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Parte 1. Entre hermanos celosos, un
romance promiscuo
Los
de primer año del club de voleibol habían escuchado antes algo sobre los
entrenamientos en común entre su club y el de basquetbol, pero no se imaginaron
que tan pronto serían sometidos a una prueba de este calibre. Los
entrenamientos dirigidos por el entrenador Kagetora en conjunto con el
entrenador Keishin tenían ahora cierta popularidad en la escuela.
— Si
no tienes el potencial, no será el entrenador quien te saque del club, serás tú
mismo quien renuncies a él.
Era
el tipo de comentarios que circulaban por ahí. Ciertamente Shoyo y Tobio tenían
más o menos idea de cómo era esto, sus hermanos les han contado de qué va todo.
Aunque como Tetsuya y Taiga son del mismo club, casi parece irreal ver los
menores Kagami y Kageyama en el otro lado.
—
Bienvenidos todos, como la mayoría sabe, hoy es día de entrenamiento en
conjunto entre los clubes de voleibol y basquetbol, los ejercicios serán
dirigidos por Keishin-kun al inicio, luego tomaré su lugar. Ambos estaremos
observando sus habilidades, principalmente de los chicos de primer año. Si alguien
decide rendirse en algún momento de la práctica, sepan que aquí no hay segundas
oportunidades. Si alguno no está seguro de que quiere estar aquí, le recomiendo
que se haga a un lado, observe y salga por la puerta silenciosamente si cree
que no podrá con el ritmo; si por el contrario, se siente confiado de sus
habilidades, entonces también habrá de integrarse a los ejercicios en silencio.
No obligamos a nadie a estar aquí, pero sí deben saber que solo queremos a los
mejores en nuestros clubes.
Las
palabras del entrenador Aida dejaron un claro mensaje, aquellos de segundo y
tercer año, conociendo ya la personalidad del hombre como entrenador, se
mantenían firmes y con mirada segura. Mientras que los de primer año no podían
evitar que el corazón les palpitara ansiosos y hasta preocupados. Esta es una
experiencia nueva para la mayoría de ellos, acostumbrados a entrenadores más suaves.
—
Muy bien, vamos a comenzar a calentar… — El entrenador Kise ni siquiera tuvo
que agregar nada al discurso del mayor de los dos, silbó y al instante todos
los adolescentes comenzaron a moverse, siguiendo el orden básico de los
ejercicios de calentamiento en ambos clubes.
Este
primer paso pareció incluso sencillo
para todos. Correr alrededor del gimnasio también fue fácil, inclusive si
tuvieron que subir y bajar las graderías del costado, el ritmo no parecía tan
complicado. Han transcurrido cerca de 30 minutos cuando ambos entrenadores
tomaron lugar delante del pelotón, marcando entonces otro ritmo de carrera con
sus silbatos y encaminando a los chicos fuera del gimnasio. Los de segundo y
tercer año sabían que el verdadero entrenamiento apenas iba a comenzar, lo
siguiente sería salir por la parte trasera de la escuela hacia las montañas
detrás de ésta, y ahí, hacer gala de resistencia y poder.
Shoyo
y Tobio buscaron con la mirada a sus hermanos, pero ambos muchachos iban más
hacia el frente entre los demás. Curiosamente los de primer año comenzaron a
quedarse en la parte trasera, parecía que estaban guardando respeto hacia los
senpais, pero también como si aquí comenzara a quedar al descubierto la
experiencia. Poco después el himno de la escuela comenzó a ser cantado por los
demás, y los de primer año se unieron por inercia mientras salían de la escuela
e iniciaban el empinado recorrido cuesta arriba en las colinas a las faldas de
las montañas.
—
Se siente como si fuera, entrenamiento militar… — El pelinaranja dijo,
manteniendo el ritmo que llevaba el grupo.
—
No hay punto de comparación… — El chico más alto de los de primer año dijo, y
tanto Shoyo como Tobio se dieron cuenta entonces de la sonrisa divertida que
bailaba en labios del chico, quien según supieron, tenía sangre rusa
corriéndole por las venas.
Shoyo
quiso preguntarle algo más, pero entonces el capitán de su club se rezagó
apenas lo suficiente para hacerles un llamado de atención. No era momento de
conversar, sino de concentrarse en el entrenamiento. De ese modo, el
pelinaranja solo acentuaba su percepción de esto como un entrenamiento militar.
