domingo, 1 de octubre de 2017

SUPERFAMILY (Avengers) Parte 1.



SUPERFAMILY

Esperando a Peter
~Avengers~
~*~

Allí estaba él, con una sonrisota pintada en los labios sin razón alguna. Está feliz y punto. Y para su felicidad, hoy en día, no necesitaba razones especiales. Tenía una muy grande ya. Cierto rubio de ojos azules, llamado “Capitán América” entre los grandes héroes, admirado por millones alrededor del mundo, y cuyo verdadero nombre, Steve Rogers, de alguna forma se sentía demasiado “personal” cuando salía de sus labios. Sí, Stark está más que feliz hoy en día, porque, además de que Rogers es su esposo, ahora luce con un hermoso vientre de cinco meses de gestación.

— Deja de mirarme, Tony~. — El rubio dijo con ojitos brillantes y mejillas rosadas, tranquilamente sentado en el sofá de la estancia mientras mira un documental sobre el embarazo en la amplísima tv 4k, lo que, de paso, no le decía mucho al rubio, que se sentía todo un negado para eso de la tecnología, él solo se interesaba por mirar televisión y francamente no le importaba qué tanta “calidad” tenía la pantalla.


— Y por qué, si estoy disfrutando bastante la vista. — El morocho dijo altanero, captando con su móvil un montón de fotografías, video y a saber cuánta cosa más (sí, tecnología desarrollada por él mismo y que, a falta de presunción, era simplemente otro nivel en comparación del mercado actual) mientras su esposo iba ganando un poquito más de rubor y adornaba sus labios con una tierna trompetilla. — ¿Quieres beso? — Preguntó coqueto, dando esos pasos que le separaban de su esposo en un santiamén.

— No eso~. — Dijo avergonzado.

Sí, pese a que no era precisamente que su relación fuera algo novedoso, Rogers no se acostumbraba a las demostraciones de afecto de Stark, todo porque el morocho iba y hacía lo que quería, cuando quería y como quería, sin tomar en cuenta nada como tiempo, lugar o espectadores.

Lo que fuera, Stark estaba besándole suavemente. Al principio al menos, porque tomando un poco de confianza y “abusando” de la “amabilidad” de su esposo, coló su lengua con algo más de pasión, indicándole a su igual a enredarse consigo, arrastrándole a su boca, dominándola. Saliva, pasión, fuego. Cuando Stark se separó, Rogers respiraba alterado, tenía los labios rojizos e hinchados, y el rostro colorado.

— Sigue así, y te tomo aquí mismo, Steve.

— No~. — Cubriéndose el rostro, el rubio trató de eludir el deseo sexual de su esposo.

— ¿Cuánto tiempo llevamos juntos, Steve? Es increíble que sencillamente no te acostumbres a mi cariño.

— Es porque eres un lascivo acosador~. No me das un respiro, Tony~. — Gimoteó con voz dulce, todavía escondiendo su rostro enrojecido de la lujuriosa mirada de su esposo.

— Ya, ya. Cualquiera que te oiga pensará que solo te quiero por tu sexy y muy, pero muy apetecible cuerpo, Steve.

— No digas cosas así~. — Gimoteó, de nuevo. Y sí, otro poco más avergonzado. Solo para variar.

De cualquier forma, eran años de relación. Habían vivido dos años y meses de noviazgo, luego había llegado el matrimonio, hace poco más de año y medio, y finalmente, tres meses atrás, la noticia de su embarazo había llegado como un regalo para ambos.

Rogers también es feliz, absolutamente feliz. Ha sido todo un descubrimiento para él el enamorarse, por principio de cuentas, de Stark, cuando parecían tan diferentes. Particularmente, cuando Tony Stark era un playboy con una larga lista de amantes. A veces todavía se preguntaba, qué tenía él de especial que había conseguido lo que ninguna mujer antes, el corazón del morocho.

— ¿En qué estás pensando, Steve?

— ¿Eh?

— Te conozco esa mirada, estás pensando en algo que me va a hacer enojar.

— No es cierto~.

— Sí. Y ya sabes lo que pasa cuando me haces enojar, ¿verdad?

— ¿Eh? ¿Q-qué? Es-espera, Tony~.

Lo han sospechado bien. Stark se ha lanzado al acecho, paseando sus labios por el cuello y mentón de Rogers, para luego asaltar su boca con apremio y fogosidad. En tanto, su diestra se posaba sobre el vientre abultado dejando sobre él una caricia paterna.

Luego de pronto, por primera vez, aquel movimiento en el vientre del rubio. Una “patadita”. Su bebé ha saludado a sus padres después de cinco meses desarrollándose en el interior de su “mami”. E “interrumpe” el momento íntimo de aquella tierna manera.

— Pateó. — Stark dijo, medio anonadado por el hecho.

— ¡Lo hizo~! — Rogers, en cambio, era un radiante “mami” primerizo que se cubría el vientre con ambas manos esperando sentirle de nuevo.

— Se sintió fuerte, ¿te dolió?

— No realmente~.

— Claro, mi esposo y súper-soldado qué va a sentir dolor por una patadita de nuestro bebé.

— ¡Oh, de nuevo, Tony~!

— ¿Dónde, dónde?

— Aquí, pon tu mano aquí, Tony.

Y así, mientras ambos se concentran en sentir las “pataditas” de su bebé, los minutos transcurren, encerrados en su “burbuja”. Más tarde, Rogers anuncia que necesita ir al baño, como ha estado pasando los últimos días. Y es normal, ha dicho la doctora, porque el bebé comienza a presionar la vejiga. Luego terminará quejándose de incomodidad en los pies, y Stark encantado de la vida le dará masaje para lo hinchado que comienzan a ponerse. Y será solo un pretexto para desnudarle de pies a cabeza y hacerle el amor.

— Mañana toca la eco, ¿verdad?

— Sí~. Podremos saber el sexo del bebé.

— Quiero niño, pero si es niña entonces también está perfecto. Aunque no sé si quiero que se parezca a ti, Steve.

— Por qué~ ¡qué malo, Tony!

— No, no. En mi defensa diré, es para prevenir que los “lobos hambrientos” la persigan. Te das cuenta de que sería hermosa a rabiar, no, no quiero, me convertiría en un padre súper celoso.

Rogers soltó una risita.

— Tan bobo, ¿cómo va a ser hermosa si se parece a mí?

Stark revoleó los ojos, acariciándole furtivamente la espalda desnuda y terminando en su vientre.

— En serio, deberías tomar conciencia de tu atractivo, Steve. Me ahorrarías muchos celos, ¿sabes?

Rogers, solo se rió otra vez. Tan, pero tan feliz.

--//--

En la ecografía, Rogers y Stark estaban realmente atentos a todo lo que la doctora les iba diciendo y que podían ver en el monitor. Si bien el morocho era un genio, el embarazo era un tema absolutamente desconocido para él. El desarrollo de su bebé era día con día un nuevo descubrimiento, cómo iba creciendo, qué partes se desarrollaban, cómo latía su corazón y cuán pequeño y vulnerable era, aun en el vientre de su “mami”, un súper-soldado.

— Bien, ahora vamos a ver el sexo del bebé. ¡Oh, pero qué tal! Están esperando un lindo varoncito.

— ¡Un niño! — Stark exclamó emocionado, llenándole el rostro de besos a su rubio esposo, haciéndole sonrojar, para variar.

La doctora, bastante más acostumbrada a las demostraciones de afecto que el multimillonario le da al soldado, sonrió sin reservas, grabando la eco en un cd y luego indicándole al morocho que podía limpiar el gel del vientre de su rubio esposo. Eso, porque como ella lo hubiera intentado como la primera vez, los celos de Stark se iban a desatar y no tenía ganas de soportar el humor del multimillonario cuando ya lo hizo una vez.

Tras recibir las nuevas indicaciones para el cuidado del embarazo en las próximas semanas, la feliz pareja abandonó el consultorio y decidieron comer fuera, luego irse de compras y regresar a casa hasta entrada la tarde. Los pies de Rogers estaban hinchados y se sentía cansado. O quizá simplemente es que tenía ganas de recibir mimos de parte de Stark.

— ¿No quieres tomar la ducha?

— No todavía~.

— ¿Algún antojo?

— Tampoco, Tony~. Has estado algo hiperactivo desde que salimos de la consulta. Realmente te hizo feliz saber que tendremos un niño, ¿verdad?

— Iba a ser feliz aun si fuera niña. — Dijo con tono seguro. Aunque luego la azulina mirada de su esposo le hiciera retractarse, un poco… — Bien, no tanto. Te dije, si tenemos niña y se parece a ti, voy a ser un papá súper celoso. No podré con tanto, ya suficiente tengo con estar cuidándote a ti, Steve.

— ¿Cuidándome?

— Sí. Tú no escuchas, ¿verdad? Te lo he dicho mil veces, tienes un atractivo demasiado seductor, mujeres y hombres te desean y te siguen con la mirada ahí donde vamos.

— Tony, ellos te miran a ti~.

— Está bien, algunas de esas mujeres me miran a mí. ¡Pero todos los hombres te comen con la mirada!

Rogers soltó una risita. Debía ser algo tonto, pero en esos momentos la expresión recelosa de Stark le daba algo parecido a la ternura. Estiró los brazos y silenciosamente le pidió un abrazo, que llegó acompañado de un beso largo y dulce.

— Te amo, Tony.

— Dices eso y me desarmas. Está bien, yo también te amo, pero mejor que nuestro hijo no se parezca a ti.

— Por qué~.

— Porque seguro será igual de sexy y atractivo como tú cuando crezca.

— Eso significa que solo quieres que nuestros hijos se parezcan a ti~.

— Pues sí no hay más genética. Tal vez podrían parecerse a tus papás. O a mi madre, pero no a mi padre.

— Howard era un buen hombre, Tony.

— No digas eso. No tenía nada de genial mi padre.

Rogers sonrió con un dejo de ternura y comprensión. Y decide dejar el tema de momento, porque hablar sobre sus padres llegaba a poner sensible a su esposo. En otras ocasiones Stark se hacía ideas más locas como que a Rogers le podría haber gustado Howard, lo que no era cierto. Rogers sencillamente apreció en mucho todo el apoyo que Howard Stark ofreció durante sus años de juventud, siendo el Capitán América y estando en medio de una guerra.

— Steve.

— ¿Sí?

— En serio, gracias. Soy tan feliz que parece un sueño. Me das la familia que tal vez anhelé tener toda la vida. Estaré, de verdad, estaré para ustedes sin importar el trabajo ni todos los problemas que puedan surgir.

— Tony… — Suspiró, sabiendo cuánto esas palabras significaban para el morocho. — Sé que lo harás. También estaré para ti y para nuestro hijo. Y seremos más y más felices en adelante, Tony.

Stark sonrió, enamorado a decir verdad. Y le besó otra vez, más dulce, más cariñoso. Más profundo y apasionado. Durante minutos los besos fueron y vinieron, y algunas caricias también. El vientre abultado recibió muchas de aquellas, y su hijo respondió pateando en algunas ocasiones, comunicándose así con ellos.

— Elijamos el nombre, Steve.

— Qué tal, Peter.

— ¿Peter?

— Sí, no sé por qué pero, pienso que será perfecto para nuestro hijo.

— Bien, pues Peter Stark Rogers será entonces. Hey, pequeño Pet, en algunos meses estarás con nosotros, así que asegúrate de crecer sano y fuerte allí dentro, eh.

--//--

En ese mundo “color de rosa” que el feliz matrimonio estaba viviendo, había un montón de cosas que lo volvía justamente así. La evolución del embarazo de Rogers era celosamente supervisada por Stark, y cada duda que tenía, por mínima que era, no titubeaba en preguntar a la doctora.

— Vale más estar prevenido, Steve.

— Pero Tony, le llamas aún de madrugada~ la dra. Smith necesita descansar, ¿sabes?

— Ella dijo que podía llamarle cuando quisiera, ¿no?

— Pero Tony, tú exageras, tienes que admitirlo.

— Ng… — El multimillonario estuvo tentado de refutar. Pero no había manera y no era tan descarado. — Está bien, ya no molestaré a la dra. Smith, pero a cambio quiero algo. — Dijo, agitando coquetamente las cejas.

El rubio le miró con recelo. Conoce esa mirada. Presiente que, sea lo que sea que salga de boca de su esposo, él, de alguna manera, terminará avergonzado bajo el cuerpo del morocho.

— ¿Qué puede querer el grandioso Tony Stark, mh? — Intentar persuadirle a base de ojitos sonrientes y pestañeos inocentes no iba a conseguir el objetivo que el rubio tenía en mente.

— Pues… — Stark sonrió pícaro, colando una mano bajo las mandas hasta el muslo de su esposo, acariciándole sinuosamente sobre el pijama.

No, no iba a resultar como el capitán lo imaginó.

— ¿Tony?

— Ya que me has despertado gimoteando como si algo te doliera y me ha dado un susto gigantesco como mi ego. Escucha bien, Steve, como mi ego, lo que no ha sido entonces poca cosa.

— Eso no es justo~ solo me he quejado inconscientemente porque Peter se ha movido~. Qué debo hacer si nuestro hijo se pone a nadar o columpiarse, o qué se yo, dentro de mí y siento que presiona por todas partes~.

— Tch, tch, quejarse ya no vale, Steve. Me has pedido que deje de molestar a la Dra. Smith y he de hacerlo, pero quiero un premio a cambio del gran sacrificio que voy a hacer por controlar mi instinto paterno.

— ¿Acariciándome como quieres~?

— Obviamente.

— Pero ya sé que tus caricias siempre terminan en sexo, Tony~.

— ¿Y? No lo digas como si no lo disfrutaras, que te recuerdo gimiendo cada vez, Steve.

— Es una reacción natural de mi cuerpo si me tocas en lugares sensibles~. Ngh~ Tony~ ya lo estás haciendo.

— Y mientras más reniegas más me dan ganas. Ya sabes que hacer pucheros y esas caras inocentes no hacen más que ponerme súper caliente, Steve.

— Tú siempre estás caliente~ eres un pervertido~.

— Te encanta, tú también tendrías que admitirlo, Steve.

— ¡Tony~ angh~!

El rubio arqueó la espalda, sorprendido por el repentino agarre que su esposo hizo atrapando su hombría bajo el pantaloncillo del pijama. En serio que a veces la habilidad que Stark tenía para colarse en su ropa le dejaba sorprendido. Y excitado, podría negarlo con palabras, pero su cuerpo era demasiado honesto.

— Vas a despertar a Peter~.

— Él nos despertó primero, Steve.

Stark dijo con una sonrisilla lasciva, bombeando el miembro de Rogers, sintiéndole caliente y cada vez más endurecido. El vientre de rebosantes ocho meses de gestación no era impedimento alguno para el placer, probablemente era una razón más para que el morocho encontrara irresistible a su esposo. De alguna manera, el embarazo parecía haber enfatizado cierto aire sensual y tierno en Rogers.

— ¡Tony! — El rubio sintió un poco de tensión por todo su cuerpo cuando sus músculos se contrajeron atacado por una oleada de placer.

Stark ha apartado las mantas de un tirón, y enterrado su rostro en la pelvis de Rogers, tragándose el falo de su esposo de una. Su cabello rizado rosaba contra la parte baja del vientre del capitán, y en nada su bebé ha comenzado a moverse en el vientre del ojiazul. Había entonces demasiadas sensaciones corriendo por su cuerpo como para concentrarse en una sola.

Naturalmente, su cuerpo reaccionó a la felación que Stark le hacía, poniéndose algo más caliente e inquieto. E inevitablemente, casi como un acto reflejo, separó sus piernas y empujó el rostro del morocho más al sur, ansioso por atención en su intimidad.

— Luego te avergüenzas, Steve, pero sé que te encanta. Tus reacciones me lo dicen cada que te hago el amor.

— Ngh~ ¡Ahh~!


Al alba, Rogers dormía plácidamente. Aunque desnudo y envuelto desordenadamente en las mantas del lecho, con las prendas de su pijama regadas por ahí sobre la cama o el piso alfombrado, sucias de semen a decir verdad. Igual que su cuerpo. Se ha corrido tres veces esa madrugada, y tras la gloriosa satisfacción caer en brazos de Morfeo ha sido francamente inevitable.

— Bien, hora de seguir con la habitación de Pet. Ng, aunque no me quiero separar de ellos. — Stark dijo, abrazándose de pronto al cuerpo de Rogers, rodeándole apenas el abultado vientre, besándole el hombro y acurrucándose contra su espalda. — Uy, creo que esta postura solo hará que me den ganas otra vez.

Y es que el trasero de su esposo quedaba justo ahí, contra su entrepierna. Y, bueno, ya que él también está desnudo.

— Que sea el mañanero.

Dijo lascivo, paseando la diestra por la silueta del rubio, sinuosamente avanzando hacia su trasero, palpando el húmedo orificio entre sus nalgas. Sí, le apetecía montárselo para saludar a la mañana.

--//--

— ¡Sr. Stark, no puede hacer cosas pervertidas durante las clases!

Ése ha sido el llamado de atención de la doctora a cargo del curso de gimnasia prenatal. Todo porque, como era de esperarse, las manos de Stark no podían quedarse quietas cuando tenía a su esposo tan a “su merced”. A saber, Rogers practica ejercicios pélvicos de suelo, de espaldas sobre una colchoneta, flexiona las piernas y eleva la pelvis por algunos centímetros, permaneciendo así unos segundos antes de descender a la colchoneta y repetir el movimiento. ¡No es su culpa que eso se le antoje tan seductor!

— Tsk, pero llegando a casa no te escapas, Steve.

— ¿Eh?

Las excentricidades de un millonario
~*~

Dada su naturaleza de súper-soldado, Rogers no ha tenido demasiado dolor antes del parto. Las contracciones conseguían hacerle sentir incómodo y hasta un poco dolorido, pero nada que no pudiera soportar. De todas formas estuvo, junto a su esposo, atento a la frecuencia de éstas conforme más se acercó la fecha programada. Y para cuando ese día llegó, ellos fueron a la clínica, donde Rogers fue internado de inmediato. Por seguridad.

— Naturalmente no tendrás a tu bebé por la vía natural de una mujer. Pero vamos a monitorear los signos de tu bebé hasta que esté listo para la operación, Sr. Rogers.

— De acuerdo, doctora Smith.

— Los dejaré solos ahora, una enfermera estará viniendo cada tanto para el chequeo, ¿ok?

— Ok, vaya tranquila doctora, yo cuidaré que Steve no se aburra.

— Espero que conversando y no haciendo otra cosa, Sr. Stark. — La doctora dijo con una sonrisilla, sabiendo bien el carácter despreocupado del multimillonario al expresar sus afectos al soldado.

— Cerraré la puerta por las dudas que se me ocurra.

— ¡Tony~!

— Ella lo sugirió y me dio idea, no es mi culpa Steve.

— Claro que es tu culpa, pervertido.

— Ya, la doctora se fue tranquilamente, sabe que no haré nada como atacarte ahora. Después de la cesárea aún tendré que esperar a que sanes. Aunque, ya sabes, la Dra. Cho y su Cuna de Regeneración tal vez pueda ayudar…

— ¡Tony~! No vayas a acosar a la Dra. Cho con algo como eso. No usaremos recursos como la Cuna para asuntos personales.

