jueves, 29 de diciembre de 2016

YooSu lobo-neko. Miniserial. PARTE 7

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— ¡Ay, por dios!

— ¡Mamá, papá!

Ups… — Pensó el zorro japonés, mientras que el zorro morocho chasqueaba la lengua y casi se negaba en escuchar las quejas de sus hijos que, sí, les han pillado casi en plena faena.

Casi, que con suerte apenas se estaba caldeando el humor y llevaban más que puesta la ropa, todo en su sitio. Excepto, obviamente, la prominente erección de ambos.

Orión había intentado cubrir los ojos de su hermana demasiado tarde. De hecho, que Amaya ha sido la que más se ha enterado de lo entusiasmados que estaban sus padres. Lucka por su parte, ya que había estado bostezando con aire perezoso, no se había enterado de nada, para cuando enfocó la mirada sus padres ya estaban separados. Su madre anunciaba ir al baño, y papá encargaba el resto de la preparación del desayuno a los tres.

— ¡No se lo monten en el baño, por dios!

— Amaya, cariño. Tu mami lo necesita, prometo que no haremos ruido.

— ¡Papá!

— Y así mamá llama pervertido a Yoochun hyung, ellos son peores… — Agregó Orión. Lucka ya estaba mirando en lo que su padre se había quedado, tenía hambre.

Amaya resopló avergonzada, pero acompañó a sus hermanos en la labor de terminar el desayuno, puso música a volumen alto –por las dudas– y se dedicaron a ello hasta que solo tenían que vigilar la cocción, preparar la mesa y servir. Si sus padres llegaban a tiempo, bien. ¡Pero no pensaba esperarlos!

— ¿Deberíamos hablarle a Kenzo?

— Él es otro pervertido que no puede mover ni un músculo por andar haciendo cosas de adultos con Constantine.

— Qué enterada estás, Amaya.

— Dayelin me contó en privado que Constantine llegó de madrugada, que apestaba a zorro y que Jaejoong hyung y Yunho hyung habían tenido una seria charla con él.

— Dayelin y tú se llevan muy bien, Amaya.

— Porque Eider tiene otras amigas, pero con ella últimamente también charlamos más. Desde que comenzó a salir con Vladimir como que se ha sentido más parte de las familias.

— ¿Y tú cuándo piensas hacerte un novio?

— No llevo prisa, gracias. Por otro lado, Lucka, no vayas a seguir el ejemplo de Kenzo, ¡no tengas sexo con Iker hasta que sean adultos!

— ¿¡Ah!? ¿Por qué debería hacer eso? Quiero decir, ¡imposible esperar tanto!

La adolescente revoleó los ojos. Pero honestamente no creía que Lucka fuera a esperar. Es más, será una suerte que llegue virgen a los 16.

Residencia Jung-Kim

Por supuesto, Jaejoong y Yunho habían aprobado, en cierto grado, que Constantine experimentara su sexualidad con Kenzo. Frenarlo solo haría que intentara cosas por su cuenta, y los adolescentes rara vez pensaban adecuadamente, incluso su cachorro genio. Aún así, neko y tigre habían estado decepcionados de su hijo porque ni siquiera había anunciado su salida.

— Mamá, papá, me duele todo el cuerpo, ¿podrían reñirme mañana?

— Constantine, esto no es un juego, hijo.

El tigre bajó las orejas consciente de las palabras severas de su padre. Aunque honestamente le dolía hasta el carajo el cuerpo. En serio se habían excedido. Habían tenido sexo continuamente, abusando de su resistencia sobrenatural. Sin embargo, el cuerpo le estaba pasando factura, y pasaba medianoche, se habían encerrado en una habitación de hotel por seis horas.

— Lo siento… — Aventuró, esperando que en verdad le dejasen reposar un poco y le riñeran más tarde.

— ¿Por qué no nos dijiste que saldrías? De no ser por tus hermanos ni siquiera sabríamos que no tuvieron clase desde la tarde.

— Mamá, lo siento. No tengo excusa. Yo solo estaba pensando en hacerlo con Kenzo.

— Constantine, el amor no es igual a sexo. Toleré que tuvieras estas curiosidades e inquietudes porque es inevitable, pero me decepcionas, parece que solo estabas pensando con las hormonas.

— ¡Eso no fue así, papá! — El tigrillo exclamó, elevando un poco la voz. Mordiéndose el labio luego al darse cuenta de que lo ha hecho.

Yunho había gruñido como signo de advertencia, tan ronco que el adolescente reconoció su lugar de inmediato. Jaejoong suspiró, la situación no tenía por qué terminar en una pelea padre e hijo.

— Yunho ah, siéntate amor… — Dijo, palmeando el sitio junto a él. El tigre ni siquiera se dio cuenta del momento en que se levantó. Tenía que controlar el carácter… — Constantine, ¿amas tanto a Kenzo?

— Sí. Sé que no soy bueno demostrándolo, pero en verdad estoy, enamorado de él. Yo no quise solo sexo con Kenzo, hicimos el amor. Como papá y tú, mamá. Sé que actué mal, no puedo reparar lo sucedido, pero no quiero que piensen que solo estaba pensando al calor de las hormonas.

— Constantine, eres joven aún, pero si has decidido comenzar a comportarte como adulto tomando esta clase de decisiones, entonces espero que actúes a ese nivel. Y eso significa no precipitarse o considerar que te mandas solo. Dependes de nosotros todavía, te amamos, hijo; pero no podemos permitir que hagas lo que quieras sin tener en cuenta las consecuencias. Ir a un hotel, salir sin avisar, ese tipo de cosas, no quiero que se repitan, ¿entiendes?

— Sí, papá.

— Sube a tu cuarto, descansa.

— Sí, papá… — El tigrillo se perdió escaleras arriba con la cola entre las patas y las orejas gachas. El dolor de su cuerpo no tenía comparación con la sensación que le apretaba el pecho al pensar en las palabras de su padre.

En la estancia, Jaejoong le dio un apretoncito en el muslo a Yunho. Era severo, como padre no podía evitarlo, y como alpha el instinto lo llevaba a reaccionar de formas impensables. El neko blanco piensa que fue demasiado severo, pero también que su cachorro necesita reglas, consecuencias. Enfrentar la realidad.

Cuando despertó, el tigrillo todavía resentía el dolor en el cuerpo, particularmente en la espalda baja. Pero eso no era tan importante, darle la cara a sus padres le daba mucha vergüenza. Pero más tarde, su madre le estaba llamando a desayunar, así que él no podía alargar el momento. Cuando el tigre vio a su hijo bajar las escaleras, él ya estaba tomando café y leyendo un informe del trabajo. Suspiró y ni bien el tigrillo saludó, él le despeinó el cabello y acarició paternalmente bajo sus orejas.

— Eres bueno hijo, Constantine. Estaba enojado anoche, elevé demasiado la voz.

— Pero tuviste razón, papá.

— Tal vez. En parte, sigue en pie que esperamos que tu madre y yo sepamos dónde o con quién estás cuando no tienes escuela, ¿bien? Entiendo que estás enamorado de Kenzo, voy a respetar su relación, y lo que hacen en ella.

Las mejillas del adolescente se colorearon. Jaejoong sonrió con ternura, le gustaba mucho más cuando su familia podía comunicarse en armonía. Sirvió el desayuno y luego se dispuso a dar la mamila a sus bebés, Dayelin, Iker y Vladimir le ayudaron, por lo que él en realidad solo supervisaba.  

— Entonces, ¿puedo ir y visitarle?

— ¿Quieres ir a casa de ChangMin y Hayami? — Jaejoong preguntó, curioso de cómo el zorro morocho podría recibir a su hijo en casa.

— Sí, ¿está mal?

— No, cariño. Está bien, puedes ir.

— Vamos, te dejaré de camino al trabajo, que apenas y puedes caminar adecuadamente.

Residencia Park-Kim

El lobo zafiro se despidió de su neko amante con un apasionado beso, que sus hijos ya ni veían con sorpresa porque estaban acostumbrados a tales demostraciones de afecto. Más, cuando estaba por abandonar su hogar, se le crisparon inconscientemente los nervios, hacía días que Maximus pasaba por Elián desde temprano, según ellos para ir juntos a la universidad. Claro, eso era normal en días de estudio, ¡pero en fin de semana!

— Elián, ¿Maximus y tú están escondiéndome algo?

— ¿Qué? No, papá. ¿Por qué piensas eso?

— Es sábado, y Maximus ya está aquí.

El lobo europeo asomó por la puerta, caminando con seguridad. Elián sonrió contento y su cola demostró su entusiasmo, agitándose coqueta en su espalda.

— Yoochunnie~ anda ya, se te hace tarde~.

— No se olviden que soy detective, si intentan ocultarme algo.

— Papá~

— Sr. Park, tenga buen día… — Maximus dijo con respeto, llegando a la puerta de entrada, donde la gran familia despedía al lobo zafiro.

Yoochun achicó la mirada, gruñó un saludo y subió a su auto. Algo no le cuadraba, y estaba dispuesto a descubrir qué era. Cuando se hubo marchado, Elián y Maximus también se despidieron para marcharse. Junsu no necesitaba investigar nada, sospechaba muy acertadamente lo que probablemente estaba pasando.

— ¿Iremos a ver el departamento en la zona sur?

— Sí, Elián.

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El camino a la residencia Mokomichi-Shim ha sido un poco silencioso, Yunho conduce precavido, Constantine mata el tiempo revisando su móvil. No es que falten cosas por decir o preguntar, es que por ahora ha sido suficiente de palabras entre ambos. Después de todo tienen un carácter parecido, aunque rara vez lo parezca dada la personalidad del tigrillo; sin embargo, cuando se sentía intimidado por la actitud alpha de su padre, era un auténtico minino bajo su cuidado y autoridad.

— Escucha, Constantine. Si ChangMin dice algo tonto, solo da media vuelta y ve a casa, ¿sí?

— No creo que ChangMin hyung vaya a decir nada, papá. Bueno, Kenzo dice que sus papás parecen estar en su tercera luna de miel en éstos días, con el embarazo de ChangMin hyung. Y Hayami-san siempre ha sido más, ¿relajado? No sé cómo definir su personalidad.

— Hayami es positivo, encuentra siempre una forma de ver la vida de forma divertida. Supongo. Bueno, debe ser algo como eso para que se haya enamorado de ChangMin. No le digas eso a ninguno.

Constantine sonrió, un gesto que rara vez expresaba. Estaban cerca de la casa de su novio, y por alguna razón, se puso nervioso.

— ¿En serio está bien que le lleve, chocolates?

— Sí, está agotado como tú, ¿no? Pero Kenzo es romántico. Le encantará el detalle y se sentirá mimado. Constantine, no vayan a hacer nada estúpido, ¿ok?

— Ni que pudiéramos, papá.

— Constantine.

— Nada estúpido, papá. Lo prometo. Voy a portarme bien en casa de mi novio.

El tigre le revolvió el cabello y luego le dejó salir del auto. El tigrillo respiró profundo y luego echó a andar dentro de la residencia, con una caja de chocolates en el brazo y unas flores para ChangMin, solo para quedar bien con su “suegra”. Yunho se despidió y siguió su camino al trabajo, tenía al insistente de Park llamándole por teléfono.

— Ahora qué le picó a ese lobo idiota… — Dijo, atendiendo finalmente la llamada.

Mientras tanto, Constantine ha llamado a la puerta, y ha sido Hayami quien le ha abierto. Lleva el cabello húmedo, al parecer porque ha tomado recientemente la ducha.

— Qué puntual eres, Constantine. Adelante.

— Buen día, Hayami-san.

— Kenzo está arriba en su habitación, puedes subir… — Señaló, mirando con cierta diversión lo que ocupaba las manos del tigrillo.

— Esto, ¿y ChangMin hyung?

— Oh, descansando también. Tuvo, un poco de actividad matutina y con su estado de gestación, se le agota la energía rápidamente.

— Oh, nh… — Constantine ató cabos de inmediato. No se necesitaba demasiada inteligencia para comprender. Un bochorno le atacó las mejillas porque, sin querer (y quizá porque ahora sabe de primera mano lo que es el sexo con la persona amada) se ha imaginado a los adultos en una escena casi traumatizante para él… — Yo, traje esto para ChangMin hyung, con el respeto que se merece, Hayami-san.

— ¿Flores para mi esposo? Mh, me pondré celoso.

— Por eso digo, es con respeto a usted, Hayami-san.

— Sé que sí, solo estoy bromeando. Gracias, las pondré en agua y le diré que le trajiste el lindo detalle. Kenzo está arriba, quizá dormitando.

— Entiendo, gracias Hayami-san. Compermiso.

El tigrillo subió hasta la habitación de su novio, tocando suavemente antes de entrar, asomar la cabeza y ver al zorro echo ovillo en la cama, con el aliento acompasado en absoluta relajación. La ancha cola descansaba a un lado, y sus orejas se mantenían a media asta, alertas pero tranquilas. Constantine entró despacio, sigiloso como el tigre que es, casi parecía que acechaba. Luego se sentó en el piso, junto a la cama, mirando detenidamente el rostro dormido de su novio.

— Vaya, realmente eres guapo… — Susurró, llevando inconscientemente un dedo al rostro del zorro, acariciando apenas perceptiblemente su contorno.

— Nh… — Se quejó entre sueños, arrugando la nariz y chasqueando la lengua. El tigrillo se rió de las maneras en que su novio dormía.

— Me comeré los chocolates sin ti, Kenzo… — Murmuró, casi como si supiera que el zorro le escucharía.

Luego, abrió la caja de chocolates y llevó uno a su boca, comenzando a comer. El olor que se dispersó en la habitación fue capturado de inmediato por el sentido del olfato del zorro, cuya vigilia se activó al instante. Los ojos del zorro se abrieron lentamente, parpadeó y bostezó somnoliento, estiró el cuerpo por acto reflejo, aunque al segundo gruñera incómodo. Luego, su cerebro terminó de hacer clic, y comprendió que su novio estaba ahí.

— ¿Constantine? — Aunque no sabía por qué.

— Hola, Kenzo… — Saludó con una sonrisa, extendiendo la caja de chocolates hacia su novio.

— ¿Eran para mí y ya te los estás comiendo? — El zorro sonrió, honestamente feliz de que su novio esté ahí, abriendo la boca para pedir ser alimentado.

— Tú estabas durmiendo, quién te manda… — Dijo, mimándole con la muda petición, llevando un chocolate a la boca de su novio, besándole corto en el acto pues se lo ha entregado con la suya… — Solo eso, porque prometí portarnos bien.

— Como si pudiéramos hacer otra cosa. En serio, me duele horrores el cuerpo. ¡Pero no me estoy arrepintiendo!

— Sé que no. También me duele todo, y no me arrepiento. Lo de ayer estuvo, perfecto.

Kenzo sonrió más emocionado, llamando a su novio a la cama, recostándose en sus piernas mientras continuaban comiendo chocolates y charlando.


Yoochun llegó a casa con mala cara. Junsu se sorprendió cuando arrojó una carpeta sobre la mesa de centro.

— ¿Sabías de esto?

— ¿De qué estás hablando, Yoochun?

— Departamento. Maximus ha estado viendo departamentos en venta en la zona sur, a veinte minutos de la universidad. ¿Planea Elián mudarse con él? Porque si es así, no voy a permitirlo y ese lobo idiota…

— Tranquilízate, Yoochun. No es lo que estás pensando. Aunque lo pensé también cuando me di cuenta. Pero no, nuestro Elián no va a mudarse.

— Entonces qué significa esto, lo investigué, Junsu. Maximus puso en venta su departamento actual, y con Elián han estado visitando uno nuevo.

— Claro que sí, le está ayudando a buscar departamento. Pero no para vivir juntos, no aún al menos.

— ¿No aún?

— Yoochun, Elián no será adolescente para siempre. En dos o tres años, dejará esta casa. Hará su propia vida, y sí, creo que será con Maximus, porque se aman. Como nos amamos tú y yo.

El lobo zafiro bufó, se talló las sienes y luego se recargó en el respaldo del sofá. Le dolía la cabeza porque todo el día estuvo pensando en esto. Incluso si lo trataba de visualizar para años futuros, todavía no podía hacerse a la idea de ver partir a ninguno de sus hijos.

— ¿No te duele, Junsu?

— ¿Verlos crecer? Me enorgullece, Yoochun. Hemos criado buenos chicos, serán grandes mujeres y grandes hombres. Así que solo puedo sentirme orgulloso. Yoochun, yo los di a luz. Los tuve dentro de mí por nueve meses. Claro que me duele, pero es mayor mi felicidad al ver que, que ellos luchan por la propia.

El lobo zafiro miró a su amante fijamente. Los ojos del neko parecían a punto de llorar, pero lo encontraba tan hermoso que su corazón palpitó tan enamorado como siempre.

— Por eso me enamoré de ti, Junsu ah.

— ¿Eh?

— Porque siempre me haces poner los pies en la tierra. También estoy orgulloso de nuestros hijos. Aunque me cuesta más dejarlos ir, pero contigo, siempre consigo darme cuenta de lo maravilloso que es para ellos la vida que llevan. Maximus no es un mal tipo, de hecho, casi me cae bien.

— Oh vamos, Yoochunnie~ ¡lo adoras!

— Mentira, solo lo tolero porque nuestro Elián se enamoró de él.

El neko se rió divertido, abriendo los brazos y recibiéndole cuando se acercó para besarle, húmedo y profundo como cada vez. Sus hijos llegaron unos minutos después, no les sorprenden los gestos cariñosos de sus padres. Nasya y Dante corren a abrazarles, son pequeños después de todo, aunque ya han cumplido los dos años. Kirian y Yannick bostezan, habían salido junto con Eider y Kilian de paseo al parque.

— A la ducha.

Junsu y Yoochun llevaban a los más pequeños en brazos, Eider y Kilian tomarían la ducha después, tendrían que esperar turno.

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ChangMin despertó una hora más tarde, y así, somnoliento, bajó a la estancia, donde solo había una nota sobre la mesa de centro. Su amante le avisa que ha salido con los chicos de compras, y que no tardarán en volver. Bosteza y enciende la tv, honestamente aburrido de estar solo. Cambia de canal una y otra vez sin encontrar nada que realmente le interese, luego el apetito lo lleva de paseo por la cocina y termina con un bowl lleno de fruta y un bote de helado. De pronto se da cuenta de que “algo” está de más en la mesa del comedor. Un arreglo floral que le hace elevar una ceja. Su amante solo le da flores el 18 de cada mes, para conmemorar un mes más de hermosa vida en matrimonio.

— Así que, ¿de dónde llegó este arreglo?

El zorro morocho olfateó las flores, llenándose los pulmones del fresco aroma de los lirios y azaleas que conforman el arreglo. ChangMin piensa que es un detalle más bien de respeto y admiración, ya que ambas flores significan en su propio idioma, sentimientos nobles de amistad y cariño, no precisamente pasionales o de romanticismo.

Cuando su familia volvió, además de que Kenzo se veía con renovadas energías, el zorro morocho preguntó de dónde había llegado el arreglo floral.

— Te las trajo Constantine en la mañana. Son lindas, ¿verdad? — Hayami sonrió, esa vez no había comicidad en su gesto. Más parecía satisfacción… — Es un buen chico después de todo.

— ¿Por qué me trajo flores? ¿Se está disculpando por haber tomado la virginidad de Kenzo?

— ChangMin ah, cuando lo pones de esa manera no luce lindo el detalle que el tigrillo tuvo, sabes. Y realmente creo que solo quiere agradarte.

— Sí, sí, lo sé. Imagina que no dije nada.

— ¿Estás enojado?

— Pues, no. Bueno, no sé. No es que esté enojado por lo que ellos hicieron, quiero decir, Kenzo es un adolescente y todo. Pero de una forma o de otra esto pudo haber pasado, me da un poco de gusto ver que fue una experiencia buena a pesar de todo. Pero, soy su madre. Estoy preñado y tengo que lidiar con el hecho de que nuestro hijo ya no es virgen. Ng, no sé cómo sentirme, Hayami.

— Me doy cuenta, es de las pocas veces en que me nombras sin mi hermoso apelativo “baka” en el contexto… — Añadió con una sonrisa, tierna y comprensiva esa vez. Le abrazó acariciándole el cabello y mimando con su nariz la ajena… — Te amo, lo sabes ¿verdad?

— No me digas cosas bonitas ahora, con las hormonas así todas revolucionadas seguro me pongo a llorar.

— Oh, puedo manejar el llanto de mi hermoso zorro~.

— ¿Quién quiere llorar delante de ti, baka?

— ¡Volvió~!

— Cállate, baka… — Gimoteó, dando media vuelta y zafándose de los mimos.

El arreglo floral continuaría en la mesa del comedor durante algunos días más, hasta que secas las flores terminaran en la tierra como tributo natural para las plantas del jardín estilo japonés en el patio trasero de la residencia.


Han pasado ya cerca de dos meses desde que Yoochun dejó de comportarse a la defensiva con Elián. Maximus ha comprado un nuevo departamento y se ha mudado, solo. El neko está concentrado en sus estudios, y últimamente incluso ha dejado de salir a menudo con el lobo europeo pues apenas si le queda tiempo para dormir lo suficiente y cumplir con todos sus trabajos. Quiere entrar a la universidad con las mejores notas posibles, y si eso significa sacrificar algo de tiempo en pareja, tanto el neko como el lobo europeo están dispuestos a hacerlo.

Junsu piensa que esa “distancia” entre los enamorados es la razón principal del humor de su amante. Y de momento no piensa decir nada, es mejor dejar que las aguas continúen tranquilas antes que agitarlas por voluntad propia. Además, de momento hay otra cosa de la que ocuparse. Y se trata nada menos que de su hija Eider.

Como bien era sabido, hacía cerca de tres meses que había comenzado a salir con Vladimir, uno de los nekos gemelos de Jaejoong y Yunho. Sin embargo, justo ahora, Eider no parecía particularmente feliz. De hecho, estaba enojada.

— Eider, ¿qué sucede, princesa?

— Sucede que estoy harta, ¡harta de las mocosas que creen que pueden venir y decirme estupideces como si nada!

— Ok, cariño, por qué no respiras un momento antes de continuar, mh.

La neko soltó el aire con un resoplido, luego trató de serenarse respirando profundo varias veces. En realidad la rabia no disminuía, pero conseguía suficiente lucidez para explicarse.

— Mami, ¿es tan malo que salga con Vladimir? Quiero decir, sé que soy mayor que él, por tres años… — Añadió, sintiéndose de pronto un poquito incómoda al respecto… — Nh, en realidad es bastante, ¿no? Sería diferente si fuera al revés.

— No creo que tanto. De hecho, tal vez tu padre ni siquiera lo habría permitido si cuando tenías 13 un chico de 16 se te hubiera acercado. Pero, ¿es algo que te molesta? Vladimir ya tenía 13 cuando se te confesó, hace tres meses. ¿Qué es diferente ahora? ¿Que te molesten?

— Me enoja mucho que todas esas chiquillas vayan y dejen comentarios ridículos en mis redes sociales, estoy harta de borrar, bloquear e ignorar. No sé por qué se meten conmigo, si a ellas les gusta Vladimir entonces tal vez podrían intentar ser mejor que yo, o algo así, ¿no crees?

— Deben saber que es algo difícil, ya que tú eres hermosa e inteligente, quizá se sientan inseguras porque Vladimir ya te eligió.

— Mami, ahora aún tengo 16, en unas semanas estaré cumpliendo 17, y en un tiempo más seré adulta, pero para cuando lo sea, Vladimir seguirá siendo menor de edad. Estuve pensando en ello, y… no sé cómo me sentí. Incómoda, preocupada. Habrá muchas cosas que todavía no querré hacer con él hasta que pase algo más de tiempo, pero… — Suspiró y agachando las orejas resopló jugando con un mechón de su largo cabello… — ¿Sabes que nosotros hasta ahora ni siquiera nos hemos besado?

— Oh…

— No es que Vladimir no lo haya intentado. Es que, yo… no lo he permitido. No es precisamente un noviazgo si solo le dejo tomar mi mano, ¿verdad?

Eider dijo, sonriendo con un dejo de nerviosismo y algo más que, su madre presintió, podía considerarse como culpa.

— Eider, ¿por qué aceptaste salir con Vladimir?

— ¿Eh? Bueno, él insistió tanto que, de pronto me encontré respondiéndole que sí, que estaba bien… — Eider suspiró de nuevo… — Nh, no puede ser, fui tan tonta~… — Y gimoteó escondiendo el rostro contra sus rodillas, sus orejas se agitaron arriba y abajo un par de veces, mientras su cola descansaba lánguida sobre la cama.

— Cariño, si no estás enamorada de Vladimir…

— ¡No es exactamente que no lo esté! — Alegó. Tan rápidamente que se sorprendió a sí misma por la reacción. Era lo mismo con sus reacciones cuando se trataba de cualquier cosa alrededor de Vladimir. Se desesperaba y actuaba básicamente por instinto.

— Eider, tienes que aclararte. Si te gusta, si lo quieres como amigo, si estás enamorada o si es que no te gusta que te presionen de ninguna manera.

— Vladimir tiene culpa también. Él ni siquiera me ha preguntado una sola vez por qué no le dejo besarme.

— Tal vez porque teme la respuesta. Está enamorado de ti, princesa. Lo que menos debe querer es escuchar que tú no lo estás de él. Y aunque es verdad que un beso no define la profundidad de los sentimientos, sí es una extensión física y muy significativa de cuánto te interesa una persona. Un beso es, como una muestra de amor. Medítalo, Eider. Y elige, lo que realmente te dicte el corazón. Tú, corazón.


Era noche de adultos. Las tres parejas se han reunido a beber –aunque ChangMin solo pueda tomar bebidas sin licor dado su embarazo de ya, cuatro meses– en un bar en el centro de la ciudad. Confiados de que sus respectivos hijos sepan comportarse en casa.

— Pues bien, aquí estamos, después de casi dos décadas conociéndonos, siendo amigos y discutiendo por tonterías cada que nos encontramos.

— Yoochun, cállate. Es un discurso demasiado maduro para ti.

— No podías quedarte callado tú, ¿verdad, ChangMin?

— No pelees conmigo, estoy preñado.

— ¡Pero tú empezaste!

Junsu y Jaejoong revolearon los ojos, típico de ellos. A Yunho ya le daba igual, y Hayami encontraba divertidas las peleas de su amante y el lobo.

— De todas maneras, estamos celebrando algo especial, así que no se pongan muy pesados el uno con el otro, ¿bien?

— ¿Qué tiene de especial celebrar un premio como el mejor chef exponente de la comida japonesa?

— En serio, Yoochun, andas de un humor de perros. Junsu, debiste dejarle tener sexo contigo antes de venir.

— Oh, lo tuvimos Hayami. Es solo que no tuvo suficiente de mí.

— Ni siquiera me dejaste “entrar”. Solo tocarte no es suficiente.

— Te dije que no había tiempo, Chunnie~.

— No habría pasado nada si llegábamos un poco tarde, baby.

— Calla, pervertido.

Jaejoong y Yunho estaban que no sabían si reñirles por el tipo de conversación, o sentirse un poquito celosos. Ellos no son de tener sexo cuando les viene en gana si sus hijos están en casa. No eran tan, liberales, como sus amigos. Que también se han enterado de que ChangMin y Hayami son igual de libidinosos que Junsu y Yoochun.

— Yunho ah, ¿por qué somos amigos de estos cuatro? — Jaejoong dijo de pronto, casi con tono casual, bebiendo de su whisky con aire elegante. Al tigre se le escapó una risotada cuando el lobo zafiro y el zorro morocho gruñeron al mismo tiempo, ofendidos por el tono del neko blanco.

A Junsu le daba lo mismo, y Hayami. Bueno, ya sabemos cómo es. Yoochun y ChangMin comenzaron a culparse entre sí, solo un poco porque el zorro morocho alegó una vez más que debía respetarle y no hacerle enfadar, que está preñado. Y así, la noche siguió su curso. Horas más tarde había algunos ebrios ahí, a saber, Yoochun y Yunho, pese a que hubieran esperado que Jaejoong callera primero, hoy se había moderado.

— Jaejoong hyung.

— ¿Qué pasa, Junsu?

— ¿Cómo está Vladimir? Eider me dijo que le pidió un tiempo para meditar su relación.

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En casa, Vladimir recibía el apoyo de Iker. Ciertamente había estado esperando el rompimiento desde hace algunos días. Eider era su primer amor, pero aunque había aceptado salir con él, nunca se sintió que realmente estuvieran juntos. Eso, obviamente, también lo frustraba. Y aunque llegó a pensar que demostrándole su amor podía enamorarla, cuando la neko le pidió “un tiempo para reconsiderar sus sentimientos”, el neko simplemente se derrumbó.

Le habían destrozado el corazón.

— Vamos, hermano. No te des por vencido. Tal vez tomarse un tiempo sea bueno para los dos. Bueno, ya sabes, Lucka consideró sus sentimientos por mí hasta que, hasta que Yannick amenazó con alejarme de su lado, o algo parecido. Nh, lo que quiero decir es que puede no ser tan malo que ahora hayan, terminado.

— Es diferente, Iker. Hay varias cosas diferentes entre lo que tienes con Lucka, y lo que no creo tener con Eider. Yo, solo me ilusioné y presioné las cosas hasta que Eider simplemente aceptó. Pero no está enamorada de mí.

— Pero se ve que le gustas.

— ¿En serio? ¿En qué momento? — Ironizó Vladimir.

— No, no. En verdad, bueno, no presto atención todo el tiempo, pero sí llegué a notar algo en su mirada. Eider es honesta como el carajo, y lo sabes. Deberías considerar que realmente, necesita solo un poco de tiempo.

— Sí, tal vez.

— Vladimir, un poco de entusiasmo en tu expresión vendría bien.

Los nekos se sonrieron. Era un momento difícil para uno de ellos, mientras que el otro prácticamente vivía en su mundo color de rosa con su novio. Aunque Lucka era lento como él solo para esas cosas del romanticismo. No era un negado como Constantine, pero tampoco era un as para expresar sus sentimientos, a menudo los decía de formas muy vergonzosas o fuera de sintonía, como mismo Iker decidió comenzar a llamarle.


Eider estaba recostada en su habitación, pasaba ya de medianoche cuando escuchó el auto de sus padres llegar, por el tono de voz de su padre, estaba segura de que esa noche el lobo zafiro dormía en el sofá, o mostraba algo de control. Mamá no se escuchaba particularmente feliz.

— Yoochun ah, como insistas solo una vez más, en serio voy a molestarme.

— Nh, Junsu baby, últimamente la pasas restringiéndome.

— ¿Restringiéndote? Más bien te malacostumbré a dejar hacer lo que te daba la gana cada que querías. Y mi cuerpo ya resiente, Chunnie~, no podemos tener sexo todos los días, no señor.

— ¿Y si prometo ser súper suave?

— Tú ni siquiera sabes de eso, aunque lo intentas. Eres salvaje y se te da natural. Ahora, dejemos el tema, los chicos podrían escuchar, y aunque están acostumbrados, todavía me da vergüenza, no como a ti, pervertido.

— Ok, ok. Cielos, ¿es acaso mi culpa que tú te pongas cada día más sexy que yo me excite con solo mirarte?

El neko rosado infló las mejillas, le dio un golpecito en el hombro y, avergonzado, simplemente siguió su camino rumbo a la habitación de los más pequeños para asegurarse de que duermen. El lobo zafiro se rindió, al menos por esa noche.

Mientras que la pareja disfrutaba su forjado romance, la adolescente suspiraba y trataba de encontrar la voluntad para conciliar el sueño. Sin embargo, la imagen del joven neko volvía a su mente una y otra vez. La expresión dolida y resignada de Vladimir cuando le pidió, a su manera, terminar, se le ha grabado a fuego en la memoria. Un recuerdo que no quería conservar. Un rostro que nunca habría querido ver, un sentimiento doloroso que ella no hubiera querido provocar.

— El amor es tan complicado.

Suspiró la neko, dando media vuelta y aferrándose a una almohada con forma de estrella, tan grande que prácticamente cubría todo su cuerpo y se amoldaba a su repentina necesidad de abrazo, de confianza y cariño. Aunque aquel objeto inerte no podía ofrecerle realmente nada de aquello, Eider pensaba en la seguridad que su familia le brindaba a diario, la felicidad infantil que rebozó su mente el día en que sus hermanos (todos ellos) le entregaron esta almohada como presente por su quinceavo cumpleaños.

Había alcanzado la edad para ser considerada “señorita” en aquel entonces, hoy, una parte de ella simplemente quería ser niña otra vez. Y no tener que preocuparse por los amores no correspondidos.


Los meses pasaron volando. Y ChangMin ha alcanzado ya su noveno mes de gestación, el vientre le pesa, aunque más se ha sentido como durante su primer embarazo. Naturalmente, solo espera un zorrito. Y no le molesta en absoluto, cinco críos le parece un buen número, e irónicamente piensa que, si quisiera junto con Hayami, dentro de un par de años todavía podrían animarse e ir por otro más.

— Ya que soy macho, mi edad fértil es adecuada incluso si llego a los cuarenta de edad.

— ¿Sobre qué estás balbuceando, cariño?

— Hayami, te tardaste~ ya se me pasó el antojo.

— ¿Guardo esto, entonces?

— No, ya que tuviste en bien salir al súper solo para cumplirme el capricho, me lo comeré.

El zorro japonés se rió. Por supuesto, su amante tiene hambre, y ya. Pero como era de esperar, soltaría esos comentarios sórdidos solo por costumbre.

— Los chicos insisten en que deberíamos cambiar el decorado de los muros de la habitación para su hermanito. Opino que está bien dejarles la tarea.

— Mh, está bien si tú lo crees. De todas formas le va a gustar porque lo estamos esperando impacientemente… — El zorro morocho dijo, comiendo su helado de pistacho sin reparo. Todo y que eran las cuatro de la mañana. Pero bueno, el apetito a él se le duplicaba durante todo el tiempo de gestación.

— ¿Qué hay sobre el nombre? ¿Ya te decidiste por uno?

— La lista sigue en cinco opciones, no puedo elegir uno, me gustan todos.

— ¿Lo dejamos a la suerte?

— Sometámoslo a votación en el desayuno, ya que los chicos quieren ser parte de esto, está bien si elegimos como familia.

Al amanecer, con todos sentados a la mesa, el nombre del quinto zorro de la familia Mokomichi-Shim fue elegido. Y en las semanas restantes para su nacimiento, sus cuatro hermanos se encargaron de decorar la que sería su habitación, en familia adquirieron los últimos muebles necesarios y algo de ropa para recién nacido. También estaban prevenidos con pañales, toallitas húmedas, talco y otras pomadas para el cuidado e higiene del bebé. Y finalmente, Perseo nació.

— Tiene el pelaje completamente blanco~. Es un hermoso zorro ártico, mh.

Amaya estaba encantada con su hermanito, Orión, Lucka y Kenzo igual. Mokomichi estaba feliz, los otros cuatro zorros estaban entre el zorro rojo y el zorro gris. Además, entre los zorros humanos, la raza ártica era realmente rara. Casi nunca se concebían, y ahora ChangMin acaba de dar a luz a uno simplemente precioso.

— Creo que tendré celos de quien voltee a mirar a Perseo.

Al zorro morocho casi le dio un tic nervioso. ¿Su Hayami baka estaba hablando de ponerse celoso con ese tono?

— ¿Quién eres y qué hiciste con mi baka? Devuélvemelo.

Algunas cosas, tal vez, y solo tal vez, podrían cambiar.

--//--

Cuando Junsu y Yoochun decidieron vivir juntos, no sabían con claridad lo que el futuro podía traerles. Cuando decidieron formar familia, había sido un poco apresurado, pero al mismo tiempo ideal. Cuando sus primeros cachorros comenzaron a crecer y llegó la segunda y después la tercera camada, el neko rosado y el lobo zafiro descubrieron que el amor verdadero se trataba de eso. De ser feliz cada día con lo que tenían, con los buenos y no tan buenos momentos, con las noches en vela cuidando de sus cachorros, con los primeros dolores de cabeza que vienen en el paquete de la paternidad. Pero ahora, cuando Elián, Eider y Kilian cumplen los veintiuno de edad, ellos solo pueden sentirse orgullosos, y algo “viejos” cuando su primera camada está próxima a graduarse de la universidad. Aunque en realidad lucían bastante jóvenes pasados los cuarenta y estaban tan atractivos que conseguían sacudir el corazón de propios y extraños.

Por supuesto, no son los únicos en tal experiencia. Jaejoong con Yunho y sus hijos, ChangMin y Hayami con los propios. No hay más bebés por ahí, Perseo, el más pequeño de todos, cuenta ya con tres años, y es un juguetón de primera, se la lleva de maravilla con Ninfa, Helena y Sión, los cachorros de neko y tigre que tienen ya cuatro añitos. Dante y Nasya, apenas casi un año mayores, actúan con ellos como hermanos protectores, y es curioso verles acicalarse entre sí. Kirian y Yannick, los lobeznos, han alcanzado ya la edad de la pubertad, con doce años lucen sin embargo un poco mayores, quizá por la genética lobuna. Los nekos Iker y Vladimir, junto con los zorros Amaya, Orión y Lucka, estaban ya pre-universitarios, mientras que Dayelin, Constantine y Kenzo iban sobre el tercero.

Con los mayores, las tres parejas sentían que la parte más compleja del camino junto a ellos ya estaba andado. Ahora, lentamente, comenzarían a tomar sus propios senderos, a forjar sus propias aventuras, a tomar sus propias decisiones.

Elián ha fortalecido su relación con Maximus a lo largo de ya casi cinco años, y tras graduarse, finalmente piensan mudarse y vivir juntos. Por supuesto, Yoochun no puede asimilarlo con una sonrisa, pero está respetando la vida sentimental de su hijo.

Kilian con Dayelin también tiene un sólido noviazgo, aunque ninguno parece llevar prisa por pensar en temas como el matrimonio o mudarse juntos. La neko aspira a grandes cosas antes que sentar cabeza, y el joven lobo se ha convertido en una especie de guardián para su novia, tiene sus propios objetivos en la vida, pero asume un rol de incondicional apoyo para que Dayelin alcance los propios.

Constantine y Kenzo siguen siendo todo un caso, el poco romanticismo y tacto del tigre hace rabiar al zorro a menudo; pero sus reconciliaciones siempre resultan tiernas, y algunas de ellas involucran sexo salvaje con roles alternados. Sí, seme o uke, a ambos les da lo mismo siempre que puedan sentir el calor del cuerpo del otro abrasándoles la conciencia y el alma misma.

Iker con Lucka han sido cosa aparte, avanzan tan lento que los hermanos de cada uno suelen terminar más desesperados que la pareja misma. ¡Con decir que no han tenido sexo! Todo y que Amaya juraba que su hermano no llegaría virgen a los 16, y darse cuenta de que están por cumplir los 18 y sigue siendo puro –o casi, que masturbarse mutuamente sí que lo han hecho–, le daba hasta ternura. Ella, por su parte, ha tenido montones de pretendientes, pero hace poco se dio cuenta de que se sentía más atraída por su propio sexo que por el opuesto. Un tiempo se sintió tan atraída por Eider, que la culpa la invadió durante semanas, aunque Vladimir no era su mejor amigo en la vida, sí era alguien a quien apreciaba mucho, y sabe que el neko sigue enamorado de la gatita aunque a fin de cuentas, tras cuatro años transcurridos, nunca volvieron a salir.

— Fue un alivio darme cuenta de que solo me atraía físicamente, y no que me enamoré de ella. Eso hubiera sido, espeluznante.

— Doloroso, diría yo. Eider es heterosexual, Amaya.

— Lo sé. Aunque los novios que ha tenido no se acercan ni un poco a Vladimir. Nunca he entendido por qué ella no pudo enamorarse de él, es un buen chico.

— Los chicos buenos no siempre se quedan con las chicas buenas, Amaya.

— Kilian y tú están juntos, y ese es un ejemplo de que sí pasa. Como sea, me da… no sé… — La “raposa” (genérico de zorro) suspiró, sus orejas se movieron de un lado a otro dubitativas… — Vladimir no ha salido con nadie desde que Eider terminó con él, ¿cierto?

— Sí, mi hermano no se ha enamorado de nadie más después de ella. Pero en el amor no puedes obligar ser correspondido.

— Lo sé. Es por eso, que me siento triste por él. Y pienso que no me gustaría nunca tener un amor como el suyo.

— Vladimir encontrará alguien más a quien amar. Y tú también te enamorarás de alguien digno de ti, Amaya.

— Dayelin, eres más soñadora de lo que pareces… — La “raposa” dijo con una sonrisita, mirando distraídamente el libro del que se supone debía sacar un ensayo para esa semana.

— Tú en cambio tienes un humor muy diferente. Parece que te tomas todo a la ligera, pero en realidad eres sensitiva. Y te asusta el amor, verdad.

La “raposa” miró a la neko. Dayelin era hermosa, con un poder hipnótico como el de su madre. Pero Amaya nunca se había sentido atraída por ella de forma romántica o física. La veía como una hermana. ¿Si le asustaba el amor? Sí, tal vez.

— Supongo que debe ser que no ha llegado la persona que me haga experimentar esa desazón amorosa.

La neko sonrió, se acomodó el cabello y sus finas orejas mininas se agitaron suavemente. Amaya sin embargo alcanzó a ver algo más, en la base de la clavícula femenina había una “marca de beso”. Ella no pudo evitar sentir un poco de bochorno ajeno, como tampoco pudo evitar preguntarse qué se sentiría estar enamorada hasta el punto de desear entregarte en cuerpo y alma a otra persona.

— ¿Kilian es bueno en la intimidad?

— ¡Amaya! ¡No voy a decirte eso! — Se quejó la neko con un adorable carmín en las mejillas.

La “raposa” se rió de buena gana.

--//--

19 años juntos. Casi parecía ridículo pensar que tanto tiempo había pasado. Pero esa era su verdad. ChangMin sonrió cuando entró a casa, no estaba ahí el sonido de risas ni el murmullo de charlas privadas. Ninguno de sus hijos estaba hoy en casa, se han repartido en las residencias de sus amigos. Hoy, Hayami le quiere solo para él, y celebrar su diecinueve aniversario.

El olor silvestre de rosas frescas flota en el ambiente, casi todas las luces están apagadas, y salvo la chimenea y algunas velas por aquí y por allá en la estancia, no hay más rastros de halo iluminando la casa. Un dulce blues a medio volumen y su apuesto amante de pie en el pasillo, esperándole con un pulcro traje oscuro y esa sonrisa confiada que arranca una igual en el zorro morocho.

— Feliz aniversario, ChangMin ah.

— Feliz aniversario, Hayami, baka.

Reírse de sus tonteras y enlazar las manos antes de fundir los labios en un beso, profundo, apasionado, amoroso. Las esponjosas colas de los dos zorros se buscaron y enredaron con candor. El chasquido húmedo del intercambio cariñoso se mezcló con la melodía del coqueto blues, y casi sin darse cuenta ellos continuaron besándose al tiempo que movían suavemente sus cuerpos cual si danzaran al ritmo de la música. No saben cuántos minutos pasaron, o cuándo fue que terminaron ahí, en la alfombra cerca del fogón; Hayami sentado con las piernas haciendo cuna para ChangMin, que parecía reacio a abandonar el dulce sabor de los besos de su amante.

El zorro japonés acarició la cadera de su amante mientras se dejaba con aire sumiso, ser dominado en el beso. El sonido de la guitarra eléctrica sonó un poco más seductivo, y las manos del zorro morocho encontraron camino bajo su camiseta. El saco de su traje había sido olvidado por ahí desde antes, ¿cuándo? No lo sabe.

— ¿La cena después?

— Al carajo la cena, quiero devorarte a ti, baka.

Los ansiosos labios del zorro morocho se perdieron por el cuello de su amante, desabotonando su camiseta y deslizándola parsimoniosamente por sus hombros y brazos, lamiendo y dejando una estela de besos cortos por toda piel desnuda a su paso. El zorro japonés se dejaba hacer sin reparo alguno, facilitándole la labor al sacarse del todo la prenda superior, haciendo lo propio con la ajena, palpando el torso bien trabajado de su amante, delineando con sus dedos los pectorales, cada músculo tonificado. El juego que las luces parpadeantes del fogón y las velas hacía al reflejarse en la piel desnuda de los zorros proveía al momento ese toque erótico que incentivaba el deseo de tocarse hasta el ínfimo recoveco.

Lento, sin pizca de prisas se hicieron el amor durante horas. Sudor, calor, excitación, jadeos, gemidos, besos. La combinación perfecta para el sexo, para el placer y el orgasmo. Para lo que son, amor. Lo han hecho en la alfombra, el sofá y el comedor –el zorro japonés sonrió al pensar que había sido acertado de su parte tener todas aquellas frutas, vinos y chocolates a mano para el momento en que llegaron ahí–. Y ahora, acostados en la cama, Hayami acaricia el hombro de ChangMin, traza figuras al azar y piensa que, en cuanto su amante despierte, le entregará aquel presente que quedó olvidado en el bolsillo interno de su saco, en algún rincón de la estancia. El zorro morocho refunfuñó entre sueños, acurrucándose mejor contra el cuerpo del zorro japonés, apretándole la cintura y haciendo un lío con sus piernas enredadas. Estaba cansado, pero feliz. Y oloroso a sexo, claro. Pero Morfeo lo había arrastrado a su mundo, y Mokomichi le había permitido dejarle ahí mientras vigilaba su sueño y acariciaba sus felpudas orejas y la esponjosa cola, adormeciéndole como un arrullo.


Las sorpresas de la vida llegaban. Como siempre, cuando menos se esperaban. El día de la graduación de los mayores Park-Kim, algo sorprendente sucedió.

Yannick, a sus doce años, se confesó. Probablemente por segunda vez en su vida, pero era la primera que estaba plenamente consciente de ello. Orión, el receptor de su confesión, parpadeaba confundido. Un poco perdido en la extraña sensación a “deja vu”.

1 comentario:

  1. Por eso es que Kenzo tiene el permiso de mamá, "Cotati" (ay ame esa manera dulce de los bebés para llamar al tigre) tiene mucho parecido en personalidad con Changmin...y bueno así es el amor de adolescentes ...Dios amo que el Yoosu sea así de fogoso jJJj

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