miércoles, 17 de julio de 2019

GOODBYE HETEROSEXUALITY. Long-shot YooSu


Título: GOODBYE HETEROSEXUALITY
Autora: Felina
Pareja: YooSu
Género: Romance
Clasificación: NC-18

~~*~~

Kim Junsu es el segundo hijo de la familia, una de las más adineradas y reconocidas en Seúl, además. Gemelo de JunHo pero algunos minutos más joven y completamente diferentes, y un par de años mayor a la bonita Junko, nombrada así por la peculiar personalidad de su madre.

Una de las razones por las que Junsu no cambiaría a su familia por nada del mundo es porque ha sido criado con infinito amor y aceptado por quien es, incluso si confesó, de
una forma muy tierna sobra decir, ser gay a los 15.

Ha sido tan feliz que incluso considera a su madre como su mejor amiga, ella ha sido su pañuelo de lágrimas por cada vez que ha tenido el corazón roto. No que hayan sido demasiadas veces.


Hoy, está ahí, compartiendo el té con su preciosa madre mientras parlotea sobre un chico al que acaba de conocer en persona.

— Las revistas y la tv nunca le han hecho justicia, omma. ¡Yoochun hyung es mucho más guapo y sexy en persona~!  

No es necesario describir la emoción que se ha apoderado de la faz del veinteañero. Su mamá compartía sus emociones con súbita fidelidad.

Y luego, después de la larga charla vespertina, cuando el señor de la casa regresó del trabajo, le fue contado con detalle lo enamorado que su hijo se encontraba.

— ¿Y este Yoochun lo corresponde?

— Oh cariño, ¿no prestaste atención a lo que dije? Por ahora es unilateral, pero tengo un buen presentimiento.

— Entonces bien. Ah, ya lo recuerdo bien, hicimos negocios con los Park hace un tiempo.

Repentinamente una "loca" idea cruzó el pensamiento del hombre.
Y algunos días después durante una comida de negocios, proponía al mismísimo Sr. Park un matrimonio arreglado.

— Disculpe Sr. Kim, ¿dijo su hijo Junsu? ¿No será su hija Junko?

— Es correcto, Sr. Park.

— ¿Un matrimonio? ¿Entre nuestros hijos? ¿Hombres?

El Sr. Kim asintió nuevamente. Estaba seguro de que el hombre se negaría, pero estaba preparado, ya había pensado otro montón de estrategias para convencerle.

— De acuerdo.

Pero tal respuesta positiva valía oro.
¡Su hijo sería tan feliz!


Cuando Junsu escuchó a su padre darle la gran noticia, el corazón prácticamente se le escapó del cuerpo. Estaba tan emocionado, que no podría decir exactamente cómo se sentía más que, feliz. Aunque estaba seguro de que sus emociones en ese momento eran más, mucho más desbordantes.

¡Va a casarse con Park Yoochun!

— ¿Será que morí y estoy en el cielo?

— Por favor oppa, no exageres.

— ¡Es que, Junko~! ¡Me casaré con Yoochun~!

Su hermanita sonrió divertida por las reacciones de su hermano. JunHo, por otro lado, y conociéndole mucho más de lo que lo hacía la pequeña de la casa, estaba tranquilamente leyendo un libro. No es que considere poco graciosa la reacción de su gemelo, es más como que presiente que lo mejor aun está por venir.

— ¿Y cuándo van a ser presentados, oppa?

— Omma ha dicho que tendrán primero una comida con los Sres. Park, para acordar los términos del compromiso y esas cosas. — Dijo, casi encontrando fastidioso tener que esperar.

Un adorable puchero se formó en los rosados labios del muchacho. Su hermana suspiró también. Aunque no por el mismo motivo.

— Cuando esté en edad de casarme, espero que omma y appa busquen a un tipo sexy como tu futuro prometido, oppa.

— Calla, estás muy niña para pensar en esas cosas. — No. No ha sido Junsu quien hablara, sino justamente el mayor de los tres.

JunHo era mucho más sobreprotector con su pequeña hermana (aunque ya no era niña, con 19 años en su cada día más bonita figura) que con su gemelo. Honestamente, piensa que Junsu nació con tan buena estrella, que todo en su vida será de colores pastel.

Junko y Junsu se miraron un instante. Luego rieron a carcajada abierta.


El ambiente en la mansión Park era otro.
Muy diferente, sobra decir.

— ¿Que me voy a comprometer con quién? — El joven Park preguntó.

Un tic nervioso bailando en su ojo derecho. Su progenitor bebió tranquilamente de la taza de té, casi como si acabara de hablarle del clima.

— Así que, prepara tus encantos para que se enamore perdidamente de ti.

— No, espera. Estoy confundido. ¿Por qué me comprometes con un chico? ¡Un hombre, papá! — Exclamó con desesperados aspavientos.

¿Acaso su padre ha perdido los cabales?

— ¿No estamos en una época de mente abierta?

— ¡Pero soy heterosexual!

— Bueno, el chico debe ser guapo, la Sra. Kim es hermosa. ¿Sabías que ganó el concurso Miss Corea hace algunos años?

— ¡Eso no quita lo que le cuelga entre las piernas!

— Nadie te está pidiendo que lo mires.

— ¡Cómo no voy a mirarlo si quieres que me case con él! ¡Eso es! ¡No puedes casarme con un chico! ¡Qué de la descendencia!

— YooHwan puede ocuparse.

— ¡Papá!

— Si continúas levantándome la voz voy a cancelar todas tus tarjetas.

El primogénito selló de inmediato los labios.

— Mañana tú madre y yo comeremos con los Kim. Después de ello te diremos cuándo has de conocer a tu futuro prometido. Ve pensando en una forma romántica de proponérselo.

El joven casi treintañero estaba que echaba humo por las orejas del descontento que le hervía en la sangre.

Dio media vuelta y salió de la casa, subió a su auto y condujo sin rumbo fijo. Todo en cuanto podía pensar en ese momento es que su vida era miserable. Y que era un auténtico desperdicio de genes cuando sus “soldaditos” no podrían hacer más nada que morir sin dejar legado.


La comida entre las dos familias ha sido todo un éxito. De pronto el Sr. Kim y el Sr. Park se han entendido de maravilla en cuanto a negocios y otros temas de gusto personal. Y qué decir de las damas, han encajado que ni mandado a hacer. Ya hasta hablaban como si fueran amigas de toda la vida, con absoluta soltura.

Así, el destino de Park Yoochun estaba en manos de Kim Junsu. Cuando le han dicho que les reservaron una mesa en el restaurante en boga, sus padres le recordaron asegurarse de quedar bien, y enamorar al jovencito de la familia Kim.

— ¿Compraste anillos ya?

— ¿No puedo al menos conocerlo primero? No sé, salir un par de veces y luego comprometernos.

— ¿Para qué esperas, cariño? De todas formas ya está decidido, van a casarse.

El joven Park sintió que le ensombrecía el rostro. Incluso su madre estaba tan entusiasmada de casar a su primogénito con otro chico. ¡En qué mundo está viviendo!

— ¿No es demasiado tarde para pensar en que es un ridículo sueño? — Murmuró. Con aire derrotado, sobra decir.

Con todo y el pesar que le acongojaba el pecho por tener que casarse con un hombre, Park se ha esmerado en su presentación. Lucía guapo, sexy, todo un caballero. Llegó puntual a la cita, y se dio el lujo de ser quien llegara primero, por lo que quedaría aún mejor. Cinco minutos después, mientras tenía la mirada perdida en la copa de vino con que jugaba, escuchó la voz del mesero indicar al cliente su sitio.

— B-buenas noches, Yoochun hyung.

El suave murmullo le obligó a levantar la mirada. ¿Tal voz angelical pertenecía a un chico?

Cuando finalmente lo vio, tragó hondo y sintió, cual cómica historieta, su mente colapsar por un feroz trueno, rompiendo la realidad y echando abajo todo su sistema de creencias.

Oh mierda, siento que acabo de perder mi heterosexualidad. — Pensó, pasando saliva otra vez, mirándole de arriba abajo con poca, muy poca discreción. Lo comprendió cuando el jovencito de cabellos rubios se apresuró en sentarse con las mejillas coloradas. — Disculpa, es solo que, eres realmente caliente.

Tarde se arrepintió de decir su última palabra. Kim era un adorable tomatito evitando su mirada.

Mierda, mierda, mierda. Mi heterosexualidad está escapando entre mis dedos. Es tan lindo y sexy, ¡joder! ¡Me caso con todo gusto!

— ¿Desean ordenar, señores?

Park fulminó con la mirada al mesero. ¡Le interrumpe en un momento crucial de su existencia!

— S-sí. — Kim, por otro lado, estaba agradecido. Tomó la carta de menú y escondió el rostro detrás de este.

Park encontró aquello todavía más adorable.

— ¿Puede volver en cinco minutos, por favor?

Cuando el mesero se marchó, Park aprovechó para aclarar la garganta y finalmente actuar como es debido.

— Perdona, he sido grosero. Permíteme presentarme. — Dijo, y fue cuando los ojos de su acompañante se encontraron con los suyos que él sintió otra pizca de su heterosexualidad marcharse. — Soy Park Yoochun, es un gusto conocerte.

— Junsu, Kim. Mh, yo, es un gusto conocerte en persona, aunque te he mirado un montón en revistas y entrevistas de la tv. ¡No es que sea un acosador o algo!

Park se rio alegremente.

— No estoy ofendido, al contrario, me siento en desventaja. Tú ya sabes cosas de mí, Junsu ah, mientras que yo no sé nada de ti.

— T-tengo 21. Y, cumplo años en diciembre, tengo un hermano gemelo, pero no nos parecemos en nada. También tenga una hermana de 19, ella es preciosa.

— Si se parece a ti, no lo dudo.

Las mejillas de Kim se encendieron otra vez.
Aunque luego se puso nervioso.
Él sabe, por lo que ha leído y visto, que Park Yoochun es heterosexual. De pies a cabeza.
Si conocía a su hermana, ¿se enamoraría de ella?

— Pero, es contigo con quien quiero comprometerme, Junsu. Así que incluso si es la chica más bonita de todo corea, creo que estoy bien contigo.

El corazón de Kim aceleró y una sonrisa cristalina se dibujó naturalmente en sus labios.
Park sintió un latido, y al tragar nuevamente hondo, se dio cuenta de que estaba deseando probar esos carnosos pliegues rosados.

Ah mierda, ¿en verdad me estoy volviendo gay por este chico? Es lindísimo, y tiene figura escultural, pero ¡no deja de ser hombre! ¿Seguiré sintiéndome inquieto si lo veo desnudo? ¿Se me parará? ¿Sería capaz de tener sexo gay? Un momento, tendré que investigar todo sobre sexo gay, ¿cierto? Eso es sexo anal, ¿verdad? O mierda, mierda, en serio estoy preocupado por todo eso, ni siquiera he intentado algo como ese con una chica.

— Yoochun hyung, si me miras así me avergüenzo. — El muchachito dijo, aunque por el tono de su voz no solo era vergüenza lo que podía experimentar, había un dejo de incomodidad y algo más en ella, pero Park no sabría decir qué.

— Ah, disculpa.

¿Cómo mierda lo estaba mirando?
¿Será posible que se haya dado cuenta de lo que estaba pensando?

De todas formas, la cena transcurrió entre sonrisas nerviosas y miradas traviesas. Las primeras de Junsu, las segundas de Yoochun, obviamente; aunque de tanto en tanto todavía terminaba preocupado por el sexo gay, hubo momentos en que pensó que si omitía la intimidad, casarse con este hermoso chico no estaba nada mal. Terminando la cena, Park se ofreció a llevarle a casa, aunque era temprano y estaba tentado de invitarle a algún otro sitio.

Más privado y menos iluminado.
¡Fuera pensamientos impuros! Park se repetía una y otra vez. Porque, de todas formas, quién lo entendía, ¿le interesaba o no el sexo gay? ¿Se excitaba o no? ¿Estaba experimentando solo curiosidad?

— ¿Te gustaría tener una verdadera cita la próxima, Junsu? — Ofreció, casi como si de esa forma parase él su propio tren de pensamientos, que estaba a punto de colapsar y probablemente cometer alguna estupidez.

Y de alguna forma, no quería eso.

— ¿De verdad?

— Bueno, ¿no es lo que deberíamos hacer antes de buscar anillos de compromiso? Después de todo, es lo acordado por nuestras familias, ¿no es así? Pero, todavía me gustaría conocerte un poco más antes de eso, ¿te gustaría?

— S-sí. Suena bien para mí, Yoochun hyung.

— Muy bien, Préstame tu teléfono.

Kim le entregó su móvil sin preguntar nada. Era obvio, Park grabó su número de contacto en él.

— Te llamaré luego.

Al despedirse, Park se acercó con toda la confianza del mundo y dejó un casto y efímero beso en los labios de Kim. Dio media vuelta con una boba sonrisa en el rostro. Mientras el rubio se tocaba los labios y chillaba internamente de emoción.

— Mi, primer beso.

Cuando Yoochun subió de nuevo a su auto, volvió la mirada para encontrarse con Junsu sonriendo dulcemente en la puerta de su casa, agitando la mano para despedirle. Park sonrió aún más amplio también, devolvió el gesto y finalmente se marchó, con una extraña sensación grabándose en su espalda. Así como cuando es observado minuciosamente.

Junsu entró a casa todavía flotando en una nube por el efímero beso.
Y allí, apareciendo silenciosamente, su hermana le hizo pegar un delfinezco gritito de sorpresa.

— Junsu oppa, ¿quieres que te muestre algo?

Junko le miraba con esos ojos que él bien conoce. Luego reparó en la cámara profesional en manos de su hermana, y recordó que tiene peculiares dotes de paparazzi. La jovencita finalmente reveló ante los ojos de su hermano la imagen.

Una foto del momento exacto en que Yoochun le besó.
El sonrojo explotó en sus mejillas otra vez.

— ¿Debería imprimirla para ti, Junsu oppa?

— Por favor, hermanita~.

...

Los Sres. Park estaban ansiosos por la llegada de su hijo, cuando el primogénito entró a la casa, ellos tenían expresión graciosamente expectante. El joven se permitió una risa mientras tomaba sitio junto a ellos en la estancia.

— Y bien ¿qué te pareció?

Preguntó su madre. Cuya mirada de pronto brillaba con entusiasmo, casi como si supiera cuál sería la respuesta.

— Creo que puedo seguir adelante con este matrimonio. — Dijo. Sí, un poco altanero incluso.

La Sra. Park sonrió con aire victorioso, y extendió la mano hacia su esposo. El hombre entregó una hoja en la delicada mano.

— ¿Qué es eso? — El muchacho elevó una ceja.

— No te preocupes, cariño, es solo la promesa escrita de tu padre de dejarme el control en la intimid...

— ¡Oh mierda, no quiero saber!

Escandalizado, el muchacho escapó a su habitación. Aunque pensándolo bien, la vena pervertida probablemente le venía de ambos. Si hasta tiene uno o dos recuerdos traumantes al respecto.

— No quiero acordarme. Mejor pienso en cuál sería el lugar adecuado para la cita ideal con Junsu.


Park estaba listo, lo ha planeado todo minuciosamente. Quiere que salga perfecto. Y no, no le pregunten por qué el entusiasmo, se ha convencido en los últimos días que no se trata de amor, es simplemente que, ya que su familia lo ha decidido, él debe hacer quedar bien el apellido. Y cortejar a Kim Junsu como el caballero que es.

¡Eso, y nada más que eso!
¡No se hagan ideas erróneas!
¡Que él todavía es heterosexual!
¿Cierto?
¿C I E R T O?

— Por qué sigo preocupado entonces. — Park suspiró, intentando en vano alejar aquellos pensamientos de su cabeza.

