lunes, 15 de julio de 2019

LOVELY. Oneshot YooSu.


Título: LOVELY
Autora: Felina
Pareja: YooSu
Género: Romance
Clasificación: NC-18


La vida universitaria no era tan complicada, pero tampoco era sencilla. El dinero no era un problema, pero tampoco le gustaba la idea de depender por completo de sus padres, así que desde que se ha matriculado ha conseguido una beca deportiva, por lo que incluso si el estudio no es su punto fuerte, cuando tiene que aplicarse, no lo duda.

De esa manera, ocasionalmente es fácil encontrarle en la biblioteca, sentado en solitario y con varios libros alrededor mientras se concentra en realizar apropiadamente sus deberes. A veces sus amigos se ofrecen para ayudarle con sus tareas pero él termina negándose porque, conociéndose bien, mientras más personas mayores las probabilidades de distraerse. Sus amigos sabiendo esto, hace mucho que dejaron de intentar acercarse y respetan sus horas de estudio.

Al menos casi todos sus amigos.


― Y, qué te trae por aquí, Chun.

El apuesto muchachito veinteañero preguntó, apenas robando un vistazo del chico sentado frente a él.

― ¿Qué harás el fin de semana?

El joven preguntó, recostándose sobre la tabula rasa con toda la intención de robar una mirada al concentrado rostro del otro.

― Estudiar.

― ¿En serio?

― Bueno. Al menos un rato. Pero pienso encerrarme en mi habitación y perderme un rato jugando. ― Admitió, sonriendo lindamente mientras se imagina a sí mismo tomándose un merecido descanso todo ese fin de semana, a un par de días de llegar.

Su acompañante bufó. Levantó el rostro y lo apoyó en la palma de su diestra, todavía contemplando a su amigo. Quien aclaró la garganta y miró alrededor, la biblioteca estaba atiborrada, pero eran ellos los únicos con una atmósfera más relajada.

― ¿Estás aburrido?

― No. Pero Junsu ah, ¿qué te parece cambiar tus planes de fin de semana y salir conmigo?

― ¿Salir? ¿A dónde?

― Mh, ya verás. Será una cita. ― Añadió, agitando coquetamente las cejas, sonriendo de la misma manera.

Su compañero peinó sus rubios cabellos, achicó la mirada y tras algunos instantes de aparente reflexión dijo.

― ¿Cita? ¿Conmigo?

― Sí.

― Yoochun ah, ¿estás flirteando conmigo ahora mismo?

― Exacto.

― Pero, soy un chico.

― El más lindo y sexy del campus. Sí. ― Dijo, y está seguro de que a su rubio amigo se le escapó un latido mientras él le dedicaba una significativa mirada y le seducía relamiéndose los labios.

El rubio sintió de pronto las mejillas calientes, y la garganta reseca. Volvió la mirada a su cuaderno, al libro de texto abierto de par en par. ¿Qué estaba haciendo antes? ¿Para cuándo era el ensayo? ¿Por qué Yoochun lo invitaba a una cita?

― Chun, ¿eres gay?

― No. Pero tú sí, es solo que aún no lo sabes. ― Dijo.

Y mientras el rubio obviaba la estúpida respuesta, sus ojos titubearon de nuevo entre la seductora persona sentada frente a él y los aburridos libros colocados sobre la mesa.

Ah. La seducción era peligrosa.
Alteraba sus prioridades.

― Entonces, Junsu ah. ¿Salimos el fin de semana?

El rubio todavía le sostuvo un momento más la mirada. Parecía estar procesando el sentido de la invitación de que estaba siendo víctima.

― No quiero. ― Dijo tajante. Volviendo entonces la mirada a uno de los libros en la mesa.

El de cabellos negros como el oscuro azabache sintió que le palpitó una venita en la sien, de forma graciosa diría cualquiera que le estuviese observando, pero de momento la atención de todos en la biblioteca estaba en proyectos importantes por lo que, salvo el chico sentado frente a él, nadie más estaba realmente enterado de su presencia.

Por otro lado, el azabache todavía estaba procesando lo recién sucedido ¿En serio? ¿Acaban de rechazarlo? ¿A él? ¡Al gran Park Yoochun! ¡Casanova por excelencia!

Vale, no exactamente un casanova, pero gozaba de cierta popularidad en el campus, muchas chicas querían recibir alguna de sus invitaciones, suspiraban al verle pasar y hasta llenaban de likes, reacciones, comentarios y un largo etcétera sus publicaciones en las diversas redes sociales que maneja.

― Junsu ah.

― ¿Qué? Si vas a seguir bromeando conmigo sobre salir, mejor guarda silencio, trato de terminar un ensayo importante aquí, Chun.

Cuando el rubio le habló de esa manera, tan serio y con una mirada ardiente (sí, ardiente, que Park comenzaba a descubrir que le ponían todas las expresiones que el rubio pudiera dirigirle), el azabache estuvo tentado de molestarlo un poco más. Pero a cambio, guardó silencio durante minutos. Largos, larguísimos. El ensayo de su amigo parecía no tener fin, y a él le estaba ganando la ansiedad y las ganas de robarle un beso justo ahí, en medio de la aburrida y silenciosa biblioteca.

― Junsu ah.

― Mh.

Lo ha sabido por el insensible monosílabo, su amigo realmente estaba concentrado. Ignorándole.

Algo en las entrañas del azabache se sintió ofendido. El ego quizá. Lo que fuera, cuando se inclinó sobre la mesa y sujetó el mentón del rubio, el hechizo que cayó sobre él al encontrarse con aquellos hermosos ojos avellana, derribó cualquier sentido de prudencia que quedara en su cerebro.

Me gustas.
Gritaba su pensamiento.
Pero no lo soltaba su lengua.

― ¿Yoochun?

Dulce susurro en voz almendrada de nervios y confusión, ojos que proyectan las mismas inquietudes y que atraviesan el velo de adrenalina y deseo que cubría las brunas pupilas del azabache, devolviéndole cordura.

― Ah, creí ver algo en… tu mejilla. ― Mintió.

De una forma estrepitosamente evidente. Pero de todas formas ambos hicieron de cuenta como que sí, que algo había en la mejilla derecha del rubio y permitía la caricia suave a cargo del pulgar del azabache.

― Sobre el fin de semana, ¿qué tal si paso por tu casa y juego contigo un poco, mh?

― Bien, pero no te quejes si te hago papilla.


Papilla.
Kim no bromeaba, ni una pizca de misericordia le ha tenido. Lo ha derrotado una y otra vez en todos los juegos probados.
Park se rindió tras dos horas de intentos. Se dejó caer en el piso e ignoró los vítores de Kim.

― Yoochun ah.

― Nh.

― ¿Por qué dijiste sobre salir el otro día?

Park suspiró. Y aún tirado sobre el piso buscó la mirada de Kim para responderle honestamente. El rubio sin embargo, la desvió al poco en que se encontraron, jugando con las texturas del cojín en su regazo.

― Normalmente hay una sola razón para pedirle a alguien salir, Junsu ah.

― Sí, lo sé. Las citas son para las personas que se gustan.

― Así es.

― Entonces, ¿estás diciendo que te gusto?

― No te pediría salir si no fuera así. Incluso te estuve acompañando hasta tarde ese día en la biblioteca. Y, ya sabes, soy algo así como un poquito alérgico a las bibliotecas. ― Dijo, intentando bromear un poco, quizá tratando de aligerar el repentino ambiente tenso.

Kim sonrió quedito, luego se tumbó junto a su amigo, apoyándose en el antebrazo para mirarle de soslayo. Park se sintió un poco incómodo, como si así se encontrase en desventaja, aclaró la garganta y luego se incorporó un poco, apoyándose en su codo, quedando un poco más alto a los ojos del rubio.

― Dijiste que no eres gay, Chun. Y honestamente, yo todavía no sé si realmente puedes gustarme. Da un poco de miedo, ¿sabes?

― ¿Por qué? ― Cuestionó incrédulo.

¿Él daba esa impresión?
¿De ser alguien que no era digno de amor?
Algo en sus entrañas se revolvió con ansiedad.

― Chun, eres bueno seduciendo. Sé que has salido con muchas chicas. Así que, ¿por qué de pronto conmigo? ¿tienes curiosidad por el sexo gay?

― Junsu ah, en serio, quién carajo crees que soy. ¿Tan mal concepto tienes de mí?

