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Parte 10. Entre compañeros, las
rivalidades no son de enemigos
—
¿Ya están todos listos?
—
¡Sí!/¡No! — Esa fue la respuesta. Algunas duplas estaban sincronizadas ya, pero
en otras la diferencia de opinión seguía dividida.
—
Pues tendrán apenas unos segundos para estarlo aquellos que faltan. Mientras
Yukio vuelve de su revisión médica, Takeda-sensei y Keishin harán una
demostración.
—
¿Eh?
—
¿Nosotros?
—
Sí, ustedes, ¿no pueden? — El entrenador Kagetora vio las mejillas del sensei
sonrosarse un poco, mientras que su compañero se rascaba distraídamente la
nuca… — ¿No será que eres más débil de lo que parece, Keishin?
—
¡Para nada! Puedo perfectamente, Kagetora-san… — Motivado por el orgullo, el
entrenador Kise se dispuso a realizar el ejercicio como muestra para sus
estudiantes.
Takeda
sensei se acercó, todavía avergonzado del mero hecho de sujetar las manos de su
amante delante de todos.
—
Debo tranquilizarme, no es como si fuera
un acto romántico después de todo.
Pensar
aquello no sirvió sin embargo de mucho. El hecho de que el rostro de ambos se
tiñera de rubor lo volvió una escena demasiado tierna como para que algunos no pensaran en esto como una
oportunidad para acercarse a la
persona receptora de sentimientos, fueran de mera atracción física o por
emociones tanto más puras. O una mezcla de ambos que despertaba las ya de por
sí inquietas hormonas de los adolescentes.
En
cuanto el entrenador Kise quedó de espaldas en el piso y flexionó sus piernas
llevando las rodillas a su torso, el sensei sintió una nueva oleada de
vergüenza.
—
Sensei, no piense en lo que hicimos la otra noche, por favor… — Dijo, tan bajo
que realmente esperaba que solo su amante le hubiese escuchado.
—
Yo no. No estoy pensando en ello, Keishin~ — Murmuró, inclinándose finalmente
sobre el cuerpo del rubio teñido… — De
todas formas fue diferente entonces, era yo quien estaba abajo, con las piernas
más abiertas esperando que me tomaras~. ¡No~! No debo pensar en esas cosas~.
Gimotear
desesperadamente en sus pensamientos no salvaría el hecho. Moriría de vergüenza ahí mismo si solo sus ojos seguían
encontrándose con los de su joven amante.
El
entrenador Kise recibió las manos de Takeda sensei cruzando sus dedos con los
ajenos haciendo así el agarre más firme, mientras las plantas de sus pies desprovistos
de calzado se apoyaban en el vientre del sensei. Para cuando consiguieron
adoptar la postura adecuada, el sonrojo de ambos hombres era bastante evidente,
y la forma en que evitaban sus miradas también.
—
¡Mierda, no! Escucha tú, enano, ni se te ocurra tomarle las manos de esa manera
a Ryo, ¿escuchaste?
—
¡A quién llamas enano! ¡Ahomine!
Visto
que Nishinoya Yuu, uno de los liberos del club de voleibol, no era de los que
se quedaban callados, y menos si se trataba de su estatura. El as de su mismo
club tuvo que ponerse en el medio, además es el novio del libero, así que no
hay manera de que se quede de brazos cruzados.
—
Vamos a continuar con el ejercicio cordialmente, ¿bien? Cada quien solo hará lo
suyo, nadie tiene algo parecido a segundas
intenciones aquí, Aomine.
El
moreno achicó la mirada. Pero, aunque Azumane solía ser señalado en la escuela
como un tipo más bien quejica –aunque
todo un guerrero en la cancha–, Aomine se dio cuenta solo con mirarle, que no
era un cobarde para nada. y que de todas formas no era como si pudieran tener
una pelea ahí, cuando Sakurai ya estaba tirando de su brazo, y a los
entrenadores les brotaba una venita en la sien.
—
Mejor que no te tome demasiada confianza, Ryo.
—
Daiki, cómo podría… — El de grandes ojos chocolate sonrió quedito, honestamente
contento con el aire celoso con que su novio actuaba… — Lo siento, Nishinoya.
—
Olvídalo, no necesitas disculparte por ese idiota. Vamos a hacer esto.
La
reacción de Aomine ha sido la más evidente. Y aunque el mayor Kagami también
estaba rabiando de celos, el hecho de saber que Iwaizumi no era un chico del
que preocuparse ya que tiene las manos
ocupadas con el modelo Oikawa, no estaba particularmente feliz por el tipo de contacto físico que
el ejercicio demandaba.
—
Tetsuya.
—
¿Sí?
—
Mantén tus… mantén tus ojos lejos de su mirada… — Señaló con tono serio.
Sabiendo de antemano que su novio probablemente le reñiría o simplemente
pasaría de largo con su comentario.
—
No hay manera, y tampoco pienso que sea necesario, Taiga. Además, ¿piensas que
yo no estoy celoso también?
—
¿De Kamasaki? Para empezar, ¿no parece interesado en el hermano de Takeda
sensei?
—
¿Y no es lo mismo aquí entre nosotros? Soy tu novio, tú el mío por tanto.
Entonces por qué actúas así.
—
Bien, bien. Ya entendí… — Rumiando ideas recelosas, el pelirrojo dio media
vuelta y buscó su sitio en el amplio espacio para el ejercicio.
Las
duplas conformadas estaban listas para comenzar. De espaldas en el piso
terminaron Lev, Daichi, Takao, Akashi, Murasakibara, Midorima, Tsukishima,
Taiga, Aomine, Yamaguchi, Tatsuya, Iwaizumi, Asahi, Teppei, Furihata y Sakurai;
sosteniendo respectivamente a Junpei, Tobio, Yaku, Koushi, Aone, Kaname,
Futakuchi, Kamasaki, Kuroo, Kenma, Shun, Tetsuya, Oikawa, Ryouta, Shoyo y Yuu.
Por
supuesto, vamos a recapitular algunas diferencias de opinión antes de decidir
el orden de cada dupla.
Empezando
por Daichi y Tobio. El menor Kageyama había intentado por todos los medios
convencer a su capitán de ir “arriba”, sin embargo, imponiendo en cierta forma
su liderazgo, el capitán del club de voleibol había conseguido mantenerse como
base del ejercicio.
—
Daichi-san, realmente peso más de lo que parece. Y, soy un poco más alto.
Además de…
—
Kageyama, voy a cargarte, solo acéptalo. Mi fuerza es superior a la tuya. Y
debemos cuidar esas manos tuyas, o después Shoyo no recibirá esos pases que
tanto disfruta golpear.
La
mirada del menor Kageyama se encendió. Pero luego cayó en cuenta de que había
sido fácilmente engañado.
—
¡Cómo si fuera a lastimarme tan fácil! ¡Y
no es que quiera tampoco quedar bien con Shoyo de ninguna manera! — Pensar
así no cambiaba la realidad. Que sí, que la idea de ser quien “cargue” es
equivalente a adoptar el rol masculino, la fuerza, el músculo.
Por
otro lado, Futakuchi había sido el primero en decir que Tsukishima fuera
“abajo”.
—
Por qué debería, no quiero cargarte, Futakuchi.
—
¡Soy tu senpai, Tsukishima! Por supuesto que debes cargarme.
—
Me niego. Y tampoco es que te guarde particularmente respeto por ser mi senpai.
Ese tipo de respeto solo lo tengo hacia Daichi-san, Sugawara-san o Kaname-san.
Con los demás puedo lidiar como mis iguales.
—
Eres realmente un tsundere, Tsukishima… — Futakuchi dijo, alzando los labios en
trompetilla, cruzando los brazos… — No entiendo que tienes de interesante como
para que Yamaguchi esté tan unido a ti.
—
Mete tus narices en tus asuntos, Futakuchi-senpai…
— Siseó, honestamente comenzando a molestarse.
Y
es que hacía días que nada más le mencionaban al pecoso, y él ya estaba a la
defensiva. Específicamente desde la incómoda situación con Kenma y Kuroo días
atrás. Luego habían tenido ese enfrentamiento verbal donde ambos quedaron
expuestos y, el resto, ha sido una larga lista de momentos en los que el rubio
se ha encontrado a sí mismo demasiado atento al comportamiento del pecoso.
Incluso algunas veces había estado tan absorto que sus miradas se habían
encontrado sin querer. Y había
conseguido colocar profusos sonrojos en las mejillas de Yamaguchi.
—
¿Lo echamos a la suerte?
—
No es necesario, solo por hoy voy a tratarle como un auténtico senpai.
—
Cuida lo que dices, que algún día podría ser tu capitán… — Encaprichado,
Futakuchi incluso se tomó la libertad de ir y buscar a su novio, para que le
mimase un poquito antes de continuar el ejercicio… — ¿Murasakibara te cargará?
—
Es más alto, y dice que también más fuerte que yo. Y a mí me da igual, pero
preferiría hacer esta actividad contigo.
A
Futakuchi le brillaron los ojos, emocionado de la sincera confesión de parte de
Aone.
Por
otro lado, el pelinaranja había corrido a refugiarse en la espalda de su novio
pelinegro. La mirada de uno de los chicos nuevos en el club de basquetbol daba
realmente miedo.
—
No ha parado de mirarme con esos ojos desde que se decidieron las duplas,
Tobio~.
—
Yo tampoco he dejado de mirarte, pero seguramente ni cuenta te has dado, Shoyo
idiota.
—
Oye, no es momento para ponerte celoso, ¡siento que mi vida corre peligro~! —
Gimoteó, temblando de pies a cabeza… — Akashi-san da miedo, ¡mucho miedo!
El
menor Kageyama junto al menor Kagami pusieron atención. El de cabellos
bermellón finalmente se había acercado a su compañero, y al parecer amigo.
Furihata, que tenía cabellos y ojos castaños, sonrió tímido bajo la profunda
mirada de Akashi.
—
Termina rápido el ejercicio. No necesitas demostrar nada.
—
Pero, Akashi.
—
No quiero que tus manos estén unidas a las de ese mocoso por demasiado tiempo,
Kouki.
Furihata
asintió. Su relación con el heredero al Imperio Akashi era confusa. Eran más
que amigos, pero Akashi nunca le ha pedido ser una pareja normal, por lo que el
término amantes parecía encajar
mejor.
— Shin-chan~ ¿tú no vas a decirme nada?
— ¿Tengo algo qué decirte, Takao?
— Eres tan malo~ ¡nunca te comportas
como mi novio!
— Porque no lo soy. Y no comiences a
esparcir extraños rumores, Takao.
—
Iwa-chan~…
—
Ni siquiera lo intentes, Oikawa. No estoy celoso. Vuelve a tu sitio… — Iwaizumi
había empujado al modelo de vuelta a su sitio junto a Asahi. Ignorando por
completo el berrinche y los pucheros de su novio.
Y
ahí, entre el montón de actitudes y conductas, solo un chico parecía
completamente desanimado.
—
Kise, ¿estás bien?
—
Teppei-san~ mi Yukio-senpai~ quiero ir con él… — Gimoteó el modelo rubio, casi
a punto de llorar.
—
Oh, tranquilízate, la manager le acompañó a la enfermería, seguro que estará
bien.
—
Pero quiero estar con Yukio-senpai~… — Volvió a gimotear.
Y
el mayor Sugawara atinó a sonreír nerviosamente, no tenía ánimos para lidiar
con el carácter caprichoso de Ryouta. En cambio, seguía preocupado por algo en
particular. Hacía días que Shun rehuía de todo momento para estar a solas.
—
¿Algo va mal con nosotros? Quiero
preguntarle, pero no he conseguido que estemos a solas ni un solo minuto.
Después
de los pequeños contratiempos, el ejercicio comenzó. Pese a que los
entrenadores apostaban por las duplas cuya base es fuerte, los primeros en perder fueron justamente Teppei y Ryouta.
Aunque no por falta de coordinación, equilibrio o fuerza, sino porque el gemelo
Sawamura acababa de regresar.
—
Yukio-senpai~ — Y al modelo Kise poco le había importado correr a abrazarle
como si hiciera siglos que no le ve.
—
¡Maldición, Ryouta! ¡Quítate, no me abraces tan fuerte! ¡Y por qué interrumpes
el entrenamiento, idiota!
—
Pero Yukio-senpai~ — El rubio gimoteó, pucheroso e inconforme por el trato. Y
también porque no ha conseguido un beso de su novio.
Yukio,
quien llegaba un poco tarde al entrenamiento por una revisión médica de la que
no había podido zafarse (se había torcido el tobillo más temprano) se limitó a
observar entonces. Con el menor Kise sentado a su lado, colgado de su brazo
hasta que el entrenador Kagetora lo mandó a correr hasta que el ejercicio
terminase. Por supuesto, Teppei también le acompaña.
—
Ahora ya saben cuál es el siguiente paso para cada dupla que pierda el
objetivo. ¡Continúen!
Con
tal incentivo, el ánimo de los deportistas aumentó. Aunque la siguiente dupla
en perder fueran Murasakibara y Aone. El peli-lila lo había lanzado a un lado
sin consideración. Con suerte Aone lo había visto venir, por lo que se las
ingenió para no golpearse las rodillas ni hacer perder el equilibrio a la dupla
contigua, nada menos que Midorima con Kaname.
—
Demasiado peso, tengo hambre.
—
¡A correr, Murasakibara! Aone, tú también.
Ambos
muchachos se unieron a la carrera con Ryouta y Teppei.
Las
duplas que comenzaron a mostrar signos de cansancio o desconcentración fueron
Lev y Junpei, además de Yaku y Takao. La razón principal eran justamente el
mestizo y el líbero, cuyos ojos iban y venían buscándose inocentemente. Aquél “haz lo que quieras” de antes parecía
haber desatado un montón de emociones en ambos, especialmente en el líbero,
cuya personalidad algo hosca hacia el mestizo solo podía evidenciar cuán
especiales eran sus sentimientos por él. Poco después sus duplas perdieron, y
tuvieron que unirse a la carrera junto a los otros.
El
ejercicio se extendió por tanto tiempo que las piernas de algunas dieron
muestras de cansancio, temblorosas por el peso sobre ellas. Tal fue el caso de
Daichi (que Tobio no ha mentido cuando dijo que era más pesado de lo que
aparentaba, además de que es más alto que él), Iwaizumi, Asahi y Sakurai. Las
duplas a las que pertenecen fueron las siguientes en ceder, y unirse en la
carrera a sus compañeros. La sensación de correr con las piernas cansadas (en
el caso de los que estaban abajo) les hizo más conscientes de la forma en que
administraban sus energías, y comenzaron a pensar en cómo podían mejorar en
otra ocasión.
Al
poco tiempo perdieron Furihata y Shoyo, junto a Yamaguchi y Kenma (más porque
fue el felino quien dijo estar
cansado de aguantar el calor de las piernas del pecoso, que por cansancio de
éste), una vez que Yamaguchi estuvo fuera del juego, Tsukishima también lanzó a
un lado con cero tacto a Futakuchi.
El
menor Sugawara se sentía un poco inquieto, la mirada de este chico era bastante
seria, por no decir “dura”; y parecía lleno de energía aún, pese a que él no
era precisamente ligero. Akashi estaba decidido. Nunca perdía. Nunca.
Por
su parte, Aomine y el mayor Kagami estaban soportando básicamente por orgullo.
Aunque ya sudaban y las piernas no se sentían tan fuertes como minutos atrás.
¿Cuánto llevaban ya en el ejercicio haciendo levantadas con su respectivo
compañero?
—
Ya me cansé de verte a la cara, Aomine. Vamos a perder quieres.
—
¡Ni se te ocurra moverte de tu sitio, Kuroo!
—
Hombre, no hay necesidad de amenazarme, ni de apretar mis manos, las necesito
para jugar, ¿sabes?
—
Entones solo mantente quieto, si te mueves siento más tu peso, estúpido gato.
—
Se escucha más cool si dices pantera
en lugar de gato.
—
Cállate ya, maldición.
Más
allá, el mayor Kagami estaba más o menos en la misma circunstancia. Kamasaki no
paraba de parlotear acerca de cómo el mayor Kagami había conseguido el corazón
del mayor Kageyama.
—
Estoy perdiendo la paciencia, por favor guarda silencio Kamasaki.
—
Es aburrido verte la cara todo el tiempo, Kagami. Así que tengo que desviar la
atención hacia un tema al menos productivo para mí. Me he declarado al chico
que me gusta hace poco, pero aún no tengo una respuesta. Así que estoy un poco
deprimido por eso.
—
En serio, cállate. Y deja de moverte y mirar hacia allá.
—
Pero, Kaname ha estado mirando a ese tal Midorima todo el tiempo. Estoy celoso,
y no me ha dado una respuesta.
—
Maldición, deja de moverte. Te estás balanceando mucho.
En
tanto, los gemelos Izuki decidían que era suficiente, perdían por voluntad
propia y se integraban a la carrera con el resto. Teppei de inmediato se alineó
con su novio.
—
Shun, ¿podemos irnos juntos esta noche?
—
¿Eh? Ah, yo. Lo siento, quedé con Tatsuya de ir a… a, bueno, algo de él.
—
¿Es así? Entonces, mañana tal vez.
—
Sí, tal vez… — Y luego el chico ojo de
águila aceleró, emparejándose a la altura de su hermano, quien no dudó en
decirle que hacía mal tercio, ya que estaba corriendo junto a Murasakibara… —
Solo ignora que estoy aquí.
—
De hecho tengo curiosidad, ¿por qué estás aquí y no con Teppei? ¿Ustedes
pelearon?
—
No.
—
¿Entonces?
—
Yo, solo… me siento nervioso junto a él estos días.
—
No me digas, fue por lo que me pasó cuando quise tener sexo con Atsushi.
El
silencio de su mellizo fue suficiente respuesta. Tatsuya se sintió un poquito
culpable. Hablaría con él después.
Después
de un tiempo considerable, los entrenadores estuvieron satisfechos con una sola
cosa al terminar el ejercicio.
—
Aunque fueron cuatro las duplas que se mantuvieron hasta el final, no podemos
decir que haya existido un auténtico trabajo de equipo. Actitudes tales como el
orgullo no van a funcionarles siempre, muchachos. Así que analicen lo que
hicieron esta vez, cómo actuaron y qué tan comprometidos estaban con el
ejercicio, o qué tantas cosas había en sus mentes que intervino en el objetivo
real.
—
¡Sí, entrenador!
Terminado
el ejercicio, hicieron un poco de estiramientos, se hidrataron y volvieron a
sus respectivos clubes para continuar con el entrenamiento. El rechinar de la
duela, los golpes de balón y las indicaciones a pulmón abierto fue todo lo que
se escuchó el resto de la tarde. Una vez comenzaron a retirarse a sus casas,
los mellizos Izuki realmente lo hicieron juntos, aunque Murasakibara iba con
ellos. Y el mayor Sugawara se contuvo de seguirlos, tomando su propio camino.
…
Shimada
había vuelto a su departamento. Y como los días anteriores, Takinoue estaba
esperándole ahí. En la puerta de su casa.
—
Makoto, finalmente vienes.
—
¿Qué haces aquí, Yuusuke?
—
Quiero disculparme, por principio de cuentas. Yo, no debí actuar como lo hice.
—
¿Estabas asqueado?
—
¡No! No es eso, Makoto. Solo estaba, sorprendido. Bueno, no sabía que yo podía,
con un hombre, ya sabes, hacerlo.
Nunca me sentí atraído de esa manera por nadie. Y, encima de todo lo hicimos estando ebrios, así que… —
Carraspeó, algo más nervioso de lo que había imaginado. Porque sí, imaginó una
y otra vez cómo sería esta charla con Shimada cuando finalmente decidió
tenerla, por principio de cuentas… — Oye, ¿podemos pasar? Hablar de esto en el
pasillo es…
Shimada
asintió, abriendo la puerta de su departamento. Sintiendo que le temblaba el
corazón cuando Takinoue entró detrás suyo.
…
Como
de costumbre, Yamaguchi y Tsukishima habían caminado a casa juntos, eran
vecinos después de todo.
—
Tadashi.
—
¿Eh?
—
¿Te gusta alguna chica?
—
¡Eh! N-no, por… por qué de repente…
—
No es nada. Adiós.
Y
así sin más, Tsukishima había apurado el paso hasta su casa, un poco más allá
de la del pecoso. Yamaguchi por su parte se quedó estático, contrariado por la
pregunta, por la actitud de su amigo. Todo y que siempre es un tanto antipático
o sarcástico, con él solía ser un poco más prudente, o amigable. O algo
parecido.
—
¿Chicas? ¿Será que, a Tsukki le gusta alguna?
Solo
de pensarlo, Yamaguchi se sintió de inmediato deprimido.
…
Su
tobillo lastimado había sido el pretexto ideal para que Ryouta no se le
despegara en todo el camino a casa, incluso le había cargado en la espalda para
que no tuviese que andar desde el autobús hasta su casa.
—
Tuvimos que usar el autobús porque le
pareció un gasto innecesario pagar taxi. Yukio-senpai es tan cool. Necesito ser
más genial para estar a su nivel~.
—
En qué tanto estás pensando, Ryouta.
—
No es nada. Nada de nada, Yukio-senpai.
—
No te creo.
—
Solo pensaba en si tendría oportunidad de darle un beso de buenas noches a
Yukio-senpai~.
—
No tienes tanta suerte esta noche, Ryouta.
—
¡Qué cruel~!
…
Poco
antes de llegar a la residencia Kagami, el pelinegro jaló al pelinaranja a un
rincón bajo la sombra de unos árboles en la calle. Necesita despedirse apropiadamente de su ruidoso novio.
—
Tobio, ¿dónde están tocando tus manos?
—
Cállate, Shoyo. Solo voy a besarte, esta vez… — Añadió con un murmullo,
atrapando los labios del pelinaranja antes de que fuese a decir algo y
arruinase el ambiente.
De
todas formas, es inevitable que su cuerpo, adolescente y hormonal, no comience
a experimentar otras necesidades.
Y
por alguna razón, a la distancia. El mayor Kagami sentía que se activaba su
impulso de hermano mayor. Mientras que el peliazul suspiraba, porque conocía
esa mirada.
Continuará…
JAJAJAJA ptmr.
ResponderBorrarAkashi es todo un loco, me encanta xD.
Aomine siempre será una bestia, por eso me encanta y Sakurai puede dominarlo! Ánimo chico!
Tsukishima, apurate amigo! Que yo me llevo a Yamaguchi (es toda una ternurita)