“¿Y
aquél tan hermoso sendero,
El
que serpentea entre helechos?
Va
al hermoso país de los Elfos,
Donde
tú y yo esta noche iremos.
J.R.R. Tolkien (Extracto
“Cuentos desde el Reino Peligroso”)
Capítulo 17. ENTRE SOMBRAS
DORADAS, SECRETOS DESECHOS
~*~
Los
bosques oscuros del suroeste de Escocia se dispersan por miles de kilómetros,
insertados en un mágico punto del
país, sus noches suelen ser brillantes ya que la bóveda celeste se viste con la
gala de sus estrellas. No hay paisaje más encantador que este, ni vista más romántica. Sin embargo, los bosques
oscuros de Escocia esconden otros secretos. Tiempo atrás fueron refugio de una
raza particular de criaturas mágicas denominadas Elfos.
Por
su condición mística, el secretismo de su existencia y la distante frialdad con que se presentaban ante el mundo, eran
consideradas criaturas oscuras, malévolas y despreocupadas. Sin embargo, no
había mentira más desleal que esta. Los Elfos
de la Oscuridad pronto comenzaron a dispersarse por el mundo cuando se
convirtieron en la presa de las otras
criaturas, principalmente de las criaturas de la noche. Vampiros y licántropos
se dieron a la tarea de cazarles como un mero deporte. Los Elfos de la Oscuridad eran poderosos, pero también nobles. Rara vez
enfrentaban en batalla con todo su poder, y cuando lo hacían, agregaban a su fama otra característica perversa de
maldad pura.
Los
Elfos de la Oscuridad tenían todo en
su contra, y poco o nada a su favor. Entre ellos intentaron formar una
comunidad sólida para proteger su especie, pero las circunstancias los
convirtieron en pequeños grupos que duramente consiguieron mantenerse con vida
durante un siglo, más tarde fueron casi extintos; y con el pasar del tiempo
terminaron mezclándose entre los mortales,
ocultando sus identidades y el alcance de su magia. Y así, pronto dejaron
incluso de ser nombrados, se convirtieron en poco más que leyendas escritas en
contados libros a lo ancho del mundo.
De
entre todos ellos, algún linaje sobrevivió a aquella turbulenta época, pero
terminó dominada por el anonimato y nunca más se pronunció su nombre. Los Elfos de la Oscuridad nunca conformaron
un Clan, por lo que no se les atribuyó mayor importancia entre las diversas
criaturas mágicas, su suerte no fue para nada similar a la de los híbridos ni a otras criaturas de menor
poder. De cualquier forma, con un linaje sobreviviendo, se aseguraba la
descendencia.
— Pero mezclarnos con
otras especies, hará impura nuestra sangre.
— No será así, Miu. Eres
la única mujer que ha nacido en generaciones, los Elfos que quedamos nos
estamos volviendo arcaicos, pronto tendremos que partir hacia los Bosques
Oscuros y difuminarnos en su penumbra. Nuestra línea de sangre solo puede
sobrevivir a través de ti.
— Entiendo.
Encontraré a un hombre digno. Nuestra especie sobrevivirá de una forma u otra.
Pero
cuando Miu, la última mujer elfo en el mundo, encontró a ese hombre digno,
resultó ser un licántropo. Y no era un tipo fácil de tratar, era temperamental
y ambicioso, cargaba sobre sus hombros la ambición de su Clan, un Clan que
estaba por perder todo el poderío en el Canon de Lycans. Miu sin embargo estaba
decidida, y aunque no lo admitió de manera inmediata, también estaba enamorada.
Cuando
Miu consiguió seducir a Aomine
Hayato, fue cuestión de poco tiempo consolidar su unión en matrimonio. Pero
concebir, había sido una tarea muy difícil. No
era tan sencillo para los Elfos mezclarse con otras especies, su cuerpo,
su sangre, cada fibra de su ser rechazaba la unión con el licántropo. Años
después, cuando la familia Aomine comenzó a presionar y dudar de su fertilidad,
Miu encontró la forma de concebir, pero tuvo que renunciar a parte de su
naturaleza.
— ¡Estás
loca, Miu! ¡Cómo se te ocurrió!
— Cálmate,
Hayato. Hice lo que tenía que hacer por el Clan. Estabas siendo presionado, ¿no
es así? Incluso estaban buscando otra mujer para ti, una lycan digna de ti, de
tu fuerza, de tu temple. No iba a quedarme de brazos cruzados tras enterarme de
eso. Al Clan Aomine no se le debe olvidar que yo soy tu esposa, y que no hay
mujer más digna de ti que yo. Así que al carajo.
Ella
había sentenciado con una determinación que hizo perder el control de su
esposo. Hayato no dijo una sola palabra más, en cambio se encerraron en sus aposentos
días enteros, teniendo sexo de manera salvaje, arrebatada, caliente y sin pizca
de pudor.
Hayato
supo de la verdadera naturaleza de su esposa poco antes de que se embarazara de
su único heredero. Ciertamente Miu había tenido que contárselo, su lealtad al
licántropo la orilló cuando comprendió que no solo se casó con él por la
supervivencia de su especie, sino porque realmente se había enamorado. Miu
esperó que él se enojara, incluso estaba lista para enfrentar el destierro del
Clan, pero Hayato había escuchado pacientemente, sin descontrolarse ni sacar a
relucir su temperamento animal. Luego, con su voz grave dijo que algo
sospechaba.
— Siempre he detectado un aroma diferente en tu
sangre. No parecías una lycan pura desde que nos conocimos.
— Eso
es porque no lo era, no nací siéndolo, fui transformada.
— ¿Es
por tu verdadera naturaleza que no podemos tener hijos?
— Sí.
Mi sangre no se mezcla con la tuya. Mi cuerpo acepta unirse al tuyo, pero
básicamente se trata solo del placer carnal. Estuve investigando y hay solo una
forma en que funcione para procrear. Naturalmente, la obvia es que lo haga con
alguien como yo. La otra, significa renunciar a mi naturaleza y pactar con
aquella que intoxicó mi esencia mágica.
— ¿Elegir
ser lycan, y renunciar a ser como naciste?
— Sí.
No es tan complicado hacerlo.
— Pero
hay un riesgo, ¿cierto?
— Mi
vida se acortará considerablemente. Y seré mucho más vulnerable. Pero, un hijo
vale la pena, ¿no lo crees?
— Por
supuesto, Miu.
--//--//--
Canon
de Lycans
—
¿Quién eres, Sakurai Ryo? Tienes mucho más poder del que cualquier criatura que
he conocido.
—
¿Eh?
—
Tú, has visto más allá de mis memorias en la sangre, ¿cierto? Pude sentirlo.
Había escuchado de vampiros con esta habilidad, pero solo pueden ver algunas
memorias en la sangre de aquel a quien muerden. Tú sin embargo, acabas de mirar
en los inicios de mi línea de sangre sin siquiera beberla.
—
Miu-san, no lo vea como si fuera su enemigo, por favor.
—
No he dicho tal cosa. Pero estoy intrigada. ¿Quién eres?
—
Se lo dije antes, soy quien ama a su hijo.
—
Daiki está decidido a cuidar de ti, a protegerte. Un amor cursi de muchas
maneras, pero valiente también. Mi único hijo está ahora ante el Canon de
Lycans, pero tarde o temprano él tendrá que suceder su lugar en el Clan Aomine,
incluso si eso no era precisamente lo que más deseaba en la vida, durante algún
tiempo se forjó un sueño en mi pensamiento. Le vi, sentado en la silla
principal con porte digno, orgulloso, poderoso. Le vi dirigiendo al Canon de
Lycans, con temple y seguridad, con una fuerza que ningún otro licántropo,
vampiro o mago podría igualar. Le vi, casado con una mujer digna de su
presencia, con hijos que después forjarían su propio camino y poco a poco vería
una generación única de criaturas de la noche. Una especie diferente, más que
híbridos, la sangre de los Elfos de la Oscuridad renacería a través de él. Pero
tú, Sakurai Ryo, llegaste para interferir totalmente con mi visión.
El
castaño tragó hondo y retrocedió instintivamente un paso cuando la mujer se
acercó a él. Por alguna razón, seguía sin sentir realmente temor de ella, Miu
no le miraba con rencor, odio o desprecio alguno. Era una mujer misteriosa, de
mirada voluntariosa y un ego equilibrado. O Sakurai tenía esa impresión al
menos.
—
Miu-san.
—
No puedo ir contra ti sin embargo. No eres un simple mago después de todo, pero
sea cual sea tu verdadera naturaleza mágica, perdería un duelo en tu contra, y
me ganaría el odio de mi propio hijo. Por eso, solo puedo encargarte que vayas
hombro a hombro con él. Estoy segura de que muchas cosas aún están por sacudir
a este mundo.
…
—
Así que finalmente vas a sucederle el lugar a tu hijo, Hayato.
—
No te confundas. Daiki está aquí para aprender.
—
¿Y tu hermosa esposa?
—
Salió a divertirse, ya sabes cómo son las mujeres como ella, no saben de
quedarse tranquilas e ir de compras no satisface su ego. Seguramente salió a
cazar.
—
Tal vez lo que tu esposa necesita es otro tipo de diversión.
—
Cuide las insinuaciones de sus palabras. No hable de mi madre de esa forma o le
haré pagar.
—
Oh, tu hijo realmente es temperamental, Hayato. Y definitivamente debe aprender
a respetar a sus superiores.
—
Él lo hace. Respeta a sus padres, aparte de nosotros no conozco aún a nadie más
superior para él.
La
tensión en la asamblea se sintió de inmediato. Varios cabecillas de otros
clanes se pusieron de pie, bramando sus quejas por el comportamiento de Hayato.
Él sin embargo no se perturbó, su mirada era severa pero equilibrada. Daiki por
su parte estaba listo para cualquier enfrentamiento. De alguna manera se sentía
más vigoroso que nunca, tal vez era este el efecto de encontrarse entre sus
iguales, siempre prestos a un enfrentamiento salvaje de vida o muerte.
--//--//--
Estar
encerrado en casa del Dr. Hotaru le tenía con los nervios crispados. Hacía
demasiado tiempo sin tener noticia alguna de la situación en el Concilio
Supremo.
—
¿Cuánto tiempo más vamos a esperar? — Izuki se movía inquieto de un lado a otro
en la estancia, los otros incluso podían sentir su aura emanando de su cuerpo.
—
Hasta que Hotaru vuelva, Izuki.
—
¡Cómo puedes estar tan tranquilo, Kiyoshi! ¡Nuestros amigos…!
—
No estoy tranquilo, Izuki… — Interrumpió el pelicastaño.
—
Para mí lo pareces.
—
Estoy tratando de pensar antes de actuar, movernos impulsivamente solo nos
traería problemas innecesarios y podríamos poner en mayor riesgo a los chicos.
Así que trata de pensar conmigo, ¿quieres?
—
No puedo… — Resopló sintiéndose desesperado… — Incluso Kuroko y Kagami se han
marchado repentinamente. ¿Cuál era la razón tan urgente como para irse así nada
más?
—
Cualquiera que haya sido, no fue fácil para mí dejarles ir tampoco, Izuki. Ya
deberías tener conciencia de esto, ustedes son mi responsabilidad, y sin
embargo he tenido que dejarles tomar caminos diferentes. Sakurai está con
Aomine, Kuroko con Kagami. Ahora solo puedo concentrarme en ti, ¿entiendes?
—
¿Qué hay de Hyuuga? — Preguntó, evadiendo la mirada del otro, sintiendo esa
opresión en el pecho que se negaba en abandonarle… — También es tu
responsabilidad.
—
No. Junpei no es mi responsabilidad… — El pelicastaño dijo con un tono más
hosco del que pretendía. No podía evitarlo. Su corazón era un manojo de
emociones que no le dejaba en paz… — Se le ha asignado un Guardián, yo solo debo ver por ustedes, justo ahora solo por ti,
Izuki.
—
¿Así que es solo por eso? ¿Solo porque soy tu responsabilidad volviste?
—
Izuki…
—
Este sentimiento me está volviendo loco, Kiyoshi… — Sollozó, demasiado vulnerable
para su propio gusto.
—
Izuki… — El pelicastaño rodeó el cuerpo del menor entre sus brazos, sintiendo
sus estremecimientos, incluso su lucha insípida en un insensato deseo de
liberarse… — Izuki, escúchame.
—
No quiero escucharte decir que todavía lo amas… — Sollozó más fuerte… — Sé que
no tengo derecho alguno sobre ti, pero realmente no quiero escuchar eso.
—
No lo diré.
—
Kiyoshi, ¿puedes amarme a mí? — Cuestionó levantando la mirada. Sus ojos grises
lucían brillosos, como si estuviera a punto de llorar. Kiyoshi no lo dudó, sus
propias emociones estaban a punto de desbordarse.
—
Yo… — Quiso darle una respuesta. Realmente quería hacerlo. Pero entre el sí y el no, tampoco sabía por cuál decidirse.
—
Lo siento… — El chico ojo de águila
dio un paso atrás separándose del mayor. Se limpió la cara y endureció
nuevamente sus facciones… — Ignora lo que dije, por favor.
—
Izuki…
—
Yo lo vi antes, necesitaba entenderlo así que hice un hechizo mental para
entrar en tu pensamiento. Vi tus memorias y las suyas, ustedes dos están tan
estrechamente vinculados que incluso si yo solo pretendí mirar en tu mente, la
suya terminó conectada también. Ustedes se han amado durante mucho tiempo, no
tiene sentido para mí querer entrometerme en ello.
Kiyoshi
le sujetó del brazo y tirando de él volvió a estrecharle contra su cuerpo. De
pronto, en un acto egoísta que no merecía ser nombrado, se sentía rabioso. Le
molestaba demasiado que Izuki se rindiera,
que infravalorara sus propios sentimientos. Actúa impulsivo, es un licántropo
después de todo –posee instinto animal–y solo quiere monopolizarle. Rodea su
cintura con fuerza y bruscamente le besa. Izuki responde sin aspavientos, lo
desea de la misma manera muy a su pesar. Enredan sus lenguas, se muerden los
labios, jadean con la respiración alterada y el corazón intranquilo. Un romance
en medio de una tempestad como la suya, puede resultar más doloroso de lo que
imaginan.
--//--//--
Hotaru
finalmente abrió los ojos. Koganei suspiró aliviado cuando se dio cuenta. Y se
apresuró en ayudarle a incorporarse.
—
Estaba preocupado, sensei. Cuando le trajeron aquí usted sangraba mucho.
—
Ah, no creí que Kaage Den fuera tan ruin como para traicionar un buen trato… —
Dijo, mirando las vendas en los antebrazos y en su vientre, también podía
sentir algunas heridas en su espalda… — ¿Tú me curaste?
—
Sí, cuando le trajeron dejaron un botiquín para que lo hiciera. Kaage-san dijo
que las heridas que tenía no sanarían rápidamente. ¿Peleó con él?
—
No, envió a otros en su lugar. Nunca he sido muy bueno enfrentando a un puñado
de peones de las diferentes especies. Aunque debo admitir que él es bueno
convenciendo, no es tan fácil poner a vampiros, licántropos y magos del mismo
lado.
—
¿No es esa la tarea del Concilio Supremo?
—
Mediar entre las especies, sí. Dominarlas como piezas de ajedrez, solo Kaage
Den ha logrado hacerlo. Pero dejando eso de lado, ¿estás bien? ¿te han herido
de alguna manera?
—
Solo unos cuantos golpes, pero desde que me trajeron aquí no ha sucedido nada.
Estoy preocupado por Mitobe, nos separaron y no sé a dónde le llevaron.
—
No está muy lejos de aquí. Pude escucharlo mientras me traían, creyeron que
estaba totalmente inconsciente, pero había un poco de lucidez en mí.
—
¿Alguien vendrá a ayudarnos, sensei?
—
No, Koganei. Si queremos salir con Mitobe de aquí, tendremos que arreglárnosla
solos.
—
¡Eh! Pero mire lo que pasó con usted. Espere, cómo es que usted… ¡Es un mago!
—
Te tardaste en darte cuenta de que no soy solamente el doctor de la universidad,
Koganei… — Hotaru dijo sonriendo ligeramente. Koganei se le quedó mirando como
si pretendiera leerle la mente. Por supuesto, él no poseía tal habilidad.
—
Entender el mutismo de Mitobe me resulta
sencillo, pero no importa con cuántas personas más lo intente, no funciona para
nada.
—
Soy un Guardián, poseo habilidades diferentes a las de cualquier otra especie
mágica. Pero estoy aquí para ayudar. Antes fui tomado por sorpresa y me dieron
una verdadera paliza, pero ciertamente ser traído aquí contigo estaba en mis
planes.
—
¿Eh?
—
No hay mejor lugar que cerca del enemigo. Kaage ahora debe sentirse relajado
pensando que se encargó de mí. Su ambición es fuerte, pero mi inteligencia
también. Vamos, hay que comenzar a movernos.
--//--//--
Mansión
Akashi
Seijuro
está aquí solo porque su progenitor le llamó, pero no es que particularmente
guste la compañía de su padre.
—
Supe que has estado muy activo en tus negocios, Seijuro.
—
Aprendí de ti que nunca se descuidan, padre.
El
hombre asintió, tomando un sorbo de vino tinto ahora que han terminado la
comida.
—
Bien, entonces hablemos de negocios. Quiero que me prestes a ese chico, ¿cómo
es que se llama? Por alguna razón siempre olvido su nombre. Ah sí, Furihata
Koki.
—
¿Para qué lo quieres?
—
Tengo curiosidad por saber si es tan bueno en el sexo que solo lo usas a él.
—
Es mi juguete favorito.
—
Bueno, déjame jugar un poco con él.
Seijuro
centró su mirada en su padre. Por supuesto va a negarse, y no necesitó decirlo
con palabras. Masaru sonrió perverso.
—
¿Qué sucede? ¿Te enamoraste de él?
—
No, solo resulta que no me gusta compartir mis juguetes favoritos.
—
Permitiste a tu mascota venir a mí,
pero no a tu juguete.
—
Atsushi decidió por cuenta propia hacerte un favor, yo solo le dije que tenías
intención de charlar con él. Por cierto, padre, no me has contado nada de eso.
—
A su debido tiempo, hijo. A su debido tiempo.
Si
hubiera alguien más en el recinto, podrían sentir la tensa relación familiar.
Padre e hijo realmente no se toleraban, y ciertamente no hacían nada por
ocultarlo de un tiempo acá. Seijuro está decidido a forjar su propio Imperio, y
Masaru sabe que de ceder tan solo un poco, será el final de su monarquía.
—
¿Tienes algo más que decir?
—
No.
—
Entonces me retiro. Gracias por la comida, padre.
—
Volvamos a reunirnos. Pronto, Seijuro.
El
de cabellos bermellón salió de la Mansión con la serenidad de siempre, sin
embargo su pensamiento había conseguido agitarse. Conoce a su padre, no
mencionó a Furihata solo porque sí.
—
Pretende ir tras él. Pero no voy a
permitirle tocar a mi juguete.
Sin
decir nada, subió a su auto e indicó al conductor una dirección conocida para
el hombre. Por supuesto, fue directo a casa del muchacho. Furihata se
sorprendió cuando le vio al otro lado de su puerta, generalmente le llama
cuando quiere verlo.
—
Akashi-senpai.
—
Vamos.
—
¿Eh? ¿Ahora?
—
Ahora.
Furihata
quiso decir que tenía algunas cosas que hacer, como terminar un proyecto para
la universidad y encargarse de la cena más tarde. Pero cuando Akashi decía
algo, él solo tenía que obedecer.
—
Es raro, cuando quiere tener sexo conmigo
lo dice claramente. Pero hoy, parece un poco tenso. Su espalda está rígida y
sus ojos iracundos. No me gusta cuando está así.
—
Te quedarás en mi departamento por un tiempo.
—
¿Eh?
—
Hasta que resuelva algunas cosas.
—
Pero…
—
Es una orden, Koki.
--//--//--
En
silencio y sin demasiados movimientos, el Clan que Kise y Kasamatsu desean
formar comienza a volverse una realidad. Con el pasar de los días han ido
conociendo muchas más personas de las que hubieran imaginado. Algunos ya han
sido reclutados y comenzado a tener sus propias tareas, como investigar
informaciones específicas o fungir como espías de algunos Clanes.
—
Lo estamos haciendo bien, ¿verdad Yukio?
—
Sí. Pero apenas hemos comenzado el camino.
—
Aún así, siento que esto dará buenos resultados. Y además, me siento confiado
porque tenemos a otros como Midorima y Takao.
El
de ojos metálicos volvió la mirada hacia su amante. Honestamente le molesta que
cada día mencione al par, especialmente al ojiverde.
—
¿Qué? ¿Por qué me miras así? Ah, estás celoso, Yukio~
—
No fastidies.
—
Sabes que solo bromeo, ¿cierto? El único que me gusta, el único que me vuelve
loco de amor eres tú, Yukio.
El
rubio se sentó a horcajadas en el regazo de su amante, jugando con sus cortos
mechones oscuros, sonriendo pícaro.
—
Te excitas con demasiada facilidad, Ryota.
—
Eso es porque me encantas y me pone solo mirarte tan concentrado en todo lo que
haces.
—
Idiota… — Tirando de sus rubios cabellos, el licántropo le besó primero. Por
supuesto, no fue solo un beso.
--//--//--
Estados
Unidos de Norteamérica
Cuando
arribaron a territorio del Clan Kagami, Kuroko no pudo ignorar esa sensación a
flor de piel de mantenerse en alerta. No podía verlos, pero sí sentir a todos
esos licántropos apostados en las copas de los árboles y otras rudimentarias
bases de vigilancia varios kilómetros a la redonda.
—
Mi padre siempre se ha tomado muy en serio la seguridad del Clan.
—
¿Por qué?
—
Por la misma razón que todos los clanes, siempre listos para enfrentar a
cualquier enemigo. Aquí, el Clan Kagami tiene un enemigo natural del cual
cuidarse, particularmente en los últimos años. Cazadores.
—
Tu padre ha cumplido entonces con su deber, cuidar del Clan. Aunque yo
preferiría que todos pudiéramos vivir en armonía.
—
¿Crees que eso realmente pueda ser, Tetsuya?
El
peliazul miró a su amante. Quería decirle fervientemente que sí, pero la realidad
se oponía a su voluntad.
—
¿Crees que a tu padre le enfade mi presencia?
—
Tal vez. Pero… — El pelirrojo tomó la mano de su amante, apretándola
gentilmente contra la suya… — Él tendrá que aceptarte.
—
¡Taiga-chan! — Sin embargo, quien les recibió a la entrada fue la abuela
Etsuko… — Oh, vienes acompañado por un adorable jovencito.
—
Es Kuroko Tetsuya, abuela. Y no me digas “Taiga-chan”… — Farfulló entre
dientes. Su abuela sin embargo le ignoró, yendo a saludar al peliazul.
—
¿Kuroko? Me resulta familiar.
—
Soy del Clan Kuroko, Etsuko-san.
—
Vampiro. Taiga-chan, ¿trajiste a un vampiro a nuestro Clan?
—
Sí. ¿Dónde está papá?
—
Reunido con el Consejo del Clan, hace días hubo una reunión en el Canon de
Lycans. ¿Lo olvidaste? Porque estabas convocado, Taiga.
—
No lo olvidé, decidí no ir. Esperaremos por mi padre, abuela.
—
Taiga… — La anciana miró a su nieto y al peliazul alternadamente… — La
agitación aquí es alta, te lo diré honestamente, traer a este chico contigo ha
sido un error.
Continuará……
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