― No, no. Yo solo… ― El rubio suspiró entonces, mirando el techo de su propia habitación. ― Si tenemos una cita, seguro me gustará y esperaré ansioso por otra, y otra, y muchas más. Voy a caer terriblemente enamorado de ti pero siempre que una bonita chica se te acerque me sentiré preocupado. Si solo es curiosidad, podríamos tener algún acuerdo, pero todavía estoy seguro de que al final sería yo el único encantado contigo.

― Tú en verdad no me conoces, Junsu ah.

― Tú a mí tampoco, Yoochun. Si lo hicieras, ¿no crees que me habrías abordado de una forma diferente? Coquetear tan descaradamente conmigo en la biblioteca no te dio muchos puntos a decir verdad.

Park abrió la boca para replicar, pero selló los labios al segundo. Tampoco es como si pudiera negar del todo el razonamiento de su amigo.

― Estamos varados aquí, ¿no? ― Dijo, tumbándose nuevamente en el piso. Mirando entonces ambos el mismo techo.

― Supongo. ― Kim miró de soslayo, y otro vuelco sacudió su corazón.

El aura que desprende el azabache le es completamente novedosa, nunca lo había visto así. ¿Tenían ellos alguna oportunidad? ¿Podía llegar a funcionar?

― Lo siento, Junsu ah.

― ¿Eh?

― Por haber iniciado de la forma incorrecta. Es verdad que fui descarado, pero eso no significa que no lo haya pensado o que no te esté tomando en serio. Cuando se trataba de chicas yo era simplemente encantador, porque quería ganarme rápidamente su confianza. Pero cuando me di cuenta de que eras tú en quien tenía interés, no era solo querer ser encantador ni quedar bien. Tampoco quería abordarte como a una chica porque sencillamente no eres una de ellas. Y no, tampoco es que solo tenga curiosidad por el sexo gay, aunque naturalmente tengo esa clase de deseo por ti.

Dijo, y las mejillas del rubio se encendieron al rojo vivo.

― ¿Te gusto a tal grado, Chun?

― Créeme, es mejor si conservo el contenido acalorado del grado en que me gustas, Junsu. ― Respondió, mostrando una pícara sonrisa mientras sus miradas se encuentran al volver el rostro al costado.

― No tienes remedio, Yoochun. ― Kim devolvió la sonrisa, aunque la suya llevaba más vergüenza que seducción.

E incluso así, lograba sin embargo tal efecto en Park. Quien en ese momento sentía cómo los carnosos labios del rubio se convertían en imán para sus anhelos, para esos sentimientos que no sabe poner en palabras.

― En mi defensa, es causa tuya.

― ¿Mía?

― No tienes idea de lo adorable que eres, Junsu ah.

― ¿Sólo adorable? ― Murmuró, pestañeando lindamente.

Park juró mentalmente que esta era la forma en que su rubio acompañante seducía.
Táctica muy efectiva, sobra decir.

― Eres atractivo, tienes un cuerpazo. Pero debo confesarte, Junsu ah, lo que más me encanta de ti es tu personalidad.

― ¿De verdad? ― Preguntó, aparentemente emocionado por sus últimas palabras.

― Mentir no es mi habilidad, Junsu ah. Me gusta lo alegre que eres, también que siempre estés tan lleno de energía. Me gusta la facilidad con que me sacas una sonrisa y me inyectas de vitamina. Me gustan tus convicciones, y cómo a pesar de ser tímido y algo infantil, siempre demuestras tu lado fuerte cuando se necesita. Me gustas, porque eres un chico como ningún otro, Junsu ah.

― A mí también me gustas, Yoochun~.

― ¿Sí?

Kim sonrió con vergüenza, consciente de cómo la distancia entre sus rostros se ha reducido repentinamente y el aliento de Park cosquillea contra su piel.

― ¿Puedo besarte ahora, Junsu?

― Sí. ― Murmuró.

Mientras en su pensamiento retumbaba un “aunque ni siquiera es una cita” que le hacía sentir algo bobo y torpe. Porque de pronto parecía que aquello no era importante. Cita o no cita, amigos o novios. Los labios de Park arroparon los suyos con apremio, suave al principio, algo más húmedo y confiado al segundo.

Kim se sintió un poquito superado por la técnica del azabache, seguro de que estas habilidades las ha adquirido de su larga experiencia con otros labios. Receloso, Kim rompió furtivamente el beso, haciendo un gracioso puchero mientras gimoteaba y se tumbaba boca abajo haciendo berrinche en el piso. A Park le palpitó una venita en la sien, todavía sin saber si esta reacción era debido a un mal beso, o incluso si tal vez su boca sabía demasiado a enjuague o algo parecido.

― ¿Junsu?

― ¡Cállate! ¡Chun idiota~!

Park aclaró la garganta, con la venita en la sien todavía palpitando graciosamente en su frente. Se sentó con las piernas cruzadas y pensó un momento antes de hablar. Quería preguntar de forma correcta, y no complicar lo que parecía el inicio de algo entre los dos.

― ¿Por qué estás haciendo drama?

No. Al final no ha servido de mucho tratar de pensar antes de hablar.
De todas formas ha resultado, porque Kim se ha detenido, rodado sobre su cuerpo y sentado frente a él.

― ¿Con cuántas chicas has tenido algo, Chun?

― ¿Qué?

― Tú sabes, es algo estúpido de mi parte, pero me encontré muy molesto hace un momento.

― ¿Ah? ― Que alguien le explique a detalle, porque él no va entiendo mucho el asuntillo.

― Eres demasiado bueno besando~. ¡Sé que es por la experiencia que has tenido con todas esas chicas con que has salido!

Park selló los labios, seguro de que no tenía demasiados argumentos qué usar en su defensa. Refutar que salió con varias chicas era imposible, aunque tampoco es como si fueran tantas y tantas. Coquetea mucho, pero no precisamente ha salido con cada chica con quien ha flirteado.

― Junsu ah, ¿es tan malo? No puedo evitarlo, ¿debería fingir cuando te bese?

― ¡No! No, no quise decir eso. Solo, de pronto me sentí celoso y molesto, todavía me preocupa que también te guste más cómo besan las chic…

Park cubrió la boca de Kim con la palma de su mano.

― Es suficiente, Junsu. No tienes por qué compararte con las chicas, ellas y tú son completamente diferentes. Cuando te he pedido besarte es porque te estaba mirando únicamente a ti, mientras probaba tus labios o enredaba mi lengua con la tuya, era solo tu sabor, tu textura y tu calor en lo que estaba concentrado. No sé cómo explicarte o convencerte de que me gustas, de que solo pienso en ti, de que eres tú quien me interesa.

Tras decir, Park apartó su mano, dando así la oportunidad al rubio de hablar.
Kim desvió la mirada, mordió su labio inferior y suspiró.

― Estoy lleno de inseguridades porque, bueno, solo he tenido un par de intentos de relación y no han ido muy bien. Uno de ellos solo quería demostrar que no era difícil tener sexo conmigo, cuando se dio cuenta de que no iba a obtener lo que buscaba me dejó. El otro al final dijo que solo tenía curiosidad y al no ser lo que esperaba, volvió con las mujeres. Así que tengo miedo, de que pase igual ahora, Chun.

― ¿Has salido con chicos antes? ― Park preguntó, honestamente sorprendido.

Y es que nunca lo había sabido, ni siquiera imaginado. Porque Kim era demasiado lindo, adorable e inocente, siempre concentrado en deporte o estudios, más en el primero que en el segundo. Aunque bastante bueno en ambos, claro.

― Creí que realmente lo sabías. Lo mencionaste en la biblioteca, Chun. Que soy gay.

― Yo solo, estaba…

Kim desvió nuevamente la mirada. Y Park se pateó mentalmente, seguramente acababa de aumentar la inseguridad del rubio.

― Es mejor si dejamos esto así, Chun. Hagamos de cuenta que tuvimos un impulso de curiosidad.

― No quiero eso.

― Soy gay, Yoochun.

― También yo, seguro. O quizá simplemente soy Junsexual. Es suficiente para mí.

― Pero no para mí, tonto. ― Gimoteó, un poquito ofendido y otro tanto anhelante. Porque quiere confiar, porque claro que sí, le gusta el azabache.

― Junsu ah… ― Le llamó, tomando la diestra del rubio entre sus manos, mirándole a los ojos. ― ¿Qué necesitas para confiar en mí? Solo quiero que me des una oportunidad.

Kim sostuvo la mirada del azabache. Y también mantuvo su mano en medio de las ajenas. Eran cálidas y amables, los pulgares acariciando su dorso, parecía una forma bastante sutil de suplicar.

― Yoochun ah, ¿crees que podríamos comenzar con una cita? ― Dijo, sonriendo suavecito, gentil, cariñoso.

― Comenzar con una cita me parece perfecto, Junsu ah. ― Sonriendo también, el azabache se mordió el labio inferior, conteniendo las ganas de besarle otra vez.

Ganas, que no podía ocultar a ojos del rubio, cuyas mejillas se ruborizaron de tierno rosado mientras las cosquillas se desataban en su vientre.

― Chun.

― ¿Sí?

― ¿Te puedo besar?

Park sonrió mucho más amplio.

― Junsu ah, debería ser pecado que seas tan adorable. ― Dijo, alzando los labios en trompetilla cual si estuviera otorgando de esa manera el permiso para ser besado.

El rubio soltó una risotada, agitó la cabeza de un lado a otro y luego sus manos enmarcaron el rostro de un azabache que sonreía bobamente, encantado con su risa, con sus ojos almendrados y el rubor de sus mejillas.

En verdad.
Tan adorable.

Que cuando sus bocas se fusionaron, un beso casto, dulce y tierno no podía ser lo único que les uniese. Deseaba mucho más, más que un beso lindo como ese que el rubio se empeñaba en compartir. Y que él no quería llevar a más porque, vamos, esta ni siquiera es su primera cita.

― Deja libre el próximo fin de semana, ¿sí?

― Sí~.


Un parque de diversiones. Incluso Park había pensado en ir al cine, cenar o pasear por algún centro comercial antes de internarse en una de esas jugueterías que, por alguna razón, siempre conseguían entretener bastante al rubio y Kim terminaba con alguno que otro IronMan de colección en la bolsa y algunos pagos mensuales en su tarjeta de crédito.

Pero, como recordaba Park, lejos de estas actividades, han terminado en un parque de diversiones, montando toda cantidad de juegos mecánicos que no le hacían precisamente gracia. Sobre todo aquellos que implicaban altura y una gran cantidad de subidas y bajadas a gran velocidad. Sentarse en una banca a esperar que su estómago volviese a la normalidad no era nada cool y le hacía quedar poco varonil.

― Aquí, bebe un poco de agua, Chun. ― El rubio le extendió una botella de agua fría, se sentó a su lado y acarició su espalda un rato. ― Debiste decirme que no lo soportabas~.

― ¿Y quedar mal contigo? ¡Jamás!

― Vamos, esas cosas no cambian lo mucho que me gustas.

― ¿En serio?

― Por supuesto, por quién me tomas~.

― No bueno, pienso que salir con alguien que comparte tus gustos es mejor. Así que, si me gusta lo mismo que a ti, nuestro tiempo juntos siempre será más divertido, ¿no?

― Aún si no nos divertimos de la misma forma en un parque de diversiones, todavía el hecho de venir juntos es lo mejor. Te da un montón de puntos.

― ¿Sí?

― Sí~ y deja de mirarme así~ me pone nervioso cuando me coqueteas tan descaradamente. ― Añadió, haciendo puchero.

Puchero que, oh sí, Park ansiaba mordisquearle.

― Junsu ah, deja de ser tan adorable o te como a besos aquí mismo.

Kim se sonrojó. Pero lejos de escuchar la petición del azabache, le provocó otro poquito cuando se colocó una diadema de orejas de ratón y comenzó a hacer caritas tiernas. Al segundo, Park le sujetó el rostro comenzando a besarle.

Despacio, profundo, húmedo.
Sin reserva alguna.
Confiado.

― Me encantas, Junsu ah. ¿Quieres salir conmigo? Formalmente, quiero decir, como novios. ― Dijo, atropellado, torpe.

A su propia forma, adorable también.
O al menos con esos ojos lo miraba el rubio.

― Es apenas la primera cita, Chun.

― Lo sé, es solo que no puedo contener todo esto que siento por ti. Soy yo quien quiere seguridad, Junsu ah.

El rubio sonrió de lado, de pronto algo más cariñoso.
Enamorado.
Así como, puede verlo en las brunas pupilas, Park lo está de él.

Era solo que, enamorarse y amar eran muy diferentes.
Y él no podía evitar el miedo.

― Está bien, ya lo pillo, es demasiado pronto.

― No, Chun. Voy a decir “sí”. Pensar y pensar sobre esto no va a darme la seguridad que necesito. En cambio, voy a confiarte mi corazón, Chun.

― Voy a atesorarlo, Junsu.

Otro beso. Más de ellos en realidad.
Ahí, en pleno parque de diversiones, con muchas miradas curiosas y otras tantas envidiosas.

― Por cierto, también soy un tipo celoso, sabes.

― ¿Eh?

― ¿Quiénes son los tipos con quienes saliste antes?

― ¿Para qué quieres saber eso?

Park se tronó los dedos y sus brunas pupilas centellaron con furia.
Kim se rió de buena gana.
Sí, muy a su manera, su novio también es tan adorable.


Por supuesto, después de una cita tenía que venir una segunda, y más de ellas durante semanas. Las más memorables para Park fueron aquellas donde conoció los lados más lindos y espontáneos de su novio. Como la ocasión en que fueron al estadio para ver un partido de soccer profesional, Kim era de los que tomaban soda en lugar de cerveza, y estaba bastante atento a las frituras y comida rápida que vendían por ahí, se olvidaba de cualquier intento de dieta y usaba sus más potentes gritos para animar a su equipo favorito.

Y a su jugador preferido también. Lo que de paso alimentaba sus absurdos celos mientras el rubio ni se enteraba de ellos porque ovacionaba con alegría. Y se enojaba también. Junsu era de los que despotricaba contra el árbitro y hasta los jugadores del equipo contrario por las jugadas peligrosas que realizaban. Era de los que cantaban un gol como si fuera la final de una copa mundial y, lo más adorable, se vestía de cabo a rabo con el uniforme y los colores de su equipo favorito. Aunque dicho sea de paso Park no se acordase y solo se haya dedicado a observar las reacciones de su novio durante esas más de dos horas invertidas en el partido completo.

Otra cita memorable ha sido cuando finalmente le arrastró al cine, Kim era de los chicos sensibles perfectamente capaz de llorar en plena proyección y aferrarse a su brazo para confortarse a sí mismo. Situación que, para beneplácito del azabache, solo le ofrecía oportunidades de ser buen novio, mimarle, acariciar su espalda o limpiarle las lágrimas con los pulgares, aunque poco le durase el gusto y es que Kim no se permitía a sí mismo perderse más de unos segundos del curso de la historia en cuestión. Al final, Park decidió que, en el futuro, elegiría títulos de películas de acción o comedia, ¡adiós a los dramas románticos!

― Merecían tanto quedarse juntos~ ¿por qué tuvieron que darle ese final tan triste?

― Su ah, es una película.

― Pero tienes idea de cuántas historias como esa deben existir en la vida real. ¡Podría pasarle a cualquiera!

― Sí, sí. Vamos a olvidarnos y alegrar el ambiente, ¿mh? Me gustas más cuando eres todo sonrisas.

― ¿Estás diciendo que no te gusto lloroso? ― Gimoteó.

Y Park comprendió que acababa de pisar una mina en pleno desierto. ¡Con el oasis a la vuelta de la esquina!

― Para nada, me encantas con lágrimas, mocos y sollozos.

― ¡No estaba moqueando!

― Ah, no. Imaginación mía seguramente.

― ¿Estás dándome por mi lado, Chun?

― ¿No?

― ¡Chun bobo~!

Kim le fulminó con la mirada, y ofendido se había dado media vuelta caminando sin más. Park resopló frustrado. ¿No era que tiene novio? ¿De dónde ha salido esa aura terroríficamente sensible? No es posible que también padezca de algo parecido a “andar en sus días”, ¿verdad?

Después de mucho darle vueltas al asunto y haber tenido que renunciar a una candente sesión de besos fogosos, esa noche Kim ni siquiera le había dejado acompañar a su departamento. Pero un par de días después, Park comprendió que era su forma de sacar el estrés, que se ponía demasiado sensible y algo paranoico.

