lunes, 23 de julio de 2018

MY BOYFRIEND IS A CAT. Oneshot YooSu.


Título: MY BOYFRIEND IS A CAT
Autora: Felina
Pareja: YooSu
Género: Romance
Advertencia: NC-18. Mpreg

~*~

Park Yoochun es su nombre. Gato-hombre su verdadera identidad. Sí, de esa manera resulta ser, es un gato capaz de convertirse en hombre. Así es, no a la inversa. No se trata de un hombre cuya habilidad sea adoptar apariencia felina, sino que es un felino con la pericia para tener forma humana. ¡Y le encanta! Tanto, que es por ello que ahora tiene una identidad humana, con un nombre y una vida en los suburbios de Seúl. La ciudad le ha gustado desde hace mucho, pero tuvo algunas vidas como gato salvaje en las montañas de Namsan, después recorrió otras ciudades e incluso países, pero la capital surcoreana le sedujo desde hace algunas décadas.

Hoy en día, Park es un hombre de negocios de prestigio a nivel internacional. Se le conoce por ser buen estratega y acumular ganancias sin exponer en demasía su empresa. Se le conocía también por ser un hombre seductor y su categoría de soltero codiciado. Oh sí, soltero codiciado. Filas podían hacerse de la cantidad de mujeres que querían salir con él, convertirse en sus novias, prometidas o amantes. Ni una sola de ellas podía presumir de algún logro.

El apuesto hombre de cabellos azabaches era, a sus treinta y tantos, virgen. Lo cual ya era una nota enorme a su favor y una de las razones por las que más era asediado. Y, como guinda en el pastel, protegía su castidad porque creía en el amor. O en ese algo que le había robado el aliento cuando conoció, durante su adolescencia y por breves instantes, a un jovencito de cabellos castaños y sonora risa. Desde hace casi dos décadas, y particularmente desde que comenzó a reconocer el celo de algunas hembras, susceptible a las de su especie (que no es el único gato en el mundo) e incluso a las feromonas de mujeres en sus ciclos receptivos; Park ha tenido algunas dificultades para controlar su instinto, liberando su deseo sexual a la usanza humana. Masturbándose.

Y, contra toda la estructura moral ya construida en su mente, ocasionalmente se colaba en su pensamiento el recuerdo del jovencito aquel, que, por la época, no debió tener más de 15.

― Era tan lindo. ― Park suspiró, dejando la taza de café en el escritorio de su oficina, girando en la silla y mirando por los amplios ventanales la hermosa ciudad en su vida matutina. ― Me pregunto dónde estará. Lo conocí hace 15 años, viéndolo por apenas unos minutos, y es día en que no puedo olvidarlo.


Park había decidido dar un paseo por el parque esa tarde, originalmente pensó en hacerlo bajo su apariencia felina pero después de la experiencia que había vivido hace no demasiados días, se arrepintió casi de inmediato. Ha tenido suficiente de la atención de féminas encontrándolo adorable e intentando adoptarlo para tenerlo de mascota en casa.

¿Él adorable? ¡Un macho de su calibre!

Ng, no soy una mascota maldita sea. Pensó, mientras sus pasibles pasos le llevaban por el parque.

Aparentando ser un joven de 17, Park se tomaba la vida con pereza entonces. Tenía grandes ideas y ambiciosos proyectos, pero no precisamente la energía para llevarlos a cabo. No aun al menos. Y, falto de familia, no había quien le insistiese u orientara. Por lo que era un joven gato libre de hacer a diestra y siniestra. Como en muchas de sus otras vidas.

Ese Park de 17 años, curioso pero perezoso, conoció entonces a quien podría incluso considerar su opuesto (probablemente con la perfección del Yin y el Yang), un joven activo de apariencia adolescente con una risa escandalosa que jugaba con una pelota de soccer junto a otro grupo de muchachos. Él destacaba por su risa, pero también por sus habilidades mientras juega. Por esa razón Park le prestó atención. Demasiada quizá, porque fue ahí cuando sus ojos se pasearon por la anatomía del jovencito.

Desde su atractivo, pero todavía infantil rostro, hasta sus largas y fuertes piernas, rematando con ese trasero que, Park se relamió los labios, prominente y bien torneado se antojaba al tacto.

Ng. Park jadeó indiscutiblemente azorado por su descubrimiento.

Nunca ninguna persona le había provocado ese calorcito, ni la repentina necesidad de “aparearse”. Este muchachito de tierna presencia ha encendido la llama del celo en su cuerpo. Y él no podía darse el lujo de ceder.

Aún así, Park permaneció en el lugar durante minutos, no mucho para su mala suerte. 5, máximo 10 de ellos transcurrieron hasta que el grupo de muchachos se retiró, con energía todavía, a otro lugar. Al parecer tenían un partido programado, y solamente habían estado matando tiempo en tanto. Lo que fuera, Park cobró su forma felina e intentó seguirlos, pero en su camino se encontró con otro grupo de féminas que le impidieron el paso.

Park conoció entonces el verdadero significado de la frustración. Particularmente sexual. Ya que su instinto había despertado por la presencia de aquel muchachito de cabellos castaños, el gatito incluso tuvo también su primer acto “salvaje”, mostrando las uñas, tirando arañazos a diestra y siniestra, sin entender cómo ese grupo de chiquillas todavía lo encontraba adorable.


― Fue una tarde terrible aquella. Esas chiquillas estaban locas. ― El hombre incluso sintió un escalofrío al recordar. No, Park respiró profundo, empujó el puente de su nariz y luchó por mandar lejos aquellos recuerdos tan humillantes para un neko macho como él.

Un par de minutos después entró su asistente, el día debía comenzar. Reuniones y más reuniones le esperaban. Lo que era peor, no podía zafarse de ninguna de ellas porque su asistente, de origen japonés y buen amigo suyo, no lo dejaba hacer su voluntad aunque era el amo y señor de todo aquello.

Al terminar su día, Park se alejó de su gente y decidió salir a divertirse por su cuenta, bajo la clara advertencia de su asistente de no ir en su rescate, aunque lo necesitase. Fue y visitó un bar que supo se abrió hace no demasiados días. El ambiente era bueno, pero nada del otro mundo. Apenas se tomó un par de copas y decidió salir de ahí, las mujeres le estaban siguiendo como moscas a la miel y no le apetecía lidiar con ello.

Así que caminó por las calles sin nada mejor que hacer, otros de sus amigos cercanos estaban de viaje (luna de miel, dijeron, aunque ya era la tercera vez que lo mencionaban) y parecía no estar de humor para andar de bar en bar. De esa manera terminó sentándose en una banca del parque más cercano, se compró un café en el Starbucks en su camino y optó por mirar un rato a la gente hacer lo suyo.

Había familias caminando, otras descansando con algunos aperitivos nocturnos. Algunas parejas coqueteaban por ahí o se tomaban selfies. Grupos de amigos hombres y mujeres tonteaban también, quizá planeando a dónde ir el fin de semana o dónde ir de viaje para la graduación, adolescentes reían y se agrupaban para practicar bailes populares o simplemente tomarse el pelo entre sí.

Park encontró todo aquello fascinante, fue niño, fue adolescente, es un hombre joven. En algún punto de su mente, también quiere familia.

― Pensamientos absurdos. ― Dijo para sí. Una sonrisa melancólica adornó sus labios.

Park se puso de pie, y decidió marcharse de ese lugar, mejor volver a su casa, mirar tv, tomar cerveza, pedir pizza y pollo frito. Y anunciarse como enfermo al día siguiente. De pronto, no tiene energía para trabajar.

Calles más allá, mientras se refrescaba y decidía tomar un taxi (el auto lo tenía su asistente, a quien no ha contactado porque apagó su móvil para evitarlo), se encontró con una escena que no esperaba. Un grupo de mocosos pandilleros robó el bolso de una chica en plena calle, y un muchacho de cabello teñido en un extravagante tono rosado se dio a la tarea de seguirlos.

― ¡Deténganse ahí! ¡Hey, alto!

Al ver la determinación del muchacho al seguir a esos mocosos, que no deberían ser más que adolescentes en malas compañías, Park decidió ayudarle. Y con movimientos dignos de artista marcial con una longeva experiencia, rápidamente sometió a los tres chicos en cuestión.

Para cuando el muchacho llegó, Park ya se había encargado de todo. El teñido respiraba agitado, pero le miraba con grandes ojos claramente asombrado.

― Wow, ¿eres policía?

― No.

― ¿De verdad? Pues, ¡es genial, hyung! ― El muchachito exclamó con una sonrisa de oreja a oreja. Park jadeó inconscientemente.

― ¿Tú eres policía?

― Para nada. Pero ya deben venir en camino, gente allá atrás les llamó.

― ¿Por qué te involucraste? ¿La chica es tu novia? ¿Conocida tuya? ― El azabache preguntó con ansia, sus ojos fijos en la silueta del muchacho.

― No es mi novia, ni mi conocida. Pero ¿no debe un ciudadano actuar cuando presencia algo así?

― No en realidad. ¿Qué si iban armados? ― Park dijo, preocupado por la seguridad de este desconocido.

― Oh. Bueno, de todas formas, ha sido usted quien se ha encargado a fin de cuentas. Le agradezco por involucrarse.

― No eres tú quien debe agradecer, sino la dueña del bolso, ¿no crees? ― Park hablaba y hablaba. Ansiedad corroyendo sus entrañas.

Y no era precisamente por antipático, al contrario, está interesado en este muchacho. No por su extravagante tono de cabello o la valentía con que se lanzó tras los mocosos. No, es porque le ha reconocido, los mismos ojos, el mismo rostro con aire infantil. Jura que, si lo escucha reír, también será el mismo escandaloso sonido de hace 15 años.

― Aún así, le agradezco.

― Pues, de nada. Me llamo Yoochun. ― Dijo, casi apresurando su presentación pues ansía conocer el nombre del otro. Y aliviar al menos un poco esa necesidad de contacto.

― Junsu. ― Respondió sin duda alguna, extendiendo el brazo y dando un fuerte apretón.

― La policía llegó. ― Park dijo tras escuchar las sirenas de una patrulla. ― Nuestro heroísmo debería llegar hasta aquí.

― Oh, pero harán preguntas, no puedes irte aún.

― Soy un hombre de negocios muy ocupado, y fuiste quien inició todo, así que. ― Park torció una sonrisa traviesa, y en tanto el de cabello teñido miraba hacia atrás al escuchar la voz de la chica que seguramente ayudó, al volver la vista el hombre ya no estaba. Ni a la distancia, y no era precisamente sencillo simplemente mezclarse en la multitud o torcer en una calle. ― ¿A dónde se fue?

Meow.

El maullido de un gato le hizo bajar la mirada. Ahí, restregándose contra su pierna y ronroneando, un enorme gato negro al que solo le brillaban las doradas pupilas.

Meow.

― Oh, hola amiguito, ¿acaso te perdiste?

Meow.

Por supuesto, un maullido era la única respuesta que recibiría.
Después de eso, el teñido tuvo que encargarse de las preguntas que hizo la policía, hacer su declaración formal y más tarde, por fin volver a su casa.
Con un pesado gato negro en sus brazos.

― Con suerte vivo solo y están permitidas las mascotas en mi departamento. Es extraño que un gato se encariñe tan fácilmente con alguien, ¿no?

Meow.
             Meow.
                        Meow.

Los maullidos y ronroneos del gato era lo único que acompañaba las palabras del teñido.

― Al menos está cerca una tienda de conveniencia y conseguí comida para gato, aunque no pareces ser un gato callejero has estado maullando continuamente, debe ser por hambre, ¿verdad?

Meow.

― Bien, aquí está. ― El muchacho dejó una lata abierta en el piso de su cocina. ― Disfrútala por favor~.

El instinto felino despertó con más ahínco al sentir la suave caricia en su cabeza. Pero no, no era solo el amable gesto, era todo. Su voz, su sonrisa, su aura, su olor.

― ¿Debería tomarte una foto y publicarla? Debes tener dueño, o dueña. Y seguramente te estará buscando.

Meow. Park quería decirle que no. Que, en tal caso, es él el único a quien podía considerar su dueño. Dueño de su instinto.
De su corazón.

Esa noche Park durmió mejor que nunca, acurrucado junto al teñido, el mismo jovencito que despertó su instinto tantos años atrás. Sin embargo, y aunque podía tomar otra decisión, por la mañana usó un poco de esa magia que posee gracias a su sobrenatural existencia y borró de la memoria del teñido su recuerdo. Se deshizo de la lata de comida para gato que consumiera la noche anterior y las otras que había comprado para alimentarlo, borrando así cualquier rastro de su existencia.

Para cuando el teñido despertó, solo tenía la memoria del encuentro con el hombre de negocios, después un peculiar sentimiento de página en blanco hasta llegar a su departamento.

― Que raro. ― Murmuró. Pero al ver la hora en el reloj en la mesa junto a su cama, de un salto salió de ella. ― ¡Voy tarde al trabajo~!


Park estaba de buen humor esa mañana, tomó su taza de café con una sonrisa en los labios, atendió puntualmente sus primas reuniones y revisó papeles con entusiasmo. Su asistente se encontraba sumamente sorprendido de su actitud.

― ¿Algo bueno te pasó esta mañana antes de llegar?

― No. Algo muy bueno me pasó anoche después de dejarte botado con mi auto, Hayami.

― Merezco un bono entonces.

― Jódete. ― Park dijo en tono bromista. Su asistente se lo tomó de esa manera. Después de todo, son muy buenos amigos.

― Por cierto, necesitas encontrar un asistente de verdad, estoy por arrancar formalmente con mi propio negocio restaurantero. Ya me divertí bastante acompañándote estos meses.

― ¿No podrías desempeñarte en ambos papeles?

― No me jodas.

― Sí, sí, ya entendí. Entonces, ayúdame a buscar uno.

― No, hazlo tú.

― Qué ingrato.

― Te recomendé un par y te negaste, ¿lo olvidaste?

― Las mujeres terminan intentando meterse en mis pantalones.

― Son muy profesionales.

― Suelen empezar de esa manera. Luego intentan meterse en mis pantalones.

― Eres un gato infernal después de todo, Yoochun. Corrompes a cualquier fémina con sus feromonas despiertas.

― Por eso, ayúdame a buscar a un hombre lo suficientemente capaz de encargarse de tu rol, ¿quieres?

― No, hazlo tú. No tengo tiempo.

El azabache chasqueó la lengua, y luego no tuvo más remedio que hacerle caso a su amigo. Así que consultó primero en la base de datos de su propia empresa, después en otras con recursos disponibles, hasta que finalmente encontró al que consideró indicado.

Una semana después, Hayami entregaba la batuta a un chico de nombre Shim ChangMin, con 28 años de edad, tenía todo lo necesario para encargarse de Park y sus malos hábitos, particularmente para despertarse y hacer lo que le corresponde.

― La única ventaja es que no es un mujeriego, al contrario, suele huir de las mujeres insistentes.

― ¿Es el Sr. Park gay?

Hayami soltó una risotada, mientras el joven de cabellos morochos acomodaba sus anteojos y esperaba pacientemente la respuesta.

― No. Él no es gay, no hasta donde sé. Simplemente, está esperando por el primer amor, supongo.

― Oh, entonces es un romántico.

― Debe ser. En fin, lo dejo en tus manos. De cualquier forma, si algo llega a serte difícil de manejar, particularmente cuando bebe a escondidas de ti, puedes llamarme. ― Dijo, extendiendo una tarjeta de negocios, pero mostrando la parte trasera. ― Son mis datos personales, por favor, no dudes en contactarme.

― ¿Está flirteando conmigo, Sr. Mokomichi? ― Shim preguntó con honestidad.

Y la respuesta que recibió fue un guiño.
Que hizo latir un poquito más rápido su corazón.


Un par de semanas. Es el tiempo que le tomó a Park investigar a Junsu. Las jugadas del destino siempre tan impredecibles, hizo su encuentro muy lento, pero ahora que se había decidido, el gato estaba listo para cortejar a su pareja.

― Aunque, ambos somos machos, así que es una pareja muy particular. Me pregunto si podré preñarlo. Bueno, tendré que empeñarme en ello y averiguarlo. ― Park incluso alzó el puño en señal de determinación.

Una lasciva expresión se dibujó en todo su rostro.
Había cosas tan importantes en las que pensar.


― ¿Está escuchando, Sr. Park?

― Sí, sí, claro.

Shim frunció el entrecejo. Es obvio que su jefe no está escuchando ni una palabra de lo que le está hablando.

― ¿En dónde está su pensamiento últimamente, Sr. Park? No puedo trabajar con usted estando continuamente distraído.

― ¿Distraído? ¿Yo? Par…

― No se atreva a refutar. ― Sentenció.

Y si algo ha venido conociendo el azabache de su nuevo asistente, es ese carácter que no da cabida a los confrontamientos cuando tiene absoluta razón.

― Bien, no lo niego. Pero, no es como si no esté haciendo mi trabajo realmente, así que no exageres tanto.

― Firmó usted en el lugar erróneo el día de ayer, todo el papeleo tuvo que hacerse de nuevo. Confundió el nombre de sus invitados el día anterior a ese, mencionando nada más y nada menos que a la competencia, y se marchó a media reunión a inicio de semana con el absurdo pretexto de tomar una llamada urgente; y ya no regresó, lo encontré en la azotea fumándose un cigarrillo.

Park sonrió con esa expresión propia de un niño regañado que ha sido pillado infraganti en cada una de sus bromas.

― Si no confía en mí, entonces solicite un asistente de su gusto, pero no me haga quedar como un incompetente, porque no lo soy.

― ¡Claro que no lo eres! Estoy satisfecho con tu trabajo, realmente habría sido peor si no estuvieras aquí. Confío en tu inteligencia y pericia.

― Entonces, ¿qué debo hacer con su actitud, Sr. Park?

― ¡Tomemos una copa esta noche!

― ¿Qué?

Shim no tuvo oportunidad de refutar nada, de inmediato su jefe se puso sumamente serio y concentrado en los documentos que le llevó para su revisión. También atendió una reunión con la Junta Directiva y estoicamente negoció un proyecto con una de las empresas electrónicas más importantes a nivel internacional.

A las ocho en punto todo en la agenda había sido concluido sin fallo alguno. Park le ha arrastrado a un bar y pedido una botella de vino “especial” al barman. Shim en cambio se ha inclinado por una cerveza.

― Eres como Hayami, también él bebía cerveza cuando me acompañaba.

― Oh. ― Shim no agregó más nada porque, bueno ¿qué tiene él para decir? No ha sabido nada de Mokomichi desde que le cedió el lugar en la empresa del Sr. Park. ― ¿Qué clase de vino está tomando?

― Relájate ChangMin, ya no estamos en una relación jefe-subordinado, ¡bebamos como buenos amigos!

― Todavía quiero saber qué está bebiendo.

― Es una bebida especial para tipos como yo. No necesitas los detalles, nunca bebo esto cuando estoy trabajando.

Shim quiso preguntar entonces el motivo, pero apenas una hora después lo imaginaba. Park estaba “hasta las manitas” de borracho, se le pegaba y lo abrazaba con demasiada confianza. El morocho estaba incómodo, intentando sacárselo de encima, lo que es más, le comenzaba a levantar dolor de cabeza la forma tan graciosa en que Park mandaba al carajo a las mujeres que se acercaban atraídos por la atractiva presencia de ambos.

― Supongo que mejor pido consejo. ― Shim usó toda su fuerza para empujar a Park en su propia silla, el hombre parloteaba palabras sin sentido mientras llamaba al barman a la mesa. El morocho estaba atento a los movimientos de su jefe y la interacción con el barman mientras marcaba un número telefónico que no había usado hasta el momento. ― ¿Sr. Mokomichi?

¡Hey! ChangMin, ¿cierto? Tardaste demasiado en llamarme.

― Sí, bueno, lo que sea, necesito un poco de ayuda.

Seguro, aunque el sexo telefónico no es tan placentero como el verdadero.

― ¿Qué?

¿No es eso?

― Fingiré no haber escuchado nada. Es sobre el Sr. Park, está ebrio, y actúa demasiado pegajoso.

Oh, fueron al bar “JJ Holic”.

― Sí. Insistencia suya.

Lo sabía, Yoochun está excitado.

― ¿Ah?

Descuida, no es por ti. Ni por nadie que esté cerca, seguramente, o ya se habría largado de ahí. Lo que tienes que hacer es evitar que siga tomando el vino que le pida al barman, él le seguirá dando porque es su negocio, pero no es una persona muy honesta cuando se trata de dinero. Sacarlo de ahí no será fácil a menos que le ofrezcas algo de sumo interés para él. ¿Algo le ha llamado la atención últimamente?

― El Sr. Park estuvo haciendo una investigación por su cuenta.

¿Supiste sobre qué?

― Era privado, pero sí. Lo supe.

Tan inteligente, ¿seguro que no quieres sexo telefónico? Ya me empalmé.

― Céntrese, Sr. Mokomichi. ― El morocho tuvo que alejar un poco el móvil, carraspeando y mentalizándose para no caer en el descarado juego de seducción que el sexy japonés estaba montando al otro lado de la línea.

Solo háblale de eso que le interesó. Engáñalo y llévalo a su casa.

― Bien. Gracias, adiós.

En alguna ciudad nipona, Mokomichi Hayami suspiraba con resignación, pero sonreía con picardía, se miraba la entrepierna y metía la mano en sus pantalones.

― Sr. Park, acabo de recibir una llamada importante.

― ¡No pienso trabajar! ― El azabache respondió con la lengua trabada.

― No es trabajo. Fue Kim Junsu, quiere verlo de inmediato.

― ¿Junsu? ¿Mi Junsu?

― Eh, sí.

― ¡Y que estamos esperando! ¡Vamos! ― Park se levantó de golpe, trastabilló con la silla y casi cae de bruces, apenas apoyado por el morocho. ― Pero ¿cómo es que Junsu te llama a ti y no a mí? ¡Yo soy su hombre! Espera, yo no me he presentado ante él todavía, cómo supo tu número.

― Sí, sí entiendo todas sus dudas, las resolvemos después.

― ¿Dónde vamos a reunirnos con él?

― Tú solo confía en mí. Yo te llevo.

― Pero no vayas a quedarte, me dejas y te marchas.

― Sí. Pero, Sr. Park, ¿es Junsu su amante?

― ¡Todavía no! ¡Pero lo será!

El Sr. Mokomichi dijo que no era gay, pero si bien recuerdo este Kim Junsu es un joven de 29 años, hombre de pies a cabeza. Y el Sr. Park está tan emocionado que no imagino que sea solamente un amigo, y acaba de decir con suma certeza que será su amante. No es que me moleste su orientación sexual, solo espero no tener que presenciar algo traumatizante.

Mientras pensaba, Shim se aseguró de meterlo en el auto, ponerle el cinturón de seguridad y pasarle una botella de agua para luego subir del otro lado y tomar el volante.

― Junsu realmente me gusta mucho. Quiero hacer las cosas muy bien con él, pero no sé cómo. Siempre que pienso en él mi cuerpo se calienta, mira, ya tengo una erección. No puedo presentarme ante él de esta manera. ― Parloteó, con la lengua todavía trabada y la voz pastosa, cubriendo su regazo con su propio saco.

― Entonces no lo veas y ya. Vamos a tu casa y descansa.

― Tienes razón. Llévame a mi casa.

Después de eso, Park se acurrucó en el asiento del copiloto y siguió parloteando, al parecer, de Junsu, puesto que era la única palabra que le entendía con claridad. A los pocos minutos se le veía somnoliento, y cuando consiguió arrastrarle dentro de su casa, Park se metió solito a su cama, escondiéndose bajo las mantas y sacándose apenas el calzado al descuido. Shim lo dejó ahí, no parecía que fuese a ahogarse con su propia saliva y tenía alimentos adecuados en su cocina. Así que no se preocupó, dejó el auto y llamó un taxi para volver a su casa.

Por azares del destino, al día siguiente Park supo que algún ente superior sí lo apreciaba, Kim Junsu se presentó en su empresa para entregar un paquete. Aunque, hasta donde supo, no estaba empleado como mensajero. En realidad, Shim había movido algunos hilos aquí y allá pidiendo favores a conocidos, al final resultó que Junsu era hermano de un amigo suyo, por lo que el teñido estaba entregando personalmente este dichoso paquete como favor para su hermano.

― No tenía idea que permitieran pasar hasta la oficina del mismísimo CEO. Debe tratarse de algo muy importante. ― Murmuraba para sí mientras caminaba por el pasillo hasta la oficina indicada. Afuera, un joven de cabellos morochos atendía el teléfono y le señalaba con un gesto de mano pasar. De todas formas, el teñido llamó a la puerta antes de entrar.

Un “pasa” se escuchó desde el otro lado. La voz era áspera y varonil, el teñido sintió algo agitarse en su interior, pero no supo descifrarlo. Cuando abrió la puerta y vio al hombre trabajar en su escritorio, se quedó prendado de su atractivo. Casi parecía que todo brillaba a su alrededor. Lo que es más, lo reconoció de inmediato, y cuando lo hizo, su corazón se agitó violentamente.

― Tengo un paquete para usted, Sr. Park. ― Dijo, maldiciendo mentalmente cuando notó el tono nervioso de su propia voz.

― Oh, gracias. ― El azabache aclaró la garganta, luchando contra su instinto puesto que ni bien el teñido a entrado en su oficina, un olor increíblemente atrayente le ha inundado las fosas nasales. ― ¿Dónde firmo?

― Aquí, por favor. ― ¿Él no me recuerda? Bueno, no sería de extrañar que no recordase a un simple hombre que vio forzadamente hace más de dos semanas, ¿cierto?

El azabache tomó una agenda electrónica que el teñido le extendió, dejando su firma digital en ella. Durante esos instantes sus ojos negros no apartaron la mirada de él, grabándose a fuego en la retina sus rasgos faciales, su bonita cara y su infantil brillo en las cuencas castañas. Park sintió un calor extenderse por todo su cuerpo, hirviendo en su sangre y alterando su instinto.

Su intensa mirada atrajo un sonrojo en las claras mejillas del teñido, intimidándole un poco, volviéndolo tímido.

― Gracias. ― Park quiso hacerse el desentendido por más tiempo, pero no podía evitar su necesidad por más contacto. ― Te conozco, ¿verdad?

― ¿Eh?

― Ya te recuerdo, eres el chico valiente que siguió a unos mocosos hace algunos días. Junsu, ¿no es así?

― Sí. Usted, me recuerda.

― ¡Claro que sí! chicos valientes como tú no se encuentra uno todos los días por ahí. Pero qué coincidencia, ¿no?

― Sí, una grata coincidencia. ― El teñido añadió con una sonrisita avergonzada.

― ¿Trabajas para esta empresa de mensajería?

― No en realidad, solo, le hice un favor a mi hermano.

― Ya veo. Bueno, gracias por tomarte la molestia, se trataba de algo urgente. ― Aclarando la garganta, Park llamó a su asistente para entregarle el dichoso paquete. Por supuesto, de urgente no tiene nada, ha sido solo una buena jugada diseñada por Shim. Luego tendría que agradecerle, tal vez con un bono, o vacaciones.

― Entonces, me retiro.

― ¡Espera! ― Park maldijo mentalmente por su ansiedad. El teñido se detuvo, parpadeando confundido por el repentino llamado. El azabache aclaró de nuevo la garganta. ― Quiero decir, ¿ya desayunaste?

― ¿Eh? Sí, ya lo hice. Gracias.

― Y, ¿qué tal salir a comer?

― ¿Eh?

― Como agradecimiento.

― No es necesario. Y el favor se lo hice a mi hermano así que…

― Por favor, insisto. Me sentiré mejor si agradezco también.

― B-bueno. Mh, seguro, será un placer acompañarle, Sr. Park.

Cuando el teñido salió de ahí, con el número personal del azabache en su móvil para recibir la información del restaurante al que le invitará, él mismo estuvo ajeno al grito de victoria del azabache en su amplia oficina.

― ¡Querido ChangMin! Reserva en el mejor restaurante y la mejor mesa para esta tarde, voy a tener una cita. ― Park dijo con sumo entusiasmo, casi parecía otro frente a los ojos del morocho.

― ¿Una cita? ¿Y su compañero sabe que se tratará de una cita?

― Tienes una lengua tan sarcástica. Por qué arruinas mi humor, eh.

― Solo pongo los hechos en los términos correctos, Sr. Park.

― No me molestes y déjame soñar. Reserva para mí, por favor. ― Volviendo al interior de su oficina, el azabache decidió que no dejaría que echara a perder su humor.

― Quiere lo mejor tan de repente. Lo que es ser un tipo millonario, piden todo como si fuera tan fácil de conceder. Bueno, digo su nombre y ciertamente muchas oportunidades se revelan.


Al mediodía, Park dejó su oficina, cancelando toda su agenda por el resto del día. Shim ya lo había anticipado de cualquier manera desde que esa mañana dijo que reservara para una cita con el joven Kim.

Park se apresuró a su casa, buscó su mejor traje, se duchó y arregló quedando deslumbrante. Tan atractivo que cuando arribó al restaurante y bajó de su auto de lujo, propios y extraños fueron atraídos por su presencia. Le hubiera encantado pasar por Kim, pero el joven había insistido en llegar por su cuenta, así que entonces arribó con suficiente tiempo de anticipación para ser quien esperara al otro.

A las 2 en punto, el joven hombre apareció en el restaurante causando furor. Vestía un traje blanco, y acababa de teñir su cabello de un claro castaño que hacía juego con sus ojos y el tono de su piel. Tan atractivo que “hermoso” parecía un calificativo más adecuado para él. Park sufrió un ataque de excitación, y tuvo que hacer un esfuerzo enorme para no comérselo a besos ahí mismo. Además de eso, el aroma del castaño parecía más dulce y embriagador que antes, cual si estuviera liberando feromonas para atraerle. Temía que a pesar del inhibidor sexual que se ha tomado anticipando su encuentro, una erección fuese a despertar bajo sus pantalones.

― Está aquí, es usted puntual, Sr. Park.

― La verdad es que quiero dar una buena impresión, Junsu. Bienvenido, por favor disfruta de mi compañía.

― Es un honor, Sr. Park.

Sentados a la mesa, pronto fueron atendidos por un experto mesero que recomendó sus mejores vinos y platillos. Kim estaba un poco aturdido por la atención, pero no en demasía a ojos del azabache.

― ¿Habías venido antes?

― Sí, una vez. Aunque no estuve en la zona VIP.

― Pero ¿te gusta el restaurante? ¿O tal vez preferías otro tipo de lugar?

― ¿Puedo ser honesto?

― Por favor, te lo agradeceré enormemente.

― Me agrada, pero no son lugares que frecuento así que me siento un poquito fuera de lugar.

― ¿Es así? Entonces, la próxima vez me gustaría que sugirieras un lugar en el que te sientas cómodo.

― ¿Próxima vez?

― Sí, a menos que eso esté mal para ti.

― No, no es eso. Pero ¿no es una comida de agradecimiento?

― Lo es, la próxima vez me gustaría que sea una comida para conocernos, ¿no quieres, Junsu?

― Yo, no entiendo por qué tiene curiosidad por conocerme, Sr. Park.

― Dime algo, Junsu, qué edad tienes.

― 29.

― ¿Qué edad piensas que tengo?

― Yo, no lo sé.

― 32, no hay tanta diferencia entre nosotros, ¿cierto? Así que, me gustaría que fuéramos menos formales entre nosotros, ¿podemos?

Kim desvió brevemente la mirada, pero cuando centró sus ojos en los de Park, sonriendo con clara alegría, el corazón del azabache dio un vuelco. Y comprendió que este era el hombre que estaba destinado a amar.

― Podemos, Yoochun hyung. ― Finalmente dijo, llamándolo por su nombre por primera vez. Aunque el “hyung” parecía sobrar, Park todavía se sintió complacido.

Lentamente, quería enamorarlo.
Y ganarse su corazón.


Cuando Kim volvió a su departamento, todavía se sentía acalorado y emocionado. Por supuesto que no es la primera vez que come en un restaurante de renombre, tampoco es la primera en que se sienta a la mesa junto a hombres de negocios, después de todo su padre es CEO en una compañía importante de la capital, pero nunca había sido él el único y principal acompañante de un CEO como Park Yoochun.

― ¡Cómo no lo reconocí desde la primera vez! Su foto ha aparecido en tantas revistas, en la televisión y tantos sitios más. ― Exclamó, rodando curiosamente en su cama, sonriendo de oreja a oreja con las mejillas moteadas. ― ¿Qué estoy haciendo? ― Dijo de pronto, calmándose un poco, permaneciendo con la mirada en el techo mientras respira profundo. ― ¿Por qué me emociono tanto? ¿Por qué mi corazón late tan rápido?

Varias citas después, la luz llegaría a sus ojos.


Que pudieran reunirse los cinco era señal de cuán en serio iba Park. Ya que ha reunido a sus amigos esperando que puedan orientarlo un poco, ya que él nunca ha cortejado a nadie.

― Planeo decirle que me gusta.

― ¿Y luego? ― Jung preguntó, calmadamente sentado junto a su esposo, con sus manos enlazadas mientras le prestan total atención.

― Bueno, supongo que si se incomoda todo se acaba para mí. Pero si da señales de que puede ser recíproco, le invito a salir, ¿no?

― Es un plan bastante general, pero tratándose de ti puede funcionar. ― Mokomichi admitió.

― Yoochun, ¿Cómo piensas decirle que te gusta? ― Kim, esposo de Jung, preguntó con cautela.

― Así, ¿no?

― ¿Cómo así? ― Kim volvió a preguntar, afilando un poquito su mirada.

― Me gustas, ¿no? ― Park vio a todos suspirar. Bueno, casi, el morocho parecía más dedicado a la comida que a su conversación. Sorpresivamente, Mokomichi había preparado todo y era de su gusto absoluto.

― Bien, podría funcionar. ― Mokomichi dijo, Jung asintió apoyando la moción. Pero Kim no estaba de acuerdo.

― Por la forma en que has descrito a este chico, no creo que debas aventurarte con un simple “me gustas”, tienes que ser un poco más romántico. Tampoco se lo digas estando solos, invítale un café o salgan a pasear a un parque. Si solo le sueltas “me gustas”, podría asustarse o sentirse presionado. Pienso que es el tipo de chico lindo e inocente que necesita más tacto.

― Jaejoong, qué haría yo sin ti para aconsejarme tan sabiamente. ― El azabache dijo con un poco de exageración, pero en el fondo realmente agradecido por su honestidad y amplio criterio.

― Ciertamente. ― Kim aceptó con una sonrisita.

― ¿Eso significa que cuando me confesé no lo hice bien?

― Cariño, nuestra historia es diferente, yo estuve flirteando contigo durante meses hasta que te animaste a confesarte.


Park siguió el consejo de su amigo. Casi en su totalidad. Invitó al castaño a tomar una taza de café después de haber visto juntos una película en el cine, había suficiente gente alrededor pero estaban ubicados en una mesa con suficiente privacidad. El castaño se ha pedido una taza de chocolate con malvaviscos y una tarta de limón, mientras él ha preferido un espresso con un mousse de chocolate.

Todo iba muy bien, han estado charlando de un montón de cosas, de cómo Kim se unió a un equipo de soccer junto a estrellas de la música, la televisión y la radio, convirtiéndose en capitán y as del equipo. Park estaba tan concentrado escuchándole, tan embriagado con su presencia, que aquel.

― Me gustas, Junsu.

Se le escapó de una forma abrupta. Espontánea.
Cariñosa.

Kim soltó su tenedor de postre y se quedó en shock observándole.
Park se dio cuenta al poco de que había hablado en voz alta. Aclaró la garganta y estuvo por decir algo como “estoy bromeando” o “no me refiero a algo romántico”, pero de inmediato se recordó que está siendo serio y que claro que se refiere a ese gustar romántico que ha estado enloqueciendo su instinto desde hace meses.

― ¿Junsu? ¿Estás bien? ― Park estiró la diestra por encima de la mesa, alcanzando la igual de Kim. El muchacho tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo apartó su mano de un tirón. El azabache sintió un dolorcito en el pecho. ― Disculpa, he sido inoportuno.

― ¿Eres gay?

― No realmente, solo me gustas tú.

Kim selló los labios. Tal honestidad le abrumaba.

― Lo siento, yo.

― Está bien si no es mutuo, incluso si no hay posibilidad, solo podríamos intentar seguir siendo amigos.

― Yo, estoy sorprendido. No pensé que tú me miraras de esa manera. Eres tan guapo, hay muchas mujeres que darían lo que fuera por salir contigo.

― Ellas no me interesan, me interesas tú. ― Park fijó su mirada en la de Kim. Haciéndole temblar de pies a cabeza. ― Soy serio, Junsu; pero si no es adecuado para ti.

― Soy gay. ― Dijo, bajando la mirada. ― Si tú no lo eres, Yoochun, un día dejaré de gustarte. No he tenido buenas experiencias gustándole a heterosexuales.

― Nunca he salido con nadie, nunca me ha gustado nadie. Mujeres u hombres, jamás tuve interés en nadie. Hasta que te conocí, Junsu. ¿Eso no es suficiente para que me des una oportunidad?

Kim levantó la mirada. Sabe que Park no miente, su soltería y virginidad es básicamente de conocimiento popular. Pero todavía le daba un poquito de miedo. Porque a él claro que le gusta, se ha ido enamorando poco a poco. Y si un día le ama con todo su ser, pero no recibe lo mismo, ¿qué será de él?

― ¿Junsu?

― Yo, necesito pensarlo. Por favor, Yoochun.

― Claro. Pero, en tanto lo piensas, ¿puedo seguir cortejándote? ― El azabache dijo con suma honestidad.

Y el corazón de Kim no tuvo más resolución que emocionarse.
Y estar de acuerdo.


Un mes, ha sido el tiempo que Kim ha necesitado para darle el “sí” que Park ha estado esperando. Sus avances han rendido frutos, y está tan feliz, que no puede esperar para robarle un beso. Lo ha soñado por años, lo ha ansiado en los últimos cinco meses, y no puede contenerse más.

El primer movimiento toma por sorpresa al castaño, abriendo desmesuradamente los ojos al contacto inicial. Los labios del azabache son frescos, ligeramente agrestes pero sutiles. Kim suspira cuando el toque desaparece, Park ha retrocedido. Pero es apenas por un instante, lo que le toma mirarle a los ojos, sonreír y acunar su mejilla para inclinarse de nuevo y besarle otra vez. Ese segundo contacto dura más, mucho más. Se prueban tímidamente, ambos mueven sus rostros ligeramente a un lado, buscan la mejor forma de ajustarse a la semblanza del otro, de compaginar sus labios y saborear el beso. La lengua de Park es la más atrevida al lamerle a lo largo, retirándose después.

― Siento vergüenza~.

― ¿Por qué?

― Ha sido mi primer beso.

― El mío también.

Un minúsculo big bang explota en sus corazones.
Saberse el primero para el otro resulta tan significativo.

Que no dudan en ir por esos otros primeros aun por explorar.
El primer beso confiado, más húmedo y apasionado. La confidencia en cada movimiento, ladear el rostro, entreabrir los labios y rozar sus lenguas, jadear en medio de la conmoción de tal candor e ir por un poco más. Abrazarse al cuerpo ajeno, tanto que se olvide dónde comienza uno y termina el otro, cual si desde ese momento pudiesen fusionar sus anatomías, y llevar la lengua más adentro, rozar las profundidades de esa cavidad húmeda y caliente con cierto dulzor en la saliva, en los dientes, en los labios.

Y repetir los besos porque después del primero siempre ha de venir un segundo, y tercero y muchos más, cada uno de ellos con un tinte sutil que los vuelve únicos e irrepetibles. Emocionantes, cargados de sentimientos sin nombre ni duración, efímeros o voraces, lentos o entusiastas. Besos que dejan respirar, besos que se roban el aliento. Besos que llenan el corazón pero vacían los pulmones.

Besos, besos, besos.
Dulces caricias entregadas de boca a boca.
Llama que enciende los confines del universo escondida en las húmedas cavidades.
Besos.

― Me gustas, Junsu.

Repetir la declaración y caer en un abismo cuyas profundidades lejos de la infinita oscuridad, parece plagado de luces. Y comprender entonces que en lugar de caer en un abismo infernal, se ha elevado a los confines del paraíso.

― También me gustas, Yoochun.

Sonríe, y son las manos del azabache las que enmarcan su rostro proveyéndole de un calor sinigual. Un calor que traspasa su piel y plaga cada poro, que llega hasta su corazón y envuelve su alma. Kim siente ganas de llorar, es la primera vez que se enamora de esta manera, tan locamente que las lágrimas caerían solas por sus calientes mejillas.

― Eres tan lindo. ― Park confiesa, y es su lengua amable la que limpia el camino salado que cubre las rojas mejillas.

― Soy un hombre, no me digas “lindo”. ― Kim sorbe la nariz, y ríe avergonzado.

― Entonces, eres tan guapo, Junsu. Voy a comerte a besos.

― ¿Eh? Esp…nh~.


Últimamente no importaba si ingería el inhibidor sexual, su instinto despertaba cuando estaba con su novio. Los besos ya no eran suficientes, quería, deseaba, necesitaba más. Lo que es peor, estaba siendo arrastrado por su instinto de tal manera que su verdadera naturaleza amenazaba con revelarse. Sentía la comezón en las orejas y el coxis, un cómodo ardor febril en las pupilas y la lengua, en las yemas de los dedos. Una necesidad influyente de frotarse contra el otro.

― ¿Debería decirle quién soy en realidad? ― Masculló con aire desesperado, tirado en el piso, sus amigos Kim y Jung sentados en el sofá, como se debe.

― ¿Cómo crees que reaccionará Junsu? ― Jung preguntó, pateando deliberadamente el pide su amigo azabache. Su esposo revoleó los ojos.

― No tengo idea. Tal vez se sorprenda a punto del desmayo. Pero, si no le digo quién soy, un día terminaré atacándolo.

― Tú realmente eres un caso, Yoochun. ¿Por qué no descargas tu deseo sexual como solías hacer?

― Ya lo intenté, no puedo llegar al final y se vuelve terriblemente doloroso y frustrante.

― Entonces solo dile. De cualquier manera vas a terminar revelándote, tú mismo lo acabas de decir, te cuesta controlarte.

― Sí, pero cómo le digo. Jaejoong, ayúdame~.

― Lo siento, Yoochun, pero en eso ni yo puedo aconsejarte sabiamente. Los seres humanos reaccionan de formas muy variadas, son impredecibles cuando se trata de lo sobrenatural.

― Ng.


Algunas soluciones, se presentaban solas.
A su manera.

Aquella noche estaban en la casa de Park, se han reunido desde muy temprano. Por la mañana Kim nadó y jugó en la alberca hasta que se sintió satisfecho. También jugaron tenis de mesa y culminaron con una tarde de películas en el amplio salón de entretenimiento que el azabache tenía montado en su hogar. Palomitas de maíz, pizza, soda y algunas latas de cerveza junto a botellas de soju ocupaban la mesa ratona.

El límite de contención estaba llegando al límite de Park, el aroma de Kim era cada día más fuerte, penetrando en cada poro de su piel, alimentando sus sentidos de libido y deseo. Tan cerca de su límite, que desde que entraron al salón, Park se ha sentado lejos de Kim, y él lo ha notado. Al principio el castaño lo dejó pasar, pero después de unas horas, se sentía incómodo. ¿Ya le ha dejado de gustar?

― Yoochun.

― Mh.

― Me marcho.

― Ok… ¡Qué! ¿Por qué? ― Perdido en su lucha interna por control, Park tardó unos segundos en entender lo que su novio ha dicho. Pero en cuanto lo ha hecho, ha volteado a mirarle con aprehensión.

― Has estado ausente desde que entramos aquí. O, ¿tal vez te parecen aburridas las películas?

― No es eso. ― En realidad, ni les he puesto atención luchando por no saltarte encima.

― Entonces, ¿Qué te sucede? Incluso te sentaste al otro extremo del sofá, no me has mirado una sola vez y solo has dicho monosílabos. ¿Estás cansado? ¿Soy una molestia? ¿Ya no te gusto?

― No, no, ¡y no! Lo siento, Junsu. Si he estado ausente no ha sido por nada de lo que estás pensando. Todo lo contrario, me gustas tanto que pienso en hacer más que besarte cuando estamos tan cerca. ― Soltó de corrido, con la respiración alterada.

Kim suspiró aliviado.

― Yo, nunca he dicho que no podamos, Yoochun. ― Dijo con timidez.

¿Eso era su luz verde? ¿Es esa su forma de decir que también siente deseo por él? ¿Qué también quiere sexo?

― Junsu.

― Soy virgen, pero no de piedra. Por supuesto que también pienso en más que besos. Yo también te deseo. ¡Aunque no digo que lo hagamos ahora mismo! ― Añadió con un sonrojo explotando en su rostro.

El azabache se desinfló de inmediato. Toda la emoción cayó en picada convirtiéndose una vez más en frustración.

― Junsu ah.

― Q-qué.

― Tengo algo que mostrarte.

― ¿Eh?

Si Kim pensó que Park se desnudaría, bueno. No estaba tan errado, pero no era precisamente que su novio fuese a desnudarse convencionalmente. No, lo que Park hizo fue mostrar sus verdaderas galas.

― ¿Un, gato? ― Kim parpadeó graciosamente varias veces, con una expresión de desconcierto que a ojos del azabache solo le hacía lucir más adorable.

El felino maulló mientras se relamía perezosamente el pelaje profusamente negro. Por un segundo Kim incluso comprendió de dónde venía el hipnotizante tono azabache de su cabello, pero al instante cayó de nuevo en sorpresa. El felino dirigió entonces sus irises doradas hacia él, y caminó lentamente hasta sus pies antes de llegar a su regazo de un salto. La mano del castaño le acarició inconscientemente y obtuvo algunos ronroneos. El neko terminó acurrucándose todavía más en este tibio regazo, nunca ningún humano le pudo transmitir tal tranquilidad.

― Así que, un gato realmente, eh. Cualquiera pensaría que son solo cuentos y leyendas. ― Dijo, y al segundo otro ronroneo brotó de la garganta del neko. ― Tengo muchas preguntas, así que no duermas y vuelve a ser Yoochun~.

El neko sin embargo, no le escuchó. Las caricias eran demasiado suaves y tranquilizadoras, negarse al sopor y el letargo fue imposible. El felino se dejó arrastrar al mundo de los sueños en cuestión de minutos, estaba física y emocionalmente agotado. Kim suspiró, quedándose quieto en el sofá, sintiéndose un poquito avergonzado. Luego sonrió al voltear hacia abajo y escuchar los suaves ronroneos del neko.

― Eres realmente tú, eh. Incluso como gatito eres un dormilón. ― Murmuró, inclinándose y dejando, inconscientemente, un beso en la cabeza del felino.

Beso que lo hizo sonrojar copiosamente.
Y que obtuvo otro efecto secundario.

En un parpadeo, el neko tomó su forma humana, y un desnudo hombre de cabellos azabache ocupó el regazo y resto de sofá. Kim parpadeó un par de veces, asimilando la transformación, después se dio cuenta de las dos orejas felpudas en lugar de las humanas, y la larga cola ónix ondeando perezosamente. Mientras más observó el castaño, más detalles notó. Más allá de la desnudez de Park, ver su trasero al aire y un poquito de su entrepierna (ya que estaba de costado) lo llevó a otro acto inconsciente.

― ¡Kyaa! ― Gritar lindamente y mandarlo al suelo de un empujón.

― ¡Qué mierda! ― Park gimió adolorido, a saber, varias partes de su anatomía impactaron graciosamente contra el alfombrado suelo. ― ¿Qué pasó?

― Tt-tú, tú… ¡estás desnudo! ― Exclamó, rojo hasta las orejas, cubriéndose de inmediato al rostro, todo porque sus ojos habían ido directamente a la entrepierna del azabache. Un calorcito le ardía al sur del ombligo.

― Oh. ― Farfullando el monosílabo, Park se rascó perezosamente la nuca y luego sin más se puso de pie, tomando sus ropas del piso, ahí donde quedaron minutos antes cuando decidió mostrar su verdadera naturaleza al castaño. ― Es normal, era un gato hasta hace unos segundos, cuando recupero forma humana naturalmente estoy desnudo. Pero vamos, juegas en un equipo de fútbol, ¿no ves a tus compañeros desnudos cuando se duchan o cambian?

― Es diferente.

― De qué manera.

― ¡Ellos no son un chico sexy y caliente como tú! ― Chilló, todavía más avergonzado al darse cuenta de sus palabras. ― ¡Olvida lo que dije! ¡Solo olvídalo!

― Meow. ― Maulló con tono coqueto, decidiendo dejar su torso desnudo y volviendo a donde su novio, aguardando de pie frente a él. ― Junsu ah, mírame.

― ¡No! ¡Estoy muriendo de vergüenza justo ahora~!

― Vamos, mírame.

Kim apartó unos dedos, formando unas ventanas para sus ojos pero sin quitar sus manos de su rostro. Park se rio graciosamente, su varonil apariencia aumentó el calor al sur de su ombligo.

― ¿Te excito, Junsu?

― ¿Qué? ¡Yoochun~!

Park se rio de nuevo. Alargó la diestra y sujetó las manos del castaño para apartarlas. El rostro de Kim no podía enrojecer más. En cambio, su entrepierna comenzaba a notarse bajo sus pantalones. Y Park estaba consciente de eso.

― Es normal excitarse si ves a alguien que te gusta. ¿No acabas de decirme que también piensas en más que besos, Junsu baby?

― Pe-pero, da vergüenza. Mucha vergüenza.

― Está bien avergonzarse, me gusta eso de ti también. Y me gusta la forma en que tu cuerpo es más honesto y menos consciente que tu mente. ― Añadió, sentándose a horcajadas en el regazo de su novio, acariciando sutilmente la entrepierna por encima de su ropa.

