PRIVATED
PARTY
YooSu
~*~
Honestamente estaba harto de todo. Ha
tenido no solo una semana de locos, sino que lleva ya varios meses con una
carga laboral exageradamente demandante. Incluso ha olvidado cuándo fue la
última noche que pudo dormir más de unas cuantas horas y aún más cuando fue la
última en que salió de copas por el puro gusto de divertirse y no por negocios.
El apuesto hombre de cabellos azabaches
entró en aquel antro con toda la intención de olvidarse del estrés laboral y
sencillamente divertirse. Se había arreglado particularmente seductor esa
noche, porque, para qué negarlo, divertirse incluía ligar con alguna bella
mujer y terminar liado en sábanas con olor a suavizante de telas en algún hotel
cercano. Bueno, no es como si el hombre en cuestión fuese algún santo o estuviese hecho de piedra, tenía
sus necesidades para satisfacer.
— ¡Yoochun! ¡Aquí, amigo!
Él ha reconocido perfectamente la voz de
uno de sus camaradas de parrandas. Pasando entre los presentes, el azabache se
abrió paso hasta llegar al lugar en la barra donde dos de sus amigos le
esperaban. Aunque seguro que uno de ellos no estaba precisamente feliz en esos
momentos.
— Quita esa cara de amargado, Yunho. —
Dijo a uno de ellos, saludando a ambos con apenas un movimiento de cabeza
mientras tomaba asiento y se pedía, para empezar, un cóctel.
— No tengo otra. — Respingó el hombre de
tez morena. Sorbiendo de su propia bebida. Aunque él de momento se había pedido
cerveza.
— Déjalo que sufra su pena, Jaejoong
todavía no regresa de su viaje de negocios. — Intentando mediar entre sus
amigos, el hombre de tez tostada, de rasgos nipones, alegó con una sonrisilla.
— No me lo recuerdes. — Gruñó el moreno.
— Venga, no desesperes, dos días se van
volando.
El moreno chasqueó la lengua, sorbió
otro trago de cerveza y desvió la mirada hacia su móvil, admirando entre
suspiros una fotografía de su novio.
— ¿Cuántos días de descanso te dieron,
Yoochun?
— Una semana, Hayami. Al fin, vacaciones
qué aprovechar. — Dijo, siguiendo con la mirada a un par de féminas que pasaron
por el lado, coqueteándoles descaradamente, internándose en la pista de baile
con aire provocativo.
Sus amigos sonrieron con resignación,
probablemente Yoochun no saldría del antro con ellos por una segunda ronda en algún
bar.
Los láseres en el antro comenzaron a
parpadear con más rapidez y una canción pegajosa y seductora comenzó a resonar.
Los parlantes al fondo, junto al DJ casi parecían aumentar el toque erótico de
la mezcla. El azabache perdió la vista una vez más por la pista de baile, había
mujeres hermosas, muchas de ellas seguro le seguirían con apenas un susurro al
oído. Pero, de alguna manera, ninguna conseguía provocarle la excitación
suficiente como para abordarle. El hombre treintañero comenzaba a preocuparse
de no ligar esta noche.
Pero entonces le vio, bailando en una
barra con tubos al mero estilo de un sitio más, erótico. Por supuesto, en aquel
antro todo estaba dispuesto para el disfrute y diversos gustos al bailar,
aunque naturalmente no se proveían “servicios especiales” como en otros sitios.
Como fuera, la negruzca mirada del azabache se ha quedado prendada de aquella
silueta, obviamente, masculina. Y eso era ya de por sí un poquito sorpresivo
para él. Un poquito solamente, porque desde su adolescencia ocasionalmente sus
ojos han sido atrapados por siluetas masculinas.
— Aunque nunca tal belleza de hombre. —
Murmuró, con los labios pegados a la copa, apenas probando su coctel. Sintiendo
esa excitación que hubiera estado “buscando” desde que llegara.
Sin apenas mirar a sus amigos, el
azabache abandonó su sitio en la barra de licores y avanzó entre los danzantes
en la pista de baile, alzando la mirada cuando llegó al otro lado, él chico en cuestión no era el único
bailando tan provocativamente en la barra, haciendo aquellas elipses con su
espalda mientras se frota sutilmente contra el tubo. Hay otras chicas bailando
coqueta y provocativamente. Pero ninguna tan exquisita a sus ojos como él.
El chico no debe ser más alto que él,
lleva cabello corto, castaño quizá aunque los láseres pueden ser engañosos al
jugar con su anatomía. De cualquier forma, honestamente lo que más le ha
fascinado es la perfecta S-Line marcada en su figura. Y la manera tan fluida
con que su cuerpo se mueve al ritmo de la cadenciosa mezcla del DJ.
Luego todo sucede casi en cámara lenta.
El chico agita las caderas cual si estuviese dominando un semental. Mejor dicho en pensamientos del azabache, montándolo. Gira el rostro y, de alguna
manera, sus ojos se encuentran. Para no soltarse en más. El azabache incluso
tragó hondo cuando aquellas pupilas le miraron tan intensamente, provocándole
un espasmo de excitación al momento en que se mantuvo de frente a él,
deslizándose por el tubo en un sugerente movimiento, abriéndose de piernas y
dejando entrever bajo los ajustados jeans blancos su virilidad.
El chico sonrió seductor, se lamió el
labio inferior y le guiñó el ojo (e incluso si cupiese la posibilidad de que no
fuera a él a quien estuviese viendo, el azabache estaba más que decidido a secuestrarlo. Joder, sí), subiendo de
nuevo, rozando su trasero contra el tubo mientras su columna se mantiene
inclinada en una reverencia de 90º y sus ojos demandan de los negruzcos de su presa un poco más de atención. Aunque,
en su propio pensamiento, la idea de ser devorado
era más acertada.
El azabache volvió a pasar saliva,
sintiendo casi dolorosamente ese latigazo de excitación sacudir sus entrañas.
De pronto deseaba desaparecer a todo mundo de ahí y guardarse para sí el
espectáculo que tal criatura seductora ofrecía a sus ojos. La idea de raptarlo
se volvió seriamente tentadora, casi saboreándose en los labios la sensación de
profanar cada recoveco de su perfecta anatomía.
— ¿Quién diría que tendría tal
pensamiento sexual por alguien a quien apenas he visto unos minutos? — Pensó,
relamiéndose los labios al ver cómo el chico ejecutaba un movimiento de caderas
sencillamente delicioso, yendo de un lado a otro mientras mantiene ligeramente
flexionadas las rodillas. Honestamente, esa era una clara invitación al lugar
entre sus piernas.
El castaño sonrió, cual si estuviera
complacido con sus reacciones lascivas, provocándole otro poco al bajar de la
barra y caminar directamente hacia él, contoneando las caderas de una forma
exquisita, con un toque femenino pero aún más seductor que cualquier bella
mujer sacudiendo sus curvas con intención. El azabache maldijo entre dientes
cuando sintió otro latigazo de excitación y el prominente bulto bajo sus
pantalones crecer lo suficiente como para no pasar desapercibido a ojos de un
buen observador.
Cuando el castaño estuvo apenas a un
paso de distancia, llevó su mano al hombro del azabache, posándola ahí con
suavidad mientras una ola se dibuja en su silueta al ritmo de la erótica mezcla
que el DJ ha hecho sonar en los potentes parlantes. Las pupilas del mismo color
del chocolate lucían dilatadas, y las claras mejillas tinturadas de un tenue
rubor, producto quizá del calor. El azabache duda serenamente de que haya algún
resquicio de vergüenza en este apuesto y muy coqueto hombre.
— ¿Te gusta mi baile? — El castaño le
dijo tras acercarse a su oído.
Dejándole sentir su caliente aliento. Y
oliendo inconscientemente su colonia, impregnándose el olfato de ella. Notando
también como tal cercanía le ponía un poco más caliente.
No. Definitivamente este chico no sabe
de vergüenza, por lo que desestima aquel tierno rubor a tal emoción. Se
convence, por el contrario, de que este chico sabe cómo jugar, cómo usar las
armas tan naturalmente seductoras de su anatomía masculina.
— ¡Yah, Junsu ah!
Una voz rompe el encanto de forma
abrupta. Encanto que se desvanece cuando el chico de cabellos castaños es
alejado de un tirón por otro sujeto, de cara malhumorada, cabellos morochos y
alta envergadura. El azabache maldijo entre dientes cuando se planteó la
posibilidad de que este chico ya tuviese con quién flirtear.
— ¡ChangMin~! — El castaño exclamó,
riendo mientras se zafa del agarre del morocho. — Déjame en paz~.
— ¿Te embriagaste con apenas un coctel?
¿Qué demonios con tu tolerancia al alcohol? Sabía que no era buena idea, tu
hermano me va a reñir como se entere de lo que estás haciendo.
— ¡Yah! ¿Acaso soy un crío? ¡Déjame ser!
¡Quiero bailar! — Espetó, inflando graciosamente las mejillas mientras cruza
los brazos y descansa el peso de su cuerpo en una de sus piernas.
El azabache no estaba seguro de cómo
reaccionar. Mentira, lo sabe. Y lo ha hecho. Una sonrisa divertida ha tirado de
las comisuras de sus labios. Debía ser algo idiota pero encontraba sumamente
adorable ese “cambio de personalidad” en el castaño. De un demonio seductor a
un inocente crío buscando libertad.
Algunas palabras más intercambiaron los muchachos cuando de repente el castaño
se le pegó al cuerpo. Su pecho podía sentir la caliente espalda del castaño.
— ¡Oh,
joder! Si tan solo pudiera concentrarme en su espalda. ¡Pero es imposible! ¡Mi
pelvis está pegada a su trasero! ¡Y qué trasero! — El debate mental del
azabache murió cuando el castaño giró sobre sus talones y, colgándose de su
cuello, comenzó a besarle.
¡Al carajo cualquier intento de
raciocinio! ¡Ni loco dejaba escapar tal oportunidad!
El azabache devolvió el beso con
intención, colando su lengua en la caliente boca del castaño, apretándole la
cintura mientras le pega del todo a su cuerpo. El castaño jadeó en medio del
beso, tiñendo sus mejillas de carmín cuando fue consciente del estado del
azabache. Su erección se le clavaba salvajemente en la pelvis, provocando su
propia excitación. Que tampoco era como si no hubiera sido mucho más coqueto
cuando se percató de tal intensa mirada antes. Ha bajado de la barra justamente
porque ha querido acercarse a este perfecto desconocido y, mandando al demonio
todo su sistema de moralidad y creencias, buscado la oportunidad de esto. De
ser un tanto atrevido y hasta aceptar cualquier propuesta indecorosa que
pudiera salir de tal sexy boca.
El beso se alargó incluso si separaron
sus labios apenas lo necesario para abastecerse los pulmones de oxígeno. Largo,
profundo, húmedo, hasta dejarse los labios rojos e hinchados, mojados de
saliva. Cuando finalmente rompieron el contacto lascivo entre sus bocas, el
castaño estaba rojo hasta las orejas (ha sido su beso “adulto” más apasionado
en la vida), excitado y ansioso.
Detrás suyo, el morocho tenía una venita
latiéndole en la sien. No está celoso ni por asomo, simplemente le molesta ser
ignorado. (Y que “coman pan delante suyo” con el hambre que se carga, pero eso
no lo dirá).
— ¡Bien, haz lo que te la gana! ¡Pero ni
me busques para tener una excusa después! — Exclamó, dando media vuelta con
toda la intención de largarse de ahí, aunque entonces se diera de lleno contra
alguien. — ¡Qué demon…!
— Lo siento, mi culpa. — Dijo la persona
en cuestión.
El morocho jadeó involuntariamente,
quedándose en el acto sin palabras. ¿Por qué se ha ido a topar con un hombre
tan sexy?
— Mierda,
totalmente mi tipo. — Pensó, mordiéndose inconscientemente el labio
inferior.
— ¿Una copa como disculpa?
— S-seguro.
Mientras Hayami arrastraba a ChangMin de
vuelta a la barra de licores. El azabache aprovechaba para atraer el rostro del
castaño y besarle nuevamente. Una, dos, tres, incontables veces. Y excitarse
más, a ser posible, cuando el castaño comenzó a bailar contra su cuerpo,
rozándole, provocándole con tal seductora arma.
— Soy Kim Junsu. — Dijo, mirándole
nuevamente con esos ojos coquetos que disparó el pulso del azabache. Cual si en
un santiamén se hubiese transformado otra vez en el sexy chico que atrapó, por
principio de cuentas, su atención.
— Park Yoochun. — Correspondió,
rodeándole la cintura y presionando descaradamente su espalda baja.
— Nh~. — Arrancándole ese jadeo que
muere contra sus labios mientras siguen el pegajoso y lento ritmo de la música
en los parlantes. — ¿Qué tal si me invitas un trago o dos? En tu casa, tal vez.
Park sufrió otro latigazo de excitación.
— Estoy dispuesto a concederte ese
deseo. — Dijo con voz ronca, acercándose a la línea del cuello de su compañero,
dejando una estela de cortos besos a lo largo. Notándole estremecer y jadear.
— Nh~ y, qué te parece si aparentamos
que es tu cumpleaños y tenemos una “fiesta privada”.
¡C A R A J O! ¿Ha salvado su país en
alguna vida pasada para merecer tal propuesta?
— Hagamos entonces de esta, una noche
especial para ambos, Junsu.
…
Cuando subieron a su auto, Park ni
siquiera pudo encender el motor, Kim había resbalado sinuosamente una mano
desde la rodilla, subiendo suavemente por su muslo hasta la ingle, presionando
en aquella tibia cuna rumbo a su erección mientras que, al tiempo, se inclinaba
por el cuello del azabache, mordisqueándole la afluente nuez.
— ¡Ngh, Junsu! — Obteniendo ese grave
jadeo.
Y por supuesto, Park sufrió otro
latigazo de excitación.
— No parece que puedas esperar hasta
llegar a tu casa, Yoochun~. — El castaño dijo con rintintin, sonriendo travieso
mientras la palma de su mano muele el prominente bulto bajo los pantalones de
su compañero. — ¿Deberíamos tener un poco de diversión ahora?
Park estuvo tentado de empujar el rostro
de Kim contra su pelvis, y exigirle se hiciera responsable de su obvio estado
de excitación. Pero eso estaba lejos de su forma de ser, completamente decidido
a seducir también.
— ¿Deberíamos, Junsu? Ya que no soy el
único aproblemado. — Dijo entonces,
llevando su mano a la pelvis del castaño, apretándole también ahí.
— Ahh~. — Arrancándole ese gemidito
sexy.
Convirtiéndose entonces en una ridícula
competencia por ver quién era el primero en abrirse camino en la ropa interior
del otro, moliendo y rozando, apretando y empujando sus manos contra la
virilidad ajena. Sabiendo ambos que, de seguir así, terminarán ensuciando sus
ropas. Pero de momento incluso aquello no importa, se divierten jugando con
fuego.