— Tan serio… — Dijo, medio ofendido por la negativa de su esposo.

— Es en serio, Tony.

— Sí, sí. Ya entendí. Tendré que esperar hasta que te recuperes, ¿me quieres torturar, Steve?

— Sé que podrás aguantarlo, no será tanto tiempo. Soy un súper-soldado, ¿lo olvidas?

— Acabas de sonar como que tú también vas a extrañar el sexo diario, Steve.

— De quién crees que es la culpa~, Tony. Me corrompes~.

— Absolutamente culpable, y no tengo remordimientos al respecto. — Dijo, con esa mirada ególatra suya que no dejaba espacio a la duda. Sexy. Seductor.

— No tienes remedio, Tony.

— No te disgusta, así te enamoraste de mí y sabías que no iba a cambiar. No mucho, porque sí que he cambiado por ti.

— Lo sé. Es por eso que sigo enamorándome de ti, Tony.

— Uy, nos estamos poniendo cursis, eh.

— Déjame~ soy un hombre sensible ahora~.

— Me encantas, Steve. En serio, mejor te apresuras a recuperarte en cuanto Pet salga de aquí, eh. Pensándolo bien, podríamos tener un rapidín.

— No~ mantén todo tu cuerpo quieto~.

— Solo bromeaba, ganas sí que tengo, pero no te voy a hacer nada pervertido porque sé que no lo disfrutarías plenamente.

— Gracias, Tony. Pero sabes, los besos están bien~.

— ¿Quieres beso?

— Sí~.

— ¿Dulce, suave, lento? Profundo y apasionado, quizá.

— Sabes cómo me gustan, Tony.

El morocho sonrió pícaro, inclinándose sobre su rubio esposo para besarle, quien estaba sentado en la cama, con algunos almohadones soportando su espalda y un aparato conectado a su vientre para monitorear los signos de su bebé. El beso fue húmedo y caliente desde el inicio, enredando sus lenguas, quedándose con el aliento del otro.

— Tu barba está un poco crecida, Tony.

— Sí, lo arreglaré después.

Rogers sonrió, sabe que Stark casi no ha querido separarse de él desde hace un par de días, cuando las contracciones fueron más regulares. Y ahora, seguro que menos querrá despegarse de su lado hasta que Peter nazca.

Unas horas más tarde, Rogers fue llevado al quirófano, donde le prepararon para la operación. Por supuesto, Stark está ahí, sujetando la mano de su esposo, mimándole la frente y atento a cada paso en el procedimiento quirúrgico.

— ¿Tiene que descubrir tanto? — Preguntó receloso cuando el especialista anestesiólogo despejó el vientre de Rogers, casi mostrando demasiado abajo.

— Es el procedimiento, Sr. Stark.

— Tony, deja que hagan su trabajo.

El morocho hizo la señal universal de “te estoy vigilando” al señalar sus ojos y luego al anestesiólogo que solo se acomodó los anteojos evitando la mirada del millonario.

Casi una hora después, Peter finalmente había nacido. Su llanto había sido fuerte, y sus signos vitales estables. Un bebé sano, para ponerlo en palabras simples. Rogers había sido llevado de vuelta a la habitación asignada, y los amigos ya estaban ansiosos por conocer al nuevo integrante de la familia.

— ¿Se parece a Steve? Espero que sí. — Barton, que acababa de llegar, comentó en tono de broma. O quizá no tanto.

— Se parece a Steve, está precioso. — Stark dijo, completamente anonadado con su hijo.

Era obvio, ya que no había respondido nada sarcástico al comentario de Barton. Natasha y Banner también lo notaron. Así que dejaron el asunto por la paz. Entregaron sus presentes, sus felicitaciones y conocieron al pequeño Peter. Tenía el cabello color marrón, como una mezcla perfecta entre el oscuro de su padre y el rubio de su madre. Los ojos aún no los abría, pero esperaban que fueran negros como los de Stark, ya que era más probable en términos de genética, según Banner. Natasha apostaba que serían claros, aunque no precisamente azules.

— Oh, creo que tiene hambre, mira cómo succiona mi dedo, Steve. Dale de comer.

— Sí, lo sé Tony.

Sus amigos abrieron los ojos de par en par. Todo porque no habían tenido idea de que Rogers pudiera amamantar. Pero lo estaba haciendo, y el bebé parecía más que satisfecho con ello, succionando del pezón de su mami mientras olía su esencia. El seno de mamá, su lugar seguro. Para él, recién nacido, no sentir el vientre era extraño, pero mientras el calor, el olor, y el ritmo de los latidos de su madre estuvieran ahí, seguía siendo su espacio.

Stark tragó hondo, y se recreó en el pensamiento hacer algunas cosas pervertidas con el pecho de su esposo. Rogers se sonrojó cuando pescó la mirada lasciva de su esposo. Ya encontraría la forma de mantener las fantasías del morocho prudentemente lejos de la realidad. O terminaría avergonzado a rabiar.

--//--

Al volver a la Mansión, poco a poco la pareja fue adaptándose a su nueva vida. Ya no eran solo ellos dos, o los cuidados del embarazo. Ahora tenían que velar día y noche por su bebé. Peter era una preciosura, y además era súper tranquilo. Lloraba poco y se consolaba con facilidad, comía cada tres horas, dormía casi todo el tiempo y disfrutaba de los cambios de pañal o la ducha.

— Steve, duerme tú también.

— Pero, Tony.

— Vamos, apenas ha pasado una semana, necesitas descansar apropiadamente para que te recuperes pronto.

— Pero dormir durante el día.

— Hazlo, al menos una vez. Voy a estar preparando la comida, ¿de acuerdo?

— Está bien~.

Cariñoso y súper consentidor. Así era Stark desde que llegaron a casa. Para Rogers era un poquito extraño, pero le gustaba ser mimado así.

— Bueno, vamos a dormir Peter. — Susurró, acurrucándose junto a su bebé, acariciándole el rostro y tarareando una nana.

--//--

Dos años se fueron volando, Peter ya demostraba una inteligencia superior al promedio, había aprendido a hablar desde antes del año, y ahora incluso jugaba con algunos programas que Stark había diseñado.

— Es increíble, creo que Pet es un genio, Steve. Los programas con que juega están pensados para la inteligencia de niños de cinco años, por lo menos, pero Pet los domina ya.

— Bueno, tuvo de dónde heredarlo, ¿no, Tony?

— Tienes razón, soy un genio después de todo.

Rogers se rió bajito. Por supuesto, Stark iba a aceptar fácilmente su genialidad.

— Y, dígame, Sr. Genio, ¿ha notado usted algo diferente en mí?

— ¿Qué?

Papi tendrá un hermanito para mí, papá.

— ¡Qué!

Rogers volvió a reírse. Peter lo imitó. Fue donde su papi y se sentó en su regazo, acariciando el vientre del rubio. Los ojos azules buscaron las pupilas de su esposo, sonrió y esperó pacientemente a que Stark comprendiera.

— ¡Vamos a tener otro bebé!

— Papá no se había dado cuenta~.

— Así es, Peter. Papá no se había dado cuenta.

— ¡Oh cielos! ¡Otro bebé! ¡Sí!

Obviamente, hubo que festejar la buena nueva. Una fiesta en grande con los amigos. Y sexo salvaje durante la noche, en tanto Peter dormía en casa de su tío postizo, Banner.

--//--

— Tony, va siendo hora de que elijamos el nombre de nuestro bebé, ¿no? Sabemos que será niño~.

— Estuve pensando en eso. ¿Puedo elegir el nombre esta vez?

— Lo dices como si no te hubiera dejado elección con Peter~.

— Bueno, fue más como que no tenía razón para oponerme. Pero, quiero elegirlo esta vez, ¿puedo?

Rogers le miró a los ojos, sonrió tiernamente y asintió. Creyendo que quizá elegiría el nombre de Howard, o algún miembro en la línea de su familia.

— Vamos a ponerle Pietro.

— ¿Eh?

— Ok, decidido. Se llamará Pietro Stark Rogers, ¿no es genial?

A Rogers le corrió una gotita de sudor por el mentón. Era su imaginación, o casi sonaba a que le daban el mismo nombre a sus dos hijos. Stark sonreía de oreja a oreja, parecía demasiado emocionado con el nombre, así que el rubio no tuvo corazón para negarse.

Es una de sus excentricidades, supongo. — Pensó.

Y algunos meses después, ellos bautizaban a su segundo hijo. Pietro Stark Rogers, hermano de Peter Stark Rogers. Sí, definitivamente algo rallaba en lo cómico ahí.

--//--

A diferencia de Peter, Pietro no era un genio, pero su inteligencia tampoco era una broma. Llegando a la adolescencia, los hermanos Stark también comenzaron a mostrar diferencias de personalidad, pero al mismo tiempo encajaban muy bien. Y se metían en algunos problemas también.

— Pietro, no puedes usar tus habilidades para molestar a tus compañeros, cariño.

— Pero, papi, solo hice un poco de justicia. Ellos estaban abusando de los chicos de primer año.

— Entonces tenías que reportarlo con algún maestro o la Directora.

— Fue más rápido así.

Rogers suspiró. Pietro ahora tenía quince, Peter diecisiete. Ambos estaban en preparatoria, y hacían justicia a su manera. Antes, cuando ambos pasaron los trece de edad, mostraron ciertas características superiores al humano promedio. Peter tenía los sentidos súper-desarrollados, poseía más fuerza, trepaba muros y era capaz de producir telarañas en sus muñecas. Pietro poseía una velocidad impresionante, y su pensamiento era considerablemente ágil, ambas facultades daban la impresión de que sus sentidos también estaban más desarrollados que el promedio.

— Además de adolescentes, súper-humanos, o algo así, ¿no, Steve?

— Tony, llegaste.

— Sí. JARVIS me informó de todo. No hubo problemas serios, ¿correcto?

— Sí. Aún así, Peter y Pietro necesitan entender que no pueden hacer lo que quieran solo porque pueden. Habla con ellos, Tony.

— Seguro, déjamelo a mí, Steve. Mi beso de bienvenida, por favor. — Dijo, aflojándose la corbata y deshaciendo los últimos botones de su camisa.

Rogers sonrió, se acercó a su esposo y le dio un corto beso en los labios. Dejándole con ganas.

— Voy a entrenar, mejor que hables seriamente con ellos, Tony.

— Sí, sí. Entendido, Capitán. — Dijo, cuadrándose como un militar.

La charla con sus adolescentes hijos fue, a decir verdad, más un intercambio de consejos para evitar ser capturados por las autoridades escolares o descubiertos por el sexto sentido que su padre tenía, esa intuición propia de una madre.

— ¿No te has cansado?

Rogers dio otro certero golpe al saco de arena antes de parar y darse la vuelta. El sudor le corría por el rostro y el cuello, y se le perlaba en los musculosos brazos. Stark se relamió.

— No me quejaba de la vista que tenía, sabes.

— ¿Has hablado con los chicos?

— Largo y tendido, Capitán.

— Ok, y ya deja de mirarme así, Tony.

— ¿Qué? ¿Por qué? Estás tan sexy, quiero comerte ahora, Steve.

— Imposible, no vamos a hacerlo, los chicos están en casa.

— ¿Los mando al cine o algo?

— ¡Tony~!

— Ya, solo bromeaba. Aunque, en cambio podríamos salir nosotros, Steve. Hace mucho que no lo hacemos fuera de casa. Qué tal un hotel en París.

— Tan excéntrico como siempre, Tony.

— Pero te encanta.

Mientras el matrimonio coqueteaba, Peter miraba algunas noticias en el sistema del Servicio Secreto. El expediente de un mercenario apareció en la pantalla del monitor y él encontró, por alguna razón, interesante revisar su historial.

— Wade Wilson. — Dijo.

— Ese nombre me suena de algún lado. — Agregó Pietro, echando una mirada por encima del hombro de su hermano mayor. — Wow, mira esas cicatrices, en verdad es un mercenario eh.



El primer amor de Peter…
¡Tenía que ser Deadpool!
El primer amor de Pietro se aproxima también…

Una semana hacía que Peter había jaqueado el sistema de seguridad del Sistema Secreto, una semana desde que supo de la existencia de Wade Wilson, también conocido como DeadPool. Un mercenario, asesino a sueldo y otros calificativos nada afortunados que describían al hombre. Era sin duda todo un criminal en el amplio sentido de la palabra. Sin embargo, Peter tenía una sensación extraña cuando pensaba en él. Lo que, no sabe si es cosa buena, sucede a menudo esos días.

— Estás otra vez en la nube, hermano.

— Pietro, ¿qué haces aquí? Deberías estar en tu salón de clases.

— Es hora libre, el profesor no asistió y nos mandaron autoestudio. Pero, ya leí la lección varias veces. — El menor Stark dijo.

Su hermano mayor no pudo refutarle nada, su velocidad también aplicaba en tareas comunes como la lectura. Así que entiende que esté un poco aburrido. De hecho, acudir a clases como chicos comunes y corrientes era así en ocasiones, un auténtico dolor de cabeza, una buena dosis de aburrimiento y un montón de tiempo desperdiciado. Sin embargo, las contradicciones de la vida, para los adolescentes era preferible esto, adaptarse a la vida “normal” antes que pasar todo el tiempo en casa, con su papi entrenando y su padre pensando en cómo hacer cosas subidas de tono con él. Sí, preferible la escuela. Además, aquí podían relacionarse con otros adolescentes y, para qué negarlo, conocer lindas chicas.

— Sigues en la nube, hermano.

— No es eso, estaba pensando en que es mejor aburrirnos a veces aquí, que estar en casa.

— No me molesta entrenar con papi. Pero tampoco me gusta escuchar las largas conversaciones que tienes con papá. Así que, sí, la escuela es mejor. Pero, no me has dicho, ¿por qué estabas en las nubes, hermano?

— No voy a decirte. — Respondió, con una nerviosa sonrisa bailando en sus labios.

— ¿Por qué no? — El menor Stark quiso saber, achicando la mirada y tratando de adivinar lo que su hermano mayor estaría escondiendo de él.

— Porque no, son mis asuntos, Pietro.

El muchacho chasqueó la lengua. Se tiró de espaldas en el pasto y contempló el cielo despejado. Era invierno, y ya refrescaba bastante casi todo el día, pero todavía había días en que el sol se veía brillante en el cielo azul, libre de nubes que anunciasen lluvia o nevada. Escenas como esa hacían que valiera la pena ver el mundo a su ritmo.

— Hermano, ¿te has enamorado alguna vez?

— ¿Qué? — El mayor Stark realmente se sorprendió por la repentina pregunta. Era la primera vez que su hermano menor mencionaba el tema.

— Ya sabes, así como nuestros padres.

— No lo creo. — Respondió sin titubear. Le han gustado algunas chicas, dos para ser exactos. Y fue novio de una de ellas el año anterior. Pero la química no había ido muy bien y la relación había terminado pronto. — ¿Qué? ¿Te enamoraste de alguna chica, Pietro?

— No. — Dijo de inmediato. Suspirando y alzando las manos, enmarcando el sol en ellas. — Cosas como el amor, me pregunto si podré experimentarlo como nuestros padres.

— Por qué te preocupas. Tienes quince apenas, hermano.

— Sí. Pero, no sabes hermano, vivir con mis habilidades hace que todo se vea desde otra lente. Me preocupa ir tan rápido que el amor pase a mi lado y no me percate. O algo así.

El mayor Stark entendió entonces los temores de su hermano menor, se tumbó a su lado mirando el mismo cielo y murmuró un “te enamorarás, Pietro” que logró aligerar un poco los miedos adolescentes del menor Stark.

--//--

Cuando Rogers asomó la cabeza en el laboratorio de su esposo, le vio sumamente concentrado en los gráficos tridimensionales que JARVIS mostraba al aire.

Los cálculos resultaron favorables, Sr. Stark.

— Por supuesto, no fue tan difícil. Entonces, procede con esos datos, quiero ese traje para esta noche, JARVIS.

Entendido, Sr. Stark. Sr. Rogers, bienvenido. — La voz computarizada dijo, ni bien el capitán dio un paso dentro del laboratorio.

— Hola JARVIS. — Saludó, totalmente familiarizado con la interfaz, sintiéndole como un auténtico miembro más de la familia.

— Terminaste temprano hoy, Steve.

— Más bien no quise hacer tiempo extra.

Se saludaron con un beso, uno profundo y sin prisas a decir verdad. Stark incluso se tomó la confianza de apretujarle el trasero a Rogers, arrancándole un jadeo sexy que satisfizo su ego. De momento.

— No podías dejar tus manos quietas, ¿cierto?

— Ya sabes cómo soy, Steve. — Alardeando, el morocho dio un sorbo a su taza de café.

— ¿Diseñaste otro traje IronMan?

— Nop.

— ¿Entonces?

— Es un traje para Peter.

— ¿Qué?

— Bueno, ya sabes. Todos los súper-héroes tienen un traje y…

— Sé eso Tony, lo que no entiendo es porque nuestro Peter necesita uno.

— Espera, antes de que te pongas en modo “mami histérica”…

— Tony… — Siseó el rubio.

— Sí, sí. Ya sé que te molesta que lo diga de esa forma. Bueno, antes de que te enojes más de lo que ya te veo, déjame explicarte. ¿Te quieres sentar en mis piernas mientras lo hago? — Añadió, coqueto como solo él sabía ser, incluso si estaba a punto de tener una discusión importante con su esposo.

El capitán elevó una ceja, cruzó los brazos y, esa fue su señal para darle oportunidad de hablar. Pero nada más.

— ¿No? Que tacaño, nada te cuesta sentarte en mis piernas. — Farfulló, honestamente resentido de que sus flirteos no siempre funcionaran con su esposo. — En fin, la cosa es, tú los entrenas, ¿no?

— Les enseño defensa personal, Tony.

— ¡Oh, vamos, Steve! Sabemos perfectamente que lo que han aprendido contigo es más que defensa personal. Los estás preparando, solo admítelo.

El rubio pasó saliva, resopló pero tuvo que hacerlo. Aunque silenciosamente.

— ¿Ves? Entonces, sabiendo que tienen habilidades especiales, ¿no es correcto que yo, como su padre, quiera crear para ellos trajes que les ayuden?

— Pero son tan jóvenes, Tony. Sobre todo Pietro. No quiero que pienses en ellos como súper-héroes. — Suspiró, descruzando los brazos y tomando asiento frente a su esposo. — Tú y yo sabemos que es una gran responsabilidad.

— Y también sabemos, Steve, que incluso si es a nuestras espaldas, ellos ya están metidos en esto. Vamos, ¿cuántas veces nos han llamado de la escuela desde que son niños para reportar sus medidas al defender a otros? Sencillamente, ¡lo llevan en la sangre! — Enfatizó, con orgullo, sobra decir.

Rogers sonrió ligeramente, recordando aquellos momentos de llamados de atención que se sentían un poco injustos cuando todas las acciones de sus hijos han sido siempre por los que no pueden defenderse a sí mismos.

— ¿Ya no estás enojado?

— No lo estuve en ningún momento, Tony. Tú lo asumiste.

— Perfecto. Entonces, ¿podemos tener sexo esta noche?

— No, Tony.

— ¿Por qué no? Me has estado dejando con las ganas desde hace dos días, Steve. ¿Qué pasa? ¿Ya no te satisfago?

— ¡Qué tontería, Tony~! — Chilló avergonzado.

— Entonces explícame qué está pasando, Steve.

— No me hagas decírtelo aún~.

— Soy un hombre muy preocupado ahora, Steve. Estoy dudando de mis habilidades como amante, sabes.

— Te digo que no es nada de eso~.

— Pues a menos que me digas voy a seguir sospechando de muchas cosas, Steve.

El rubio mordió su labio inferior. Era tan vergonzoso tener que explicar por qué se estaba aguantando él mismo el deseo.

— Steve.

— Dame unos días más, te lo diré, Tony.

— ¿Qué? No será que estás embarazado de nuevo y se te fue el apetito sexual, ¿o sí?

— ¿Eh? ¡No, no! No estoy embarazado de nuevo. — El rubio buscó los ojos oscuros de su esposo entonces… — Pero, Tony, por qué luces decepcionado.

— No es nada.

— ¿Quieres más hijos, Tony?

— Bueno, a decir verdad, ahora que Peter y Pietro son adolescentes, como que hacen falta risas infantiles y esas cosas.

— ¡Oh por dios! ¡Tony~! — El rubio se le fue encima, abrazándole con fuerza.

Tanta, que Stark comenzó a toser, golpeándole la espalda para que aflojase.

— A veces como que se te olvida que soy un pobre hombre común y corriente, Steve. — Acusó, aunque fuese una broma solamente.

— Lo siento~ es que me dio tanta ternura saber que quieres más hijos~.

— ¿Por qué ha de ser tan sorprendente?

— Solo, lo es, Tony. — Dijo, sonriendo cariñoso, abrazándole más suavecito. Dejándose hacer cuando el morocho le sentó, sabe que es por la estatura, que su esposo solo quiere sentirse un poco más alto ante sus ojos. No le molesta ni le preocupa en absoluto. — Pero Tony, ¿no somos muy mayores para ser papás otra vez? ¿Cómo se lo tomarían Pietro y Peter?

— Primero, sobre todo tú, la edad es lo de menos. Podría preocuparme yo, pero mis soldados todavía son fuertes y vigorosos, si dejáramos de cuidarnos seguro lo conseguíamos en unas cuantas veces. Segundo, no creo que nuestros hijos vayan a enojarse. Tal vez quieran un hermanito, o hermanita. O dos de ellos. De todas formas, lo importante es que nosotras queramos, Steve.

El rubio se le quedó viendo unos momentos, sus mejillas se tiñeron suavemente de rubor. La idea no le desagradaba en absoluto. Pero, luego lo pensó más. Ya se preocupa por Pietro y Peter, por sus habilidades especiales y el inminente camino que les espera como súper héroes. ¿Tendría que pasar por ese sendero con otro hijo/a que tuvieran?

— ¿Steve?

— Quiero pensarlo, Tony. ¿Sí?

— Por supuesto. — Respondió, acariciándole la espalda. Habiendo notado el cambio de ánimo en sus ojos azules. Lo conoce, así que lo sabe, que no será una decisión tan fácil de tomar. — Entonces, volviendo al tema original, ¿por qué no quieres tener sexo conmigo, Steve?

— Ng, tuve la esperanza de que lo hubieras olvidado~. — Gimoteó avergonzado, escondiendo el rostro contra el pecho de su esposo.

— ¿Cómo podría? Realmente he estado preocupado por eso, Steve. Otras veces sé que me limitas porque estás enojado y me lo merezco. Pero ahora realmente no entiendo.

— Es una tontería mía… — Susurra, amortiguando su ya baja voz contra el pecho de su esposo, apresándole la espalda.

— Somos esposos, ¿no? Se supone que confiemos en el otro en todo tipo de situación. Vamos, dime, que ya me estás asustando, ¿estás enfermo?

— Sabes que soy prácticamente inmune a las enfermedades, Tony.

— Entonces.

— Leí… — Aclarar la garganta y, tras una sola mirada a los profusos ojos de su esposo, volver a ocultarse contra su pecho… — Leí en algún lado que el sexo después de días de abstinencia, sobre todo si los amantes se contienen, es mucho más placentero. Y, quería, probar.

— Casi al final dudaba de que tu voz pudiera llegar a mis oídos, Steve. — Dijo, queriendo quitarle un poco de tensión al momento. Sabe que su esposo está muriendo de vergüenza. — Así que, ¿querías probar algo diferente por tu propia cuenta?

— Sí~.

— Cielos, Steve. Estaba volviéndome loco porque no entendía lo que estaba pasando. Deberías tenerme más confianza para contarme tus maquiavélicos planes sexuales. — Agregó con tono bromista.

— No son maquiavélicos~.

— Oye, para mí es tortura. Por supuesto que lo es.

Un gimoteo chocó contra su vientre. El aliento caliente del rubio consiguió alterarle el pulso.

— ¿Y cómo cuántos días más piensas tenerme esperando?

— Yo quería que fuera una semana~.

— ¡Qué! Nh, bueno, está bien. Tengo que soportarlo entonces otros cuatro días más. Y, ¿tienes pensada alguna otra sorpresita, Steve?

— ¿Qué?

— Ya sabes, tal vez estás preparando algún atuendo sexy, o reservaste alguna habitación de hotel en alguna parte exótica. Qué se yo, algo parecido.

— Nada. — Murmuró. Sintiéndose un poco torpe por no pensar en detalles como aquellos.

— ¿Te molesta si me ocupo de algo especial? Digo, casi sentiré que es nuestra primera vez, Steve. Siento que vuelvo a ser virgen con tanto día de abstinencia.

— Qué exagerado~.

Mientras se besan dulcemente, superado el momento, escuchan la puerta principal abrirse. Sus hijos han regresado. La tarde pasa entre conversaciones de la escuela y las aburridas clases de física y biología, porque sus profesores son sencillamente sosos. Al anochecer, después de la cena, JARVIS notifica a Stark que su encargo ha sido terminado. Así que arrastra a la familia al laboratorio, donde entrega los trajes diseñados para Pietro y Peter. Ambos están fascinados con sus trajes.

— ¡Te luciste, papá! ¡Está genial! — Pietro dijo, le gustaba el diseño atlético, sobre todo porque parecía que traía ropa común. Nada espectacular, justo como lo hubiera imaginado.

— Soy genial, por supuesto. — Alardeó orgulloso, inflando pecho y toda la cosa.

— Se siente como una segunda piel, papá. Realmente estupendo. — Peter agregó, comenzando a pensar los tipos de materiales que seguramente se han usado, analizando lo que podría o no hacer con este traje. — ¿Puedo salir a probarlo?

— ¡Yo también!

Los adolescentes, y el mismo Stark, volvieron la mirada a Rogers. Bien sabido es que papi tiene la última palabra.

— Tú y yo los supervisaremos, Tony. Ve con Peter, yo con Pietro.

— ¡Sí! — Exclamaron los adolescentes.

Mientras que Stark ya estaba vistiendo uno de sus trajes IronMan. Rogers sonrió, suspiró y buscó su propio traje.

— Tómalo como un entrenamiento, Steve.

— Ya lo creo que sí.

--//--

Encargarse de los tipos malos era incluso divertido para los jóvenes Stark. Sus padres realmente solo estaban supervisando, pero les estaban dejando todo el trabajo a ellos solos. Porque se trata de criminales menores, por supuesto.

— Muy bien, eso es todo. Su padre y yo regresaremos a la Mansión.

— ¿Eh? ¿Tony, pero…?

— Vamos, vamos. El resto pueden hacerlo solos, deja que disfruten un poco del aire nocturno sin nosotros, Steve.

El capitán titubeó, pero al final se dejó llevar por su esposo cuando levantó el vuelo, con él en brazos. Así que, pensándolo bien, no había podido resistirse demasiado sin provocar una mala caída para ambos –pretextos, no es que le moleste ser cargado en brazos por el IronMan, era casi romántico–.

Los hermanos Stark sonrieron con aire victorioso.

— A veces papá sabe cómo manejar a papi, ¿no crees, hermano?

— Definitivamente. Vamos, Pietro.

— ¿Qué? ¿Por donde mismo? ¡Ni hablar! Yo iré por allí. — Dijo, y aunque su hermano hubiera querido advertirle algo, solo la estela de su carrera a gran velocidad había quedado.

— No puedo manejar su carácter. — Dijo, pero sonreía por eso mismo.

Entonces fue su turno de lanzar una telaraña en lo alto de un rascacielos y comenzar a columpiarse. En su paseo por la ciudad todavía se dio el gusto de ayudar en otro par de situaciones, impidió un robo en un callejón y detuvo a un auto sin frenos que estuvo por llevarse a un grupo de personas en el paso peatonal.

— Ser héroe se siente genial. — Crecido en orgullo, el joven Spider-Man decidió volver a casa, todavía tenía tareas que hacer, aunque no le fuera a tomar demasiado.

Columpiándose por los rascacielos, su sentido arácnido se activó repentinamente. Eso significaba que algo importante estaba pasando en algún lugar no muy lejos de él. Entonces alcanzó a vislumbrar, casi de reojo, a un sujeto enfundado en un traje rojo y negro, a punta de espadas contra un puñado de sujetos bien armados. Las balas parecían no alcanzarlo pese a ser ráfagas a considerable velocidad, la forma en que movía sus espadas parecía un escudo. Y su habilidad para golpear a los contrarios era impresionante.

— Un momento, él no es ¿DeadPool? — Dijo, al tiempo en que aterrizaba en el mismo edificio, viendo al último sujeto caer.

— ¿Mh? ¿Tú quién eres? — Pool preguntó, apuntándole directamente con una de sus espadas, rojo goteaba del filo de sus cuchillas. La sangre de aquellos que yacían ahora sobre el piso frío de la azotea.

— ¿Merecían morir?

— Obviamente. Era su cabeza o la mía. Me gusta mi cabeza justo donde está. Así que, ¿quién eres?

— Spider-Man.

— ¿Spiderman? — Dijo, sujetándose el mentón con aire pensativo. Aunque no es que su rostro fuera visible, oculto bajo aquella máscara, similar a la del menor Stark a decir verdad. — No tengo el gusto, pero, ¡seamos amigos! — Exclamó, extendiendo la mano tras haber enfundado sus espadas en su espalda.

Aún sin ver su rostro, el menor Stark podía advertir que estaba sonriendo. Era el tipo raro que describían los archivos del Servicio Secreto.

— No quiero ser tu amigo. — Dijo, negando el apretón de manos que Pool insinuaba.

Bajo la máscara roja, Wade sonrió ampliamente.

— Acabo de encontrar un chico lindo~. — Comentó con descaro, lanzándose sobre un vivaz spider que evitó el embate con facilidad.

— Así que eras tú, mi sentido arácnido se activa por ti.

— ¿Eh?

— No eres de fiar para mí.

— ¡Eh! ¿Por qué~? Si soy genial~.

El menor Stark enarcó una ceja. Incrédulo de que este tipo realmente se creyera “genial”. Y cuando hizo el amago de marcharse, su cuerpo fue atrapado en vilo por el mercenario, la telaraña que acababa de lanzar permanecía tensa, unida a un edificio al frente y atrapada en su mano. Su corazón latía a prisa, tanto que lo escuchaba en sus oídos. Podía sentir el cuerpo del mercenario muy cerca del suyo. Por supuesto, porque lo estaba abrazando y ¿olfateando?

— Hueles a virgen.

— ¡Qué!

— Me gusta tu olor. ¿Puedo besarte?

— ¿Q-qué? ¡Oye, suéltame! ¡Wade!

Ah, algunas cosas simplemente, suceden.


...

Este proyecto lo había iniciado hace un año exactamente, pero lo olvidé por completo y no estaba terminado xD so, lo retomaré, para quienes me siguen en mi fb personal probablemente lo recuerden, y si no pues es momento de hacerlo xD la proxima semana volveré con más ;D 

4 comentarios:

  1. wow wow wow Dios, me dio tanta ternura y una felicidad ver algo tan fluff de la Superfamily, me da un calorcito en el corazón, muchas gracias ;D
    PD: Cuando subirás de nuevo Animal-Heroes?

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    1. Hola! Que bueno que te agradó~

      Animal-héroes ya está en este blog~ ;D

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  2. Hermosos hasta no mas... Si bien q quiere solo se hace jejejejejj ... Gracias por compartir... Ando ausente no tengo mi internet... Espero pronto vengan a arreglarlo...

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  3. Yeeehhh!!! Solo había leído el primer capo xD ... Ahora. Si, deja me regreso a tu face para seguir leyendo ja n.n

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Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión