Otro intento de drabble que puede ser considerado oneshot corto (?) es que no es tan extenso pues xD si no tiene más de 3 mil palabras al menos, siento que no cumplo mis propias expectativas para shot pero bueh, no al caso xD
Lo escribí porque Maki quería bebés, y pues, le di bebés xDD
TonyxSteve
~*~
Stark es, naturalmente, un hombre que no
sabe sobre contenerse, esperar o convertirse en “personaje secundario”. De esa
manera, no solo había conseguido enamorar al hombre más moralmente inalcanzable
de todos, sino que además se había casado con él. El gran Steve Rogers era nada
más y nada menos que su adorado esposo. Y estaba dichosamente embarazado.
Dichosamente.
Excepto que eso significaba que Stark
tenía que contenerse, ser paciente y convertirse en “personaje secundario” por
ese pequeño ser que estaba creciendo en el vientre de su esposo.
— Tony~ vamos a comer en el jardín, ¿sí?
Rogers dijo con tono caprichoso. Sí, C A
P R I C H O S O. Haciéndole ojitos y quitándole las herramientas de las manos a
su esposo. Obviamente, no estaba precisamente preguntando, sino demandando.
— ¿Ya es tan tarde? — Preguntó, más por
inercia que otra cosa, todavía esperando que su rubio esposo le deje ajustar
unas piezas antes de abandonar su taller. — Oye, espera, apenas es mediodía,
¿ya vamos a comer, Steve?
— Tengo hambre~ así que sí. — Dijo.
Sencillo, sonriente y con esa azulina mirada que dejaba entrever que, como se
negara, le montaba una escenita entre gimoteos y falsas lágrimas.
El embarazo lo tenía tan cambiado.
Pero Stark, enamorado hasta el tuétano
como estaba, no iba a negarle ninguno de sus lindos caprichitos.
— Ok, vamos. ¿Quieres que te prepare
algo? ¿Pedimos de algún restaurante?
— En realidad estaba pensando… — Rogers
acercó sus labios al oído de su esposo… — Quiero algo así como un banana Split
recién preparado.
Con tal voz aterciopelada y una risita
coqueta. ¡Qué hombre en su sano juicio se negaría a la obvia insinuación!
Stark, obviamente, ¡ni loco! Literal.
Sacrificando las ideas que estaban fluyendo
para añadirle nuevas opciones a uno de sus trajes IronMan, el multimillonario
llevó a su esposo al jardín. A una parte de los amplísimos jardines de su
escandalosamente enorme “casa de campo”. Entendiendo que, más que jardines,
naturalmente tenía hectáreas de bosque a su disposición. Estaba ahí pasando un
tiempo tranquilo con su esposo ahora que, con siete meses de gestación, el
rubio hubiera tenido el caprichito de unas merecidas vacaciones lejos de
tecnología y trabajo. Vamos a obviar el hecho de que ni una ni otra estaban
realmente ajenos a la pareja de súper héroes, pero se hacían de la vista gorda
a las ausencias repentinas de Stark y que siempre volviese con algunos rasguños
o bien, verle por horas encerrado en su taller frente a monitores que le
permitían manipular armaduras IronMan a distancia.
— Ahora que lo pienso, por qué siempre
hablas de pedir a restaurantes, sabes que la ciudad está tan lejos que es
imposible pedir a domicilio. Y de todos modos, ¿no tienes por eso contratados
chefs profesionales cada semana?
— La costumbre. — Respondió con
simpleza, extendiendo una manta sobre el pasto, bajo un frondoso árbol que les
proveía de la sombra necesaria para escapar un poquito del calor del sol. —
¿Qué? ¿Por qué me miras como si hubiera hecho algo malo? — Stark dijo,
acomodando unos cojines en la manta, dejando una enorme canasta con frutas,
agua, jugo y otros alimentos, a un lado.
— Digo mil palabras y tú solo dices,
“costumbre”.
— Ay no, no pongas las manos en las
caderas, pareces señora renegona.
— ¡Tony~!
— ¿Qué? Lo pareces, y no es nada sexy.
Bueno, sí es sexy, mucho. Pero todavía pareces señora renegona, no te pega
Steve. Ven, cariñito, te ayudo a sentarte.
Suelta de corrido, entre ayudándole a
tomar lugar en la manta y corriéndole mano en el pecho. Rogers, que no es como
si renegara de la pícara atención, se dejó hacer nada más porque, bueno, es él
quien tenía antojo de banana Split, ¿cierto?
— ¿No están más grandes, Steve?
— Que sí, y no me las aprietas tanto,
duelen~.
— Pero es que se antoja. Están blanditas
y grandes. Dan ganas de darles unas lamiditas.
— Si vas a hacerlo no solo me mires con
esa cara, sobre todo cuando ya se te nota la excitación aquí. — Dijo, con un
tono coqueto y una mirada lujuriosa que, cualquiera que no le conociera, diría
que este Rogers es un clon, un impostor o algo.
Pero, Stark (y amigos cercanos) que han
estado cerca de él durante todo el embarazo, saben que su libido se disparó
como a la millonésima potencia y era un hombre felizmente embarazado con las
hormonas alteradas y una temperatura corporal por las nubes continuamente. Y
vaya que los amigos lo saben, porque en la Mansión Stark era sencillamente
imposible estar, Rogers se paseaba por todos lados como gato en celo, no dejaba
tranquilo a su esposo y demandaba más atención de lo que nunca hizo antes. Que
por algo se han ido de “vacaciones” a la casa de campo.
En fin, de lo que se hablaba. Rogers ha
llevado una mano al prominente bulto bajo los pantalones de Stark, arrancándole
un ronco gemido, se relamió los labios y gimió quedito cuando el
multimillonario le desabotonó el camisón (por aquello del enorme vientre, ropa
cómoda era lo mejor), colando sus manos en su pecho, acariciándole con
intención.
— Ngh~ Tony~. Quiero mi banana Split, no
te atrevas a dejarme sin mi antojito.
— No sé pero, caprichoso eres tan sexy,
Steve.
Y claro está, a un mimado Rogers no
podía negársele nada. Así que, tras sacarse los pantalones y la ropa interior,
Stark se sentó en la manta, dejando que su esposo se preparara el postre que
tanto parecía saborearse en el paladar.
Helado, chocolate líquido, cerezas, crema
chantilly, ralladura de coco y chispas de colores terminaron “adornando” el
miembro de Stark, y cuando Rogers comenzó a comer todo aquello, el
multimillonario tuvo que hacer acopio de todo su autocontrol para no írsele
encima y hacerle el amor como el minino en celo como el que se estaba
comportando. Dando pequeñas lamidas, mirándole con ojos tiernos, con mejillas
ruborizadas y un enorme vientre que le dificultaba un tanto la maniobra, pero
sabiéndose acomodar, tumbado de lado en la manta, apoyándose en su codo, todo
lo que ha necesitado es exigirle cariñosamente a su esposo que se disponga para
su propio placer.
Stark estaba sentado en sus tobillos,
con la pelvis cerca de su esposo para facilitarle el gustito. De todas maneras
no se quejaba para nada, que así le era fácil acariciarle el pecho, el costado,
la cadera, los muslos y el bulto en la entrepierna. Todo se amoldaba a sus
lujuriosos deseos.
— Steve, no muerdas.
— Nya~.
Rogers era tan caprichoso.
Y Stark tan condescendiente.
Calzaban perfecto.
…
Toda la lujuria experimentada durante
casi todo el embarazo, de pronto “terminó”. A las 33 semanas de gestación,
Rogers cambió radicalmente de perseguir a Stark cual minino en celo, a exigirle
que se mantuviera prudentemente a distancia. Incluso le mandaba dormir al suelo
(aunque la cama fuese tamaño Queen) o a otra habitación. Todo porque, con tres
bebés a punto de nacer, Rogers era un manojo de nervios, de cansancio y
somnolencia.
— Steve, ¿necesitas algo? — Stark
preguntó, dejando todo a un lado, como siempre, metido en su taller. Esa vez,
de vuelta a la Mansión Stark.
— Faltan dos semanas para que nazcan. —
Murmuró, con sus grandes y musculosas pero muy tiernas manos, arropando su
vientre. — Y no hemos elegido sus nombres. Quiero hacerlo ahora.
— Ok, vamos arriba entonces. Aquí está
todo… — Stark paseó la mirada por su taller… — Muy desordenado. — Añadió.
Aunque en realidad, acumulando como estaba, todo lo que pensaba era en que,
todavía hace una semana, habían tenido sexo en una de las mesas ahí.
— Estás pensando en sexo, ¿verdad?
— Para nada.
— Te conozco, Tony.
— Entonces no me tortures y vamos
arriba, ¿sí? Seguro que me contengo delante de nuestros amigos.
— No iba a dejarte de todas maneras.
— Sí, sí. Nada de sexo hasta que nazcan.
Luego la cuarentena y a ver qué más se interpone.
— ¿Estás de mal humor?
— Solo un poco, pero se me quita si al
menos me das un beso. — Agregó rápidamente, esperando paciente la respuesta de
su esposo.
Rogers sonrió y le dio un pico en los
labios. Stark renegó.
Ya en la estancia, y pese a que Stark
esperó encontrarse con al menos Natasha y Clint haciendo el vago en la tv,
resultó que nadie estaba ahí.
— Oh, lo olvidé. Salieron a una misión.
Todos.
— Y no me invitaron. — Renegó con aire
ofendido.
— Tienes un esposo embarazado a quien
cuidar, los vengadores pueden
ocuparse del mundo.
— Seguro. Claro que sí. Entonces,
nombres. — Stark dijo apresurado, tratando de no pensar en que estaban solos.
Solos en la Mansión. Y él con ganas de…
— Como será un varoncito y dos hermosas
nenas, he decidido que el niño se llame Peter. — Dijo, de pronto muy
entusiasmado.
Con ojos brillantes y una radiante
sonrisa. Sentándose, con ayuda de su esposo, en el sofá. Y una curiosa lista de
nombres anotados en un pequeño cuaderno. Stark estaba investigando nombres en
su celular, con una tecnología que no estaba en el mercado, obviamente.
— Así que ya decidiste, me siento
herido, no me preguntaste.
— No exageres, Tony. Con esa expresión
melodramática ni te creo. Y no finjas, también te gustaba el nombre de “Peter”,
lo dijiste hace un par de días.
— Pero tenía otras opciones.
— Se llama Peter. — Acotó.
— Ok. Peter Stark Rogers. Uno menos. —
Dijo, desplegando entonces páginas con nombres exclusivamente femeninos. —
¿Alguna idea para nombre de niña?
— Tyra. — Respondió el rubio con
sencillez.
— Tyra. — Mientras Stark de inmediato
buscaba el significado. — Me niego.
— ¿Por qué?
— Porque no y ya. Es muy, soso.
— Es un bonito nombre, Tony.
— Dije que no. Pongámosle América.
— Ok, todavía son dos niñas a las que
nombrar. Tyra es un nombre bonito.
— No.
— Tony~.
— Ni aunque me pongas ojitos tiernos. Es
más, ni aunque me dejaras hacerte el amor en este momento. Tyra está
descartado. Absolutamente, Steve.
Rogers no insistió. En realidad porque
sabe la razón del berrinche de su esposo. Bueno, no es como si él no hubiera
investigado algo más que simplemente nombres al azar. Y resultaba que, en su
búsqueda, Tyra era un nombre inglés que significaba “la batalla de Thor”. ¡Tony
Stark jamás le pondría a una de sus hijas algo relacionado con el dios
asgardiano! ¡O cualquier otro hombre!
Después de minutos hablando sobre
nombres, al final se decantaron por Temis. Felices de tener ya los nombres de
sus tres bebés, la enamorada pareja tuvo sex… No, la verdad es que no. Cenaron,
miraron tv, leyeron algunos libros sobre cuidados del bebé, Stark ayudó a
Rogers en la ducha y luego lo metió a la cama. Tumbándose más tarde a su lado
aunque solo se le permitiera abrazar y mantener su hombría lo suficientemente
“fría” como para no clavársele en el trasero a su esposo.
Las semanas siguientes fueron
angustiantes para Stark, sin sexo con Rogers, ni la oportunidad de salir y
participar de ninguna misión. Cuidando de su esposo, pero sin poder hacerle el
amor.
Pero todo tuvo su hermosa recompensa.
Las contracciones de Rogers comenzaron de madrugada. El traslado a la Clínica
fue calmado, Stark localizó a Banner y, al alba, sus bebés conocían el mundo.
El nacimiento ha sido sencillo, relativamente. Y el llanto de los tres
pequeños, todo un torbellino de emociones. Escucharles llorar era hermoso, y contagiaba
a todos, incluso Stark estaba llorando de emoción.
— Creo que estoy enamorado de nuestros
hijos, Steve. Son tan chiquitos y bonitos. — Sollozó, sosteniendo a la más
pequeña en brazos, Temis, mientras su esposo alimentaba a los otros dos,
América, la mayor por apenas unos minutos, y Peter, el “sándwich” de los
trillizos.
— No estoy celoso de que ames a nuestros
bebés, Tony. Pero espero que también sigas enamorado de mí~. — Dijo con una
sonrisita, todavía con el semblante cansado después de la cesárea.
— Toda la vida, Steve. Nunca, jamás,
habrá nadie a quien ame tanto como a ti. Lo digo en serio. Amo a Temis, América
y Peter, pero a ti te amo más, por darme esta hermosa familia.
— Me vas hacer llorar~.
— Adelante, así no me sentiré tan solo
siendo el único con lágrimas en los ojos.
Una hermosa escena, para una súper
familia que recién comenzaría su travesía por la vida.
FIN
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