“Él,
que había sido un sol negro cuyo calor reducía todo a cenizas, más antiguo que
el diablo y tan viejo como la vida, temblaba ahora como un perro enfermo,
mojado por la lluvia.”
Fragmento “Loba” de
Verónica Munguía.
Capítulo
12. REUNIÓN DE ÁNGELES
~*~
Hotaru
invitó a pasar a Aomine y Sakurai, en la estancia se reunieron con Izuki y
Kiyoshi, el doctor sirvió té y esperó pacientemente a que alguien mencionara
alguna palabra, pero por alguna razón los cuatro visitantes estaban callados.
Izuki y Sakurai se miraban amablemente, pero Aomine y Kiyoshi parecían a la
defensiva.
—
Somos todos amigos, así que no estén
tan tensos en la presencia de otros que no conocían.
—
Entonces al menos deberías presentarnos, Hotaru.
—
Sí, sí. Aomine-kun, Sakurai-kun, ellos son Izuki-kun y Teppei. Para que lo
sepan y nos evitemos rodeos, Sakurai e Izuki son Ángeles, así que Aomine y Teppei, tienen la misma tarea, no son
enemigos, ¿de acuerdo?
—
Acaba de atacarnos un licántropo que iba directo por Ryo, Hotaru-san. ¿Tiene
usted idea del por qué?
—
¿Un licántropo?
—
Dijo llamarse Murasakibara Atsushi, y haber sido enviado por el magnate Akashi
Masaru… — Sakurai aportó.
—
¿Es el mismo sujeto que los atacó a ustedes, Teppei?
—
Pareciera que sí. ¿Por qué? Es lo que me preocupa. Hay que investigar esto a
profundidad Hotaru. Mientras tanto considero que lo más adecuado sería mantenerlos
en algún lugar alejado.
—
¿Escondernos? — Izuki preguntó.
—
Sí. Es por seguridad. Hasta que sepamos exactamente qué es lo que el magnate
quiere, no creo que debamos arriesgarnos a que envíe a otros tras ustedes.
—
No me gusta huir, es algo que hemos estado haciendo últimamente. Pero si es por
la seguridad de Ryo, que se haga lo que se tenga que hacer.
—
¿Y nuestra opinión no importa? — Sakurai inquirió con tono severo. Realmente
parecía un poco enfadado, y eso ya de por sí tratándose de él era extraño.
—
Me parece que esto no se trata de si están de acuerdo o no, Ryo.
—
Y cómo es que de pronto no se trata de si estamos de acuerdo o no. Están
hablando de nuestras vidas. Estoy harto de esconderme. Quiero hablar con mis
padres.
—
¡Qué! ¿Estás escuchándote?
—
Más de lo que pareces estar escuchándome tú a mí, Daiki.
—
Venga chicos, pelear entre nosotros no nos ayudará en absoluto.
—
No estoy tratando de pelear, pero creo que estos temas deberían discutirse para
tomar una decisión, no solamente tomarlas sin tomarnos en cuenta. ¿Piensa lo
mismo que yo, cierto Izuki-kun?
—
Sí. Nuestros pensamientos acaban de conectarse, Sakurai-kun. Y eso ya me
intriga bastante. Sigo sin entender mucho sobre los Ángeles y todo lo que está pasando. Hasta hace unos días era solo
un mago de segunda generación cuidándose la espalda de varios clanes que
siempre venían tras de mí. Ahora no sé quién soy, ni entiendo qué es lo que
alguien como Akashi Masaru querría de mí.
—
De acuerdo, vamos a tomarnos esto con calma. Por ahora creo que lo mejor es que
ustedes tomen un descanso. El estrés puede desencadenar algunas fluctuaciones
indeseadas en su magia, así que por favor, tomen una siesta. Hay dos
habitaciones disponibles al final del pasillo.
—
Gracias, Hotaru-san.
—
Compermiso, Hotaru-san.
Mientras
Sakurai e Izuki abandonaban la estancia y hacían caso del consejo del doctor,
Kiyoshi y Aomine parecían pensar más o menos lo mismo. Ir directamente donde
Masaru.
—
Ustedes dos tienen algo en común. Parecen prestos a defender lo que quieren sin
medir las consecuencias. Dejen de actuar como bestias y enfríen la cabeza también. Aomine, ve con tu familia.
—
¿Qué?
—
Tengo un presentimiento, ve a casa.
—
No voy a dejar a Ryo así nada más.
—
Confía en mí.
El
moreno lo meditó unos minutos antes de levantarse.
—
volveré al anochecer, más valdrá que Ryo todavía esté aquí.
—
Lo estará.
Cuando
el moreno salió de la casa.
—
Tú no tienes simples presentimientos, Hotaru.
—
Me halaga que sigas conociéndome bien, Teppei. Es necesario que él descubra
algunas cosas.
—
¿Cómo cuáles?
—
Son noticias que no debes escuchar por mi boca. Por otro lado, tú y yo tenemos
que hablar. Sobre Junpei.
El
licántropo se tensó. Instintivamente viró la vista hacia el pasillo, hacia la
habitación en la que Izuki debería estar descansando.
—
Aquí no. No quiero que él se perturbe por nada.
—
Entonces salgamos. Tengo algunas compras que hacer después de todo.
—
¿Vamos a dejarles?
—
Mi casa está sellada, difícilmente
podrían acceder sin mi permiso. Además, si alguien lo suficientemente poderoso
pudiera atravesar los sellos, estoy seguro de que Izuki y Sakurai serían
capaces de defenderse. Eso, solo por pensar en el peor de los escenarios.
Vamos.
Una
vez dejando atrás la casa del doctor, ambos hombres terminaron en un negocio de
fármacos, luego en el súper mercado. Entre un sitio y otro, Hotaru aprovechó
para empujar a Kiyoshi a hablar de eso que ha estado evitando.
—
Te lo dije antes, si Junpei te recordó es porque su magia volvió. Y en realidad
fue un riesgo que tomamos en aquel entonces, así que no tenemos que mostrarnos
tan sorprendidos.
—
¿Hotaru, Junpei sigue siendo un Ángel?
—
Es probable. Lo que hice aquella vez fue suprimir su magia con un ritual
novedoso, integramos hechizos poderosos pero nada ortodoxos. Y Junpei lo sabía.
Había muchos vacíos en todo. Teppei, esto que voy a decirte no lo había
mencionado nunca antes, pero creo que no debo seguir ocultándolo. Aquel día,
Junpei usó su propia magia para incrementar la fuerza de los hechizos
represivos, pero no fue magia cualquiera, él recitó runas.
—
¿Magia tan antigua?
—
Se dice que es la más antigua de todas, pero no posee ningún equilibrio entre
la magia negra y la magia pura. Junpei estaba acorralado, y en el fondo de su
corazón todo lo que deseaba era permanecer contigo. Casi al final del ritual,
su aura se tornó oscura, pude sentir el rencor que estaba manando de su alma.
Teppei, si las memorias de Junpei despiertan del todo, la Orden de los Guardianes le considerará un Ángel Negro. Y tú sabes lo que eso significa, ya no habrá más
treguas.
Kiyoshi
sabía que estaba una vez más entre la espada y la pared. Lo que es más, ahora
tenía dos Ángeles que proteger.
--//--//--
Mitobe
se sentía un poco mal consigo mismo, hace días que prácticamente vive en casa
de Koganei. Pero no puede evitarlo, es el único lugar en el que se siente seguro, donde puede encontrar paz y donde
todas esas vibraciones mágicas no pueden alcanzarlo a menos que él lo desee. A
Koganei por su parte no le importa en absoluto que su amigo pase tiempo con él.
De hecho, le gusta la compañía.
—
Mis padres no se preocupan por esto, así que no pongas esa expresión, Mitobe… —
Señaló con una sonrisa conciliadora al tiempo que dejaba la charola con té y
pastel sobre la mesa de centro.
El
chico vio al otro asentir sin cambiar la expresión de su cara. A veces le daba
la impresión de que tenía un rostro muy triste, y de hecho sus ojos acentuaban
aquella visión. Koganei quiere hacerle muchas preguntas, pero la mayoría de las
veces se las calla.
—
Oh sí, mamá dijo que esta mañana vino un hombre a buscarte. Fue mientras
estábamos en la universidad.
Mitobe
abrió los ojos de par en par y con la mirada inquirió el nombre del hombre.
—
No lo sé, pero creo que dejó una tarjeta. Deja ver si está en alguna parte… —
Koganei se acercó al mueble junto a la puerta de entrada, ahí efectivamente
estaba la tarjeta de presentación del susodicho. Extendió la tarjeta a Mitobe,
cuyos dedos temblorosos sujetaron el trozo de cartoncillo… — ¿Estás bien?
Mitobe
asintió, pero Koganei sabía que le estaba mintiendo. Cuando los ojos del
silencioso muchacho leyeron el nombre en la tarjeta, ésta rápidamente cayó de
sus dedos.
—
Mitobe, ¿quién es el hombre que vino a buscarte? — El silencioso muchacho sacó
su móvil y tecleó un nombre en el buscador para luego pasárselo a su amigo… — Kaage
Den, ¿el Adalid del Concilio Supremo? — Mitobe asintió… — No tenía idea de que
tuvieras relación directa con el Concilio Supremo.
Mitobe
bajó la mirada. A él le gustaría no tener relación directa. Koganei se percató
de inmediato del estado de ánimo de su amigo. Y quiso hacer algo por él.
—
No quieres encontrarte con este hombre, ¿cierto? — El muchacho asintió… — De
acuerdo, entonces necesito que me cuentes exactamente cuál es tu relación con
él.
Mitobe
habría querido evitar este momento. Pero al mismo tiempo se dio cuenta de que
no tenía otra opción. No, no es que no tuviese opción, es que confiaría su vida
misma a Koganei.
--//--//--
Hace
casi una semana que han hablado con Demiyah cada día conociendo tanto como les
ha podido ofrecer acerca de sus respectivas madres biológicas. Kuroko y Kagami
no han abandonado la Mansión desde entonces, y el padre del peliazul no se ha
parado por ahí tampoco, lo que tiene inquieto al más bajo.
—
¿Crees que tu padre sepa que estoy aquí y eso tenga algo que ver con su
ausencia?
—
No. Quiero decir, no creo que tu presencia sea razón para que mi padre no
venga. Además, mamá ha dicho que ha sido porque el Sínodo de las Tinieblas ha
requerido su atención absoluta.
—
No sabía que tu padre tenía un lugar tan importante en el Sínodo de las
Tinieblas.
—
No lo tiene, pero parece que va a tomarlo en cualquier momento. En la
actualidad la familia Kuroko no tiene tanto poder en el Sínodo de las Tinieblas,
después de todo el Imperio Akashi encabeza el consejo. Si mi padre está allí
sin embargo a mi parecer se debe más a alguna encomienda del Concilio Supremo.
—
¿El Sínodo de las Tinieblas es dirigido por el magnate Akashi?
—
sí. Aunque en teoría hay seis representantes principales de los seis clanes más
poderosos entre las familias de vampiros de todo el mundo. Japón ha sido
representado por los Akashi por largo tiempo, pero está el Clan Wagner de
Europa y hay cuatro familias que representan el continente americano, estas
familias se disputan el poder entre otras de China, Francia y Dinamarca, según
sé.
Kagami
se quedó pensativo un momento. En el caso de su clan, su linaje tiene gran
presencia en el Canon de Lycans, pero con todo lo pasado respecto a su
descendencia, el pelirrojo se plantea la posibilidad de incluso ser expulsados
de la comitiva principal.
—
¿Taiga? —
—
Tetsuya, todavía creo que tengo que viajar a Estados Unidos.
—
Lo sé. He estado presintiendo todos estos días que de una u otra forma debes ir
allá. Pero, no creo que debas ir solo, Taiga.
—
¿Quieres venir? — El peliazul asintió… — No sé si esa es una buena idea,
Tetsuya.
—
Aún así, quiero ir contigo.
—
Demiyah-san ha dicho que debo tomar decisiones con precaución. Lo que yo haga
te afectará directa o indirectamente, Tetsuya. Y no pienso poner en el medio tu
propia vida.
—
¿No crees que es un poco tarde para pensar en eso? Tú ya tienes mi corazón,
Taiga. Sin importar qué, quiero estar contigo.
--//--//--
Takao
se sorprendió cuando a sus oídos llegó la noticia aquella que parecía estar
cobrando fuerza entre los clanes. Que Midorima Shintaro se ha atrevido a amenazar a alguien del talle de Ivan
Wagner.
—
Ese tonto, cómo se le ocurrió hacer algo así. Somos unos mocosos para gente
como Wagner, se meterá en problemas si no hacemos algo al respecto.
—
¿Y no me digas que tu grandiosa idea es ir con Ivan a disculparte en mi lugar,
Kazunari?
Takao
se estremeció de pies a cabeza cuando la voz ronca de su amante le vino desde
su espalda. De todas maneras, cómo había adivinado sus intenciones. El vampiro
dio media vuelta y se encontró con su atractivo amante mirándole con malhumor.
—
¿Viniste hasta mi casa? Eso realmente me sorprende, Shin-chan.
—
Estoy aquí porque imaginé que ni bien te enteraras de lo que hice, pensarías
que fue una idiotez y querrías cambiarlo a tu manera. Te lo advierto ahora,
Kazunari, si alguna vez te atreves a ofrecer tu cuerpo a cualquier imbécil sin
importar cuán poderoso sea, primero mataré a quien se atreva a tocarte, y luego
te convertiré en mi esclavo.
—
¿No me matarías, eh? — Takao dijo con una sonrisita.
—
La muerte no es para que escapes de mi ira.
--//--//--
Kise
y Kasamatsu comenzaron a moverse en el bajo
mundo buscando alianzas, pero no han tenido mucha suerte y ya ha
transcurrido tiempo suficiente para sentirse acorralados desde que abandonaron
voluntariamente a sus respectivos clanes. Sin embargo, ambas familias seguían
buscándoles.
—
Nos estamos quedando sin opciones, ¿verdad Yukio? Supongo que debí escucharte
antes. Esto no es más que una locura que no dará resultado… – El rubio se dejó
caer en el sofá de una habitación nueva. Un hotel cada día, una ciudad
diferente también.
Kasamatsu
se quedó mirando a su amante, no le gustaba verle deprimido, el aire derrotado
no le sentaba nada bien.
—
Que nos estemos quedando sin opciones no significa nada, aún si solo quedase
una, iríamos a tocar puertas. E incluso si esa última se nos cierra en la cara,
todavía seguiría a tu lado, Ryota.
—
Oh, eso ha sido tan romántico.
—
No era eso lo que pretendía.
—
Pero me ha encantado.
Kise
sonrió ladino, vio a su amante recostarse en la cama con los brazos extendidos.
Estaba débil, cada noche se tienen que enfrentar a algún nuevo grupo de
vampiros o licántropos por el mero hecho de la supervivencia. Y sin embargo,
por cada nueva batalla también se iban haciendo más fuertes, más habilidosos,
estaban de una u otra forma regando cierta “fama”. El rubio se levantó del sofá
y fue a sentarse a horcajadas en la pelvis de Kasamatsu, ahora el de ojos
metálicos ya no renegaba de ninguno de sus acercamientos. Están enamorados.
—
¿Sabes? Estoy pensando en que hay una puerta que no hemos tocado.
—
¿Cuál? — Kasamatsu se dejó hacer cuando las manos de su amante pasaron por
debajo de su playera. Kise le miraba desde arriba con sus traviesos ojos
dorados, pero no parecía que fuera a buscar sexo, solo el contacto de su piel.
Kise tenía formas raras de expresar su cariño.
—
El Imperio Akashi.
—
¿Bromeas? — Kasamatsu incluso se permitió una sonrisa burlona… — Aunque haya
sido expulsado de mi Clan, todavía estoy seguro de que el magnate se reirá de
nosotros antes que abrirnos las puertas de su imperio.
—
Lo sé, pero no estoy hablando del cabecilla. Sino de su hijo.
—
¿Conoces a su hijo?
—
Más o menos. En realidad un amigo mío es quien le conoce.
—
¿Tienes un amigo que es a su vez amigo de Akashi Seijuro?
Kise
asintió. Kasamatsu estiró la mano para alcanzar la mejilla de su amante, sus
dedos siguieron el curso hasta alcanzar uno de sus mechones rubios, estaban un
poco más largos ahora.
—
Vamos a visitarlo.
—
¿No puedes simplemente llamarle?
—
Quiero encontrarme con él.
—
¿Quién es tu amigo?
—
Murasakibara Atsushi.
…
Murasakibara
abrió las puertas de su casa para su amigo Kise y el chico que le acompaña.
Pero no está ajeno a las circunstancias en que se encuentran.
—
Tu familia me preguntó en más de una ocasión si sabía acerca de tu paradero.
—
Lamento haberte involucrado en los asuntos de mi familia, Murocchi.
—
¿Tú eres Kasamatsu Yukio, del Clan Vánagrandr?
—
Sí.
—
Tu traición se ha divulgado por todas partes. Creo que incluso le han puesto precio a tu cabeza. Los Vánagrandr son
hostiles incluso con los suyos.
—
El destierro del Clan es el menor de los castigos, la muerte, el más honorable.
Hice enfadar a mi familia cuando asumí el menor de los castigos y no el
honorable. Así que ahora ellos mismos son quienes deben cazarme.
—
Formas extrañas. Pero no tengo nada qué decir al respecto, mi familia no es
para nada un ejemplo de digno de mención.
—
Murocchi, estoy aquí para pedirte un favor.
—
Siempre que pueda hacerlo, Kisechin.
—
¿Podrías ayudarme a contactar a tu amigo Akashi?
—
¿Quieres reunirte con Akachin? — El rubio asintió… — Para qué.
—
Quiero plantearle algo. Un absurdo plan demasiado loco como para que funcione,
pero Yukio y yo creemos que vale la pena intentarlo.
—
¿Es acerca de los rumores que están circulando?
—
¿Qué rumores? — Yukio preguntó.
—
Que un par de mocosos intentan establecer un nuevo Clan. No, lo que dicen es
que quieren establecer un nuevo orden de
clanes.
—
Sí, algo así… — Kise dijo.
—
Siempre has tenido ideas muy extravagantes, Kisechin.
—
Y siempre han funcionado, ¿no es así, Murocchi?
—
Aguarden aquí, haré una llamada por ustedes.
Murasakibara
abandonó la estancia y salió al balcón de su departamento. Kise y Kasamatsu se
quedaron ahí aguardando. Un minuto después la puerta principal se escuchó, y
por ella entró un chico de facciones delicadas y pálida piel, su porte era
elegante y su atractivo saltaba a la vista incluso para ellos.
—
Tanto tiempo sin verte, Kise-kun.
—
Oh, Himuro-kun. Por un momento pensé que ya no vivías aquí.
—
¿Solo porque no estaba cuando llegaste?
—
Eso, y porque siempre pensé que Murocchi no te dejaría a solas a ninguna hora
del día o la noche. Murocchi parecía estar algo obsesionado contigo, cuando
hablaba conmigo siempre me colgaba rápido porque tenía algo que hacer contigo.
—
Ciertamente, Atsushi es un poco posesivo… — El de rasgos delicados sonrió con
socarronería y un atisbo de picardía… — Tu amigo me resulta conocido.
—
Él es Kasamatsu-senpai.
—
Soy Kasamatsu Yukio, su amante… — El licántropo interrumpió al rubio, pero que
lo hiciera de aquella manera le había agradado de sobremanera al modelo.
—
No hay necesidad de ponerse a la defensiva, tu hombre no me interesa. Tengo al
mío… — Himuro dijo con una sonrisita, justo entonces Murasakibara estaba
regresando a la estancia.
—
Tatsuya, volviste.
—
Sí, te dije que no iba a tardar, ¿ves?
—
Pero sigo sin saber a dónde fuiste. Eso me molesta… — El pelivioláceo gruñó
inclinándose por los labios de su amante, besándole apasionadamente.
Himuro
decidió divertirse un poco a costa de los invitados de su amante, así que
aprovechó el beso que Murasakibara inició para hacerlo todavía más largo y
húmedo, al tiempo que acariciaba la espalda del licántropo y sinuosamente usaba
su pie para acariciar el muslo de éste. Kise se sonrojó involuntariamente,
Kasamatsu desvió la mirada. Pero los otros dos parecían haberse olvidado de
ellos porque no cesaban los besos e incluso estaban comenzando a emitir sonidos
sexys que, honestamente, ¡no querían escuchar!
—
¡Murocchi~! — Kise chilló llamando la atención de su anfitrión.
—
Oh, me había olvidado… — Murasakibara dijo separándose de su amante, un hilillo
de saliva se estiró hasta perder vida y manchar el mentón de sus receptores.
—
No me importa si quieren tener sexo, pero al menos háganlo cuando nos hayamos
ido… — Gimoteó el modelo.
—
No me digas que te avergüenzas de unos inocentes
besos.
—
¡Eso no estaba teniendo nada de inocente,
Himuro-kun!
—
Dejémonos de tonterías, por favor. Murasakibara-kun, ¿hablaste con Akashi?
—
Sí. Les recibirá mañana por la tarde en el Hotel Chateaux. No lleguen tarde.
—
Gracias, Murocchi.
--//--//--
Cuando
el moreno fue a su casa, sus padres estaban esperándole de hecho.
—
Te vuelves imposible de ubicar, Daiki. ¿Dónde has estado?
—
¿Eso importa?
—
No me hables con ese tono, Daiki. Tu madre y yo tenemos algo que decirte. Así
que siéntate.
—
Puedo escuchar de pie, de todas formas no vine a quedarme, padre… — El moreno
siseó con rencor. La verdad es que no se lleva para nada bien con sus
progenitores. Ni con su padre, ni con su madre.
El
hombre le miró con marcada molestia, las duras facciones que se trazaron en el
rostro moreno del mayor tiempo atrás habrían hecho retroceder al primogénito,
pero hace tiempo Daiki le había perdido el respeto a su progenitor.
—
El Canon de Lycans tendrá una reunión en dos días. Y tú fuiste convocado.
—
¿Yo? ¿Por qué?
—
Eres mi hijo, ¿te parece poca razón?
—
Nunca antes he sido convocado.
—
Pues ahora sí. Así que preséntate con puntualidad.
--//--//--
En
casa de Hotaru, las cosas estaban inquietándose también. Cuando ha regresado lo
ha hecho solo, Kiyoshi finalmente ha ido en busca de Hyuuga, e Izuki lo sabe
incluso si el doctor no lo menciona. Además, Aomine tampoco ha regresado, y Sakurai
se siente intranquilo, tiene un mal presentimiento.
—
Ser Ángel no es sencillo, ¿cierto?
—
Hotaru-san, usted sabe mucho más de lo que nos cuenta. Por qué.
—
¿Has entrado en mi mente, Sakurai?
—
No lo he necesitado, usted la ha abierto intencionadamente para nosotros, ¿no
es así?
—
Lo dije antes, y lo reafirmo ahora. Eres astuto, Sakurai. Y esa astucia
probablemente te mantenga cuerdo. Sin embargo… — El doctor dirigió su mirada al
chico ojo de águila… — No puedo decir
lo mismo de ti. Tus emociones te dominan por completo, Izuki. Un Ángel que se comporta así, perderá la
cordura con facilidad.
—
¿Fue eso lo que pasó con Hyuuga hace cien años, Hotaru-san?
—
Sí.
La
conversación de los tres fue interrumpida por el llamado a la puerta. Hotaru se
mostró ligeramente confundido, no espera visitas, pero tampoco se han activado
ninguno de sus sellos represivos. Cuando abrió la puerta, una hermosa mujer
acompañada por dos chicos estaba ahí.
—
Hotaru-san, soy Kuroko Demiyah, Adalid de la Orden de los Guardianes.
—
¿Usted…? — Hotaru se hizo a un lado sin poder creer que después de tanto
tiempo, finalmente pueda conocer en persona al líder de su orden. Y hay una
sola razón por la cual no duda de la aseveración de la mujer. Porta el símbolo
tatuado mágicamente en la frente, y ha pasado la barrera sin problema alguno.
Es más, sin siquiera disparar uno solo de sus sellos represivos.
—
Permítame presentarle. Él es Kagami Taiga, del Clan Kagami, uno de los
principales representantes del Canon de Lycans. Y él es mi hijo Kuroko Tetsuya, el Tercer
Ángel, portador de la Joya del
Unicornio.
Continuará……
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