, tengo que indagar al respecto.


Tras el escandaloso suceso en el Club Pentagon, los medios de comunicación estaban como aves de rapiña esperando informes de las autoridades policiales. Tras el informe ofrecido por el jefe de policía en una rueda de prensa matutina al siguiente día, el escandalo fue olvidado en poco tras la detención del supuesto culpable.

Por supuesto, no solo el jefe de policía estaba involucrado en el desvío de pruebas, sino que el Juez Shim de alguna forma había movido influencias aquí y allá. Por lo que era obvio cuán profunda estaba arraigada la corrupción en el país cuando un juez del Tribunal Supremo se preocupaba por esos pequeños incidentes.

La sociedad lo sabe, las autoridades también. Ese era el punto vulnerable de todos los países, cuando todos tienen conocimiento, pero los que pueden hacer algo al respecto terminan chocando continuamente con las barreras que esa corrupción levanta en todas partes.

Aún así, agentes como Moore y Gubler, cuya ética, moralidad, profesionalismo y buena voluntad se imponían, estaban dispuestos a empujar una y otra vez tan fuerte que cada barrera callera, hasta la última de sus consecuencias.

Distrito Jung-gu

Una misión como cualquiera se había ido por la borda cuando dos de los mejores asesinos del mundo se encontraron frente a frente. El joven de cabellos teñidos sonrió ante el hombre de mechones oscuros con destellos cerúleo, estaban ambos en la azotea de aquel edificio que está justo ante la estructura de uno de los imperios industriales más importantes de toda Asia, listos para el combate.

Las armas de fuego se volvieron innecesarias pues no había la intención de terminar aquel encuentro fortuito tan pronto, buscaban diversión. Una suerte resultó ser que ambos tuvieran cierta pasión por las armas letales del respetable y antiguo Japón del siglo XII como para portar tan sutil como mortal espada. Katana contra katana. Poderoso duelo de cuchillas desatado bajo la lluvia por los misteriosos designios del destino. Dos asesinos que coincidieron en una misión, dos asesinos que encontraron una barrera impenetrable para cumplir su cometido cuando se cruzaron en el camino del otro. Dos asesinos que dejan ir su presa, dos asesinos cuya mirada se busca y encuentran una interesante invitación al duelo.

Está la mirada juguetona, casi infantil y despreocupada, es el sujeto que se mueve como si estuviera en un juego, sus movimientos fluidos son ágiles y naturales, llenos de energía van matizados sin embargo con dosis de impulsividad.

Y está la otra mirada, la madura con aire de seducción, el oponente con ejecuciones de movimientos finos y precisos, elegancia y sensualidad se reflejan en su porte, en la forma en que su cuerpo se mueve siguiendo el ritmo de su espada como si la katana y él fueran uno solo.

El choque contundente de las cuchillas les hizo quedar cara a cara, ambos asesinos haciendo uso de fuerza y destreza mantenían la posición; la sonrisa en ambos rostros dejaba ver el disfrute de aquel enfrentamiento, la mirada divertida, la aceptación de las habilidades del otro. No hay necesidad de intercambiar palabra alguna, no esta vez, aunque tienen la curiosidad por hacerlo.

No hay tiempo para terminar el duelo, las sirenas de las patrullas de policía se escuchan demasiado cerca para permanecer. Saben que volverán a encontrarse y entonces tal vez puedan culminar lo que ahí ha comenzado.

Uno de los dos tendrá que morir.

Distrito Yongsan-Gu
Departamento de Shim ChangMin

El molesto sonido del despertador irrumpe su ya frágil sueño, frunce el ceño y calla el aparato presionando el interruptor con desgano. Se pregunta si es que alguna vez descansará o conocerá el sueño profundo. Aparta las sábanas de un tirón y se sienta apoyando unos segundos sus codos en las rodillas cubriendo su rostro con sus manos; suspira cansado de la nefasta rutina y aparta los dedos solo lo suficiente para ver desde la rendija formada entre ellos, la hora en su reloj sobre la mesita de noche.

― Carajo, dormí unos minutos solamente. ― Dice, sosteniendo su costado izquierdo, ahí donde un moretón no tardaría en ser notorio.  

