domingo, 17 de septiembre de 2017

AUTOCONTROL (3shot, STony)



Título: AUTOCONTROL
Autora: Felina
Pareja: TonyxSteve
Género: Romance, Humor
NC-18/Lemon

AUTOCONTROL
(Parte 1)
~*~


Estaba allí como siempre que las cámaras y el coqueteo de las mujeres no lo asaltaban en alguna fiesta o evento social de cualquier naturaleza. Sumergido entre metal, herramientas de todos los tamaños y pesos imaginables, y cada neurona de su cerebro concentrada en el minucioso trabajo que implicaba ajustar una pieza aquí o allá en su nuevo traje Ironman. Todavía no se decidía cómo llamarlo, pero alguna idea le rondaba la cabeza. Absurda, por si acaso.

Dejó una de las tantas llaves de precisión y largó un suspiro, se secó el sudor de la frente con el dorso de su mano y sonrió, como es característico en él, orgulloso de su trabajo. Sobrado de orgullo a decir verdad, altanero y prepotente. Contempló los brillantes colores de la pieza metálica y tuvo un pensamiento fugaz que al instante desechó porque simplemente no le gustaba que anduviese por allí haciendo estragos en su siempre estricto autocontrol. Pese a que era un ególatra de lo peor y gustaba de los reflectores o salir siempre en portadas de revista, escándalos en tv y un largo etcétera que lo ubicase en el punto central de la comidilla pública, a Tony Stark le gustaba saber que todo aquello era porque él así lo deseaba, porque le gusta ser centro de atención y nada sucede en torno a él sin que previamente así lo haya planeado. Entonces con qué derecho le sucedía aquello que escapaba a todos los lineamientos estratégicos de ese autocontrol.

- Sr. Stark.

- ¿Qué sucede, JARVIS?

- La Srita. Potts ha llegado.

- Ah sí, puntual como siempre… - sonrió con un dejo de fastidio, se limpió de las manos vestigios de grasa y aceite y mirando a través de los cristales de doble blindaje a la rubia bajar las escaleras… - Recuérdame trabajar en los códigos de seguridad, JARVIS.

- Como indique, Sr. Stark.

- ¿Sigues trabajando aquí? Hace cuántas horas estás acá abajo encerrado, Tony.

- Buenas tardes para ti también, Peppers… - Saludó con ironía, sabiendo de antemano que ese ceño fruncido y esa aura de molestia en la rubia eran su culpa… - No hubiera sido yo porque entonces sí de maleducado e insensible no me habrías bajado, ¿verdad?

- Tony, esto es serio.

- Contigo las cosas siempre son serias.

- Tony, sabes que hago lo mejor que puedo, pero es difícil acompañarte cuando ni siquiera me enteras un poco de tus planes… - Señaló la rubia con tono áspero y cansado. El moreno no la culpaba, convivir con él la había desgastado suficiente, seguir siendo Presidenta de Industrias Stark probablemente la volvería loca. Sobre todo si él cooperaba a ello.

- Ya, no hagas bilis que luego tendrás que visitar al Doc.… - Comentó tratando de bromear, no consiguiendo más que una expresión aún más molesta y endurecida de parte de la rubia… - Ok, ok, pero qué genio te cargas últimamente. ¿Dónde quedó la Peppers divertida que…? Oh espera, realmente nunca has sido más divertida que esto, siempre tan ocupada de que las cosas se hagan bien y eso.

- Pues alguien tenía que ayudar a poner en orden tu caos, Tony. Y perdóname por ser ese alguien, pero tienes que admitir que habrías perdido la cordura de no ser por mí.

- Te llegó temprano la modestia, ¿verdad?

- Tony, no estoy de humor para tus bromas. Dijiste que…

- Sí, sí, cielos que ni en mi propia casa ni con mi propia empresa puedo hacer lo que quiera… - Bufó ligeramente exasperado, moviéndose por su laboratorio en busca de su móvil, que rara vez olvidaba dónde lo dejaba claramente… - Babas, dónde dejé mi móvil. ¡Babas! ¡Deja eso ahí, no es un ingrediente más para un jugo verde! En serio Babas, uno de estos días voy a desarmarte y deshacerme de cada pieza con gusto.

La máquina pareció deprimirse por su rudo comentario, pero como cada vez, el multimillonario solo amenazaba y luego le daba algún golpecito dejándole por ahí sabiendo de sobra que alguna otra tontería habría de cometer. Y entonces recordó que una vez hace no demasiado tiempo –a un par de días desde la batalla contra Loki–, el Capitán Rogers comentó que de alguna forma JARVIS y Babas eran facetas de la personalidad de Stark.

- ¿En qué demonios se puede parecer Babas a mí? Cap, cada día me convenzo más de que tanto tiempo congelado te mató neuronas importantes en el cerebro.

- Di lo que quieras Stark, pero así como JARVIS parece el reflejo de tu intelecto; Babas, como tú le llamas, tiene toda esa torpeza que escondes cuando se trata de las relaciones interpersonales de calidad.

Entonces Tony había querido discutir el punto con el Capitán Rogers, pero el soldado no le había dado tiempo a nada, se había dado media vuelta y partido de ahí sin más. Luego de eso no le ha vuelto a ver realmente, se ha enterado de su integración al mundo y de sus actividades militares dentro y fuera del país.

- Todo un patriota el maldito… - Sonrió para sí, ignorando la mirada confundida de la rubia que le seguía en silencio.

- ¿Estás murmurando algo sobre el Capitán Rogers?

- ¿Por qué habría de estar murmurando nada acerca de él? ¡Sobre todo de él!

- Usaste la palabra patriota y maldito en la misma frase, y por alguna razón tú has encontrado entretenido fastidiar al hombre.

- Yo no lo fastidio, es que él y su moralidad y cara de niño lindo me facilita las cosas.

- Claro, ¿entonces es su culpa por ser simplemente un hombre honesto?

- ¿Honesto? Aburrido queda mejor, Peppers.

- ¿Y desde cuándo a ti los “aburridos” te tienen tan interesado?

- ¡A mí siempre!

- No es cierto y no intentes engañarme, Tony; te conozco lo suficiente, y descargabas toda esa atención en Babas, ningún hombre aburrido te tomaba tanto tiempo y paciencia como el Capitán Rogers. Tony, ¿él te gusta?

- ¡Qué! No, no, no, no. De dónde empiezas tú a sacar conclusiones tan absurdas. Debe ser el estrés, sí eso es. Peppers, tómate unas vacaciones, pagadas, yo te cubro.

- Tony…

- Y que sean largas si es necesario, al otro lado del mundo si quieres, pero tómalas de inmediato.

- Tony…

- ¡Y no quiero volverte a escuchar sugerir algo tan absurdo, Peppers!

- Y es cuando te pones así que yo tengo razón, Tony… - La rubia sonrió con un dejo de diversión y dejando unas carpetas con documentos sobre la mesa de centro en la estancia, le dejó con su agrio humor.

Stark frunció el ceño. Odia que le dejen con las palabras en la boca. Sobre todo si encima de todo es justamente por algo que considera probable y con lo que no está de acuerdo.

- No estoy particularmente interesado en el aburrido viejo, solo me divierto porque es fácil molestarlo.


~*~


Steve Rogers, conocido mundialmente como Capitán América. El Soldado, patriota por excelencia, amante de su país, ejemplo a seguir para todo soldado y militar, para todo agente, detective, policía; cualquiera que se jacte de amor desinteresado por su patria. Pero sobre todo, el hombre que viene de una época en la que dejó demasiadas cosas sin resolver. La culpa por la pérdida de amigos y soldados a su mando, un romance inconcluso.

Sin embargo está aquí, viviendo en un mundo que todavía no comprende del todo, un mundo al que muchas personas intentan incluirle; un mundo que todavía no siente suyo. Pero se esfuerza, observa y escucha, se integra en algunas rutinas, pero rehúye de otras. Le hace sentir vulnerable, casi tan pequeño e insignificante como antes de convertirse en el Capitán América, antes de ser alto, fuerte, atractivo; sus habilidades en batalla le gustan, su apariencia ante la sociedad, no. No le gusta saber que la mayoría de la gente le toma en cuenta más por ello que por su patriotismo.

No le gusta sentirse como si fuera un poco menos que músculos y una atractiva cara.

- Eso es algo que se le da muy bien a Stark… - Murmuró para sí, recostándose en aquella camilla incómoda del campamento en el desierto, en alguna de esas tantas bases militares en tierras hostiles.

Suspiró y cerró los ojos, luchando por no pensar en el moreno, por apartarle de su cabeza y conciliar el sueño. Pero una vez más su mente le traicionaba y llenaba sus pensamientos de imágenes del multimillonario playboy, de sus sonrisas soberbias, de sus comentarios sarcásticos, de su personalidad arrogante. De todo eso que a él le parece molesto y le saca de sus casillas. De aquellas imágenes donde el playboy sale con alguna hermosa mujer más en despampanantes vestidos y ataviadas de costosas joyas; mujeres que seguramente desfilan por la cama del moreno. Mujeres… uno de los principales intereses del genio.

- No te entiendo Stark, para qué tener tantas mujeres si no puedes amar a una sola. Si Peggy viviera… - Suspiró y apretó los ojos negándose a pensar en ello también. El pasado le dolía demasiado, y el presente con un Tony Stark en él, tampoco le era del todo sencillo o agradable… - Por qué siempre que pienso en Tony, pienso en Peggy y viceversa. Es una sensación extraña.


~*~


- JARVIS, busca la actual posición del Capitán Rogers.

- No se encuentra en una base de datos a la que pueda acceder, Sr. Stark.

- ¿Es broma, cierto?

- SHIELD ha negado mis comandos, parece que el protocolo ha sido modificado, Sr.

- Ese Fury, por una vez que violé su sistema ya piensa que lo haré todo el tiempo.

- De hecho Sr. Stark, usted había estado haciéndolo constantemente desde la pelea contra Loki y…

- Sí, sí JARVIS, sé lo que he hecho, no necesitas recordármelo. En serio, tendría que haberte dotado de menos capacidades, a veces suenas como mi conciencia; si tuviera una, claro… - rió con burla, divirtiéndose de sus propios comentarios aunque solo fuese la inteligencia artificial quien le estuviese escuchando.

- Es exactamente lo que el Capitán Rogers intentó decirle aquella vez, Sr. Stark. Que me había dotado de su inteligencia pero con un rasgo que usted no muestra a menudo.

- JARVIS, cállate.

- Sí, Sr. Stark.

- De todas maneras no es que el Cap sea tan importante, solo tenía curiosidad y… - Se mordió el labio inferior y casi contra su voluntad se deslizó hasta el computador central, valiéndose de JARVIS para buscar alguna ruptura en el sistema de seguridad de SHIELD… - ¡Maldición! ¿Por qué mierda tengo que sentirme desesperado por saber dónde está?

- Sr. Stark…

- Ni se te ocurra hacer algún comentario al respecto, JARVIS.

- Solo quería anunciarle que el Capitán Rogers está aquí y pide verlo.

- ¿Está aquí? ¡El viejo está aquí! – francamente sorprendido por ello, el moreno casi podría decirse que estaba emocionado. Casi, porque realmente no iba a aceptar tal cosa. Solo eran… casualidades de la vida… - Déjalo pasar.

Pasaron un par de minutos hasta que el ojiazul se presentó en el laboratorio del moreno. Stark fingió seguir concentrado en algo, aunque solo perdía el tiempo ajustando un tornillo en una pieza de Babas. Bien, de último momento no se le había ocurrido otra cosa.

- ¿Qué le haces a Babas? ¿No me digas que harás realidad esa amenaza de desarmarlo?

- Solamente le estoy… ¿Para qué te explico si de todas maneras no vas a entender? Es ingeniería mecánica de alto nivel.

El ojiazul encogió los hombros dando por terminado el punto. Se recargó en el borde de una de las mesas metálicas y cruzó los brazos al pecho sin despegarle la vista al moreno, que enarcó una ceja con aire superior.

- ¿Qué? ¿Viniste aquí solo para verme? voy a sonrojarme, Cap.

- Tú y tus comentarios estúpidos, Stark.

- ¿Soy yo el que ha ido a una casa ajena a no sé qué y se ha quedado mirando como idiota enamorado al anfitrión?

- ¿Enamorado? Sigues diciendo chistes sin sentido, Stark.

- No me des razones, Cap y listo. Así que… - Dejando de fingir que trabaja en Babas, el moreno centró su mirada en el ojiazul… - ¿Qué te trae por aquí?

- La Srita. Potts me llamó, dijo que piensa que es buena idea que tú y yo entrenemos juntos un tiempo. No sé por qué hizo ese comentario, por eso vine. ¿Acaso tenemos que prepararnos para algo en especial? ¿Otra pelea o algo?

- Peppers ha estado muy estresada estos días, dice cosas sin sentido. Tú y yo no necesitamos entrenar juntos ni nada, pasar tiempo solo nosotros dos no es algo que anhelas cuando te levantas, ¿cierto? Así que, Cap, aclarado el punto, puede usted volver a donde quiera que se meta a seguir aburriéndose como el viejo que es.

- ¿Por qué no lo intentamos?

- ¿Qué cosa?

- Llevarnos bien, Stark. Tal vez no sea tan difícil… - El moreno elevó elegante y sarcásticamente una ceja. Sí, él es un hombre capaz de mezclar ambos rasgos en un mismo gesto. Y por un segundo, el ojiazul pensó que aquello se veía… sexy, en el multimillonario… - Está bien, sería la cosa más difícil que he hecho en mi vida, pero pienso que podría resultar. Si lo intentamos. Si realmente lo intentamos, Tony.

- Uy, hasta me llamaste “Tony” con tono solemne. Eso es serio, se siente como si te hubieran dado una misión súper importante, como salvar el mundo o algo así. ¿Es así como te sientes, Steve? ¿Piensas que conviviendo conmigo podrías hacer que cambie y entonces habrás hecho algo por este mundo?

- No intento cambiarte, Stark…

- Y ahí acabó el “Tony”… - sonrió con sorna, divertido con esa charla casi absurda en que se había anclado con el ojiazul. Lo que fuera por tenerle un poco más de tiempo.

- Dijiste que llamarte por tu nombre te sonaba a como si me hubieran dado una misión. No quiero que pienses eso.

- Tsk, Capitán, Capitán; no siempre tienes que ser así.

- ¿Así cómo?

- Tan… recto. ¿Qué nunca te sueltas?

- ¿Soltarme?... – El ojiazul le miró claramente confundido.

- Sí. Todavía no entiendes referentes comunes… - El moreno se talló el puente de la nariz con aire hastiado… - Sería más divertido si pudieras seguirme la corriente.

- Lo siento por no ser genio como tú, ni haber nacido en este tiempo. Aunque no lo creas para mí es difícil encajar en este mundo, hay miles de cosas que no me agradan en el comportamiento de estas sociedades.

- Porque eres un aburrido, viejo… - El moreno casi se arrepintió de haber soltado aquello cuando vio al ojiazul resoplar fastidiado… - Ya bueno, quiero decir que no encajas porque no te sueltas. Y cuando digo que te sueltes me refiero a que tienes que vivir la vida más allá de campos militares y campamentos de entrenamiento.

- ¿Salir a divertirse como lo haces tú?

- Mh, algo así.

- No gracias, Stark… - La expresión del soldado fue lo suficientemente clara para que el moreno comprendiera que aquello era como soltarle una blasfemia.  

- No es tan malo, ¿sabes?

- Permíteme dudarlo. No me interesa salir en portadas de revistas ni en ningún medio de comunicación en medio de un escándalo que involucre mujeres y licor.

- ¿Es todo lo que crees que hago?

- ¿Y no?

- Bueno… en parte. Pero venga Rogers, hay otras formas de soltarse en el mundo. Salir a conocer gente por ejemplo, sin que tengas que tener sexo con ellas, para que no te espantes, viejo… - El moreno sonrió divertido, ampliando la curva de sus labios cuando notó el ligero sonrojo bañar las mejillas claras del ojiazul. Adorable. A pesar de ése cuerpo musculoso y el porte varonil, hay que admitir que a Steve Rogers le va bastante ser adorable… - Cómo un hombre como él puede ser tan tierno… - Pensó.

- Conozco gente, Stark… - Refutó.

- La gente de SHIELD o cualquiera en la milicia no cuenta, Rogers.

Entonces el ojiazul tuvo que admitir interiormente que en aquello el moreno tiene razón. No es que conozca realmente gente más allá de aquellos rubros. En cierta forma, le teme al mundo, no quiere encajar en él como el Capitán América, y Steve Rogers de alguna manera se había convertido solo en el traje del súper héroe. Extrañaba ser el escuálido chico enfermizo que nadie detectaba.

- ¿En qué te quedaste pensando, Cap?... – La voz del moreno le sacó de sus cavilaciones, y para cuando lo enfocó de nueva cuenta, el rostro del multimillonario estaba demasiado cerca del suyo para ser saludable para su corazón, que de un momento a otro había acelerado sus latidos…

- Peggy…

- Oh. Tu… tu novia en el pasado, ¿cierto? – El moreno se alejó sin dejar de sonreír con aquel tono sórdido que escondía su repentina decepción.

- Ella no era mi novia. Ni siquiera llegamos a tener una cita.

- Pero te gustaba, la querías. Ya sabes, de ese modo romántico en el que seguramente la sigues pensando.

- ¿Eres capaz de enamorarte, Tony?

Por un breve momento el moreno estuvo tentado de mencionar que nuevamente le había llamado por su nombre, pero no quería arruinar la atmósfera con eso. Aunque, ¿quería responderle ese cuestionamiento?

- Verás, eso del amor no es para mí. Es… aburrido.

- ¿Por eso te acuestas con cualquier mujer? ¿No te interesan los sentimientos de ellas?

- Las mujeres con las que me acuesto no tienen sentimientos en particular. Solo les interesa mi dinero y ser parte de la noticia, soy el gran Tony Stark, salir conmigo es algo como, cosa de popularidad.

- Preferiría ser invisible a un trofeo en tu desbordado sentido de egoísmo y narcisismo.

- Por eso es que no te caigo bien, porque no entiendes mi forma de pensar. ¿Qué tiene de malo desfogar un poco de placer con una chica que amablemente se ofrece a complacerme?

- Eres descarado, Stark… - El ojiazul espetó sintiéndose de pronto sumamente molesto.

- Pues así soy, si no te gusta te jodes… - El soldado frunció el ceño para luego darse la vuelta con la intención de marcharse… - Oh vamos, fuiste tú el que vino aquí queriendo intentar llevarte bien conmigo y te ofendes con mi honestidad.

- ¿Honestidad? ¡Tú no sabes lo que es eso, Stark!

- Dime la verdad, Cap; ¿por qué viniste aquí?

- La Srita. Potts…

- ¡Deja a Peppers fuera! ¿Por qué viniste? Incluso tú que eres amable y noble, no haces nada si no tuvieras una motivación personal; sobre todo si el objetivo soy yo, la persona que más detestas en este mundo.

- No te detesto… - El moreno enarcó una ceja con ingenuidad… - Bueno, un poco… - Stark enfatizó su ingenuidad… - Está bien, pero solo te detesto porque todo el tiempo te metes conmigo, y eres todo sarcasmo y miras a todos por encima del hombro.

- Me meto contigo porque eres fácil de molestar.

- ¿Se supone que me sienta mejor?

- Pues no, solo aclaraba el punto.

- ¿Lo ves? Eres tan… tan, tú.

- Así es como encanto, Rogers.

- No a mí.

- Sé que sí.

- Ni en sueños.

- ¿Quieres apostar?

- ¿Qué?

Para cuando el ojiazul quiso comprender el sentido de todo este ir y venir de comentarios, el rostro del moreno ya estaba nuevamente demasiado cerca del suyo, y por alguna razón eso lo puso nervioso. Dio un paso atrás pero Stark daba otro al frente, así hasta que su espalda chocó contra el muro o algo. Se supo acorralado entre aquella barrera y el cuerpo del moreno. Aunque era algunos centímetros más bajo, Stark se imponía, tenía autoridad, porte… sensualidad.

- Tony…

- Voy a mostrarte que incluso a ti, te encanto, Steve… - Susurró con tono seductor, paseando una de sus manos por el amplio pecho del ojiazul, sintiendo bajo su tacto los músculos de todo su torso, colando una mano bajo su camiseta clara, sintiéndole temblar y viéndole sonrojarse, pero quieto ahí atrapado entre su cuerpo y el muro.

Tan a su merced. Que simplemente era imposible no sentirse atraído para profanar sus labios. Los pliegues carnosos que lucían ligeramente resecos, cuarteados a lo largo y ancho, tan necesitados de un poco de humedad que les lubrique. Stark cedió entonces a sus propios deseos, tomando ventaja de la confusión y la parálisis temporal del ojiazul…

Le besó.



Continuará……






























AUTOCONTROL
(Parte 2)
~*~

No es novedad saber que Steve Rogers sea básicamente un inexperto en las artes del romanticismo, simples besos incluido. O quizá sobre todo eso. Para Stark sentir al capitán resistirse al principio fue de hecho incentivo para presionar un poco más, mover sus labios e insistir en recibir alguna respuesta, aunque esta tardó en llegar y fue por demás titubeante y casi insulsa. Si Stark no deseara tanto a este hombre, le patearía el trasero y lo mandaría al demonio, cualquier otra persona besándole así se habría convertido en el ejemplo claro de estupidez en algo tan sencillo como besar, pero hablando del Capitán Rogers.

Era exquisito.

Su torpeza, su timidez, su sumisión. Steve Rogers es tan malditamente tierno e inocente, que solo consigue que le entren más ganas de tener todo de él. El moreno le empujó contra el muro presionando más su cuerpo contra el del ojiazul, escuchándole jadear en medio del beso, mientras conseguía que le siguiera el ritmo al enredar sus lenguas y dejarle explorar el interior de su boca de principio a fin hasta saciarse. Aunque saciarse no fuera una posibilidad realmente para el multimillonario.

Pero, como suele pasar, y Stark odia cuando sucede; la falta de aliento les obligó a separarse. Sobra decir el rubor que se imprimió en las claras mejillas del soldado, su mirada brillante pero no menos confundida, la cercanía de su rostro mostrándole la sutileza de aquellas pestañas castañas largas y tupidas que realzan ese aspecto tan bello en el ojiazul, los labios entreabiertos tomando bocanadas de aire y su pecho subiendo y bajando al ritmo de aquellos intentos por búsqueda de oxígeno, por causa del momento.

- Stark… - Rogers iba a decir algo, pero el moreno no le dejó continuar. En cambio volvió a besarle, con mucho más hambre y deseo, con sobrada confianza como si el hombre contra su cuerpo fuera su amante y no solo el fruto de sus deseos… - ¡Pero qué te pasa, Stark! – Para molestia del moreno, esa vez el ojiazul no le dejó disfrutar del sabor de sus labios por más de diez segundos, tiempo que pareció requerir el cerebro del soldado para gritarle que aquello no era lo que quería. O que no estaba bien. Lo que fuera.

- Que tierno… - Ironizó el genio, resentido quizá por la brusquedad con que el ojiazul le apartó empujándole tan fuerte que trastabilló cayendo al suelo. Debería mandar a alfombrar el piso, así una próxima vez al menos no le dolerá tanto el trasero.

- ¡Me besaste! – Espetó el ojiazul con ese tono molesto que, para qué engañarse, le encanta al moreno.

- Y fue tu culpa, Rogers.

- ¿Qué? – La expresión del soldado era, francamente, un poema a la dulzura. Esa confusión mezclada con sonrojo. ¡Y una mierda! ¡Debería ser pecado que exista un hombre como él! Que Tony Stark pierda el control no es culpa de nadie más que del mismo Steve Rogers.

- Sí, digo; ¿eres consciente del imán que son tus labios? Yo creo que cualquiera con capacidad de mirar quiere besarte.

- Eres tan idiota, Stark.

- ¿Y ahora por qué te ofendes? Todavía que voy contestándote todo lo que me preguntas cuando sería más productivo, benéfico y placentero que simplemente me dejaras seguir y guiar todo esto.

- ¿Seguir? ¿Guiar? ¡Guiar qué cosa!

- Oh vamos Rogers, no querrás que en serio te explique todo, ¿no? – El moreno elevó una ceja con aire altivo. Y por un segundo el ojiazul pensó que aquel gesto tan natural y ególatra del playboy le iba simplemente genial.

- ¿Por-por qué? ¿Por qué me besaste, Stark?

- ¿Qué no es obvio? Verás, Cap; generalmente cuando una persona besa a otra es porque siente atracción, algo en aquella persona le gusta. No me digas que también tendría que explicarte eso… - El moreno enfatizó su gesto anterior, agregando la coquetería mezclado con superioridad, ese gesto que el ojiazul ha aprendido a identificarle casi siempre que el multimillonario habla con él.

- Lo que voy a obviar es el hecho de que seamos hombres. Sí, ya sé, en estos tiempos las relaciones entre personas del mismo sexo son medianamente aceptables; aunque comparado con mi época, es literalmente opuesto.

- Un punto a tu favor, Cap; sabía yo que no eras tan torpe… - El moreno dijo y recibió del otro un ceño fruncido de molestia… - Ya, está bien; tal vez me pasé un poco. Claramente no eres torpe, solo algo inocente y un mucho recatado. ¿Piensas conservarte casto toda la vida? Porque eres virgen, ¿verdad?

- Eres insoportable, Stark… - El soldado agitó la cabeza en negación, dio media vuelta y decidió que lo mejor para los dos era que se marchara de una buena vez.

- ¿Y ahora por qué? ¡Hey!... Oye, Capitán. ¡Steve Rogers te estoy hablando!

- ¡Cómo puedes hablar de cosas tan importantes como si fueran nada!

- ¿Qué, te enfadaste porque mencioné lo de tu virginidad? – El moreno vio a su compañero resoplar fastidiado… - ¡No seas tan mojigato, Rogers!

- ¡Y tú deja de ser tan idiota! – Le gritó elevando la voz. Pero con el rostro tan colorado que fácil pasaba por semáforo, farol encendido o fósforo en llamas.

- ¿Qué tiene de malo hablar sobre virginidad o sexo?

- Imbécil… - El ojiazul susurró entre dientes, volviendo a girar.

Para entonces ya habían subido las escaleras abandonando el laboratorio, y el soldado iba directo hacia la puerta de salida; con un genio que estaba por perder los estribos. ¡Le estaba haciendo seguirle! ¡Cuando todo mundo se hinca a sus pies y le besa la mano! Oh bueno, casi.

- No te vayas, Rogers.

La voz del moreno sonó tan sincera, que el ojiazul frenó, a unos cuantos pasos de la puerta de salida. Volvió la mirada y esperó una razón lo suficientemente buena que le hiciera retractarse de su idea por largarse. Bien, Rogers esperaba una disculpa; e incluso él veía venir algo que resultara opuesto. Tony Stark no se disculpa. Suspiró y trató de mentalizarse para escucharle decir cualquier tontería. Algo que le hiciera cabrear más y le recordara a su insulso cerebro por qué simplemente no puede llevarse bien con el multimillonario.

- Tengamos sexo.

Oh sí. Tony Stark siempre era directo. Y Steve Rogers demasiado bondadoso como para matarle por ser tan insensato y estúpido. Apretó los puños y negó con la cabeza sin poder evitar que una sonrisa derrotada aflorara en sus gruesos labios. El multimillonario se mordió el labio inferior y anotó mentalmente tener algo más de paciencia con el ojiazul si quería realmente llevárselo a la cama. Porque es solo eso, digan lo que digan –incluso si algún músculo en su pecho intenta hacérselo notar–, el playboy solo tiene curiosidad, ganas del Capitán.

Unas terribles ganas que no le dejan en paz, le hacen delirar y recrearse las más excitantes fantasías sexuales.

¡Y una mierda! ¡Lo reitera, todo es culpa de Steve Rogers por estar tan bueno!

- Eres un sex symbol y no te percatas de ello, Rogers.

- Cállate Stark, cada palabra que sigue saliendo de tu boca solo empeora el concepto que tengo de ti. No soy una de esas mujeres que se van contigo a la cama creyendo que será una experiencia inolvidable.

- No solo creen, lo es… - Stark se mordió la lengua apenas se dio cuenta de lo que había dicho. Soltar sus comentarios mordaces en un momento delicado como éste en lugar de ayudarle solo estaba alejando más al Capitán. Y encima se hacía ideas equivocadas. Bueno, tal vez no tanto. Solo una parte.

- Es una pena que siendo el genio que eres, habilidoso con las máquinas y las computadoras, teniendo tanto dinero y muchas posibilidades de ser más que un incordio de persona; te limites a las banalidades de la vida. Enamórate, Tony; y tal vez tu corazón deje de estar tan podrido.

El Capitán notó la mirada café del moreno titubear. Casi parecía que sus palabras le habían dolido. Pero inmediatamente Rogers recordó que estaba frente a Tony Stark. Al gran genio, playboy, multimillonario y filántropo algo viniendo de un simple soldado no iba a afectarle de ninguna manera. El ojiazul siguió su camino y finalmente abandonó la torre.

- Sr. Stark.

- JARVIS, silencio.

Tony endureció la mirada y tragó hondo. Nunca le habían dolido tanto palabras como aquellas. Y realmente no era la primera vez que las escuchaba. Solo es que, viniendo de Rogers. Realmente le habían afectado.

- Parece que después de todo sigues funcionando realmente… - El moreno murmuró para sí, tocándose a un lado del reactor en el centro de su pecho, ahí donde el músculo palpitante sobrevive cada segundo gracias al artefacto luminoso incrustado en su cuerpo.


~*~


Steve Rogers maldijo en días como aquel no poder embriagarse. Y tenía tantas ganas de poder perder noción de tiempo y espacio, de poder aturdir sus sentidos y desconectar su cerebro. Tras conducir largo rato su motocicleta, al volver a su departamento la noche había hecho más que caer, estaba bastante entrada en madrugada. Y cuando se dejó caer en su cama, todo lo que hizo fue suspirar y tocarse los labios. Seguía ahí la sensación quemante de los labios de Stark besándole.

- Si tan solo fueras capaz de mostrar sentimientos, y no solo esa máscara de egocentrismo que me hace detestar quién eres.

El Capitán se levantó y volvió a la estancia. Desde que no puede embriagarse y dormir tampoco es algo que necesite en grandes cantidades de tiempo –un par de horas son suficientes incluso por varios días–, el ojiazul ha encontrado en el boxeo y otras clases de ejercicio físico, el único modo para sacar tensiones.

Salió a la azotea y tomando un hondo respiro, comenzó a golpear el saco de arena que cuelga de un ganchillo en una barra de acero. Golpe tras golpe se repetía en su cabeza el momento de esa tarde, los labios de Stark pegados a los suyos, la sensación de su lengua rozando cada rincón de su boca, enredándose con la suya, sus manos tocándole de aquella manera tan íntima que él ni siquiera pudo negar.

- ¡Maldición! – Espetó golpeando con tal fuerza que, una vez más, terminó derribando y rompiendo el saco, la arena se esparció por el piso con un sonido suave que sin embargo pareció demasiado ruidoso para el confundido capitán.

Porque no podía negarlo, ese beso le había gustado, se había sentido demasiado bien. E incluso por más que lo pensaba, alguien como él que considera importantes los sentimientos para cualquier tipo de relación, sabe que no habría sentido ese revoloteo en la boca del estómago de no ser porque, de alguna manera, el moreno le gusta.

Como una vez 70 años atrás le gustó una mujer.

Peggy.

Y volvía entonces a aquel círculo sin fin en donde tras pensar en el multimillonario, evoca también memorias de la agente Carter.

- Nunca tuvimos nuestra cita, Peggy.

Culpa. Estaba ahí ese sentimiento inconsolable de las cosas que quedaron pendientes en su pasado, en su mundo, en el lugar al que pertenecía. Pero ahora, a tantas décadas de distancia, cada día era para el capitán una nueva lucha por encajar. Por eso prefería estar siempre ocupado en la milicia, en un campamento entrenando nuevos reclutas, en cualquier misión que mantuviera su mente lo suficientemente ocupada como para no pensar. Simplemente no hacerlo.

Y es que no es la primera vez que Stark ocupa espacio en su cabeza de aquella manera tan… revoltosa.

Recuerda bien esa necedad de su parte por enfrentar al moreno desde que le conoció en la base flotante de SHIELD, la repulsión hacia su personalidad, pero la sensación simultánea de atracción. Esa tensión que sentía en cada músculo de su cuerpo, la adrenalina al enfrentar la mirada café del genio, saber que así como era provocado también le provocaba con intención. No es que simplemente no congenien, es que de cierta manera les gustaba no entenderse.

- Creo que, tal vez no ha sido solo Stark quien ha cruzado una línea en todo esto. No me besó solo porque me tomara por sorpresa. Una parte de mí también lo quería.

~*~


Hacía una semana que no le veía. Y Tony Stark no era precisamente paciente para algunas cosas. Bien, tal vez no era paciente, simplemente. Pero no pensaba darle en el gusto al Capitán siendo él quien le buscara, ¡no señor! ¡Rogers tendría que venir a suplicarle un poco de atención!

- Sr. Stark.

- Qué sucede, JARVIS.

- Dijo que si el Capitán Rogers se acercaba a aquel domicilio…

- ¿Rogers encontró a Sharon?

- Al parecer es así, Sr.

El moreno frunció el ceño y en menos de un minuto ya estaba sobrevolando por la cuidad encascotado en su traje Ironman. No quería que el ojiazul conociera a aquella mujer. Si de por sí ya tiene bastantes desventajas, que el Capitán conozca justamente a la única descendiente de la Agente Carter iba absolutamente contra todos sus planes. Aunque en realidad no tenía planes ya.

- ¡Rogers!

El ojiazul giró el rostro en busca del dueño de esa voz que reconocería en cualquier parte. Y al no encontrarla a su nivel, elevó la mirada sabiendo también que aquel sonido se debía a los propulsores del traje Ironman.

- ¿Qué quieres, Stark?

- ¿A qué has venido aquí?

- SHIELD me mandó a buscar a una persona, ¿qué te importa de todos modos eso a ti?

- ¡No vayas!... – El ojiazul enarcó una ceja y cruzó los brazos. El Ironman aterrizó frente a él y la máscara de metal se deslizó dejando al descubierto el consternado rostro del moreno… - De verdad, no vayas Steve.

- ¿Ahora soy Steve?

- Bueno, fui Tony para ti al menos una vez hace unos días.

- No me hagas recordar ese día, Stark.

- Ven conmigo, Rogers… - El moreno extendió la mano, mientras que el ojiazul pensaba en lo irónicos que eran sus encuentros, le añadió el hecho trivial del juego acerca de sus nombres y las cosas que hacían casi sin comprenderlo. Como si todo entre ellos fluyera de manera natural, complicada pero natural.

- ¿Vas a seguir fastidiándome con los besos robados y las insinuaciones de mi castidad?

- Te prometo que haré todo lo posible por no fastidiarte.

- ¿Eso significa que todavía podría pasar?

- Mh, sí. Supongo que sí, pero prefieres que sea honesto, ¿no?

- Tengo que entregarle personalmente algo a la agente Carter y…

- ¡No quiero que te encuentres con ella!

- ¿Por qué no?

- ¡Porque no y ya! ¿Cielos, tengo que contarte todo?

- Si me involucra me parece más que justo que lo hagas.

- Puede que si la conozcas ella te cautive.

- ¿Por qué piensas que particularmente esta mujer puede cautivarme? He conocido muchas mujeres hermosas e inteligentes en SHIELD, Stark.

- Ninguna como ella.

Por unos instantes se sostuvieron la mirada, dejándose envolver por ese silencio que, a pesar de las circunstancias, no se sentía francamente incómodo. Rogers y Stark casi agradecieron el solitario callejón en que estaban, al menos las miradas de las personas no caerían sobre ellos. Ni sus oídos tampoco.

- ¿Piensas que voy a enamorarme de ella solo porque es familia de Peggy?

- Lo sabes.

- No soy un genio como tú, Tony; pero tampoco soy tan tonto. No importa que sea gente de SHIELD o del gobierno mismo, si voy a presentarme ante alguien, siempre averiguo quién es primero.

- Entonces… - Stark carraspeó sintiéndose de pronto incómodo. ¡Maldito Capi-paleta que hace un nudo de todas sus seguridades!... - ¿Quieres conocerla? Por eso vienes personalmente a entregarle no sé qué cosa.

- Debo admitir que tengo curiosidad por conocerla, más allá de una fotografía y un perfil. Pero tenía más curiosidad por esto… - El ojiazul sonrió suavemente, sintiéndose insulso bajo la penetrante mirada confiada del moreno. ¡Benditas mejillas que se le ruborizaban!

- Sabías que me enteraría. Querías saber cuál sería mi reacción. Estoy sorprendido, Capitán… - El moreno sonrió con altanería. A su ver, esas eran más que buenas señales para él… - Hiciste esto a propósito, montaste todo un escenario para ver qué, ¿si me provocabas celos?

- ¿Y los sientes? ¿O es más tu orgullo resentido porque no me he acostado contigo, Tony?

El moreno entendió lo importante que era esta situación para el ojiazul. Lo supo por su mirada, por el hecho de que le llame por su nombre, por la seriedad de su expresión y el brillo titubeante de sus ojos.

- Te responderé, pero no aquí. Es incómodo hablar de todo esto cuando llevo este traje. Vamos, hablemos en mi casa.

El moreno volvió a extenderle la mano. Rogers supo que si iba con él ahora, incluso si el multimillonario no le respondía, él terminaría cayendo en sus encantos. Pero también supo, que no tendría otra opción más que arriesgarse. Después de todo, ya ha perdido control sobre sus sentimientos, qué más daba hacerlo sobre su cuerpo.

~*~


Una vez en la comodidad de su casa, el moreno se sirvió directamente un trago de whisky, le ofreció al ojiazul aunque sabía de antemano que lo negaría.

- Dime algo, Steve… - empleando el nombre del soldado, Stark quería devolverle algo de confianza, seguridad o lo que sea que se supone significaba aquello para el ojiazul… - ¿No tomas porque no puedes embriagarte, o realmente no te gusta beber?

- Tal vez sea por las dos razones… - Rogers desvió la mirada de los ojos del moreno para pasearla por su estancia.

Pese a que ha estado aquí en varias ocasiones, no termina por acostumbrarse a tanta excentricidad. Su departamento es mucho más pequeño y cómodo para él. O quizá es también la sensación de seguridad que le brinda un lugar chico que uno tan amplio como la torre o la mansión del moreno.

- ¿Vas a responderme ya, Tony?

- ¿Quieres que te diga la absoluta verdad? ¿O prefieres que disfrace un poco mis palabras?

- No serías tú si no dijeras lo que realmente piensas.

- Ok… - El moreno caminó por la estancia dando un sorbo a su trago. Agitó el vaso dejando tintinear los cubos de hielo al fondo, el líquido amarillento jugaba en las paredes de cristal y le regresaba un sonido encantador de serenidad y atrevimiento… - Todavía sostengo que quiero tener sexo contigo.

- Y yo aún te digo que no soy una de las mujeres que te llevas a la cama. No soy ni quiero serlo, Tony.

- Lo sé… - El genio suspiró y dio otro trago, se sentó en la mesilla de centro frente al capitán y clavó sus ojos en los pozos azules como el cielo… - Debes saber algo, Steve; lo mío no es hablar de sentimientos. Francamente no sé si aún los tengo. Esta cosa… - Tamborileó sus dedos sobre el reactor en su pecho… - Cambió muchas cosas en mí. Tal vez fue mi segunda oportunidad de vida, pero algunas cosas se conservaron como mi personalidad pedante y altanera, y todas esas cosas que se dicen de mí y que no niego.

- Ese… reactor, no imposibilita a tu corazón a dejar de sentir. Los sentimientos no se encuentran realmente en el corazón, son más cosa de actitud y otras sensaciones, Tony.

El multimillonario carraspeó y terminó su trago, dejó el vaso sobre la mesita a un lado de él, soltó el aliento y volvió a mirar al otro.

- Steve, puedes tener razón, pero puedes no tenerla. La cosa aquí es, que si quieres que te hable de todas esas cursilerías románticas que sucede entre algunas parejas, no va a suceder. No puedo decirte que estoy enamorado de ti porque te estaría mintiendo, y entonces realmente estaría jugando contigo.

- Así que solo tienes curiosidad por tener sexo conmigo… - El ojiazul concluyó. No sin un dejo de tristeza… - Sabes que estoy chapado a la antigua, ¿verdad?

- Todo un anciano… - El moreno sonrió burlesco, casi dispuesto a renunciarle. Casi, pero realmente no convencido de ello. ¡Es Tony Stark! Siempre obtiene lo que quiere. Y él definitivamente quiere al Capitán.

- Tony… - El ojiazul le llamó, incapaz de retroceder o escapar cuando el moreno se inclinó sobre su cuerpo apoyando las manos en el respaldo del sofá… - ¿Qué haces?

- Qué no recuerdas, tengo un plan, atacar… - Dijo con la misma firmeza y seguridad que le escuchara alguna vez tiempo atrás cuando capturaron a Loki y conocieron a Thor.

- ¿Eso también aplica para este tipo de casos?

- ¡Por supuesto, Capitán! – El moreno sonrió de medio lado con altivez y lascivia, las mejillas del ojiazul se tiñeron algo más intensamente.

Y fue el momento perfecto para que Stark se fuera contra sus labios, besándole ansiosamente, hambriento del dulzor de su boca, de lo sedoso de sus gruesos labios, del calor de su lengua y la sensación de sus pulmones perdiendo oxígeno conforme más profundo se besaban.

Pese a que debería sentirse ofendido y humillado, el beso que Stark acabara de darle todavía se sentía flotando sobre sus labios; Rogers pensó entonces que este beso se había sentido incluso mejor que los anteriores. Y notó que su cuerpo se sentía caliente y él necesitado de más de aquellos embriagantes besos. Se mordió el labio inferior y clavó sus cristalinos ojos azules en el moreno. Era una muda respuesta para el genio, un sí, al riesgo que implicaba dejarse llevar por sus deseos.

- ¿Sabes, Steve? Por ser como eres es que por más que lo pensé, no pude imaginarme el sexo contigo de otra manera.

-¿Q-qué?

- Irás abajo, serás pasivo, el que recibe, uke… - A cada palabra del moreno las mejillas del capitán se iban coloreando más y más intensamente… - ¿Estás seguro de que eres virgen? Porque pese a que te sonrojas no pareces desconocer de lo que te estoy hablando.

- ¡Tony Stark, no se te ocurra insinuar que he tenido sexo con algún hombre!

- ¿Tampoco mujeres, travestis ni nada por el estilo?

- ¡Stark!

- Eres demasiado lindo incluso enojado, Capi-paleta.

- Tú, grandísimo idiot…

Stark optó por silenciarlo con otro beso. Una serie más de ellos, en realidad. Y por cada beso el deseo y la necesidad de llegar a más se incrementaba. Y bueno, él ya había recibido esa luz verde que necesitaba para seguir.

E iba a seguir.
Tener sexo con Steve Rogers era de pronto la cosa más importante de su vida.

Tal vez, y solo tal vez. Tony Stark podría enamorarse.



Continuará……









AUTOCONTROL
(Parte 3)
~*~


Tras una serie de besos compartidos, cada uno más apasionado que el anterior; la cosa tomó el rumbo que el moreno había estado esperando, la participación activa y absoluta del Capitán le erizaban el vello y calentaban su cuerpo hasta la fibra más sensible. Nunca antes con ninguna mujer se había sentido así, todo y que aún no comenzaba con lo placentero.

El ojiazul se animó en mover sus manos, pese a que sentía un nerviosismo constante haciéndole temblar de pies a cabeza, lo único que realmente quería era participar y no convertirse en un simple juguete que el genio use a su antojo. Lo cual hasta cierto punto era así, pues después de todo está ahí, dejándose llevar, cediendo todo control de la situación al deseo de Stark por poseerlo.

Metido en aquellos pensamientos, Rogers no se percató de que sus besos habían bajado de intensidad, y que la pasión que desbordó instantes atrás ahora parecían solo respuestas automáticas que desmotivaron al moreno. Sin embargo, Stark estaba dispuesto a pasar por encima de cualquier barrera que su capitán pusiera de frente, sus quebraderos de cabeza incluidos.

- ¿Qué estás pensando?

- Nada.

- Déjate de tonterías, Steve, sé que algo está pasándote por la cabeza así que escúpelo o esto no llegará a buen puerto.

Stark exigió con ese tono de voz que no admite evasiones. Rogers buscó su mirada y encontró en esos ojos cafés más que lujuria, aunque tampoco sabía cómo llamar a ese brillo camuflado en sus pupilas. Quiso preguntarlo directamente, pero lo que ha conocido de Stark es justamente ese pensamiento cerrado hacia cualquier exposición de sentimientos que no obedezcan a sus banales deseos o a la inflación de su ego.

- Quieres tener sexo conmigo, y te lo estoy permitiendo. No te quejes ni me hagas preguntas estúpidas y solamente sigue adelante, Tony… - Que el ojiazul le dijera aquello casi con indiferencia le provocó al moreno una sensación incómoda que le dejó un sabor agrio en la boca del estómago.

- No pienso seguir adelante si vas a estar así. ¡Y una mierda! ¿Crees que es tanto mi deseo por poseerte que voy a estar contigo si tu cabeza está en cualquier otra parte? Porque si vas pensando eso es que definitivamente no me conoces, Steve Rogers. Si vamos a tener sexo al menos hay que disfrutarlo ambos, si lo que quisiera fuera simplemente desfogar tensiones para eso hay miles de mujeres que hacen fila.

Se sostuvieron la mirada, con un dejo de rencor y muchas otras emociones contenidas. Pero cuando Steve sonrió de medio lado con un retazo de ironía, Tony comprendió que esta era su forma de comunicarse para los dos. Eran unos brutos a su manera, pero lo hacían a saber por qué tantas motivaciones ocultas.

- Seamos sinceros, Tony; tú y yo no nos conocemos en absoluto, no convivimos más que lo necesario cuando Fury nos hace coincidir en un sitio, pero no nos toleramos más que eso.

- ¿Entonces a qué crees que se deba todo lo que nos pasa, Steve? – El moreno cuestionó sin ánimo alguno de apartarse, pero admitiendo con cierta resistencia que, cuanto más intentaban entenderse, más se daban cuenta de que cuán diferentes eran y lo casi imposible que era creer que la atracción o cualquier otro sentimiento pudiese florecer más allá de una noche de sexo.

- Tensión sexual… - Respondió el ojiazul. Un poco más por escudarse del daño que cada segundo presiente vendrá después de esto.

- No me hinches los cojones con eso otra vez, porque realmente, realmente dudo que sea solo esa estupidez… - El moreno acotó casi con enojo.

- Quieres tener sexo conmigo. Qué otra cosa puede estar pasando, Tony. Te quejas de que no coopero y ahora que estoy haciéndolo eres tú quien interrumpe esto una y otra vez. Si ya no te apetece y quieres echarte para atrás está bien, no pienses que voy a hacer drama, alguna vez estuve más que acostumbrado a ser rechazado.

- No eres el muchachito aquél que insistía en enlistarse al ejército durante la guerra hace décadas, Steve. Y no estoy intentando rechazarte ahora, es solo… es solo que… - El genio resopló frustrado. ¿Cuándo demonios su cerebro decidió que podía liarse con esto? ¡Si lo tenía servido en bandeja de plata!

- Es solo que qué, Tony… - El susurro del ojiazul casi le hace perder la cabeza. El maldito tenía la voz demasiado suave y dulce cuando se ponía en plan reflexivo. ¡O a saber cómo mierda llamarle a este momento!

- Di la verdad, Steve, quieres escucharme hablarte de sentimientos, ¿verdad? Te mueres porque te diga que me gustas o que siento algo más que curiosidad por ti… - El genio acercó nuevamente su rostro al del más alto, mirándole con absoluta seriedad… - Quieres que te diga que quiero hacer el amor contigo y evite la palabra “sexo”, ¿no es así?

- Tal vez quiera todo eso, Tony. Pero no voy a exigírtelo, tan solo no me hagas sentir como una aventura solamente, déjame pensar que soy un poco más importante que todas esas mujeres que han desfilado por tu cama.

Stark tuvo palabras en su mente listo para responder lo que dijera el capitán. Pero fue entonces cuando el soldado se lanzó tras sus labios besándole con deseo, lamiendo y succionando esos músculos carnosos que seguían antojándosele demasiado provocativos. Y además expertos, porque aunque en un inicio el ojiazul fue quien quiso llevar el ritmo e imponerse, era ahora el momento en que él le seguía el ritmo al moreno; suspirando y jadeando sintiéndose mareado entre besos que le dejan el corazón demasiado acelerado y los pulmones vacíos de oxigeno mucho más rápido de lo que ambos quisieran.

Fue así como Stark se desconectó de todo lo que Rogers le dijera. Se dejó llevar por los besos húmedos y la cercanía del otro cuerpo que estaba poniendo su mundo de cabeza. Mucho más de lo que nunca imaginó que un ser humano podría ocasionarle. Un hombre como Steve Rogers mucho menos.

Ninguno de los dos supo con certeza el momento en que sus manos inquietas desnudaron el cuerpo del otro. Rogers sentía cada centímetro de su piel arder, presa de vergüenza y expectación ante las caricias que Stark no escatimaba en proporcionarle. Inevitablemente a su mente llegaron pensamientos acerca del origen de tal pericia para tocar justo en los puntos sensibles más susceptibles de su cuerpo, provocándole nuevos jadeos y algunos sonidos que amenazaban en convertirse en sonoros gemidos. Todo y que luchaba por reprimirlos porque era demasiado bochornoso admitir sin más que las caricias de otro hombre le gustaban tanto.

El moreno mordisqueó el lóbulo de su amante en tanto sus manos se paseaban por el muy bien formado pecho. Pensó por un segundo que debía ser esta la razón por la que nadie podía imaginarse al ojiazul siendo dominado, no solo en un campo de batalla, sino también en un plano físico mucho más íntimo como este. Para cualquiera seguramente que Rogers era el modelo de hombre educado pero apasionado, con una mujer o con un hombre. Su altura, la complexión musculosa, la firmeza de sus acciones, su fuerza superior. Tan jodidamente masculino y varonil que hasta a él le provocó más de una erección antes de admitir siquiera que iría tras él. O en el proceso de.

- Tienes todo lo que necesitas para ser seme, Steve… - El moreno susurró con la voz enronquecida de deseo… - Pero serás mío antes que permitirte experimentar conmigo esa condición… - Aseguró lamiéndole el cuello, succionando ese trocito de piel en la clavícula que enrojeció bajo la fuerza que ejercieron sus labios. Momento de comenzar a dejar marcas.

- ¡Ahmm Tony! – El ojiazul gimió alto y ronco, con las mejillas coloradas y todo su cuerpo encendiéndose de absoluto deseo.

Stark fue entonces por el pecho, centrando sus atenciones en esos montecitos acanelados que se irguieron bajo el aliento de su boca cuando acercó sus labios simplemente soplando en cada uno de ellos. Rogers sentía su respiración más alterada por estas acciones, y allá al sur de su ombligo, su erección estaba más que alzada, deseosa de caricias. Llevó una de sus propias manos con la intención de tocarse y así aliviar la tensión acumulada de excitación, pero…

- No te metas con mi labor, Steve… - El moreno dictaminó al tiempo que era una de sus manos la que rodeaba la virilidad del capitán.

- Ahh… - Rogers jadeó ahogado al sentir el calor de la palma de su amante rodeando su pene.

Pese a que la postura no le hacía sentir demasiado seme, Stark no pensaba invertir –de momento– las posiciones. Ahí, sentado en el regazo de Rogers, ambos desnudos, ardiendo y entregados al momento, era perfecto. Lo podía dominar y mandar sobre el rumbo de las acciones.

Sus bocas se fundieron una vez más, sus lenguas se enredaron con pasión y el calor pareció ascender otros cuantos grados en la estancia; sobre todo cuando el moreno tomó con sus manos ambas erecciones, frotándolas entre sí en tanto los besos seguían cayendo con gula.

Así que finalmente, perdieron todo rastro de autocontrol.

La barba de Stark incluso irritó la piel alrededor de todo sitio donde caían sus labios. Y Rogers llegaba a reír entre besos y jadeos cuando el vello facial le hacía cosquillas aquí o allá. De pronto la situación iba fluyendo simplemente muy bien, no solo porque la excitación estuviese jugando una parte importante en ello, sino también porque ambos desconectaron todo razonamiento dejando las sensaciones a flor de piel dispuestos simplemente a disfrutarse.

- Ven… - Ordenó con tono áspero el genio, jalándole fuera del sofá y tumbándolo sobre la alfombra.

Rogers pudo replicar, pero no había manera de negarse a los deseos de Stark cuando se estiraba sobre su cuerpo y hacía golpear ambas caderas provocando nuevos roces entre sus erguidos miembros.

- ¿Quieres que te la chupe? – Sonrió lascivo el moreno.

- ¿No puedes adornar con palabras bonitas lo que dices, verdad? – El ojiazul sonrió con aire avergonzado. Aunque el nivel de excitación estaba lo suficientemente alto como para detenerse a pensar en esos detalles. Demasiado.

- ¿Qué? ¿De qué otra manera te puedo preguntar algo como eso, eh? ¿Te puedo hacer felación, sexo oral, te masturbo con mi boca?

- ¡Tony! – Exclamó francamente avergonzado.

El moreno se permitió reír y a cambio recibió un golpe en el brazo que le dolió de verdad. Le reclamó al soldado maltratarlo de esa manera, y todavía más abochornado al recordar que efectivamente su fuerza seguía siendo superior y se había pasado un poco al golpearlo así, el ojiazul atinó a besarle suavemente, acariciándole parsimoniosamente la espalda y más allá hasta los glúteos, reconociendo que el trasero del moreno estaba bastante firme y carnoso.

- ¿Te gusta lo que estás tocando, Capi? – Preguntó casi con tono burlesco, granjeándose los sonrojos del ojiazul con sus comentarios despreocupados.

- No rompas la atmósfera, Tony… – Inconscientemente el soldado alzó los labios en un adorable puchero que el moreno no tardó nada en mordisquear y besar.

Se perdieron de nuevo en besos y caricias tranquilas. Parecía que no tenían prisa por explorarse. Minutos después el moreno invirtió el sentido de su cuerpo dejando así su pelvis a la altura del rostro de un ojiazul que se sonrojó como termostato al tener tan cerca el miembro de su amante.

- Así disfrutaremos los dos… - Sonrió, divertido por el bochorno del capitán.

Y sin esperar más se llevó el prominente trozo de carne a la boca, comenzando a succionar arriba y abajo. Rogers se mordió los labios para no gemir, y casi de inmediato imitó los movimientos de Stark, tragando lentamente el falo de éste. Caliente y grueso se deslizaba dentro de su boca hasta tocar el fondo de su garganta, en donde la punta le produjo arcadas obligándole a recular. Así fue como fue encontrando el ritmo adecuado de succiones, llenando la extensión caliente con su saliva, humectándole de la misma manera en que era mojado pues la boca de Stark era más que precisa brindándole todo ese placer que se le agolpaba en la garganta y no podía encontrar su voz porque toda su boca estaba ocupada en chupar y tragar.

Algunos instantes después Stark dejó de atenderle, levantó el torso y apoyó el peso de su cuerpo en una rodilla mientras la otra pierna la estiraba a un lado; de aquella manera podía observar lo que Rogers estaba haciendo. Su rostro colorado hasta las orejas subiendo y bajando mientras le tragaba, sus labios rosados deslizándose arriba y abajo, su saliva empapándole hasta los testículos.

- Espera, Capi. No quiero correrme aún… - El moreno se apartó del todo y abriéndole las piernas se acomodó entre ellas listo para continuar hasta el final.

- ¿No lo hacía bien?

- Lo estabas haciendo espectacular, Steve. Pero para ser mi primera eyaculación contigo, quiero correrme dentro de ti. Si tú quieres, claro.

- No es como si tenga que preocuparme un embarazo, ni ninguna enfermedad venérea, ¿cierto, Tony?

- Nada de eso. Serás la primer y única persona con quien no deseo usar protección alguna. Quiero sentirte y que me sientas plenamente.

El soldado asintió, levantó las piernas sujetándoselas por los tobillos y elevando al tiempo su cadera para facilitarle lo siguiente al moreno. Stark enarcó una ceja y estuvo tentado de lanzarle algún comentario acerca de lo informado que parecía estar al respecto, pero prefirió al menos por ahora reservarse todo eso, ya se lo recordaría después.

Le ofreció sus dedos al capitán y sintió varios pinchazos de excitación al sentir esa misma lengua caliente humedecer sus dedos como mojó su pene. Gimió varias veces solo con verle así, y luego se inclinó directo a su cavidad anal para prepararle. No tuvo mayor dificultad en hacerlo, la fuerza de súper soldado también parecía extenderse a su umbral al dolor en aquella zona de su cuerpo. Cuando estuvo listo, Stark se recostó a espaldas de Rogers, le sujetó la pierna derecha instándole a levantarla y finalmente perfiló su virilidad en el anillo dilatado pero todavía lo suficientemente apretado para sentir la presión de sus paredes comprimiendo su falo.

- ¡Mghh!

El gemido nació de ambas gargantas cuando Stark completó la penetración. Rogers entrecerró los ojos y se mordió los labios callando todos esos gemidos impúdicos que se atoraron en su garganta. Las primeras estocadas fueron lentas, no tanto porque el moreno quisiera ser paciente, sino porque le costó un poco cogerle el ritmo. Pero cuando lo hizo, aumentó el vaivén y también buscó desesperadamente los labios del ojiazul para besarle.

Los gemidos fueron y vinieron a partir de entonces sin tregua alguna, inundaron la estancia e hicieron eco en la amplia mansión. Stark se movió hasta quedar de rodillas, todavía Rogers tenía la pierna alzada, aunque cambiaba el ángulo a gusto y antojo del moreno, notando cómo en tal o cual posición las estocadas alcanzaban un punto en su interior que le hacía sentir mucho más placer y gemir más alto. En los minutos que le siguieron todo lo que ambos hombres intercambiaron fueron sonrisas, miradas cómplices, gemidos, caricias y besos apasionados. El capitán tuvo que atender la tensión de su pene cuando la excitación se tornó dolorosa allí, masturbándose al ritmo de las estocadas del moreno. Más tarde terminó totalmente de pecho sobre la alfombra, con las piernas abiertas y el moreno embistiendo con fuerza y rapidez contra su trasero, enterrando su poderoso falo una y otra vez en su ano.

El sudor se perló travieso en ambos cuerpos, el pelo se les pegaba a la cara y algunas cristalinas gotas resbalaron por cada palmo de piel. Rogers sentía la respiración de Stark en su nuca, contra su mejilla o en su hombro; luego su lengua lamiendo cualquier trazo de piel a su alcance. El chapoteo húmedo de sus anatomías unidas incentivando la libido y llevando el calor a esos niveles insospechados de placer. El ojiazul podía sentir incluso los testículos del moreno golpear contra sus glúteos cuanto más fuerte arremetía contra su cavidad enterrándose tan profundo que le hacía perder de foco el mundo. En aquella postura el miembro del capitán estaba presionado contra la alfombra, prisionero contra su propio cuerpo; pero aún así la fricción venida de cada movimiento le estimulaba lo suficiente para sentirse delirar de placer.

- Tony… Tony… - Gimoteaba perdido en cada oleada de placer, sollozando al sentir gotear su pene, tan lleno que estaba por explotar y era quizá ese pensamiento el que se trababa en su mente, el de querer avisarle que estaba por venirse y no quería ensuciarle la alfombra con su semilla.

- ¡Mghh! ¡Steve! – El genio cerró inevitablemente los ojos cuando sintió esa frenética punzada en el bajo vientre que le anunció su orgasmo. Se corrió sin preámbulos y derramó su semen en el interior del soldado.

Dio un par de estocadas más hasta vaciarse por completo, y aún tembloroso por su orgasmo, abandonó el interior del ojiazul, le instó a girarse e inclinó el rostro hasta el erecto y sudoroso falo del capitán, tragándole de una y succionando hasta obtener de él su esencia.

- ¡Tony! – Rogers gimoteó espasmoso, revolviéndose inquieto pero extasiado bajo el cuerpo del moreno, temblando sin control por ese primer orgasmo que podría considerar real y duradero en toda su vida. Las ocasiones en que llegó a correrse por su propia mano (literalmente) aquí perdían todo valor.

El genio se lo pensó dos veces antes de decidir qué hacer con el semen del capitán que estaba en su boca, si el ojiazul le hubiera avisado a tiempo. Pero la verdad es que no le molestaba ni le era desagradable, pese a que era la semilla de un hombre y tenía un sabor extraño.

- Escúpelo, Tony… - La voz avergonzada del capitán le sacó de sus pensamientos. Cuando enfocó la mirada se dio cuenta de que el ojiazul había extendido su camiseta para que escupiera ahí su semen.

El rostro del capitán se contorsionó en una mueca desagradable cuando vio al genio tragar y hasta relamerse los labios. Stark no pensó, simplemente se tragó el semen porque no quería que Rogers pensara en absoluto que le sentía asco ni nada por el estilo.

- No tenías que tragártelo.

- Quise hacerlo, Steve. Y la verdad es que no estuvo tan mal, eh… - Sonrió burlón, queriendo arrancarle alguna sonrisa y desdibujar esa expresión de desagrado… - Ay ya me lo tragué, quita esa cara que lo hice porque quise, Steve.

- Gracias, Tony… - El ojiazul susurró con las mejillas ruborizadas… - Ha sido maravilloso tener sexo contigo. No me arrepiento de haber perdido la virginidad contigo.

El multimillonario carraspeó con aire nervioso. Esto técnicamente era lo más romántico que nunca nadie pudo decirle. Y no es que Rogers haya sido el primer ser humano al que desvirgaba. Pero era tan jodidamente especial que sentía que le volvería loco.

- También ha estado fabuloso hacerlo contigo, Steve… - Dijo sin estar seguro de que su comentario caiga bien en este momento. Vio una sonrisa ampliarse en los labios del ojiazul, y casi de inmediato él se empinó topando los suyos en un beso mucho más suave y lento que todos los que él le entregó antes… - Te lo he dicho, en serio Steve, tus labios son un imán. Me niego a que vayas por ahí presumiéndolos libremente. 

- ¿Eh?

- Que no quiero que nadie más que yo te bese.

- Lo dices como si fuera besando a cualquier por ahí, Tony… - El ojiazul frunció el ceño. Estas palabras deberían decirse a la inversa.

- Lo digo por si acaso.

- Tony…

- Y como sé que la única forma en que puedo asegurarme de que eso no suceda es formalizando todo esto, te aviso que a partir de ahora somos novios.

- ¿Qué?

- Lo que oíste. JARVIS, guarda eso.

- Como ordene, Sr. Stark. ¿Gusta que lo deje adjunto al archivo de su reciente encuentro con el Sr. Rogers?

- ¡Qué! ¡Tony no me digas que grabaste esto!

- Pues…

- ¡Tony Stark!

No, nunca iban a ser una pareja normal. Pero al menos lo eran. O dicho de otra manera Stark lo había decidido por ambos. Pero qué importa si a Rogers aquello le gusta. De algún modo masoquista ellos estaban hechos el uno para el otro. ¿Autocontrol? Nunca más. Por ahora al menos.



FIN

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