viernes, 20 de octubre de 2017

OH BABY I'M BURNING UP. Oneshot YooSu.



Título: OH BABY I'M BURNING UP
Autora: Felina
Pareja: YooSu (YunJae & HayaMin implícito)
Género: Romance
Advertencia: Lemon/NC-18
Oneshot
Basado en Red hot Kinda Love by Christina Aguilera

Oh Baby I'm Burning Up
~~YooSu ver.~~


Fijemos la fecha
Para hacer esto otra vez
Y estaré ahí,
Solo dime dónde.
Pierdo la cabeza,
Me siento de quince otra vez,
No voy a mentir
Chico, estoy ardiendo

Kim Junsu tiene 29 de edad, y una vida bastante equilibrada. Buen trabajo, tiene su propio departamento en una de las zonas más acomodadas de la capital, se le considera uno de los solteros más codiciados en su localidad y, cual cereza del pastel, posee un talento natural para el canto y el baile. Honestamente que la figura de su cuerpo es una de las razones por las que posee tal popularidad en su soltería. Mujeres y hombres por igual han intentado seducirlo pero él, bueno él es de esos hombres que se dan a desear y bastante selectivos cuando se trata de pasarla con alguien.


— Junsu ah~ eres un buen amigo, ¿cierto, cierto?

— Jaejoong hyung, cuando me hablas con ese tono sé que algo quieres de mí. Solo dime lo que es.

— El idiota de Hayami quiere que vaya a una cita a ciegas con un amigo suyo.

— ¿Cita a ciegas?

— Sí~ pero tú sabes, cómo voy a ir a una cita si ya tengo a mi Yunnie~

— ¿Quién?

— Yunho. ¡Junsu, te hablé de él desde hace semanas!

— Ah, sí. Espera, ya recuerdo. El tipo que conoces por internet pero con quien no te has reunido personalmente.

— Sí~ por eso, no puedo ir a esa cita a ciegas. Entonces, ¿irías por mí?

— ¡Qué! No, no, no. Jaejoong hyung, no puedo.

— ¿Por qué no? Ya consulté tu agenda con tu secretaria y no tienes nada qué hacer ese día. Tampoco estás saliendo con alguien en estos momentos, por lo que ir no representa ningún problema.

— ¿Qué hay de mi deseo de ir o no, hyung? — Preguntó alzando finamente una ceja. Pero cuando su amigo de cabellos oscuros imitó el gesto, él se sintió un poco derrotado cuando Jaejoong agregó esa postura con las manos en la cadera que, de alguna manera, conseguía doblegarle la voluntad… — ¿Quién es la chica?

— Junsu ah, creo que no me escuchaste por principio de cuentas. Obviamente es un chico, no una chica. ¿Cómo crees que Hayami concertaría una cita para mí con una chica? Él, como tú, sabe perfectamente bien que soy gay.

— Cierto, y está tan convencido como yo de que esa supuesta relación tuya a distancia no puede prosperar si no comienzan a dar otros pasos, como verse en persona por ejemplo.

— Confío en mi Yunho, así que no trates de cambiar el tema y toma aquí… — El chico de cabellos oscuros dejó un papel contra la palma de la mano de su amigo… — No llegues tarde~

Y sin darle tiempo a más nada que parpadear y mirarle perderse por la puerta de su oficina, el codiciado soltero Kim Junsu se quedó mirando fijo a la nada.

— Así que, tengo una cita… — Admitió soltando un suspiro, luego miró la nota en el papel que su amigo le diera y suspiró de nuevo… — ¿Tenía que ser en el restaurante de Hayami? —  Gimoteó alzando los labios en trompetilla, formando así un gracioso puchero que, pese a su edad y la popularidad de chico sexy que poseía, lucía simplemente bien en él, realzando cierta aura angelical que terminaba por conquistar más corazones, particularmente masculinos.

El resto de la semana transcurrió particularmente veloz para gusto de Junsu, que seguía inquieto por la supuesta cita a ciegas a la que debía ir en lugar de Jaejoong. El gran día era hoy, y él todavía estaba rehuyendo de la situación, esperando tener tanto trabajo que tuviera que cancelar de último momento con una disculpa de por medio que entregar a través del mismo Hayami. Pero, para suerte suya –mala, si le preguntan a él–, el trabajo terminó temprano, y él no tuvo modo de zafarse cuando Jaejoong en persona fue por él a su trabajo para acompañarle a “arreglarse sutilmente”, en palabras del pelioscuro.

— Jaejoong hyung, puedo elegir mi vestimenta por mí mismo, no es necesario que me acompañes hasta mi casa.

— Te conozco, Junsu ah. Y hasta que no te vea salir de tu departamento rumbo a la cita, no voy a despegarme de ti.

— ¿Ah? ¿Por qué~?

— Porque como te pierda de vista, terminarás huyendo de alguna manera. Conociéndote, lo más seguro es que llames a JunHo y te cueles en su casa para molestarle con esos videojuegos de soccer que últimamente juegas tanto.

— No hay necesidad de decir que molesto a mi hermano… — Murmuró, arrugando lindamente el ceño.

Entonces la tarde fue algo más tediosa de lo que Junsu hubiera querido, y es que su amigo Jaejoong podía ser un auténtico dolor de cabeza cuando se trataba de moda y la vestimenta adecuada para una cita, dependiendo del impacto que se deseara tener en la otra persona. Después de un par de horas probándose todas las combinaciones posibles y aceptables según indicaciones del pelioscuro, Junsu finalmente estaba listo para salir.

— ¡Seguro lo enamoras, Junsu ah!

— ¿Cómo va a enamorarse de mí un tipo que apenas va a conocerme, hyung?

— Pero estás tan guapo~

— Sí, la verdad que te luciste. Pero, aún así, en dado caso lo único que haría sería seducir al sujeto en cuestión, y lo único que él querría es correrme mano. Eso no es amor, es pensar con el cuerpo, específicamente con lo que le cuelga entre las piernas.

— ¡Vaya! ¿Hace cuánto no te enamoras, Junsu?

— ¿Qué?

— Bueno, por como has hablado tengo la impresión, y juraría que acertada, de que tu última relación romántica fue muy mal porque a tu pareja lo único que le interesaba era tu cuerpo, mientras que tú habías puesto también el corazón en ello.

— No hablemos de cosas deprimentes, hyung. Iré a esa cita a ciegas solo para no hacer quedar en mal a Hayami, pero después de hoy no me pidas un favor igual en adelante.

— O, no lo haré. ¡Tengo una corazonada positiva de todo esto!

— La última vez que dijiste eso fue hace un par de meses, cuando conociste a Yunho en la web.

— Y ha sido una hermosa corazonada porque Yunho y yo nos amamos~

— Sí, sí. Me voy.

— Vamos, vamos.

— ¿Vas a venir conmigo?

— Solo quiero que me acerques a mi casa, te queda de camino.

— Está bien, pero no quiero verte merodear por el restaurante de Hayami, o pensaré que esto es alguna clase de complot entre ustedes y me has dicho algunas mentiras blancas.

— ¿Alguna vez te he mentido?

— No, y espero que siga así, hyung.

— Que sí, que sí.

Después de dejar a Jaejoong en una estación del tren, Junsu siguió su camino algunos minutos más hasta el restaurante Moko´s Seoul, negocio de su amigo Mokomichi Hayami, un apuesto chef japonés que había llegado a la capital surcoreana en sus años de universidad, y que ahora era de sus mejores amigos, junto a Jaejoong y ChangMin. Éste último, actual novio del japonés, aunque hubiese casi cinco años de diferencia entre sus edades.

— ¡Junsu ah! Qué sorpresa verte en mi local, ¿vienes con alguien?

— Pues, sí, Hayami. Vengo, con la supuesta cita de Jaejoong hyung.

— ¿Qué? Pero, ¿y Jaejoong?

— Zafándose.

— ¡Sabía que haría eso! Aunque no pensé que te encasquetara a ti su cita a ciegas.

— Y, ¿tu amigo ya llegó?

— Sí, tanto tú como él han llegado realmente temprano. Su reunión debía ser hasta las ocho, y apenas son las 7:30. ¿Jaejoong no te mostró su foto?

— ¿Había una foto?

Mokomichi sonrió mientras asentía con la cabeza. Luego comenzó a moverse restaurante adentro, pasando entre las mesas hacia la zona VIP del local, donde Junsu suponía debía estar esperando su cita a ciegas.

— No te voy a presentar directamente, dejaré que lo hagas a tu manera.

— ¿Eh?

— Es la mesa del final, ¡suerte! — Y así sin más, Mokomichi se retiró tras dar unas palmaditas al hombro de su amigo.

Junsu aguzó la mirada para ver mejor al sujeto. Pero desde ahí solo podía ver claramente su rostro, y que honestamente es atractivo. Sin embargo, eso ya se lo esperaba. A Junsu le interesaba su personalidad. Cuando llegó a la mesa que su amigo le indicó, simplemente decidió dejar todo a la suerte.

— Buenas noches, soy Kim…

— Buenas noches… — El muchacho dijo, interrumpiendo abruptamente la presentación de Junsu.

En el acto, su cita a ciegas se había puesto de pie, de modo que así estaban uno frente al otro mirándose con ese extraño calorcito que parecía subírseles a las mejillas. Junsu se dio cuenta de que éste chico era un poco más alto que él, delgado y de cabello negro, tan intenso que no pudo evitar preguntarse si sería su tono natural o lo teñiría. También notó sus largos dedos, algo toscos por no decir huesudos. Poseía piel clara, contorno varonil, ojos negros y labios gruesos, bastante sugestivos, se permitió Junsu el pensamiento. Su cita vestía casual, jeans oscuros, camiseta a cuadros y una chaqueta oscura que llegaba hasta sus rodillas y ahora se estaba sacando para dejar en el perchero a lado de la mesa.

— Bienvenido, Hayami dijo que su amigo era puntual, pero no pensé que tanto. Ah, no es una crítica es, un halago.

Junsu sonrió a las palabras de su cita, todavía observándolo detenidamente mientras tomaba asiento, olvidando por completo que no le ha aclarado que él no es precisamente quien el muchacho podría estar esperando.

Pero, si Jaejoong supuestamente tenía una foto de él, ¿no tendría este chico una de mi hyung también?

— Soy Park Yoochun, tú eres Kim Jaejoong, ¿cierto?

— Eh… no. No soy Jaejoong.

— ¿No? Hayami dijo…

— La verdad es que soy amigo de Jaejoong. Él, recientemente se hizo un novio así que no podía presentarse a esta cita, por lo que me pidió venir en su lugar.

— Oh. Ya, veo.

Junsu pensó que ver la decepción en el de cabellos negros le decepcionaba también. Quizá, le molestaba un poco. No ha sido su idea complicar esto, o tomar el lugar de Jaejoong.

— No te molestes en pedir, voy a retirarme pronto.

— ¿Irte?

— Sí, ya que no soy quien esperabas…

— Podría decirse que es solo cuestión de nombre, ¿no? De cualquier forma tampoco conocía a tu amigo Jaejoong. Me tomó un poco por sorpresa solamente. Supongo que venía pensando una cosa, y resultó otra. Me disculpo si te incomodé.

— N-no te disculpes. Debimos decirte antes, o algo.

— Está bien. Es como si hubiésemos estado destinados a conocernos, ¿no crees? Y, cómo te llamas.

— Junsu, Kim Junsu… — Respondió, aunque antes hubiera querido decirle que nada tiene que ver el destino en todo esto… — ¿De dónde conoces a Hayami?

— Por ChangMin.

— ¿ChangMin? ¿Eres de su, edad?

— No, para nada es por eso… — Dijo, riendo ligeramente… — Soy doctor, traté a ChangMin por una apendicitis hace tres años. Después, simplemente nos hicimos amigos.

— ChangMin y Hayami nunca te habían mencionado antes.

— Supongo que es porque no me consideran amigo íntimo, solo, ¿amigo a secas?

Junsu rió bajito cuando lo escuchó. Y de pronto se sentía más cómodo. Yoochun rió junto a su cita, notando que el corazón le latía más rápido solo de escuchar la peculiar risa del muchacho. Y solo entonces le prestó realmente atención, al castaño claro de su cabello claramente teñido, al tono chocolate de sus ojos con la curiosa forma de gota, a las pestañas largas y las cejas tupidas perfectamente peinadas, a la boca sensual de gruesos labios rosados, a la línea de su clavícula sobresaliendo por los botones desabrochados de su camiseta blanca. Recordó también el resto de su silueta de cuando le vio llegar, los jeans blancos ajustados a su figura, de pronto tragó hondo sintiéndose acalorado. Sus ojos se han paseado descaradamente por el rostro y torso de su acompañante y se ha percatado de su pulso acelerado. Se siente atraído por este chico.

— ¿Terminaste de escanearme?

— Lo siento, he sido irrespetuoso.

— Está bien, no eres el primer hombre que me mira de esa manera.

— ¿De esta manera? ¿Cómo te estaba mirando, Junsu ah?

— Pues… así… como, si quisieras algo de mí… — El castaño dijo, arrepentido de la vergüenza que seguramente le ha subido a las mejillas.

Podía estar medianamente acostumbrado a las miradas lascivas de propios y extraños, algunas veces se molestaba, otras le daba ganas de golpear a quien le miraba y otras, como esta, simplemente se avergonzaba.

— No soy alguien que gusta de mentir o disfrazar sus palabras o sus intenciones. Te lo diré honestamente, eres un chico caliente, si me entiendes. Así que sí, probablemente te estaba mirando como si quisiera algo de ti, pero no me malinterpretes, no estoy aquí con otra intención más que conocerte. Y si me permites el atrevimiento, eres extremadamente apuesto, y despides un aura sexy.

El castaño se sonrojó profusamente, maldijo en pensamientos por ello y tomó un sorbo de la copa de agua que le acercaron en cuanto llegó. De pronto tomó conciencia de que el mesero no había vuelto a la mesa, miró disimuladamente alrededor y se topó con la sonrisa divertida de Mokomichi detrás de la barra del bar.

— Gracias, por el cumplido.

— Solo he dicho la verdad.

— Tú, también eres atractivo, y creo que seductor.

— ¿Oh, sí? ¿Crees que soy seductor?

— Podría asegurarlo.

— ¿Por qué?

— Por cómo estás interactuando conmigo.

— Oh, qué observador.

— ¿En qué clínica trabajas?

— Al sur de la ciudad, es privada.

— ¿Pertenece a tu familia?

— Sí, ¿cómo supiste?

— Luces muy seguro de ti, usas ropa de marca y, estaba recordando, ChangMin se trató de su apendicitis en una privada porque estaba cerca de la universidad y fue cirugía de urgencia.

— Correcto. ¿Y tú?

— Trabajo en un negocio de familia, la cadena hotelera Toscana.

— ¿En verdad? ¡Vaya, estuve en el Hotel Toscana en Jeju en primavera! Simplemente espectacular todo, tengo pensado volver antes de que termine el verano.

— Es bueno conocer la opinión de nuestros visitantes.

— ¿Deberíamos ir juntos?

— ¿Eh?

— Sí, eso fue atrevido de mi parte. Pero no estoy bromeando, creo que la pasaríamos bien juntos.

— ¿Está bien para ti hacer una propuesta de esa naturaleza cuando apenas nos hemos encontrado?

— Sí, porque estoy seguro de que nos reuniremos en otras ocasiones a partir de ahora. incluso, podríamos salir.

Junsu se rio de buena gana. Le parecía una locura que Yoochun pensara de esa manera. Así que eludieron el tema y continuaron conversando de otras cosas mientras pedían la cena y probaban los deliciosos platillos que, seguro, Hayami ha preparado personalmente.

— ¿Te gustaría ir a beber a otro lugar?

— ¿Qué? ¿Quieres evitar la mirada de Hayami? — Junsu preguntó con aire divertido.

— No he dejado de sentir que nos observa de tanto en tanto, creo que está preocupado por ti.

— ¿Por mí? O, así que eres un Casanova, eh.

— Bueno, no soy una blanca palomita, lo confieso. Y cuanto más te miro más me siento como un pecador.

— Eres coqueto, y sabes de tu encanto, ¿verdad Yoochun?

— ¿Está siendo fructífero?

— Define eso.

— Irías conmigo a otro lugar saliendo de aquí.

Junsu se sonrojó, sonrió y bebió de su vino tinto, lamiéndose sensual y sutilmente el labio superior. Miró a Yoochun y ladeando el rostro asintió.

— Llévame a bailar, Yoochun ah… — Solicitó, con un gesto tan sensual que el pelinegro sintió un pinchazo en el bajo vientre.

Y honestamente se extrañaba, porque si bien era un Casanova, no se excitaba tan fácilmente con un chico por el mero hecho de ser guapo o saber coquetear. Junsu tenía algo más, una candidez que atrapaba sin esfuerzo alguno.

Tras pagar la cuenta y despedirse de Hayami, Junsu y Yoochun salieron rumbo a un antro a unas cuantas calles más allá. Cuando se internaron en el local, las miradas cayeron en ellos de inmediato, claramente llamaron la atención. Las chicas, atrevidas por naturaleza, no dudaron en acercarse e intentar formar parte del dúo, pero –para sorpresa del castaño–, el pelinegro las rechazaba sutil pero directamente.

— Lo sentimos chicas, pero esta noche somos solo él y yo.

Junsu sonrió, de alguna manera complacido con la actitud de Yoochun, y pronto le jaló pista adentro atraído por la música que sonaba con pegajoso ritmo. El pelinegro corroboró sus palabras de antes, esto debía ser cosa del destino, de otra manera no podría entender cómo es que hasta entonces no había conocido al castaño cuando desbordaba sensualidad por cada poro de su piel.

Este chico se transforma cuando comienza a bailar… — El pelinegro pensó.

Y es que Junsu parecía ajeno a absolutamente todo a su alrededor, era como si simplemente se dejase envolver por la música y mover el cuerpo con sus variados ritmos. Lo que es más, conoce bien la amplitud de sus movimientos y la elasticidad de su cuerpo, ejecuta movimientos que le parecen propios de alguien que estudió danza o se crió en los barrios bajos de la capital. Yoochun apostaba por lo primero.

Oh mierda, nunca vi a un hombre mover las caderas de esa manera. Pensé que su trasero era una ilusión óptica por su ropa, pero veo que no. Junsu tiene un cuerpazo divino, no puedo evitar pensar en lo placentero que será el sexo con él. Cálmate Park Yoochun, cálmate. No pienses en Junsu como un simple acostón.


— ¿Bailamos, guapo?

No, no ha sido una chica la que se ha acercado a insinuarse al castaño; sino un tipo bastante carita que de todas formas se ha tomado demasiada confianza para acercarse a Kim abrazándole la cintura. Park tensó los puños –y de paso se riñó mentalmente por no estar más cerca de su acompañante–, y estuvo a punto de mandar al carajo al susodicho cuando el propio castaño se le adelantó.

— ¿No ves que vengo acompañado? — Junsu dijo con tono suave, pestañeando lindamente. Pero al mismo tiempo su mano se había movido hacia atrás, atrapando la entrepierna del atrevido y presionando hasta dejarle sin aliento… — Soy un chico, pero aún así merezco respeto. Para que lo pienses la próxima vez que decidas abordar a quien sea, idiota… — Luego le soltó, y el tipo le lanzó una mirada rencorosa antes de dar media vuelta y perderse entre la multitud, nadie se había dado cuenta de nada, salvo ellos tres.

— ¡Wow! Tendré mucho cuidado de no incomodarte. Esa maniobra estuvo genial, yo iba a darle un puñetazo, por confianzudo.

El castaño se rió quedito, luego fue él mismo quien –retomando el ritmo de la música, algo más sensual ahora– se acercó al pelinegro, rozando su pelvis contra la ajena mientras hacía movimientos oscilatorios y anclaba su mirada a la del otro.

— Eso habría causado revuelo, no me apetece tener más atención de la que ya atraemos. Además, ¿no ibas a llevarme a otro lugar después de nuestra cita?

¡Al carajo? Si Park había intentado tener autocontrol, Kim lo había mandado por un caño con tremenda insinuación.

No está borracho, ¿verdad? Bueno, tomamos vino tinto en el restaurante, pero no creo que tenga tan poca tolerancia al alcohol. Y aquí no hemos tomado nada, prácticamente me arrastró aquí en cuanto llegamos.

— ¿Yoochun?

— ¿Estás seguro? Quiero decir, si vamos a otra parte, haremos eso.

— ¿Estás hablando de sexo, Mister Park?

El pelinegro maldijo entre dientes, de alguna manera se sintió como un tonto, pretendiendo ser suave con el castaño. Bien, ya no le tendría ni pizca de consideración en adelante.

— Sí, estoy hablando de sexo. Créeme, una vez que caigas en mis redes no te dejaré ir, te haré gritar de placer… — Dijo, susurrando con su voz más seductora al oído del castaño. Por supuesto, le sintió estremecerse contra su cuerpo.

— Más vale que cumplas tu amenaza… — El castaño dijo, aceptando las insinuaciones sexuales de su acompañante.

Ciertamente estaban yendo rápido pero ¡a quién le importa! Esto era química, atracción. Destino.

Yoochun rodeó la cintura de Junsu, presionando la espalda baja para pegarle más a su cuerpo. El resultado fue la unión de sus pelvis, el roce directo de sus entrepiernas, descubrir que ambos estaban excitados de la misma manera. Y que el calor que sentían era más que producto del ambiente. Sin soltarse la mirada, ambos continuaron bailando unos momentos más, friccionándose entre sí deliberadamente, jadeando caliente. Luego ambos se miraron con otra intención, besarse. La mirada de ambos iba de sus labios a los ojos del otro, como pidiendo permiso, o seduciéndose quizá, retándose para ver quién cedería primero a la necesidad de mayor intimidad. Sus bocas actuaron entonces como imanes, atrayéndose mutuamente, sus rostros se acercaron, rozando sus labios pero antes de que el contacto pudiera consumarse con un beso, unas chicas chocaron contra ellos distrayéndolos, rompiendo la burbuja en que se habían encerrado.

— ¿Salimos?

— Sí.

Junsu dejó que Yoochun le tomara la mano y tirara de él fuera del antro. Siguieron directo el camino hasta el parking del local, y cuando estaban por subir al auto del pelinegro, el móvil de éste comenzó a sonar. Era de la clínica.

— ¡Maldición!

— ¿Tienes que irte?

— Es, una emergencia. Lo siento.

— Está bien. Podríamos, salir después. Si quieres.

— Claro que sí. Préstame tu móvil.

El castaño extendió su móvil al pelinegro, le vio teclear un número y supo al instante que se estaba marcando a sí mismo pues el móvil de Yoochun volvió a vibrar con un número desconocido.

— Ahora tenemos el número del otro, te llamaré en cuanto me desocupe, ¿está bien?

— Sí.

— Sube, te llevo a tu casa.

— No, tienes que darte prisa para la clínica, ¿no?

— Ng, sí. ¿Te acerco a algún lado?

— Estaré bien, voy a volver al restaurante de Hayami.

— Te dejo de paso.

— ¿Eh?

— Vamos, me sentiré más cómodo si te dejo personalmente ahí.

— ¿Qué? ¿Te preocupas por mí?

— Cualquier imbécil como el de hace rato podría cruzarse en tu camino.

Junsu se rio de buena gana, y subió al auto de Yoochun. Pensó que era una lástima que no pudieran ir a alguna parte juntos, pero también esperó que lo contactara como prometió, en cuanto se desocupara.

Park le dejó fuera del restaurante de Mokomichi, se despidieron con un simple “hasta luego”, aunque ambos seguían deseando un beso ¡que hasta les hormigueaba la sensación en los labios! Y cuando el pelinegro se alejó por la avenida, el castaño se sorprendió al darse cuenta de que incluso había levantado la mano para despedirse. Suspiró y entró al local de su amigo.

¡Me siento como un colegial enamorado!

— ¿Qué estás haciendo aquí, Junsu?

— Ah, ChangMin, estás aquí.

— Obviamente, porque ya salí de la universidad. Pero tú, Hayami me dijo que habías salido con Yoochun.

— Pues sí, pero ahora él tuvo que irse a atender una emergencia en la clínica.

— ¿En serio saliste con Yoochun?

— Sí, por qué, ¿está mal?

— Pues, no. Me extraña nada más.

— ¿Por qué?

— Porque nunca pensé que ustedes se llevaran bien. Quiero decir, ambos son tan populares.

— Eso no me suena precisamente a una razón, ChangMin ah~

— Deja de sonreír como idiota, Junsu.

— No me tienes nada de respeto~ y soy tu hyung~

— Oh, nimiedades. Y deja de picotear mi comida.

— Qué tacaño~ solo estoy tomando unas papas.

— Sigue siendo mi comida, y no te ofrecí.

— ¿Pelea de hermanitos?

— Cállate, baka.

— Yoochun me mandó un texto…

Dejé a Junsu en tu restaurante, mantén un ojo en él, tiene imán para los pervertidos.

— Es un poco celoso~

— Actúan como si estuvieran saliendo.

— ChangMin ah, no te quejes del par de tórtolos.

El menor gruñó, mordió otra de sus papitas y luego le preguntó a su novio sobre su cena.


Cuando Junsu se metió a su cama, seguía sonriendo bobamente, pensando en la cita con Yoochun, y en el beso frustrado del antro.

— Debí  besarlo cuando me dejó con Hayami… — Dijo para sí, tocándose los labios. De alguna manera, los sentía resecos.

Luego el tono de su móvil le distrajo. Lo tomó de la mesita de noche y se quedó un momento mirando el número. Luego recordó que no había guardado el de Park y una sonrisa se ensanchó en sus labios. Atendió sin pensarlo.

— ¿Te desperté?

— No, recién tomé la ducha y me disponía a dormir.

— Oh, ¿estás en pijama? ¿Secaste apropiadamente tu cabello?

— Sí, para ambas preguntas~

— Son casi las tres, realmente creí que estarías dormido.

— Es que estuve con Hayami y ChangMin hasta que cerró el restaurante. Así que. ¿Terminó bien tu emergencia?

— Sí, era una cirugía programada, pero el doctor encargado se había reportado enfermo, así que me pidieron cubrir sus cirugías. No era nada grave.

— Oh, menos mal.

— Tendré que quedarme todavía mañana aquí, para cubrir mi rol. Pero, ¿podríamos vernos el día después?

— Sí, está bien.

— ¿Vas a dormir ya?

— ¿Tienes que irte a trabajar ya?

Ambos rieron, obviamente ambos querían seguir conversando. Lo malo, también ambos se sentían un poco excitados. Habían aplazado el deseo esa noche, era más que evidente que la atracción era física también.

— Te molestaría si te dijera que me siento caliente por ti.

— No, porque, me siento de la misma manera.

— ¿Alguna vez has intentado, el sexo telefónico?

— ¿Tú sí?

— Solo he tenido la fantasía cuando era adolescente. Cuando me sentía atraído por estrellas de la tv.

— Qué pervertido~

— Oh vamos, también debiste tener fantasías parecidas.

— B-bueno, sí. Pero no era sexo telefónico.

— ¿No? ¿Qué era?

— Yoochun ah, ¿por qué te escucho la voz alterada? ¿Te estás, tocando o algo?

— …

— ¡Yoochun!

— ¿Te molesta?

— N-no. Pero es vergonzoso.

— Por qué. No es tan diferente del sexo compartido. Bueno sí, porque el placer no es el mismo, pero es un alicante para situaciones como esta, cuando no puedo ir y tomarte, y créeme, lo haría si en veinte minutos no tuviera otra cirugía.

— Entonces no te excites~

— Pero por teléfono veinte minutos son suficientes.

— ¡Pervertido~!

— ¿No quieres?

— Yo, bueno… podría, intentar.

Veinte minutos más tarde, Junsu estaba desechando los pañuelos en el cesto de basura, luego se lavó el rostro y sonrió algo más bobo a su reflejo en el espejo. Nunca se había masturbado mientras escuchaba a su pareja al otro lado de una línea telefónica. Pero había sido bastante excitante. Comprobó también que la voz de Yoochun era capaz de provocar orgasmos, porque tenía que admitir que de no haber estado escuchándole en el oído todo el tiempo, no habría sentido tanto placer por cuenta propia.

— Se sintió demasiado bien~ ahora tengo que esperar que pasen dos días para vernos de nuevo.

El castaño chilló entre emocionado y avergonzado. Luego volvió a su cama, y aunque pensó que no podría dormir, la verdad es que en unos minutos cayó rendido en los brazos de Morfeo. Hacía mucho tiempo que no dormía tan relajado.

A varios kilómetros de ahí, el doctor Park Yoochun no solo atendió puntualmente las cirugías, sino que la pasó de tan buen humor, que las enfermeras se enamoraron otro poco del apuesto hombre.


Al día siguiente, Jaejoong se ha aparecido nuevamente en la oficina de Junsu en cuanto salió de su propio trabajo. Es modelo y ocasionalmente diseñador.

— Supe por Hayami que te fue muy bien en la cita a ciegas.

— Hayami se ha vuelto todo un entrometido.

— Oh vamos, actúa así solo con nosotros. Y es porque somos como sus hermanos. Además, no es lo importante, ¡cuéntamelo todo!

— No voy a contarte todo, hyung.

— Significa que algo pasó, ¿verdad?

El sonrojo de Junsu terminó delatándolo. Jaejoong chilló emocionado.

— ¿Cuándo se verán de nuevo?

— Mañana en la noche.

— Recuerda comprar condones.

— ¡Hyung!

— Sexo seguro, Junsu ah. Sexo seguro.

— Espera, ahora que te presto atención… — El castaño miró detenidamente a su amigo. Había algo diferente en el pelioscuro, y no era solo que de pronto estaba más guapo que antes, o que le brillaran más los ojos y hasta tuviera más tersa la piel… — ¡Tienes un chupetón! — Exclamó, señalando inconscientemente la clavícula del pelioscuro… — ¡Hyung, conociste a Yunho!

— Bueno, ayer.

— ¡No podías ir a la cita porque tenías tu propia cita! ¡Por qué no me dijiste!

— Porque quería asegurarme de que mi corazonada haya estado bien~ Junsu ah, no te enojes con tu hyung~ — Gimoteó, abrazándose al castaño con aire infantil… — Así si las cosas no iban bien, al menos no habría tenido que soportar que se burlaran de mí~

— Como si hubiéramos sido capaces de algo así.

— Pero, yo tuve razón ¡Yunho es todo un caballero! Y es guapo, sexy, inteligente. Lo pasamos tan bien~

— Se nota… — Dijo con tono acusador.

— No me riñas como si tú no hubieras hecho nada con Yoochun… — El pelioscuro se defendió. Y las mejillas de Junsu volvieron a encenderse.

Ahora no podía sacarse a Yoochun de la cabeza, y casi se sentía eterna la noche de mañana. No era solo su cuerpo el ansioso, era también su corazón.

Es esto, ¿amor a primera vista?

¿Podrías refrescarme?
¡Refréscame!
¡Refréscame ahora!
Sí, sí, sí…
¿Podrías refrescarme?
¡Refréscame!
¡Ya mismo, nene! ¡Hey!


Park Yoochun es uno de esos hombres que destilan picardía, de aquellos caballeros que saben cómo hablar, cómo encantar, cómo seducir. Se le conoció por Casanova durante sus tiempos de universidad, y dado que era conocido su parentesco con el Director de la Clínica Health&Happiness, muchas chicas iban tras él únicamente por el interés y su posición social; salir y llegar a comprometerse con el heredero de un hospital tan popular entre las familias de clase alta, era la ambición de muchas. A Park no le importaba mucho en realidad, lo único que le interesaba era divertirse. Aún así, no era como si hubiera tenido sexo con todas aquellas mujeres con las que salió, aunque naturalmente tampoco es virgen. Y la popularidad que se ganó se debió principalmente a su buen trato con las chicas, a la fiesta gratuita de cada salida nocturna que se extendía casi hasta el amanecer; y por ser lo suficientemente capaz para responder como debía en cada asignatura de la universidad. De hecho, se había graduado como uno de los mejores. Hay quienes dicen que lleva la medicina en los genes, pues pertenece a una familia que por generaciones han estado vinculados a la noble profesión.

Por otro lado, al iniciar el trabajo en la clínica, Park también había asumido otro papel y se mantuvo alejado de las mujeres por mera diversión. Claro, salía de vez en cuando, pero se enfocaba principalmente a sus pacientes. Por eso es que de ser un Casanova, había pasado a convertirse en un hombre maduro, serio y aún más atractivo para las féminas y alguno que otro chico. Un par de doctores y hasta enfermeros de la clínica, o de congresos a los que asistió, se le insinuaron en varias ocasiones. Y él estuvo tentado en alguna de ellas con un chico bastante lindo, pero por aquellos tiempos fue que conoció a ChangMin y a Hayami. Y su vida había dado un giro impresionante. Aunque fue hasta tres años después, a sus 30 de edad, que conociera a este chico que le había cautivado totalmente.

Y es por eso que está ahí, mirando en su guardarropa el atuendo adecuado para su cita con el joven castaño y de bonito trasero.

— He estado pensando en su trasero desde esa noche. Mierda, tuve que masturbarme en el trabajo por su culpa. Y la forma en que gemía cuando lo hicimos por teléfono. Esa voz suya me sigue zumbando en los oídos.

Decidido a no pensar más en el cuerpazo del castaño, el pelinegro sacó tres opciones de vestimenta, les tomó foto y se las envió a su mejor amigo. Cuyo nombre es Jung Yunho, y que últimamente había estado actuando un poquitín extraño, Park juraría que conoció a alguien pero no ha querido contarle. Su tren de pensamientos entonces fueron interrumpidos por una llamada, justamente de su amigo.

No sé, el experto en moda eres tú. Para qué me molestas preguntándome acerca de qué ponerte. ¿Vas a salir?

— Con un hot guy.

Deja de intentar hacerte el cool conmigo. Además, si fuera un chico caliente como dices, te pondrías algo más casual, fácil de quitarte. ¿No decías eso antes, en la universidad?

— Ok, ok. Este chico además de ser endemoniadamente sexy, tiene algo más que me encanta. Lo conocí apenas hace unos cuantos días, pero no he podido sacármelo de la cabeza.

¡Qué! ¿No me digas que te enamoraste?

— Bueno, qué habría de extraordinario en eso. Incluso si tú lo hubieras conocido probablemente te enamorabas. Ah, soy afortunado de haberlo conocido antes. Además, le gusto.

Ah, vas a comenzar a ser presumido. Pues para que lo sepas, tus gustos y los míos no son iguales.

— Yunho, ¿te gustan los hombres?

¡Mierda! — Se escuchó al otro lado del teléfono, aunque más había parecido un reclamo interno que se le había escapado a Jung mientras hablaban.

— ¡En serio! ¿Cómo es que nunca me dijiste? ¡Espera! ¿No me veías con dobles intenciones, verdad? — Dijo, y fingió un escalofrío desagradable al mencionarlo.

No tengo malos gustos, gracias.

— ¡Pero si soy un partidazo! Todos se mueren por mí.

No me incluyas. En verdad que nunca me sentí atraído por ti de esa manera. Y créeme, he sabido que soy gay desde la adolescencia.

— ¿Y por qué nunca me dijiste?

Pues no se presentó nunca la necesidad. Tuve un par de novios antes, pero no tenía nada qué ver mi amistad contigo y mis relaciones, así que simplemente lo omití.

— Yunho, eso es no tenerme confianza hombre.

Vivirás con eso. Como sea, si el chico te gusta, y tú le gustas a él, intentar impresionarlo no te va a servir de mucho. Solo sé tú mismo. No espera, no tanto o te lo llevarás a la cama en la primera oportunidad…

De hecho casi llegamos ahí la vez anterior… — Pensó el pelinegro mientras su amigo seguía hablando.

…Y eso tal vez no sea cool, pensará que solo quieres “tirártelo”.

— Oh, me aseguraré de hacerle saber que incluso si tenemos sexo, no es que solo quiera eso con él. Así que, deja de alargar la conversación que se me hace tarde, cuál me pongo.

Jódete, Park… — Jung dijo, y ambos rieron en tanto daban por terminada la llamada.

El pelinegro lo sabía, no tenía que impresionar a Junsu, solo ser él. Así que un atuendo casual, jeans y chaleco gris oscuro, y una camisa blanca de la que remangó las mangas hasta el antebrazo dándose un aire más relajado. Calzado cómodo y pulcro, y sus cabellos azabaches peinados sin ningún fijador, más al natural. Se le veía bastante guapo, y cuando la hora llegó, se encaminó rumbo a su segunda cita con Kim Junsu.


Cuando Park llegó al restaurante donde habían quedado, se sintió feliz de que el castaño no estuviese aún ahí, hubiera sido poco caballeroso que fuera él el segundo en llegar, aunque aún faltaban veinte minutos para la hora.

— ¿Tiene reservación, señor?

— Ah, sí. Park Yoochun.

— Aquí está. Le acompaño a su mesa, por aquí.

Seguir al hombre de recepción y pedir un poco de vino mientras espera, leer la carta e ir pensando en lo que sería perfecto para la cena. Diez minutos después su cita llegó. Junsu parecía un ángel a ojos del pelinegro, aunque hoy vestía de negro, jeans y una sencilla polera en conjunto con una chaqueta color hueso con algunos acabados en el mismo tono oscuro. Se le veía tan guapo que el pelinegro ni siquiera lo pensó, simplemente le dio un beso corto en los labios cuando le acompañó en la mesa. El hombre que acompañó al castaño hasta ahí pareció impactado por el repentino gesto tan romántico entre los dos, incluso tartamudeó cuando se presentó antes de retirarse para darles tiempo de revisar la carta.

— Creo que traumamos al pobre hombre, Yoochun ah… — Dijo, ligeramente avergonzado, mirando la carta antes que los profundos ojos negros de su compañero.

— ¿Sí? Bueno, no pude evitarlo. Estás muy guapo, Junsu ah.

— Gracias, pero no es justo, tú estás más guapo que yo~

El pelinegro sonrió. Obviamente que no era así.

— ¿Por qué no lo dejamos en un empate? Park propuso sonriendo pícaro, alzando su copa y esperando la respuesta del castaño.

Kim lo observó unos instantes, apenas los segundos necesarios para sentir que era absorbido por un mundo de posibilidades en las cuencas ónix de su acompañante. Luego tomó su propia copa y el tintineo del cristal sonó al segundo cuando chocaron sus copas mientras el castaño asentía por respuesta.

La cena llegó poco después, y la charla se volvió considerablemente amena. Se conocieron un poco más, sobre todo en el sentido profesional, se contaron algunas experiencias cómicas en sus respectivos trabajos y así, el tiempo de estar ahí terminó con una última copa de vino que tomaron tranquilamente, entre sonrisas y miradas que decían lo que no las palabras del momento. Tras pedir la cuenta y pagar, Park y Kim salieron del restaurante cerca de las diez, era temprano para marcharse, ambos creían eso. Que tal vez sería bueno continuar la salida en un bar o un antro, pero… oh sí, había un “pero”, y era sencillo saber cuál era. Sus cuerpos no podían contenerse más.

— ¿Quieres venir a mi departamento? — El castaño propuso de pronto, apenas después de caminar un poco por las calles céntricas y admirar las luces de los principales locales de entretenimiento en aquella zona de la ciudad.

— Me encantará ir, Junsu ah… — El pelinegro respondió sin titubeo alguno. Realmente había estado esperando la oportunidad de ser él quien lo invitara, pero ya que el castaño lo ha mencionado, él no tiene motivos para negarse.

— Tomemos un taxi entonces.

— ¿Taxi? Vine en auto. Está por allá, vamos.

Si bien era la segunda cita, ¡segunda!, ambos tenían más que clara esta atracción sexual que los excitaba al reunirse, además ninguno había dejado de tener presente la experiencia de un par de noches atrás, cuando tuvieron sexo telefónico, por lo que excitarse al estar a solas era casi una reacción natural. Si bien la otra ocasión se habían contenido del sexo piel a piel, había sido únicamente porque la situación en sí no se prestó –si en su trabajo Park no hubiera sido requerido urgentemente–, pero esta noche nada podía interponerse. Ambos lo deseaban, y lo tenían claro porque el momento justo en que Junsu invitó a Yoochun a su departamento, ambos supieron que habían perdido totalmente la compostura o cualquier rastro de autocontrol; además, en el trayecto de ida se habían coqueteado deliberadamente. ¡Park hasta se aparcó en una avenida para besarle apasionadamente! Eso, y Kim no había dudado en acariciarle el muslo, acercarse a la ingle y rozar delicadamente sus dedos por la nuca del peliazabache.

Estaban calentándose demasiado, casi a punto de no retorno, y ciertamente ninguno estaba haciendo el mínimo esfuerzo por detenerse en aquel instante. Las cosas se les estaban yendo de las manos. Importando poco que se hubiesen aparcado en una calle regularmente transitada, Junsu fue quien llevó a más la situación pues su ágil mano estaba ya dentro de los pantalones de Yoochun tocándole directamente la entrepierna.

— ¡Nghh! Junsu ngh.

Park rompió el beso cuando la mano del castaño presionó sus genitales y subió después por el tronco comenzando así un delicioso bombeo que le estaba estremeciendo placenteramente. La mano izquierda del pelinegro se asió al volante con fuerza cuando la mano del castaño se movió de alguna manera diferente en su falo, haciéndole sentir algo más caliente y casi asfixiado en placer, además, la lengua de Kim estaba en su cuello lamiendo sigilosa por toda su piel. El pelinegro no estaba acostumbrado a ser atacado, generalmente realizaba el primer movimiento, pero hasta ahora el castaño le iba tomando la delantera. Y no es que se quejara precisamente.

Luego de un momento a otro, Junsu descendió directamente a la pelvis de Yoochun, el anillo que formó con sus dedos presionó la base del tronco mientras su boca le tomaba lentamente dentro, deslizando su lengua a lo largo. El pelinegro gimió más ronco e inconscientemente agitó su cadera hacia arriba buscando más contacto con aquella húmeda cavidad caliente. El castaño subió y bajó lentamente en varias ocasiones, saboreando el pene de su amante, disfrutando esa sensación de control y poder sobre el otro. Enredó su lengua en la cabeza fálica, besó, lamió y succionó exclusivamente aquella zona por minutos, tiempo en el que escuchó los gemidos del pelinegro variar, notó así que parecía gustarle cuando succionaba pues eran más roncos y además era cuando presionaba su mano contra su cabeza tensando los músculos de todo su cuerpo. Un poco después Junsu retomó el bombeo a lo largo del tronco, acompañando los movimientos de su boca con los de su mano, el sonido de las succiones casi parecían hacer eco en los oídos de Yoochun, que temía que no iba a aguantar demasiado. Y estaba en lo correcto, el castaño lo sabía porque el pene del pelinegro comenzaba a exudar el líquido preseminal.

— ¡Mgh, Su! ¡Oh dios, tan bueno!

Junsu tuvo el pensamiento de alargar el momento, pero de pronto algo de cordura golpeó su mente y recordó dónde estaban. Aparcados en un costado de la avenida, con autos todavía pasando de vez en cuando por ahí pues ha escuchado algunos. Tendrían suerte si no pasaba alguna patrulla de tránsito a esa hora dando su rol. Pero, aunque resultaba excitante, el castaño no quería problemas por actos inmorales en vía pública, por lo que la idea de jugar un poco más con Yoochun tuvo que ser descartado. En cambio, aceleró un poco las succiones y apenas un par de minutos más tarde, el semen del pelinegro se derramó en el interior de su boca.

Yoochun jadeaba extasiado, había tenido el mejor sexo oral de toda su vida. Junsu tragó el semen del pelinegro y luego sacó un pañuelo desechable de su chaqueta para limpiar las comisuras de sus labios, se sentó recto en su sitio y sonrió. De reojo podía ver al pelinegro todavía perdido en placer, con algunas gotas de sudor en el rostro, los labios entreabiertos jadeando por oxígeno y el pene flácido liberado aún fuera de sus pantalones. Por supuesto, él ha tenido la maldad de no acomodarle en absoluto las ropas.

— Eso fue, ¡wow! — Park señaló, volviendo la mirada hacia el castaño. Y estuvo a punto de preguntarle con quién había aprendido a hacerlo tan exquisito, pero de pronto su propio pensamiento le hizo sentir un tanto celoso. Otros han tenido la dicha de sentir el placer que Junsu puede dar con su boca, con todo su cuerpo.

— ¿Si fue tan genial por qué frunces el ceño? — Kim preguntó, cruzando los brazos con aire ofendido.

— Nada. Pensé una tontería, pero… no importa. Tú realmente, realmente me harás adicto a ti. No espera, creo que ya podría considerarme adicto a ti.

Kim soltó una risa, estaba halagado, pero también avergonzado. Ninguna de sus parejas le dijo antes algo así.

— Mejor abrocha tus pantalones y vamos, esto no puede ser todo lo que haremos, ¿verdad?

Obviamente, Park arrancó de inmediato.


¡Oh nene, estoy ardiendo!
No pretendía enamorarme de ti
¡Oh, oh!
¡Oh nene, estoy ardiendo!
Tienes esa clase de amor candente
Así es, una vez más.

Cuando entraron al departamento de Kim, se besaron apasionadamente en el recibidor, sacándose ahí el calzado, el castaño hizo lo mismo con su chaqueta, colgándola en un perchero a la entrada. También se acariciaron un poco por encima de la ropa, y luego rompieron la serie de besos con una tanda de más de ellos pero cortos, dulces a decir verdad.

— ¿Quieres algo de tomar?

— ¿Estás incluido?

Ambos rieron, no hacían más que coquetear, y lo hacían con la intención. Junsu se internó en su cocina y sacó unas cervezas. No es que él tomara particularmente, pero ya que a sus amigos sí les gusta, solía tener en su nevera.

— ¿Cerveza está bien?

— ¿Entonces no estabas incluido?

Park bromeó mientras tomaba la lata que su anfitrión le ofrecía, Kim sonrió pero no respondió la insinuación de su invitado. Destapó su lata de cerveza y dio apenas un pequeño sorbo, haciendo un gracioso gesto de desagrado al sabor, el pelinegro le vio pero no dijo nada porque, honestamente, hasta así era lindo el condenado. Después le imitó tomando de su propia cerveza, aunque él lejos de hacerle gestos desagradables hasta se relamió los labios. Estaba helada, justo como a él le encantaba tomarse las cervezas después de una agotadora guardia en la Clínica de su padre. Junsu le invitó a sentarse en la estancia, Yoochun eligió el sofá más amplio, esperando que el castaño se sentara a su lado y luego lentamente poder retomar lo que dejaran apenas empezado en su auto.

Sin embargo, pese al pensamiento de Park, Kim sí que se sentó, pero no en el sofá, en ninguno de hecho. No, Junsu se sentó en el regazo de Yoochun, sonriendo provocativamente en tanto se inclinaba dejando su rostro muy cerca del otro. El pelinegro devolvió la sonrisa, aún tenía su lata de cerveza en la diestra, pero la otra estaba libre para perderse bajo la polera y tocar la piel del castaño. Junsu jadeó para él cuando los dedos de Yoochun serpentearon por su columna vertebral en ascenso hasta sus omóplatos. Mientras que, indispuestas a quedarse quietas, las manos de Junsu estaban desabotonando el chaleco del pelinegro, todo sin apartarse la mirada, sin besarse pero sí rozándose sinuosamente los labios. La temperatura corporal de ambos estaba aumentando cada minuto.

— No te gusta la cerveza, ¿verdad? — Park dijo dando de inmediato un sorbo, sonriendo malicioso.

Kim hizo un mohín caprichoso y un puchero, presentía lo que su amante haría al descubrir su disgusto. Y no se equivocó. Aún con un poco de cerveza en su boca, el pelinegro sacó su mano de debajo de la polera y la llevó a la nuca del castaño atrayéndole para besarle. Un beso con sabor a cerveza nunca le había parecido tan odiosamente delicioso al castaño, que sentado en el regazo del pelinegro no dudó en devolverle la jugada frotándose contra él para encenderle un poco más la libido.

— Ngh, eres vengativo, Junsu.

— Y tú muy travieso~ — Dijo sonriendo cual pequeño diablillo haciendo travesuras con alevosía.

Park presionó la espalda de Junsu y luego se echó al frente, únicamente lo suficiente para dejar la lata de cerveza sobre la mesa de centro pues necesitaba sus dos manos para continuar su deseo de exploración del cuerpo del castaño. Kim no se opuso, sonrió ligeramente divertido por comprender la ansiedad de su acompañante, y es que compartía ese deseo.

— Eres demasiado sexy, Junsu.

— Y tú seductor. Desde la otra noche, cuando tuvimos ese sexo telefónico, ¿sabías que no dejaría de pensar en ti, verdad?

— Me acuso de culpable si conseguí mi objetivo.

— Lo hiciste, Yoochun.

Encontrarse nuevamente con un beso algo más profundo y húmedo, dejando espacio a sus manos de explorar y desnudar. Para Yoochun fue más fácil, Junsu solo tuve que alzar las manos y él tirar de la polera para que abandonase el cuerpo níveo de su amante. Que, sobra decirlo, era magníficamente perfecto. La piel tersa, ligeramente rosada cual si fuese virgen, los pezones canela, los pectorales definidos sutilmente, una fina línea de vello que nacía en su ombligo y sabe, termina más al sur en sus genitales. Park tragó hondo, saboreando anticipadamente aquella parte de su anatomía aún sin descubrir.

Kim, que no quería ser el único exponiéndose ante la mirada lasciva de su amante, deshizo los botones de la camiseta blanca y tiró de ella a los lados junto con el chaleco. El pelinegro solo tuvo que echar la espalda al frente un poco para que pudiera sacarla de su cuerpo, dejando arrugadas las prendas ahí a un lado en el sofá. Park también poseía una piel exquisitamente lechosa, pezones marrón y pectorales más definidos, demostrando que tenía la costumbre de ir al gimnasio para mantenerse así de ejercitado. En él, el vello que nacía en su ombligo era también algo más oscuro y el caminito recto hacia el sur un poco más grueso que el del castaño, se le veía más varonil de esa manera.

— ¿Pantalones afuera? — El pelinegro preguntó pícaro, jugando con el cinto de los jeans del castaño.

— ¿Apurado? — Preguntó, sonriendo coqueto, casi malicioso.

— ¿Por recorrerte al desnudo? Definitivamente, sí.

— ¿Siempre eres así de honesto?

— Siempre, Junsu. Siempre.

Yoochun dijo con seriedad, y devoró una vez más los carnosos labios de Junsu mientras sus pelvis volvían a encontrarse en aquella postura, chocando una y otra vez al ritmo de los movimientos sinuosos del castaño, respondiendo con las caricias calientes del pelinegro.

— Pantalones fuera… — Gimoteó repentinamente el castaño, apartándose lo necesario para aquella acción.

Las prendas fueron sacadas de ambos cuerpos en un santiamén, para entonces ambos estaban de pie junto al sofá, acariciándose mientras compartían más y más besos apasionados. Ya únicamente la ropa interior estorbaba a su propósito.

— Siéntate, Junsu.

El pelinegro indicó con la voz más enronquecida que antes. El castaño se sentó en el sitio que antes ocupara su amante, y se sorprendió cuando Park se arrodilló en el piso para luego comenzar a besarle el cuello, la clavícula y el pecho. Su rugosa y caliente lengua dejó una estela de saliva conforme se movía, y sus gruesos labios succionaron porciones de piel a su paso, dejando algunas zonas enrojecidas en la clavícula y bajo uno de sus pezones, esos montecitos completamente endurecidos que le hicieron temblar cada que Yoochun los lamió, chupó y mordisqueó. Mientras tanto, las manos del pelinegro no se habían quedado para nada quietas, le ha acariciado las piernas, los costados, se han colado bajo su cadera presionándole el trasero antes de volver al frente y pasearse por sus muslos. Las manos y la boca de Park estaban entorpeciendo los sentidos del castaño. No, Kim se corrige en pensamiento –en la poca lucidez que le queda a su cerebro–, los estaba volviendo sensibles a su tacto y cada una de sus atenciones.

Cuando Park llegó al vientre de Kim, su lengua delineó concienzudamente cada pectoral, en tanto sus dedos se hicieron del borde de la ropa interior y tiró de ella hacia abajo; inconscientemente Junsu levantó su cadera facilitándole la labor. La coqueta prenda quedó tirada a un lado, y desde entonces y en adelante, en el olvido. Yoochun admiró la hombría de Junsu como si acabara de descubrir la octava maravilla del mundo. El pene erecto tembló un par de veces debido a la excitación, y las mejillas del castaño se encendieron al rojo vivo por la penetrante mirada negruzca que le miraba justamente ahí. Esta, también era la primera vez que le miraban de esta manera. Y su corazón entonces dio un vuelco, y se llenó de un calor que no respondía únicamente a la excitación física de su cuerpo.

— Eres tan delicado por todas partes, tan… hermoso, Junsu… — El pelinegro dijo repentinamente, completamente embelesado con aquel tronco fálico desprovisto de vello excepto por una reducida mata en la base, y la línea que nacía en el ombligo se mantenía delgada hasta el final.

— ¿Mi pene es hermoso, Yoochun? — Kim preguntó, casi queriendo sacar una broma de ello.

— Sí que lo es… — Pero el pelinegro era jodidamente honesto.

Tan honesto, que cuando acarició el tronco a lo largo con las yemas de sus dedos, Kim sintió corrientes eléctricas por todo su cuerpo al simple tacto, haciéndole temblar cual si fuese la primera vez que alguien le toca así. No había dudas, esto no podía ser solo sexo.
Atrapado en sus propias emociones, cuando Yoochun comenzó a acariciar el falo de Junsu con toda su mano, todavía sus primeros bombeos fueron sumamente lentos y delicados.

— Ngh, Yoochun ah, tócame más~ no voy a romperme en mil pedazos como si fuera cristal.

Las palabras de Junsu consiguieron sacar un poco al pelinegro de su trance. Y a cambio de su mano, el pene del castaño fue arropado por la boca de su amante.

— ¡Yoochun~!

El castaño encorvó la espalda y revolvió ligeramente las piernas. El interior de la boca del pelinegro estaba caliente y húmedo, y su lengua rugosa casi parecía envolverle por completo en cada succión. Ver desde arriba a Yoochun practicándole felación puso un poco más a tono a Junsu, que no podía creer que pudiera alcanzar esos niveles de excitación tan rápido. Pero no era cuestión de estos minutos solamente, era una sensación que había estado conteniendo por dos días.

— ¡Ah sí~! ¡Mgh Yoochun~ghh!

Irse en la boca de Yoochun tan pronto casi le pudo haber dolido en el orgullo, pero Junsu estaba lo suficientemente perdido en su orgasmo como para procesar la información. Además, juraría que fue causa de que un dígito del pelinegro hubiese estado masajeando el exterior de su entrada para que se corriera tan pronto.

Park alzó la barbilla y degustó el semen de Junsu, aunque su sabor ya se le había impregnado en las paredes bucales y cambiaba por el de los tragos de cerveza que tomara antes. Cuando volvió a enfocar la mirada en su amante, Junsu le miraba intensamente, y sonreía seductor, con sus piernas abiertas, el cuerpo relajado y su rostro ligeramente ruborizado y sudoroso.

— Muéstrame tu trasero, Junsu ah.

Sugirió con los ojos negros encendidos de lujuria. Kim tembló bajo aquella mirada y su corazón latió más rápido aún. Junsu se dio la vuelta y expuso su espalda a Yoochun mientras se arrodillaba en la orilla de su sofá y apoyaba sus brazos en el respaldo. Al segundo sintió las manos del pelinegro sobre sus glúteos, acariciándoselos y apretándolos.

— Tenía razón, todo en ti es perfecto y hermoso, Junsu.

— ¿Intentas avergonzarme, Yoochun?

— No, pero si lo estoy haciendo entonces eso te agrega cualidades.

Junsu rió entre jadeos. Estuvo tentando de preguntarle de qué cualidad estaba hablando, pero prefirió dejarlo para después. Yoochun le ha separado los glúteos con sus manos y su lengua ha comenzado a lamer alrededor de su cavidad anal.

— Yoochun, ngh, la saliva no es suficiente~

— ¿Tienes lubricante?

El castaño asintió, y tras levantarse, tomó la mano del pelinegro y le llevó a su habitación.


No sé qué hora es,
Puede ser de día o de noche,
Pero está bien,
Porque eres todo mío
Debo estar loca,
Porque recién te conocí,
Pero siento que te he conocido toda mi vida


De uno de los cajones de su cómoda, Junsu sacó condones y lubricante. Yoochun sonrió para evitar que su rostro transluciera el verdadero sentimiento que le atajó entonces. Estaba celoso, ha vuelto a pensar en los hombres o mujeres que pudieran estar con Junsu antes, y eso le molestaba. El castaño notó un ligero cambio en la intensidad de la mirada del pelinegro, era más abrumadora, más sexy, más impetuosa.

— Ven… — Park ordenó. El tono de su voz era grueso, áspero, demandante.

Sin embargo, Kim no se sentía intimidado. Incluso si le empujó contra el mueble de su cómoda obligándole a colocarse de espaldas como antes. Aunque esta vez podía ver en el espejo el reflejo de sus cuerpos desnudos.

— Tienes un cuerpo bastante lascivo, Junsu.

— Justo lo que un pervertido como tú quiere, Yoochun.

Incluso si casi podía sonar a reclamo, las palabras que compartían solo enmarcaban la lujuria que sentían el uno por el otro. Se sonrieron y mientras Yoochun vertía lubricante en sus dedos y otro poco sobre la entrada de Junsu, le instó a girar el rostro para besarse. Las lenguas de los dos lucharon por el dominio del beso, aunque al final y por muy poco el pelinegro resultara triunfante. En tanto, los dedos del pelinegro han esparcido el lubricante en toda la zona, y lentamente ha empujado uno de ellos dentro, abriendo suavemente la entrada del castaño.

Los jadeos de Junsu han sido opacados por los besos de Yoochun, y esa sensación sofocante que le aturde los sentidos mientras la mano libre del pelinegro le masturba suavemente otra vez. Cuando el primer intruso en su interior comenzó a acariciar sus anillos, Junsu gimió ahogado y deseoso de más agitó sus caderas buscando mayor contacto. Yoochun no dudó en agregar un segundo dígito, y pronto comenzó a simular el movimiento de tijeras abriéndose para dilatar más rápido la entrada del castaño. Quería alcanzar pronto su próstata, pero no con sus dedos. Su entrepierna estaba clamando por placer.

— Ngh, Yoochun~

— Te estás ensanchando rápido, Junsu.

— Te deseo, quiero sentirte dentro cuanto antes, angh~

— Es tan sexy que digas eso con esta carita tierna y sonrojada… — El pelinegro dijo, susurrándole las palabras al oído mientras se veían en el espejo.

Luego mordisqueó el lóbulo del castaño, y éste respondió agitando nuevamente sus caderas, mordiéndose el labio inferior y gimiendo lánguidamente su nombre. Entonces Park añadió un tercer dedo, Kim gimoteó enarcando la espalda, este se sentía mejor. Los tres dígitos se movieron dentro y fuera, embistiendo con un poco más de fuerza.

— Ngh, ahh~ Yoochun, estoy listo ngh. Dámelo, dame el tuyo.

— Sabes cómo enloquecerme, Junsu.

Park apartó sus dedos, untó un poco más de lubricante en su pene henchido de excitación y luego lo perfiló en la dilatada entrada de su amante, la que incluso parecía palpitar deseosa de su falo. Kim jadeaba expectante, buscando su mirada a través del reflejo en el espejo. Las pupilas chocolate de Junsu brillaban intensamente, sus mejillas estaban algo más ruborizadas y el sudor comenzaba a formar finas gotas en su frente y el contorno de su rostro, además del resto de su cuerpo donde también se ha perlado sensualmente. Yoochun le sonrió al reflejo, y frotó su falo contra la entrada del castaño pero sin llegar a penetrar, solo rozándose insinuantemente.

— Cierra tus piernas para mí, baby… — Sugirió con tono ronco, pícaro.

El castaño lo hizo, luego el pene de Yoochun se coló entre ellas, justo por debajo del erecto miembro de Junsu. Y reinició la frotación, masturbándose de esa forma; los gemidos de los dos sonaron en la habitación, y por si fuera poco, el calor aumentó considerablemente ahí dentro. La presión de los muslos del castaño, y la sensación de sus erecciones rozándose entre sí, era tan exquisito que el pelinegro sabe que podría correrse así también. Aunque no era así como lo quería, solamente había querido experimentarlo.

— Vamos a la cama, Junsu.

— Sí.

Acostados en el lecho los besos volvieron a caer, dulces, húmedos, apasionados, fogosos; de todo. En tanto sus cuerpos se acoplaron sin necesidad de palabras, encajaban perfectamente como si hubieran sido hechos el uno para el otro. Las manos de ambos se habían movido casi con vida propia en busca del falo ajeno, masturbándose mutuamente.

— Junsu, si continuamos así, voy a correrme.

— Está bien. Entonces… — Junsu soltó el pene del pelinegro y recostado, abrió más sus piernas, coló un cojín bajo su espalda y usó sus manos para separar sus glúteos y mostrarle su entrada al pelinegro… — Ven, Yoochun ah. Aquí, cógeme… — Sobra decir el tono sugerente que el castaño empleó para decirle aquello a su amante.

Park gimió excitado, y parándose a prisa por uno de esos condones que dejaron en la cómoda, se colocó uno de ellos volviendo de inmediato al lecho, acomodándose entre las piernas de Kim. La elevación que ofrecía el cojín le parecía al pelinegro ideal para la unión –y apenas por unos segundos, los celos se apoderaron de él otra vez. Detestaba la idea de saber que hubo otros antes que él–, le sujetó las caderas y alineó su pene en la entrada de Junsu, empujando lentamente hasta que entró por completo. Las expresiones faciales del castaño habían ido cambiando, de un ligero mohín de dolor hasta una sonrisa de satisfacción cuando le llenó totalmente.

— Eres tan grande, Yoochun.

— ¿Te gusta?

— Me encanta, es tan sexy~

— Y eso que aún no me muevo, baby.

Sonreírle altanero antes de retroceder saliendo despacio, casi hasta el final; embistiendo luego con fuerza y hasta el fondo.

— ¡Ngahh~!

El castaño gimió extasiado, sujetándose de las mantas de su cama en tanto las estocadas del pelinegro iban cobrando fuerza y ritmo.

— Es tan caliente dentro de ti, Junsu ¡Nghh!

— ¡Nyah~ Yoochun!

— Oh, al fin he alcanzado tu próstata… — El pelinegro dijo sonriendo pícaro, buscando golpear nuevamente en el mismo punto que antes. Y el castaño respondió gimoteando más alto, corroborando sus palabras… — Es aquí… — Señaló, y desacelerando sus embestidas, alineó su cadera en otra dirección permitiéndose así esas mismas estocadas profundas en las que tocaba cada vez, la próstata del castaño… — Oh god, tan rico, Junsu, ¡Mgh! Quiero hacértelo toda la noche.

Junsu se quedó sin palabras, abrumado por el placer, seducido por la personalidad de su amante, enamorado de Yoochun. Llevó sus manos a los hombros del pelinegro, anclándose a él como para asegurarse de que todo esto era así de real. Park le permitió sostenerse, se inclinó sobre el cuerpo del castaño y le besó los labios, mordiéndoselos alguna que otra vez, lamiéndolos. También le besó el cuello, y aprovechó la postura para alcanzar sus pezones y chupárselos mientras mantenía el ritmo de estocadas más bien lentas pero que le daban un enorme placer a Kim.

Luego de pronto Junsu alzó las piernas y rodeó con ellas la espalda de Yoochun, cruzándolas para anclarlas a la altura de los glúteos del pelinegro. De esa manera tomó un poco de ventaja, movió sus caderas oscilatoriamente, consiguiendo estocadas aún más profundas y deliciosas que antes.

— ¡Nghh, sí Junsu! ¡Angh!

Los movimientos oscilatorios obtenían un roce de piel contra piel diferente, además las paredes internas de Junsu se expandían y contraían deleitando el falo de Yoochun pues la variedad de presión le brindaba un placer más intenso. La sensación era tan exquisita, que ambos estaban sintiendo el final cerca.

— Yoochun, tócame. Vamos, estoy ardiendo, tócame.

Park sonrió malicioso, y no movió sus manos, más cuando vio a Kim mover una de las suyas con la intención de tocarse a sí mismo, le detuvo.

— Espera un poco, estoy seguro de que puedes correrte sin tocarte, Junsu.

— ¿Qué? — Preguntó jadeoso, con la mirada vidriosa pues comenzaba a doler un poco su erección.

— Mira, cada que toco aquí… — Yoochun tocó una vez más la próstata de Junsu, quien gimió ronco su nombre… — Tu pene se sacude de placer.

— Pero duele~

— Aguanta solo un poco, baby.

— Quiero tocarme~

— Oh pero mira, estás comenzando a gotear, Junsu… — Señaló con picardía. Tocando una y otra vez el mismo punto, viendo cómo la erección del castaño reaccionaba, exudando más y más.

Luego los movimientos se transformaron nuevamente reactivos al vaivén de caderas que había ido en aumento y ahora era algo más frenético. Finalmente Park llevó una de sus manos al falo del castaño, masturbándole al ritmo de sus embestidas, Kim le imitó llevando una de sus manos para acompañar la de su amante, su miembro estaba caliente, tanto como aquel trozo de carne que continuaba enterrándose férreamente en su cavidad.

— ¡Ahh~ nghh! Estoy cerca, Chun.

— Tamghh, también yo, baby.

La mano libre de Junsu se aferró a la espalda de Yoochun, mientras que él le besaba con lujuria y sentían ese calor en el bajo vientre anunciándoles el final. Apenas unas embestidas después ambos se corrieron, Junsu fue el primero, pero Yoochun le siguió al momento en que la entrada del castaño se comprimió apresando y exprimiendo su falo. El gemido ronco de ambos se armonizó de alguna manera, haciendo eco en la sofocada habitación.

El semen de Junsu se había esparcido por su vientre y pecho, mientras que el de Yoochun estaba en el condón de éste, tras salir del interior de su amante, se sacó y amarró el  preservativo botándolo al cesto de basura en un rincón de la habitación. El castaño permanecía en la cama, sudoroso, agitado, extasiado, con su blanquecina sustancia brillando en su torso junto al sudor de la faena.

— ¿Quieres que te limpie con un pañuelo húmedo? ¿O prefieres que lo haga con mi lengua? — Park le preguntó, mostrando su músculo flexible con un gesto erótico.

— No lo sé, la segunda propuesta me parece más tentadora~ — Kim le guiñó un ojo, y con uno de sus propios dedos tomó un poco de su semen, llevándolo a su boca.

Al instante Yoochun le estaba besando apasionadamente. El roce de sus cuerpos calientes, desnudos y sudorosos encendió nuevamente la llama del deseo en ambos. Las piernas de Junsu atraparon la cintura de Yoochun, y sus erecciones volvieron a rozarse entre sí durante minutos mientras compartían uno y otro, y otro beso, cada uno más fogoso que el anterior.

— Eres terriblemente caliente, Junsu.

— Igual que tú, Yoochun… — Sonreírse cómplices mientras sus manos siguen acariciando aquí y allá… — Te he ensuciado con mi semen~.

— No me importa. Quiero ensuciarme de ti hasta que te quedes impregnado en cada poro de mi piel, Junsu.

— ¿Quieres hacerlo de nuevo?

— ¿Quieres tú?

Junsu se rió coqueto, y fueron sus propias manos las que perfilaron el falo de Yoochun en su entrada, atrapando la punta en su interior, sintiendo cómo la pelvis del pelinegro empujaba para entrar por completo.

— Eso es un sí mutuo… — Junsu dijo sonriendo divertido, jadeoso.

— Te haré el amor toda la noche, baby… — Yoochun aseguró con galantería, por qué no decirlo, con el ego por las nubes.

— ¿Estás seguro de que puede endurecerse de nuevo ahora? — El castaño preguntó malicioso, sabiendo que el miembro en su interior aún no ganaba tamaño ni grosor pues acababa de liberarse.

— Lo estoy, sobre todo si le das un incentivo, Junsu… — Dijo, y se inclinó para mordisquear los rosados labios del castaño, luego fue tras su mentón y cuando atrapó la mandíbula entre sus dientes, la pelvis de su amante comenzó a moverse arriba y abajo.

Iban a hacerlo otra vez, sin duda.


Me siento un poco tímida,
Porque eres mi clase de chico
Me gustas, me gustas
Me gustas, me gustas,
Me siento un poco tímida
Un poco aniñada, no sé por qué
Me gustas, me gustas
¡Me gustas, sí!


Cuando Yoochun despertó, fue porque de algún lugar de la estancia alcanzaba a llegar el sonido del tono de su móvil, alguien le estaba llamando. El ruido cesó, pero a los pocos segundos se escuchó de nuevo. Era la melodía del móvil de su padre, por lo que tenía que atender. Renuente a abandonar el lecho, donde su amante dormía plácidamente, Park tuvo que salir de la cama y salir a la estancia. Ni siquiera se preocupó por ponerse ropa interior, solo contestó.

— ¿Qué sucede, papá?

Sé que es tu día libre pero, necesito que vengas a ayudar Yoochun.

— ¿Ahora?

— Sí, por qué. ¿Es un momento inadecuado?

— Bueno, estoy… algo ocupado.

— ¿Estás saliendo con alguien?

— Mh, sí. Algo así.

— Oh, si es solo una más de tus aventuras no es problema. Envíale a casa y ven a la clínica.

— No papá. No es solo una aventura, además no estoy en mi casa.

— ¿Qué? Yoochun…

— Voy a colgar, busca a otro doctor hoy, papá.

— Yoochun, Yoochun…

Park le colgó a su padre. Suspiró y se revolvió el cabello. Tenía la garganta seca, y con un extraño sabor.

— Ah, es debido al semen de Junsu… — Dijo para sí. Y luego buscó el baño para asearse un poco, se lavó la cara e hizo gárgaras con el enjuague bucal ya que no llevó consigo un cepillo de dientes. Aún desnudo, el pelinegro volvió a la habitación, un Junsu perezoso se revolvía entre sábanas desperezándose el sueño… — Buenos días, Junsu.

— Buenos días, Yoochun… — Correspondió con una radiante sonrisa. Feliz de que su amante no se hubiera marchado. En cuanto despertó y sintió vacío el otro lado de su cama lo pensó, pero luego escuchó el correr del agua en el baño del pasillo y se sintió relajado nuevamente… — Qué cruel~

— ¿Ah?

— Desnudo tan temprano, con ese cuerpazo que tienes, Yoochun. Es injusto~ — Kim se cubrió hasta el rostro, como si así pudiera evitar ver al pelinegro en traje de Adán.

— No me digas, ¿ahora te da vergüenza? — Cuestionó mientras se acercaba al lecho de su amante y se colaba debajo de las sábanas.

Las risas peculiares de Junsu comenzaron a sonar en la habitación, Yoochun le hacía cosquillas; luego silenciaron. Park le besaba dulcemente.

— Yo no me he aseado, Chun~

— Entonces ve, ¿quieres que prepare algo mientras?

— No~ eres algo así como mi invitado…

— ¿Invitado? — Park preguntó, enarcando una ceja.

— Bueno… Yoochun ah, ¿qué somos?

— A mí me encantaría que fuéramos novios, a menos que tú no quieras Junsu ah.

El castaño sonrió ampliamente. Luego fue él quien capturó los labios del pelinegro besándole suave y profundamente antes de romper el beso con un suave mordisquito en el labio inferior.

— Sí, eso me encanta también. Voy a ducharme, y ya que somos novios, está bien si te cuelas en mi cocina~ — El castaño se enredó en una sábana y salió corriendo al baño para ducharse.

— Mimado… — Park dijo casi inconscientemente. Sonriendo tan amplio como su novio antes, entonces solo se puso la ropa interior y los jeans, y luego se internó en la cocina.

--//--

Esa tarde, una curiosa reunión se dio en el restaurante de Mokomichi. Han coincidido los seis. Aunque no precisamente como se hubiera esperado. Junsu y Yoochun se habían tenido que separar por la tarde, el padre de su novio le había llamado exigiéndole se presentara a apoyarle con una cirugía. Como no sabía cuánto tiempo iba a tomarle, Park le dijo a Junsu que él le llamaría para reunirse más tarde. Cerca de las nueve de la noche se habían contactado, pero Junsu le dijo que estaba en el restaurante de Hayami con sus amigos ChangMin y Jaejoong, así que decidieron encontrarse ahí. De camino al restaurante, Yoochun y Yunho se habían encontrado, resultaba que al moreno su novio lo había citado en el mismo restaurante. Pero cuando se encontraron en la misma mesa, después de la sorpresa, todos estallaron en risas.

— Esto definitivamente debe ser cosa del destino… — Yoochun dijo, mirando a su novio antes de darle un corto beso, y luego mirando alrededor.

— Deben reconocer que no lo deben a ChangMin y a mí… — Hayami dijo con una risita divertida, altanera.

— ¿Qué tengo que deberles yo a ustedes? — Jaejoong respingó.

— Bueno, ¿no fue ChangMin quien te recomendó esa página en la web para conocer chicos? — Mokomichi señaló. Y el pelioscuro prefirió callarse.

La conversación continuó en aquel camino, pero en realidad solo cinco voces se escuchaban. ChangMin estaba muy ocupado devorando sus platillos. Pero claro, esas, son otras historias.


FIN

2 comentarios:

  1. wooo
    lo recorde despues de leer un poco... lamento no haber comentado... me descuide...
    adoro leerlo de nuevo...
    matta ne... <3

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