martes, 2 de enero de 2018

Sport Lovers. Parte 5. Crossover KNB&HQ!



~*~*~*~
Parte 5. La prisión de tus muslos y la esencia de tu corazón


Ryouta no se había sentido tan nervioso hace tiempo. De hecho, probablemente a pesar de todo justo en ese momento quien más tembloroso esté sea él. Aunque han sido unos cuantos días los que han transcurrido desde que dejó de acosar a su amado senpai, para él había resultado como una eternidad. Honestamente, no debiera estar aquí; sin embargo, no había podido evitarlo ni un minuto más.

— Es una tortura estar separado de Yukio-senpai… — Gimoteó para sí, cubriéndose la boca con una mano y desviando la mirada. Maldiciéndose mentalmente por ese calor que le ha subido a las mejillas.

— ¿Qué has dicho, Ryouta? No puedo escucharte claramente si te cubres la boca, y es de mala educación.


El rubio sonrió de medio lado. Mira que venir a reñirle como si nada, todo y que él ha estado atravesando por un infierno sin poder hablarle y perseguirle. ¿Era que en realidad no le echa ni un poquito de menos? ¿Realmente es solo una molestia? El modelo se mordió el labio inferior aunque su mano continuaba cubriendo su boca.

¿Cuánta distancia había ahora entre el rubio y él? Físicamente, un par de pasos. Emocionalmente, ¡mierda! El gemelo Sawamura frunció el ceño casi en automático. Ahí estaba otra vez esa sensación de molestia en la boca del estómago. En cierta forma, era aún más fastidioso que Ryouta no revoloteara a su alrededor como siempre hacía. ¡Y era su maldita culpa por haberlo acostumbrado!

De cualquier manera, nos hemos encontrado. No puede ser que no podamos tener al menos una conversación normal. Ah, aunque Ryouta de “normalidades” no sepa nada. Tan escandaloso y popular, qué va a saber él de “normalidad”… — Pensar, en dado caso, no iba a llevarle a ninguna parte. Y el silencio entre ambos adolescentes se estaba volviendo para el mayor, un dolor de cabeza… — ¿A dónde andabas?

— Ng… a, ¿casa? — El modelo aventuró con una sonrisa nerviosa.

— ¡Te digo que no hables cubriéndote la boca, maldición! — Farfulló el gemelo mientras tiraba de la mano ajena despejando aquella zona… — ¡Mierda! no solo he gritado de nuevo, sino que acabo de ser muy consciente de sus labios y he pensado que son lindos.

— Senpai~ — Gimoteó avergonzado por la intensa mirada del gemelo. Y, aunque intentara negarlo, su corazón había arrancado carrera con una velocidad impresionante. La verdad era penosa, pero ahí estaba. Yukio podría hacer con él lo que quisiera, y siempre estaría mirándole con el mismo amor de siempre.

— ¿Tengo la peste estos días, Ryouta?

— ¿Eh?

— Estoy preguntándote por qué has estado actuando extraño.

— Eso, ¿extraño? Ng, no senpai… no ha sido nada de eso.

— No me jodas, has estado pasando de mí todo el tiempo.

— ¿Se dio cuenta? — Incluso si hubiera intentado ocultarlo, el brillo en sus ojos dorados delató lo mucho que le ilusionaba que el gemelo hubiese notado su actitud.

— ¿Y cómo rayos no iba a hacerlo? Antes la pasabas pegado a mí, y de repente actuando tan indiferente y frío. Eso no va para nada contigo, Ryouta.

— No, ¿verdad? — Dijo, sonriendo con más nerviosismo que antes… — Pero senpai, siempre dices que soy molesto.

— Escucha, cabeza dura… — El gemelo Sawamura tiró de la chaqueta del modelo para hablarle más de cerca. Más, tanto así que sus rostros estaban a un nada de distancia… — No se te ocurra ignorarme de nuevo, o vas a saber lo que es que me enoje de verdad.

— ¿Eh? — El modelo sin embargo no terminaba por comprender las palabras del mayor.

— Mírame solo a mí, ¿entendido, Ryouta? — Acto seguido, Yukio besó brevemente los labios del rubio… — Maldición, son realmente suaves y tersos. ¿Qué son, pétalos de rosa?

— Se-sen-¡senpai~! — Exclamó saliendo de su estupor, enrojeciendo hasta las orejas y tocándose los labios con sus largos dedos… — ¿Qué ha sido eso?

— Cállate y vamos. Quiero llegar a casa.

— ¿Nh? ¿Quiere que le acompañe a su casa?

— ¿Eres sordo?

— ¡A casa de senpai~! — Exclamó con un gracioso gesto demasiado infantil. Luego echó a andar a lado del mayor, mirándole de reojo cada dos segundos, comenzando a parlotear todo eso que seguramente se guardó en los días anteriores.

Joder, creo que he “adoptado” un “perro” muy escandaloso… — El gemelo Sawamura pensó, en tanto devolvía la mirada de soslayo y juraba que de pronto a Kise le han salido orejas y cola de perro… — Un perro que le sacude la cola a cualquiera, pero que solo lame de mi mano. ¡Qué tonterías estoy pensando! — Gimoteó por lo bajo, pero la verdad era que por el resto del camino, sus pensamientos lo traicionaron una y otra vez.

Honestamente, su corazón ahora estaba tranquilo.

Quiero tomarle la mano~ — Gimoteaba en sus propios pensamientos el rubio… — No, no, no. ¡Control, Kise Ryouta! Control~ no quiero que Yukio senpai se sienta acosado otra vez~ debo tomarlo con calma. ¡Un momento! ¿Qué significó el beso de Yukio senpai?

Eso, probablemente Sawamura Yukio tampoco lo sabía con certeza aún. O mejor dicho, lo mantiene reprimido en su inconsciente.


En casa, el menor Kageyama estaba tirado en su cama, con el antebrazo sobre su frente y la mirada clavada en el techo blanco de su habitación. Pensar hasta sentir la cabeza a punto de estallarle no era cosa nueva para él en realidad, ciertamente suele hacerlo. Aunque no precisamente con los estudios, pero sí bastante con el voleibol. Por eso, intentar lo mismo con los sentimientos o el actuar de las personas, no le llevaba a ninguna parte y solo le dejaba el molesto dolor de cabeza.

Cuando llamaron a su puerta, él supo que sería su hermano, así que le permitió la entrada con un simple “pasa, hermano” que reveló al segundo la mata azul cielo de cabellos al otro lado de la puerta.

— Mamá dice que cenaste como bestia… — Tetsuya dijo con tono sereno, sentándose junto a su hermano menor, aunque éste permaneciera recostado y le hubiera dirigido apenas la mirada… — ¿Por qué estás enojado? Creí que habías tenido una cita con Sho-chan.

— ¡Tsk! Quién iba a tener una cita con ese idiota.

— Oh, así que no fueron bien las cosas con Sho-chan, eh.

El pelinegro se giró, dándole la espalda al mayor. Sintió al peliazul recostarse a su lado, y los delgados brazos de éste abrazarle con el cariño de hermano que a menudo le demostraba, aunque la mayoría de las personas consideran a Tetsuya inexpresivo o poco emocional, con él era realmente ejemplar.

— ¿Se pelearon, Tobio?

— Supongo. No lo sé. Bueno… yo le pregunté algo, y creo que presioné demasiado así que salió corriendo.

— ¿Y fuiste tras de Sho-chan?

— Lo hice pero, hoy fue una de esas ocasiones en que me superó. No pude alcanzarlo aunque corrí con todas mis fuerzas.

— Tobio, ¿y por qué querías alcanzarlo?

— ¿Qué?

— ¿Por qué? ¿Qué ibas a decirle cuando lo alcanzaras?

— Yo…

Ah, buena pregunta. ¡No lo sabe! En retrospectiva, el pelinegro solo recuerda haber salido disparado tras del pelinaranja porque necesitaba que le dijera la verdad. No, en realidad quería escucharle decir que , que estaba atraído hacia él de la misma manera en que se atraen su hermano y –el troglodita– Taiga. Pero, si Shoyo le decía eso, ¿él que haría con esa información? ¿Se trata acaso de sentimientos? ¿A él realmente podría gustarle Shoyo?

— Tetsu-nii, ¿por qué te enamoraste de Taiga?

— ¿Tetsu-nii? Hacía muchísimo que no me llamabas de esa manera.

— Ng, solo olvídalo.

El peliazul se permitió entonces una pequeña sonrisa mientras apretaba el vientre de su hermano menor.

— No hay una sola razón por la que me haya enamorado de Taiga, Tobio-chan. Me gustan muchas cosas de él.

— No puedo pensar en una sola… — Murmuró con tono áspero, el peliazul sonrió de nuevo.

— Por supuesto, porque a ti no te gusta Taiga como me gusta a mí. Pero realmente lo quiero mucho. Creo que estaremos juntos hasta que seamos unos viejitos cascarrabias.

— Tampoco puedo imaginarte como un cascarrabias. Serás de esos abuelitos relajados que juegan ajedrez en el parque y le da una paliza a todos. Bueno, no una paliza en el literal significado de la palabra.

— Tobio-chan, tú serás el viejito que espante a todos los niños del vecindario.

— ¡Ah! 

— Pero dejando eso de lado por ahora, ¿te gusta Sho-chan?

— ¡Qué! ¡Claro que n-no!

— Oh, titubeaste.

— Fue porque… porque estrujas mi estómago hermano.

— Llámame de nuevo Tetsu-nii.

— ¡Ni de broma! ¡Y deja de apretar mi estómago!

— Estás tan enamorado de Sho-chan que te pones malhumorado.

— Ng, deja de decir tonterías.

— Si lo hubieras alcanzado, no se habría resuelto nada porque eres así Tobio-chan. Hablas con el miedo y la vergüenza antes que con el corazón. Pero Sho-chan no es tan diferente de ti, es por eso que espero que ambos puedan entenderse realmente pronto. Pero si quieres mi consejo, comienza a darle más crédito a este músculo de aquí… — El peliazul tocó con uno de sus dedos el pecho del pelinegro, ahí donde su corazón tamborileaba con nervios.


Taiga ni siquiera quería preguntar, estaba segurísimo de que el desánimo de su hermanito era por culpa del mocoso que tiene por cuñado.

— Lo golpearé en cuanto vea su malhumorada cara… — Gruñó por lo bajo con un bocado en la boca y el ceño fruncido. A un lado, el menor Kagami seguía jugueteando con sus alimentos, suspirando cada tres segundos y mirando de soslayo su móvil sobre la mesa… — ¿Estás esperando una llamada, Shoyo?

— No… — Otro suspiro y ese lindo pucherito que se le formaba en los labios. A su hermano, por supuesto, le latieron las venitas en la sien, tiene idea de en quién está pensando su hermano.

— ¿No tienes hambre? — El pelirrojo aventuró, recibiendo por respuesta una agitación negativa de cabeza… — ¿Por qué? Tú siempre tienes casi el mismo apetito voraz que yo.

— Tú comes diferente cuando te enojas con Tetsu-san, niisan.

— Porque él y yo somos novios, así que hay ciertas cosas que resultan de esa manera. ¿Estás, enamorado Shoyo?

Pero más que una respuesta verbal, el pelirrojo solo escuchó a su hermano suspirar una vez más mientras se llevaba con desgano un poco de arroz dulce a la boca. Las venitas en la sien de su hermano mayor saltaron nuevamente dándole ese aire salvaje que le caracterizaba.

— ¿No es el maldito de Tobio, verdad? — Pero el pelinaranja suspiró otra vez a modo de respuesta… — ¡Te prohíbo que salgas con ese mocoso!

— Pero tú no puedes prohibirme algo así realmente, niisan… — El menor dijo con tono sereno. O quizá sea mejor decir que él seguía con la energía baja… — De cualquier manera, no parece que Tobio-chan vaya a salir conmigo.

— ¿Entonces todo eso de hoy?

— Solo estábamos molestándote, niisan.

