jueves, 27 de abril de 2017

WHISPERS IN THE SHADOWS (KNB). Capítulo 12.



“Él, que había sido un sol negro cuyo calor reducía todo a cenizas, más antiguo que el diablo y tan viejo como la vida, temblaba ahora como un perro enfermo, mojado por la lluvia.”
Fragmento “Loba” de Verónica Munguía.

Capítulo 12. REUNIÓN DE ÁNGELES
~*~


Hotaru invitó a pasar a Aomine y Sakurai, en la estancia se reunieron con Izuki y Kiyoshi, el doctor sirvió té y esperó pacientemente a que alguien mencionara alguna palabra, pero por alguna razón los cuatro visitantes estaban callados. Izuki y Sakurai se miraban amablemente, pero Aomine y Kiyoshi parecían a la defensiva.

— Somos todos amigos, así que no estén tan tensos en la presencia de otros que no conocían.

— Entonces al menos deberías presentarnos, Hotaru.

— Sí, sí. Aomine-kun, Sakurai-kun, ellos son Izuki-kun y Teppei. Para que lo sepan y nos evitemos rodeos, Sakurai e Izuki son Ángeles, así que Aomine y Teppei, tienen la misma tarea, no son enemigos, ¿de acuerdo?

— Acaba de atacarnos un licántropo que iba directo por Ryo, Hotaru-san. ¿Tiene usted idea del por qué?

— ¿Un licántropo?

— Dijo llamarse Murasakibara Atsushi, y haber sido enviado por el magnate Akashi Masaru… — Sakurai aportó.

— ¿Es el mismo sujeto que los atacó a ustedes, Teppei?

— Pareciera que sí. ¿Por qué? Es lo que me preocupa. Hay que investigar esto a profundidad Hotaru. Mientras tanto considero que lo más adecuado sería mantenerlos en algún lugar alejado.

— ¿Escondernos? — Izuki preguntó.

— Sí. Es por seguridad. Hasta que sepamos exactamente qué es lo que el magnate quiere, no creo que debamos arriesgarnos a que envíe a otros tras ustedes.

— No me gusta huir, es algo que hemos estado haciendo últimamente. Pero si es por la seguridad de Ryo, que se haga lo que se tenga que hacer.

— ¿Y nuestra opinión no importa? — Sakurai inquirió con tono severo. Realmente parecía un poco enfadado, y eso ya de por sí tratándose de él era extraño.

— Me parece que esto no se trata de si están de acuerdo o no, Ryo.

— Y cómo es que de pronto no se trata de si estamos de acuerdo o no. Están hablando de nuestras vidas. Estoy harto de esconderme. Quiero hablar con mis padres.

— ¡Qué! ¿Estás escuchándote?

— Más de lo que pareces estar escuchándome tú a mí, Daiki.

— Venga chicos, pelear entre nosotros no nos ayudará en absoluto.

— No estoy tratando de pelear, pero creo que estos temas deberían discutirse para tomar una decisión, no solamente tomarlas sin tomarnos en cuenta. ¿Piensa lo mismo que yo, cierto Izuki-kun?

— Sí. Nuestros pensamientos acaban de conectarse, Sakurai-kun. Y eso ya me intriga bastante. Sigo sin entender mucho sobre los Ángeles y todo lo que está pasando. Hasta hace unos días era solo un mago de segunda generación cuidándose la espalda de varios clanes que siempre venían tras de mí. Ahora no sé quién soy, ni entiendo qué es lo que alguien como Akashi Masaru querría de mí.

— De acuerdo, vamos a tomarnos esto con calma. Por ahora creo que lo mejor es que ustedes tomen un descanso. El estrés puede desencadenar algunas fluctuaciones indeseadas en su magia, así que por favor, tomen una siesta. Hay dos habitaciones disponibles al final del pasillo.

— Gracias, Hotaru-san.

— Compermiso, Hotaru-san.

Mientras Sakurai e Izuki abandonaban la estancia y hacían caso del consejo del doctor, Kiyoshi y Aomine parecían pensar más o menos lo mismo. Ir directamente donde Masaru.

— Ustedes dos tienen algo en común. Parecen prestos a defender lo que quieren sin medir las consecuencias. Dejen de actuar como bestias y enfríen la cabeza también. Aomine, ve con tu familia.

— ¿Qué?

— Tengo un presentimiento, ve a casa.

— No voy a dejar a Ryo así nada más.

— Confía en mí.

El moreno lo meditó unos minutos antes de levantarse.

— volveré al anochecer, más valdrá que Ryo todavía esté aquí.

— Lo estará.

Cuando el moreno salió de la casa.

— Tú no tienes simples presentimientos, Hotaru.

— Me halaga que sigas conociéndome bien, Teppei. Es necesario que él descubra algunas cosas.

— ¿Cómo cuáles?

— Son noticias que no debes escuchar por mi boca. Por otro lado, tú y yo tenemos que hablar. Sobre Junpei.

El licántropo se tensó. Instintivamente viró la vista hacia el pasillo, hacia la habitación en la que Izuki debería estar descansando.

— Aquí no. No quiero que él se perturbe por nada.

— Entonces salgamos. Tengo algunas compras que hacer después de todo.

— ¿Vamos a dejarles?

— Mi casa está sellada, difícilmente podrían acceder sin mi permiso. Además, si alguien lo suficientemente poderoso pudiera atravesar los sellos, estoy seguro de que Izuki y Sakurai serían capaces de defenderse. Eso, solo por pensar en el peor de los escenarios. Vamos.

Una vez dejando atrás la casa del doctor, ambos hombres terminaron en un negocio de fármacos, luego en el súper mercado. Entre un sitio y otro, Hotaru aprovechó para empujar a Kiyoshi a hablar de eso que ha estado evitando.

— Te lo dije antes, si Junpei te recordó es porque su magia volvió. Y en realidad fue un riesgo que tomamos en aquel entonces, así que no tenemos que mostrarnos tan sorprendidos.

— ¿Hotaru, Junpei sigue siendo un Ángel?

— Es probable. Lo que hice aquella vez fue suprimir su magia con un ritual novedoso, integramos hechizos poderosos pero nada ortodoxos. Y Junpei lo sabía. Había muchos vacíos en todo. Teppei, esto que voy a decirte no lo había mencionado nunca antes, pero creo que no debo seguir ocultándolo. Aquel día, Junpei usó su propia magia para incrementar la fuerza de los hechizos represivos, pero no fue magia cualquiera, él recitó runas.

— ¿Magia tan antigua?

— Se dice que es la más antigua de todas, pero no posee ningún equilibrio entre la magia negra y la magia pura. Junpei estaba acorralado, y en el fondo de su corazón todo lo que deseaba era permanecer contigo. Casi al final del ritual, su aura se tornó oscura, pude sentir el rencor que estaba manando de su alma. Teppei, si las memorias de Junpei despiertan del todo, la Orden de los Guardianes le considerará un Ángel Negro. Y tú sabes lo que eso significa, ya no habrá más treguas.

Kiyoshi sabía que estaba una vez más entre la espada y la pared. Lo que es más, ahora tenía dos Ángeles que proteger.

--//--//--


Mitobe se sentía un poco mal consigo mismo, hace días que prácticamente vive en casa de Koganei. Pero no puede evitarlo, es el único lugar en el que se siente seguro, donde puede encontrar paz y donde todas esas vibraciones mágicas no pueden alcanzarlo a menos que él lo desee. A Koganei por su parte no le importa en absoluto que su amigo pase tiempo con él. De hecho, le gusta la compañía.

— Mis padres no se preocupan por esto, así que no pongas esa expresión, Mitobe… — Señaló con una sonrisa conciliadora al tiempo que dejaba la charola con té y pastel sobre la mesa de centro.

El chico vio al otro asentir sin cambiar la expresión de su cara. A veces le daba la impresión de que tenía un rostro muy triste, y de hecho sus ojos acentuaban aquella visión. Koganei quiere hacerle muchas preguntas, pero la mayoría de las veces se las calla.

— Oh sí, mamá dijo que esta mañana vino un hombre a buscarte. Fue mientras estábamos en la universidad.

Mitobe abrió los ojos de par en par y con la mirada inquirió el nombre del hombre.

— No lo sé, pero creo que dejó una tarjeta. Deja ver si está en alguna parte… — Koganei se acercó al mueble junto a la puerta de entrada, ahí efectivamente estaba la tarjeta de presentación del susodicho. Extendió la tarjeta a Mitobe, cuyos dedos temblorosos sujetaron el trozo de cartoncillo… — ¿Estás bien?

Mitobe asintió, pero Koganei sabía que le estaba mintiendo. Cuando los ojos del silencioso muchacho leyeron el nombre en la tarjeta, ésta rápidamente cayó de sus dedos.

— Mitobe, ¿quién es el hombre que vino a buscarte? — El silencioso muchacho sacó su móvil y tecleó un nombre en el buscador para luego pasárselo a su amigo… — Kaage Den, ¿el Adalid del Concilio Supremo? — Mitobe asintió… — No tenía idea de que tuvieras relación directa con el Concilio Supremo.

Mitobe bajó la mirada. A él le gustaría no tener relación directa. Koganei se percató de inmediato del estado de ánimo de su amigo. Y quiso hacer algo por él.

— No quieres encontrarte con este hombre, ¿cierto? — El muchacho asintió… — De acuerdo, entonces necesito que me cuentes exactamente cuál es tu relación con él.

Mitobe habría querido evitar este momento. Pero al mismo tiempo se dio cuenta de que no tenía otra opción. No, no es que no tuviese opción, es que confiaría su vida misma a Koganei.

--//--//--

Hace casi una semana que han hablado con Demiyah cada día conociendo tanto como les ha podido ofrecer acerca de sus respectivas madres biológicas. Kuroko y Kagami no han abandonado la Mansión desde entonces, y el padre del peliazul no se ha parado por ahí tampoco, lo que tiene inquieto al más bajo.

— ¿Crees que tu padre sepa que estoy aquí y eso tenga algo que ver con su ausencia?

— No. Quiero decir, no creo que tu presencia sea razón para que mi padre no venga. Además, mamá ha dicho que ha sido porque el Sínodo de las Tinieblas ha requerido su atención absoluta.

— No sabía que tu padre tenía un lugar tan importante en el Sínodo de las Tinieblas.

— No lo tiene, pero parece que va a tomarlo en cualquier momento. En la actualidad la familia Kuroko no tiene tanto poder en el Sínodo de las Tinieblas, después de todo el Imperio Akashi encabeza el consejo. Si mi padre está allí sin embargo a mi parecer se debe más a alguna encomienda del Concilio Supremo.

— ¿El Sínodo de las Tinieblas es dirigido por el magnate Akashi?

— sí. Aunque en teoría hay seis representantes principales de los seis clanes más poderosos entre las familias de vampiros de todo el mundo. Japón ha sido representado por los Akashi por largo tiempo, pero está el Clan Wagner de Europa y hay cuatro familias que representan el continente americano, estas familias se disputan el poder entre otras de China, Francia y Dinamarca, según sé.

Kagami se quedó pensativo un momento. En el caso de su clan, su linaje tiene gran presencia en el Canon de Lycans, pero con todo lo pasado respecto a su descendencia, el pelirrojo se plantea la posibilidad de incluso ser expulsados de la comitiva principal.

— ¿Taiga? —

— Tetsuya, todavía creo que tengo que viajar a Estados Unidos.

— Lo sé. He estado presintiendo todos estos días que de una u otra forma debes ir allá. Pero, no creo que debas ir solo, Taiga.

— ¿Quieres venir? — El peliazul asintió… — No sé si esa es una buena idea, Tetsuya.

— Aún así, quiero ir contigo.

— Demiyah-san ha dicho que debo tomar decisiones con precaución. Lo que yo haga te afectará directa o indirectamente, Tetsuya. Y no pienso poner en el medio tu propia vida.

— ¿No crees que es un poco tarde para pensar en eso? Tú ya tienes mi corazón, Taiga. Sin importar qué, quiero estar contigo.

--//--//--

Takao se sorprendió cuando a sus oídos llegó la noticia aquella que parecía estar cobrando fuerza entre los clanes. Que Midorima Shintaro se ha atrevido a amenazar a alguien del talle de Ivan Wagner.

— Ese tonto, cómo se le ocurrió hacer algo así. Somos unos mocosos para gente como Wagner, se meterá en problemas si no hacemos algo al respecto.

— ¿Y no me digas que tu grandiosa idea es ir con Ivan a disculparte en mi lugar, Kazunari?

Takao se estremeció de pies a cabeza cuando la voz ronca de su amante le vino desde su espalda. De todas maneras, cómo había adivinado sus intenciones. El vampiro dio media vuelta y se encontró con su atractivo amante mirándole con malhumor.

— ¿Viniste hasta mi casa? Eso realmente me sorprende, Shin-chan.

— Estoy aquí porque imaginé que ni bien te enteraras de lo que hice, pensarías que fue una idiotez y querrías cambiarlo a tu manera. Te lo advierto ahora, Kazunari, si alguna vez te atreves a ofrecer tu cuerpo a cualquier imbécil sin importar cuán poderoso sea, primero mataré a quien se atreva a tocarte, y luego te convertiré en mi esclavo.

— ¿No me matarías, eh? — Takao dijo con una sonrisita.

— La muerte no es para que escapes de mi ira.

--//--//--


Kise y Kasamatsu comenzaron a moverse en el bajo mundo buscando alianzas, pero no han tenido mucha suerte y ya ha transcurrido tiempo suficiente para sentirse acorralados desde que abandonaron voluntariamente a sus respectivos clanes. Sin embargo, ambas familias seguían buscándoles.

— Nos estamos quedando sin opciones, ¿verdad Yukio? Supongo que debí escucharte antes. Esto no es más que una locura que no dará resultado… – El rubio se dejó caer en el sofá de una habitación nueva. Un hotel cada día, una ciudad diferente también.

Kasamatsu se quedó mirando a su amante, no le gustaba verle deprimido, el aire derrotado no le sentaba nada bien.

— Que nos estemos quedando sin opciones no significa nada, aún si solo quedase una, iríamos a tocar puertas. E incluso si esa última se nos cierra en la cara, todavía seguiría a tu lado, Ryota.

— Oh, eso ha sido tan romántico.

— No era eso lo que pretendía.

— Pero me ha encantado.

Kise sonrió ladino, vio a su amante recostarse en la cama con los brazos extendidos. Estaba débil, cada noche se tienen que enfrentar a algún nuevo grupo de vampiros o licántropos por el mero hecho de la supervivencia. Y sin embargo, por cada nueva batalla también se iban haciendo más fuertes, más habilidosos, estaban de una u otra forma regando cierta “fama”. El rubio se levantó del sofá y fue a sentarse a horcajadas en la pelvis de Kasamatsu, ahora el de ojos metálicos ya no renegaba de ninguno de sus acercamientos. Están enamorados.

— ¿Sabes? Estoy pensando en que hay una puerta que no hemos tocado.

— ¿Cuál? — Kasamatsu se dejó hacer cuando las manos de su amante pasaron por debajo de su playera. Kise le miraba desde arriba con sus traviesos ojos dorados, pero no parecía que fuera a buscar sexo, solo el contacto de su piel. Kise tenía formas raras de expresar su cariño.

— El Imperio Akashi.

— ¿Bromeas? — Kasamatsu incluso se permitió una sonrisa burlona… — Aunque haya sido expulsado de mi Clan, todavía estoy seguro de que el magnate se reirá de nosotros antes que abrirnos las puertas de su imperio.

— Lo sé, pero no estoy hablando del cabecilla. Sino de su hijo.

— ¿Conoces a su hijo?

— Más o menos. En realidad un amigo mío es quien le conoce.

— ¿Tienes un amigo que es a su vez amigo de Akashi Seijuro?

Kise asintió. Kasamatsu estiró la mano para alcanzar la mejilla de su amante, sus dedos siguieron el curso hasta alcanzar uno de sus mechones rubios, estaban un poco más largos ahora.

— Vamos a visitarlo.

— ¿No puedes simplemente llamarle?

— Quiero encontrarme con él.

— ¿Quién es tu amigo?

— Murasakibara Atsushi.


Murasakibara abrió las puertas de su casa para su amigo Kise y el chico que le acompaña. Pero no está ajeno a las circunstancias en que se encuentran.

— Tu familia me preguntó en más de una ocasión si sabía acerca de tu paradero.

— Lamento haberte involucrado en los asuntos de mi familia, Murocchi.

— ¿Tú eres Kasamatsu Yukio, del Clan Vánagrandr?

— Sí.

— Tu traición se ha divulgado por todas partes. Creo que incluso le han puesto precio a tu cabeza. Los Vánagrandr son hostiles incluso con los suyos.

— El destierro del Clan es el menor de los castigos, la muerte, el más honorable. Hice enfadar a mi familia cuando asumí el menor de los castigos y no el honorable. Así que ahora ellos mismos son quienes deben cazarme.

— Formas extrañas. Pero no tengo nada qué decir al respecto, mi familia no es para nada un ejemplo de digno de mención.

— Murocchi, estoy aquí para pedirte un favor.

— Siempre que pueda hacerlo, Kisechin.

— ¿Podrías ayudarme a contactar a tu amigo Akashi?

— ¿Quieres reunirte con Akachin? — El rubio asintió… — Para qué.

— Quiero plantearle algo. Un absurdo plan demasiado loco como para que funcione, pero Yukio y yo creemos que vale la pena intentarlo.

— ¿Es acerca de los rumores que están circulando?

— ¿Qué rumores? — Yukio preguntó.

— Que un par de mocosos intentan establecer un nuevo Clan. No, lo que dicen es que quieren establecer un nuevo orden de clanes.

— Sí, algo así… — Kise dijo.

— Siempre has tenido ideas muy extravagantes, Kisechin.

— Y siempre han funcionado, ¿no es así, Murocchi?

— Aguarden aquí, haré una llamada por ustedes.

Murasakibara abandonó la estancia y salió al balcón de su departamento. Kise y Kasamatsu se quedaron ahí aguardando. Un minuto después la puerta principal se escuchó, y por ella entró un chico de facciones delicadas y pálida piel, su porte era elegante y su atractivo saltaba a la vista incluso para ellos.

— Tanto tiempo sin verte, Kise-kun.

— Oh, Himuro-kun. Por un momento pensé que ya no vivías aquí.

— ¿Solo porque no estaba cuando llegaste?

— Eso, y porque siempre pensé que Murocchi no te dejaría a solas a ninguna hora del día o la noche. Murocchi parecía estar algo obsesionado contigo, cuando hablaba conmigo siempre me colgaba rápido porque tenía algo que hacer contigo.

— Ciertamente, Atsushi es un poco posesivo… — El de rasgos delicados sonrió con socarronería y un atisbo de picardía… — Tu amigo me resulta conocido.

— Él es Kasamatsu-senpai.

— Soy Kasamatsu Yukio, su amante… — El licántropo interrumpió al rubio, pero que lo hiciera de aquella manera le había agradado de sobremanera al modelo.

— No hay necesidad de ponerse a la defensiva, tu hombre no me interesa. Tengo al mío… — Himuro dijo con una sonrisita, justo entonces Murasakibara estaba regresando a la estancia.

— Tatsuya, volviste.

— Sí, te dije que no iba a tardar, ¿ves?

— Pero sigo sin saber a dónde fuiste. Eso me molesta… — El pelivioláceo gruñó inclinándose por los labios de su amante, besándole apasionadamente.

Himuro decidió divertirse un poco a costa de los invitados de su amante, así que aprovechó el beso que Murasakibara inició para hacerlo todavía más largo y húmedo, al tiempo que acariciaba la espalda del licántropo y sinuosamente usaba su pie para acariciar el muslo de éste. Kise se sonrojó involuntariamente, Kasamatsu desvió la mirada. Pero los otros dos parecían haberse olvidado de ellos porque no cesaban los besos e incluso estaban comenzando a emitir sonidos sexys que, honestamente, ¡no querían escuchar!

— ¡Murocchi~! — Kise chilló llamando la atención de su anfitrión.

— Oh, me había olvidado… — Murasakibara dijo separándose de su amante, un hilillo de saliva se estiró hasta perder vida y manchar el mentón de sus receptores.

— No me importa si quieren tener sexo, pero al menos háganlo cuando nos hayamos ido… — Gimoteó el modelo.

— No me digas que te avergüenzas de unos inocentes besos.

— ¡Eso no estaba teniendo nada de inocente, Himuro-kun!

— Dejémonos de tonterías, por favor. Murasakibara-kun, ¿hablaste con Akashi?

— Sí. Les recibirá mañana por la tarde en el Hotel Chateaux. No lleguen tarde.

— Gracias, Murocchi.

--//--//--

Cuando el moreno fue a su casa, sus padres estaban esperándole de hecho.

— Te vuelves imposible de ubicar, Daiki. ¿Dónde has estado?

— ¿Eso importa?

— No me hables con ese tono, Daiki. Tu madre y yo tenemos algo que decirte. Así que siéntate.

— Puedo escuchar de pie, de todas formas no vine a quedarme, padre… — El moreno siseó con rencor. La verdad es que no se lleva para nada bien con sus progenitores. Ni con su padre, ni con su madre.

El hombre le miró con marcada molestia, las duras facciones que se trazaron en el rostro moreno del mayor tiempo atrás habrían hecho retroceder al primogénito, pero hace tiempo Daiki le había perdido el respeto a su progenitor.

— El Canon de Lycans tendrá una reunión en dos días. Y tú fuiste convocado.

— ¿Yo? ¿Por qué?

— Eres mi hijo, ¿te parece poca razón?

— Nunca antes he sido convocado.

— Pues ahora sí. Así que preséntate con puntualidad.

--//--//--

En casa de Hotaru, las cosas estaban inquietándose también. Cuando ha regresado lo ha hecho solo, Kiyoshi finalmente ha ido en busca de Hyuuga, e Izuki lo sabe incluso si el doctor no lo menciona. Además, Aomine tampoco ha regresado, y Sakurai se siente intranquilo, tiene un mal presentimiento.

— Ser Ángel no es sencillo, ¿cierto?

— Hotaru-san, usted sabe mucho más de lo que nos cuenta. Por qué.

— ¿Has entrado en mi mente, Sakurai?

— No lo he necesitado, usted la ha abierto intencionadamente para nosotros, ¿no es así?

— Lo dije antes, y lo reafirmo ahora. Eres astuto, Sakurai. Y esa astucia probablemente te mantenga cuerdo. Sin embargo… — El doctor dirigió su mirada al chico ojo de águila… — No puedo decir lo mismo de ti. Tus emociones te dominan por completo, Izuki. Un Ángel que se comporta así, perderá la cordura con facilidad.

— ¿Fue eso lo que pasó con Hyuuga hace cien años, Hotaru-san?

— Sí.

La conversación de los tres fue interrumpida por el llamado a la puerta. Hotaru se mostró ligeramente confundido, no espera visitas, pero tampoco se han activado ninguno de sus sellos represivos. Cuando abrió la puerta, una hermosa mujer acompañada por dos chicos estaba ahí.

— Hotaru-san, soy Kuroko Demiyah, Adalid de la Orden de los Guardianes.

— ¿Usted…? — Hotaru se hizo a un lado sin poder creer que después de tanto tiempo, finalmente pueda conocer en persona al líder de su orden. Y hay una sola razón por la cual no duda de la aseveración de la mujer. Porta el símbolo tatuado mágicamente en la frente, y ha pasado la barrera sin problema alguno. Es más, sin siquiera disparar uno solo de sus sellos represivos.

— Permítame presentarle. Él es Kagami Taiga, del Clan Kagami, uno de los principales representantes del Canon de Lycans. Y él es mi hijo Kuroko Tetsuya, el Tercer Ángel, portador de la Joya del Unicornio.

Continuará……

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