Había regresado hace un par de horas, había tratado sus golpes y se había dado cuenta de que ni un solo golpe había caído en su rostro. Casi parecía que había sido a propósito. Movido por su curiosidad, tomó lápiz y papel para dibujar un bosquejo del rostro de su amigo nocturno, escaneó su obra e introdujo la imagen en algunas bases de datos que jaqueara tiempo atrás. Si alguna cámara en la ciudad lo había captado, podría obtener algunas coincidencias con los rasgos visibles. Después entró en otra habitación, esa que lucía más sombría, donde no había más que una pared llena de recortes de periódico, algunas fotografías y una serie de chinchetas, flechas y mapas que parecían conectar unas cosas con otras.

Shim tomó una chincheta y clavó su dibujo en algún punto de ese intrincado collage. Luego se quedó ahí unos minutos, simplemente mirando. La alarma de su móvil le sacó de sus pensamientos, sabe que por ahora solo tiene una cosa por hacer. Continuar su rutina.

Su cuerpo actúa en automático porque sabe con claridad paso a paso lo que hará a continuación, no es voluntad consciente sino órdenes programas en su inconsciente. E inicia así su día. Asear su habitación, elegir su atuendo y salir a correr por cerca de una hora en un circuito programado que le parece monótono y aburrido, la misma gente con los mismos horarios para hacer lo que él: cumplir con la burda rutina. Después volver, tomar la ducha y cambiarse para acudir a su trabajo en la Universidad Yonsei como investigador en uno de sus campus.

No se imagina, ni de cerca, que justo ahí será donde se cruce por segunda vez con su amigo nocturno.

Distrito Yongsan-Gu

Kim Junsu caminaba tranquilamente por las calles de la ciudad, hace un día cálido y el azul claro del firmamento invita a pasear por ahí en el parque. Por esa razón se ha tomado la libertad de saltarse la clase de piano que recién debe retomar después de años de no practicar, sabe que su “padre” le reñirá pero no le toma demasiada importancia, sabe cómo calmar los enojos de Lee Hyun Su.

Llama su atención la vista desde aquel puente que cruza un lago artificial en el Parque, detiene sus pasos y se queda a contemplar, cierra los ojos y trata de escuchar el sonido de las aves o cualquier otro que no sea el murmullo de la gente que camina por ahí. Es cuando escucha unos pasos, se acercan sigilosos como quien rodea a su presa para atacarle por sorpresa, comprende entonces que van tras él. No se trata del mismo sujeto que enfrentó dos noches atrás con su espada, tampoco parecen del todo hábiles ya que le rodean arbitrariamente.  

Son seis los sujetos que le flanquean cualquier salida, le han acorralado contra el puente pero no le importa, tal vez obtenga algunos golpes pero todavía puede derrotarlos con relativa facilidad. Le preocupa, sin embargo, las armas de fuego y las víctimas que podrían resultar si él no tiene cuidado.

― Queremos enviarle un mensaje a Hyun Su de parte de nuestro jefe. ― Indica uno de los sujetos sacando un papel y extendiéndoselo al peliteñido.

― No soy mensajero de mi padre, recomiendo que lo entreguen personalmente.

― Te lo diré solo una vez, de ti depende si lo entregas o no. La familia Inagawa quiere que retire su gente de territorio japonés. Tiene una semana para hacerlo, o atacaremos sin piedad.

Los seis tipos, cuyos tatuajes alcanzaban a notarse en cuello y manos, se retiraron sin más. El peliteñido mordió su labio inferior inconscientemente. Luego se dirigió a casa de su padre.  

Distrito Jung-Gu
Sede del Tribunal Supremo de Corea del Sur

Infiltrado en las instalaciones de vigilancia del Tribunal el Caballero Templario Jung terminaba de colocar su propio sistema para desviar toda la información hasta un centro de comando al que solo él tendrá acceso.

Sin embargo, no esperó que aquel cañón en su nuca le hiciera dudar de su propia habilidad para prever al enemigo.

― Si intentas una estupidez dispararé. Ahora levántate despacio y date la vuelta.

Jung siguió las indicaciones del otro, tenía segundos para revertir la situación y marcharse de ahí. Cuando enfrentó a su oponente tuvo un breve instante de titubeo. El hombre frente a él era, a falta de otra palabra, bello.

― ¿Qué haces aquí?

― No esperas que realmente conteste, ¿verdad?

Sobreponiéndose al momentáneo encanto, Jung no tuvo más remedio que enfrentarle. El zumbido de sus movimientos era todo el sonido que se escuchaba en la oficina del Presidente del Tribunal, desarmarle no era fácil. Lo que es más, sus movimientos de defensa y ataque le resultaban muy familiares. Como si estuviera peleando consigo mismo, o con otro templario.

Universidad Yonsei
Facultad Biotecnología

Cuando Shim entró al laboratorio en donde llevaba a cabo su investigación, le sorprendió que ninguno de sus compañeros estuvieran ahí. También notaba algo raro en el ambiente, se puso en alerta por mero instinto, comenzó a mirar con detalle su alrededor. Todo estaba donde debía, nada había sido movido ni tomado. Las computadoras estaban encendidas como de costumbre, recopilando datos de cada contenedor biológico. Los pasillos alrededor de este laboratorio no eran muy frecuentados a esa hora de la mañana, por lo que es normal el profundo silencio. Tras revisar a conciencia el laboratorio, Shim concluyó que no había nada raro ahí. A los pocos minutos sus compañeros llegaron, quejándose del molesto sujeto que los entretuvo en el estacionamiento.

― ¿Qué sujeto?

― No tenemos idea, no parecía alumno ni profesor de la universidad. En realidad lucía un poco sospechoso.

El morocho anunció que saldría un momento. Fue y se encerró en un cubículo de la biblioteca, y usó una computadora para jaquear el sistema de seguridad de la facultad, yendo directamente a las grabaciones del estacionamiento. El sujeto de quien hablaran sus compañeros en efecto no era alumno, profesor ni ninguna persona honesta. Reconoció sus movimientos a pesar de la poca nitidez de la imagen.

― ¿En serio? Puso un rastreador en mi auto. Es bastante obvio que lo iba a descubrir. O es un novato, o no sabe lo que hace. ― El morocho había detectado el rastreador tras verificar su propio automóvil en el estacionamiento. Era difícil tomar ventaja de él cuando conoce ese tipo de artimañas, particularmente cuando tiene los dispositivos necesarios para detectarlos y desactivarlos.

― Más que no saber, no están actualizados con tu verdadera personalidad.

Cuando esta voz, conocida para el morocho, habló a sus espaldas, él de inmediato se giró. Y le apuntó con un arma.

― Tú de nuevo.

― No necesitas apuntarme, no soy tu enemigo.

― No voy a fiarme de eso.

― De acuerdo. Continúa apuntándome, ¿qué harás cuando alguien se acerque? Es el estacionamiento después de todo. Y tú no eres oficial de policía para justificar el arma que portas, ¿cierto? Sobre todo ese tipo de arma. Buena elección, por cierto.

― ¿Quién eres?

― ¿Tomamos un café y hablamos?


Desde lo sucedido en el Club Pentagon días atrás, Park no se había fiado del hospedaje, pero ha mantenido las habitaciones. En cambio, ha rentado un departamento estratégicamente ubicado cerca del rascacielos Lotte World Tower. La razón por la que requiere mantenerse cerca de dicho rascacielos es porque, de acuerdo a sus recientes investigaciones, Lee Hyun Su realiza reuniones de negocios en el lujoso hotel. Además, se dice que ha comprado una residencia para su hijo.

― Supongo que es momento de ser quien de el primer paso. Ya que él no me ha llamado.

Park estaba listo para abordar su misión desde otro punto de vista cuando su móvil, casualmente, le notificó de un mensaje de texto.

Texto que venía justamente de el hijo de Lee.

Cenemos esta noche. 7pm en el Lotte World. Ya hice la reservación.

Park sonrió.

― Tengo que desempolvar mis técnicas de seducción con chicos claramente caprichosos.



Continuará.


¡Hello people! 

Aquí andamos, retomando uno de esos fanfics que habían quedado en el olvido en YooSu no Tengoku. Como era de esperar, cambié muchas, muchísimas cosas de la idea original, pero espero que les interese~ 

Ya Ne! 

1 comentario:

  1. Gracias por la actualización... Si note que es diferente pero igual me gusta mucho.

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