— ¿Por qué?

Shoyo encogió los hombros. En realidad él no había querido molestar a su hermano por principio de cuentas, solo había tenido una idea tonta en la que el menor Kageyama le había seguido la corriente. Y en el corto transcurso entre la idea y la ejecución de ésta, el pelinaranja no había tenido más que tomar plena conciencia de sus sentimientos por Tobio.

— Eres lindo, estoy seguro de que conocerás a alguien digno de ti.

— ¿Lindo? Es raro que tú me lo digas. Creo que me acaban de dar escalofríos.

El mayor Kagami desvió la mirada. Honestamente, a él también. No está para nada acostumbrado a ser tierno o gentil con su hermano menor. Aunque es bastante sobreprotector y celoso con él.

— Como sea, no te deprimas por ese bastardo.

— Pero ese bastardo me gusta. Ah, es verdad. ¿Cómo te le confesaste a Tetsu-san? Tal vez puedas darme un consejo sobre cómo hablar correctamente de mis sentimientos con Tobio-chan.

— No pienso hacer tal cosa… — Gruñó de mala gana.

— ¡Qué tacaño!

— Shoyo, en serio quieres… ¿salir con ese mocoso?

— Que sí. Te lo he dicho varias veces, niisan.

— A Tobio, ¿le gustas?

— ¿Estaría actuando como un cascaron sin alma si fuera así?

El pelirrojo le dio la razón en eso. Su hermano menor actuando tan serio y desganado era como un extraño. Si lo pone en retrospectiva esta es la primera vez que lo ve así de deprimido.

— Pues el bastardo se lo pierde si no le gustas. Brillas como un sol, sonríe y demuéstrale que alguien como tú nunca aparecerá de nuevo en su vida.

El pelinaranja volvió la mirada hacia su hermano mayor. Los ojos chocolate del menor estaban abiertos de par en par. Esta es la primera vez que escucha a su hermano darle ánimo de esta manera. Sobre todo considerando al tercer involucrado, su antagonista natural –o algo parecido–, Kageyama Tobio.

— Sabes que acabas de sonar como si me estuvieras dando permiso de salir con Tobio, niisan… — El pelinaranja dijo sonriendo de medio lado. Ese tipo de sonrisas que quedan mejor con su personalidad, con su aura brillante, con la energía que se le desborda por naturaleza.

— ¡Tsk!

— ¿Terminaron su charla de hermanos?

— Oh, mamá casi te habíamos olvidado.

La señora Kagami sonrió divertida. Luego les mandó a recoger y limpiar la cocina antes de que se les ocurriera marcharse a sus habitaciones sin hacer nada.


Takinoue estaba tan sorprendido que ni siquiera ha tenido la decencia de abandonar el lecho, farfullando entre dientes mientras Makoto sigue en brazos de Morfeo. Por un segundo quiso pensar que podría tratarse de una casualidad el que ambos estuviesen desnudos en la misma cama. Pero cuando echó un vistazo a la piel descubierta de su amigo, las marcas aquí y allá nada discretas le hacían sospechar que de casualidad, no tenía nada.

— Tengo la mala costumbre de dejar marcas de beso con quienes me acuesto… — Murmuró para sí, autoflagelándose el pensamiento mientras revuelve sus mechones teñidos de rubio, cerrando los ojos y apoyando los codos en sus rodillas… — ¿Cómo vamos a tomarnos esto?

Tras minutos de drenarse el cerebro tratando de recordar cómo terminó en esta situación tan embarazosa, Takinoue se crispó cuando escuchó el rumor de las sábanas. Makoto estaba despertando, ¡y él no podía moverse de su sitio!

— ¿Yuusuke?

— Ng, sí.

— ¿Qué…?

No, no había necesidad de terminar la pregunta. Los hechos saltaban a la vista. Makoto se cubrió el cuerpo por completo cuando las conexiones neuronales hicieron clic en su cerebro. Por alguna razón –bastante evidente a decir verdad– sus mejillas se encendieron al rojo vivo, y prefirió no buscar sus anteojos porque así podía fingir que no se estaba enterando de gran cosa debido a su debilidad visual.

De cualquier manera, la situación aquí era ¿qué hacer ahora?

— Voy… voy a ducharme primero.

— S-sí, Shimada. Adelante.

Makoto desvió la mirada en cuanto se encontró con la de Takinoue, y todavía enredado en la sábana, buscó sus ropas de entre las desperdigadas por la habitación y se encerró en la ducha. Cuando se lavó concienzudamente ahí, se dio cuenta de que anoche debieron ponerse algo salvajes las cosas porque le escocía un poco y, por si fuera poco, había mucho semen en su interior, y por la sensación previa en su torso y el interior de sus muslos, seguro hubo mucho de aquella sustancia por ahí.

— Mierda, me duele tanto la cabeza y estoy tan contrariado que ni siquiera puedo tener recuerdos claros.

Lo último que recordaba era haber seguido la noche de copas después de despedirse de su primo Ittetsu y el novio de él. ¿Quién habría iniciado esto? ¿Fue él? ¿Sedujo a Takinoue y le arrastró hasta este hotel?

— Ng, ¡demonios! Estoy tan ansioso.

Afuera, el rubio no estaba menos confuso y ansioso que el de cabellos oscuros. Takinoue se ha vestido y mirado rápidamente en la habitación. No era una habitación normal, esta probablemente era la suite del hotel. Y por las botellas de vino y sobras de comida, se divirtieron bastante antes de… del sexo.

— ¡Joder, joder, joder! ¡Por qué no puedo recordar más!

Oh Takinoue, si él tuviese acceso a esos borrosos recuerdos, seguramente se iría de espaldas ya que había estado más que accesible a la seducción de Makoto.


Desde que supo del noviazgo de su hermano Yuu con Asahi, Kenji ha estado sintiéndose más y más inquieto durante las clases y las prácticas del club. Naturalmente hay una muy buena razón para ello. Aone Takanobu.

— ¿Qué estás haciendo? Es hora de ir al club.

— Yuu-kun, no quiero ir.

— ¿Ah? ¿Por qué no? — El líbero vio las mejillas de su hermano teñirse. Luego vio una espalda bastante familiar por una de las ventanas del aula y comprendió… — Oye, Aone te está esperando.

— Ya lo sé~

— ¿Es por eso que no quieres ir? — Su hermano asintió… — Bueno, pero no puedes ser así de irresponsable, Kenji.

— Pero…

— Sin peros, ahora eres mi hermanastro así que no pienso tolerar esa actitud infantil tuya, ¡vamos! — Acto seguido se vio a Nishinoya arrastrar fuera del aula a un Futakuchi obediente que solo esperaba que de pronto, la tierra se abriera y le tragase… — Justo por acciones como estas es que no dudo de que tú estés enamorado de él, Kenji.

— ¡Oh mi! ¡No lo digas!

— Entonces ni se te ocurra volver a decir algo como “no quiero ir al club” porque seré tu peor pesadillo, hermano.

Mientras los hermanastros se dirigían de aquella manera al club de voleibol, Aone les sigue guardando cierta distancia. Inquieto por la extraña actitud de su amigo Futakuchi, pero incapaz de preguntarlo directamente.

— ¿Si Futakuchi está enojado contigo por algo? — Kaname, el hermano menor de Takeda-sensei, ladeó el rostro notoriamente confundido por la repentina pregunta del grandote Aone… — No que yo sepa, pero ¿por qué me preguntas a mí? Deberías preguntarle a él, Aone.

El grandote negó suavemente con la cabeza, hizo una venia y luego simplemente se integró a las prácticas.


No es que fueran unos adolescentes plagados de hormonas solamente, pero últimamente pasaban más tiempo en hoteles que estudiando como se supone debían. Al menos sus respectivas familias eso pensaban. Para Daichi tener sexo con Koushi era más que el placer de su cuerpo, por supuesto, hacen el amor. Pero hacerlo dos o tres veces por semana se estaba volviendo casi adictivo.

— Siempre me he preguntado por qué todo en ti es tan bonito, Koushi.

— ¿Qué?

El menor Sugawara preguntó sonriendo con un poco de vergüenza. Y es que estar ahí, acostado entre sábanas desordenadas, todavía febril y sudoroso, con el semen de su novio en su interior, no pintaba para menos. Que Sawamura le estuviese acariciando el vientre como si fuera la octava maravilla del mundo, aumentaba su bochorno.

— Desde tu cabello hasta los pies, me fascina todo de ti. Quiero pasar toda mi vida contigo.

— ¿Toda la vida? — Pregunta con una sonrisita, dejándose hacer cuando los labios del gemelo caen sobre su vientre dejando cortos besos en él.

— Y si hay algo después de ella, también allí quiero estar contigo. Y si existe la eternidad, entonces en ella quiero estarlo.

— Estás muy romántico, Daichi.

— Es porque te amo, Koushi… — El gemelo le mira brevemente, luego continúa repartiendo besos por el vientre del peliplatino, subiendo con paciencia por el torso, acariciándole con las yemas de sus dedos los muslos, la cadera, los costados.

— Daichi~ — Suspira su nombre sin más razón que la alegría de estar juntos.

— Koushi, ven a comer a mi casa el fin de semana.

— ¿Eh? ¿Por qué tan de pronto?

— Mi mamá me dijo que te invitara.

— ¿En serio?

— Le gustas mucho y lo sabes.

— Escucho cierto tonito celoso en tu voz, Daichi~

— Es porque cuando vas a casa, mamá te acapara totalmente.

— Porque intercambiamos recetas y cosas así. Tu mamá es una mujer excepcional.

— Sí, sí, ya sé que también la quieres mucho.

— Es mi suegra después de todo… — Dijo, sonriendo lindamente mientras su novio se acomoda entre sus piernas y le mira directo a los ojos… — ¿Qué? ¿No debería pensar en tu mamá como mi suegra, Daichi?

— No es eso, me parece bien que lo hagas. Pero, ¿deberíamos hablarle de nosotros?

— ¿Eh?

— Pienso que tenemos tiempo suficiente saliendo juntos, Koushi. Y que mis padres deberían saberlo.

— ¿Estás seguro? ¿Y si no lo aprueban?

— ¿No te lo acabo de decir? Mi madre te adora.

— Porque ante sus ojos soy solo tu mejor amigo.

— No estoy seguro de eso.

— ¿Mh?

— Tal vez mamá lo sabe.


Cuando Shun vio a su hermano comenzar a arreglarse tuvo curiosidad por saber la verdad.

— Tatsuya, ¿tendrás una cita?

— Sí.

— ¿Con Murasakibara?

— Así es.

— Entonces, ¿ustedes son realmente novios?

— Sí, por qué.

— Ah pues, no lo sabía. Solo eso.

— No lo andamos divulgando por ahí. Además, tampoco me dijiste que estabas saliendo con Suga-san. Ah, el mayor, Teppei-san.

El rostro de Shun se ruborizó por completo. Su mellizo se rio de buena gana por eso.

— ¿Cómo, supiste?

— ¡Por dios! Soy tu hermano, ¡mellizo! Solo lo supe.

Shun murmuró para sí que él de todas formas no había estado seguro de que Tatsuya estuviera saliendo con Murasakibara.

— ¿Ustedes ya lo hicieron?

— ¿Eh?

— Sexo, por supuesto… — Su hermano enrojeció otro poquito, a ser posible. Y Tatsuya se rio con ganas, acomodando el flequillo de lado en su frente… — Así que no, eh.

— C-claro que no. Nosotros, apenas empezamos a salir. Y, es vergonzoso.

— Atsushi y yo tampoco lo hemos hecho hasta el final, pero estamos casi en ello. ¡Oh por dios! Deja de sonrojarte, Shun.

— ¡Es que hablas con tanta frescura!

— Porque dos personas enamoradas no pueden ver el sexo de una manera que no sea natural.

— Aún así, para mí es vergonzoso… — Shun achicó la mirada, estaba curioso… — Pero, dices que ustedes no… ¿no?

— No hasta el final.

— Eso quiere decir que… no ha habido… — El mellizo carraspeó visiblemente incómodo, pero todavía interesado.

— Penetración.

— ¡No conoces de vergüenza, Tatsuya!

— Pero era eso lo que querías saber, ¿verdad?

— Ng, sí.

— No. Atsushi no es alto solo de envergadura, si entiendes a lo que me refiero. Manos grandes, calzado sorprendente, extremidades largas. No, no. Si fuéramos hasta el final me partiría en dos.

— ¡Tatsuya!

— Teppei-san también es alto, y de manos grandes, hermano.

— ¡Joder, Tatsuya!

El mellizo se rio a carcajadas. Y aunque su hermano estuviese muriendo de vergüenza, de alguna forma esta charla se sentía como una revelación para los dos. Contadas veces han mantenido una conversación que los hiciese sentir realmente como lo que son, hermanos mellizos.

— En serio, Shun. Debemos tener una charla al respecto.

— ¿Qué?

— Y también ir de compras. Vamos mañana, ¿bien?

— ¿Ah?

— Necesitas lubricante, y algunos vibradores.

— ¡Qué!

— Necesitas prepararte para el gran momento.

— ¿De qué demonios estás hablando?

— Penetración. Somos chicos por lo que no estamos anatómicamente diseñados para el sexo con otro hombre. Así que debemos prepararnos. Por lo que he estado encargándome de ello las últimas semanas, al principio intenté con mis propios dedos y…

— ¡Tatsuya, cállate!


Una semana de infierno. Oh eso piensan los chicos de los clubes de Voleibol y Basquetbol, sus respectivos entrenadores han cambiado el régimen de entrenamiento y apenas si les han dado tiempo de respirar. Quizá por ello era que algunas cosas se habían estancado días atrás. Como por ejemplo, la relación entre Kagami Shoyo y Kageyama Tobio.

— El dúo de raritos comenzará a pelear de nuevo.

Tsukishima dijo con tono mordaz. Su amigo Yamaguchi esa vez no dijo nada, se limitó a observar porque, aunque siempre seguía la corriente al sarcástico rubio, en esos momentos estaba bastante entretenido mirando la discusión entre el setter prodigio y el pequeño cuervo –como le han comenzado a llamar algunos dada su habilidad de salto–.

— Qué casualidad, también yo estoy frente a un dúo de raritos.

La voz de Kuroo Tetsurou, de tercer año, atrajo de inmediato la atención de los de primero.

— ¿Qué dijiste, senpai?

— A ti te gusta el pecosito, ¿verdad?

El alto muchacho de mirada felina, sonrió la mar de divertido por la reacción de ambos muchachos. Mientras Yamaguchi se ha sonrojado al rojo vivo, Tsukishima parece estar matándole de mil maneras con la mirada.

— Kuroo, date prisa y vámonos, tengo que pasar a la tienda.

— Kenma, ven... — Kuroo jaló a su amigo a su lado, pasándole un brazo por los hombros… — Tú eres tan observador como yo, ¿verdad?

— Supongo.

— Dime, ¿no crees que tenemos una pareja de raritos aquí?

Kenma –de menor estatura y una envergadura más bien enclenque– miró a su amigo, luego a los chicos de primer año y después nuevamente al mayor. ¿Por qué le estaba metiendo en esto?

Más allá, Shoyo y Tobio estaba gritándose –como siempre– mientras ayudaban a limpiar el gimnasio. Solo que, a diferencia de otras discusiones, entonces no parecía tener relación alguna con el voleibol.

— ¡Fuiste tú quien salió corriendo como loco!

— ¡Porque tú injustamente preguntaste algo muy personal!

— ¡Qué tenía de mal que te preguntara si te gusto si de todas formas somos novios!

Que el menor Kageyama gritase aquello a todo pulmón pues, había conseguido que todos escucharan. Incluidos algunos chicos del club de basquetbol que iban de paso en el pasillo. Sí, obviamente Kageyama Tetsuya y Kagami Taiga eran unos de ellos.



Continuará……

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión