La
felicidad no se da a manos llenas, pero se siente como tal cuando llega
Asahi
estaba tan contento con el embarazo de Nishinoya, que todos los días se sentía
renovado, iba al trabajo con toda la actitud del mundo, y cada noche al volver,
llegaba con una rosa y algún antojo que se le presentaba a su pareja. Tenía
apenas tres meses de gestación, lo que significaba que a Yaku, amigo de la
familia, le faltaban dos meses para dar a luz, y eso también lo ponía contento.
—
¿Qué deberíamos comprarles? Ropa y accesorios seguro le llegarán de parte de
todos. Deberíamos pensar en algo más práctico, pero supongo que muebles y todas
esas cosas las tendrán por su cuenta. — El muchacho pensaba camino a casa,
deteniéndose en el puesto de siempre a por una rosa en botón, recibiendo la
llamada del menor de los dos pidiéndole un bote de helado de frutillas y pudín.
— Hoy son cosas dulces, eh. Ayer fueron picantes.
Sonriendo,
Asahi se apresuró al centro comercial que le quedaba de paso, comprando los
antojos de Nishinoya, y de paso una revista deportiva que leyó en el autobús.
Cuando llegó a casa, sus dos amores le recibieron con alegría. Nishinoya con
ese dulce beso de todas las noches, tomando la flor de su mano, oliéndola y
dándole otro beso, entonces en la mejilla; sonriendo luego mucho más complacido
cuando le extendía el bolso con sus pedidos, besándole fugaz los labios e
invitando a su pequeño Taichi del pudín o el helado.
—
Papi, mami dice que dentro de unas
semanas mi hermanito o hermanita se moverá en su panza~. — El pequeño dijo con
entusiasmo, sentándose a la mesa junto con su padre mientras su mami devoraba un pudín en lo que
terminaba de estar lista la cena.
—
Es así, va a saludarnos dando pataditas y molestando mucho a mami, igual que tú cuando estabas ahí
dentro, Taichi. — Asahi explicó todo sonrisas, recordando esas emociones de las
primeras pataditas de su pequeño.
—
¿Te molesté mucho, mami?
—
Oh, pero no es nada malo, Taichi-chan~. Estábamos muy felices de que te
movieras en mi panza~ y lo estaremos también cuando tu hermanito o hermanita lo
haga también. — Nishinoya explicó, compartiendo de su pudín con su hijo,
limpiándole la mejilla cuando él se ensució, sonriendo contentísimo.
—
¡Quiero tener otro hermanito~! — Exclamó el niño.
—
Oh, ¿en serio? ¿no una hermanita?
—
Será más divertido jugar con un hermanito… — Dijo el pequeño Taichi, robando
más pudín de su madre.
—
Bueno, es verdad. Pero, si fuese una hermanita, todavía habrá juegos que puedas
compartir con ella, Taichi~.
—
Lo sé, me divierto mucho con Kaiya y Ayane, hasta con Shiori y Sora, pero ahora
es todavía más divertido jugar con Hibiki~.
Asahi
y Nishinoya sonrieron. La lógica de Taichi tenía sentido, pero al final, niña o
niño, están seguros de que sus hijos se llevarán muy bien, y ellos serán el
doble de felices. Ahora, incluso si no llegara un tercer hijo en el futuro, la
pareja no se sentiría inquieta, tener dos hijos les llenaba lo suficiente.
Aunque, eran honestos, una familia de tres hijos sonaba ideal.
—
No hay que ser ambiciosos, Yuu.
—
Lo sé, Asahi~.
…
Desde
la fiesta de Ayane y Hibiki, hace unas cuantas semanas, y la repentina noticia
del compromiso de Hanamaki y Matsukawa, Hinata no paraba de lanzarle indirectas
acerca de querer casarse también. Kageyama no pretendía hacerse de “oídos
sordos”, solamente resultaba que no tenía mucho tiempo para pensar en ello,
estaba atascado entre el trabajo y los cuidados de su novio hiperactivo junto a
Tsubasa.
—
Tobio, ¿todavía no terminas?
El
pelinaranja, habiéndose asomado en el pequeño estudio de la casa, vio a su
pelinegro novio todavía tecleando aquí y allá en la laptop, mirando videos de
jugadas de diferentes deportes y yendo luego sobre revistas de deportes para
informarse más de tal o cual cosa.
—
No, aún estoy en ello. ¿Es hora de cenar ya? — Sacándose un momento unos
anteojos para el cansancio visual, el pelinegro cerró unos instantes los ojos,
presionando sus párpados con sus dedos, como relajando la tensión.
—
Desde hace rato, pero estás tan concentrado que no quería interrumpirte, sin
embargo, es tarde ya, y tengo hambre.
—
Debiste llamarme antes, Shoyo. Pierdo noción del tiempo cuando me concentro, lo
sabes.
—
Sí, pero estoy apoyándote~.
—
Aguantando el hambre no es bueno para tu salud y la de nuestro bebé, así que no
lo hagas más. Antes estás tú. Ah, de cualquier manera es mi culpa, pondré una
alarma en mi teléfono a partir de mañana cuando traiga trabajo a casa, Shoyo.
—
Está bien, no me aguanté tanto rato, Tobio. Tsubasa se durmió hace poco.
—
¿Ya duerme? Ah, me lo perdí de nuevo, lo siento, Shoyo. Mañana definitivamente
voy a estar más con ustedes.
—
No te preocupes, Tsubasa y yo estamos contentos de que vengas a casa y estés más
tiempo aquí.
—
Aunque no ayudo en nada.
—
Te digo que está bien~, además, te ves muy guapo cuando estás tan concentrado~.
¡Estoy orgulloso de mi novio~!
—
Ng, rayos, no digas algo tan vergonzoso.
Hinata
se rió por la expresión de Kageyama, por las mejillas coloreadas y el ceño
fruncido. Honestamente, no lleva prisa por casarse con él, porque sabe que le
ama, aunque se olvide un poco de él cuando se mete de lleno en el trabajo.
Antes, solo le ha dado un poco de envidia al saber que otra pareja de amigos se
enfila al matrimonio.
—
¿En qué estás pensando, Shoyo?
—
¿Eh? Oh, nada en especial~.
—
Como si pudiera creerte, lo tienes escrito en tu cara, sigues pensando en el
matrimonio, ¿cierto?
—
Está bien, no voy a insistir en ello, Tobio~.
—
Ya te lo he dicho, no es que no quiera, solo, ahora no lo veo como una
prioridad para nosotros.
—
Lo sé, por eso, escúchame, no voy a insistir. Estoy contento por cómo siguen
las cosas entre nosotros. Esta vida me es suficiente, vivir juntos, que me cuides,
que nuestro Tsubasa esté creciendo bien.
—
¿Te gustaría, poner un plazo, o algo?
—
¿Eh? ¿Un plazo?
—
Sí. Mh, tal vez, el próximo año. Entonces definitivamente lo haré nuestra
prioridad, buscaremos anillos juntos, organizaremos una ceremonia con familia y
amigos. Podríamos tener algo muy parecido a una boda, que elijas un traje
blanco a tu gusto, hacer invitaciones, no sé. Lo que quieras. — Kageyama de
pronto se encontró a sí mismo sumamente avergonzado al pensar en ello.
Porque,
siendo chicos, casarse no era precisamente una ceremonia como la de una pareja
heterosexual, pero todavía podía ser que Hinata quisiera hacer muchas de las
cosas que podían un hombre y una mujer al comprometerse. Planear una boda, en
el amplio sentido de la palabra, aunque el significado para ellos casi se viera
limitado a un cambio legal en el registro familiar, anillos de bodas y nada
más. Sin ceremonias religiosas.
—
Tobio, tú de verdad me amas mucho, mucho~.
—
Nh, por supuesto. ¿No te lo demuestro suficiente, Hinata idiota?
—
¡Oh! Ha aparecido de nuevo el “Hinata, idiota”~. — Divertido, el pelinaranja le
ofreció de comer con sus propios palillos a su novio.
El
pelinegro frunció el entrecejo, ha sido un acto inconsciente. Tomó el bocado
que se le ofrecía, y luego él hizo lo mismo, llevando sus palillos a la boca
del pelinaranja. ¡Se sentía tan cursi haciendo esto! Sin embargo, el rostro
sonriente y lleno de vida, iluminado como el mismo sol, que Hinata le mostraba
en esos momentos, lo valía absolutamente todo.
—
El amor es algo tan raro. No termino por
acostumbrarme a algunas cosas. — Pensó, siguiéndole la corriente cuando
comenzaron a alimentarse el uno al otro entre sonrisas, gestos cómicos, besos y
palabras dulces.
…
Tsukishima,
algo más obsesionado con hacer feliz a Yamaguchi de lo que Kageyama lo estaba
con complacer a Hinata, ya ha estado ahorrando específicamente para los anillos
de compromiso e investigado todo cuanto encuentra necesario para el matrimonio.
Su pecoso novio estaba en esos momentos jugando con Yakumo en la tina de baño,
mucho más confiado de su propia habilidad para tenerle allí sin miedo a que
resbalase de sus manos o algo parecido. Por supuesto, la bañera no está a tope
de llena, apenas lo justo para cubrirle hasta la cintura, por lo que todavía es
los suficientemente segura para Yakumo. En tanto, él ha terminado de lavar los
trastos después de la cena y limpiado todo en el comedor y la cocina.
—
¿Están listos ya?
—
Kei~ lo estamos~. Yakumo ha estado haciendo ojitos desde hace rato~ creo que va
a ser un niño muy coqueto~.
—
¿En serio? Me pregunto a quién sacará en eso.
—
No me mires a mí~.
—
Tadashi, tú en realidad no coqueteabas, pero de alguna forma mi mirada solía
terminar en ti incluso antes de darme cuenta de que me gustabas. Cuando nos
conocimos en primaria, te encontré un niño muy lindo y adorable, ¿sabes?
—
¿Eh? Esa es una confesión totalmente nueva para mis oídos, Kei~. — El pecoso
sintió sus mejillas calientes. La idea de saber que su novio le encontraba
lindo o adorable cuando niños, ¡era sencillamente vergonzoso!
—
Estuve guardándolo para mí durante todos estos años. — Tsukishima torció
suavemente los labios en una sonrisa, recibiendo a su pequeño Yakumo en los
brazos, envolviéndole en una toalla y secando su carita y cabello al instante
mientras le acomoda en su brazo… — No tienes idea, Yakumo, pero cuando tu
abuela me mostró fotos de mami cuando
era bebé, encontré un montón de parecido contigo. Eres tan lindo y adorable
como tu mami.
—
¡Kei~!
—
¿Qué? Estoy hablando con Yakumo, no reprimas a padre e hijo en un momento tan
importante.
—
¡Pero Kei~ me da vergüenza~!
—
No escuches a mami, aunque debo
decirte, Yakumo, que es una de las cosas más adorables de mami Tadashi.
El
pecoso se colocó una bata de baño, atando el cinto en su cintura, haciendo
pucheros a su rubio novio, sabiendo que no iba a conseguir callarle para nada.
Últimamente parecía que Yakumo había ablandado por completo el corazón de su
padre, que no tenía reparo alguno en avergonzarle con este tipo de situaciones.
—
Por cierto, Tadashi, ¿por qué estabas usando bóxer en la tina?
—
¿Eh? — A medio camino de sacarse la ropa interior húmeda por debajo de la bata
de baño, el pecoso levantó los ojos hacia su novio. La mirada del rubio era,
lujuriosa. Y él se encontró temblando como el mismo muchachito de años atrás
cuando aún no se acostumbraba a la intimidad con su novio… — Yo, ha sido
porque, nh. Deja ya de mirarme.
—
Estoy pensando seriamente, Tadashi, que cuando Yakumo duerma voy a consentirte
también. De pies a cabeza.
—
¡No digas cosas tan vergonzosas delante de Yakumo~!
Tsukishima
sonrió perverso. Sí, aunque podía ser todo un novio consentidor con Yamaguchi,
también ha ido mostrando cada vez más ese lado suyo algo más pervertido y
lascivo de lo que el pecoso podría siquiera llegar a mencionar a sus amigos.
—
¿Ves? Eres tan lindo y adorable, sonrojado hasta las orejas, Tadashi.
—
¡Ya deja de molestarme, Kei~!
…
Sugawara
estaba leyendo un libro en la habitación, esperando a que Sawamura volviese de
la de su pequeña Eri, todas las noches era lo mismo, el cuervo iba y admiraba a su hija dormitar, acomodaba sus mantas y
daba una segunda ojeada en el bolso de la escuela, por si algo se le ha pasado
por alto a la niña de casi nueve de edad ya.
—
¿Conforme ya, Daichi? — El peliplatino sonrió al ver a su esposo entrar a la
habitación, con el pelo completamente seco y esa mirada orgullosa que a él
también le llenaba de felicidad.
—
Eri es una nena inteligente y confiable como tú, Suga. Siempre tiene todo en
orden, sus tareas terminadas y además tiene una letra preciosa. Va a ser una
señorita encantadora cuando sea adolescente. — Sawamura dijo, entrando en la
cama con una expresión que mezclaba orgullo y preocupación. Padre, después de
todo.
—
Tendrá muchos pretendientes. — Añadió juguetón.
—
Sí, lo sé. — El cuervo chasqueó la
lengua. No se acostumbra… — El otro día vi a un niño darle un dulce cuando
fuimos por Eri a la escuela. Eri estaba contenta por eso.
—
Oh, ya es toda una rompecorazones~.
—
Suga… — Acercándose a su esposo, apartando sutilmente el libro de sus manos, le
miró a los ojos… — ¿no te molesta ni un poquito?
—
Sabes bien que no, Daichi. Y por qué estás llamándome repentinamente por
“Suga”, mh.
—
Oh, ha sido inconsciente. Antes, cuando estaba mirando las fotos de Eri en su
cómoda, me quedé rato viendo la foto donde estamos juntos, cuando estabas
embarazado de Eri. Éramos tan jóvenes, pero luces radiante allí. Tanto como
ahora. — Añadió, colando una mano hasta el vientre de su esposo, acariciando
con devoto cariño.
—
Claro que sí, he sido feliz desde que te me confesaste, Daichi. Tan feliz.
Suspirando
y sin soltarse la mirada hasta que sus labios se fundieron en un tierno beso,
la feliz pareja pronto se encontró afianzando un abrazo, adueñándose del cuerpo
ajeno con súbito cariño. Sugawara suspiró antes de recostarse un momento en el
pecho de Sawamura, después de muchos besos compartidos, de dulzura y cariño.
—
Entonces, ¿es porque te acordaste del Suga adolescente? — Dijo, disfrutando de
las caricias del cuervo en su espalda
y brazos. Aunque llevase el pijama, el tacto de Sawamura solía conseguir
hacerle sentir desnudo.
—
Sí, eso debió ser. Es raro, ¿verdad? Soy yo quien más a menudo, por una razón u
otra, te llamo por “Suga”. En cambio tú, desde que recuerdo me has llamado por
mi nombre, Koushi.
—
¡Por supuesto! ¿No lo sabes? Fue un hechizo de amor que lancé sobre ti desde
adolescentes~. — Bromeando, sumamente enamorado, el peliplatino se movió un
poco, terminando realmente a horcajadas sobre la cintura del moreno con las
sábanas y cobertores desordenados entre sus cuerpos. — Te tuve en la mira desde
que te conocí, por lo que tenía que atraparte, Daichi~.
—
¿Oh, sí? Conque eso, eh. — Devolviendo la sonrisa enamorada de su esposo,
Sawamura no dudó en dejarle hacer lo que quisiese con él en esos momentos,
estremeciéndose cuando las manos de Sugawara pasaron por debajo de la parte
superior de su pijama palpando sus pectorales.
—
Estoy preocupado en realidad, Daichi~.
—
¿Por qué?
—
Cada año que pasa, te ves más guapo, varonil y maduro. Sé que hay chicas en el
trabajo detrás de ti, aunque saben que estás casado conmigo.
—
Ni me entero de ellas. Y de todas maneras, si se me acercan con tales
intenciones, las rechazaré inmediatamente, y no seré amable si se atreven a
insultarte o faltarte al respeto de cualquier manera, Koushi.
—
¿En serio?
—
Sí.
—
Son chicas, Daichi.
—
No me importa, si son groseras.
—
Está bien, lo he entendido. De pronto, tengo ganas de hacerlo, lento y muy
dulce, Daichi.
—
Como lo desees, Koushi.
Riendo
ladino y quedito, Sugawara pronto fue empujado suavemente contra el colchón
mientras su boca era nuevamente tomada por la de Sawamura, besándole con tal
ternura que el peliplatino en verdad se sintió derretir en brazos de su esposo.
…
No
siendo los únicos disfrutando la segunda oportunidad de tener bebé, Ennoshita y
Tanaka estaban por las mismas. Han sido casi ocho años desde que Denji llegó a
sus vidas, por lo que éste embarazo les sabe, una vez más, a gloria.
—
Denji preguntó si compartiría habitación con su hermanito o hermanita esta
mañana.
—
Oh, es cierto que nuestra casa ahora parece algo más pequeña. Quiero que nuestro
Denji siga teniendo su propio espacio, por lo que estaba pensando, ¿te gustaría
mudarnos? Antes de que el embarazo avance mucho más, Chikara.
—
¿Seguro que podemos?
—
Sí, tenemos ahorros, y estoy seguro de que podríamos encontrar algo más
adecuado ahora que nuestra familia será más grande.
—
Entonces, vamos a alguna inmobiliaria.
—
Chikara, compremos nuestra propia casa.
—
¿Eh? Pero.
—
Está bien, podemos hacerlo. Con tres habitaciones, una cocina amplia, sala,
comedor, un bonito jardín y espacio en la parte trasera incluso para tener
mascota.
Ennoshita
parpadeó, un poquito pillado por sorpresa por la repentina proposición. Pero,
tener casa propia sonaba tan bien. Una casa amplia donde los cuatro, e incluso
un perro y un gato, pudiesen acomodarse sin problema alguno, era casi como un
sueño.
—
De acuerdo, vamos a buscar algo así, Ryunosuke.
…
El
complejo de departamentos últimamente se sentía más ruidoso que antes. O eso
parecían notar Hanamaki y Matsukawa.
—
Quizá sea porque Oikawa no para de acosarnos. — Matsukawa dijo a Hanamaki.
—
¡Es porque ustedes no se han dignado en darme detalles, Makki~ Mattsun~!
¡Quiero saberlo todo~!
—
Seguirnos cada que nos ves es demasiado molesto, Oikawa. Siento que nos
seguirías al baño si pudieras. — Hanamaki comentó con una sonrisilla.
—
Cierto, ya que estos días nos visitas en casa a diario. — Matsukawa, que aunque
su cara era casi inexpresiva, en esos momentos reflejaba claramente las ganas
que tenía de patear a su amigo fuera de casa. — ¿No tienes nada qué hacer?
¿Eres un novio consentido por Iwaizumi?
—
¡No es eso! ¡Es que muero de curiosidad~! ¡Malvados!
—
Pero si ya te lo dijimos, solo comenzamos a salir y ya. No hay grandes cosas
por saber, Oikawa.
—
¡Eso no es cierto! Ustedes dos tenían una relación física, puramente sexual, al
principio, ¡pero quiero saber cómo pasaron de eso a esto! — Dramatizó, tomando las manos de sus amigos, ahí donde los
anillos de compromiso le daban dolor de cabeza, y estómago y todo a Oikawa.
¡Porqué él no se enteró de nada!
—
Oh pues, solo lo decidimos y ya, Oikawa.
—
¡Mattsun~! ¡Makki~! — Casi tirándose a hacer berrinche, el muchacho gimoteó
desesperadamente hasta que, minutos después, Iwaizumi finalmente vino por él.
—
¿Ya estás de nuevo fastidiando, Kusokawa?
Vamos, déjalos en paz.
—
¡Iwa-chan~! — Siguió gimoteando mientras era arrastrado fuera por su novio.
—
Algún día deberíamos decirle lo que quiere. — Hanamaki se llevó la mano al
mentón.
—
No hay necesidad. — Matsukawa aseguró. Y sus manos ya estaban jugueteando en
los muslos del otro.
—
Pero no dejará de molestar.
—
Da igual, si le decimos esto, luego encontrará algo más con lo que fastidiar,
está en sus genes.
—
¿Vamos a hacerlo, Issei?
—
Definitivamente, porque me pone cuando me llamas por mi nombre, Takahiro.
—
Hoy quiero ir abajo primero, Issei.
—
Oh, ¿qué tal si al final también, Takahiro?
—
¡Qué egoísta!
…
Para
el octavo mes de gestación de Yaku, el muchacho ya no pudo seguir en el
trabajo, y ahora se hongueaba en grande cuando se quedaba solo en casa. A veces
sus amigos venían y pasaban el rato con él, pero todos ellos tienen trabajo que
atender.
—
Qué aburrimiento~. — Con la tripa más pesada, los pies hinchados y repentinos
bostezos, Yaku se sentó en el sofá, encendió la tv y buscó algo que le
entretuviese. — Tantos canales y nada interesante que me quite este
aburrimiento. — Gimoteó chasqueando la lengua, botando el mando a un lado
habiéndole dejado en cualquier programación y tomando la tableta de la mesa de
centro en su lugar.
Haciendo
el tonto entre varias aplicaciones, al final Yaku terminó mirando la galería de
imágenes, específicamente las fotografías que Lev ha hecho.
—
Este mocoso, la memoria está casi
saturada. ¡Más de dos mil fotografías! Ese, mocoso,
¡cuándo me tomó esta foto!
Pasando
una imagen tras otra, Yaku fue de la sorpresa a la vergüenza, la molestia (que
en realidad seguía siendo producto del bochorno) y a la alegría. Casi todas las
fotos eran de él, y su vientre de ocho meses de embarazo.
—
¿Cómo consigue tantas fotos en unas cuantas semanas?
Yaku
terminó entrando también a una de sus redes sociales, y mirando fotos más
antiguas. Mucho más. Fotos de sus años de universidad, de su último año en
Nekoma. Del último “campamento” entre amigos. Que en realidad solo había tenido
el título porque se habían reunido, poco después de que los de tercer año se
graduaran de sus respectivas escuelas, por el mero gesto de la amistad. Como
siempre, Fujimi había estado detrás.
—
Ahora que lo pienso, Fujimi consiguió entrar en el círculo de amigos a base de
hacerse notar a su manera. Oh, en ésta foto estamos todos, Fujimi la compartió.
— Deslizándose por la cantidad de comentarios en la imagen, Yaku terminó
riéndose de la cantidad de tonterías que hablaban cuando adolescentes. — No,
pensándolo bien, todavía solemos hablar tanta tontería.
Nostálgico,
Yaku dejó vagar sus memorias en recuerdos que, hoy por hoy, eran parte de los
mejores momentos de su vida.
…Flashback…
—
¡Oh mierda no! ¡No empieces con tus juegos raros Oikawa!
—
No sean quejicas, ¡hasta es en parejas!
Continuará…
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