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Parte
2
Fachada
descubierta
Cubriendo
sus respectivos trabajos, Jaejoong y
Yunho se encargaron de lo propio con el profesionalismo que les caracterizaba.
Pero cuando ambos miraron la hora en sus relojes, maldijeron por lo bajo y
apresuraron sus caminos hacia la cita concretada con anterioridad. Se trata de
una cena de aniversario de bodas de los Nikiforov-Katsuki, pareja gay que es
bastante popular en el vecindario.
Por
supuesto, hubo que pasar primero por su hogar, para cambiarse por ropa más
apropiada, obviando las peculiaridades de cada uno. A saber, Yunho tenía el
traje arrugado, un poco sucio de aquí o de allá, con gotas de sangre y rastros
de olor a pólvora; Jaejoong por su parte estaba mucho más pulcro (por no decir
que no se ha ensuciado en absoluto), sin embargo, un traje de cuero no parecía
atuendo indicado para presentarse a una reunión con aire familiar. Sí,
seguramente sería la comidilla de los vecinos y el supuesto ejemplo que estaría
representando para los niños que, seguramente, andarán correteando por ahí.
Ambos
han llegado con impresionante sigilo a su hogar, estacionando los autos con
prisas. Ha sido Jaejoong el primero en arribar, casi aliviado de ello. Se ha internado
directo al cuarto de guardarropa, apenas sacándose la llamativa chaqueta el
sonido de un motor se escuchó. El asesino de cabellos oscuros supo que se
trataba de su esposo, por lo que solo empujó la chaqueta debajo de la isla
central, donde guardan joyería, corbatas y otros accesorios diarios.
―
Llegas tarde, amor~. ― El pelioscuro dijo con tono dulce, ganando algo de tiempo
y evitar ser descubierto en el mismo crimen.
Venga, no es como si él hubiese llegado a tiempo.
―
El tráfico era un asco, cielo. ― El moreno respondió, evitando a las justas golpearse
contra una mesa ratona que su adorado esposo había insistido en adquirir la
semana pasada. ― ¡Maldita cosa! ― Siseó en susurros, afinando el oído para
asegurarse de no haber sido escuchado.
A
saber, habían tenido una pequeña discusión por este asunto.
―
La mesa ratona llegó esta tarde, amor.
―
Oh, ¿bien?
―
Pienso que necesitamos ponerle algo como adorno.
―
¿Lo necesita? No es la mesa un accesorio en sí.
Jaejoong
lo fulminó con la mirada. De una forma tan elegante, que ni siquiera podía
Yunho sentirse ofendido. Aunque sí le crispaba un poquito.
―
Ya he visto algunas cosas en el centro comercial cerca de mi trabajo.
―
Ok.
―
Pero deberíamos ir juntos para escoger.
―
Estaré muy ocupado en el trabajo, cariño.
―
¿Estás diciendo que no vendrás?
J
O D E R
Sí,
si llevaba tono de cuestionamiento. Pero los fríos y muy seductores ojos negros
de su esposo no lo estaban haciendo.
―
Haré algo de tiempo el fin de semana.
―
Gracias, amor.
Volviendo
en el tiempo, ese fin de semana sería al día siguiente.
―
Hoy una cena, mañana el infierno en las compras. ― Maldijo entre dientes,
entrando finalmente en el cuarto de guardarropa. Alcanzó a ver el perfil de su
esposo, terminando de vestirse al parecer. ― Creí que estarías listo, Jaejoong.
―
Estaba. Pero mientras buscaba una botella de vino tinto en nuestra cava se
rasgó un poco, así que tuve que cambiarme de nuevo.
―
¿Se rasgó? ¿Hay algún imperfecto en la cava?
―
Sí. ― Dijo seguro. Tomando nota mental de hacer
un imperfecto más tarde.
―
¿Debería revisarlo?
―
Después, amor. No quiero que lleguemos tarde.
Minutos
después, la puerta en casa de los Nikiforov-Katsuki era abierta para ellos. Quien
les ha recibido es Yuuri, de origen japonés y madre de los hijos de la familia. Sí, hijos. Y propios además. El mayor
de los dos tenía ya 4 años, y el más pequeño, dos. Pero ambos eran adorables y
tenían el amor de todos en el vecindario.
―
¡Jaejoong, Yunho! Bienvenidos~. ― Les recibió el jovial muchacho.
―
Hola, Yuuri. ¡Felicidades! ― El pelioscuro dijo, extendiendo una fina botella
de vino tinto hacia el joven.
―
¡Gracias~! No tenían que molestarse en traer nada.
―
¿Qué dices? Un aniversario de bodas siempre debe celebrarse, ¿no? ― El moreno
añadió, rodeando la cintura de su esposo en tanto entran a la casa.
Una
elegante y muy familiar casa. Nada parecido a la suya. La de los Jung incluso
llegaba a parecer algo fría e impersonal. La de los Nikiforov-Katsuki era
cálida, llena de color y vida. Sí, las risas de sus pequeños, y otros niños
invitados, inundaban la casa.
―
¡Chicos~ es un gusto recibirlos! ― Extravagante, la otra parte del matrimonio,
conocido patinador ruso de gran renombre y recientemente retirado de las pistas
de hielo como participante, los recibió estrechándolos en un fuerte abrazo,
beso en la mejilla y toda la cosa. ― Jaejoong, estás más guapo cada día~.
―
¿Seguro que es conveniente decirle eso a mi esposo, delante del tuyo, Víctor?
Nikiforov
se rio bobamente, abrazando a su esposo mientras le mima besándole nariz con
nariz y tiernos pestañeos.
―
Jaejoong es guapo, pero mi Yuuri es hermoso~.
―
Ah, idiota enamorado.
―
¿Tú no lo estás? ― Jaejoong dijo. Y tarde se dio cuenta de que lo ha hecho.
Yunho
le miró. La forma en que sus miradas parecían ansiosas y confundidas fue
incluso graciosa a ojos de la otra pareja. Pronto Nikiforov arrastró al moreno casa
adentro hasta el comedor, donde otros amigos estaban ya conversando y compartiendo
bocadillos. El pelioscuro fue conducido por Katsuki a la estancia.
―
Tío~. ― De pronto la infantil voz de la más pequeña de los anfitriones tuvo la
atención del pelioscuro. Pillado sorpresivamente por la impetuosa curiosidad de la chiquilla, que trepaba tranquilamente al
sofá y se sentaba en sus piernas.
―
¡Victoria! No hagas eso.
―
Está bien, Yuuri. No me molesta. ― Jaejoong dijo, un poco forzado por la
circunstancia. Su instinto materno no
estaba precisamente despierto en él después de todo. Es más, encontraba un
poquito fastidiosa la maternidad.
―
Tío~, tío~. ¿Por qué tus zapatos son así? ― Preguntó la niña, señalando las
elegantes y altas botas de cuero que el pelioscuro llevaba. Un tierno sonrojo
subió a las níveas mejillas del hombre.
―
¡Oh mi dios, Victoria~! No hagas esas preguntas a los mayores, cariño~.
―
¿Por qué no?
―
No es cortés, Victoria. Anda, ve a jugar con tu hermano y los demás. ― La niña
miró al pelioscuro, después de todo aun estaba sentada en su regazo. Sonrió cuando
vio las mejillas del mayor de color rosa, y maravillada por aquel bonito rostro, le estampó un beso en
cada mejilla antes de salir a toda prisa de ahí.
Dejando
detrás un ambiente ligeramente incómodo.
Luego,
repentinamente, el celular del pelioscuro vibró en el bolso de su pantalón,
disculpándose entonces para atender.
―
¿Junsu? ¿Qué es tan urgente para que me llames? Terminé el trabajo, ¿no?
―
Oh sí, los jefes están satisfechos. Esto es
sobre otro trabajo.
―
¿Ahora?
―
Bueno, lo quieren resuelto para mañana al
mediodía.
―
Estoy en una cena con amigos.
―
Avisa que tienes trabajo urgente.
―
¿Por qué no envían a alguien más?
―
Tú diciendo eso, hyung. Deben ser muy
buenos amigos.
―
¿Estás celoso, Junsu? ― El pelioscuro preguntó, jugando con el tono severo de
su amigo pelirrojo.
―
Puedes tener tantos amigos como quieras. Yo
solo te estoy avisando del trabajo, lo que es mi responsabilidad ya que asisto
cada una de tus misiones en la logística de investigación.
―
Bien, bien. Por qué no vienes y me entregas personalmente toda la información. Lo
analizo esta noche y mañana me encargo.
―
¿Es necesario que vaya?
―
No puedes mandarme nada vía red, es peligroso. Solo ven, te tomará media hora
en tu auto, a lo mucho. Y en tu camino, compra algunas flores o algo.
―
¿Flores?
―
Es porque estamos celebrando el sexto aniversario de bodas de unos amigos.
Cuando
el pelioscuro volvió a unirse a la comitiva, Katsuki estaba dando consejos a
una amiga suya sobre fórmulas y talcos para bebé. El pelioscuro se mantuvo al
margen unos momentos, atento al flujo de la conversación. Luego escuchó la voz
de su esposo llamarle al oído.
―
¿Estás bien?
―
¿Q-qué?
―
¿Pasó algo, Jaejoong?
―
No, nada.
―
¿Seguro?
―
Sí. Solo, me di cuenta de que no podría seguir la conversación. Como sea, qué
pasa, para qué me llamaste, Yunho.
―
¿Te acuerdas de mi amigo Yoochun?
―
¿El tipo guapo al que no le caigo bien?
―
Sí bueno, ese tipo. Y no es que no le caigas bien Jaejoong, es…
―
Sé que no le caigo bien. Creo que está celoso porque le quité a su amigo de juerga y noches locas.
―
Yo no tenía noches de esas.
―
Claro. Entonces, qué con él.
―
Oh sí, pasará un momento por aquí más tarde.
―
¿Por qué?
―
Trabajo.
―
Oh. Que casualidad. Mi asistente Junsu también pasará a dejarme trabajo de última
hora.
Cuando
Park y Kim se conocieron minutos más tarde, los Jung comprendieron que,
probablemente, eso ha sido un peculiar error.
El azabache de inmediato había encontrado sumamente atractivo al pelirrojo, y
Kim probablemente caería en sus juegos de seducción rápidamente.
La
noche de celebración con invitados terminó cerca de medianoche, los más
pequeños han caído rendidos desde hace horas, y cobijados con cariño por sus
respectivos padres. Cuando los ojos de Jaejoong captaron todo aquello, algo dentro de él comenzó a despertar. De
pronto la idea de tener hijos no era tan resistente
en su pensamiento. Tras despedirse de los anfitriones, los Jung se encaminaron
a su propia casa, cada uno con trabajo bajo el brazo.
―
Voy a revisar esto en el estudio, duerme sin mí. ― El moreno dijo, mostrando el
enrollado de papeles que Park le dejara antes.
―
Está bien, supongo que dormiré tarde también. ― Su esposo dijo, mostrando una
USB mientras toma la portátil de su maletín de trabajo.
―
Ya veo. ¿Te preparo café?
―
Gracias, amor. Expresso.
―
De acuerdo, te lo traigo en un momento más.
Jaejoong
se colocó entonces un pijama, se acostó en la amplia cama y comenzó a revisar
los documentos que Junsu le preparó. Con ventanas fantasma listas para desplegarse en la pantalla en cuanto escuchara
a su esposo entrar en el dormitorio.
Cuando
el moreno regresó, entregó la taza de café en manos de su esposo, pero no hizo
el mínimo intento por mirar el trabajo de él. Le dio un beso en la frente y le
deseó suerte. Esa noche, ese momento, se ha sentido como cuando eran un par de
idiotas enamorados que no querían despegarse en ningún momento. Es más,
Jaejoong estuvo tentado de detenerle y jalarle a la cama, de pedirle un poco de
amor. Pero un segundo bastó para desistir, pasaba de medianoche, quería dormir
al menos un par de horas antes de irse a trabajar.
…
La
misión se ha reducido de forma sencilla, según ambos asesinos. Se trataba de
coincidir con el objetivo en un sitio en común. Un restaurante sumamente elegante
y popular en el centro de la ciudad. Lo que ninguno de los Jung hubiera
imaginado, era encontrarse ahí, por casualidad.
Yunho
ha sido el primero en percatarse de la presencia de su esposo. Y una onda de
celos sacudió sus entrañas, la forma tan risueña con que conversaba con su objetivo en la misma mesa era causante
de esa sensación. Casi olvidando su misión, el moreno se acercó a la mesa,
dejándose caer cómoda y confiadamente en el sitio vacío junto a su esposo. Jaejoong
casi sufre un infarto por la conmoción, pero su rostro no lo reflejó.
―
¿Tú eres? ― El magnate sentado en el lugar principal preguntó, mirándole con
mal humor. Un solo movimiento de mano detuvo a sus guardaespaldas de actuar.
―
Lo lamento, soy Jung Yunho. Su esposo. ― Añadió, tomando la mano del pelioscuro
por encima de la mesa. ― Mis disculpas, no tenía idea de que ambos teníamos negocios con usted, Sr. Choi. Le he
visto y no pude evitar acercarme. Estás tan guapo hoy, cariño.
―
Yunho, estás siendo sumamente descortés, amor. ― El pelioscuro dijo. Siseando entre
dientes y masacrando a su esposo con la mirada. De pronto el suave agarre de
sus manos se convirtió en un apretón cual duelo de fuerza.
―
Ya me he disculpado, ¿no es así, Sr. Choi?
―
Sí. Pero Jaejoong no había mencionado estar casado. Ni siquiera usa anillo de
compromiso.
―
Suelo quitarlo durante el trabajo, para evitar extraviarlo.
―
Sí, qué precavido cariño.
Los
Jung se miraron con mucha más intensidad, claramente ofuscados e invadidos en
su territorio, sabiendo que la misión
está en riesgo, pero ¡con un carajo! ¡Yunho solo está celoso!
―
Bueno, incluso si estás casado, todavía estoy dispuesto a hacer negocios contigo, Jaejoong.
El
flirteo del magnate fue más que evidente y descarado. El moreno estuvo muy, muy
tentado de desenfundar el arma oculta en su tobillo y dispararle de una vez
justo en medio de los ojos. Pero se contuvo, la idea no es hacer de esta una
misión digna de tabloides.
―
Será un placer, Sr. Choi.
―
No lo he aprobado. ― Yunho dijo con tono severo.
Luego
un tango de fondo. Al moreno poco le importó que aquel no fuera precisamente un
restaurante con pista de baile, tiró de la mano de su esposo y le arrastró a un
lado, comenzando a moverse al ritmo de la música. Los comensales comenzaron a
murmurar entre sí, algunos sorprendidos, otros extasiados, otros envidiosos.
―
¿Qué crees que estás haciendo, Yunho?
―
Bailar con mi esposo. Quien no había mencionado tener negocios con un sucio mafioso.
―
¿Cómo sabes eso?
―
¿Cómo lo sabes tú? Claramente no estás sorprendido.
La
forma en que Yunho estrechó a Jaejoong contra su cuerpo, presionando la cintura
y yendo hacia el sur por la espalda baja, era naturalmente insinuante, la
ligera quebrada y la rodilla entre las piernas del pelioscuro, parte del baile.
Las intensas miradas y el coqueteo apasionado se fusionaba con sus fuertes
movimientos, la elegancia y la fuerza. Mujeres y hombres comenzaron a ser
seducidos por los Jung. El objetivo
de ambos, se relamió los labios, repentinamente mucho más interesado en poseer al
pelioscuro.
Ajenos
al otro juego que estaba teniendo la pareja de atractivos esposos, nadie se
percató de cómo lentamente se fueron desarmando. Las armas de tobillo, las
dagas finas que tanto le gustan a Jaejoong, incluso uno que otro explosivo de contacto, muy propios de los espías,
de los entrenados asesinos bajo sombra del gobierno. Mientras bailaban y se
miraban, ambos se preguntaban a cuál organización pertenecía el otro, si todo
ese tiempo han sido un matrimonio de
pantalla, si los sentimientos fueron reales.
―
¿Con quién estás, Yunho?
―
Dímelo tú, Jaejoong.
Un
movimiento más, la angosta cintura de Jaejoong expuesta bajo el saco de su traje,
la línea de su pierna siguiendo el camino hasta el hombro de Yunho. Sus rostros
cerca, el aliento mezclado. El corazón agitado, el anhelo de un beso.
Y
ahí, ensimismados en esa momentánea burbuja, un estridente sonido la revienta
de golpe. Alguien más se ha unido a la fiesta,
otro asesino ha hecho acto de presencia. Mucho menos profesional y más
desorganizado. El objetivo es sacado por
la parte trasera por sus guardias personales, los Jung se separan y salen
también. El objetivo ya no es
prioridad, deshacerse de las evidencias en casa, sí.
Ambos
se apresuran pues a la residencia Jung, Jaejoong es el primero en arribar, otra
vez, tiene tiempo apenas suficiente para borrar cualquier rastro en el disco
duro de su portátil, toma un bolso de gran tamaño y comienza a guardar en él
las armas que tiene ocultas en la cocina. Al poco escucha el auto de su esposo,
Yunho se dirige al instante a su estudio, todo está exactamente como lo dejó
horas atrás, desordenado. Pero detrás de los muros, sus armas permanecen en
pulcro orden.
―
¡Deberíamos charlar, cariño!
―
Seguro, amor. ¿Por qué no vienes a la cocina y tomamos un café?
Sobra
decir que no había ni pizca de cordialidad en sus propuestas. Pero sí un
auténtico jugueteo en sus voces. Ambos estaban sonriendo, casi como si aquel
descubrimiento hubiera desvelado más que sus verdaderas identidades, algún sentimiento
de mayor complementariedad que no podía ser ignorado.
Como
una auténtica atracción explosivo.
Un
romance adictivo al que ambos se someterían con peculiar gusto.
―
¿Estás ahí, cariño? ― El moreno preguntó desde prudente distancia, buscando un
ángulo que le permitiera acceso a la cocina sin exponerse. ― Diablos, ahora entiendo por qué Jaejoong
decidió remodelar todo. Se preparó para cualquier fatídica situación.
―
Claro que sí, amor. ¿Lo quieres expreso, o descafeinado?
―
¡El que decidas, cariño!
―
Deja de gritar y entra de una vez.
Un
par de centímetros, fue todo lo que Jaejoong necesitó de Yunho para verlo con
la mira de su arma de francotirador modificada. El disparo impactó en una
columna, y luego le respondieron con una lluvia de disparos a la velocidad de
una metralla.
―
Supongo que el expreso, eh, Jaejoong.
―
Supones bien, Yunho.
Sonrisas
y más de ese particular flirteo entre asesinos. Más disparos y movimientos para
protegerse y atacar. No solo destrozaron la cocina, los muebles de la estancia
o el comedor, las escaleras y hasta las lámparas que tantos miles de wons le
costaron al pelioscuro. Pronto las armas no fueron opción, ambos se han obligado
a dejar los bolsos con la mayoría de ellas en algún sitio de la destartalada
casa, cuando se encontraron de nuevo, fue momento del encuentro cuerpo a
cuerpo. Un puñetazo por aquí y una patada por allá, los quejidos sonaban cada
tanto, pero la sonrisa y juguetona mirada permanecieron ahí.
Ni
siquiera saben quién fue el que comenzó los besos, o cómo los golpes se
convirtieron en caricias. Jaejoong fue estampado contra la tabula rasa de la
mesa, entre sus piernas Yunho le comía los labios mientras frotaba su pelvis
contra el trasero de su, todavía, esposo. Los jadeos y gemidos iban siendo más
ruidosos. El calor corporal en aumento. La libido, por los aires.
―
Ng~. ― El moreno gimió áspero, la traviesa diestra de su esposo ha encontrado
camino entre sus pantalones y masajea su despierta erección.
―
Estás tan duro, amor. ― El pelioscuro dijo con tono juguetón, lamiéndole los labios,
dejándose hacer cuando su travieso músculo flexible fue succionado por la boca
de su esposo, provocándole espasmos de placer.
Así,
entre besos, mordiscos, lametones y mucha saliva, los pantalones del pelioscuro
fueron sacados, un poco a jirones y mucha ansiedad; los del moreno han caído
hasta sus tobillos hace rato, y se las ha ingeniado para botarlos con sus
propios pies después. No quería que nada se interpusiera con sus movimientos. De
todas formas, lo siguiente que pasó fue que Jaejoong estaba a cuatro sobre la
mesa, con la espalda inclinada y el agujero entre sus nalgas siendo lamido
concienzudamente por Yunho.
―
Ng~ Yunho~.
―
¿Te gusta, Jaejoong?
―
Sí~. Pero ng~ date prisa~.
El
pelioscuro usó sus manos para separar sus propias nalgas, mostrando su orificio
anal a los lujuriosos ojos del moreno.
―
Estoy tentado de no complacerte, Jaejoong. ― Dijo, palmeándole los pálidos
glúteos. ― ¿En serio ibas a largarte con ese imbécil?
―
Este no es tiempo para tus celos, Yunho~. ― El pelioscuro volvió la mirada
hacia atrás. Su bonito rostro moteado de rubor y los brillantes ojos negros
pincharon directamente contra su vientre bajo. ― Te lo explicaré todo después, date
prisa amor~.
Había
cosas que no, simplemente no podían negársele a hombres como Jaejoong. Y Yunho
lo sabe. Así que perfiló su erecto miembro contra el mojado y dilatado anillo,
empujando suave, muy suavemente al penetrar. Por supuesto, iba lento con toda
la intención, sabe bien cuánto desespera a su esposo ese tipo de penetración cuando
está tan caliente.
―
Yunho~. ― Gimoteó, buscando ser él quien acelere
la unión, moviendo su cadera hacia atrás.
De
esta manera, el moreno se detuvo del todo, dejando que su esposo se
autopenetrara. Y tomara el ritmo de las primeras embestidas. Pero vamos,
incluso para Yunho los movimientos suaves eran enloquecedores. Y no en buen
sentido. De un momento a otro le jaló por los tobillos, girándole en el acto,
no por completo. Jaejoong terminó de costado sobre la mesa, con una pierna
completamente estirada y la otra sobre el hombro de su esposo. El falo de Yunho
se enterró violentamente en su interior, de una forma tan exquisita que gimió
alto, para beneplácito de su esposo.
Las
estocadas que le siguieron fueron igual de profundas y placenteras, el duro y
bien dotado miembro del moreno estaba tratando el interior del pelioscuro como
tanto le gustaba. Justo así como cuando se conocieron, incluso en los primeros
años de matrimonio. La llama de la pasión se encendió de nuevo, mucho más
ardiente que antes, esa noche.
Cuando
Jaejoong se aferró a sus hombros, Yunho le levantó en vilo, y le estampó pronto
contra un muro, embistiendo todavía con el ritmo exacto el mojado agujero de su
esposo. Los besos que compartieron fueron de muy húmedos a muy eróticos. Jaejoong
aprovechó la postura para arañarle deliberadamente la espalda.
―
Ng, Jaejoong.
El
moreno gimió, ligeramente adolorido. Un dolor que incentivaba su libido a decir
verdad. Sobre todo si el pelioscuro le sonreía de esa manera y contraía su
interior provocándole más oleadas de placer.
―
Yunho, la tienes tan gruesa y larga que la siento aquí. ― Dijo de pronto,
tocándose el vientre con la diestra. ― ¡Ahh~! ― Gimoteando cuando de pronto su
esposo empuja apasionadamente.
―
Deja de provocarme, Jaejoong. ― Gruñó, embistiendo repetidamente de la misma
manera.
De
un momento a otro era Yunho el que estaba acostado sobre el piso, con un
Jaejoong febril montando su pene con efusivo deseo. Las manos del moreno
estuvieron entonces enfocadas en pellizcar, amasar y tironear de los rosados
pezones de su esposo. Poco después el semen del pelioscuro brotó sin aviso,
llegando a rociar hasta el rostro del moreno, ensuciando su torso también. Jaejoong
sonrió, y tembloroso por su orgasmo se inclinó, lamiendo los rastros de su
propia semilla del rostro de su esposo. Aquel acto erótico terminó de calentar
a Yunho, que le sujetó las caderas y firmemente le empujó hacia abajo,
dejándole ahí mientras era él quien empujaba hacia arriba penetrando
profundamente hasta irse también, llenándole con su semen.
Jaejoong
se dejó caer sobre su pecho, ligeramente agotado pero muy complacido. Las manos
de Yunho acariciaron su cabello y espalda, mientras se tranquiliza también. Ha sido
uno de los encuentros sexuales más ardientes que han tenido. La casa, por
supuesto era un asco.
―
Tendremos algunos moretones más tarde.
―
Lo sé. Eres un bruto, Yunho.
―
¿Quién me disparó primero, Jaejoong?
Ambos
se rieron de buena gana. Entonces el pelioscuro se incorporó, al hacerlo, la
semilla del moreno escurrió entre sus piernas. Y honestamente, le dio igual. Tenía
sed, y ganas de otra ronda.
―
¿Quieres café, amor?
―
Expreso, cariño. Ya sabes, nadie me hace el café como tú.
Un
poco más de coqueteo, a nadie le iba de más.
Pocos
minutos después llamaron a la puerta, un par de patrullas han arribado, un
vecino inquieto ha reportado el
incidente en la residencia Jung. Que la pareja saliera a atender prácticamente
desnudos (Jaejoong se ha puesto la camiseta de su esposo, y Yunho solo unos
bóxer) y diera la barata excusa de “estar
remodelando”, no compraba a nadie. Pero ambos han sido cubiertos por sus
respectivos amigos, tanto Junsu como Yoochun han contactado a algunos amigos en la policía para que aquello no
fuera a más.
Sin
embargo, ya que ambos pertenecen a organizaciones rivales, la cosa no iba a ir
mejor. A menos que se encargaran ellos mismos de las cabecillas de sus organizaciones
y asumieron cierto liderazgo.
―
Eso no es como el dicho “entrar a la boca del lobo”.
―
Me gusta la idea del peligro.
―
Estoy perdido por ti, Jaejoong.
Los
Jung se besaron amorosamente.
No,
la corrección es necesaria. Fogosamente. Al terminar de alistarse para la
misión suicida. Lentes oscuros, chalecos
antibalas y un par de bolsos en el asiento trasero. Están listos para la
batalla final.
―
¿Ya escribiste tu diario, amor?
―
¿En serio, cariño?
―
Fue tarea del consejero, amor.
―
¿Este es momento para tener esa charla, cariño?
Aunque
de camino, algunas cosas no cambiarían.
Continuará.
¡¡Happy B-day al líder de líderes!!
Del otro lado del mundo ya es su día, así que he llegado muy a tiempo~
En compensación por lo tarde que llegué al cumple de su viejo JJ ;D
Espero que les guste!
El desenlace para el 14, si todo me sale bien!
Ya Ne!
Jshdvcflsla pelea fogoza *Q* y veo por ahi que habra bbs *-----* reax ok no xD
ResponderBorrarJajaja nada levanta el deseo sexual como unos balazos xD
ResponderBorrarNo pues si que aprovecharon la "remodelación" xD
Amo a mi precioso yunjae *0*
Decir que me encanto es poco JAJAJ ya espero la próxima parte :3
ResponderBorrarPd: Extrañaba leerla cmdre ;D