“Y
allí recibí mi herida; porque el hombre que huye de lo que teme acaba
comprobando que solo ha tomado un atajo para encontrarse con ello…”
Extracto “Los Hijos de
Húrin” de J.R.R. Tolkien
Capítulo
11. BLUE MOON
~*~
Akashi
Seijuro estaba seguro de que su padre tenía un plan detallado qué ejecutar
cuando obtuviera más conocimientos acerca de esos chicos de quien Murasakibara
tenía que encargarse. Él tiene
algunas teorías bien sustentadas, ha observado los movimientos de su progenitor
desde hace algún tiempo, sabe lo que quiere; él quiere lo que su padre sabe. Y
se convierte en una ironía, en un juego
de familia que podría conducir a su Imperio al mismo declive si no mueve
apropiadamente las piezas en el tablero.
Luego
de su breve encuentro con Murasakibara, Akashi volvió a su departamento.
Furihata estaba recostado en su amplia cama, sumido en un sueño profundo al que
el de cabellos bermellón había inducido antes.
—
Despierta, Koki… — Murmuró pasando uno de sus dígitos por la frente de su
amante. Al instante los ojos marrón se revelaron tras los párpados.
—
Akashi-senpai, lo siento.
—
No te disculpes, idiota. Ha sido imprudente pero me ha parecido divertido, las
expresiones de muchos ahí valieron la pena.
Furihata
se sonrojó, no está para nada acostumbrado al lado amable de Akashi, y últimamente sentía que esos momentos venían más
a menudo.
—
Tus habilidades no han mejorado cuando estás bajo presión, pero tu poder sí ha
sido mayor. Tengo que apresurarme en entrenarte, Koki.
—
S-sí.
El
pelicastaño jadeó al sentir las frías manos de su amante acariciándole el
vientre. ¿Cuándo había colado sus manos bajo las mantas y sus ropas? No lo
sabe, pero Akashi es así, siempre tan diestro y preciso con sus movimientos. Los
ojos del de cabellos bermellón fulguraron con lujuria, y no es que él no
estuviese consciente de las formas en que Akashi hace lo que quiere, es que
todavía su cuerpo está resentido de la actividad sexual de la noche anterior.
Por eso, fue imposible callar ese jadeo incómodo cuando una de aquellas manos
impúdicas presionó sus glúteos por encima de los pantalones.
—
¿Qué te pasa? ¿Duele todavía?
—
N-no. No duele.
—
Eres incapaz de mentirme cuando tu cara me dice todo.
—
Lo siento. Pero puedo soportarlo. Si Akashi-senpai quiere…
—
¿Siempre que quiera sexo vas a dármelo? ¿Incluso si no estás en condiciones?
—
Estoy para servirte, Akashi-senpai. Te pertenezco, ¿no es así?
—
Lo es. Te he estado entrenando bien, Koki.
--//--//--
Midorima
llegó a la Mansión Wagner en la zona residencial más lujosa de la capital, se
anunció sin ningún tipo de ceremonia exigiendo ser atendido por el poderoso
hombre cuanto antes. Bastó sin embargo que el ojiverde mencionara el nombre de
Takao para que los grandes portones de la entrada principal se abrieran de par
en par. Luego fue escoltado por un grupo de trajeados con armas bajo los sacos,
Midorima comprobó rápidamente que no eran inmortales,
sino simples guardias mortales. No es
raro que los inmortales tengan entre
sus filas peones fáciles de sustituir.
Unos
minutos después, el ojiverde fue llevado hasta una de las estancias de
recepción en la mansión, Ivan Wagner estaba ahí, sentado en una silla tipo
imperial, con una copa de vino cuyo aroma le llenaba las fosas nasales identificándolo
como un añejo de esos que atiborran las estanterías en el sótano de gente como
Wagner. Ostentan hasta el mínimo detalle, mujeres, licor, amantes masculinos,
dinero a raudales, todo cuanto quisiesen. La corrupción está ahí, incluso en
grupos que debieran regirse por un fuerte sentido de justicia. Midorima detesta
ese lado del Concilio Supremo, del Concilio de Magia al que su familia
pertenece. Y que este tipo se hubiese atrevido a tocar a Takao, simplemente le
enojaba.
—
¿Eres amigo de Takao-kun? — Dijo con una sonrisilla burlona, desabrochándose
los botones superiores de su elegante camiseta. El ojiverde pudo vislumbrar los
músculos de su pecho, e incluso los pectorales por encima de la fina tela. Este
hombre era poderosamente atractivo, seguramente seducía sin mayor esfuerzo a
cualquiera. Claro que, él no es cualquiera.
—
Su novio, de hecho.
—
¿Y? Has venido aquí porque… — Deliberadamente dejó la frase sin culminar,
esperando que el propio visitante lo hiciera. Sus ojos azul verdoso se burlaban
del ojiverde, eso lo enfurecía aún más.
—
Quiero que lo deje en paz. No vuelva a buscarle o acercarse a Takao de ninguna
manera.
—
¿Esa es una amenaza? — Cuestionó todavía con el mismo tono burlón.
—
Lo es.
Entonces
Wagner rió con ganas, sus dorados cabellos ondulados fueron peinados con gracia
por sus largos y huesudos dedos. El hombre se levantó, la altura sobrepasaba la
de Midorima por al menos diez centímetros, delgado y atlético tenía el aroma de
un licántropo.
—
No me siento para nada intimidado por un mocoso. ¿Sabes acaso quién soy yo?
—
Su lugar en el Concilio Supremo me tiene sin cuidado. Que me subestime por mi
edad, tampoco me interesa. Ni siquiera intente probarme, Wagner; porque todavía
puedo matarle ahora mismo y salir caminando con soltura y sin una gota de
sangre manchando mis manos.
—
Oh, eso sí es interesante… — Wagner le miró directamente. Los ojos verde olivo
del muchacho realmente transmitían seguridad… — ¿Cuál dijiste que era tu nombre?
—
No lo he dicho, pero soy Midorima Shintaro, mago de segunda generación.
—
Oh, ahora noto el parentesco. Tu madre es hermosa, y tu padre muy atractivo; y
aunque son simples mortales, tienen
el dinero suficiente para tener alguna presencia en el Concilio de Magia.
¿Sabes cómo se ganaron el respeto?
Midorima
achicó la mirada, presentía que Wagner solo querría molestarle. Pero incluso si
era solo eso, no le diría cualquier cosa solo porque sí, le hablaría con
verdades. Una parte de él no quería aquellos conocimientos rondándole la cabeza.
Sus padres, siempre son algo misteriosos y se niegan a hablar del pasado.
—
Como dije, tu madre es extremadamente hermosa, y tu padre muy atractivo.
—
Cualquier insinuación que haga respecto a mis padres me importa poco. He venido
a decir lo que quería y ahora voy a marcharme.
—
Astuto, inteligente, sutil. Tienes buenas cualidades, qué haces perdiendo el
tiempo con un chico como Takao, es un vampiro sin más conciencia de la vida que
el placer. ¿Tú defiendes su honor, o algo así? él va a pagarte acostándose con
quien quiera, pude verlo cuando le tuve en mi oficina, la forma en que su
rostro se contorsionó en placer cuando mi boca succionó su pene.
La
reacción fue casi instintiva, Midorima tensó los puños y al mismo tiempo se
sacudió el suelo bajo sus pies en todo el recinto. Wagner endureció la mirada,
luego ahogó un grito de impresión cuando se levantaron dos muros de piedra a
sus costados, el mármol de su piso había sido arrancado con facilidad y
levantado junto a tierra firme de la profundidad de los cimientos de la
mansión. Los ojos verde olivo lucían extremadamente más oscuros, y la forma en
que le miraban le dio un escalofrío. Lo ha hecho enfurecer.
—
Takao Kazunari es mío, nadie más tiene derecho alguno a ponerle un dedo encima.
Asegúrate de recordarlo a partir de ahora Ivan Wagner, o la próxima vez te
sepultaré bajo toneladas de tierra, y aún ahí, torturaré tu cuerpo una y otra
vez hasta decidir la forma más dolorosa en que pueda ocasionarte la muerte.
--//--//--
Después
del incidente con Hyuuga y el descontrol mágico de Izuki, Kiyoshi prácticamente
le suplicó llevarle consigo a su departamento. El chico ojo de águila accedió en realidad con sentido egoísta, quería pasar
tiempo con él y evitar que volviera a reunirse de inmediato con Hyuuga. Además,
tenía muchas preguntas qué hacer. Koganei y Mitobe se habían encargado de
llevar a Hyuuga a su casa, Kiyoshi no estaba del todo tranquilo, por lo que
también había llamado a su amigo Hotaru para que pudiera visitarle y asegurarse
de que el chico estuviera bien.
—
¿Quieres tomar algo?
—
Agua está bien.
—
De acuerdo…
Kiyoshi
le acercó un vaso y tomó asiento junto a él en el sofá de la estancia. Izuki
bebió el contenido de un solo trago, estaba nervioso, avergonzado y aún dolido.
—
¿Vas a explicarme?
—
¿Has escuchado hablar de los Ángeles?
—
¿Te refieres a la criatura mítica de la que hablan los mortales?
—
No en realidad… — Kiyoshi respiró hondo y soltó lentamente el aliento. En esos
momentos pensó en Hyuuga y quiso saber cómo estaría. Había pasado tanto en
apenas unos minutos, el hombre al que amó hace cien años había renacido de alguna manera…
—
Dijiste, que Hyuuga era la reminiscencia de la persona a la que amaste hace
cien años.
—
Hace cien años, mi amigo Hotaru hizo un ritual mágico que suprimió todas las
memorias del Hyuuga Junpei de aquella época, un poderoso inmortal que era conocido como Ángel.
Hotaru pertenece a un grupo llamado Orden
de los Guardianes, básicamente se encargan de mantener un equilibrio que no
puede controlar el Concilio Supremo, de hecho es probable que sea incluso más
antiguo que éste. Hace cien años, Junpei era mi novio, nos amábamos mucho pero
era un amor tan prohibido como aún ahora es mal vista la mezcla de razas…
…Los
Ángeles son algo así como híbridos,
pero predomina cierta naturaleza en ellos, magos, vampiros, licántropos, se ha
sabido de Ángeles en todas las
especies; sus poderes son tan impresionantes que se les llega a considerar
peligrosos para la humanidad. Cuando Hyuuga supo que era un Ángel, se le encomendó un Guardián para vigilarlo, para estar al
tanto de la evolución de sus poderes. Pasaron algunos años así, Hyuuga y yo nos
veíamos frecuentemente, pero su Guardián
comenzó a sugerir que parasemos con los encuentros, cuando quisimos saber el por
qué, su Guardián dijo que se debía a
que nuestro vínculo estaba incrementando la evolución de sus poderes. En aquel
entonces se desató una guerra entre clanes de vampiros y licántropos, los magos
fueron arrastrados por inercia, y el Concilio Supremo ordenó la disolución del
conflicto con intervención letal…
…Hyuuga
y yo quedamos en medio de esta guerra, queríamos sobrevivir así que nos
defendimos. Los poderes de Hyuuga fueron creciendo considerablemente, no tenía
control sobre ellos, y todo lo que comenzaba a desear era la destrucción. La
medida a tomar era obvia, y lógica. Su Guardián
tenía que encargarse del problema
antes de que también se le fuera de las manos. Hyuuga tenía que morir, yo no podía permitir eso. Terminé
enfrentándome contra algunos Guardianes
el día en que su Guardián decidió
hacer lo que le correspondía. Ese día me transformé en un licántropo salvaje,
es decir, no reconocía a nadie, excepto a Hyuuga. Maté a muchas personas esa
vez, algunas eran inocentes. Hyuuga vino hasta mí y me pidió que parara, sé que
le herí en medio de mi ira, mis garras atravesaron su vientre.
Kiyoshi
guardó silencio unos momentos. Tener aquellos recuerdos en su mente le estaba
haciendo más daño del que quería reconocer. Pero Izuki no es tonto, se percata,
y le duele también.
—
Hyuuga sonrió y me dijo las palabras que yo menos quería escuchar de sus
labios. “Estoy dispuesto a sacrificar mi vida por la humanidad, Teppei. No
luches más por mí, acepto mi destino con gusto”. Con gusto, él dijo eso con una
sonrisa, pero sus ojos estaban llorando. Hyuuga no quería morir realmente, y yo
no quería perderle. Le supliqué a su Guardián
que no lo hiciera, que no le matara. Su Guardián
fue justamente Hotaru, creo que él se conmovió y dijo que había una sola manera
en la que podría permitir que Hyuuga viviera.
…Suprimir
sus memorias, y lanzar un hechizo que le haría dormir durante un siglo. Este estado de sueño también suprimiría parte de su magia, le dejaría básicamente
como un cascarón humano. El ritual que Hotaru hizo está prohibido porque se
desconoce el alcance de los efectos secundarios. Pero tomé el riesgo, y Hyuuga
también.
—
Pero él te recordó, Kiyoshi. Eso significa que todavía sigues siendo muy
importante para él. Que todavía te ama… — Izuki sonrió con amargura, era
egoísta, pero también era consciente de la realidad… — Supongo que ni la magia
más poderosa es capaz de ir en contra del amor.
—
Izuki…
—
Está bien. Gracias por haberme contado, me iré ahora.
—
Espera, no puedes irte aún.
—
Por qué no. Qué tengo que hacer aquí, Kiyoshi. Qué tengo que esperar.
…
Murasakibara
olfateó el aire, el aroma de Izuki flotaba por ahí en la plazuela pero era
débil. La madrugada estaba en pleno en esta noche fría, la brisa refrescaba sus
mejillas y acariciaba sus mechones violetas sujetados en una coleta alta. Ha
salido a cazar tan pronto como marcó
el cuerpo de Himuro dejándole agotado en su cama. Camino a la residencia
conocida de su presa, Murasakibara
escuchó rumores de “algo extraño” sucedido por ahí, se movió seguro de que
podría serle de utilidad, y no se había equivocado, su instinto seguía siendo
bueno. Siguiendo el aroma que flotaba en el aire, Murasakibara llegó hasta el
departamento de Kiyoshi, vio a lo lejos a ambos chicos salir del lugar y
decidió esperar solo un poco para atacar.
—
En verdad pienso que lo mejor sería que no estuvieses solo ahora, Izuki.
—
Estoy bien. Prometo que no me meteré en más problemas.
—
No es eso lo que me preocupa, tengo un extraño presentimiento. Además, si no te
importa, me gustaría que Hotaru te hiciera algunos estudios.
—
¿Estudios? — Izuki frenó a mitad de la calle, el ladrido de unos perros, los
maullidos de gatos en las azoteas, el silencio típico de una noche tranquila,
el soplar del fresco aire. Izuki sintió un escalofrío, justo en ese instante
algo se sentía diferente.
—
Es solo, para indagar algunas cosas.
—
Qué cosas.
—
Lo que hiciste antes, en la plaza. Perdiste el control, ¿te había pasado?
—
Estaba enojado. Sí, me había pasado antes. No tanto así, pero similar. Sucede
cuando me enojo.
—
Usaste magia elemental de fuego, y de aire. ¿Lo sabías?
—
¿Fuego? Bueno, no. Es imposible, la magia que he practicado siempre ha sido la
wicca, y algunos hechizos para la magia elemental del aire, pero nunca el
fuego. No me siento atraído por el fuego.
—
Por eso creo que…
Las
palabras de Kiyoshi fueron interrumpidas repentinamente por la aparición de
Murasakibara. El pelivioláceo arremetió contra él sin reservas. Ambos revelaron
su naturaleza y rugieron enfrentándose en un duelo que se decidió a favor de
Murasakibara casi en un parpadeo. Kiyoshi nunca había enfrentado a un
licántropo tan poderoso, pero presentía que había sido derrotado por algo más.
Izuki quiso ayudarle pero no podía lanzar ninguno de sus hechizos sin correr el
riesgo de lesionar al castaño, además había una barrera que le impedía actuar
con normalidad.
—
Qué clase de magia es esta.
Izuki
se concentró tanto como pudo en su propia magia, sus ojos grises se dilataron y
su cuerpo fue rodeado por una ventisca de viento que remolinó sus cabellos y
meció las ramas de los árboles en la calle. Centró más su magia y usando unos
pergaminos finalmente pudo acorralar al licántropo enemigo contra un muro.
Izuki corrió a lado de Kiyoshi, pero el chico estaba inconsciente y sus ropas
hechas trizas, tenía algunos cortes en el cuerpo y la sangre manaba de ellos.
—
¿Quién eres? ¿Qué quieres con nosotros?
El
licántropo rugió y los músculos de su cuerpo animal se tensaron marcando toda
la masa muscular mientras lucha contra la fuerza del hechizo de viento que le
comprime.
—
No sigas, mi hechizo se hace más poderoso mientras más luches por librarte de
él.
Sin
embargo, el licántropo continuó luchando en tanto Kiyoshi despertaba y sus
heridas sanaban por su propia naturaleza.
—
¿Estás bien?
—
Sí, algo golpeó mi mente. Usó alguna clase de hechizo mental. Creo que es un
híbrido. Por qué no te revelas… — Kiyoshi dijo, y al segundo la apariencia
humana del licántropo tomó lugar. Murasakibara dejó de luchar, aparentemente.
—
Tú no estás en mis planes, pero eres poderoso.
—
Soy Kiyoshi Teppei, quién eres tú.
—
Izuki ha estado preguntándome lo mismo, pero no tengo razón alguna por la cual
deba contestarles.
Murasakibara
se libró en un parpadeo del hechizo restrictivo de Izuki, y recobrando su
apariencia licántropa atacó una vez más a ambos jóvenes. Kiyoshi reveló también
su naturaleza, pero entonces empujó a Izuki a sus espaldas, quería protegerle.
Al final, la feroz lucha entre licántropos dejó a ambos más heridos de lo que
esperaban. Murasakibara se retiró porque a fin de cuentas había obtenido lo que
quería.
—
Ha sido extraño, muy extraño.
—
Vamos, tenemos que hablar con Hotaru.
—
¿Iremos con él?
—
Sí.
—
¿Hyuuga estará ahí?
—
No… — Kiyoshi le miró… — Hyuuga está en su propia casa, iremos directo al sitio
de Hotaru, él ya debe estar ahí, y si no le esperaremos. Izuki, las cosas solo
se pondrán más extrañas y complicadas a partir de ahora, pero quiero pedirte
que me prometas algo.
—
¿Yo? ¿Qué puedes querer que te prometa?
—
Sin importar lo que pase, por favor nunca renuncies a lo que sientes aquí… —
Dijo colocando su mano en el pecho de Izuki. Luego se desvaneció en el suelo,
ha perdido mucha sangre y las heridas son demasiadas para sanar rápidamente.
—
Estás débil.
—
Voy a estar bien en un par de minutos. No te preocupes.
—
Gracias, Kiyoshi.
—
Por qué estás agradeciéndome.
—
Porque estás aquí conmigo, cuando parte de tu corazón quiere estar en otro
lugar.
…
Casi
al alba, Hotaru había vuelto a su casa. Kiyoshi no le preguntó en absoluto por
Hyuuga y eso le extrañó, pero al mismo tiempo pareció entenderlo un poco ya que
Izuki estaba ahí. Kiyoshi no tardó nada en hacer su petición, Hotaru accedió a
realizarle la prueba más sencilla y rápida, pero tuvieron que moverse a la
Universidad para tener acceso al laboratorio.
—
¿Has visto su sangre? Kiyoshi, Izuki tiene sangre
azul.
—
Imposible.
—
No, acabo de comprobarlo. Su sangre no miente.
Kiyoshi
se desplomó en la silla, talló sus sienes con marcada desesperación. Hotaru
suspiró, sabe bien por qué reacciona de esta manera.
—
Tú no lo sabías, por qué.
—
No sabíamos que habría más de un Ángel
en esta generación. La Orden de los
Guardianes ha estado monitoreando a través del Concilio Supremo a todos los
inmortales que se han encontrado. Izuki Shun no figuraba más que como un mago
de segunda generación. Pero tiene sangre
azul, es un Ángel.
--//--//--
Cuando
Murasakibara volvió a su departamento, Himuro estaba esperándole despierto. Tan
frío y hermoso que le corroe algo parecido a la rabia. No, el licántropo
comienza a entender que estos son celos y desesperación. Desea tener la manera
de atarle para siempre solo a él. Terminan teniendo sexo salvaje otra vez solo
porque sí, porque Murasakibara se siente iracundo sin razón aparente, su caza ha resultado favorable, ha obtenido
datos importantes pero no es suficiente, no se siente tranquilo. El vampiro se
percata de que incluso así, no se siente como un objeto, sino como algo preciado que merece ser custodiado
con todo el recelo posible.
—
¿Atsushi, eres un lobo hambriento acaso? Llegas mal herido y lo único que haces
es atacarme.
—
No pude evitarlo, Murochin. Estabas muy sexy usando mi camiseta, esperándome
sentado en la estancia.
—
¿Cómo ha ido tu tarea?
—
Ese chico es más poderoso de lo que sabe. Pero había alguien más con él, un
licántropo que se presentó como Kiyoshi Teppei. No le conozco, su apellido no
me recuerda a ningún clan de lycans.
—
¿Vas a investigarle?
—
No. Él no es mi problema.
--//--//--
En
la Mansión Kuroko, Demiyah les ha obligado prácticamente a descansar
apropiadamente. Como ninguno de los dos chicos quería hacerlo, les dio una
bebida preparada especialmente por ella para hacerles dormir. Cuando
despertaron, ambos se sentían más ligeros, como si el sueño que les habían
inducido también hubiese relajado sus cuerpos.
—
¿Han escuchado hablar de la luna azul?
—
Es un fenómeno natural en el que una luna llena ocurre dos veces durante el
mismo mes, se presenta cada tres años.
—
Así es, Tetsuya querido… — Demiyah los condujo por el pasillo hasta una
habitación en la que, el peliazul siempre supo, su madre solía pasar algún
tiempo cuando se sentía cansada durante el día. Era una habitación oscura en
cuyo cielorraso había estrellas plateadas creadas mágicamente… — La luna azul también ha sido relacionada con
el poder mágico de las hadas, así que tiene relación con sus madres.
—
Demiyah-san, ¿puede hablarme de mi madre?
—
Kagami-kun, hablarte de tu madre, es hablarte de la madre de Kuroko. Adelante,
voy a explicarles un poco aquí dentro.
Al
ingresar en la habitación, ambos chicos sintieron un cálido aroma a flores
flotando en el ambiente. Olía a primavera, pero se sentía cálido como una noche
tranquila de verano, el cielorraso inspiraba una estrellada noche de invierno,
y las memorias que estaban por escuchar, se sentirían como hojas secas cayendo
del árbol en una tarde otoñal.
—
Como dije antes de obligarlos a dormir, Iwase Kazue y Kuroko Natsuki
pertenecieron a la Orden de las Hadas, hoy en día casi nadie sabe de la
existencia de este clan. Eso es porque las hadas nos protegemos en el
anonimato.
—
¿También eres un hada?
—
Un hada diferente a todas, técnicamente soy más bien una bruja, pero nací en el
reino de las hadas así que pertenezco a ellas. Hablar de mí no es demasiado
importante ahora. Kazue y Natsuki eran dos de las hadas más poderosas en la
Orden, Kazue tenía una personalidad aventurera, casi nunca permanecía en los
límites que la Orden nos permitía. Las hadas no pueden vagar por ahí sin cierta
autorización de las más antiguas, hay territorios específicos en los que
podemos vivir con normalidad, pero cuando transgredimos las normas, somos
expulsadas irremediablemente. Así es como algunas hadas hemos decidido vivir
entre la humanidad como queremos, algunas permanecemos en anonimato, otras
llegan a ser un poco imprudentes.
…Kazue
y Natsuki abandonaron la Orden de las Hadas porque se enamoraron. La última vez
que las vi en nuestro reino, Natsuki aseguró que de una u otra forma
terminaríamos reuniéndonos en el futuro. Lo comprendo ahora. Taiga, no sabía
que eres hijo de Kazue, aunque tienes cierto parecido a ella, te predominan las
facciones de tu padre. Acerca del carácter, no estoy segura. A Natsuki la seguí
viendo hasta el día de su muerte, días antes me entregó el obsequio que ya te
legué, Tetsuya. ¿Lo tienes contigo?
—
Sí.
—
Bien, consérvalo cuidadosamente. Ahora, presten atención los dos… — Demiyah
murmuró unas palabras y el paisaje en la habitación cambió, parecía que habían
sido transportados a otro lugar, como si fuera un espejismo reflejado en toda
la habitación. Dos mujeres hermosas, delgadas y con un canto angelical,
danzaban sobre una colina con sus ropajes ligeros ondeando con el viento,
bañadas por polvo estelar, brillante aura rodeándolas… — Ellas son sus madres,
este es el último recuerdo que tengo de ellas antes de que tomáramos caminos
separados. El destino de ustedes estaba tejido desde el momento en que fueron
concebidos, no, quizá mucho antes. Las hadas tienen un poder mágico mucho más
impresionante de lo que la voz popular maneja entre los mortales. Una Veela
(Vila) fue considerada como un Hada maléfica,
por una sencilla razón, su belleza siempre llevaba a la locura, y la locura
siempre tiene estrecha relación con la maldad, los demonios.
—
Mi madre, dijiste que ella era una Vila.
—
Lo fue, Taiga. Por eso, ustedes deben tener mucho cuidado. Taiga, su magia
también circula en tus venas, probablemente con mucha más fuerza que tu naturaleza
lycan. Si tú no tienes cuidado, Tetsuya podría pagar las consecuencias con su
propia vida.
--//--//--
El
siguiente objetivo de Murasakibara es Ryo Sakurai, pero su primer obstáculo es
Aomine Daiki. El enfrentamiento de los licántropos dejó entrever el alcance que
el poder del moreno tiene. Aunque Murasakibara tiene habilidades superiores al promedio
licántropo, la fuerza de Aomine parece estar todavía por encima de ellas.
—
¿Quién te envió?
—
No es de tu incumbencia.
—
No voy a repetirlo. Quién te envió.
El
silencio de Murasakibara estaba lanzando la casi nula paciencia del moreno al
demonio. Sus garras afiladas comenzaban a enterrarse en el cuello del más alto,
un poco más de presión le rompería la tráquea.
—
Aomine, detente por favor.
—
¡Éste imbécil intentó matarte!
—
Incluso así, tomar su vida a cambio no me hará sentir mejor ni más seguro.
Aomine
presionó un poco más el cuello de Murasakibara, Sakurai está seguro de que se
romperá en cualquier momento. Tiene miedo e inconscientemente golpea con su
magia la mente de su amante obligándole a soltar al pelivioláceo.
—
Ryo, qué demonios…
—
Lo siento, no puedo permitir que mates a alguien por mí.
El
moreno gruñó mientras que el pelivoláceo jadeaba de rodillas en el piso. Quiso
moverse pero inmediatamente fue inmovilizado por una fuerza superior. Esta
magia no provenía del moreno, sino del propio castaño.
—
Es mucho más poderoso que Izuki.
—
¿Quién es Izuki?
—
¿Has leído mi mente?
—
Y seguiré haciéndolo hasta que me
respondas. ¿Quién es Izuki? ¿Quién eres tú? ¿Por qué me has atacado?
— Soy Murasakibara
Atsushi, recibí indicaciones de Akashi Masaru para evaluar el poder mágico de
Izuki Shun, Kuroko Tetsuya y Sakurai Ryo. No conozco el motivo real de su
petición, Akashi-san nunca explica nada a sus mascotas.
—
¿Akashi Masaru? El magnate Akashi
Masaru.
—
¿Qué? Ryo, de qué estás hablando.
—
Leía su mente. Él es Murasakibara-kun, fue enviado por Akashi Masaru a evaluar
mi poder mágico.
Sakurai
estaba confundido. El Imperio Akashi no es precisamente un aliado de su
familia, pero tampoco habían tenido antes nada qué ver más allá de pequeñas
diferencias de opinión. Sin embargo, también es sabido que el Imperio Akashi no
pertenece a ningún grupo, no se preocupa por presencia en el Concilio Supremo
porque se rige a sí mismo.
—
Ryo, vamos.
—
¿A dónde, Daiki?
—
Hay que hablar con el Dr. Hotaru, es el único en quien confío ahora.
Moreno
y castaño se alejaron dejando atrás a Murasakibara. Cuando la distancia fue
considerable, el pelivioláceo finalmente pudo moverse a voluntad. Le dolía
mucho la cabeza y estaba molesto, nunca nadie había tenido tal poder mágico
para dominarle con tal facilidad.
…
Cuando
llegaron al departamento del Dr. Hotaru, Sakurai reconoció a Izuki de entre los
pensamientos en mente de Murasakibara.
—
Oh, dos Ángeles reunidos en un mismo
sitio. Esto nunca se había visto.
Continuará……
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