martes, 2 de enero de 2018

Sport Lovers. Parte 7. Crossover KNB&HQ!



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Parte 7. De inevitables hormonas adolescentes a decisiones inmaduras de pre-universitarios.


Cuando Kenma sintió la rugosa lengua de su amigo pasearse por su nuca, notó un escalofrío recorrerle el cuerpo entero, y la piel se le erizó al instante. Por si fuera poco, el sonido de un jadeo había vibrado en sus labios, y las mejillas le ardían cual brazas de fuego. O algo así.

— Kuroo, ¿qué estás haciendo?

— Lamerte.

— Detente, eso no… — Otra lamida, esa vez trazando el camino que inicia en su espina dorsal, le hizo temblar de pies a cabeza y el jadeo que dejó libre fue incluso más alto que el anterior… — Ng, Kuroo.


— ¿Te excita esto, Kenma? — Preguntó con aire pícaro, lamiendo una vez más la piel del otro, entonces el sendero hacia el costado, subiendo por ahí hasta que curveó el camino y alcanzó el pecho ajeno, topándose con un montecito canela que no dudó en atrapar con sus dientes.

— Ng, basta Kuroo. En serio… — Atinó a decir, aunque no había demasiada convicción en su planteamiento puesto que continuaba ahí, de pie sin hacer el mínimo movimiento para zafarse o escapar de alguna manera.

— Tu boca podrá decirlo, pero tu cuerpo lo está aceptando muy bien, Kenma… — El peliazabache sonrió lascivo, mirándole desde su posición mientras atacaba con sus labios el pezón del minino y una de sus grandes manos encontraba camino entre sus ropas inferiores hasta la entrepierna de éste, atrapando con sus dedos la punta de su pene.

— Kuroo~ ngh… — Gimoteó entrecerrando los ojos, suspirando y notando cómo se le aceleraba el pulso con los toques de su amigo. ¿Amigo? ¿Esta clase de actos los hacen amigos de una forma tan natural como lo siente él?

— Sólo siéntelo, Kenma.

Y fue así como los minutos siguientes pasaron sin más frases elaboradas, palabras sueltas sin coherencia alguna, gemidos vibrantes y suspiros calientes. Todo mientras Kuroo bombeaba la erección de Kenma y disfrutaba de su piel lamiendo, besando y mordiendo donde le placía; la mano libre permanecía asida a la nuca del más bajo, y sus labios encontraban fácilmente el camino hacia su boca para devorársela como si la vida le fuese a depender de cuán complacido pudiese dejarle con sus besos.

Naturalmente, los sentidos de Kenma comenzaron a embotarse, perdió noción de todo a su alrededor pues solo tenía espacio en su cerebro para pensar y sentir el placer que Kuroo le estaba proporcionando con sus manos y su boca. Kenma estaba tan perdido en disfrutar, que su cuerpo poco pudo reaccionar en favor de aquél que tan bien le estaba tratando. Sus manos apenas fueron capaces de anclarse a los antebrazos del peliazabache, pero solo para no perder la compostura y caer al piso cuando las rodillas comenzaron a flaquearle. La palma de Kuroo se sentía tan caliente contra su erección que se sentía sofocado, y la forma en que le masajeaba amenazaba con hacerle llegar al clímax en un santiamén.

Kuroo admiró el rostro de Kenma, sus ojos vidriosos por el placer, el contorno sudoroso y las mejillas arreboladas de carmín, sus labios húmedos por sus besos, su respingada nariz aspirando cada vez con más fuerza cuando se mordía los labios para no gemir alto.

— Un neko erótico… — Murmuró para luego arropar una vez más con sus labios los ajenos.

Y presionar al tiempo la base del miembro de su amigo teñido, bombear hacia arriba con la misma tensión y sentir el tronco caliente henchido en su máxima expresión. Cerca, tan cerca del final, que él tuvo el pensamiento de hincarse y tomar en su boca la semilla del más bajo. Pero no pudo contra sus propios deseos, besarle era demasiado exquisito como para apartarse, y su mano también parecía reacia a abandonar el pene pues su misión era arrastrarle a la gloria. Una gloria que Kenma abrazó instantes después, cuando la tensión de su bajo vientre le hizo saber que terminaría. Kuroo rompió el beso y Kenma, él solo pudo gemir.

