martes, 21 de abril de 2020

LUST ON THE SKIN (Oneshot YooSu 7u7)


LUST ON THE SKIN
~*~

El matrimonio Park-Kim no era nuevo, no estaba en la etapa que todavía podía considerarse dulce cual si estuvieran en su luna de miel. Oh no, ellos son un matrimonio que, de hecho, puede ser considerado viejo, con una década al redondo atados el uno al otro, y casi cinco años de relación antes de eso. Así que, sí, quince años de relación era mucho, muchísimo considerando todos los obstáculos que tuvieron que enfrentar y superar para estar donde están ahora.

En un matrimonio francamente feliz.
Sí, con sus altos y bajos, pero a su favor, más altos que bajos.

Park Yoochun, a sus 37 años, es un prestigioso profesor en la universidad de Seúl, y el más guapo del departamento de administración financiera. No lo dice él, sino las encuestas que se inventan sus alumnas en las redes sociales. Además de contar con una columna para una de las revistas financieras más importantes del país.

Kim Junsu, a sus 33, es un conocido coreógrafo que trabaja para una empresa internacional de la capital, y es reconocido por crear algunas de las coreografías más complejas y populares entre los grupos de idols en boga. Lo que, dicho sea de paso, a él realmente no le importa, simplemente disfruta el baile en todas sus formas posibles.


Todas.
Si se permite el énfasis.
Y sí, vale pensar en erotismo y bailes privados para su esposo.
Solo para él.
Si la suerte no puede ser de todo el mundo, por desgracia para sus incontables fans en las redes sociales, sobre todo en su canal en una conocida plataforma de videos.

Ambos han aprendido a sobrellevar la relación en todo momento, particularmente en los tiempos aquellos en que el trabajo los consume y son pocas las ocasiones en que pueden pasar juntos algo más que la noche o un desayuno en todas sus letras.

Por eso, pese a que Junsu es sumamente consciente y comprensivo de la carga laboral de su esposo, que Yoochun estuviera trabajando desde casa sin apenas enterarse de su presencia, no podía menos que hacerle desesperar.

En su defensa, es culpa de su mismísimo esposo, que le tiene terriblemente acostumbrado a que cuando acuerdan pasarla juntos, ¡es porque de hecho van a pasarla juntos! En plan cariñoso, besos por aquí y allá, miradas enamoradas, caricias coquetas, insinuaciones descaradas y ardiente sexo. Sí, sobre todo eso, ardiente sexo.

Bien, vale. No.
No es sobre todo el sexo, pero Junsu en esos momentos no lo puede negar, está cachondísimo y con unas ganas enormes de sentir a Yoochun llenándole. Por arriba y por abajo, sobra decir. Y si de paso también quiere ensuciarle la cara, el pecho o el vientre, ¡adelante!

Pero, visto que su esposo no está por las de atenderle, el hombre de cabellos teñidos de un chillón rosado, decidió poner en uso sus habituales técnicas de seducción.

― Yoochunie~.

Probó llamándole con uno de sus tonitos más dulces. Pero su adorado esposo estaba metido en el portátil, con gráficas, estadísticas y un montón de cosas que Junsu la verdad no entiende.

Así que aclaró la garganta, se recostó de costado en el sofá, subió deliberadamente su polo para mostrar algo de piel, ombligo incluido, y probó entonces con otro tono.

― Yoochun~.

Esa vocecita que mezclaba en perfecta armonía dulzura y seducción.

Park, por su parte, sorbió un trago de café, dejando la taza al descuido a un lado. La mesa del comedor estaba repleta de carpetas y documentos, el cargador de la portátil conectado a un tomacorriente en el muro (lo que dejaba entrever el tiempo que llevaba ya trabajando en lo que sea que esté haciendo). Kim respiró profundo, calmando su pequeña molestia.

― Yoochun ah~.

Empleó entonces esa voz algo más coqueta. Al tiempo en que se levanta de su sitio en el sofá y comienza a caminar hacia el comedor. Su esposo, como ya había esperado, sigue metido en sus pensamientos, ignorándole. ¡Y eso era imperdonable!

― Chun~. ― Ronroneó.

Lo más literal posible. De esa forma en que, en más de una ocasión, hacía al de cabellos azabaches preguntarse si su esposo no era un chico gato debajo de la piel, porque en verdad se comportaba ocasionalmente como uno, particularmente cuando hacía esos soniditos con su voz, con su nariz, esos movimientos con su cuerpo, cual felino al acecho. ¡Teniéndole a él por presa! Cuando, de hecho, en toda regla, es él el carnívoro, gracias.

Carnívoro que, justo en ese momento, estaba actuando como todo un herbívoro, por lo que no es culpa del peliteñido tener que obligarle a tener hambre de él.

― Chunnie~. ― Jadeó finalmente. Justo contra la sensible oreja de su esposo.

― Ng. ― Park gimió. Sin atisbo de duda, cerrando de golpe su portátil y recargándose en la silla. ― Junsu baby. ― Suspiró, dejándose hacer cuando la lengua de su esposo acarició el interior de su oreja.

― ¿Ahora estás consciente de mí? ― Susurra con cautela, enterrando sus dedos en el sedoso cabello del azabache, mordisqueando al tiempo el lóbulo.

― Siempre, baby.

― Mentiroso. Llevo rato llamándote.

― ¿Lo hiciste? ― Preguntó, honestamente sorprendido por no haberse dado cuenta.

El peliteñido asintió, rodeando la silla y sentándose a horcajadas en la pelvis de su esposo, cara a cara con él, desatando su mejor arsenal de pucheros para enfatizar su molestia. El azabache sonrió, dejando cortos besos en los labios alzados en trompetillas de su esposo.

― Lo siento. Perdóname, ¿sí?

― Dijiste que pasaríamos el fin de semana juntos. Pero no has hecho más que trabajar desde que terminamos el desayuno.

― Lo siento, baby. Es porque me tienen presionado para entregar estos análisis financieros.

¿Vas a estar así todo el fin de semana? ― Preguntó, abanicando lindamente sus pestañas, antes de bajar el rostro y poner su mejor expresión de tristeza.

Sí, ese tipo de expresión que sabe bien compra a su esposo y le desarma en un santiamén. Vale, sí, lo está manipulando, pero hay momentos en que es sumamente necesario.

― No. Al carajo, no me pagan tanto y además básicamente les estoy haciendo el favor. No hay nada en el mundo que me obligue a desatender a mi adorable esposo, y menos si él me está pidiendo atención.

Dijo de largo, sonriendo pícaro mientras acaricia los muslos de su esposo y lleva sus labios a su cuello, dejando cortos besos y algunas lamidas. Se deshizo de los botones en el cuello del polo y apartó la tela, saboreando entonces trocitos de rosada piel en la clavícula, alcanzando a mordisquear ahí, en la unión que se le marca tan bien y enfatiza su ya sexy figura masculina. 

El pecho de Kim comenzó a subir y bajar con mayor ritmo, sus labios dejando escapar esos pequeños jadeos que incentivan la libido que ya se le ha encendido al azabache. Libido que, siendo honestos, parece estar siempre a un simple gesto de activarse.

Las manos de Park se movieron bajo la prenda, acariciando el vientre y los pectorales apenas definidos en él, subió camino al norte, hasta esos montecitos rosados que se le antojan a los labios pero son primero torturados por sus dedos, tanto por las pinzas que forma con ellos, como por simplemente presionar con las yemas o darles ligeros golpecitos. No conforme, cuando dejó un par de marcas rojizas en cuello y clavícula, la boca del azabache bajó hasta el pecho de su esposo, lamiendo y chupando por encima de la ropa, mojando la tela hasta dejarla translucida, soplando entonces su aliento y provocándole esos temblorcitos de placer que eriza la piel de Kim y le arranca un concierto de pequeños y bajos gemidos.