Ese fuego que viene de una pasión
encendida en la pista de baile, envuelta por eróticas melodías y luces
multicolores. Además, alimentado por besos como esos que, sí, continúan dándose
bajo la parpadeante luz en el estacionamiento. Podría ser suerte o destino,
pero que justamente las luces en aquel rincón del estacionamiento estuvieran
parpadeando solo les daba un poquito más de confianza, pero incluso si alguien
los descubría, probablemente todavía estarían dispuestos a tener sexo una vez
resuelta la responsabilidad moral.
— Ng~ Yoochun~, no seas injusto~.
— ¿Quieres que te toque directamente,
Junsu?
— Sí~. Date prisa~.
— Pero tú también eres injusto, no veo
tu mano encargarse de mis pantalones tampoco.
Park dijo con una sonrisilla confiada,
admirando el lindo puchero abrirse en los labios rosados de Kim,
mordisqueándole el tierno gesto con lascivia, delineando con uno de sus dígitos
la forma de la erección endurecida del castaño bajo sus jeans.
— Ngh~ vamos, ponle el ejemplo a este
inocente corderito~.
— ¿Inocente corderito? Veo yo que eres
más bien un egoísta y demandante gatito. — Dijo, empujándole suavemente contra
la puerta, viendo su propio reflejo en el cristal de la ventana, besándole
entonces fogosamente.
En tanto, sus manos se encargaron de
bajar el zipper y apartar la ropa lo suficiente para abrirse camino hasta el
caliente falo del castaño.
— Meow~ — Maulló con expresión
complacida cuando, tras separar sus labios de los ajenos, pudo anclar su mirada
a la del azabache.
Y ahí, presto para devolver el favor,
sus propias manos se movieron hacia arriba, a la pelvis del azabache, imitando
la acción de éste hasta envolver el caliente tronco en ambas manos,
acariciándole sinuosamente arriba y abajo.
Las atenciones entonces fueron mutuas, y
las miradas cómplices continuas. Besos calientes y jadeos descarados. Las
ventanas llenándose del vapor que viene de la temperatura ahí dentro.
La postura no era cómoda en absoluto,
sobre todo para Park, el volante y otros obstáculos estaban en su camino, tarde
pensó en que hubiera sido mejor pasar al asiento trasero, pero esto era solo
una especie de “alivio momentáneo”, para que ambos pudiesen ir todo el camino
en su departamento.
— Ahh~ ahh~ Yoochun~.
— Mgh, ¿casi llegas, Junsu?
— Ngh~ sí~. Tócame más~.
Demandante, pensó Park. Sonriendo
lascivo mientras, en lugar de complacerle, desacelera el movimiento de su mano.
Kim frunció el ceño, apretándole en venganza la base.
— ¡Mgh! ¿Quieres “ahogarme”?
— Tú empezaste~.
— Eres totalmente un gatito, caprichoso,
mimado y demandante, Junsu.
— Pero encontraste sexy a este gatito,
meow~. — Dijo coqueto, pestañeando lindamente mientras le lame los labios con
aire adorable.
El azabache entonces agregó en
pensamientos que este chico debía tener doble personalidad o algo. Porque podía
perfectamente ser un tipo sexy y apasionado, pero también tierno e
inocentemente seductor.
— No me quejo de la combinación. —
Murmuró, mordisqueándole los labios antes de que el castaño pudiera preguntarle
nada, si es que le había escuchado porque, en medio de aquel jugueteo y
excitación, quizá no lo ha hecho.
— Mgh~ Yoochun casi llego~ no quiero
ensuciar~.
Por un impulso que se desconoció a sí
mismo, el azabache apartó su mano, se corrió hacia atrás (aunque todavía era
terriblemente incómodo) y metió en su boca el tronco fálico de su compañero,
succionándole.
— ¡Ngh~ no, Yoochun~! ¡Nonghh~! —
Contradiciéndose, el castaño tuvo el pensamiento, fugaz, de apartar la cabeza
del azabache pero en lugar de aquello sus manos empujaron la mata negruzca con
más fuerza contra su virilidad, mordiéndose los labios en medio de su place.
Estaba cerca, a nada del clímax. Junsu
revolvió las piernas y casi sufre de un calambre o se atasca entre el asiento,
el volante y la parte delantera del auto, echó la cabeza hacia atrás cuando
arqueó inconscientemente la espalda y su nuca golpeó la puerta, pero el dolor
no fue nada comparado con el exquisito placer del éxtasis. Los espasmos
sacudieron su cuerpo cuando se corrió en la boca del azabache.
Park, que realmente no tenía planeado
tragarse el semen de su amante, rebuscó con prisas en el bolsillo trasero de su
pantalón, encontrando un pañuelo de tela sobre el que escupió la semilla de
Kim. El sabor en las paredes internas de su boca no era desagradable pero
tampoco se imaginaba yendo tan lejos como para tragar los fluidos de su
“primer” hombre.
Cuando Kim coló algo de lucidez en su
mente, recordó que era el único que había terminado.
Miró al azabache, contemplándole pacientemente, inclinado sobre su cuerpo, con
el pene erecto fuera de sus pantalones, palpitando por la atención que antes le
hubiera abandonado.
El castaño sonrió pícaro, se relamió los
labios y fue su turno de empujar a Park en el asiento del piloto, maldiciendo
graciosamente por el estrecho espacio, pero yendo directo por la virilidad del
azabache, tragándole de una, succionando lentamente al principio,
acostumbrándose al caliente y grueso tronco invadiendo su boca hasta tocarle la
garganta. Sufrió unas arcadas con naturalidad, pero los ásperos gemidos de su
amante le incentivaron para seguir adelante hasta que sintió el chorro caliente
ir hasta su garganta, presionó entonces sus labios alrededor del tronco
mientras subía hasta la punta, quedándose con toda la semilla del azabache.
Tras volver a su asiento, Park se apuró
en buscar pañuelos desechables o algo para que su compañero escupiera. Pero por
el rabillo del ojo vio el movimiento en su garganta, y cómo se relamía los
labios, asegurándose con sus propios dedos de que ningún vestigio haya quedado
en sus labios o alrededor de ellos.
— ¿Lo tragaste?
— Sí, ¿por qué?
— No, yo. No pensé que…
— Bueno, no es totalmente desagradable,
aunque es un sabor extraño~. Pero este gatito necesitaba un trago de leche,
meow~.
M I E R D A
¿Podía ser tan sexy aún?
— Vámonos ya, Junsu. — Park dijo
gutural.
Sí, estaba comenzando a excitarse de
nuevo. Encendió el motor y aceleró, dejando marca en el piso del
estacionamiento incluso. La urgencia era, honestamente, llegar a su
departamento, arrancarle la ropa y profanar su interior. Seguro de que sería
tan dulce, caliente y apretado como su boca.
…
Apenas entraron al departamento, ambos
se habían buscado demandando uno de esos besos que dejan sin aliento, enredando
sus lenguas y batiéndose a duelo por dominio, usando la imaginación y el deseo
como armas principales. El clic de la puerta al cerrarse apenas si se coló en
sus oídos cuando el azabache ya había empujado a su compañero contra el muro,
apretándole el trasero con ambas manos, pegándole a su cuerpo mientras empuja
su pelvis y simula suaves embestidas, rozando sus erecciones y despertando así,
de nuevo, el fuego de la lujuria.