— Kur-ngooh~

Entre gemir el nombre del peliazabache y perder en el camino el pensamiento de avisarle, Kenma alcanzó el éxtasis, ensuciando la mano de Kuroo al hacerlo. Y de paso, también su ropa interior puesto que todo había sido sin haberle sacado ninguna prenda más. Kuroo deslizó la mano que tenía en la nuca de Kenma hasta su cintura para sostenerle mientras los espasmos del orgasmo le recorrían, al mismo tiempo sacó su mano de entre los pantalones deportivos de su amigo y la observó. El semen de Kenma estaba entre sus dedos y contra su palma, la acercó a su boca pero antes de que pudiera probarle, Kenma ya le había detenido.

— Eso debe ser asqueroso y antihigiénico, Kuroo.

— No importa, yo quiero.

— De ninguna manera. Lávate. Mh, y yo, tomaré la ducha otra vez por tu culpa.

Kuroo se quedó entonces con un “palmo de narices”, Kenma se había internado en la ducha sin más, sin pedir explicaciones ni emitir comentario alguno. ¡Acababa de masturbarle!

— Oh bueno, creo que esa actitud pega más con su personalidad… — Dijo para sí con una sonrisilla traviesa, de pronto ha vuelto la mirada hacia la ducha. ¿Y si entraba con Kenma?


Todo estaba definitivamente fuera de sus proporciones naturales, y el apocalipsis seguramente se avecinaba. O algo parecido. La cuestión en todo esto es que la escuela estaba experimentando uno de los momentos más problemáticos de toda su existencia. Y vaya que es una escuela antigua, con un prestigio que custodiar y una historia digna de su título como “la mejor” a nivel regional. A saber, varias circunstancias hacían de la escuela un lugar de tensiones para sus estudiantes. Si ya de por sí lidiar con adolescentes era todo un reto para los profesores, hacerlo con aquellos cuya personalidad agregaba un extra de dificultades ponía todo “patas arriba”.

Comenzando por la cantidad de muebles que han salvado su integridad por mera suerte este día, ya que el líbero del club de voleibol, Yaku, la ha pasado de un humor de perros peor que nunca. Según los rumores que se extendieron vertiginosamente por los pasillos, se debía a un ramo de rosas regalado a primera hora del día, junto a una propuesta de matrimonio. Naturalmente, la anécdota había sido exagerada ya, que la propuesta ha sido mera ilusión de alguien en medio de los rumores. El caso era que al líbero no le sentaba en gracia que cada dos pasos alguien más le preguntase por su “prometido”; o peor aún, que murmurasen a sus espaldas sobre situaciones íntimas que ni siquiera ha vivido.

— ¡Dejen de fastidiar, malditos idiotas!

Y ahí estaba de nuevo, lanzándose cual gato enojado directo a “atacar” a otro par de sujetos que han mencionado algo sobre “con razón que tiene tan buen trasero” que le había crispado la paranoia que ya se cargaba. Buena suerte hubiesen tenido los culpables de desatar su furia –aunque en éste caso y sin temor a equivocarse, se han convertido en víctimas por el simple hecho de que Yaku enojado, honestamente era de temer– si el líbero solamente hubiese actuado como minino dejándoles algunos rasguños, pero no; Yaku era bueno con las piernas, sus patadas eran poderosas, y los puñetazos de sus manos parecían de auténtico boxeador. La cosa no se había puesto más fea porque, justo cuando Yaku tenía a un sujeto en cuestión en el piso, uno de los profesores había ido a separarlo. Obviamente, Yaku ha terminado con tremendo llamado de atención, y una suspensión por una semana del club de voleibol.

— ¿Yaku-san?

— Tú, eres exactamente la persona que menos quiero ver en éste momento.

El alto muchacho se mordió el labio inferior, se ha enterado de todo lo que ha pasado, y naturalmente se siente culpable.

— ¡Lo siento mucho, Yaku san! — Exclamó, inclinando el cuerpo noventa grados.

— Deja de hacer el idiota, no puedo lidiar con un problema como tú… — El tono de voz del líbero era de claro enojo. Y el de ojos verdes no tenía razón alguna para tomar eso a la ligera. Esta vez realmente la había “cagado”.

— Yaku-san…

— ¿Qué? ¿Tienes acaso algo más para decir? Déjame en paz, Lev… — Tan hosco y arisco, que el larguirucho realmente le dejó pasar de largo por el pasillo.

Takeda sensei estaba parado en el umbral de la sala de profesores, ha alcanzado a enterarse de la “discusión” entre los adolescentes. Le da un poco de pena lo sucedido, sin embargo admitía que ambos tenían parte de culpa. Lev debía aprender a demostrar sus afectos de formas menos extravagantes. Y Yaku a controlar su temperamento.

— Lev-kun…

— Ah, Takeda-sensei… — El mestizo se apresuró hasta el profesor, aunque llevaba el semblante sombrío. Y eso era realmente raro en él, que desde que llegó se había caracterizado por ser escandaloso (en muchas formas, alardear de su amor por Yaku Morisuke la más extravagante).

— Veo que sabes ya que Yaku no podrá ir al club por una semana.

— Takeda-sensei, ha sido por mi culpa, ¿no hay manera de que el castigo me lo den a mí en su lugar?

— ¿Tu culpa?

— Porque yo le envíe el ramo de rosas, y no paro de decir que lo amo. Provoqué su ira, Takeda-sensei.

— Yaku-kun es capaz de asumir las consecuencias de sus actos. Aunque haya estado molesto o frustrado…

— Furioso… — Corrigió el mestizo con un gimoteo.

— Bien, aunque hubiera estado furioso, él sabe bien cuáles son las reglas de la escuela. Pelear para resolver sus problemas no está dentro de ninguna. No te culpes demasiado, pero si tienes que disculparte entonces hazlo, Lev-kun.

— No creo que Yaku-san quiera verme ahora. Usted ha visto, estaba tan enojado que ni siquiera me golpeó, solo pasó de largo de mí.

Takeda sonrió, los adolescentes tienen muchas formas de ser tiernos. Y meterse en algunos problemas del corazón que ni siquiera pueden manejar.

— Déjalo por ahora, mañana será un mejor día, Lev-kun… — Se animó en decir, palmeando el hombro del mestizo y sonriendo gentilmente.


Iwaizumi estaba que no le quería ni dirigir la palabra a Oikawa. No es que esté particularmente enojado con él, solo está… Bueno, vale, sí está enojado con él, pero no porque haya coqueteado con alguna chica, o que le hubiese dejado botado por ahí, ni mucho menos porque no le hubiese dado la misma cantidad de pases durante el entrenamiento en el club. De hecho, estaba enojado, quizá también consigo mismo, porque no se sacaba de la cabeza el hecho de que el apuesto armador hubiera revelado así como así en sus redes sociales que…

  Lo siento chicas~ ¡he sido atrapado! Mi novia es de personalidad difícil, así que debo portarme bien u.u

Por supuesto, el enojo viene por la cantidad de interpretaciones que se le puede dar a tal declaración (y de paso porque un montón de chicas se le han acercado solo para cuestionarle por la supuesta novia del armador).

— Estúpido Oikawa, ¿se hizo una novia y tampoco tiene la decencia de decirme? — Iwaizumi no quería hacerse ideas equivocadas, pero pensar en sí mismo como la novia tampoco lo convencía mucho que se diga, por lo que ha omitido aquel pensamiento y decidido blasfemar a diestra y siniestra contra su “amigo” por no contarle los detalles importantes de su vida personal.

