Título:
LOVELY
Autora:
Felina
Pareja:
YooSu
Género:
Romance
Clasificación:
NC-18
La
vida universitaria no era tan complicada, pero tampoco era sencilla. El dinero
no era un problema, pero tampoco le gustaba la idea de depender por completo de
sus padres, así que desde que se ha matriculado ha conseguido una beca
deportiva, por lo que incluso si el estudio no es su punto fuerte, cuando tiene
que aplicarse, no lo duda.
De
esa manera, ocasionalmente es fácil encontrarle en la biblioteca, sentado en
solitario y con varios libros alrededor mientras se concentra en realizar
apropiadamente sus deberes. A veces sus amigos se ofrecen para ayudarle con sus
tareas pero él termina negándose porque, conociéndose bien, mientras más
personas mayores las probabilidades de distraerse. Sus amigos sabiendo esto,
hace mucho que dejaron de intentar acercarse y respetan sus horas de estudio.
Al
menos casi todos sus amigos.
―
Y, qué te trae por aquí, Chun.
El
apuesto muchachito veinteañero preguntó, apenas robando un vistazo del chico
sentado frente a él.
―
¿Qué harás el fin de semana?
El
joven preguntó, recostándose sobre la tabula rasa con toda la intención de
robar una mirada al concentrado rostro del otro.
―
Estudiar.
―
¿En serio?
―
Bueno. Al menos un rato. Pero pienso encerrarme en mi habitación y perderme un
rato jugando. ― Admitió, sonriendo lindamente mientras se imagina a sí mismo
tomándose un merecido descanso todo ese fin de semana, a un par de días de
llegar.
Su
acompañante bufó. Levantó el rostro y lo apoyó en la palma de su diestra,
todavía contemplando a su amigo. Quien aclaró la garganta y miró alrededor, la
biblioteca estaba atiborrada, pero eran ellos los únicos con una atmósfera más
relajada.
―
¿Estás aburrido?
―
No. Pero Junsu ah, ¿qué te parece cambiar tus planes de fin de semana y salir
conmigo?
―
¿Salir? ¿A dónde?
―
Mh, ya verás. Será una cita. ― Añadió, agitando coquetamente las cejas,
sonriendo de la misma manera.
Su
compañero peinó sus rubios cabellos, achicó la mirada y tras algunos instantes
de aparente reflexión dijo.
―
¿Cita? ¿Conmigo?
―
Sí.
―
Yoochun ah, ¿estás flirteando conmigo ahora mismo?
―
Exacto.
―
Pero, soy un chico.
―
El más lindo y sexy del campus. Sí. ― Dijo, y está seguro de que a su rubio
amigo se le escapó un latido mientras él le dedicaba una significativa mirada y
le seducía relamiéndose los labios.
El
rubio sintió de pronto las mejillas calientes, y la garganta reseca. Volvió la
mirada a su cuaderno, al libro de texto abierto de par en par. ¿Qué estaba
haciendo antes? ¿Para cuándo era el ensayo? ¿Por qué Yoochun lo invitaba a una
cita?
―
Chun, ¿eres gay?
―
No. Pero tú sí, es solo que aún no lo sabes. ― Dijo.
Y
mientras el rubio obviaba la estúpida respuesta, sus ojos titubearon de nuevo
entre la seductora persona sentada frente a él y los aburridos libros colocados
sobre la mesa.
Ah.
La seducción era peligrosa.
Alteraba
sus prioridades.
―
Entonces, Junsu ah. ¿Salimos el fin de semana?
El
rubio todavía le sostuvo un momento más la mirada. Parecía estar procesando el
sentido de la invitación de que estaba siendo víctima.
―
No quiero. ― Dijo tajante. Volviendo entonces la mirada a uno de los libros en
la mesa.
El
de cabellos negros como el oscuro azabache sintió que le palpitó una venita en
la sien, de forma graciosa diría cualquiera que le estuviese observando, pero
de momento la atención de todos en la biblioteca estaba en proyectos
importantes por lo que, salvo el chico sentado frente a él, nadie más estaba
realmente enterado de su presencia.
Por
otro lado, el azabache todavía estaba procesando lo recién sucedido ¿En serio? ¿Acaban
de rechazarlo? ¿A él? ¡Al gran Park Yoochun! ¡Casanova por excelencia!
Vale,
no exactamente un casanova, pero gozaba de cierta popularidad en el campus,
muchas chicas querían recibir alguna de sus invitaciones, suspiraban al verle
pasar y hasta llenaban de likes, reacciones, comentarios y un largo etcétera
sus publicaciones en las diversas redes sociales que maneja.
―
Junsu ah.
―
¿Qué? Si vas a seguir bromeando conmigo sobre salir, mejor guarda silencio,
trato de terminar un ensayo importante aquí, Chun.
Cuando
el rubio le habló de esa manera, tan serio y con una mirada ardiente (sí, ardiente,
que Park comenzaba a descubrir que le ponían todas las expresiones que el rubio
pudiera dirigirle), el azabache estuvo tentado de molestarlo un poco más. Pero
a cambio, guardó silencio durante minutos. Largos, larguísimos. El ensayo de su
amigo parecía no tener fin, y a él le estaba ganando la ansiedad y las ganas de
robarle un beso justo ahí, en medio de la aburrida y silenciosa biblioteca.
―
Junsu ah.
―
Mh.
Lo
ha sabido por el insensible monosílabo, su amigo realmente estaba concentrado.
Ignorándole.
Algo
en las entrañas del azabache se sintió ofendido. El ego quizá. Lo que fuera,
cuando se inclinó sobre la mesa y sujetó el mentón del rubio, el hechizo que
cayó sobre él al encontrarse con aquellos hermosos ojos avellana, derribó
cualquier sentido de prudencia que quedara en su cerebro.
Me
gustas.
Gritaba
su pensamiento.
Pero
no lo soltaba su lengua.
―
¿Yoochun?
Dulce
susurro en voz almendrada de nervios y confusión, ojos que proyectan las mismas
inquietudes y que atraviesan el velo de adrenalina y deseo que cubría las
brunas pupilas del azabache, devolviéndole cordura.
―
Ah, creí ver algo en… tu mejilla. ― Mintió.
De
una forma estrepitosamente evidente. Pero de todas formas ambos hicieron de
cuenta como que sí, que algo había en la mejilla derecha del rubio y permitía
la caricia suave a cargo del pulgar del azabache.
―
Sobre el fin de semana, ¿qué tal si paso por tu casa y juego contigo un poco,
mh?
―
Bien, pero no te quejes si te hago papilla.
…
Papilla.
Kim
no bromeaba, ni una pizca de misericordia le ha tenido. Lo ha derrotado una y
otra vez en todos los juegos probados.
Park
se rindió tras dos horas de intentos. Se dejó caer en el piso e ignoró los
vítores de Kim.
―
Yoochun ah.
―
Nh.
―
¿Por qué dijiste sobre salir el otro día?
Park
suspiró. Y aún tirado sobre el piso buscó la mirada de Kim para responderle
honestamente. El rubio sin embargo, la desvió al poco en que se encontraron,
jugando con las texturas del cojín en su regazo.
―
Normalmente hay una sola razón para pedirle a alguien salir, Junsu ah.
―
Sí, lo sé. Las citas son para las personas que se gustan.
―
Así es.
―
Entonces, ¿estás diciendo que te gusto?
―
No te pediría salir si no fuera así. Incluso te estuve acompañando hasta tarde
ese día en la biblioteca. Y, ya sabes, soy algo así como un poquito alérgico a
las bibliotecas. ― Dijo, intentando bromear un poco, quizá tratando de aligerar
el repentino ambiente tenso.
Kim
sonrió quedito, luego se tumbó junto a su amigo, apoyándose en el antebrazo
para mirarle de soslayo. Park se sintió un poco incómodo, como si así se
encontrase en desventaja, aclaró la garganta y luego se incorporó un poco, apoyándose
en su codo, quedando un poco más alto a los ojos del rubio.
―
Dijiste que no eres gay, Chun. Y honestamente, yo todavía no sé si realmente
puedes gustarme. Da un poco de miedo, ¿sabes?
―
¿Por qué? ― Cuestionó incrédulo.
¿Él
daba esa impresión?
¿De
ser alguien que no era digno de amor?
Algo
en sus entrañas se revolvió con ansiedad.
―
Chun, eres bueno seduciendo. Sé que has salido con muchas chicas. Así que, ¿por
qué de pronto conmigo? ¿tienes curiosidad por el sexo gay?
―
Junsu ah, en serio, quién carajo crees que soy. ¿Tan mal concepto tienes de mí?
―
No, no. Yo solo… ― El rubio suspiró entonces, mirando el techo de su propia
habitación. ― Si tenemos una cita, seguro me gustará y esperaré ansioso por
otra, y otra, y muchas más. Voy a caer terriblemente enamorado de ti pero
siempre que una bonita chica se te acerque me sentiré preocupado. Si solo es
curiosidad, podríamos tener algún acuerdo, pero todavía estoy seguro de que al
final sería yo el único encantado contigo.
―
Tú en verdad no me conoces, Junsu ah.
―
Tú a mí tampoco, Yoochun. Si lo hicieras, ¿no crees que me habrías abordado de
una forma diferente? Coquetear tan descaradamente conmigo en la biblioteca no
te dio muchos puntos a decir verdad.
Park
abrió la boca para replicar, pero selló los labios al segundo. Tampoco es como
si pudiera negar del todo el razonamiento de su amigo.
―
Estamos varados aquí, ¿no? ― Dijo, tumbándose nuevamente en el piso. Mirando
entonces ambos el mismo techo.
―
Supongo. ― Kim miró de soslayo, y otro vuelco sacudió su corazón.
El
aura que desprende el azabache le es completamente novedosa, nunca lo había
visto así. ¿Tenían ellos alguna oportunidad? ¿Podía llegar a funcionar?
―
Lo siento, Junsu ah.
―
¿Eh?
―
Por haber iniciado de la forma incorrecta. Es verdad que fui descarado, pero
eso no significa que no lo haya pensado o que no te esté tomando en serio.
Cuando se trataba de chicas yo era simplemente encantador, porque quería
ganarme rápidamente su confianza. Pero cuando me di cuenta de que eras tú en
quien tenía interés, no era solo querer ser encantador ni quedar bien. Tampoco
quería abordarte como a una chica porque sencillamente no eres una de ellas. Y
no, tampoco es que solo tenga curiosidad por el sexo gay, aunque naturalmente
tengo esa clase de deseo por ti.
Dijo,
y las mejillas del rubio se encendieron al rojo vivo.
―
¿Te gusto a tal grado, Chun?
―
Créeme, es mejor si conservo el contenido acalorado del grado en que me gustas,
Junsu. ― Respondió, mostrando una pícara sonrisa mientras sus miradas se
encuentran al volver el rostro al costado.
―
No tienes remedio, Yoochun. ― Kim devolvió la sonrisa, aunque la suya llevaba
más vergüenza que seducción.
E
incluso así, lograba sin embargo tal efecto en Park. Quien en ese momento
sentía cómo los carnosos labios del rubio se convertían en imán para sus
anhelos, para esos sentimientos que no sabe poner en palabras.
―
En mi defensa, es causa tuya.
―
¿Mía?
―
No tienes idea de lo adorable que eres, Junsu ah.
―
¿Sólo adorable? ― Murmuró, pestañeando lindamente.
Park
juró mentalmente que esta era la forma en que su rubio acompañante seducía.
Táctica
muy efectiva, sobra decir.
―
Eres atractivo, tienes un cuerpazo. Pero debo confesarte, Junsu ah, lo que más
me encanta de ti es tu personalidad.
―
¿De verdad? ― Preguntó, aparentemente emocionado por sus últimas palabras.
―
Mentir no es mi habilidad, Junsu ah. Me gusta lo alegre que eres, también que
siempre estés tan lleno de energía. Me gusta la facilidad con que me sacas una
sonrisa y me inyectas de vitamina. Me gustan tus convicciones, y cómo a pesar
de ser tímido y algo infantil, siempre demuestras tu lado fuerte cuando se
necesita. Me gustas, porque eres un chico como ningún otro, Junsu ah.
―
A mí también me gustas, Yoochun~.
―
¿Sí?
Kim
sonrió con vergüenza, consciente de cómo la distancia entre sus rostros se ha
reducido repentinamente y el aliento de Park cosquillea contra su piel.
―
¿Puedo besarte ahora, Junsu?
―
Sí. ― Murmuró.
Mientras
en su pensamiento retumbaba un “aunque ni siquiera es una cita” que le
hacía sentir algo bobo y torpe. Porque de pronto parecía que aquello no era
importante. Cita o no cita, amigos o novios. Los labios de Park arroparon los
suyos con apremio, suave al principio, algo más húmedo y confiado al segundo.
Kim
se sintió un poquito superado por la técnica del azabache, seguro de que estas
habilidades las ha adquirido de su larga experiencia con otros labios.
Receloso, Kim rompió furtivamente el beso, haciendo un gracioso puchero
mientras gimoteaba y se tumbaba boca abajo haciendo berrinche en el piso. A
Park le palpitó una venita en la sien, todavía sin saber si esta reacción era
debido a un mal beso, o incluso si tal vez su boca sabía demasiado a enjuague o
algo parecido.
―
¿Junsu?
―
¡Cállate! ¡Chun idiota~!
Park
aclaró la garganta, con la venita en la sien todavía palpitando graciosamente
en su frente. Se sentó con las piernas cruzadas y pensó un momento antes de
hablar. Quería preguntar de forma correcta, y no complicar lo que parecía el
inicio de algo entre los dos.
―
¿Por qué estás haciendo drama?
No.
Al final no ha servido de mucho tratar de pensar antes de hablar.
De
todas formas ha resultado, porque Kim se ha detenido, rodado sobre su cuerpo y
sentado frente a él.
―
¿Con cuántas chicas has tenido algo, Chun?
―
¿Qué?
―
Tú sabes, es algo estúpido de mi parte, pero me encontré muy molesto hace un
momento.
―
¿Ah? ― Que alguien le explique a detalle, porque él no va entiendo mucho el
asuntillo.
―
Eres demasiado bueno besando~. ¡Sé que es por la experiencia que has tenido con
todas esas chicas con que has salido!
Park
selló los labios, seguro de que no tenía demasiados argumentos qué usar en su
defensa. Refutar que salió con varias chicas era imposible, aunque tampoco es
como si fueran tantas y tantas. Coquetea mucho, pero no precisamente ha salido
con cada chica con quien ha flirteado.
―
Junsu ah, ¿es tan malo? No puedo evitarlo, ¿debería fingir cuando te bese?
―
¡No! No, no quise decir eso. Solo, de pronto me sentí celoso y molesto, todavía
me preocupa que también te guste más cómo besan las chic…
Park
cubrió la boca de Kim con la palma de su mano.
―
Es suficiente, Junsu. No tienes por qué compararte con las chicas, ellas y tú
son completamente diferentes. Cuando te he pedido besarte es porque te estaba
mirando únicamente a ti, mientras probaba tus labios o enredaba mi lengua con la
tuya, era solo tu sabor, tu textura y tu calor en lo que estaba concentrado. No
sé cómo explicarte o convencerte de que me gustas, de que solo pienso en ti, de
que eres tú quien me interesa.
Tras
decir, Park apartó su mano, dando así la oportunidad al rubio de hablar.
Kim
desvió la mirada, mordió su labio inferior y suspiró.
―
Estoy lleno de inseguridades porque, bueno, solo he tenido un par de intentos
de relación y no han ido muy bien. Uno de ellos solo quería demostrar que no
era difícil tener sexo conmigo, cuando se dio cuenta de que no iba a obtener lo
que buscaba me dejó. El otro al final dijo que solo tenía curiosidad y al no
ser lo que esperaba, volvió con las mujeres. Así que tengo miedo, de que pase
igual ahora, Chun.
―
¿Has salido con chicos antes? ― Park preguntó, honestamente sorprendido.
Y
es que nunca lo había sabido, ni siquiera imaginado. Porque Kim era demasiado
lindo, adorable e inocente, siempre concentrado en deporte o estudios, más en
el primero que en el segundo. Aunque bastante bueno en ambos, claro.
―
Creí que realmente lo sabías. Lo mencionaste en la biblioteca, Chun. Que soy
gay.
―
Yo solo, estaba…
Kim
desvió nuevamente la mirada. Y Park se pateó mentalmente, seguramente acababa
de aumentar la inseguridad del rubio.
―
Es mejor si dejamos esto así, Chun. Hagamos de cuenta que tuvimos un impulso de
curiosidad.
―
No quiero eso.
―
Soy gay, Yoochun.
―
También yo, seguro. O quizá simplemente soy Junsexual. Es suficiente para mí.
―
Pero no para mí, tonto. ― Gimoteó, un poquito ofendido y otro tanto anhelante.
Porque quiere confiar, porque claro que sí, le gusta el azabache.
―
Junsu ah… ― Le llamó, tomando la diestra del rubio entre sus manos, mirándole a
los ojos. ― ¿Qué necesitas para confiar en mí? Solo quiero que me des una
oportunidad.
Kim
sostuvo la mirada del azabache. Y también mantuvo su mano en medio de las
ajenas. Eran cálidas y amables, los pulgares acariciando su dorso, parecía una
forma bastante sutil de suplicar.
―
Yoochun ah, ¿crees que podríamos comenzar con una cita? ― Dijo, sonriendo
suavecito, gentil, cariñoso.
―
Comenzar con una cita me parece perfecto, Junsu ah. ― Sonriendo también, el
azabache se mordió el labio inferior, conteniendo las ganas de besarle otra
vez.
Ganas,
que no podía ocultar a ojos del rubio, cuyas mejillas se ruborizaron de tierno
rosado mientras las cosquillas se desataban en su vientre.
―
Chun.
―
¿Sí?
―
¿Te puedo besar?
Park
sonrió mucho más amplio.
―
Junsu ah, debería ser pecado que seas tan adorable. ― Dijo, alzando los labios
en trompetilla cual si estuviera otorgando de esa manera el permiso para ser
besado.
El
rubio soltó una risotada, agitó la cabeza de un lado a otro y luego sus manos
enmarcaron el rostro de un azabache que sonreía bobamente, encantado con su
risa, con sus ojos almendrados y el rubor de sus mejillas.
En
verdad.
Tan
adorable.
Que
cuando sus bocas se fusionaron, un beso casto, dulce y tierno no podía ser lo
único que les uniese. Deseaba mucho más, más que un beso lindo como ese que el
rubio se empeñaba en compartir. Y que él no quería llevar a más porque, vamos,
esta ni siquiera es su primera cita.
―
Deja libre el próximo fin de semana, ¿sí?
―
Sí~.
…
Un
parque de diversiones. Incluso Park había pensado en ir al cine, cenar o pasear
por algún centro comercial antes de internarse en una de esas jugueterías que,
por alguna razón, siempre conseguían entretener bastante al rubio y Kim
terminaba con alguno que otro IronMan de colección en la bolsa y algunos pagos
mensuales en su tarjeta de crédito.
Pero,
como recordaba Park, lejos de estas actividades, han terminado en un parque de
diversiones, montando toda cantidad de juegos mecánicos que no le hacían
precisamente gracia. Sobre todo aquellos que implicaban altura y una gran
cantidad de subidas y bajadas a gran velocidad. Sentarse en una banca a esperar
que su estómago volviese a la normalidad no era nada cool y le hacía quedar
poco varonil.
―
Aquí, bebe un poco de agua, Chun. ― El rubio le extendió una botella de agua
fría, se sentó a su lado y acarició su espalda un rato. ― Debiste decirme que
no lo soportabas~.
―
¿Y quedar mal contigo? ¡Jamás!
―
Vamos, esas cosas no cambian lo mucho que me gustas.
―
¿En serio?
―
Por supuesto, por quién me tomas~.
―
No bueno, pienso que salir con alguien que comparte tus gustos es mejor. Así
que, si me gusta lo mismo que a ti, nuestro tiempo juntos siempre será más
divertido, ¿no?
―
Aún si no nos divertimos de la misma forma en un parque de diversiones, todavía
el hecho de venir juntos es lo mejor. Te da un montón de puntos.
―
¿Sí?
―
Sí~ y deja de mirarme así~ me pone nervioso cuando me coqueteas tan
descaradamente. ― Añadió, haciendo puchero.
Puchero
que, oh sí, Park ansiaba mordisquearle.
―
Junsu ah, deja de ser tan adorable o te como a besos aquí mismo.
Kim
se sonrojó. Pero lejos de escuchar la petición del azabache, le provocó otro
poquito cuando se colocó una diadema de orejas de ratón y comenzó a hacer
caritas tiernas. Al segundo, Park le sujetó el rostro comenzando a besarle.
Despacio,
profundo, húmedo.
Sin
reserva alguna.
Confiado.
―
Me encantas, Junsu ah. ¿Quieres salir conmigo? Formalmente, quiero decir, como
novios. ― Dijo, atropellado, torpe.
A
su propia forma, adorable también.
O
al menos con esos ojos lo miraba el rubio.
―
Es apenas la primera cita, Chun.
―
Lo sé, es solo que no puedo contener todo esto que siento por ti. Soy yo quien
quiere seguridad, Junsu ah.
El
rubio sonrió de lado, de pronto algo más cariñoso.
Enamorado.
Así
como, puede verlo en las brunas pupilas, Park lo está de él.
Era
solo que, enamorarse y amar eran muy diferentes.
Y
él no podía evitar el miedo.
―
Está bien, ya lo pillo, es demasiado pronto.
―
No, Chun. Voy a decir “sí”. Pensar y pensar sobre esto no va a darme la
seguridad que necesito. En cambio, voy a confiarte mi corazón, Chun.
―
Voy a atesorarlo, Junsu.
Otro
beso. Más de ellos en realidad.
Ahí,
en pleno parque de diversiones, con muchas miradas curiosas y otras tantas
envidiosas.
―
Por cierto, también soy un tipo celoso, sabes.
―
¿Eh?
―
¿Quiénes son los tipos con quienes saliste antes?
―
¿Para qué quieres saber eso?
Park
se tronó los dedos y sus brunas pupilas centellaron con furia.
Kim
se rió de buena gana.
Sí,
muy a su manera, su novio también es tan adorable.
…
Por
supuesto, después de una cita tenía que venir una segunda, y más de ellas
durante semanas. Las más memorables para Park fueron aquellas donde conoció los
lados más lindos y espontáneos de su novio. Como la ocasión en que
fueron al estadio para ver un partido de soccer profesional, Kim era de los que
tomaban soda en lugar de cerveza, y estaba bastante atento a las frituras y
comida rápida que vendían por ahí, se olvidaba de cualquier intento de dieta y
usaba sus más potentes gritos para animar a su equipo favorito.
Y
a su jugador preferido también. Lo que de paso alimentaba sus absurdos
celos mientras el rubio ni se enteraba de ellos porque ovacionaba con alegría.
Y se enojaba también. Junsu era de los que despotricaba contra el árbitro y
hasta los jugadores del equipo contrario por las jugadas peligrosas que
realizaban. Era de los que cantaban un gol como si fuera la final de una copa
mundial y, lo más adorable, se vestía de cabo a rabo con el uniforme
y los colores de su equipo favorito. Aunque dicho sea de paso Park no se
acordase y solo se haya dedicado a observar las reacciones de su novio durante esas
más de dos horas invertidas en el partido completo.
Otra
cita memorable ha sido cuando finalmente le arrastró al cine, Kim era de los
chicos sensibles perfectamente capaz de llorar en plena proyección y aferrarse
a su brazo para confortarse a sí mismo. Situación que, para beneplácito del
azabache, solo le ofrecía oportunidades de ser buen novio, mimarle, acariciar
su espalda o limpiarle las lágrimas con los pulgares, aunque poco le durase el
gusto y es que Kim no se permitía a sí mismo perderse más de unos segundos del
curso de la historia en cuestión. Al final, Park decidió que, en el futuro,
elegiría títulos de películas de acción o comedia, ¡adiós a los dramas
románticos!
―
Merecían tanto quedarse juntos~ ¿por qué tuvieron que darle ese final tan
triste?
―
Su ah, es una película.
―
Pero tienes idea de cuántas historias como esa deben existir en la vida real.
¡Podría pasarle a cualquiera!
―
Sí, sí. Vamos a olvidarnos y alegrar el ambiente, ¿mh? Me gustas más cuando
eres todo sonrisas.
―
¿Estás diciendo que no te gusto lloroso? ― Gimoteó.
Y
Park comprendió que acababa de pisar una mina en pleno desierto. ¡Con el oasis
a la vuelta de la esquina!
―
Para nada, me encantas con lágrimas, mocos y sollozos.
―
¡No estaba moqueando!
―
Ah, no. Imaginación mía seguramente.
―
¿Estás dándome por mi lado, Chun?
―
¿No?
―
¡Chun bobo~!
Kim
le fulminó con la mirada, y ofendido se había dado media vuelta caminando sin
más. Park resopló frustrado. ¿No era que tiene novio? ¿De dónde ha salido esa
aura terroríficamente sensible? No es posible que también padezca de
algo parecido a “andar en sus días”, ¿verdad?
Después
de mucho darle vueltas al asunto y haber tenido que renunciar a una candente
sesión de besos fogosos, esa noche Kim ni siquiera le había dejado acompañar a
su departamento. Pero un par de días después, Park comprendió que era su forma
de sacar el estrés, que se ponía demasiado sensible y algo paranoico.
―
Mis calificaciones bajaron un poquito, tenía miedo de que mi beca peligrara por
ello. Además comenzamos la fase intensiva en el club, así que no podremos
vernos seguido en al menos un par de meses, en lo que se lleva a cabo el torneo
entre universidades.
―
Podrías haberme dicho antes, estaba que me volvía loco por no saber qué había
hecho mal, Junsu ah.
―
Perdón~ lo haré la próxima vez, ¿sí? No estás enfadado, ¿verdad?
―
Claro que no. Pero, te termino de perdonar si me besas ahora mismo, baby.
―
¿Baby?
―
A que suena cool, ¿verdad? Y te queda perfecto. ― Dijo, agitando coqueto las
cejas.
―
Entonces te puedo poner un sobrenombre también, ¿no?
―
Bueno, que sea creativo.
Kim
se llevó índice y pulgar al mentón, de pronto sumamente pensativo.
―
No se me ocurre nada de momento. ¡Pero lo seguiré pensando!
―
Bien, bien. ¿Mi beso?
El
rubio le dedicó una significativa mirada. Luego sus mejillas se ruborizaron. Le
dio un rápido beso y tras tomar su bolso echó a andar lejos de las garras
de su novio.
―
¡Vamos baby! ¡No puedes llamar a eso un beso!
De
esa manera, y muchas más, la joven pareja de enamorados se había vuelto popular
en la universidad. El tema de su noviazgo y consecuente homosexualidad ha sido
comidilla de propios y extraños durante semanas. Algunas chicas que salieron
antes con Park han tenido el atrevimiento de buscarle y preguntar si era verdad
o se trataba de una broma de mal gusto. El azabache le ha asegurado a
todas y cada una de ellas que era mucho más serio de lo que fue con nadie.
Era
tal la popularidad de la pareja que hasta tenían club de fans y algunas fotos “íntimas”
de ellos eran subidas a las redes sociales. Por supuesto, han ganado todo
tipo de respuestas, desde las que apoyan hasta las indiferentes, y por
supuesto, las intolerantes. Estas últimas casi nunca tenían su atención, pero
de vez en cuando llegaban solitos a fastidiar.
―
Ahí van los gays. ¡Hey, quién da por el culo a quién?
―
¡Seguro se turnan!
Risas
malintencionadas soltaron los que les habían encontrado a medio camino en uno
de los senderos entre edificios de la universidad.
Park
rechinó los dientes, estaba por lanzarse contra ellos sin siquiera pensar en
que le superaban en número ni las consecuencias administrativas de una pelea
dentro del campus, cuando Kim le sujetó de la mano con fuerza, parándole en
seco. El azabache estuvo a punto de replicar, pero los almendrados ojos de su
novio brillaban diferente, con una determinación que a cualquiera le calaría
hasta los huesos.
―
¿Tanto interés tienen? Parece que más que molestarnos quisieran información de
primera mano para decidirse a probar o no. Pues mira, es tan rico que te den
por culo que te lo recomiendo, usen condón y un buen lubricante, ¿vale?
―
Este imbécil. ― Uno de ellos hizo el amago de írsele encima, pero Kim le sonrió
de tal manera que le paró en seco.
Y
de paso, le estremeció de pies a cabeza y no precisamente por miedo. Algo se
sacudió peligrosamente al sur de su ombligo. Por si fuera poco, Kim se relamió
los labios y se pegó al cuerpo de Park, como seduciéndole. Aunque los únicos
con la heterosexualidad en la cuerda eran los tipos que no tuvieron más remedio
que marcharse y dejarles en paz. Eso, y que ya otros estudiantes se habían
acercado, la mayoría de ellos dispuestos a apoyar a la pareja.
―
Junsu baby, acabo de enamorarme más de ti.
―
¿Q-qué?
―
Eso fue tan, ¡wow!
―
¿En serio? ― Dijo, tímido y con las mejillas coloradas.
―
Ahora todo adorable, pero eras todo un badass hace unos instantes. Como
que se me paró.
―
¡Chun!
―
El corazón, baby. El corazón.
―
Babo~.
―
¿Todo bien, chicos? ― Les preguntaron algunos compañeros.
―
Oh, sí. Gracias por acercarse, pero no ha pasado nada. ― Aseguró, despidiendo a
todos los que se habían acercado.
―
Qué vergüenza~.
―
Qué adorable.
―
Chun~.
―
Aunque me puse un poquito celoso, eh.
―
Tú siempre~.
―
Bueno, aunque me estabas seduciendo a mí, sé muy bien que esos tipos te miraron
con otros ojos. Los muy imbéciles.
―
Vamos, no es como si de pronto se hubieran convertido por mi encanto.
―
Tengo mis dudas.
Kim
se rió de buena gana. Y luego siguieron su camino.
Esa
noche, sin embargo, Park se coló en el departamento de su novio por una simple
razón.
―
¿Cómo sabes que es rico por el culo?
―
¡Yah! Solo lo dije~ no tengo idea realmente.
―
Su baby, ¿lo intentamos?
―
¿Qué?
―
Sexo.
―
¿Sabes cómo es el sexo gay?
―
No exactamente, pero más o menos.
―
¡No pienso tener mi primera vez contigo diciendo más o menos, Chun!
―
¿Tengo que estudiar?
―
¡Por supuesto!
―
¿Y si estudiamos juntos? ― Pícaro, Park comenzó a besarle el cuello,
acariciando su prominente trasero y rozando descaradamente su pelvis con la
ajena.
―
Ng~ así no se estudia, Chun.
―
¿No? Es investigación empírica, baby.
―
Ng~.
Kim
estuvo tentado de replicar, detenerle y posponer cualquier exploración íntima;
pero siendo honesto, su propio cuerpo estaba excitándose con las caricias de
Park, y él tenía ganas, muchas ganas de más que besos húmedos e insinuaciones
sensuales.
―
Chun~.
―
Estás caliente, baby.
―
Sí~.
―
¿Debería parar?
―
No~.
Luego
de eso todo fue inexperiencia y mucha excitación. Se acomodaron en la
habitación del modesto apartamento, sin apenas apartar las ropas de la parte
inferior de sus cuerpos, se tocaron mutuamente hasta arrastrarse al éxtasis.
En
el primer momento en que la erección de ambos quedó al descubierto, era obvia
la excitación que cada uno había alcanzado ya. Con sus miembro duros y
calientes siendo arropados con cautela por la mano ajena, y liberando los primeros
gemidos de placer, era claro que no habría vuelta atrás.
Estaban
iniciando el camino al sexo. Esa clase de sexo que viene más que de un momento
planeado para ser inmemorable, el sexo que se tiene por las puras ganas de
hacerlo. Más deseo que sentimientos. Aunque claro, no es como si hablando de
ellos sus emociones estuviesen fuera de juego.
―
Ng~.
―
Eres sensible en la punta, eh.
―
Deja de jugar conmigo~.
Herido
en su orgullo, el rubio rodeó el tronco con la diestra, mientras la siniestra
jugaba con los testículos, apretando, acariciando, amasando. Saboreando casi
inconscientemente lo que sería hacer algo de aquello con sus labios, con su
lengua, con su boca.
―
Ng, baby.
―
¿Te gusta?
―
Me ng, encanta.
―
Quiero probar algo diferente, Chun.
―
¿Qué cosa?
Un
minuto después, la pareja estaba acostada, encontrado uno contra otro de medio
lado, usando más que sus manos para masturbarse.
―
Mierda. ― Park gimió áspero cuando los labios de su novio finalmente le
abrazaron, consumiendo lenta y sensualmente su falo.
En
tanto, él todavía se dedica solamente a masturbarle con su mano, dando pequeñas
lamidas a la cabeza fálica, pasando la punta por la hendidura y provocándole
esos espasmos de placer que vienen acompañados de succiones estrechándose en su
pene. Así es como lentamente va conociendo los puntos más sensibles de su rubio
amante.
De
igual manera hace Kim, notando cómo para su azabache novio la felación es más
placentera cuando lo lleva hasta el fondo de manera suave y lenta, presionando
con su lengua mientras desciende y recorre el interior de su boca rozando
contra el paladar.
Es
obvio también cómo cada uno es diferente durante esa primera experiencia
sexual, mientras el rubio parecía más determinado al momento de tomarlo en su
boca, el azabache se comportaba algo más tímido, preocupado quizá por hacerlo
bien.
Sí,
son algo torpes e inexpertos.
Pero
bastante calientes.
Sus
gemidos inundaron la habitación durante minutos. Incluso esas frases con voz
entrecortada pidiendo esperar, deseando alargar el éxtasis lo más posible.
Conocieron el auténtico sabor del líquido preseminal de otro hombre, y también
la peculiaridad de las arcadas cuando se chupa un pene, comprendieron lo
excitante que puede ser masturbar a otro, conocerse sin prisas, sin miedo a los
errores pero sí pendiente de los puntos fuertes.
―
Ng~ Chun. N-no, creo ng, poder soportarlo más. ¡Ng!
―
Está bien, baby. Córrete.
Park
bombeó entonces la caliente, dura y mojada erección. El sonido húmedo era
único, incluso cuando él se masturbaba era diferente, esto era sencillamente
más erótico.
―
¡Chun~! ― Y cuando Kim finalmente se corrió, su semen salió disparado, directo
al rostro de su novio.
Park
cerró los ojos inconscientemente cuando el chorro llegó. Jamás hubiera
imaginado que llegaría el día en que su rostro estaría cubierto por semen. Y no
le asqueaba en absoluto, aunque tampoco negaría que se sentía un poquito raro.
De todas formas, su miembro fue ligeramente desatendido mientras su novio se
recuperaba, pero todavía estaba lo suficientemente cerca para que su cálido
aliento soplara directamente en su endurecido falo.
―
¡Junsu! ― Gimiendo el nombre de su novio, Park no esperó que de pronto le
atacase succionando con fuerza, como si deseara su orgasmo también. ― ¡Ng!
¡Mierda!
Unas
succiones más tarde, Kim se apartaba, sacudió el tronco y recibió en su rostro
la corrida de su novio, tomando con un dedo un poco del semen del azabache con
la intención de probarlo. Pero para cuando quiso hacerlo, la boca de Park ya le
estaba besando con apremio, con mucha saliva y pasión. Acariciando su vientre,
sus piernas, mostrando que quería más.
Tocarse
mutuamente para descargar momentáneamente, estaba bien. Súper bien, era
sumamente placentero y excitante. Pero, una vez que Park comenzó a acariciar
más allá entre sus nalgas, Kim simplemente reaccionó. Pateándole graciosamente
de la cama.
―
¡Ay, carajo!
―
¡Chun, perdón!
―
Me pateaste, ¿en serio, baby?
―
¡Me ha entrado miedo~! No estamos listos para el gran paso aún~.
―
¿Por qué no?
―
¿Acaso sabes cómo hacerlo, Chun?
―
Te dije, más o menos.
―
Entonces es un ¡no! Estoy seguro de que necesitamos más que unas inmensas ganas
de coger~.
―
Joder, cómo es que la palabra coger en tu boquita es tan sexy, ¿eh?
―
Pervertido~. Vamos a concentrarnos en lo importante aquí, Yoochunnie.
―
Ok, que no se diga que soy mal novio. Pero, ¿podríamos tomar un baño antes? Y
cambiarnos, de lo contrario, tu desnudez me va a tener duro todo el tiempo.
―
No estoy desnudo, exagerado.
―
Te veo el pene, y de todas formas, me pones. Vamos, vamos. A la ducha.
Después
de una ducha compartida plagada de besos y caricias, y de insinuaciones
evidentes de Park hacia Kim, la emocionada pareja se sentó en el piso frente a
la portátil del rubio, comenzaron por usar el servidor común y teclearon frases
al azar.
―
Lubricante a base de agua. Casi todos los sitios que hemos revisado lo
recomiendan, así que será ese, Chun.
―
Sí.
―
¿Hay algún condón en particular que uses?
―
Lo hay.
―
Nh.
Park
se mordió la lengua. Tendría que haber fingido un poco al menos, de esa manera
solo parece ser todo un conocedor de preservativos, y en la cabecita de su
novio seguro ya estaba deduciendo el por qué.
―
¿Deberíamos ver algún video de esos?
―
¿Porno? No estoy seguro de querer ver, Chun.
―
¿Nunca has visto uno?
―
El hecho de ser gay no significa que ando mirando todo tipo de cosas.
―
Nada tiene que ver tu orientación sexual, baby. Es algo que los hombres
simplemente hacemos, por eso pregunté.
―
Tuve amigos que me invitaban, pero la vez que accedí, el video que pusieron me
resultó desagradable. Y no porque fuera heterosexual, solo, fue muy incómodo,
así que nunca lo intenté de nuevo.
―
Entonces, ¿cómo te masturbabas hasta ahora?
―
Con, fantasías, creo.
―
¿Qué tipo de fantasías?
―
No te voy a decir~.
―
¿Por qué?
Las
mejillas del rubio se colorearon.
―
¿Soy el protagonista?
―
N-no. Quiero decir, antes de comenzar a salir, no siempre.
La
venita en la sien del azabache palpitó.
No
debió preguntar.
―
No te pongas celoso~ ¡ya dije que fue antes de salir!
―
Ok.
―
Tu cara no demuestra tal convicción, Chun.
―
Tsk.
―
Vamos de compras, ¿o pedimos online?
―
Vamos a una sex-shop. ― Park sonrió con travesura.
Pero
incluso si el azabache imaginó que Kim saldría corriendo en cuanto entraran en
una, contrariamente estaba bastante interesado en algunos productos a la vista.
Incluyendo consoladores y algunos trajes para juegos de rol.
―
¿Te gustaría probar algún día, baby?
―
No. Al menos ahora.
Kim
volteó a ver a su novio, pretendiendo descubrir en la reacción a su respuesta
qué tanto interés tenía en actividades como aquella.
Después
de todo, honestamente no le hace demasiada gracia que Park desee verle en
trajecitos como aquel en rol colegiala, enfermera, maid, y un etcétera bastante
versátil que de todas formas no quería explorar a fondo. Sonrió, sin embargo,
cuando vio a Park alzar los hombros y seguir el camino, atrapado entonces por
la curiosidad alrededor de preservativos saborizados.
―
¿Probamos con estos?
―
Me gusta el chocolate.
―
¿Y lubricante de fresa? ― El azabache añadió, con un peculiar brillito en sus
negras pupilas.
―
De acuerdo.
―
¡Bien!
Kim
estuvo tentadísimo de preguntar por qué el repentino entusiasmo con el lubricante
saborizado, pero por la emoción que le veía a su novio, presentía que acababa
de activar en él una vena pervertida y muy juguetona en la intimidad.
―
¿Debería preocuparme si le interesan cosas como el S&M? ― Pensó,
mirando de soslayo el modesto stand de la tienda con aquella temática.
―
¿Le gustaría dar una mirada más de cerca? ― La voz de la dependienta provocó un
gracioso saltito de impresión en el rubio, que se aferró inconscientemente al
brazo de su novio mientras miraba con aprehensión a la chica en cuestión, que
dicho sea de paso, era muy bonita y vestía un provocativo vestido rojo.
―
A mi novio no le interesa, señorita. Pero llevaremos esto. ― Park dijo,
mostrando entonces un paquete de preservativos y una botellita de lubricante.
El
rubio casi baila la macarena en ese preciso momento. Porque para él no hay nada
más romántico que ver ese porte receloso en el azabache. Particularmente si es
delante de una mujer que, meses atrás, probablemente se habría convertido en un
interés sexual para Park. Por eso, cuando la voz del azabache dijo tan
claramente “novio”, Kim no pudo más que enamorarse otro poco.
Y
la señorita, bueno, ella cumplió con su trabajo y luego se despidió de los
clientes con cortesía. Honestamente, a veces le daba un tanto de envidia
atender clientes tan atractivos y lejos de su alcance.
…
Con
todos los materiales adquiridos, Kim y Park estaban listos para
comenzar. A practicar al menos. Así que ahí estaban, sentados frente a frente
sobre la cama, con los condones y el lubricante en medio.
―
¿Seguro que quieres comenzar ahora, baby?
―
Sí, ya que necesitamos práctica. Mucha práctica, ya leímos un montón que al
principio puede ser doloroso. Y ya te probé en mi boca, Chun, si no
recibo la preparación adecuada. ― El rubio hizo un gracioso gesto de
estremecimiento, ganándose una sonrisilla entre nerviosa y entusiasta de parte
de su novio. ― Puedo confiarte mi trasero, ¿verdad?
―
Claro que sí. Lo trataré como lo que es, un tesoro invaluable. ― Dijo, haciendo
tal gesto con sus manos que su novio terminó dándole un almohadazo.
Obviamente,
tiene vena pervertida.
Antes
de eso, Kim ya había pasado unos días practicando la limpieza previa. Después
de todo, no es como si la cavidad anal tuviera precisamente una función sexual,
aunque, han leído también, tiene esas fibras sensibles al placer que lo han
convertido justamente en una parte anatómicamente receptora de éxtasis.
―
¿Te puedo desvestir?
―
Bueno. Pero hoy solo vamos a practicar lo de la dilatación, no vayas a tocarme
adelante~.
―
Ok, ok.
Tras
sacarle los pantalones y la ropa interior, Park dejó que su novio buscara la
postura más cómoda sobre el lecho, lo que terminó siendo de pecho a la misma. Que
le mostrase de esa manera el trasero, honestamente debía ser pecado, ilegal. El
azabache tragó hondo, respiró profundo y se dijo a sí mismo que debía enfocarse
en la práctica, y no en cómo esta vista le excitaba.
―
¿Chun? ― El rubio miró hacia atrás, curioso por la razón que tenía a su novio
callado y sin hacer movimiento alguno.
―
Sí, sí. Ya voy, baby. ― Tras aclarar la garganta y espabilar los pensamientos
más lascivos de su mente, Park tomó entonces un preservativo, uno común de momento,
nada de sabor, y también el lubricante adquirido. ― Vas a sentir frío.
―
Ok.
Derramar
algunas gotas del lubricante justo en la abertura de las nalgas, y comenzar a
frotarlo fue lo inicial. Los estremecimientos del rubio le hacían saber que
estaba incómodo, obviamente temeroso. No es como si poner algo dentro de su ano
fuera sinceramente tan tentador. Todo y que sabe que ya pasó por la limpieza
con el enema.
―
Voy a comenzar, ¿bien, Junsu?
―
Sí~.
Valiéndose
del condón, y un poco más de lubricante, Park finalmente comenzó a empujar el
índice en la cavidad. La resistencia fue obvia, la incomodidad de su novio,
también. Así que el azabache simplemente continuó frotando el lubricante,
presionando suavemente de tanto en tanto hasta que finalmente la primera
falange entró.
―
¡Ngh!
―
¿Duele?
―
Estoy bien, Chun.
―
De acuerdo.
Conseguir
que las otras dos falanges ingresaran fue el reto. Todo porque Park estaba
siendo meticulosamente atento, procurando el menor dolor posible. Los jadeos y
gemidos de Kim le advertían el ritmo a seguir, o el momento en que rozaba aquel
famoso punto más sensible en su interior.
―
¡Ng~! ― Incluso Kim se sorprendió de ese gemido. Y de los espasmos que
sacudieron brevemente su cuerpo.
―
¿Fue tu próstata?
―
T-tal vez~.
―
Voy a intentar golpear ahí de nuevo.
―
¡Ng~!
―
Ah, lo tengo.
Sonriendo
casi con perversión, Park comenzó a presionar la yema de su dedo en ese mismo
punto, provocando incluso que el cuerpo de su novio se sacudiera en placer.
Curioso, el azabache llevó una mano al frente, alcanzando el erecto miembro.
―
Así que realmente se siente bien, eh.
―
¡Ng, Chun~! ¡No me toques ahí~!
―
Pero te vas a sentir aun mejor, baby.
―
¡Nuu~!
De
todas formas, Park no le hizo caso y continuó estimulando, atrás y adelante. Su
siniestra estaba ocupada masajeando el erecto falo, mientras la diestra
mantenía un dedo dentro del apretado agujero. Algunos minutos después, Kim
sintió algo empujar con más fuerza en su interior, era el segundo intruso
intentando colarse. Gimoteó incómodo pero no detuvo a su amante, estaba seguro
de que podía soportarlo. Pero cuando hubo un poco más de presión, el rubio
simplemente no lo soportó más, y, literalmente, apartó el trasero, gimiendo en
dolor por el repentino movimiento y la consecuente caída de su cama.
―
¡Junsu! ¿Estás bien?
Kim
miró a su novio desde abajo, luego se dio cuenta de que sus piernas estaban en
parte sobre el lecho y su espalda contra el piso. Lo que era todavía más
vergonzoso es que podía ver perfectamente su falo colgando contra su pelvis,
húmedo y con algo de flacidez, la sorpresa y el dolor habían alejado la
excitación.
―
Estoy bien.
―
Perdón, fue mi culpa.
―
No, solo, avisa cuando vayas a poner otro dedo.
Tras
ayudarle a levantarse y verificar que no se hubiera lastimado, el resto fue
solo tocarse mutuamente para liberar la tensión y reafirmar su amor. Sí, bueno,
un poco de pretexto para evitar la vergüenza que ambos sintieron tras el primer
intento fallido.
Después
de ese día vinieron más, poco a poco la pareja se fue acoplando entre sí y
fortalecieron la confianza. Tras un par de semanas practicando, Park finalmente
podía meter tres dedos en el interior de su amante, sin que Kim sintiera que
moriría en el intento. Por supuesto, cumplido el objetivo de prepararle sin
dolor, lo siguiente era el gran momento del verdadero sexo anal.
Así
que ahí están de nuevo, tras una cita romántica con cena a la luz de las velas
y una copa de vino tinto, enfrascados en los juegos previos con caricias,
besos, chocolates y más vino. Sobre la mesa de noche, otra botellita de
lubricante sabor fresa y los condones saborizados. El atuendo que cada uno
vistiera para la ocasión especial, tirado sobre el piso; solo los bóxer
ocultaban la desnudez que estaba próxima a revelarse.
―
Ng~ Chun~. ― Kim jadeó extasiado por la lengua traviesa trazando caminos en su
cuello, hombros y clavícula.
―
Esta noche, haremos el amor por primera vez, Junsu. ¿Estás listo?
―
Sí, Chun.
Compartir
una mirada cómplice, sonreír y unir sus bocas una y otra vez. Ambos saben que
tienen todo el tiempo del mundo para este momento, para compartir esa primera
vez para la que se han estado preparando concienzudamente, porque saben que es
un paso importante, es más que sexo o placer carnal. Realmente quieren unirse
en cuerpo y alma, fusionar los sentimientos y compartir cada emoción producida
mientras danzan la misma melodía.
Park
llevó sus labios hacia el sur, lamiendo los rosados pezones, chupándolos
gentilmente mientras los huesudos dedos acarician el costado. Más abajo,
delineando la silueta en la cintura, jugueteando con el elástico del bóxer y
siguiendo la línea hacia atrás, amasando el glúteo derecho y continuando cuesta
abajo hacia el frente por los muslos y hasta las rodillas.
Kim
jadeó, gimió y suspiró el nombre de su amante constantemente, temblando de
expectación y placer. De ese sentimiento que viene cuando se siente valioso,
precioso, atesorado.
―
Ah~. ― El rubio jadeó excitado, arqueó ligeramente la espalda y entrecerró los
ojos.
Park
le miró desde abajo, consciente de que ha sido esa caricia más atrevida que ha
dejado contra su vientre lo que le ha estremecido. Sonrió lascivo y finalmente
le bajó el bóxer lentamente, exponiendo primero la punta fálica de su
endurecido miembro. Kim miró hacia abajo, con las mejillas coloradas y el
corazón a mil por hora.
―
¿Te gusta la vista, baby? ― Park preguntó con tono pícaro, soplando contra la
cabeza expuesta.
―
Ng~ sí. ― Admitió, abriendo un poco más sus piernas, como si así le diera más
espacio a su novio para acomodarse entre ellas mientras le practica un oral.
―
¿Puedes girarte para mí, baby?
El
rubio asintió, y giró sobre su estómago, dejando que en el transcurso su ropa
interior finalmente fuera retirada. La suavidad del roce de su cuerpo desnudo
contra las sábanas le hizo suspirar, consciente entonces de la sensibilidad que
ya palpita por toda su anatomía.
―
Levanta la cadera, Junsu. ― El azabache susurró, deliberadamente, contra su
oído, mordisqueándole la oreja y luego descendiendo nuevamente con besos y
pequeñas lamidas por toda la espalda.
Concentrándose
unos momentos en las nalgas, en la ingle y los muslos, llevando la diestra
hacia el vientre de su rubio amante, acariciando sus pectorales y más allá
hasta su pecho; frotando los pezones o presionándolos entre sus dedos. Todavía
sin tocar su pene o la cavidad entre sus nalgas. Estimulándole los sentidos del
tacto y la audición más que los otros, porque sus caricias y sus palabras le
tenían ardiendo de placer, con la piel febril y los oídos encantados.
Luego
finalmente esas atenciones que más encendían al rubio, el azabache derramó
lubricante contra el orificio anal, pero en lugar de la fricción de sus dedos
que Kim esperaba, sintió algo más húmedo y caliente contra su piel. Park ha
comenzado a lamerle, saboreando sí el lubricante saborizado por primera vez
desde que habían comenzado a practicar cómo dilatarle.
Además,
Park continuó masajeando el pene de su novio, jalándolo hacia atrás y
provocándole más gemidos, algunos de ellos amortiguados contra la almohada en
donde se ha recostado, sintiendo ligeros temblorcitos que estimulan todavía más
sus placenteras sensaciones.
―
Chun~. ― Gimoteó, contorneándose involuntariamente cuando sintió la presión y
un dígito en su interior acompañado de esa misma humedad de antes.
Sabe
que la lengua de su novio ha comenzado a juguetear en su cavidad anal,
profanando junto al dedo intruso su interior, cada vez más húmedo de saliva y
lubricante, caliente y palpitante. Sentía vergüenza, pero sobre todo
excitación, no iba a negarlo, se sentía increíblemente bien. Erótico, sexy,
apasionado.
Park
apartó su lengua, metiendo y sacando entonces únicamente ese primer dígito
hasta acostumbrarle, después añadió el segundo dedo, avisándole previamente a
su amante, susurrándole al oído con esa voz ronca que sabe pone un poquito más
a Kim. El chapoteo de sus intrusos los estimulaba a ambos, como si estuviese
enfatizando el momento, ese que saben bien no quedará únicamente en
masturbación anal, sino que irán más allá.
―
No tengo suficiente. ― El azabache dijo.
Y
unos instantes después, Kim estaba nuevamente de espaldas en el lecho, con su
espalda apoyada en parte en los muslos de un Park arrodillado que ha enterrado
nuevamente la cabeza entre sus piernas, lamiendo su erecto falo mientras sus
dedos empujan lubricando y dilatando la entrada.
―
Ngh~ Chun. ¡Ng!
Kim
gemía, se mordía los labios y jadeaba. Park ha encontrado su próstata y no duda
en estimularle al mismo tiempo en que le masturba. Una parte de su mente quiere
gritarle que pare, que es demasiado y no quiere terminar tan pronto; pero otra
porción de su cerebro está fundido en gozo, deseoso de más de esas electrizantes
oleadas de placer, ansioso por el éxtasis. Así que es un manojo de placeres que
se retuerce dominado por la implacable voluntad de su amante.
Park
sabe que está bien, dejarle correrse una vez lo hará todo aun más excitante.
Así que continúa en la labor, succiona el pene del rubio con calma al
principio, un poco más fuerte después, pero cuando siente ese saborcito en las
paredes bucales, retrocede y lo abandona pero en cambio lleva su lengua al ya
dilatado pasaje, lamiendo su caliente y mojado interior, degustando el dulce
sabor fresa del lubricante.
El
miembro de Kim palpita mientras permanece erecto, alzado y rojizo de la punta
da una vista peculiar debido a su postura actual, semiacostado en los muslos de
su amante y el lecho. Kim le observa desde ahí, y siente un poquito de
vergüenza pero más de placer. Se siente tentado de masturbarse, pero decide
renunciar a la intención cuando se da cuenta de que hay cierto gozo en alargar
el éxtasis. Además, quiere ver hasta dónde el instinto sexual de ambos puede
llevarles en esa primera vez.
Después
de un rato la lengua del azabache retrocede nuevamente, en cambio sus ojos
brunos admiran casi con embeleso la forma en que el dilatado anillo se expande
y se contrae, casi invitándole a entrar en él. Y es solo entonces cuando nota
su propia erección, el bulto bajo su ropa interior es prominente, e incluso ha
exudado ya líquido preseminal.
―
Chun~. ― Kim le llama, advirtiendo la erección de su novio le seduce con la
mirada.
Y
de un momento a otro está a gatas sobre la cama, con su rubia cabellera
enterrada en la pelvis del azabache. Habiendo retirado apenas el bóxer lo
suficiente para tomarle en su boca.
―
Ng, baby. ― Park gime, y entierra sus dedos en los sedosos mechones mientras
disfruta del sexo oral que se le ofrece con maestría.
Y
es que pareciera que Kim ha aprendido más que bien sus zonas más erógenas en el
pene, sabe bien dónde y cómo lamerle. Dónde y cómo chuparle. Dónde y cómo
acariciarle. Incluso si le roza con los dientes que casi pareciera que va a
morderle en cualquier momento, esa sensación a peligro provoca en el
azabache cierta sensación de placer indescriptible, probablemente porque le arropan
los labios y le roza la lengua, quizá porque desde arriba, la expresión de su
rubio novio luce sumamente concentrada y se vuelve más erótica su figura sonrosada,
los mechones desordenados comenzando a pegarse a su frente sudada. Quizá por la
forma en que sus mejillas se mueven conforme le succiona, probablemente por esa
sensación al tocar el fondo de su garganta y provocarle arcadas. Arcadas que
lejos de detenerle o hacerle retroceder, solo aumentaban su salivación y
motivaban sus succiones.
―
Eres tan sexy, Junsu. ― Con voz áspera, Park dijo mientras acariciaba su mentón
y notaba el brillo en las pupilas almendradas aumentar.
Casi
pareciera que a su novio le gustaba recibir esa clase de palabras, cual si
fuesen halagos hacia su técnica. Park sintió un pinchazo en el vientre bajo, y
su pene exudó otro poco en la boca de Kim.
―
Baby, ¿puedo hacerlo en tu cara? ― Preguntó, acariciando entonces los pómulos,
sintiendo su propio pene debajo de ellos, llenándole por completo.
Kim
sacó el miembro de su boca, lamió la punta con angelical expresión (erótica a
ojos del lascivo azabache).
―
¿Quieres dejarlo salir en mi cara, o en mi boca, Chun?
―
Difícil decisión, baby.
El
rubio soltó una risita, luego le lamió de nuevo desde la base hasta la punta,
enredando la lengua ahí mientras sus dedos juguetean con los testículos y le
provoca más placer.
―
Pero Chun, también te quiero aquí. ― Dijo, llevando la diestra a su
trasero y metiendo dos de sus dedos en la cavidad antes dilatada.
Al
verle, Park sintió otro pinchazo en el bajo vientre. Si seguía provocándole de
esa manera, en cualquier momento realmente podría explotar.
Chasqueando
la lengua, el azabache no tuvo mucho para pensar, en aquel momento volverse uno
con su novio era prioridad, aunque por un momento haya sido seducido por otros
deseos.
―
De acuerdo, también quiero estar justo ahí, baby. ¿Qué tal si lo pones
por mí? ― Dijo, mostrando uno de esos condones sabor chocolate que habían
comprado desde mucho antes.
Kim
sonrió seductor. El azabache aprovechó la sensual hipnosis y retiró del todo su
propia ropa interior en tanto su novio tomó el preservativo, retiró la
envoltura y después usó su boca para colocárselo a su novio. Park casi se corre
en esos instantes.
Incluso
una vez puesto el preservativo, el rubio continuó lamiendo el tronco de su
novio. Park quería decirle que parara o se correría en cualquier momento y
sería un desperdicio, pero la forma en que Kim estaba tan concentrado lamiendo
su pene como si fuera un helado de chocolate, le tenía embobado y perdido en
éxtasis.
La
lengua del rubio entonces fue acompañada por sus labios, y casi sin darse
cuenta, terminó metiéndole en su boca otra vez, chupando y succionando,
metiéndolo hasta su garganta y lagrimeando un poco. Era su imaginación, ¿o se
había endurecido incluso más?
―
¡Mg! ¡Junsu! ― Park clamó con un gimoteo casi ahogado, ronco y profundo.
Sus
puños se cerraron por un instante hasta blanquecer sus nudillos, cual si así
pudiera contener todas esas oleadas de placer que le estaban arrastrando al
final con vertiginosa excitación.
―
Baby. ― Gimió apretando la mandíbula, cerca, demasiado cerca del orgasmo.
Kim,
por supuesto, no escuchó el aclamado pedido de “detente” en la voz de su novio.
Succionó dos, tres, quizá cuatro veces más y luego algo se sintió diferente en
su boca. La sensación de algo derramándose dentro pero sin ninguna
sustancia viscosa que llenara sus paredes bucales y garganta. Además, se sentía
más caliente y palpitante. En aquel momento algo de conciencia se hizo espacio
en su mente, retrocedió y soltó el falo de su novio con un curioso chapoteo. Al
levantar la vista finalmente lo vio.
Respirando
pesado, con el cuerpo tembloroso y las brunas pupilas dilatadas, el rostro
colorado, así como el pecho y el cuello. Una gota de sudor resbaló por el contorno
de su mandíbula y siguió el camino hasta el cuello, marcando una erótica línea
hasta su pronunciada manzana de adán. Kim tragó hondo y sintió un latigazo de
excitación solo con esa panorámica. E inconscientemente comenzó a masturbarse
otra vez, adelante y atrás.
―
Chun~. ― Gimoteó, prácticamente sin darse cuenta, estaba suplicando por
atención.
Park
se le quedó viendo sin apenas controlar su ritmo cardíaco, se relamió los
labios y limpió el sudor de su frente que amenazaba con entorpecerle la mirada.
Kim siguió masturbándose, bombeando su erecto y rosado pene al mismo tiempo en
que estimulaba su próstata con sus propios dedos.
―
Yoochunnie~. ― Gimió de nuevo, algo más lloroso y extasiado.
El
azabache se sacó el preservativo, lo ató torpemente y lo tiró por ahí con
descuido, apresurándose en ponerse uno nuevo antes de empujar a su novio y
entrar en él sin más preámbulos, fusionando los labios en un ardiente beso para
luego comenzar a moverse.
―
Ng~. ― Ambos gimieron.
Aunque
con un poco de oído audaz y más racionalidad, la pareja se hubiera dado cuenta
de que el gemido sonaba ligeramente diferente. Mientras la voz del azabache era
de plena excitación, la de Kim iba acompañada de ligera incomodidad. Sin embargo,
estaban tan metidos en lo suyo que ninguno fue consciente de aquel pequeño
cambio.
Las
embestidas de Park fueron profundas, fuertes, frenéticas. Incluso si acababa de
correrse, increíblemente se había puesto a tono otra vez al mirarle, y era esa
excitación la que lo impulsaba. Para Kim, esos movimientos se sentían casi
feroces en su interior, y era como si algo duro y caliente estuviera
arremetiendo hasta sus entrañas.
―
Ahh~ ng~.
―
Mmg.
Besos
húmedos, mucha saliva y pasión. Sus ojos se encontraron entre beso y beso,
sonriéndose con aquellas apasionadas miradas, no había espacio para nada más
que placer. Así que Kim no se dio cuenta de cómo se aferró su espalda ni de los
rasguños que dejó en ella. Del mismo modo en que Park involuntariamente embistió
con frenesí sin apenas recordar que esta es la primera vez que van hasta el
final, y que el tamaño como grosor de su pene no son realmente comparables con
el de sus dedos, incluso si practicaron usando tres de ellos.
―
Junsu.
―
Yoochun~.
Gemir
el nombre del otro una y otra vez, limitarse a una sola postura durante el acto
sexual, perder el control, ceder al placer embotando los sentidos. Todo aquello
era simplemente el curso natural del amor fusionado con el placer, como una
perfecta armonía entre danza y melodía. Que sonaba quizá demasiado rápido para
ambos. Porque cuando el orgasmo los abrazó, ni siquiera estaban listos para ello.
El semen del rubio se derramó contra su torso y pecho, más cuando ese vórtice
de emociones lo acorraló y se aferró a la espalda del azabache pegándole por
completo a su cuerpo, el mismo se le había pegado al torso de él. Al mismo
tiempo, Park había sentido cómo se contraía el ano de su amante exprimiendo su
pene, su semilla, algo más ligera que la anterior, quedaba en el preservativo.
Los
espasmos sacudieron a la pareja durante algunos instantes, y para cuando Park intentó
salir del interior de Kim, la resistencia de la cavidad anal y el gritito de
dolor advirtió a ambos de que algo probablemente no había ido del todo
bien.
―
Estoy bien, Chun. ― Kim dijo, algunos momentos después del orgasmo mutuo.
Y
es que Park se había apresurado al baño por una toalla mojada en agua para
limpiarle, pero en ese momento tenía expresión preocupada.
―
Está irritado, baby. Fui demasiado brusco.
―
Yoochun ah, mírame. ― Dijo firme, dulce, suave. Cuando los ojos negros de su
novio se encontraron con los suyos, sonrió. ― Estoy feliz, acabo de hacer el
amor con el chico que amo.
Park
sonrió también, de pronto lleno de esa felicidad de la que su novio habla. Se arrastró
hasta su lado y besó dulcemente sus labios.
―
Yo también estoy feliz. Te amo, Junsu ah. Te amo.
Luego
una lluvia de besos, de sonrisas y cuerpos abrazados que olvidaban el pequeño
contratiempo de la pasión.
―
¿Tomamos la ducha juntos, Chun?
―
Sí, voy a limpiar muy bien este precioso tesoro. ― Dijo, acariciándole entre las
nalgas.
―
Chun~. ― Avergonzado, el rubio escondió el rostro contra el cuello de su
amante.
En
la ducha, Park realmente le limpió concienzudamente, le llenó de besos y
prometió ser más cuidadoso la próxima vez.
―
Yoochun ah.
―
¿Mh?
―
Estás duro.
―
Ignóralo, bajará en un momento.
―
Chun, la verdad es que. ― Mordiendo su labio inferior, el rubio levantó el
rostro de su amante sujetando su mentón. ― Quiero hacerlo de nuevo.
―
Yo no creo que…
―
Por favor~. Chun, y esta vez, hazlo muy despacio desde que entres en mí~.
Ah,
Park está seguro de que ese lado adorable de su novio era también su perdición.
Le hacía pecar de formas impensables con esa carita de ángel y la mirada lacrimosa
que acentuaba su aire inocente y erótico.
Despacio,
Park le lubricó nuevamente, se colocó un condón y mientras Kim se apoyaba en el
azulejo e inclinaba la espalda separando las piernas, ambos sintieron un latigazo
de excitación.
―
Dime si duele, Junsu.
El
rubio asintió, y respiró profundo cuando sintió el trozo de carne caliente y
dura que comenzaba a entrar.
―
¿Estás bien?
―
Sí. Sigue~.
Lento,
consciente, cariñoso. Así fue como Park profanó por segunda vez la caliente y
mojada cavidad anal de su novio. Por primera vez, Kim fue consciente de la
sensación del roce, de la forma en que su interior parecía dilatarse para
recibirle. Y honestamente, se sentía muy bien.
―
Ng~, Chun~.
―
¿Te gusta?
―
Sí~. Lléname~.
―
Deja de provocarme, baby. ― Dijo.
Y
es que estaba haciendo un gran esfuerzo para contenerse, para ir despacio,
suave, para no empujar de una y llenarle de una. Era ligeramente tortuoso, de
una forma masoquistamente placentera cabe agregar. Porque la presión de los
anillos carnosos alrededor de su pene era sofocantemente excitante. Así que
descubrió que embestir lento, despacio y suave también le ponía a mil.
Llenar
de gemidos la ducha luego podría darles vergüenza, pero en ese momento ni pizca.
Armonizaron sus movimientos otra vez. Hicieron el amor sin prisas, compartiendo
besos húmedos y caricias tiernas. Park le masturbó gentil, consintió la punta
mientras empujaba la pelvis, le acarició las nalgas y las piernas, el vientre y
los costados, llenó de besos sus hombros y lamió la nuca.
Cuando
el orgasmo liberó nuevamente la tensión sexual de sus cuerpos, el semen del
rubio quedó mayormente en la mano del azabache. Y cuando Park salió del
interior de su novio, Kim suspiró cómodo, notando cómo todavía palpitaba dentro
y se sentía caliente.
―
Déjame hacerlo, Chun. ― Dijo, y fueron sus dedos los que retiraron el condón de
su novio, lo ató con cuidado y lo tiró en el cesto de basura en la ducha.
El
azabache lo siguió con la mirada.
―
Junsu ah, ¿siquiera eres consciente de lo adorablemente erótico que eres?
―
¿Eh?
―
Ven aquí, y deja de actuar adorable o no saldremos nunca de la ducha.
―
¡Chun~!
Minutos
más tarde, ambos estaban metidos bajo las mantas, frescos y animados
compartiendo besos en medio de un abrazo, la noche estaba entrando en la
madrugada y el silencio de la ciudad era bastante obvia. Y ellos, bueno, ellos
estaban enamorados, iniciando el largo camino de un noviazgo que duraría toda
la vida.
FIN
Longshot debería haber puesto en la entrada xD
Lo estuve compartiendo en mi fb personal, pero lo dejo aquí para quien no me siga allá, y para quienes quieran releerlo de principio a fin ;D
Ya Ne!
Hahahahq que patadon xD me gusta este yoochun inexperto aprendiemdo junto al baby *---*
ResponderBorrarTe adoro por hacer que mi Ratón saque todo el arsenal tratándose de su Delfín , ya sea que esté en modo "experto"o en modo "vamos a regarla juntos que lo gozado nadie nos lo quita"
ResponderBorrarPorque no lo había leído?? Porque, porqueeeeeeeeee!?
ResponderBorrarGracias Feli, estuvo muy bueno