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Parte 17. De primeras veces a… –no–
primeras veces
La
conversación –extraña, sobra decir, porque fue más un interrogatorio que una
conversación– tenida durante el campamento le ha dejado a Murasakibara una
extraña sensación de incompetencia. No, no es su culpa que con Tatsuya no han
podido llegar hasta el final, es que sus cuerpos no son del todo compatibles.
—
No somos del todo compatibles, eh. — El de cabellos lila suspiró, mordisqueando
una papa antes de meter de lleno la mano en la bolsa otra vez, llevándose un
puñado de papas a la boca.
Estaba,
a falta de otra expresión, en las nubes.
Completamente distraído de las prácticas, con Tatsuya haciendo su mejor
esfuerzo como siempre, junto a su hermano y Tetsuya.
—
¡Murasakibara, qué se supone que haces comiendo tanto en medio de la práctica!
— Sí, Yukio ha explotado. — Mueve tu enorme cuerpo a la cancha ahora mismo,
¡maldición!
—
Pero no quiero. — Agregó, sin pizca de inquietud por el carácter del capitán.
—
¡Murasakibara! — El gemelo Sawamura trinó, golpeando el pie contra la duela con
fuerza, frunciendo el entrecejo y avanzando decidido hacia el alto muchacho,
muy dispuesto a obligarlo a entrenar
si era necesario.
—
Déjalo, capitán. Me haré cargo, ¿bien? — Tatsuya, enterado de lo sucedido, se
le adelantó al gemelo Sawamura, sonriendo afable para calmar los nervios del
capitán. Yukio aceptó, advirtiendo que si Murasakibara no se integraba de
inmediato lo mejor era que se marchara.
El
mellizo Izuki suspiró, volvió la mirada hacia su novio y caminó hacia él.
Murasakibara no paraba de comer, pero sus ojos han atrapado la silueta del bello muchacho.
—
Qué desperdicio no ser compatibles. Toma demasiado tiempo encajar cuando
estamos solos… — Farfulló con la boca llena de frituras.
—
Atsushi, qué haces ahora, ¿eh? No hagas enfadar a Yukio por las puras.
—
Estoy meditando. O algo. — Dijo, masticando sin prisas, chupándose incluso los
dedos. Honestamente, su pensamiento está lleno de otro tipo de “alimento” que
preferiría saborearse hasta saciarse.
—
Atsushi… — Suspiró. Consciente de la mirada lasciva de su novio. Sonrió coqueto
y se acercó a su oído. Fácil, ya que su novio estaba sentado en la duela. —
Vamos a intentarlo esta noche, ¿sí? Ahora, vuelve a la práctica como el
grandioso chico que eres. — Susurró sensual, rozando los labios contra la
mandíbula del otro.
—
¿Estás seguro? Mañana tenemos escuela aún, y tu cuerpo aún no se acostumbra a
mí.
—
Ya verás, esta noche definitivamente llegaremos hasta el final, Atsushi.
—
Tatsuya, ¿y si nos vamos de una vez?
El
mellizo se rió quedito, negando con la cabeza con gesto coqueto de todas
maneras.
—
Después, ahora vuelve a la práctica~.
—
Nh, está bien. — Sin demasiado entusiasmo por la idea de practicar, el de
cabellos lila volvió a la duela, ganándose de todas formas otro severo regaño
de parte del capitán.
Y
de paso hasta del menor Sawamura, que tenía los nervios alterados porque
Sakurai estaba teniendo mejor rendimiento esa noche con los tiros de larga
distancia. Todavía que estaba lidiando con los espectaculares tiros de
Midorima, para que el castaño también lo esté fastidiando.
—
Junpei~, ¡deja de estar gritando y haz mejor tus tiros! — Esa voz ha sido la de
Riko. La muchacha no era precisamente dulce para apoyar a su novio.
—
¡Eso ya lo sé! — Y no era tampoco que el menor Sawamura lo encontrara
desagradable. Por el contrario, sus personalidades le daban cierto toque cómico
y entretenido a la relación.
…
Terminadas
las prácticas en ambos clubes, algunos de ellos se encontraron de camino a casa
y decidieron hacer parada en algún local de comida, para llenar los estómagos
antes de llegar a sus hogares. Por supuesto, la lista la encabeza Taiga (y
también estaría Murasakibara, pero él junto a Tatsuya han tomado camino directo
a un hotel), y también están, por increíble que parezca, Nishinoya, Lev y Aone,
demasiado hambrientos como para desaprovechar la oportunidad que se ha
presentado.
—
¿No significa esto que los del club de voleibol tienen estómago sin fondo?
—
¡Taiga-senpai nos supera! — Exclamaron Nishinoya y Lev al unísono. Aunque ha
sido un poco raro pues han hablado con la boca llena. Para Aone el comentario
es insignificante, no considera que deba haber rivalidad alguna entre clubes
estando en la misma escuela.
—
Lev, cállate.
—
Pero, Yaku-san~.
—
En serio, calladito te defiendes mejor.
El
mestizo selló los labios. Preguntándose si aquella noche también podría obtener
algún beso del líbero. Aunque ha pasado tiempo suficiente desde su charla, el
“haz lo que quieras” de entonces sigue en el aire. No es que haya tenido el
valor de confesarse formalmente en todos esos días. De alguna manera, Yaku y él
todavía actúan como novios, o al menos algo muy parecido.
—
Nh, ¿no parecería entonces que somos
amigos con derechos? ¿Era así como se decía? Bueno, algo parecido. No es que
Yaku-san y yo hagamos nada sexual de todas formas. Ah, quiero que Yaku-san sea
mi novio en todas sus palabras~ pero no sé cómo pedírselo, ¿y si me rechaza?
—
Se te van a quemar las neuronas.
—
¡Kuroo-senpai~! ¡No diga eso!
El
felino se rio divertido, le palmeó el
hombro y pinchó algo de su plato de comida. Yaku les miraba de reojo –era
evidente–, mientras que Kenma más bien les ignoraba, entretenido con un nuevo
juego en línea con su móvil.
—
Entonces, Lev, ¿qué tanto pensabas que no le quitabas la mirada a Yaku?
—
¡¿Se notó?!
—
A kilómetros de distancia, Lev.
—
Ng… — El mestizo se revolvió el cabello con aire desesperado, intentando echar
una ojeada a Yaku sin ser descubierto.
Falló
miserablemente en el intento. Pero estaban lo suficientemente separados como
para que una conversación fuera más bien imposible a menos que elevasen la voz.
No es como si a Yaku le costara aquello.
—
Kuroo-senpai, ¿cómo te confesaste a Kenma-san?
—
No lo hice.
—
¡Eh!
—
Pues no, ahora que lo mencionas eso debí haber hecho hace tiempo. — Kuroo dijo
con aire pensativo.
Después
de todo durante el campamento no había hecho otra cosa que tontear con Kenma,
tener sexo con él y actuar como si fuesen pareja cuando, evidentemente, no hay
nada claro entre ellos todavía.
—
Ah, Tsukishima se me adelantó ahora que lo pienso. Oikawa con Iwaizumi también.
Me estoy quedando atrás.
Kuroo
decía para sí. Y Lev no hacía más que pestañear sin entender una palabra de lo
que su senpai farfullaba.
—
Kuroo-senpai…
—
Lev, lo siento, tendrás que esforzarte más por tu propia cuenta.
—
¿Eh?
—
¡Kenma!
—
¿Qué quieres? Estoy ocupado, Kuroo.
—
Sí, sí. Sigue jugando camino a casa, vamos.
Sin
darle más tiempo a nada, el felino
arrastró al neko fuera de allí,
dejando al mestizo con las palabras en la boca. Y un Yaku que se ha enterado más
o menos de todo y tampoco sabe qué hacer o cómo actuar. No es como si Lev y
Kuroo hubiesen hablado en voz baja después de todo.
—
Ng, siento que se me va a salir el
corazón por la garganta. — El mestizo gimoteó en su pensamiento. — Oh, ¿eso es posible? Porque realmente siento
algo atorado en la garganta.
—
Lev.
—
¡Sí, Yaku-san!
—
No necesitas gritar.
—
Ah… — Risa nerviosa… — Lo siento… — Torpe disculpa.
—
Qué tal si caminamos un rato por el parque cerca de aquí.
—
¿Eh? Oh, sí. ¡sí!
—
Te digo que no grites.
—
Lo siento, Yaku-san~.
El
líbero desvió la mirada. Lo que necesitaba para calmar los apresurados latidos
de su corazón, que esa noche no parecía querer escucharle en absoluto.
—
Bueno, vamos.
—
¡De acuerdo! — Emocionado con la idea de caminar de noche con su Yaku-san en el parque (¡Qué cosa más
romántica!), el mestizo no tardó nada en apresurarse en pagar su parte de la
comida. Despedirse de los senpais y compañeros y a toda prisa salir ligerito
del local, acompañado de un Yaku que sentía los nervios haciéndole sudar las
manos. — ¿Puedo acompañarle a su casa después, Yaku-san?
—
¿Eh? Nh, haz lo que quieras.
¿Era
acaso su frase favorita en la vida?
Bueno,
lo que fuera, Lev estaba sonriendo de oreja a oreja, porque obviamente, para él
eso era un grandioso “sí”.
En
tanto.
—
Oye, Kenma. ¿Cómo definirías nuestra relación actual?
—
¿Qué?
—
Vamos, no finjas que no me has escuchado. Sé que aunque tienes la atención en
tu móvil estás escuchándome.
—
Sí, bueno. Espera, vamos ahora por allí. — El neko señaló una calle a la izquierda, no era el camino que solían
tomar.
—
¿Intentas capturar algo?
—
Sí, he estado buscándolo desde hace algunos días. Ah, ya casi.
—
Kenma.
—
Mh.
—
Respóndeme.
—
¿Es necesario hacerlo? Bueno, no somos amigos comunes, tampoco es que seamos
novios. Hemos tenido sexo un par de veces, y siempre que te da la gana me
corres mano, Kuroo.
—
No te has quejado mucho que digamos, y tu cuerpo dice que te gusta.
—
Bueno, no me opongo. Se siente bien, aunque al principio siempre duele.
—
¿Está bien seguir así?
—
Supongo.
—
¿Hasta cuándo, Kenma?
—
¿Qué? Ah, ya casi lo tengo.
Kuroo
se rio de la facilidad con la que Kenma continuaba en su juego y conversaba con
él. Quizá era una de las cosas que en realidad le encantaban del neko.
—
¿Deberíamos seguir así hasta que uno de los dos se eche una novia? O novio.
Finalmente
Kenma mostró una reacción. Despegó la vista de su móvil y encaró al felino.
—
¿Para qué quieres una novia o novio si me tienes a mí?
Kuroo
vio, probablemente por primera vez, auténtico recelo fulgurar en los ojos del neko. Estaba molesto. Y el peliazabache
atinó a sonreír con esa picardía suya. Le ha pillado.
—
Entonces, ¿no deberíamos considerar que nuestra relación es de una pareja de
enamorados?
—
¿Era necesario ponerlo en palabras? Es molesto, Kuroo.
—
De todas formas, es lo que somos, ¿no?
—
Por supuesto. Ahora, deja de molestar, tengo que capturarlo ahora. — Dijo, volviendo su atención al móvil.
—
Sí, sí, Kenma. — El felino le sujetó
el mentón, obligándole a mirarle. Y le besó.
Poco
le importó quién les estuviese viendo. Los labios de Kenma eran suaves, aunque
algo perezosos para devolverle el gesto. De todas formas, no le dejó ir hasta que se hubo conformado con
robarle el aliento y dejarle las mejillas arreboladas de carmín.
…
La
habitación del hotel era linda, el baño había sido agradable también. Y ahora
estaban ahí, Murasakibara llevaba una toalla alrededor de la cintura, el
mellizo Izuki una bata de baño. El primero arrodillado en el lecho, el segundo,
de rodillas en el mismo, con su trasero al aire. Y los dedos de su novio
trabajando en su interior.
—
Ngh~ Atsushi, al menos déjame quitarme la bata.
—
Ya te la quitaré después, necesito dilatarte Tatsuya.
El
mellizo sonrió, cuando su novio se concentraba en esto, de alguna manera era adorable.
—
¡Ngh!
—
¿Dolió?
—
No, se sintió bien~.
—
Estaba pensando, ¿debería agregar otro dedo, Tatsuya?
—
¿Eh? — El mellizo intentó virar el rostro y mirarle. Pero apenas tenía una
visión incompleta de la escena en su espalda.
—
Bueno, mi pene es grande, tal vez dilatarte con tres dedos no es suficiente.
¿Debería intentarlo con otro?
El
mellizo se estremeció involuntariamente. La idea no le gustaba del todo. Pero,
tal vez.
—
Pero hazlo despacio, muy despacio Atsushi.
El
de cabellos lilas intentó empujar otro dedo en la entrada del mellizo. Pero
éste se quejó e inconscientemente se contrajo.
—
Parece que no va a resultar, Tatsuya.
—
Es solo que me sorprendí. Por qué no pones también más lubricante.
—
Oh, eso es.
—
Ngh~ ¿qué? — El mellizo intentó echar una mirada nuevamente hacia atrás.
Lo
único que pudo comprender era, que la lengua de su novio estaba llenándole de
saliva, y que la botella de lubricante estaba cerca de sus rodillas.
—
Atsushi~ con saliva no es ngh~ suficiente~.
La
larga extremidad del de cabellos lilas se movió en busca de la botellita,
derramando otro tanto en su mano. Luego, tras sacar su lengua del orificio algo
más dilatada, volvió a meter sus dedos, empujando el lubricante con ellos.
—
¡Mgh~!
—
Voy a meter el otro, Tatsuya.
—
¡Ngh~!
—
Está entrando. ¿Estás bien?
—
Sí~. — Respondió tembloroso, notando cómo sus paredes ponían resistencia a la
invasión. Pero no dolía tanto. — Sigue, Atsushi. Mgh~ estoy bien.
El
de cabellos lilas continuó entonces trabajando en el interior de su novio. Poco
después sacó el cuarto dígito por cuenta propia, pero los tres que quedaban se
movían con mayor facilidad dentro y fuera, y los gemidos de su novio eran más
relajados. Animado por ello, Murasakibara se movió hacia el frente, besando la
espalda del mellizo Izuki desde el coxis hasta la nuca, lamiendo trozos de piel
y mordisqueando donde se le antojaba.
—
Tú sabor es el mejor de todo el mundo, Tatsuya. — Dijo.
Y
tal vez por su personalidad, y esa voz rasposa que le salía cuando estaba
excitado, pero el mellizo se encontró a sí mismo agitando sus caderas,
siguiendo el ritmo de las embestidas de los dígitos de su novio. Le sintió pronto
besar y morder sus orejas y los hombros. El pene de Murasakibara le rozaba el
trasero, y el febril candor de la excitación les instaba a seguir adelante.
—
Hazlo ahora, Atsushi~.
—
¿Estás seguro?
—
Sí~ pero hazlo lento, ¿sí?
—
De acuerdo, Tatsuya. Pero avisa si duele mucho.
Apartando
sus dedos, untando más lubricante en su erguido miembro, el de cabellos lilas
se perfiló entre las piernas del mellizo Izuki, colocando con cuidado la punta
en la dilatada cavidad, empujando suavemente. Penetrando.
—
¡Mgh~ Atsushi~!
—
Esto se siente muy bien, Tatsuya. ¿Estás bien?
—
Sí~ sigue adelante~. ¡Atsushi~!
…
Llegando
a casa, lo primero que el mayor Kagami supo era que su hermanito aún no estaba ahí.
—
¿Shoyo no está contigo, Taiga?
—
No, nosotros nos separamos saliendo de la escuela. — Respondió. Pero
internamente ya se imaginaba con quién estaba. — Ese mocoso, qué tanto hacen para que aún esté fuera a esta hora. —
Pensó.
Y
cuando miró que pasaba de las diez de la noche, apretó los puños inconscientemente.
Hermano sobreprotector era, y no se le quitaría fácilmente. Si es que lo hacía.
No, probablemente sea más adecuado decir que superaría el hecho de que su hermano menor puede hacer su vida a su
manera también.
—
Oh bueno, espero que ya no tarde, está demasiado oscuro para que ande fuera tan
tarde.
—
Voy a salir a busc…
—
¡Estoy en casa~! — Un enérgico, al menos de voz, pelinaranja asomó por la
puerta principal.
—
¿Dónde estabas? — Sí, ha sido el pelirrojo quien ha preguntado.
El
menor Kagami frunció el ceño con aire pucheroso, ya veía venir el reclamo de su
hermano mayor y no tenía ganas de enfrentarlo en ése momento.
—
Bien, ya que ambos han llegado, voy a calentar la cena.
—
Está bien, mamá. Nosotros iremos a cambiarnos rápidamente.
—
¿Eh?
Taiga
ha arrastrado a Shoyo escaleras arriba a sus habitaciones, empujándole en la
propia.
—
Estabas con ese mocoso, ¿verdad?
—
¿Y qué si lo estaba? — Gimoteó pucheroso.
—
Ustedes lo hicieron, ¿cierto? — Farfulló con los rojos ojos algo más inyectados
de carmín por la furia fraternal.
—
¿Eh? ¿Q-qué, dices Taiga-nii? — Tartamudear no le ayudaba a defenderse. Aunque,
¿tenía que hacerlo?
—
Es evidente. La forma en que caminas, y la marca
que te dejó.
—
¡Eh! — Instintivamente el pelinaranja se ha cubierto el cuello con ambas manos…
— Ese tonto, le dije que no dejara marcas
visibles~.
—
Te mentí. No se nota nada. Pero esa reacción tuya te ha delatado. Voy a acabar con ese mocoso.
—
Taiga-nii~ por qué eres así. ¿No puedes aceptar que Tobio y yo estamos tan
enamorados como Tetsu-nii y tú?
—
¡Claro que no puedo! ¡Tener sexo a tu edad…!
—
¡No soy un niño!
—
¡Sí lo eres, Shoyo!
—
¡Detesto cuando no puedes entenderme, Taiga-nii idiota! — Molesto, el
pelinaranja salió de la habitación del mayor con pasos firmes, yendo entonces a
la propia, zanjando el tema de conversación.
—
Tsk. — El pelirrojo sabía que estaba actuando de más. Pero no podía evitarlo,
cuando se daba cuenta ya había reaccionado. — Maldito instinto de hermano
mayor.
Después
de cambiarse, el pelirrojo fue el primero en bajar al comedor. La cena estaba
servida, y su madre estaba pacientemente esperando por ambos.
—
Si sigues peleando así con Sho-chan va a ser muy difícil que él confíe en ti,
Taiga.
—
¿Nos escuchaste?
—
Con tales voces que tienen, hasta los vecinos debieron oír.
—
Ng… — El pelirrojo desvió la mirada. Avergonzado y preocupado.
—
Está bien, Taiga. Que Shoyo tome sus propias decisiones.
—
Pero…
—
¿No estás tú feliz con tu propia relación sentimental a lado de Tetsuya?
—
E-eh, sí. ¿Desde cuándo lo sabes, mamá?
—
Desde que todo lo que sale de tu boca es “Tetsuya”, es evidente para una mamá.
Y la forma en que te brillan los ojos. Y las llegadas tarde, además de un largo
etcétera, Taiga.
—
¿No te molesta?
—
¿Por qué debería? Soy una mamá moderna,
supongo. Además, lo que me importa es que mis hijos sean felices, y sé que eres
feliz con Tetsuya, que lo amas. Igual que Sho-chan está enamorado de
Tobio-chan.
—
Ng.
—
Es por eso que desde hace algún tiempo lo he aceptado, que emparentamos muy
bien con los Kageyama. — La mujer agregó con una sonrisa maternal.
—
Estoy en casa, familia.
—
Oh, querido. Has trabajado duro, ¡bienvenido! — El matrimonio se saludó con un
gesto romántico.
—
¿Eh? ¿Qué hace la mesa servida para todos a esta hora de la noche?
—
Es porque tus hijos han llegado recién. Ellos me avisaron que estarían en el
karaoke con sus amigos, así que está bien~. Vamos, ve a cambiarte y baja rápido
a cenar, querido.
—
¿Y Shoyo?
—
Aquí~. Bienvenido a casa, papá~.
—
Mh, ¿y eso? ¿por qué tan feliz, Shoyo?
—
Simplemente lo estoy~.
Honestamente
sí que lo estaba. Esa noche, había ido mucho más lejos con Tobio. Habían hecho
el amor.
Y
Taiga no estaba listo para dejarlo pasar como algo bien para su hermanito.
…
—
Tetsu-nii.
—
¿Qué pasa, Tobio-chan?
—
¿Cuándo vas a dejar de usar el “chan”, hermano?
—
No aún. — El peliazul respondió, cual si fuera cualquier cosa. El pelinegro
suspiró. No tenía caso discutir con su hermano. — ¿Qué querías decirme,
Tobio-chan?
—
Ah, sí. Esto, ¿podrías ayudarme con Taiga?
—
¿Ayudarte?
—
Sí. Para que no me descuartice.
—
¿Eh?
—
Shoyo y yo, lo hicimos esta noche,
Tetsu-nii.
—
Oh…
Waaaaay! Estoy Feliz por Tatsuya y Murasakibara (hasta su nombre es largo xD). Ahora sí podrán amarse todo lo que quieran :3
ResponderBorrarAaah. Kenma, que vivo. No quiere dejar claras las cosas, pero tampoco quiere que Kuroo se le vaya e.e Al menos Kuroo lo centró xdxd
OH POR DEOOOOS. TAIGA LO VA A MATAR. ME MUEROOOOOO.
*Alistando traje para el funeral :3