lunes, 8 de mayo de 2017

PRIVATED PARTY (Oneshot YooSu)



PRIVATED PARTY
YooSu
~*~

Honestamente estaba harto de todo. Ha tenido no solo una semana de locos, sino que lleva ya varios meses con una carga laboral exageradamente demandante. Incluso ha olvidado cuándo fue la última noche que pudo dormir más de unas cuantas horas y aún más cuando fue la última en que salió de copas por el puro gusto de divertirse y no por negocios.

El apuesto hombre de cabellos azabaches entró en aquel antro con toda la intención de olvidarse del estrés laboral y sencillamente divertirse. Se había arreglado particularmente seductor esa noche, porque, para qué negarlo, divertirse incluía ligar con alguna bella mujer y terminar liado en sábanas con olor a suavizante de telas en algún hotel cercano. Bueno, no es como si el hombre en cuestión fuese algún santo o estuviese hecho de piedra, tenía sus necesidades para satisfacer.

— ¡Yoochun! ¡Aquí, amigo!

Él ha reconocido perfectamente la voz de uno de sus camaradas de parrandas. Pasando entre los presentes, el azabache se abrió paso hasta llegar al lugar en la barra donde dos de sus amigos le esperaban. Aunque seguro que uno de ellos no estaba precisamente feliz en esos momentos.

— Quita esa cara de amargado, Yunho. — Dijo a uno de ellos, saludando a ambos con apenas un movimiento de cabeza mientras tomaba asiento y se pedía, para empezar, un cóctel.

— No tengo otra. — Respingó el hombre de tez morena. Sorbiendo de su propia bebida. Aunque él de momento se había pedido cerveza.

— Déjalo que sufra su pena, Jaejoong todavía no regresa de su viaje de negocios. — Intentando mediar entre sus amigos, el hombre de tez tostada, de rasgos nipones, alegó con una sonrisilla.

— No me lo recuerdes. — Gruñó el moreno.

— Venga, no desesperes, dos días se van volando.

El moreno chasqueó la lengua, sorbió otro trago de cerveza y desvió la mirada hacia su móvil, admirando entre suspiros una fotografía de su novio.

— ¿Cuántos días de descanso te dieron, Yoochun?

— Una semana, Hayami. Al fin, vacaciones qué aprovechar. — Dijo, siguiendo con la mirada a un par de féminas que pasaron por el lado, coqueteándoles descaradamente, internándose en la pista de baile con aire provocativo.

Sus amigos sonrieron con resignación, probablemente Yoochun no saldría del antro con ellos por una segunda ronda en algún bar.

Los láseres en el antro comenzaron a parpadear con más rapidez y una canción pegajosa y seductora comenzó a resonar. Los parlantes al fondo, junto al DJ casi parecían aumentar el toque erótico de la mezcla. El azabache perdió la vista una vez más por la pista de baile, había mujeres hermosas, muchas de ellas seguro le seguirían con apenas un susurro al oído. Pero, de alguna manera, ninguna conseguía provocarle la excitación suficiente como para abordarle. El hombre treintañero comenzaba a preocuparse de no ligar esta noche.

Pero entonces le vio, bailando en una barra con tubos al mero estilo de un sitio más, erótico. Por supuesto, en aquel antro todo estaba dispuesto para el disfrute y diversos gustos al bailar, aunque naturalmente no se proveían “servicios especiales” como en otros sitios. Como fuera, la negruzca mirada del azabache se ha quedado prendada de aquella silueta, obviamente, masculina. Y eso era ya de por sí un poquito sorpresivo para él. Un poquito solamente, porque desde su adolescencia ocasionalmente sus ojos han sido atrapados por siluetas masculinas.

— Aunque nunca tal belleza de hombre. — Murmuró, con los labios pegados a la copa, apenas probando su coctel. Sintiendo esa excitación que hubiera estado “buscando” desde que llegara.

Sin apenas mirar a sus amigos, el azabache abandonó su sitio en la barra de licores y avanzó entre los danzantes en la pista de baile, alzando la mirada cuando llegó al otro lado, él chico en cuestión no era el único bailando tan provocativamente en la barra, haciendo aquellas elipses con su espalda mientras se frota sutilmente contra el tubo. Hay otras chicas bailando coqueta y provocativamente. Pero ninguna tan exquisita a sus ojos como él.

El chico no debe ser más alto que él, lleva cabello corto, castaño quizá aunque los láseres pueden ser engañosos al jugar con su anatomía. De cualquier forma, honestamente lo que más le ha fascinado es la perfecta S-Line marcada en su figura. Y la manera tan fluida con que su cuerpo se mueve al ritmo de la cadenciosa mezcla del DJ.

Luego todo sucede casi en cámara lenta. El chico agita las caderas cual si estuviese dominando un semental. Mejor dicho en pensamientos del azabache, montándolo. Gira el rostro y, de alguna manera, sus ojos se encuentran. Para no soltarse en más. El azabache incluso tragó hondo cuando aquellas pupilas le miraron tan intensamente, provocándole un espasmo de excitación al momento en que se mantuvo de frente a él, deslizándose por el tubo en un sugerente movimiento, abriéndose de piernas y dejando entrever bajo los ajustados jeans blancos su virilidad.

El chico sonrió seductor, se lamió el labio inferior y le guiñó el ojo (e incluso si cupiese la posibilidad de que no fuera a él a quien estuviese viendo, el azabache estaba más que decidido a secuestrarlo. Joder, sí), subiendo de nuevo, rozando su trasero contra el tubo mientras su columna se mantiene inclinada en una reverencia de 90º y sus ojos demandan de los negruzcos de su presa un poco más de atención. Aunque, en su propio pensamiento, la idea de ser devorado era más acertada.

El azabache volvió a pasar saliva, sintiendo casi dolorosamente ese latigazo de excitación sacudir sus entrañas. De pronto deseaba desaparecer a todo mundo de ahí y guardarse para sí el espectáculo que tal criatura seductora ofrecía a sus ojos. La idea de raptarlo se volvió seriamente tentadora, casi saboreándose en los labios la sensación de profanar cada recoveco de su perfecta anatomía.

— ¿Quién diría que tendría tal pensamiento sexual por alguien a quien apenas he visto unos minutos? — Pensó, relamiéndose los labios al ver cómo el chico ejecutaba un movimiento de caderas sencillamente delicioso, yendo de un lado a otro mientras mantiene ligeramente flexionadas las rodillas. Honestamente, esa era una clara invitación al lugar entre sus piernas.

El castaño sonrió, cual si estuviera complacido con sus reacciones lascivas, provocándole otro poco al bajar de la barra y caminar directamente hacia él, contoneando las caderas de una forma exquisita, con un toque femenino pero aún más seductor que cualquier bella mujer sacudiendo sus curvas con intención. El azabache maldijo entre dientes cuando sintió otro latigazo de excitación y el prominente bulto bajo sus pantalones crecer lo suficiente como para no pasar desapercibido a ojos de un buen observador.

Cuando el castaño estuvo apenas a un paso de distancia, llevó su mano al hombro del azabache, posándola ahí con suavidad mientras una ola se dibuja en su silueta al ritmo de la erótica mezcla que el DJ ha hecho sonar en los potentes parlantes. Las pupilas del mismo color del chocolate lucían dilatadas, y las claras mejillas tinturadas de un tenue rubor, producto quizá del calor. El azabache duda serenamente de que haya algún resquicio de vergüenza en este apuesto y muy coqueto hombre.

— ¿Te gusta mi baile? — El castaño le dijo tras acercarse a su oído.

Dejándole sentir su caliente aliento. Y oliendo inconscientemente su colonia, impregnándose el olfato de ella. Notando también como tal cercanía le ponía un poco más caliente.

No. Definitivamente este chico no sabe de vergüenza, por lo que desestima aquel tierno rubor a tal emoción. Se convence, por el contrario, de que este chico sabe cómo jugar, cómo usar las armas tan naturalmente seductoras de su anatomía masculina.

— ¡Yah, Junsu ah!

Una voz rompe el encanto de forma abrupta. Encanto que se desvanece cuando el chico de cabellos castaños es alejado de un tirón por otro sujeto, de cara malhumorada, cabellos morochos y alta envergadura. El azabache maldijo entre dientes cuando se planteó la posibilidad de que este chico ya tuviese con quién flirtear.

— ¡ChangMin~! — El castaño exclamó, riendo mientras se zafa del agarre del morocho. — Déjame en paz~.

— ¿Te embriagaste con apenas un coctel? ¿Qué demonios con tu tolerancia al alcohol? Sabía que no era buena idea, tu hermano me va a reñir como se entere de lo que estás haciendo.

— ¡Yah! ¿Acaso soy un crío? ¡Déjame ser! ¡Quiero bailar! — Espetó, inflando graciosamente las mejillas mientras cruza los brazos y descansa el peso de su cuerpo en una de sus piernas.

El azabache no estaba seguro de cómo reaccionar. Mentira, lo sabe. Y lo ha hecho. Una sonrisa divertida ha tirado de las comisuras de sus labios. Debía ser algo idiota pero encontraba sumamente adorable ese “cambio de personalidad” en el castaño. De un demonio seductor a un inocente crío buscando libertad. Algunas palabras más intercambiaron los muchachos cuando de repente el castaño se le pegó al cuerpo. Su pecho podía sentir la caliente espalda del castaño.

¡Oh, joder! Si tan solo pudiera concentrarme en su espalda. ¡Pero es imposible! ¡Mi pelvis está pegada a su trasero! ¡Y qué trasero! — El debate mental del azabache murió cuando el castaño giró sobre sus talones y, colgándose de su cuello, comenzó a besarle.

¡Al carajo cualquier intento de raciocinio! ¡Ni loco dejaba escapar tal oportunidad!

El azabache devolvió el beso con intención, colando su lengua en la caliente boca del castaño, apretándole la cintura mientras le pega del todo a su cuerpo. El castaño jadeó en medio del beso, tiñendo sus mejillas de carmín cuando fue consciente del estado del azabache. Su erección se le clavaba salvajemente en la pelvis, provocando su propia excitación. Que tampoco era como si no hubiera sido mucho más coqueto cuando se percató de tal intensa mirada antes. Ha bajado de la barra justamente porque ha querido acercarse a este perfecto desconocido y, mandando al demonio todo su sistema de moralidad y creencias, buscado la oportunidad de esto. De ser un tanto atrevido y hasta aceptar cualquier propuesta indecorosa que pudiera salir de tal sexy boca.

El beso se alargó incluso si separaron sus labios apenas lo necesario para abastecerse los pulmones de oxígeno. Largo, profundo, húmedo, hasta dejarse los labios rojos e hinchados, mojados de saliva. Cuando finalmente rompieron el contacto lascivo entre sus bocas, el castaño estaba rojo hasta las orejas (ha sido su beso “adulto” más apasionado en la vida), excitado y ansioso.

Detrás suyo, el morocho tenía una venita latiéndole en la sien. No está celoso ni por asomo, simplemente le molesta ser ignorado. (Y que “coman pan delante suyo” con el hambre que se carga, pero eso no lo dirá).

— ¡Bien, haz lo que te la gana! ¡Pero ni me busques para tener una excusa después! — Exclamó, dando media vuelta con toda la intención de largarse de ahí, aunque entonces se diera de lleno contra alguien. — ¡Qué demon…!

— Lo siento, mi culpa. — Dijo la persona en cuestión.

El morocho jadeó involuntariamente, quedándose en el acto sin palabras. ¿Por qué se ha ido a topar con un hombre tan sexy?

Mierda, totalmente mi tipo. — Pensó, mordiéndose inconscientemente el labio inferior.

— ¿Una copa como disculpa?

— S-seguro.

Mientras Hayami arrastraba a ChangMin de vuelta a la barra de licores. El azabache aprovechaba para atraer el rostro del castaño y besarle nuevamente. Una, dos, tres, incontables veces. Y excitarse más, a ser posible, cuando el castaño comenzó a bailar contra su cuerpo, rozándole, provocándole con tal seductora arma.

— Soy Kim Junsu. — Dijo, mirándole nuevamente con esos ojos coquetos que disparó el pulso del azabache. Cual si en un santiamén se hubiese transformado otra vez en el sexy chico que atrapó, por principio de cuentas, su atención.

— Park Yoochun. — Correspondió, rodeándole la cintura y presionando descaradamente su espalda baja.

— Nh~. — Arrancándole ese jadeo que muere contra sus labios mientras siguen el pegajoso y lento ritmo de la música en los parlantes. — ¿Qué tal si me invitas un trago o dos? En tu casa, tal vez.

Park sufrió otro latigazo de excitación.

— Estoy dispuesto a concederte ese deseo. — Dijo con voz ronca, acercándose a la línea del cuello de su compañero, dejando una estela de cortos besos a lo largo. Notándole estremecer y jadear.

— Nh~ y, qué te parece si aparentamos que es tu cumpleaños y tenemos una “fiesta privada”.

¡C A R A J O! ¿Ha salvado su país en alguna vida pasada para merecer tal propuesta?

— Hagamos entonces de esta, una noche especial para ambos, Junsu.


Cuando subieron a su auto, Park ni siquiera pudo encender el motor, Kim había resbalado sinuosamente una mano desde la rodilla, subiendo suavemente por su muslo hasta la ingle, presionando en aquella tibia cuna rumbo a su erección mientras que, al tiempo, se inclinaba por el cuello del azabache, mordisqueándole la afluente nuez.

— ¡Ngh, Junsu! — Obteniendo ese grave jadeo.

Y por supuesto, Park sufrió otro latigazo de excitación.

— No parece que puedas esperar hasta llegar a tu casa, Yoochun~. — El castaño dijo con rintintin, sonriendo travieso mientras la palma de su mano muele el prominente bulto bajo los pantalones de su compañero. — ¿Deberíamos tener un poco de diversión ahora?

Park estuvo tentado de empujar el rostro de Kim contra su pelvis, y exigirle se hiciera responsable de su obvio estado de excitación. Pero eso estaba lejos de su forma de ser, completamente decidido a seducir también.

— ¿Deberíamos, Junsu? Ya que no soy el único aproblemado. — Dijo entonces, llevando su mano a la pelvis del castaño, apretándole también ahí.

— Ahh~. — Arrancándole ese gemidito sexy.

Convirtiéndose entonces en una ridícula competencia por ver quién era el primero en abrirse camino en la ropa interior del otro, moliendo y rozando, apretando y empujando sus manos contra la virilidad ajena. Sabiendo ambos que, de seguir así, terminarán ensuciando sus ropas. Pero de momento incluso aquello no importa, se divierten jugando con fuego.

Ese fuego que viene de una pasión encendida en la pista de baile, envuelta por eróticas melodías y luces multicolores. Además, alimentado por besos como esos que, sí, continúan dándose bajo la parpadeante luz en el estacionamiento. Podría ser suerte o destino, pero que justamente las luces en aquel rincón del estacionamiento estuvieran parpadeando solo les daba un poquito más de confianza, pero incluso si alguien los descubría, probablemente todavía estarían dispuestos a tener sexo una vez resuelta la responsabilidad moral.

— Ng~ Yoochun~, no seas injusto~.

— ¿Quieres que te toque directamente, Junsu?

— Sí~. Date prisa~.

— Pero tú también eres injusto, no veo tu mano encargarse de mis pantalones tampoco.

Park dijo con una sonrisilla confiada, admirando el lindo puchero abrirse en los labios rosados de Kim, mordisqueándole el tierno gesto con lascivia, delineando con uno de sus dígitos la forma de la erección endurecida del castaño bajo sus jeans.

— Ngh~ vamos, ponle el ejemplo a este inocente corderito~.

— ¿Inocente corderito? Veo yo que eres más bien un egoísta y demandante gatito. — Dijo, empujándole suavemente contra la puerta, viendo su propio reflejo en el cristal de la ventana, besándole entonces fogosamente.

En tanto, sus manos se encargaron de bajar el zipper y apartar la ropa lo suficiente para abrirse camino hasta el caliente falo del castaño.

— Meow~ — Maulló con expresión complacida cuando, tras separar sus labios de los ajenos, pudo anclar su mirada a la del azabache.

Y ahí, presto para devolver el favor, sus propias manos se movieron hacia arriba, a la pelvis del azabache, imitando la acción de éste hasta envolver el caliente tronco en ambas manos, acariciándole sinuosamente arriba y abajo.

Las atenciones entonces fueron mutuas, y las miradas cómplices continuas. Besos calientes y jadeos descarados. Las ventanas llenándose del vapor que viene de la temperatura ahí dentro.

La postura no era cómoda en absoluto, sobre todo para Park, el volante y otros obstáculos estaban en su camino, tarde pensó en que hubiera sido mejor pasar al asiento trasero, pero esto era solo una especie de “alivio momentáneo”, para que ambos pudiesen ir todo el camino en su departamento.

— Ahh~ ahh~ Yoochun~.

— Mgh, ¿casi llegas, Junsu?

— Ngh~ sí~. Tócame más~.

Demandante, pensó Park. Sonriendo lascivo mientras, en lugar de complacerle, desacelera el movimiento de su mano. Kim frunció el ceño, apretándole en venganza la base.

— ¡Mgh! ¿Quieres “ahogarme”?

— Tú empezaste~.

— Eres totalmente un gatito, caprichoso, mimado y demandante, Junsu.

— Pero encontraste sexy a este gatito, meow~. — Dijo coqueto, pestañeando lindamente mientras le lame los labios con aire adorable.

El azabache entonces agregó en pensamientos que este chico debía tener doble personalidad o algo. Porque podía perfectamente ser un tipo sexy y apasionado, pero también tierno e inocentemente seductor.

— No me quejo de la combinación. — Murmuró, mordisqueándole los labios antes de que el castaño pudiera preguntarle nada, si es que le había escuchado porque, en medio de aquel jugueteo y excitación, quizá no lo ha hecho.

— Mgh~ Yoochun casi llego~ no quiero ensuciar~.

Por un impulso que se desconoció a sí mismo, el azabache apartó su mano, se corrió hacia atrás (aunque todavía era terriblemente incómodo) y metió en su boca el tronco fálico de su compañero, succionándole.

— ¡Ngh~ no, Yoochun~! ¡Nonghh~! — Contradiciéndose, el castaño tuvo el pensamiento, fugaz, de apartar la cabeza del azabache pero en lugar de aquello sus manos empujaron la mata negruzca con más fuerza contra su virilidad, mordiéndose los labios en medio de su place.

Estaba cerca, a nada del clímax. Junsu revolvió las piernas y casi sufre de un calambre o se atasca entre el asiento, el volante y la parte delantera del auto, echó la cabeza hacia atrás cuando arqueó inconscientemente la espalda y su nuca golpeó la puerta, pero el dolor no fue nada comparado con el exquisito placer del éxtasis. Los espasmos sacudieron su cuerpo cuando se corrió en la boca del azabache.

Park, que realmente no tenía planeado tragarse el semen de su amante, rebuscó con prisas en el bolsillo trasero de su pantalón, encontrando un pañuelo de tela sobre el que escupió la semilla de Kim. El sabor en las paredes internas de su boca no era desagradable pero tampoco se imaginaba yendo tan lejos como para tragar los fluidos de su “primer” hombre.

Cuando Kim coló algo de lucidez en su mente, recordó que era el único que había terminado. Miró al azabache, contemplándole pacientemente, inclinado sobre su cuerpo, con el pene erecto fuera de sus pantalones, palpitando por la atención que antes le hubiera abandonado.

El castaño sonrió pícaro, se relamió los labios y fue su turno de empujar a Park en el asiento del piloto, maldiciendo graciosamente por el estrecho espacio, pero yendo directo por la virilidad del azabache, tragándole de una, succionando lentamente al principio, acostumbrándose al caliente y grueso tronco invadiendo su boca hasta tocarle la garganta. Sufrió unas arcadas con naturalidad, pero los ásperos gemidos de su amante le incentivaron para seguir adelante hasta que sintió el chorro caliente ir hasta su garganta, presionó entonces sus labios alrededor del tronco mientras subía hasta la punta, quedándose con toda la semilla del azabache.

Tras volver a su asiento, Park se apuró en buscar pañuelos desechables o algo para que su compañero escupiera. Pero por el rabillo del ojo vio el movimiento en su garganta, y cómo se relamía los labios, asegurándose con sus propios dedos de que ningún vestigio haya quedado en sus labios o alrededor de ellos.

— ¿Lo tragaste?

— Sí, ¿por qué?

— No, yo. No pensé que…

— Bueno, no es totalmente desagradable, aunque es un sabor extraño~. Pero este gatito necesitaba un trago de leche, meow~.

M I E R D A

¿Podía ser tan sexy aún?

— Vámonos ya, Junsu. — Park dijo gutural.

Sí, estaba comenzando a excitarse de nuevo. Encendió el motor y aceleró, dejando marca en el piso del estacionamiento incluso. La urgencia era, honestamente, llegar a su departamento, arrancarle la ropa y profanar su interior. Seguro de que sería tan dulce, caliente y apretado como su boca.


Apenas entraron al departamento, ambos se habían buscado demandando uno de esos besos que dejan sin aliento, enredando sus lenguas y batiéndose a duelo por dominio, usando la imaginación y el deseo como armas principales. El clic de la puerta al cerrarse apenas si se coló en sus oídos cuando el azabache ya había empujado a su compañero contra el muro, apretándole el trasero con ambas manos, pegándole a su cuerpo mientras empuja su pelvis y simula suaves embestidas, rozando sus erecciones y despertando así, de nuevo, el fuego de la lujuria.

Separaron sus labios en varias ocasiones, mirándose a los ojos con el deseo a flor de piel comenzaron a deshacerse de las ropas entre jadeos ansiosos y caricias sinuosas. El calzado y los cinturones fueron los primeros en ser abandonados en el recibidor, después, paso a paso, beso a beso, caricia a caricia, las camisas y los pantalones. No había manera de llegar hasta la habitación ahora, con el fuego caldeado en sus cuerpos, la necesidad de tocarse se hizo presente en la estancia. Park calló en el sofá, Kim le siguió trepando en su regazo como minino en celo, mordisqueándole los labios, la nuez en el cuello, tirando de sus cabellos, arañándole la espalda mientras jadea al sentir los dientes del azabache adueñarse súbitamente de uno de sus pezones.

— Ngh~.

Gimió áspero, apoyando su peso en las rodillas, a horcajadas en los muslos del azabache, sintiendo el calor arderle en la sangre en tanto las manos de éste le acarician el vientre, la espalda, las piernas y el trasero. Oh, el trasero, que de pronto parecía ser la parte de su anatomía más interesante para Park pues volvía a él una y otra vez, amasándole las nalgas al tiempo en que le devora los pezones alternando las atenciones entre sus indecentes labios y su candente aliento e insensatos dedos.

— Yoochun~.

— ¿Te gusta así, Junsu?

Kim asiente, se muerde el labio inferior y arquea la espalda cuando Park tantea con la siniestra el bulto bajo su ropa interior, siendo la diestra la que todavía se entretiene acariciándole en el nacimiento de sus nalgas, donde la fina línea de los bóxer se interpone a la absoluta desnudez.

La lengua de Park de pronto se paseó por la línea media descendiendo desde la clavícula hasta el ombligo, dejando una estela de cortos besos a los costados, saboreándose también los temblorcitos que sacudían el cuerpo de su amante. Kim jadeó y suspiró, sabiendo que el acelerado pulso era solo el inicio de su excitación, que la forma en que su caja torácica subía y bajaba le delataba y se sentía algo inexperto y tímido. Porque estaba demasiado excitado con apenas unas caricias, pero quizá la culpa era también de esa negruzca mirada, intensa y desvergonzada, devorándole sin miramientos mientras los largos dedos juegan con el filo de su ropa interior o delinean la forma de su erección debajo de ésta.

— Yoochun~. — Suspiró, casi inconsciente del tono suplicante de su voz, de la forma en que agitó su cadera como buscando mayor contacto.

— ¿Quieres que te acaricie aquí? — Park pregunta coqueto, mirándole lascivo mientras frota la entrepierna de su joven amante.

Kim se muerde una vez más el labio inferior, asiente y nota un calorcito en sus mejillas. Casi se maldice por sentirse repentinamente tímido y vergonzoso. Park sonríe siniestro, y aprovechando la postura, apenas necesita inclinarse un poco para que su rostro quede a la altura de la pelvis del castaño. Su primer movimiento es casi injusto para el deseo de Kim, pero jadea fuerte cuando siente la caliente lengua pasearse por su tronco aún por encima de la ropa interior. Y jadea de nuevo incontables veces cuando el azabache repite la acción, mojando con su saliva la tela, humedeciendo su excitación.

— Ngh~.

Park se pregunta si será posible llevarle al orgasmo solo lamiéndole así, frotando quizá. De pronto le tienta de sobremanera la idea de hacer que Kim ensucie su ropa interior con su propia semilla. Levanta la mirada y alcanza a vislumbrar el rostro jadeante de su amante, la forma en que se toca a sí mismo jugando con sus tetillas, mordiéndose los labios, jadeando quedito.

— ¡Yoochun~! — Gimotea pillado en sorpresa.

Pero encuentra aquel mordisco en la punta de su pene extremadamente seductora, aunque su ropa interior todavía esté en el medio de la sensación correcta.

Kim también tiene sus propias tentaciones silenciosas. Piensa en pedirle que le tome de una vez con esa seductora boca suya, también en que quiere algo más que solo felación, que no ha sido suficiente lo del auto pero tampoco la repetición inmediata.

Park traga hondo, un pinchazo de excitación sacude su vientre bajo y termina cediendo a sus propios impulsos cuando libera el erecto miembro de la prisión de la ropa interior, aunque la prenda apenas haya sido retirada un poco hacia abajo, lo suficiente para mostrar el prominente falo. La boca del azabache lo engulle de una, saboreando en las paredes internas el orgasmo previo y la excitación actual.

— ¡Mgh~!

Kim arquea una vez más la espalda, y casi siente que podría caer así que aferra sus manos en los hombros de Park, enterrando inconscientemente sus uñas en la piel, mordiéndose los labios, empujando gentilmente su pelvis con la intención de naufragar más profundo en ese caliente océano de saliva. El azabache sufrió una arcada, o dos, o tres, o más. El castaño embistió su boca con recelo, gimoteando de placer cada vez. Hasta que un chasquido húmedo le hizo saber que su pene había sido abandonado. Park subió por el vientre febril lamiendo y besando, mordisqueó los pezones y dejó una marca en la clavícula antes de llegar a su objetivo principal y besarle fogosamente mientras le estruja el trasero y le empuja contra el sofá.

Primero su espalda siente la textura del sofá, pero no mucho después es instado de nuevo a levantarse, quedando de rodillas en el mueble, con sus manos en el respaldo y el trasero alzado, las piernas separadas y su miembro atrapado en una mano del azabache. La ropa interior, que ha quedado a medio muslo, estorba para abrir sus piernas un poco más, sabiendo que el azabache necesitará del espacio entre ellas para tomarle. Así que hace el amago de sacárselas.

— Déjala. — Le susurra al oído, mordiendo su nuca y dejando marquitas por sus omóplatos.

El castaño jadea, vira el rostro buscando la mirada de su amante pero pronto vuelve a cerrar los ojos y bajar la cara cuando siente un dígito colarse entre sus nalgas, tanteando su cavidad anal. Tiembla inconscientemente y jadea alterado. El azabache no tiene demasiada experiencia en esto, pero puede advertir que el apretado agujero no ha sido usado “demasiado”.

— Junsu ah.

— ¿Mh?

— ¿Eres virgen?

Kim agita la cabeza en negación, pero se encuentra incapaz de girarse y enfrentar la mirada de su amante. Realmente lo era, pero daba vergüenza decirlo.

Park quiso volver a preguntarle, pero pensó que era mejor dejarlo pasar ahora. Tendría que tener cuidado en prepararle, porque seguro que le iba a doler. Y de todas formas no tenía algo como lubricante en casa.

Debo tener alguna loción útil en algún lugar. — Pensó. Mientras tanto, continuó frotando su dedo medio contra el comprimido agujero.

Al sur de su ombligo, sin embargo, su propia excitación no parecía capaz de esperar demasiado. Así que se perfiló entre las piernas del castaño, acomodando su erecto pene entre sus nalgas, rozó su cavidad anal pero no hizo el mínimo intento por entrar ahí, no con su erección, no aún.

— Apriétame con tus piernas, Junsu.

— ¿Eh?

Kim sintió las manos de Park cerrándole las piernas. Y comprendió lo que buscaba. El falo del azabache fue aprisionado entre sus muslos, rozándole los testículos y cuando comenzó a moverse adelante y atrás, también su propia erección. Además, los dedos del azabache continuaban rozando su intimidad. Poco después sintió algo húmedo y caliente caer en su coxis, era saliva que Park estaba dejando caer ahí, deslizándola luego hasta el ano, frotando y tratando de humedecerle.

Sabiendo que una invasión repentina forzaría su interior, el azabache estaba realmente esforzándose por llenarle de saliva tanto como fuera necesario, además de contener esas ganas que sentía de entrar en él y embestirle con fuerza. Por supuesto, no es que sea tan desconsiderado con su amante aunque apenas sea un encuentro de una noche. Si iba a llevarse la virginidad del chico, por lo menos debía ser caballeroso, ¿cierto?

— Ahh~ — El castaño jadeó quedito, sintiéndose francamente bien con aquel trato y la sutil paciencia con que le estaba preparando.

El roce del pene del azabache contra sus testículos y erección le gustaba de manera que nunca llegó siquiera a imaginar pese a que el sexo entre hombres había estado atormentando su cabeza desde su adolescencia, cuando descubrió y comprendió su orientación sexual. Después de todo, solo los hombres conseguían excitarle y hacerle sentir deseoso de contacto íntimo, incluso del dolor durante el sexo anal.

— Yoochun~. — No supo exactamente por qué, pero fue inevitable jadear el nombre de su amante cuando la punta fálica de la erección del otro se rozó tan lentamente contra sus muslos. — ¡Ngh! — Luego ese gemido de incomodidad y sorpresa.

Porque finalmente lo ha sentido. El dedo de Park profanando su interior con suavidad, cual si realmente estuviese concentrándose en ir despacio, en no lastimarle. Kim jadeó y tembló bajo las caricias del azabache, siendo consciente también de los latidos de su corazón y los repentinos nervios mezclados con deseo y excitación. Con todas las ganas de sentir más que su dedo, sus fuertes embestidas.

— Ngh~ desconozco mis propios pensamientos. Aunque siempre he querido esto, hacerlo con alguien a quien no conozco. ¿Realmente me sedujo tanto su apariencia? ¿Está bien para mí sentirme tan emocionado por este encuentro casual? ¡Mgh~ angh~!

Gimiendo entre pensamientos, Kim cedió el control de su mente a las sensaciones del momento. Porque la invasión del intruso no dolía nada, aunque todavía se sentía un tanto diferente a usar sus propios dedos o alguno de esos juguetes que, inevitablemente, ha adquirido con el pasar de los años. Si bien es cierto que no ha ido tan lejos con nadie antes, no es como si no se masturbase de algunas maneras particulares. O que no se haya tocado con algún compañero de colegio, universidad o algún desconocido en antros antes. Era solo que esta era la primera vez que se escapaba realmente con alguien y estaba dispuesto (y ansioso) por sexo de verdad.

— No aflojes, Junsu. — Park le dijo al oído, instándole a apretar de nuevo sus piernas y así continuar disfrutando de ese peculiar placer manteniendo su pene preso entre los muslos del castaño.

Le besó los hombros y continuó su labor, empujando un segundo dígito para acompañar el primero, sintiendo otro pinchazo de excitación cuando notó la presión alrededor de ellos. La expectativa de saborear esa misma presión cuando le penetrara, mucho más “cerrada” que la que mantienen sus muslos en aquel momento.

Joder, quiero penetrarlo ya. — Gimió en pensamientos, empujando sus dedos y sintiéndole estremecerse de una forma diferente. — Ah, ¿encontré tu punto sensible, Junsu?

— ¡Nghh~!

Park volvió a empujar sus dedos buscando el mismo lugar que antes. Aunque de momento no tuvo la suerte que esperaba, volver a golpear exactamente el mismo sitio no era tan fácil. Pero estaba seguro de que ya había encontrado la próstata del castaño, así que solo tenía que continuar buscándole mientras le ensancha y humedece.

De un momento a otro los movimientos de Park se sincronizaron. Las penetraciones de sus dedos junto a las estocadas de su miembro entre los muslos de Kim. Un poco más rápido, un poco más profundo.

El castaño sintió entonces la necesidad de tocarse también, así que abandonó el apoyo del respaldo del sofá, llevando su mano derecha a su erección, tocándose y gimiendo un poco más.

— Agarra el mío también, Junsu. — Sugirió con voz ronca.

Y Kim sintió un pinchazo de excitación, inclinando la cabeza y mirando hacia abajo, vio el pene de su amante rozándose contra el propio. Ambos falos estaban duros, calientes, resbaladizos. Y lo estuvieron un poco más cuando el castaño escupió en su propia mano varias veces, arropando ambos miembros y masajeando mientras, casi sin darse cuenta, aprieta sus muslos y tortura de placer al azabache, quien se recuesta en la espalda de su amante mientras deja sus dedos dentro, abriéndolos ahí con la intención de dilatarle más rápido.

— Dime, Junsu, ¿te has tocado aquí? No se ha sentido tan tirante como pensé, y se ha ido ensanchando fácilmente. ¿Es verdad que no eres virgen?

Por algún motivo absurdo, Park encontraba recelosa la idea de que no lo fuera. De alguna forma, ser su “primero” le seducía de sobremanera. Así que no quería soltarse de esa ilusión.

— Yo ngh~ mis dedos~.

— Ah, con que te has masturbado así, mh. Me gustaría que me mostraras, Junsu.

— Ngh~ ¡no!

— ¿Por qué no?

— Es vergonzoso~.

— ¿Más que lo que estamos haciendo? — El castaño asintió, casi agradeciendo estar de espaldas a su amante. — Joder, eres lindo cuando quieres, Junsu. — Vio entonces las orejas del castaño encenderse, y a él temblar. — Eso me gusta, mucho.

Park se enderezó, llevó ambas manos a las nalgas de Kim y separándolas con lascivia, vio satisfactoriamente su agujero expandirse, escupió saliva en él y luego metió ambos índices para mantenerle “abierto”.

— Mantén tus muslos bien apretados para mí, Junsu.

— Yoochun~.

Así, el azabache comenzó a moverse con más libertad. Empujando la pelvis y retrocediendo, saboreando el roce contra los calientes y apretados muslos del castaño, viéndole apenas pudiendo mantenerse con una sola mano pues la derecha continuaba ocupada dándose placer a sí mismo, bombeando su erección, gimiendo sin pudor alguno, incluso siendo escandaloso, arqueando la espalda o contrayendo su interior cuando, probablemente, se acercaba a su orgasmo.

— Yoochun, Yoochun basta~. Casi termino~.

— Hazlo, también estoy por llegar a mi límite.

Una minúscula parte de la mente del castaño quería hacer mención al sofá y al hecho de que, obviamente, lo iban a ensuciar. Pero cualquier rastro de razón se fue al caño cuando sintió los intrusos cambiar y tocar el punto sensible en su interior, al mismo tiempo en que él aceleraba el bombeo en su erección y ese calorcito en el bajo vientre advertía su éxtasis.

Kim fue, en efecto, el primero en derramar su semilla, yéndose principalmente en su mano, pero algunas gotas han alcanzado a ensuciar el sofá. Además, poco después, quizá porque él apretó inconscientemente sus muslos mientras temblaba de placer, el semen de Park disparó de lleno contra el respaldo del sofá. Ambos jadeaban laboriosamente y temblaban.

Pero no era suficiente.

— Vamos, mi cama, Junsu.

— Nh.

Dejándose arrastrar, Kim terminó pronto acostado en la cama de Park, no supo el momento en que la ropa interior finalmente había abandonado su cuerpo, ni tampoco aquél en que Park se había desecho de la propia. Lo único que podía ver ahora era que ambos estaban desnudos, besándose y acariciándose mientras hacen un lío con las cobijas y almohadas en el lecho, cambiando de posición y de lugar varias veces. Hasta que Kim estuvo reacio a abandonar su lugar encima de Park.

— Es mi turno, también soy un hombre que quiere sentirse en control, sabes Yoochun.

Kim dijo con mirada pícara, sonriendo coqueto. Siendo otra vez ese chico sexy que le aceleraba el pulso y le inspiraba unas ganas enormes de hacer un desastre con él.

— Adelante, quiero verte haciéndolo, Junsu.

El azabache dijo, llevando una mano a la espalda del castaño, delineando su espina dorsal con un dedo, viéndole estremecerse pero no ceder tímidamente como antes. Kim se inclinó despacio, provocándole los labios pero sin llegar a besarle, aunque realmente lo deseaba. En cambio, se acercó mucho más, de manera que sus rodillas quedaron contra las axilas del azabache, básicamente sentado en el pecho de éste.

Bésame, Yoochun. — Kim dijo con tono caprichoso, con mirada lasciva y un brillo en sus cuencas particularmente candente.

Al menos para Park, pues sintió un pinchazo de excitación y no pudo negarse a la petición, alzando el rostro y los hombros, comenzó a lamer la cabeza fálica de Kim, dejando también cortos besos en ella.

— Ahh~.

Tragándole después con gula, deslizando los gruesos labios, lamiéndole con su rugosa lengua.

El castaño se estremeció de pies a cabeza, disfrutando del placer que la boca de su amante le proporcionaba, se dio incluso el tiempo de sentir el febril calor que le abrasaba la piel. No, probablemente más que eso, bullía en su sangre, se le colaba hasta los poros de su sensible anatomía.

— ¡Ngh! — Gimiendo gutural cuando sintió, nuevamente, los dedos del azabache colarse entre sus nalgas, empujando su húmedo, caliente y dilatado anillo. — Yoochun~. — Suspirando su nombre mientras le sujeta los brunos mechones y empuja su pelvis hasta sentir el fondo de su garganta, provocándole arcadas, pero negándose en apartarse porque el placer era abrumador.

Sofocante como el infierno o algo.

Park le dejó hacer su voluntad, aunque fuese extraño que le “violaran” la boca de esa forma tan salvaje. De pronto parecía que el tierno muchachito de hace unos minutos que ocultaba de él sus sonrojos, se había transformado en un demonio sexy al que, para qué negarlo, no le ponía ningún “pero”. Ya luego le reclamaría el cabello que seguramente estaba perdiendo de momento, vaya placer que debía estar sintiendo para tirar con tanta fuerza de sus mechones.

Poco después el salvaje movimiento de pelvis cesó, el azabache fue bruscamente apartado del pene del castaño por propia mano de éste. Park pensó en limpiarse la saliva que le escurría por las comisuras y el mentón, pero encontraba más interesante continuar embistiendo con sus dedos la cavidad de Kim, sonriendo ante sus temblores, gruñendo sensual al sentir sus dedos enterrársele en el vientre.

Era honestamente una lindura de hombre, sexy y tierno, la mezcla perfecta. Hace un minuto se había estado divirtiendo embistiendo su boca, y justo ahora se derretía de placer gracias a sus dígitos, todavía apostado en su pecho, con las manos hacia atrás arañándole insistentemente el vientre, jadeando caliente, temblando bajo su dominio.

De pronto Park lo sintió, el chorro de semen disparado en su cara (probablemente también en la cabecera de su cama), Kim ni siquiera había hecho el mínimo intento por avisar su orgasmo. No que importara demasiado.

— Qué sorpresivo, Junsu. — Dijo, casi con tono burlón, aunque no malintencionado.

El azabache apartó sus dedos del interior de Kim, instándole luego a cambiar de lugar (importándole poco que su cara fuese sucia de semen o que luego aquella sustancia se mezclara con su sudor), tumbándole en el lecho, retomando besos y caricias, dándole tiempo para recuperarse de su orgasmo.

— Tan sexy. — Le susurró.

El castaño le miró sin apenas carburar el halago. El sudor ha comenzado a traer su cabello pegado a la frente, bañándole la piel de un seductor tono chispeado de gotas olorosas a sexo. Lleva el rostro colorado debido al placer y el calor del momento, y su desnudez es sencillamente una constante invitación a la lujuria.

— Aquí, confíame tu cuerpo, Junsu.

Park dijo, sujetándole las piernas y acomodándolas a los costados de su cuerpo, apoyando parte del peso de Kim en sus muslos, buscando la mejor postura para tomarlo por completo. Escupió saliva en la palma de su mano y mojó su erecto pene con ella, repitiendo el acto un par de veces más hasta sentirse lo suficiente seguro de continuar.

— Si duele, avísame.

— No voy a detenerte si duele un poco, Yoochun. Quiero que me hagas tuyo sin vacilaciones.

¿Por qué era tan sexy y lindo? ¡Al carajo! Él lo estaba pidiendo. Oh bien, algo así se convenció el azabache cuando finalmente se perfiló, colocando la punta de su falo en la dilatada cavidad, empujando lentamente pero seguro, todo el camino hasta sentirse completamente dentro.

Los jadeos del castaño sonaron ahogados, quizá dolorosos, definitivamente incómodos. Ha llevado sus manos a los antebrazos del azabache, aferrándose a ellos con fuerza conforme fue sintiendo la invasión. Pero ya estaba, era uno con Park. Sonrió, sintiéndose satisfecho solo con ello.

— ¿Estás bien?

— Claro que sí, solo sigue, Yoochun.

Park comenzó a moverse lentamente. Entrando y saliendo con súbita paciencia. Gimiendo áspero, mirándole a los ojos, no perdiéndose el mínimo detalle en las expresiones de Kim, grabándose a fuego en la memoria los gestos de placer, los de incomodidad o disgusto. Quería hacerle sentir tan bien como él ya se estaba sintiendo. Porque su interior estaba ajustado, caliente y húmedo, y la sensación de placer era infinitamente superior a cualquier otra relación sexual que pudo haber tenido en el pasado.

— Mgh, Junsu ah. Te sientes increíble, ¡Mgh!

— Ahh~ Yoochun~.

El azabache coló sus manos por debajo de las rodillas de su amante, impulsando su cuerpo con las piernas, elevó la cadera de Kim un poco más y empujó, yendo incluso más  profundo que antes.

— ¡Chun~! — Gimiendo el nombre de su amante, el castaño atinó a aferrarse a sus hombros, arañarle los omóplatos y gimotear de placer debajo de su cuerpo.

Podía sentir cada penetración haciendo estragos en su interior, casi revolviéndole las entrañas y haciendo un lío de él. El tronco caliente del azabache tocaba su próstata casi con cada embestida, haciéndole temblar y embotándole los sentidos de un placer tan intenso que sentía que podría correrse de nuevo incluso sin ser tocado o habiéndose corrido no demasiados minutos atrás.

El sudor de ambos muchachos comenzó a caer de sus frentes, de sus mentones, a hacer todo más resbaladizo y sus pieles teñidas de una erótica película de gotas perladas surcando caminos sin sentido, trazando senderos que llegaban incluso ahí en los recovecos de sus anatomías.

— ¡Junsu! — Gemir su nombre y empujar más fuerte, más rápido, notando la tensión de todos sus músculos.

Fundiéndose tan dolorosamente placentero que casi parecía irreal. Sus gemidos iban confundiéndose entre sí hasta formar una sola voz. El cadencioso vaivén de caderas junto al sofocante calor emanando de sus cuerpos tenía la habitación sumida en el ilusorio vapor de la lujuria. El sonido húmedo de sus cuerpos chocando, los besos intermitentes, las miradas cómplices. Minutos bien invertidos y aprovechados para el placer. Un orgasmo inevitable. Kim fue el primero en saborear un orgasmo, uno de esos llamados “orgasmo seco”, tan intenso que se sintió mareado y perdido en esos instantes. Pero el resultado adjunto de su clímax fue contraer su interior, presionando el falo de Park de manera tal que fue imposible para el azabache contener más su propio éxtasis, derramándose en su interior, llenándole de él.

La errática respiración de ambos duró minutos. El orgasmo fue intenso para ambos. Park apenas ha tenido energía para salir de Kim y rodar a un lado para no aplastarle con su peso. Ambos miraron el techo hasta que tuvieron otra vez lucidez.

— Eso fue increíble, Junsu.

— Lo fue, Yoochun.

— Pero debo admitirlo, no creo que pueda levantarlo hasta mañana. — Agregó, riéndose de sus propias palabras. Lejos de sentirse vulnerable o burlado por el significado de ellas. Era verdad después de todo. No es como si pudiera tener más orgasmos esa noche.

El castaño se ha reído por lo bajo, girado un poco y buscado el cobijo del pecho de su amante, acurrucándose en él.

— Tampoco es como si yo pudiera. Al final ni siquiera he eyaculado~.

— ¿Tuviste un orgasmo seco? — Preguntó, buscándole la mirada y dándole un beso dulce y corto cuando le vio sonrojarse y alzar los labios en trompetilla. — Lo disfrutaste, ¿no?

— Mucho~.

— Entonces no hay por qué avergonzarse. Quiero tener uno también la próxima vez.

— ¿Eh?

— Vamos, descansemos ahora. Realmente tenemos que recuperar energías, Junsu.

El castaño se rio otra vez, acurrucándose gustoso en el pecho del azabache. Suspirando inconscientemente cuando los brazos de Park le cobijaron. Bastaron unas cuantas caricias en la línea de su cadera para comenzaron a sentirse perezoso, satisfecho y somnoliento. Bostezó y recibió muchos cortos besos más antes de ser vencido por Morfeo.

— Oh, joder. Realmente me enamoré de “una aventura de una noche”. — Park dijo para sí, riéndose bobamente.

Para nada arrepentido.

Escena post-sexo.

Después de tal noche, Park estaba seguro de que nunca en su vida había tenido un sexo como este. El castaño simple y sencillamente le había mostrado el verdadero placer tras la unión con otro cuerpo. El azabache juraría que en adelante jamás miraría a las mujeres, ni siquiera se acordaría de aquellas féminas con las que estuvo alguna vez. Junsu era, a falta de palabras más acordes, otro nivel.

El reloj de muñeca que ha dejado antes en la mesa de noche marcaba un cuarto para las cinco de la mañana, el sol no tardaría en despuntar. Era una suerte que tuviera vacaciones y no le preocupara en absoluto llegar al trabajo. Kim, a su lado, dormitaba de forma tan adorable que, no hace muchos minutos, le había tomado una fotografía a hurtadillas. Bien, no ha sido solo una, han sido varias, y piensa usarlas incluso de fondo de pantalla.

— Le pediré su número en cuanto despierte. No, no, le daré un beso cuando despierte, luego le pediré su número. — Murmuraba para sí, sonriendo como idiota. — Ah, también debo invitarle el desayuno. Un momento, ¿tengo algo decente para ofrecerle?

Con cuidado de no importunar el sueño de su acompañante, el azabache abandonó el lecho y fue directo a su cocina, abriendo la nevera y echando una mirada en la alacena. Tiene cereal y leche, algunos huevos y pan tostado.

— Qué mierda, no puedo solo darle cualquier cosa. — Suspiró, sintiéndose un tanto miserable por no tener nada más que cervezas en su refrigerador. — Si me apresuro a la tienda de conveniencia a un par de calles podría comprar algo más. Pero si me marcho y despierta, puede ser que cuando vuelva él ya no esté. Ng, no, no, eso ni de coña. Bueno, me pregunto si aceptará ir a desayunar a alguna parte.

Rascándose la nuca con aire preocupado, Park se encaminó de vuelta a la habitación. Su “invitado” aún dormía plácidamente. Y él, tenía ganas de fumarse un cigarrillo. Y seguir viéndole. Así, con tal dilema, terminó saliendo al balcón y encendiendo un cigarrillo, esperando que el olor no molestara el sueño de su amante.

Para cuando aplastó la colilla en su cenicero, Park finalmente vio a Kim revolver perezosamente las mantas, pestañear y estirar el cuerpo. Razón por la que, de paso, tragó hondo pues su amante todavía estaba desnudo, mientras que él ya se había colocado ropas ligeras desde mucho antes. Obviando el hecho de que no ha dormido nada.

— Buen día, Junsu ah.

Park saludó, sonriendo gentilmente al sonrojo que cubrió las mejillas de Kim.

— Buen día, Yoochun ah.

El castaño correspondió, cubriéndose el rostro con las sábanas, mirando su cuerpo desnudo desde aquel refugio. Sintiendo también el dolor en la espalda baja y ese olor a sexo que estaba impregnado en las sábanas. Quizá en toda la habitación, más correcto sería decir.

— ¿Estás avergonzado ahora? — Park cuestionó con diversión, recostándose en el otro lado de la cama, dejándole mantenerse oculto bajo las mantas.

— B-bueno, un poco, sí.

— Qué adorable.

— Ng. Yo, no estoy arrepintiéndome de nada.

— Me ofendería mucho si lo hicieras.

— Tú, ¿lo disfrutaste?

— Creo que es obvio. Lo hicimos bastante anoche, ¿sabes? Estuviste increíble, debo admitir que me mostraste un lado del sexo que no conocía.

Kim se encogió otro poquito bajo las mantas, pero luego asomó el rostro. Su cabello enmarañado y las mejillas coloradas eran sencillamente un encanto.

— ¿De verdad? Luces como todo un casanova. Estoy seguro de que eres sumamente popular.

— Con las mujeres, tal vez. Pero, eres el primer chico con quien estoy. Y no pienso que pueda volver a pensar siquiera en mujeres debido a ti, Junsu ah.

— ¿Eh?

— Estoy diciendo que quedé fascinado contigo, prendado de ti.

El castaño sonrió, complacido de sobremanera con esas palabras.

— Sabes, Yoochun ah, anoche en el antro realmente intentaba seducirte.

— Oh, ¿en serio?

— Sí. Te vi desde que llegaste, y entonces tomé valor y subí a la barra a bailar. Tenía la esperanza de que me miraras. Pero pasaban los minutos y tú ni te enterabas de mí. Estaba por rendirme cuando finalmente te acercaste.

— Gracias a los dioses que te vi, entonces. Mi destino podría haberse maldecido si te dejaba ir.

— ¿Así de “bonito” le hablas a todas tus conquistas? — Preguntó, tras haberse sentado en el colchón, flexionando las rodillas y ocultando la desnudez de la parte inferior de su cuerpo con las mantas, ladeando el rostro y sonriendo con aire inocente.

— No. Y aunque puede que no me creas, eres la primera persona que traigo a mi departamento. Incluso si alguna vez tuve novia, nunca le permití entrar.

— Eso suena demasiado bueno para ser verdad, Yoochun.

— Lo sé. — Dijo, sonriendo lánguidamente mientras se acostaba mirando el techo. — Te presentaré a mis amigos después, así podrás interrogarlos todo cuanto quieras, verás que no estoy mintiendo.

— ¿Fui, especial?

— De alguna manera se siente así, ¿no crees?

El castaño asintió, incapaz de decir más nada. Estaba asombrado y avergonzado, además emocionado.

— ¿Quieres tomar una ducha?

— Ah, sí.

— Espera aquí, voy a preparar el baño. — Dijo, levantándose y saliendo de la habitación, para luego volver sobre sus pasos e inclinarse sobre la cama, besándole despacio. Profundo, dulce. — Quería hacer eso apenas despertaras.

Kim atinó a sonrojarse y suspirar. Y quedarse sonriendo como bobo enamorado mientras Park se apresuraba a preparar la ducha.

Minutos más tarde estaba listo, con ropas que no eran suyas pero le quedaban, de alguna manera, bien. Se sentía como vestir ropas del “novio”, aunque apenas si hubiera sido un encuentro de una noche y no les uniera particularmente ningún sentimiento más que la pasión.

— Junsu ah.

— ¿Sí? — Cuando volvió la mirada, se encontró con un Park apuesto en ropa casual, con el cabello ligeramente desordenado y todavía húmedo pues ha salido recién de la ducha también. Kim notó el golpeteo en su pecho. Este hombre le gustaba demasiado.

— ¿Tienes planes para esta mañana?

— No particularmente.

— Entonces, ¿te gustaría salir a desayunar? Conozco un buen lugar no muy lejos de aquí. Y después, podríamos intercambiar información para contactarnos y tener verdaderas citas.

— ¿Eh?

— ¿No te interesa?

— No, quiero decir, sí. Me, me interesa. Pero, ¿estás seguro?

— Por qué no debería. Estoy más que seguro. Quiero que nos conozcamos, ir al cine, a tomar un café, a cenar, a pasear al Río Han y visitar un montón de lugares más. Lo que quiero decir, Junsu, es que quiero conocerte con la intención de enamorarnos.

Kim abrió los ojos de par en par. Eso era demasiado bueno para ser verdad. En un gesto inocente de su parte, se pellizcó una mejilla, para cerciorarse de no estar soñando. Se quejó un poco y Park se rio de su ternura. Tomando un paso más cerca enmarcó el rostro colorado del castaño, reduciendo la distancia hasta casi besarle.

— Esto no es como anoche, así que, ¿puedo besarte, Junsu?

— Sí, no te contengas, Yoochun. — Suspiró.

Aquel beso, tanto más tierno y largo que cualquiera de los que se dieron la noche anterior, era también, de alguna manera, más bello y significativo. Como una muda promesa de amor.

— Ah cierto, también te debo una disculpa.

— ¿Qué?

— Anoche, en mi auto, yo escupí tu semen mientras que tú tragaste el mío. Lo siento por eso, fue descortés de mi parte.

Kim se rio de buena gana entonces. Entre avergonzado y divertido por las repentinas preocupaciones de Park. Además, de pronto recordó que él hizo lo que quiso cuando buscó la felación del azabache. Pero, mejor no mencionar ese detalle.

— Está bien. Ya era demasiado genial que hubieras aceptado mi invitación, Yoochun. Sabía que eres heterosexual.

— Era, heterosexual. Después de anoche, obviamente tienes que hacerte responsable, Junsu.

— ¡Eh!

— No soy más heterosexual.

— Pero…

— En realidad, a partir de ahora soy Junsusexual.

— ¿Qué clase de preferencia es esa? — Preguntó, riéndose con ganas.

Park le siguió el gesto, pero poco después rodeó su cintura atrayéndole posesivamente a su cuerpo, mirándole intensamente a los ojos, besándole otra vez.

— Realmente he caído por ti, Junsu ah. Ni sueñes en poder escapar de mí algún día. Te voy a monopolizar incluso si no quieres. — Susurró grave, tirando del labio inferior del castaño con aire posesivo. Quizá, para enfatizar sus palabras. Quizá, para no comérselo a besos y caricias.

— Oh, por favor Mr. Park, enciérreme en su corazón si es necesario. Puedo ser un ángel, al que le gusta extender las alas y volar con libertad. — Añadió juguetón, coqueto, lindo.

Pestañeó tiernamente pero luego fue él quien le mordisqueó los labios, comenzando un beso que, sí, mutó a uno fogoso.

Esa mañana el desayuno probablemente se convertiría en almuerzo. De pronto las manos de ambos hombres estaban ansiosas corriendo por el cuerpo del otro. Y las ropas. Ah, tendrían por destino cualquier parte del departamento, excepto vestir anatomía alguna.

Tal vez, la fiesta privada no ha llegado a su final.


FIN


4 comentarios:

  1. Wwoowww super sexy!! Definitivamente el ratón nunca se puede resistir cuando un delfin de agua dulce empieza a hacer piruetas delante de él jajajajaja aunque me he quedado con la duda de q pasó con el hayamin...
    Como siempre muy buena historia gracias!!!

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    1. Es que el YS es sexy, pornoso y adorable xD quién se le resiste a un delfín así, el ratón no es tonto 7u7

      Te confieso que cuando empecé este oneshot, y la razón de mencionar al YJ y al HM era darle algún seguimiento a sus historias, pero... ¡lo olvidé! y cuando recordé fue cm, nah, ya escribiré de ellos en otro lado xDD así que, ahí quedó xDD pero seguro el HM terminaba con resultados sexuales xDD

      Gracias por pasarte~ ;3

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  2. ahhhhhhhhhhhhh......
    bello!!!!.... cuando andaba seca en cuestiones de lectura aparece el oasis del desierto!!!!....
    me reencantan la forma en que vas matizando las personalidades de cada uno en los diferentes escenarios que tu maravillosa mente crea...
    saludos besos y abrazos a la distancia...
    matta ne... <3

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    1. Te comprendo con eso de la sequía, hace muchísimo que no me encuentro un YS que me haga sentir satisfecha u.u por eso soy más escritora que lectora xD pero es grato saber que mis escritos llegan a agradarte tanto *u*

      Una vez que me meto en un escenario, el YooSu solito va marcando sus personalidades en el desarrollo de la historia, es por eso que los amo, porque pensar en ellos y sus diferentes formas de romance se da súper natural~

      Ya Ne! ;D

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