Título:
THE SOUL ON MOON
Autora:
Felina
Pareja:
TonyxSteve
Género:
Romance
Clasificación:
NC-18
Honestamente,
tenían miles de cosas de las cuales hablar, centenares de resentimientos que
expresar, y montones de reclamos que hacer, pero, cuando se han reunido a solas
después de tanto, y tanto tiempo separados, todo aquello se disolvió bajo el
fuego crepitante de la ansiedad y el anhelo danzando en las pupilas de ambos.
Tanto Rogers como
Stark estuvieron por minutos en silencio, como si aquella anclada mirada
pudiese decir un poco de aquel bullente tornado de emociones, y devolverles
algo de serenidad, de paciencia.
Rogers dio un paso
al frente, pero se quedó en su sitio cuando notó la endurecida mirada de Stark.
Tragó hondo y desvió un segundo sus ojos. Fue el primero en rendirse.
La habitación se
encontraba semioscura, era completamente diferente a como recordaba haber
dejado todo la última vez que compartió espacio con Stark. Luego un pensamiento
corrigió el curso de sus ideas. No solo era diferente, sino que era otro lugar.
Otra mansión, otras habitaciones, otro todo.
Aún así, le gustaba.
Le gustan los
muros blancos, la amplia cama tamaño queen con colchas rojo pasión y
almohadones claros, con un cielo estrellado reflejado en el cielorraso y
lámparas fijadas en las esquinas de los muros. Le gusta el discreto sofá en el
balcón y los libros en el modesto librero junto al escritorio con una simple
portátil y su respectiva lámpara de noche. Le gusta, por sobre todas las cosas,
esa fotografía en la mesa de noche donde están ellos dos juntos. Antes de toda
batalla e inevitables guerras. Una foto de ellos dos sonriendo, con Stark
siendo algo empalagoso besándole una de las coloradas mejillas. Una foto de
ellos cuando tenían pocos meses de relación formal, cuando Rogers todavía no se
acostumbraba a decir que eran novios, cuando todavía se sonrojaba por las
cogidas de manos o los besos robados.
Sí,
definitivamente le gusta esta habitación.
Fue entonces Stark
quien avanzó, reduciendo la distancia con sus firmes pasos. Se detuvo justo
ahí, frente al Rogers que se sonroja repentinamente y a quien le titubean los
azules ojos. El interior de Stark se estremeció con extraña superioridad. No en
un mal sentido. No, este sentimiento era algo parecido a la confianza, a la
seguridad. Era como saber, que, aunque todo ha cambiado, los sentimientos que
les unieron antes seguían ahí.
Probablemente heridos, pero irónicamente más fuertes que nunca.
― Steve. ― Le
llamó.
Aunque no fuese
por una razón en particular. O quizá sí. al demonio, aquello no importaba. No
cuando la cosa más importante del momento es empinarse un poquito (maldita diferencia de estatura) y probar
los labios del ojiazul. Ligeramente resecos, agrietados. Pero tan tiernos como
siempre. Ese fue un beso pausado, casi efímero. Cuando Stark se separó, Rogers
suspiró a ojos cerrados, casi cual si esperase otro más de aquellas muestras de
afecto que tanto, pero tanto había echado en falta.
― Esa barba no te
queda. ― Stark dijo con tono serio. Rogers rió quedito.
― Me desharé de
ella después, Tony. ― Musitó el juramento, buscando de nuevo los labios del
otro. Casi como si solo de esa manera pudiera constatar que es real. Que está
ahí, que es amado a pesar de todo.
― ¿Después?
Podríamos hacerlo justo ahora. ― El multimillonario le sujetó la mano y tiró de
él hasta la ducha. ― Realmente no me gusta, Steve.
Bastó aquel tono
áspero y ligeramente sombrío para que el Capitán comprendiera que este acto,
como cada uno de los que le siguieran, eran justos y necesarios. Que son la
única forma en que Stark confiaría en él de nuevo, la única promesa continua
que él aceptaría para tenerle de vuelta. Porque claro que es amado, de la misma
forma en que ama, pero a veces las palabras y las acciones pueden ser
traicioneras, honestas y sin mala intención, pero traicioneras, como un animal
salvaje que no tiene más remedio que atacar para protegerse.
De esa manera fue
arrastrado hasta la ducha, con gentil guía de aquella mano callosa y
ligeramente temblorosa que se aferra a su muñeca, como si temiese que se le
fuese a escapar en cualquier momento. Cuando Rogers se recargó en la encimera,
de frente a este Stark con navaja en mano y una mirada más bien fría, el
ojiazul sonrió con nobleza, como el lobo fiero que es domesticado por la mano
cálida y gentil de su amo.
― ¿Quién te dio la
idea? ¿Nat?
― No realmente, yo
solo, en algún momento dejé de ocuparme de mi apariencia. Y las cosas
resultaron así, Tony.
Rogers dijo con
simpleza. Stark asintió, comenzando a distribuir espuma por la mandíbula,
sabiendo que la gruesa barba tardaría en ablandarse.
― Una parte de mí
sigue furioso contigo, Steve.
― Lo sé.
― Cambié tanto por
ti. Y me diste la espalda cuando más te necesitaba.
― Lo sé.
― Pero… ― Stark
hizo una pausa.
Una dolorosa pero
apacible pausa necesaria para ambos. Los sentimientos a flor de piel eran una
espada de doble filo. Angustiosamente aliviadora.
― Todavía te amo,
Steve. Joder, me cambiaste tanto, tanto. Y luego…
― Tú también me
cambiaste a mí, Tony. Mucho, mucho más de lo que podría explicar. No soy
elocuente ni inteligente como tú, jamás podría elegir las palabras adecuadas, y
probablemente una vida no sea suficiente para disculparme y demostrarte mis
propios sentimientos. Pero Tony, eres el único al que no quiero renunciar. Eras
el único en mi mente durante toda esta miseria. E incluso sabiendo que era mi
culpa, que me lo había buscado, que era consecuencia de mis egoístas actos, no
hubo momento en que no deseara estar de nuevo así; cerca de ti, capaz de
tocarte, de respirar tu aliento. Esperando que tus manos le devolvieran el
calor a mi cuerpo, y tus besos a mi corazón…
― Ya basta. ―
Stark dijo, interrumpiendo con cero gentileza el discurso del Capitán. ― Solo,
cállate Steve. ― Sentenció, mirándole a los ojos con una firmeza que le hizo
temblar.
Temblar con
anhelo, con ansiedad, con miedo a la soledad.
Rogers sin
embargo, sabe que lo merece.
Que su silencio
es, en ese momento, el único pago que puede hacer por las heridas que le
provocó.
Stark suspiró.
Largo y pesado. Cerró los ojos un instante y al abrirlos nuevamente, se
concentró en pasar la navaja por el contorno del ojiazul, deshaciéndose con
paciencia de ese horrible vello
facial que lo hacía lucir ridículamente sexy y varonil. Chasqueó
inconscientemente la lengua una y otra vez, cada vez que pasaba la navaja por
aquel atractivo rostro y limpiaba la navaja en un recipiente con agua tibia.
― Steve.
― ¿Sí?
― Esta es la
primera y última vez que lo haré.
Rogers no necesitó
preguntar. Lo ha entendido perfectamente, sobre todo cuando los labios de Stark
le besaron primero. Tan suave y lento que sus rodillas flaquearon. Un beso, de
esos que extrañó horrores durante meses. Años quizá. ¿Cómo saberlo? El tiempo
había perdido sentido para él desde que, por su terca personalidad, tomaron
caminos separados.
Stark fue
sumamente amable y tierno mientras le besaba profunda y largamente. Casi como
si quisiera memorizar de nuevo aquella cueva húmeda y cálida que le recibía con
gusto y se dejaba dominar, entregada
a la libre exploración del más recóndito espacio de su interior. Suspiró
tembloroso cuando la lengua del morocho se paseó por su paladar y rozó lo más
profundo hacia su garganta, jadeó extasiado y sus vidriosos ojos azules dejaron
al descubierto esa otra emoción que, con increíble facilidad, se le encendía en
el corazón e irradiaba por todo su cuerpo.
― Tony~. ―
Suspirando su nombre, las manos del capitán se
anclaron a los hombros de Stark, deseando más de esa emoción. Mucho más de
esos besos.
― Steve, entrégame
todo de ti. Esta vez, absolutamente todo, ¿entiendes? ― Su voz firme, casi
severa, hizo eco en el corazón del ojiazul.
Y Rogers no dudó
siquiera un segundo cuando asintió y devotamente le miró a los ojos.
¿Entregarse? Honestamente, ha sido suyo desde hace mucho tiempo, es solo que
tomó el camino más largo y escarpado hasta el corazón de Stark. Y él también lo
sabe, que ambos son tercos, incorregibles y sumamente orgullosos. Saben, que la
forma en la que se aman toma años para demostrarse, y que una vida nunca será
suficiente para desbordarse en sentimientos.
― Tony~. ― Suspiró
de nuevo cuando la morocha boca atrapó la suya ardientemente y sus manos
comenzaron a acariciar la piel bajo las ropas.
Ropas que,
francamente, desaparecieron más rápido de lo que Rogers hubiese imaginado. Atontado
por los besos y las caricias, no fue siquiera consciente del momento en que una
a una fueron retiradas con la expresa pericia del morocho. Casi pareció que en
un parpadeo su desnudez era absoluta frente a los demandantes ojos de Stark.
Y sin embargo,
algo no parecía encajar.
Rogers de pronto
se dio cuenta de algo. O sospechó que algo
no marchaba precisamente bien.
― ¿Tony?
― Mh.
― ¿Por qué no me
dejas desnudarte? ― Finalmente preguntó, consciente de que es el único ahí
completamente desnudo, mientras su amante ha conservado astutamente todas sus
prendas.
Stark aclaró la
garganta, y sus ojos marrones se oscurecieron un poquito más. Incómodo, al
parecer. Rogers le dio un piquito en los labios. Y unos cuantos más como para
aligerar la tensión, cualquiera que fuera la raíz de esta.
― ¿Hice algo mal,
Tony?
― ¿Qué? ¡No! No se
trata de ti.
― ¿Entonces?
Stark aclaró
nuevamente la garganta. Desviando ligeramente la mirada.
― Tony, si no
quieres hacerlo…
― ¡Quiero! ¡Joder,
Steve! ¡Extraño el sexo contigo!
― Pero, el sexo es
bueno cuando estamos en las mismas condiciones. Si solo soy yo, se siente…
raro.
― Es porque… estoy
avergonzado, ¿ya?
― ¿Qué?
― No me hagas
repetirlo. ― Dijo, cubriéndose el rostro con aire desesperado.
― Tony, no
entiendo si no me explicas. Pero, si no estás listo para decirme, y
definitivamente quieres permanecer vestido, entonces… entonces, está bien.
Quiero sentirme uno contigo otra vez, Tony. ― Rogers volvió a repartir besos
por el rostro de su amante, tanteando la entrepierna con la diestra, suspirando
con aire aliviado cuando le sintió.
Duro, caliente.
Excitado.
― Estabas pensando
tonterías, ¿verdad?
― Es que…
― Estoy
avergonzado porque estoy envejeciendo, Steve.
― ¿Qué?
― Que mientras tú
te pusiste más musculoso y sexy, yo siento más dolores corporales y he perdido
peso, estoy algo flácido y no gano músculo con facilidad. ― Dijo, farfullando
con aire molesto y claramente avergonzado.
Rogers torció una
sonrisita. Su corazón se ha hinchado de amor otra vez.
― Tony, me
encantas.
― ¿Cómo sabes? ¿Y
si cambias de opinión cuando veas mi físico? Mi orgullo saldría gravemente
lastimado. Ya sabes, tengo mi orgullo como hombre, y como amante. En el sexo…
― Tony, no te amo
solo por tu físico. ― Interrumpió. ― Te amo por quien eres, aquí. ― Dijo, por
último, posando su mano en el pecho del IronMan, justo ahí donde los latidos de
su corazón le dan calma con su acelerado repiqueteo.
Stark finalmente
sonrió también, rodeó la cintura del soldado y le atrajo con fuerza hacia su
cuerpo, chocando sus bocas con más ahínco y pasión de la que podía controlar,
siendo algo violentos mutaron este
beso en uno salvaje y profundo, con mucha saliva y lengua, con poco oxígeno y
muchos latidos.
Era como si,
después de tanto tiempo, sus almas al fin se hubiesen alcanzado.
Esa vez, cuando
las manos de Rogers se movieron buscando las ropas de Stark, no encontró la
resistencia ni la astucia de antes para evitar que estas fueran retiradas. La desnudez,
finalmente los atrapó a los dos. Cuando sus pieles chocaron entre beso y beso,
las caricias las encendieron de una febril pasión que parecía capaz de
derretirles el alma misma. Provocaron entonces la fricción entre sus pelvis, y
sus manos astutamente se corrieron entre sus cuerpos masajeando la endurecida
erección del otro. Juntaron sus miembros y bombearon a la par, besaron sus
bocas como si no hubiera un mañana, jadearon sin fin, gimieron el nombre del
otro y dejaron que la excitación tomase el control.
Pero, por
supuesto, todavía no era suficiente.
― Steve, date la
vuelta.
Rogers obedeció
sin titubeo, con las manos en la encimera y el rostro ante el espejo, inclinó
la espalda y separó las piernas. La lengua de Stark pronto dejó un trazo
caliente por toda su espina dorsal hacia el sur. Las mejillas de Rogers se
encendieron al rojo vivo. Tembló involuntariamente, presa de excitación y
anticipación, ansioso por lo que sabe vendrá. De pronto quería que Stark se
saltara el juego previo y simplemente lo hiciera. Que entrara en él con fuerza
y marcara cada centímetro de su caliente interior.
― No estés tan
ansioso, Steve. Tenemos tiempo.
Stark dijo con una
sonrisa seductora, sus manos comenzaron acariciando el costado de su silueta
mientras le miraba en el reflejo y se relamía lascivo al ver los brillantes
ojos azules delatando lo que Rogers probablemente no le diría con palabras en
ese preciso instante. Que lo deseaba con locura. Descendiendo con lamidas y
juguetones besos, Stark continuó su camina, las callosas palmas acariciaban las
largas y musculosas piernas, sintiendo cada estremecimiento bajo las yemas de
sus dedos. Su interior se regocija por este acontecimiento y el alma se le hincha
de emoción. Es adrenalina, deseo, pasión y lujuria. Es amor.
Stark terminó de
rodillas en el piso de la ducha, sin una sola gota de agua derramada en ninguna
parte. Aunque le seducía la idea de meterlo bajo el chorro de agua tibia, le
ganaba más el solo hecho de tenerle ahí, desnudo, sonrojado, jadeoso, a su merced. La diestra se fue entonces al
frente, arropando el endurecido y caliente tronco, mientras su lengua atacaba por detrás los testículos y provocaba
otro poco su libido.
― Ng~. ― Rogers
gimoteó hecho un manojo de bajos
instintos.
Tensó los músculos
de su cuerpo a diestra y siniestra. Las piernas cuando una oleada de placer
nació en el bajo vientre y se extendió por cada ramificación nerviosa de su
organismo. Tensó las manos en la encimera (dañando el azulejo, dicho sea de
paso) cuando la boca de su morocho amante chupó uno de sus testículos al mismo
tiempo en que con un dedo presionaba la abertura en su cabeza fálica. Tensó la mandíbula
y miró hacia el techo cuando sus testículos fueron amasados mientras la
extensión era bombeada y una lengua invasora se abría paso en su ano.
― Tony~. ―
Naturalmente, gimoteó el nombre del único que podía hacer de él este desastre inmoral.
Stark se regocijó
internamente otra vez.
Le gusta esta
sensación de control.
Le gusta saber que
es él quien puede tenerle de esta manera.
Y sacudir el mundo
bajo sus pies.
De la misma forma
en que destruye todo su sistema de creencias. Su innecesaria moralidad.
― ¡Ngh! ― Arqueando
la espalda y agitando las caderas, Rogers comenzó a sentir ese cosquilleo de
excitación cuando las manos que le masturbaban abandonaron su falo, pero en
cambio dos intrusos profanaron su estrecha cavidad.
De
prisa.
Mételo.
Te
quiero dentro.
Ansiedades que
Rogers se tragó, luchando contra el último muro en su pensamiento. La infinita vergüenza.
Su cuerpo, por
otro lado, mucho más sincero y presa de ardor, le traicionaba. Las caderas se
meneaban adelante y atrás, en círculos. Su boca gemía sin control, a veces llamándole
con tono desesperado. Sus ojos vidriosos dejando escapar un par de lágrimas, de
esas que nacen de la incipiente necesidad.
― Steve, estás
goteando. ― Stark dijo con tono lascivo. Ha vuelto a ponerse en pie, solo para
deleitarse la pupila con las expresiones de su amante en el reflejo.
Mientras Rogers fruncía
lindamente el ceño frente al espejo y el reflejo le devolvía la expresión
seductoramente juguetona de Stark. Al sur de su ombligo, su pene efectivamente
goteaba. Espesas gotas de presemen que ensuciaban el lujoso piso de la ducha.
― Aquí estás ajustado,
¿no te tocaste ni una vez?
― ¡Cómo podría!
¡Ng~! Tony~.
Stark se inclinó
ligeramente, separó las nalgas de Rogers con sus manos y abrió el agujero usando el índice y anular de cada mano. La cavidad
anal se dilataba y contraía como el pálpito de su corazón inquieto. Rogers se
sonrojó al límite, presa de vergüenza y excitación. Stark metió su lengua,
recorriendo a su antojo el caliente, mojado y palpitante interior. la entrepierna
le pinchó dolorosamente.
Incorporándose y
apostando firmemente sus piernas, Stark se acomodó contra el trasero de Rogers,
perfiló su miembro y con un fuerte impulso penetró hasta el fondo.
― ¡Tony~! ― Rogers
gimoteó temblando de pies a cabeza.
Su semilla ha
salido disparada con un potente chorro. Ha abrazado el orgasmo sin siquiera
sentirse preparado. Y sin embargo…
― Sigues duro,
Steve. ― Stark dijo en su oído, mordisqueándole la oreja con gesto seductor.
Rogers simplemente
le miró a través del espejo. Su rostro sudoroso y ruborizado, las pupilas
dilatadas. Disfruta los espasmos de placer. Se siente pleno. Es uno con su
amante.
Stark sujetó con
firmeza las fuertes caderas y comenzó a moverse. El vaivén fue poderoso desde
el principio, arremetiendo contra las nalgas de Rogers, gimió por cada roce de
carne contra carne, saboreó la sensación de los palpitantes anillos apresando y
liberando su erección con cada embestida. Incluso si Stark hubiese querido ser
más suave o romántico, justo en aquel momento fue imposible, se sentía dominado
por sus propios bajos instintos, por su hambre de placer y su sed de pasión. Era
lujuria pura encendida al rojo vivo.
Los gemidos de
ambos se sincronizaron en algún momento, como una orquesta dando vida a la más
vertiginosa de las melodías. Sus voces hicieron eco en las paredes de la ducha,
y el espejo pronto lo hizo todo borroso, no había más reflejos de expresiones
vergonzosas o lascivas, solo vapor y una película de calor.
― Steve. ― Stark
gimió entre dientes.
Y no fue necesario
más, Rogers lo sabe. Su amante está por llegar también.
Una, dos, quizá
tres o cuatro. Al final de aquella penetración Stark no se movió más,
completamente dentro y tembloroso se quedó estático, se ha derramado en el
interior de Rogers y, sin planearlo, ha mordido con demasiada fuerza el hombro
del capitán, provocándole una severa
herida.
Rogers había
gemido al final con una exquisita mezcla de placer y dolor. Los dientes del morocho habían rasgado su
piel y la sangre corrió. Ha dolido, pero la sensación cálida de los fluidos de
Stark en su interior lo habían llevado a un viaje sideral de ida y vuelta en un
santiamén. Probablemente había coqueteado
con la locura en ese instante. O tocado el cielo con la punta de los dedos. Quién
sabe, ambas ideas le parecían tan seductoramente románticas.
― Mierda, lo
siento Steve.
Cuando finalmente el
cerebro de Stark funcionó de nuevo, y el sabor cromado de la sangre de Rogers
golpeara con fuerza su sentido del gusto, él amagó con salir de su interior
para encargarse del asunto; pero la diestra de Rogers viajó hacia atrás y
sostuvo con fuerza el trasero de su amante, impidiéndole retroceder.
― Todavía no me
entrego por completo, Tony~. ― Dijo. Y por si fuera poco, su voz sonaba
malditamente necesitaba y tierna.
Stark sintió su
miembro endurecerse mientras permanecía unido a Rogers.
― ¿Te volviste
masoquista, Steve? ― Preguntó, acariciando con un dejo de culpa la marca de su
mordida en el hombro del soldado.
― He sufrido
heridas verdaderamente problemáticas. Esto, Tony, es una marca de amor~. ―
Aseguró, sonriendo con el rostro ligeramente hacia atrás, buscando la mirada de
su amante.
Stark suspiró profundamente,
le palmeó las nalgas y aprovechando la momentánea distracción, salió de su
interior, le hizo girar y encaró el atractivo rostro de su sonrojado amante.
― Definitivamente,
este look te queda mucho mejor. ― Dijo, acariciando lánguidamente la mandíbula rasurada.
― Vamos a la cama, no creo que vaya a bastarnos la noche para que termines de
entregarte a mí. Y además. ― Stark llevó la diestra al miembro del ojiazul. ― Sigues
duro como piedra, Steve. Qué cuerpo tan honestamente problemático tienes, eh.
― ¡Tony~! ― Rogers
se dejó arrastrar por segunda vez.
Esta con un
destino mucho más calmado y colmado de emociones relajadas. Cuando cayeron
sobre la amplia cama, Rogers abrió sus piernas y las enredó en la cintura de
Stark, no queriendo que se separara ni un instante, haciendo un ágil movimiento
aquí y allá, fue él mismo quien acomodó el pene del morocho contra su caliente
anillo, empujando con sus tobillos contra las nalgas morochas, se autopenetró
mientras se devoraban los labios.
Allá afuera, una
bonita luna coronaba el oscuro firmamento y era testigo de una explosiva
reconciliación. Como el volcán que continúa por largas horas en erupción, o el
tornado que cae una y otra vez sobre el mismo suelo. Así también, como la
tormenta que devasta todo a su paso, pero conserva una traicionera serenidad en
su interior. Eran como el fuego enfurecido que lo consume todo a su paso, eran
también como las tranquilas aguas de un lago imperturbable besado por la luna.
Eran un océano de
sentimientos desbordándose sin reparo alguno.
Estaban, después
de todo, fundiendo sus caminos en uno.
De la misma forma
en que unían sus cuerpos y reencontraban sus almas.
Y quién sabe.
Podía ser que en
este nuevo destino trazado grandiosas sorpresas pudieran presentarse.
…
―
¡Ya llegué, papis~!
―
¿Qué te he dicho, Peter?
―
Pero papá Steve~.
―
Sin peros, no entres a la casa columpiándote con esas pegajosas telarañas,
cariño.
―
Vamos, Steve, es un adolescente curioso. Eso lo heredó de mí.
―
¡Papá Tony tiene razón!
…
O solo se tratasen
de sueños.
Quién sabe.
FIN
Yfytejcdkoqk omg pero que manera de reconsiliarse solo espero que ya no se peleen pinchi cap ya cuidalo o ya veras ++
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