lunes, 16 de octubre de 2017

GLINGAL. Parte 6. Crossover TVXQ/JYJ & YOI



Había, en esos momentos, una niebla cubriendo su pensamiento. La sensación que le dejaba no era, sin embargo, mala. Miedo, ansiedad o desolación, estaban lejos de ser lo que experimentaba. Esa niebla en su pensamiento parecía sosegar cualquier otra emoción, y le daba la tranquilidad que necesitaba para caminar por el oscuro sendero dentro del Primer Palacio. Podía escuchar bajo sus pies piedrecillas, ocasionalmente notaba el crujir de corteza, madera o tierra suelta, quizá incluso carbón pues flotaba en al ambiente cierto olor a hollín y no venía de la antorcha encendida que apenas en algo iluminaba el estrecho sendero.


— Yuuri, ¿estás bien?

— Sí. ¿Tú, ChangMin?

— Bien. Aunque comienzo a sentir espeso el aire que respiramos.

— Es por lo estrecho y profundo del camino. Hemos estado andando cuesta abajo desde que entramos. Pero, creo que vamos por el camino correcto.

— De acuerdo, confiaré en ti, Yuuri.

— Gracias. — Él dijo, aunque no estaba seguro de por qué, pero el que su amigo wilwarin confiara en su intuición le hacía sentir cómodo.

Varios minutos transcurrieron hasta que ellos vislumbraron a unos metros, una especie de salida. Como la entrada a una cueva desde el otro lado. Al llegar allí, la antorcha no fue más necesaria. Estaban en un paisaje nítido y brillante, como un pequeño paraíso oculto en las profundidades de Armenelos.

— Increíble. — El morocho dijo con asombro.

Y es que al levantar la mirada tan alto como pudo, vio la razón por la que la luz del sol.

— Es como un cráter. O un valle.

— Un valle. Oculto por la antigua magia de los primeros Reyes en Armenelos.

— ¿Cómo sabes eso, Yuuri?

— Yo. Creo que... — El wilwarin se tomó su tiempo para responder, perdido en la nebulosa sensación de su pensamiento… — Pertenezco a este linaje, tal vez. No, no estoy seguro.

Shim lo miró. No seguro de qué decir a continuación.

— No había magos en Armenelos, Yuuri.

— Lo sé. Es por eso que yo no estoy seguro, pero siento un vínculo especial con este lugar. Como si hubiera estado esperando por mí.

— ¿Qué hay de la joya? ¿Puedes sentirla? No veo más que vegetación y grandes montañas alrededor de nosotros.

— Lo hago. Puedo sentirla. Hay que caminar un poco más.

— ¿Está bien que vaya contigo, Yuuri?

— ¿Tu pensamiento ha sido mancillado, ChangMin?

— No realmente.

— Entonces no hay por qué dudar. Vamos.

Katsuki tomó entonces otro camino, más bien haciendo el propio pues no había senderos claros en este valle. El canto de aves comenzó a ganar espacio en el sonido, así como el agua caer de una pequeña cascada al lado, varios metros más allá. Los tonos otoñales cubrían casi toda la vegetación alrededor, y el cálido viento que soplaba apenas meciendo las copas de los árboles daba una auténtica sensación a otoño. Shim estaba demasiado fascinado con el paisaje, mientras que Katsuki parecía más bien en trance.

— Yuuri, qué haces. — Dijo, tras ver a su amigo entrar en el agua y caminar hasta la cascada. Obviamente no era profundo el pequeño estanque que formaba, pues en ningún momento el agua cubrió más allá de la cintura de Katsuki.

— Hay que ir dentro.

— ¿Dentro?

— Más allá de la cascada hay una entrada. Hay que seguir por allí y encontraremos el Ardamírë.

Dubitativo, Shim siguió sus pasos. El agua estaba fresca, pero no fría. Al pasar por debajo de la cortina, las aguas se abrieron de par en par, permitiéndoles el paso sin que una sola gota cayera sobre sus cabezas. Piedra y roca era todo lo que Shim veía, pero cuando Katsuki tocó el muro, este se movió cual si retrocediera, crujiendo como un enorme portón y deslizándose consecuentemente hacia el lado, dejando al descubierto lo que parecía ser un pequeño salón natural.

Dentro el espacio era pequeño, como un salón de té. La humedad se olía en el aire, pero una estatua permanecía intacta al centro del salón, de blanco mármol y piedras brillantes. Era la silueta de una mujer con ropas que cubrían sutilmente su desnudez. En la palma de su mano derecha flotaba una hoya, Shim pensó que debía ser el Ardamírë. Sin embargo, cuando Katsuki alargó su mano, tocó la frente de la estatua, cual si le acariciara. Polvo cayó de aquella parte de la estatua, y un texto fue revelado a sus ojos.

— No es un idioma que pueda leer, ¿qué hay de ti, Yuuri? ¿Lo entiendes?

— Sí.

— ¿Y? ¿Qué dice?

Katsuki miró a Shim. Incapaz de responderle. De pronto, Katsuki sintió miedo.

Entrega tu corazón.

Decía aquella leyenda. Al leerla, Katsuki había tenido un solo pensamiento en su mente. Víktor Nikiforov.

Cirith Ninniach

Jaejoong había dejado a sus padres para ir en busca de Yunho. El anfauglir estaba esperando impacientemente en un salón dentro del Palacio, vigilado por guardias reales cual si se tratara de un prisionero.

— Yunho.

— ¡Jaejoong! ¿Estás bien?

— Lo estoy, gracias por preocuparte.

— Ese dragón, yo no sabía que era de tu pueblo.

— Está bien, Lairelossë es un dragón que suele responder al llamado de mi hermano Junsu. Él estaba intentando salvarme.

— Sí, tu madre me lo dijo. Yo, creo que lastimé al dragón antes.

— Es así, mi madre ha dicho que heriste sus alas.

— De verdad lo siento.

— No fue un daño mortal. Solo tendrá que pasar un tiempo en tierra antes de que sus alas sanen y pueda volar de nuevo. Seguro se quejará muchísimo cuando Junsu vuelva.

— Eso, ¿no vamos a volver?

El elfo agitó la cabeza en negación.

— Mi padre piensa que debemos esperar.

— Pero…

— Es nuestro deber confiar en mi hermano y tus amigos. — El elfo vio al anfauglir desviar la mirada con aprehensión. — ¿Quieres ver a Yuri y Otabek?

— Sí.

— Sígueme.

— Jaejoong.

— ¿Sí?

— ¿Está bien que esté aquí? Es la última ciudad de tu pueblo.

— No conoces el camino hasta aquí, llegaste con la magia de un dragón. No representas un problema para mi pueblo.

— ¿En verdad? Porque puedo sentir sus penetrantes miradas mientras camino a tu lado. Y puede que no lo sepan, pero escucho sus rumores como si me hablaran al oído. — Dijo con tono áspero, mirando de soslayo a algunos guardias manteniéndose en su lugar de vigilancia, cual si solo les observaran pasar. — Ellos creen que mi presencia es un mal augurio.

— Entonces has de demostrar que no es así, Yunho.

El de tez morena volvió la mirada hacia el príncipe elfo. Algo en sus ojos le inspiraban toda la confianza de Endor.

Pocos minutos después se reunieron con Yuri y Otabek. De alguna forma, para el rubio, ver al de tez morena fue tranquilizador.

— ¿Y los demás?

— Llegarán pronto, Yuri. — El príncipe elfo aseguró. Luego dirigió su mirada a Altin… — ¿Has estado sintiéndote bien, Otabek?

— Sí, la hospitalidad de tu gente es encantadora.

Jung estuvo tentado de opinar lo contrario, pero guardó silencio. Después de todo, su llegada a la grieta del arcoíris ha sido completamente diferente.

El príncipe elfo notó entonces un aura diferente entre Plisetski y Altin. Sonrió casi sin darse cuenta de que lo hacía. El rubio se sonrojó copiosamente, mientras que Altin miraba alternadamente al wilwarin y al elfo.

¿Qué es esto? ¿Algo cambió entre Yuri y Otabek?

Luego de pronto el príncipe elfo pareció recordar algo, y apresuró sin más sus pasos de regreso, en busca de sus padres. Los encontró en el Espejo Cuiviénen.

— Yo, lamento interrumpirlos.

— ¿Qué sucede, hijo?

— Cuando peleamos con Terendul, Junsu y yo le vimos tener en su poder a Luinil.

— Imposible.

— Estoy seguro de que lo era, padre.

Lenwë y Emeldir apresuraron entonces sus pasos dentro del Palacio, hasta uno de sus salones. Las amplias puertas se abrieron de un impulso, el rey caminó dentro con el corazón agitado. Allí, en un pilar sellado por hechizos mágicos que él mismo invocara siglos atrás, estaba una almohadilla de fina tela. Vacía.

— Emeldir, he cambiado de parecer. Llévate a nuestros mejores guardias y busca a Junsu. Terendul irá por él.

— Iré también.

— No puedes, Jaejoong. Estás débil aún.

— Pero…

— Confía en mí, hijo mío. Traeré de vuelta a tu hermano.

Mientras la reina salía del salón y llamaba a la élite de sus guardias, el rey cerraba los ojos y recitaba un antiguo hechizo mágico. El pilar brilló entonces con un haz plateado que cegó la mirada del príncipe, en tanto el pensamiento del rey era llenado de las memorias que se sucedieron durante el “robo” de La Estrella de Brillo Azul.

Cuando el príncipe elfo fue capaz de ver de nuevo, su padre ya no estaba ahí.

— ¿Padre? ¡Padre! — Jaejoong miró alrededor, incrédulo ante la ausencia de su progenitor.

Corrió fuera en busca de su progenitora entonces. Emeldir estaba por partir.

— Madre, padre desapareció.

La reina miró a su hijo, y volvió una vez más sobre sus pasos hasta el salón. Bastó tocar el pilar para entender lo que había sucedido. Un matiz de alivio cruzó su faz.

— Lo siento, Jaejoong, por el temor que brevemente sacudió tu corazón. Lenwë está bien, no ha desaparecido por obra de magia oscura, él está con Elessar, nuestra sagrada piedra del elfo le ha llamado. Lenwë no desapareció, su apariencia es momentáneamente etérea, volverá en cualquier momento. Ten paciencia y confianza, Jaejoong. Tengo que irme cuanto antes. — Besando la frente de su hijo, la reina salió del salón.

Armenelos

Cuando la tierra bajo sus pies comenzó a sacudirse, tanto Katsuki como Shim se apresuraron a salir de la cueva, la estatua de silueta femenina se venció desde la base, desmoronándose en cuestión de segundos. Pronto quedó sepultada bajo roca y piedra, la colina de donde colgaba la cascada cambió su forma. Y el paisaje fue cubierto de un momento a otro por oscuridad y un frío que calaba hasta los huesos.

Del otro lado, fuera del Primer Palacio, la tierra también se ha sacudido, y oscurecido la temprana tarde. Nikiforov, Park y Mokomichi se han puesto en alerta de inmediato.

— Conozco este olor, estaba por todas partes donde encontré a Junsu. — El azabache dijo antes de transformarse en lobo y cubrir bajo sus cuatro extremidades el cuerpo del elfo.

— Terendul está aquí. — Mokomichi dijo, invocando un escudo mágico.

Nikiforov también se había transformado en lobo, pero casi al instante había sido arrastrado por una fuerza poderosa dentro del Primer Palacio.

— ¡Víktor! — El llamado de Mokomichi no sirve de nada. No puede ir tampoco en su ayuda pues cuando intenta dar un paso su cuerpo es atrapado por una sombra.

Park se agazapa todavía más, muestra los colmillos y está listo para atacar.

Nikiforov es arrojado repentinamente, su cuerpo lobuno estrellado contra la colina, cae luego en las aguas a las que antes entraran Katsuki y Shim. Su cuerpo es elevado por una columna de agua, y del estanque emerge la misma silueta femenina que antes fuese solo una estatua.

Entrégame tu corazón, y a cambio te concederé los favores de Ardamírë.

Ella dice, y Shim instintivamente invoca un escudo mágico. Katsuki por su parte da un paso al frente, su mirada clavada en la de la mujer en el estanque. Ella es hermosa, de cabellos tan largos que incluso irían más allá de sus tobillos, eran de un peculiar tono nacarado cual si el otoño reposara en su cabellera, ondulados y brillantes flotaban sobre el agua; su piel ocre y sus grandes ojos del color del café tostado. La mujer tenía expresión juvenil, casi como la adolescente que acaba de convertirse en adulta, pero su mirada era madura y severa, como la de una anciana cobijada por la experiencia.

A Katsuki esta mujer no le inspiraba miedo, pero sí un profundo respeto.

— No puedo cederte mi corazón, pídeme algo más, por favor. — El wilwarin dijo con seriedad, entrando al estanque, poca distancia entre él y la mujer. El lobo, inconsciente por el golpe, apostado en la columna de agua detrás de la mujer.

— ¿Por qué no? ¿Tan preciado es tu corazón?

— Es lo más hermoso que tengo. Y jamás podría renunciar a él.

La mujer sonrió entonces, porque tiene la facultad para mirar en los más profundos sentimientos de todo ser sobre Endor. Así fue pensada por los antiguos elfos.

— Es por eso que lo quiero, Yuuri.

Katsuki ni siquiera se preocupó por saber cómo esta mujer sabía su nombre. Tenía el presentimiento de que ella podía conocerlo todo de él en ese momento. Incluso más de lo que podría saber de sí mismo.

— Lo siento, pero no te lo daré. Así que devuélvemelo.

— Ven por él.

La mujer le provocó. Y Katsuki no dudó en ir en contra de ella. Porque Víktor era su corazón, lo más sagrado que tenía, lo único que no podía entregar a nadie. Porque Víktor de alguna forma se había colado en su corazón, y le amaba.

Shim se mantuvo en la retaguardia, en modo de defensa pero listo para unirse al ataque si era necesario. En tanto, Katsuki había invocado varios hechizos a la vez, un escudo mágico para él, un hechizo de atracción para tomar al lobo, uno de ataque para distraer a la mujer. Su plan era sencillo y obvio, y por eso ineficiente. La mujer lo esperaba así, por eso encapsuló al lobo en una burbuja de agua y lo sumergió en el estanque.

— No debe ser tan preciado, si es todo lo que puedes hacer para recuperar tu corazón.

El wilwarin frunció ligeramente el ceño, gesto que rara vez mostraba en su tierno rostro. Invocó otro hechizo y una figura se dibujó en sus pupilas, haciéndole capaz de ver dentro de las aguas, allí donde antes el agua no rebasara sus cinturas ahora era una profundidad oscura. Y lejos estaban llevando al anfauglir. Katsuki sintió miedo y preocupación, el lobo podría morir de asfixia si no le traía de vuelta cuanto antes.

— No te distraigas tanto. — La mujer dijo, atacándole con agua.

Finas tiras de líquido que asemejaban cuchillas y podían herir como una. Katsuki levantó inmediatamente un escudo mágico, y en lugar de centrarse en la mujer, trató de encontrar un hechizo que le permitiera seguir a Nikiforov.

Tengan cuidado, Ardamírë es engañosa.

Recordó entonces lo que les dijeran los elfos. Y tuvo la sensación de que había sido llamado hasta aquí por una razón. Él era el indicado para obtener los favores de la Joya del Mundo. Así que renunció a su escudo mágico y vacío su mente. No atacaría, tampoco se defendería.

Entregaría su corazón.

— ¡Yuuri! — Shim exclamó, haciendo el amago de atacar a la mujer. Pero vio a su amigo levantar la mano, como si le indicara que estaba bien. — Tsk, no sé en qué está pensando. — Dubitativo, Shim todavía fue capaz de mantenerse al margen.

La mujer detuvo las cuchillas de agua a escasos centímetros del cuerpo de Katsuki, flotando rodeaban todo su cuerpo. Si ella lo deseaba, podría tomar su vida en cualquier momento. Sin embargo, la mente del joven wilwarin era atractiva para ella, aparentemente vacía pero no del todo.

— Una mente hermosa. — Susurró la mujer, cuya expresión de pronto parecía embelesada, entrecerrando los ojos cual si disfrutase de algo espectacular.

Y lo hacía. Porque era así de bella la mente de Katsuki, sus honestos pensamientos, sus puros sentimientos. Su entrega total y desinteresada. Y vio ahí, en aquel majestuoso espacio, un pensamiento flotar con peculiar brillo. La mujer le siguió de cerca, como el girasol que sigue la luz del sol, y contempló con embeleso el origen de aquel pensamiento.

— Así que de ahí viene la belleza de tu alma, Yuuri. Hay en tu pensamiento un legado sinigual, como el hijo tardío de Minyatur noblemente me rendiré ante ti.

La mujer dijo, y casi de inmediato del agua volvió a emerger la burbuja donde el lobo estaba atrapado. Flotó hasta el lado, y explotó dejando caer al lobo sobre el pasto. Al mismo tiempo la mujer se volvió agua y luego una radiante joya brilló con fuerza en su interior. Katsuki avanzó de nuevo y extendió la mano, pasando a través de la cortina de agua que quedara de lo que fue una presencia humana del poder de la Joya del Mundo. Ardamírë fue tomada en la diestra de Katsuki, y cuando su piel entró en contacto con ella, la joya resplandeció todavía más, se elevó un poco y cambió su tamaño por uno más pequeño, como un dije que Katsuki no tardó en colgar de su cuello.

Luego fue hacia el lobo, se arrodilló a su lado y acariciando gentilmente su cabeza acercó su frente a la del anfauglir.

— Despierta, Víktor, tengo algo que decirte. — Dijo en tono quedito, con las mejillas encendidas de rubor y una ansiedad que le revolvía las entrañas.

Los ojos del anfauglir se abrieron de inmediato, y recuperando su forma humana, importándole nada su desnudez, Nikiforov le abrazó con fuerza.

— ¡Estaba tan preocupado por Yuuri!

— Eras tú quien estaba en peligro, Víktor.

— ¿Yo? — Preguntó con aire confundido, el wilwarin asintió, y llevó una mano del lobo a su propio pecho.

— Porque me pidió algo que no podía hacer. Pero entendí que entregar mi corazón no era necesariamente un mal presagio. Porque cuando entregamos el corazón, significa que hemos encontrado el complemento de nuestra alma. Y yo lo hice, Víktor. Te conocí a ti, y me enamoré. Tuyo es ahora mi corazón.

Shim se dijo a sí mismo que debería dejarles continuar sumidos en su burbuja rosa, pero la tierra volvió a sacudirse y él apuró a la pareja para volver fuera.

Nikiforov no encontró palabras que devolverle a Katsuki, demasiado emocionado por la repentina confesión. Además, sus amigos libraban entonces una batalla contra Terendul.

Así que salieron, Nikiforov había vuelto a tomar su forma lobuna, Katsuki y Shim corrieron siguiéndole el paso hasta la entrada al Primer Palacio. Cuando salieron de lo que quedaba de éste, la oscuridad continuaba ceñida sobre el lugar, y tanto Mokomichi como Park estaban peleando contra espectros. El azabache hacía hasta lo imposible por mantenerse alrededor del elfo, quien extrañamente continuaba inconsciente.

— Los espectros están absorbiendo la poca energía que recupera. — Shim dijo de pronto, uniéndose a su novio en la batalla.

Park, al escuchar eso, pensó que entonces debía alejar al elfo de ahí, llevarlo donde los espectros no pudieran succionar su energía. Sin embargo, cuanto más peleaban, más espectros surgían de la oscuridad.

— Te ayudaré, pero puede ser peligroso. — Katsuki le dijo al lobo Park.

El lobo le miró, asintió con la cabeza y Katsuki comenzó a recitar un hechizo. Nikiforov, Shim y Mokomichi se apostaron alrededor de ellos para cubrirles mientras tanto. Lo que Katsuki hizo fue transferir parte de la energía vital de Park al elfo, al mismo tiempo en que mantenía alrededor de ellos una resplandeciente luz que alejaba la habilidad de los espectros para succionar energía pues solo podían hacerlo en la oscuridad.

Como anteriormente, Terendul se mantenía a la distancia, observando las habilidades de cada uno, conociendo al enemigo.

Transcurridos unos instantes, la energía que Park cediera a Kim fue suficiente para devolverle la conciencia. Abrió los ojos al mismo tiempo en que aspiraba una gran inhalación y sentía su sangre fluir adecuadamente por su cuerpo. Por otro lado, Park había recuperado su apariencia humana y caído de rodillas, con apenas energía para mantenerse consciente.

— ¡Yoochun!

— Estoy bien. ¿Tú lo estás, Junsu?

— Sí. — Musitó, mirando alrededor todo lo que estaba pasando.

Katsuki también había perdido parte de su energía mágica después de obtener a Ardamírë y tras ayudar al elfo. Mokomichi y Shim estaban haciéndolo bien, pero Nikiforov había sido herido en una ocasión al defender a Katsuki.

El príncipe elfo sintió congoja por sus amigos. Intentó levantarse pero todavía no tenía suficiente poder.

Aurë.

La luz cegadora llegó de pronto. La voz conocida por todos. La reina Emeldir ha arribado, llegado ahí gracias a un puente mágico abierto por uno de los dragones en Cirith Ninniach, Fëanáro, el Espíritu de Fuego, el dragón más arcaico en la Grieta del Arcoiris.

Emeldir no ha arribado sola, una veintena de los guerreros elfo más fuertes y hábiles le acompañan, y atacan de inmediato a los espectros con los dones propios de su pueblo, con la luz de las estrellas bañando sus trajes y encriptada en sus flechas y arcos, espadas y cuchillas. Emeldir busca a Terendul, pero advierte su cobardía cuando le ve invocar un hechizo oscuro y desaparecer entre espeso humo gris electrificado. Ante la ausencia de Terendul, los espectros escapan hasta las entrañas de Endor.  

La Reina le deja ir, es su prioridad llevarlos a todos a Cirith Ninniach. Ordena a los guerreros elfo tomar la ruta por el océano, mientras ella pide de nuevo el favor de Espíritu de Fuego y volver cuanto antes a casa.

Cirith Ninniach

Lenwë ha recibido el mensaje de Elessar, y sido presa de nuevo de la congoja que sacude su corazón. La maldad en Endor todavía no ha sido desatada, Terendul es apenas el menor de sus problemas y vicisitudes.

— ¿Padre?

Jaejoong le llama, pero ve una sombra caer sobre la faz de su progenitor antes que decir nada.

— Mi amado hijo, nos aguarda una guerra cruel. Los Moringotto han despertado.

— Pero, dijiste que era un pueblo exánime.

— Jamás debí alejar mi vista de Oromet, confíe demasiado y ahora Endor mismo podría pagar mi descuido.

El rey dice con pesadumbre, su hijo mayor no sabe cómo confortarle o qué palabras de aliento ofrecerle. Entiende que la posición de su padre como monarca de su pueblo es mayúscula, porque no está en su haber solo proteger a Cirith Ninniach y los elfos que quedan en la ciudad, sino también vigilar el curso de la vida en todo Endor. Era, de alguna forma, responsable del futuro de todos los pueblos.

— ¿Padre?

— Por ahora, Jaejoong, habremos de concentrar toda la magia posible a través de nuestro pueblo. Cuando tu madre regrese y seamos capaces de recuperar el Glingal sin tomar la vida del joven Altin, Junsu y tú tendrán que asumir la responsabilidad que les confiere como encantadores de las criaturas míticas más poderosas de Cirith Ninniach.

— Se hará como ordenes, padre.

— Jaejoong, podría ser el fin de nuestro pueblo, pero a cambio dejaremos a Endor protegido. La magia del Glingal pasará de nuevo a las entrañas de Endor, pero a cambio nosotros podríamos perecer. ¿Entiendes eso?

— Lo hago, padre.

No transcurre demasiado tiempo cuando la Reina está en el Palacio, junto a su hijo y los amigos que ha hecho en su viaje en busca del Glingal. El menor de los príncipes elfo estaba mejor, pero se recuperaría por completo solo en la Grieta del Arcoiris. Emeldir le había llevado de inmediato a uno de los salones en el Palacio, mandado recostarse y concentrarse en sanar mientras ella y Lenwë purificaban su cuerpo. En tanto, Park se había apostado fuera del salón, dispuesto a esperar cuanto fuese necesario la recuperación del elfo castaño.

Jaejoong se ha reunido con todos los demás, revisado las heridas de ellos y pedido el apoyo de su gente para sanarlos también. Las heridas de ellos eran menores en comparación a las de su hermano y el largo tiempo que había soportado la magia de los espectros.

Plisetski y Altin no pueden más que mirar, y esperar cualquier resolución. El mayor de los dos siente que algo vibra en su interior, como si reaccionara a otra presencia mágica. No es doloroso ni incómodo, pero sí extraño e inquietante.

— No te preocupes, Otabek. Es el Ardamírë, todas las joyas creadas por mi pueblo reaccionan cuando están cerca la una de la otra. Pero no es algo de lo que debas preocuparte. — El elfo de cabellos oscuros dijo.

Y es que Katsuki estaba cerca después de todo, y la Joya del Mundo colgaba de su cuello, algo más brillante y hermosa. Resonando sí, a la presencia del Glingal contenida en el cuerpo de Altin.

— Perdona que te hayamos hecho esperar, joven Altin. — El rey dijo, apareciendo de pronto, algo más pálido pero con una expresión ecuánime. — ¿Cómo está el joven Katsuki?

— Yuuri está bien, padre. Lo he sanado personalmente.

— Bien hecho, Jaejoong. Ahora entonces, joven Katsuki, ¿podría permitirme el Ardamírë?

— Por supuesto, mi Lord. — El wilwarin dijo con sumo respeto.

Aunque era esa la primera vez que se encontraba con el monarca del pueblo élfico, tenía una impresión de familiaridad que le hacía sentir inquieto. Porque ha comprendido antes que no hay en su sangre legado élfico, pero todavía le queda la duda de lo que dijera Ardamírë cuando tuvo la forma humana de aquella hermosa mujer del lago.

— Mi Lord, ¿puedo hacerle una pregunta? — Katsuki murmuró, entregando la Joya del Mundo sobre la palma del rey.

— Por supuesto, habla que mis oídos te escucharán detenidamente, joven Katsuki.

— ¿Qué significa ser un hijo tardío de Minyatur?

El rey miró intensamente al wilwarin.

— ¿Dónde lo escuchaste?

— La Joya lo dijo cuando me puso a prueba. Que se rendía noblemente ante mí por ser un hijo tardío de Minyatur.

Lenwë volvió a mirar fijamente al wilwarin. Tanto que Katsuki sintió que aquellos profundos ojos claros se hundían hasta su pensamiento más pequeño y era capaz de tocar su alma. Se sintió un poco somnoliento y mareado, y luego una voz hizo eco en su mente.

Amigo de las Estrellas eres, Katsuki Yuuri. Y bendecido con la magia de los antiguos elfos ha sido tu legado. Bienvenido seas, tú quien se ha levantado entre las ruinas de nuestra gente y guiarás al pueblo de Endor por un sendero más luminoso.

— ¡Yuuri! ¡Yuuri!

— Nh, ¿Víktor? — Pestañeando con aire confundido, el wilwarin se incorporó, sentándose sobre aquel lecho suave y cálido, con el sol entrando por los ventanales de esta habitación de altos pilares y gruesas columnas, tan perfectamente trazados que casi parecían haber sido pensados con magia.

— ¿Estás bien? ¿Sientes náuseas o mareo?

— ¿Eh? No. ¿Qué me ha pasado?

— Te desmayaste. El Rey Lenwë dijo que te trajera a esta habitación, y que la estrella más radiante de todas aliviaría tu alma de inmediato. Supongo que se refería al sol.

— Lo siento, por ocasionar problemas. Pero estoy bien, deberíamos volver, ¿no?

— El Rey dijo que esperáramos aquí hasta que nos avisara.

— ¿Por qué?

— Dijo que tu presencia podría entorpecer el ritual mágico. Ahora mismo están recuperando el Glingal del cuerpo de Otabek.

...

Este era un bosque diferente en medio de la inigualable belleza de Cirith Ninniach. Falto de colores vivos o cantos nítidos, los árboles secos de un inédito color grisáceo se enfilaban en todas direcciones hacia donde el muchacho mirara. Para obtener el Glingal finalmente ha venido solamente acompañado por los reyes, el Ardamírë colgando del cuello de Lenwë. Galas hermosas, de colores celestes y bordados en hilo de plata, los elfos monarcas de La Grieta del Arcoiris parecían incluso más altos y hermosos. Sus largas cabelleras meciéndose al fresco viento que soplaba de todas direcciones, y una expresión impasible que le inspiraba tranquilidad.

Llegaron hasta un pedregal enclavado en una escarpada colina. Al centro estaba ubicada una piedra verde brillante, y alrededor de ella un cuenco circular de gran tamaño sobre el que inmóvil el agua transparente descansaba.

— No vamos a mentirte, joven Altin. Cuando el Glingal te abandone, sentirás que tu vida lo hace también. Trata de respirar profundo, toma bocanadas si sientes que debes hacerlo. Ardamírë es caprichosa, y suele dejarse llevar por la atracción que le provoca el Glingal, nuestra Joya más preciada. Pero Emeldir y yo cumpliremos nuestra promesa, y Ardamírë habrá de responder a nuestro llamado dejándote la vida que te pertenece.

El joven Altin asintió, incapaz de la palabra pues sentía la boca reseca y un escalofrío recorrer su espina dorsal. El canto de los reyes comenzó. Y él se sintió, de alguna forma, consolado por tales melodiosas voces. 

Continuará.


Después de no sé cuánto tiempo, por fin actualizo este fic acá~ Es recta final, por lo que tal vez la siguiente actu sea el final y de ahí el epílogo para finiquitar este miniserial~

Gracias a quienes siguen pasándose por aquí!   

See ya! 

1 comentario:

  1. OMG!!!!
    que es lo que esta por pasar??... las dudas van llegando a mi mente como flashes de diferentes escenarios de lo que podria pasar....
    pero como siempre hasta que no subas el sig capi no sabre lo que esta pasando de verdad....
    fue bello y emocionante el capi... gracias por compartir con nosotras tan bello talento....
    matta ne... <3

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