― Mis calificaciones bajaron un poquito, tenía miedo de que mi beca peligrara por ello. Además comenzamos la fase intensiva en el club, así que no podremos vernos seguido en al menos un par de meses, en lo que se lleva a cabo el torneo entre universidades.

― Podrías haberme dicho antes, estaba que me volvía loco por no saber qué había hecho mal, Junsu ah.

― Perdón~ lo haré la próxima vez, ¿sí? No estás enfadado, ¿verdad?

― Claro que no. Pero, te termino de perdonar si me besas ahora mismo, baby.

― ¿Baby?

― A que suena cool, ¿verdad? Y te queda perfecto. ― Dijo, agitando coqueto las cejas.

― Entonces te puedo poner un sobrenombre también, ¿no?

― Bueno, que sea creativo.

Kim se llevó índice y pulgar al mentón, de pronto sumamente pensativo.

― No se me ocurre nada de momento. ¡Pero lo seguiré pensando!

― Bien, bien. ¿Mi beso?

El rubio le dedicó una significativa mirada. Luego sus mejillas se ruborizaron. Le dio un rápido beso y tras tomar su bolso echó a andar lejos de las garras de su novio.

― ¡Vamos baby! ¡No puedes llamar a eso un beso!

De esa manera, y muchas más, la joven pareja de enamorados se había vuelto popular en la universidad. El tema de su noviazgo y consecuente homosexualidad ha sido comidilla de propios y extraños durante semanas. Algunas chicas que salieron antes con Park han tenido el atrevimiento de buscarle y preguntar si era verdad o se trataba de una broma de mal gusto. El azabache le ha asegurado a todas y cada una de ellas que era mucho más serio de lo que fue con nadie.

Era tal la popularidad de la pareja que hasta tenían club de fans y algunas fotos “íntimas” de ellos eran subidas a las redes sociales. Por supuesto, han ganado todo tipo de respuestas, desde las que apoyan hasta las indiferentes, y por supuesto, las intolerantes. Estas últimas casi nunca tenían su atención, pero de vez en cuando llegaban solitos a fastidiar.

― Ahí van los gays. ¡Hey, quién da por el culo a quién?

― ¡Seguro se turnan!

Risas malintencionadas soltaron los que les habían encontrado a medio camino en uno de los senderos entre edificios de la universidad.

Park rechinó los dientes, estaba por lanzarse contra ellos sin siquiera pensar en que le superaban en número ni las consecuencias administrativas de una pelea dentro del campus, cuando Kim le sujetó de la mano con fuerza, parándole en seco. El azabache estuvo a punto de replicar, pero los almendrados ojos de su novio brillaban diferente, con una determinación que a cualquiera le calaría hasta los huesos.

― ¿Tanto interés tienen? Parece que más que molestarnos quisieran información de primera mano para decidirse a probar o no. Pues mira, es tan rico que te den por culo que te lo recomiendo, usen condón y un buen lubricante, ¿vale?

― Este imbécil. ― Uno de ellos hizo el amago de írsele encima, pero Kim le sonrió de tal manera que le paró en seco.

Y de paso, le estremeció de pies a cabeza y no precisamente por miedo. Algo se sacudió peligrosamente al sur de su ombligo. Por si fuera poco, Kim se relamió los labios y se pegó al cuerpo de Park, como seduciéndole. Aunque los únicos con la heterosexualidad en la cuerda eran los tipos que no tuvieron más remedio que marcharse y dejarles en paz. Eso, y que ya otros estudiantes se habían acercado, la mayoría de ellos dispuestos a apoyar a la pareja.

― Junsu baby, acabo de enamorarme más de ti.

― ¿Q-qué?

― Eso fue tan, ¡wow!

― ¿En serio? ― Dijo, tímido y con las mejillas coloradas.

― Ahora todo adorable, pero eras todo un badass hace unos instantes. Como que se me paró.

― ¡Chun!

― El corazón, baby. El corazón.

― Babo~.

― ¿Todo bien, chicos? ― Les preguntaron algunos compañeros.

― Oh, sí. Gracias por acercarse, pero no ha pasado nada. ― Aseguró, despidiendo a todos los que se habían acercado.

― Qué vergüenza~.

― Qué adorable.

― Chun~.

― Aunque me puse un poquito celoso, eh.

― Tú siempre~.

― Bueno, aunque me estabas seduciendo a mí, sé muy bien que esos tipos te miraron con otros ojos. Los muy imbéciles.

― Vamos, no es como si de pronto se hubieran convertido por mi encanto.

― Tengo mis dudas.

Kim se rió de buena gana. Y luego siguieron su camino.
Esa noche, sin embargo, Park se coló en el departamento de su novio por una simple razón.

― ¿Cómo sabes que es rico por el culo?

― ¡Yah! Solo lo dije~ no tengo idea realmente.

― Su baby, ¿lo intentamos?

― ¿Qué?

― Sexo.

― ¿Sabes cómo es el sexo gay?

― No exactamente, pero más o menos.

― ¡No pienso tener mi primera vez contigo diciendo más o menos, Chun!

― ¿Tengo que estudiar?

― ¡Por supuesto!

― ¿Y si estudiamos juntos? ― Pícaro, Park comenzó a besarle el cuello, acariciando su prominente trasero y rozando descaradamente su pelvis con la ajena.

― Ng~ así no se estudia, Chun.

― ¿No? Es investigación empírica, baby.

― Ng~.

Kim estuvo tentado de replicar, detenerle y posponer cualquier exploración íntima; pero siendo honesto, su propio cuerpo estaba excitándose con las caricias de Park, y él tenía ganas, muchas ganas de más que besos húmedos e insinuaciones sensuales.

― Chun~.

― Estás caliente, baby.

― Sí~.

― ¿Debería parar?

― No~.

Luego de eso todo fue inexperiencia y mucha excitación. Se acomodaron en la habitación del modesto apartamento, sin apenas apartar las ropas de la parte inferior de sus cuerpos, se tocaron mutuamente hasta arrastrarse al éxtasis.

En el primer momento en que la erección de ambos quedó al descubierto, era obvia la excitación que cada uno había alcanzado ya. Con sus miembro duros y calientes siendo arropados con cautela por la mano ajena, y liberando los primeros gemidos de placer, era claro que no habría vuelta atrás.

Estaban iniciando el camino al sexo. Esa clase de sexo que viene más que de un momento planeado para ser inmemorable, el sexo que se tiene por las puras ganas de hacerlo. Más deseo que sentimientos. Aunque claro, no es como si hablando de ellos sus emociones estuviesen fuera de juego.

― Ng~.

― Eres sensible en la punta, eh.

― Deja de jugar conmigo~.

Herido en su orgullo, el rubio rodeó el tronco con la diestra, mientras la siniestra jugaba con los testículos, apretando, acariciando, amasando. Saboreando casi inconscientemente lo que sería hacer algo de aquello con sus labios, con su lengua, con su boca.

― Ng, baby.

― ¿Te gusta?

― Me ng, encanta.

― Quiero probar algo diferente, Chun.

― ¿Qué cosa?

Un minuto después, la pareja estaba acostada, encontrado uno contra otro de medio lado, usando más que sus manos para masturbarse.

― Mierda. ― Park gimió áspero cuando los labios de su novio finalmente le abrazaron, consumiendo lenta y sensualmente su falo.

En tanto, él todavía se dedica solamente a masturbarle con su mano, dando pequeñas lamidas a la cabeza fálica, pasando la punta por la hendidura y provocándole esos espasmos de placer que vienen acompañados de succiones estrechándose en su pene. Así es como lentamente va conociendo los puntos más sensibles de su rubio amante.

De igual manera hace Kim, notando cómo para su azabache novio la felación es más placentera cuando lo lleva hasta el fondo de manera suave y lenta, presionando con su lengua mientras desciende y recorre el interior de su boca rozando contra el paladar.

Es obvio también cómo cada uno es diferente durante esa primera experiencia sexual, mientras el rubio parecía más determinado al momento de tomarlo en su boca, el azabache se comportaba algo más tímido, preocupado quizá por hacerlo bien.

Sí, son algo torpes e inexpertos.
Pero bastante calientes.