Separaron sus labios en varias
ocasiones, mirándose a los ojos con el deseo a flor de piel comenzaron a
deshacerse de las ropas entre jadeos ansiosos y caricias sinuosas. El calzado y
los cinturones fueron los primeros en ser abandonados en el recibidor, después,
paso a paso, beso a beso, caricia a caricia, las camisas y los pantalones. No
había manera de llegar hasta la habitación ahora, con el fuego caldeado en sus cuerpos,
la necesidad de tocarse se hizo presente en la estancia. Park calló en el sofá,
Kim le siguió trepando en su regazo como minino en celo, mordisqueándole los
labios, la nuez en el cuello, tirando de sus cabellos, arañándole la espalda
mientras jadea al sentir los dientes del azabache adueñarse súbitamente de uno
de sus pezones.
— Ngh~.
Gimió áspero, apoyando su peso en las
rodillas, a horcajadas en los muslos del azabache, sintiendo el calor arderle
en la sangre en tanto las manos de éste le acarician el vientre, la espalda,
las piernas y el trasero. Oh, el trasero, que de pronto parecía ser la parte de
su anatomía más interesante para Park pues volvía a él una y otra vez,
amasándole las nalgas al tiempo en que le devora los pezones alternando las atenciones
entre sus indecentes labios y su candente aliento e insensatos dedos.
— Yoochun~.
— ¿Te gusta así, Junsu?
Kim asiente, se muerde el labio inferior
y arquea la espalda cuando Park tantea con la siniestra el bulto bajo su ropa
interior, siendo la diestra la que todavía se entretiene acariciándole en el
nacimiento de sus nalgas, donde la fina línea de los bóxer se interpone a la
absoluta desnudez.
La lengua de Park de pronto se paseó por
la línea media descendiendo desde la clavícula hasta el ombligo, dejando una
estela de cortos besos a los costados, saboreándose también los temblorcitos
que sacudían el cuerpo de su amante. Kim jadeó y suspiró, sabiendo que el
acelerado pulso era solo el inicio de su excitación, que la forma en que su
caja torácica subía y bajaba le delataba y se sentía algo inexperto y tímido.
Porque estaba demasiado excitado con apenas unas caricias, pero quizá la culpa
era también de esa negruzca mirada, intensa y desvergonzada, devorándole sin
miramientos mientras los largos dedos juegan con el filo de su ropa interior o
delinean la forma de su erección debajo de ésta.
— Yoochun~. — Suspiró, casi inconsciente
del tono suplicante de su voz, de la forma en que agitó su cadera como buscando
mayor contacto.
— ¿Quieres que te acaricie aquí? — Park pregunta coqueto, mirándole
lascivo mientras frota la entrepierna de su joven amante.
Kim se muerde una vez más el labio
inferior, asiente y nota un calorcito en sus mejillas. Casi se maldice por
sentirse repentinamente tímido y vergonzoso. Park sonríe siniestro, y
aprovechando la postura, apenas necesita inclinarse un poco para que su rostro
quede a la altura de la pelvis del castaño. Su primer movimiento es casi
injusto para el deseo de Kim, pero jadea fuerte cuando siente la caliente
lengua pasearse por su tronco aún por encima de la ropa interior. Y jadea de
nuevo incontables veces cuando el azabache repite la acción, mojando con su
saliva la tela, humedeciendo su excitación.
— Ngh~.
Park se pregunta si será posible
llevarle al orgasmo solo lamiéndole así, frotando quizá. De pronto le tienta de
sobremanera la idea de hacer que Kim ensucie su ropa interior con su propia
semilla. Levanta la mirada y alcanza a vislumbrar el rostro jadeante de su
amante, la forma en que se toca a sí mismo jugando con sus tetillas,
mordiéndose los labios, jadeando quedito.
— ¡Yoochun~! — Gimotea pillado en
sorpresa.
Pero encuentra aquel mordisco en la
punta de su pene extremadamente seductora, aunque su ropa interior todavía esté
en el medio de la sensación correcta.
Kim también tiene sus propias
tentaciones silenciosas. Piensa en pedirle que le tome de una vez con esa
seductora boca suya, también en que quiere algo más que solo felación, que no
ha sido suficiente lo del auto pero tampoco la repetición inmediata.
Park traga hondo, un pinchazo de
excitación sacude su vientre bajo y termina cediendo a sus propios impulsos
cuando libera el erecto miembro de la prisión de la ropa interior, aunque la
prenda apenas haya sido retirada un poco hacia abajo, lo suficiente para
mostrar el prominente falo. La boca del azabache lo engulle de una, saboreando
en las paredes internas el orgasmo previo y la excitación actual.
— ¡Mgh~!
Kim arquea una vez más la espalda, y
casi siente que podría caer así que aferra sus manos en los hombros de Park,
enterrando inconscientemente sus uñas en la piel, mordiéndose los labios,
empujando gentilmente su pelvis con la intención de naufragar más profundo en
ese caliente océano de saliva. El azabache sufrió una arcada, o dos, o tres, o
más. El castaño embistió su boca con recelo, gimoteando de placer cada vez.
Hasta que un chasquido húmedo le hizo saber que su pene había sido abandonado.
Park subió por el vientre febril lamiendo y besando, mordisqueó los pezones y
dejó una marca en la clavícula antes de llegar a su objetivo principal y
besarle fogosamente mientras le estruja el trasero y le empuja contra el sofá.
Primero su espalda siente la textura del
sofá, pero no mucho después es instado de nuevo a levantarse, quedando de
rodillas en el mueble, con sus manos en el respaldo y el trasero alzado, las
piernas separadas y su miembro atrapado en una mano del azabache. La ropa
interior, que ha quedado a medio muslo, estorba para abrir sus piernas un poco
más, sabiendo que el azabache necesitará del espacio entre ellas para tomarle.
Así que hace el amago de sacárselas.
— Déjala. — Le susurra al oído,
mordiendo su nuca y dejando marquitas por sus omóplatos.
El castaño jadea, vira el rostro
buscando la mirada de su amante pero pronto vuelve a cerrar los ojos y bajar la
cara cuando siente un dígito colarse entre sus nalgas, tanteando su cavidad
anal. Tiembla inconscientemente y jadea alterado. El azabache no tiene
demasiada experiencia en esto, pero puede advertir que el apretado agujero no
ha sido usado “demasiado”.
— Junsu ah.
— ¿Mh?
— ¿Eres virgen?
Kim agita la cabeza en negación, pero se
encuentra incapaz de girarse y enfrentar la mirada de su amante. Realmente lo
era, pero daba vergüenza decirlo.
Park quiso volver a preguntarle, pero
pensó que era mejor dejarlo pasar ahora. Tendría que tener cuidado en
prepararle, porque seguro que le iba a doler. Y de todas formas no tenía algo
como lubricante en casa.
— Debo
tener alguna loción útil en algún lugar. — Pensó. Mientras tanto, continuó
frotando su dedo medio contra el comprimido agujero.
Al sur de su ombligo, sin embargo, su
propia excitación no parecía capaz de esperar demasiado. Así que se perfiló
entre las piernas del castaño, acomodando su erecto pene entre sus nalgas, rozó
su cavidad anal pero no hizo el mínimo intento por entrar ahí, no con su
erección, no aún.
— Apriétame con tus piernas, Junsu.
— ¿Eh?
Kim sintió las manos de Park cerrándole
las piernas. Y comprendió lo que buscaba. El falo del azabache fue aprisionado
entre sus muslos, rozándole los testículos y cuando comenzó a moverse adelante
y atrás, también su propia erección. Además, los dedos del azabache continuaban
rozando su intimidad. Poco después sintió algo húmedo y caliente caer en su coxis,
era saliva que Park estaba dejando caer ahí, deslizándola luego hasta el ano,
frotando y tratando de humedecerle.
Sabiendo que una invasión repentina
forzaría su interior, el azabache estaba realmente esforzándose por llenarle de
saliva tanto como fuera necesario, además de contener esas ganas que sentía de
entrar en él y embestirle con fuerza. Por supuesto, no es que sea tan
desconsiderado con su amante aunque apenas sea un encuentro de una noche. Si
iba a llevarse la virginidad del chico, por lo menos debía ser caballeroso,
¿cierto?
— Ahh~ — El castaño jadeó quedito,
sintiéndose francamente bien con aquel trato y la sutil paciencia con que le
estaba preparando.
El roce del pene del azabache contra sus
testículos y erección le gustaba de manera que nunca llegó siquiera a imaginar
pese a que el sexo entre hombres había estado atormentando su cabeza desde su
adolescencia, cuando descubrió y comprendió su orientación sexual. Después de
todo, solo los hombres conseguían excitarle y hacerle sentir deseoso de
contacto íntimo, incluso del dolor durante el sexo anal.
— Yoochun~. — No supo exactamente por
qué, pero fue inevitable jadear el nombre de su amante cuando la punta fálica
de la erección del otro se rozó tan lentamente contra sus muslos. — ¡Ngh! —
Luego ese gemido de incomodidad y sorpresa.
Porque finalmente lo ha sentido. El dedo
de Park profanando su interior con suavidad, cual si realmente estuviese
concentrándose en ir despacio, en no lastimarle. Kim jadeó y tembló bajo las
caricias del azabache, siendo consciente también de los latidos de su corazón y
los repentinos nervios mezclados con deseo y excitación. Con todas las ganas de
sentir más que su dedo, sus fuertes embestidas.
— Ngh~ desconozco mis propios pensamientos. Aunque siempre he querido esto,
hacerlo con alguien a quien no conozco. ¿Realmente me sedujo tanto su
apariencia? ¿Está bien para mí sentirme tan emocionado por este encuentro
casual? ¡Mgh~ angh~!
Gimiendo entre pensamientos, Kim cedió
el control de su mente a las sensaciones del momento. Porque la invasión del
intruso no dolía nada, aunque todavía se sentía un tanto diferente a usar sus
propios dedos o alguno de esos juguetes que, inevitablemente, ha adquirido con
el pasar de los años. Si bien es cierto que no ha ido tan lejos con nadie
antes, no es como si no se masturbase de algunas maneras particulares. O que no
se haya tocado con algún compañero de colegio, universidad o algún desconocido
en antros antes. Era solo que esta era la primera vez que se escapaba realmente
con alguien y estaba dispuesto (y ansioso) por sexo de verdad.
— No aflojes, Junsu. — Park le dijo al
oído, instándole a apretar de nuevo sus piernas y así continuar disfrutando de
ese peculiar placer manteniendo su pene preso entre los muslos del castaño.
Le besó los hombros y continuó su labor,
empujando un segundo dígito para acompañar el primero, sintiendo otro pinchazo
de excitación cuando notó la presión alrededor de ellos. La expectativa de
saborear esa misma presión cuando le penetrara, mucho más “cerrada” que la que
mantienen sus muslos en aquel momento.
— Joder,
quiero penetrarlo ya. — Gimió en pensamientos, empujando sus dedos y
sintiéndole estremecerse de una forma diferente. — Ah, ¿encontré tu punto
sensible, Junsu?
— ¡Nghh~!
Park volvió a empujar sus dedos buscando
el mismo lugar que antes. Aunque de momento no tuvo la suerte que esperaba,
volver a golpear exactamente el mismo sitio no era tan fácil. Pero estaba
seguro de que ya había encontrado la próstata del castaño, así que solo tenía
que continuar buscándole mientras le ensancha y humedece.
De un momento a otro los movimientos de
Park se sincronizaron. Las penetraciones de sus dedos junto a las estocadas de
su miembro entre los muslos de Kim. Un poco más rápido, un poco más profundo.
El castaño sintió entonces la necesidad
de tocarse también, así que abandonó el apoyo del respaldo del sofá, llevando
su mano derecha a su erección, tocándose y gimiendo un poco más.
— Agarra el mío también, Junsu. —
Sugirió con voz ronca.
Y Kim sintió un pinchazo de excitación, inclinando
la cabeza y mirando hacia abajo, vio el pene de su amante rozándose contra el
propio. Ambos falos estaban duros, calientes, resbaladizos. Y lo estuvieron un
poco más cuando el castaño escupió en su propia mano varias veces, arropando
ambos miembros y masajeando mientras, casi sin darse cuenta, aprieta sus muslos
y tortura de placer al azabache, quien se recuesta en la espalda de su amante
mientras deja sus dedos dentro, abriéndolos ahí con la intención de dilatarle
más rápido.
— Dime, Junsu, ¿te has tocado aquí? No se ha sentido tan tirante como
pensé, y se ha ido ensanchando fácilmente. ¿Es verdad que no eres virgen?
Por algún motivo absurdo, Park
encontraba recelosa la idea de que no lo fuera. De alguna forma, ser su
“primero” le seducía de sobremanera. Así que no quería soltarse de esa ilusión.
— Yo ngh~ mis dedos~.
— Ah, con que te has masturbado así, mh.
Me gustaría que me mostraras, Junsu.
— Ngh~ ¡no!
— ¿Por qué no?
— Es vergonzoso~.
— ¿Más que lo que estamos haciendo? — El
castaño asintió, casi agradeciendo estar de espaldas a su amante. — Joder, eres
lindo cuando quieres, Junsu. — Vio entonces las orejas del castaño encenderse,
y a él temblar. — Eso me gusta, mucho.
Park se enderezó, llevó ambas manos a
las nalgas de Kim y separándolas con lascivia, vio satisfactoriamente su
agujero expandirse, escupió saliva en él y luego metió ambos índices para
mantenerle “abierto”.
— Mantén tus muslos bien apretados para
mí, Junsu.
— Yoochun~.
Así, el azabache comenzó a moverse con
más libertad. Empujando la pelvis y retrocediendo, saboreando el roce contra
los calientes y apretados muslos del castaño, viéndole apenas pudiendo
mantenerse con una sola mano pues la derecha continuaba ocupada dándose placer
a sí mismo, bombeando su erección, gimiendo sin pudor alguno, incluso siendo
escandaloso, arqueando la espalda o contrayendo su interior cuando,
probablemente, se acercaba a su orgasmo.
— Yoochun, Yoochun basta~. Casi
termino~.
— Hazlo, también estoy por llegar a mi
límite.
Una minúscula parte de la mente del
castaño quería hacer mención al sofá y al hecho de que, obviamente, lo iban a
ensuciar. Pero cualquier rastro de razón se fue al caño cuando sintió los
intrusos cambiar y tocar el punto sensible en su interior, al mismo tiempo en
que él aceleraba el bombeo en su erección y ese calorcito en el bajo vientre
advertía su éxtasis.
Kim fue, en efecto, el primero en
derramar su semilla, yéndose principalmente en su mano, pero algunas gotas han
alcanzado a ensuciar el sofá. Además, poco después, quizá porque él apretó
inconscientemente sus muslos mientras temblaba de placer, el semen de Park
disparó de lleno contra el respaldo del sofá. Ambos jadeaban laboriosamente y
temblaban.
Pero no era suficiente.
— Vamos, mi cama, Junsu.
— Nh.
Dejándose arrastrar, Kim terminó pronto
acostado en la cama de Park, no supo el momento en que la ropa interior
finalmente había abandonado su cuerpo, ni tampoco aquél en que Park se había
desecho de la propia. Lo único que podía ver ahora era que ambos estaban
desnudos, besándose y acariciándose mientras hacen un lío con las cobijas y
almohadas en el lecho, cambiando de posición y de lugar varias veces. Hasta que
Kim estuvo reacio a abandonar su lugar encima de Park.
— Es mi turno, también soy un hombre que
quiere sentirse en control, sabes Yoochun.
Kim dijo con mirada pícara, sonriendo
coqueto. Siendo otra vez ese chico sexy que le aceleraba el pulso y le
inspiraba unas ganas enormes de hacer un desastre con él.
— Adelante, quiero verte haciéndolo,
Junsu.
El azabache dijo, llevando una mano a la
espalda del castaño, delineando su espina dorsal con un dedo, viéndole
estremecerse pero no ceder tímidamente como antes. Kim se inclinó despacio,
provocándole los labios pero sin llegar a besarle, aunque realmente lo deseaba.
En cambio, se acercó mucho más, de manera que sus rodillas quedaron contra las
axilas del azabache, básicamente sentado en el pecho de éste.
— Bésame,
Yoochun. — Kim dijo con tono caprichoso, con mirada lasciva y un brillo en sus
cuencas particularmente candente.
Al menos para Park, pues sintió un
pinchazo de excitación y no pudo negarse a la petición, alzando el rostro y los
hombros, comenzó a lamer la cabeza fálica de Kim, dejando también cortos besos
en ella.
— Ahh~.
Tragándole después con gula, deslizando
los gruesos labios, lamiéndole con su rugosa lengua.
El castaño se estremeció de pies a
cabeza, disfrutando del placer que la boca de su amante le proporcionaba, se
dio incluso el tiempo de sentir el febril calor que le abrasaba la piel. No,
probablemente más que eso, bullía en su sangre, se le colaba hasta los poros de
su sensible anatomía.
— ¡Ngh! — Gimiendo gutural cuando
sintió, nuevamente, los dedos del azabache colarse entre sus nalgas, empujando
su húmedo, caliente y dilatado anillo. — Yoochun~. — Suspirando su nombre
mientras le sujeta los brunos mechones y empuja su pelvis hasta sentir el fondo
de su garganta, provocándole arcadas, pero negándose en apartarse porque el placer
era abrumador.
Sofocante como el infierno o algo.
Park le dejó hacer su voluntad, aunque
fuese extraño que le “violaran” la boca de esa forma tan salvaje. De pronto
parecía que el tierno muchachito de hace unos minutos que ocultaba de él sus
sonrojos, se había transformado en un demonio sexy al que, para qué negarlo, no
le ponía ningún “pero”. Ya luego le reclamaría el cabello que seguramente
estaba perdiendo de momento, vaya placer que debía estar sintiendo para tirar
con tanta fuerza de sus mechones.
Poco después el salvaje movimiento de
pelvis cesó, el azabache fue bruscamente apartado del pene del castaño por
propia mano de éste. Park pensó en limpiarse la saliva que le escurría por las
comisuras y el mentón, pero encontraba más interesante continuar embistiendo
con sus dedos la cavidad de Kim, sonriendo ante sus temblores, gruñendo sensual
al sentir sus dedos enterrársele en el vientre.
Era honestamente una lindura de hombre,
sexy y tierno, la mezcla perfecta. Hace un minuto se había estado divirtiendo
embistiendo su boca, y justo ahora se derretía de placer gracias a sus dígitos,
todavía apostado en su pecho, con las manos hacia atrás arañándole
insistentemente el vientre, jadeando caliente, temblando bajo su dominio.
De pronto Park lo sintió, el chorro de
semen disparado en su cara (probablemente también en la cabecera de su cama),
Kim ni siquiera había hecho el mínimo intento por avisar su orgasmo. No que
importara demasiado.
— Qué sorpresivo, Junsu. — Dijo, casi
con tono burlón, aunque no malintencionado.
El azabache apartó sus dedos del
interior de Kim, instándole luego a cambiar de lugar (importándole poco que su
cara fuese sucia de semen o que luego aquella sustancia se mezclara con su
sudor), tumbándole en el lecho, retomando besos y caricias, dándole tiempo para
recuperarse de su orgasmo.
— Tan sexy. — Le susurró.
El castaño le miró sin apenas carburar
el halago. El sudor ha comenzado a traer su cabello pegado a la frente,
bañándole la piel de un seductor tono chispeado de gotas olorosas a sexo. Lleva
el rostro colorado debido al placer y el calor del momento, y su desnudez es
sencillamente una constante invitación a la lujuria.
— Aquí, confíame tu cuerpo, Junsu.
Park dijo, sujetándole las piernas y
acomodándolas a los costados de su cuerpo, apoyando parte del peso de Kim en
sus muslos, buscando la mejor postura para tomarlo por completo. Escupió saliva
en la palma de su mano y mojó su erecto pene con ella, repitiendo el acto un
par de veces más hasta sentirse lo suficiente seguro de continuar.
— Si duele, avísame.
— No voy a detenerte si duele un poco,
Yoochun. Quiero que me hagas tuyo sin vacilaciones.
¿Por qué era tan sexy y lindo? ¡Al
carajo! Él lo estaba pidiendo. Oh bien, algo así se convenció el azabache
cuando finalmente se perfiló, colocando la punta de su falo en la dilatada
cavidad, empujando lentamente pero seguro, todo el camino hasta sentirse
completamente dentro.
Los jadeos del castaño sonaron ahogados,
quizá dolorosos, definitivamente incómodos. Ha llevado sus manos a los
antebrazos del azabache, aferrándose a ellos con fuerza conforme fue sintiendo
la invasión. Pero ya estaba, era uno con Park. Sonrió, sintiéndose satisfecho
solo con ello.
— ¿Estás bien?
— Claro que sí, solo sigue, Yoochun.
Park comenzó a moverse lentamente.
Entrando y saliendo con súbita paciencia. Gimiendo áspero, mirándole a los
ojos, no perdiéndose el mínimo detalle en las expresiones de Kim, grabándose a
fuego en la memoria los gestos de placer, los de incomodidad o disgusto. Quería
hacerle sentir tan bien como él ya se estaba sintiendo. Porque su interior
estaba ajustado, caliente y húmedo, y la sensación de placer era infinitamente
superior a cualquier otra relación sexual que pudo haber tenido en el pasado.
— Mgh, Junsu ah. Te sientes increíble,
¡Mgh!
— Ahh~ Yoochun~.
El azabache coló sus manos por debajo de
las rodillas de su amante, impulsando su cuerpo con las piernas, elevó la
cadera de Kim un poco más y empujó, yendo incluso más profundo que antes.
— ¡Chun~! — Gimiendo el nombre de su
amante, el castaño atinó a aferrarse a sus hombros, arañarle los omóplatos y
gimotear de placer debajo de su cuerpo.
Podía sentir cada penetración haciendo
estragos en su interior, casi revolviéndole las entrañas y haciendo un lío de
él. El tronco caliente del azabache tocaba su próstata casi con cada embestida,
haciéndole temblar y embotándole los sentidos de un placer tan intenso que
sentía que podría correrse de nuevo incluso sin ser tocado o habiéndose corrido
no demasiados minutos atrás.
El sudor de ambos muchachos comenzó a
caer de sus frentes, de sus mentones, a hacer todo más resbaladizo y sus pieles
teñidas de una erótica película de gotas perladas surcando caminos sin sentido,
trazando senderos que llegaban incluso ahí en los recovecos de sus anatomías.
— ¡Junsu! — Gemir su nombre y empujar
más fuerte, más rápido, notando la tensión de todos sus músculos.
Fundiéndose tan dolorosamente placentero
que casi parecía irreal. Sus gemidos iban confundiéndose entre sí hasta formar
una sola voz. El cadencioso vaivén de caderas junto al sofocante calor emanando
de sus cuerpos tenía la habitación sumida en el ilusorio vapor de la lujuria.
El sonido húmedo de sus cuerpos chocando, los besos intermitentes, las miradas
cómplices. Minutos bien invertidos y aprovechados para el placer. Un orgasmo
inevitable. Kim fue el primero en saborear un orgasmo, uno de esos llamados
“orgasmo seco”, tan intenso que se sintió mareado y perdido en esos instantes.
Pero el resultado adjunto de su clímax fue contraer su interior, presionando el
falo de Park de manera tal que fue imposible para el azabache contener más su
propio éxtasis, derramándose en su interior, llenándole de él.
La errática respiración de ambos duró
minutos. El orgasmo fue intenso para ambos. Park apenas ha tenido energía para
salir de Kim y rodar a un lado para no aplastarle con su peso. Ambos miraron el
techo hasta que tuvieron otra vez lucidez.
— Eso fue increíble, Junsu.
— Lo fue, Yoochun.
— Pero debo admitirlo, no creo que pueda
levantarlo hasta mañana. — Agregó,
riéndose de sus propias palabras. Lejos de sentirse vulnerable o burlado por el
significado de ellas. Era verdad después de todo. No es como si pudiera tener
más orgasmos esa noche.
El castaño se ha reído por lo bajo,
girado un poco y buscado el cobijo del pecho de su amante, acurrucándose en él.
— Tampoco es como si yo pudiera. Al
final ni siquiera he eyaculado~.
— ¿Tuviste un orgasmo seco? — Preguntó,
buscándole la mirada y dándole un beso dulce y corto cuando le vio sonrojarse y
alzar los labios en trompetilla. — Lo disfrutaste, ¿no?
— Mucho~.
— Entonces no hay por qué avergonzarse. Quiero
tener uno también la próxima vez.
— ¿Eh?
— Vamos, descansemos ahora. Realmente tenemos
que recuperar energías, Junsu.
El castaño se rio otra vez,
acurrucándose gustoso en el pecho del azabache. Suspirando inconscientemente
cuando los brazos de Park le cobijaron. Bastaron unas cuantas caricias en la
línea de su cadera para comenzaron a sentirse perezoso, satisfecho y
somnoliento. Bostezó y recibió muchos cortos besos más antes de ser vencido por
Morfeo.
— Oh, joder. Realmente me enamoré de “una
aventura de una noche”. — Park dijo para sí, riéndose bobamente.
Para nada arrepentido.
…
Escena post-sexo.
Después de tal noche, Park estaba seguro
de que nunca en su vida había tenido un sexo como este. El castaño simple y
sencillamente le había mostrado el verdadero placer tras la unión con otro
cuerpo. El azabache juraría que en adelante jamás miraría a las mujeres, ni
siquiera se acordaría de aquellas féminas con las que estuvo alguna vez. Junsu
era, a falta de palabras más acordes, otro
nivel.
El reloj de muñeca que ha dejado antes
en la mesa de noche marcaba un cuarto para las cinco de la mañana, el sol no
tardaría en despuntar. Era una suerte que tuviera vacaciones y no le preocupara
en absoluto llegar al trabajo. Kim, a su lado, dormitaba de forma tan adorable
que, no hace muchos minutos, le había tomado una fotografía a hurtadillas.
Bien, no ha sido solo una, han sido varias, y piensa usarlas incluso de fondo
de pantalla.
— Le pediré su número en cuanto
despierte. No, no, le daré un beso cuando despierte, luego le pediré su número.
— Murmuraba para sí, sonriendo como idiota. — Ah, también debo invitarle el
desayuno. Un momento, ¿tengo algo decente para ofrecerle?
Con cuidado de no importunar el sueño de
su acompañante, el azabache abandonó el lecho y fue directo a su cocina,
abriendo la nevera y echando una mirada en la alacena. Tiene cereal y leche,
algunos huevos y pan tostado.
— Qué mierda, no puedo solo darle
cualquier cosa. — Suspiró, sintiéndose un tanto miserable por no tener nada más
que cervezas en su refrigerador. — Si me apresuro a la tienda de conveniencia a
un par de calles podría comprar algo más. Pero si me marcho y despierta, puede
ser que cuando vuelva él ya no esté. Ng, no, no, eso ni de coña. Bueno, me
pregunto si aceptará ir a desayunar a alguna parte.
Rascándose la nuca con aire preocupado,
Park se encaminó de vuelta a la habitación. Su “invitado” aún dormía
plácidamente. Y él, tenía ganas de fumarse un cigarrillo. Y seguir viéndole.
Así, con tal dilema, terminó saliendo al balcón y encendiendo un cigarrillo,
esperando que el olor no molestara el sueño de su amante.
Para cuando aplastó la colilla en su
cenicero, Park finalmente vio a Kim revolver perezosamente las mantas,
pestañear y estirar el cuerpo. Razón por la que, de paso, tragó hondo pues su
amante todavía estaba desnudo, mientras que él ya se había colocado ropas
ligeras desde mucho antes. Obviando el hecho de que no ha dormido nada.
— Buen día, Junsu ah.
Park saludó, sonriendo gentilmente al
sonrojo que cubrió las mejillas de Kim.
— Buen día, Yoochun ah.
El castaño correspondió, cubriéndose el
rostro con las sábanas, mirando su cuerpo desnudo desde aquel refugio.
Sintiendo también el dolor en la espalda baja y ese olor a sexo que estaba
impregnado en las sábanas. Quizá en toda la habitación, más correcto sería
decir.
— ¿Estás avergonzado ahora? — Park
cuestionó con diversión, recostándose en el otro lado de la cama, dejándole
mantenerse oculto bajo las mantas.
— B-bueno, un poco, sí.
— Qué adorable.
— Ng. Yo, no estoy arrepintiéndome de
nada.
— Me ofendería mucho si lo hicieras.
— Tú, ¿lo disfrutaste?
— Creo que es obvio. Lo hicimos bastante
anoche, ¿sabes? Estuviste increíble, debo admitir que me mostraste un lado del
sexo que no conocía.
Kim se encogió otro poquito bajo las
mantas, pero luego asomó el rostro. Su cabello enmarañado y las mejillas
coloradas eran sencillamente un encanto.
— ¿De verdad? Luces como todo un
casanova. Estoy seguro de que eres sumamente popular.
— Con las mujeres, tal vez. Pero, eres
el primer chico con quien estoy. Y no pienso que pueda volver a pensar siquiera
en mujeres debido a ti, Junsu ah.
— ¿Eh?
— Estoy diciendo que quedé fascinado
contigo, prendado de ti.
El castaño sonrió, complacido de
sobremanera con esas palabras.
— Sabes, Yoochun ah, anoche en el antro
realmente intentaba seducirte.
— Oh, ¿en serio?
— Sí. Te vi desde que llegaste, y
entonces tomé valor y subí a la barra a bailar. Tenía la esperanza de que me
miraras. Pero pasaban los minutos y tú ni te enterabas de mí. Estaba por
rendirme cuando finalmente te acercaste.
— Gracias a los dioses que te vi,
entonces. Mi destino podría haberse maldecido si te dejaba ir.
— ¿Así de “bonito” le hablas a todas tus
conquistas? — Preguntó, tras haberse sentado en el colchón, flexionando las
rodillas y ocultando la desnudez de la parte inferior de su cuerpo con las
mantas, ladeando el rostro y sonriendo con aire inocente.
— No. Y aunque puede que no me creas,
eres la primera persona que traigo a mi departamento. Incluso si alguna vez
tuve novia, nunca le permití entrar.
— Eso suena demasiado bueno para ser
verdad, Yoochun.
— Lo sé. — Dijo, sonriendo lánguidamente
mientras se acostaba mirando el techo. — Te presentaré a mis amigos después,
así podrás interrogarlos todo cuanto quieras, verás que no estoy mintiendo.
— ¿Fui, especial?
— De alguna manera se siente así, ¿no
crees?
El castaño asintió, incapaz de decir más
nada. Estaba asombrado y avergonzado, además emocionado.
— ¿Quieres tomar una ducha?
— Ah, sí.
— Espera aquí, voy a preparar el baño. —
Dijo, levantándose y saliendo de la habitación, para luego volver sobre sus
pasos e inclinarse sobre la cama, besándole despacio. Profundo, dulce. — Quería
hacer eso apenas despertaras.
Kim atinó a sonrojarse y suspirar. Y
quedarse sonriendo como bobo enamorado mientras Park se apresuraba a preparar
la ducha.
Minutos más tarde estaba listo, con
ropas que no eran suyas pero le quedaban, de alguna manera, bien. Se sentía
como vestir ropas del “novio”, aunque apenas si hubiera sido un encuentro de
una noche y no les uniera particularmente ningún sentimiento más que la pasión.
— Junsu ah.
— ¿Sí? — Cuando volvió la mirada, se
encontró con un Park apuesto en ropa casual, con el cabello ligeramente
desordenado y todavía húmedo pues ha salido recién de la ducha también. Kim
notó el golpeteo en su pecho. Este hombre le gustaba demasiado.
— ¿Tienes planes para esta mañana?
— No particularmente.
— Entonces, ¿te gustaría salir a
desayunar? Conozco un buen lugar no muy lejos de aquí. Y después, podríamos
intercambiar información para contactarnos y tener verdaderas citas.
— ¿Eh?
— ¿No te interesa?
— No, quiero decir, sí. Me, me interesa.
Pero, ¿estás seguro?
— Por qué no debería. Estoy más que
seguro. Quiero que nos conozcamos, ir al cine, a tomar un café, a cenar, a
pasear al Río Han y visitar un montón de lugares más. Lo que quiero decir,
Junsu, es que quiero conocerte con la intención de enamorarnos.
Kim abrió los ojos de par en par. Eso
era demasiado bueno para ser verdad. En un gesto inocente de su parte, se
pellizcó una mejilla, para cerciorarse de no estar soñando. Se quejó un poco y
Park se rio de su ternura. Tomando un paso más cerca enmarcó el rostro colorado
del castaño, reduciendo la distancia hasta casi besarle.
— Esto no es como anoche, así que,
¿puedo besarte, Junsu?
— Sí, no te contengas, Yoochun. —
Suspiró.
Aquel beso, tanto más tierno y largo que
cualquiera de los que se dieron la noche anterior, era también, de alguna
manera, más bello y significativo. Como una muda promesa de amor.
— Ah cierto, también te debo una
disculpa.
— ¿Qué?
— Anoche, en mi auto, yo escupí tu semen
mientras que tú tragaste el mío. Lo siento por eso, fue descortés de mi parte.
Kim se rio de buena gana entonces. Entre
avergonzado y divertido por las repentinas preocupaciones de Park. Además, de
pronto recordó que él hizo lo que quiso cuando buscó la felación del azabache. Pero,
mejor no mencionar ese detalle.
— Está bien. Ya era demasiado genial que
hubieras aceptado mi invitación, Yoochun. Sabía que eres heterosexual.
— Era, heterosexual. Después de anoche,
obviamente tienes que hacerte responsable, Junsu.
— ¡Eh!
— No soy más heterosexual.
— Pero…
— En realidad, a partir de ahora soy
Junsusexual.
— ¿Qué clase de preferencia es esa? —
Preguntó, riéndose con ganas.
Park le siguió el gesto, pero poco
después rodeó su cintura atrayéndole posesivamente a su cuerpo, mirándole
intensamente a los ojos, besándole otra vez.
— Realmente he caído por ti, Junsu ah. Ni
sueñes en poder escapar de mí algún día. Te voy a monopolizar incluso si no
quieres. — Susurró grave, tirando del labio inferior del castaño con aire
posesivo. Quizá, para enfatizar sus palabras. Quizá, para no comérselo a besos
y caricias.
— Oh, por favor Mr. Park, enciérreme en
su corazón si es necesario. Puedo ser un ángel, al que le gusta extender las
alas y volar con libertad. — Añadió juguetón, coqueto, lindo.
Pestañeó tiernamente pero luego fue él
quien le mordisqueó los labios, comenzando un beso que, sí, mutó a uno fogoso.
Esa mañana el desayuno probablemente se
convertiría en almuerzo. De pronto las manos de ambos hombres estaban ansiosas
corriendo por el cuerpo del otro. Y las ropas. Ah, tendrían por destino
cualquier parte del departamento, excepto vestir anatomía alguna.
Tal vez, la fiesta privada no ha llegado
a su final.
FIN
Wwoowww super sexy!! Definitivamente el ratón nunca se puede resistir cuando un delfin de agua dulce empieza a hacer piruetas delante de él jajajajaja aunque me he quedado con la duda de q pasó con el hayamin...
ResponderBorrarComo siempre muy buena historia gracias!!!
Es que el YS es sexy, pornoso y adorable xD quién se le resiste a un delfín así, el ratón no es tonto 7u7
BorrarTe confieso que cuando empecé este oneshot, y la razón de mencionar al YJ y al HM era darle algún seguimiento a sus historias, pero... ¡lo olvidé! y cuando recordé fue cm, nah, ya escribiré de ellos en otro lado xDD así que, ahí quedó xDD pero seguro el HM terminaba con resultados sexuales xDD
Gracias por pasarte~ ;3
ahhhhhhhhhhhhh......
ResponderBorrarbello!!!!.... cuando andaba seca en cuestiones de lectura aparece el oasis del desierto!!!!....
me reencantan la forma en que vas matizando las personalidades de cada uno en los diferentes escenarios que tu maravillosa mente crea...
saludos besos y abrazos a la distancia...
matta ne... <3
Te comprendo con eso de la sequía, hace muchísimo que no me encuentro un YS que me haga sentir satisfecha u.u por eso soy más escritora que lectora xD pero es grato saber que mis escritos llegan a agradarte tanto *u*
BorrarUna vez que me meto en un escenario, el YooSu solito va marcando sus personalidades en el desarrollo de la historia, es por eso que los amo, porque pensar en ellos y sus diferentes formas de romance se da súper natural~
Ya Ne! ;D