lunes, 8 de enero de 2018

The Fox Seducing the Leopard. Oneshot YooSu



Autora: Felina
Pareja: YooSu
Clasificación: NC-18

THE FOX SEDUCING THE LEOPARD
~*~

Supongamos que Park Yoochun es uno de esos jóvenes amos que está acostumbrado a tener todo lo que quiere.

T O D O

Excepto cierto zorro de nueve colas que merodea por su enorme mansión con grandes ojos color chocolate y largos cabellos rojos. Esponjosas colas color carmín y una silueta especialmente atrayente.

― ¡Hey! ¡Detente ahí! ― Exclamó.

Pero el tímido zorrito hoy se había escabullido entre los matorrales, asomando luego apenas el rostro, sus lindas y felpudas orejas carmín agitándose para captar todo sonido que le hiciera saber dónde se encuentra el joven amo.


― ¡Te tengo!

Un par de manos consiguieron atraparle aun entre los matorrales.

― Nya~ ― Gruñó con un peculiar sonido que parecía una armoniosa mezcla entre el maullido de un gato y el aullido de un lobezno.

― ¡Ay! ¡Vamos, deja de rasguñarme! ― Apenas sobreviviendo a los arañazos que le lanzaba el joven zorro, el joven amo terminó sentado en el pasto, con el zorrito en su regazo mirándole con ojos lacrimosos. Y las uñas bien clavadas en sus hombros. ― No voy a hacerte daño, solo quiero saber por qué siempre vienes y me miras a hurtadillas. Oh, y si tienes nombre, no estaría de mas saberlo. Yo soy Park Yoochun.

Dijo de corrido, casi sin darle tiempo al zorrito de interrumpirlo.

― Yoochun. ― Dijo. Más como si estuviera reafirmándose el nombre del muchacho.

― Sí, ése soy yo. Ahora es tu turno.

El zorro achicó la mirada con suspicacia, retrajo las uñas y, repentinamente, acercó su nariz al cuello del muchacho, provocándole un escalofrío que erizó su vello y, dicho sea de paso, le aceleró el pulso.

― Yoochun es un macho.

― Sí, bueno. Obvio. Igual que tú.

― Junsu es un macho en celo~.

― ¿Ah?

― ¡Dos machos también pueden aparearse!

― Sí. Bien. Mh, espera, ¿tú nombre es Junsu?

― ¡Junsu quiere aparearse con Yoochun!

― ¡Qué!

Park sintió un golpe de calor azotarle la cara cuando el zorrito comenzó a frotarse contra su pelvis. ¡Su pelvis! Encima de todo, más que zorro (pariente de los cánidos) parecía un gatito travieso (un felino hambriento).

― ¡Mierda! Deja ¡ng! ¡Deja de frotarte así!

― ¡No~! ¡Junsu quiere aparearse!

J O D E R

De todas formas, ¿había poder humano para negarse?

Las orejas y la cola del joven amo también se revelaron.
Bueno, nadie dijo que Park fuera un simple humano. No, él es un leopardo considerablemente libidinoso.

Y que el zorrito se estuviese frotando contra él no ayudaba en absoluto a que se controlara. El zorro de nueve colas era en definitiva más un neko que un pariente de los canes, ¡prácticamente le ronronea al oído! Y su autocontrol, que de todas formas no era precisamente basto, se estaba yendo rápidamente por la borda. Tan rápido, que sus manos ya estaban colándose bajo las estorbosas ropas del zorro.

― ¿Por qué mierda usas hanbok? ― Rumió con desdén, tirando de las prendas aunque no ayudase demasiado a encontrar más rápido la piel del zorro.

― Nya~ no lo arruines que es sagrado~.

― ¡Encima es femenino! ― Gruñó, empujándole contra el suelo. Pasto y hierba desprendieron sus tiernos aromas a tierra mojada y vegetación, haciendo, por si fuera poco, más sensibles los sentidos de ambos.

Al leopardo Park le brillaron los ojos negros con intensidad, cruzados entonces por unos irises dorados que hicieron jadear al zorro, mientras le arañaba los brazos en un intento casi inútil por evitar que le desgarrara las ropas.

― Tanta maldita ropa. ― Espetó entre dientes. Mostrando los filosos colmillos. Ronroneando como solo un macho alfa de la familia de los grandes felinos hace. Medio gutural, medio ronco, medio agudo. Como el barítono que en pleno concierto intenta seducir a sus escuchas.

― Nya~ ¿Yoochunnie también desea aparearse conmigo?

Clic.

Sí, finalmente algunas neuronas despertaron del letargo que le producía la erótica presencia del zorro. Las esponjosas colas enredándose por su cuerpo casi conseguían distraerle de nuevo.

El leopardo se obligó a ocultar las orejas. Y la cola, los colmillos, replegar las garras y apaciguar las manchas. Aclaró la garganta y retrocedió, sentándose en el suelo nuevamente.

― Nya~. ― El zorro pelirrojo alargó el peculiar maullido, sentándose formalmente frente al azabache, acicalándose una de sus esponjosas y muy brillantes colas. ― ¿No quieres? Junsu piensa que es el momento perfecto.

― Ni siquiera es primavera. ― Dijo, aunque realmente careciera de gran sentido.

― Nya~, Yoochunnie no sabe nada sobre los zorros~. ― Dijo. Y honestamente que lucía bastante divertido.

Park sintió su orgullo varonil herido. Chasqueó la lengua y luego esbozó una sonrisa pícara.

― Y tú sabes mucho sobre los grandes felinos, ¿no, Junsu? Es ese tu nombre, ¿verdad? Ya que estabas tan interesado por aparearte conmigo, ni siquiera te presentas como se debe.

― El joven amo Park es quisquilloso~ nya~. ― Ronroneó, acicalándose las orejas con sus dedos. Al azabache le pinchó la entrepierna. De nuevo.

Ah, bendita tortura.

― Solo digo que al menos hay que tener ciertos modales.

― Me llamo Kim Junsu. ¿Podemos aparearnos ahora?

Park se ahogó con su propia saliva.

― ¿Qué prisa llevas por aparearte?

― ¡Es invierno, nya~!

― Sí, ¿y?

― El invierno es ideal para que un zorro se reproduzca, nya~ ¡Y Junsu quiere tener cachorros~!

A Park le dio un tic nervioso.

― ¿Solo por eso? Es decir, nada como que te gusto, te pongo caliente o algo. ― Rumió, sintiendo que se le crispaba el cuerpo entero. Celos, o algo parecido. ― Así que podrías elegir a cualquiera, ¿no? ― Algo que se le asentaba ahí, en la boca del estómago, y le producía náuseas.

― ¡Nya~! ¡De ninguna manera me aparearía con cualquiera! A Junsu solo le gusta el joven amo Park Yoochun~. ― Dijo.

Tan jodidamente lindo, que a Park le pinchó nuevamente la entrepierna. Y se le calentó mucho más que el corazón. Obviemos detalles. Y que Kim se le fuese encima, lamiéndole y maullando quedito mientras se frota de nuevo. Bueno, ya saben, habría consecuencias sexuales.

― ¡Groarr!

― ¡Nya~!

La apariencia felina de Park se presentó de inmediato, y no hablamos solo de las manchas pardas adornando la cutánea superficie, o las redondeadas orejas naranjas coronadas en el contorno por un intenso tono negruzco; tampoco estamos hablando de la fina cola larga o los poderosos colmillos y sus garras retractiles. No, es ese “algo” que va matizado por sus ojos cruzados de irises dorados, esa lascivia que no se toma molestia en ocultar. Es la libido que endurece su falo, más grande y caliente que el de su apariencia humana, con crispados vellos azabaches en la base y la línea pélvica que sube hasta su ombligo.

El zorro Kim se maravilló con su apariencia, algo más excitado de hecho por ella. Ronroneó relamiéndose los labios mientras se dejaba someter y permitía que el leopardo le arrancara a jirones las prendas y lamiera su piel a voluntad. El zorro se crispó de placer cuando los labios del leopardo Park saborearon sus pezones, uno a uno, como pequeñas cerezas carnosas que devorar.

― Ngh~ Yoochunnie~.

― Tan delicioso. ¿Eres virgen, Junsu ah?

― Por supuesto~.

Ronroneos y rugidos guturales. Ambos sonidos animales se mezclaron mientras el calor que transpiraba sus cuerpos flotaba en el jardín.

El jardín.

Un resquicio de razón golpeó la mente del leopardo Park. Mirando entonces en todas direcciones, pescando con sus felpudas y redondeadas orejas felinas todo sonido alrededor, por si alguien se acercaba. No es como si estuvieran particularmente ocultos a la vista de alguno de los “sirvientes” de la mansión. Rugió gutural de nuevo, y cargándole en vilo se adentró en el jardín, hacia la zona boscosa que estaba forrada de vegetación y anchos troncos. La raíz sobresaliente de uno de los viejos árboles de la mansión le sirvió para dejar al zorro en ella, de espaldas en ese momento, pues aunque el olor de su sexo frontal le llamaba poderosamente alterando su sentido del olfato, el resto de sus sentidos era seducido también por el sexo entre sus nalgas.

― Grr, mueve las colas, Junsu ah. Todas ellas. ― Añadió, y es que las nueve esponjosas colas del zorro nublaban la panorámica de su intimidad.

― Nya~ ¡tan demandante! Nya~. ― Ronroneó/gruñó con una sonrisilla.

Apartando sí sus colas. Algunas de ellas, no todas. Un par todavía se mantenía ocultando la intimidad del zorro, haciendo enfadar al leopardo, que mordisqueó las intrusas casi sin miramiento. Casi, que mordió con poca fuerza, solo la suficiente para hacer que las “molestas” colas se alejasen por instinto, pero sin herirlas. Que eran lo suficientemente hermosas como para olfatearlas, tirar de ellas y olfatearlas.

― ¡Nya~! ¡Yoochunnie~!

― Te lo pedí amablemente, Junsu ah. Quieres aparearte, ¿no? No puedo si tus colas no me dejan verte aquí. ― Dijo, con una sonrisa y mirada pícara.

El corazón del zorro golpeteó con prisas. Y su erección se inyectó con sangre, excitado ante la perspectiva de aparearse con el leopardo. Park se sacó las ropas, mostrando entonces su endurecido pene. Kim gruñó e intentó escapar, por puro instinto. Pero las manos de Park lo detuvieron, sus garras retractiles enterrándose involuntariamente en la nívea piel, las gotitas carmín fueron rápidamente lamidas por el leopardo.

― Lo siento, fue reflejo.

― No, no te disculpes. Pero, me ha dado un poco de miedo~.

― ¿Por qué? Dijiste que lo querías, que no te aparearías con nadie mas que conmigo.

― Sí, pero Yoochunnie eres taaaan grande~ nya~.

El pecho del leopardo Park se infló con orgullo. Su ego hinchándose, al mismo tamaño que su entrepierna. Sonrió pícaro y se relamió, mostrando los colmillos como el Alpha que quiere presumir su posición.

― Bueno, tú por otro lado pareces “pequeñito” aquí, Junsu ah.

― ¡Nya~!

Sí, Park le ha lamido la cavidad anal, y luego empujado su lengua dentro. Por supuesto, Kim se crispó de pies a cabeza, sus nueve colas alzándose en reflejo. Y el primer dígito inundando su interior.

― ¡Nyaa~! ― El gemido del zorro fue diferente esa vez. El placer se deslizó claramente, a oídos del leopardo, en su tono de voz. Algo más aguda y gutural. ― Ng~. ¡Chunnie~ nyaww~!

Y, oh sí, en la forma en que arqueó la espina dorsal, irguiendo las nueve colas y separando un poco más sus piernas. Así como estaba, de rodillas en el suelo, que hiciera aquello solo mandaba un mensaje para el leopardo. Estaba realmente listo y ansioso por aparearse con él.

Los sentidos del leopardo Park se entusiasmaron con la idea, y captaron con detalle todo en el zorro Kim. Particularmente su aroma. El aroma que desprendía su sexo, tanto por delante como por detrás.

― Estás mojándote muy bien para mí, Junsu ah. ― Gimió con ronquez, añadiendo un segundo intruso junto al primero, empujando un poco más y relamiéndose al ver la forma en que el cuerpo del zorro temblaba y se revolvía, crispándose y maullando para él. ― Mis dedos resbalan delicioso dentro de ti, zorrito travieso.

― Nyaw~ Chun, ya, de prisa~. ― Mirando hacia atrás, el zorro mostró sus lacrimosos ojos llenos de excitación, agitó sus nueve colas y acarició con ellas el cuerpo del leopardo.

― ¿Seguro? Tú lo dijiste, soy grande para ti. ― Dijo, moviendo todavía sus dígitos dentro, notando sus anillos carnosos, calientes y mojados, palpitando alrededor de ellos.

― Por favor~ nya~. ― Gimotear, tumbarse de espaldas y levantar sus piernas, sujetándoselas con sus propias manos, sus nueve esponjosas colas sirviéndole como una especie de almohada bajo la cintura.

Su anillo palpitando expectante.
Deliciosamente a la vista, como para que el leopardo se le resistiera más.

  No me culpes si te duele, Junsu ah. ― Añadió, algo más gutural que antes. Más áspero y lascivo.

Se perfiló entre sus piernas, acomodando la punta de su hinchado pene contra el orificio palpitante del zorro, su larga cola ondeando detrás, sus orejas rígidas, las manchas en su piel volviéndose ligeramente más oscuras. La entrepierna del zorro Kim palpitó en respuesta, sumamente atraído por la apariencia del leopardo.

― ¡Nya~!

― ¡Grr, tan estrecho!

El zorro Kim abrió los ojos desmesuradamente cuando sintió la penetración. Por supuesto, su cuerpo le “gritaba” que estaba listo para aparearse, pero al mismo tiempo “respingaba” ante la invasión. La virilidad del leopardo Park era “poderosa” y se enterraba lentamente en él, haciéndole consciente de todo. De su grosor, de su temperatura y de la forma en que palpitaba contra sus ya inquietas paredes internas.

El leopardo Park rugió, inclinando el cuerpo hacia el frente mientras empujaba su pelvis, ganando más y más terreno en la estrecha pero muy caliente, húmeda y palpitante cavidad del zorro Kim. Profundo, hasta tocar fondo, rugosa carne encendida que devoraba su tronco, succionándole cuando retrocedió, invitándole a empujar con algo más de velocidad. Una, y otra, y otra vez.

― ¡Nya~ Chunnie~!

― ¡Ng, Junsu~!

Algunas de las esponjosas colas zorrunas se enredaron en los muslos del leopardo; mientras la del felino fue y se asió a la cintura del pelirrojo. Las embestidas del leopardo ganaron confianza, fuerza, velocidad. Penetrada poderosamente, rugiendo gutural, ronco, descendiendo su cuerpo sobre el del zorro, mordisqueando sus pezones, sus labios. Dejando marcas por doquier.

― Nya~ ng~. Chunnie, más~ más.

― No eres nada, grr, paciente, Junsu.

El zorro sonrió coqueto, dejándose dominar cuando su cintura giró y dobló una de sus piernas, el ángulo le permitió sentir todavía más cada penetración.

― Te gusta así, mh.

― Sí~ nya~ así es como un leopardo debe aparearse~.

― Qué, ng.

― Puedes ser un poco más animal conmigo, nya~.

― Maldición, no vas a poder moverte después de esto, Junsu.

― ¡Nyaw~!

Sí. El leopardo Park le dio lo que quiso, siendo todo un felino salvaje.
Tan salvaje que el zorro Kim casi se arrepintió de haberle provocado. Casi, porque todavía era más el placer que estaba experimentando con cada embestida como para renunciar a él.

― Nyaa~ Chun~ Chun~ ¡ngh~! ― Los gemidos del zorro parecían solo poder ir en aumento.

Los espasmos que sacuden su anatomía lo hacen todavía más vulnerable y sensible a cada estímulo recibido. No solo a las intensas penetraciones o el vaivén acelerado, sino también a las mordidas, a las succiones, al roce piel a piel, a la sensación de calor sofocándole la mente y derritiendo cada fibra de su ser.

― ¡Nyaaag~! ― Gimió de pronto, algo más agudo y largo. Arqueando la espalda y sorprendiéndose por el movimiento.

El leopardo había empujado con tal fuerza que el zorro se había sentido lleno hasta las entrañas, pero casi de inmediato se había valido de la postura previa para empujarle un tanto más y colocarlo a cuatro sobre el pasto, las nueve colas alzándose para dejarle todavía el espacio suficiente para el apareamiento. Todo sin haber salido de su interior, saboreando el roce y la sensación del giro mientras continuaba carne contra carne, preso en sus anillos internos y las contracciones que naturalmente realizaba su cavidad, apretándole y liberándole como el pálpito de un corazón apresurado.

― ¡Mierda, Junsu! ¡Ng! ― Gruñó, casi temiendo correrse en ese momento.

Sin embargo, su libido todavía podía soportarlo más. Y continuar saboreando las delicias del cuerpo que tan voluntariamente se le había ofrecido. Por supuesto, no es simplemente el apareamiento, era el encanto que este zorro de mechones pelirrojos y ojos color chocolate, de traviesas colas carmín y una forma muy caprichosa de seducirle.

― Mierda, tan bueno. ― Rugiendo en el oído del zorro, el leopardo no podía pensar en más nada que en lo placentero que era aparearse con él.

Y conocer esa lasciva faceta suya, la forma en que temblaba o suplicaba por más con el rostro lloroso y colorado, con las esponjosas orejas carmín jugando a expresar sus emociones; de pronto rígidas o de pronto caídas, demandante y sumiso a partes iguales. Pidiendo y cediendo, dejándose arrastrar por la libidinosa personalidad del leopardo.

― ¡Nya~! No~ no~. ― Gimoteó de pronto, sintiendo un abrasador calor envolver todo su cuerpo y sacudir sus entrañas. Lloriqueó sin poder entender de dónde venía tanto placer o por qué no podía contener los espasmos de su cuerpo. ― Chun~ tengo miedo~.

― Relájate. Solo estás cerca del orgasmo, Junsu. ― Gruñó, suavizando el vaivén de su pelvis. ― Joder, realmente era completamente virgen. Tan puro y seductor. Un zorrito travieso demasiado encantador. ― Añadió en su pensamiento, dejándole un momento en paz.

Las suaves estocadas realmente ayudaron a que el zorro se tranquilizara. Que pusiera un poquito en orden las finitas sensaciones que atormentaban su cuerpo. Fue capaz de respirar un poco mejor, de enfocar la mirada y comprender la posición en que estaba.

― ¡No~! ¡Chunnie malo~! ― Gimoteó de pronto, agitando las nueve colas. Y enterrando el rostro contra sus manos.

La escena era hasta cierto punto curiosa y cómica, pero tierna también. El zorro agazapado, sus nueve colas cubriéndole el trasero, empujando el torso del leopardo como si pretendiera alejarle. Con las piernas abiertas y las rodillas apostadas en el pasto, lloriqueando a saber de qué cosa. Al leopardo le saltaron las venitas en la sien. Se cargaba un humor de los mil demonios, era tan cambiante que no conseguía entenderlo en absoluto.

― ¿Ahora por qué estás haciendo pataleta, Junsu? ― Preguntó. Suave, paciente. Todavía dentro del zorro, rugiendo con los colmillos filosos y la cola latigueando las esponjosas colas zorrunas, obviamente, sin conseguir que se movieran.

― No soy un perro para que me lo hagas así~. ― Gimoteó, todavía lloriqueando como si le hubieran hecho la mayor ofensa del mundo.

― ¿Qué demonios? ¿Estás llorando porque lo estamos haciendo en esta postura?

― Sí~. Chunnie malo~. Se supone que me mires de frente y me hagas sentir especial~. Nyaa~ ¡tan insensible~!

A Park casi le explotan las venitas en la sien.
Pero bueno, ciertamente el zorrito era demasiado tierno. Lascivo, exigente y caprichoso. Pero tierno. Le perdonaría todos sus caprichos sin pensarlo demasiado.

― Bien, bien. Mi culpa, estaba emocionado y no me di cuenta. Entonces, ¡aquí vamos! ― Dijo, sujetándole el vientre y abandonando su interior. Luego se sentó en el pasto y lo jaló, instándole a arrodillarse sobre su pelvis. ― ¿Te parece así? Nos miramos a los ojos, y puedes tener el control. Hacerlo a tu ritmo, como a ti más te guste. ― Añadió, sonriendo travieso, acariciándole los muslos y la cintura. ― Además, así puedo masturbarte mejor.

― ¡Nyaaw~! ― El zorro gimió, bajando la pelvis mientras la mano del leopardo acaricia su erección y él se siente de nuevo invadido por el mismo calor de antes.

Pero, a diferencia de antes, ahora no tenía ni pizca de miedo. Solo quería que el leopardo acabara con él.

― ¡Ng! Junsu, grr. ― El azabache rugió, alzando el rostro y atacando uno de los pezones del zorro, lamiéndole y chupándole. Ansiando morderle pero temiendo no controlar su fuerza y hacerle sangrar innecesariamente.

Incluso sus uñas habían vuelto a mostrarse ávidamente, marcando líneas en la piel del pelirrojo, encontrando algo tortuoso su lento vaivén. Pero demasiado excitante el placer que le sacudía por cada vez que era tragado por la cavidad anal del zorro y la sensación de alivio exasperante cuando lo abandonaba.

― Mierda, me enloqueces, Junsu. ― Rugió, empujando inconscientemente su pelvis también.

― Nyaa~ Chun~. ― Maulló/aulló, perdiendo el equilibrio y buscando soporte en el pecho del azabache, mientras sostiene su cuerpo y mantiene el trasero elevado. Justo ahí donde las embestidas del azabache penetran certeramente y le produce un escalofrío de placer que atiza todo su cuerpo.

― Ng, ¡Grr! ¡Junsu!

― Chunnie~ nya~ va a salir, va a salir~.

― Déjalo salir, Junsu.

― ¡Nyaa~!

El semen del zorro disparó primero, alcanzando a ensuciar el mentón del leopardo. Cuando alcanzó su orgasmo, naturalmente contrajo su ano, tembló y exprimió el falo del azabache, obteniendo su caliente semilla mientras ruge y le empuja de nuevo contra el pasto, levantándole las piernas hasta que fueron sus antebrazos los que sostuvieron los muslos del zorro, el trasero completamente elevado, palpitante, caliente y mojado. Incluso si el leopardo se ha derramado ya, continúa embistiendo, sofocado en placer. El sonido húmedo de su semen es erótico, la espumosa sustancia blanquecina chapoteaba en el ano del zorro, mientras las nueve colas se mantenían lánguidas y las orejas gachas. Estaba rendido a su orgasmo y a la pasión desbordada del leopardo.

Más tarde los alcanzó la noche. Las estrellas brillando en el oscuro cielo y la temperatura descendiendo en el ambiente. Aunque sus pieles todavía estuviesen febriles y hayan hecho el amor hasta saciarse mutuamente. Agotados, sucios, olorosos a sexo y sudor, a hierba y tierra. Las esponjosas colas del zorro sirviéndoles de abrigo, reacios a abandonar el abrazo y faltos de energía.

― Como dije, eres un zorro muy travieso, Junsu.

― Nyaw~ ― Se limitó a aullar/bostezar. Como el cachorro que ha saboreado un manjar y siente el estómago lleno, listo para la siesta.

El zorro se acurrucó en el pecho del leopardo, y antes de que el azabache pudiera siquiera desearle “buenas noches”, sus suaves ronquidos y su caliente respiración ya le estaban haciendo cosquillas en la piel.

― Un momento, ¿se duerme como si nada porque está satisfecho? ― Al leopardo Park le palpitó nuevamente una venita en la sien.

Sí, definitivamente, mantener contento al zorro Kim no iba a ser fácil.
Pero bueno, él tenía toda la disposición del mundo para complacerle.
Particularmente en el sexo.

Lo que el leopardo Park podría no estar considerando es que, una vez que el zorro Kim consiguiera preñarse, llegaría la abstinencia. Con suerte, al zorro le tomaría un par de meses tener a sus crías y luego, tal vez se pondría travieso de nuevo.


FIN


2 comentarios:

  1. 🤤🤤🤤 que cosa tan hermosa!! Abrí tu blog, y me encuentro con esta maravillosa historia, muchas gracias por compartir, está súper hoy, amó el YooSu todo pornoso, y para escribirlo, tu eres la mejor 😍

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  2. Wwooowww mi pareja favorita es y será el Yoosu y cuando haces este tipo de oneshot sigo reiterando que son los mas desinhibidos de todos jajajajja y a ti te encanta que nuestro lado pervert salga a flote con ellos cofcofnomequejocofcof
    Gracias por la historia!!!

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