domingo, 17 de septiembre de 2017

DANGEROUS (STony)



Título: DANGEROUS
Autora: Felina
Pareja: TonyxSteve (The Avengers)
Género: Romance, Humor
Clasificación: NC-18
Advertencia: Lemon

DANGEROUS

***

Había naturalmente varias cosas que no encajaban del todo en su mente ágil de genio y playboy. De momento en eso solamente, que en este caso sus millones y su actividad filantrópica no pesaban de ninguna manera. O casi. De cualquier forma, Tony Stark estaba en un dilema. Uno considerable y sin precedente -no para él, no en su historia de vida-, estaba "inquieto", y no por cualquier cosa ni por cualquier persona, no señor, todo en su mundo estaba fuera de sitio desde que sus pensamientos decidieron dirigirse en contra de su voluntad, hacia todo lo que tuviese que ver con Steve Rogers, el famoso Capitán América.

- Debe ser alguna especie de pesadilla. Yo, el gran Tony Stark no puede estar perdiendo la cabeza por un hombre. Y menos por uno como el siempre recto y aburrido Steve Rogers.

- Sus acciones indican que usted está enamo...

- JARVIS, ni siquiera lo pienses.

- No fui diseñado para pensar sino para analizar y deducir, Señor.

- Es verdad, pero lo que ibas a decir, solo elimínalo de tus archivos.

- Como ordene, Señor.

Stark sabía sin embargo que aquella palabra que estuvo por escuchar en la computarizada voz de JARVIS, no era tan descabellado ni alejado de su realidad. El hombre multimillonario bufó exasperado. Perder los estribos no era parte de su rutina, ni siquiera cuando estaba más estresado "defendiendo su ciudad o al mundo". Todo este asunto se le estaba yendo definitivamente de las manos. Trataba de pensar lo menos posible en aquello, luego se encontraba a sí mismo sumido en razonamientos que no lo conducían a ninguna parte, y finalmente en algún punto de sus debates mentales terminaba admitiendo -aunque solo temporalmente, que de inmediato se obligaba a ser el mismo tipo egocéntrico- que Rogers le gustaba lo suficiente como para plantearse la posibilidad de establecer una relación, nada de aventuras casuales como está acostumbrado a ser.

- Técnicamente no he tenido una aventura así nunca antes. Los hombres no fueron antes motivo de atracción de ningún tipo de mi parte. En fin, supongo que algo habré de hacer, la tensión sexual se me acumula y tarde o temprano tendré que desfogarla, y no tengo interés en hacerlo con cualquiera, sino con el Capitán Rogers.

***

Steve Rogers no conseguía acostumbrarse a esta "nueva época", hay tantas y tantas cosas diferentes a su mundo del pasado, que a menudo optaba por pasar el tiempo entrenando en el gimnasio, o esperando alguna misión que le mantuviese activo y que su mente pudiera desconectarse de todo lo demás. Se le complicaba entender las nuevas "formas de vida", la supuesta libertad de expresión y pensamiento; lo único que no cambiaba -no tan radicalmente como en otros aspectos- es la ambición de poder de mentes cegadas por el deseo de grandeza.

- Y sin embargo lo que más me preocupa es tener estas sensaciones por ese hombre lleno de ego y sarcasmo, Tony Stark es lo "peor" que pudo sucederme en este tiempo.

Rogers suspiró harto de terminar siempre pensando alrededor del playboy -característica que debiera ser suficiente para evitar aquellos pensamientos, pero que sin embargo no conseguía tal efecto en la mente cada día más confusa del ojiazul-; cansado de sentir su corazón henchido de orgullo cuando el Ironman ponía a algún político en su lugar, aunque fuese con su típico humor irónico y esa personalidad sobrada de superioridad. Y sin embargo, de alguna retorcida forma que no habría esperado nunca de sí mismo, le fascinaba. Tal vez era justamente esa razón la que hacía que a cualquiera le encantara, en el mismo nivel que era detestado por muchos que le "conocían".

El Capitán Rogers esbozó una sonrisa, la curva se dibujó inconscientemente en sus labios. Stark conseguía aquel efecto bipolar en él. Un minuto odia sentir tan profundo sentimiento por el playboy, y al siguiente se siente estúpidamente feliz por ser parte de su vida. No en un estrecho vínculo como quisiera, pero al menos pertenecer a Los Vengadores le daba suficientes razones y excusas para figurar en su radar. Así le sacara de sus casillas y tuviera que tener presente que Stark no es el mejor prototipo de trabajo en equipo ni de prudencia, confiado en su armadura, en su intelecto y, por supuesto, en su ego.

- Capitán Rogers, el Sr. Tony Stark al teléfono...

- Stark... - Pillado por sorpresa el joven ojiazul atendió la llamada.

Luego de unos minutos Steve Rogers cayó en la trampa de Stark. Tendrían que reunirse. En sus sueños aquello podía considerarse una cita. Pero claro, solo en sus sueños, Stark seguramente planeaba arrastrarle en alguno de sus "planes" por adentrarle al mundo de la diversión nocturna. No le interesaba liarse con ninguna chica, menos del modo en que el playboy suele "relacionarse".

- Debería buscar alguna excusa para evitarlo.

- Lo escuché, cap... - La inconfundible voz ronca del genio le hizo dar un respingo.

- Qué haces aquí, Stark.

- Vine a secuestrarte... - El playboy sonrió con aire coqueto... - Porque según he escuchado, eres perfectamente capaz de mentirme para dejarme plantado... - Cierto matiz de burla y coquetería se deslizó en la voz del hombre, sus ojos cafés destellaban un brillo que erizó los vellos de la nuca del ojiazul.

***

Cuando ambos hombres salieron de aquel campamento en medio de la selva sureña del pacífico, el Capitán Rogers miraba de soslayo a su compañero con desconfianza. Nada que se fragüe en la mente de Anthony Stark podía preceder algo bueno, sobre todo para él. El ojiazul le siguió hasta aquel helicóptero que ya les esperaba con sus hélices girando a gran velocidad generando ventiscas que jugaron con sus cenizos mechones. Volvió la mirada a un lado solo para descubrir que el cabello oscuro de Stark también se agitaba, aunque no igual que el suyo pues el del multimillonario era más corto y quebradizo.

- A eso es a lo que llamo perder el tiempo pensando en cosas sin sentido… - Se riñó mentalmente el más alto. Apartando quizá tarde la mirada porque el playboy sonrió guiñándole un ojo. Detesta tanto esos gestos coquetos en él. Pero claro, los detesta por varias razones, entre ellas, porque sabe que no son exclusivas, Tony Stark coquetea con todo mundo a ser posible, sobre todo féminas hermosas de pronunciadas curvas (y en muchas ocasiones, nada de cerebro, aunque el ojiazul prefería no atribuirlo a aquello pues respeta a las mujeres sin excepción).

- Eres demasiado aburrido, Rogers… - Le espetó de pronto el moreno cuando ambos se hubieron colocado en su correspondiente sitio en el helicóptero.

- Entonces no veo el motivo por el que me estés arrastrando a no sé qué cosa, Stark.

- El motivo es simple, Capitán… - Y ahí de nuevo ese tono pícaro, esa sonrisa ladeada marcada de coquetería y esa mirada juguetona… - Intento hacerte menos aburrido.

- Me gusta ser como soy, gracias Stark.

- Y yo que pensaba que el sarcasmo era como mi línea por ley.

- No estaba siendo sarcástico.

- Capitán Rogers, es usted tan engreído como yo, solo que no se ha dado cuenta.

- A dónde me llevas, Stark… - Exigió el ojiazul. Queriendo a su vez cambiar de tema, al menos un poco. Al capitán no le agradaba en particular andar hacia lo desconocido, no en guía del playboy. Las cosas siempre terminaban mal.

- Ya te dije, a que pierdas un poco de esa aura aburrida tuya que me es hasta contagiosa.

- Pues no comprendo por qué has venido hasta aquí a querer quitarme esa “aura aburrida” como tú dices, ni siquiera estaba cerca de Nueva York como para que mi presencia te fastidiara.

- Eres tan constreñido, Rogers.

- Y tú tan… tan frívolo, ególatra, molesto y sarcástico.

- Te faltó atractivo, seductor, popular, multimillonario y playboy… - El moreno sonrió, para el malhumor del ojiazul, con esa arrogancia tan suya.

- Características que no me interesan en absoluto, Stark… - El ojiazul miró hacia abajo, donde las extensiones de tierra y selva aún se extendían junto a linderos de océano. El viaje sería largo, y su paciencia alcanzaría los límites como siguieran con ese intercambio de comentarios.

- ¿Hay algo que te interese aparte de ocupar todo tu tiempo batallando como si el mundo se fuese a acabar cada día si tú no estás luchando o entrenando soldados? – El moreno cuestionó sin perder ese aire superior, ocultando entonces que hasta cierto punto le había molestado que el ojiazul señalara con tal determinación que no le interesa nada de aquello que debería al menos generarle alguna curiosidad. ¡Él es Tony Stark! Cualquiera nota esas cualidades suyas.

- No es de tu incumbencia, Stark.

Tras aquellas palabras, el moreno decidió dejar la batalla verbal de lado, al menos hasta que llegaran a su destino. Su idea de tomar un helicóptero en lugar de su jet privado había sido justamente poder pasar más tiempo a solas con Rogers, pero –aunque una pizca de esperanza se formó antes en sus pensamientos– también había supuesto que la pasarían discutiendo. Él no podía evitar molestar al Capitán, y el Capitán nunca se quedaba con nada respecto a él, fruncía el ceño y contestaba cada uno de sus comentarios agrios y altaneros, como si pretendiera bajarle los humos a su ego aunque supiera de antemano que era como una batalla perdida, porque el ego de Anthony Stark era algo así como ilimitado.

Cuando finalmente vislumbraron los edificios de Nueva York, el Capitán Rogers esperó ver en cualquier momento la Torre Stark; pero a cambio de ello aterrizaron sobre la azotea de otro edificio, uno que él no identificaba pero que a su acompañante le era del todo familiar. Seguramente una más de sus tantas propiedades.

- ¿Dónde estamos?

- Es un departamento mío. Hacia allá se encuentra el tuyo… - El moreno extendió el brazo hacia el este, de entre las edificaciones que se extendían por allí, el ojiazul consiguió distinguir efectivamente aquel en donde él vivía.

Rogers quiso volver a preguntar qué hacían aquí, pero desistió cuando notó los hombros del moreno algo tensos. Algo que quizá ha visto en el multimillonario un par de veces desde que le conoce. Y no entiende por qué de pronto su propio plan le pondría tenso. Bajaron por unas escaleras iluminadas por lámparas azules hasta una puerta en la que Stark ingresó un código para tener acceso.

- JARVIS…

- Bienvenido a casa, Sr. Stark. Sr. Rogers.

- Gracias, JARVIS… - Correspondió el Capitán, aunque no del todo acostumbrado a tener algún intercambio verbal con una computadora que parecía ser la conciencia que su creador no tiene ahora. O algo así.

- JARVIS, ¿está todo listo?

- Tal como usted lo ha programado, Sr Stark.

- Perfecto.

- ¿Programado? Suéltalo de una vez, Stark, qué es lo que te traes entre manos esta vez… - Exigió saber el ojiazul, incómodo con toda esta situación tan misteriosa en la que él se sentía como un ratón en laberinto sin salida segura.

- ¿Esta vez? – El moreno alzó una ceja con aire contrariado… - Oye, me ofende tu insinuación, como si la pasara haciendo cosas para molestarte, Rogers.

- ¿Y no? – El ojiazul imitó su gesto elevando una de sus pobladas cejas. Gesto que en él lucía bastante varonil pero al mismo tiempo… tierno. Sí, en pensamientos del playboy aquella palabra lo definiría.

- No… - Respondió sin pensarlo, caminando al bar del amplio departamento, tan lujoso como su residencia en la Torre Stark, pero en menos espacio… - ¿Gustas algo de tomar?

- Lo único que quiero de ti es que me digas qué es lo que hago aquí, Stark.

- Pasar tiempo conmigo. Cap, eres lento o qué. Te lo dije desde que pasé por ti a ese caluroso campamento en la selva. Te estoy secuestrando… - El ojiazul se cruzó de brazos dándole a entender que aquella no era respuesta suficiente para él. Y sin embargo, para el moreno era todo y bastante claro… - Vas a pasarlo bien, ya verás Cap… - Volvió a guiñarle un ojo con galantería y sirviéndose un trago de whisky comenzó a beber.

- No confío en ti y lo sabes.

- Es porque no me has conocido de verdad. Y eso es así porque nunca me das oportunidad, Cap. Admítelo, te caigo mal sin razón alguna.

- No me agradas por cómo eres, Stark.

- Pero si soy una persona amable y desinteresada… - Se defendió con absoluta seguridad. Gesto que su compañero no se tragó… - Soy filántropo, a cuántos multimillonarios como yo conoces que sean capaces de desprenderse de exorbitantes cantidades de dinero solo para ayudar a los demás, ¿mh? Dime…

- No te arriesgas si no sabes que ganarás algo a cambio.

- Bueno, es solo parte de la ecuación.

- Eres un ególatra, Stark. Tú deberías admitir eso.

- Nunca lo he negado… - Puntualizó… - Ni que soy playboy, o un ente lleno de sarcasmo. Es mi personalidad, Rogers. Soy así y así es como la gente me quiere, soy el hombre más popular del mundo.

- No exageres.

- No exagero.

- Oh claro, es tu ego hablando una vez más por ti, Stark.

- Qué te he dicho, deja el sarcasmo para mí que es mi línea, Cap… - El moreno sonrió burlón, sentándose en el sofá de cuero blanco dispuesto en la estancia. Palmeó a su lado invitando al ojiazul a tomar asiento, pero el hombre se sentó en el otro asiento, uno individual que está frente al suyo, la mesa de centro transparente por el cristal era el único objeto entre los dos… - Cualquiera diría que me tienes miedo, Rogers.

- No me apetece compartir más espacio del necesario contigo.

- ¿No es que eras una persona de modales y recto? Porque estás siendo muy grosero conmigo, Rogers.

- Es que consigues sacar lo peor de mí, Stark… - El ojiazul respondió sin demasiado humor. Su ceño fruncido le parecía sin embargo adorable al moreno, y que sus mejillas se tiñeran de un tenue rubor causa de la molestia, resaltaba esa percepción. Y hacía que su corazón latiera un poco más rápido y él sintiera ansias de besarlo.

- JARVIS, cuando quieras comenzar.

- Iniciando Programa de Secuestro al Capitán América… - La voz computarizada hizo eco en la estancia, y cuando el ojiazul trató de procesar lo sucedido, sus piernas y manos ya habían sido apresadas por grilletes plateados que parecían haber sido parte del diseño del sofá en el que se había sentado.

- ¡Stark, qué significa esto! – Bramó enfadado. Asustado quizá también.

- Cap, ¿en serio no me escuchas? Te he dicho más de una vez que iba a secuestrarte… - Sonriendo divertido, el moreno dejó su vaso de whiski sobre la mesa de centro y caminó hasta el alterado ojiazul.

- Esto no es gracioso, Stark… - Espetó el capitán sin bajar del todo su enojo. Se removió en su lugar pero pronto se dio cuenta de que los grilletes que le tenían preso no eran normales y que ni con su súper fuerza podría romperlos… - Suéltame, Stark.

- Todavía no, Cap. Antes tengo que comprobar una teoría… - Apoyó sus manos en el respaldo del sofá e inclinándose sobre el cuerpo del pelicenizo, acercó su rostro al del otro hasta sentir cómo se mezclaban sus alientos. Las mejillas del más alto se tiñeron de un evidente carmín y sus ojos azules brillaron con algo entre la sorpresa y la expectativa que solo consiguió darle más valor a Stark. Y no es que él no tuviese ya el valor suficiente para seguir con esto… - ¿Le pone nervioso mi cercanía, Capitán Rogers?

- ¡Claro que no, Stark! ¡Termina ya esta bromita y suéltame!

- Pero si hasta te has sonrojado… - Sonrió altanero, ladeando el rostro y mirándole directamente a los ojos.

- No sé de qué estás hablando.

- Bueno, si quieres te traigo un espejo.

- ¡Solo suéltame!

- Pero que modales, en serio Rogers, te creía más amable que esto.

- ¡Tú, ególat…!

Rogers no pudo seguir quejándose porque los labios acanelados de Stark atraparon los suyos en una caricia lejos de ser suave y paciente, más bien ansiosa y desesperada, como si quisiera comérselo pues hasta mordisqueaba sus labios, quizá también como una forma de exigir el paso a su interior. Hecho que el ojiazul no pudo evitar por demasiado tiempo pues entre los mordiscos y la insistencia del playboy, y la repentina “traición” de su cuerpo, respondió el demandante beso tomando parte de él. El roce de sus lenguas fue algo que hizo eco en sus pensamientos y rebotó por todo su cuerpo. Esta era la tercera vez que besaba, y la más apasionada e inverosímil de ellas. La primera vez básicamente le había robado el beso una señorita de quien ni siquiera supo nunca su nombre. El segundo había sido con Peggy, pero apenas había sido un roce efímero –y el primer beso que él realmente había querido en el pasado–.

- Mghh… - Jadearon ambos en medio del contacto húmedo. Stark rompió el beso pero no se separó de los labios de Rogers, seguía lamiéndolos y mordisqueándolos como si no tuviera aún suficiente de ellos.

Porque realmente, no tenía aún suficiente del Capitán Steve Rogers. Quería recorrerlo por completo de pies a cabeza y conocer todos esos recovecos vírgenes que serían suyos, suyos y de nadie más.

- Stark… Stark qué estás… - El pelicenizo cerró involuntariamente los ojos cuando sintió la lengua rugosa del moreno resbalar por su cuello, le erizó el vello de la nuca al mismo tiempo que le provocaba extraños espasmos y oleadas de calor que se le agolparon en el vientre y más al sur.

- Solo es el cuello y ya despertaste… - El moreno sonrió con ese aire altanero que francamente ya no le extrañaba al ojiazul.

- N-no… no toques ahí… - Jadeó el más alto, mordiéndose el labio inferior para evitar más sonidos salir de su garganta visto que el moreno no paraba de frotar su mano contra su erección por encima de la tela.

- Voy a hacer más que tocarte, Steve… - El moreno susurró con voz ronca, con esa sensualidad tan suya que desarmaba a cualquiera, incluso al ojiazul así no lo quisiera. Su cuerpo continuaba traicionándole.

- Tony… - Jadeó con más fuerza cuando la mano del moreno presionó la extensión de su entrepierna atrapándola con todo y ropa.

Ninguno puso realmente atención al cambio evidente del trato personal, habían hecho a un lado el uso de apellidos y palabras rudas para pasar al uso de sus nombres e innumerables suspiros y jadeos. Los besos continuaron cayendo incluso por minutos, el moreno se estaba tomando todo el tiempo posible para desnudarle. Le sacó la playera blanca con parsimonia, elevándola poco a poco hasta dejar al descubierto su muy bien formado pecho. Delineó con lengua y dedos cada pectoral, cada músculo definido en el torso del famoso súper soldado.

La estrecha cintura, la ancha espalda, los prominentes hombros y cada rasgo varonil que provocaría taquicardia a cualquiera que lo viese con esa misma libertad y esos lujuriosos ojos con que el moreno le devora. Todo aquello tan masculino que sin embargo no aminoraba esa aura tierna que sus mejillas rebosando de carmín acentuaba. A recién conocimiento del multimillonario, el Capitán lucía demasiado apetecible, como cualquier terreno virgen que seduce con su hipnotizante belleza sinigual para ser explorado.

- Steve, mírame… - El moreno aclamó una vez notó que los párpados de su amante ceder a las sensaciones que el tacto de sus rugosas manos iba marcando por todo su pecho.

Rogers abrió los ojos, el brillo de sus pupilas valió más de lo que Stark hubiera imaginado. Le agitó el corazón de una manera que nunca antes le había pasado, juraría que el calor que de pronto abordó sus mejillas sería alguna especie de sonrojo. ¡Y Tony Stark no se avergüenza por nada!

- Detente, por favor Tony. Estás yendo demasiado lejos.

- ¿Y me lo dices ahora? Cuando es más que claro que tu cuerpo grita lo contrario. No inventes, Steve.

- Somos hombres.

- ¿Cuántas veces hay que repetirte que el mundo no es como antes?

- Que el mundo no sea como hace 70 años no va a desaparecer todo mi sistema moralista y de creencias, Tony.

Severo. Así había sonado el Capitán América en aquel preciso instante. La curiosidad y el anhelo del Ironman pudo haber decaído en abrupto al acto, pero no por nada es justamente Tony Stark. No se amedrenta con facilidad y no retrocede por unos cuantos obstáculos en su camino.

- Admite que está gustándote esto, Cap… - Empleó de nuevo esa sonrisa ladina que el ojiazul le notara en muchas ocasiones usar para conquistar ante los medios de comunicación.

Su mano viajó desde su cuello hasta el pecho, acarició por encima los erectos montes marrón adornando el musculoso torso, y aún más abajo hasta ese juego de pectorales tan marcados que han iniciado parte de su locura; siguió cuesta al sur hasta el borde de los pantalones, deshaciendo pausadamente la hebilla del cinto en los típicos jeans color caqui. El ojiazul sintió una punzada en la entrepierna y nuevas oleadas de calor.

- Incluso si es así, no quiero ser otro número en tu lista de conquistas, Tony. Libérame, no quieras usarme como un objeto más para satisfacer tus egoístas deseos o alimentar tu ego.

- Te equivocas, Steve. No te tengo aquí solo por eso. No vas a ser uno más en mi lista de conquistas. Sé que casi nadie puede creer que no soy el mismo playboy de antes, pero desde Pepper…

- ¡Exacto! La señorita Potts merece que la respetes.

- ¿Siempre escuchas a medias o lo que te conviene?

- ¿Qué…?

- Pepper y yo terminamos hace tiempo, Cap.

- Yo no… no sabía.

- Así que, la mencioné solo porque a ella la respeté, en serio. Y pienso respetarte a ti también. Puede que no sea prudente decirlo pero bueno, no soy conocido por mi enorme capacidad de sensatez, Tú sí que vas a estar en una lista… - El ojiazul suspiró exasperado e inmediatamente se removió buscando liberarse de los grilletes que de cualquier forma no cedieron ni un ápice. El moreno tampoco se inmutó demasiado, sonrió ligeramente divertido por esa chispa de celos e indignación que vio matizarse en las azules pupilas… - Es una lista demasiado exclusiva. Es sobre las personas que realmente han sido importantes, muy importantes, en mi vida. No hay muchos nombres en esa lista, ¿sabes? Mis padres, Pepper… Y ahora tú.

- No lo dices en serio.

- ¡Oye! Ese fue uno de mis contadísimos momentos de romanticismo y tú lo estás echando a perder. Arréglalo, Rogers.

Stark frunció el ceño y cruzó los brazos, aún cómodamente sentado en el regazo del ojiazul; quien atinó a sonrojarse y mirarle con clara sorpresa.

- No es correcto que… que dos hombres…

- ¡Volvemos a lo mismo! – Resopló exasperado, se talló el puente de la nariz y luego se inclinó de nuevo sobre el cuerpo del soldado… - La homosexualidad hoy día es más aceptada que rechazada… - El rostro del ojiazul no podía enrojecer más. Había ahí sin embargo más que vergüenza; confusión, molestia, indecisión.

- ¿Eres gay?

- Técnicamente no. Digo, eres el primero y el único, Steve.

- ¿Debería creerte?

- Absolutamente.

- Quieres tener sexo conmigo, ¿y luego qué?

- No te voy a proponer matrimonio… - Chasqueando la lengua, el multimillonario decidió cambiar un poco todo aquel asunto de dimes y diretes. Y usó en cambio esa lengua para retomar las húmedas caricias por el cuello del soldado… - ¿Podemos continuar y dejar la charla para después? Me está doliendo el pene en los pantalones.

- ¡Tony! – Gritó escandalizado, demasiado avergonzado por el solo hecho de escucharle hablar así de aquellas cosas que el ojiazul ni siquiera platicó con su mejor amigo.

- ¿Me tomo eso como un sí? – Sonrió por demás divertido con la actitud tan inocente y moralista del ojiazul, desabrochando hábilmente los jeans y colando su mano dentro para acariciar la erección de su amante por encima de la ropa interior.

Rogers negó con la cabeza, pero se encontró incapaz de verbalizar nada cuando hacía todo lo posible por contener los jadeos que se le atoraban en la garganta, revolviendo las piernas –aunque apenas un poco por la rigidez a la que los grilletes le obligaban–.

- No te escucho, Cap… - Dijo con tono burlón, apretando más esa extensión que se sentía caliente y palpitante. Se relamió los labios y bajando finalmente del regazo de su amante se dispuso a sacarle los jeans y la ropa interior, aunque los grilletes estorbaran para sacárselos totalmente, dejando las prendas en los tobillos del ojiazul.

- Libérame, Tony… - Jadeó ruborizado, con ropa en los tobillos y sobre la cabeza, cada prenda en su cuerpo solo porque los grilletes impiden su salida definitiva.

- No. Intentarás largarte y no pienso permitir eso.

- No me iré. Quiero hacerlo. Quiero tener sexo contigo si es lo que realmente quieres tú también. Y no te pediré compromiso alguno.

- Ya te dije que voy a respetarte. En serio Cap, tienes un serio problema para escuchar lo que te digo.

- Libérame.

- JARVIS…

Los grilletes se liberaron y Rogers sintió un poco de tensión abandonar su cuerpo. Tensión y excitación juntas haciendo estragos en su anatomía no era francamente agradable para él.

- Steve…

- Tu habitación.

- ¿En serio?

El Capitán asintió, bastante avergonzado pero seguro de que no podía dar marcha atrás. Su cuerpo ardía y claramente su mente también estaba de acuerdo con llevar esto hasta el final. Después de todo Tony Stark le era molesto pero de todas formas no salía de su mente y le hacía sentir un montón de cosas que nadie más le provocaba en este tiempo. Recordó casi inevitablemente a Carter. Pero había de igual manera una gran diferencia entre lo que siente por Stark, y lo que sintió por aquella mujer. Se agachó terminando de sacarse los jeans pero colocándose el bóxer.

- ¿Para qué te…?

- Tengo vergüenza, y mejor no te quejes que de todas maneras me lo vas a quitar.

- ¡Así me gustas más! – Envalentonado al límite por la apertura del ojiazul, el moreno se animó en palmearle los glúteos.

- ¡Tony!

- ¿Qué quieres? Tienes un trasero enorme y apetecible. Ya quiero tocártelo.

- ¡Tony, por dios!

- Dios no tiene nada qué ver en esto. Vamos, vamos; en estos momentos se siente como si la habitación quedara al otro lado del mundo, quiero tenerte ya, Steve… - Camino a la recámara el multimillonario se fue sacando su propia ropa hasta quedar completamente desnudo. Cuando entraron ahí prácticamente tiró a su amante sobre el colchón.

- ¿Siempre eres así de desesperado? – Murmuró rojo como tomate, evitando que su mirada cayera sobre aquella parte de la anatomía del moreno. Quien ya estaba de nuevo acomodado entre sus piernas, devorándole el cuello con besos y mordidas no muy suaves ni tan rudas como para herirle.

- No, tú me tienes desesperado. Hemos hablado más que tener acción… - El moreno subió hasta su boca, besándole con ansias, apasionado, profundo, húmedo.

El Capitán devolvió el beso luchando por seguirle el ritmo, aprendiendo rápido de su juego de lenguas, de sus mordidas incesantes, del choque de dientes y lo caliente de sus besos. Eran sensaciones extrañas, podía sentir que se ahogaba pero tampoco quería despegar sus labios de los del moreno. Era como una batalla, el pronóstico podía estar en su contra y aún así él jamás se rendía. Subió sus manos por la espalda del moreno, alcanzando a palpar más de alguna cicatriz en su caliente piel, las pasó al frente para tocar su pecho, jadeando con pudor cuando sintió el roce de sus muslos y el golpe repentino de sus erecciones.

- Tony… - Jadeó abandonando aunque reticente, los labios del moreno.

- Me gusta cómo se escucha mi nombre en tu voz, Steve… - Sonrió gallardo, jugando a rozar una y otra vez sus erecciones… - Hazlo de nuevo.

- N-no… No me pidas eso… - Susurró apenas evitando que nuevos jadeos más roncos salieran de su boca.

- ¡Hazlo, Cap.! – Gimió ronco, golpeando con más fuerza sus pelvis.

- ¡Nhh! – Gimió ahogado, reprimiendo esos sonidos que seguían arremolinándose en su garganta, entrecerrando los ojos y apresando la espalda del moreno hasta enterrar sus uñas en la piel.

- Pensaba tomarme más tiempo, pero estoy demasiado caliente. Necesito tomarte ya, Steve…

- ¿Toma… tomar… qué?

Rogers recibió su respuesta, vaya que lo hizo. Cuando la mata de mechones oscuros se enterró en su pelvis y la boca del moreno tragó su hombría al tiempo que sentía sus piernas ser separadas por las manos de éste buscando algo entre sus glúteos.

- ¡Mghh Ton…Tony! – Inevitablemente sus gemidos comenzaron a borbotar. Revolvió las piernas y cerró los ojos sintiendo todo su rostro arder de vergüenza cuando algo de lucidez se coló en sus pensamientos nublados de placer.

Estaba recibiendo sexo oral de parte de Stark. ¡Y se siente muy bien! La lengua rugosa se paseaba por toda su extensión conforme esa boca caliente subía y bajaba a lo largo de su tronco. Sentía su falo hincharse a cada segundo y los espasmos sacudían su cuerpo como solo llegó a sucederle en sus contados sueños húmedos. Sentía que estaba por tocar la gloria con la punta de los dedos cuando aquella maravillosa humedad le abandonó.

- Coopera un poco, Steve… - La voz socarrona del moreno le llegó apenas a los oídos cuando el ojiazul ya sentía que sus piernas descansaban sobre los hombros del multimillonario.

- ¡Qué estás! ¡Ahmm! – El ojiazul se cubrió la boca con el antebrazo para callar los gemidos más altos que salían de su garganta.

No sabía por qué algo tan… extraño, como la lengua del moreno lamiendo su cavidad anal le hacía sentir tan excitado y necesitado de más. Luego sintió algo colarse en su estrechez, se sentía incómodo pero no dolía, no por nada es un súper soldado. Minutos más tarde aquellas intrusiones que hacían movimientos sugerentes en su cavidad abandonaron su interior y él suspiró casi con pesar. Era la segunda vez que casi alcanzaba la gloria y Stark le dejaba a medias.

- No contengas ningún sonido, déjame escuchar la voz de lo mucho que te gusta estar conmigo aquí, Capitán Steve Rogers… - Dijo conforme penetraba en el cuerpo del ojiazul.

- ¡Mghh! – Gimió arqueando la espalda, sintiendo aquel trozo de carne caliente e hinchado enterrarse en su cavidad, llegando mucho más dentro y profundo de lo que los dígitos consiguieron antes.

- ¡Mucho mejor de lo que pensaba! – Clamó con ronquez, apoyándose en el colchón para buscar más soporte mientras tocaba fondo y toda su hombría era tragada por aquella estrechez delirante.

- Tony.

- ¿Qué? No vale echarse para atrás.

- Bésame… - Gimoteó con el rostro ruborizado.

- Por razones como ésta vas abajo, Cap… - Sonrió altanero, con ese atisbo de ternura que pasaría desapercibido a ojos de quien no cree enamorarse.

Stark se inclinó al frente, siendo interceptado por las manos de Rogers que se anclaron a sus mejillas y acariciaron el contorno de su barba mientras fundían sus labios en uno más de esos besos cargados de pasión y algo más. Sus lenguas desataron una vez más un duelo sin cuartel, sin tregua ni remordimientos. Se enredaron sin descanso y de mil maneras imaginables hasta que el oxígeno les obligó a separarse, momento que el moreno aprovechó para comenzar a embestir, profundo y no muy suave pero tampoco frenético. Antes quería escuchar el concierto de sus gemidos y adivinar cómo le gustaba más, dónde estaría el punto exacto que lo arrastrara a la locura.

- ¡Ahh, Tony!

- ¡Así es como te quiero escuchar, Steve!

Arremetió con su pelvis el trasero del ojiazul, caldeando con ímpetu todo ese calor sofocante que ponía mal cada sentido de su cuerpo. La piel febril comenzó a perlarse en sudor, el vaivén de caderas pronto alcanzó ese frenesí que antes evitó pero que ahora les arrancaba los más escandalosos y roncos gemidos que inundaron la habitación.

Casi por instinto, Rogers coló una de sus manos entre sus cuerpos hasta alcanzar su virilidad, bombeando al ritmo de las embestidas de su amante, sintiendo que pronto se correría. Y lo hizo, se derramó en su mano alcanzando a manchar los torsos de los dos. Unas estocadas después sintió la esencia del moreno llenarle el interior.

- ¿Verdad que estuvo fenomenal?

- Fue vergonzoso.

- Tus gemidos no decían eso, Cap.

- ¡Cállate Tony!

- Admite que lo disfrutaste como nada en tu vida.

El rostro del ojiazul alcanzó el máximo de su rubor. El moreno sonrió altivo en tanto abandonaba el interior del otro, viendo su semen resbalar entre sus glúteos y manchar las sábanas.

- Tony.

- No voy a pedirte matrimonio, Cap.

- Hablaba en serio.

- ¿Cuándo?

- No necesitas “respetarme” luego de esto. Tuvimos sexo y lo asumo con madurez.

- Ok, te entiendo, pero… - El moreno se inclinó aún más hasta dejar su rostro a escasos centímetros del ojiazul… - ¿Tienes idea de lo popular que eres?

- Eso no tiene qué ver.

- ¡Claro que sí! Si no fuéramos novios entonces cualquier mujer querrá meterse en tu cama, y solo yo puedo meterme en ella, como tú en la mía. En cualquiera, tengo muchas camas en mis diversas propiedades… - Presumió altanero… - Y bueno, ya sabes, soy egoísta así que de ninguna manera pienso compartirte con nadie. Hasta hay hombres que te miran con deseo, y este trasero… - Coló su mano bajo el cuerpo del soldado presionando los glúteos… - Es definitivamente mío. Debería ponerle alguna especie de señal, ¿no crees?

- Creo que estás loco, Tony… - El ojiazul sonrió sin poder evitar sentirse bien. Todo y que el moreno seguía siendo el mismo ególatra de siempre.

- Lo que sea, ahora escúchame; pero en serio escúchame Steve, porque luego vas y sales con cada cosa.

- Está bien, ya entendí, Stark.

- ¿Y ahora dónde quedó el “Tony”? Te lo digo, eres medio bipolar Cap.

- Cállate Stark, y bésame de nuevo.

- ¿Y tú te negabas a tener relaciones conmigo porque somos hombres?

El ojiazul se sonrojó de nuevo –para variar- y prefirió callarle él mismo siendo quien iniciara otro beso. Uno más calmado y suave, húmedo pero lento. Romántico quizá. Y esta historia, apenas comenzaba.


FIN

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