Autora: Felina
Pareja: YooSu
Clasificación: NC-18
THE FOX SEDUCING THE LEOPARD
~*~
Supongamos que Park Yoochun es uno de
esos jóvenes amos que está acostumbrado a tener todo lo que quiere.
T O D O
Excepto cierto zorro de nueve colas que
merodea por su enorme mansión con grandes ojos color chocolate y largos
cabellos rojos. Esponjosas colas color carmín y una silueta especialmente
atrayente.
― ¡Hey! ¡Detente ahí! ― Exclamó.
Pero el tímido zorrito hoy se había
escabullido entre los matorrales, asomando luego apenas el rostro, sus lindas y
felpudas orejas carmín agitándose para captar todo sonido que le hiciera saber dónde
se encuentra el joven amo.
― ¡Te tengo!
Un par de manos consiguieron atraparle
aun entre los matorrales.
― Nya~ ― Gruñó con un peculiar sonido
que parecía una armoniosa mezcla entre el maullido de un gato y el aullido de
un lobezno.
― ¡Ay! ¡Vamos, deja de rasguñarme! ―
Apenas sobreviviendo a los arañazos que le lanzaba el joven zorro, el joven amo
terminó sentado en el pasto, con el zorrito en su regazo mirándole con ojos
lacrimosos. Y las uñas bien clavadas en sus hombros. ― No voy a hacerte daño,
solo quiero saber por qué siempre vienes y me miras a hurtadillas. Oh, y si tienes
nombre, no estaría de mas saberlo. Yo soy Park Yoochun.
Dijo de corrido, casi sin darle tiempo
al zorrito de interrumpirlo.
― Yoochun. ― Dijo. Más como si estuviera
reafirmándose el nombre del muchacho.
― Sí, ése soy yo. Ahora es tu turno.
El zorro achicó la mirada con
suspicacia, retrajo las uñas y, repentinamente, acercó su nariz al cuello del
muchacho, provocándole un escalofrío que erizó su vello y, dicho sea de paso,
le aceleró el pulso.
― Yoochun es un macho.
― Sí, bueno. Obvio. Igual que tú.
― Junsu es un macho en celo~.
― ¿Ah?
― ¡Dos machos también pueden aparearse!
― Sí. Bien. Mh, espera, ¿tú nombre es
Junsu?
― ¡Junsu quiere aparearse con Yoochun!
― ¡Qué!
Park sintió un golpe de calor azotarle
la cara cuando el zorrito comenzó a frotarse contra su pelvis. ¡Su pelvis!
Encima de todo, más que zorro (pariente de los cánidos) parecía un gatito
travieso (un felino hambriento).
― ¡Mierda! Deja ¡ng! ¡Deja de frotarte
así!
― ¡No~! ¡Junsu quiere aparearse!
J O D E R
De todas formas, ¿había poder humano
para negarse?
Las orejas y la cola del joven amo
también se revelaron.
Bueno, nadie dijo que Park fuera un
simple humano. No, él es un leopardo considerablemente libidinoso.
Y que el zorrito se estuviese frotando
contra él no ayudaba en absoluto a que se controlara. El zorro de nueve colas era
en definitiva más un neko que un pariente de los canes, ¡prácticamente le
ronronea al oído! Y su autocontrol, que de todas formas no era precisamente
basto, se estaba yendo rápidamente por la borda. Tan rápido, que sus manos ya
estaban colándose bajo las estorbosas
ropas del zorro.
― ¿Por qué mierda usas hanbok? ― Rumió
con desdén, tirando de las prendas aunque no ayudase demasiado a encontrar más
rápido la piel del zorro.
― Nya~ no lo arruines que es sagrado~.
― ¡Encima es femenino! ― Gruñó,
empujándole contra el suelo. Pasto y hierba desprendieron sus tiernos aromas a
tierra mojada y vegetación, haciendo, por si fuera poco, más sensibles los
sentidos de ambos.
Al leopardo Park le brillaron los ojos
negros con intensidad, cruzados entonces por unos irises dorados que hicieron
jadear al zorro, mientras le arañaba los brazos en un intento casi inútil por
evitar que le desgarrara las ropas.
― Tanta maldita ropa. ― Espetó entre
dientes. Mostrando los filosos colmillos. Ronroneando como solo un macho alfa
de la familia de los grandes felinos hace. Medio gutural, medio ronco, medio
agudo. Como el barítono que en pleno concierto intenta seducir a sus escuchas.
― Nya~ ¿Yoochunnie también desea
aparearse conmigo?
Clic.
Sí, finalmente algunas neuronas
despertaron del letargo que le producía la erótica presencia del zorro. Las
esponjosas colas enredándose por su cuerpo casi conseguían distraerle de nuevo.
El leopardo se obligó a ocultar las
orejas. Y la cola, los colmillos, replegar las garras y apaciguar las manchas.
Aclaró la garganta y retrocedió, sentándose en el suelo nuevamente.
― Nya~. ― El zorro pelirrojo alargó el
peculiar maullido, sentándose formalmente frente al azabache, acicalándose una
de sus esponjosas y muy brillantes colas. ― ¿No quieres? Junsu piensa que es el
momento perfecto.
― Ni siquiera es primavera. ― Dijo,
aunque realmente careciera de gran sentido.
― Nya~, Yoochunnie no sabe nada sobre
los zorros~. ― Dijo. Y honestamente que lucía bastante divertido.
Park sintió su orgullo varonil herido.
Chasqueó la lengua y luego esbozó una sonrisa pícara.
― Y tú sabes mucho sobre los grandes
felinos, ¿no, Junsu? Es ese tu nombre, ¿verdad? Ya que estabas tan interesado
por aparearte conmigo, ni siquiera te presentas como se debe.
― El joven amo Park es quisquilloso~
nya~. ― Ronroneó, acicalándose las orejas con sus dedos. Al azabache le pinchó
la entrepierna. De nuevo.
Ah, bendita tortura.
― Solo digo que al menos hay que tener
ciertos modales.
― Me llamo Kim Junsu. ¿Podemos
aparearnos ahora?
Park se ahogó con su propia saliva.
― ¿Qué prisa llevas por aparearte?
― ¡Es invierno, nya~!
― Sí, ¿y?
― El invierno es ideal para que un zorro
se reproduzca, nya~ ¡Y Junsu quiere tener cachorros~!
A Park le dio un tic nervioso.
― ¿Solo por eso? Es decir, nada como que
te gusto, te pongo caliente o algo. ― Rumió, sintiendo que se le crispaba el
cuerpo entero. Celos, o algo parecido. ― Así que podrías elegir a cualquiera,
¿no? ― Algo que se le asentaba ahí, en la boca del estómago, y le producía
náuseas.
― ¡Nya~! ¡De ninguna manera me aparearía
con cualquiera! A Junsu solo le gusta el joven amo Park Yoochun~. ― Dijo.
Tan jodidamente lindo, que a Park le
pinchó nuevamente la entrepierna. Y se le calentó mucho más que el corazón.
Obviemos detalles. Y que Kim se le fuese encima, lamiéndole y maullando quedito
mientras se frota de nuevo. Bueno, ya saben, habría consecuencias sexuales.
― ¡Groarr!
― ¡Nya~!
La apariencia felina de Park se presentó
de inmediato, y no hablamos solo de las manchas pardas adornando la cutánea
superficie, o las redondeadas orejas naranjas coronadas en el contorno por un
intenso tono negruzco; tampoco estamos hablando de la fina cola larga o los
poderosos colmillos y sus garras retractiles. No, es ese “algo” que va matizado
por sus ojos cruzados de irises dorados, esa lascivia que no se toma molestia
en ocultar. Es la libido que endurece su falo, más grande y caliente que el de
su apariencia humana, con crispados vellos azabaches en la base y la línea
pélvica que sube hasta su ombligo.
El zorro Kim se maravilló con su
apariencia, algo más excitado de hecho por ella. Ronroneó relamiéndose los
labios mientras se dejaba someter y permitía que el leopardo le arrancara a
jirones las prendas y lamiera su piel a voluntad. El zorro se crispó de placer
cuando los labios del leopardo Park saborearon sus pezones, uno a uno, como
pequeñas cerezas carnosas que devorar.
― Ngh~ Yoochunnie~.
― Tan delicioso. ¿Eres virgen, Junsu ah?
― Por supuesto~.
Ronroneos y rugidos guturales. Ambos
sonidos animales se mezclaron mientras el calor que transpiraba sus cuerpos
flotaba en el jardín.
El jardín.
Un resquicio de razón golpeó la mente
del leopardo Park. Mirando entonces en todas direcciones, pescando con sus
felpudas y redondeadas orejas felinas todo sonido alrededor, por si alguien se
acercaba. No es como si estuvieran particularmente ocultos a la vista de alguno
de los “sirvientes” de la mansión. Rugió gutural de nuevo, y cargándole en vilo
se adentró en el jardín, hacia la zona boscosa que estaba forrada de vegetación
y anchos troncos. La raíz sobresaliente de uno de los viejos árboles de la
mansión le sirvió para dejar al zorro en ella, de espaldas en ese momento, pues
aunque el olor de su sexo frontal le llamaba poderosamente alterando su sentido
del olfato, el resto de sus sentidos era seducido también por el sexo entre sus
nalgas.
― Grr, mueve las colas, Junsu ah. Todas
ellas. ― Añadió, y es que las nueve esponjosas colas del zorro nublaban la
panorámica de su intimidad.
― Nya~ ¡tan demandante! Nya~. ―
Ronroneó/gruñó con una sonrisilla.
Apartando sí sus colas. Algunas de
ellas, no todas. Un par todavía se mantenía ocultando la intimidad del zorro,
haciendo enfadar al leopardo, que mordisqueó las intrusas casi sin miramiento.
Casi, que mordió con poca fuerza, solo la suficiente para hacer que las
“molestas” colas se alejasen por instinto, pero sin herirlas. Que eran lo
suficientemente hermosas como para olfatearlas, tirar de ellas y olfatearlas.
― ¡Nya~! ¡Yoochunnie~!
― Te lo pedí amablemente, Junsu ah.
Quieres aparearte, ¿no? No puedo si tus colas no me dejan verte aquí. ― Dijo, con una sonrisa y mirada
pícara.
El corazón del zorro golpeteó con
prisas. Y su erección se inyectó con sangre, excitado ante la perspectiva de
aparearse con el leopardo. Park se sacó las ropas, mostrando entonces su
endurecido pene. Kim gruñó e intentó escapar, por puro instinto. Pero las manos
de Park lo detuvieron, sus garras retractiles enterrándose involuntariamente en
la nívea piel, las gotitas carmín fueron rápidamente lamidas por el leopardo.
― Lo siento, fue reflejo.
― No, no te disculpes. Pero, me ha dado
un poco de miedo~.
― ¿Por qué? Dijiste que lo querías, que
no te aparearías con nadie mas que conmigo.
― Sí, pero Yoochunnie eres taaaan
grande~ nya~.
El pecho del leopardo Park se infló con
orgullo. Su ego hinchándose, al mismo tamaño que su entrepierna. Sonrió pícaro
y se relamió, mostrando los colmillos como el Alpha que quiere presumir su
posición.
― Bueno, tú por otro lado pareces
“pequeñito” aquí, Junsu ah.
― ¡Nya~!
Sí, Park le ha lamido la cavidad anal, y
luego empujado su lengua dentro. Por supuesto, Kim se crispó de pies a cabeza,
sus nueve colas alzándose en reflejo. Y el primer dígito inundando su interior.
― ¡Nyaa~! ― El gemido del zorro fue
diferente esa vez. El placer se deslizó claramente, a oídos del leopardo, en su
tono de voz. Algo más aguda y gutural. ― Ng~. ¡Chunnie~ nyaww~!
Y, oh sí, en la forma en que arqueó la
espina dorsal, irguiendo las nueve colas y separando un poco más sus piernas.
Así como estaba, de rodillas en el suelo, que hiciera aquello solo mandaba un
mensaje para el leopardo. Estaba realmente listo y ansioso por aparearse con
él.
Los sentidos del leopardo Park se
entusiasmaron con la idea, y captaron con detalle todo en el zorro Kim.
Particularmente su aroma. El aroma que desprendía su sexo, tanto por delante
como por detrás.
― Estás mojándote muy bien para mí, Junsu ah. ― Gimió con ronquez,
añadiendo un segundo intruso junto al primero, empujando un poco más y
relamiéndose al ver la forma en que el cuerpo del zorro temblaba y se revolvía,
crispándose y maullando para él. ― Mis dedos resbalan delicioso dentro de ti, zorrito travieso.
― Nyaw~ Chun, ya, de prisa~. ― Mirando
hacia atrás, el zorro mostró sus lacrimosos ojos llenos de excitación, agitó
sus nueve colas y acarició con ellas el cuerpo del leopardo.
― ¿Seguro? Tú lo dijiste, soy grande para ti. ― Dijo, moviendo todavía
sus dígitos dentro, notando sus anillos carnosos, calientes y mojados,
palpitando alrededor de ellos.
― Por favor~ nya~. ― Gimotear, tumbarse
de espaldas y levantar sus piernas, sujetándoselas con sus propias manos, sus
nueve esponjosas colas sirviéndole como una especie de almohada bajo la
cintura.
Su anillo palpitando expectante.
Deliciosamente a la vista, como para que
el leopardo se le resistiera más.
―
No me culpes si te duele, Junsu ah. ― Añadió, algo más gutural que antes.
Más áspero y lascivo.
Se perfiló entre sus piernas, acomodando
la punta de su hinchado pene contra el orificio palpitante del zorro, su larga
cola ondeando detrás, sus orejas rígidas, las manchas en su piel volviéndose
ligeramente más oscuras. La entrepierna del zorro Kim palpitó en respuesta,
sumamente atraído por la apariencia del leopardo.
― ¡Nya~!
― ¡Grr, tan estrecho!
El zorro Kim abrió los ojos
desmesuradamente cuando sintió la penetración. Por supuesto, su cuerpo le
“gritaba” que estaba listo para aparearse, pero al mismo tiempo “respingaba”
ante la invasión. La virilidad del leopardo Park era “poderosa” y se enterraba
lentamente en él, haciéndole consciente de todo. De su grosor, de su
temperatura y de la forma en que palpitaba contra sus ya inquietas paredes
internas.
El leopardo Park rugió, inclinando el
cuerpo hacia el frente mientras empujaba su pelvis, ganando más y más terreno
en la estrecha pero muy caliente, húmeda y palpitante cavidad del zorro Kim.
Profundo, hasta tocar fondo, rugosa carne encendida que devoraba su tronco,
succionándole cuando retrocedió, invitándole a empujar con algo más de
velocidad. Una, y otra, y otra vez.
― ¡Nya~ Chunnie~!
― ¡Ng, Junsu~!
Algunas de las esponjosas colas zorrunas
se enredaron en los muslos del leopardo; mientras la del felino fue y se asió a
la cintura del pelirrojo. Las embestidas del leopardo ganaron confianza,
fuerza, velocidad. Penetrada poderosamente, rugiendo gutural, ronco,
descendiendo su cuerpo sobre el del zorro, mordisqueando sus pezones, sus
labios. Dejando marcas por doquier.
― Nya~ ng~. Chunnie, más~ más.
― No eres nada, grr, paciente, Junsu.
El zorro sonrió coqueto, dejándose
dominar cuando su cintura giró y dobló una de sus piernas, el ángulo le
permitió sentir todavía más cada penetración.
― Te gusta así, mh.
― Sí~ nya~ así es como un leopardo debe
aparearse~.
― Qué, ng.
― Puedes ser un poco más animal conmigo, nya~.
― Maldición, no vas a poder moverte
después de esto, Junsu.
― ¡Nyaw~!
Sí. El leopardo Park le dio lo que
quiso, siendo todo un felino salvaje.
Tan salvaje que el zorro Kim casi se
arrepintió de haberle provocado. Casi, porque todavía era más el placer que
estaba experimentando con cada embestida como para renunciar a él.
― Nyaa~ Chun~ Chun~ ¡ngh~! ― Los gemidos
del zorro parecían solo poder ir en aumento.
Los espasmos que sacuden su anatomía lo
hacen todavía más vulnerable y sensible a cada estímulo recibido. No solo a las
intensas penetraciones o el vaivén acelerado, sino también a las mordidas, a
las succiones, al roce piel a piel, a la sensación de calor sofocándole la
mente y derritiendo cada fibra de su ser.
― ¡Nyaaag~! ― Gimió de pronto, algo más
agudo y largo. Arqueando la espalda y sorprendiéndose por el movimiento.
El leopardo había empujado con tal
fuerza que el zorro se había sentido lleno hasta las entrañas, pero casi de
inmediato se había valido de la postura previa para empujarle un tanto más y colocarlo
a cuatro sobre el pasto, las nueve colas alzándose para dejarle todavía el
espacio suficiente para el apareamiento.
Todo sin haber salido de su interior, saboreando el roce y la sensación del
giro mientras continuaba carne contra carne, preso en sus anillos internos y
las contracciones que naturalmente realizaba su cavidad, apretándole y
liberándole como el pálpito de un corazón apresurado.
― ¡Mierda, Junsu! ¡Ng! ― Gruñó, casi
temiendo correrse en ese momento.
Sin embargo, su libido todavía podía
soportarlo más. Y continuar saboreando las delicias del cuerpo que tan
voluntariamente se le había ofrecido. Por supuesto, no es simplemente el
apareamiento, era el encanto que este zorro de mechones pelirrojos y ojos color
chocolate, de traviesas colas carmín y una forma muy caprichosa de seducirle.
― Mierda, tan bueno. ― Rugiendo en el
oído del zorro, el leopardo no podía pensar en más nada que en lo placentero
que era aparearse con él.
Y conocer esa lasciva faceta suya, la
forma en que temblaba o suplicaba por más con el rostro lloroso y colorado, con
las esponjosas orejas carmín jugando a expresar sus emociones; de pronto rígidas
o de pronto caídas, demandante y sumiso a partes iguales. Pidiendo y cediendo,
dejándose arrastrar por la libidinosa personalidad del leopardo.
― ¡Nya~! No~ no~. ― Gimoteó de pronto,
sintiendo un abrasador calor envolver todo su cuerpo y sacudir sus entrañas. Lloriqueó
sin poder entender de dónde venía tanto placer o por qué no podía contener los
espasmos de su cuerpo. ― Chun~ tengo miedo~.
― Relájate. Solo estás cerca del
orgasmo, Junsu. ― Gruñó, suavizando el vaivén de su pelvis. ― Joder, realmente era completamente virgen. Tan
puro y seductor. Un zorrito travieso demasiado encantador. ― Añadió en su
pensamiento, dejándole un momento en paz.
Las suaves estocadas realmente ayudaron
a que el zorro se tranquilizara. Que pusiera un poquito en orden las finitas
sensaciones que atormentaban su
cuerpo. Fue capaz de respirar un poco mejor, de enfocar la mirada y comprender
la posición en que estaba.
― ¡No~! ¡Chunnie malo~! ― Gimoteó de
pronto, agitando las nueve colas. Y enterrando el rostro contra sus manos.
La escena era hasta cierto punto curiosa
y cómica, pero tierna también. El zorro agazapado, sus nueve colas cubriéndole
el trasero, empujando el torso del leopardo como si pretendiera alejarle. Con las
piernas abiertas y las rodillas apostadas en el pasto, lloriqueando a saber de
qué cosa. Al leopardo le saltaron las venitas en la sien. Se cargaba un humor
de los mil demonios, era tan cambiante que no conseguía entenderlo en absoluto.
― ¿Ahora por qué estás haciendo
pataleta, Junsu? ― Preguntó. Suave, paciente. Todavía dentro del zorro,
rugiendo con los colmillos filosos y la cola latigueando las esponjosas colas
zorrunas, obviamente, sin conseguir que se movieran.
― No soy un perro para que me lo hagas así~. ― Gimoteó, todavía lloriqueando
como si le hubieran hecho la mayor ofensa del mundo.
― ¿Qué demonios? ¿Estás llorando porque
lo estamos haciendo en esta postura?
― Sí~. Chunnie malo~. Se supone que me
mires de frente y me hagas sentir especial~. Nyaa~ ¡tan insensible~!
A Park casi le explotan las venitas en
la sien.
Pero bueno, ciertamente el zorrito era
demasiado tierno. Lascivo, exigente y caprichoso. Pero tierno. Le perdonaría
todos sus caprichos sin pensarlo demasiado.
― Bien, bien. Mi culpa, estaba
emocionado y no me di cuenta. Entonces, ¡aquí vamos! ― Dijo, sujetándole el
vientre y abandonando su interior. Luego se sentó en el pasto y lo jaló,
instándole a arrodillarse sobre su pelvis. ― ¿Te parece así? Nos miramos a los
ojos, y puedes tener el control. Hacerlo a tu ritmo, como a ti más te guste. ―
Añadió, sonriendo travieso, acariciándole los muslos y la cintura. ― Además,
así puedo masturbarte mejor.
― ¡Nyaaw~! ― El zorro gimió, bajando la
pelvis mientras la mano del leopardo acaricia su erección y él se siente de
nuevo invadido por el mismo calor de antes.
Pero, a diferencia de antes, ahora no
tenía ni pizca de miedo. Solo quería que el leopardo acabara con él.
― ¡Ng! Junsu, grr. ― El azabache rugió,
alzando el rostro y atacando uno de los pezones del zorro, lamiéndole y
chupándole. Ansiando morderle pero temiendo no controlar su fuerza y hacerle
sangrar innecesariamente.
Incluso sus uñas habían vuelto a
mostrarse ávidamente, marcando líneas en la piel del pelirrojo, encontrando
algo tortuoso su lento vaivén. Pero demasiado excitante el placer que le
sacudía por cada vez que era tragado
por la cavidad anal del zorro y la sensación de alivio exasperante cuando lo abandonaba.
― Mierda, me enloqueces, Junsu. ― Rugió,
empujando inconscientemente su pelvis también.
― Nyaa~ Chun~. ― Maulló/aulló, perdiendo
el equilibrio y buscando soporte en el pecho del azabache, mientras sostiene su
cuerpo y mantiene el trasero elevado. Justo ahí donde las embestidas del
azabache penetran certeramente y le produce un escalofrío de placer que atiza
todo su cuerpo.
― Ng, ¡Grr! ¡Junsu!
― Chunnie~ nya~ va a salir, va a salir~.
― Déjalo salir, Junsu.
― ¡Nyaa~!
El semen del zorro disparó primero,
alcanzando a ensuciar el mentón del leopardo. Cuando alcanzó su orgasmo,
naturalmente contrajo su ano, tembló y exprimió el falo del azabache, obteniendo
su caliente semilla mientras ruge y le empuja de nuevo contra el pasto,
levantándole las piernas hasta que fueron sus antebrazos los que sostuvieron
los muslos del zorro, el trasero completamente elevado, palpitante, caliente y
mojado. Incluso si el leopardo se ha derramado ya, continúa embistiendo,
sofocado en placer. El sonido húmedo de su semen es erótico, la espumosa sustancia
blanquecina chapoteaba en el ano del zorro, mientras las nueve colas se
mantenían lánguidas y las orejas gachas. Estaba rendido a su orgasmo y a la
pasión desbordada del leopardo.
Más tarde los alcanzó la noche. Las estrellas
brillando en el oscuro cielo y la temperatura descendiendo en el ambiente. Aunque
sus pieles todavía estuviesen febriles y hayan hecho el amor hasta saciarse
mutuamente. Agotados, sucios, olorosos a sexo y sudor, a hierba y tierra. Las esponjosas
colas del zorro sirviéndoles de abrigo, reacios a abandonar el abrazo y faltos
de energía.
― Como dije, eres un zorro muy travieso,
Junsu.
― Nyaw~ ― Se limitó a aullar/bostezar. Como
el cachorro que ha saboreado un manjar y siente el estómago lleno, listo para
la siesta.
El zorro se acurrucó en el pecho del leopardo,
y antes de que el azabache pudiera siquiera desearle “buenas noches”, sus
suaves ronquidos y su caliente respiración ya le estaban haciendo cosquillas en
la piel.
― Un momento, ¿se duerme como si nada
porque está satisfecho? ― Al leopardo Park le palpitó nuevamente una venita en
la sien.
Sí, definitivamente, mantener contento
al zorro Kim no iba a ser fácil.
Pero bueno, él tenía toda la disposición
del mundo para complacerle.
Particularmente en el sexo.
Lo que el leopardo Park podría no estar
considerando es que, una vez que el zorro Kim consiguiera preñarse, llegaría la
abstinencia. Con suerte, al zorro le tomaría un par de meses tener a sus crías y luego, tal vez se pondría travieso
de nuevo.
FIN
🤤🤤🤤 que cosa tan hermosa!! Abrí tu blog, y me encuentro con esta maravillosa historia, muchas gracias por compartir, está súper hoy, amó el YooSu todo pornoso, y para escribirlo, tu eres la mejor 😍
ResponderBorrarWwooowww mi pareja favorita es y será el Yoosu y cuando haces este tipo de oneshot sigo reiterando que son los mas desinhibidos de todos jajajajja y a ti te encanta que nuestro lado pervert salga a flote con ellos cofcofnomequejocofcof
ResponderBorrarGracias por la historia!!!