― ¿Querías esto, baby?

La pregunta es evidente, la picardía en su voz un poderoso incentivo para la excitación del peliteñido, que asiente mientras se muerde el labio inferior y juega consigo mismo, acariciando y pellizcando el pezón libre, mientras el lado que ha sido mojado sufre las provocaciones de su esposo. Después de un tiempo las atenciones cambian al lado sexo, llenándole de saliva también. Y tras minutos de mimar esa zona, el polo finalmente es sacado del cuerpo del peliteñido por encima de su cabeza, tirado al lado sin ceremonia alguna.

Los besos, lamidas, mordiscos y pellizcos volvieron en un santiamén. La lengua húmeda y caliente de Park no escatimó en atenciones. Y los endurecidos pezones de Kim le recibían con gusto indescifrable.

― Chun~ más~.

Kim dijo, pero bastó una mirada para comprender lo que estaba pidiendo. Y es que la entrepierna del peliteñido estaba más que despierta, y se frotaba con la diestra sin molestarse en bajar el zipper o abrir sus pantalones.

Park le sujetó la cintura y de un impulso le levantó lo suficiente para sentarle en la mesa, Kim sonrió más que complacido, su pecho desnudo ya estaba enrojecido en porciones de piel aquí y allá por los insistentes lametones, mordiscos, besos y succiones que se había dedicado a dejar sin reserva alguna. Está seguro de que en algunas zonas el día de mañana habrá marcas violáceas imposibles de ocultar. Lo que no le preocupa de todos modos, siempre puede usar un poco más de ropa durante las prácticas, a las que volverá hasta que pase el fin de semana. Y claro, no es como si pudieran desaparecer porque piensa tener mucho sexo esos días. Oh sí.

Además, esos pequeños detalles no son lo más importante ahora. No con sus pantalones desabrochados y las manos de su esposo abriéndose paso entre la ropa interior, acariciando con las yemas de sus dedos la extensión de su erecto pene. Eso sí que importa, sobre todo cuando a esos juguetones dedos se une la traviesa lengua del azabache.

― Nh~ Chun. ― Gimoteó. Más como un ronroneo coqueto que era auténtica música para los oídos de su esposo.

Park sonrió, mirándole un segundo desde su posición. Cómodamente sentado en su silla, con su esposo sentado en la mesa y las piernas abiertas haciendo espacio para él. El tronco de Kim se siente caliente y cada vez más duro, con esas venitas inyectándose de sangre en respuesta a sus caricias. Paseó su lengua desde los genitales hasta la punta, repitiendo la acción varias veces antes de masajear con su mano y notar contra la palma su propia saliva haciendo el movimiento más resbaladizo.

Las mejillas de su esposo se sonrosaron de excitación, sus labios entreabiertos soltando suspiros, jadeos y pequeños gemidos mientras le mira con los ojos colmados de deseo y pequeñas gotas de sudor comenzando a perlarse por toda su bonita cara, mojando su cabello y haciendo que algunos mechones comiencen a pegarse a su frente.

― Levanta. ― Ordenó, y su esposo elevó las caderas dándole espacio para bajarle los pantalones, deslizándolos por las torneadas piernas hasta sacárselos por los tobillos.

La ropa interior permaneció en su sitio, una coqueta tanga masculina que apenas le cubría el pene por delante, pero dejaba libres las nalgas por detrás. Kim jadeó inquieto cuando, al volver a sentarse en la mesa, notó la superficie y la diferencia de temperatura. Lo que no le importó por mucho tiempo, no cuando su esposo apartó la poca tela que cubría su miembro dejándolo al descubierto.

Park se relamió los labios, y mientras seducía a su esposo con la mirada, sujetó el pene por la base, soltándolo luego para ver cómo el erecto tronco rebotaba contra el vientre antes de volver a su sitio, duro y erguido, esperando por la boca de su amante.

― ¡Ngh~!

Kim gimió áspero cuando su esposo agarró sus testículos y tironeó de ellos hacia abajo, al mismo tiempo en que los labios del azabache arropaban la punta fálica quedándose exclusivamente ahí en tanto su lengua presionaba la cabeza, recorriendo la hendidura y provocándole un placer que calentó su vientre.

Los gemidos del peliteñido continuaron durante largo rato, y es que el sexo oral de Park era el mejor cuando se concentraba en ello, sobre todo si las ganas de Kim estaban por las nubes.

Después de un rato solo chupando y lamiendo la cabeza fálica, el azabache se deslizó tragándole lentamente hasta la base, ahuecando las mejillas y haciendo sitio en su garganta para tomarle por completo. Notó el espasmo de excitación de su esposo cuando sujetó su cabello con una mano y le arañó la espalda con la otra, también porque tensó los muslos y gimió como lobo en celo. Sí, Park no se decidía, su esposo se comportaba como minino para seducirle, pero como loba cuando se lo follaba.

― ¡Yoochun~! ― El peliteñido gimió, agitando suavemente la pelvis hacia arriba, como queriendo ir más dentro en la boca de su esposo.

Park soportó la repentina embestida, recibiéndole en su garganta con gusto, sufriendo una arcada y reculando pero dejándose hacer cuando las caderas de su esposo se movieron de nuevo. Después de un rato le detuvo, apretando sus caderas para indicarle que se quedara quieto, sentado en la mesa con sus piernas abiertas y la cabeza de Park enterrada en su pelvis. El falo del peliteñido fue succionado una y otra vez desde la punta hasta la base, sus testículos prisioneros de la mano del azabache, en momentos simplemente sujetados pero en otros jalados hacia abajo o amasados con maestría.

― Chun, Chun, Chun~. ― Repetía su nombre, casi como un mantra mientras se dejaba arrastrar por cada oleada de placer y latigazo de excitación.

El chapoteo húmedo de las succiones se mezcló con los gemidos de Kim y los sonidos que hacía también la nariz de Park por cada respiración necesaria mientras se llenaba la boca con el pene de su esposo. Hubo momentos en que le dejó ir, apenas tiempo suficiente para respirar mejor y admirar la erótica expresión de su esposo, luego volvía y retomaba por donde se había quedado.

Cuando Park notó que su esposo estaba cerca, soltó los testículos y en cambio bombeó el tronco, en tanto su boca se concentraba succionando la punta hasta que el semen de Kim se derramó en su lengua y garganta. Le tragó sin prisas, saboreando hasta la última gota antes de apartarse y volver la mirada hacia arriba.

Nada más verle, sintió un pinchazo de excitación sacudiendo su propio pene. Porque ahí estaba Kim, tembloroso y sudado, prácticamente desnudo, sentado con actitud relajada sobre la mesa, sus piernas colgando y el rostro de lado, su boca rosada entreabierta respirando todavía laboriosamente y la mirada aturdida, probablemente porque todavía estaba saboreando su orgasmo. Así que le dejó recuperarse, dedicándose entonces a acariciarle con calma, besarle despacio y esperar.

Hasta que fue el mismo peliteñido quien se arrodilló en la mesa, de frente a su esposo, tiró de su cinto para acercarle más y sin demasiada ceremonia se deshizo de él, desabrochó los pantalones y sacó el caliente miembro del azabache. Kim le miró juguetón, coqueto, pícaro. Acercó su nariz a la erección y aspiró su aroma mientras se acariciaba una mejilla con el tronco y los ojos entrecerrados mirando hacia arriba, a su esposo.

― Mierda. ― Park gimió ronco, hipnotizado por la forma de provocar que siempre le ponía a mil en un segundo.

― ¿Debería comerte, Chun? ― Preguntó con lujuria, relamiéndose los labios mientras sigue frotando el pene contra su mejilla.

― Joder, baby. Cómetelo ya.

Kim soltó una risita, pero luego cobijó con sus labios el pene de su esposo desde la punta hasta la base, tragándole hasta el fondo tal como él lo hiciera antes. Sin embargo, el peliteñido retrocedió casi de inmediato, liberándole y cambiando a suaves lametones a lo largo y ancho. Park gimió con cierto descontento, ansioso por joderle la boca. Kim soltó otra risita, mirándole con ojos inocentes mientras continuaba solamente lamiendo. El falo del azabache endureció hasta su límite, enrojecido y con las venas marcándose a lo largo.

Fue entonces cuando el peliteñido se lo llevó de nuevo a la boca, chupando hasta la mitad, succionando casi exclusivamente se pedazo de tronco caliente. El azabache lo dejó unos momentos, pero cuando no pudo controlarse más, sujetó la nuca de su esposo y tomó impulso para embestir. Empujó la pelvis hasta que su pene se perdió del todo en la boca de Kim, sus ojos lacrimosos y arcadas produciendo saliva, Park sin embargo, no retrocedió de inmediato, se quedó ahí, llenando la boca del menor de los dos hasta que una lágrima resbaló por los ojos de su amante.

Kim tosió, salivó hasta que escapó de las comisuras de sus labios, pero no se enfadó ni un poco, al contrario, le ponía cuando Park se ponía en plan caliente cual actor porno. Lamió sus labios mientras acariciaba la erección de su esposo y notaba la cantidad de saliva que había dejado en ella. Luego le tragó de nuevo, dejándose hacer a voluntad del azabache cuando fue embestido de nuevo, esa vez con una constancia de adentro hacia afuera como si le estuviera follando el culo.

Los gemidos del azabache comenzaron a sonar más roncos y ásperos. Se correría en cualquier momento. Pero todavía no sabía si dejarlo salir en su boca o en su cara. Al final lo hizo fuera, ensuciando las mejillas y parte del cuello del peliteñido. Pero claro, todavía no tenían suficiente.

Kim bajó de la mesa, le dio la espalda a su esposo y se dejó hacer cuando Park comenzó a acariciar sus nalgas, amasándolas y golpeándolas con sus manos hasta dejarle la piel rojiza. Dolía un poco pero no era nada insoportable, les gusta un poco salvaje pero nada que llegue al BDSM, aunque ya lo intentaron un par de veces, sobra decir.

― Vamos, Chunnie. Dámelo de nuevo. ― Dijo con tono dulce y sensual, llevando la diestra hacia atrás para tomar el liberado falo de su esposo.

― Ponme duro entonces, baby. ― Aceptando el desafío, Park lanzó el propio.

Kim sonrió lascivo, con cierta erótica malicia. Masajeó el pene de su esposo con suavidad, notándole todavía mojado y caliente, sabe que no le tomará demasiado estar listo de nuevo. Mientras tanto, ladeó el rostro y entregó sus labios a la boca de un Park que le besó con deseo, hambriento y apasionado.

Fueron entonces varios sonidos los que llenaron el comedor. El sonido mojado de sus besos, el húmedo de la mano de Kim contra el falo de Park masajeándole, los gemidos de ambos. Por momentos ahogados, en otros altos y claros.

Park separó las nalgas de Kim, escupió contra el orificio varias veces para luego empujar el dedo medio y abrirse paso en el anillo. Blando, cálido y mojado.

― Jugaste antes, baby.

― Porque te quiero ya, Chun.

― Espera, todavía voy a cerciorarme de que estás listo. ― Dijo con picardía.

Luego empujó el índice y el medio, moviéndolos dentro mientras recorre sus paredes internas y le siente temblar con excitación.

― Chun~. ― Gimoteó, bombeando un poco más fuerte el pene de su hombre, rozándolo contra la piel de sus nalgas, reacio a dejarle ir. ― Chun, déjame chuparte~.

― No, hazlo solo con tus manos, o tu cuerpo. ― Susurró en su oído, mordisqueándole la oreja con lascivia.

El peliteñido gimió agudo, arqueó la espalda y luego agitó sus caderas, buscando inconscientemente más contacto con los dedos que juguetean en su interior. Luego de un rato, tres eran los dígitos que estaban empujando dentro y fuera, manteniéndole dilatado, mojado y deseoso.

Park gimió de repente, su esposo presiona con las yemas de sus dedos la hendidura de su pene, casi como si quisiera penetrar a través de ella. Kim tenía formas peculiares de excitarle, y él debía tener alguna vena ligeramente masoquista. Lo que fuese, su pene endureció poco a poco, creciendo de nuevo contra la palma de su esposo. Y cuando gruñó contra el cuello del peliteñido con voz profunda, su esposo se alejó de los dedos intrusos, perfilando en cambio el pene del azabache contra su cavidad anal.

― ¡Ohdios~ sí! ― Kim gimoteó complacido cuando se sintió lleno.

― Joder, perfecto para mí. ― Park gimió en su oído, mordisqueando sus hombros, su cuello, embistiendo lentamente al principio.

Casi como si le estuviera dando tiempo para acostumbrarse a la invasión. Aunque no lo necesitaban. Park sujetó la cintura de su esposo por los costados para mayor firmeza, porque cuando movió sus caderas con un poco más de fuerza, temía que el menor no tuviera suficiente equilibrio para recibirle.

Cuando se acoplaron al ritmo y la cadencia, Park subió una pierna de Kim a la mesa, buscando ese ángulo que hacía que fuera más fácil tocar su próstata y enloquecerle de placer. El choque de sus cuerpos fue todavía más exquisito. Y fue solo ahí cuando Park se dio cuenta de que no le había quitado la tanga masculina a su esposo, y que el pene de éste estaba endurecido dentro de la tela, mojando la prenda con sus fluidos.

Sus gemidos continuaron haciendo eco, también el chocar de sus cuerpos. La postura era agotadora, pero excitante, aún así cambiaron de nuevo. Cuando le hubo sacado toda la ropa, le subió de nuevo a la mesa, esa vez de rodillas, enconchado sobre su propio cuerpo. el voluptuoso trasero del peliteñido fue amasado por las inquietas manos del azabache hasta saciarse, o fingir que lo hacía porque en realidad jamás podría, también le llenó de besos y lamidas, de mordiscos y hasta palmadas que hicieron eco en el repentino silencio de la casa.

Park se desnudó con prisas, arrojando la ropa al azar. Y cuando le penetró de nuevo, se maravilló con la forma en que la S Line de su esposo se movió en elipse, subiendo y bajando mientras se adaptaba a su tamaño, a su forma, a su deseo.

― ¿Cómo es que creció más, Chun~?

― Esas maravillas que provocas, baby. Así que, por qué no te haces responsable, mh. ― Park dijo con tono coqueto, palmeando el trasero de su esposo mientras se queda quieto.

Kim le conoce, sabe bien lo que su esposo le está pidiendo. Así que lo hace, irgue la espalda y son sus caderas las que se mueven adelante y atrás, autoembistiendo su apretado y blando interior, le encanta sentirse lleno hasta el fondo, y tener cierto control sobre el ritmo y la profundidad de las penetraciones. Se sostiene con una mano y usa la otra para masturbarse, aunque casi de inmediato Park le quita y susurra que se corra sin tocarse.

El peliteñido gruñe inconforme, pero todavía obedece. Sigue moviendo sus caderas un rato más, hasta que el azabache toma de nuevo el control y embiste con más rapidez y fuerza. Instantes después son penetraciones profundas pero de larga duración y plena fuerza. De un momento a otro el pene de Kim se sacude y alcanza su orgasmo sin haberlo podido controlar de ninguna manera. La mesa se llena de su esperma y Park se obliga a parar, darle tiempo para disfrutar de su éxtasis. Abandona su interior y le ayuda a tumbarse de espaldas sobre la mesa, ensuciándose con su propia semilla en el proceso.

Liberado, el cuerpo de Kim estaba aletargado, probablemente saboreando los rastros de su segundo orgasmo. El segundo pero no el último, porque está seguro de que vendrá otro, o tal vez dos más, conociendo a su esposo, no se sentirá satisfecho con un par de rondas nada más; no cuando él era el único en el limbo en ese momento.

― Sofá, al menos, Chun. ― Kim dijo, y Park sonrió mientras le ayudaba a ponerse de pie y le guiaba hasta la estancia.

Tumbó algunos cojines sobre la alfombra y ahí le acostó para luego acomodarse entre sus piernas, perfilándose y dejando únicamente la punta de su pene en el interior. La sensual boca del azabache arropó sus labios besándole con premura, su lengua moviéndose con maestría dentro de su boca, jugando con su igual, empujándole y enredándose, tironeando y volviendo a empezar. El peliteñido coló sus manos entre sus cuerpos, con una acarició su propio pecho, con la otra bajó hasta la unión de sus anatomías tocando el tronco de su esposo, acariciándole con las yemas de sus dedos. Park le acarició el vientre y fue por sus costados hasta los muslos. El pene del azabache tembló, deseoso de acción. Kim le sintió, y ayudándose de sus piernas contra el trasero de su esposo, empujó hacia él para que entrara de nuevo.

― Mierda, Junsu. ― Gimió profundo.

Y embistió con velocidad, profundo y cadencioso, el vaivén perfecto, justo y necesario. Park quiere correrse, no puede alargarlo más. Las piernas de Kim que estaba abrazando el trasero de su esposo se soltaron, extendiéndose primero hacia los lados, luego tomadas por los tobillos y llevadas a descansar sobre los hombros del azabache, finalmente descendiendo por su pecho hasta quedarse ahí, sus plantas apostadas en el pecho de Park, casi capaz de sentir sus endurecidos pezones contra la sensible piel.

Varias embestidas después Park sintió el latigazo de excitación anunciando su orgasmo, reculó casi hasta salir, dejando únicamente la punta de su pene en la palpitante entrada, donde eyaculó mientras temblaba y gemía hasta marcar las venas en su cuello. Kim sonrió complacido, masturbándose y encontrando sumamente erótica la expresión orgásmica de su esposo.

― La cama, ahora, Chun. ― Kim ordenó con tonito ladino, pestañeando lindamente mientras su esposo le acaricia el pecho, todavía dentro de él.

― Tan voluntarioso.

― Así me amas~.

― Es verdad, te amo Junsu baby.

Inclinándose, Park besó lánguido a su esposo, Kim se dejó hacer con cariño, saboreando cada beso mientras le abraza la espalda y acaricia sus hombros. Cuando el azabache abandonó su interior, el semen resbaló fuera, ensuciando sus nalgas y la alfombra. Obviamente, tampoco les importó.

Entre besos se pusieron de pie y caminaron desnudos hasta la habitación. Pasaron todo el fin de semana haciendo el amor en todas las formas que se les ocurrieron. Hasta miraron porno, “para tener ideas” según Kim, pero Park encontró el comentario casi ofensivo. ¡Cómo si él necesitara ideas cuando es el pervertido personal de su esposo!

De todas formas, el domingo por la tarde su adorable esposo soltó otra bomba.

― Yoochun ah.

― ¿Qué pasa, baby?

― Estaba viendo un programa hace unos días.

― Sí.

― Y uno de los personajes dice que el sexo en la ducha es complicado, pero que yo recuerde, nunca hemos tenido problemas al hacerlo. Ni en la ducha ni en ningún otro sitio o posición.

Park arqueó una ceja, tentado de recordarle que no todo lo que sale en la tv es verdad, pero luego recordó la de cosas en las que tiene que centrarse cuando tienen sexo en la ducha que mejor suspiró, se acercó a su novio y sonriendo con picardía le dijo.

― Junsu ah, baby. No es complicado para ti porque me dejas todo el trabajo, pero tiene montón de contras.

A Kim le palpitó la venita en la sien, sonrió con fingida inocencia y entonces añadió.

― Yoochunnie~ tú crees que te avientas todo el trabajo sucio, ¿verdad? Obviamente no tienes idea lo que implica sostener mi cuerpo y aguantar tus embestidas.

El azabache aclaró la garganta, tentado de argumentar más a su favor, mencionar cosas como, solo por mencionar algunos ejemplos, vigilar que el agua no caiga sobre ellos todo el tiempo cuando están bajo la regadera. O que se mantenga tibia cuando cogen en la tina. O que los jabones y champús no estén demasiado cerca, por aquello de las posibilidades de resbalar, la fuerza muscular que requiere maniobrar por dos cuerpos varoniles, o lo jodidamente sexy y caliente que se pone cuando los gemidos roncos y ladinos de su novio rebotan contra los azulejos haciendo un eco tremendamente erótico que le pone a mil.

Sí, mejor no mencionarlo porque, la verdad…

― Junsu ah.

― ¿Qué? ¡Oh, no! ¡No vamos a tener sexo en la ducha ahora!

Naturalmente, lo hicieron.
Y no una, sino dos veces.

El lunes por la mañana Kim no podía moverse, y no se diga sentarse apropiadamente sin sentir que todavía le palpitaba el interior como si estuviese dilatado y mojado aún. Lo que podría no ser una falsedad absoluta, teniendo en cuenta que habían follado como poseídos hasta la madrugada, hace unas cuatro o cinco horas atrás.

― Me voy a trabajar, baby. Ya me encargué de reportarte enfermo, así que quédate aquí y descansa. ― Park dijo todo sonrisas, ajustando su saco y mirándole por el reflejo del espejo de cuerpo entero.

Kim hizo adorables mohines de disgusto mientras se quedaba tumbado en la cama, con una bandeja de comida a un lado. Y otra bandeja con fruta, agua embotellada y pastillas para la inflamación en la mesita de noche.

― Eres un desalmado, Chun. Me vas a dejar así~. ― Se quejó, sacando a relucir su arsenal de pucheros.

Park caminó hasta la cama, se inclinó y beso el puchero de su esposo.

― Solo hasta mediodía, volveré de inmediato y cuidaré de ti hasta que te repongas, ¿bien?

― Vale, pero de una vez te advierto, no me pones un dedo encima hasta que este hermoso cuerpecito recobre su energía y movilidad. ― Espetó entre molesto, avergonzado y satisfecho.

Sí, es tan difícil ser esposo de Park Yoochun. Como sea, el azabache estaba seguro de que sería el propio Junsu quien le provocaría ni bien pudiera moverse un poco. Porque, ¿quién dijo que es fácil ser esposo de Kim Junsu? ¡Si es la lujuria hecha hombre!


FIN

...

...

¡Lamento la demora! 
Tendría que haber terminado esto al menos desde el sábado, pero entre que se me atraviesan otros proyectos y luego ayer retomé el trabajo a distancia, pues no me había dado el tiempo. 

Pero aquí está, y espero que lo hayan disfrutado. 

See ya! 

3 comentarios:

  1. Con los calores qué hacen y estos dos de calentones, caray. Como siempre, perfectos los dos, cada uno complaciendo y complementando lo que él otro necesita. Son la pareja perfecta.

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  2. Una semana de locos!!!! Yo según que corría para acá y vengo a disfrutar de este candente y pornoso Yoosu hasta hoy. Ay por Diooos amo las ocurrencias del delfín, pero amo más que este Chunnie mio,h del pecado, le cumple los antojos a la orden🥰🥰🥰 Gracias Felina🥰

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  3. Felinaaaaaaaa!!!! Mi vena porno y cachonda está totalmente satisfecha, es que, es que, es queeeeeee, que historia tan más caliente muchísimas gracias por compartir con nosotras tu inspiración, deseo que sigas así!! 😅 Hoy por fin pude leerlo y disfrutarlo, te mando un abrazote y una vez mas, muchas gracias 😏😏😏 corre a echarse agua**

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