martes, 5 de febrero de 2019

ADDICTIVE ROMANCE. 3shot YJ (Parte 2)


~*~
Parte 2
Fachada descubierta

Cubriendo sus respectivos trabajos, Jaejoong y Yunho se encargaron de lo propio con el profesionalismo que les caracterizaba. Pero cuando ambos miraron la hora en sus relojes, maldijeron por lo bajo y apresuraron sus caminos hacia la cita concretada con anterioridad. Se trata de una cena de aniversario de bodas de los Nikiforov-Katsuki, pareja gay que es bastante popular en el vecindario.

Por supuesto, hubo que pasar primero por su hogar, para cambiarse por ropa más apropiada, obviando las peculiaridades de cada uno. A saber, Yunho tenía el traje arrugado, un poco sucio de aquí o de allá, con gotas de sangre y rastros de olor a pólvora; Jaejoong por su parte estaba mucho más pulcro (por no decir que no se ha ensuciado en absoluto), sin embargo, un traje de cuero no parecía atuendo indicado para presentarse a una reunión con aire familiar. Sí, seguramente sería la comidilla de los vecinos y el supuesto ejemplo que estaría representando para los niños que, seguramente, andarán correteando por ahí.

Ambos han llegado con impresionante sigilo a su hogar, estacionando los autos con prisas. Ha sido Jaejoong el primero en arribar, casi aliviado de ello. Se ha internado directo al cuarto de guardarropa, apenas sacándose la llamativa chaqueta el sonido de un motor se escuchó. El asesino de cabellos oscuros supo que se trataba de su esposo, por lo que solo empujó la chaqueta debajo de la isla central, donde guardan joyería, corbatas y otros accesorios diarios.


― Llegas tarde, amor~. ― El pelioscuro dijo con tono dulce, ganando algo de tiempo y evitar ser descubierto en el mismo crimen. Venga, no es como si él hubiese llegado a tiempo.

― El tráfico era un asco, cielo. ― El moreno respondió, evitando a las justas golpearse contra una mesa ratona que su adorado esposo había insistido en adquirir la semana pasada. ― ¡Maldita cosa! ― Siseó en susurros, afinando el oído para asegurarse de no haber sido escuchado.

A saber, habían tenido una pequeña discusión por este asunto.

― La mesa ratona llegó esta tarde, amor.

― Oh, ¿bien?

― Pienso que necesitamos ponerle algo como adorno.

― ¿Lo necesita? No es la mesa un accesorio en sí.

Jaejoong lo fulminó con la mirada. De una forma tan elegante, que ni siquiera podía Yunho sentirse ofendido. Aunque sí le crispaba un poquito.

― Ya he visto algunas cosas en el centro comercial cerca de mi trabajo.

― Ok.

― Pero deberíamos ir juntos para escoger.

― Estaré muy ocupado en el trabajo, cariño.

― ¿Estás diciendo que no vendrás?

J O D E R
Sí, si llevaba tono de cuestionamiento. Pero los fríos y muy seductores ojos negros de su esposo no lo estaban haciendo.

― Haré algo de tiempo el fin de semana.

― Gracias, amor.

Volviendo en el tiempo, ese fin de semana sería al día siguiente.

― Hoy una cena, mañana el infierno en las compras. ― Maldijo entre dientes, entrando finalmente en el cuarto de guardarropa. Alcanzó a ver el perfil de su esposo, terminando de vestirse al parecer. ― Creí que estarías listo, Jaejoong.

― Estaba. Pero mientras buscaba una botella de vino tinto en nuestra cava se rasgó un poco, así que tuve que cambiarme de nuevo.

― ¿Se rasgó? ¿Hay algún imperfecto en la cava?

― Sí. ― Dijo seguro. Tomando nota mental de hacer un imperfecto más tarde.

― ¿Debería revisarlo?

― Después, amor. No quiero que lleguemos tarde.