Al final ha reservado en el mejor restaurante de la ciudad, con vista panorámica y música en vivo. Después de eso darán un paseo por el Río Han, mirarán las estrellas y, cuando un adorable sonrojo adorne la bonita cara de Junsu, le dará el más romántico de los besos. Por supuesto, hay otros detalles a considerar, como el ramo de rosas que compró de camino y descansa en el asiento del copiloto en tanto conduce a casa de su casi prometido, también los chocolates importados y el peluche que se encuentran en el asiento trasero, para evitar que puedan estropear las rosas.

Se ha vestido con un traje nuevo, mandado a hacer en esos días, calzado pulcro y hasta corte de cabello a la moda. ¡Todo un caballero!

Aparcó fuera de la mansión Kim, llamó a su casi prometido y le avisó que se encontraba ahí ya. Cuando Junsu salió, extraordinariamente guapo con aquel atuendo blanco, Yoochun pensó en besarle de nuevo, pero se contuvo.

— Llegas súper puntual, Yoochun hyung.

— ¿Qué clase de cita sería si llego tarde, Junsu ah? Oh, para ti. — Dijo, aclarando la garganta mientras extiende el peluche y los chocolates.

— ¡Que bonito! Me encanta, Yoochun hyung. — Sonriente, el rubio abrazó el peluche con aniñado resplandor. — Entonces espera, deja guardarlo apropiadamente antes de marcharnos.

— Junsu ah, ya que entrarás a tu casa, ¿qué tal si llevas esto también? — Con aire galante, Park extendió el ramo de rosas. Y un sonrojo se esparció por las claras mejillas del rubio.

— Tú, realmente te has tomado todas estas molestias por mí.   Murmuró, honestamente sorprendido y con el corazón desbocado. Se sentía como que realmente podía gustarle a Yoochun. — Ya vuelvo, no me tardo.

El “no me tardo” de Kim de todas formas se extendió algunos minutos. Todo porque, involuntariamente, se tomó su tiempo eligiendo el florero adecuado para colocar el ramo de rosas en su habitación, luego no se decidía sobre dónde dejar al peluche, la cómoda, la mesa de trabajo, la mesita de noche, el sofá junto al balcón, la cama. Para cuando Kim finalmente volvió, Park le esperaba recargado en su automóvil.

— Perdón, tardé demasiado, ¿verdad?

— No ha sido tanto, ¿nos vamos?

— Sí. — Murmuró avergonzado.

Quizá mejor dicho emocionado. Está de cita con el chico que tanto le gusta.

Minutos después la joven pareja comenzaba oficialmente su cita.
Deliciosa cena, romántico paseo por el río Han, e incluso han parado en el cine para ver una película romántica.
Según Park, a estas alturas Kim debería estar encantado con el trato, pero algo en el rostro del rubio no le parecía encajar.

— Por casualidad, ¿te aburriste? — Park preguntó, honestamente desconfiando de su caballerosidad y galantería.

Kim sonrió con un poco de incomodidad. Lo ha pasado de maravilla, pero incluso si es gay.

— No soy una chica, Yoochun hyung. Así que todo lo que hemos hecho ha sido un poco, incómodo para mí.

Park se pateó mentalmente, ¡tendría que haber pensado más en su compañero y menos en su propio ego!

— Ah, perdón.

— No necesitas disculparte, lo entiendo porque… bueno, soy consciente de que te gustan las chicas y solo has salido con mujeres. Pero, lo he pasado bien, no me aburrí para nada.

— Pero todavía no fue un recuerdo genial, ¿cierto? Entonces, hagamos esto, planeemos una próxima cita entre los dos, ¿qué te parece? — Dijo, y ni bien terminó de hablar, la faz del rubio se iluminó.

Y a él se le escapó una sonrisa. No, no es una chica, pero es condenadamente adorable y lindo.

— ¡Me encanta! ¿Te gustan los deportes?

— Seguro. — Respondió de inmediato.

— Entonces, qué tal si vamos al club de soccer al que voy por pasatiempo.

Ah, Park casi se arrepintió. Un poquito nomás. Le gustan los deportes, para mirarlos en tv más que para practicarlos. Pero visto el entusiasmo que se dibujó en el rostro de su casi prometido, estaba más que dispuesto a sacrificarse.

— Hecho. Entonces, hagamos eso, Junsu ah.

— Sí. Yo, entraré ahora.

Kim dijo, pero no parecía para nada listo para entrar a su casa. Es más, parecía que con esos ojitos amielados le estaba pidiendo algo. Algo como eso que también Park ha estado pensando hacer.

Besarle.
Algo más largo esta vez.
Y más dulce, pero también un poquito apasionado.
Aquel beso ha sido el segundo para Junsu, pero el primero con la sensación de una lengua ajena explorando en su interior.

Más que sonrojarse lindamente, se ha convertido en un precioso farolillo a medianoche. Park mordió su labio inferior y dio un paso atrás, si no se alejaba le besaría nuevamente. Y no era sano para su cuerpo, que amenazaba con entrar en calores inapropiados.

— Envíame la información por texto, ¿bien? Buenas noches, Junsu ah.

— Sí, buenas noches, Yoochun hyung.

— Ah, Junsu ah.

— ¿Sí?

— Sobre todo lo de esta noche; el peluche, los chocolates, las rosas, ¿eso también ha sido incómodo para ti?

El rubio sonrió cálido.

— Esos detalles han estado geniales. Los aprecio mucho, Yoochun hyung.

— Bien, entonces ahora sí, entra y descansa, Junsu ah.

— Sí~.

Cuando Kim entró a su casa, flotaba otra vez en una nube.
Su hermana Junko sonrió, ha tomado muy buenas fotos esa noche también.
La colección de su hermano Junsu estaba aumentando.


Algunos días después, Park ha acompañado a Junsu como han prometido. Pero en cuanto le vio con aquellos shorts y la casaca más bien entallada al delgado torso, Park sintió, por primera vez con absoluta honestidad, un pinchazo en la entrepierna.

— ¿Qué demonios haces, hyung? — YooHwan, hermano menor de Yoochun, le preguntó cuando le vio agacharse como si estuviera recogiendo algo.

— Levantando mi heterosexualidad. — Yoochun dijo.

Y su hermano le pateó el trasero mandándole de bruces al piso. En la cancha, Junsu sonreía ampliamente mientras llamaba a su casi prometido con la mano invitándole a entrar. El mayor Park se sacudió el pants, y antes de entrar en la cancha, comprobó que su amiguito al sur del ombligo no hubiese despertado.

— Cálmate Yoochun, no puedes tener una erección por Junsu así nada más. — Susurraba para sí. Demasiado alto para gusto de su hermano, quien terminó maldiciéndole entre dientes.

— Este hyung idiota.

— Está enamorado. — Dijo una femenina voz a su lado.

El menor Park de todas formas pegó un salto de impresión. La jovencita sentada a su lado llevaba una gorra con estampado militar, lentes oscuros y una impresionante cámara profesional.

— ¿Eres reportera o algo así? — Preguntó, elevando graciosamente una ceja.

— Soy Kim Junko, hermana de Junsu. El futuro prometido y esposo de tu hermano.

— Oh. — Atinó a decir. Demasiado ocupado en ver cómo la muchacha lucía como toda una experta usando la cámara.

— ¿Debería presentarte a JunHo oppa? — Le dijo, casi como si estuviera hablando de cualquier tema.

— ¿Qué? ¿Quién?

— Mi hermano mayor, gemelo de Junsu. Aunque no se parecen en nada. De todas formas, pienso que los Kim con los Park quedamos muy bien. Y JunHo oppa es bisexual.

Al menor Park le saltó una venita en la sien. Como que iba captando por dónde iba la insinuación de la muchacha.

— Gracias, pero por ahora me encuentro muy bien como estoy.

— Bueno, no dudes en decirme si cambias de parecer.

— Yo no creo que…

El menor Park no terminó de hablar, un segundo después otro atractivo chico se sentaba junto a ellos.

— JunHo oppa, ¿me compraste helado?

— Sí, sí. Cielos Junko, deja de tomar tantas fotografías, ¿o es que realmente aplicarás para periodismo?

— Estoy considerándolo, oppa.

— Bueno. — El gemelo Kim finalmente reparó en la mirada del menor Park. — Disculpa, ¿tú eres?

— Park YooHwan.

— Oh, hermano de Yoochun.

— Sí.

— Se parecen.

— No lo dicen a menudo. En cambio, no te pareces mucho a tu hermano, ¿en verdad son gemelos?

JunHo sonrió, asintiendo por toda respuesta.
El corazón del menor Park dio un vuelco.

Cálmate corazón, no estamos aquí para convertirnos en gay. Que Yoochun hyung vaya a casarse con otro hombre no significa que sigas sus pasos.  

En la cancha, una jugada poco exitosa ha dejado a Junsu sobre el pasto, con una ligera raspadura en la rodilla. Yoochun se ha apresurado a su lado.

— ¿Estás bien?

— Claro que sí. Esto no es nada, además es común en el juego, Yoochun hyung. Así que no te preocupes por mí.

— ¿A quién le pides que no se preocupe? Eres mi prometido después de todo, Junsu.

Grillitos.
El aire soplando.
Una bola de paja rodando.

Los que estaban cerca se han quedado mudos por la impresión de la repentina confesión de Park. A Kim le ha explotado un sonrojo en las mejillas, extendiéndose hasta sus orejas. Sobre todo porque Park le ha cargado estilo princesa y sacado de la cancha sin esperar más. Tenía que limpiar la herida (aunque no era para tanto), ponerle una vendita y llevarle a casa.

— Yoochun hyung.

— ¿Qué? ¿Duele? — Preguntó, mientras soplaba la raspadura que ha limpiado con un desinfectante.

— No es eso, es que… antes has dicho, que soy tu prometido. — Murmuró. Tan, pero tan lindo, que Park no se contuvo esa vez, besándole fugazmente.

— ¿No quieres ser mi prometido?

— ¡Si quiero! Es decir, quiero, pero… eres heterosexual, así que…

— Me estoy despidiendo.

— ¿Eh?

— De mi heterosexualidad, por supuesto.


Desde que Park prácticamente se confesara de esa forma tan galante, (graciosa para el resto de las personas con sentido común, según el menor Park) Kim ha estado viviendo en un mundo color de rosa. Todo y que apenas han pasado un par de días, cuando está en casa sonríe todo el tiempo, y la pasa pegado al móvil, intercambiando mensajes de texto y de voz, fotografías y alguna que otra llamada que pretende ser un simple saludo pero siempre se extiende al menos 10 minutos.

— Veo que estás feliz, Junsu cariño.

— ¡Omma~! ¡Estoy perdidamente enamorado de Yoochun~! ¡Y creo que realmente él me corresponde~! — Chilló, todo emocionado y radiante.

Su progenitora sonrió de vuelta, escuchando entonces la interminable lista de razones por las que su hijo estaba más enamorado que nunca del hombre a quien había estado admirando únicamente como cualquier adolescente a su idol. Claro que, Junsu ya no es ningún adolescente, ni Yoochun un simple idol. Ellos están próximos a comprometerse.


Como era de esperarse, las frecuentes citas entre el primogénito Park y el segundo hijo Kim, terminó siendo noticia en diversos medios de comunicación. El tabloide de esa mañana los tenía como nota principal y una colorida fotografía del momento en que Park cargó a Kim estilo princesa en un club de fútbol soccer amateur. En una revista había fotos de ellos cenando en un conocido restaurante de la zona más prestigiada de la ciudad, y las noticias en la tv comenzaban a mencionar la particular serenidad con que el empresario Park estaba tomando la supuesta homosexualidad de su primogénito, señalado entonces como anterior casanova.

— Bueno, no es como si no lo hubiéramos esperado, ¿verdad, amor?

La Sra. Park dijo, dejando a un lado su celular, enlaces para ver noticias en línea llegaban a través de sus “amistades”.

— ¿Dónde está Yoochun? — El hombre preguntó, con tono severo sobra decir.

— Salió temprano, tenía un asunto que atender antes de llegar a la oficina. — La mujer miró inquisitivamente a su esposo. Algo le molestaba, obviamente. — Chul-Moo, ¿por qué de pronto luces preocupado y molesto? Fuiste tú quien aceptó comprometerle con el joven Kim.

— Yo, no pensé que lo llevaría tan lejos.

— ¿A qué te refieres con “lejos”?

— Yoochun se está enamorando de verdad. No tenía idea de que nuestro hijo era gay. Siempre salió con mujeres, algunas inadecuadas.

— No creo que el se “esté” enamorando, Yoochun ya lo está. Pero Chul-Moo, se escucha como si tú fueras quien no estaba tomando en serio este compromiso. ¿Es eso?

El hombre suspiró. Se talló las sienes y el puente de su nariz. Tiene dolor de cabeza. Si su hijo se enamora de verdad, ¿no habrá un divorcio en el futuro? ¿Él realmente no verá nietos nacer de su primogénito?

— Estoy decepcionada de ti, Chul-Moo. Este actuar tuyo no se parece en nada a lo que haría el hombre de quien me enamoré hace ya treinta años. — La mujer dijo, levantándose de su sitio en el comedor, dando media vuelta y saliendo de casa anticipadamente.

El Sr. Park se quedó en el comedor, pensando en todo lo que ha pasado en las últimas semanas. Desde luego, fue imprudente tomar precipitadamente una decisión cuando el Sr. Kim le hizo aquella propuesta. Honestamente en aquel momento tuvo el pensamiento de persuadirle y cambiar a la hija por el hijo. Un matrimonio “normal” era mejor por donde quiera que se mirase. Pero la convicción en los ojos del otro hombre de negocios había sido tal que él comprendió de inmediato que no existiría negociación alguna. Era una respuesta positiva o negativa. Nada más.

En aquellos breves instantes su pensamiento había sido arbitrario y egoísta, veloz también. Un matrimonio con la adinerada familia Kim no era para despreciarse, hacer un buen contrato del mismo y luego un inevitable divorcio. Su primogénito entonces simplemente habría tenido que seguir adelante con su vida “normal”.

— Qué desalmado de mi parte. Sin embargo, esto es ahora real. Debo asumir las consecuencias de mis actos como el hombre que soy.


El joven Park ha salido de aquella afamada joyería con el único presente que necesita. Se ha disfrazado lo mejor posible, pero está seguro de que todavía puede ser pillado por algún paparazzi.

— Lo que en realidad delata a Yoochun oppa es la actitud.

— ¡Qué demonios! — Exaltado, Park miró a un costado, encontrando una linda jovencita mirándole fijamente. Él aclaró nerviosamente la garganta. — Eres la hermana de Junsu, ¿verdad?

— Oh, me reconociste a pesar de que no hemos sido debidamente presentados.

— Bueno, tienes cierto parecido con él. De todas formas, ¿qué haces aquí?

— Casualmente había pasado a recoger un pedido a la misma joyería. Has comprado anillos de compromiso, Junsu oppa va a ser muy feliz.

— Sí, bueno; es secreto, ¿entiendes?

— Desde luego. Ah, y como decía, si lo que quieres es escapar de los reporteros y paparazzi, necesitas cambiar tu actitud. Te haces solo del delito. Usa ropa menos llamativa, evita el cubrebocas, anteojos oscuros y gorra al mismo tiempo, llama poderosamente la atención. Y en la joyería parecías un ladrón.

A Park le palpitaron algunas venitas en la sien. Esta chica era en extremo honesta.

Su bonita apariencia es equivalente, creo. — Pensó. No muy seguro de porqué seguían caminando juntos. — Esto, ¿me estás escoltando?

— Para nada, voy al estacionamiento también. ¿Acaso eres el único con auto? — Junko dijo, con un gracioso mohín de travesura.

Park se golpeó mentalmente. Se estaba poniendo un poquito paranoico.

— Por cierto, ¿me pasas el número de contacto de tu hermano?

La jovencita Kim dijo, extendiendo de antemano su móvil. Park lo ha tomado prácticamente en automático, ingresando el número de su hermano menor por puro reflejo.

— Seguro, ¿qué relación tienes con YooHwan? No sabía que ustedes se conocen. — Había dicho mientras le pasaba el número.

La muchacha sonrió feliz al haber cumplido tan fácilmente su meta.
El primer pensamiento de Park fue que probablemente a ella le gustaba él.
La idea era agradable.

— Nos conocimos por casualidad cuando fuiste al club de soccer hace una semana. Pero él se negó tan rotundamente a darme su número.

— Oh, ¿lo hizo? Tal vez estaba tímido.

— Sí, probablemente. Bueno, Yoochun oppa, gracias por el apoyo. ¡Haz una propuesta digna de película! ¡Fighting! — Junko dijo, con renovado entusiasmo.

Y de pronto Park pensó que si Junsu fuera chica, se parecería bastante más a su hermana. Linda, directa, honesta.

— ¿Bonita? ¿Linda? No, creo que hermosa sería más adecuado. Pero incluso si es un chico, hermoso todavía le queda bien. Me pregunto si encontrará desagradable que se lo diga, al principio nuestra cita inicial fue un fiasco porque sintió que lo traté como a una chica, así que pienso mucho en los halagos que le diré para evitar que se siente de esa manera otra vez. Ah, es complicado salir con un chico gay. Mh, espera, ¿realmente debo considerarme de la misma manera si solo me gusta él?


El menor Park miró con desconfianza el mensaje de texto que acababa de llegar en su teléfono. Desconocía el número, obviamente. Pero todavía le estaban citando en un lugar para esa misma noche.

— ¿Se habrán equivocado de número?

Se preguntó. Y al segundo otra serie de mensajes llegaron. Esa vez se trataba de imágenes. Para ser precisos, fotografías de un muy concentrado (y guapo, sugirió su inconsciente) JunHo en lo que parecía ser un aula de universidad.

— ¡Hyung! ¡Por qué demonios le diste mi número a esa loca!

— ¿Qué haces en la oficina, YooHwan? Si nuestros padres se enteran que te andas saltando las clases te mandarán de nuevo a esa escuela de tutoría que tanto detestaste.

— ¡No me cambies el tema! ¡Estoy seguro de que fuiste tú!

— Vale, cálmate. No sé de qué loca me estás hablando. No le he dado tu número a nadie así.

— ¿Estás seguro de que no se lo diste a la hermana de tu adorado Junsu?

— ¡Oh! ¡Yah! ¡Cómo te atreves a llamar loca a tu cuñada!

— ¡Porque lo está! ¡Quiere emparejarme con su hermano!

— ¿Con mi Junsu? ¡Imposible!

— El otro hermano, idiota. El gemelo, JunHo.

— Ah. Bueno, tienes mi apoyo total, YooHwan.

— ¡Quién necesita apoyo! ¡A mí no me gusta él! ¡No me gustan los hombres! Es más, todavía no entiendo cómo pudiste enamorarte tan fácilmente de uno. ¡Aunque sea tan bonito!

Park achicó la mirada con aire receloso.

— No tienes permitido encontrar a mi Junsu bonito.

— ¡No puedo hablar decentemente contigo desde que perdiste tu heterosexualidad, hyung!

— Pues no me arrepiento de nada. — Dijo, inflando pecho con orgullo.

El menor Park exclamó desesperado.


Esa noche ambas familias se han reunido en lo que se considera la cena de anuncio de compromiso oficial. Aunque solo se encuentran los padres de cada uno junto a ellos. Los Park han llevado presentes para los Kim, particularmente para el muchacho. Mientras que los Kim no han podido quedarse atrás y han hecho lo propio, aunque con menos austeridad. Era el momento para permitir que los Park se lucieran.

Junsu estaba emocionado, su rostro reflejaba su felicidad y expectativa. Se ha esmerado en su vestimenta, y hasta en su peinado, los accesorios y la colonia a usar. Estaba tan guapo que Yoochun quería comérselo a besos, pero ni siquiera ha podido hacer más que besar el dorso de su mano cuando ha llegado junto a sus suegros.

Por supuesto, Yoochun tenía el corazón desbocado por la apariencia de su casi prometido también. Estaba demasiado guapo para ser legal. ¡E iba en contra de su salud! El corazón no parecía cooperar con calmarse ni un poquito.

— Quiero disculparme en nombre de mi hijo. — Dijo de pronto el Sr. Park.

Con una seriedad que hizo a todos contener la respiración unos instantes. Su propio hijo volteó a mirarle, preguntándose por qué de pronto se disculpaba. Él no recordaba haber hecho algo malo. ¿Era acaso por las noticias? Las acciones de la compañía sin embargo no han sido afectadas, y la atención sobre la familia no es más negativa que positiva. Entonces, qué estaba pensando su padre ahora.

No se arrepintió del matrimonio convenido, ¿verdad? — El azabache se preguntó, tragando hondo en expectación.

— Acabo de darme cuenta de que estamos en una cena para hacer oficial el compromiso, pero mi tonto hijo no ha pedido salir formalmente al joven Kim, ¿no es así? Pueden ser meras formalidades, pero pienso que es justo y necesario considerarse novios antes que prometidos. Sin embargo, espero que no encuentren inconveniente que a partir de hoy sean ambos a la vez.

Todos en la mesa respiraron aliviados al escucharle.
Sobre todo los más jóvenes.
Junsu incluso se sonrojó hasta las orejas.
Lo ha estado pensando, pero escucharlo de labios de su suegro, lo hacía todo más real y bonito.

Novio.
Prometido.

— Mi padre tiene razón, extiendo mis disculpas también. Pero, Sr. Kim, Sra. Kim; si ustedes me lo conceden y Junsu me acepta, quiero salir con él.

Park finalmente se levantó de su sitio, caminó a lado del asiento del rubio e inclinándose sobre su rodilla, sujetó una caja negra en la palma de su mano. El anillo que se expuso ante los ojos del joven Kim era sencillo, pero para él valdría más que todo el oro del mundo a partir de ese momento.

— Junsu ah, ¿quieres ser mi novio y prometido? Tal vez no lo he dicho hasta ahora, pero realmente me gustas mucho. No, más que eso, estoy enamorado de ti, ¿quieres aceptarme y casarte conmigo?

— ¡Sí~! — Abnegado en lágrimas por la felicidad, el rubio se lanzó a brazos del azabache, gimoteando y riendo a partes iguales.

— No llores, bobo. — Park le limpió las lágrimas con los pulgares. Luego tomó el anillo y lo deslizó en el dedo correcto de la mano de Kim, besándole dulcemente el dorso otra vez.

— Gracias, Yoochun ah.

Park encontró demasiado adorable ese momento.
No solo por la enamorada expresión de Kim, sino porque era la primera vez que le hablaba por su nombre, sin honorífico alguno.
Su corazón estaba desbordándose de sentimientos que experimentaba por primera vez en su vida.

Perdidos en la mirada del otro, se dejaron llevar por sus emociones y fusionaron sus labios. Un beso lento, pero húmedo y profundo. Las mujeres comenzaron a llorar de felicidad, el Sr. Kim aplaudió emocionado y hasta tomó algunas fotos (que no serían ni un poquito tan buenas como las que tomaba su hija). En tanto, el Sr. Park sentía que perdía algo. En el fondo, su corazón no estaba preparado para un matrimonio de esta naturaleza.

— Míralos, podían no haberse confesado hasta ahora, pero es obvio que ya se comportaban como pareja. — La Sra. Kim dijo, susurrando en secreto a su consuegra, que estaba tan complacida como ella.

— Lo hacían, lo hacían. Tengo que agradecerle más adelante a Junsu también. Desde que Yoochun lo conoció, cambió drásticamente. Creo que despedirse de su heterosexualidad es lo mejor que le pudo pasar.

Las risas de las mujeres estallaron repentinamente. Y fue aquel súbito sonido el que trajo de vuelta a la realidad a la pareja recién comprometida. Avergonzados, ambos se apresuraron a sus respectivos asientos, disculpándose con los padres del otro, pero enlazando sus manos por encima de la mesa mientras comparten la mirada.

De esa manera, las noticias en los diversos medios de comunicación ya no fueron solo rumores, sino un anuncio oficial de parte de ambas familias en el que aceptaban la relación de Junsu y Yoochun, y daban a conocer su futura boda.


Una vez arribaron a casa, el rubio fue y presumió su anillo de compromiso a su hermana. Junko era tan feliz como su hermano, pero una vez le contó con detalle lo sucedido, ella se encontró a sí misma un poco decepcionada. La jovencita estaba molesta, frustrada más bien.

— Junko~ por qué estás haciéndole este drama a papá, ¿mh?

— Appa, ¡ustedes no debieron estar ahí~! ¡La propuesta de matrimonio tendría que haber sido más íntima! ¡Más romántica~! — Gimoteó, haciendo pataleta.

— Ni siquiera tu hermano se ha quejado de ello. Junsu está muy feliz, así que deja de hacer drama, ¿sí~?

— ¡Junsu oppa~! — Ignorando de momento los intentos de su progenitor por consolarle, la muchacha fue entonces junto a su hermano, que estaba cómodamente instalado en su burbuja mientras se mensajeaba con su prometido. — Dile a Yoochun oppa que lo haga de nuevo, mh.

— Vamos Junko, ha sido perfecto de esta manera. Y por qué voy a decirle a Yoochun ah que se me proponga de nuevo solo porque no fue como esperabas, ¿eh?

— Pero~…

— Ya, ya. Cuando sea tu momento me aseguraré de que tu novio te haga una pedida súper linda, romántica y tierna, ¿sí? Ahora deja que oppa hable con su prometido. — Sonriente, el rubio subió las escaleras, se perdió en su habitación y dejó a la familia en la sala.

Junko parpadeaba confundida. Procesando todo mejor dicho. Luego se le escapó una sonrisa, su hermano está feliz y es obvio, así que dejaría pasar los hechos anteriores acerca del compromiso. El Sr. Kim suspiró aliviado, no había humor para enfrentar ahora un berrinche de parte de su hija, había boda en puerta que organizar, aunque sabe de antemano que seguramente lo único que le pedirán es que firme aquí o allá permisos y contratos para cada detalle. La Sra. Kim ha comenzado a revisar sitios donde mandar hacer el traje de novio de su hijo, entre otras cosas. Incluyendo una reunión con la Sra. Park y los chicos para apoyarles en lo que sea necesario, está segura de que Junsu y Yoochun querrán planear la boda a su manera.

JunHo, que no ha llegado sino hasta el día siguiente pues estuvo fuera con unos compañeros estudiando para el examen de su cuarto año universitario, preguntó acerca de cómo su hermano se las ingeniaría para planear una boda y continuar los estudios.

— Junsu y Yoochun seguramente decidirán eso después, cariño. En tanto dime, ¿has conocido alguna chica o chico que te guste? Hace tiempo que no traes pareja a casa.

— No tengo tiempo para romances, omma. — El gemelo se apresuró en decir, mientras que su hermana aprovechaba el momento para acercarse y pedirle un “favor”.

— JunHo oppa~.

— Ese tono de voz significan problemas, hermanita.

— ¡Oppa~! ¿Por qué eres así~?

— Porque te conozco. En qué lío te metiste.

— En ninguno~. Solo quiero que me acompañes a comer el fin de semana~.

— ¿Por qué?

— ¡Para que me ayudes a pensar en el regalo de boda para Junsu oppa~! ¡Qué más!

Era lógico, pero para el gemelo todavía resultaba sospechoso. De todas formas, aceptó.
La gran sorpresa fue que, a pesar de que su hermana no solía ser impuntual, ya pasaba la hora acordada y la chica ni sus luces. Es más, le ha enviado un texto para avisar que no podría llegar como prometió.

Pero ya que estás ahí, ¡ten una buena comida con nuestro cuñado~! — Decía el último texto que le envió.

— ¿Cuñado? — El gemelo Kim apenas se estaba preguntando, cuando un chico de cabello bruno se dejó caer en el asiento frente a él. Parpadeó y luego recordó quién era. — Oh, YooHwan.

— ¿Por qué estoy sentado contigo en un café lleno de parejas? — Preguntó, incómodo, pero no con esa testaruda personalidad que mostrara la primera vez que se vieron en el club de soccer.

— Ah pues, nh… no lo sé. — Respondió, sonriendo ligeramente divertido. Porque claro que sabe, su hermana estaba detrás obviamente.

— ¿Cómo que no sabes? Fuiste tú quien le dijo a mi hyung que viniera.

— Ah, ¿lo hice? — Sonrió todavía más. No había duda de que Junko tenía buenas artimañas para sus cosas. — Bueno, ya que nuestros hermanos van a casarse, pensé en mejorar nuestra relación de cuñados. Y, si quieres, podríamos buscar el regalo de bodas juntos, ¿qué te parece?

El menor Park le miró fijamente un momento, luego desvió la mirada con las mejillas ligeramente ruborizadas.
El cuñado es guapo, sin duda.

— Bueno. ¡Pero no pienso despedirme de mi heterosexualidad! ¿Ok?

— O…k. — El gemelo dijo, aunque no precisamente seguro del repentino descontento de su cuñado.


— Yoochunnie~. — Efusivo, el rubio se lanzó a brazos de su prometido en cuanto le vio. — Estás tan guapo~. Y te veías tan sexy esperando así~. Harás que todas las chicas de mi facultad se enamoren de ti~.

— Pues lo siento por ellas, porque yo ya estoy perdidamente enamorado de ti, Junsu ah. — Dijo, galante, coqueto. Abrazándole contra su pecho mientras aprovecha para robarle un húmedo beso.

Justo ahí, en la entrada de la facultad, recargado en el cofre de su auto deportivo, vestido con ropa casual, lentes oscuros y un sex-appeal imposible de ignorar. Por supuesto, muchas han suspirado por él desde hace cinco minutos que llegó. Más de alguna se atrevió a acercarse y pedir su número de teléfono. Cada una de ellas se retiró con el corazón roto.

Estoy comprometido, por lo que no puedo darte mi número.

Les había dicho, mostrando el anillo y sonriendo con orgullo.

— ¿Estás listo? Vamos a cenar a donde quieras, mh.

— Pero aún es temprano~. 

— ¿Entonces te puedo secuestrar antes para comerte a besos?

— Yoochun~ qué propuestas me haces~. Sabes que no voy a negarme. — Dijo, rojito hasta las orejas.

Y es que, a dos meses de distancia, tras haberse comprometido, las citas y la cercanía física ha ido incrementando. Los besos ya no eran solo besos, iban acompañados de alguna que otra caricia, incluso por debajo de la ropa.

— Quiero llegar virgen al matrimonio, ¿sabes?

— Prometo dejar virgen ese cuerpecito tan sensual tuyo si me dejas comerte a besos.

— ¡Cómo si fuera posible~!

Park se rió de buena gana, naturalmente era imposible, lleva semanas pensando en sexo. En querer verle completamente desnudo, tocar más que su pecho o su espalda, besarle más que los labios o dejar pequeñas marquitas en su cuello. Pero Kim ha sido lo suficientemente vergonzoso como para suplicar por la castidad de su entrepierna.

Sin embargo, pese a que el azabache solo piensa en lo inocente y avergonzado que su prometido se encuentra, para el rubio era más que eso. En el fondo tiene miedo. Miedo de que una vez que lo vea al desnudo, su masculina anatomía defraude los sentimientos de su prometido.

Con aquel sentimiento de incertidumbre, todavía Kim se dejó arrastrar por su novio hasta un desolado camino que tenía poco tránsito y suficiente privacidad como para realmente ser comido a besos.

Besos que no eran solo besos.
Besos acompañados de caricias, de toques indecentes en sitios que le estremecían, excitaban y ponían nervioso a partes iguales.
Los dedos de Park sabían bien cómo moverse bajo sus ropas, y parecían no estar conforme con los páramos de piel que rozaban en su vientre, espalda e incluso pecho, el camino hacia el sur era cada minuto más insistente.

— Chun, espera.

— ¿Estás nervioso?

— Mucho.

— No va a dolerte, Junsu ah.

Juró, pasando la mano por la entrepierna de su prometido. La ropa obviamente es un obstáculo para su cometido, uno que ansiaba apartar, pero en cuanto sus manos amagaron con desabrochar el cinto, las de Kim le detuvieron.

La mirada de Park viajó de inmediato al rostro ruborizado de su prometido. Kim escondió sus ojos bajando la mirada.

— Perdón, te estoy presionando Junsu ah.

— N-no, no es eso.

— Acabas de detenerme. Me parece que sí. Y está bien, Junsu ah. No voy a hacer nada que no quieras. Lo siento por empujarte así.

— Es que… — Mordió su labio inferior y afianzó el agarre que tenía con las manos de su prometido. — Yoochun ah, tú eres heterosexual.

— Era. — Se apuró en decir.

Kim suspiró, enfrentando nuevamente los preciosos ojos ónix frente a él.

— Yoochun ah, estoy encantado con todo. Con cómo se ha dado nuestra relación y estar comprometido contigo, pero… Tú no eres como yo, a ti te gustan las mujeres.

— Me gustas tú, Junsu ah.

El rubio sonrió, casi tocado por tal espontánea afirmación. Pero su corazón todavía no estaba tranquilo. Park lo sabe. Lo entiende.

— Escucha, es verdad que antes me gustaban las mujeres. Y también es verdad que no me gustan los hombres en general, se trata solo de ti Junsu ah, ¿acaso esto que siento no puede ser considerado verdadero amor?

Fueron esas palabras, esa pregunta, ese titubeo en los ojos negros de Park, lo que derrumbó parte del muro que inconscientemente ha levantado desde que su sueño se hizo realidad. Casi parecía un drama, una película romántica, algo irreal.

— ¿Junsu?

— Quiero creer en todo, Yoochun ah. En ti, en tus acciones, en este anillo. — Dijo, mirando al final la argolla en su mano.

— ¿Pero?

— ¿Qué hay de todo lo demás? ¿De lo que dicen algunas personas? ¿Del hecho de que no podremos tener hijos? ¿Qué hay si no te excitas al verme desnudo?

Park sonrió, casi aliviado de las inquietudes de su prometido. Le abrazó con fuerza y besó su sien.

— Junsu ah, las palabras de las personas siempre van a estar ahí. Buenas y malas, no podemos hacer nada con lo que piensan, pero puedo hacer algo con lo que yo pienso y siento, con lo que yo quiero. Y estoy convencido de que estoy enamorado de ti, de que te amo, de que quiero hacer vida contigo; incluso si en esa vida no hay hijos, mis padres lo saben de antemano. Y, siempre existe la posibilidad de adoptar, en dado caso de que llegáramos a quererlo ambos.

Kim le miró entonces. Había emociones diversas matizándose en su rostro. Desde la inquietud, pasando por la negación hasta la alegría. Casi como si los pensamientos al respecto se hubieran amontonado en su mente en esos instantes. Posibilidades. Eso es lo que Park intenta transmitirle, hacerle entender que no están atrapados en una sola opción.

— Respecto a la intimidad, Junsu ah, yo ya me he excitado solo con verte, me gusta tu cuerpo, me gusta tu rostro, tus ojos, tu nariz, la forma de tu mandíbula y el sabor de tus labios. Me gusta la sensación que me hormiguea en los dedos cuando toco tu vientre, tu espalda; el hormigueo que me sacude cuando toco tu pecho y emites esos sensuales gemiditos, me haces desearte como no tienes idea, Junsu ah. Y es esa vergüenza tuya la que te ha impedido notar las reacciones que provocas en mi cuerpo, lo duro que me pongo cuando te tengo entre mis brazos y devoro tus labios como quiero devorarte por completo.

Las mejillas del rubio se tinturaron copiosamente. Involuntariamente ha dirigido sus ojos hacia la entrepierna del azabache, encontrándose con aquel bulto en sus pantalones. Park aclaró la garganta, preguntándose si ha sido demasiado franco, y casi culpando a su cuerpo por ser tan honesto incluso en una situación como la actual. Por supuesto, su cuerpo es claro, es instinto puro, lo demás lo deja a la parte racional de su mente, el motor de todo su ser.

— Yoochun realmente quiere tener sexo conmigo. — Musitó con una sonrisa de felicidad.

Casi como un gesto inconsciente, sonrojándose hasta las orejas al instante.

— Por supuesto que quiero tener sexo contigo. — Park dijo, acercándose de nuevo, con tanto más de confianza. — Cuando estés listo para hacer el amor conmigo, Junsu ah. — Añadió.

Y el corazón de Kim se dispuso a festejar, con ritmo acelerado pero armónico, con emociones desbordantes y colores relampagueando como cosquilleantes fuegos artificiales salpicando en su vientre.

Ambos saben que esa noche no es el momento, pero que pronto, lo será.
Y que se entregarán mutuamente al placer del amor mutuo.


Cuando Kim comenzó a hacer la lista de los invitados a su boda, aquellos nombres sí o sí fueron escritos con peculiar alegría. Tenía pocos amigos, pero eran suficientes y muy importantes.

— Yoochun ah, ¿qué hay de tus amigos? — Preguntó, tras haber anotado los de los suyos en la hoja de papel. Linda, sobra decir, con un bonito estampado con delfines y color durazno. Tan él.

— Oh, no tengo tantos como piensas.

— De todas formas, vas a invitarlos, ¿no?

— Claro que sí. Entonces, deja escribirlos. — Anotando dos nombres, el azabache se la pensó bastante antes de añadir algunos más. — Ah, a él tengo que hacerle saber ya, para que reserva la fecha.

— ¿Es un hombre muy ocupado?

— Sí, y vive en Japón, así que debe agendar.

— Oh, no sabía que tenías amigos en el extranjero.

— Además de él, solo tengo uno en Estados Unidos, así que tampoco son tantos.

— Yo no tengo amigos extranjeros.

— No sé por qué me siento aliviado de saberlo.

— ¿Eh?

— No hagas caso. — Dijo, robándole un beso y tratando de omitir su propio egocentrismo.

Porque venga, estar celoso de los amigos de su prometido no debía ser sano. Saberse aliviado de que no tuviera amigos extranjeros por la supuesta mentalidad tanto más liberal, era mucho más egoísta.

— Oh, este nombre me suena. — Park dijo de pronto, echando una mirada en los nombres escritos por su prometido. — ¿De dónde lo conoces?

— Es profesor en mi facultad. ¿Lo conoces?

— Puede ser.

— Jaejoong hyung nunca te ha mencionado.

— Puedo estar equivocándome. De todas maneras, lo conozco por amigos de tragos, así que.

Kim dejó papel y pluma en la mesa de centro.

— Yoochun ah, ¿salías mucho de fiesta? ¿A tomar?

Park aclaró la garganta.
La verdad es que le da algo de vergüenza aceptar parte de sus días como chico despreocupado.

— Bueno, cuando tenía tu edad, tal vez.

— Desde que empezamos a salir no has salido con tus amigos, ¿verdad? Yoochun ah, no tienes que cambiar tu forma de ser solo porque sales conmigo, si quieres salir con tus amigos.

— Oh, saldré cuando haya ocasión. De todas formas te digo, lo hice cuando tenía tu edad, pero hace al menos un año que dejé de salir tanto y me enfoqué más en el trabajo. Mi padre es más estricto de lo que parece.

— Oh, bien.

El rubio comenzó a jugar distraídamente con las esquinas de un cojín del sofá.
El azabache sabe que algo no anda bien. O que le inquieta.

— ¿Crees que me estoy conteniendo, o algo así, Junsu?

— Yo solo, quiero conocer al Yoochun del día a día también. No solo al Yoochun que quiere ser romántico y consentidor conmigo.

— Ah. Entiendo. Creo. Mh, veamos… ¿qué tal si tú y yo vamos de fiesta? No te gusta tomar, pero te gusta bailar, ¿verdad? Así que, vamos a un club, conozco un buen lugar.


Arrepentimiento.
Eso era lo que Park estaba sintiendo en aquel preciso momento.
Y no es precisamente porque esté aburrido o no se haya entendido bien con Kim en un club.

Oh no, es justamente porque su prometido encaja de maravilla en el club. Porque baila jodidamente bien y las miradas están cayendo sobre él con absoluta facilidad. Las chicas se han arremolinado a su alrededor intentando acercarse, incluso tratando de empujarle lejos, o bien, de hacer pareja con ellos como si de hecho ellos no estuvieran ahí como una.

Y por si fuera poco, más de algún hombre estaba intentando seducirle también.
J O D E R
¡Tanta sensualidad debería ser ilegal!

— Junsu ah, vamos.

— ¿Eh?

Si bien su primer pensamiento fue sacarle de la pista, Park cambió de opinión en un santiamén. Si lo que quiere es “marcar límite” era mejor demostrando que el apuesto rubio no era “libre”. Así que agarrando firme la cintura de Kim, lo pegó a su cuerpo y demandó de su boca uno de esos fogosos besos que le derriten el cerebro y lo vuelven un chico exactamente igual que él.

Lascivo.
Deseoso de más.
Apasionado.

Las manos del rubio subieron hasta sus hombros, enredándose en su cuello, agitando la pelvis lentamente se frotó contra la ajena, mutando aquellos movimientos en una danza seductora.

Propios y extraños se quedaron sin aliento. Envidiosos, derrotados.

Park sonrió internamente victorioso.
Un beso no fue suficiente, ni dos ni tres.
Abandonar el club fue necesario. Comenzar las caricias en el asiento trasero del auto en el parking, inevitable.

El calor iba peligrosamente en aumento, Park sabe que su lascivia se ha encendido al máximo, que el calor que le abrasa la entrepierna no bajará ignorándole o dejando pasar el tiempo. Que esa vez lo necesita, su toque, su tacto, su calor.

Sentirlo suyo.
Por completo.

— Chun~. — Kim jadeó.

Y fue suficiente para que el cerebro de Park explotara. El tono, la mirada, el sonrojo, las pequeñas perlas de sudor, la obvia excitación de su prometido. El punto de no retorno existía, y estaba justo ahí, frente a sus ojos.

— Junsu ah, si no quieres esto, detenme ahora.

Dijo, casi como si esperara que fuera suficiente para que su prometido entendiera todo lo que estaba pasando en su mente y en su cuerpo. La necesidad que le palpitaba en la entrepierna y aceleraba su pulso.

La mirada del rubio titubeó un segundo, el tiempo requerido para pasar saliva y mandar todos sus miedos al carajo.

— Por favor, quiero conocer la seguridad de tu abrazo.

No fueron necesarias más palabras. Park lo ha entendido, el significado oculto detrás de aquella petición que susurra con voz dulce y ojos enamorados. Por un segundo se arrepintió del lugar, del momento, del tiempo. Pero al siguiente se convenció de que no podía aguardar más, la ligera sensación de incomodidad en la entrepierna se le recordó fríamente.

— Ahora solo vamos a aliviarnos un poco, ¿sí? luego vamos a un hotel.

Kim asintió, enrojeciendo furiosamente de pronto. Park sonrió, lo sabe, que haber mencionado la palabra “hotel” a su joven prometido le ha disparado todas las alarmas de vergüenza.

Pero cuando fue el propio rubio quien inició otra ronda de besos, el azabache comprendió que con sonrojo y todo, continuaba seguro de la decisión que ambos estaban tomando en aquel instante.

Entre besos y caricias al azar, las manos del azabache finalmente se abrieron paso entre los pantalones del rubio, sujetando y apretando la hombría de su prometido le arrancó un concierto de jadeos y gemidos que endulzaron sus oídos como nunca ninguna experiencia sexual previa pudiera haberle provocado.

Junsu lo era todo para él.
Era un mundo desconocido, un puerto nuevo, una tierra virgen.
Yoochun estaba seguro de que era su media naranja, la otra mitad de su alma.
Su presente y su futuro.

Enardecido por el umbral en pensamiento, Park liberó su propia excitación, uniendo ambos falos y presionándolos juntos con su mano. No tiene experiencia en el sexo entre hombres, pero al menos espera que el autoconocimiento le sea útil, y darle a su prometido el placer que necesitan en ese momento, aunque no llegue a profanar su interior, ni siquiera a incursionar en aquella zona de la anatomía del rubio que le daba un tanto de morbo y un poquito de vergüenza.

— Ng~. — Kim gimoteó, temblando de pies a cabeza cuando la sensación de su pene pegado al de su prometido mandó corrientes eléctricas a lo largo de su espina dorsal.

Arquear la espalda, gemir el nombre de su prometido y sudar eran reacciones naturales con lo excitado que se sentía segundo a segundo. Las manos de Park parecían expertas y conocedoras de sus puntos sensibles, aunque era de hecho la primera vez que le tocaba tan íntimamente.

— ¡Fuck, baby!

Park gimió ronco, áspero, demasiado excitado y sensible. Jamás hubiera imaginado cuánto poder tenía el encuentro sexual con la persona que realmente se ama. Porque naturalmente esto era más, mucho más que sexo. Era el preámbulo a ese llamado “hacer el amor” con su prometido.

De pronto el espacio en el asiento trasero del auto era demasiado estrecho, mucho más de lo que habría imaginado. No tenía la libertad de moverse y descubrir el cuerpo de Kim a su antojo. Quería hacer tantas cosas que se sentía algo desesperado, incluso torpe.

— ¡Ngh~!

Pero esos honestos gemidos que el rubio estaba dejando escapar le motivaban suficiente para continuar, de todas formas presentía que no iba a durar mucho, cada sonido que salía de labios de su prometido le excitaban de sobremanera, y cuando se encontraba con la mirada vidriosa de su compañero el placer se le multiplicaba. Era como conectarse sin necesidad de palabras, de promesas o de extravagantes gemidos.

De pronto la diestra de Kim se unió a la suya entre sus cuerpos, acariciándole los testículos aumentó el placer que ya amenazaba con desbordarse en su anatomía. Luego arropó junto a él ambos miembros, duros y exudantes, calientes. Sus miradas se engancharon, sus labios se fusionaron en besos calientes. Poco importaba que fueran a ensuciarse las ropas, o que todavía podían ser descubiertos en pleno acto sexual. El vapor en las ventanas del auto fue la pequeña evidencia del calor que sofocaba el interior.

Roncos gemidos, besos intermitentes. Semilla liberada, cuerpos temblorosos, manos sucias. Ambos sonrieron cuando fueron conscientes de lo que habían hecho, masturbarse hasta alcanzar un orgasmo.

— Junsu ah, todavía no tengo suficiente.

— Tampoco yo, Yoochunnie~. Vamos, llévame a un hotel y hazme el amor~.

La noche de pronto parecía más joven de lo que era.

Una vez ambos adultos se limpiaron y arreglaron sus ropas, tomaron sitio al frente del auto. Park aclaró la garganta cuando encendió el motor, acababan de tocarse tan íntimamente ya pero él comenzaba a sentirse tímido. Bueno, pensando a futuro inmediato, lo siguiente no sería solo tocarse, así que ¿cómo es realmente el sexo entre hombres? ¿Por qué no investigó sobre ello cuando tuvo el pensamiento el día aquel en que se conocieron? ¿Junsu tendrá experiencia?

Un momento.
¿Junsu con experiencia?
Joder, ¡no!

Ng, solo de pensarlo me da rabia. Aunque no tengo derecho, cualquier cosa relacionada con Junsu y otro hombre me llena de celos. — Pensó, deteniéndose cuando el semáforo cambió a rojo.

A su lado, Kim estaba tímido también. ¡Va a un hotel con Yoochun! ¡A tener sexo!

No, no, no. No es solo sexo, ya que Yoochun me quiere y yo lo amo también, nosotros no solo tendremos sexo. — Mordisqueando nerviosamente la uña de su dedo, el rubio miraba por la ventana, ocasionalmente a su prometido de reojo. — ¡Él es tan guapo todo el tiempo~!

Debí revisar más a fondo en internet sobre el sexo gay. O escuchar las indiscreciones de Hayami, es el único amigo gay que tengo después de todo. No sirve de nada lamentarme ahora, ¿qué debería hacer? No quiero hacer el ridículo con Junsu, y estaba tan seguro de mí mismo hasta hace unos minutos. Ah, soy tan idiota.

En absoluto silencio hicieron el viaje hasta un hotel de buena pinta, reservar una habitación lujosa y escabullirse sin ser demasiado obvios no ha sido fácil. Park pagó en efectivo y usó un nombre falso, lo que menos quiere es que de pronto los medios les descubran y hagan escándalo sobre su actividad sexual con su prometido.

— Voy a tomar una ducha. — Kim dijo con voz suave, evidentemente avergonzado.

— Oh, está bien. Iré después de ti entonces. — Park sonrió, rascándose al azar el cuello.

En cuanto su prometido desapareció en la ducha, él se apresuró a hacer una rápida investigación vía mensajes de texto con su amigo japonés.

Necesitas lubricante, y condones. Para prepararlo apropiadamente no escatimes con la loción, incluso pueden no llegar hasta el final si es su primera vez, podría ser doloroso y molesto incluso un par de días después.

¿Qué quieres decir con no ir hasta el final?

¡Que no lo penetres! ¡Idiota!

Park se recostó en la cama, suspiró y se lamentó por varias razones. No tiene lubricante ni condones, pero seguramente puede conseguirlos rápidamente saliendo a la farmacia que vio una calle más allá cuando llegaron. Sin embargo, salir sin más podría ser mal interpretado por su prometido, así que lo esperaría y hablaría con él.

— Si no lo hago hasta el final, ¿todavía se diría que hicimos el amor? — Murmuró para sí.

A la distancia se escuchaba todavía el agua correr, y un tenue tarareo haciendo eco en la ducha. El azabache sonrió inconscientemente, imaginando a su amante desnudo, tarareando una canción mientras jabona su cuerpo y las gotas de agua caen seductoras por toda su anatomía.

— Ng, mierda. — Park se dio cuenta de que al sur su virilidad comenzaba a despertarse. — ¿Se enojará si me uno ahora?

El azabache se sentó sobre la cama, miró hacia la puerta de la ducha. Luego volvió a dejarse caer en el lecho, descartando la idea de unirse a su prometido. Tenía que calmarse, ser amable, dejarle esos minutos para que, probablemente, ponga en orden sus propios pensamientos y emociones.

Una vez el rubio volvió a la habitación, solo llevaba puesta la bata de baño. Y el rostro colorado hasta las orejas. A Park se le hizo tan hermoso, que su cuerpo reaccionó nuevamente, todo y que apenas había conseguido bajar la excitación hace un momento.

— Me avergüenzas, Yoochun ah. — Dijo tímidamente.

— Disculpa, es que te ves precioso, Junsu ah. — Dijo, absorto en el chico delante de él. — Ah, es mi turno ¿verdad?

Apresurado, Park se metió a la ducha, abriendo el grifo del agua fría para tratar de calmar el calor que parecía incendiarle el cuerpo. Algunos minutos después, estaban sentados uno a lado del otro en la cama.

— Junsu ah, quiero preguntarte algo antes de seguir, ¿está bien?

— ¿Eh? Oh, sí.

— ¿Tienes experiencia? Me refiero al sexo gay. — Torpemente, Park se preguntó si estaría usando las palabras adecuadas, no deseaba ser insolente ni incomodar a su prometido.

— Yo, no. — Kim respondió, jugando nerviosamente con sus dedos.

— ¿Eres virgen?

Kim asintió.
Y algo en el interior de Park se emocionó de sobremanera.

— Tú tienes experiencia, ¿verdad?

— ¿Eh?

— Sexo; quiero decir, con chicas.

Park se pateó mentalmente.
De haber sabido que conocería a Junsu y su mundo se transformaría por completo, también hubiera reservado todos sus primeros para él.

— Incluso si es así, hacer el amor, es mi primera vez. Así que quiero hacerlo bien, que ambos construyamos un hermoso recuerdo, Junsu ah.

Kim levantó la mirada. La sinceridad en los ojos de Park era tan hipnotizante.
La diestra del azabache atrapó la del rubio, besándole los nudillos entonces.

— Junsu ah, no sé mucho sobre el sexo entre hombres, así que quiero hacerlo despacio. Por eso pregunté antes sobre tu experiencia. Si esta es para ti la primera vez, no quiero hacerte daño innecesariamente. Así que, bueno… — Aclaró la garganta y tartamudeó un momento más antes de finalmente decirlo. — Necesitamos lubricante, y preservativos. Entonces, tengo que salir y comprar. Yo, ¿puedes esperar por mí?

Kim no pudo contener la risita que se le escapó. De alguna forma su prometido era tan dulce con él, con esas preocupaciones que le hacía sentir realmente valioso, querido.

— Está bien, entiendo Yoochun ah. Esperaré aquí.

Park respiró aliviado.

— Seré súper veloz, ok.

Besándole fugazmente una, dos, tres, muchas veces, Park se apresuró fuera del hotel hasta la farmacia. Fueron los minutos más largos de toda su vida. Cuando volvió a la habitación, Kim estaba esperándole en la puerta. ¡Aun en bata de baño! Al azabache casi le dio un ataque al corazón, se sentía como si así pudiera ser su vida de casados.

— Cuando vivamos juntos, ¿me puedes recibir en delantal alguna vez?

— ¿Eh?

— Nada, nada. Estoy pensando en voz alta. Junsu ah, ¿por qué eres tan guapo y lindo?

— ¡Yoochun~! ¡Deja de avergonzarme~!

— Traje lo necesario. — Dijo, usando la siniestra para atraparle por la cintura y comenzar a besarle. — ¿Podemos seguir?

— Sí~. — Suspiró, devolviendo con emoción cada beso, dejándose arrastrar nuevamente hasta la cama, cayendo en ella un poco después, sintiendo las manos de su prometido acariciarle por debajo de la bata.

Estaba pasando.
Finalmente lo harían.
Sexo. El amor.

— Junsu. — Park también suspiró el nombre de su amante cuando comenzó a besarle, casi parecía que perdería la razón en cualquier momento.

Perderla en un sentido meramente celestial, porque de pronto solo podía pensar en su prometido como en un ángel caído del mismísimo cielo, tan hermoso, tan puro, tan perfecto.

— Ng, Chun~. — Gimió sorprendido cuando la bata finalmente fue abierta de lado a lado, exponiendo su desnudez.

Un sonrojo atacó las mejillas del rubio, quien instintivamente intentó cubrirse, pero las manos de su prometido han sido más rápidas y le han detenido. Llevándolas en cambio por encima de su cabeza, aprovechando la postura para admirarle de arriba abajo.

— No me mires~.

— ¿Por qué no?

Kim no pudo responderle, probablemente porque las palabras no conseguían salir de su boca en ese momento. No quería arruinar el ambiente, pero todavía le daba un poquito de inseguridad su cuerpo masculino al descubierto.

Park le miró fijo, buscando en las preciosas pupilas chocolatosas la respuesta que su prometido claramente no podía expresar. Luego simplemente la luz le iluminó. Sonrió suavemente y comenzó por besarle la frente.

— Me gustas mucho, Junsu ah. — Dijo, y así fue besando cada parte del cuerpo de su prometido, nombrando aquella y mimándole.

Fue así que comenzó por un dulce beso en la frente, un piquito en la nariz, besos cariñosos en los párpados, traviesos en las mejillas, coquetos en los labios y el mentón. Pequeños mordiscos en los lóbulos de sus rojas orejas, algunas lamidas en el largo cuello y un beso apasionado junto a la clavícula, deseando comenzar a dejar marquitas de beso aquí y allá. Besó sus hombros, deslizándose por el brazo hasta la muñeca y los nudillos, chupando pícaro el dedo medio y obteniendo un sonrojo mucho más intenso en el rostro de su prometido. Su exploración, por supuesto, no terminaba ahí. Volvió entonces la atención hacia los muslos, aunque el pecho y el vientre le llamaban poderosamente la atención, parecía que quería dejar “lo mejor” para el final.

Besos, caricias y lamidas fueron cayendo entonces sobre las bien torneadas piernas, desde los muslos hasta las pantorrillas, el tobillo, el empeine, la planta del pie y una vez más, chupando lascivamente los dedos allí. El sonrojo de Kim parecía no poder ganar más color, en cambio su excitación y seguridad sí que iba en aumento.

Tumbado sobre el lecho, todo cuanto hacía era disfrutar de las atenciones recibidas, del calor de las caricias, la lujuria de la descarada lengua y la pasión de la entregada boca de su prometido. Park continuaba hablando de cada páramo de su cuerpo que le gustaba, la nívea piel y los coloridos rubores. Duró rato saboreando el vientre de su compañero, delineando con la lengua los pectorales lindamente definidos, metiéndola en el ombligo, haciéndole suspirar, temblar y jadear. Acarició con las yemas de sus dedos el camino que trazaba su lengua, y aun más aquella línea de vello que decantaba al sur en la ansiada zona pélvica.

Park fue lo suficientemente atrevido como para llenarle de besos la pelvis, de lamidas y chupetones las ingles. Fue travieso y besó incluso el tronco fálico, acarició con los dedos los testículos, pero pronto abandonó aquella zona y fue de nuevo hacia el norte, hasta los montecitos color canela que desde hace minutos se le han antojado al paladar.

— ¡Ngh~!

El rubio gimió tembloroso cuando los labios de su prometido atraparon uno de sus pezones, chupándole y lamiéndole, primero uno luego el otro. Park pronto descubrió que provocarle en uno con la boca y en el otro con los dedos, aumentaba el placer de Kim, sus gemidos se hacían más fuertes y su respiración más errática. A esa distancia, incluso podía sentir y escuchar los apresurados latidos de su corazón, así que terminó besando cariñosamente ahí donde el golpeteo era más claro.

— Yoochun~.

Park subió un momento hasta su boca, besándole apasionada y profundamente largo rato. De esa manera sus cuerpos estaban más cerca, el roce entre sus pieles fue inevitable y la necesidad de frotarse uno contra otro también.

— ¡Junsu! — Gruñó cuando las manos de su prometido buscaron sitio entre sus cuerpos y comenzó a masturbarle. — ¡Oh dios! — Topó entonces su frente con la ajena, entrecerrando los ojos mientras se deja tocar de aquella manera por su prometido.

Kim estaba encantado, sentir la caliente respiración de su prometido golpeándole el rostro le encantaba, saber que no puede controlarse y que es por su toque que se pierde de esa manera en placer, mucho más.

— Ng, espera baby. Yo, aun no termino de decirte cuánto me gustas.

Interrumpiendo las caricias del rubio, el azabache volvió una vez más hasta su pecho, lamiendo, chupando y mordiendo un rato más. Después le giró, dejándole de pecho al lecho y recorrió la exquisita espalda con la lengua, con sus manos, con sus besos. Trazó la espina dorsal con enfática pasión, dejando una estela húmeda hasta el coxis, ahí donde la unión de las nalgas le recuerda por qué su silueta es espectacular.

— Hot S-line. — Park dijo, absorto en la figura de su amante.

Mientras delineaba la caliente línea dorsal con las yemas de sus dedos, su boca deja pequeños mordiscos en las nalgas. Luego de pronto las separa con sus manos y su lengua lame el orificio oculto entre ellas.

— ¡Yoochun~! — Kim gimoteó, un poco sorprendido y otro tanto avergonzado.

E instintivamente se ha girado de nuevo, con las mejillas a tope de carmesí y el cuerpo cubierto al azar con su bata de baño y la sábana.

— Lo siento, te sorprendí demasiado, ¿verdad? — Dijo. Kim asintió por toda respuesta. — Pero, Junsu ah. Es porque me gustas mucho que no puedo contenerme. Y es esto lo que quiero hacer contigo hoy. Decidimos hacer el amor, ¿recuerdas?

— Sí, pero… también da un poquito de miedo.

— Voy a ser cuidadoso. Lo prometo.

Kim se acercó entonces, abrazándole con lentitud. Casi como si de esa manera esperara tranquilizar su alocado corazón. Ahí, de rodillas sobre el lecho, la joven pareja se entregó una serie de besos lentos, largos, sensuales. Luego lentamente Kim fue empujado de nuevo en la cama, su cuerpo acariciado y aquella zona de su anatomía que hasta el momento no había sido mimada como el resto de su cuerpo, tocado.

Park acarició el tronco con las yemas de sus dedos, arriba y abajo, en círculos. La excitación de su prometido no había bajado del todo a pesar de haberle sorprendido antes, y rápidamente se ha endurecido como lo hiciera en el auto, minutos atrás. El azabache tragó saliva, se relamió los labios y finalmente comenzó a lamerlo.

— Ng~. Yoochun~. — Sus gemidos eran agudos, largos, cálidos.

El azabache levantó la mirada para observarle. Quería conocer todos sus puntos sensibles bajo esta luz mucho más favorecedora que la que tenía en el auto. El rostro del rubio estaba cubierto de sudor, y el tenue rosado que sigue apostado en sus mejillas le da ese toque adorable y angelical que agita su corazón y suelta mariposas en su estómago.

— Es la primera vez que quiero hacerle esto al pene de otro hombre, Junsu ah. — Dijo.

Casi como si así pretendiera hacerle saber cuán importante es para él, cuánto le gusta. Kim se sostuvo entonces con los codos y miró hacia abajo mientras su prometido enterraba la cara en su entrepierna y hacía más que lamer, metía el falo en su boca comenzando a tragarlo.

— ¡Ngh~! — Kim no resistió la sensación de placer y se venció nuevamente sobre la cama.

Cerró los ojos y cubrió su rostro con el antebrazo derecho mientras la mano izquierda apretaba algo entre sus manos. La boca de Park es caliente, húmeda y estrecha. Nunca había sentido algo así, porque nunca había tenido ningún tipo de experiencia sexual, salvo el autoplacer de la masturbación. Alguna vez tuvo curiosidad y miró videos para adultos, pero el sexo oral que su prometido le estaba proporcionando en ese instante era mil veces mejor, más excitante y placentero que cualquier video porno.

Park quiso llevarlo hasta el fondo de su garganta, pero como era de esperar fue imposible. No solo por la obvia inexperiencia, sino porque después de todo el falo de Kim era casi tan grande como el suyo, y una vez le tocó el paladar, sufrió una arcada. Retrocedió, pero aprovechó la salivación para mojar más el endurecido miembro, masajearlo con su mano e intentarlo una vez más.

Kim estaba absorto en sus propias sensaciones. En las oleadas de placer y el calor ardiente que se le arremolinaba en el bajo vientre. Estaba seguro de que estaba sintiéndose sobre-estimulado, que bastaría un poco más y terminaría derramándose demasiado pronto. Y no quería eso, no aun al menos.

— Yoochun~ Chun~. Amor~.

Le llamó, esperando pacientemente a que el azabache desenfocara la atención de su entrepierna. Cuando Park levantó la mirada, la siniestra continuaba bombeando el falo desde la base hasta la punta.

— Ng~ Chun, los dos ¿sí? hagamos esto juntos, yo también quiero darte placer.

El cerebro de Park explotó cuando Kim tomó la iniciativa y adoptaron la postura 69 de costado. El rostro de cada uno estaba entre las piernas del otro, saboreando la erección caliente y dura que saben, ha despertado por el deseo que sienten entre sí.

Aquella postura, sin embargo, tenía otra “aplicación” para el azabache, le permitía el acceso al tesoro privado entre las nalgas de su amante.

Cuando el rubio sintió algo tibio y húmedo rozar contra su ano, su reacción inmediata fue sorprenderse y tratar de alejarse. Pero visto que las manos de su prometido eran hábiles y le sujetaron con fuerza las caderas, fue imposible la huida.

— No tengas miedo, Junsu. Voy a ir despacio.

Kim miró hacia el sur, ahí donde apenas alcanzaba a ver el rostro de Park enterrado entre sus piernas, la diestra ocupada bombeando su erección, mientras la indecente lengua lamía su orificio.

Por supuesto, lamerle no iba a facilitar lo que realmente el azabache desea, pero tenía morbo, curiosidad y simple anhelo por hacerlo; así que lo lame sin tregua, despacio, algo más rápido, alrededor, rozando hacia el sur hasta los testículos, mordisqueando, chupando. Park no está seguro de lo que está haciendo, solo se deja llevar. Quiere recorrer cada centímetro de su seductora anatomía.

Para Kim era un poquito complicado relajarse del todo. Saber que Park tocará aquel lugar de su anatomía le llenaba de vergüenza, expectación y excitación a partes iguales. No, se corrige mentalmente; probablemente la vergüenza sea definitivamente la que más le arde en las mejillas. Aunque parte de la sangre en su sistema también se estaba acumulando, definitiva y satisfactoriamente, en su entrepierna. Esa parte de su cuerpo que también estaba siendo consentido con demasiada atención por las manos y boca de su prometido.

Park le ha ido conociendo cada día más desde que comenzaron a salir. Y es consciente de la personalidad tímida y reservada de su joven amante. Aquello, honestamente, encendía más su libido.

Una botella de lubricante y condones descansan a lado en el lecho. Park mira de soslayo, siente que es el momento justo para usarlos. Tanto su erección como la de su prometido están en su límite, estimularse más solo conseguirá un final apresurado.

— Junsu ah.

— ¿Mh? — Pregunta, francamente por inercia, entretenido en lamer la punta fálica de su amante.

— Para un poco ahí, baby. — Murmura. Con la voz más áspera que hace un minuto.

— ¿Por qué~? — Pregunta mimoso, lamiendo dulcemente una vez más.

Park sintió un pinchazo en la entrepierna.

— Vamos baby, no quiero correrme aún.

El rubio asintió, siendo consciente del significado en las palabras de su prometido. Luego se dejó hacer cuando fue empujado de nuevo sobre el lecho, de pecho al colchón, la cadera en alto, una almohada bajo su estómago. Otra contra su rostro, está seguro de que, literalmente, terminará mordiéndola en algún momento.

Park se arrodilla en su centro, toma la botella de lubricante y un condón, derrama mucho de aquello, tanto entre las nalgas de Kim como sobre el condón que ha ajustado sobre el índice. Frotar, frotar y frotar. Park hizo mucho de aquello antes de animarse y empujar suavemente. La resistencia fue obvia, las lágrimas de Kim naturales. El azabache se inclinó, besándole la espalda, los hombros, la nuca, buscando entonces los aterciopelados labios que parecen buscar consuelo también cuando se unen a los suyos.

El beso es salado, las lágrimas del rubio se unen a la saliva y a la infinita ternura. El invasor en su interior ha ganado un poco más de terreno. Permanece quieto, casi al acecho, como esperando encontrar de pronto el punto ahí donde la sensibilidad se le dispare y el dolor deje paso al placer. Por supuesto, encontrar aquel lugar no es tan fácil, ni el dolor se dispersa con facilidad.

Kim tuvo un fugaz arrepentimiento por no haber “jugado” consigo mismo antes. Después de todo conoce su sexualidad desde hace años, entonces ¿cómo es que nunca usó algún juguete sexual para estimular aquella parte de su anatomía?

— Junsu ah, me encantas. — Susurrarle quedito en el oído.

Sentirle estremecer, un poquito enamorado y otro tanto sorprendido. Park ha comenzado a mover su dedo de adentro hacia afuera, rozando la carne interna, siendo gentil, paciente. Kim suspira, tiembla, llora. El dolor de la invasión es más de lo que hubiera imaginado. Pero tampoco es que le extrañe, por supuesto, es sexo anal.

No. Se corrige a medio camino.
Es el dolor de su primera vez haciendo el amor.
Con el hombre que ama.

— Junsu ah, eres lo más importante ante mis ojos, ¿entiendes?

Kim asiente, y gime un poquito diferente esa vez. Pareciera que comienza a acostumbrarse a la sensación de aquel dígito profanando su interior. El lubricante hace lo propio. El calor, las palabras y el amor de Park, mucho más.

Park se concentra entonces en la entrepierna de Kim, que ha perdido naturalmente la excitación de minutos atrás. Pero cuando consigue levantar de nuevo su libido, también es más fácil añadir el dedo medio a la invasión del índice. Ambos dígitos recubiertos por un condón empujan dentro con sumo cuidado, la resistencia se plantea de nuevo sin miramientos, las lágrimas de Kim se suman y sus jadeos incómodos resuenan como voces sumisas de un placer que se anida en el bajo vientre con valiente expectación.

Las mejillas arreboladas de carmín, bañadas de llanto y sudor. Park no quería decirlo, pero aquel rostro estaba grabándose a fuego en su memoria como uno de los más hermosos que ha visto de su prometido.

— Se siente más blando dentro de ti, Junsu ah. — Musita contra su oído, mordisqueando gentilmente mientras le siente temblar de nuevo y los gemidos en su garganta resuenan con otra vibración. — ¿Se siente un poco mejor?

— Ngh~. — El rostro del rubio se mueve de un lado a otro en negación. Aún así, su cuerpo era mucho más honesto que su pensamiento.

Y reaccionaba con esos suaves gemidos que morían, la más de las veces, contra la almohada, y ocasionalmente contra esa boca de labios calientes que roban el errático aliento que se le arremolina al ser exhalado.

Oh mierda. Las facciones de su rostro siguen cambiando. Estoy demasiado duro, quiero meterlo ya. Pero sigue demasiado estrecho. — Piensa.

Y mientras le dilata y masturba, Park solo trata de pensar lo menos posible en el estado de su cuerpo. Kim no puede atenderle después de todo, ocupado con sus propias sensaciones y la tormenta de emociones que sigue menguándose en su interior, listas para derramarse. Como el elixir prohibido que solo los dioses pueden probar, pero que ellos, como simples mortales, saborean en los labios y rozan con la punta de los dedos.

— Yoochunnie~ mételo ya~. — Dice de pronto.

Park está tentado de decirle que calle, que no sabe lo que dice.
Pero entonces Kim se mueve primero, se las ingenia para alcanzar con la diestra el tronco de su amante.

— Estás duro como piedra, Chun~. — Su ruborizado y sudoroso rostro no hace justicia, juega con sus emociones, jura Park. — Está bien, hazlo ya.

— No creo que…

— Por favor~, estoy desesperado por sentirte a ti. Tus dedos se sienten un poquito vacíos.

Lacrimoso, el rostro del rubio le mira expectante, caprichoso, excitado. El azabache piensa que su prometido debe haber encontrado cierta vena masoquista en algún momento. O es simplemente que le ama tanto que no piensa con claridad. Tan solo le desea honestamente.

Igual que él.

— Iré lento. Mucho, Junsu baby.

Kim asiente, y se deja hacer cuando es recostado de espaldas al lecho esa vez. La almohada contra su espalda baja, los tobillos en manos de Park. El azabache se perfila, permite que sea su prometido quien le coloca el condón y derrama más lubricante mientras masajea el endurecido tronco. El chapoteo es excitante. Toda la atmósfera se vuelve increíblemente caliente. El rubio lo guía, dejando la punta del pene de su amante contra su mojada cavidad.

— Ng.

El dolor no es ninguna broma.
La indescriptible sensación de felicidad, vergüenza y placer aunada, tampoco.
Kim no sabría decir qué es lo que siente más.
Pero llora de nuevo.
Y se le cierra momentáneamente la garganta. Contrae su intimidad inconscientemente.

Park siente que desfallece.
La presión asfixiante.
La adrenalina circundante. El placer. La culpa.
Quiere empujar más fuerte, entrar por completo.
Y hacerlo un desastre.
 
¿Ir lento? ¡Oh, mierda! Lo hace. Pero es una dulce tortura. La presión le excita y duele, es como un anillo al rojo vivo cerrándose continuamente contra su pene. Y es jodidamente placentero. Podría morir, y no tener arrepentimiento alguno. Sus ojos entrecerrados finalmente buscan el rostro de su prometido. Sí, lo admite vergonzosamente, por un instante se perdió exclusivamente en sus sensaciones. Pero luego se da cuenta de que ahí, bajo su cuerpo, su atractivo amante jadea y respira laboriosamente, que tiene las mejillas mojadas de lágrimas y sudor, que sus manos aprietan con fuerza las mantas y se muerde el labio inferior casi hasta sangrar.

— Junsu ah, ¿debería parar?

Kim agita vehemente el rostro en negación. Y sus manos se apresuran al frente, buscando sujetarse al cuerpo de su prometido de alguna forma. Irgue ligeramente la espalda (y duele jodidamente en el proceso) y sus manos se aferran a los antebrazos del azabache. Park se queda quieto, ha soltado por inercia los tobillos de su prometido, y compensado con una cariñosa mirada.

— Ok, ok. No pararé, Junsu ah. Pero, no apresuremos nada, ¿bien? Es obvio que te duele.

— Por-porque, eres grande, Chun.

Una risita avergonzada se le escapa de los labios.

— Baby, decir algo así en este momento es injusto.

— ¿Por qué? Solo he dicho la verdad. El pene de Yoochun ah es grande, parecía como si realmente fueras a desgarrarme el culo.

— ¡Mierda, Junsu!

— ¡Por qué te excitas por lo que digo!

Kim le golpea inconscientemente el pecho, se le escapan más lágrimas. Park omite la razón, seguro queda como pervertido si le dice que le ha excitado ese lenguaje sucio aflorando tan naturalmente de su boquita rosada. Así que le sujeta el rostro y decide callarle con besos. Los movimientos de sus cuerpos ajustándose al apasionado pero romántico intercambio de besos hace que ambos jadeen, que duela otro poco, que se sienta extraño, caliente. Tan vívido.

De un momento a otro Park está de rodillas, con Kim sentado en sus muslos, su falo dentro casi en su totalidad. Los besos han ido y venido, también las caricias, las miradas enamoradas, los gestos cariñosos de ambos jugando con el cabello del otro. Park sujeta el miembro de Kim masturbándole también. Los gemiditos que el rubio suelta encuentran destino final entre los labios del azabache. Los dedos de Kim se entierran en el cabello de Park desde la nuca hasta la coronilla; el dolor de hace un momento casi parece haber menguado, así que se anima a descender la pelvis un poco más, tragándole finalmente por completo.

— ¡Ng! — Esa vez es Park quien gime ronco, profundo.

La sensación es tan excitante que no logra controlarse del todo, así que le empuja de nuevo hacia atrás, en el acto su pene casi sale por completo e instintivamente lleva la pelvis al frente penetrando otra vez.

— ¡Nh~! — Kim gimotea. Duele, pero se siente de alguna manera bien.

No es la misma sensación de antes, esta vez el dolor es soportable y el placer candente. Park tantea la cama en busca del lubricante, derrama más sobre su pene, y empuja la pelvis después. Las embestidas son más largas y profundas desde ese momento. Es lento, quiere ver el rostro de su prometido cubierto absolutamente de placer antes que aumentar el ritmo.

— Yoochun. Yoochun. Ng~.

Minuto a minuto las facciones del rostro de Kim van mutando. Del dolor a la incomodidad. De la tensión al placer. Finalmente lo encuentran, el acople ideal, el vaivén adecuado para el mutuo placer. Funden sus cuerpos en uno solo hasta sentir que pueden tocar el alma del otro. Caen los besos fogosos, las caricias lascivas, los arañazos ante la necesidad de anclarse a la realidad cuando el azabache encuentra pulcramente la próstata del rubio y golpea insistentemente su sensible punto.

— No~, basta~. ¡Chun~!

— No parece que no quieras realmente, Junsu baby.

Sonrisa torcida en lascivia. Cuerpos indecentes danzando la melodía de la lujuria.
Besos candentes. Vaivén frenético.
Más sudor. Más lágrimas.
Placer cegador.


Cuando los ronquidos suaves del rubio le hicieron cosquillas en el pecho, Park comprendió que finalmente el cansancio lo había vencido. Era entrada la madrugada, más bien, en cualquier momento el alba iba a despuntar. Condones usados estaban tirados a un lado de la cama, la botella de lubricante estaba vacía. Honestamente, probablemente se ha excedido al usarla, pero ha valido la pena. Hacer el amor con Junsu ha sido malditamente la experiencia más placentera del mundo.

Me corrí cuatro veces. Nunca había tenido esta clase de sexo antes. No podía detenerme, quería continuar unido a Junsu sin cesar. Mierda, incluso yo estoy cansado. Pero, supongo que para él el esfuerzo fue superior. — Pensaba, jugando distraídamente con los revueltos mechones rubios. Le besó la coronilla y luego se dispuso a dormir también.

En efecto, el alba no tardó en despuntar. Aún así, ellos renunciaron a los brazos de Morfeo hasta mediodía, cuando el móvil de ambos no paró de sonar. Sus familias querían al menos saber dónde mierda se han metido desde el día anterior.

Tomar la virginidad de mi hermano tiene un precio, Park Yoochun. — El mensaje de JunHo no parecía broma. El azabache tragó hondo, seguro al menos sería reprendido severamente con palabras.

Oppa, ¿estás haciendo cosas lascivas con Yoochun oppa? ¡Mamá y yo queremos detalles! — El rubio se avergonzó tanto que su rostro se encendió al rojo vivo mientras se escondía bajo las mantas y el dolorcito en la espalda baja y el trasero le recordaba la pasión desenfrenada con que había gemido, llorado y suplicado por más esa noche.

Hyung, ¿estás mancillando la inocencia de Junsu hyung antes de la boda? Papá está que no lo caliente ni el sol porque no te has presentado a trabajar, pero mamá está sonriendo brillantemente por alguna razón.

¡Hyung! ¿Es bueno ser gay?

Los mensajes del menor Park, por alguna razón, activaron todas las alarmas del azabache. Algo no cuadraba en todo eso.

— La reacción de papá es esperable, de mamá normal. Pero ¿por qué YooHwan pregunta si ser gay es bueno? — El rostro de Park se iluminó en su pensamiento. — ¡Oh! ¡Debe ser eso! — Exclamó, repentinamente emocionado ante las posibilidades.

— Chun~.

— ¿Qué pasa, Junsu ah? — Preguntó, serpenteando debajo de las mantas también, donde su prometido continuaba escondido. — Mierda, estás tan bonito recién despierto, ¿te puedo comer a besos?

— ¿Qué? ¡No digas cosas vergonzosas a primera hora~!

— Bueno, no lo encuentro vergonzoso. Y definitivamente no es primera hora del día.

— ¡Chun~~!

— Ok, ok. De todas formas, vamos a ducharnos y salir. Parece que mamá quiere que cenes en casa.

— Me gusta.

— ¿Qué cosa, baby?

— Nuestro olor.

Park sonrió sin saber qué decir, pero dejándose hacer cuando Kim paseó la nariz por su cuello, olisqueando luego hacia el sur.

— El aroma de los dos después de hacer el amor, es tan agradable.

Una vez más el azabache no supo qué decir. El sexo de ambos no era el olor más agradable del mundo honestamente, semen, sudor y otros olores corporales mezclándose con perfume, desodorante, no le parecían a él un aroma cool.

— De acuerdo, pero como sigas oliéndome así me van a dar ganas otra vez, y nuestros padres parecen un poco ansiosos por nuestro regreso, Junsu ah.

El rubio gimoteó caprichoso, pero apartó las mantas que cubrían su desnudez. Sin embargo, cuando intentó levantarse, el dolorcito en el trasero hizo evidente la dificultad.

— ¿Te cargo hasta la ducha? — Park preguntó, honestamente con un poquito de diversión, los mohines de disgusto de su prometido eran tan lindos.

Aún así, Kim extendió los brazos, hizo puchero y se dejó llevar cuando le cargaron en vilo hasta la ducha. Mantenerse quietos ahí dentro fue otra historia, hubo que tocarse hasta correrse de nuevo porque fue inevitable que sus anatomías reaccionaran, particularmente si compartían besos y las memorias de su grandiosa primera vez volvían continuamente.

Después de ducharse, a ambos les entró un poco de vergüenza y mucho de cierto orgullo el vestir las mismas ropas que el día anterior. Al salir del hotel se apresuraron al auto, esperando que nadie que les hubiese reconocido haga de aquello una tormenta en un vaso de agua, tanto Kim como Park querían evitar al máximo los rumores en los medios de comunicación sobre su compromiso y lo que hacen antes de la boda.

De todas formas, pese a esas precauciones, la realidad para la enamorada pareja es que de momento siguen metidos en su burbuja, felizmente instalados en ella. Cuando Park dejó a su prometido cerca de su casa, todavía estaba reacio a separarse.

— Nos veremos esta noche, ¿bien? Mamá insiste en que nos acompañes a cenar.

— Está bien, seré puntual, Chunnnie~.

— ¿Seguro que no quieres que pase por ti?

— Seguro. Además, probablemente tengas trabajo acumulado, vas tarde~.

El azabache miró su reloj de muñeca, chasqueó la lengua y maldijo entre dientes. No tenía muchas opciones en ese momento.

— Te amo, Junsu baby. — Dijo.

Espontáneo.
Tanto, que Kim ni siquiera lo esperaba, y cuando un beso fugaz le fue arrebatado, él solo atinó a sonrojarse como termostato, sonreír embobado y agitar la mano en señal de despedida mientras su prometido continuaba el camino. Suspiró y luego tomó un taxi hasta casa, estaba comenzando a pensar en tener su propio automóvil.


Ni bien entró a casa, Junko ya estaba esperándole en el filo de las escaleras, pero al verle corrió hacia él, deteniéndose a unos pasos y dando una vuelta alrededor de él, como examinándole. Kim se sonrosó por algún motivo. Bien, conociendo a su hermana, no dudaría que se diera cuenta de cuán adulto es ahora.

— ¡Oppa~! ¡Cómo es que hoy te ves más atractivo que ayer! ¡¿Es el poder del amor lujurioso?!

— ¡Yah! ¡Junko~! ¡Una señorita como tú no puede decir esa clase de cosas!

— Pero es verdad, ¿cierto? ¿cierto~?

— No esperes detalles de mi vida íntima, Junko~.

— ¡Omma~! ¡Oppa Junsu perdió su virginidad!

— ¡Junko~!

La Sra. Kim asomó desde el segundo piso, pero bajó grácilmente las escaleras y luego observó analíticamente a su hijo. Le abrazó y sollozó.

— Estoy tan orgullosa, mi Junsu.

— ¿Q-qué? Omma, ¿es la clase de actitud que tendría una omma normalmente?

— Oh vamos, cariño, ¿qué hay de malo con que omma esté feliz por ti, mh?

— N-no, no hay nada de malo. Pero me avergüenzas aun más~.

— Ah, eres todo un hombre pero no pierdes ese lado tan lindo tuyo. Como sea, tu suegra me llamó, vas a cenar en casa de los Park esta noche, ¿verdad? Tu hermana y yo te hemos preparado el traje~.

Emocionadas, madre e hija subieron junto al rubio hasta la habitación de éste, que entre la vergüenza y luego la verborrea de su madre y hermana, el muchacho casi sintió que ya era el día de la boda. Incluso más tarde, su padre también se unió a la comitiva de emocionados.

— ¿Qué tal un buen vino de nuestra cava? Está bien si no llegas con las manos vacías, Junsu.

— Bueno.

El Sr. Kim sonrió.

— Ya sé que no te gusta tomar, después de todo tu tolerancia al alcohol es casi nula, pero vas a estar bien. Si tomas una sola copa.

El muchacho también sonrió, pero con nerviosismo.


Cuando el rubio llegó a casa de los Park, tuvo que aclarar su garganta varias veces, mirarse en el espejo retrovisor del auto que ha adquirido esa misma tarde, y respirar profundo varias veces. No sabe exactamente por qué, pero está nervioso.

— ¿Piensas entrar en algún momento?

— ¡Yoochun~! Me has asustado.

— Bueno, no puedo entrar a mi casa si tu auto permanece aquí, Junsu baby.

— Oh dios mío, ¡perdón~! Me muevo ahora mismo.

— De acuerdo. Entra, te seguiré.

Una vez aparcaron sus respectivos automóviles. La pareja de prometidos entró a la casa, los señores Park y el menor de la familia les recibieron en la estancia, donde estuvieron conversando unos minutos antes de dirigirse al comedor.

— He cocinado yo misma, así que sé honesto si algo no es de tu agrado, cariño.

— Gracias, Sra. Park.

— Puedes decirme mamá, sabes.

— ¿Eh?

— Madre. — Park dijo, consciente del nerviosismo y timidez de su prometido.

— No hay por qué avergonzarse, Junsu cariño, después de todo, ya eres parte de la familia. Nunca nadie había logrado que Yoochun se comportara como un tonto enamorado.

— ¡Madre!

La mujer sonrió quedito.

— Lo siento, lo siento. No diré nada más. Pero Junsu cariño, ¿estás bien con nuestro Yoochun?

— Estoy agradecido de que ustedes permitan nuestra relación, madre. Por el contrario, me pregunto si para ustedes está realmente bien permitir que su primogénito se case conmigo.

— ¿Qué dices, Junsu? Aunque llegué a imaginar a Yoochun casado con una linda señorita, los cambios que hemos visto en nuestro hijo nos han convencido de sobra de que eres su pareja ideal. Lamentamos, sin embargo, que la boda no pueda ser tan legítima como la de cualquier pareja heterosexual, es por eso que hemos estado preocupados por ti.

— Sr. Park, yo estoy bien con solo estar a su lado. Con gustarle y que Yoochun esté dispuesto a pasar una vida de casados conmigo. Lo demás, no me preocupa, sé bien quién soy y las limitaciones que aún existen en nuestro país.

— Entonces, brindemos por eso. — El Sr. Park levantó su copa, y la familia completa brindó entonces por la felicidad de los prometidos.

El resto de la cena transcurrió entre vergonzosas anécdotas de la infancia del azabache (qué buena mamá no termina haciéndolo), incluso salieron a relucir esos álbumes llenos de fotografías que pusieron de humor raro al mayor Park.

— Vamos Chun, no puedes estar enojado con tu mamá por mostrarme esas fotos y hablarme de ti. Me encanta poder hacerme una idea de quién fuiste de niño.

— Entonces, voy a cobrar venganza cuando vaya a tu casa y pediré a mi preciosa suegra que me diga todo sobre ti.

— No tengo problema~.

— ¿En serio?

— Fui un niño súper lindo y adorable~ eso dicen mis papás, e incluso mi hermano.

Park se dejó caer en la silla del jardín, sonrió y estuvo seguro de que esas palabras eran todo verdad.

— Junsu ah.

— Sí.

— ¿Quieres que fijemos la fecha para nuestra boda?

Kim sonrió, asintió vigorosamente y justo cuando ambos tomaron sitio en el mismo sofá del jardín, el menor Park carraspeó a sus espaldas.

— Perdón por interrumpir, pero… nh, ¿puedo tomar unos minutos de tu prometido, hyung?

— ¿Ah? Bueno, si él no tiene problema.

— Oh, claro que no. Adelante, en qué puedo ayudarte, YooHwan.

— Eh… hyung, te dije que me dieras unos minutos con tu prometido.

— ¿De qué quieres hablar con él que no me quieres aquí?

— Es personal.

— Me niego a dejarlos solos.

— ¿En serio, hyung? ¿Estás celoso? ¿No confías en tu prometido, ni en mí?

El mayor Park chasqueó la lengua, pero les dejó a solas cuando su prometido le sonrió con ojos cariñosos.

— Cinco minutos, no más, YooHwan.

— Sí, sí. Tengo más que suficiente con cinco minutos. — Dijo, y una vez que el azabache entró a la casa, el menor Park se sentó frente a su cuñado. — Esto tal vez suene raro pero, ¿tu hermano ha tenido muchos novios?

— ¿Eh? No, no que yo sepa.

— ¿Y novias?

— Tampoco.

— ¿Se enamora fácilmente?

— Para nada. Hyung se toma muy en serio los sentimientos. YooHwan, ¿mi hermano te gusta?

— ¿Qué? ¡No, no! ¡Es al contrario! ¡Creo que le gusto a tu hermano! ¡Pero yo soy heterosexual! Bueno, creo que lo soy. ¡Ah! No lo sé.

— ¿Mi hermano se te ha acercado de alguna manera para hacerte pensar que le gustas?

— Algo así. Nos hemos visto un par de veces.

— ¿Se han visto?

— Por culpa de tu hermana, Junsu hyung.

— Oh. Sí, entiendo. Junko puede ser un poquito terca. — Dijo, sonriendo con un toque de vergüenza. — Pero ¿estás preocupado porque le gustas a mi hermano?

— Sí, yo… no sé cómo manejar algo así. Es decir, tú hermano es atractivo, sexy y todo, pero…

— Pero es un hombre, ¿cierto? YooHwan, está bien si se lo dices, es mejor de hecho, o de lo contrario se podría hacer ideas erróneas y pensar que podría gustarte también.

El menor Park aclaró la garganta.

— Junsu hyung, ¿puedes ayudarme con eso?

— ¿Eh?

— Es que, no sé cómo rechazarlo, porque ni siquiera estoy seguro de gustarle. Tal vez solo estoy siendo paranoico.

El rubio sonrió con ironía. No era, honestamente, cómodo escuchar que los posibles sentimientos de su hermano por su cuñado fueran tratados como algo que genera esa incomodidad a tal grado de pensar en paranoia. Pero tampoco podía enojarse o culpar al menor Park, es heterosexual después de todo, y probablemente incluso su compromiso con Yoochun sea incómodo para él.

— Yo, veré si puedo ayudarte.

— ¡Gracias, hyung!

— ¡Yah! ¡Abrazos prohibidos!

— Qué demonios, eres un celoso hyung.

El menor Park estrechó la mano de su cuñado y luego se marchó de prisa. El azabache volvió a su sitio junto a su prometido.

— ¿Todo bien?

— Eso creo.


Algunos días después, Kim estaba en la universidad en un grupo de estudio, pero no es tonto y sabe que las miradas que siente son reales. Después de todo, desde su compromiso oficial con Park su popularidad se había disparado, y los cuchicheos le acompañaban todo el tiempo.

— ¿Por qué no tomamos un descanso y pedimos algo para comer? — Propuso un compañero.

A lo que todos secundaron. El rubio, por su parte, anunció que volvería más tarde, y buscó a su gemelo en otro edificio.

— ¿Qué pasa, Junsu?

— Hyung, ¿vamos a la cafetería?

— Oh, seguro.

Tras buscar la mesa más solitaria, los gemelos Kim se sentaron para comer.

— Entonces, ¿qué te preocupa?

— ¿Eh?

— Te conozco, no me buscas en la universidad a menos que algo te inquiete. Así que dime, ¿qué pasa? ¿estás nervioso con la boda?

— No es acerca de eso, hyung. Pero, sí tiene que ver con la familia de mi Chunnie.

— Oh, ¿es sobre YooHwan?

— ¿Él te gusta, hyung?

— Bueno, es guapo.

— Sabes de lo que hablo, hyung.

— No estoy enamorado de tu cuñado, Junsu.

— Oh.

— ¿Él te dijo algo?

El rubio evadió la mirada de su hermano. Tampoco quería echar de cabeza al menor Park.

— Descuida, creo que sé por qué lo está malinterpretando. Pero está bien, voy a hablar con él y despejar sus inquietudes. Así que tranquilo, no haré nada que haga incómoda tu relación con los Park.

— Sabes que eso no es lo que me preocupa. Hyung, yo también te conozco, y no imagino que YooHwan esté simplemente malinterpretando nada. Sé honesto conmigo, ¿te gusta?

— Incluso si lo hiciera, entiendo que es problemático, él es heterosexual. Y además, no creo que entienda lo que es para mí ser bisexual, así que no me meteré en problemas.

— Hyung.

— Vamos a terminar de comer. Además, ¿va bien tu grupo de estudio?

— Oh, sí. Dentro de lo que cabe.

— Si llegan a molestarte, solo tienes que decirme y me encargo, ¿de acuerdo?

— Hyung, no soy un niño, puedo encargarme de mis asuntos.


Con casi todos los detalles listos, lo que ocupaba el tiempo de la feliz pareja ahora era el traje de novio. El rubio se ha probado ya varios de ellos, pero no consigue sentir ese sentimiento especial con ninguno.

— Podemos probar en otra tienda.

— Pero solo te hago perder el tiempo, Chun.

— De qué hablas, me he estado deleitando la pupila durante horas. Incluso si no te has enamorado de ningún traje aún, yo te he encontrado muy guapo con cada uno, Junsu baby.

— Pues también quiero verte con trajes de novio, sabes~.

— Sí, sí. Pero no vayas a babear. — Dijo, actuando coqueto mientras indica a la señorita el tipo de traje que quiere probarse.

  Voy a tomar muchas fotos de mi Chunnie~.


En tanto la feliz pareja buscaba sus trajes de boda, sus respectivos hermanos se han reunido en un restaurante cercano a la universidad. Es el gemelo Kim quien ha citado al menor Park.

— Lamento que sea tan repentino, estoy en medio de los toques finales de mi tesis así que.

— No importa, me he reportado enfermo en mi universidad.

— Perdón por eso.

— Lo que sea, ¿por qué estoy aquí?

— No estoy detrás de ti, YooHwan.

El menor Park casi se atora con su trago de agua. Honestamente, qué no qué.

— ¿Ah?

— Puedes relajarte y dejar de sentirte acosado por mí, no estoy detrás de ti particularmente.

— ¿Particularmente?

— En realidad, es más como que realmente no eres un interés amoroso para mí. Así que puedes relajarte, soy bisexual pero no…

— ¿No te intereso? — Preguntó, interrumpiendo y parpadeando graciosamente.

— No.

— ¿Por qué no?

— ¿Qué?

— ¿No soy guapo? ¿De momento te interesan las chicas? ¿Cómo es esto? — Soltó una tras otra sus preguntas, ignorando el hecho de que estaba actuando con tono molesto.

— Err, eres guapo YooHwan, pero no de mi tipo. Y no es como si haya un momento en que me gustan las chicas y luego otro donde me gusten los chicos, no funciona así. De todas formas, solo quería decirte eso, para que no te preocupes innecesariamente.

— Sí, claro. Nh, gracias, supongo. — Dijo con aire atropellado, enterrando el rostro en el menú del restaurante, pidiendo deliberadamente los platillos más caros. — Tú pagas, ¿verdad?

— Sí. — El gemelo le miró, no es su imaginación, el de cabellos oscuros está molesto.

Sin embargo, no quería hacer nada problemático, así que lo dejó ser y luego, simplemente seguiría cada uno por su lado. Durante la comida ninguno dijo más nada, el menor Park de hecho ya ni siquiera le dirigió la mirada. Fue hasta el final, cuando salían del restaurante que le habló, y solo para una cosa.

— ¿Ya lo tienes?

— ¿El qué?

— El regalo de bodas, por supuesto.

— Oh, eso. No.

— ¿Qué tal si lo hacemos juntos? No tengo idea de qué comprarles de todas formas, pero si vamos juntos, podemos compartir ideas, yo conozco a mi hermano y tú al tuyo, ¿no?

— Eh, no tengo mucho tiempo libre por lo que…

— Está bien, no importa el momento, cuando tengas tiempo llámame y estaré ahí.

— YooHwan.

— ¿Mh?

— Pienso que no es buena idea pasar tiempo juntos.

— ¿Por qué no? Dijiste que no soy tú interés amoroso, ¿cuál es el problema? Somos cuñados.

El gemelo Kim suspiró. Y terminó aceptando el trato del menor Park. Aunque todavía pensaba que no era buena idea, parecía como si sería más problemático para él darle razones al otro para buscarle.


Con sus respectivos trajes finalmente elegidos, solo quedaba que se los enviaran a casa después de que los hicieran a medida. Sin embargo, Park todavía tenía otros detalles preparados para su gran vida de casados. Incluso de novios.

— ¿Quieres buscar casa?

— Sí.

— ¿No es pronto? Ya fijamos la fecha de la boda y falta cerca de un año.

— Junsu baby, ¿no prefieres que comencemos a vivir por nuestra cuenta cuanto antes?

— ¿Eh? — Las mejillas del rubio se colorearon de rosado.

— ¿No lo has pensado?

— Yo, lo he pensado, como recién casados. — Respondió, jugando nerviosamente con sus manos.

Park sonrió, le besó los labios y le sentó en su regazo. Aunque estaban en plena oficina del azabache. Llegaron ahí por mera curiosidad de Kim, pero de pronto sentía que había entrado voluntariamente a la boca del lobo. Un lobo hambriento, sobra decir.

— Junsu ah, quiero que tengamos un lugar al cual ir cuando queramos estar solos. No es que me preocupen los hoteles, pero nuestro propio lugar sería mucho más genial, ¿no crees?

— S-sí. Chun, no hagas eso~.

— No puedo evitarlo, me tientas demasiado siendo tan lindo, baby.

Y así, Park continuó besando el cuello de su prometido, acariciando sinuosamente su cintura.

— Chun~ estamos en tu oficina~.

— ¿No te da un poquito de morbo hacerlo aquí, baby? — Sugiere, succionando un trocito de piel sobre la clavícula, por supuesto, después de haberse desecho de un par de botones de la camiseta de su prometido.

— Nh~ Chun~ detente~. — Suplicó. Con palabras al menos, porque su cuerpo no estaba cooperando con su cerebro, que hasta comenzaba a sentir un poquito de calor.

— Solo te estoy besando, baby.

— Ng~.

Luego de pronto el tono de su teléfono. Es su secretaria quien interrumpe sin miramiento alguno. Una reunión importante espera por el azabache, que rumia entre dientes por la oportunidad que se le escapa como agua entre los dedos cuando su prometido aprovecha el momento para escapar de su regazo, se acomoda la ropa y palmea sus mejillas como espabilando la vergüenza acumulada.

— Volveré a la universidad.

— ¿Quieres que te lleven?

— Está bien, tomaré un taxi.

— Lo siento, no pensé que nos tomaría tanto tiempo lo de las medidas para los trajes y dejaste tu auto en la universidad.

— Deja de preocuparte por pequeñeces, Chun. Estoy feliz.

— Baby.

— ¿Sí?

— Hablé en serio con lo de la casa, ¿puedes considerarlo?

El rubio asintió, le dio un rápido beso en los labios y luego prácticamente corrió fuera de la oficina.


Trajes de novio, anillos de boda, lugar para la ceremonia, invitaciones, menú de comida, bebidas y postres, arreglos florales. Terminar su tesis y graduarse. Kim ha tenido un montó de actividad en los últimos meses, pero lo ha conseguido. Se ha graduado hace ya un par de semanas, por lo que ha tenido más tiempo para el resto de los asuntos de boda, además, Park siempre le ha acompañado.

En ese momento, a medio año del gran día, sienten que lo tienen todo.
Incluso la casa donde comenzarán a vivir, desde ese día.

Esa fue otra odisea, elegir la casa adecuada, comprar los muebles, pintar los interiores, embellecer el jardín. En esa tarea recibió apoyo de su madre y suegra, quienes le han sugerido tipos de flores y hasta algunas plantas para tener sus propias verduras en casa.

— Aunque con lo ocupado que podrían estar Yoochun y tú con el trabajo, probablemente no puedas dedicarle mucho tiempo. Si eso llega a pasar, puedes confiar en nosotras y te daremos una mano, cariño.

— Gracias, mamá. Pero, incluso si tenemos mucho trabajo, quiero asegurarme de cuidar bien de nuestra casa.

Ambas mujeres le dieron un fuerte abrazo, besaron sus mejillas y le compartieron más tips para el cuidado de la casa. Luego se despidieron, argumentando que el azabache tenía rato que las miraba como si estuvieran interrumpiendo sus planes. Algo sobre “la misma mirada lasciva de su padre” sonó en labios de la Sra. Park, y otro comentario como “incluso si no puedes tener hijos, siempre usa condón” en los de la Sra. Kim; el muchacho había atinado a sonrojarse y despedir a las mujeres entre risas nerviosas.

Park también las había despedido con sonrisas, y unos ojos hambrientos que no ocultaban para nada sus verdaderas intenciones.

— ¡Yoochun~! ¡Bájame~!

— No. Si lo hago, intentarás escapar, baby.

— Por qué estás tan excitado de repente~.

— ¿Por qué? Bueno, finalmente tenemos nuestra propia casa, quiero estrenar la cama.

— ¡Pero aún es de día~!

Naturalmente, Kim no pudo escapar de las hambrientas garras del lobo Park. Y honestamente no es como si realmente hubiera querido hacerlo.

— Yoochun~. — El rubio suspiró cuando su prometido comenzó a lamerle el pecho.

— Sabes a jabón, baby. — El azabache dijo, sonriendo pícaro mientras sus dedos serpentean por el vientre hasta la pelvis.

— Es porque me duché temprano~ ng. Date prisa, Chun.

— ¿No era que no querías?

Kim hizo puchero, se incorporó y fue entonces él quien le tumbó sobre la cama, montándose a horcajadas en un azabache que estaba más que encantado con esa repentina actitud salvaje de su prometido. Y es que no solo le ha empujado, sino que además ha comenzado a frotarse contra su pelvis, usando su propio trasero para excitarle. Pero no conforme, le mira desde esa altura con ojos lascivos, sonriendo coqueto se lame los labios y usa sus manos para acariciarle el abdomen.

— Mg, ¿por qué no te habías puesto así de sexy antes, baby?

— ¿Te gusto más así, Chun?

— Me encantas con todas tus facetas, Junsu.

Sonriendo más amplio, como si estuviera satisfecho con la respuesta recibida, el rubio se inclinó, tomando iniciativa en la ronda de besos siguientes. Y así, entre besos y moliendo su trasero contra la pelvis del azabache, sus miembros fueron ganando excitación hasta que ese jugueteo no fue suficiente para ninguno de los dos.

— ¿Dónde dejamos los condones y el lubricante?

— ¿Compramos, Chun?

— ¡Mierda! ¿Cómo pude olvidarme? — Gimoteó, dejándose caer en la cama con actitud derrotada, espalda encorvada y una palpitante erección en la entrepierna.

Kim le abrazó por la espalda, acariciando sinuosamente sus hombros y brazos mientras reparte besitos por la ancha espalda. Luego sus manos alcanzaron el pene de su prometido, acariciándole a lo largo y ancho susurró en su oído.

— Estoy bien si lo hacemos sin condón, Chun. Y podemos usar algún aceite corporal para lo otro.

— ¿Seguro? Ya sabes, puede ser algo más incómodo y hasta doler. Y no quiero hacerte daño. Qué tal si por ahora solo nos liberamos, luego iré directo a comprarlo todo. — Volviendo el rostro, Park besó numerables veces los rosados labios de su prometido, Kim suspiró en cada uno de ellos.

Pero luego fue y trepó de nuevo el regazo de su prometido, mirándole con ojos brillantes, diferentes. Decididos.

— Chun, quiero hacerlo. Ahora. — Enfatizó, tomando la diestra de su amante y chupando dos de sus dedos con traviesa coquetería.

— Eres tan erótico y seductor, baby.

Sobre cuándo se habían desnudado. Bueno, en algún punto entre besos, caricias, jugueteos e insinuaciones. Para cuando Park aprovechó la postura y llevó los dedos ensalivados entre las nalgas de Kim, todo lo que deseaba era poder embestirle cuanto antes.

— Necesito algo más que saliva, baby.

— Sí~. — Suspiró, apartándose apenas para dejarle ir en busca de aceite corporal.

Cuando Park regresó, Kim se dejó hacer con suma docilidad, gimiendo y jadeando durante los minutos que tomó prepararle lo más apropiado posible. Cuando avisó que entraría, Kim volvió a empujarle y montar, perfilando la hombría de su prometido contra su dilatado anillo.

— Mg, sigues apretado, Junsu.

— Es porque no estás lubricado aquí, Chun.

Kim se recorrió hacia atrás, y usó su boca para chupar el pene de su prometido. Tras dejar mucha saliva en él, volvieron a intentarlo. La penetración fue relativamente más sencilla, pero todavía se sentía algo ajustado.

Y excitante.
Particularmente para Park, que sentía enloquecedoramente placentera esa presión.

Para el rubio era un poco incómodo, pero ser quien está arriba lo calentaba bastante. Y de esa manera él iba a controlar el ritmo, la profundidad, la velocidad. Y eso lo calentaba un poco más.

— Chun, hoy yo tomo el mando, ¿ok?

— Ok.

Park ni siquiera dudó, porque seguía embobado con esa aura completamente erótica y salvaje de su prometido. Y cuando fue él quien comenzó a moverse arriba y abajo tragándole con cada penetración, no pudo más que dejarle hacer lo que quisiera. Él estaba más que listo para desfallecer de placer en tal paraíso.

Cuando Kim finalmente se acostumbró al tamaño y grosor de su amante, aumentó el ritmo de sus caderas, y el chapoteo del choque de sus cuerpos también se hizo más intenso, más húmedo, más excitante. El rubio arañó el pecho y pectorales de su prometido, se dejó hacer cuando sus nalgas fueron palmeadas y sus muslos acariciados con lasciva mirada. Se dejó llevar cuando su miembro fue tomado por la siniestra del azabache y masturbado con maestría, duplicando su placer. Se dejó hacer cuando sus tetillas fueron torturadas por los dedos del azabache, por las uñas rozando ahí y poniéndole más sensible que nunca.

— Ng~ ng~ Yoochun~.

— Se siente muy bien, Junsu baby. Mg.

— Chun~ Chun~.

Gimiendo su nombre, Kim continuó montando el falo de Park, notando el roce de sus anillos carnosos alrededor del erecto miembro, la forma en que resbala dentro y le llena de manera tal que casi le siente en las entrañas, el alivio extrañamente vacío que siente cuando su cadera se eleva y el miembro sale hasta la punta, llenándose de más placer cuando profana de nuevo. Esas sensaciones continuas, incesantes y rítmicas le estaban enloqueciendo, turbando sus sentidos y acercándolo al vórtice de placer.

Vórtice que no solo él visitaría.

— Ng, Junsu ah, tienes que quitarte. Ng, Junsu.

Kim sin embargo, no estaba escuchando, sus caderas se estaban agitando sin parar. Park tensó la mandíbula, conteniendo su placer lo suficiente para incorporarse, empujarle sobre la cama, abandonar su interior y luego correrse en su bajo vientre. El rubio parpadeó varias veces, entre confundido y extasiado, gimiendo a ojos cerrados cuando su pene fue masturbado por la diestra de su prometido y alcanzado su propio orgasmo, manchando su pecho con la blanquecina semilla. Park se tumbó a un lado, ambos respirando laboriosamente, sudados y encantados.

— Eso fue, extraordinario, baby.

— Sí, aunque no me dejaste terminar como quería~.

— Si me corro dentro de ti, luego tendrás dolor de estómago.

— No me hubiera importado~.

— Deja de hacer puchero. No, me encantó el sexo sin condón, pero correrme dentro no es bueno para ti, y yo solo quiero que estés bien, sumamente bien.

Dijo, llenándole de besos.

— Junsu baby, ¿estrenamos la ducha también?

Una risita vibró en labios del rubio, mientras se dejaba arrastrar hasta ahí y llenaban de gemidos sonoros la habitación.


La ceremonia de boda ha sido sencillamente hermosa. Familia y amigos reunidos para felicitarlos y llenarles de buenos deseos. Han evitado a los medios de comunicación y hecho de aquel acto una celebración meramente privada.

Celebración que llegó cargada de algunas sorpresas. Como el hecho de que los amigos de Park estuvieran relacionados con los de Kim y cómo hasta entonces se van enterando.

— Ya que ustedes han vivido en su burbuja durante todo el año, nunca logramos coincidir cuando intentamos invitarles a comer o tomar una copa.

— Pero ya entiendo de dónde me sonaba el nombre de Jaejoong, se trataba de tu novio, Yunho.

— Exacto. Sin embargo, no pensé que Hayami estuviera en una relación a distancia, esa fue una sorpresa hasta para mí.

— Lo fue más saber que ChangMin es pariente lejano de Jaejoong. Se siente como si todo quedara en familia.

— ¿No se aplica más para tu hermano? Digo, parece que se entiende muy bien con tu cuñado, eh.

— Oh, son buenos amigos pero JunHo no está interesado en YooHwan.

— ¿Seguro?

— ¿Qué? Bueno, YooHwan dijo que se lo aclaró hace mucho.

Jung Yunho, amigo y socio de negocios de Park, estuvo tentado de decirle que para nada era lo que parecía. Pero no era el momento ni el lugar, están aquí para celebrar el matrimonio de su amigo con el lindo chico que platica feliz de la vida con su Jaejoong, profesor en la universidad de que se graduó el chico en cuestión.

Junko parecía, sin embargo, la más emocionada de todos. Tomando fotos aquí y allá no podía relajarse como cualquier otro invitado. Y su vestido color lila terminó sujetado con listones y seguros en su cintura, para facilitar la movilidad, ni qué decir de sus altos tacones, abandonados en algún lugar del amplio jardín, sustituidos por cómodas pantuflas de interior.

Los Sres. Kim y los Sres. Park también estaban sumamente contentos, brindando y compartiendo experiencias.

— Estoy feliz, Yoochun~.

— También yo, Junsu. Muy feliz.

Abrazándose, los recién casados se despidieron poco después de sus invitados y partieron a su luna de miel, la que celebrarían en las paradisiacas playas de Jeju. Durante aquel viaje la feliz pareja construyó irremplazables memorias, se conocieron un poco más e hicieron juramentos a la luz de la luna. Amarse sin prisas, sin ataduras, sin secretos.

Por eso, cuando transcurrieron algunos años y tropezaron con la pequeña piedrecilla de la paternidad, ambos acordaron adoptar. La afortunada fue una bebé de apenas unas semanas de nacida que llegaba a sus vidas para enseñarles un montón de cosas.

Cosas, que probablemente se contarían en otros pasajes.
Y quizá, en alguno de aquellos, alguien le contaría cómo su papá Yoochun tuvo que decirle adiós a su heterosexualidad al enamorarse de su papá Junsu.

Quién sabe, podrían también contarle cómo su tío YooHwan hizo lo mismo con tío JunHo, y muchas, muchas historias más.

Pero aquí, la historia del particular compromiso arreglado de sus padres concluía. Con una bonita fotografía de familia donde la pequeña dormita en brazos de un Kim Junsu que sonríe radiante y un Park Yoochun cuyos ojos reflejan cuánto ama su vida actual.


FIN


¡Hello people! 

Les dejo este largo shot YS que había comenzado creo que, hace un año, tal vez, y que me di a la tarea de terminar desde el día de ayer. 
Si tiene incongruencias, ignórenlas! xD 

Si querían más detalles, pueden imaginarlos todo cuanto quieran porque no voy a retomarlo ;D 

Nos veremos luego con alguna otra actu, tengo un par en mente, pero veré por cuál me inclino en los próximos días. 

Si gustan, dejen sus comentarios~. 

Ya Ne!  

3 comentarios:

  1. Muchas gracias por terminarlo!! Me encanta! Cómo todo lo que escribes, es todo tan lindamente pornoso, otro final feliz, espero por tus próximos proyectos, un abrazo, y otra vez gracias!!

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  2. Eres increíblemente buena y mala al mismo tiempo, buena porque aparte de poner al Yoosu super sexy Hot, me sacas cada carcajada con sus peripecias, y mala por qué me dejas con ganas de saber cómo es que Junho cae redondito ante los encantó del maestro Pokémon. Gracias por esta historia. Por el tiempo que das a que tú inspiración nos ponga así de locas por el Yoosu. Sabes que aquí me vas tener pendiente de tus nuevos proyectos y rememorando los ya logrados. 1000gracias

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  3. Finalmente lo leí!!! Tengo tantas cosas que últimamente no sé dónde tengo la cabeza, pero te quedó hermoso 💞 muchas gracias por compartir con nosotras tan bonita historia ❤️

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Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión