martes, 6 de agosto de 2019

Assassins. Prólogo


PRÓLOGO

~*~
Lyon, Francia
Cuartel General de la INTERPOL
Reunión del Comité Ejecutivo. 

Estipulado por la constitución que rige tal organismo internacional, el Comité Ejecutivo (constituido por 13 miembros pertenecientes a distintos países) estaba reunido por segunda ocasión en el año. Esta vez tenían un asunto particular que atender.

― La corrupción de altos mandos en dos de los países considerados potencias mundiales está rebasando todo control que las OCN (Oficina Central Nacional) pueden tener, necesitamos tomar papel de manera inmediata o es probable que nos enfrentemos a un verdadero problema político-económico internacional. ― Uno de los nueve Delegados del Comité Ejecutivo inició la junta aquella mañana luego de la apertura por parte del Presidente.  


El tema era ese, y por horas estuvieron debatiendo acerca del papel que deberían tomar, nunca era fácil tomar una decisión en circunstancias como aquellas; había diversas situaciones en juego y factores al por mayor que considerar, sin embargo; no podía darse marcha atrás ni dejar pasar más tiempo.

― Entonces, así es como se procederá. ― El Presidente del Comité terminó la reunión una vez se tomaron los acuerdos necesarios, muchos de ellos ni siquiera serían de conocimiento público. ― Envía a nuestros Caballeros Templarios.

― Señor. ― Los presentes asintieron, particularmente uno de ellos, quien dirigía al equipo mencionado.

Algunos de los acuerdos tomados estaban escritos en puño y letra, y pasarían más tarde a la Asamblea General, quienes tomarían las pertinentes cartas a disposición, siendo precavidos e inteligentes. Pero lo referente a los caballeros templarios, esa era otra historia. Sin huellas.

~*~
Estados Unidos, Virginia
Residencia Park

Aquella Mansión no es demasiado ostentosa pero definitivamente es de buen gusto, queda perfecto con la armonía de aquella zona residencial en la que los secretos se respiran en el ambiente y todo son rumores en los que casi parecen regocijarse sus actores principales pues ponen de manifiesto las grandes fallas del sistema político del país.

Park Dong Hwa es un conocido detective en el estado que a su vez es un importante inversionista en una compañía productora de tecnología de comunicaciones, principalmente de informática; aunque lejos esté de ser un experto conocedor de tal ramo.  El hombre de 46 años de edad tiene dos hijos, uno de ellos, el mayor es Park Yoochun, perteneció a las fuerzas militares de aquel país, pero también obedece las órdenes de su padre.

Aunque aquello signifique en numerables ocasiones.
Asesinar.

El joven de cabellos azabaches ingresó a la oficina de su padre con esa expresión serena y mirada fría que le caracterizaba cuando se presentaba ante él.

― Está hecho. ― Dijo con simpleza.

E incluso si el hombre sentado en la silla del otro lado del escritorio esa su progenitor, el azabache se mantenía de pie, con el porte típico militar que hacía sentir orgulloso a su padre.

― Sabía que podía confiar en ti, hijo mío.

Dong Hwa sonrió satisfecho. Su hijo no dijo nada, siguió sus pasos mientras se acercaba al minibar dentro de la oficina y se servía un trago, ofreciéndole también. Trago que el azabache negó con respeto. En su pensamiento, no había razón alguna por la cual celebrar. Estaba regresando de un viaje por Sudamérica, en donde se le había encomendado desaparecer a un hombre estadounidense que estaba haciendo negocios con un residente local sin informarle al empresario Park. Esa faceta que el detective no hacía pública, pero muchos sabían. Era la fachada perfecta.

― Tengo otro favor que pedirte, Yoochun.

El hombre señaló un sobre en su escritorio. El azabache lo tomó y miró su contenido. Dentro estaban algunas fichas de diferentes personas. Entre ellos, uno resaltó particularmente en el pensamiento del muchacho, pero su rostro no lo reflejó.

― ¿Desaparecerlos también?

― No, Yoochun. Solo quiero que los sigas de cerca.

― ¿Investigar?

― Así es.

― Sabes que prefiero solo actuar, la vigilancia es agotadora.

Dong Hwa se rio de buena gana, terminó su trago de whisky y los hielos en el fondo del vaso tintinearon cuando lo dejó sobre su escritorio con algo parecido al enojo. Aunque su rostro ligeramente cruzado por algunas arrugas no reflejaba esa emoción, sabía bien cómo controlarse.

― Es por eso que se trata de un favor. Viajarás a Seúl y me mantendrás informado.

― ¿Está relacionado con algún caso policial? ¿O con tus negocios?

― ¿Desde cuándo cuestionas mis peticiones, Yoochun? ― Siseó, finalmente mostrando imposición. Esa que el azabache bien conoce, porque le vio esa expresión durante toda su infancia, y se acentuó en la adolescencia.

― ¿Cuánto tiempo?

― El que sea necesario.

― ¿Qué clase de investigación debo realizar?

― Todo lo que necesitas saber está en esos documentos. Analízalos, el resto lo harás como te he enseñado, de forma natural. Lo tienes en la sangre, Yoochun. Ese instinto asesino, y lo sabes.

El azabache sostuvo la mirada de su padre por unos instantes. En su mente se repetía la negación, pero la estricta crianza se impuso. Se despidió con una reverencia y girando sobre sus talones salió de la oficina, subió a su habitación y comenzó a empacar lo que necesitaría. El sobre con la información de las personas a vigilar fue cuidadosamente guardado en un bolso que llevaría consigo como cualquier turista cuando pasea por una ciudad ajena.

Cuando Yoochun salió de la Mansión un par de horas más tarde, Dong Hwa tomaba su móvil y hacía una llamada.

― Ha comenzado, tal como lo pidió, Presidente.

~*~
Seúl, Corea del Sur
Distrito Yongsan-Gu
Mansión Lee

Lee Hyun Su es un poderoso hombre del bajo mundo, todos lo saben pero nadie hace nada para detener sus movimientos ilegales porque nunca se encuentran “evidencias” sólidas para procesarlo. Se dice que muchas de sus defensas son las “amistades” que ha sabido hacer dentro del sistema judicial y político del país. Se reúne con jueces, legisladores e importantes empresarios. Es el líder de la mafia más poderosa de los barrios bajos de la capital, con un considerable impacto más allá a lo largo y ancho de todo el país. Hombre inteligente que sabe cómo usar cada elemento y recurso a su alcance. Incluso a su familia, a su “hijo”.

Aunque el título era solo de palabra, sin lazo sanguíneo ni registro alguno que le reconozca legalmente como tal. Sin embargo, para el joven de cabellos teñidos en tonos llamativos cada vez, era suficiente el vínculo que los unía desde que el hombre le había acogido en su casa, ofreciéndole techo, comida, vestimenta, incluso educación.

El joven de nombre Junsu no es ajeno a los negocios de su padre, y tampoco es como si le importe mucho. Él ha crecido en este mundo después de todo.

― Junsu.

― Sí, papá.

― Conoces al hijo del juez Shim, ¿cierto?

― Sí, le he visto algunas veces en el club.

― ¿Has charlado con él?

― No particularmente.

― Comienza a hacerlo entonces, mientras más cerca al enemigo, mejor.

― De acuerdo, papá. ― El muchacho sonrió.

Una de esas sonrisas que cualquier diría son puras y cristalinas, pero que en realidad ocultaba y disfrazaba mucho más, esas cosas que el joven gangster no compartiría con cualquiera.

Distrito Jung-Gu
Oficina Central Nacional, INTERPOL

Desde que había sido enviado a esta OCN en Corea del Sur todo era diferente para él. Aunque la ciudad tenía una vida extraordinariamente movida, no dejaba de ser otro estilo al que estaba acostumbrado.

― Agente Moore, a mi oficina.

― Sí, señor.

El agente de ascendencia afroamericana entró en la oficina del director general, quien a su vez dirigía la Agencia de Policía Nacional de Corea. Era por tal razón que los casos de una y otra estaban continuamente correlacionados, motivo por el cual también era común ver a la fuerza policiaca local inmiscuida en algunos asuntos internacionales. Moore podía manejar con eso, no era la primera vez que apoyaba en alguna OCN como agente de la Interpol, pero cuando su instinto le decía que algo andaba mal y la corrupción estaba enraizándose en dichas oficinas, él simplemente lo detestaba.

― Supe que hiciste una visita innecesaria al Club Pentagon, e hiciste un poco de alboroto por ahí. Con suerte no estaban en servicio aún.

― Estaba siguiendo una pista, señor. El gerente del club está relacionado con el grupo Lee y…

― No recuerdo haberte dado ese caso, Moore. ― El director general interrumpió, claramente indignado. ― En adelante, mantén tus ojos en los casos que se te asignan, viniste aquí por un par de casos de interés para tu gobierno, ¿no es así?

― Y es por ello que estoy siguiendo las pistas que encuentro, señor. Si tiene usted problemas con mis procedimientos entonces le sugiero que llame a mi superior y se me reubique, de lo contrario, seguiré realizando mi trabajo, señor.

Enojado, el agente Moore salió de la oficina dando un portazo. El arranque temperamental del agente sorprendió a sus compañeros, pero el único que le siguió afuera fue un compatriota. El agente Gubler, que por su apariencia más bien desaliñada y escuálida, no daba la impresión de ser un agente de campo. Y no lo era, estaba ahí por sus habilidades analíticas y capacidad para recordar cosas al mínimo detalle. Además, tenía varios doctorados y una impresionante lista de estudios que la mayoría de los agentes no cubrían a temprana edad.

― ¿Shem? ¿Qué pasó?

― Solo una pequeña diferencia de percepción, Matt.

― No pareció por la forma en que golpeaste la puerta, y no lo creo por la forma en que respiras y caminas justo ahora, apenas puedo seguirte el paso y… ― Gubler se detuvo tras chocar de lleno con la espalda de su compañero. Dio un paso atrás y aclaró la garganta, peinando los ondulados mechones que caían sobre sus orejas y solían hacerle cosquillas pero que, por alguna razón, no cortaba aún.

― ¿Por qué me sigues?

― Es más incómodo quedarme allá, somos los únicos estadounidenses en la oficina, así que por ahora prefiero estar contigo. ¿Por qué? ¿No puedo?

Moore sonrió, le revolvió el cabello y luego lo invitó a subir a su auto.

― ¿A dónde iremos?

― A comer.

― Oh, ¿no continuarás investigando?

― Lo haré, esta noche iremos de fiesta, Matt.

― ¿Fiesta?

― Así que después de comer iremos de compras, prettyboy.

― ¿Vas a comprar algo? Y ya te he dicho que es extraño que me llames de esa manera.

Moore volvió a sonreír, mejor no decirle nada de momento. Ni para refutar el por qué le sigue llamando así, ni para mencionar que ir de compras será porque es necesario hacerle lucir al menos un poco, como alguien que iría de club para divertirse.

National Intelligence Service
Naegok-dong

El actual director de NIS estaba de pie frente al ventanal de su oficina, la ciudad se veía con claridad desde ahí, pero él solía preguntarse qué nuevos encuentros podrían estar sucediendo en ese preciso momento en algún lugar ahí afuera que pudiera manchar aún más la vida de su país.

Cuando uno de sus agentes entró en la oficina, él pudo sentir el aura serena y amenazante que transmitía. Es este uno de sus mejores agentes, y él único en quien él puede confiar ahora.

― Esta será una misión sin fecha final, hasta que no logremos estabilizar el desorden nacional a nivel político-económico, estamos autorizados para hacer uso de todos nuestros recursos.

― ¿Cuál es mi orden? ― El joven de tez morena y ojos castaño claro cuestionó, de pie en la entrada de aquella oficina que no visita frecuentemente pues sus misiones suelen serle encomendadas por otros medios.

― Todo está detallado aquí. ― El funcionario le entregó directamente un dispositivo portátil. ― Debes cuidarlo bien, es único y contiene demasiada información, no debe caer bajo ninguna circunstancia en otras manos, Jung.

― Se hará con absoluta limpieza, Señor. ― El moreno aceptó la misión. Como lo haría cualquier otro Caballero Templario en su lugar.

Sin embargo, apenas un par de horas después de que él dejara la oficina, otro hombre entró en ella. Él es un poco diferente, un poco más bajo, un poco más sonriente. Más atractivo, hermoso le describirían en las redes sociales o si se tratara de un idol. Aunque es en realidad un espía, bien entrenado, mortal.

― JJ, llegas tarde.

― Lo siento, señor. El último caso se complicó cuando unos agentes de la interpol metieron su nariz.

― ¿Fuiste expuesto?

― No, señor.

― Bien. En el momento en que salgas de aquí estarás solo, necesito que te encargues de algo pero sin que exista relación con nosotros, ¿entiendes?

― Entendido, señor.

El apuesto espía giró sobre sus talones, pero cuando su mano estaba en el picaporte, el director le dijo algo más.

― Y esta vez, no te enredes con tu objetivo, JJ.

El espía volvió la mirada, sonrió y guiñó un ojo. Pero al no responder el “sí, señor” esperado, el director tuvo un mal presentimiento.

Aeropuerto Internacional de Incheon

Cuando Park avanzó por los anchos pasillos del aeropuerto pudo sentir ese sinsabor en la boca del estómago que tanto odiaba. Seúl no le traía buenos recuerdos, aquí había perdido a su madre, aquí había conocido la verdadera cara del gobierno nacional. Unas cuantas conexiones y el culpable de la muerte de su madre había quedado en el olvido, clasificado como un robo con resultados fatales y nada más.

Aquellas vacaciones habían marcado un hito en su vida. A temprana edad se había decantado por el futuro que deseaba, uno donde él pudiera tomar venganza, al oportuno momento.

Momento que, para su frustración, todavía no llegaba. Su padre siempre le ocultaba los detalles más importantes, le mantenía ocupado. Le permitía canalizar su ira.

Por ahora, no podía más que ignorar aquella sensación y hacer su trabajo. Tomó un taxi y se registró en un hotel. Uno de cinco estrellas, reservó más de una habitación y preparó identidades diferentes para cada una. Se vistió de forma casual pero seductor, luego salió del hotel y tomó otro taxi para ir a un bar cerca de su lugar de hospedaje.

El Bar Pentagon.
Ahí donde los agentes Moore y Gubler acababan de entrar como cualquier otro cliente, aunque con otras intenciones.
Ahí donde también ha ingresado el joven gangster Junsu, a tiempo para reunirse con el famoso hijo del juez Shim.
Ahí donde ha llegado Jung, donde también ha entrado JJ.
Ahí donde Park pretende comenzar a observar a su primer objetivo.

― ¡Hey, Hayami, por aquí!

Ahí donde también ha llegado un hombre perseguido por la yakuza.

1 comentario:

  1. Omg!!!!! Ya se quien mato a la ummis de yoochun ;-----;
    Veo demasiadas series de polecias asi que loo loo empieso a sacar culpables que luego en un 85% le atino xDDDD

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