Minutos después, la puerta en casa de los Nikiforov-Katsuki era abierta para ellos. Quien les ha recibido es Yuuri, de origen japonés y madre de los hijos de la familia. Sí, hijos. Y propios además. El mayor de los dos tenía ya 4 años, y el más pequeño, dos. Pero ambos eran adorables y tenían el amor de todos en el vecindario.

― ¡Jaejoong, Yunho! Bienvenidos~. ― Les recibió el jovial muchacho.

― Hola, Yuuri. ¡Felicidades! ― El pelioscuro dijo, extendiendo una fina botella de vino tinto hacia el joven.

― ¡Gracias~! No tenían que molestarse en traer nada.

― ¿Qué dices? Un aniversario de bodas siempre debe celebrarse, ¿no? ― El moreno añadió, rodeando la cintura de su esposo en tanto entran a la casa.

Una elegante y muy familiar casa. Nada parecido a la suya. La de los Jung incluso llegaba a parecer algo fría e impersonal. La de los Nikiforov-Katsuki era cálida, llena de color y vida. Sí, las risas de sus pequeños, y otros niños invitados, inundaban la casa.

― ¡Chicos~ es un gusto recibirlos! ― Extravagante, la otra parte del matrimonio, conocido patinador ruso de gran renombre y recientemente retirado de las pistas de hielo como participante, los recibió estrechándolos en un fuerte abrazo, beso en la mejilla y toda la cosa. ― Jaejoong, estás más guapo cada día~.

― ¿Seguro que es conveniente decirle eso a mi esposo, delante del tuyo, Víctor?

Nikiforov se rio bobamente, abrazando a su esposo mientras le mima besándole nariz con nariz y tiernos pestañeos.

― Jaejoong es guapo, pero mi Yuuri es hermoso~.

― Ah, idiota enamorado.

― ¿Tú no lo estás? ― Jaejoong dijo. Y tarde se dio cuenta de que lo ha hecho.

Yunho le miró. La forma en que sus miradas parecían ansiosas y confundidas fue incluso graciosa a ojos de la otra pareja. Pronto Nikiforov arrastró al moreno casa adentro hasta el comedor, donde otros amigos estaban ya conversando y compartiendo bocadillos. El pelioscuro fue conducido por Katsuki a la estancia.

― Tío~. ― De pronto la infantil voz de la más pequeña de los anfitriones tuvo la atención del pelioscuro. Pillado sorpresivamente por la impetuosa curiosidad de la chiquilla, que trepaba tranquilamente al sofá y se sentaba en sus piernas.

― ¡Victoria! No hagas eso.

― Está bien, Yuuri. No me molesta. ― Jaejoong dijo, un poco forzado por la circunstancia. Su instinto materno no estaba precisamente despierto en él después de todo. Es más, encontraba un poquito fastidiosa la maternidad.

― Tío~, tío~. ¿Por qué tus zapatos son así? ― Preguntó la niña, señalando las elegantes y altas botas de cuero que el pelioscuro llevaba. Un tierno sonrojo subió a las níveas mejillas del hombre.

― ¡Oh mi dios, Victoria~! No hagas esas preguntas a los mayores, cariño~.

― ¿Por qué no?

― No es cortés, Victoria. Anda, ve a jugar con tu hermano y los demás. ― La niña miró al pelioscuro, después de todo aun estaba sentada en su regazo. Sonrió cuando vio las mejillas del mayor de color rosa, y maravillada por aquel bonito rostro, le estampó un beso en cada mejilla antes de salir a toda prisa de ahí.

Dejando detrás un ambiente ligeramente incómodo.
Luego, repentinamente, el celular del pelioscuro vibró en el bolso de su pantalón, disculpándose entonces para atender.

― ¿Junsu? ¿Qué es tan urgente para que me llames? Terminé el trabajo, ¿no?

Oh sí, los jefes están satisfechos. Esto es sobre otro trabajo.

― ¿Ahora?

Bueno, lo quieren resuelto para mañana al mediodía.

― Estoy en una cena con amigos.

Avisa que tienes trabajo urgente.

― ¿Por qué no envían a alguien más?

Tú diciendo eso, hyung. Deben ser muy buenos amigos.

― ¿Estás celoso, Junsu? ― El pelioscuro preguntó, jugando con el tono severo de su amigo pelirrojo.

Puedes tener tantos amigos como quieras. Yo solo te estoy avisando del trabajo, lo que es mi responsabilidad ya que asisto cada una de tus misiones en la logística de investigación.

― Bien, bien. Por qué no vienes y me entregas personalmente toda la información. Lo analizo esta noche y mañana me encargo.

¿Es necesario que vaya?

― No puedes mandarme nada vía red, es peligroso. Solo ven, te tomará media hora en tu auto, a lo mucho. Y en tu camino, compra algunas flores o algo.

¿Flores?

― Es porque estamos celebrando el sexto aniversario de bodas de unos amigos.

Cuando el pelioscuro volvió a unirse a la comitiva, Katsuki estaba dando consejos a una amiga suya sobre fórmulas y talcos para bebé. El pelioscuro se mantuvo al margen unos momentos, atento al flujo de la conversación. Luego escuchó la voz de su esposo llamarle al oído.

― ¿Estás bien?

― ¿Q-qué?

― ¿Pasó algo, Jaejoong?

― No, nada.

― ¿Seguro?

― Sí. Solo, me di cuenta de que no podría seguir la conversación. Como sea, qué pasa, para qué me llamaste, Yunho.

― ¿Te acuerdas de mi amigo Yoochun?

― ¿El tipo guapo al que no le caigo bien?

― Sí bueno, ese tipo. Y no es que no le caigas bien Jaejoong, es…

― Sé que no le caigo bien. Creo que está celoso porque le quité a su amigo de juerga y noches locas.

― Yo no tenía noches de esas.

― Claro. Entonces, qué con él.

― Oh sí, pasará un momento por aquí más tarde.

― ¿Por qué?

― Trabajo.

― Oh. Que casualidad. Mi asistente Junsu también pasará a dejarme trabajo de última hora.

Cuando Park y Kim se conocieron minutos más tarde, los Jung comprendieron que, probablemente, eso ha sido un peculiar error. El azabache de inmediato había encontrado sumamente atractivo al pelirrojo, y Kim probablemente caería en sus juegos de seducción rápidamente.

La noche de celebración con invitados terminó cerca de medianoche, los más pequeños han caído rendidos desde hace horas, y cobijados con cariño por sus respectivos padres. Cuando los ojos de Jaejoong captaron todo aquello, algo dentro de él comenzó a despertar. De pronto la idea de tener hijos no era tan resistente en su pensamiento. Tras despedirse de los anfitriones, los Jung se encaminaron a su propia casa, cada uno con trabajo bajo el brazo.

― Voy a revisar esto en el estudio, duerme sin mí. ― El moreno dijo, mostrando el enrollado de papeles que Park le dejara antes.

― Está bien, supongo que dormiré tarde también. ― Su esposo dijo, mostrando una USB mientras toma la portátil de su maletín de trabajo.

― Ya veo. ¿Te preparo café?

― Gracias, amor. Expresso.

― De acuerdo, te lo traigo en un momento más.

Jaejoong se colocó entonces un pijama, se acostó en la amplia cama y comenzó a revisar los documentos que Junsu le preparó. Con ventanas fantasma listas para desplegarse en la pantalla en cuanto escuchara a su esposo entrar en el dormitorio.

Cuando el moreno regresó, entregó la taza de café en manos de su esposo, pero no hizo el mínimo intento por mirar el trabajo de él. Le dio un beso en la frente y le deseó suerte. Esa noche, ese momento, se ha sentido como cuando eran un par de idiotas enamorados que no querían despegarse en ningún momento. Es más, Jaejoong estuvo tentado de detenerle y jalarle a la cama, de pedirle un poco de amor. Pero un segundo bastó para desistir, pasaba de medianoche, quería dormir al menos un par de horas antes de irse a trabajar.


La misión se ha reducido de forma sencilla, según ambos asesinos. Se trataba de coincidir con el objetivo en un sitio en común. Un restaurante sumamente elegante y popular en el centro de la ciudad. Lo que ninguno de los Jung hubiera imaginado, era encontrarse ahí, por casualidad.

Yunho ha sido el primero en percatarse de la presencia de su esposo. Y una onda de celos sacudió sus entrañas, la forma tan risueña con que conversaba con su objetivo en la misma mesa era causante de esa sensación. Casi olvidando su misión, el moreno se acercó a la mesa, dejándose caer cómoda y confiadamente en el sitio vacío junto a su esposo. Jaejoong casi sufre un infarto por la conmoción, pero su rostro no lo reflejó.

― ¿Tú eres? ― El magnate sentado en el lugar principal preguntó, mirándole con mal humor. Un solo movimiento de mano detuvo a sus guardaespaldas de actuar.

― Lo lamento, soy Jung Yunho. Su esposo. ― Añadió, tomando la mano del pelioscuro por encima de la mesa. ― Mis disculpas, no tenía idea de que ambos teníamos negocios con usted, Sr. Choi. Le he visto y no pude evitar acercarme. Estás tan guapo hoy, cariño.

― Yunho, estás siendo sumamente descortés, amor. ― El pelioscuro dijo. Siseando entre dientes y masacrando a su esposo con la mirada. De pronto el suave agarre de sus manos se convirtió en un apretón cual duelo de fuerza.

― Ya me he disculpado, ¿no es así, Sr. Choi?

― Sí. Pero Jaejoong no había mencionado estar casado. Ni siquiera usa anillo de compromiso.

― Suelo quitarlo durante el trabajo, para evitar extraviarlo.

― Sí, qué precavido cariño.

Los Jung se miraron con mucha más intensidad, claramente ofuscados e invadidos en su territorio, sabiendo que la misión está en riesgo, pero ¡con un carajo! ¡Yunho solo está celoso!

― Bueno, incluso si estás casado, todavía estoy dispuesto a hacer negocios contigo, Jaejoong.

El flirteo del magnate fue más que evidente y descarado. El moreno estuvo muy, muy tentado de desenfundar el arma oculta en su tobillo y dispararle de una vez justo en medio de los ojos. Pero se contuvo, la idea no es hacer de esta una misión digna de tabloides.

― Será un placer, Sr. Choi.

― No lo he aprobado. ― Yunho dijo con tono severo.

Luego un tango de fondo. Al moreno poco le importó que aquel no fuera precisamente un restaurante con pista de baile, tiró de la mano de su esposo y le arrastró a un lado, comenzando a moverse al ritmo de la música. Los comensales comenzaron a murmurar entre sí, algunos sorprendidos, otros extasiados, otros envidiosos.

― ¿Qué crees que estás haciendo, Yunho?

― Bailar con mi esposo. Quien no había mencionado tener negocios con un sucio mafioso.

― ¿Cómo sabes eso?

― ¿Cómo lo sabes tú? Claramente no estás sorprendido.

La forma en que Yunho estrechó a Jaejoong contra su cuerpo, presionando la cintura y yendo hacia el sur por la espalda baja, era naturalmente insinuante, la ligera quebrada y la rodilla entre las piernas del pelioscuro, parte del baile. Las intensas miradas y el coqueteo apasionado se fusionaba con sus fuertes movimientos, la elegancia y la fuerza. Mujeres y hombres comenzaron a ser seducidos por los Jung. El objetivo de ambos, se relamió los labios, repentinamente mucho más interesado en poseer al pelioscuro.

Ajenos al otro juego que estaba teniendo la pareja de atractivos esposos, nadie se percató de cómo lentamente se fueron desarmando. Las armas de tobillo, las dagas finas que tanto le gustan a Jaejoong, incluso uno que otro explosivo de contacto, muy propios de los espías, de los entrenados asesinos bajo sombra del gobierno. Mientras bailaban y se miraban, ambos se preguntaban a cuál organización pertenecía el otro, si todo ese tiempo han sido un matrimonio de pantalla, si los sentimientos fueron reales.

― ¿Con quién estás, Yunho?

― Dímelo tú, Jaejoong.

Un movimiento más, la angosta cintura de Jaejoong expuesta bajo el saco de su traje, la línea de su pierna siguiendo el camino hasta el hombro de Yunho. Sus rostros cerca, el aliento mezclado. El corazón agitado, el anhelo de un beso.

Y ahí, ensimismados en esa momentánea burbuja, un estridente sonido la revienta de golpe. Alguien más se ha unido a la fiesta, otro asesino ha hecho acto de presencia. Mucho menos profesional y más desorganizado. El objetivo es sacado por la parte trasera por sus guardias personales, los Jung se separan y salen también. El objetivo ya no es prioridad, deshacerse de las evidencias en casa, sí.

Ambos se apresuran pues a la residencia Jung, Jaejoong es el primero en arribar, otra vez, tiene tiempo apenas suficiente para borrar cualquier rastro en el disco duro de su portátil, toma un bolso de gran tamaño y comienza a guardar en él las armas que tiene ocultas en la cocina. Al poco escucha el auto de su esposo, Yunho se dirige al instante a su estudio, todo está exactamente como lo dejó horas atrás, desordenado. Pero detrás de los muros, sus armas permanecen en pulcro orden.

― ¡Deberíamos charlar, cariño!

― Seguro, amor. ¿Por qué no vienes a la cocina y tomamos un café?

Sobra decir que no había ni pizca de cordialidad en sus propuestas. Pero sí un auténtico jugueteo en sus voces. Ambos estaban sonriendo, casi como si aquel descubrimiento hubiera desvelado más que sus verdaderas identidades, algún sentimiento de mayor complementariedad que no podía ser ignorado.

Como una auténtica atracción explosivo.
Un romance adictivo al que ambos se someterían con peculiar gusto.

― ¿Estás ahí, cariño? ― El moreno preguntó desde prudente distancia, buscando un ángulo que le permitiera acceso a la cocina sin exponerse. ― Diablos, ahora entiendo por qué Jaejoong decidió remodelar todo. Se preparó para cualquier fatídica situación.

― Claro que sí, amor. ¿Lo quieres expreso, o descafeinado?

― ¡El que decidas, cariño!

― Deja de gritar y entra de una vez.

Un par de centímetros, fue todo lo que Jaejoong necesitó de Yunho para verlo con la mira de su arma de francotirador modificada. El disparo impactó en una columna, y luego le respondieron con una lluvia de disparos a la velocidad de una metralla.

― Supongo que el expreso, eh, Jaejoong.

― Supones bien, Yunho.

Sonrisas y más de ese particular flirteo entre asesinos. Más disparos y movimientos para protegerse y atacar. No solo destrozaron la cocina, los muebles de la estancia o el comedor, las escaleras y hasta las lámparas que tantos miles de wons le costaron al pelioscuro. Pronto las armas no fueron opción, ambos se han obligado a dejar los bolsos con la mayoría de ellas en algún sitio de la destartalada casa, cuando se encontraron de nuevo, fue momento del encuentro cuerpo a cuerpo. Un puñetazo por aquí y una patada por allá, los quejidos sonaban cada tanto, pero la sonrisa y juguetona mirada permanecieron ahí.

Ni siquiera saben quién fue el que comenzó los besos, o cómo los golpes se convirtieron en caricias. Jaejoong fue estampado contra la tabula rasa de la mesa, entre sus piernas Yunho le comía los labios mientras frotaba su pelvis contra el trasero de su, todavía, esposo. Los jadeos y gemidos iban siendo más ruidosos. El calor corporal en aumento. La libido, por los aires.

― Ng~. ― El moreno gimió áspero, la traviesa diestra de su esposo ha encontrado camino entre sus pantalones y masajea su despierta erección.

― Estás tan duro, amor. ― El pelioscuro dijo con tono juguetón, lamiéndole los labios, dejándose hacer cuando su travieso músculo flexible fue succionado por la boca de su esposo, provocándole espasmos de placer.

Así, entre besos, mordiscos, lametones y mucha saliva, los pantalones del pelioscuro fueron sacados, un poco a jirones y mucha ansiedad; los del moreno han caído hasta sus tobillos hace rato, y se las ha ingeniado para botarlos con sus propios pies después. No quería que nada se interpusiera con sus movimientos. De todas formas, lo siguiente que pasó fue que Jaejoong estaba a cuatro sobre la mesa, con la espalda inclinada y el agujero entre sus nalgas siendo lamido concienzudamente por Yunho.

― Ng~ Yunho~.

― ¿Te gusta, Jaejoong?

― Sí~. Pero ng~ date prisa~.

El pelioscuro usó sus manos para separar sus propias nalgas, mostrando su orificio anal a los lujuriosos ojos del moreno.

― Estoy tentado de no complacerte, Jaejoong. ― Dijo, palmeándole los pálidos glúteos. ― ¿En serio ibas a largarte con ese imbécil?

― Este no es tiempo para tus celos, Yunho~. ― El pelioscuro volvió la mirada hacia atrás. Su bonito rostro moteado de rubor y los brillantes ojos negros pincharon directamente contra su vientre bajo. ― Te lo explicaré todo después, date prisa amor~.

Había cosas que no, simplemente no podían negársele a hombres como Jaejoong. Y Yunho lo sabe. Así que perfiló su erecto miembro contra el mojado y dilatado anillo, empujando suave, muy suavemente al penetrar. Por supuesto, iba lento con toda la intención, sabe bien cuánto desespera a su esposo ese tipo de penetración cuando está tan caliente.

― Yunho~. ― Gimoteó, buscando ser él quien acelere la unión, moviendo su cadera hacia atrás.

De esta manera, el moreno se detuvo del todo, dejando que su esposo se autopenetrara. Y tomara el ritmo de las primeras embestidas. Pero vamos, incluso para Yunho los movimientos suaves eran enloquecedores. Y no en buen sentido. De un momento a otro le jaló por los tobillos, girándole en el acto, no por completo. Jaejoong terminó de costado sobre la mesa, con una pierna completamente estirada y la otra sobre el hombro de su esposo. El falo de Yunho se enterró violentamente en su interior, de una forma tan exquisita que gimió alto, para beneplácito de su esposo.

Las estocadas que le siguieron fueron igual de profundas y placenteras, el duro y bien dotado miembro del moreno estaba tratando el interior del pelioscuro como tanto le gustaba. Justo así como cuando se conocieron, incluso en los primeros años de matrimonio. La llama de la pasión se encendió de nuevo, mucho más ardiente que antes, esa noche.

Cuando Jaejoong se aferró a sus hombros, Yunho le levantó en vilo, y le estampó pronto contra un muro, embistiendo todavía con el ritmo exacto el mojado agujero de su esposo. Los besos que compartieron fueron de muy húmedos a muy eróticos. Jaejoong aprovechó la postura para arañarle deliberadamente la espalda.

― Ng, Jaejoong.

El moreno gimió, ligeramente adolorido. Un dolor que incentivaba su libido a decir verdad. Sobre todo si el pelioscuro le sonreía de esa manera y contraía su interior provocándole más oleadas de placer.

― Yunho, la tienes tan gruesa y larga que la siento aquí. ― Dijo de pronto, tocándose el vientre con la diestra. ― ¡Ahh~! ― Gimoteando cuando de pronto su esposo empuja apasionadamente.

― Deja de provocarme, Jaejoong. ― Gruñó, embistiendo repetidamente de la misma manera.

De un momento a otro era Yunho el que estaba acostado sobre el piso, con un Jaejoong febril montando su pene con efusivo deseo. Las manos del moreno estuvieron entonces enfocadas en pellizcar, amasar y tironear de los rosados pezones de su esposo. Poco después el semen del pelioscuro brotó sin aviso, llegando a rociar hasta el rostro del moreno, ensuciando su torso también. Jaejoong sonrió, y tembloroso por su orgasmo se inclinó, lamiendo los rastros de su propia semilla del rostro de su esposo. Aquel acto erótico terminó de calentar a Yunho, que le sujetó las caderas y firmemente le empujó hacia abajo, dejándole ahí mientras era él quien empujaba hacia arriba penetrando profundamente hasta irse también, llenándole con su semen.

Jaejoong se dejó caer sobre su pecho, ligeramente agotado pero muy complacido. Las manos de Yunho acariciaron su cabello y espalda, mientras se tranquiliza también. Ha sido uno de los encuentros sexuales más ardientes que han tenido. La casa, por supuesto era un asco.

― Tendremos algunos moretones más tarde.

― Lo sé. Eres un bruto, Yunho.

― ¿Quién me disparó primero, Jaejoong?

Ambos se rieron de buena gana. Entonces el pelioscuro se incorporó, al hacerlo, la semilla del moreno escurrió entre sus piernas. Y honestamente, le dio igual. Tenía sed, y ganas de otra ronda.

― ¿Quieres café, amor?

― Expreso, cariño. Ya sabes, nadie me hace el café como tú.

Un poco más de coqueteo, a nadie le iba de más.

Pocos minutos después llamaron a la puerta, un par de patrullas han arribado, un vecino inquieto ha reportado el incidente en la residencia Jung. Que la pareja saliera a atender prácticamente desnudos (Jaejoong se ha puesto la camiseta de su esposo, y Yunho solo unos bóxer) y diera la barata excusa de “estar remodelando”, no compraba a nadie. Pero ambos han sido cubiertos por sus respectivos amigos, tanto Junsu como Yoochun han contactado a algunos amigos en la policía para que aquello no fuera a más.

Sin embargo, ya que ambos pertenecen a organizaciones rivales, la cosa no iba a ir mejor. A menos que se encargaran ellos mismos de las cabecillas de sus organizaciones y asumieron cierto liderazgo.

― Eso no es como el dicho “entrar a la boca del lobo”.

― Me gusta la idea del peligro.

― Estoy perdido por ti, Jaejoong.

Los Jung se besaron amorosamente.
No, la corrección es necesaria. Fogosamente. Al terminar de alistarse para la misión suicida. Lentes oscuros, chalecos antibalas y un par de bolsos en el asiento trasero. Están listos para la batalla final.

― ¿Ya escribiste tu diario, amor?

― ¿En serio, cariño?

― Fue tarea del consejero, amor.

― ¿Este es momento para tener esa charla, cariño?

Aunque de camino, algunas cosas no cambiarían.


Continuará. 


¡¡Happy B-day al líder de líderes!! 
Del otro lado del mundo ya es su día, así que he llegado muy a tiempo~ 
En compensación por lo tarde que llegué al cumple de su viejo JJ ;D 

Espero que les guste!
El desenlace para el 14, si todo me sale bien! 

Ya Ne!  

3 comentarios:

  1. Jshdvcflsla pelea fogoza *Q* y veo por ahi que habra bbs *-----* reax ok no xD

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  2. Jajaja nada levanta el deseo sexual como unos balazos xD
    No pues si que aprovecharon la "remodelación" xD
    Amo a mi precioso yunjae *0*

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  3. Decir que me encanto es poco JAJAJ ya espero la próxima parte :3
    Pd: Extrañaba leerla cmdre ;D

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