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Parte 7. De inevitables hormonas
adolescentes a decisiones inmaduras de pre-universitarios.
Cuando
Kenma sintió la rugosa lengua de su amigo pasearse por su nuca, notó un
escalofrío recorrerle el cuerpo entero, y la piel se le erizó al instante. Por
si fuera poco, el sonido de un jadeo había vibrado en sus labios, y las
mejillas le ardían cual brazas de fuego. O algo así.
—
Kuroo, ¿qué estás haciendo?
—
Lamerte.
—
Detente, eso no… — Otra lamida, esa vez trazando el camino que inicia en su
espina dorsal, le hizo temblar de pies a cabeza y el jadeo que dejó libre fue
incluso más alto que el anterior… — Ng, Kuroo.
—
¿Te excita esto, Kenma? — Preguntó con aire pícaro, lamiendo una vez más la
piel del otro, entonces el sendero hacia el costado, subiendo por ahí hasta que
curveó el camino y alcanzó el pecho ajeno, topándose con un montecito canela
que no dudó en atrapar con sus dientes.
—
Ng, basta Kuroo. En serio… — Atinó a decir, aunque no había demasiada convicción
en su planteamiento puesto que continuaba ahí, de pie sin hacer el mínimo
movimiento para zafarse o escapar de alguna manera.
—
Tu boca podrá decirlo, pero tu cuerpo lo está aceptando muy bien, Kenma… — El
peliazabache sonrió lascivo, mirándole desde su posición mientras atacaba con
sus labios el pezón del minino y una
de sus grandes manos encontraba camino entre sus ropas inferiores hasta la
entrepierna de éste, atrapando con sus dedos la punta de su pene.
—
Kuroo~ ngh… — Gimoteó entrecerrando los ojos, suspirando y notando cómo se le
aceleraba el pulso con los toques de su amigo. ¿Amigo? ¿Esta clase de actos los
hacen amigos de una forma tan natural como lo siente él?
—
Sólo siéntelo, Kenma.
Y
fue así como los minutos siguientes pasaron sin más frases elaboradas, palabras
sueltas sin coherencia alguna, gemidos vibrantes y suspiros calientes. Todo
mientras Kuroo bombeaba la erección de Kenma y disfrutaba de su piel lamiendo,
besando y mordiendo donde le placía; la mano libre permanecía asida a la nuca
del más bajo, y sus labios encontraban fácilmente el camino hacia su boca para
devorársela como si la vida le fuese a depender de cuán complacido pudiese
dejarle con sus besos.
Naturalmente,
los sentidos de Kenma comenzaron a embotarse, perdió noción de todo a su
alrededor pues solo tenía espacio en su cerebro para pensar y sentir el placer
que Kuroo le estaba proporcionando con sus manos y su boca. Kenma estaba tan
perdido en disfrutar, que su cuerpo poco pudo reaccionar en favor de aquél que
tan bien le estaba tratando. Sus manos apenas fueron capaces de anclarse a los
antebrazos del peliazabache, pero solo para no perder la compostura y caer al
piso cuando las rodillas comenzaron a flaquearle. La palma de Kuroo se sentía
tan caliente contra su erección que se sentía sofocado, y la forma en que le
masajeaba amenazaba con hacerle llegar al clímax en un santiamén.
Kuroo
admiró el rostro de Kenma, sus ojos vidriosos por el placer, el contorno
sudoroso y las mejillas arreboladas de carmín, sus labios húmedos por sus
besos, su respingada nariz aspirando cada vez con más fuerza cuando se mordía
los labios para no gemir alto.
—
Un neko erótico… — Murmuró para luego arropar una vez más con sus labios los
ajenos.
Y
presionar al tiempo la base del miembro de su amigo teñido, bombear hacia
arriba con la misma tensión y sentir el tronco caliente henchido en su máxima
expresión. Cerca, tan cerca del final, que él tuvo el pensamiento de hincarse y
tomar en su boca la semilla del más bajo. Pero no pudo contra sus propios
deseos, besarle era demasiado exquisito como para apartarse, y su mano también
parecía reacia a abandonar el pene pues su misión era arrastrarle a la gloria.
Una gloria que Kenma abrazó instantes después, cuando la tensión de su bajo vientre
le hizo saber que terminaría. Kuroo rompió el beso y Kenma, él solo pudo gemir.
—
Kur-ngooh~
Entre
gemir el nombre del peliazabache y perder en el camino el pensamiento de
avisarle, Kenma alcanzó el éxtasis, ensuciando la mano de Kuroo al hacerlo. Y
de paso, también su ropa interior puesto que todo había sido sin haberle sacado
ninguna prenda más. Kuroo deslizó la mano que tenía en la nuca de Kenma hasta
su cintura para sostenerle mientras los espasmos del orgasmo le recorrían, al
mismo tiempo sacó su mano de entre los pantalones deportivos de su amigo y la
observó. El semen de Kenma estaba entre sus dedos y contra su palma, la acercó
a su boca pero antes de que pudiera probarle, Kenma ya le había detenido.
—
Eso debe ser asqueroso y antihigiénico, Kuroo.
—
No importa, yo quiero.
—
De ninguna manera. Lávate. Mh, y yo, tomaré la ducha otra vez por tu culpa.
Kuroo
se quedó entonces con un “palmo de narices”, Kenma se había internado en la
ducha sin más, sin pedir explicaciones ni emitir comentario alguno. ¡Acababa de
masturbarle!
—
Oh bueno, creo que esa actitud pega más con su personalidad… — Dijo para sí con
una sonrisilla traviesa, de pronto ha vuelto la mirada hacia la ducha. ¿Y si
entraba con Kenma?
…
Todo
estaba definitivamente fuera de sus proporciones naturales, y el apocalipsis
seguramente se avecinaba. O algo parecido. La cuestión en todo esto es que la
escuela estaba experimentando uno de los momentos más problemáticos de toda su existencia. Y vaya que es una escuela
antigua, con un prestigio que custodiar y una historia digna de su título como
“la mejor” a nivel regional. A saber, varias circunstancias hacían de la
escuela un lugar de tensiones para sus estudiantes. Si ya de por sí lidiar con
adolescentes era todo un reto para los profesores, hacerlo con aquellos cuya
personalidad agregaba un extra de dificultades ponía todo “patas arriba”.
Comenzando
por la cantidad de muebles que han salvado su integridad por mera suerte este
día, ya que el líbero del club de voleibol, Yaku, la ha pasado de un humor de perros peor que nunca. Según
los rumores que se extendieron vertiginosamente por los pasillos, se debía a un
ramo de rosas regalado a primera hora del día, junto a una propuesta de
matrimonio. Naturalmente, la anécdota había sido exagerada ya, que la propuesta
ha sido mera ilusión de alguien en medio de los rumores. El caso era que al
líbero no le sentaba en gracia que cada dos pasos alguien más le preguntase por
su “prometido”; o peor aún, que murmurasen a sus espaldas sobre situaciones
íntimas que ni siquiera ha vivido.
—
¡Dejen de fastidiar, malditos idiotas!
Y
ahí estaba de nuevo, lanzándose cual gato enojado directo a “atacar” a otro par
de sujetos que han mencionado algo sobre “con razón que tiene tan buen trasero”
que le había crispado la paranoia que ya se cargaba. Buena suerte hubiesen
tenido los culpables de desatar su furia –aunque en éste caso y sin temor a
equivocarse, se han convertido en víctimas
por el simple hecho de que Yaku enojado, honestamente era de temer– si el
líbero solamente hubiese actuado como minino dejándoles algunos rasguños, pero
no; Yaku era bueno con las piernas, sus patadas eran poderosas, y los puñetazos
de sus manos parecían de auténtico boxeador. La cosa no se había puesto más fea porque, justo cuando Yaku tenía
a un sujeto en cuestión en el piso, uno de los profesores había ido a
separarlo. Obviamente, Yaku ha terminado con tremendo llamado de atención, y
una suspensión por una semana del club de voleibol.
—
¿Yaku-san?
—
Tú, eres exactamente la persona que menos quiero ver en éste momento.
El
alto muchacho se mordió el labio inferior, se ha enterado de todo lo que ha
pasado, y naturalmente se siente culpable.
—
¡Lo siento mucho, Yaku san! — Exclamó, inclinando el cuerpo noventa grados.
—
Deja de hacer el idiota, no puedo lidiar con un problema como tú… — El tono de
voz del líbero era de claro enojo. Y el de ojos verdes no tenía razón alguna
para tomar eso a la ligera. Esta vez realmente la había “cagado”.
—
Yaku-san…
—
¿Qué? ¿Tienes acaso algo más para decir? Déjame en paz, Lev… — Tan hosco y
arisco, que el larguirucho realmente le dejó pasar de largo por el pasillo.
Takeda
sensei estaba parado en el umbral de la sala de profesores, ha alcanzado a
enterarse de la “discusión” entre los adolescentes. Le da un poco de pena lo
sucedido, sin embargo admitía que ambos tenían parte de culpa. Lev debía
aprender a demostrar sus afectos de formas menos extravagantes. Y Yaku a
controlar su temperamento.
—
Lev-kun…
—
Ah, Takeda-sensei… — El mestizo se apresuró hasta el profesor, aunque llevaba
el semblante sombrío. Y eso era realmente raro en él, que desde que llegó se
había caracterizado por ser escandaloso (en muchas formas, alardear de su amor
por Yaku Morisuke la más extravagante).
—
Veo que sabes ya que Yaku no podrá ir al club por una semana.
—
Takeda-sensei, ha sido por mi culpa, ¿no hay manera de que el castigo me lo den
a mí en su lugar?
—
¿Tu culpa?
—
Porque yo le envíe el ramo de rosas, y no paro de decir que lo amo. Provoqué su
ira, Takeda-sensei.
—
Yaku-kun es capaz de asumir las consecuencias de sus actos. Aunque haya estado
molesto o frustrado…
—
Furioso… — Corrigió el mestizo con un gimoteo.
—
Bien, aunque hubiera estado furioso, él sabe bien cuáles son las reglas de la
escuela. Pelear para resolver sus problemas no está dentro de ninguna. No te
culpes demasiado, pero si tienes que disculparte entonces hazlo, Lev-kun.
—
No creo que Yaku-san quiera verme ahora. Usted ha visto, estaba tan enojado que
ni siquiera me golpeó, solo pasó de largo de mí.
Takeda
sonrió, los adolescentes tienen muchas formas de ser tiernos. Y meterse en
algunos problemas del corazón que ni siquiera pueden manejar.
—
Déjalo por ahora, mañana será un mejor día, Lev-kun… — Se animó en decir,
palmeando el hombro del mestizo y sonriendo gentilmente.
…
Iwaizumi
estaba que no le quería ni dirigir la palabra a Oikawa. No es que esté
particularmente enojado con él, solo está… Bueno, vale, sí está enojado con él,
pero no porque haya coqueteado con alguna chica, o que le hubiese dejado botado
por ahí, ni mucho menos porque no le hubiese dado la misma cantidad de pases
durante el entrenamiento en el club. De hecho, estaba enojado, quizá también
consigo mismo, porque no se sacaba de la cabeza el hecho de que el apuesto
armador hubiera revelado así como así en sus redes sociales que…
— Lo siento chicas~ ¡he sido atrapado! Mi novia
es de personalidad difícil, así que debo portarme bien u.u
Por
supuesto, el enojo viene por la cantidad de interpretaciones que se le puede
dar a tal declaración (y de paso porque un montón de chicas se le han acercado
solo para cuestionarle por la supuesta novia del armador).
—
Estúpido Oikawa, ¿se hizo una novia y tampoco tiene la decencia de decirme? —
Iwaizumi no quería hacerse ideas equivocadas, pero pensar en sí mismo como la novia tampoco lo convencía mucho que
se diga, por lo que ha omitido aquel pensamiento y decidido blasfemar a diestra
y siniestra contra su “amigo” por no contarle los detalles importantes de su
vida personal.
—
¿Es cierto que Oikawa-san tiene novia? — Kamasaki, uno de los miembros del club
de voleibol preguntó estando en la sala del club cambiándose para iniciar la
práctica del día… — Digo, ya es raro que no esté por aquí, él y tú siempre andan
juntos, ¿no, Iwaizumi?
—
No es como si fuera una regla o algo. Puede hacer lo que le dé la gana…. —
Farfulló malhumorado. Y aunque su mal carácter también suele ser común, los
miembros del club de segundo y tercer año han estado conviviendo con el rematador
lo suficiente como para saber que en ese momento estaba realmente de humor
agrio.
—
¿Estás celoso porque Oikawa se hizo una novia? — Kamasaki preguntó, y la mirada
de Iwaizumi bien pudo enterrarle metros bajo tierra. Pero entonces la puerta de
la sala del club se abrió y por ella entró Oikawa, todo sonrisas hablando con
Futakuchi… — Ah, hablando del diablo.
—
¿Mh? ¿Por qué está tan frío aquí dentro? Brr~ — Exageró Oikawa, tallándose los
brazos como si estuviera congelándose. Paseó su mirada por todos los presentes,
pero la única que realmente parecía que le mataría con su gélida expresión era
la de Iwaizumi… — ¿Qué? ¡Esta vez soy inocente, Iwa-chan!
—
Muérete, Oikawa… — Siseó el rematador. Luego salió de la sala pasándole por un
lado sumamente molesto.
—
En verdad, no sé qué le hice esta vez.
—
Novia… — Murmuraron varios al unísono.
—
¡Eh! Pero… ¡Ah! Iwa-chan~ — El muchacho salió detrás de su amigo con una
sonrisilla en el rostro. Por supuesto, todo ha hecho clic en su cerebro.
—
Qué pérdida de tiempo, ¿podemos comenzar la práctica ya?
—
Claro Kageyama, como tú la estás pasando muy bien con Sho-chan… — Se burló Yuu,
mirando de soslayo a su novio Azumane, ya que ellos también estaban en la etapa
“miel sobre hojuelas” en su noviazgo.
Las
mejillas del menor Kageyama y el menor Kagami se encendieron al rojo vivo, no
se habían imaginado cuán vergonzoso resultaba que todos supieran que estaban en
una relación romántica.
—
Suficiente de cotilleo, vamos a empezar… — Daichi dijo, y su voz como capitán
del club se hizo respetar. Todos se apresuraron al gimnasio, donde el
entrenador Kise les esperaba.
—
Estuvieron a un minuto de llegar tarde, chicos. ¿Qué les toma tanto
últimamente?
—
Los cotilleos en la sala, Kise-san… — Respondió honestamente Yuu.
—
Pues que sean menos, chicos. Vamos a comenzar.
—
Ah, Yaku no ha llegado, Kise-san.
—
Yaku no nos acompañará esta semana ya que fue suspendido por pelearse con unos
compañeros esta mañana… — El mayor dijo con tono severo. Y era claro que él hoy
tampoco sería nada condescendiente con ellos durante el entrenamiento.
Detrás
de todos, Lev tensaba los puños y sentía nuevamente el aguijón de la culpa
clavársele en el pecho. No podría esperar más, en cuanto terminara iría directo
a casa del líbero para disculparse, se arrodillaría y rogaría por su perdón si
era necesario.
A
algunos les llamó la atención algo más esa noche, la mejilla colorada de
Oikawa, y la expresión de miedo de Iwaizumi. Nadie sabía que en los pocos
minutos que tardaron en salir de la sala del club y en lo que llegó el
entrenador Kise al gimnasio, los chicos habían tenido una pequeña discusión.
— Iwa-chan~
— No
me hables, Oikawa idiota.
— No
te enojes, te puedo explicar lo de mi novia, verás...
Nada. Excepto el sonido
sordo de una bofetada que Iwaizumi le había dado a Oikawa con toda la
frustración que le circulaba en la sangre en aquellos momentos.
— Ni
se te ocurra ponerme un dedo encima otra vez, respeta a tu novia. Y respétame
como tu amigo, Tooru.
Que le llamase por su
nombre ya era demasiado. Y por un segundo Oikawa se había quedado tildado en
aquel hecho, por lo que su oportunidad para aclararle las cosas a Iwaizumi se
fue por el caño cuando el entrenador llegó y la hora de la práctica dio inicio.
Pero honestamente, si la bofetada ha dolido, no quiere imaginarse lo que
hubiera sido un puñetazo.
—
Aun así pienso que sus celos son lindos.
¿Soy masoquista? — Había pensado en algún momento durante la práctica de
servicios, levantando el esférico para Lev, aunque poca atención le puso y el
chico terminó errando por completo a la pelota.
—
Hoy están distraídos algunos, tendré que hablar seriamente con Take-chan para
que me ayude un poco con esto.
…
Esa
tarde el entrenador Aida llevó a los chicos del club de basquetbol a practicar
al exterior ya que tenía algunas actividades en mente para fortalecer algunos
aspectos del equipo, como la unidad y el trabajo en conjunto. Después de las
extenuantes horas de calentamiento y ejercicios físicos, estos juegos también
podrían tomarse como minutos de relajación
previo a la segunda ronda que presuponen los juegos prácticos entre ellos para
mejorar sus movimientos y estrategias. Hoy el club de voleibol no estaba
entrenando en conjunto, pero desde ahí podían escuchar la voz de mando del
entrenador Kise y el capitán Sawamura Daichi, además de las voces del resto y
el chirriar de sus tenis en la duela del gimnasio.
—
Muy bien, jugaremos con cuerdas hoy… — El entrenador Kagetora dijo, había en el
piso diferentes tipos de cuerda, unas más delgadas y cortas para salto. Otras
más gruesas y largas con arneses especiales en algunos extremos, unidas en un
punto en común al centro… — Murasakibara, Kagami, Teppei, ustedes serán líderes
de equipo, elijan a sus compañeros, decidan el orden jugando piedra, papel y
tijeras.
Los
muchachos pensaron que era absurdo, pero honestamente que la personalidad del
entrenador Kagetora no era reconocida por su seriedad, aunque sí era recto y
severo con cada ejercicio realizado durante sus entrenamientos.
Murasakibara
sería el primero en elegir, después Taiga y al final Teppei, así sucesivamente
para conformar sus equipos. El de cabellos lilas eligió de inmediato a Tatsuya,
y su ejemplo lo siguieron Taiga y Teppei eligiendo a Tetsuya y Shun
respectivamente. Luego Murasakibara llamó a Sakurai por alguna razón (ya que no
se llevaban particularmente bien y el castaño era considerado de los más
enclenques en el club), y a otros cuantos chicos en el club. Taiga eligió a
Ryouta y Junpei sin pensarlo dos veces, y otros más de sus compañeros aunque
los nombres se los hubiera tenido que recordar su novio porque él era un borde
para eso. Finalmente, con Teppei han quedado Yukio y Aomine, así como el resto
de los miembros del club (esos chicos que de no tienen un puesto titular, pero
que como ellos, se parten el alma cada día en los entrenamientos y esperan su
oportunidad en cada partido oficial por demostrar sus propias habilidades
deportivas).
—
Pero yo quería estar en el mismo equipo que Yukio-senpai~ — Gimoteó el modelo
haciendo graciosos pucheros.
—
No fastidies, Ryouta… — Farfulló el pelirrojo, que no era muy tolerante con los
berrinches que se mandaba el rubio… — Y ni se te ocurra bajar la fuerza en el
juego solo porque tengas flojera de ensuciarte o romperte una uña.
—
¿Por qué estás riñéndome, Taiga~?
—
Te estoy advirtiendo, nada más.
—
Kagami está malhumorado porque hoy Tetsu no le ha dado tiempo de calidad... —
Dijo con tono burlón el moreno. Y es que él tenía sus propias frustraciones (y
no es que tuviera relación alguna con el tipo ese que sigue revoloteando
alrededor de Sakurai, para nada) por lo que de momento fastidiar al mayor
Kagami era su mejor escape.
—
¡Cállate, bastardo!
—
Sigan discutiendo y harán castigos
para mí al final de la práctica, Kagami y Aomine... — La amenaza del entrenador
Kagetora fue más que suficiente para los adolescentes, y es que los “castigos”
del entrenador eran aterradores, eran cansadores y con la probabilidad de no
poder mover un músculo al día siguiente ya que consistían en duplicar cierta
carga de ejercicios en un tiempo limitado… — ¡A prepararse!
…
Residencia
Izuki
Al
momento en que Shun se supo solo en casa, se encerró en la ducha, con una
botella de lubricante, un condón, uno de los vibradores que había adquirido
días atrás con su hermano y, jabones especiales para la higiene rectal. Acababa
de repasar la teoría respecto al sexo
anal y la previa preparación de la zona para el mismo. Claro, no es que él
fuese a tener sexo con su novio esta noche, ni siquiera esa semana o algún día
cercano (mucho menos después de los entrenamientos que se ha mandado
Kagetora-san toda la semana, que aún le duele aquí y allá el cuerpo). Tan solo
estaba siguiendo el consejo de su mellizo y practicaría por su cuenta su propia
sexualidad. Aunque ya de por sí la
palabra como tal abarcase muchos aspectos.
—
Conocer mi cuerpo de esta manera suena tan extraño… — Murmuró para sí,
observando una vez más todos los recursos
necesarios para la experiencia.
Sentado
en el retrete, Shun miraba los objetos en la encimera, acomodados pulcramente
sin un orden en particular. Obviamente el que más pereza le daba era el vibrador, y de todas formas definitivamente
iría al final, si es que siquiera se animaba a usarlo esa noche.
—
Primero debo limpiar la zona, en el libro que consulté decía que también se
podía usar un dedo en caso de no sentirse cómodo con un enema. Bueno, no es que
no me sienta cómodo, no compré uno. De todas formas estoy preocupado por la
seguridad de mi ano ahora, esto es más espeluznante de lo que pensé.
Suspirando,
el menor de los mellizos Izuki se miró sus propios dedos, casi con interés,
como si en ellos pudiera encontrar alguna respuesta. Pero lo único que encontró
fue vergüenza. De pronto mirarse los dedos y pensar que tendrían un uso que
nunca les ha dado, simplemente podía con él y toda la vergüenza de la que era
capaz.
—
La sensación de “masturbarse” así es muy diferente. Cuando me toco el pene se
siente más, natural.
Continuó
analizando, pensando en detalles que justo en ése momento adquirían otras
magnitudes. La vergüenza inicial finalmente fue reemplazada por curiosidad.
Izuki Shun tomó valor y decidió emprender el camino hacia su sexualidad. O
bien, un nuevo enfoque de ella.
Desnudarse
casi fue tarea sencilla –venga que aunque es un ritual ordinario, en ése
instante todo era súper diferente–, luego la pregunta del millón ¿cuál sería la
postura adecuada?
—
Mh, ¿sentado? ¿Acostado? ¿A cuatro? — El mellizo estuvo haciendo cada postura
que mencionaba, buscando en cada una la mejor forma de acceder a su propia
intimidad… — Esto va a ser incómodo en el suelo, así que ni acostado ni a
cuatro, sentado será cansado también… — Luego la bombilla de la creatividad se
le encendió (o algo parecido). Subió un pie en la tapa del retrete donde antes
estuvo sentado y tanteó su cavidad, era relativamente sencillo y probablemente
sería menos agotador (y doloroso tal vez)… — Bien ¡manos a la obra!... ¿O
debería decir dedo a mi…? ¡Oh my god!
No tendría que haberme acordado de los detalles escabrosos.
Honestamente,
para Shun descubrir los placeres que su intimidad puede darle no será tarea
fácil.
…
En
algún hotel de la ciudad
Izuki
Tatsuya sonrió coqueto cuando le mostró a su novio Murasakibara un bote de
crema batida. Por supuesto, no es que estuvieran en casa de ninguno de los dos.
Las enormes ventajas que la altura y garbo del pelivioláceo daba es que lucía
como un adulto, por lo que ingresar junto al mellizo a un hotel, ha sido fácil
–o al menos mucho más sencillo que si ambos lucieran como el par de
adolescentes que son–. Como fuera, la cuestión ahí era que el mellizo estaba
decidido a llegar hasta el final esa vez, quería entregarse por completo a
Murasakibara y sentir que realmente han hecho
el amor.
—
¿Puedo untarla donde quiera, Tatsuya?
—
Donde quieras, Atsushi.
Sonreírle
sensual, desanudar la bata de baño y mostrar su desnudez es solo el principio.
El mayor de los mellizos Izuki serpentea al caminar hasta la cama, sentarse a
horcajadas en las piernas de su novio y depositar un poco de crema en uno de
sus pezones, invitándole a comenzar.
—
Tengo tanta hambre… — Jadeó el más
alto. Y como cada vez que se excitaba, su tono de voz se ha vuelto áspero, y su
mirada intensa. Tatsuya tiembla en expectativa, ansioso por sus besos y
caricias, por todo su calor.
…
Después
de una semana agotadora en el club, Kagami Taiga estaba emocionado. Tendría una
cita con su novio Tetsuya. Y no pensaba dejar pasar la oportunidad de hacer más
que ir al cine y pasear por ahí tonteando en tiendas deportivas. Esa noche
quería recorrer el desnudo cuerpo de su amante hasta saciarse.
—
Como si pudiera encontrar sacio en Tetsuya… — Murmuró para sí, perdido en sus
propias fantasías mientras camina a casa de su novio.
—
¿Qué cosas pervertidas estás pensando hacerle a mi hermano, Taiga?
—
Ah, mocoso. ¿Qué demonios haces a mis espaldas?
—
Fui por leche… — Respondió el menor Kageyama sin más, mostrando el galón que
llevaba en la mano… — Entonces sí piensas hacerle cosas pervertidas a mi
hermano, ¿eh?
—
No hablo de temas de adultos con mocosos… — Farfulló el pelirrojo con el ceño
fruncido.
—
¿Sabes que éste mocoso puede irse de lengua larga y decirle a mamá lo que
quieres hacer con Tetsu-nii?
—
Dices algo y me aseguraré de que tu relación con mi hermanito termine de forma
que nunca podrás acercarte a Shoyo de nuevo.
Ambos
adolescentes se sostuvieron la mirada con firmeza, como si estuviesen
enfrentándose en una batalla milenaria y ellos fueron los samuráis más fuertes
de sus respectivos clanes, o algo así de dramático.
—
Más te vale que Tetsu-nii pueda andar con normalidad mañana.
—
Le daré tus saludos a Shoyo cuando vuelva a casa.
Una
sonrisa sórdida adornó los labios de ambos. Azabache contra fuego, las pupilas
de ambos refulgían un carácter indomable.
—
¿Qué están haciendo los dos? — La repentina aparición del peliazul hizo
respingar a ambos. Hermano y novio ahogaron un grito de impresión, casi habían
olvidado esa habilidad de Tetsuya para disminuir
la intensidad de su presencia y parecer una sombra o un fantasma… — Mamá está
esperando la leche, Tobio-chan.
—
Sí, ya iba Tetsu-nii.
—
Y hace cinco minutos que tendrías que haber pasado por mí, Taiga.
—
Mh, lo siento. Perdí noción del tiempo.
—
Ya lo creo. Vamos, ya me he despedido de mamá, no quiero que entremos tarde al
cine, realmente quiero ver esa película.
…
Era
la tercera vez que Aomine pasaba por la acera del frente de aquella residencia.
Había visto en una ocasión al padre del castaño llegar a casa. Ryo y la Sra.
Sakurai le habían recibido en la entrada con sendas sonrisas. Después había
alcanzado a notar la silueta del muchacho reflejada en las cortinas de la
ventana de su habitación cuando encendió las luces, el corazón de Aomine había
galopado y una ansia recorrido sus manos haciéndolas cosquillear. Esta ocasión,
estaba dubitativo entre cruzar o no la calle e ir y llamar a su puerta.
—
Mierda, ¿tengo tantas ganas de verlo? — Justo cuando puso un pie listo para
cruzar la calle, otra silueta conocida para los ojos del moreno. El mismo chico
que le estaba dando dolores de cabeza en la escuela estaba ahí.
Llamando
a la puerta de la residencia Sakurai. Aomine tensó los puños instantáneamente.
Continuará……
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