martes, 2 de enero de 2018

Sport Lovers. Parte 2. Crossover KNB&HQ!



~*~*~*~
Parte 2. Para dolores de cabeza, amigos “especiales”


Teppei esperó pacientemente por su respuesta. El mellizo Izuki parpadeó varias veces antes que ser capaz de comprender lo que le ha dicho el joven apodado corazón de hierro. Tras varios minutos –que se sintieron como horas para el mayor de los dos–, el mellizo Izuki finalmente pareció salir de su estupor, y las mejillas se le encendieron en rubor. No es como si no hallase soñado con esto en muchas ocasiones, pero recibir tal propuesta en la realidad era completamente diferente. Una parte de él todavía temía que fuera uno más de sus sueños guajiros.

— ¿Nov-novio? Pero, por qué, yo… desde cuándo tú… — Nervioso, el mellizo parloteó esas incongruencias, sellando los labios al caer en cuenta de ello… — El corazón me va a estallar si continúa latiendo de esta manera.

— Es repentino, ¿cierto? Yo… — El mayor Sugawara se rascó la nuca con una sonrisa nerviosa… — Me he fijado en ti desde hace algún tiempo, creí que tal vez te habrías dado cuenta, Shun.

El mellizo abrió y cerró la boca un par de veces, pero nada salió de ella. Honestamente, apodado ojo de águila por su impresionante capacidad de observación dentro de una duela debería hacerle capaz de notar algo así, pero, quizá porque él también se ha sentido atraído por el mayor es que no se dio cuenta de las cosas. Aunque en muchas ocasiones sus miradas se encontraron, él la rehuía rápidamente, inquieto porque le fuesen a pillar.

— ¿Quieres, pensarlo?

— Yo… N-no. Tú, bueno… me gustas así que… — Aclarar la garganta y sentir que se le calientan hasta las orejas. El mellizo se movió inquieto en su sitio, jugando con sus mechones oscuros, vagando sus ojos grises de la mirada del otro a los costados o cualquier otra parte… — Ser tu novio es, perfecto.

El mayor Sugawara suspiró aliviado cuando recibió la respuesta del mellizo. Luego ninguno supo qué hacer con sus manos o la situación en sí. Ambos pensaban que tal vez tomarse la mano, abrazarse o darse un beso debería ser lo siguiente que hicieran, pero estaban demasiado avergonzados para animarse con ninguna de esas cosas. Así que terminaron actuando como un par de amigos que se encuentran casualmente en la calle, conversaron de los entrenamientos y luego tomaron un café en un lugar popular de la ciudad. Estando ahí, vieron pasar por la calle a dos personas bastante conocidas para ellos. Es decir, imposible que Izuki no reconociera a su propio mellizo, andando por ahí con el chico más alto de toda la escuela, Murasakibara Atsushi.

— No sabía que ellos fueran tan cercanos… — Comentó el mayor Sugawara, mientras los chicos se alejaban por la calle y les era imposible mirar hacia dónde se dirigían a través del cristal.

— Honestamente, yo tampoco sabía. Tatsuya no habla mucho conmigo de sus amistades.

— ¿No?

— Me guarda más secretos de los que puedes imaginarte. Aunque somos mellizos y puedes decir que tenemos una buena relación de hermanos, Tatsuya actúa muy solitario.

— Tal vez sea solamente su personalidad.

— ¿En la escuela lo considerarías una persona solitaria?

— No… — Respondió transcurrido apenas un instante, y es que Tatsuya era popular, de los chicos más bonitos de toda la escuela. Relativamente amigable, aunque también parecía selectivo con sus amistades. Pero de ahí a considerarle solitario, simplemente no había congruencia.

— A veces creo que en casa tiene esa actitud porque no soy su persona favorita.

— Pero eres su hermano, mellizo. Eso debe significar mucho para ustedes.

— Sí, debería ser así. Pero, realmente no habla mucho conmigo. Es extraño, cuando veo las relaciones de hermanos como la tuya me deprimo. Siento que Tatsuya no confía en mí.

— No creo que sea eso. No te deprimas, ¿le has preguntado alguna vez? — El mayor Sugawara preguntó, el mellizo respondió agitando la cabeza en negación… — Entonces quizá debieras comenzar por ahí, ¿no?

— Sí, supongo que es lo obvio. Pero una parte de mí teme preguntarle.

— No te desanimes, inténtalo incluso si no te sientes listo. Cuanto más alargues las cosas, menos podrás comprenderlas, Shun… — La mirada de su novio de pronto titubeó tímidamente… — Puedo llamarte por tu nombre, ¿verdad?

— Sí… — Respondió con un rubor en las mejillas… — Aunque es un poco extraño. Todavía me siento como en un sueño, Teppei-san.

— ¿San? Por favor, Shun, me sentiré como un anciano si usas tal sufijo de respeto… — Aclaró con una sonrisa, gesto que contagió al mellizo.

— De acuerdo, Teppei… — Decir el nombre así nada más le daba mucha vergüenza, pero al mismo tiempo le hacía sentir bastante feliz.

Finalmente parecía que algo de lucidez respecto a su noviazgo iba entrando en sus mentes. Y se animaron en rozarse las manos por encima de la mesa, jugueteando al tocarse las yemas de los dedos, sonriéndose avergonzados pero tranquilos. Luego, tras pagar la cuenta, volvieron juntos a casa. La del mellizo estaba a dos estaciones más allá del sitio donde el mayor Sugawara debería bajarse, pero le acompañó sin que ninguno dijera nada al respecto, como si simplemente aquello fuera natural.


Mientras tanto, en otro de los cafés de la ciudad, Ryouta no se daba por vencido con su senpai. Aunque el gemelo Sawamura continuaba negándose en rotundo a salir con él, el rubio modelo diligentemente insistía sin perder la esperanza.

— ¿Otro café? Te hará daño, Ryouta.

— Claro que no, ¡además me gusta mucho porque Yukio-senpai lo prepara para mí!

— Yo no lo preparo, solo lo acerco a tu mesa, idiota.

— Por qué eres así conmigo, senpai~ realmente hieres mis sentimientos… — Exclamó dramatizando un gimoteo.

— Te he dicho muchas veces que no me interesa salir con un sujeto como tú.

— Pero tú siempre dices que es porque soy modelo, ¡no veo una razón justificable ahí!

El gemelo Sawamura dio media vuelta, dejándole con los reclamos en la boca, yendo a atender otros clientes –femeninos, para su desgracia, que bien sabe solo están ahí por el modelo–. En ese momento entró también su hermano, junto con el menor Sugawara. Ryouta les hizo señas para que se sentaran con él. Los recién llegados se miraron, luego el menor Sugawara sonrió y fueron a acompañarle, aunque el gemelo Sawamura no parecía precisamente complacido con la decisión del de cabellos platinados.

— Suga-san~ y Sawamura-san~ ustedes siempre lucen tan bien juntos que me dan envidia… — Dijo con una sonrisa, seguido de un puchero.

— Qué cosas tan extrañas dices, Ryouta-kun.

— No son extrañas, Suga-san. Además, el rumor más fuerte en la escuela siempre es que ustedes realmente son una pareja, porque se ven tan perfectos juntos que nadie puede imaginarlos con nadie más. Suga-san, Sawamura-san, ¿en verdad son novios?

— ¡Cuida lo que dices, Kise!

— ¡Ay~ senpai por qué me golpeas de repente! — Se quejó, luego de que fuera Yukio quien le propinara un golpe en la cabeza.

— Porque te lo mereces y ya. Deja de fastidiar a mi hermano y a Sugawara, o te sacaré a patadas... — El gemelo dijo con el ceño fruncido. Ciertamente, él era el mayor de los dos, por apenas unos minutos de diferencia con Daichi.

— Qué manera tan cruel de tratar a los clientes, Yukio-senpai.

— Solo a ti, idiota.

— Hermano, no te metas tanto con Ryouta, además Koushi y yo hemos hablado al respecto y no pensamos negar más nuestro noviazgo.

— ¿En serio? — El mayor los miró un instante, luego asintió y anunció que iría por sus cafés.

— Sawamura-san, ¿algún día Yukio-senpia va a hacerme caso?

— Tal vez, si dejas de perseguirlo tanto Ryouta. Yukio se comporta así contigo porque no te toma en serio.

— ¿Eh? ¡Pero por qué! ¡Soy totalmente honesto cuando le digo que me gusta!

— Sí, pero debes entender que para mi hermano es difícil asimilarlo, sobre todo si tu club de fans te persigue constantemente en la escuela, sobre todo durante las prácticas del club de baloncesto. Yukio me ha dicho que se arma un escándalo insoportable cuando todas esas chicas aparecen por ahí, puedo comprenderlo porque tenemos una situación bastante parecida con Oikawa en nuestro club.

— Ah, cierto. La última vez trabajamos juntos para una revista juvenil, ya que mi primo también tiene todo lo que se necesita para modelar suele ser contratado aunque no sea un modelo profesional.

— Ustedes tienen la misma edad, ¿cierto?

— Sí, Suga-san.

— Me divierto mucho cuando los veo juntos.

— ¿Eh? ¿En serio?

— Sí~ — El peliplatino asintió efusivamente… — Pero, volviendo a lo que Daichi te decía, también creo que si quieres que Yukio realmente te preste atención, debes dejar de perseguirlo.

— Pero, yo no puedo… — Gimoteó… — Es algo que hago sin darme cuenta, todo el tiempo estoy pensando qué estará haciendo, con quién estará, qué le gusta, qué le disgusta. Quiero preguntarle un montón de cosas pero siempre me da la contraria, me ignora o termina golpeándome.

— Eso es porque Yukio no tiene confianza en el romance.

— ¿No la tiene, Sawamura-san?

— No, ya te dije. Le molesta bastante que seas tan popular, y piensa algo como que solo es un capricho para ti.

— ¡Pero por qué~!

— Por qué estás gritando ahora, Ryouta… — Volviendo a la mesa, el mayor Sawamura le miró con su habitual cara de pocos amigos cuando el rubio hacía demasiado escándalo.

— P-por nada, senpai… — Dijo con puchero en los labios. El menor de los gemelos y el peliplatino carraspearon, como queriendo decirle que dejara de hostigar al mayor… — Yo, supongo que me iré ya. Tengo… tengo tareas, y eso. Hasta luego, senpai. Suga-san, Sawamura-san… — Despidiéndose con prisas de los tres, el modelo salió disparado del café.

— Qué bicho le picó ahora.

— Por qué dices eso, hermano.

— Bueno, él no suele irse hasta que termino mi turno.

— Oh, así que ahora vas a extrañarlo, Yukio.

— ¡Para nada! — Exclamó, pero su hermano y el peliplatino alcanzaron a notar sus mejillas ruborizarse.


Caminando sin rumbo fijo, el menor Kise pensaba en todo lo que sus senpai le dijeron en el café.

— Pero dejar de perseguirlo. Es como si me pidieran que renunciara a mi amor por él. ¿Qué será de mí si al dejarlo, Yukio-senpai realmente luce aliviado? ¿No será eso igual a ser rechazado como lo hace siempre con palabras? De hecho, pienso que si fuera de esa manera, me sentiría peor.


Al llegar a casa, al menor Kagami le extrañó ver a su hermano ahí. Con los brazos cruzados, el entrecejo fruncido y una expresión que, honestamente, daba miedo.

— Niisan, pareces un ogro con esa cara.

— Por qué llegas hasta ahora, Shoyo.

— ¿Eh?

— ¿Dónde estabas? ¿Estuviste todo este tiempo con ese pequeñajo?

— ¿Te refieres a Tobio-chan?

— Sí.

— Pues, sí. Pero, qué tiene de extraño, niisan.

— ¡Te dije que no quiero que te líes con él!

— ¡Ah! ¡Te recuerdo que estuve con Tobio-chan porque tú querías pasar la tarde con Tetsu-san!

— ¡No me grites, mocoso del demonio!

— ¡Pero niisan ha empezado!

— ¿Se puede saber por qué razón están gritando ambos? — Cuando escucharon la voz de su madre, ambos adolescentes se callaron de inmediato, sonriendo como si hubieran estado bromeando solamente… — Shoyo, ve a ducharte ya, llegas tarde.

— Lo siento mamá, estuve conversando sobre el club con Tobio-chan.

— ¿El hermano de Tetsuya?

— Sí.

— No sabía que ustedes dos se llevaran tan bien.

— Bueno, me parece que a partir de ahora nos llevaremos más que bien… — El pelinaranja dijo con una sonrisa cristalina y la mirada brillante. Luego, tanto su madre como su hermano alcanzaron a notar el sonrojo que se hizo camino en sus mejillas antes de que saliera corriendo rumbo a la ducha.

— Oh, parece que después de todo nos llevamos muy cien con los Kageyama.

— ¡Mamá!

— ¡Por qué me levantas la voz, Taiga!

— Lo siento… — Murmuró con la cabeza gacha. Su madre le dio un golpe en la cabeza y le ordenó que le ayudase a terminar de preparar la cena, en lo que su hermano se duchaba y su padre llegaba del trabajo.

En la ducha, Shoyo no podía dejar de sonreír. Estaba contento.

— Soy novio de Tobio… — Decía para sí mientras el correr del agua mojaba todo su cuerpo… — Y, me ha besado… — Emocionado por el recuerdo, el chico ahogó una exclamación cubriéndose la boca.

…Flashback…

— ¿Salir como él con mi hermano? ¿Te refieres a ser novios? — La idea ya era loca, pero cuando el pelinaranja asintió, él ni siquiera lo pensó y simplemente respondió… — De acuerdo.

— ¿En serio? — El pelinaraja abrió sus grandes ojos color avellana de par en par cuando el pelinegro respondió aquello.

— Sí, por qué no. Digo, solo es para fastidiar a Taiga, ¿no?

— Ah, sí, claro. Solo por eso. Pero, ¿eso significa que tendríamos que decirle?

— Obvio. Mañana cuando llegues a la escuela te estaré esperando, tomaré tu mano y actuaremos como pareja.

— ¿Eh? Pero ni mi hermano hace eso con Tetsu-san. Ya sabes, son discretos.

— La discreción no me interesa. No es como si realmente fuéramos novios, Shoyo.

— Pero, si actuamos así, en ése mismo momento mi hermano querrá matarte.

— ¿Y?

— La idea es molestarle… lentamente, quizá… — Aventuró, ligeramente nervioso. No, está tomando conciencia de la propuesta tan ridícula que ha hecho. Ahora, imaginándose con el pelinegro como novios le parece mala idea. Sin embargo, no es como si repentinamente se pudiera echar para atrás.

— ¿Lentamente?

— Sí, como hacer pequeñas cosas que le hagan sospechar que tenemos algo. Pero no que lo sepa de inmediato.

— Ah, por eso decías sobre la discreción. Bueno, no eres tan tonto como pareces, Shoyo.

— ¡Ah! ¡Claro que no soy tonto!

— Seguro, es solo que tienes inteligencia limitada.

— ¡No te burles de mí!

— Como sea. Deberíamos comenzar por pasar más tiempo juntos entonces.

— Sí.

— De todas formas también tendríamos que hacer algunas cosas de “novios”.

— ¿C-cómo cuáles?

— Bueno… — El pelinegro pareció meditarlo un momento antes de responderle… — Podemos tomarnos de la mano cuando nadie nos vea… — Dijo, y extendió su mano sujetando la del pelinaranja… — La tienes sudada.

— Es por… porque, hace calor… — Respondió nervioso, notando cómo su corazón latía a mil por hora.

— Ah… Bueno, además de esto, ¿qué más hacen las parejas?

— Besarse… — El pelinaranja dijo sin pensar. Sonrojándose como termostato cuando los ojos del pelinegro cayeron sobre él… — Bueno, mi hermano dice que besar a Tetsu-san se siente como el paraíso, o algo así. Por eso se me vino eso a la mente.

El pelinaranja vio el entrecejo del pelinegro pronunciarse. Supuso, acertadamente, que fue por mencionar a su hermano.

— Bueno, pero yo nunca he besado.

— Yo tampoco.

Se miraron y por primera vez, el pelinaranja vio al menor Kageyama titubear indeciso. Quizá incómodo tras admitir que era tan inexperto como él en las artes del besar.

— Ya que ninguno sabemos, entonces debemos practicar.

— ¿Eh?

— Tú quédate quietecito, yo me encargo, Shoyo.

— ¿Tú te encargas? ¡Pero si acabas de decir que nunca lo has hecho!

— ¡Pero no me grites! ¡Además, seguro que si yo dirijo obtenemos algún resultado!

El pelinaranja iba a protestar nuevamente, pero mejor se calló. Ciertamente, por ahora, tal vez lo mejor era dejar que el pelinegro tomase control. Solo por ahora.

El menor Kageyama carraspeó, y tras el silencio del menor Kagami, comprendió que esa era su luz verde para actuar. Ya que están en un lugar bastante privado, no tuvo que preocuparse por buscar un sitio donde nadie les viera, de cualquier forma ahí estaba lo bastante apartado y oscuro como para que fuesen notados si la gente pasaba por esa calle. Respiró profundo y puso su mirada más concentrada posible. Por un instante el menor Kagami se sintió como un balón de voleibol.

Su concentración realmente es algo serio… — Pensó, estremeciéndose cuando las manos del pelinegro cayeron, nada delicadamente, en sus hombros… — Ah, maldita sea, de esta manera le veo incluso más alto~ — Gimoteó en pensamientos, tragando hondo cuando el menor Kageyama dio un paso más cerca de él.

Después, el pelinegro comenzó a inclinarse, ya que la diferencia de estatura le ponía las cosas un poco complicadas, se permitió maldecir mentalmente al enano. Pero, tras segundos que se sintieron eternos, cuando sus labios rozaron los del pelinaranja, sintió un cosquilleo en el vientre que le hizo detenerse al instante. Por alguna razón sentía que podría enrojecer furiosamente.

Así, pegados simplemente de los labios, el supuesto beso se alargó por varios segundos, hasta que el menor Kageyama se animó en presionar un poco más, notando entonces la textura de los labios ajenos, eran carnosos pero no tan suaves como lucían, aunque tampoco eran ásperos como para sentir disgusto al tacto. Pensó entonces que quizá estaban agrietados por el clima, e imaginar los labios resecos del menor Kagami le pinchó una sensación de ansiedad que no había experimentado nunca antes en su corta vida. Quiso humectarlos, y su lengua sigilosa resbaló a lo largo de la boca del menor Kagami, acción que hizo enrojecer profusamente al pelinaranja, haciéndole retroceder en el acto. El pelinaranja se tocó los labios con la mano, mirando al pelinegro con ojos sorprendidos.

— ¿Qué?

— Tú, ¿no fue ese beso muy, de adulto?

— No.

Sostenerse la mirada, avergonzarse tardíamente y hacer de cuenta que no ha pasado nada malo. Despedirse con el acuerdo de actuar como pareja al día siguiente y tomar caminos diferentes. Todo, absolutamente todo, había cambiado en ese punto, pero ellos tal vez no podrían comprenderlo hasta tiempo después.

…Flashback…

— Mañana, Tobio-chan sujetará mi mano en algún momento, ¿verdad? — Murmuró para sí, mirándose las manos y suspirando. Solo que, tan concentrado en lo suyo que se olvidó del agua corriendo, e inevitablemente terminó tragando agua, así que acabó tosiendo escandalosamente.


En algún otro lado de la ciudad, el par de amigos de la infancia, Oikawa e Iwaizumi, compartían el espacio bajo las mantas en la cama del primero. A saber, le ha pedido a su amigo quedarse a dormir en casa ya que sus padres estaban fuera de la ciudad por un par de días. Solo que, aunque no era la primera vez que se quedaba a dormir, Iwaizumi comenzaba a sentirse rebasado por las circunstancias.

— Otra vez, por qué terminamos en esta situación, Kusokawa… — Iwaizumi, un chico de carácter más bien rebelde, y aspirante a as de su club de voleibol, farfulló con ceño fruncido cuando su amigo de toda la vida le sonrió haciendo a un lado las mantas y sentándose frente a él, ambos con las piernas extendidas, de modo que las de uno pasaba debajo de las del otro cuando Oikawa buscó mayor cercanía.

— Porque tú comenzaste hablando del tema.

— ¡Solo respondí lo que preguntaste!

— Da igual, quiero hacer esto.

— ¡Pero yo no! ¡Dónde estás metiendo tus manos, Kusokawa!

Luego, un jadeo vibrando en la garganta de Iwaizumi, la mano de Oikawa ha alcanzado su virilidad al conseguir hacerse espacio debajo de su pijama.


Aunque tenían apenas algunas semanas viviendo bajo el mismo techo, Nishinoya y Futakuchi no se sentían como extraños. Haberse convertido en hermanastros tras el matrimonio de sus padres, les ha sentado bastante bien. Además, se entienden como si fueran hermanos de sangre.

— Yo creo que mi papá se enamoró de tu mamá por su deliciosa cocina, Kenji.

— Tal vez. Pero sabes, lo que más me impresiona es que ellos dos actúen tan cariñosamente delante de nosotros. Quiero decir, mamá tuvo un novio o dos antes de conocer a tu papá, y nunca la vi tan enamorada.

— Tu mamá es una mujer hermosa, seguramente no la valoraban como se merecía.

— Pero tu papá supo ganarse el lugar que nunca nadie antes. Cuando los miro así de enamorados me digo que me gustaría tener un romance como el de ellos~

— Bueno, yo tengo algo parecido ya, así que estoy perfecto... — Nishinoya, el más bajo de los dos, y líbero del club de voleibol al que también pertenece su hermanastro aunque en otra posición de juego, dijo con una sonrisa.

— ¿Eh? ¡Quién! Vamos, cuéntame~

— Primero tienes que prometer que no le dirás a nuestros padres.

— Lo prometo.

— También, tienes que prometerme que incluso si no estás de acuerdo, no vas a actuar como un idiota. Porque si lo haces, te golpearé.

— Por qué iba a actuar como idiota, Yuu-kun.

— Porque… bueno, yo tengo, novio.

El más alto, de cabellos cenizos y ojos castaños, parpadeó varias veces. Cuando finalmente comprendió las palabras de su hermanastro, abrió los ojos de par en par, sorprendido por el significado.

— Eres, ¿gay? — Preguntó bajito.

— Sí. ¿Estás asqueado o algo?

— ¿Qué? ¡No! ¡Para nada! Estoy sorprendido, pero al mismo tiempo creo que me siento aliviado.

— ¿Aliviado? — Nishinoya elevó una ceja.

— Sí, porque yo también… Bueno, no estoy seguro, pero creo que también podría ser, gay.

— ¿Te gusta un chico? — Su hermanastro asintió… — Y, entonces porqué dudas.

— Es que, no es que me gusten los chicos, solo, a veces me gusta él.

— Pero, ¿te sientes atraído por chicas?

— A veces.

— Oh, ya veo. Bueno, quién te gusta. Mejor que el nombre de Azumane Asahi no salga de tus labios, Kenji.

— No. Espera, ¿él es tu novio?

— Sí, y no pienso competir contigo por él. Asahi es mío… — Murmuró entre dientes, mirándole con cara de pocos amigos. Pero su hermanastro se rió de buena gana porque más bien le había dado ternura su expresión… — De qué demonios te ríes.

— Nada, nada. Pero no te preocupes Yuu, quien me gusta es Aone.


Sakurai Ryo salió de su casa aunque ya era tarde. El reloj marcaba más de las diez de la noche, era casi tiempo de irse a la cama. Pero Aomine Daiki le ha mandado un texto mandándole reunirse con él en el parque que está cerca de su casa. Abrigado, el de cabellos castaños y grandes ojos color chocolate, dijo a su madre que no tardaría nada en volver y se encaminó hacia allí. No es que fuese extraño que Aomine le pidiera cosas extrañas, aunque esta era la primera que le citaba así.

— Ryo…

— Aomine-senpai… — El castaño se apresuró hacia su compañero de club cuando se dio cuenta de que tenía la ropa sucia y algunos golpes en la cara. Tenía el labio partido, y otro corte en la ceja izquierda… — ¿Qué pasó?

— Unos imbéciles que se creyeron mejores que yo.

— ¿Duele mucho? ¿Debería llevarte a alguna clínica?

— No seas idiota. No estoy tan mal.

— Pero…

— Solo tráeme un poco de medicina, hay una farmacia aquí cerca.

Minutos más tarde, Sakurai ya había limpiado sus heridas y colocado algunas curitas, además de ungüento para el dolor en las heridas y los golpes que le propinaron en los costados. Aomine se recargó en la banca, cerró los ojos y pareció serenarse. Sakurai no sabía si debía despedirse ya, o hacerle compañía. Aunque, se estaba haciendo más tarde.

— Ryo.

— ¿Sí?

Cuando el de tez morena abrió los ojos y le miró, echó el cuerpo al frente y rápidamente se inclinó hacia el castaño hasta que sus labios chocaron.


Continuará……

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión