viernes, 25 de diciembre de 2020

A DOSE OF FLIRTING. Oneshot YooSu. ¡Feliz Navidad!

 

A DOSE OF FLIRTING

***

 

Park Yoochun era un nombre bastante conocido en el mundo de los negocios. Heredero de uno de los sellos discográficos más rentables en el globo. Lo cual, por supuesto, le ha vuelto acreedor a un sinfín de aventuras y sinsabores. Desde la infaltable popularidad, hasta las amenazas más astutas de parte de perfectos desconocidos que solo forman parte de un número estadístico en sus tantos informes mensuales.

 

No es que le importe, en realidad. Park no había querido esta vida, trató de oponerse a la voluntad de sus padres desde joven, pero irremediablemente ha terminado ahí, vistiendo trajes elegantes y conduciendo autos de lujo, trabajando en una fría oficina en lo alto del rascacielos con una exclusiva vista de la ciudad, hermosa por las noches, monótona en el día.

 

Demasiado cerca de entrar en sus cuarentas, sin novia, pero sí una interminable lista de posibles esposas cortesía de su madre. Porque, claro, está en edad casadera. Tan típico comportamiento de la familia. No es como si Park pudiera decir nada, fue así como él y su hermano YooHwan llegaron al mundo, nacieron en cuna dorada. Su madre fue elegida en su momento porque fue considerada perfecta para cumplir con su papel. De esposa, de madre.

 

Sin embargo, hay un gran problema en los planes parentales.

Es gay.

Y está jodidamente enamorado de uno de los cantantes del sello discográfico.

 

Xia.

A quien él prefiere pensar simplemente como Junsu.

Y no es como si no tuviera posibilidades con el joven cantante. Todo lo contrario, sus avances han sido bien recibidos durante meses. Desde las sonrisas coquetas hasta las invitaciones a tomar un café o comer con el supuesto de una reunión de trabajo de trasfondo.

 

Ninguno de los dos es tonto, saben lo que está pasando. Están conscientes del flirteo, no siempre inocente, y del anhelo en los ojos ajenos. Pero no han pasado de eso, de miradas coquetas, de sonrisas provocativas o movimientos intencionados de sus cuerpos cuando saben que los ojos del otro los persigue.

 

Park tomó su teléfono celular, deslizándose por las aplicaciones, fue directamente a un mensajero que usaba exclusivamente para comunicarse con familia y amigos.

 

Y Junsu.

 

El suave llamado a su puerta le distrae unos instantes, su secretaria que ha pasado a despedirse. Él sabe, es hora de terminar la jornada laboral en la oficina central.

 

― Sr. Park, ¿necesita algo más?

 

― No, Mira. Puedes retirarte, gracias por su trabajo y buena noche.

 

― Buena noche, Sr.

 

Cuando la secretaria se retiró, el azabache envió una serie de textos de ida y vuelta. Sonrió con galantería al recibir una foto en uno de ellos. No muestra nada demasiado comprometedor o que pueda ser clasificado como indecente a ojos de la sociedad, pero era lo suficientemente sugerente para su propio deseo.

 

En la imagen se puede ver el torso desnudo de un hombre joven, la fina línea de vello que parte del ombligo y se pierde cuesta abajo hasta el borde del pantalón deportivo color blanco, también es posible admirar el vientre ligeramente marcado, los pectorales tienen apenas una línea visible que deja entrever el trabajo físico de su cuerpo. Park, sin embargo, muerde su labio inferior y siente el espasmo de excitación en su entrepierna cuando sus ojos se detienen en el pecho, en los montes color canela que lucen apetecibles y que él sueña con probar. Lamer, chupar y morder.

 

― Mierda. ― Sisea entre dientes, consciente de la forma en que su falo se sacude dentro de sus pantalones y ropa interior.

 

Él podría masturbarse con esta imagen, con el pensamiento del sonrojo en las mejillas de Junsu al enviarla. Porque han ido así de lejos, enviándose fotografías sinuosas, provocando la lujuria del otro con la fina intención del sexo. Park ha estado demasiado tentado de ir un poco más lejos y optar por el sexo telefónico, pero no sabe si eso sería demasiado para el cantante. Porque Junsu es así, aparentemente seductor, pero adorablemente tímido al momento de la verdad.

 

Lo más lejos que Junsu ha ido cuando están frente a frente, es sostenerle la mirada mientras lame su labio inferior y desliza su pie por la pantorrilla de Park. Apenas unos segundos, antes de retirarse, esconder la mirada y sonreír con vergüenza, dejando que su clara piel se tiña de rubor. Y eso fue hace casi un mes, mientras compartían una comida “de trabajo”. Después de eso, le tomó esa cantidad de tiempo para obtener esto, la imagen más provocativa hasta ahora.

 

Porque sí, claro que hay otras fotografías. Todas y cada una de ellas con mucha más ropa, y de la misma manera, sin que se vea el rostro del cantante, temeroso de que estas imágenes puedan llegar a caer en manos equivocadas. Lo que, sí, joder, es una probabilidad a tener en cuenta; Park también intenta tomar sus precauciones. Casi siempre, aunque, no va a negarlo, últimamente piensa que salir con Junsu no debería ser problema de nadie más que de ellos mismos.

 

Utopía.

Salir del closet no es una opción viable.

No realmente.

No aún.

 

El hombre dejó el celular sobre su escritorio, se levantó y entró en el baño exclusivo de su oficina, lavando su cara y mirando su reflejo en el espejo. Él sabe que es guapo, de rasgos atractivos y un muy importante respaldo económico como heredero de la riqueza familiar. No es algo que le motive, ha tenido que lidiar con algunas “novias” elegidas por su madre, y sabe que pronto caerá de nuevo sobre la mesa del comedor en la casa familiar, otra propuesta de “matrimonio arreglado”.

 

― Joder. ― Gimió, con las manos apoyadas en el lavabo y la mirada cansada en el reflejo. ― Matrimonio, mierda no.

 

Realmente no.

Park no lo quiere, es gay.

E incluso de esa manera todavía no cree en el matrimonio.

La idea de vivir con su pareja, con Junsu -si es que vale mencionarlo como el único a quien se imagina en ese estatus-, le fascina, pero no porque vayan a ser esposos. Es solo saber que podría tenerle día y noche, que se apoyarían mutuamente. Que podrían decidir tener o no hijos, adoptar o buscar cada opción.

 

Park salió del baño, recuperó su celular y el saco que se quitara hace algunas horas, tras haber terminado una reunión con el equipo de publicidad. Es mejor volver a su departamento y tratar de definir sus siguientes movimientos.

 

Con Junsu.

Y con su familia, principalmente su madre.

 

 

Xia era más que un nombre artístico.

Era la certeza de estar viviendo un sueño.

 

Sin embargo, para Junsu no lo era todo. Estaba más que dispuesto a renunciar a Xia si eso representaba un obstáculo en su más reciente sueño. Salir con Yoochun. Lo que, honestamente, era el sueño de muchas personas, mujeres en su mayoría, aunque sabe que más de algún hombre también tiene sus ojos puestos en él. No los culpa, por el contrario, entiende a todas esas personas, y llega a sentirse en ventaja siempre que recibe un nuevo texto, una nueva llamada telefónica; siempre que recibe una invitación a comer o comparten un café en lugares públicos pero discretos con la condición de sus clientes.

 

Él es especial, lo sabe.

Sabe que Yoochun está interesado en él de formas que no expresa con nadie más.

Lo sabe porque han flirteado desde hace tiempo, comenzaron con simples miradas, con algunas sonrisas y toques casuales ahí donde no debían ofrecerse.

Luego simplemente fue evidente cuando comenzaron a enviarse fotografías más personales, imágenes que no enviarían a nadie más. Fotos con intención, pero sin llegar a ser consideradas eróticas o pornográficas; eran, sin embargo, lo suficientemente sugerentes como para provocar una reacción en el otro.

 

La primera vez que Park le envió una a Junsu, el cantante había lanzado un grito de sorpresa (con suerte, solo en su departamento), se sonrojó como termostato toda una semana siempre que volvía a mirarla, y se masturbó un par de veces fantaseando con el contexto de la misma. La vergüenza lo enloqueció durante al menos una semana más después de eso, incapaz de mirar a los ojos al CEO sin recordar lo que había hecho en la privacidad de su habitación, enredado en sus sábanas con la mente nublada y la evidencia de su acto manchando su mano. Después de esa primera vez, hubo un poco más de descaro y un flirteo virtual que los estaba acercando de una forma que ninguno consideró siquiera posible antes de esto.

 

Esto.

 

Esta serie de coqueteos que comenzaron, probablemente, en un acto de curiosidad e incluso aburrimiento; Junsu juraría que Yoochun tenía una pizca de ambas cosas, visto la cantidad de personas que podría tener comiendo de la palma de su mano.

 

Estos mensajes de ida y vuelta, tanto los que son simples saludos a cualquier hora del día, o preguntas que pueden resultar típicas pero son tan significativas para ellos.

 

Esas llamadas telefónicas que ocasionalmente se extienden por horas, tiempo para hablar de todo y nada, para conocerse hasta donde cada uno decide que quiere compartir. Minutos para escucharse, para los flirteos inocentes de sonrisas y risas tímidas, para los coqueteos más efervescentes cuando se hacen invitaciones lascivas recubiertas de jugueteos nocturnos a través de una línea telefónica.

 

Esto.

Que se siente como un enamoramiento que puede prosperar y florecer.

Que saca a relucir cada faceta de su personalidad.

Que le hace sentir inocente e inexperto.

Pero también atrevido y seductor.

 

Sin embargo, Junsu sabe que está tan profundamente enamorado, que cuando la realidad interrumpa la especie de burbuja en la que ha vivido desde que todo ese flirteo comenzó con Yoochun, tendrá que renunciar a algunas cosas. Incluido el contrato en la firma discográfica de Park.

 

Tendrá que admitir, con pesar, que todo fue un sueño. Uno de esos de los que no se quiere despertar, pero que irremediablemente terminan. Porque llegará el día en que Park tenga que seguir la línea familiar, que se case, tenga hijos y deje de tontear con él.

 

El entrecejo del cantante se frunce cuando se da cuenta de que se está deprimiendo repentinamente, como cada vez que piensa demasiado las cosas. Hace no demasiados minutos le envió una fotografía a Park, debería estar pensando en ello, en la reacción que pudo tener, en si Yoochun también hará cosas tan vergonzosas como masturbarse pensando en él. Si se tocará mientras gime su nombre y si encontrará algún alivio a la lujuria con ello.

 

― Oh dios~. ― Gimotea, sonriendo con vergüenza, pero notando que ha funcionado.

 

Porque se olvida de los contras de una realidad que no quiere tener en su pensamiento ahora. Quiere disfrutar de los coqueteos hasta que simplemente se desvanezcan. Sigue esperando alguna respuesta a su último contacto con Park, una fotografía a cambio, o algún texto sinuoso de esos que, sí, también han llegado.

 

Park no se contiene en absoluto, le envía mensajes que bien podrían ser consideradas páginas de novelas eróticas con ellos como protagonistas.

Sí, con esos textos también se ha masturbado.

 

Una risita estridente hace eco en la habitación, él ha pensado que se ha masturbado más en los meses que lleva este juego sexy entre Yoochun y él, que todo lo que hizo desde que descubrió el placer propio en la adolescencia o los videos pornográficos gay que rara vez observa porque es un romántico de médula y no se siente atraído por cualquier representación de sexo.

 

Está a punto de colar una mano en sus pantalones deportivos cuando el tono de su celular advierte un mensaje entrante. Se apresura para revisar porque sabe que es de parte de Yoochun, y hay un sonrojo extendiéndose por su rostro cuando lee.

 

…Esta noche quiero flirtear contigo. Quiero descubrir con mis manos la suavidad de tu piel, surfear en las curvas de tu anatomía y hacerte el amor…

 

Después estaba una invitación a un domicilio específico. Junsu lo sabe, es el departamento de Yoochun. Lo están invitando a un lugar que, sabe, no ha conocido ningún amante del hombre, porque no han existido desde hace tiempo. Él cree en la palabra de Park, creyó cuando le dijo que no ha tenido novia desde que entró en sus treintas, pese a la insistencia de su madre. Creyó cuando le dijo que sí, que ha tenido parejas sexuales pero que desde que comenzaron a flirtear no ha necesitado nada más.

 

Así que se emociona, no lo va a negar. No hay una declaración romántica, o una insinuación de iniciar una relación oficial. Pero la oportunidad de hacer realidad todo lo que imaginado y soñado, Junsu no lo piensa dos veces, acepta de inmediato. Se apresura en la ducha, se limpia y practica la limpieza íntima de aquella parte de su anatomía que solo ha conocido el placer de sus dedos. Se viste con uno de los atuendos más sexys que encuentra en su clóset y luego espera los minutos restantes para bajar al estacionamiento, donde Park aseguró le estaría esperando para llevarle a su departamento.

 

Hay un nerviosismo constante vibrando en todo su cuerpo conforme pasa el tiempo, usar el ascensor nunca se sintió tan lento y aburrido, pero le sirvió para ver el reflejo de su cuerpo en el muro metálico, no estaba usando ni pizca del maquillaje ligero que suele llevar en el rostro cuando trabaja, pero sus mejillas estaban rojas y sus ojos brillantes, más vivos que nunca.

 

Park está ahí, recargado sobre su automóvil, vistiendo casual, pulcro de pies a cabeza, tan guapo que Kim jadea involuntariamente, con el corazón alterado y el pulso acelerado. Ambos se miran intensamente, recorren sin vergüenza la apariencia del otro y comparten una sonrisa pícara.

 

― Te ves sensacional, Junsu.

 

― Como si tú no lo hicieras, Yoochun.

 

Hay cierta confidencialidad lasciva en la forma en que se hablan, en cómo sus cuerpos se mueven al encuentro del otro. Los ojos negros de Park recorren la línea del cuello de Kim con un particular brillo en sus pupilas, y no duda al inclinarse y dejar un rastro de besos por la nívea piel. Es un saludo como ningún otro, porque nunca había hecho esto, lo más lejos que habían llegado era un apretón de manos, el flirteo siempre se había quedado en los límites de la distancia obligada por la relación laboral.

 

Ahora, sin embargo, Yoochun habló en serio. Mandará todo al diablo y seguirá sus anhelos, hará realidad su sueño y tendrá a Junsu en su cama, marcando cada centímetro de piel desnuda y dejando en la estela de sus besos cada gramo de cariño fragmentado en su corazón.

 

― Nh~. Chun~. ― Suspira, con el corazón tembloroso y la garganta seca.

 

Porque quiere esos labios en otra parte, justo sobre su boca, explorando y haciendo la magia que está seguro puede producir con solo un toque.

 

― ¿Estás seguro de hacer esto, Junsu? ― Park pregunta.

 

Y los ojos almendrados del pelirrojo sostienen sus orbes negras.

Hay mil palabras crepitando en el fuego de sus pupilas, Park se siente atraído por esta mirada más que por cualquier otra cuando Junsu agitaba sus pestañas especialmente para él. Porque aquí está respondiendo con silencio lo que dirían esas mil palabras con todo el ruido del mundo.

 

Hay una sonrisa dibujándose en los rosados labios, y un ligero movimiento cuando es Kim quien reduce la distancia y le besa.

 

Sí, estoy seguro.

Responde cuando lo hace. Cuando sus bocas se mueven simultáneamente en la mejor de las danzas, componiendo sus propias notas conforme se adaptan y entregan con cada roce de labios o cada sigiloso movimiento de lengua, el amor que creció y se alimentó con cada sutil coqueteo durante semanas y semanas.

 

Poco importa que otros ojos puedan verlos, o que estén siendo captados por el sistema de vigilancia del aparcamiento en el edificio. Yoochun ya tomó una decisión esa noche antes de salir e invitar al cantante a su lugar. Está dispuesto a enfrentarlo absolutamente todo. La ira de su madre, por ejemplo; o el enojo de su padre y la decepción de su hermano menor. La opinión pública le importa lo mismo que nada.

 

Sin embargo, hablará de esto con Junsu en cuanto consiga aletargar sus deseos y tomar la distancia suficiente del hombre más joven. Lo que, está seguro, no pasará hasta la mañana siguiente, probablemente.

 

Suben al auto de Park y el camino a su departamento es tranquilo. Intercambian miradas y sonrisas, algunos besos por cada semáforo en alto que les permite aprovechar el momento. Ahí donde las manos del azabache no dudan en sostener el rostro del pelirrojo por las mejillas, acariciando los pómulos con sus pulgares, sonriendo contra su boca cada que un claxon les hace saber que es momento de retirarse y continuar el camino.

 

Cuando arriban al departamento de Park, todavía comparten besos en el ascensor. Casi como si fuera imposible separarse, dejar de ser expresivos de esta manera, con los labios pegados y las lenguas inquietas, empujando en la boca del otro, rozando o enredándose con su igual, seduciendo el pulso que late en la entrepierna como manifestación del impulso más primitivo que los había acercado.

 

Sí, se desean. En un sentido meramente sexual. Pero no se engañan a sí mismos, claramente hay más que deseo carnal, están los sentimientos y los afectos, emociones dispersas que luchan por seguir camino cuesta arriba y revelarse sin obstáculos insensatos en el camino.

 

El sonido del ascensor anunciando la llegada al destino interrumpe el momento, pero no toman represalias, sonríen mientras salen al pasillo y caminan tomados de la mano hasta la puerta del apartamento de Park, es todo un piso, así que no se preocupan por vecinos indiscretos.

 

― ¿Quieres tomar algo? ― Pregunta una vez han entrado a su lugar, Park aclara su garganta y trata de no demostrar demasiado su propio nerviosismo.

 

No lo malinterpreten, se siente bien, jodidamente bien. La idea de hacer más que charlar o coquetear con Junsu lo tiene en una nube, flotando donde nunca antes había estado. Se ha estado preguntando si este será su primer amor, pese a la edad y las experiencias de antaño. No es como si nunca hubiera salido con algún chico, nada serio o que pueda haber tratado como una relación formal. Pero, de nuevo, esto con Junsu era tan diferente a todo.

 

― ¿Vino, tal vez? ― El pelirrojo responde, una sonrisa tímida pero coqueta adornando su alegre expresión.

 

― Por supuesto, vino.

 

Tinto, Park recupera una botella de su cava personal. Sirve dos copas y toman sitio en la estancia. Brindan y prueban el líquido sin soltarse las miradas.

 

― Así que, tu casa es increíble. ― El cantante dice, y siente cómo se sonroja.

 

Porque no tiene ni pizca de experiencia, las citas nunca fueron su fuerte y pocas son las ocasiones en que se permitió tal acto. ¿Hombres? Nunca, dios, Yoochun ha sido el primero en todo. Y probablemente seguirá siendo de esa manera. Él espera que así sea, no le importa que Yoochun sea el único hombre en su vida para absolutamente todo lo que se tenga que experimentar con una pareja o amante.

 

Park sonríe, no hay burla en su gesto. Al contrario, casi parece orgulloso. Quizá lo esté, porque este lugar es lo primero que eligió a voluntad, ubicación, diseño de interiores, incluso el monto que tuvo que pagar salió del fruto de sus primeros negocios por cuenta propia.

 

― Gracias. Pero, sabes Junsu, quiero hacerle algunos cambios.

 

― ¿Cambios?

 

― Sí. Los necesarios para vivir con alguien más. No de inmediato, por supuesto. ― Añade, esperando no haber alarmado innecesariamente al pelirrojo.

 

Es decir, ni siquiera le ha pedido salir formalmente. No teme al rechazo, sin embargo, hablar de vivir juntos en la primera cita, sabe que simplemente es demasiado.

 

Kim aclara su garganta, bebe otro trago de vino y enfoca sus ojos almendrados en los brunos de Park.

 

― Me encantará ayudar cuando se tome la decisión, Yoochun.

 

― Perfecto.

 

― Sí.

 

Luego hay un par de sonrisas relajadas, y otra ronda de besos. Memorizan la boca del otro, exploran el interior a gusto y experimentan mil y una formas de besarse. A Junsu le hormiguean los dedos cuando finalmente cede y entierra sus dedos en el azabache de Yoochun, empujándose más en su espacio, casi deseando montar su regazo y ser más atrevido.

 

― Espera, Junsu. ― A Park prácticamente le duele tener que separarlo, renunciar a esos carnosos labios cuando todo lo que quiere es ahogarse en ellos por siempre.

 

― ¿Qué? ¿No íbamos a hacer esto? ― Kim susurra, sus labios todavía rozando descaradamente la boca de Park.

 

― Joder, sí. Sí, Junsu. Haremos esto, todo el camino si me dejas, pero antes quiero que hablemos. ― Sujeta la mano del pelirrojo justo cuando ve la duda cruzar sus preciosos ojos almendrados, entrelaza sus dedos, más para asegurarse de que no escape en ese momento. 

 

― Hablar, bien. Te escucho. ― Dice, pero todavía parece dolido, o incómodo quizá.

 

No sabía que hablarían esta noche. No se siente listo, porque todo lo que él seguramente hará será confesar sus sentimientos, y desear más de lo que quizá pueda suceder entre ellos.

 

― Sal conmigo, Junsu. ― Park dice.

 

Y de pronto hay un sonido sordo en sus oídos. El pelirrojo ladea el rostro, como si así pudiera adivinar que lo escuchado fue real y correcto. El azabache sonríe, no puede evitarlo, no cuando Kim parece un zorro curioso mirándole atentamente.

 

― ¿Salir? ¿Como, realmente salir? ¿Como, novios? ― Balbucea, algo perdido en sus pensamientos y con el corazón agitado.

 

― Sí, como novios, pareja, amantes. Realmente no importa el nombre, solo quiero que sepas que esto no es solo sexo o algo pasajero. Me gustas, estoy enamorado de ti, Junsu.

 

Los ojos del pelirrojo se abren de par en par en ese instante, sorprendido por la franqueza y el peso de las palabras del azabache. Lo había soñado, de cientos de formas, pero esto no tenía comparación. Y no estaba preparado, no del todo, creyó que todo quedaría en su imaginación.

 

― Pero, tus padres, tu hermano…

 

― Ellos no importan, Junsu. Solo tú y yo.

 

― ¿Los enfrentarás, por mí?

 

― Sí. Absolutamente. Si estás dispuesto también, Junsu. Porque esto será cosa de los dos, ambos tendremos que esforzarnos. Tienes que saber que no querré esconder nuestra relación, y lo que eso significará para ambos. Para tu carrera y la mía.

 

― Yoochun, estoy tan dispuesto a renunciar a mi carrera por ti que no tienes que preguntarlo. Estoy en esto tanto como me dejes.

 

― Bien, entonces prepárate, Junsu. Porque vamos a coquetear por el resto de nuestras vidas.

 

El pelirrojo suelta un chillido de sorpresa cuando es jalado al regazo del azabache, sus labios asaltados con pasión, como si finalmente Park estuviera dejando salir todo lo que siente por él.

 

Realmente lo hace, Yoochun se sorprende gratamente cuando Junsu le devuelve el beso con la misma intensidad. Y responde llevando sus manos a los muslos del pelirrojo, acariciando de arriba abajo con intención. Captura los suspiros y jadeos del pelirrojo entre sus labios, mordisqueando su boca rosada, como si así pudiera saborear aun más su gusto.

 

― Dios, Yoochun. Cama, por favor.

 

El gimoteo desesperado del pelirrojo no es más que concedido de inmediato. Park se levanta, con Kim en brazos, las piernas del pelirrojo se afianzan en su cintura, riendo con un toque de vergüenza cuando se da cuenta la forma en que es conducido a la habitación del azabache. No se arriesgan a besarse mientras tanto, seguros de que podrían tropezar en cualquier parte.

 

Sin embargo, Park no duda en detenerse una o dos veces en el camino, aprovechando el muro o alguna cómoda para apoyar a Kim y besarse como si la vida les dependiese de ello. Por supuesto, no es como si besarse fuera suficiente cuando tienen más que claro lo que han comenzado a construir juntos. Las manos de ambos recorren el cuerpo del otro, poco o nada importan las lujosas prendas que cubren sus anatomías, apartan los botones de sus ojales y deslizan la tela del camino mientras recorren con los dedos la piel desnuda del amante. Por primera vez.

 

Hay jadeos y miradas vidriosas con cada nuevo toque y descubrimiento. Caricias que saben a futuro y predisponen un presente continuo. Un flirteo nuevo, el mejor de todos. Porque no es solo juguetear y provocarse, es hacer realidad cada insinuación, cada anhelo.

 

― Yoochun~. ― Gime cuando los dedos del azabache frotan sus pezones y él arquea la espalda buscando mayor contacto.

 

― Eres sensible, Junsu. ― Dice, con una sonrisa lasciva que tiñe de rubor el rostro y cuello del pelirrojo. ― Creo que es mejor terminar de llegar a la cama, no quiero tomarte en el pasillo. ― Añade, levantándole nuevamente en vilo.

 

Se rieron juntos hasta que finalmente entraron en la habitación. Siendo Yoochun quien cayó primero sobre el lecho, Junsu siguiéndole montado en su regazo, recuperando la postura que tenían en el sofá.

 

― Antes de que me tomes, quiero hacer cosas por ti también, Yoochun.

 

― Mh, suena prometedor. Adelante, Junsu. Soy todo tuyo.

 

Hay otra risita, esa vez con un toque de nervio y timidez. Junsu, sin embargo, no retrocede. Termina de retirar la camiseta del azabache y acaricia con júbilo los hombros y el torso al descubierto. El pelirrojo muerde su labio inferior mientras sus ojos recorren con parsimonia la piel desnuda que se le ofrece a la vista, sus dedos deslizándose con suavidad por cada páramo de piel, consciente de los presurosos latidos de su corazón y la excitación de su cuerpo.

 

― ¿Te gusta?

 

― Me encantas, Chun.

 

Park sonríe con orgullo, casi feliz de nunca haber dejado el ejercicio, hay músculos en su cuerpo y no están ahí por arte de magia. Aprovecha el momento en que Kim se acerca un poco más, movido por la curiosidad de sus manos que han vagado hasta la espalda de su novio; es así como el azabache tiene oportunidad de besar su cuello, mordisquear su oreja y apretarle el trasero.

 

― ¡Chun~!

 

― Como dije, sensible. Por todas partes. ― Susurra en su oído.

 

Hay un toque de lujuria y diversión en su voz ronca, en la forma en que deja que sus labios rocen la piel de la línea de su cuello. El pelirrojo se estremece, casi perdiendo de foque su propia exploración. De un momento a otro su cuerpo se siente demasiado caliente, y todo lo que quiere es apresurar las cosas y sentirlo dentro, haciendo temblar todo su cuerpo como nunca han podido sus dedos o los vibradores que adquirió en línea con toda la vergüenza del mundo sobre su espalda.

 

― Yoochun. ― Jadea con tono ansioso. Agita su cadera, frotándose en el regazo de su novio.

 

― ¿Lo quieres?

 

― Sí~.

 

― Bien, bien. Ven aquí, Junsu. ― Tumbándole a su lado, Park comienza a repartir más besos conforme se deshace de las prendas restantes.

 

Pantalones incluidos, aunque encuentra un poco de retraso cuando la ajustada prenda parece que podría romper las costuras al pasar por el trasero del pelirrojo. Hay una broma ahí, algo que no rompe el hechizo, que fluye con naturalidad mientras Junsu se burla de la falta de conocimiento de Yoochun mientras le ayuda a sacarse con absoluta facilidad los pantalones. Park los encuentra un poco insultantes, pero solo mientras se deshace de ellos, porque antes de eso son increíbles, resaltando la figura de Junsu de una forma que hace babear a propios y extraños.

 

― Mierda, eres hermoso Junsu. ― Park dice de pronto.

 

Cuando la completa desnudez del pelirrojo se hace presente ante sus ojos y su manzana de adán se mueve arriba y abajo, saboreando de antemano lo que saboreará hasta el último recoveco. El pelirrojo sonríe, hay un sonrojo en su nívea piel, un poco de vergüenza y otro tanto de libido, agita las pestañas y revuelve sutilmente las piernas, reajustando su cuerpo sobre el lecho, una invitación sugerente para acercarse y probarlo.

 

― ¿Te gusta lo que ves, Yoochun?

 

― Me fascina, Junsu.

 

Dicen, y hay algo nuevo en el tono de sus voces. La del pelirrojo posee una capa de terciopelo que le seduce de formas inimaginables, el pulso de su entrepierna lo evidencia. La del azabache se volvió más áspera y gutural, enmarcada por un toque de lujuria que también provoca la libido del cantante.

 

La diestra del azabache se mueve entonces determinada, alcanza los muslos del pelirrojo y acaricia acercándose a la entrepierna, traza líneas en la ingle y bordea la pelvis mientras sigue el camino hacia el norte, dibujando la línea de vello hasta el nacimiento en el ombligo. Los jadeos del pelirrojo resuenan en la habitación, y la forma en que su vientre sube y baja al ritmo de su alterada respiración tiene la mirada del azabache hipnotizada. Park se inclina, besa centímetros de piel ahí donde puede, desde las piernas hasta los hombros, mordisquea la nuez de Kim y finalmente va por sus labios de nuevo. Sabe que nunca se cansará de besarle, aunque ahora tiene entre manos algo más para ambos.

 

Cuando su mano regresa el camino y roza con las yemas de sus dedos la figura del falo de su novio, retrocede un poco cuando lo siente temblar bajo su toque. Sabe que es nerviosismo, pero de pronto también piensa que podría ser algo más.

 

― Junsu, no quiero hacerte sentir incómodo, pero necesito preguntar. ― Dice, mirándole a los ojos, lo suficientemente cerca para no dejarle pensar en que está arrepintiéndose ni un poco.

 

― ¿Qué? ― Cuestiona en cambio, traga saliva e intenta ocultar sus ojos inquietos de los francos ónix del azabache.

 

― ¿Alguna vez… has, hecho esto? ― Park se reprime mentalmente por el inevitable titubeo. No cree que haya palabras apropiadas. ― Solo, no quiero lastimarte de ninguna manera. ― Añade, esperando dejar claro el origen de su preocupación.

 

El pelirrojo suspira, y su tibio aliento acaricia el rostro del azabache, porque claro, siguen cerca.

 

― Soy virgen, si a eso te refieres, Yoochun. Pero, no soy del todo inocente. ― Dice, y sujetando la diestra del mayor, no duda en abrir un poco más sus piernas y dirigirla al sitio íntimo entre sus nalgas, permitiendo que el azabache toque ahí, instándolo a empujar un dedo entre sus pliegues.

 

― Mierda, estás. ― Park jadea, gratamente sorprendido por la falta de resistencia en la cavidad.

 

El pelirrojo asiente, sus dientes presionando el borde de su labio inferior, sus ojos brillantes, su rostro ruborizado. Park siente un nuevo pinchazo en la entrepierna. Se ha imaginado a Kim encargándose de sí mismo.

 

― Joder, vamos a tener muchas charlas de almohada sobre fantasías y escenarios, Junsu.

 

Park no le deja emitir palabra alguna en ese momento. Se inclina de nuevo, el beso es entonces nuevamente demandante y fogoso, húmedo y apasionado. Al tiempo, y casi como un acto reflejo, la diestra permaneció entre las piernas del pelirrojo, frotando la tierna carne de su anillo, pero todavía sin presionar dentro. Como si esto fuera parte de ese flirteo que sostuvieron durante meses, seducir, coquetear, provocar.

 

Los sonidos que Junsu estaba emitiendo variaban, iban de la timidez a la sensualidad, del desespero al jugueteo compartido. Los besos siguieron, comenzando también a intercalar besos en otras partes. Park estaba liderando el momento, besando, lamiendo y chupando porciones de piel a su paso, encantado con los estremecimientos de su novio cada que ofrece sus atenciones a su pecho, cuando roza la piel alrededor y se da cuenta de la forma en que se eriza.

 

Sin embargo, no es suficiente. Ambos saben que quieren tocarse mucho más, más íntimamente también. Park picotea algunos besos en los labios de su novio mientras dice palabra a palabra que volverá enseguida, solo tiene que ir por el lubricante y los preservativos. No tarda ni un minuto, pero cuando regresa, Kim está tumbado con la cadera ligeramente girada y una pierna sujetada con la siniestra, presionada contra su pecho. Dos de sus largos dígitos enterrados en su cavidad anal.

 

― Mierda, joder baby. ― El azabache se queda de pie unos momentos, solo admirando la forma en que su novio mueve sus dedos en su interior.

 

― Chun, ven~. ― El pelirrojo solloza mientras empuja profundamente sus dedos y su pene se sacude con excitación.

 

Park farfulla maldiciones mientras sube a la cama y sus ojos recorren toda la anatomía de Kim, casi deseando poder tener una cámara y grabarlo para la posteridad. Esta era la escena erótica más excitante que ha visto en su vida, y lo mejor es que es exclusiva para sus ojos. El azabache insta a su novio a apartar sus dedos, sustituyéndolos por los propios, tras embadurnar en ellos un poco de lubricante.

 

― ¡Ngh~! ― Kim gimió y arqueó la espalda.

 

Probablemente los dedos de su novio eran mejor que cualquiera de sus vibradores, largos y algo toscos, pero muy precisos y calientes, a pesar de la capa de lubricante que es fresca al inicio, pero poco o nada importa para sus sentidos. Porque lo están haciendo, están avanzando con pasos agigantados hacia el gran paso.

 

― ¡Chun~! ― Gimotea de nuevo.

 

Esa vez porque la lengua del azabache ha recorrido su virilidad de la base a la punta. Y el concierto de jadeos y gemidos no se detiene ahí, continúa durante minutos mientras el azabache lo prueba sin descanso. La lengua de Park lame arriba y abajo primero, por momentos cubre con sus labios la cabeza del rosado pene y juega a empujar la lengua contra la hendidura, saboreando el gusto de su sexo.

 

Cuando Yoochun se anima a chupar la cabeza, Junsu se contorsiona y lanza una maldición mientras los espasmos de placer corren por su columna vertebral. Nunca había experimentado nada de esto, no el sexo, no la felación, no la intimidad. Y casi se arrepiente de no haberlo intentado antes, pero la idea de tener esto con alguien que no fuera Yoochun tampoco le agradaba. Así que está bien, es perfecto.

 

― Oh dios, Yoochun~ más~. ― Exclama con la voz tomada por el placer, se lame los labios, pero no es suficiente, agita las caderas sin saber si quiere ir hacia arriba al encuentro de la boca del azabache, o hacia abajo por más de sus dedos. ― Por favor~.

 

― Está bien, Junsu baby. Ten un poco de paciencia. ― Dice, pero los ojos que le miran son pícaros y traviesos.

 

― Yoochun, no me harás suplicar ¿verdad? ― Su voz es prácticamente un ronroneo.

 

Park lo siente directamente en la entrepierna, esa voz está haciendo estragos en su sexo.

 

― Eres un peligro, baby, realmente un peligro.

 

Kim sonríe ladino, hay picardía en su rostro.

Ambos saben que es porque, básicamente, el pelirrojo está liderando también, y tomando la decisión sobre el momento en que este flirteo sexual debe concluir y pasar a lo que realmente quieren.

 

Kim suspira con un puchero cuando Park aparta sus dedos. No tenía idea de que podía existir esa sensación de vacío, cuando él se masturbaba y terminaba, todo lo que sentía era saciedad. Pero ahora todo lo que podía hacer era anhelar los dígitos de su novio.

 

Cuando el azabache tomó un preservativo, el pelirrojo le detuvo. Acarició el falo de Park unas cuantas veces, bombeando y curioso por la sensación que podría dejar en su boca. No se tomó el tiempo, no ahora, quería dejarlo para después, cuando ninguno de los dos estuviera ansioso por continuar. Deslizó el condón en el pene de su amante, saboreando en su lengua la expectativa. Park se concentró en el rostro del pelirrojo para no dejarse llevar por el placer de su toque, de lo contrario terminaría pidiéndole que use su boca y no solo sus manos. Cuando Junsu terminó, tuvo el descaro de besar la cabeza, rojiza y deliciosa cubierta de condón. Luego derramó un poco de lubricante, masajeando unas cuantas veces antes de sentirse complacido y listo para seguir.

 

Park lo dejó ir con un beso apasionado de por medio. Kim se giró, acomodándose a cuatro sobre el lecho. Su novio se perfiló entre sus piernas, separando las nalgas y tragando hondo, relamiendo sus labios ante la exquisita vista.

 

― Dime si es demasiado, ¿bien?

 

― Sí, hazlo, Chun.

 

La postura no es la más romántica, pero ha leído que para la gran primera vez era mejor, menos invasiva. Le pareció correcto. Park aceptó sin recelo alguno, preocupado también por la comodidad de su amante. Se inclinó y dejó besos en cada uno de los glúteos antes de volver a posicionarse, acomodando la punta de su pene en la dilatada cavidad. Comenzó a empujar lentamente, sintiendo los anillos carnosos expandiéndose conforme entraba. Sintió la tirantez y también la tensión inevitable del cuerpo del pelirrojo, ajustándose a su invasión con cada centímetro ganado.

 

Kim sabe que para Park también es inquieto, que probablemente siente la necesidad de empujar e ir todo el camino hasta el fondo. La presión de su estrechez debe estarle provocando un desesperado placer. Hay un toque de orgullo al pensar en eso, en tener este poder sobre su amante.

 

Algún tiempo después, cuando la unión se completó, Park no intentó moverse de inmediato, dándole espacio a Kim de acostumbrarse. En tanto, por supuesto, lo mimó. Repartió caricias y besos por todas las partes de su cuerpo que pudo alcanzar, con sus manos y con sus labios. La columna fue de sus puntos de contacto favoritos, lamiendo y depositando besos a lo largo. Mordisqueó algunos páramos de piel en sus hombros, y se aseguró de dejar marcas de beso en la unión entre hombro y cuello a ambos lados. Mordisqueó sus orejas y besó su boca cuando encontraron el ángulo adecuado para hacerlo.

 

― Muévete ahora, Yoochun.

 

― Iré despacio.

 

Los primeros movimientos adelante y atrás son tensos para ambos, deja una estela de dolor e incomodidad en el pelirrojo, y de anhelo en el azabache. Les tomó algunos minutos adaptarse, al ritmo, la profundidad, la unión. Pero cuando lo hacen, la pelvis de Park es confiada, sus empujes son acertados, varía velocidad y profundidad, como si estuviera identificando las formas en que lo disfruta más.

 

― Chun, Chun~ de frente.

 

No necesitan más palabras. De un momento a otro Junsu cae de espaldas en el lecho, sus piernas se abren y extienden, listo para recibir de nuevo a Yoochun en su interior. Cuando entra de nuevo, Kim arquea la espalda, sus rojos mechones se pegan a su frente sudada y su pecho sube y baja con la respiración alterada. Park se inclina y lo besa, agita sus caderas con más firmeza, chocando sus muslos contra el trasero del pelirrojo.

 

Hay más besos y caricas, sonrisas y miradas afectuosas, cubiertas de lujuria y otros sentimientos. Pierden noción de tiempo, pero cuando Park observa a Kim masturbándose entre sus cuerpos, algo tira de sus nudos de placer y acelera las embestidas. Sus miradas se quedan prendadas la una de la otra, atrás quedó el flirteo sin sentido, este coqueteo intencionado y real es inverosímil, imposible de explicar en palabras, lleno de sensaciones y emociones, recubierto de sentimientos.

 

Cuando trepan la cresta de la excitación, el orgasmo los alcanza simultáneamente y sus cuerpos se sacuden entre espasmos de placer, Yoochun rueda a un lado, para no dejar su peso sobre el de Junsu. Ambos sonríen, complacidos y contentos. El azabache se saca el condón, lo ata y lo tira a un lado, honestamente no va a preocuparse por deshacerse de él en el cesto de basura que debe estar en alguna parte de la habitación.

 

― Increíble.

 

― Fascinante.

 

Dicen. Se ríen otro poco, luego se abrazan e inician otra ronda de besos. Algo perezosos, lánguidos, pero sumamente significativos. No tienen idea de cuándo se quedan dormidos, entre besos y charlas de almohada más recatadas de lo que Park pudo haber pensado hace una hora o algo así.

 

Cuando el alba despunta se encuentran con una maraña de extremidades calientes, el pelirrojo abre los ojos y se sorprende cuando se encuentra de frente con el rostro de su novio, su cabello azabache hecho un desastre, pero la expresión relajada y feliz. Hay una sonrisa en sus labios, y arruguitas en los lados de sus ojos.

 

― Estás despierto. ― Susurra el pelirrojo. No es una pregunta, es una certeza. Quizá es la primera vez que despierta a su lado, pero jura que conoce sus ritmos de respiración lo suficiente como para saberlo.

 

― Lo estoy. ― Park responde, su sonrisa se hace más brillante mientras aprieta el cuerpo de su novio contra el suyo y besa la punta de su nariz.

 

Ambos saben que hay conversaciones pendientes, que si bien acordaron estar juntos en esto, hay muchas cosas qué revisar. Pero, la tirita que quiere sacarse primero es definitivamente su familia. Park quiere enfrentar a sus padres cuanto antes, asegurarse de marcar los límites y proteger a su novio. Kim piensa que su familia no será tan difícil, su padre y su hermano lo apoyan, y su madre todavía no asimila del todo su homosexualidad, pero cree que podrá hacerle notar que esto es lo que le hace feliz.

 

Tendrán tiempo.

Tiempo para las charlas pendientes y los planes necesarios.

 

Tiempo para flirtear a distancia, para el coqueteo en la cama.

Tiempo para ser felices.

 

Tiempo, para amarse.

 

 

FIN

 

 

¡Feliz Navidad!

 

Tenía pensado un gran discurso para este momento, pero realmente todo lo que quiero decir es GRACIAS.

 

Gracias por seguir el blog a pesar de la poca actividad que tengo, por seguir apreciando mis escritos.

 

Este año ha sido épico, y no sabemos con qué sorpresas nos recibirá el 2021, pero esperemos que venga con mejores escenarios.

 

¡Cuídense!

 

¡Ya Ne! ;D