Sus gemidos inundaron la habitación durante minutos. Incluso esas frases con voz entrecortada pidiendo esperar, deseando alargar el éxtasis lo más posible. Conocieron el auténtico sabor del líquido preseminal de otro hombre, y también la peculiaridad de las arcadas cuando se chupa un pene, comprendieron lo excitante que puede ser masturbar a otro, conocerse sin prisas, sin miedo a los errores pero sí pendiente de los puntos fuertes.

― Ng~ Chun. N-no, creo ng, poder soportarlo más. ¡Ng!

― Está bien, baby. Córrete.

Park bombeó entonces la caliente, dura y mojada erección. El sonido húmedo era único, incluso cuando él se masturbaba era diferente, esto era sencillamente más erótico.

― ¡Chun~! ― Y cuando Kim finalmente se corrió, su semen salió disparado, directo al rostro de su novio.

Park cerró los ojos inconscientemente cuando el chorro llegó. Jamás hubiera imaginado que llegaría el día en que su rostro estaría cubierto por semen. Y no le asqueaba en absoluto, aunque tampoco negaría que se sentía un poquito raro. De todas formas, su miembro fue ligeramente desatendido mientras su novio se recuperaba, pero todavía estaba lo suficientemente cerca para que su cálido aliento soplara directamente en su endurecido falo.

― ¡Junsu! ― Gimiendo el nombre de su novio, Park no esperó que de pronto le atacase succionando con fuerza, como si deseara su orgasmo también. ― ¡Ng! ¡Mierda!

Unas succiones más tarde, Kim se apartaba, sacudió el tronco y recibió en su rostro la corrida de su novio, tomando con un dedo un poco del semen del azabache con la intención de probarlo. Pero para cuando quiso hacerlo, la boca de Park ya le estaba besando con apremio, con mucha saliva y pasión. Acariciando su vientre, sus piernas, mostrando que quería más.

Tocarse mutuamente para descargar momentáneamente, estaba bien. Súper bien, era sumamente placentero y excitante. Pero, una vez que Park comenzó a acariciar más allá entre sus nalgas, Kim simplemente reaccionó. Pateándole graciosamente de la cama.

― ¡Ay, carajo!

― ¡Chun, perdón!

― Me pateaste, ¿en serio, baby?

― ¡Me ha entrado miedo~! No estamos listos para el gran paso aún~.

― ¿Por qué no?

― ¿Acaso sabes cómo hacerlo, Chun?

― Te dije, más o menos.

― Entonces es un ¡no! Estoy seguro de que necesitamos más que unas inmensas ganas de coger~.

― Joder, cómo es que la palabra coger en tu boquita es tan sexy, ¿eh?

― Pervertido~. Vamos a concentrarnos en lo importante aquí, Yoochunnie.

― Ok, que no se diga que soy mal novio. Pero, ¿podríamos tomar un baño antes? Y cambiarnos, de lo contrario, tu desnudez me va a tener duro todo el tiempo.

― No estoy desnudo, exagerado.

― Te veo el pene, y de todas formas, me pones. Vamos, vamos. A la ducha.

Después de una ducha compartida plagada de besos y caricias, y de insinuaciones evidentes de Park hacia Kim, la emocionada pareja se sentó en el piso frente a la portátil del rubio, comenzaron por usar el servidor común y teclearon frases al azar.

― Lubricante a base de agua. Casi todos los sitios que hemos revisado lo recomiendan, así que será ese, Chun.

― Sí.

― ¿Hay algún condón en particular que uses?

― Lo hay.

― Nh.

Park se mordió la lengua. Tendría que haber fingido un poco al menos, de esa manera solo parece ser todo un conocedor de preservativos, y en la cabecita de su novio seguro ya estaba deduciendo el por qué.

― ¿Deberíamos ver algún video de esos?

― ¿Porno? No estoy seguro de querer ver, Chun.

― ¿Nunca has visto uno?

― El hecho de ser gay no significa que ando mirando todo tipo de cosas.

― Nada tiene que ver tu orientación sexual, baby. Es algo que los hombres simplemente hacemos, por eso pregunté.

― Tuve amigos que me invitaban, pero la vez que accedí, el video que pusieron me resultó desagradable. Y no porque fuera heterosexual, solo, fue muy incómodo, así que nunca lo intenté de nuevo.

― Entonces, ¿cómo te masturbabas hasta ahora?

― Con, fantasías, creo.

― ¿Qué tipo de fantasías?

― No te voy a decir~.

― ¿Por qué?

Las mejillas del rubio se colorearon.

― ¿Soy el protagonista?

― N-no. Quiero decir, antes de comenzar a salir, no siempre.

La venita en la sien del azabache palpitó.
No debió preguntar.

― No te pongas celoso~ ¡ya dije que fue antes de salir!

― Ok.

― Tu cara no demuestra tal convicción, Chun.

― Tsk.

― Vamos de compras, ¿o pedimos online?

― Vamos a una sex-shop. ― Park sonrió con travesura.

Pero incluso si el azabache imaginó que Kim saldría corriendo en cuanto entraran en una, contrariamente estaba bastante interesado en algunos productos a la vista. Incluyendo consoladores y algunos trajes para juegos de rol.

― ¿Te gustaría probar algún día, baby?

― No. Al menos ahora.

Kim volteó a ver a su novio, pretendiendo descubrir en la reacción a su respuesta qué tanto interés tenía en actividades como aquella.

Después de todo, honestamente no le hace demasiada gracia que Park desee verle en trajecitos como aquel en rol colegiala, enfermera, maid, y un etcétera bastante versátil que de todas formas no quería explorar a fondo. Sonrió, sin embargo, cuando vio a Park alzar los hombros y seguir el camino, atrapado entonces por la curiosidad alrededor de preservativos saborizados.

― ¿Probamos con estos?

― Me gusta el chocolate.

― ¿Y lubricante de fresa? ― El azabache añadió, con un peculiar brillito en sus negras pupilas.

― De acuerdo.

― ¡Bien!

Kim estuvo tentadísimo de preguntar por qué el repentino entusiasmo con el lubricante saborizado, pero por la emoción que le veía a su novio, presentía que acababa de activar en él una vena pervertida y muy juguetona en la intimidad.

¿Debería preocuparme si le interesan cosas como el S&M? ― Pensó, mirando de soslayo el modesto stand de la tienda con aquella temática.

― ¿Le gustaría dar una mirada más de cerca? ― La voz de la dependienta provocó un gracioso saltito de impresión en el rubio, que se aferró inconscientemente al brazo de su novio mientras miraba con aprehensión a la chica en cuestión, que dicho sea de paso, era muy bonita y vestía un provocativo vestido rojo.

― A mi novio no le interesa, señorita. Pero llevaremos esto. ― Park dijo, mostrando entonces un paquete de preservativos y una botellita de lubricante.

El rubio casi baila la macarena en ese preciso momento. Porque para él no hay nada más romántico que ver ese porte receloso en el azabache. Particularmente si es delante de una mujer que, meses atrás, probablemente se habría convertido en un interés sexual para Park. Por eso, cuando la voz del azabache dijo tan claramente “novio”, Kim no pudo más que enamorarse otro poco.

Y la señorita, bueno, ella cumplió con su trabajo y luego se despidió de los clientes con cortesía. Honestamente, a veces le daba un tanto de envidia atender clientes tan atractivos y lejos de su alcance.


Con todos los materiales adquiridos, Kim y Park estaban listos para comenzar. A practicar al menos. Así que ahí estaban, sentados frente a frente sobre la cama, con los condones y el lubricante en medio.

― ¿Seguro que quieres comenzar ahora, baby?

― Sí, ya que necesitamos práctica. Mucha práctica, ya leímos un montón que al principio puede ser doloroso. Y ya te probé en mi boca, Chun, si no recibo la preparación adecuada. ― El rubio hizo un gracioso gesto de estremecimiento, ganándose una sonrisilla entre nerviosa y entusiasta de parte de su novio. ― Puedo confiarte mi trasero, ¿verdad?

― Claro que sí. Lo trataré como lo que es, un tesoro invaluable. ― Dijo, haciendo tal gesto con sus manos que su novio terminó dándole un almohadazo.

Obviamente, tiene vena pervertida.

Antes de eso, Kim ya había pasado unos días practicando la limpieza previa. Después de todo, no es como si la cavidad anal tuviera precisamente una función sexual, aunque, han leído también, tiene esas fibras sensibles al placer que lo han convertido justamente en una parte anatómicamente receptora de éxtasis.

― ¿Te puedo desvestir?

― Bueno. Pero hoy solo vamos a practicar lo de la dilatación, no vayas a tocarme adelante~.

― Ok, ok.

Tras sacarle los pantalones y la ropa interior, Park dejó que su novio buscara la postura más cómoda sobre el lecho, lo que terminó siendo de pecho a la misma. Que le mostrase de esa manera el trasero, honestamente debía ser pecado, ilegal. El azabache tragó hondo, respiró profundo y se dijo a sí mismo que debía enfocarse en la práctica, y no en cómo esta vista le excitaba.

― ¿Chun? ― El rubio miró hacia atrás, curioso por la razón que tenía a su novio callado y sin hacer movimiento alguno.

― Sí, sí. Ya voy, baby. ― Tras aclarar la garganta y espabilar los pensamientos más lascivos de su mente, Park tomó entonces un preservativo, uno común de momento, nada de sabor, y también el lubricante adquirido. ― Vas a sentir frío.

― Ok.

Derramar algunas gotas del lubricante justo en la abertura de las nalgas, y comenzar a frotarlo fue lo inicial. Los estremecimientos del rubio le hacían saber que estaba incómodo, obviamente temeroso. No es como si poner algo dentro de su ano fuera sinceramente tan tentador. Todo y que sabe que ya pasó por la limpieza con el enema.

― Voy a comenzar, ¿bien, Junsu?

― Sí~.

Valiéndose del condón, y un poco más de lubricante, Park finalmente comenzó a empujar el índice en la cavidad. La resistencia fue obvia, la incomodidad de su novio, también. Así que el azabache simplemente continuó frotando el lubricante, presionando suavemente de tanto en tanto hasta que finalmente la primera falange entró.

― ¡Ngh!

― ¿Duele?

― Estoy bien, Chun.

― De acuerdo.

Conseguir que las otras dos falanges ingresaran fue el reto. Todo porque Park estaba siendo meticulosamente atento, procurando el menor dolor posible. Los jadeos y gemidos de Kim le advertían el ritmo a seguir, o el momento en que rozaba aquel famoso punto más sensible en su interior.

― ¡Ng~! ― Incluso Kim se sorprendió de ese gemido. Y de los espasmos que sacudieron brevemente su cuerpo.

― ¿Fue tu próstata?

― T-tal vez~.

― Voy a intentar golpear ahí de nuevo.

― ¡Ng~!

― Ah, lo tengo.

Sonriendo casi con perversión, Park comenzó a presionar la yema de su dedo en ese mismo punto, provocando incluso que el cuerpo de su novio se sacudiera en placer. Curioso, el azabache llevó una mano al frente, alcanzando el erecto miembro.

― Así que realmente se siente bien, eh.

― ¡Ng, Chun~! ¡No me toques ahí~!

― Pero te vas a sentir aun mejor, baby.

― ¡Nuu~!

De todas formas, Park no le hizo caso y continuó estimulando, atrás y adelante. Su siniestra estaba ocupada masajeando el erecto falo, mientras la diestra mantenía un dedo dentro del apretado agujero. Algunos minutos después, Kim sintió algo empujar con más fuerza en su interior, era el segundo intruso intentando colarse. Gimoteó incómodo pero no detuvo a su amante, estaba seguro de que podía soportarlo. Pero cuando hubo un poco más de presión, el rubio simplemente no lo soportó más, y, literalmente, apartó el trasero, gimiendo en dolor por el repentino movimiento y la consecuente caída de su cama.

― ¡Junsu! ¿Estás bien?

Kim miró a su novio desde abajo, luego se dio cuenta de que sus piernas estaban en parte sobre el lecho y su espalda contra el piso. Lo que era todavía más vergonzoso es que podía ver perfectamente su falo colgando contra su pelvis, húmedo y con algo de flacidez, la sorpresa y el dolor habían alejado la excitación.

― Estoy bien.

― Perdón, fue mi culpa.

― No, solo, avisa cuando vayas a poner otro dedo.

Tras ayudarle a levantarse y verificar que no se hubiera lastimado, el resto fue solo tocarse mutuamente para liberar la tensión y reafirmar su amor. Sí, bueno, un poco de pretexto para evitar la vergüenza que ambos sintieron tras el primer intento fallido.

Después de ese día vinieron más, poco a poco la pareja se fue acoplando entre sí y fortalecieron la confianza. Tras un par de semanas practicando, Park finalmente podía meter tres dedos en el interior de su amante, sin que Kim sintiera que moriría en el intento. Por supuesto, cumplido el objetivo de prepararle sin dolor, lo siguiente era el gran momento del verdadero sexo anal.

Así que ahí están de nuevo, tras una cita romántica con cena a la luz de las velas y una copa de vino tinto, enfrascados en los juegos previos con caricias, besos, chocolates y más vino. Sobre la mesa de noche, otra botellita de lubricante sabor fresa y los condones saborizados. El atuendo que cada uno vistiera para la ocasión especial, tirado sobre el piso; solo los bóxer ocultaban la desnudez que estaba próxima a revelarse.

― Ng~ Chun~. ― Kim jadeó extasiado por la lengua traviesa trazando caminos en su cuello, hombros y clavícula.

― Esta noche, haremos el amor por primera vez, Junsu. ¿Estás listo?

― Sí, Chun.

Compartir una mirada cómplice, sonreír y unir sus bocas una y otra vez. Ambos saben que tienen todo el tiempo del mundo para este momento, para compartir esa primera vez para la que se han estado preparando concienzudamente, porque saben que es un paso importante, es más que sexo o placer carnal. Realmente quieren unirse en cuerpo y alma, fusionar los sentimientos y compartir cada emoción producida mientras danzan la misma melodía.

Park llevó sus labios hacia el sur, lamiendo los rosados pezones, chupándolos gentilmente mientras los huesudos dedos acarician el costado. Más abajo, delineando la silueta en la cintura, jugueteando con el elástico del bóxer y siguiendo la línea hacia atrás, amasando el glúteo derecho y continuando cuesta abajo hacia el frente por los muslos y hasta las rodillas.

Kim jadeó, gimió y suspiró el nombre de su amante constantemente, temblando de expectación y placer. De ese sentimiento que viene cuando se siente valioso, precioso, atesorado.

― Ah~. ― El rubio jadeó excitado, arqueó ligeramente la espalda y entrecerró los ojos.

Park le miró desde abajo, consciente de que ha sido esa caricia más atrevida que ha dejado contra su vientre lo que le ha estremecido. Sonrió lascivo y finalmente le bajó el bóxer lentamente, exponiendo primero la punta fálica de su endurecido miembro. Kim miró hacia abajo, con las mejillas coloradas y el corazón a mil por hora.

― ¿Te gusta la vista, baby? ― Park preguntó con tono pícaro, soplando contra la cabeza expuesta.

― Ng~ sí. ― Admitió, abriendo un poco más sus piernas, como si así le diera más espacio a su novio para acomodarse entre ellas mientras le practica un oral.

― ¿Puedes girarte para mí, baby?

El rubio asintió, y giró sobre su estómago, dejando que en el transcurso su ropa interior finalmente fuera retirada. La suavidad del roce de su cuerpo desnudo contra las sábanas le hizo suspirar, consciente entonces de la sensibilidad que ya palpita por toda su anatomía.

― Levanta la cadera, Junsu. ― El azabache susurró, deliberadamente, contra su oído, mordisqueándole la oreja y luego descendiendo nuevamente con besos y pequeñas lamidas por toda la espalda.

Concentrándose unos momentos en las nalgas, en la ingle y los muslos, llevando la diestra hacia el vientre de su rubio amante, acariciando sus pectorales y más allá hasta su pecho; frotando los pezones o presionándolos entre sus dedos. Todavía sin tocar su pene o la cavidad entre sus nalgas. Estimulándole los sentidos del tacto y la audición más que los otros, porque sus caricias y sus palabras le tenían ardiendo de placer, con la piel febril y los oídos encantados.

Luego finalmente esas atenciones que más encendían al rubio, el azabache derramó lubricante contra el orificio anal, pero en lugar de la fricción de sus dedos que Kim esperaba, sintió algo más húmedo y caliente contra su piel. Park ha comenzado a lamerle, saboreando sí el lubricante saborizado por primera vez desde que habían comenzado a practicar cómo dilatarle.

Además, Park continuó masajeando el pene de su novio, jalándolo hacia atrás y provocándole más gemidos, algunos de ellos amortiguados contra la almohada en donde se ha recostado, sintiendo ligeros temblorcitos que estimulan todavía más sus placenteras sensaciones.

― Chun~. ― Gimoteó, contorneándose involuntariamente cuando sintió la presión y un dígito en su interior acompañado de esa misma humedad de antes.

Sabe que la lengua de su novio ha comenzado a juguetear en su cavidad anal, profanando junto al dedo intruso su interior, cada vez más húmedo de saliva y lubricante, caliente y palpitante. Sentía vergüenza, pero sobre todo excitación, no iba a negarlo, se sentía increíblemente bien. Erótico, sexy, apasionado.

Park apartó su lengua, metiendo y sacando entonces únicamente ese primer dígito hasta acostumbrarle, después añadió el segundo dedo, avisándole previamente a su amante, susurrándole al oído con esa voz ronca que sabe pone un poquito más a Kim. El chapoteo de sus intrusos los estimulaba a ambos, como si estuviese enfatizando el momento, ese que saben bien no quedará únicamente en masturbación anal, sino que irán más allá.

― No tengo suficiente. ― El azabache dijo.

Y unos instantes después, Kim estaba nuevamente de espaldas en el lecho, con su espalda apoyada en parte en los muslos de un Park arrodillado que ha enterrado nuevamente la cabeza entre sus piernas, lamiendo su erecto falo mientras sus dedos empujan lubricando y dilatando la entrada.

― Ngh~ Chun. ¡Ng!

Kim gemía, se mordía los labios y jadeaba. Park ha encontrado su próstata y no duda en estimularle al mismo tiempo en que le masturba. Una parte de su mente quiere gritarle que pare, que es demasiado y no quiere terminar tan pronto; pero otra porción de su cerebro está fundido en gozo, deseoso de más de esas electrizantes oleadas de placer, ansioso por el éxtasis. Así que es un manojo de placeres que se retuerce dominado por la implacable voluntad de su amante.

Park sabe que está bien, dejarle correrse una vez lo hará todo aun más excitante. Así que continúa en la labor, succiona el pene del rubio con calma al principio, un poco más fuerte después, pero cuando siente ese saborcito en las paredes bucales, retrocede y lo abandona pero en cambio lleva su lengua al ya dilatado pasaje, lamiendo su caliente y mojado interior, degustando el dulce sabor fresa del lubricante.

El miembro de Kim palpita mientras permanece erecto, alzado y rojizo de la punta da una vista peculiar debido a su postura actual, semiacostado en los muslos de su amante y el lecho. Kim le observa desde ahí, y siente un poquito de vergüenza pero más de placer. Se siente tentado de masturbarse, pero decide renunciar a la intención cuando se da cuenta de que hay cierto gozo en alargar el éxtasis. Además, quiere ver hasta dónde el instinto sexual de ambos puede llevarles en esa primera vez.

Después de un rato la lengua del azabache retrocede nuevamente, en cambio sus ojos brunos admiran casi con embeleso la forma en que el dilatado anillo se expande y se contrae, casi invitándole a entrar en él. Y es solo entonces cuando nota su propia erección, el bulto bajo su ropa interior es prominente, e incluso ha exudado ya líquido preseminal.

― Chun~. ― Kim le llama, advirtiendo la erección de su novio le seduce con la mirada.

Y de un momento a otro está a gatas sobre la cama, con su rubia cabellera enterrada en la pelvis del azabache. Habiendo retirado apenas el bóxer lo suficiente para tomarle en su boca.

― Ng, baby. ― Park gime, y entierra sus dedos en los sedosos mechones mientras disfruta del sexo oral que se le ofrece con maestría.

Y es que pareciera que Kim ha aprendido más que bien sus zonas más erógenas en el pene, sabe bien dónde y cómo lamerle. Dónde y cómo chuparle. Dónde y cómo acariciarle. Incluso si le roza con los dientes que casi pareciera que va a morderle en cualquier momento, esa sensación a peligro provoca en el azabache cierta sensación de placer indescriptible, probablemente porque le arropan los labios y le roza la lengua, quizá porque desde arriba, la expresión de su rubio novio luce sumamente concentrada y se vuelve más erótica su figura sonrosada, los mechones desordenados comenzando a pegarse a su frente sudada. Quizá por la forma en que sus mejillas se mueven conforme le succiona, probablemente por esa sensación al tocar el fondo de su garganta y provocarle arcadas. Arcadas que lejos de detenerle o hacerle retroceder, solo aumentaban su salivación y motivaban sus succiones.

― Eres tan sexy, Junsu. ― Con voz áspera, Park dijo mientras acariciaba su mentón y notaba el brillo en las pupilas almendradas aumentar.

Casi pareciera que a su novio le gustaba recibir esa clase de palabras, cual si fuesen halagos hacia su técnica. Park sintió un pinchazo en el vientre bajo, y su pene exudó otro poco en la boca de Kim.

― Baby, ¿puedo hacerlo en tu cara? ― Preguntó, acariciando entonces los pómulos, sintiendo su propio pene debajo de ellos, llenándole por completo.

Kim sacó el miembro de su boca, lamió la punta con angelical expresión (erótica a ojos del lascivo azabache).

― ¿Quieres dejarlo salir en mi cara, o en mi boca, Chun?

― Difícil decisión, baby.

El rubio soltó una risita, luego le lamió de nuevo desde la base hasta la punta, enredando la lengua ahí mientras sus dedos juguetean con los testículos y le provoca más placer.

― Pero Chun, también te quiero aquí. ― Dijo, llevando la diestra a su trasero y metiendo dos de sus dedos en la cavidad antes dilatada.

Al verle, Park sintió otro pinchazo en el bajo vientre. Si seguía provocándole de esa manera, en cualquier momento realmente podría explotar.

Chasqueando la lengua, el azabache no tuvo mucho para pensar, en aquel momento volverse uno con su novio era prioridad, aunque por un momento haya sido seducido por otros deseos.

― De acuerdo, también quiero estar justo ahí, baby. ¿Qué tal si lo pones por mí? ― Dijo, mostrando uno de esos condones sabor chocolate que habían comprado desde mucho antes.

Kim sonrió seductor. El azabache aprovechó la sensual hipnosis y retiró del todo su propia ropa interior en tanto su novio tomó el preservativo, retiró la envoltura y después usó su boca para colocárselo a su novio. Park casi se corre en esos instantes.

Incluso una vez puesto el preservativo, el rubio continuó lamiendo el tronco de su novio. Park quería decirle que parara o se correría en cualquier momento y sería un desperdicio, pero la forma en que Kim estaba tan concentrado lamiendo su pene como si fuera un helado de chocolate, le tenía embobado y perdido en éxtasis.

La lengua del rubio entonces fue acompañada por sus labios, y casi sin darse cuenta, terminó metiéndole en su boca otra vez, chupando y succionando, metiéndolo hasta su garganta y lagrimeando un poco. Era su imaginación, ¿o se había endurecido incluso más?

― ¡Mg! ¡Junsu! ― Park clamó con un gimoteo casi ahogado, ronco y profundo.

Sus puños se cerraron por un instante hasta blanquecer sus nudillos, cual si así pudiera contener todas esas oleadas de placer que le estaban arrastrando al final con vertiginosa excitación.

― Baby. ― Gimió apretando la mandíbula, cerca, demasiado cerca del orgasmo.

Kim, por supuesto, no escuchó el aclamado pedido de “detente” en la voz de su novio. Succionó dos, tres, quizá cuatro veces más y luego algo se sintió diferente en su boca. La sensación de algo derramándose dentro pero sin ninguna sustancia viscosa que llenara sus paredes bucales y garganta. Además, se sentía más caliente y palpitante. En aquel momento algo de conciencia se hizo espacio en su mente, retrocedió y soltó el falo de su novio con un curioso chapoteo. Al levantar la vista finalmente lo vio.

Respirando pesado, con el cuerpo tembloroso y las brunas pupilas dilatadas, el rostro colorado, así como el pecho y el cuello. Una gota de sudor resbaló por el contorno de su mandíbula y siguió el camino hasta el cuello, marcando una erótica línea hasta su pronunciada manzana de adán. Kim tragó hondo y sintió un latigazo de excitación solo con esa panorámica. E inconscientemente comenzó a masturbarse otra vez, adelante y atrás.

― Chun~. ― Gimoteó, prácticamente sin darse cuenta, estaba suplicando por atención.

Park se le quedó viendo sin apenas controlar su ritmo cardíaco, se relamió los labios y limpió el sudor de su frente que amenazaba con entorpecerle la mirada. Kim siguió masturbándose, bombeando su erecto y rosado pene al mismo tiempo en que estimulaba su próstata con sus propios dedos.

― Yoochunnie~. ― Gimió de nuevo, algo más lloroso y extasiado.

El azabache se sacó el preservativo, lo ató torpemente y lo tiró por ahí con descuido, apresurándose en ponerse uno nuevo antes de empujar a su novio y entrar en él sin más preámbulos, fusionando los labios en un ardiente beso para luego comenzar a moverse.

― Ng~. ― Ambos gimieron.

Aunque con un poco de oído audaz y más racionalidad, la pareja se hubiera dado cuenta de que el gemido sonaba ligeramente diferente. Mientras la voz del azabache era de plena excitación, la de Kim iba acompañada de ligera incomodidad. Sin embargo, estaban tan metidos en lo suyo que ninguno fue consciente de aquel pequeño cambio.

Las embestidas de Park fueron profundas, fuertes, frenéticas. Incluso si acababa de correrse, increíblemente se había puesto a tono otra vez al mirarle, y era esa excitación la que lo impulsaba. Para Kim, esos movimientos se sentían casi feroces en su interior, y era como si algo duro y caliente estuviera arremetiendo hasta sus entrañas.

― Ahh~ ng~.

― Mmg.

Besos húmedos, mucha saliva y pasión. Sus ojos se encontraron entre beso y beso, sonriéndose con aquellas apasionadas miradas, no había espacio para nada más que placer. Así que Kim no se dio cuenta de cómo se aferró su espalda ni de los rasguños que dejó en ella. Del mismo modo en que Park involuntariamente embistió con frenesí sin apenas recordar que esta es la primera vez que van hasta el final, y que el tamaño como grosor de su pene no son realmente comparables con el de sus dedos, incluso si practicaron usando tres de ellos.

― Junsu.

― Yoochun~.

Gemir el nombre del otro una y otra vez, limitarse a una sola postura durante el acto sexual, perder el control, ceder al placer embotando los sentidos. Todo aquello era simplemente el curso natural del amor fusionado con el placer, como una perfecta armonía entre danza y melodía. Que sonaba quizá demasiado rápido para ambos. Porque cuando el orgasmo los abrazó, ni siquiera estaban listos para ello. El semen del rubio se derramó contra su torso y pecho, más cuando ese vórtice de emociones lo acorraló y se aferró a la espalda del azabache pegándole por completo a su cuerpo, el mismo se le había pegado al torso de él. Al mismo tiempo, Park había sentido cómo se contraía el ano de su amante exprimiendo su pene, su semilla, algo más ligera que la anterior, quedaba en el preservativo.

Los espasmos sacudieron a la pareja durante algunos instantes, y para cuando Park intentó salir del interior de Kim, la resistencia de la cavidad anal y el gritito de dolor advirtió a ambos de que algo probablemente no había ido del todo bien.

― Estoy bien, Chun. ― Kim dijo, algunos momentos después del orgasmo mutuo.

Y es que Park se había apresurado al baño por una toalla mojada en agua para limpiarle, pero en ese momento tenía expresión preocupada.

― Está irritado, baby. Fui demasiado brusco.

― Yoochun ah, mírame. ― Dijo firme, dulce, suave. Cuando los ojos negros de su novio se encontraron con los suyos, sonrió. ― Estoy feliz, acabo de hacer el amor con el chico que amo.

Park sonrió también, de pronto lleno de esa felicidad de la que su novio habla. Se arrastró hasta su lado y besó dulcemente sus labios.

― Yo también estoy feliz. Te amo, Junsu ah. Te amo.

Luego una lluvia de besos, de sonrisas y cuerpos abrazados que olvidaban el pequeño contratiempo de la pasión.

― ¿Tomamos la ducha juntos, Chun?

― Sí, voy a limpiar muy bien este precioso tesoro. ― Dijo, acariciándole entre las nalgas.

― Chun~. ― Avergonzado, el rubio escondió el rostro contra el cuello de su amante.

En la ducha, Park realmente le limpió concienzudamente, le llenó de besos y prometió ser más cuidadoso la próxima vez.

― Yoochun ah.

― ¿Mh?

― Estás duro.

― Ignóralo, bajará en un momento.

― Chun, la verdad es que. ― Mordiendo su labio inferior, el rubio levantó el rostro de su amante sujetando su mentón. ― Quiero hacerlo de nuevo.

― Yo no creo que…

― Por favor~. Chun, y esta vez, hazlo muy despacio desde que entres en mí~.

Ah, Park está seguro de que ese lado adorable de su novio era también su perdición. Le hacía pecar de formas impensables con esa carita de ángel y la mirada lacrimosa que acentuaba su aire inocente y erótico.

Despacio, Park le lubricó nuevamente, se colocó un condón y mientras Kim se apoyaba en el azulejo e inclinaba la espalda separando las piernas, ambos sintieron un latigazo de excitación.

― Dime si duele, Junsu.

El rubio asintió, y respiró profundo cuando sintió el trozo de carne caliente y dura que comenzaba a entrar.

― ¿Estás bien?

― Sí. Sigue~.

Lento, consciente, cariñoso. Así fue como Park profanó por segunda vez la caliente y mojada cavidad anal de su novio. Por primera vez, Kim fue consciente de la sensación del roce, de la forma en que su interior parecía dilatarse para recibirle. Y honestamente, se sentía muy bien.

― Ng~, Chun~.

― ¿Te gusta?

― Sí~. Lléname~.

― Deja de provocarme, baby. ― Dijo.

Y es que estaba haciendo un gran esfuerzo para contenerse, para ir despacio, suave, para no empujar de una y llenarle de una. Era ligeramente tortuoso, de una forma masoquistamente placentera cabe agregar. Porque la presión de los anillos carnosos alrededor de su pene era sofocantemente excitante. Así que descubrió que embestir lento, despacio y suave también le ponía a mil.

Llenar de gemidos la ducha luego podría darles vergüenza, pero en ese momento ni pizca. Armonizaron sus movimientos otra vez. Hicieron el amor sin prisas, compartiendo besos húmedos y caricias tiernas. Park le masturbó gentil, consintió la punta mientras empujaba la pelvis, le acarició las nalgas y las piernas, el vientre y los costados, llenó de besos sus hombros y lamió la nuca.

Cuando el orgasmo liberó nuevamente la tensión sexual de sus cuerpos, el semen del rubio quedó mayormente en la mano del azabache. Y cuando Park salió del interior de su novio, Kim suspiró cómodo, notando cómo todavía palpitaba dentro y se sentía caliente.

― Déjame hacerlo, Chun. ― Dijo, y fueron sus dedos los que retiraron el condón de su novio, lo ató con cuidado y lo tiró en el cesto de basura en la ducha.

El azabache lo siguió con la mirada.

― Junsu ah, ¿siquiera eres consciente de lo adorablemente erótico que eres?

― ¿Eh?

― Ven aquí, y deja de actuar adorable o no saldremos nunca de la ducha.

― ¡Chun~!

Minutos más tarde, ambos estaban metidos bajo las mantas, frescos y animados compartiendo besos en medio de un abrazo, la noche estaba entrando en la madrugada y el silencio de la ciudad era bastante obvia. Y ellos, bueno, ellos estaban enamorados, iniciando el largo camino de un noviazgo que duraría toda la vida.


FIN


Longshot debería haber puesto en la entrada xD

Lo estuve compartiendo en mi fb personal, pero lo dejo aquí para quien no me siga allá, y para quienes quieran releerlo de principio a fin ;D 

Ya Ne! 

3 comentarios:

  1. Hahahahq que patadon xD me gusta este yoochun inexperto aprendiemdo junto al baby *---*

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  2. Te adoro por hacer que mi Ratón saque todo el arsenal tratándose de su Delfín , ya sea que esté en modo "experto"o en modo "vamos a regarla juntos que lo gozado nadie nos lo quita"

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  3. Porque no lo había leído?? Porque, porqueeeeeeeeee!?
    Gracias Feli, estuvo muy bueno

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Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión