Título: OH BABY I'M BURNING UP
Autora: Felina
Pareja: YooSu (YunJae
& HayaMin implícito)
Género: Romance
Advertencia: Lemon/NC-18
Oneshot
Basado en Red hot Kinda Love by Christina Aguilera
Oh Baby I'm Burning Up
~~YooSu
ver.~~
Fijemos la fecha
Para hacer esto otra vez
Y estaré ahí,
Solo dime dónde.
Pierdo la cabeza,
Me siento de quince otra
vez,
No voy a mentir
Chico, estoy ardiendo
Kim
Junsu tiene 29 de edad, y una vida bastante equilibrada. Buen trabajo, tiene su
propio departamento en una de las zonas más acomodadas de la capital, se le
considera uno de los solteros más codiciados en su localidad y, cual cereza del
pastel, posee un talento natural para el canto y el baile. Honestamente que la
figura de su cuerpo es una de las razones por las que posee tal popularidad en
su soltería. Mujeres y hombres por igual han intentado seducirlo pero él, bueno
él es de esos hombres que se dan a desear y bastante selectivos cuando se trata
de pasarla con alguien.
—
Junsu ah~ eres un buen amigo, ¿cierto, cierto?
—
Jaejoong hyung, cuando me hablas con ese tono sé que algo quieres de mí. Solo
dime lo que es.
—
El idiota de Hayami quiere que vaya a una cita a ciegas con un amigo suyo.
—
¿Cita a ciegas?
—
Sí~ pero tú sabes, cómo voy a ir a una cita si ya tengo a mi Yunnie~
—
¿Quién?
—
Yunho. ¡Junsu, te hablé de él desde hace semanas!
—
Ah, sí. Espera, ya recuerdo. El tipo que conoces por internet pero con quien no
te has reunido personalmente.
—
Sí~ por eso, no puedo ir a esa cita a ciegas. Entonces, ¿irías por mí?
—
¡Qué! No, no, no. Jaejoong hyung, no puedo.
—
¿Por qué no? Ya consulté tu agenda con tu secretaria y no tienes nada qué hacer
ese día. Tampoco estás saliendo con alguien en estos momentos, por lo que ir no
representa ningún problema.
—
¿Qué hay de mi deseo de ir o no, hyung? — Preguntó alzando finamente una ceja.
Pero cuando su amigo de cabellos oscuros imitó el gesto, él se sintió un poco
derrotado cuando Jaejoong agregó esa postura con las manos en la cadera que, de
alguna manera, conseguía doblegarle la voluntad… — ¿Quién es la chica?
—
Junsu ah, creo que no me escuchaste por principio de cuentas. Obviamente es un
chico, no una chica. ¿Cómo crees que Hayami concertaría una cita para mí con
una chica? Él, como tú, sabe perfectamente bien que soy gay.
—
Cierto, y está tan convencido como yo de que esa supuesta relación tuya a distancia
no puede prosperar si no comienzan a dar otros pasos, como verse en persona por
ejemplo.
—
Confío en mi Yunho, así que no trates de cambiar el tema y toma aquí… — El
chico de cabellos oscuros dejó un papel contra la palma de la mano de su amigo…
— No llegues tarde~
Y
sin darle tiempo a más nada que parpadear y mirarle perderse por la puerta de
su oficina, el codiciado soltero Kim Junsu se quedó mirando fijo a la nada.
—
Así que, tengo una cita… — Admitió soltando un suspiro, luego miró la nota en
el papel que su amigo le diera y suspiró de nuevo… — ¿Tenía que ser en el
restaurante de Hayami? — Gimoteó alzando
los labios en trompetilla, formando así un gracioso puchero que, pese a su edad
y la popularidad de chico sexy que poseía, lucía simplemente bien en él,
realzando cierta aura angelical que terminaba por conquistar más corazones,
particularmente masculinos.
El
resto de la semana transcurrió particularmente veloz para gusto de Junsu, que
seguía inquieto por la supuesta cita a ciegas a la que debía ir en lugar de
Jaejoong. El gran día era hoy, y él todavía estaba rehuyendo de la situación,
esperando tener tanto trabajo que tuviera que cancelar de último momento con una
disculpa de por medio que entregar a través del mismo Hayami. Pero, para suerte
suya –mala, si le preguntan a él–, el
trabajo terminó temprano, y él no tuvo modo de zafarse cuando Jaejoong en
persona fue por él a su trabajo para acompañarle a “arreglarse sutilmente”, en palabras del pelioscuro.
—
Jaejoong hyung, puedo elegir mi vestimenta por mí mismo, no es necesario que me
acompañes hasta mi casa.
—
Te conozco, Junsu ah. Y hasta que no te vea salir de tu departamento rumbo a la
cita, no voy a despegarme de ti.
—
¿Ah? ¿Por qué~?
—
Porque como te pierda de vista, terminarás huyendo de alguna manera.
Conociéndote, lo más seguro es que llames a JunHo y te cueles en su casa para
molestarle con esos videojuegos de soccer que últimamente juegas tanto.
—
No hay necesidad de decir que molesto a mi hermano… — Murmuró, arrugando
lindamente el ceño.
Entonces
la tarde fue algo más tediosa de lo que Junsu hubiera querido, y es que su
amigo Jaejoong podía ser un auténtico dolor de cabeza cuando se trataba de moda
y la vestimenta adecuada para una cita, dependiendo del impacto que se deseara
tener en la otra persona. Después de un par de horas probándose todas las
combinaciones posibles y aceptables según indicaciones del pelioscuro, Junsu
finalmente estaba listo para salir.
—
¡Seguro lo enamoras, Junsu ah!
—
¿Cómo va a enamorarse de mí un tipo que apenas va a conocerme, hyung?
—
Pero estás tan guapo~
—
Sí, la verdad que te luciste. Pero, aún así, en dado caso lo único que haría
sería seducir al sujeto en cuestión, y lo único que él querría es correrme
mano. Eso no es amor, es pensar con el cuerpo, específicamente con lo que le
cuelga entre las piernas.
—
¡Vaya! ¿Hace cuánto no te enamoras, Junsu?
—
¿Qué?
—
Bueno, por como has hablado tengo la impresión, y juraría que acertada, de que
tu última relación romántica fue muy mal porque a tu pareja lo único que le
interesaba era tu cuerpo, mientras que tú habías puesto también el corazón en
ello.
—
No hablemos de cosas deprimentes, hyung. Iré a esa cita a ciegas solo para no
hacer quedar en mal a Hayami, pero después de hoy no me pidas un favor igual en
adelante.
—
O, no lo haré. ¡Tengo una corazonada positiva de todo esto!
—
La última vez que dijiste eso fue hace un par de meses, cuando conociste a
Yunho en la web.
—
Y ha sido una hermosa corazonada porque Yunho y yo nos amamos~
—
Sí, sí. Me voy.
—
Vamos, vamos.
—
¿Vas a venir conmigo?
—
Solo quiero que me acerques a mi casa, te queda de camino.
—
Está bien, pero no quiero verte merodear por el restaurante de Hayami, o
pensaré que esto es alguna clase de complot entre ustedes y me has dicho
algunas mentiras blancas.
—
¿Alguna vez te he mentido?
—
No, y espero que siga así, hyung.
—
Que sí, que sí.
Después
de dejar a Jaejoong en una estación del tren, Junsu siguió su camino algunos
minutos más hasta el restaurante Moko´s Seoul, negocio de su amigo Mokomichi
Hayami, un apuesto chef japonés que había llegado a la capital surcoreana en
sus años de universidad, y que ahora era de sus mejores amigos, junto a
Jaejoong y ChangMin. Éste último, actual novio del japonés, aunque hubiese casi
cinco años de diferencia entre sus edades.
—
¡Junsu ah! Qué sorpresa verte en mi local, ¿vienes con alguien?
—
Pues, sí, Hayami. Vengo, con la supuesta cita de Jaejoong hyung.
—
¿Qué? Pero, ¿y Jaejoong?
—
Zafándose.
—
¡Sabía que haría eso! Aunque no pensé que te encasquetara a ti su cita a
ciegas.
—
Y, ¿tu amigo ya llegó?
—
Sí, tanto tú como él han llegado realmente temprano. Su reunión debía ser hasta
las ocho, y apenas son las 7:30. ¿Jaejoong no te mostró su foto?
—
¿Había una foto?
Mokomichi
sonrió mientras asentía con la cabeza. Luego comenzó a moverse restaurante
adentro, pasando entre las mesas hacia la zona VIP del local, donde Junsu
suponía debía estar esperando su cita a ciegas.
—
No te voy a presentar directamente, dejaré que lo hagas a tu manera.
—
¿Eh?
—
Es la mesa del final, ¡suerte! — Y así sin más, Mokomichi se retiró tras dar
unas palmaditas al hombro de su amigo.
Junsu
aguzó la mirada para ver mejor al sujeto. Pero desde ahí solo podía ver
claramente su rostro, y que honestamente es atractivo. Sin embargo, eso ya se
lo esperaba. A Junsu le interesaba su personalidad. Cuando llegó a la mesa que
su amigo le indicó, simplemente decidió dejar todo a la suerte.
—
Buenas noches, soy Kim…
—
Buenas noches… — El muchacho dijo, interrumpiendo abruptamente la presentación
de Junsu.
En
el acto, su cita a ciegas se había puesto de pie, de modo que así estaban uno
frente al otro mirándose con ese extraño calorcito que parecía subírseles a las
mejillas. Junsu se dio cuenta de que éste chico era un poco más alto que él,
delgado y de cabello negro, tan intenso que no pudo evitar preguntarse si sería
su tono natural o lo teñiría. También notó sus largos dedos, algo toscos por no
decir huesudos. Poseía piel clara, contorno varonil, ojos negros y labios
gruesos, bastante sugestivos, se permitió Junsu el pensamiento. Su cita vestía
casual, jeans oscuros, camiseta a cuadros y una chaqueta oscura que llegaba
hasta sus rodillas y ahora se estaba sacando para dejar en el perchero a lado
de la mesa.
—
Bienvenido, Hayami dijo que su amigo era puntual, pero no pensé que tanto. Ah,
no es una crítica es, un halago.
Junsu
sonrió a las palabras de su cita, todavía observándolo detenidamente mientras
tomaba asiento, olvidando por completo que no le ha aclarado que él no es
precisamente quien el muchacho podría estar esperando.
—
Pero, si Jaejoong supuestamente tenía una
foto de él, ¿no tendría este chico una de mi hyung también?
—
Soy Park Yoochun, tú eres Kim Jaejoong, ¿cierto?
—
Eh… no. No soy Jaejoong.
—
¿No? Hayami dijo…
—
La verdad es que soy amigo de Jaejoong. Él, recientemente se hizo un novio así
que no podía presentarse a esta cita, por lo que me pidió venir en su lugar.
—
Oh. Ya, veo.
Junsu
pensó que ver la decepción en el de cabellos negros le decepcionaba también.
Quizá, le molestaba un poco. No ha sido su idea complicar esto, o tomar el lugar de Jaejoong.
—
No te molestes en pedir, voy a retirarme pronto.
—
¿Irte?
—
Sí, ya que no soy quien esperabas…
—
Podría decirse que es solo cuestión de nombre, ¿no? De cualquier forma tampoco
conocía a tu amigo Jaejoong. Me tomó un poco por sorpresa solamente. Supongo
que venía pensando una cosa, y resultó otra. Me disculpo si te incomodé.
—
N-no te disculpes. Debimos decirte antes, o algo.
—
Está bien. Es como si hubiésemos estado destinados a conocernos, ¿no crees? Y,
cómo te llamas.
—
Junsu, Kim Junsu… — Respondió, aunque antes hubiera querido decirle que nada
tiene que ver el destino en todo esto… — ¿De dónde conoces a Hayami?
—
Por ChangMin.
—
¿ChangMin? ¿Eres de su, edad?
—
No, para nada es por eso… — Dijo, riendo ligeramente… — Soy doctor, traté a
ChangMin por una apendicitis hace tres años. Después, simplemente nos hicimos
amigos.
—
ChangMin y Hayami nunca te habían mencionado antes.
—
Supongo que es porque no me consideran amigo íntimo, solo, ¿amigo a secas?
Junsu
rió bajito cuando lo escuchó. Y de pronto se sentía más cómodo. Yoochun rió
junto a su cita, notando que el corazón le latía más rápido solo de escuchar la
peculiar risa del muchacho. Y solo entonces le prestó realmente atención, al
castaño claro de su cabello claramente teñido, al tono chocolate de sus ojos
con la curiosa forma de gota, a las pestañas largas y las cejas tupidas
perfectamente peinadas, a la boca sensual de gruesos labios rosados, a la línea
de su clavícula sobresaliendo por los botones desabrochados de su camiseta
blanca. Recordó también el resto de su silueta de cuando le vio llegar, los
jeans blancos ajustados a su figura, de pronto tragó hondo sintiéndose
acalorado. Sus ojos se han paseado descaradamente por el rostro y torso de su
acompañante y se ha percatado de su pulso acelerado. Se siente atraído por este
chico.
—
¿Terminaste de escanearme?
—
Lo siento, he sido irrespetuoso.
—
Está bien, no eres el primer hombre que me mira de esa manera.
—
¿De esta manera? ¿Cómo te estaba mirando, Junsu ah?
—
Pues… así… como, si quisieras algo de mí… — El castaño dijo, arrepentido de la
vergüenza que seguramente le ha subido a las mejillas.
Podía
estar medianamente acostumbrado a las miradas lascivas de propios y extraños,
algunas veces se molestaba, otras le daba ganas de golpear a quien le miraba y
otras, como esta, simplemente se avergonzaba.
—
No soy alguien que gusta de mentir o disfrazar sus palabras o sus intenciones.
Te lo diré honestamente, eres un chico caliente,
si me entiendes. Así que sí, probablemente te estaba mirando como si quisiera algo de ti, pero no me malinterpretes,
no estoy aquí con otra intención más que conocerte. Y si me permites el
atrevimiento, eres extremadamente apuesto, y despides un aura sexy.
El
castaño se sonrojó profusamente, maldijo en pensamientos por ello y tomó un
sorbo de la copa de agua que le acercaron en cuanto llegó. De pronto tomó
conciencia de que el mesero no había vuelto a la mesa, miró disimuladamente
alrededor y se topó con la sonrisa divertida de Mokomichi detrás de la barra
del bar.
—
Gracias, por el cumplido.
—
Solo he dicho la verdad.
—
Tú, también eres atractivo, y creo que seductor.
—
¿Oh, sí? ¿Crees que soy seductor?
—
Podría asegurarlo.
—
¿Por qué?
—
Por cómo estás interactuando conmigo.
—
Oh, qué observador.
—
¿En qué clínica trabajas?
—
Al sur de la ciudad, es privada.
—
¿Pertenece a tu familia?
—
Sí, ¿cómo supiste?
—
Luces muy seguro de ti, usas ropa de marca y, estaba recordando, ChangMin se
trató de su apendicitis en una privada porque estaba cerca de la universidad y
fue cirugía de urgencia.
—
Correcto. ¿Y tú?
—
Trabajo en un negocio de familia, la cadena hotelera Toscana.
—
¿En verdad? ¡Vaya, estuve en el Hotel Toscana en Jeju en primavera! Simplemente
espectacular todo, tengo pensado volver antes de que termine el verano.
—
Es bueno conocer la opinión de nuestros visitantes.
—
¿Deberíamos ir juntos?
—
¿Eh?
—
Sí, eso fue atrevido de mi parte. Pero no estoy bromeando, creo que la
pasaríamos bien juntos.
—
¿Está bien para ti hacer una propuesta de esa naturaleza cuando apenas nos
hemos encontrado?
—
Sí, porque estoy seguro de que nos reuniremos en otras ocasiones a partir de
ahora. incluso, podríamos salir.
Junsu
se rio de buena gana. Le parecía una locura que Yoochun pensara de esa manera.
Así que eludieron el tema y continuaron conversando de otras cosas mientras
pedían la cena y probaban los deliciosos platillos que, seguro, Hayami ha
preparado personalmente.
—
¿Te gustaría ir a beber a otro lugar?
—
¿Qué? ¿Quieres evitar la mirada de Hayami? — Junsu preguntó con aire divertido.
—
No he dejado de sentir que nos observa de tanto en tanto, creo que está
preocupado por ti.
—
¿Por mí? O, así que eres un Casanova, eh.
—
Bueno, no soy una blanca palomita, lo confieso. Y cuanto más te miro más me
siento como un pecador.
—
Eres coqueto, y sabes de tu encanto, ¿verdad Yoochun?
—
¿Está siendo fructífero?
—
Define eso.
—
Irías conmigo a otro lugar saliendo de aquí.
Junsu
se sonrojó, sonrió y bebió de su vino tinto, lamiéndose sensual y sutilmente el
labio superior. Miró a Yoochun y ladeando el rostro asintió.
—
Llévame a bailar, Yoochun ah… — Solicitó, con un gesto tan sensual que el
pelinegro sintió un pinchazo en el bajo vientre.
Y
honestamente se extrañaba, porque si bien era un Casanova, no se excitaba tan
fácilmente con un chico por el mero hecho de ser guapo o saber coquetear. Junsu
tenía algo más, una candidez que atrapaba sin esfuerzo alguno.
Tras
pagar la cuenta y despedirse de Hayami, Junsu y Yoochun salieron rumbo a un
antro a unas cuantas calles más allá. Cuando se internaron en el local, las
miradas cayeron en ellos de inmediato, claramente llamaron la atención. Las
chicas, atrevidas por naturaleza, no dudaron en acercarse e intentar formar
parte del dúo, pero –para sorpresa del castaño–, el pelinegro las rechazaba
sutil pero directamente.
—
Lo sentimos chicas, pero esta noche somos solo él y yo.
Junsu
sonrió, de alguna manera complacido con la actitud de Yoochun, y pronto le jaló
pista adentro atraído por la música que sonaba con pegajoso ritmo. El pelinegro
corroboró sus palabras de antes, esto debía ser cosa del destino, de otra
manera no podría entender cómo es que hasta entonces no había conocido al
castaño cuando desbordaba sensualidad por cada poro de su piel.
—
Este chico se transforma cuando comienza
a bailar… — El pelinegro pensó.
Y
es que Junsu parecía ajeno a absolutamente todo a su alrededor, era como si
simplemente se dejase envolver por la música y mover el cuerpo con sus variados
ritmos. Lo que es más, conoce bien la amplitud de sus movimientos y la
elasticidad de su cuerpo, ejecuta movimientos que le parecen propios de alguien
que estudió danza o se crió en los barrios bajos de la capital. Yoochun
apostaba por lo primero.
—
Oh mierda, nunca vi a un hombre mover las
caderas de esa manera. Pensé que su trasero era una ilusión óptica por su ropa,
pero veo que no. Junsu tiene un cuerpazo divino, no puedo evitar pensar en lo
placentero que será el sexo con él. Cálmate Park Yoochun, cálmate. No pienses
en Junsu como un simple acostón.
—
¿Bailamos, guapo?
No,
no ha sido una chica la que se ha acercado a insinuarse al castaño; sino un
tipo bastante carita que de todas formas se ha tomado demasiada confianza para
acercarse a Kim abrazándole la cintura. Park tensó los puños –y de paso se riñó
mentalmente por no estar más cerca de su acompañante–, y estuvo a punto de
mandar al carajo al susodicho cuando el propio castaño se le adelantó.
—
¿No ves que vengo acompañado? — Junsu dijo con tono suave, pestañeando
lindamente. Pero al mismo tiempo su mano se había movido hacia atrás, atrapando
la entrepierna del atrevido y presionando hasta dejarle sin aliento… — Soy un
chico, pero aún así merezco respeto. Para que lo pienses la próxima vez que
decidas abordar a quien sea, idiota… — Luego le soltó, y el tipo le lanzó una
mirada rencorosa antes de dar media vuelta y perderse entre la multitud, nadie
se había dado cuenta de nada, salvo ellos tres.
—
¡Wow! Tendré mucho cuidado de no incomodarte. Esa maniobra estuvo genial, yo
iba a darle un puñetazo, por confianzudo.
El
castaño se rió quedito, luego fue él mismo quien –retomando el ritmo de la
música, algo más sensual ahora– se acercó al pelinegro, rozando su pelvis
contra la ajena mientras hacía movimientos oscilatorios y anclaba su mirada a
la del otro.
—
Eso habría causado revuelo, no me apetece tener más atención de la que ya
atraemos. Además, ¿no ibas a llevarme a otro lugar después de nuestra cita?
¡Al
carajo? Si Park había intentado tener autocontrol, Kim lo había mandado por un
caño con tremenda insinuación.
—
No está borracho, ¿verdad? Bueno, tomamos
vino tinto en el restaurante, pero no creo que tenga tan poca tolerancia al
alcohol. Y aquí no hemos tomado nada, prácticamente me arrastró aquí en cuanto
llegamos.
—
¿Yoochun?
—
¿Estás seguro? Quiero decir, si vamos a otra parte, haremos eso.
—
¿Estás hablando de sexo, Mister Park?
El
pelinegro maldijo entre dientes, de alguna manera se sintió como un tonto,
pretendiendo ser suave con el
castaño. Bien, ya no le tendría ni pizca de consideración en adelante.
—
Sí, estoy hablando de sexo. Créeme, una vez que caigas en mis redes no te
dejaré ir, te haré gritar de placer… — Dijo, susurrando con su voz más
seductora al oído del castaño. Por supuesto, le sintió estremecerse contra su
cuerpo.
—
Más vale que cumplas tu amenaza… — El
castaño dijo, aceptando las insinuaciones sexuales de su acompañante.
Ciertamente
estaban yendo rápido pero ¡a quién le
importa! Esto era química, atracción. Destino.
Yoochun
rodeó la cintura de Junsu, presionando la espalda baja para pegarle más a su
cuerpo. El resultado fue la unión de sus pelvis, el roce directo de sus
entrepiernas, descubrir que ambos estaban excitados de la misma manera. Y que
el calor que sentían era más que producto del ambiente. Sin soltarse la mirada,
ambos continuaron bailando unos momentos más, friccionándose entre sí
deliberadamente, jadeando caliente. Luego ambos se miraron con otra intención,
besarse. La mirada de ambos iba de sus labios a los ojos del otro, como
pidiendo permiso, o seduciéndose quizá, retándose para ver quién cedería
primero a la necesidad de mayor intimidad. Sus bocas actuaron entonces como
imanes, atrayéndose mutuamente, sus rostros se acercaron, rozando sus labios
pero antes de que el contacto pudiera consumarse con un beso, unas chicas
chocaron contra ellos distrayéndolos, rompiendo la burbuja en que se habían
encerrado.
—
¿Salimos?
—
Sí.
Junsu
dejó que Yoochun le tomara la mano y tirara de él fuera del antro. Siguieron
directo el camino hasta el parking del local, y cuando estaban por subir al
auto del pelinegro, el móvil de éste comenzó a sonar. Era de la clínica.
—
¡Maldición!
—
¿Tienes que irte?
—
Es, una emergencia. Lo siento.
—
Está bien. Podríamos, salir después. Si quieres.
—
Claro que sí. Préstame tu móvil.
El
castaño extendió su móvil al pelinegro, le vio teclear un número y supo al
instante que se estaba marcando a sí mismo pues el móvil de Yoochun volvió a
vibrar con un número desconocido.
—
Ahora tenemos el número del otro, te llamaré en cuanto me desocupe, ¿está bien?
—
Sí.
—
Sube, te llevo a tu casa.
—
No, tienes que darte prisa para la clínica, ¿no?
—
Ng, sí. ¿Te acerco a algún lado?
—
Estaré bien, voy a volver al restaurante de Hayami.
—
Te dejo de paso.
—
¿Eh?
—
Vamos, me sentiré más cómodo si te dejo personalmente ahí.
—
¿Qué? ¿Te preocupas por mí?
—
Cualquier imbécil como el de hace rato podría cruzarse en tu camino.
Junsu
se rio de buena gana, y subió al auto de Yoochun. Pensó que era una lástima que
no pudieran ir a alguna parte juntos, pero también esperó que lo contactara
como prometió, en cuanto se desocupara.
Park
le dejó fuera del restaurante de Mokomichi, se despidieron con un simple “hasta
luego”, aunque ambos seguían deseando un beso ¡que hasta les hormigueaba la sensación
en los labios! Y cuando el pelinegro se alejó por la avenida, el castaño se
sorprendió al darse cuenta de que incluso había levantado la mano para
despedirse. Suspiró y entró al local de su amigo.
—
¡Me siento como un colegial enamorado!
—
¿Qué estás haciendo aquí, Junsu?
—
Ah, ChangMin, estás aquí.
—
Obviamente, porque ya salí de la universidad. Pero tú, Hayami me dijo que
habías salido con Yoochun.
—
Pues sí, pero ahora él tuvo que irse a atender una emergencia en la clínica.
—
¿En serio saliste con Yoochun?
—
Sí, por qué, ¿está mal?
—
Pues, no. Me extraña nada más.
—
¿Por qué?
—
Porque nunca pensé que ustedes se llevaran bien. Quiero decir, ambos son tan
populares.
—
Eso no me suena precisamente a una razón, ChangMin ah~
—
Deja de sonreír como idiota, Junsu.
—
No me tienes nada de respeto~ y soy tu hyung~
—
Oh, nimiedades. Y deja de picotear mi comida.
—
Qué tacaño~ solo estoy tomando unas papas.
—
Sigue siendo mi comida, y no te ofrecí.
—
¿Pelea de hermanitos?
—
Cállate, baka.
—
Yoochun me mandó un texto…
— Dejé
a Junsu en tu restaurante, mantén un ojo en él, tiene imán para los
pervertidos.
—
Es un poco celoso~
—
Actúan como si estuvieran saliendo.
—
ChangMin ah, no te quejes del par de tórtolos.
El
menor gruñó, mordió otra de sus papitas y luego le preguntó a su novio sobre su
cena.
…
Cuando
Junsu se metió a su cama, seguía sonriendo bobamente, pensando en la cita con
Yoochun, y en el beso frustrado del antro.
—
Debí besarlo cuando me dejó con Hayami…
— Dijo para sí, tocándose los labios. De alguna manera, los sentía resecos.
Luego
el tono de su móvil le distrajo. Lo tomó de la mesita de noche y se quedó un
momento mirando el número. Luego recordó que no había guardado el de Park y una
sonrisa se ensanchó en sus labios. Atendió sin pensarlo.
— ¿Te desperté?
—
No, recién tomé la ducha y me disponía a dormir.
— Oh, ¿estás en pijama? ¿Secaste
apropiadamente tu cabello?
—
Sí, para ambas preguntas~
— Son casi las tres, realmente creí que
estarías dormido.
—
Es que estuve con Hayami y ChangMin hasta que cerró el restaurante. Así que.
¿Terminó bien tu emergencia?
— Sí, era una cirugía programada, pero
el doctor encargado se había reportado enfermo, así que me pidieron cubrir sus
cirugías. No era nada grave.
—
Oh, menos mal.
— Tendré que quedarme todavía mañana
aquí, para cubrir mi rol. Pero, ¿podríamos vernos el día después?
—
Sí, está bien.
— ¿Vas a dormir ya?
—
¿Tienes que irte a trabajar ya?
Ambos
rieron, obviamente ambos querían seguir conversando. Lo malo, también ambos se sentían un poco excitados. Habían aplazado
el deseo esa noche, era más que evidente que la atracción era física también.
— Te molestaría si te dijera que me
siento caliente por ti.
—
No, porque, me siento de la misma manera.
— ¿Alguna vez has intentado, el sexo
telefónico?
—
¿Tú sí?
— Solo he tenido la fantasía cuando era
adolescente. Cuando me sentía atraído por estrellas de la tv.
—
Qué pervertido~
— Oh vamos, también debiste tener
fantasías parecidas.
—
B-bueno, sí. Pero no era sexo telefónico.
— ¿No? ¿Qué era?
—
Yoochun ah, ¿por qué te escucho la voz alterada? ¿Te estás, tocando o algo?
— …
—
¡Yoochun!
— ¿Te molesta?
—
N-no. Pero es vergonzoso.
— Por qué. No es tan diferente del sexo
compartido. Bueno sí, porque el placer no es el mismo, pero es un alicante para
situaciones como esta, cuando no puedo ir y tomarte, y créeme, lo haría si en
veinte minutos no tuviera otra cirugía.
—
Entonces no te excites~
— Pero por teléfono veinte minutos son
suficientes.
—
¡Pervertido~!
— ¿No quieres?
—
Yo, bueno… podría, intentar.
Veinte
minutos más tarde, Junsu estaba desechando los pañuelos en el cesto de basura,
luego se lavó el rostro y sonrió algo más bobo a su reflejo en el espejo. Nunca
se había masturbado mientras escuchaba a su pareja
al otro lado de una línea telefónica. Pero había sido bastante excitante.
Comprobó también que la voz de Yoochun era capaz de provocar orgasmos, porque
tenía que admitir que de no haber estado escuchándole en el oído todo el
tiempo, no habría sentido tanto placer por cuenta propia.
—
Se sintió demasiado bien~ ahora tengo que esperar que pasen dos días para
vernos de nuevo.
El
castaño chilló entre emocionado y avergonzado. Luego volvió a su cama, y aunque
pensó que no podría dormir, la verdad es que en unos minutos cayó rendido en
los brazos de Morfeo. Hacía mucho tiempo que no dormía tan relajado.
A
varios kilómetros de ahí, el doctor Park Yoochun no solo atendió puntualmente
las cirugías, sino que la pasó de tan buen humor, que las enfermeras se
enamoraron otro poco del apuesto hombre.
…
Al
día siguiente, Jaejoong se ha aparecido nuevamente en la oficina de Junsu en
cuanto salió de su propio trabajo. Es modelo y ocasionalmente diseñador.
—
Supe por Hayami que te fue muy bien en la cita a ciegas.
—
Hayami se ha vuelto todo un entrometido.
—
Oh vamos, actúa así solo con nosotros. Y es porque somos como sus hermanos.
Además, no es lo importante, ¡cuéntamelo todo!
—
No voy a contarte todo, hyung.
—
Significa que algo pasó, ¿verdad?
El
sonrojo de Junsu terminó delatándolo. Jaejoong chilló emocionado.
—
¿Cuándo se verán de nuevo?
—
Mañana en la noche.
—
Recuerda comprar condones.
—
¡Hyung!
—
Sexo seguro, Junsu ah. Sexo seguro.
—
Espera, ahora que te presto atención… — El castaño miró detenidamente a su
amigo. Había algo diferente en el
pelioscuro, y no era solo que de pronto estaba más guapo que antes, o que le
brillaran más los ojos y hasta tuviera más tersa la piel… — ¡Tienes un
chupetón! — Exclamó, señalando inconscientemente la clavícula del pelioscuro… —
¡Hyung, conociste a Yunho!
—
Bueno, ayer.
—
¡No podías ir a la cita porque tenías tu propia cita! ¡Por qué no me dijiste!
—
Porque quería asegurarme de que mi corazonada haya estado bien~ Junsu ah, no te
enojes con tu hyung~ — Gimoteó, abrazándose al castaño con aire infantil… — Así
si las cosas no iban bien, al menos no habría tenido que soportar que se
burlaran de mí~
—
Como si hubiéramos sido capaces de algo así.
—
Pero, yo tuve razón ¡Yunho es todo un caballero! Y es guapo, sexy, inteligente.
Lo pasamos tan bien~
—
Se nota… — Dijo con tono acusador.
—
No me riñas como si tú no hubieras hecho nada con Yoochun… — El pelioscuro se
defendió. Y las mejillas de Junsu volvieron a encenderse.
Ahora
no podía sacarse a Yoochun de la cabeza, y casi se sentía eterna la noche de
mañana. No era solo su cuerpo el ansioso, era también su corazón.
—
Es esto, ¿amor a primera vista?
¿Podrías refrescarme?
¡Refréscame!
¡Refréscame ahora!
Sí, sí, sí…
¿Podrías refrescarme?
¡Refréscame!
¡Ya mismo, nene! ¡Hey!
Park
Yoochun es uno de esos hombres que destilan picardía, de aquellos caballeros
que saben cómo hablar, cómo encantar, cómo seducir. Se le conoció por Casanova
durante sus tiempos de universidad, y dado que era conocido su parentesco con
el Director de la Clínica Health&Happiness, muchas chicas iban tras él
únicamente por el interés y su posición social; salir y llegar a comprometerse
con el heredero de un hospital tan popular entre las familias de clase alta,
era la ambición de muchas. A Park no le importaba mucho en realidad, lo único
que le interesaba era divertirse. Aún así, no era como si hubiera tenido sexo
con todas aquellas mujeres con las que salió, aunque naturalmente tampoco es
virgen. Y la popularidad que se ganó se debió principalmente a su buen trato
con las chicas, a la fiesta gratuita de cada salida nocturna que se extendía
casi hasta el amanecer; y por ser lo suficientemente capaz para responder como
debía en cada asignatura de la universidad. De hecho, se había graduado como
uno de los mejores. Hay quienes dicen que lleva la medicina en los genes, pues
pertenece a una familia que por generaciones han estado vinculados a la noble
profesión.
Por
otro lado, al iniciar el trabajo en la clínica, Park también había asumido otro
papel y se mantuvo alejado de las mujeres por mera diversión. Claro, salía de
vez en cuando, pero se enfocaba principalmente a sus pacientes. Por eso es que
de ser un Casanova, había pasado a convertirse en un hombre maduro, serio y aún
más atractivo para las féminas y alguno que otro chico. Un par de doctores y
hasta enfermeros de la clínica, o de congresos a los que asistió, se le
insinuaron en varias ocasiones. Y él estuvo tentado en alguna de ellas con un
chico bastante lindo, pero por
aquellos tiempos fue que conoció a ChangMin y a Hayami. Y su vida había dado un
giro impresionante. Aunque fue hasta tres años después, a sus 30 de edad, que
conociera a este chico que le había cautivado totalmente.
Y
es por eso que está ahí, mirando en su guardarropa el atuendo adecuado para su
cita con el joven castaño y de bonito
trasero.
—
He estado pensando en su trasero desde esa noche. Mierda, tuve que masturbarme
en el trabajo por su culpa. Y la forma en que gemía cuando lo hicimos por teléfono. Esa voz suya me sigue zumbando en los
oídos.
Decidido
a no pensar más en el cuerpazo del castaño, el pelinegro sacó tres opciones de
vestimenta, les tomó foto y se las envió a su mejor amigo. Cuyo nombre es Jung
Yunho, y que últimamente había estado actuando un poquitín extraño, Park
juraría que conoció a alguien pero no ha querido contarle. Su tren de
pensamientos entonces fueron interrumpidos por una llamada, justamente de su
amigo.
— No
sé, el experto en moda eres tú. Para qué me molestas preguntándome acerca de
qué ponerte. ¿Vas a salir?
—
Con un hot guy.
— Deja
de intentar hacerte el cool conmigo. Además, si fuera un chico caliente como
dices, te pondrías algo más casual, fácil de quitarte. ¿No decías eso antes, en
la universidad?
—
Ok, ok. Este chico además de ser endemoniadamente sexy, tiene algo más que me
encanta. Lo conocí apenas hace unos cuantos días, pero no he podido sacármelo
de la cabeza.
— ¡Qué!
¿No me digas que te enamoraste?
—
Bueno, qué habría de extraordinario en eso. Incluso si tú lo hubieras conocido
probablemente te enamorabas. Ah, soy afortunado de haberlo conocido antes.
Además, le gusto.
— Ah,
vas a comenzar a ser presumido. Pues para que lo sepas, tus gustos y los míos
no son iguales.
—
Yunho, ¿te gustan los hombres?
— ¡Mierda!
— Se escuchó al otro lado del teléfono, aunque más había parecido un
reclamo interno que se le había escapado a Jung mientras hablaban.
—
¡En serio! ¿Cómo es que nunca me dijiste? ¡Espera! ¿No me veías con dobles
intenciones, verdad? — Dijo, y fingió un escalofrío desagradable al
mencionarlo.
— No
tengo malos gustos, gracias.
—
¡Pero si soy un partidazo! Todos se mueren por mí.
— No
me incluyas. En verdad que nunca me sentí atraído por ti de esa manera. Y
créeme, he sabido que soy gay desde la adolescencia.
—
¿Y por qué nunca me dijiste?
— Pues
no se presentó nunca la necesidad. Tuve un par de novios antes, pero no tenía
nada qué ver mi amistad contigo y mis relaciones, así que simplemente lo omití.
—
Yunho, eso es no tenerme confianza hombre.
— Vivirás
con eso. Como sea, si el chico te gusta, y tú le gustas a él, intentar
impresionarlo no te va a servir de mucho. Solo sé tú mismo. No espera, no tanto
o te lo llevarás a la cama en la primera oportunidad…
—
De hecho casi llegamos ahí la vez
anterior… — Pensó el pelinegro mientras su amigo seguía hablando.
— …Y
eso tal vez no sea cool, pensará que solo quieres “tirártelo”.
—
Oh, me aseguraré de hacerle saber que incluso si tenemos sexo, no es que solo
quiera eso con él. Así que, deja de alargar la conversación que se me hace
tarde, cuál me pongo.
— Jódete,
Park… — Jung dijo, y ambos rieron en tanto daban por terminada la llamada.
El
pelinegro lo sabía, no tenía que impresionar a Junsu, solo ser él. Así que un
atuendo casual, jeans y chaleco gris oscuro, y una camisa blanca de la que
remangó las mangas hasta el antebrazo dándose un aire más relajado. Calzado
cómodo y pulcro, y sus cabellos azabaches peinados sin ningún fijador, más al
natural. Se le veía bastante guapo, y cuando la hora llegó, se encaminó rumbo a
su segunda cita con Kim Junsu.
…
Cuando
Park llegó al restaurante donde habían quedado, se sintió feliz de que el
castaño no estuviese aún ahí, hubiera sido poco caballeroso que fuera él el
segundo en llegar, aunque aún faltaban veinte minutos para la hora.
—
¿Tiene reservación, señor?
—
Ah, sí. Park Yoochun.
—
Aquí está. Le acompaño a su mesa, por aquí.
Seguir
al hombre de recepción y pedir un poco de vino mientras espera, leer la carta e
ir pensando en lo que sería perfecto para la cena. Diez minutos después su cita
llegó. Junsu parecía un ángel a ojos del pelinegro, aunque hoy vestía de negro,
jeans y una sencilla polera en conjunto con una chaqueta color hueso con
algunos acabados en el mismo tono oscuro. Se le veía tan guapo que el pelinegro
ni siquiera lo pensó, simplemente le dio un beso corto en los labios cuando le
acompañó en la mesa. El hombre que acompañó al castaño hasta ahí pareció
impactado por el repentino gesto tan romántico
entre los dos, incluso tartamudeó cuando se presentó antes de retirarse para
darles tiempo de revisar la carta.
—
Creo que traumamos al pobre hombre, Yoochun ah… — Dijo, ligeramente
avergonzado, mirando la carta antes que los profundos ojos negros de su
compañero.
—
¿Sí? Bueno, no pude evitarlo. Estás muy guapo, Junsu ah.
—
Gracias, pero no es justo, tú estás más guapo que yo~
El
pelinegro sonrió. Obviamente que no era así.
—
¿Por qué no lo dejamos en un empate? Park propuso sonriendo pícaro, alzando su
copa y esperando la respuesta del castaño.
Kim
lo observó unos instantes, apenas los segundos necesarios para sentir que era
absorbido por un mundo de posibilidades en las cuencas ónix de su acompañante.
Luego tomó su propia copa y el tintineo del cristal sonó al segundo cuando
chocaron sus copas mientras el castaño asentía por respuesta.
La
cena llegó poco después, y la charla se volvió considerablemente amena. Se
conocieron un poco más, sobre todo en el sentido profesional, se contaron
algunas experiencias cómicas en sus respectivos trabajos y así, el tiempo de
estar ahí terminó con una última copa de vino que tomaron tranquilamente, entre
sonrisas y miradas que decían lo que no las palabras del momento. Tras pedir la
cuenta y pagar, Park y Kim salieron del restaurante cerca de las diez, era
temprano para marcharse, ambos creían eso. Que tal vez sería bueno continuar la
salida en un bar o un antro, pero… oh sí, había un “pero”, y era sencillo saber
cuál era. Sus cuerpos no podían contenerse más.
—
¿Quieres venir a mi departamento? — El castaño propuso de pronto, apenas
después de caminar un poco por las calles céntricas y admirar las luces de los
principales locales de entretenimiento en aquella zona de la ciudad.
—
Me encantará ir, Junsu ah… — El pelinegro respondió sin titubeo alguno.
Realmente había estado esperando la oportunidad de ser él quien lo invitara,
pero ya que el castaño lo ha mencionado, él no tiene motivos para negarse.
—
Tomemos un taxi entonces.
—
¿Taxi? Vine en auto. Está por allá, vamos.
Si
bien era la segunda cita, ¡segunda!, ambos tenían más que clara esta atracción
sexual que los excitaba al reunirse, además ninguno había dejado de tener
presente la experiencia de un par de noches atrás, cuando tuvieron sexo
telefónico, por lo que excitarse al estar a solas era casi una reacción natural.
Si bien la otra ocasión se habían contenido del sexo piel a piel, había sido
únicamente porque la situación en sí no se prestó –si en su trabajo Park no
hubiera sido requerido urgentemente–, pero esta noche nada podía interponerse.
Ambos lo deseaban, y lo tenían claro porque el momento justo en que Junsu
invitó a Yoochun a su departamento, ambos supieron que habían perdido
totalmente la compostura o cualquier rastro de autocontrol; además, en el
trayecto de ida se habían coqueteado deliberadamente. ¡Park hasta se aparcó en
una avenida para besarle apasionadamente! Eso, y Kim no había dudado en
acariciarle el muslo, acercarse a la ingle y rozar delicadamente sus dedos por
la nuca del peliazabache.
Estaban
calentándose demasiado, casi a punto de
no retorno, y ciertamente ninguno estaba haciendo el mínimo esfuerzo por
detenerse en aquel instante. Las cosas se les estaban yendo de las manos.
Importando poco que se hubiesen aparcado en una calle regularmente transitada,
Junsu fue quien llevó a más la situación pues su ágil mano estaba ya dentro de
los pantalones de Yoochun tocándole directamente la entrepierna.
—
¡Nghh! Junsu ngh.
Park
rompió el beso cuando la mano del castaño presionó sus genitales y subió
después por el tronco comenzando así un delicioso bombeo que le estaba
estremeciendo placenteramente. La mano izquierda del pelinegro se asió al
volante con fuerza cuando la mano del castaño se movió de alguna manera
diferente en su falo, haciéndole sentir algo más caliente y casi asfixiado en
placer, además, la lengua de Kim estaba en su cuello lamiendo sigilosa por toda
su piel. El pelinegro no estaba acostumbrado
a ser atacado, generalmente realizaba
el primer movimiento, pero hasta ahora el castaño le iba tomando la delantera.
Y no es que se quejara precisamente.
Luego
de un momento a otro, Junsu descendió directamente a la pelvis de Yoochun, el
anillo que formó con sus dedos presionó la base del tronco mientras su boca le
tomaba lentamente dentro, deslizando su lengua a lo largo. El pelinegro gimió
más ronco e inconscientemente agitó su cadera hacia arriba buscando más
contacto con aquella húmeda cavidad caliente. El castaño subió y bajó
lentamente en varias ocasiones, saboreando el pene de su amante, disfrutando esa sensación de control y poder sobre el otro.
Enredó su lengua en la cabeza fálica, besó, lamió y succionó exclusivamente
aquella zona por minutos, tiempo en el que escuchó los gemidos del pelinegro
variar, notó así que parecía gustarle cuando succionaba pues eran más roncos y
además era cuando presionaba su mano contra su cabeza tensando los músculos de
todo su cuerpo. Un poco después Junsu retomó el bombeo a lo largo del tronco,
acompañando los movimientos de su boca con los de su mano, el sonido de las
succiones casi parecían hacer eco en los oídos de Yoochun, que temía que no iba
a aguantar demasiado. Y estaba en lo correcto, el castaño lo sabía porque el
pene del pelinegro comenzaba a exudar el líquido preseminal.
—
¡Mgh, Su! ¡Oh dios, tan bueno!
Junsu
tuvo el pensamiento de alargar el momento, pero de pronto algo de cordura
golpeó su mente y recordó dónde estaban. Aparcados en un costado de la avenida,
con autos todavía pasando de vez en cuando por ahí pues ha escuchado algunos.
Tendrían suerte si no pasaba alguna patrulla de tránsito a esa hora dando su
rol. Pero, aunque resultaba excitante, el castaño no quería problemas por actos inmorales en vía pública, por lo
que la idea de jugar un poco más con Yoochun tuvo que ser descartado. En
cambio, aceleró un poco las succiones y apenas un par de minutos más tarde, el
semen del pelinegro se derramó en el interior de su boca.
Yoochun
jadeaba extasiado, había tenido el mejor sexo oral de toda su vida. Junsu tragó
el semen del pelinegro y luego sacó un pañuelo desechable de su chaqueta para
limpiar las comisuras de sus labios, se sentó recto en su sitio y sonrió. De
reojo podía ver al pelinegro todavía perdido en placer, con algunas gotas de
sudor en el rostro, los labios entreabiertos jadeando por oxígeno y el pene
flácido liberado aún fuera de sus pantalones. Por supuesto, él ha tenido la maldad de no acomodarle en absoluto las
ropas.
—
Eso fue, ¡wow! — Park señaló, volviendo la mirada hacia el castaño. Y estuvo a
punto de preguntarle con quién había aprendido a hacerlo tan exquisito, pero de
pronto su propio pensamiento le hizo sentir un tanto celoso. Otros han tenido la dicha de sentir el
placer que Junsu puede dar con su boca, con todo su cuerpo.
—
¿Si fue tan genial por qué frunces el ceño? — Kim preguntó, cruzando los brazos
con aire ofendido.
—
Nada. Pensé una tontería, pero… no importa. Tú realmente, realmente me harás
adicto a ti. No espera, creo que ya podría considerarme adicto a ti.
Kim
soltó una risa, estaba halagado, pero también avergonzado. Ninguna de sus
parejas le dijo antes algo así.
—
Mejor abrocha tus pantalones y vamos, esto no puede ser todo lo que haremos,
¿verdad?
Obviamente,
Park arrancó de inmediato.
¡Oh nene, estoy ardiendo!
No pretendía enamorarme de
ti
¡Oh, oh!
¡Oh nene, estoy ardiendo!
Tienes esa clase de amor
candente
Así es, una vez más.
Cuando
entraron al departamento de Kim, se besaron apasionadamente en el recibidor,
sacándose ahí el calzado, el castaño hizo lo mismo con su chaqueta, colgándola
en un perchero a la entrada. También se acariciaron un poco por encima de la
ropa, y luego rompieron la serie de besos con una tanda de más de ellos pero
cortos, dulces a decir verdad.
—
¿Quieres algo de tomar?
—
¿Estás incluido?
Ambos
rieron, no hacían más que coquetear, y lo hacían con la intención. Junsu se
internó en su cocina y sacó unas cervezas. No es que él tomara particularmente,
pero ya que a sus amigos sí les gusta, solía tener en su nevera.
—
¿Cerveza está bien?
—
¿Entonces no estabas incluido?
Park
bromeó mientras tomaba la lata que su anfitrión le ofrecía, Kim sonrió pero no
respondió la insinuación de su invitado. Destapó su lata de cerveza y dio
apenas un pequeño sorbo, haciendo un gracioso gesto de desagrado al sabor, el
pelinegro le vio pero no dijo nada porque, honestamente, hasta así era lindo el
condenado. Después le imitó tomando de su propia cerveza, aunque él lejos de
hacerle gestos desagradables hasta se relamió los labios. Estaba helada, justo
como a él le encantaba tomarse las cervezas después de una agotadora guardia en
la Clínica de su padre. Junsu le invitó a sentarse en la estancia, Yoochun
eligió el sofá más amplio, esperando que el castaño se sentara a su lado y
luego lentamente poder retomar lo que dejaran apenas empezado en su auto.
Sin
embargo, pese al pensamiento de Park, Kim sí que se sentó, pero no en el sofá,
en ninguno de hecho. No, Junsu se sentó en el regazo de Yoochun, sonriendo
provocativamente en tanto se inclinaba dejando su rostro muy cerca del otro. El
pelinegro devolvió la sonrisa, aún tenía su lata de cerveza en la diestra, pero
la otra estaba libre para perderse bajo la polera y tocar la piel del castaño.
Junsu jadeó para él cuando los dedos de Yoochun serpentearon por su columna
vertebral en ascenso hasta sus omóplatos. Mientras que, indispuestas a quedarse
quietas, las manos de Junsu estaban desabotonando el chaleco del pelinegro,
todo sin apartarse la mirada, sin besarse pero sí rozándose sinuosamente los
labios. La temperatura corporal de ambos estaba aumentando cada minuto.
—
No te gusta la cerveza, ¿verdad? — Park dijo dando de inmediato un sorbo,
sonriendo malicioso.
Kim
hizo un mohín caprichoso y un puchero, presentía lo que su amante haría al descubrir su disgusto.
Y no se equivocó. Aún con un poco de cerveza en su boca, el pelinegro sacó su
mano de debajo de la polera y la llevó a la nuca del castaño atrayéndole para
besarle. Un beso con sabor a cerveza nunca le había parecido tan odiosamente
delicioso al castaño, que sentado en el regazo del pelinegro no dudó en
devolverle la jugada frotándose
contra él para encenderle un poco más la libido.
—
Ngh, eres vengativo, Junsu.
—
Y tú muy travieso~ — Dijo sonriendo cual pequeño diablillo haciendo travesuras
con alevosía.
Park
presionó la espalda de Junsu y luego se echó al frente, únicamente lo
suficiente para dejar la lata de cerveza sobre la mesa de centro pues
necesitaba sus dos manos para continuar su deseo de exploración del cuerpo del
castaño. Kim no se opuso, sonrió ligeramente divertido por comprender la
ansiedad de su acompañante, y es que compartía ese deseo.
—
Eres demasiado sexy, Junsu.
—
Y tú seductor. Desde la otra noche, cuando tuvimos ese sexo telefónico, ¿sabías que no dejaría de pensar en ti, verdad?
—
Me acuso de culpable si conseguí mi objetivo.
—
Lo hiciste, Yoochun.
Encontrarse
nuevamente con un beso algo más profundo y húmedo, dejando espacio a sus manos
de explorar y desnudar. Para Yoochun fue más fácil, Junsu solo tuve que alzar
las manos y él tirar de la polera para que abandonase el cuerpo níveo de su amante. Que, sobra decirlo, era
magníficamente perfecto. La piel tersa, ligeramente rosada cual si fuese
virgen, los pezones canela, los pectorales definidos sutilmente, una fina línea
de vello que nacía en su ombligo y sabe, termina más al sur en sus genitales. Park
tragó hondo, saboreando anticipadamente aquella parte de su anatomía aún sin
descubrir.
Kim,
que no quería ser el único exponiéndose ante la mirada lasciva de su amante, deshizo los botones de la
camiseta blanca y tiró de ella a los lados junto con el chaleco. El pelinegro
solo tuvo que echar la espalda al frente un poco para que pudiera sacarla de su
cuerpo, dejando arrugadas las prendas ahí a un lado en el sofá. Park también
poseía una piel exquisitamente lechosa, pezones marrón y pectorales más
definidos, demostrando que tenía la costumbre de ir al gimnasio para mantenerse
así de ejercitado. En él, el vello que nacía en su ombligo era también algo más
oscuro y el caminito recto hacia el
sur un poco más grueso que el del castaño, se le veía más varonil de esa
manera.
—
¿Pantalones afuera? — El pelinegro preguntó pícaro, jugando con el cinto de los
jeans del castaño.
—
¿Apurado? — Preguntó, sonriendo coqueto, casi malicioso.
—
¿Por recorrerte al desnudo? Definitivamente, sí.
—
¿Siempre eres así de honesto?
—
Siempre, Junsu. Siempre.
Yoochun
dijo con seriedad, y devoró una vez más los carnosos labios de Junsu mientras
sus pelvis volvían a encontrarse en aquella postura, chocando una y otra vez al
ritmo de los movimientos sinuosos del castaño, respondiendo con las caricias
calientes del pelinegro.
—
Pantalones fuera… — Gimoteó repentinamente el castaño, apartándose lo necesario
para aquella acción.
Las
prendas fueron sacadas de ambos cuerpos en un santiamén, para entonces ambos
estaban de pie junto al sofá, acariciándose mientras compartían más y más besos
apasionados. Ya únicamente la ropa interior estorbaba
a su propósito.
—
Siéntate, Junsu.
El
pelinegro indicó con la voz más enronquecida que antes. El castaño se sentó en
el sitio que antes ocupara su amante,
y se sorprendió cuando Park se arrodilló en el piso para luego comenzar a
besarle el cuello, la clavícula y el pecho. Su rugosa y caliente lengua dejó
una estela de saliva conforme se movía, y sus gruesos labios succionaron
porciones de piel a su paso, dejando algunas zonas enrojecidas en la clavícula
y bajo uno de sus pezones, esos montecitos completamente endurecidos que le
hicieron temblar cada que Yoochun los lamió, chupó y mordisqueó. Mientras
tanto, las manos del pelinegro no se habían quedado para nada quietas, le ha
acariciado las piernas, los costados, se han colado bajo su cadera
presionándole el trasero antes de volver al frente y pasearse por sus muslos.
Las manos y la boca de Park estaban entorpeciendo los sentidos del castaño. No,
Kim se corrige en pensamiento –en la poca lucidez que le queda a su cerebro–,
los estaba volviendo sensibles a su tacto y cada una de sus atenciones.
Cuando
Park llegó al vientre de Kim, su lengua delineó concienzudamente cada pectoral,
en tanto sus dedos se hicieron del borde de la ropa interior y tiró de ella
hacia abajo; inconscientemente Junsu levantó su cadera facilitándole la labor.
La coqueta prenda quedó tirada a un lado, y desde entonces y en adelante, en el
olvido. Yoochun admiró la hombría de Junsu como si acabara de descubrir la
octava maravilla del mundo. El pene erecto tembló un par de veces debido a la
excitación, y las mejillas del castaño se encendieron al rojo vivo por la
penetrante mirada negruzca que le miraba justamente ahí. Esta, también era la
primera vez que le miraban de esta manera. Y su corazón entonces dio un vuelco,
y se llenó de un calor que no respondía únicamente a la excitación física de su
cuerpo.
—
Eres tan delicado por todas partes, tan… hermoso, Junsu… — El pelinegro dijo
repentinamente, completamente embelesado con aquel tronco fálico desprovisto de
vello excepto por una reducida mata en la base, y la línea que nacía en el
ombligo se mantenía delgada hasta el final.
—
¿Mi pene es hermoso, Yoochun? — Kim preguntó, casi queriendo sacar una broma de
ello.
—
Sí que lo es… — Pero el pelinegro era jodidamente honesto.
Tan
honesto, que cuando acarició el tronco a lo largo con las yemas de sus dedos,
Kim sintió corrientes eléctricas por todo su cuerpo al simple tacto, haciéndole
temblar cual si fuese la primera vez que alguien le toca así. No había dudas,
esto no podía ser solo sexo.
Atrapado
en sus propias emociones, cuando Yoochun comenzó a acariciar el falo de Junsu
con toda su mano, todavía sus primeros bombeos fueron sumamente lentos y
delicados.
—
Ngh, Yoochun ah, tócame más~ no voy a romperme en mil pedazos como si fuera
cristal.
Las
palabras de Junsu consiguieron sacar un poco al pelinegro de su trance. Y a
cambio de su mano, el pene del castaño fue arropado por la boca de su amante.
—
¡Yoochun~!
El
castaño encorvó la espalda y revolvió ligeramente las piernas. El interior de
la boca del pelinegro estaba caliente y húmedo, y su lengua rugosa casi parecía
envolverle por completo en cada succión. Ver desde arriba a Yoochun practicándole felación puso un poco más a tono a Junsu, que no podía creer que
pudiera alcanzar esos niveles de excitación tan rápido. Pero no era cuestión de
estos minutos solamente, era una sensación que había estado conteniendo por dos
días.
—
¡Ah sí~! ¡Mgh Yoochun~ghh!
Irse
en la boca de Yoochun tan pronto casi le pudo haber dolido en el orgullo, pero
Junsu estaba lo suficientemente perdido en su orgasmo como para procesar la
información. Además, juraría que fue causa de que un dígito del pelinegro
hubiese estado masajeando el exterior de su entrada para que se corriera tan pronto.
Park
alzó la barbilla y degustó el semen de Junsu, aunque su sabor ya se le había
impregnado en las paredes bucales y cambiaba por el de los tragos de cerveza
que tomara antes. Cuando volvió a enfocar la mirada en su amante, Junsu le miraba intensamente, y sonreía seductor, con sus
piernas abiertas, el cuerpo relajado y su rostro ligeramente ruborizado y
sudoroso.
—
Muéstrame tu trasero, Junsu ah.
Sugirió
con los ojos negros encendidos de lujuria. Kim tembló bajo aquella mirada y su
corazón latió más rápido aún. Junsu se dio la vuelta y expuso su espalda a
Yoochun mientras se arrodillaba en la orilla de su sofá y apoyaba sus brazos en
el respaldo. Al segundo sintió las manos del pelinegro sobre sus glúteos,
acariciándoselos y apretándolos.
—
Tenía razón, todo en ti es perfecto y hermoso, Junsu.
—
¿Intentas avergonzarme, Yoochun?
—
No, pero si lo estoy haciendo entonces eso te agrega cualidades.
Junsu
rió entre jadeos. Estuvo tentando de preguntarle de qué cualidad estaba
hablando, pero prefirió dejarlo para después. Yoochun le ha separado los
glúteos con sus manos y su lengua ha comenzado a lamer alrededor de su cavidad
anal.
—
Yoochun, ngh, la saliva no es suficiente~
—
¿Tienes lubricante?
El
castaño asintió, y tras levantarse, tomó la mano del pelinegro y le llevó a su
habitación.
No sé qué hora es,
Puede ser de día o de
noche,
Pero está bien,
Porque eres todo mío
Debo estar loca,
Porque recién te conocí,
Pero siento que te he conocido
toda mi vida
De
uno de los cajones de su cómoda, Junsu sacó condones y lubricante. Yoochun
sonrió para evitar que su rostro transluciera el verdadero sentimiento que le
atajó entonces. Estaba celoso, ha vuelto a pensar en los hombres o mujeres que
pudieran estar con Junsu antes, y eso le molestaba. El castaño notó un ligero
cambio en la intensidad de la mirada del pelinegro, era más abrumadora, más
sexy, más impetuosa.
—
Ven… — Park ordenó. El tono de su voz era grueso, áspero, demandante.
Sin
embargo, Kim no se sentía intimidado. Incluso si le empujó contra el mueble de
su cómoda obligándole a colocarse de espaldas como antes. Aunque esta vez podía
ver en el espejo el reflejo de sus cuerpos desnudos.
—
Tienes un cuerpo bastante lascivo, Junsu.
—
Justo lo que un pervertido como tú quiere, Yoochun.
Incluso
si casi podía sonar a reclamo, las palabras que compartían solo enmarcaban la
lujuria que sentían el uno por el otro. Se sonrieron y mientras Yoochun vertía
lubricante en sus dedos y otro poco sobre la entrada de Junsu, le instó a girar
el rostro para besarse. Las lenguas de los dos lucharon por el dominio del
beso, aunque al final y por muy poco el pelinegro resultara triunfante. En
tanto, los dedos del pelinegro han esparcido el lubricante en toda la zona, y
lentamente ha empujado uno de ellos dentro, abriendo suavemente la entrada del
castaño.
Los
jadeos de Junsu han sido opacados por los besos de Yoochun, y esa sensación
sofocante que le aturde los sentidos mientras la mano libre del pelinegro le
masturba suavemente otra vez. Cuando el primer intruso en su interior comenzó a
acariciar sus anillos, Junsu gimió ahogado y deseoso de más agitó sus caderas
buscando mayor contacto. Yoochun no dudó en agregar un segundo dígito, y pronto
comenzó a simular el movimiento de tijeras abriéndose para dilatar más rápido
la entrada del castaño. Quería alcanzar pronto su próstata, pero no con sus
dedos. Su entrepierna estaba clamando por placer.
—
Ngh, Yoochun~
—
Te estás ensanchando rápido, Junsu.
—
Te deseo, quiero sentirte dentro cuanto antes, angh~
—
Es tan sexy que digas eso con esta carita tierna y sonrojada… — El pelinegro
dijo, susurrándole las palabras al oído mientras se veían en el espejo.
Luego
mordisqueó el lóbulo del castaño, y éste respondió agitando nuevamente sus
caderas, mordiéndose el labio inferior y gimiendo lánguidamente su nombre.
Entonces Park añadió un tercer dedo, Kim gimoteó enarcando la espalda, este se
sentía mejor. Los tres dígitos se movieron dentro y fuera, embistiendo con un
poco más de fuerza.
—
Ngh, ahh~ Yoochun, estoy listo ngh. Dámelo, dame el tuyo.
—
Sabes cómo enloquecerme, Junsu.
Park
apartó sus dedos, untó un poco más de lubricante en su pene henchido de
excitación y luego lo perfiló en la dilatada entrada de su amante, la que incluso parecía palpitar deseosa de su falo. Kim
jadeaba expectante, buscando su mirada a través del reflejo en el espejo. Las
pupilas chocolate de Junsu brillaban intensamente, sus mejillas estaban algo
más ruborizadas y el sudor comenzaba a formar finas gotas en su frente y el
contorno de su rostro, además del resto de su cuerpo donde también se ha
perlado sensualmente. Yoochun le sonrió al reflejo, y frotó su falo contra la
entrada del castaño pero sin llegar a penetrar, solo rozándose insinuantemente.
—
Cierra tus piernas para mí, baby… — Sugirió con tono ronco, pícaro.
El
castaño lo hizo, luego el pene de Yoochun se coló entre ellas, justo por debajo
del erecto miembro de Junsu. Y reinició la frotación, masturbándose de esa
forma; los gemidos de los dos sonaron en la habitación, y por si fuera poco, el
calor aumentó considerablemente ahí dentro. La presión de los muslos del
castaño, y la sensación de sus erecciones rozándose entre sí, era tan exquisito
que el pelinegro sabe que podría correrse así también. Aunque no era así como
lo quería, solamente había querido experimentarlo.
—
Vamos a la cama, Junsu.
—
Sí.
Acostados
en el lecho los besos volvieron a caer, dulces, húmedos, apasionados, fogosos;
de todo. En tanto sus cuerpos se acoplaron sin necesidad de palabras, encajaban
perfectamente como si hubieran sido hechos el uno para el otro. Las manos de
ambos se habían movido casi con vida propia en busca del falo ajeno,
masturbándose mutuamente.
—
Junsu, si continuamos así, voy a correrme.
—
Está bien. Entonces… — Junsu soltó el pene del pelinegro y recostado, abrió más
sus piernas, coló un cojín bajo su espalda y usó sus manos para separar sus
glúteos y mostrarle su entrada al pelinegro… — Ven, Yoochun ah. Aquí, cógeme… — Sobra decir el tono sugerente
que el castaño empleó para decirle aquello a su amante.
Park
gimió excitado, y parándose a prisa por uno de esos condones que dejaron en la
cómoda, se colocó uno de ellos volviendo de inmediato al lecho, acomodándose
entre las piernas de Kim. La elevación que ofrecía el cojín le parecía al
pelinegro ideal para la unión –y apenas por unos segundos, los celos se
apoderaron de él otra vez. Detestaba la idea de saber que hubo otros antes que
él–, le sujetó las caderas y alineó su pene en la entrada de Junsu, empujando
lentamente hasta que entró por completo. Las expresiones faciales del castaño
habían ido cambiando, de un ligero mohín de dolor hasta una sonrisa de
satisfacción cuando le llenó totalmente.
—
Eres tan grande, Yoochun.
—
¿Te gusta?
—
Me encanta, es tan sexy~
—
Y eso que aún no me muevo, baby.
Sonreírle
altanero antes de retroceder saliendo despacio, casi hasta el final;
embistiendo luego con fuerza y hasta el fondo.
—
¡Ngahh~!
El
castaño gimió extasiado, sujetándose de las mantas de su cama en tanto las
estocadas del pelinegro iban cobrando fuerza y ritmo.
—
Es tan caliente dentro de ti, Junsu ¡Nghh!
—
¡Nyah~ Yoochun!
—
Oh, al fin he alcanzado tu próstata… — El pelinegro dijo sonriendo pícaro,
buscando golpear nuevamente en el mismo punto que antes. Y el castaño respondió
gimoteando más alto, corroborando sus palabras… — Es aquí… — Señaló, y desacelerando sus embestidas, alineó su cadera en
otra dirección permitiéndose así esas mismas estocadas profundas en las que tocaba
cada vez, la próstata del castaño… — Oh god, tan rico, Junsu, ¡Mgh! Quiero
hacértelo toda la noche.
Junsu
se quedó sin palabras, abrumado por el placer, seducido por la personalidad de
su amante, enamorado de Yoochun.
Llevó sus manos a los hombros del pelinegro, anclándose a él como para
asegurarse de que todo esto era así de real. Park le permitió sostenerse, se
inclinó sobre el cuerpo del castaño y le besó los labios, mordiéndoselos alguna
que otra vez, lamiéndolos. También le besó el cuello, y aprovechó la postura
para alcanzar sus pezones y chupárselos mientras mantenía el ritmo de estocadas
más bien lentas pero que le daban un enorme placer a Kim.
Luego
de pronto Junsu alzó las piernas y rodeó con ellas la espalda de Yoochun,
cruzándolas para anclarlas a la altura de los glúteos del pelinegro. De esa
manera tomó un poco de ventaja, movió sus caderas oscilatoriamente,
consiguiendo estocadas aún más profundas y deliciosas que antes.
—
¡Nghh, sí Junsu! ¡Angh!
Los
movimientos oscilatorios obtenían un roce de piel contra piel diferente, además
las paredes internas de Junsu se expandían y contraían deleitando el falo de Yoochun pues la variedad de presión le
brindaba un placer más intenso. La sensación era tan exquisita, que ambos
estaban sintiendo el final cerca.
—
Yoochun, tócame. Vamos, estoy ardiendo, tócame.
Park
sonrió malicioso, y no movió sus manos, más cuando vio a Kim mover una de las
suyas con la intención de tocarse a sí mismo, le detuvo.
—
Espera un poco, estoy seguro de que puedes correrte sin tocarte, Junsu.
—
¿Qué? — Preguntó jadeoso, con la mirada vidriosa pues comenzaba a doler un poco
su erección.
—
Mira, cada que toco aquí… — Yoochun
tocó una vez más la próstata de Junsu, quien gimió ronco su nombre… — Tu pene
se sacude de placer.
—
Pero duele~
—
Aguanta solo un poco, baby.
—
Quiero tocarme~
—
Oh pero mira, estás comenzando a gotear, Junsu… — Señaló con picardía. Tocando
una y otra vez el mismo punto, viendo cómo la erección del castaño reaccionaba,
exudando más y más.
Luego
los movimientos se transformaron nuevamente reactivos al vaivén de caderas que había
ido en aumento y ahora era algo más frenético. Finalmente Park llevó una de sus
manos al falo del castaño, masturbándole al ritmo de sus embestidas, Kim le
imitó llevando una de sus manos para acompañar la de su amante, su miembro estaba caliente, tanto como aquel trozo de carne
que continuaba enterrándose férreamente en su cavidad.
—
¡Ahh~ nghh! Estoy cerca, Chun.
—
Tamghh, también yo, baby.
La
mano libre de Junsu se aferró a la espalda de Yoochun, mientras que él le
besaba con lujuria y sentían ese calor en el bajo vientre anunciándoles el
final. Apenas unas embestidas después ambos se corrieron, Junsu fue el primero,
pero Yoochun le siguió al momento en que la entrada del castaño se comprimió
apresando y exprimiendo su falo. El gemido ronco de ambos se armonizó de alguna
manera, haciendo eco en la sofocada habitación.
El
semen de Junsu se había esparcido por su vientre y pecho, mientras que el de
Yoochun estaba en el condón de éste, tras salir del interior de su amante, se sacó y amarró el preservativo botándolo al cesto de basura en
un rincón de la habitación. El castaño permanecía en la cama, sudoroso,
agitado, extasiado, con su blanquecina sustancia brillando en su torso junto al
sudor de la faena.
—
¿Quieres que te limpie con un pañuelo húmedo? ¿O prefieres que lo haga con mi
lengua? — Park le preguntó, mostrando su músculo flexible con un gesto erótico.
—
No lo sé, la segunda propuesta me parece más tentadora~ — Kim le guiñó un ojo,
y con uno de sus propios dedos tomó un poco de su semen, llevándolo a su boca.
Al
instante Yoochun le estaba besando apasionadamente. El roce de sus cuerpos
calientes, desnudos y sudorosos encendió nuevamente la llama del deseo en
ambos. Las piernas de Junsu atraparon la cintura de Yoochun, y sus erecciones
volvieron a rozarse entre sí durante minutos mientras compartían uno y otro, y
otro beso, cada uno más fogoso que el anterior.
—
Eres terriblemente caliente, Junsu.
—
Igual que tú, Yoochun… — Sonreírse cómplices mientras sus manos siguen
acariciando aquí y allá… — Te he ensuciado
con mi semen~.
—
No me importa. Quiero ensuciarme de
ti hasta que te quedes impregnado en cada poro de mi piel, Junsu.
—
¿Quieres hacerlo de nuevo?
—
¿Quieres tú?
Junsu
se rió coqueto, y fueron sus propias manos las que perfilaron el falo de
Yoochun en su entrada, atrapando la punta en su interior, sintiendo cómo la
pelvis del pelinegro empujaba para entrar por completo.
—
Eso es un sí mutuo… — Junsu dijo sonriendo divertido, jadeoso.
—
Te haré el amor toda la noche, baby… — Yoochun aseguró con galantería, por qué
no decirlo, con el ego por las nubes.
—
¿Estás seguro de que puede endurecerse
de nuevo ahora? — El castaño preguntó malicioso, sabiendo que el miembro en su
interior aún no ganaba tamaño ni grosor pues acababa de liberarse.
—
Lo estoy, sobre todo si le das un incentivo,
Junsu… — Dijo, y se inclinó para mordisquear los rosados labios del castaño,
luego fue tras su mentón y cuando atrapó la mandíbula entre sus dientes, la
pelvis de su amante comenzó a moverse
arriba y abajo.
Iban
a hacerlo otra vez, sin duda.
Me siento un poco tímida,
Porque eres mi clase de
chico
Me gustas, me gustas
Me gustas, me gustas,
Me siento un poco tímida
Un poco aniñada, no sé por
qué
Me gustas, me gustas
¡Me gustas, sí!
Cuando
Yoochun despertó, fue porque de algún lugar de la estancia alcanzaba a llegar
el sonido del tono de su móvil, alguien le estaba llamando. El ruido cesó, pero
a los pocos segundos se escuchó de nuevo. Era la melodía del móvil de su padre,
por lo que tenía que atender. Renuente a abandonar el lecho, donde su amante dormía plácidamente, Park tuvo
que salir de la cama y salir a la estancia. Ni siquiera se preocupó por ponerse
ropa interior, solo contestó.
—
¿Qué sucede, papá?
— Sé
que es tu día libre pero, necesito que vengas a ayudar Yoochun.
—
¿Ahora?
— Sí, por qué. ¿Es un
momento inadecuado?
—
Bueno, estoy… algo ocupado.
— ¿Estás saliendo con
alguien?
—
Mh, sí. Algo así.
— Oh, si es solo una más
de tus aventuras no es problema. Envíale a casa y ven a la clínica.
—
No papá. No es solo una aventura, además no estoy en mi casa.
— ¿Qué? Yoochun…
—
Voy a colgar, busca a otro doctor hoy, papá.
— Yoochun, Yoochun…
Park
le colgó a su padre. Suspiró y se revolvió el cabello. Tenía la garganta seca,
y con un extraño sabor.
—
Ah, es debido al semen de Junsu… — Dijo para sí. Y luego buscó el baño para
asearse un poco, se lavó la cara e hizo gárgaras con el enjuague bucal ya que
no llevó consigo un cepillo de dientes. Aún desnudo, el pelinegro volvió a la
habitación, un Junsu perezoso se revolvía entre sábanas desperezándose el sueño…
— Buenos días, Junsu.
—
Buenos días, Yoochun… — Correspondió con una radiante sonrisa. Feliz de que su amante no se hubiera marchado. En cuanto
despertó y sintió vacío el otro lado de su cama lo pensó, pero luego escuchó el
correr del agua en el baño del pasillo y se sintió relajado nuevamente… — Qué
cruel~
—
¿Ah?
—
Desnudo tan temprano, con ese cuerpazo que tienes, Yoochun. Es injusto~ — Kim
se cubrió hasta el rostro, como si así pudiera evitar ver al pelinegro en traje de Adán.
—
No me digas, ¿ahora te da vergüenza? — Cuestionó mientras se acercaba al lecho
de su amante y se colaba debajo de
las sábanas.
Las
risas peculiares de Junsu comenzaron a sonar en la habitación, Yoochun le hacía
cosquillas; luego silenciaron. Park le besaba dulcemente.
—
Yo no me he aseado, Chun~
—
Entonces ve, ¿quieres que prepare algo mientras?
—
No~ eres algo así como mi invitado…
—
¿Invitado? — Park preguntó, enarcando una ceja.
—
Bueno… Yoochun ah, ¿qué somos?
—
A mí me encantaría que fuéramos novios, a menos que tú no quieras Junsu ah.
El
castaño sonrió ampliamente. Luego fue él quien capturó los labios del pelinegro
besándole suave y profundamente antes de romper el beso con un suave
mordisquito en el labio inferior.
—
Sí, eso me encanta también. Voy a ducharme, y ya que somos novios, está bien si
te cuelas en mi cocina~ — El castaño se enredó en una sábana y salió corriendo
al baño para ducharse.
—
Mimado… — Park dijo casi inconscientemente. Sonriendo tan amplio como su novio
antes, entonces solo se puso la ropa interior y los jeans, y luego se internó
en la cocina.
--//--
Esa
tarde, una curiosa reunión se dio en el restaurante de Mokomichi. Han
coincidido los seis. Aunque no precisamente como se hubiera esperado. Junsu y
Yoochun se habían tenido que separar por la tarde, el padre de su novio le
había llamado exigiéndole se presentara a apoyarle con una cirugía. Como no
sabía cuánto tiempo iba a tomarle, Park le dijo a Junsu que él le llamaría para
reunirse más tarde. Cerca de las nueve de la noche se habían contactado, pero
Junsu le dijo que estaba en el restaurante de Hayami con sus amigos ChangMin y
Jaejoong, así que decidieron encontrarse ahí. De camino al restaurante, Yoochun
y Yunho se habían encontrado, resultaba que al moreno su novio lo había citado
en el mismo restaurante. Pero cuando se encontraron en la misma mesa, después
de la sorpresa, todos estallaron en risas.
—
Esto definitivamente debe ser cosa del destino… — Yoochun dijo, mirando a su
novio antes de darle un corto beso, y luego mirando alrededor.
—
Deben reconocer que no lo deben a ChangMin y a mí… — Hayami dijo con una risita
divertida, altanera.
—
¿Qué tengo que deberles yo a ustedes? — Jaejoong respingó.
—
Bueno, ¿no fue ChangMin quien te recomendó esa página en la web para conocer
chicos? — Mokomichi señaló. Y el pelioscuro prefirió callarse.
La
conversación continuó en aquel camino, pero en realidad solo cinco voces se
escuchaban. ChangMin estaba muy ocupado devorando sus platillos. Pero claro,
esas, son otras historias.
FIN
wooo
ResponderBorrarlo recorde despues de leer un poco... lamento no haber comentado... me descuide...
adoro leerlo de nuevo...
matta ne... <3
WOW!! Eres la mejor!!
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