— ¿Es cierto que Oikawa-san tiene novia? — Kamasaki, uno de los miembros del club de voleibol preguntó estando en la sala del club cambiándose para iniciar la práctica del día… — Digo, ya es raro que no esté por aquí, él y tú siempre andan juntos, ¿no, Iwaizumi?

— No es como si fuera una regla o algo. Puede hacer lo que le dé la gana…. — Farfulló malhumorado. Y aunque su mal carácter también suele ser común, los miembros del club de segundo y tercer año han estado conviviendo con el rematador lo suficiente como para saber que en ese momento estaba realmente de humor agrio.

— ¿Estás celoso porque Oikawa se hizo una novia? — Kamasaki preguntó, y la mirada de Iwaizumi bien pudo enterrarle metros bajo tierra. Pero entonces la puerta de la sala del club se abrió y por ella entró Oikawa, todo sonrisas hablando con Futakuchi… — Ah, hablando del diablo.

— ¿Mh? ¿Por qué está tan frío aquí dentro? Brr~ — Exageró Oikawa, tallándose los brazos como si estuviera congelándose. Paseó su mirada por todos los presentes, pero la única que realmente parecía que le mataría con su gélida expresión era la de Iwaizumi… — ¿Qué? ¡Esta vez soy inocente, Iwa-chan!

— Muérete, Oikawa… — Siseó el rematador. Luego salió de la sala pasándole por un lado sumamente molesto.

— En verdad, no sé qué le hice esta vez.

— Novia… — Murmuraron varios al unísono.

— ¡Eh! Pero… ¡Ah! Iwa-chan~ — El muchacho salió detrás de su amigo con una sonrisilla en el rostro. Por supuesto, todo ha hecho clic en su cerebro.

— Qué pérdida de tiempo, ¿podemos comenzar la práctica ya?

— Claro Kageyama, como tú la estás pasando muy bien con Sho-chan… — Se burló Yuu, mirando de soslayo a su novio Azumane, ya que ellos también estaban en la etapa “miel sobre hojuelas” en su noviazgo.

Las mejillas del menor Kageyama y el menor Kagami se encendieron al rojo vivo, no se habían imaginado cuán vergonzoso resultaba que todos supieran que estaban en una relación romántica.

— Suficiente de cotilleo, vamos a empezar… — Daichi dijo, y su voz como capitán del club se hizo respetar. Todos se apresuraron al gimnasio, donde el entrenador Kise les esperaba.

— Estuvieron a un minuto de llegar tarde, chicos. ¿Qué les toma tanto últimamente?

— Los cotilleos en la sala, Kise-san… — Respondió honestamente Yuu.

— Pues que sean menos, chicos. Vamos a comenzar.

— Ah, Yaku no ha llegado, Kise-san.

— Yaku no nos acompañará esta semana ya que fue suspendido por pelearse con unos compañeros esta mañana… — El mayor dijo con tono severo. Y era claro que él hoy tampoco sería nada condescendiente con ellos durante el entrenamiento.

Detrás de todos, Lev tensaba los puños y sentía nuevamente el aguijón de la culpa clavársele en el pecho. No podría esperar más, en cuanto terminara iría directo a casa del líbero para disculparse, se arrodillaría y rogaría por su perdón si era necesario.

A algunos les llamó la atención algo más esa noche, la mejilla colorada de Oikawa, y la expresión de miedo de Iwaizumi. Nadie sabía que en los pocos minutos que tardaron en salir de la sala del club y en lo que llegó el entrenador Kise al gimnasio, los chicos habían tenido una pequeña discusión.

Iwa-chan~

No me hables, Oikawa idiota.

No te enojes, te puedo explicar lo de mi novia, verás...

Nada. Excepto el sonido sordo de una bofetada que Iwaizumi le había dado a Oikawa con toda la frustración que le circulaba en la sangre en aquellos momentos.

Ni se te ocurra ponerme un dedo encima otra vez, respeta a tu novia. Y respétame como tu amigo, Tooru.

Que le llamase por su nombre ya era demasiado. Y por un segundo Oikawa se había quedado tildado en aquel hecho, por lo que su oportunidad para aclararle las cosas a Iwaizumi se fue por el caño cuando el entrenador llegó y la hora de la práctica dio inicio. Pero honestamente, si la bofetada ha dolido, no quiere imaginarse lo que hubiera sido un puñetazo.

Aun así pienso que sus celos son lindos. ¿Soy masoquista? — Había pensado en algún momento durante la práctica de servicios, levantando el esférico para Lev, aunque poca atención le puso y el chico terminó errando por completo a la pelota.

— Hoy están distraídos algunos, tendré que hablar seriamente con Take-chan para que me ayude un poco con esto.


Esa tarde el entrenador Aida llevó a los chicos del club de basquetbol a practicar al exterior ya que tenía algunas actividades en mente para fortalecer algunos aspectos del equipo, como la unidad y el trabajo en conjunto. Después de las extenuantes horas de calentamiento y ejercicios físicos, estos juegos también podrían tomarse como minutos de relajación previo a la segunda ronda que presuponen los juegos prácticos entre ellos para mejorar sus movimientos y estrategias. Hoy el club de voleibol no estaba entrenando en conjunto, pero desde ahí podían escuchar la voz de mando del entrenador Kise y el capitán Sawamura Daichi, además de las voces del resto y el chirriar de sus tenis en la duela del gimnasio.

— Muy bien, jugaremos con cuerdas hoy… — El entrenador Kagetora dijo, había en el piso diferentes tipos de cuerda, unas más delgadas y cortas para salto. Otras más gruesas y largas con arneses especiales en algunos extremos, unidas en un punto en común al centro… — Murasakibara, Kagami, Teppei, ustedes serán líderes de equipo, elijan a sus compañeros, decidan el orden jugando piedra, papel y tijeras.

Los muchachos pensaron que era absurdo, pero honestamente que la personalidad del entrenador Kagetora no era reconocida por su seriedad, aunque sí era recto y severo con cada ejercicio realizado durante sus entrenamientos.

Murasakibara sería el primero en elegir, después Taiga y al final Teppei, así sucesivamente para conformar sus equipos. El de cabellos lilas eligió de inmediato a Tatsuya, y su ejemplo lo siguieron Taiga y Teppei eligiendo a Tetsuya y Shun respectivamente. Luego Murasakibara llamó a Sakurai por alguna razón (ya que no se llevaban particularmente bien y el castaño era considerado de los más enclenques en el club), y a otros cuantos chicos en el club. Taiga eligió a Ryouta y Junpei sin pensarlo dos veces, y otros más de sus compañeros aunque los nombres se los hubiera tenido que recordar su novio porque él era un borde para eso. Finalmente, con Teppei han quedado Yukio y Aomine, así como el resto de los miembros del club (esos chicos que de no tienen un puesto titular, pero que como ellos, se parten el alma cada día en los entrenamientos y esperan su oportunidad en cada partido oficial por demostrar sus propias habilidades deportivas).

— Pero yo quería estar en el mismo equipo que Yukio-senpai~ — Gimoteó el modelo haciendo graciosos pucheros.

— No fastidies, Ryouta… — Farfulló el pelirrojo, que no era muy tolerante con los berrinches que se mandaba el rubio… — Y ni se te ocurra bajar la fuerza en el juego solo porque tengas flojera de ensuciarte o romperte una uña.

— ¿Por qué estás riñéndome, Taiga~?

— Te estoy advirtiendo, nada más.

— Kagami está malhumorado porque hoy Tetsu no le ha dado tiempo de calidad... — Dijo con tono burlón el moreno. Y es que él tenía sus propias frustraciones (y no es que tuviera relación alguna con el tipo ese que sigue revoloteando alrededor de Sakurai, para nada) por lo que de momento fastidiar al mayor Kagami era su mejor escape.

— ¡Cállate, bastardo!

— Sigan discutiendo y harán castigos para mí al final de la práctica, Kagami y Aomine... — La amenaza del entrenador Kagetora fue más que suficiente para los adolescentes, y es que los “castigos” del entrenador eran aterradores, eran cansadores y con la probabilidad de no poder mover un músculo al día siguiente ya que consistían en duplicar cierta carga de ejercicios en un tiempo limitado… — ¡A prepararse!

Residencia Izuki

Al momento en que Shun se supo solo en casa, se encerró en la ducha, con una botella de lubricante, un condón, uno de los vibradores que había adquirido días atrás con su hermano y, jabones especiales para la higiene rectal. Acababa de repasar la teoría respecto al sexo anal y la previa preparación de la zona para el mismo. Claro, no es que él fuese a tener sexo con su novio esta noche, ni siquiera esa semana o algún día cercano (mucho menos después de los entrenamientos que se ha mandado Kagetora-san toda la semana, que aún le duele aquí y allá el cuerpo). Tan solo estaba siguiendo el consejo de su mellizo y practicaría por su cuenta su propia sexualidad. Aunque ya de por sí la palabra como tal abarcase muchos aspectos.

— Conocer mi cuerpo de esta manera suena tan extraño… — Murmuró para sí, observando una vez más todos los recursos necesarios para la experiencia.

Sentado en el retrete, Shun miraba los objetos en la encimera, acomodados pulcramente sin un orden en particular. Obviamente el que más pereza le daba era el vibrador, y de todas formas definitivamente iría al final, si es que siquiera se animaba a usarlo esa noche.

— Primero debo limpiar la zona, en el libro que consulté decía que también se podía usar un dedo en caso de no sentirse cómodo con un enema. Bueno, no es que no me sienta cómodo, no compré uno. De todas formas estoy preocupado por la seguridad de mi ano ahora, esto es más espeluznante de lo que pensé.

Suspirando, el menor de los mellizos Izuki se miró sus propios dedos, casi con interés, como si en ellos pudiera encontrar alguna respuesta. Pero lo único que encontró fue vergüenza. De pronto mirarse los dedos y pensar que tendrían un uso que nunca les ha dado, simplemente podía con él y toda la vergüenza de la que era capaz.

— La sensación de “masturbarse” así es muy diferente. Cuando me toco el pene se siente más, natural.

Continuó analizando, pensando en detalles que justo en ése momento adquirían otras magnitudes. La vergüenza inicial finalmente fue reemplazada por curiosidad. Izuki Shun tomó valor y decidió emprender el camino hacia su sexualidad. O bien, un nuevo enfoque de ella.

Desnudarse casi fue tarea sencilla –venga que aunque es un ritual ordinario, en ése instante todo era súper diferente–, luego la pregunta del millón ¿cuál sería la postura adecuada?

— Mh, ¿sentado? ¿Acostado? ¿A cuatro? — El mellizo estuvo haciendo cada postura que mencionaba, buscando en cada una la mejor forma de acceder a su propia intimidad… — Esto va a ser incómodo en el suelo, así que ni acostado ni a cuatro, sentado será cansado también… — Luego la bombilla de la creatividad se le encendió (o algo parecido). Subió un pie en la tapa del retrete donde antes estuvo sentado y tanteó su cavidad, era relativamente sencillo y probablemente sería menos agotador (y doloroso tal vez)… — Bien ¡manos a la obra!... ¿O debería decir dedo a mi…? ¡Oh my god! No tendría que haberme acordado de los detalles escabrosos.

Honestamente, para Shun descubrir los placeres que su intimidad puede darle no será tarea fácil.

En algún hotel de la ciudad

Izuki Tatsuya sonrió coqueto cuando le mostró a su novio Murasakibara un bote de crema batida. Por supuesto, no es que estuvieran en casa de ninguno de los dos. Las enormes ventajas que la altura y garbo del pelivioláceo daba es que lucía como un adulto, por lo que ingresar junto al mellizo a un hotel, ha sido fácil –o al menos mucho más sencillo que si ambos lucieran como el par de adolescentes que son–. Como fuera, la cuestión ahí era que el mellizo estaba decidido a llegar hasta el final esa vez, quería entregarse por completo a Murasakibara y sentir que realmente han hecho el amor.

— ¿Puedo untarla donde quiera, Tatsuya?

— Donde quieras, Atsushi.

Sonreírle sensual, desanudar la bata de baño y mostrar su desnudez es solo el principio. El mayor de los mellizos Izuki serpentea al caminar hasta la cama, sentarse a horcajadas en las piernas de su novio y depositar un poco de crema en uno de sus pezones, invitándole a comenzar.

— Tengo tanta hambre… — Jadeó el más alto. Y como cada vez que se excitaba, su tono de voz se ha vuelto áspero, y su mirada intensa. Tatsuya tiembla en expectativa, ansioso por sus besos y caricias, por todo su calor.


Después de una semana agotadora en el club, Kagami Taiga estaba emocionado. Tendría una cita con su novio Tetsuya. Y no pensaba dejar pasar la oportunidad de hacer más que ir al cine y pasear por ahí tonteando en tiendas deportivas. Esa noche quería recorrer el desnudo cuerpo de su amante hasta saciarse.

— Como si pudiera encontrar sacio en Tetsuya… — Murmuró para sí, perdido en sus propias fantasías mientras camina a casa de su novio.

— ¿Qué cosas pervertidas estás pensando hacerle a mi hermano, Taiga?

— Ah, mocoso. ¿Qué demonios haces a mis espaldas?

— Fui por leche… — Respondió el menor Kageyama sin más, mostrando el galón que llevaba en la mano… — Entonces sí piensas hacerle cosas pervertidas a mi hermano, ¿eh?

— No hablo de temas de adultos con mocosos… — Farfulló el pelirrojo con el ceño fruncido.

— ¿Sabes que éste mocoso puede irse de lengua larga y decirle a mamá lo que quieres hacer con Tetsu-nii?

— Dices algo y me aseguraré de que tu relación con mi hermanito termine de forma que nunca podrás acercarte a Shoyo de nuevo.

Ambos adolescentes se sostuvieron la mirada con firmeza, como si estuviesen enfrentándose en una batalla milenaria y ellos fueron los samuráis más fuertes de sus respectivos clanes, o algo así de dramático.

— Más te vale que Tetsu-nii pueda andar con normalidad mañana.

— Le daré tus saludos a Shoyo cuando vuelva a casa.

Una sonrisa sórdida adornó los labios de ambos. Azabache contra fuego, las pupilas de ambos refulgían un carácter indomable.

— ¿Qué están haciendo los dos? — La repentina aparición del peliazul hizo respingar a ambos. Hermano y novio ahogaron un grito de impresión, casi habían olvidado esa habilidad de Tetsuya para disminuir la intensidad de su presencia y parecer una sombra o un fantasma… — Mamá está esperando la leche, Tobio-chan.

— Sí, ya iba Tetsu-nii.

— Y hace cinco minutos que tendrías que haber pasado por mí, Taiga.

— Mh, lo siento. Perdí noción del tiempo.

— Ya lo creo. Vamos, ya me he despedido de mamá, no quiero que entremos tarde al cine, realmente quiero ver esa película.


Era la tercera vez que Aomine pasaba por la acera del frente de aquella residencia. Había visto en una ocasión al padre del castaño llegar a casa. Ryo y la Sra. Sakurai le habían recibido en la entrada con sendas sonrisas. Después había alcanzado a notar la silueta del muchacho reflejada en las cortinas de la ventana de su habitación cuando encendió las luces, el corazón de Aomine había galopado y una ansia recorrido sus manos haciéndolas cosquillear. Esta ocasión, estaba dubitativo entre cruzar o no la calle e ir y llamar a su puerta.

— Mierda, ¿tengo tantas ganas de verlo? — Justo cuando puso un pie listo para cruzar la calle, otra silueta conocida para los ojos del moreno. El mismo chico que le estaba dando dolores de cabeza en la escuela estaba ahí.

Llamando a la puerta de la residencia Sakurai. Aomine tensó los puños instantáneamente.


Continuará……

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