—
¡Tiempo de la persecución! — Gritaron al frente ambos entrenadores, y entonces
el grupo se dispersó entre los árboles apartándose del camino.
—
¡Iré por el entrenador esta vez!
Tobio
escuchó gritar a un chico de tez morena y cabellos oscuros que reflejaban tonos
zafiro a la luz del sol. Entonces le recordó. Es Aomine Daiki, el mejor jugador
del club de basquetbol, incluso superando a su cuñado aunque él reconocía el talento de Taiga –solo que nunca se
lo ha dicho, ni tiene pensado hacerlo–.
—
¡Era mi turno, estúpido Aomine!
Shoyo
se rio de buena gana cuando escuchó a su hermano discutir con el moreno, en
realidad es sabido por toda la escuela que ellos dos son como polos opuestos y
todo el tiempo están compitiendo acerca de quién es mejor, y pese a que las
habilidades de ambos muchachos son equiparables, hasta ese momento quien
llevaba más victorias era Aomine, el
mayor Kagami no tenía más remedio que seguir esforzándose por alcanzar el nivel
de su rival.
Mientras
moreno y pelirrojo corrían detrás del entrenador Aida, Kise Ryouta iba tras el
entrenador Keishin, su hermano para variar, y es que era momento que no
conseguía una victoria contra el rubio mayor. En tanto el resto de los
jugadores elige a alguien para darle persecución, y una vez alcanzado el objetivo,
este tenía que devolver la carrera yendo tras su captor. Era un juego de
policías y ladrones a decir verdad, pero todo el tiempo los roles podían estar
intercalándose, por lo que cada chico tenía que pensar estratégicamente en
ambas posturas, tanto para escapar como para atrapar, generar estrategias y
ponerlas en práctica.
Cuando
Shoyo analizó qué estaba haciendo él, se dio cuenta de que estaba corriendo sin
sentido, básicamente observando las persecuciones de los demás. A su hermano lo
estaba siguiendo el menor de los Sugawara; mientras que a Nishinoya Yuu, el
líbero de su club, le perseguía Azumane Asahi, as del equipo de voleibol; ellos
dos parecían tener un duelo particular, y se perseguían entre risas y palabras
retadoras. Algunos rumores dicen que el líbero está obsesionado con el as, o lo que es lo mismo, enamorado hasta el
tuétano pero sin decirlo abiertamente, disfrazando la relación en una
entrañable amistad que lleva años alimentándose.
—
¿Qué…? — Shoyo parpadeó confundido cuando sintió que alguien tiraba de su
muñeca haciéndole trastabillar entre el escarpado terreno, pero recuperando el
equilibrio cuando un brazo rodeó su cintura para evitar que cayera de trasero.
—
Qué haces, idiota. Se supone que estés atento a quien te persigue.
—
Tobio… — Dijo con la respiración alterada por la carrera y el repentino
contacto del intento de abrazo que no ha sido más que una coincidencia para
variar… — Ni siquiera sabía que me estabas persiguiendo.
—
Tan idiota. Ahora, intenta alcanzarme Shoyo… — El menor Kageyama sonrió con
burla. Y el hecho de que sonriera ya era mucho decir en realidad, pero que lo
hiciera de aquella forma picaba a cualquiera. Aunque también había dejado otra
sensación en el corazón del pelinaranja que tenía relación con otra serie de
sentimientos.
Cuando
el menor Kagami comenzó a perseguir al menor Kageyama, casi se chocan contra
otros chicos. Uno de cabellos castaños y grandes ojos del mismo color, era
perseguido por un chico de cabello corto y mirada azul metálico. Unos metros después
al flirtear entre los árboles, Shoyo se dio de lleno con otro chico y finamente
cayó al suelo.
—
¿Estás bien? Debes mirar por dónde vas corriendo, hermano de Taiga.
—
Sí, lo siento.
El
pelinaranja se quedó un rato mirando al alto muchacho de cabellos lilas, quien
tras ayudarle a incorporarse retomó su tarea, persiguiendo a un chico de
mechones lacios y oscuros que se reía lánguidamente a la distancia y le
mostraba una barra de chocolate.
—
Estúpido Tatsuya, robándose mis golosinas.
—
¡Shoyo idiota! ¡Qué estás haciendo!
—
¡No me grites! ¡No tienes idea de lo que se siente chocar contra un muro!
—
¡Deja de parlotear y date prisa! ¡No presumías que eres el mejor cuando se
trata de velocidad!
—
¡Ahora verás, Tobio-chan~!
—
¡Maldito enano, te patearé el trasero si vuelvas a llamarme así!
—
¡Tobio-chan! ¡Tobio-chan~!
El
menor Kageyama gruñó entre dientes mientras corría huyendo del pelinaranja
aunque su deseo fuera el contrario. Pero ya vería cuando cambiaran nuevamente
de rol.
De
esa manera continuaron durante una hora. Al final, Aomine y el mayor Kagami
respiraban agitados y sumamente frustrados. Era día en que no conseguían
atrapar al entrenador Aida en las persecuciones. Cada día sentían que esa vez sí podrían, pero el hombre era muy
habilidoso y siempre parecía estar pensando un par de pasos por delante de
ellos, así que le sentían escabullirse entre sus dedos cuando estaban por
alcanzarle, quedando una y otra vez con ese sabor de boca de “casi”. Por su
parte, el menor Kise tampoco había conseguido alcanzar a su hermano mayor por
sí solo, pero cuando se le unió su primo Oikawa Tooru del club de voleibol, lo
han conseguido.
—
¿Entonces se vale perseguir de dos a uno solo? — Yamaguchi Tadashi (chico de
primer año del club de voleibol) preguntó en voz baja. En realidad se lo ha
preguntado a su amigo Tsukishima Kei, pero unos chicos junto a ellos le
escucharon.
—
Sí, no hay una regla de uno contra uno en realidad. Aunque es bastante común
que lo parezca ya que solemos cambiar las persecuciones en cada entrenamiento.
Bueno, la mayoría lo hace, pero generalmente verás a Taiga y Daiki persiguiendo
al entrenador Aida, ellos siempre intentando darle alcance. Con el entrenador
Kise varía, la ocasión anterior mi hermano y yo lo perseguimos juntos.
—
¿Hermano?
—
Tatsuya, el chico que está con el alto de cabello lila. Él es mi hermano, yo
soy Izuki Shun, del club de basquetbol. No parece, pero somos mellizos.
—
Mucho gusto, Izuki-senpai… — El jovencito de mejillas pecosas inclinó el rostro
con respeto. El rubio junto a él y su mejor amigo se limita a hacer una venia… —
Mellizos es cuando los hermanos no son idénticos, ¿verdad, senpai?
—
Así es. Aunque nacimos del mismo parto, veníamos envueltos en bolsas separadas… — El chico dijo con una
sonrisita… — Es curioso, ¿verdad?
—
¿Eh?
—
Hay muchos parentescos en los clubes, además de nosotros todavía hay otros.
Están los hermanos Kageyama por ejemplo, además nosotros somos primos de ellos.
—
¿Primos?
—
Sí, aunque no nos comportamos mucho como tal ya que nuestras familias no son
precisamente cercanas. Es probable que a Tobio hasta se le haya olvidado, pero
Tetsuya lo tiene bien presente. Luego tenemos a los hermanos Kagami, acá entre
nos Taiga es un tipo muy celoso de su hermanito y su novio.
—
¿Celoso por qué? — Yamaguchi continuaba preguntando, bastante interesado con la
charla que estaba recibiendo de su senpai y ya que no conocía mucho de esta
escuela.
—
A Taiga le pone de mal humor pensar que su familia se líe con alguien. Yo pienso
que simplemente es sobreprotector con las personas que estima.
—
Ah. Shoyo es el chico bajito de pelo naranja, ¿verdad? Y su hermano el
pelirrojo que perseguía al entrenador Aida antes.
—
Así es. Pero como te iba contando. Además de estos parentescos todavía hay más.
Están los Sugawara y hasta los Sawamura, casi nadie sabe que tu capitán y
nuestro Yukio son gemelos.
—
¿Gemelos?
—
¡Sí! Aunque hay quienes dicen que son mellizos, ellos en realidad son gemelos
idénticos, y tienen un carácter bastante parecido. Y hay un tercer Sawamura, aunque
el menor de ellos es algo más problemático. Junpei es nuestro tirador
fantástico en tiros de tres en el club, pero suele competir con Sakurai, ya que
ambos son muy buenos en ello. Creo que si Yukio no estuviera en el club, los
gritos de Junpei serían los únicos que se escucharían.
—
Oh, es verdad. Temprano por la mañana escuché a Daichi-san advertirle algo a un
chico de lentes, no sabía que era su hermano… — EL chico alto de primer año
dijo acercándose al grupo, aprovechando que los entrenadores les han dado diez
minutos para refrescarse y recuperar el aliento pues aún había ejercicios por
hacer.
—
Cielos, qué les dan a ustedes los chicos hoy en día. Eres muy alto.
—
Mi mamá dice que es herencia de mi padre ya que él es alto también y proviene
de una familia en Rusia con esa característica.
—
¡Oh, tú eres el chico del que hablan en toda la escuela!
—
Eso parece… — El chico dijo con una sonrisilla divertida… — Soy Lev Haiba.
—
Izuki Shun… — Se presentaron, mostrándose mutuamente un gesto de respeto.
—
Tengo curiosidad por algo, Izuki-senpai.
—
¿Qué cosa?
—
He sabido que Suga-san y su hermano están en el mismo grado. ¿Son gemelos o
algo así? Como usted y Tatsuya-san.
—
No, Teppei y Koushi se llevan un año de edad, pero Teppei tuvo un accidente en
su primer año y estuvo fuera durante todo el grado. De ese modo terminaron
estando juntos.
—
¿Entonces, Teppei-san tiene 18?
—
Sí… — El chico de ojos grisáceos buscó con la mirada al mencionado. La sonrisa
boba del mayor Sugawara resaltaba a la distancia, y por alguna razón enfatizaba
su personalidad relajada… — Ellos dos en realidad sí se parecen, ambos son
amables con todas las personas, y tienen un gran corazón.
Los
adolescentes no dijeron nada, pero el chico ojigris decía aquello con la mirada
fija en el castaño. Jurarían que Izuki-senpai admira al mayor Sugawara, una
admiración soñadora que le hizo perderse por unos instantes, sumido en sus
pensamientos.
—
¿Y hay más parentescos en los clubes, senpai?
—
Sí, Yamaguchi-kun. Están los hermanos Kise.
—
Oh es verdad, supe que el entrenador Kise tenía un hermano aquí.
—
Lo tiene. Justamente el chico rubio que lo estuvo persiguiendo durante el
ejercicio. Y el chico que luego se le unió para capturarle es primo de ambos,
Oikawa Tooru, un armador muy habilidoso en el club de voleibol según sé, y por
lo que he visto, realmente lo parece.
—
Kageyama Tobio es mejor, o al menos eso se rumora.
—
Ciertamente, Lev-kun. Así que con la llegada de Tobio ahora Oikawa tendrá
competencia, y conociéndole, va a frustrarse en más de una ocasión.
—
Por qué.
—
Porque a Oikawa le gusta ser centro de atención, y es junto con Ryouta la
mancuerna más popular de la escuela. Todas las chicas se ponen algo histéricas
por ellos, les verás en todos los partidos llenando de gritos el gimnasio,
jurarías que les ves corazoncitos en la mirada.
—
Oh, ya entiendo… — Yamaguchi suspiró. A él le gustaría tener un poco de esa
popularidad, o al menos llamar la atención de Tsukishima de algún modo
especial.
—
Y Aomine Daiki también tiene un primo, Iwaizumi Hajime. Está en el club de
ustedes si mal no recuerdo.
—
Sí, es de segundo año y según parece, aspira a ser as del club, aunque
actualmente ese título lo tiene Azumane-senpai.
—
Es así. Bueno, y ya para terminar, están Nishinoya y Futakuchi, también del
club de voleibol. Ellos son hermanastros.
—
Pero tienen apellido diferente.
—
Sí. Eso es algo que no sé, pero sí es sabido por la escuela entera que el mes
pasado sus padres se casaron. ¡Ah! Me olvida de los hermanos Takeda.
—
¿Como Takeda sensei?
—
Sí, él también tiene un hermano aquí, Kaname-kun, del club de ustedes.
—
¿Kaname-senpai es hermano de Takeda sensei? Ni siquiera había relacionado el
apellido a decir verdad.
—
Bueno, ese ha sido el resumen de los parentescos de ambos clubes… — El ojigris
dijo con una sonrisa, casi sintiéndose orgulloso de su comunicado.
—
¡Muy bien, a reunirse todos! — La voz del entrenador Kise suena potente y de
inmediato los chicos se reúnen alrededor de los adultos… — Vamos a continuar
con los ejercicios, en su camino hacia acá debieron notar algunas banderillas
rojas y negras colgando de las ramas o alrededor de los troncos de los árboles.
Cada banderilla tiene el nombre de cada uno de ustedes, la tarea es obvia,
busquen la suya.
De
ese modo el entrenamiento continuó entre un ejercicio y otro hasta que el
atardecer cayó y lo único que se escuchaba era el rechinar de los tenis sobre
la duela en el gimnasio. El club de voleibol practicaba voleo y remates con un
balón de baloncesto, mientras que el club de basquetbol hacía pases y clavadas
con uno de voleibol, tan pequeño que para algunas jugadas era complicado el
agarre o medir la fuerza con que hacían un pase. De entre todos, Tetsuya era el
que parecía llevarlo mejor, sus pases eran tan precisos como cuando usaba un
balón de baloncesto.
—
No deja de sorprenderme ese muchacho, se esfuerza incluso si no le hemos pedido
que mejore alguna de sus habilidades.
—
Es verdad, siempre has admirado su talento, ¿verdad Aida-senpai?
—
Es porque nunca se da por vencido, y porque cualquiera diría que no tiene lo
necesario para este deporte. Pero Kageyama Tetsuya lleva sus habilidades a otro
nivel y eso hace que el resto responda superándose también. Pienso que es pieza
clave en el equipo. ¿Qué hay de su hermano?
—
Su capacidad mental para ver ambos lados de la cancha es impresionante. Y es
muy preciso con sus levantadas, pero le falta pulir el carácter, llega a ser
demasiado perfeccionista y el equipo no le sigue el ritmo, cae en
individualismo. Por otro lado, Shoyo
tiene magníficas habilidades atléticas, velocidad y fuerza en las piernas son
su principal característica, y tiene corazón apasionado, pero tiene muchas
otras cosas que mejorar.
—
Lo hará bien, Taiga era un crío engreído cuando llegó al club, pero su
competencia con Aomine le ha ayudado a pulir sus habilidades. A Shoyo necesitas
encontrar quien saque lo mejor de él, un contrincante más que un aliado, sé que
tienes puestos tus ojos en la mancuerna que hace con Tobio, pero escucha a este
viejo, nadie hace que alcances tu límite como un rival.
—
Tomaré muy en cuenta su observación, Aida-senpai.
La
conversación de los entrenadores se vio interrumpida cuando una chica de melena
castaña entró al gimnasio. El mayor sonrió al ver a su hija, Riko no era una
chica como cualquier otra, además de ser la más inteligente de toda la escuela,
era también una empedernida seguidora de los pasos de su padre. Al menos como
preparador físico, ella suele acompañarle cuando está ideando programas de
entrenamiento para los chicos en el club, e incluso de otros deportistas que
acuden al gimnasio de la familia, administrado por Kagetora, aunque actualmente
tiene a otros cubriendo los dos turnos de servicio pues se ha dedicado por
completo al club de baloncesto de la escuela que lleva tatuada en la piel desde
sus años de estudiante.
—
¿Cómo lo han hecho? ¿Te han dado algún problema papá?
—
Les ha ido bien. Ya sabes, el único problema que tengo es ese novio tuyo.
—
¿De nuevo con los celos, papá? Ya deberías superar el hecho de que esté
saliendo con Junpei.
—
¡Me niego! ¡Me han arrebatado a mi dulce princesita!
—
¡No soy una dulce princesita!
Los
de primer año de ambos clubes se sorprendieron al ver al duro entrenador Aida
siendo tan infantil con la chica castaña. El entrenador Kise se reía de buena
gana, mientras que la adolescente farfullaba indiscreciones contra su padre, y
éste se empeñaba en tratarle como una niña dulce e inocente.
—
De todas formas, mismo Aida-senpai ha dicho que Riko-chan nunca ha sido
precisamente dulce, incluso siendo niña siempre ha sido algo rebelde.
—
Ittetsu… — El rubio entrenador sonrió espontáneamente al ver a su parej… a
Takeda sensei en el gimnasio… — Sensei, buenas noches.
—
Buenas noches, Kise-kun… — El profesor de orientación educativa y encargado del
club de voleibol, es un joven en sus 30 de edad que turna sus responsabilidades
en la preparatoria junto a sus estudios sabatinos de una maestría en Pedagogía
infantil, influenciado por su primo Shimada Makoto… — Los chicos siguen
entusiasmados pese a que deben estar cansadísimos con el entrenamiento.
—
Es porque no quieren ser los primeros en dar muestras de agotamiento, pero te
puedo asegurar que todos van a caer como troncos cuando vayan a dormir. ¿Te ha
ido bien en tu clase?
—
Sí, esta vez ningún chico se durmió a media clase… — Takeda bromeó, aunque era
verdad que en sus clases solía haber algún alumno que cayera seducido por
Morfeo al considerar su dinámica demasiado filosófica o poética como para
seguirle el ritmo… — ¿Estás satisfecho con los chicos de primer año?
—
La mayoría, aunque puede ser que algunos renuncien al club en un par de
semanas… — El entrenador Kise está consciente de eso, aunque duda mucho que
algunos de los que vayan a renunciar incluya a Shoyo, Tobio, Tsukishima o Lev;
no opina lo mismo de Yamaguchi, aunque presiente que él seguirá ahí simplemente
por continuar junto a su amigo, ha notado que comparte con él un vínculo muy
estrecho.
El
entrenador Aida dejó de discutir con su hija y sonó su silbato. El entrenador
Kise miró la hora en su reloj de muñeca. Era hora de dar por terminado el
entrenamiento.
—
Vayan todos a la ducha, no vayan por la calle olorosos a sudor y suciedad, por
favor.
—
¡Sí, entrenador! — Prestos, los chicos de ambos clubes se dirigieron a los
vestidores.
Aunque
estaban agotados, principalmente los de primer año, se sentía un ambiente ameno
entre todos ellos. Las bromas comenzaron a llegar, así como los retos acerca de
quién iniciaría como titular en el próximo partido oficial, aunque faltara al
menos un mes para que iniciara el torneo de verano.
—
Aomine-senpai.
—
Qué quieres, Ryo.
—
Uno de mis compañeros me pidió que le devolviera esto… — El chico de cabellos
castaños le extendió unas revistas que el moreno recibió con una sonrisa.
—
Bien, le advertí que si no me las devolvía le esperaría mañana en la azotea.
Sakurai
Ryo está en segundo año, pero desde que se unió al club de baloncesto el curso
anterior, actúa con el moreno como si estuviera detrás suyo. Aunque nadie puede
decir que sean amigos, es más que Aomine se aprovecha de la nobleza del menor.
—
Ese idiota de Aomine ya está de nuevo usando
a Sakurai como su mandadero.
—
Vamos Taiga, no vayas a empezar una pelea con Aomine ahora.
—
Pero alguien tiene que decirle que es un imbécil.
—
En dado caso esa persona no eres tú, Taiga. Sakurai-kun debería ser el único
con la capacidad de hacerlo.
—
Pero a Sakurai le gusta ese imbécil, está claro que nunca va a decirle nada.
Tetsuya
asintió, Taiga tenía razón, pero todavía pensaba que no era cosa suya meterse
en los asuntos de los demás. Minutos más tarde estaba listo para marcharse,
pero entonces su hermano menor estaba esperándole en la puerta de los
vestidores.
—
Tobio-chan, qué haces ahí.
—
No me digas así, hermano… — El pelinegro resopló molesto, el peliazul sonrió
con la mirada… — Estaba esperándote para irnos juntos.
—
¿Irnos juntos?
—
Estoy listo Tetsuya… — La sonrisa del pelirrojo se borró cuando vio a su cuñado
parado junto al peliazul… — Qué dem…
—
¡Niisan~! — Los brazos del pelinaranja se enroscaron en los hombros del
pelirrojo cuando el menor Kagami saltó sobre la espalda de su hermano mayor… —
¿Estás listo? ¿Podemos irnos ya? ¿Me compras pan dulce en el camino?
—
¡Ah! ¿Por qué tenemos que irnos juntos? — A Taiga comenzaron a saltarle varias
venitas en la sien.
—
Porque somos hermanos… — Obvió el menor Kagami.
Taiga
y Tetsuya suspiraron, al mayor Kagami incluso le corrió una gota de sudor por
la mandíbula. Esto no podía estar pasándoles. Que sus hermanos comenzaran a
comportarse de esta manera simple y sencillamente no pintaba bien.
—
Ah, tengo una idea… — El mayor Kageyama dijo de pronto… — Tobio-chan, por qué
no te vas junto con Sho-chan a casa.
—
¡Qué! — El grito ha venido de dos personas. Y Shoyo no era una de ellas. Tobio
y Taiga miraban a Tetsuya como si acabara de decir una cosa sumamente imposible
de realizarse.
—
¿Por qué tengo que ir con él?
—
Porque eres buena persona.
—
¡Ningún buena persona! ¡Además no quiero que vaya con mi hermanito! — Taiga
incluso abrazó posesivamente al pelinaranja. Su novio frunció ligeramente el
ceño, tan imperceptible que solo quien le conocía bien podía percatarse de
ello.
—
Entonces no importa que nos vayamos cada quien por su lado, ¿cierto, Taiga?
El
pelirrojo sufrió un espasmo de frustración. ¡Demonios! Claro que le importa.
Quiere pasar tiempo con su novio, pero también quiere cuidar de su hermanito, y dejar que vaya con su cuñado no es una
opción.
—
No importa, vamos hermano.
Tobio,
sonriendo por creer que esa noche ha ganado gracias a la intervención del enano pelinaranja, echó a andar
esperando que su hermano le siguiera. Pero Tetsuya no soltaba la mirada del
pelirrojo.
—
Está bien, ya hemos entendido… —
Shoyo dijo con una sonrisita. Y se deshizo del abrazo de su hermano con
agilidad… — Tobio y yo hacemos mal tercio.
Vamos, no intervengamos más en su romance.
—
¡Que no quiero ir contigo!
—
¡Por qué no!
—
¡Porque no y ya, no tengo que darte explicaciones!
Mirándose
retadores, los menores no se dieron cuenta del momento en que se alejaron
sumidos en su propia discusión pero caminando sin parar. Atrás, a Taiga le
latían furiosamente las venitas en la sien y lucía disgustado. Tetsuya tiraba
de su camisa y le plantaba un beso profundo, diluyendo así las frustraciones
recelosas de su novio.
—
Tobio.
—
¿Qué? Maldición, nos hemos alejado por tu culpa… — El pelinegro dijo,
recargándose en un poste de la parada de autobús.
—
¿Qué tal si le damos a mi hermano un motivo por el cual enfadarse de verdad? —
El pelinaranja vio a su compañero enarcar una ceja sin entender… — Digo que, salgamos
como él con tu hermano.
—
¿Salir como él con mi hermano? ¿Te refieres a ser novios? — La idea ya era
loca, pero cuando el pelinaranja asintió, él ni siquiera lo pensó y simplemente
respondió… — De acuerdo.
…
No
muy lejos de ahí.
—
Yukio-senpai~
Cierto
rubio, hermano del entrenador del club de baloncesto, llamaba con voz chillona
al gemelo Sawamura, quien de solo escucharle ya sentía que le levantaba un
dolor de cabeza. Y es que últimamente al modelo se le ha metido entre ceja y ceja que quiere ser su
novio.
—
Te he dicho que no me sigas al trabajo, Ryouta.
—
Pero es el único lugar al que puedo seguirte después de la escuela. Además,
atraigo clientas para el café.
Al
gemelo Sawamura le saltaron las venitas de la sien y sus ojos azul metálico
centellearon con molestia. Aunque era verdad, desde que el joven modelo
visitaba el café donde trabaja por las tardes tres días a la semana, más chicas
vienen aquí. Pero eso es algo que le molesta en realidad.
—
Eres difícil, Yukio-senpai. ¿Cuándo vas a aceptar tener una cita conmigo?
—
Piérdete, Ryouta.
…
Y
en algún otro lugar de la ciudad.
—
¿Quieres ser mi novio?
Sugawara
Teppei se confesaba a uno de los mellizos.
Continuará……
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