martes, 2 de enero de 2018

Sport Lovers. Parte 3. Crossover KNB&HQ!



~*~*~*~
Parte 3. Como romance de película


Un roce de labios también se considera beso, ¿verdad? Sakurai sentía toda su cara caliente, obviamente sonrojado a mares por la reciente acción. Si bien el moreno no le había besado en forma, el simple roce había disparado su corazón a latir como loco.

— Sen-pai… — Murmuró tocándose los labios. Preguntando sin preguntar, qué había sido eso.

— Tienes labios bonitos, joder Ryo. Demasiado para ser de un chico.

— ¿Eh?

— Vamos, te acompaño a tu casa.

— S-sí. Quiero decir, no es necesario. Iré solo, senpai debe irse a su casa.


— ¿Qué, estoy discapacitado por unos cuantos golpes? — Preguntó alzando la ceja como cada vez que se le crispaban los nervios. O lo que es igual, cuando se ponía bestia.

— No… — El castaño susurró bajando la mirada, encogiendo los hombros inconscientemente. Aomine carraspeó, sabe que se ha pasado, como casi siempre.

— Lo siento, es que me enoja que no quieras que te acompañe.

— No era que no quisiera.

— Entonces deja de poner excusas y vamos, seguramente ya estabas por dormir, ¿verdad? — El moreno vio a su amigo asentir vigorosamente, con su cara todavía cubierta de rubor y el corazón se le agitó… — ¿Qué eres? ¿Un bebé?

— ¿Eh?

— Duermes demasiado temprano, qué adolescente sano hace eso.

Las mejillas de Sakurai volvieron a encenderse por el comentario. Claro, no es su culpa haber sido educado de esa manera. Sus padres no eran exactamente estrictos, pero le formaron con ciertos valores y hábitos. Y ciertamente, enamorarse de otro chico no entraba en nada de ello. De pronto el castaño se llenó de miedo. ¿Qué pasaría si sus padres descubren lo que siente por Aomine?

— Ahora en qué mierda estás pensando. ¡Tsk! Me fastidia que no me prestes atención.

— Aomine-senpai, ¿hace un momento…?

— No preguntes. Quise hacerlo y ya. Te dije, tus labios son bonitos, obviamente dan ganas de tocarlos… — Eso, porque en su mente el moreno se repetía una y otra vez que no ha querido besarle, que solo le rozó los labios atraído por la suave textura de ellos. No es que de pronto, comenzase a sentir algún tipo de atracción física por el muchacho, menos algo tipo romántico… — ¡Mierda, claro que no me estoy enamorando de Ryo!

Sakurai ya no podía enrojecer más, honestamente. Y Aomine no le tenía ni pizca de compasión. Además, no le hablaba claro, ¿cómo se supone que se tomara sus palabras? ¿Solo le ha besado porque sí? ¿No hay ninguna razón más profunda que “labios bonitos”? El castaño suspiró, optando por no externar sus inquietudes, conociendo como conocía al moreno, no iba a darle una respuesta directa, o al menos no alguna que le complaciera.


La caja de pañuelos desechables ha sido botada al suelo, y en el cesto de basura junto al escritorio de trabajo llenado con algunos de ellos sucios de, semen. Oikawa e Iwaizumi se han masturbado mutuamente, aprendiendo un poco sobre cómo le gusta al otro o cuáles son sus zonas más sensibles. Y no es que ellos tuviesen una relación sentimental, aunque era más que obvio que deberían comenzar a considerarla de tipo sexual.

Amigo sexual de Tooru. Mierda, en qué lío me metí. Este imbécil es capaz de tomarse esto como un pasatiempo divertido.

— Iwa-chan.

— ¿Qué?

— Estaba pensando…

— Qué sorpresa.

— Qué grosero~ realmente estaba pensando, hacer esto contigo se ha sentido increíblemente bien.

— Cállate ya.

— Por qué. Tú también lo disfrutaste, ¿no? Te corriste en mi mano.

Iwaizumi se cubrió el rostro con la almohada, no quería seguir escuchando a Oikawa hablando de la situación como si fuera cualquier cosa pasajera.

— Me pregunto, ¿habías hecho esto con alguien antes?

— ¡Claro que no, Kusokawa! — Exclamó exaltado, luego recordó que sus padres aún debían estar en la estancia y bajó la voz, pero fulminó con la mirada a su amigo… — ¿Qué hay de ti?

— ¿Estás celoso?

— Jódete.

— Obviamente Iwa-chan es el primero~ — Respondió con una sonrisita. Aunque la verdad era que le daba algo de gusto imaginarse que el morocho se pusiera celoso.

Iwaizumi gruñó y volvió a dejarse caer sobre la cama. Con suerte y no habían ensuciado las mantas. De todas maneras, él estaba sudado, y Oikawa también. Las cosas habían estado demasiado calientes unos minutos antes. Claro que lo estuvieron, se empalmó por el toque de su mejor amigo, y para culminar la gloriosa escena, lo había disfrutado más que cuando se masturbaba solo.

Resultará que me gusta el idiota.

— Iwa-chan…

— Ahora qué, ya deberías dormirte.

— ¿Cómo se sentirá con la boca? Deberíamos probar la próxima vez. ¡Ay~!

Oikawa sonrió mientras esquivaba los almohadazos de Iwaizumi. Internamente agradecía de hecho que no fueran puñetazos, pero incluso si era solo con la almohada, los golpes de Iwaizumi todavía dolían bastante. Lo que Oikawa no sabía –o fingía no hacerlo– era que más que estar enojado, el morocho estaba avergonzado a rabiar. Se ha imaginado a Oikawa haciéndoselo con la boca y rápidamente la excitación había amenazado con erguirse al sur de su ombligo.


Camino a su casa, el gemelo Sawamura iba pensativo. En realidad, era todo un logro pensar camino a casa.

— Ah, no lo hacía desde que ese idiota la pasaba pegado a mí.

Sin embargo, Yukio comenzó a darse cuenta de cuán silencioso era el trayecto cuando no había un Ryouta escandaloso que revoloteara a su alrededor. Frunció el ceño y se dijo a sí mismo que no debía pensar en el rubio. Después de todo, no es que siempre le está diciendo que deje de fastidiarlo.

— Bueno, parece que finalmente me ha escuchado. Ese tonto, no entiendo por qué siempre estaba alrededor de mí llamándome con su chillona voz y esa mirada alegre. Es tan llamativo que me molesta.

Hablando solo, el gemelo Sawamura pasó por un pequeño Parque a unas calles de su casa. Ahí alcanzó a distinguir a su hermano menor sentado en una de las bancas con su novia. Sonrió ligeramente al verlos, ese par la pasaba huyendo de sus respectivas casas porque no podían noviar con sus padres fastidiando siempre. Bueno, todos saben que Kagetora-san es súper celoso con Riko, y ni bien les ve cerca solo está interrumpiéndolos. Y en casa no es que varíen mucho las cosas, solo que es un tanto diferente, y es que la señora Sawamura está tan fascinada con la relación de los adolescentes, que si fuera por ella realmente ya se habrían casado y hasta comenzado a formar familia.

— Aunque Junpei y niños no cuadran para nada. Pierde los estribos con una facilidad pasmosa.

De pronto su móvil vibró en el bolsillo de su chaqueta. Tuvo la sensación de que sería algún texto de Kise, y sin percatarse una sonrisa tiró de las comisuras de sus labios; sin embargo, pronto la sonrisa se borró, era un mensaje pero de su hermano Daichi, pidiéndole que cambiaran de turno el fin de semana en el trabajo. El otro trabajo que ambos cubrían solo los fines de semana en una tienda de conveniencia cerca de casa.

— Querrá hacer algo con Sugawara, seguramente. Qué soy, un comodín.

Farfulló entre dientes, repentinamente molesto. No, celoso, quizá sentía un poco de envidia por ver a sus hermanos tan realizados con sus respectivas parejas. Porque Junpei se ponía todo idiota cuando estaba con Riko, y Daichi no era menos con Sugawara.

— Estúpido Ryouta.

Bueno, insultar al rubio casi resultó acto reflejo. No es que le extrañara solo porque esa noche ha cambiado drásticamente su rutina y le ha dejado solo. Nada, absolutamente nada tiene qué ver el rubio en su actual frustración.


Esa mañana Shoyo estaba más jovial que de costumbre, y Taiga más ceñudo también. Sus padres tomaron el desayuno mirándolos de hito en hito, curiosos por el comportamiento de sus hijos. Pero ninguno preguntó, a veces era divertido verlos actuar de esta manera, e indagar el por qué, solo los haría evadir y actuar torpes.

Ser mamá es tan difícil cuando los hijos llegan a esta edad~

La mujer pensó con una sonrisita, viendo cómo Taiga apuraba su desayuno y miraba de tanto en tanto a su hermano. Shoyo por su parte parecía capaz de ponerse a bailar y cantar, o algo así. Estaba tan contento que brillaba con luz propia. Y Taiga tan frustrado, que le chispeaban las rojizas pupilas.

Al encaminarse a la escuela, por primera vez en mucho tiempo Taiga esperó por Shoyo, el pelinaranja fue el primero en sorprenderse.

— ¿No vas por Tetsu-san?

— Hoy no, nos veremos en la escuela.

— Por qué.

— ¿Qué? ¿No quieres que vaya contigo?

— Bueno… — El pelinaranja sintió el aura asesina de su hermano y mejor guardó silencio.

Caminar juntos a la escuela no era nada divertido cuando el pelirrojo iba enfurruñado. El pelinaranja sin embargo continuaba tan ansioso como antes, tenía muchas ganas de encontrarse ya con su novio.

— Ah, Tetsu-san y Tobio-chan están en la esquina. ¡Apresúrate niisan~! — Sin esperar por nada, el pelinaranja echó a correr por la calle a encuentro de los Kageyama.

Peliazul y pelinegro estaban parados en la esquina, al parecer esperándoles pacientemente. Bien, Tetsuya lucía tranquilo, pero ciertamente no podía decirse lo mismo de Tobio. El menor Kageyama más bien parecía molesto. Shoyo sin embargo no prestó demasiada atención, él solo quería encontrarse con su novio y averiguar si realmente actuarían como pareja delante de sus hermanos.

— Buenos días~ Tetsu-san, Tobio-chan.

— Buenos días Sho-chan.

— ¿Por qué llegas tarde, idiota? ¡Tenemos diez minutos esperando!

— ¿Ah? ¡Bueno, ni siquiera sabía que esperarías!

— ¡Te envíe un texto esta mañana!

— ¡Ah! ¡No he encendido mi móvil~!

— Por eso eres un idiota.

— No me digas así~

Tobio se tragó cualquier otro comentario que le hormiguera en la garganta. Shoyo actuando tan lindo le acababa de agitar el corazón. Farfulló entre dientes y tomando la mano del pelinaranja tiró de él retomando el camino a la escuela.

En tanto, el mayor Kagami parecía volcán a punto de hacer erupción. Tan cabreado que cada músculo de su cuerpo estaba tenso. El intercambio tan amistoso entre su hermanito y cuñado le ha crispado los nervios, pero el acabose ha sido que se tomaran de las manos. ¡Como si fueran novios!

— Mocoso desg…

— Taiga, a qué hora te vas a dignar en mirarme.

— ¡Ngh, Tetsuya! — El pelirrojo espabiló el enojo solo porque su novio enfadado daba más miedo del que cualquiera se imaginaría al verlo con esa carita de ángel que se cargaba… — Esto…

— Qué insensible, ¿y tú dices que me amas?

— ¡Claro que sí!

— Se nota.

— Bueno, es solo que…

— Solo que, nada. Me iré solo a partir de aquí.

— ¡Ah! ¡Tetsuya, no te enojes! ¡Tu hermano tiene la culpa de mi mal humor! — El pelirrojo reculó cuando el peliazul volvió la mirada hacia él. Esos hermosos ojos azul océano estaban furiosos… — ¡Ha tomado de la mano a Shoyo!

— En serio, si vas a ser un hermano tan celoso con Sho-chan cuándo esperas que él comience a salir. Además, mi Tobio-chan es buen chico, es mi hermano después de todo.

— Pero no se parece en nada a ti.

— Taiga, te lo digo en serio desde ahora, si vas a meterte con mi hermano no esperes que me lo tome a la ligera.

El pelirrojo parpadeó varias veces antes que procesar las palabras de su novio. Obviamente el peliazul no estaba hablando por hablar, lo decía más que en serio.

— Entonces entiendes de todas maneras que no es fácil para mí, ¿verdad?

— Taiga, no tiene nada de malo que Sho-chan salga con quien le guste, incluso si esa persona es mi hermano.

— ¿A ti te agrada de hecho, cierto?

— Ellos se ven lindos juntos, y sé que se entienden bien.

— ¿Entenderse? Para mí siempre están discutiendo.

— Ese es el lenguaje con que ellos se comunican, por ahora… — Finalizó, con una sonrisita divertida y mirada juguetona. De esos gestos que pocas veces mostraba tan nítidamente.

El pelirrojo estrechó la mirada.

— ¡Mierda! — Gimió al comprender lo que aquello podría significar. Y de solo imaginarse a su cuñado haciendo el tipo de cosas que él hace con su novio, se le revolvió el estómago… — ¡Joder, no! Shoyo tiene que seguir virgen hasta… ¡hasta siempre!

— Taiga, tienes un pensamiento tan transparente.


Takeda sensei siempre partía a la escuela antes, le gustaba llegar temprano y preparar sus materiales para las clases, luego recibir a los alumnos en la puerta principal, apoyando al Director o a los profesores de turno que hacían guardia. Así, todas las mañanas veía llegar a chicos y chicas con diferentes estados de ánimo, la mayoría llegaban en pequeños grupos de amigos, algunos en pareja aunque trataban fuerte de disimularlo, pero él tenía buena capacidad de observación. Sin embargo, a Takeda le gustaba estar presente cuando los alumnos llegaban por otras razones, identificar por ejemplo, a aquellos cuyo semblante luciera diferente.

— Siempre te preocupas por los chicos, Takeda sensei.

— Solo cumplo con mi trabajo, Director.

— Seguro que sí.

Luego Takeda sonrió, su hermano menor estaba llegando junto a sus amigos más cercanos, Kamasaki Yasushi, Aone Takanobu y Futakuchi Shinji. Tras de ellos llegaban Nishinoya Yuu, hermanastro de Futakuchi, y Azumane Asahi. Y resultaba curioso porque casi todos los días la llegada de estos chicos se convertía en la apertura de todos los de los clubes de basquetbol y voleibol. Entre cuchicheos y sonrisitas escandalosas, las chicas se hacían a un lado cuando arribaban los demás, casi siempre quienes robaban cámara eran los primos Kise Ryouta y Oikawa Tooru.

— El hermano de Keishin sí que llama la atención cuando se para junto a su primo. Esos dos realmente parecen modelos de revista internacional.

— Y seguro te preguntas por qué tu novio no es así de guapo.

— ¡Makoto! ¿Qué estás haciendo aquí?

— Vine a pedirte un favor enorme, Ittetsu… — Con la presencia de su primo, Takeda sensei le llevó a un lugar donde pudiesen hablar más tranquilos. Si venía tan temprano, debía ser importante.

Shimada Makoto, primo de Takeda sensei, profesor de preescolar y su mejor amigo. El muchacho de 27 de edad tenía cabello lacio de un intenso color oscuro, usa anteojos de armazón grueso y suele vestir despreocupado. Aunque él dice que se debe a su trabajo.

Trabajo con niños, lo más útil es estar listo para correr, brincar, saltar, arrastrarse, y demás cosas. Los niños no son para estar quietos a menos que estén agotados.

Eso solía decir cuando le decían que dejara de usar solo jeans o ropa deportiva. Para él sin embargo, era cuestión de practicidad.

Tengo un par de cambios de ropa forma en mi armario. Por casos ofrecidos, pero de todas maneras no se presentan a menudo así que no encuentro razón para malgastar mi salario en ropa que no voy a usar.

Me pregunto cómo es que a pesar de eso tienes tanto imán para los chicos, Makoto.

Ittetsu, tratándose de hombres la mejor arma es la seducción que das con una mirada, o un roce casual de manos. No necesariamente de cómo te vistes. Aunque no niego que importa.

Bueno, lo dices porque sabes sobre seducir y esas cosas. Yo en cambio todavía me pregunto cómo es que Keishin se fijó en mí.

Porque eres mono~ Kise sabe eso de sobra, y es la razón por la que le tienes todo idiota por ti.

No lo insultes. Además, todavía me siento un poco culpable, él debería salir con otras personas y…

Deja de decir eso, Ittetsu. La edad no tiene nada qué ver con los sentimientos. Y no es como si fuera tanta diferencia de todas maneras, qué son un par de años.

— Estás en la nube, Ittetsu.

— Lo siento, me estaba acordando de algo. Qué favor quieres pedirme.

— Cita doble.

— ¿Eh?

— Hay un chico que me gusta. Bueno, nos conocemos desde la secundaria, pero cuando nos graduamos tomamos caminos diferentes, supe que se había ido al extranjero casi de inmediato. Y ahora ha vuelto hace como un mes, pero bueno… creo que él es heterosexual, de todas formas quiero salir con él.

— No te estoy siguiendo el hilo, Makoto.

— Solo, di que sí. El resto déjamelo a mí.

— No te voy a decir que sí sin saber a qué te estoy diciendo eso.

Shimada gimoteó pero finalmente le explicó, a grandes rasgos, su gran idea. Se supone que sería una reunión de amigos, salir a cenar y beber un poco. Luego, Ittetsu y Keishin podían irse y él tendría su oportunidad de abordar al susodicho.

— ¿Y por qué complicarnos con una cita doble cuando puedes ir solo con él? ¿O es que te dirá que no si se lo pides directamente?

— Pues, no. Más bien es que cuando lo mencioné la primera vez, terminamos yendo con unas chicas. Obviamente no me interesa una reunión con chicas.

— Makoto, si este chico es heterosexual, ¿no es riesgoso que lo abordes?

— Solo quiero intentar, así al menos no me arrepentiré.

— Pero un hombre heterosexual.

— Algunos no saben que son gay hasta que tienen una experiencia, o conocen al hombre indicado.

Takeda sensei suspiró. No estaba de acuerdo, pero tampoco quería sentirse culpable por no ayudar a su primo cuando se lo pide de esta manera. Así que aceptó. Más tarde sin embargo, quien le llamó la atención a él fue justamente su novio. Kise Keishin ha llegado antes, aprovechando la hora de descanso que su novio tiene a mediodía.

— Es que tú no sabes negarte a nada, Ittetsu.

— No te enfades, además es mi primo. La familia está para apoyarse.

— No me enfado. Estoy preocupado de cómo puedan resultarle las cosas. Shimada debería tener más conciencia.

— Ha sido un amor unilateral desde hace años, quizá necesita esto para seguir adelante.

— No lo digas como si Shimada no hubiese tenido amigos casuales durante todo este tiempo. Pero bueno, es su problema y no quiero seguir hablando de él. Todavía no te he mimado hoy.

— Keishin~ ya te he dicho que en la escuela no~.

— ¿Solo un beso? ¿Uno chiquito?

— ¡No~!


Ese día la escuela estaba llena de novedades. Por ejemplo, el noviazgo de Sugawara Teppei e Izuki Shun, además de Kagami Shoyo y Kageyama Tobio. Por si fuera poco, Sawamura Yukio sigue esperando que Kise Ryouta venga hasta su aula a molestarle como todos los días, pero el rubio modelo ese día –y desde la tarde anterior– continuaba brillando por su ausencia.

Aparte, estaba el jaleo que se formaba como todos los días de media semana cuando las admiradoras de los chicos más llamativos de la escuela tenían club. Y que, en consecuencia, se convertía en un dolor de cabeza para más de alguno. A saber, las fans de Oikawa Tooru y Kise Ryouta llegan para llenar de chillidos ruidosos y porras empalagosas ambos gimnasios. Ni Kagetora o Keishin podían hacer mucho al respecto, se les tenía permitido estar ahí una vez a la semana, y ese día se convertía en la prueba máxima de paciencia, tolerancia y concentración pese a cualquier circunstancia del ambiente.

— Como un estadio lleno de espectadores, siempre los habrá quienes apoyen, y quienes quieran verlos perder. ¡Así que a concentrarse y hacer lo suyo!

Ambos entrenadores sacaban el máximo provecho de esta situación. Sin embargo, hoy particularmente el gemelo Sawamura estaba perdiendo concentración y paciencia, no conforme con ignorarle desde el día anterior, Kise también lo estaba haciendo en el entrenamiento, y en cambio se lucía con las chicas, coqueteando descaradamente con ellas.

— ¡Kise, deja de coquetear y vuelve al partido, maldición!

— Ya voy, senpai.

Al gemelo Sawamura le saltaron las venitas en la sien. ¿Desde cuándo le hablaba el rubio con ese tono tan seco?

¡Qué mierda le pasa ahora!


Mientras el club de basquetbol tenía sus problemas internos, en el club de voleibol las prácticas no eran menos diferentes. Y es que Iwaizumi comenzaba a entender por qué Oikawa era tan popular con las chicas. Además de ser atractivo, tenía esa aura seductora que atraía como imán. Él sin embargo también se sentía enfadado.

Anoche va y me toca como si fuéramos tan íntimos, y hoy toda su atención es para su club de admiradoras. Kusokawa imbécil.

Pero a diferencia de estas rencillas, quienes parecían estar en una burbuja –extrañamente cursi– eran Tobio y Shoyo, que hoy no se han estado insultando tanto, y más bien se sonríen de tanto en tanto. Sonrisas diferentes, cual si fueran cómplices de algo. Y además se han besado dos o tres veces a hurtadillas entre clase y clase.

— Los raritos están actuando más raritos que de costumbre… — Dijo, deliberadamente en voz alta, uno de los chicos del club. Tsukishima Kei, de primer año como los aludidos.

— Tsukki, me parece que ni siquiera te han escuchado.

— Claro que no, están en su mundito. Tadashi, por qué suspiras.

— P-por nada.

— ¿Qué? ¿Será que quieres andar igual que ellos?

— ¡No es así!

Al tiempo que el rostro de Yamaguchi se encendía de vergüenza, y el rubio de anteojos le miraba inquisitivamente, el capitán mandaba a todos centrarse en la nueva jugada que estaban practicando. Honestamente ajeno a los chillidos de las admiradoras de Oikawa, más bien ocupado en hacer que este entrenamiento terminara con buenos resultados.

— ¡Haiba Lev, deja de tontear alrededor de Yaku! ¡Maldición, me distraes más que las admiradoras de Oikawa!

El mestizo sonrió divertido, y disculpándose animadamente volvió a su sitio en la cancha. En tanto, Yaku Morisuke, líbero como Nishinoya Yuu, se decía mentalmente que tendría que encontrar la forma de zafarse del molesto kouhai.

Llegó iniciado el año escolar, pero ni bien ingresó al club ha estado detrás de mí fastidiando.

Y bueno, no era secreto en la escuela que el carácter de Yaku era particularmente, tsundere.



Continuará……

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