― Ng, Chun~. ― El castaño jadeó involuntariamente, cerrando los ojos como mecanismo de defensa, como si así pudiese combatir su vergüenza y excitación.

― ¿Quieres intentarlo, Junsu? ― Preguntó con tono dulce, acariciando su cabello, mirándole cariñoso.

Kim abrió los ojos. Hermosas ventanas castañas tan brillantes como pequeños soles. Su rostro encendido en rubor hasta las orejas, su aura infantil, su pura inocencia cruzada por un brillo de deseo en sus bonitos ojos, en su irregular respiración. En el suave movimiento de asentimiento seguido de una mirada hacia abajo, hacia el torso desnudo de su novio, al prominente bulto erecto bajo su pantalón. Tragó saliva inconscientemente, quizá nervioso, quizá saboreando lo que ha sido oculto a sus ojos.

― Junsu. ― Llamarle mientras su traviesa cola felina serpentea al frente y acaricia el brazo de su novio hasta llegar a su cuello, provocándole cosquillas y escalofríos de excitación.

― Yoochun. ― Llamarle de vuelta, subiendo la mirada y jadeando otra vez al topar con aquellos ojos negros coronados de oro. Subir la siniestra y acariciar bajo la felpuda oreja mientras su propia mirada suplica por un beso.

Beso que no se hace esperar. Park se inclina arropando los aterciopelados labios de su novio, Kim jadea y tiembla. El beso que inicia dulce se enciende con el fuego de la pasión desbordada en ambos. A Park le complace la forma tan activa con que Kim le devuelve cada beso y cómo parece dejarse llevar, llevando entonces sus manos a su espalda, acariciando la desnuda piel, sintiendo bajo su tacto su febril temperatura. La misma que estaba encendida en la suya, tanto que las ropas le estaban estorbando.

― Chun, por favor~. ― Sollozó con tono agitado cuando se separó de sus labios, la mirada vidriosa, su diestra dirigiendo la contraria de su novio a su propia ropa. ― Tócame~.

― Ven, baby. ― Park le arrastró entonces a la habitación. No quería tener su primera vez con él en el salón de entretenimiento, no tenía nada de romántico.

Kim le siguió los pasos, seduciéndole con su apasionada mirada castaña de manera tal que Park no resistió empujarle contra el muro aquí y allá, comerle la boca y comenzar a desnudarle. Para cuando llegaron a la habitación, ambos estaban solo en ropa interior, insistiendo en devorar la boca del otro. De pronto el aroma que despidió la anatomía del castaño fue más penetrante, el instinto del azabache se tambaleó con furiosa necesidad, le empujó a la cama y sacó su ropa interior de un tirón. Kim estaba entre sorprendido y excitado, tan ansioso como su novio. Después de todo también se ha contenido durante meses. Él también es un hombre con deseo carnal, y un incesante repiqueteo rítmico en su pecho, ahí donde se almacenan sus sentimientos.

― ¡Yoochun~! ― Jadeó extasiado cuando las yemas de su novio le acariciaron la cara interna de los muslos, al mismo tiempo en que la nariz le olfateaba la ingle y rozaba sus testículos.

― Estás tan caliente, Junsu baby. ― Park dijo gutural. Sus orejas alzadas y su cola serpenteando en su espalda. Por supuesto, aquellas características felinas no desaparecerían hasta que saciase su instinto.

― Claro que lo estoy~ mi novio está tocándome tan íntimamente~ había estado soñando con esto desde hace mucho~.

― ¿De verdad?

― Sí~.

― Te he deseado desde hace 15 años, Junsu.

― ¿Qué?

Kim no tuvo tiempo para indagar más, en primer lugar porque Park no estaba dispuesto a explicarle nada de momento; y en segundo, porque era imposible pensar cuando la lengua del azabache azolaba apasionadamente su erección, provocándole espasmos y electrizantes oleadas de placer.

Explorándole con el gusto, Park también necesitaba explorarle con sus otros sentidos. La vista estaba sin embargo ligeramente nublada y oculta, sus párpados se cerraban contra su voluntad cuando sentía más profusamente el sabor del pene del castaño. Sus orejas eran sin embargo receptoras invaluables, captando el mínimo sonido que emitía su novio, incluso capaz de escuchar su pulso y los furiosos latidos del corazón, sus jadeos y gemidos, y el sentimiento de placer con que iban cargados. El tacto que le transmitía desde las sensibles fibras de sus dedos hasta el mínimo roce de piel contra piel. Y como plus, las sensaciones que llegaban a él a través de su cola, la que traviesa acariciaba los muslos, brazos, pecho y torso de Kim. La misma cola que serpenteó por la entrepierna hasta los testículos, deseando el orificio oculto entre sus nalgas.

― Chun~. Yo también quiero tocarte~. ― Kim le jaló por el rostro, besándole y vagando luego la siniestra hasta la entrepierna de su novio, masajeando el caliente tronco.

Los besos compartidos sonaban entonces húmedos, chispeantes. Como pequeños cohetes haciendo explosión, encendiendo otro poco la ya caliente atmósfera. Park empujaba su lengua en la boca de Kim buscando el dominio del beso, y se movía buscando una postura más cómoda para acceder a la hermosa anatomía de su novio. Colocó entonces una almohada bajo la espalda del castaño, permitiendo así que su felpuda y larga cola rozara el orificio privado de su novio.

― ¿Chun?

― ¿Estás asustado?

― Un poquito. Pero, confío en ti, Yoochun ah.

Park le sonrió en complicidad, y también como muda promesa de cuidar de su primera vez con cariño. Su felina cola siguió tanteando el apretado orificio, sintiendo cómo se contraía en nervio cuando presionaba ligeramente. Por supuesto, era imposible entrar así nada más. Fue ahí cuando se le ocurrió aprovechar al máximo la excitación que estaban experimentando, así que sujetó ambos falos comenzando a bombearlos al mismo tiempo, retomando los fogosos besos.

― Ngh~.

― Mg.

Sus gemidos sonaban diferente, pero conformaban una peculiar melodía de placer. Sin darse cuenta, ambos comenzaron a agitar sus caderas, como buscando frotarse el uno contra el otro mientras sus manos se masturbaban a la vez. Minutos después ambos dejaron escapar su semilla. La cola del neko se movió ágil entre sus cuerpos, tomando el semen en la punta, volviendo nuevamente a la entrada del castaño, presionando suavemente, sintiendo la resistencia, llevándose en los labios sus incómodos jadeos.

― Respira, baby. ― Le dijo después de algunos intentos infructuosos. ― Trata de relajar los músculos de tu trasero.

Kim lo miró a los ojos, buscando en sus pozos negros esas irises doradas que le diesen seguridad. Infló el pecho llenándose los pulmones de aire, y cuando exhaló sintió la extraña invasión. Durante semanas imaginó los dedos de su novio trabajando en su interior, pero jamás hubiese pensado en que su novio fuese un neko lascivo que decidiera dilatarle usando su peluda cola.

― Ahh~.

Aun así, terminó jadeando con cierto placer cuando la punta de la cola felina comenzó a entrar en él.

― Sigue respirando, baby.

Park dijo sin apartarle la mirada, se arrodilló y usó sus muslos para sostener las piernas de su novio. Kim suspiraba y jadeaba cuando sentía la presión en su interior, sus anillos resistiéndose a la intrusión, pero aflojando lentamente. Park aprovechó para inclinar el torso y besar su torso, chupar sus pezones y lamer por todas partes. Volvió a estimular su pene y no dudó en llevarlo a su boca al poco tiempo, saboreando en las sensibles paredes gustativas el sabor de su semen antes liberado.

― Yoochun~. ― Kim arqueó la espalda, tembló, gimió y sintió sus sentidos lentamente entorpecerse conforme las atenciones de su novio fueron envolviendo cada palmo de su ser.

Transcurridos varios minutos la cola felina finalmente logró su objetivo, entrando y saliendo de la cavidad anal del castaño con relativa facilidad. Entonces Park la apartó, levantó las caderas de su novio y coló su lengua en su palpitante ano, mojándole con su saliva.

― Ng~ Yoochun~. ― Kim sufrió nuevos espasmos de placer. La lengua tocaba alrededor y lo suficientemente profundo para alcanzar su próstata. ― ¡Ng! ¡No, no~! ¡Voy a correrme otra vez~!

Park fingió no escucharle, succionó su interior, escupió saliva y lamió una y otra vez, en tanto su cola felina bombeaba el erecto falo y usaba una de sus manos para amasar los testículos. Kim no soportó tal placer y se venció al éxtasis por segunda vez. Su cuerpo fue sacudido de pies a cabeza, e involuntariamente cerró con fuerza las piernas, apresando entre sus muslos la cabeza de su novio, quien no se inmutó y solo aprovechó para seguir torturándole con su lengua.

Para entonces el pene del azabache estaba endurecido, cada vena inyectando de sangre el miembro resaltaba en el tronco, embelleciendo su fuerza viril. Cuando Kim aflojó las piernas y fue capaz de mirar hacia el sur, jadeó al verle. La cola de su neko no tenía comparación contra su pene.

― Gírate, Junsu. ― Sugirió con voz ronca.

Kim rodó sobre su estómago, dejando que Park le alzara las caderas, suspirando y temblando cuando sintió su cercanía, el roce de la pelvis contra sus nalgas. Algo presionar contra su húmedo y caliente ano.

― Espera, Chun.

― ¿Qué sucede? Todavía no entro, baby.

― Lo sé, por eso. ― Kim dio la vuelta, y aun sobre sus cuatro puntos, metió el pene de su novio en su boca, chupándolo, envolvió su lengua a lo largo y ancho, escupió saliva y la esparció con ayuda de su mano. ― Eres tan grande, Chun. ¿Es porque eres un neko?

Park soltó una risa traviesa.

― No lo sé, baby. Tal vez. ¿Por qué? ¿Piensas que tu trasero no podrá conmigo? ― Preguntó juguetón, acariciando las nalgas de su novio, metiendo dos dedos en su pasaje sin advertencia alguna, extendiendo su interior.

― Ng~ Chun~.

― Vamos, has lamido suficiente, no quiero venirme en tu boca, quiero llenarte con mi semilla.

Y preñarte.

Fue un pensamiento fugaz en la mente del azabache. Pero pronto quedó en el olvido. Lo que más le importaba era unirse a su novio, conectar sus cuerpos y navegar en su interior.

― ¡Ng! ― El gemido sonó a dos voces.

Kim estaba de rodillas en la cama, Park detrás suyo empujando la pelvis, penetrando con apasionada gentileza su interior. El torso del azabache chocaba contra la espalda del castaño, y sus rostros encontraron pronto el ángulo ideal para besarse y mirarse a los ojos mientras sus cuerpos danzan un baile erótico de sexualidad y placer.

La cola del azabache serpenteó de nuevo hacia el frente, estimulando el falo del castaño. Las manos de Kim jugueteaban con la suave sensación de las orejas gatunas, jadeando y gimiendo, entrecerrando los ojos cuando otra oleada de placer arremetía contra sus sentidos.

De un momento a otro Kim se inclinó, enterrando la cabeza en la cama, aprisionando las mantas con sus manos, gimiendo contra el colchón, Park empujaba con un poco más de fuerza, más profundo. Después el castaño fue acostado sobre su costado izquierdo, la pierna derecha en el hombro del azabache, este ángulo permitía penetraciones más profundas y lineales, no tocaba la próstata del castaño y alargaba el orgasmo. No mucho después Kim terminó acostado sobre su espalda, con las piernas cruzadas al frente y descansando en el hombro derecho de Park, el caliente falo perforando su interior con instinto animal.

Las gotas de sudar se han perlado en ambos, adornando sus febriles pieles con el ilusorio matiz del diamante. Traviesas gotas que resbalaban y se unían a otros, formando caminos que alcanzaban los recovecos más ocultos de los dos. Fusionándose y marcando con su esencia la extensión cutánea del otro.

― Ahh~ ah~ Yoochungh~.

― Estás succionándome, Junsu baby. ¡Mg! Tan delicioso.

Park enredó su cola en la cintura de Kim, después se echó hacia atrás, sentándose en la cama y llevándose consigo a su novio, de manera que él terminó sentado en su regazo. Kim de inmediato comenzó a moverse, arriba y abajo cabalgando con devoción, sus manos en el pecho de su novio, a veces solo apoyándose, en otras arañando y marcando sus marcados pectorales.

El sonido húmedo de la cabalgata hacía eco en la habitación, y se mezclaba eróticamente con sus voces. En medio de aquella cabalgata, Kim se corrió por tercera vez, lanzando su semen en el torso de Park. Semilla que el azabache tomó con sus dedos, chupándolos y degustando la deliciosa esencia de su amante. Kim tenía el rostro colorado, algunas porciones de su desnudo cuerpo también, estaba comenzando a sentirse cansado. Park le ha pedido demasiado, tal vez era el vigor del neko infernal que le ha succionado en el acto sexual su energía.

Park volvió a empujarle contra el colchón, tomando nuevamente el control de las embestidas, empujó su pelvis durante algunos minutos y luego explotó en el interior de su novio, llenándole con su espeso y caliente semen. El cuerpo de Kim se rindió de inmediato, brazos y piernas permanecieron lánguidas sobre el colchón, su respiración alterada, su cuerpo sudoroso, su bonita cara enrojecida, sus labios húmedos, su mirada brillante.

El azabache abandonó su interior con cuidado, rodando luego al costado. Le acarició el contorno del rostro, apartando los mechones pegados a su frente. Le dejó descansar, y sin intercambiar más palabras, al poco tiempo Kim se durmió.

― Te amo, Junsu. ― Park dijo. Confesión que Kim no escuchó pues estaba ya en brazos de Morfeo.


Con el pasar de los meses su relación con Park fue haciéndose más y más estrecha. Más y más amorosa. Por supuesto, se han enamorado profundamente el uno del otro. El sexo con su neko novio era sumamente placentero, pero también agotador. Kim no solía aguantar toda una noche en ello, a menos que la mayor parte del tiempo Park lo dedicase a los juegos previos y no a unirse a él, pero aquello no era muy común, al azabache le fascinaba fusionarse con su novio, sentir su caliente falo profundamente inmerso en su caliente cavidad, y llenarle con su esencia.

Poco más de un año después, aquella apasionada, fogosa y dulce actividad sexual dejó un lindo recuerdo para ambos.

― Vamos a ser papás, Yoochunnie.

― ¡Yes!

Las páginas de esa historia, apenas se había comenzado a escribir.


FIN



¡Hacía muchísimo que no escribía un oneshot tan largo! *---* Estoy muy contenta por ello. 
Ya que vengo saliendo de un HIATUS bastante largo, me he sentido un poco oxidada, me ha tomado tres o cuatro días escribir esto, pero me gusta mucho cómo ha quedado. 

Por supuesto, sé que habrá quienes quieran más ;D quizá para saber sobre el YJ y el HM que han quedado como muy al aire xD es que en realidad estaban de colados xDDD y sobre todo, ¡creo que al final me he pasado! xD no sé, tuve ganas de terminarlo de esta manera, dejar un poco a la imaginación~ 

Como siempre, agradezco a las personas que se siguen pasando por el blog, a quienes les sigue gustando lo que escribo y esperan pacientemente por cada una de mis locuras. No pretendo dejar nada abandonado, espero en algún momento de este año, retomar todo lo que está en Standby. 

¡Espero que hayan disfrutado de este YS tanto como yo al escribirlo! 

Ya Ne ;D 

6 comentarios:

  1. Awww mi ratón quiere gemelas y que se parezcan a JunSu, please... Lo amé, Feli!!!! Gracias por tan lindo YooSu 😍😍😍😍😍

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  2. Aaawwww muchas gracias!!!! Que bonita historia!!... Tann romántico Yoochun *_*

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  3. Felicidades por tu regresó. Me encanto Yoochun todo romántico y encantador con Junsu. Ya me imagino a Park todo feliz y emocionado por su próxima paternidad. 💓💓💓💓💓💓

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  4. Simplemente hermoso, la historia es muy buena, me encanta el amor del YooSu, el descaro del HayaMin y el YunJae como siempre en su papel de padres ocupados en la crianza de sus hijos, muchas gracias Feli, me da gusto que la inspiración este regresando a ti, y por supuesto que esperaré por más de tus bellas historias, muchísimas gracias!! 🐬💙🐭

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  5. Escribe un comentario...wowowowowowow
    God!!!!!!!
    esta hermoso
    gracias
    y aunque si quiero mas hahaha
    me conformo con este trozo de cielo

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  6. Asdasdasdasd muchas gracias por esta historia hahahaha che chunnie virgen para su susu *^* <3 si hay continuación de las demás lo esperaré con ancias

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Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión