SUPERFAMILY
Esperando
a Peter
~Avengers~
~*~
Allí estaba él, con una sonrisota
pintada en los labios sin razón alguna. Está feliz y punto. Y para su
felicidad, hoy en día, no necesitaba razones especiales. Tenía una muy grande
ya. Cierto rubio de ojos azules, llamado “Capitán América” entre los grandes
héroes, admirado por millones alrededor del mundo, y cuyo verdadero nombre,
Steve Rogers, de alguna forma se sentía demasiado “personal” cuando salía de
sus labios. Sí, Stark está más que feliz hoy en día, porque, además de que
Rogers es su esposo, ahora luce con un hermoso vientre de cinco meses de
gestación.
— Deja de mirarme, Tony~. — El rubio
dijo con ojitos brillantes y mejillas rosadas, tranquilamente sentado en el
sofá de la estancia mientras mira un documental sobre el embarazo en la
amplísima tv 4k, lo que, de paso, no le decía mucho al rubio, que se sentía
todo un negado para eso de la tecnología, él solo se interesaba por mirar
televisión y francamente no le importaba qué tanta “calidad” tenía la pantalla.
— Y por qué, si estoy disfrutando
bastante la vista. — El morocho dijo altanero, captando con su móvil un montón
de fotografías, video y a saber cuánta cosa más (sí, tecnología desarrollada
por él mismo y que, a falta de presunción, era simplemente otro nivel en
comparación del mercado actual) mientras su esposo iba ganando un poquito más
de rubor y adornaba sus labios con una tierna trompetilla. — ¿Quieres beso? —
Preguntó coqueto, dando esos pasos que le separaban de su esposo en un
santiamén.
— No eso~. — Dijo avergonzado.
Sí, pese a que no era precisamente que
su relación fuera algo novedoso, Rogers no se acostumbraba a las demostraciones
de afecto de Stark, todo porque el morocho iba y hacía lo que quería, cuando
quería y como quería, sin tomar en cuenta nada como tiempo, lugar o
espectadores.
Lo que fuera, Stark estaba besándole
suavemente. Al principio al menos, porque tomando un poco de confianza y
“abusando” de la “amabilidad” de su esposo, coló su lengua con algo más de
pasión, indicándole a su igual a enredarse consigo, arrastrándole a su boca,
dominándola. Saliva, pasión, fuego. Cuando Stark se separó, Rogers respiraba
alterado, tenía los labios rojizos e hinchados, y el rostro colorado.
— Sigue así, y te tomo aquí mismo,
Steve.
— No~. — Cubriéndose el rostro, el rubio
trató de eludir el deseo sexual de su esposo.
— ¿Cuánto tiempo llevamos juntos, Steve?
Es increíble que sencillamente no te acostumbres a mi cariño.
— Es porque eres un lascivo acosador~.
No me das un respiro, Tony~. — Gimoteó con voz dulce, todavía escondiendo su
rostro enrojecido de la lujuriosa mirada de su esposo.
— Ya, ya. Cualquiera que te oiga pensará
que solo te quiero por tu sexy y muy, pero muy apetecible cuerpo, Steve.
— No digas cosas así~. — Gimoteó, de nuevo.
Y sí, otro poco más avergonzado. Solo para variar.
De cualquier forma, eran años de
relación. Habían vivido dos años y meses de noviazgo, luego había llegado el
matrimonio, hace poco más de año y medio, y finalmente, tres meses atrás, la
noticia de su embarazo había llegado como un regalo para ambos.
Rogers también es feliz, absolutamente
feliz. Ha sido todo un descubrimiento para él el enamorarse, por principio de
cuentas, de Stark, cuando parecían tan diferentes. Particularmente, cuando Tony
Stark era un playboy con una larga lista de amantes. A veces todavía se
preguntaba, qué tenía él de especial que había conseguido lo que ninguna mujer
antes, el corazón del morocho.
— ¿En qué estás pensando, Steve?
— ¿Eh?
— Te conozco esa mirada, estás pensando
en algo que me va a hacer enojar.
— No es cierto~.
— Sí. Y ya sabes lo que pasa cuando me
haces enojar, ¿verdad?
— ¿Eh? ¿Q-qué? Es-espera, Tony~.
Lo han sospechado bien. Stark se ha
lanzado al acecho, paseando sus labios por el cuello y mentón de Rogers, para
luego asaltar su boca con apremio y fogosidad. En tanto, su diestra se posaba
sobre el vientre abultado dejando sobre él una caricia paterna.
Luego de pronto, por primera vez, aquel
movimiento en el vientre del rubio. Una “patadita”. Su bebé ha saludado a sus
padres después de cinco meses desarrollándose en el interior de su “mami”. E
“interrumpe” el momento íntimo de aquella tierna manera.
— Pateó. — Stark dijo, medio anonadado
por el hecho.
— ¡Lo hizo~! — Rogers, en cambio, era un
radiante “mami” primerizo que se cubría el vientre con ambas manos esperando
sentirle de nuevo.
— Se sintió fuerte, ¿te dolió?
— No realmente~.
— Claro, mi esposo y súper-soldado qué
va a sentir dolor por una patadita de nuestro bebé.
— ¡Oh, de nuevo, Tony~!
— ¿Dónde, dónde?
— Aquí, pon tu mano aquí, Tony.
Y así, mientras ambos se concentran en
sentir las “pataditas” de su bebé, los minutos transcurren, encerrados en su
“burbuja”. Más tarde, Rogers anuncia que necesita ir al baño, como ha estado
pasando los últimos días. Y es normal, ha dicho la doctora, porque el bebé
comienza a presionar la vejiga. Luego terminará quejándose de incomodidad en
los pies, y Stark encantado de la vida le dará masaje para lo hinchado que
comienzan a ponerse. Y será solo un pretexto para desnudarle de pies a cabeza y
hacerle el amor.
— Mañana toca la eco, ¿verdad?
— Sí~. Podremos saber el sexo del bebé.
— Quiero niño, pero si es niña entonces
también está perfecto. Aunque no sé si quiero que se parezca a ti, Steve.
— Por qué~ ¡qué malo, Tony!
— No, no. En mi defensa diré, es para
prevenir que los “lobos hambrientos” la persigan. Te das cuenta de que sería
hermosa a rabiar, no, no quiero, me convertiría en un padre súper celoso.
Rogers soltó una risita.
— Tan bobo, ¿cómo va a ser hermosa si se
parece a mí?
Stark revoleó los ojos, acariciándole
furtivamente la espalda desnuda y terminando en su vientre.
— En serio, deberías tomar conciencia de
tu atractivo, Steve. Me ahorrarías muchos celos, ¿sabes?
Rogers, solo se rió otra vez. Tan, pero
tan feliz.
--//--
En la ecografía, Rogers y Stark estaban
realmente atentos a todo lo que la doctora les iba diciendo y que podían ver en
el monitor. Si bien el morocho era un genio, el embarazo era un tema absolutamente
desconocido para él. El desarrollo de su bebé era día con día un nuevo
descubrimiento, cómo iba creciendo, qué partes se desarrollaban, cómo latía su
corazón y cuán pequeño y vulnerable era, aun en el vientre de su “mami”, un
súper-soldado.
— Bien, ahora vamos a ver el sexo del
bebé. ¡Oh, pero qué tal! Están esperando un lindo varoncito.
— ¡Un niño! — Stark exclamó emocionado,
llenándole el rostro de besos a su rubio esposo, haciéndole sonrojar, para
variar.
La doctora, bastante más acostumbrada a
las demostraciones de afecto que el multimillonario le da al soldado, sonrió
sin reservas, grabando la eco en un cd y luego indicándole al morocho que podía
limpiar el gel del vientre de su rubio esposo. Eso, porque como ella lo hubiera
intentado como la primera vez, los celos de Stark se iban a desatar y no tenía
ganas de soportar el humor del multimillonario cuando ya lo hizo una vez.
Tras recibir las nuevas indicaciones
para el cuidado del embarazo en las próximas semanas, la feliz pareja abandonó
el consultorio y decidieron comer fuera, luego irse de compras y regresar a
casa hasta entrada la tarde. Los pies de Rogers estaban hinchados y se sentía
cansado. O quizá simplemente es que tenía ganas de recibir mimos de parte de
Stark.
— ¿No quieres tomar la ducha?
— No todavía~.
— ¿Algún antojo?
— Tampoco, Tony~. Has estado algo
hiperactivo desde que salimos de la consulta. Realmente te hizo feliz saber que
tendremos un niño, ¿verdad?
— Iba a ser feliz aun si fuera niña. —
Dijo con tono seguro. Aunque luego la azulina mirada de su esposo le hiciera
retractarse, un poco… — Bien, no tanto. Te dije, si tenemos niña y se parece a
ti, voy a ser un papá súper celoso. No podré con tanto, ya suficiente tengo con
estar cuidándote a ti, Steve.
— ¿Cuidándome?
— Sí. Tú no escuchas, ¿verdad? Te lo he
dicho mil veces, tienes un atractivo demasiado seductor, mujeres y hombres te
desean y te siguen con la mirada ahí donde vamos.
— Tony, ellos te miran a ti~.
— Está bien, algunas de esas mujeres me
miran a mí. ¡Pero todos los hombres te comen con la mirada!
Rogers soltó una risita. Debía ser algo
tonto, pero en esos momentos la expresión recelosa de Stark le daba algo
parecido a la ternura. Estiró los brazos y silenciosamente le pidió un abrazo,
que llegó acompañado de un beso largo y dulce.
— Te amo, Tony.
— Dices eso y me desarmas. Está bien, yo
también te amo, pero mejor que nuestro hijo no se parezca a ti.
— Por qué~.
— Porque seguro será igual de sexy y
atractivo como tú cuando crezca.
— Eso significa que solo quieres que
nuestros hijos se parezcan a ti~.
— Pues sí no hay más genética. Tal vez
podrían parecerse a tus papás. O a mi madre, pero no a mi padre.
— Howard era un buen hombre, Tony.
— No digas eso. No tenía nada de genial
mi padre.
Rogers sonrió con un dejo de ternura y
comprensión. Y decide dejar el tema de momento, porque hablar sobre sus padres
llegaba a poner sensible a su esposo. En otras ocasiones Stark se hacía ideas
más locas como que a Rogers le podría haber gustado Howard, lo que no era
cierto. Rogers sencillamente apreció en mucho todo el apoyo que Howard Stark
ofreció durante sus años de juventud, siendo el Capitán América y estando en
medio de una guerra.
— Steve.
— ¿Sí?
— En serio, gracias. Soy tan feliz que
parece un sueño. Me das la familia que tal vez anhelé tener toda la vida.
Estaré, de verdad, estaré para ustedes sin importar el trabajo ni todos los
problemas que puedan surgir.
— Tony… — Suspiró, sabiendo cuánto esas
palabras significaban para el morocho. — Sé que lo harás. También estaré para
ti y para nuestro hijo. Y seremos más y más felices en adelante, Tony.
Stark sonrió, enamorado a decir verdad.
Y le besó otra vez, más dulce, más cariñoso. Más profundo y apasionado. Durante
minutos los besos fueron y vinieron, y algunas caricias también. El vientre
abultado recibió muchas de aquellas, y su hijo respondió pateando en algunas
ocasiones, comunicándose así con ellos.
— Elijamos el nombre, Steve.
— Qué tal, Peter.
— ¿Peter?
— Sí, no sé por qué pero, pienso que
será perfecto para nuestro hijo.
— Bien, pues Peter Stark Rogers será
entonces. Hey, pequeño Pet, en algunos meses estarás con nosotros, así que
asegúrate de crecer sano y fuerte allí dentro, eh.
--//--
En ese mundo “color de rosa” que el
feliz matrimonio estaba viviendo, había un montón de cosas que lo volvía
justamente así. La evolución del embarazo de Rogers era celosamente supervisada
por Stark, y cada duda que tenía, por mínima que era, no titubeaba en preguntar
a la doctora.
— Vale más estar prevenido, Steve.
— Pero Tony, le llamas aún de madrugada~
la dra. Smith necesita descansar, ¿sabes?
— Ella dijo que podía llamarle cuando
quisiera, ¿no?
— Pero Tony, tú exageras, tienes que
admitirlo.
— Ng… — El multimillonario estuvo
tentado de refutar. Pero no había manera y no era tan descarado. — Está bien,
ya no molestaré a la dra. Smith, pero a cambio quiero algo. — Dijo, agitando
coquetamente las cejas.
El rubio le miró con recelo. Conoce esa
mirada. Presiente que, sea lo que sea que salga de boca de su esposo, él, de
alguna manera, terminará avergonzado bajo el cuerpo del morocho.
— ¿Qué puede querer el grandioso Tony
Stark, mh? — Intentar persuadirle a base de ojitos sonrientes y pestañeos
inocentes no iba a conseguir el objetivo que el rubio tenía en mente.
— Pues… — Stark sonrió pícaro, colando
una mano bajo las mandas hasta el muslo de su esposo, acariciándole
sinuosamente sobre el pijama.
No, no iba a resultar como el capitán lo
imaginó.
— ¿Tony?
— Ya que me has despertado gimoteando
como si algo te doliera y me ha dado un susto gigantesco como mi ego. Escucha
bien, Steve, como mi ego, lo que no ha sido entonces poca cosa.
— Eso no es justo~ solo me he quejado
inconscientemente porque Peter se ha movido~. Qué debo hacer si nuestro hijo se
pone a nadar o columpiarse, o qué se yo, dentro de mí y siento que presiona por
todas partes~.
— Tch, tch, quejarse ya no vale, Steve.
Me has pedido que deje de molestar a la Dra. Smith y he de hacerlo, pero quiero
un premio a cambio del gran sacrificio que voy a hacer por controlar mi
instinto paterno.
— ¿Acariciándome como quieres~?
— Obviamente.
— Pero ya sé que tus caricias siempre
terminan en sexo, Tony~.
— ¿Y? No lo digas como si no lo
disfrutaras, que te recuerdo gimiendo cada vez, Steve.
— Es una reacción natural de mi cuerpo
si me tocas en lugares sensibles~. Ngh~ Tony~ ya lo estás haciendo.
— Y mientras más reniegas más me dan
ganas. Ya sabes que hacer pucheros y esas caras inocentes no hacen más que
ponerme súper caliente, Steve.
— Tú siempre estás caliente~ eres un
pervertido~.
— Te encanta, tú también tendrías que
admitirlo, Steve.
— ¡Tony~ angh~!
El rubio arqueó la espalda, sorprendido
por el repentino agarre que su esposo hizo atrapando su hombría bajo el
pantaloncillo del pijama. En serio que a veces la habilidad que Stark tenía
para colarse en su ropa le dejaba sorprendido. Y excitado, podría negarlo con
palabras, pero su cuerpo era demasiado honesto.
— Vas a despertar a Peter~.
— Él nos despertó primero, Steve.
Stark dijo con una sonrisilla lasciva,
bombeando el miembro de Rogers, sintiéndole caliente y cada vez más endurecido.
El vientre de rebosantes ocho meses de gestación no era impedimento alguno para
el placer, probablemente era una razón más para que el morocho encontrara
irresistible a su esposo. De alguna manera, el embarazo parecía haber
enfatizado cierto aire sensual y tierno en Rogers.
— ¡Tony! — El rubio sintió un poco de
tensión por todo su cuerpo cuando sus músculos se contrajeron atacado por una
oleada de placer.
Stark ha apartado las mantas de un
tirón, y enterrado su rostro en la pelvis de Rogers, tragándose el falo de su
esposo de una. Su cabello rizado rosaba contra la parte baja del vientre del
capitán, y en nada su bebé ha comenzado a moverse en el vientre del ojiazul.
Había entonces demasiadas sensaciones corriendo por su cuerpo como para
concentrarse en una sola.
Naturalmente, su cuerpo reaccionó a la
felación que Stark le hacía, poniéndose algo más caliente e inquieto. E
inevitablemente, casi como un acto reflejo, separó sus piernas y empujó el
rostro del morocho más al sur, ansioso por atención en su intimidad.
— Luego te avergüenzas, Steve, pero sé
que te encanta. Tus reacciones me lo dicen cada que te hago el amor.
— Ngh~ ¡Ahh~!
…
Al alba, Rogers dormía plácidamente.
Aunque desnudo y envuelto desordenadamente en las mantas del lecho, con las
prendas de su pijama regadas por ahí sobre la cama o el piso alfombrado, sucias
de semen a decir verdad. Igual que su cuerpo. Se ha corrido tres veces esa
madrugada, y tras la gloriosa satisfacción caer en brazos de Morfeo ha sido
francamente inevitable.
— Bien, hora de seguir con la habitación
de Pet. Ng, aunque no me quiero separar de ellos. — Stark dijo, abrazándose de
pronto al cuerpo de Rogers, rodeándole apenas el abultado vientre, besándole el
hombro y acurrucándose contra su espalda. — Uy, creo que esta postura solo hará
que me den ganas otra vez.
Y es que el trasero de su esposo quedaba
justo ahí, contra su entrepierna. Y, bueno, ya que él también está desnudo.
— Que sea el mañanero.
Dijo lascivo, paseando la diestra por la
silueta del rubio, sinuosamente avanzando hacia su trasero, palpando el húmedo
orificio entre sus nalgas. Sí, le apetecía montárselo para saludar a la mañana.
--//--
— ¡Sr. Stark, no puede hacer cosas
pervertidas durante las clases!
Ése ha sido el llamado de atención de la
doctora a cargo del curso de gimnasia prenatal. Todo porque, como era de
esperarse, las manos de Stark no podían quedarse quietas cuando tenía a su
esposo tan a “su merced”. A saber, Rogers practica ejercicios pélvicos de
suelo, de espaldas sobre una colchoneta, flexiona las piernas y eleva la pelvis
por algunos centímetros, permaneciendo así unos segundos antes de descender a
la colchoneta y repetir el movimiento. ¡No es su culpa que eso se le antoje tan
seductor!
— Tsk, pero llegando a casa no te
escapas, Steve.
— ¿Eh?
Las
excentricidades de un millonario
~*~
Dada su naturaleza de súper-soldado, Rogers
no ha tenido demasiado dolor antes del parto. Las contracciones conseguían
hacerle sentir incómodo y hasta un poco dolorido, pero nada que no pudiera
soportar. De todas formas estuvo, junto a su esposo, atento a la frecuencia de
éstas conforme más se acercó la fecha programada. Y para cuando ese día llegó,
ellos fueron a la clínica, donde Rogers fue internado de inmediato. Por
seguridad.
— Naturalmente no tendrás a tu bebé por
la vía natural de una mujer. Pero vamos a monitorear los signos de tu bebé
hasta que esté listo para la operación, Sr. Rogers.
— De acuerdo, doctora Smith.
— Los dejaré solos ahora, una enfermera
estará viniendo cada tanto para el chequeo, ¿ok?
— Ok, vaya tranquila doctora, yo cuidaré
que Steve no se aburra.
— Espero que conversando y no haciendo
otra cosa, Sr. Stark. — La doctora dijo con una sonrisilla, sabiendo bien el
carácter despreocupado del multimillonario al expresar sus afectos al soldado.
— Cerraré la puerta por las dudas que se
me ocurra.
— ¡Tony~!
— Ella lo sugirió y me dio idea, no es
mi culpa Steve.
— Claro que es tu culpa, pervertido.
— Ya, la doctora se fue tranquilamente,
sabe que no haré nada como atacarte ahora. Después de la cesárea aún tendré que
esperar a que sanes. Aunque, ya sabes, la Dra. Cho y su Cuna de Regeneración
tal vez pueda ayudar…
— ¡Tony~! No vayas a acosar a la Dra.
Cho con algo como eso. No usaremos recursos como la Cuna para asuntos
personales.
— Tan serio… — Dijo, medio ofendido por
la negativa de su esposo.
— Es en serio, Tony.
— Sí, sí. Ya entendí. Tendré que esperar
hasta que te recuperes, ¿me quieres torturar, Steve?
— Sé que podrás aguantarlo, no será
tanto tiempo. Soy un súper-soldado, ¿lo olvidas?
— Acabas de sonar como que tú también
vas a extrañar el sexo diario, Steve.
— De quién crees que es la culpa~, Tony.
Me corrompes~.
— Absolutamente culpable, y no tengo
remordimientos al respecto. — Dijo, con esa mirada ególatra suya que no dejaba
espacio a la duda. Sexy. Seductor.
— No tienes remedio, Tony.
— No te disgusta, así te enamoraste de
mí y sabías que no iba a cambiar. No mucho, porque sí que he cambiado por ti.
— Lo sé. Es por eso que sigo
enamorándome de ti, Tony.
— Uy, nos estamos poniendo cursis, eh.
— Déjame~ soy un hombre sensible ahora~.
— Me encantas, Steve. En serio, mejor te
apresuras a recuperarte en cuanto Pet salga de aquí, eh. Pensándolo bien, podríamos tener un rapidín.
— No~ mantén todo tu cuerpo quieto~.
— Solo bromeaba, ganas sí que tengo,
pero no te voy a hacer nada pervertido porque sé que no lo disfrutarías
plenamente.
— Gracias, Tony. Pero sabes, los besos
están bien~.
— ¿Quieres beso?
— Sí~.
— ¿Dulce, suave, lento? Profundo y
apasionado, quizá.
— Sabes cómo me gustan, Tony.
El morocho sonrió pícaro, inclinándose
sobre su rubio esposo para besarle, quien estaba sentado en la cama, con
algunos almohadones soportando su espalda y un aparato conectado a su vientre
para monitorear los signos de su bebé. El beso fue húmedo y caliente desde el
inicio, enredando sus lenguas, quedándose con el aliento del otro.
— Tu barba está un poco crecida, Tony.
— Sí, lo arreglaré después.
Rogers sonrió, sabe que Stark casi no ha
querido separarse de él desde hace un par de días, cuando las contracciones
fueron más regulares. Y ahora, seguro que menos querrá despegarse de su lado
hasta que Peter nazca.
Unas horas más tarde, Rogers fue llevado
al quirófano, donde le prepararon para la operación. Por supuesto, Stark está
ahí, sujetando la mano de su esposo, mimándole la frente y atento a cada paso
en el procedimiento quirúrgico.
— ¿Tiene que descubrir tanto? — Preguntó
receloso cuando el especialista anestesiólogo despejó el vientre de Rogers,
casi mostrando demasiado abajo.
— Es el procedimiento, Sr. Stark.
— Tony, deja que hagan su trabajo.
El morocho hizo la señal universal de
“te estoy vigilando” al señalar sus ojos y luego al anestesiólogo que solo se
acomodó los anteojos evitando la mirada del millonario.
Casi una hora después, Peter finalmente
había nacido. Su llanto había sido
fuerte, y sus signos vitales estables. Un bebé sano, para ponerlo en palabras
simples. Rogers había sido llevado de vuelta a la habitación asignada, y los
amigos ya estaban ansiosos por conocer al nuevo integrante de la familia.
— ¿Se parece a Steve? Espero que sí. —
Barton, que acababa de llegar, comentó en tono de broma. O quizá no tanto.
— Se parece a Steve, está precioso. —
Stark dijo, completamente anonadado con su hijo.
Era obvio, ya que no había respondido
nada sarcástico al comentario de Barton. Natasha y Banner también lo notaron.
Así que dejaron el asunto por la paz.
Entregaron sus presentes, sus felicitaciones y conocieron al pequeño Peter.
Tenía el cabello color marrón, como una mezcla perfecta entre el oscuro de su
padre y el rubio de su madre. Los
ojos aún no los abría, pero esperaban que fueran negros como los de Stark, ya
que era más probable en términos de genética, según Banner. Natasha apostaba
que serían claros, aunque no precisamente azules.
— Oh, creo que tiene hambre, mira cómo
succiona mi dedo, Steve. Dale de comer.
— Sí, lo sé Tony.
Sus amigos abrieron los ojos de par en
par. Todo porque no habían tenido idea de que Rogers pudiera amamantar. Pero lo
estaba haciendo, y el bebé parecía más que satisfecho con ello, succionando del
pezón de su mami mientras olía su
esencia. El seno de mamá, su lugar
seguro. Para él, recién nacido, no sentir el vientre era extraño, pero mientras
el calor, el olor, y el ritmo de los latidos de su madre estuvieran ahí, seguía siendo su espacio.
Stark tragó hondo, y se recreó en el
pensamiento hacer algunas cosas pervertidas con el pecho de su esposo. Rogers
se sonrojó cuando pescó la mirada lasciva de su esposo. Ya encontraría la forma
de mantener las fantasías del morocho prudentemente lejos de la realidad. O
terminaría avergonzado a rabiar.
--//--
Al volver a la Mansión, poco a poco la
pareja fue adaptándose a su nueva vida. Ya no eran solo ellos dos, o los
cuidados del embarazo. Ahora tenían que velar día y noche por su bebé. Peter
era una preciosura, y además era súper tranquilo. Lloraba poco y se consolaba
con facilidad, comía cada tres horas, dormía casi todo el tiempo y disfrutaba
de los cambios de pañal o la ducha.
— Steve, duerme tú también.
— Pero, Tony.
— Vamos, apenas ha pasado una semana,
necesitas descansar apropiadamente para que te recuperes pronto.
— Pero dormir durante el día.
— Hazlo, al menos una vez. Voy a estar
preparando la comida, ¿de acuerdo?
— Está bien~.
Cariñoso y súper consentidor. Así era
Stark desde que llegaron a casa. Para Rogers era un poquito extraño, pero le
gustaba ser mimado así.
— Bueno, vamos a dormir Peter. —
Susurró, acurrucándose junto a su bebé, acariciándole el rostro y tarareando
una nana.
--//--
Dos años se fueron volando, Peter ya demostraba una inteligencia superior al promedio,
había aprendido a hablar desde antes del año, y ahora incluso jugaba con
algunos programas que Stark había diseñado.
— Es increíble, creo que Pet es un
genio, Steve. Los programas con que juega están pensados para la inteligencia
de niños de cinco años, por lo menos, pero Pet los domina ya.
— Bueno, tuvo de dónde heredarlo, ¿no,
Tony?
— Tienes razón, soy un genio después de
todo.
Rogers se rió bajito. Por supuesto,
Stark iba a aceptar fácilmente su genialidad.
— Y, dígame, Sr. Genio, ¿ha notado usted
algo diferente en mí?
— ¿Qué?
— Papi
tendrá un hermanito para mí, papá.
— ¡Qué!
Rogers volvió a reírse. Peter lo imitó.
Fue donde su papi y se sentó en su
regazo, acariciando el vientre del rubio. Los ojos azules buscaron las pupilas
de su esposo, sonrió y esperó pacientemente a que Stark comprendiera.
— ¡Vamos a tener otro bebé!
— Papá no se había dado cuenta~.
— Así es, Peter. Papá no se había dado
cuenta.
— ¡Oh cielos! ¡Otro bebé! ¡Sí!
Obviamente, hubo que festejar la buena
nueva. Una fiesta en grande con los amigos. Y sexo salvaje durante la noche, en
tanto Peter dormía en casa de su tío postizo, Banner.
--//--
— Tony, va siendo hora de que elijamos
el nombre de nuestro bebé, ¿no? Sabemos que será niño~.
— Estuve pensando en eso. ¿Puedo elegir
el nombre esta vez?
— Lo dices como si no te hubiera dejado
elección con Peter~.
— Bueno, fue más como que no tenía razón
para oponerme. Pero, quiero elegirlo esta vez, ¿puedo?
Rogers le miró a los ojos, sonrió
tiernamente y asintió. Creyendo que quizá elegiría el nombre de Howard, o algún
miembro en la línea de su familia.
— Vamos a ponerle Pietro.
— ¿Eh?
— Ok, decidido. Se llamará Pietro Stark
Rogers, ¿no es genial?
A Rogers le corrió una gotita de sudor
por el mentón. Era su imaginación, o casi sonaba a que le daban el mismo nombre
a sus dos hijos. Stark sonreía de oreja a oreja, parecía demasiado emocionado
con el nombre, así que el rubio no tuvo corazón para negarse.
— Es
una de sus excentricidades, supongo. — Pensó.
Y algunos meses después, ellos
bautizaban a su segundo hijo. Pietro Stark Rogers, hermano de Peter Stark
Rogers. Sí, definitivamente algo rallaba en lo cómico ahí.
--//--
A diferencia de Peter, Pietro no era un
genio, pero su inteligencia tampoco era una broma. Llegando a la adolescencia,
los hermanos Stark también comenzaron a mostrar diferencias de personalidad,
pero al mismo tiempo encajaban muy bien. Y se metían en algunos problemas
también.
— Pietro, no puedes usar tus habilidades
para molestar a tus compañeros, cariño.
— Pero, papi, solo hice un poco de justicia. Ellos estaban abusando de los
chicos de primer año.
— Entonces tenías que reportarlo con
algún maestro o la Directora.
— Fue más rápido así.
Rogers suspiró. Pietro ahora tenía
quince, Peter diecisiete. Ambos estaban en preparatoria, y hacían justicia a su
manera. Antes, cuando ambos pasaron los trece de edad, mostraron ciertas
características superiores al humano promedio. Peter tenía los sentidos
súper-desarrollados, poseía más fuerza, trepaba muros y era capaz de producir
telarañas en sus muñecas. Pietro poseía una velocidad impresionante, y su
pensamiento era considerablemente ágil, ambas facultades daban la impresión de
que sus sentidos también estaban más desarrollados que el promedio.
— Además de adolescentes, súper-humanos,
o algo así, ¿no, Steve?
— Tony, llegaste.
— Sí. JARVIS me informó de todo. No hubo
problemas serios, ¿correcto?
— Sí. Aún así, Peter y Pietro necesitan
entender que no pueden hacer lo que quieran solo porque pueden. Habla con
ellos, Tony.
— Seguro, déjamelo a mí, Steve. Mi beso
de bienvenida, por favor. — Dijo, aflojándose la corbata y deshaciendo los
últimos botones de su camisa.
Rogers sonrió, se acercó a su esposo y
le dio un corto beso en los labios. Dejándole con ganas.
— Voy a entrenar, mejor que hables
seriamente con ellos, Tony.
— Sí, sí. Entendido, Capitán. — Dijo,
cuadrándose como un militar.
La charla con sus adolescentes hijos
fue, a decir verdad, más un intercambio de consejos para evitar ser capturados
por las autoridades escolares o descubiertos por el sexto sentido que su padre
tenía, esa intuición propia de una madre.
— ¿No te has cansado?
Rogers dio otro certero golpe al saco de
arena antes de parar y darse la vuelta. El sudor le corría por el rostro y el
cuello, y se le perlaba en los musculosos brazos. Stark se relamió.
— No me quejaba de la vista que tenía,
sabes.
— ¿Has hablado con los chicos?
— Largo y tendido, Capitán.
— Ok, y ya deja de mirarme así, Tony.
— ¿Qué? ¿Por qué? Estás tan sexy, quiero
comerte ahora, Steve.
— Imposible, no vamos a hacerlo, los chicos están en casa.
— ¿Los mando al cine o algo?
— ¡Tony~!
— Ya, solo bromeaba. Aunque, en cambio
podríamos salir nosotros, Steve. Hace mucho que no lo hacemos fuera de casa.
Qué tal un hotel en París.
— Tan excéntrico como siempre, Tony.
— Pero te encanta.
Mientras el matrimonio coqueteaba, Peter
miraba algunas noticias en el sistema del Servicio Secreto. El expediente de un
mercenario apareció en la pantalla del monitor y él encontró, por alguna razón,
interesante revisar su historial.
— Wade Wilson. — Dijo.
— Ese nombre me suena de algún lado. —
Agregó Pietro, echando una mirada por encima del hombro de su hermano mayor. —
Wow, mira esas cicatrices, en verdad es un mercenario eh.
El
primer amor de Peter…
¡Tenía
que ser Deadpool!
El primer amor de Pietro se aproxima también…
Una semana hacía que Peter había
jaqueado el sistema de seguridad del Sistema Secreto, una semana desde que supo
de la existencia de Wade Wilson, también conocido como DeadPool. Un mercenario,
asesino a sueldo y otros calificativos nada afortunados que describían al
hombre. Era sin duda todo un criminal en el amplio sentido de la palabra. Sin
embargo, Peter tenía una sensación extraña cuando pensaba en él. Lo que, no
sabe si es cosa buena, sucede a menudo esos días.
— Estás otra vez en la nube, hermano.
— Pietro, ¿qué haces aquí? Deberías estar
en tu salón de clases.
— Es hora libre, el profesor no asistió
y nos mandaron autoestudio. Pero, ya leí la lección varias veces. — El menor
Stark dijo.
Su hermano mayor no pudo refutarle nada,
su velocidad también aplicaba en tareas comunes como la lectura. Así que
entiende que esté un poco aburrido. De hecho, acudir a clases como chicos
comunes y corrientes era así en ocasiones, un auténtico dolor de cabeza, una
buena dosis de aburrimiento y un montón de tiempo desperdiciado. Sin embargo, las contradicciones de la vida, para
los adolescentes era preferible esto, adaptarse a la vida “normal” antes que
pasar todo el tiempo en casa, con su papi
entrenando y su padre pensando en cómo hacer cosas subidas de tono con él. Sí,
preferible la escuela. Además, aquí podían relacionarse con otros adolescentes
y, para qué negarlo, conocer lindas chicas.
— Sigues en la nube, hermano.
— No es eso, estaba pensando en que es
mejor aburrirnos a veces aquí, que estar en casa.
— No me molesta entrenar con papi. Pero tampoco me gusta escuchar las
largas conversaciones que tienes con papá. Así que, sí, la escuela es mejor.
Pero, no me has dicho, ¿por qué estabas en las nubes, hermano?
— No voy a decirte. — Respondió, con una
nerviosa sonrisa bailando en sus labios.
— ¿Por qué no? — El menor Stark quiso
saber, achicando la mirada y tratando de adivinar lo que su hermano mayor
estaría escondiendo de él.
— Porque no, son mis asuntos, Pietro.
El muchacho chasqueó la lengua. Se tiró
de espaldas en el pasto y contempló el cielo despejado. Era invierno, y ya
refrescaba bastante casi todo el día, pero todavía había días en que el sol se
veía brillante en el cielo azul, libre de nubes que anunciasen lluvia o nevada.
Escenas como esa hacían que valiera la pena ver el mundo a su ritmo.
— Hermano, ¿te has enamorado alguna vez?
— ¿Qué? — El mayor Stark realmente se
sorprendió por la repentina pregunta. Era la primera vez que su hermano menor
mencionaba el tema.
— Ya sabes, así como nuestros padres.
— No lo creo. — Respondió sin titubear.
Le han gustado algunas chicas, dos para ser exactos. Y fue novio de una de
ellas el año anterior. Pero la química
no había ido muy bien y la relación había terminado pronto. — ¿Qué? ¿Te
enamoraste de alguna chica, Pietro?
— No. — Dijo de inmediato. Suspirando y
alzando las manos, enmarcando el sol en ellas. — Cosas como el amor, me
pregunto si podré experimentarlo como nuestros padres.
— Por qué te preocupas. Tienes quince
apenas, hermano.
— Sí. Pero, no sabes hermano, vivir con
mis habilidades hace que todo se vea desde otra lente. Me preocupa ir tan
rápido que el amor pase a mi lado y no me percate. O algo así.
El mayor Stark entendió entonces los
temores de su hermano menor, se tumbó a su lado mirando el mismo cielo y
murmuró un “te enamorarás, Pietro” que logró aligerar un poco los miedos
adolescentes del menor Stark.
--//--
Cuando Rogers asomó la cabeza en el
laboratorio de su esposo, le vio sumamente concentrado en los gráficos
tridimensionales que JARVIS mostraba al aire.
— Los
cálculos resultaron favorables, Sr. Stark.
— Por supuesto, no fue tan difícil.
Entonces, procede con esos datos, quiero ese traje para esta noche, JARVIS.
— Entendido,
Sr. Stark. Sr. Rogers, bienvenido. — La voz computarizada dijo, ni bien el
capitán dio un paso dentro del laboratorio.
— Hola JARVIS. — Saludó, totalmente
familiarizado con la interfaz, sintiéndole como un auténtico miembro más de la
familia.
— Terminaste temprano hoy, Steve.
— Más bien no quise hacer tiempo extra.
Se saludaron con un beso, uno profundo y
sin prisas a decir verdad. Stark incluso se tomó la confianza de apretujarle el
trasero a Rogers, arrancándole un jadeo sexy que satisfizo su ego. De momento.
— No podías dejar tus manos quietas,
¿cierto?
— Ya sabes cómo soy, Steve. —
Alardeando, el morocho dio un sorbo a su taza de café.
— ¿Diseñaste otro traje IronMan?
— Nop.
— ¿Entonces?
— Es un traje para Peter.
— ¿Qué?
— Bueno, ya sabes. Todos los
súper-héroes tienen un traje y…
— Sé eso Tony, lo que no entiendo es
porque nuestro Peter necesita uno.
— Espera, antes de que te pongas en modo
“mami histérica”…
— Tony… — Siseó el rubio.
— Sí, sí. Ya sé que te molesta que lo
diga de esa forma. Bueno, antes de que te enojes más de lo que ya te veo, déjame
explicarte. ¿Te quieres sentar en mis piernas mientras lo hago? — Añadió,
coqueto como solo él sabía ser, incluso si estaba a punto de tener una
discusión importante con su esposo.
El capitán elevó una ceja, cruzó los
brazos y, esa fue su señal para darle oportunidad de hablar. Pero nada más.
— ¿No? Que tacaño, nada te cuesta
sentarte en mis piernas. — Farfulló, honestamente resentido de que sus flirteos
no siempre funcionaran con su esposo. — En fin, la cosa es, tú los entrenas,
¿no?
— Les enseño defensa personal, Tony.
— ¡Oh, vamos, Steve! Sabemos
perfectamente que lo que han aprendido contigo es más que defensa personal. Los
estás preparando, solo admítelo.
El rubio pasó saliva, resopló pero tuvo
que hacerlo. Aunque silenciosamente.
— ¿Ves? Entonces, sabiendo que tienen
habilidades especiales, ¿no es correcto que yo, como su padre, quiera crear
para ellos trajes que les ayuden?
— Pero son tan jóvenes, Tony. Sobre todo
Pietro. No quiero que pienses en ellos como súper-héroes. — Suspiró, descruzando
los brazos y tomando asiento frente a su esposo. — Tú y yo sabemos que es una
gran responsabilidad.
— Y también sabemos, Steve, que incluso
si es a nuestras espaldas, ellos ya están metidos en esto. Vamos, ¿cuántas
veces nos han llamado de la escuela desde que son niños para reportar sus
medidas al defender a otros? Sencillamente, ¡lo llevan en la sangre! —
Enfatizó, con orgullo, sobra decir.
Rogers sonrió ligeramente, recordando
aquellos momentos de llamados de atención que se sentían un poco injustos
cuando todas las acciones de sus hijos han sido siempre por los que no pueden
defenderse a sí mismos.
— ¿Ya no estás enojado?
— No lo estuve en ningún momento, Tony.
Tú lo asumiste.
— Perfecto. Entonces, ¿podemos tener
sexo esta noche?
— No, Tony.
— ¿Por qué no? Me has estado dejando con
las ganas desde hace dos días, Steve. ¿Qué pasa? ¿Ya no te satisfago?
— ¡Qué tontería, Tony~! — Chilló
avergonzado.
— Entonces explícame qué está pasando,
Steve.
— No me hagas decírtelo aún~.
— Soy un hombre muy preocupado ahora,
Steve. Estoy dudando de mis habilidades como amante, sabes.
— Te digo que no es nada de eso~.
— Pues a menos que me digas voy a seguir
sospechando de muchas cosas, Steve.
El rubio mordió su labio inferior. Era
tan vergonzoso tener que explicar por qué se estaba aguantando él mismo el
deseo.
— Steve.
— Dame unos días más, te lo diré, Tony.
— ¿Qué? No será que estás embarazado de
nuevo y se te fue el apetito sexual, ¿o sí?
— ¿Eh? ¡No, no! No estoy embarazado de nuevo.
— El rubio buscó los ojos oscuros de su esposo entonces… — Pero, Tony, por qué
luces decepcionado.
— No es nada.
— ¿Quieres más hijos, Tony?
— Bueno, a decir verdad, ahora que Peter
y Pietro son adolescentes, como que hacen falta risas infantiles y esas cosas.
— ¡Oh por dios! ¡Tony~! — El rubio se le
fue encima, abrazándole con fuerza.
Tanta, que Stark comenzó a toser,
golpeándole la espalda para que aflojase.
— A veces como que se te olvida que soy
un pobre hombre común y corriente, Steve. — Acusó, aunque fuese una broma
solamente.
— Lo siento~ es que me dio tanta ternura
saber que quieres más hijos~.
— ¿Por qué ha de ser tan sorprendente?
— Solo, lo es, Tony. — Dijo, sonriendo
cariñoso, abrazándole más suavecito. Dejándose hacer cuando el morocho le
sentó, sabe que es por la estatura, que su esposo solo quiere sentirse un poco
más alto ante sus ojos. No le molesta ni le preocupa en absoluto. — Pero Tony,
¿no somos muy mayores para ser papás otra vez? ¿Cómo se lo tomarían Pietro y Peter?
— Primero, sobre todo tú, la edad es lo
de menos. Podría preocuparme yo, pero mis soldados
todavía son fuertes y vigorosos, si dejáramos de cuidarnos seguro lo
conseguíamos en unas cuantas veces. Segundo, no creo que nuestros hijos vayan a
enojarse. Tal vez quieran un hermanito, o hermanita. O dos de ellos. De todas
formas, lo importante es que nosotras queramos, Steve.
El rubio se le quedó viendo unos
momentos, sus mejillas se tiñeron suavemente de rubor. La idea no le
desagradaba en absoluto. Pero, luego lo pensó más. Ya se preocupa por Pietro y
Peter, por sus habilidades especiales y el inminente camino que les espera como
súper héroes. ¿Tendría que pasar por ese sendero con otro hijo/a que tuvieran?
— ¿Steve?
— Quiero pensarlo, Tony. ¿Sí?
— Por supuesto. — Respondió,
acariciándole la espalda. Habiendo notado el cambio de ánimo en sus ojos
azules. Lo conoce, así que lo sabe, que no será una decisión tan fácil de
tomar. — Entonces, volviendo al tema original, ¿por qué no quieres tener sexo conmigo,
Steve?
— Ng, tuve la esperanza de que lo
hubieras olvidado~. — Gimoteó avergonzado, escondiendo el rostro contra el
pecho de su esposo.
— ¿Cómo podría? Realmente he estado
preocupado por eso, Steve. Otras veces sé que me limitas porque estás enojado y
me lo merezco. Pero ahora realmente no entiendo.
— Es una tontería mía… — Susurra,
amortiguando su ya baja voz contra el pecho de su esposo, apresándole la
espalda.
— Somos esposos, ¿no? Se supone que
confiemos en el otro en todo tipo de situación. Vamos, dime, que ya me estás
asustando, ¿estás enfermo?
— Sabes que soy prácticamente inmune a
las enfermedades, Tony.
— Entonces.
— Leí… — Aclarar la garganta y, tras una
sola mirada a los profusos ojos de su esposo, volver a ocultarse contra su pecho…
— Leí en algún lado que el sexo después de días de abstinencia, sobre todo si
los amantes se contienen, es mucho más placentero. Y, quería, probar.
— Casi al final dudaba de que tu voz
pudiera llegar a mis oídos, Steve. — Dijo, queriendo quitarle un poco de
tensión al momento. Sabe que su esposo está muriendo
de vergüenza. — Así que, ¿querías probar algo diferente por tu propia cuenta?
— Sí~.
— Cielos, Steve. Estaba volviéndome loco
porque no entendía lo que estaba pasando. Deberías tenerme más confianza para
contarme tus maquiavélicos planes sexuales. — Agregó con tono bromista.
— No son maquiavélicos~.
— Oye, para mí es tortura. Por supuesto
que lo es.
Un gimoteo chocó contra su vientre. El
aliento caliente del rubio consiguió alterarle el pulso.
— ¿Y cómo cuántos días más piensas
tenerme esperando?
— Yo quería que fuera una semana~.
— ¡Qué! Nh, bueno, está bien. Tengo que
soportarlo entonces otros cuatro días más. Y, ¿tienes pensada alguna otra
sorpresita, Steve?
— ¿Qué?
— Ya sabes, tal vez estás preparando
algún atuendo sexy, o reservaste alguna habitación de hotel en alguna parte
exótica. Qué se yo, algo parecido.
— Nada. — Murmuró. Sintiéndose un poco
torpe por no pensar en detalles como aquellos.
— ¿Te molesta si me ocupo de algo
especial? Digo, casi sentiré que es nuestra primera vez, Steve. Siento que
vuelvo a ser virgen con tanto día de abstinencia.
— Qué exagerado~.
Mientras se besan dulcemente, superado
el momento, escuchan la puerta principal abrirse. Sus hijos han regresado. La
tarde pasa entre conversaciones de la escuela y las aburridas clases de física
y biología, porque sus profesores son sencillamente sosos. Al anochecer,
después de la cena, JARVIS notifica a Stark que su encargo ha sido terminado.
Así que arrastra a la familia al laboratorio, donde entrega los trajes
diseñados para Pietro y Peter. Ambos están fascinados con sus trajes.
— ¡Te luciste, papá! ¡Está genial! —
Pietro dijo, le gustaba el diseño atlético, sobre todo porque parecía que traía
ropa común. Nada espectacular, justo como lo hubiera imaginado.
— Soy genial, por supuesto. — Alardeó
orgulloso, inflando pecho y toda la cosa.
— Se siente como una segunda piel, papá.
Realmente estupendo. — Peter agregó, comenzando a pensar los tipos de materiales
que seguramente se han usado, analizando lo que podría o no hacer con este
traje. — ¿Puedo salir a probarlo?
— ¡Yo también!
Los adolescentes, y el mismo Stark,
volvieron la mirada a Rogers. Bien sabido es que papi tiene la última palabra.
— Tú y yo los supervisaremos, Tony. Ve
con Peter, yo con Pietro.
— ¡Sí! — Exclamaron los adolescentes.
Mientras que Stark ya estaba vistiendo
uno de sus trajes IronMan. Rogers sonrió, suspiró y buscó su propio traje.
— Tómalo como un entrenamiento, Steve.
— Ya lo creo que sí.
--//--
Encargarse de los tipos malos era incluso divertido para los jóvenes Stark. Sus
padres realmente solo estaban supervisando, pero les estaban dejando todo el
trabajo a ellos solos. Porque se trata de criminales menores, por supuesto.
— Muy bien, eso es todo. Su padre y yo regresaremos a la Mansión.
— ¿Eh? ¿Tony, pero…?
— Vamos, vamos. El resto pueden hacerlo
solos, deja que disfruten un poco del aire nocturno sin nosotros, Steve.
El capitán titubeó, pero al final se
dejó llevar por su esposo cuando levantó el vuelo, con él en brazos. Así que,
pensándolo bien, no había podido resistirse demasiado sin provocar una mala
caída para ambos –pretextos, no es que le moleste ser cargado en brazos por el
IronMan, era casi romántico–.
Los hermanos Stark sonrieron con aire
victorioso.
— A veces papá sabe cómo manejar a papi, ¿no crees, hermano?
— Definitivamente. Vamos, Pietro.
— ¿Qué? ¿Por donde mismo? ¡Ni hablar! Yo
iré por allí. — Dijo, y aunque su hermano hubiera querido advertirle algo, solo
la estela de su carrera a gran velocidad había quedado.
— No puedo manejar su carácter. — Dijo,
pero sonreía por eso mismo.
Entonces fue su turno de lanzar una
telaraña en lo alto de un rascacielos y comenzar a columpiarse. En su paseo por
la ciudad todavía se dio el gusto de ayudar en otro par de situaciones, impidió
un robo en un callejón y detuvo a un auto sin frenos que estuvo por llevarse a
un grupo de personas en el paso peatonal.
— Ser héroe se siente genial. — Crecido
en orgullo, el joven Spider-Man decidió volver a casa, todavía tenía tareas que
hacer, aunque no le fuera a tomar demasiado.
Columpiándose por los rascacielos, su
sentido arácnido se activó repentinamente. Eso significaba que algo importante estaba pasando en algún lugar
no muy lejos de él. Entonces alcanzó a vislumbrar, casi de reojo, a un sujeto
enfundado en un traje rojo y negro, a punta de espadas contra un puñado de
sujetos bien armados. Las balas parecían no alcanzarlo pese a ser ráfagas a
considerable velocidad, la forma en que movía sus espadas parecía un escudo. Y
su habilidad para golpear a los contrarios era impresionante.
— Un momento, él no es ¿DeadPool? —
Dijo, al tiempo en que aterrizaba en el mismo edificio, viendo al último sujeto
caer.
— ¿Mh? ¿Tú quién eres? — Pool preguntó,
apuntándole directamente con una de sus espadas, rojo goteaba del filo de sus
cuchillas. La sangre de aquellos que yacían ahora sobre el piso frío de la
azotea.
— ¿Merecían morir?
— Obviamente. Era su cabeza o la mía. Me
gusta mi cabeza justo donde está. Así que, ¿quién eres?
— Spider-Man.
— ¿Spiderman? — Dijo, sujetándose el
mentón con aire pensativo. Aunque no es que su rostro fuera visible, oculto
bajo aquella máscara, similar a la del menor Stark a decir verdad. — No tengo
el gusto, pero, ¡seamos amigos! — Exclamó, extendiendo la mano tras haber
enfundado sus espadas en su espalda.
Aún sin ver su rostro, el menor Stark
podía advertir que estaba sonriendo. Era el tipo raro que describían los
archivos del Servicio Secreto.
— No quiero ser tu amigo. — Dijo,
negando el apretón de manos que Pool insinuaba.
Bajo la máscara roja, Wade sonrió
ampliamente.
— Acabo de encontrar un chico lindo~. —
Comentó con descaro, lanzándose sobre un vivaz spider que evitó el embate con
facilidad.
— Así que eras tú, mi sentido arácnido
se activa por ti.
— ¿Eh?
— No eres de fiar para mí.
— ¡Eh! ¿Por qué~? Si soy genial~.
El menor Stark enarcó una ceja.
Incrédulo de que este tipo realmente se creyera “genial”. Y cuando hizo el
amago de marcharse, su cuerpo fue atrapado en vilo por el mercenario, la
telaraña que acababa de lanzar permanecía tensa, unida a un edificio al frente
y atrapada en su mano. Su corazón latía a prisa, tanto que lo escuchaba en sus
oídos. Podía sentir el cuerpo del mercenario muy cerca del suyo. Por supuesto,
porque lo estaba abrazando y ¿olfateando?
— Hueles a virgen.
— ¡Qué!
— Me gusta tu olor. ¿Puedo besarte?
— ¿Q-qué? ¡Oye, suéltame! ¡Wade!
Ah, algunas cosas simplemente, suceden.
...
Este proyecto lo había iniciado hace un año exactamente, pero lo olvidé por completo y no estaba terminado xD so, lo retomaré, para quienes me siguen en mi fb personal probablemente lo recuerden, y si no pues es momento de hacerlo xD la proxima semana volveré con más ;D
wow wow wow Dios, me dio tanta ternura y una felicidad ver algo tan fluff de la Superfamily, me da un calorcito en el corazón, muchas gracias ;D
ResponderBorrarPD: Cuando subirás de nuevo Animal-Heroes?
Hola! Que bueno que te agradó~
BorrarAnimal-héroes ya está en este blog~ ;D
Hermosos hasta no mas... Si bien q quiere solo se hace jejejejejj ... Gracias por compartir... Ando ausente no tengo mi internet... Espero pronto vengan a arreglarlo...
ResponderBorrarYeeehhh!!! Solo había leído el primer capo xD ... Ahora. Si, deja me regreso a tu face para seguir leyendo ja n.n
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