Título: AFTER
BANQUET
Autora: Felina
Pareja: Victuuri
Género: Romance.
Clasificación:
NC-17/Lemon
AFTER
BANQUET
~*~
Incluso tras volver al Hotel y dejar a
Yuuri dormir tranquilamente (luego de haberle robado algunos besos y conseguir
mantenerse solo en ello aunque quería mucho más de su joven prometido), Víctor
seguía pensando en cómo era posible que el japonés haya olvidado lo que pasó el
año anterior. Es decir, no había sido algo tan simple como lo que mostraban los
videos y fotografías. No había sido solo el baile, las risas y la sensualidad
que tan repentinamente desbordó por doquier. Ni siquiera es solo el hecho de
que le pidió fuese a Hasetsu y se convirtiera en su entrenador, o cómo lo hizo;
es decir, Víctor no es de piedra, es un hombre sano capaz de reaccionar,
particularmente si el chico en cuestión se había restregado contra él con absoluta
soltura y semidesnudo, con esa linda expresión en su rostro que consiguió lo
que solo el esfuerzo y la emoción sobre una pista de hielo, sonrojarle.
— Gracias al cielo no es que te guste
beber a menudo, Yuuri. — Dijo en voz baja, mirando a su prometido descansar,
tan pacíficamente acostado en su cama, con esos suaves ronquiditos escapando de
sus labios y el anillo a la vista, con esa apacible expresión que torturaba el
nada sereno pensamiento del ruso. — Yuuri, tú en verdad no eres nada consciente
de ti mismo.
Riendo quedito, el ruso finalmente se
metió bajo las mantas en su cama. Pocos centímetros separaban ambas, pero
todavía había espacio suficiente entre ellas para saber que no estaban teniendo
intimidad. Aunque no era que Víctor no quisiera. De hecho, se moría por hacer
más que besar a su novio –ok, prometido ahora–, pero Yuuri todavía conseguía
avergonzarse de sobremanera cuando le miraba intensamente o le insinuaba alguna
caricia confiada.
— Pero hace un año, definitivamente
hicimos más que besarnos. Y no fuiste para nada tímido, Yuuri. Fuiste tan
erótico~.
…Flashback…
El entrenador Celestino comenzó a sentir
un poco de vergüenza por el espectáculo que su pupilo Yuuri estaba dando.
Aunque en realidad tenía rato haciendo cosas vergonzosas, que se le colgara al
popular patinador Nikiforov de aquella forma, no podía dejarlo pasar.
— ¡Yuuri, vamos! Tienes que descansar.
— ¿Eh? ¡Pero no quiero~! ¡Tengo una
competencia que ganar, Celestino~! — Respingó con la lengua trabada, con esa
sonrisa boba en la cara, roja por el licor y el calor, sudoroso. Colgado
todavía del cuello del ruso.
Celestino suspiró, se golpeó la frente y
trató de sacarlo de encima del ruso. Obviamente, Yuuri no estaba cooperando.
— ¡Yuuri, estás molestando a Víctor!
Nikiforov, que tenía rato solo mirando,
finalmente intervino.
— Está bien, no me molesta. — Dijo,
sonriendo suavemente al japonés. Notando que su corazón dio otro pálpito cuando
el muchacho le regresó una sonrisa. Boba pero linda. Una extraña combinación,
sobre todo en un chico. — Yuuri, ¿qué tal un descanso?
— ¿¡Eh!? ¿Quieres deshacerte de mí? En
verdad te estoy molestando, ¿cierto, Víctor~? — Arrastrando la lengua,
tambaleándose y con ojos lacrimosos, el japonés le soltó, dio un paso atrás y
gimoteó, logrando que las miradas siguieran sobre ellos. — ¡Víctor malo~!
— ¡Yuuri! ¡Es suficiente! Vamos, te
llevaré a tu habitación. — Celestino dijo, tomándole el brazo y dispuesto a
sacar a su pupilo de ahí.
— ¡Descuide, me encargaré! — Víctor
dijo, levantando la voz más de lo esperado, incluso para él mismo. Alargando una
mano sujetó el brazo del japonés, tirando de él y abrazándole, separándole de
su entrenador. — Le llevaré personalmente a su habitación.
Chris y Yuri se sorprendieron al verle
reaccionar así. Sobre todo su amigo Chris, pues conociendo al ruso como lo
hace, le parece sumamente raro que muestre este tipo de interés por otra
persona, particularmente un chico ebrio al que acaba de conocer.
— Oh, bien. Como quieras, Víctor. —
Celestino le entregó la tarjeta electrónica e indicó el número de habitación donde
su pupilo se estaba quedando.
Víctor llevó entonces fuera del salón a
Yuuri, seguido de cerca por Chris. Aunque el apuesto suizo de ojos verdes iba
solo para evitar que se generaran rumores extraños. Ya en el elevador, Yuuri
iba medio dormido, apoyado en el pecho de Víctor continuaba murmurando,
incoherencias al menos.
— ¿Qué piensas hacer con Yuuri, Víctor?
— Nada de lo que estás pensando, Chris.
Solo voy a llevarlo a su habitación, le meteré en la ducha, luego a la cama y
cuando me haya asegurado de que no se ahogará con su respiración, volveré a mi
habitación.
— Oh, en serio.
— ¡En serio!
Chris de todas formas le sonrió pícaro,
palmeó su hombro y volvió sobre sus pasos una vez vio a Víctor entrar en la
habitación con Yuuri.
— Bueno, va medio dormido, tal vez
realmente no pase nada entre esos dos. — El suizo sacó su móvil y envió un
texto. — Por mi parte, sí que quiero hacer algo con mi novio.
En la habitación de Katsuki, cuando
Víctor consiguió sentarle en la cama, e hizo el amago de alejarse, la mano del
japonés le tomó por la corbata, tirando con fuerza y haciéndole caer sobre él.
La inercia del movimiento hizo ir hacia atrás a Katsuki, por lo que la postura
fue por demás comprometedora para Nikiforov.
— ¿Eh? Yuuri — Jadeó. Y es que ha
sentido contra su vientre la excitación del japonés.
— Víctor~ ¡me gustas tanto~! — Exclamó,
con las mejillas coloradas y el aliento a licor.
— Yuuri, esp… — Tarde intentó alejarse.
Porque los labios de Katsuki se habían
estampado contra los suyos, dándole un beso por demás torpe. Como si fuera la
primera vez que el japonés lo hiciera. Lejos estaba de saber que todo lo que
sucedería esa noche, era en verdad “la primera vez” para Yuuri.
— Víctor~. — Suspirando su nombre con
voz trabada, el japonés comenzó a tironear de su corbata, deseando sacársela.
Junto a toda la ropa de ser posible.
Sus sentidos están embotados por el
licor, su cuerpo demasiado caliente, su corazón latiendo a toda prisa, su
entrepierna palpitando un deseo que ni siquiera conocía. Nikiforov, que había
caído en el extraño encanto del japonés, no estaba poniendo ni pizca de
resistencia. Su corbata, su camiseta y el cinto de sus pantalones terminaron en
el piso o a un lado de la cama, no está seguro dónde. Katsuki, que ya estaba en
ropa interior desde antes, suspiró cuando las manos de su idolatrado Víctor se
colaron entre los botones mal asegurados de su camisa, estremeciéndole y
arrancándole más suspiros. No, jadeos, suaves gemidos que nunca había escuchado
en su voz.
— Ng, Víctor~. — De pronto sintió algo
húmedo paseándose por su vientre. Algo que le hizo estremecer y sentir más
caliente a ser posible. Algo, que le hizo sentir un dejo de miedo y un montón
de expectación. Aunque sus aturdidos sentidos apenas le diesen espacio para
saber que respiraba.
Nikiforov no ha podido evitarlo, y su
lengua ha ido por la piel de Katsuki, lamiéndole con gusto mientras sus dedos
alcanzan un montecito más al norte. Tan atraído por un chico, ebrio además. Que
se desconocía a sí mismo. Era la primera vez que era seducido de esta manera.
— Víctor~. Víctor~.
Casi parecía que Katsuki no podía hacer
otra cosa más que suspirar su nombre, temblar y sentirse más y más caliente.
Los sitios donde era tocado, aquellos en los que deseaba ese toque. Revolvió
las piernas y alzó, inconscientemente, su cadera, buscando quizá otro tipo de
contacto, otro roce. Su entrepierna se friccionó contra el vientre de
Nikiforov.
— Ngh~ Víctor~.
El ruso levantó la mirada, sonriendo al saberle
tan impaciente. Le miró sonrojado, sudoroso, con los labios entreabiertos, el
pecho subiendo y bajando al ritmo de su errática respiración, la mirada
brillosa. Excitado, anhelante. Sintió entonces una punzada en su entrepierna.
El bulto bajo sus pantalones comenzó a ser más que evidente.
— La corbata es ridículamente linda en
ti, Yuuri. — Dijo, sonriendo al percatarse de sus palabras.
— ¿Eh? — Katsuki murmuró desorientado.
Pero todavía con sus ojos perdidos en la atractiva figura de su amado Víctor,
que a contraluz se veía sencillamente perfecto de pies a cabeza. — Es la
primera vez que sueño así~. — Susurró, tan quedito y trabado, que el ruso no
alcanzó a entenderle.
De todas formas, la corbata atada en su
frente desapareció mientras Víctor, tras inclinarse, le besaba. Diferente, más
húmedo y profundo, explorando el interior de su boca con su lengua. De pronto
los anteojos de Yuuri estorbaban (y estaban demasiado empañados), por lo que
también fueron abandonados en la mesa de noche junto a la cama; en tanto los
personajes principales de este clandestino encuentro desordenaba un poco más
las mantas e intercambiaba besos por demás apasionados.
— Yuuri, quiero hacer tanto contigo.
Nikiforov dijo, casi inconsciente de sus
propias palabras y deseos. Le estaba costando mucho pensar con claridad, este
joven patinador japonés ha puesto su mundo de cabeza y golpeado directamente su
corazón.
— Víctor~ caliente~. — Jadeó, tocándose
el vientre desnudo con la siniestra, deslizándola sutilmente hasta el borde de
sus bóxers, tanteando con las yemas de sus dedos ahí.
La mirada vidriosa y desesperada del
japonés estremeció de pies a cabeza al ruso, generándole un sentimiento de
anhelo completamente desconocido para él, casi sentía que vivía de nuevo. No,
que realmente comenzaba a vivir ahí. Seducido por la inocencia de un chico,
honestamente, más bien desconocido y extraño. Pero tan familiar, como si el
destino ya hubiese cruzado sus caminos desde mucho antes. Como si un hilo rojo
los atara.
— Yuuri, ¿quieres que te toque aquí? — Preguntó con tono suave, pero
algo áspero y entrecortado. Su propia excitación era evidente.
Aún así, su mano se paseó sugerentemente
por los muslos del japonés, tanteando su pelvis, pasando saliva al darse cuenta
de que estaba a punto de acariciar tan íntimamente a un chico. Bien, podía
decirse lo que fuese de él, pero no era como si tuviera particular experiencia
en el sexo gay. Aunque su amigo Chris lo hubiese sugerido.
— Víctor. — Katsuki suspiró, y fue
suficiente para que Nikiforov centrara nuevamente todos sus sentidos en él.
Verle tan perdido en las sensaciones era
algo novedoso para el ruso, porque cada movimiento, cada mirada, cada suspiro y
palabra que externaba le parecía hermoso, puro y honesto. Era como una fuente
de sorpresas y sensaciones de dicha, de deseo, de placer. Nikiforov comprendió
que de ninguna manera podría dejar escapar esta oportunidad, porque
probablemente nunca conocería a una persona más preciosa que Katsuki, y tenía
enormes ganas de quedársele grabado en la piel, de conocerse y hacer vida junto
a él.
— Víctor~. — Suspiró de nuevo. Aunque había
entonces en su tono un toque de curiosidad, cual si se hubiese percatado de la
repentina quietud del ruso.
— Te haré sentir bien, Yuuri. — Murmuró,
inclinándose por un nuevo beso. Atrapando con gentileza los labios de Katsuki,
en tanto su mano derecha se deslizaba decidida por la ingle del japonés.
La ropa interior resultaba molestaba
para el ruso, así que con suavidad la sacó del cuerpo ajeno. Katsuki se dejó
hacer, apenas mirándole con los brillantes ojos castaños bañados de vergüenza y
excitación a partes iguales. Nikiforov no sabía exactamente cómo, pero quería
tratarle como si fuera algo preciado para él, así que besarle y acariciarle con
cuidado era su única forma de expresarle ese cuidado. Cariño, algo más profundo, quizá.
— Ng~. — Katsuki arqueó la espalda cuando
sintió por primera vez los dedos de su adorado Víctor tocándole ahí.
Los dígitos se deslizaron con parsimonia
a lo largo del erecto miembro, acariciando la punta con delicadeza. Repitiendo esos
movimientos varias ocasiones mientras se besaban y se llevaba en cada uno de
esos besos, los queditos gemidos del japonés, hasta que no pudo contener el
ronco vibrato en su garganta cuando arropó con su mano el falo de Katsuki y él
respondió arqueándose un poco más al tiempo en que le besa de una forma tan sugerentemente
caliente que él perdió noción de más nada que ese dulce muchacho derritiéndose
bajo su toque. Y es que de pronto le había sujetado el rostro con sus manos,
metiendo la lengua en su boca y agitando suavemente las caderas, buscando quizá
más contacto con él.
Tras romper el beso, y dejar un hilillo
de saliva tensarse hasta el quiebre, Nikiforov desvió su mirada al sur, donde
su mano bombeaba el falo de Katsuki. Era bonito,
a falta de otra palabra. No tenía demasiado vello salvo en la base, y con la
punta enrojecida como en ese momento, lucía simplemente bonito.
— Víctor~. — Katsuki suspiró, por
enésima vez, su nombre.
La diferencia en ése momento fue la mano
del japonés, buscando la erección de su amado Nikiforov bajo la ropa interior
de éste. Cuando los dedos del japonés rozaron inconscientemente el bulto bajo
la prenda, Nikiforov sintió un pinchazo de placer en el bajo vientre. Y quedó
al desnudo junto a un Katsuki que le tocaba inexperto pero concentrado. Imitando
los movimientos que el ruso hacía sobre su propia erección.
— Yuuri, ven aquí. — Indicó, tras
apartarse y sentarse sobre el colchón.
Luego, Katsuki terminó sentado en el
hueco que quedó entre las piernas cruzadas de Nikiforov. De esa manera tocarse
mutuamente era mucho más fácil. Y besarse también. Una y otra, y otra vez. Las que
fuesen necesarias para satisfacer esa
necesidad de darse cariño, placer. De darse ese algo más que no terminaba por tomar forma o nombre en sus mentes,
pero que era bastante clara en sus corazones.
— ¿Te gusta así, Yuuri?
Incapaz de encontrar voz en su garganta,
Katsuki asintió, jadeando caliente cuando los movimientos de Nikiforov
aumentaron, imitándole al instante aunque él se sintiese un poco aturdido y
torpe, en desventaja por el placer que estaba sacudiendo su cuerpo de pies a
cabeza.
— ¿Vas a terminar, Yuuri?
— S-sí~. Víctor~ siento raro~.
— Está bien, solo córrete, Yuuri. Está bien
que lo disfrutes.
Un poco después, Katsuki sufrió los
espasmos de un orgasmo. Probablemente el primero de toda su vida. Si bien ha
llegado a masturbarse y alcanzado el éxtasis en aquellos momentos de natural
exploración y satisfacción sexual, jamás había experimentado un placer como
éste. Su frente cayó sobre el hombro izquierdo del ruso, respirando
agitadamente, demasiado febril y tembloroso como para saber qué pasaba a su
alrededor. Su mano, sin embargo, se mantenía alrededor del todavía erecto
miembro de Nikiforov; quien, casi sin dar crédito a lo sucedido, sentía la
caliente semilla del japonés en su mano, donde había quedado casi todo el
residuo blanquecino.
— Yuuri. — Le llamó, acariciándole con
la mano libre el cabello, como si solo quisiera que supiera que estaba ahí
junto a él.
Katsuki levantó el rostro unos segundos
después, uniendo su mirada a la verde azulina de Nikiforov.
— Lo siento, tú aún…
— Estoy bien, Yuuri.
Katsuki agitó la cabeza de un lado a otro,
mientras su mano comenzaba a bombear nuevamente la erección de Nikiforov. El pelo
revuelto del japonés, su dulce y brillante su mirada, su honesto deseo de dar
lo que ha recibido. De llevarle al orgasmo, de hacerle sentir tan dichoso como
él. Todo le parecía al ruso como sacado de ensueño, que una persona tan pura y
cristalina se hubiera aparecido en su vida, era irreal.
— Ng.
— ¿Lo hago bien, Víctor?
— Perfecto, Yuuri.
Besándose despacio, el bombeo de Katsuki
aumentó, y luego casi sin que ninguno se diese cuenta, la mano de Nikiforov le
acompañó. Besos húmedos, bombeo precioso. El ruso se corrió no mucho después,
manchando la mano del japonés y la propia mientras despegaban sus labios del
infinito beso de la noche.
— ¡Wow! Increíble, Yuuri.
— Víctor~.
Retomar los besos, las caricias, las
miradas cariñosas y confiadas, cómplices de un sentimiento dormido que latía
presuroso contra sus corazones. Querer ir más lejos. Nikiforov está consciente,
Katsuki se deja llevar.
De pronto está de rodillas sobre la
cama, el trasero alzado, la espalda inclinada, el rostro enterrada en
almohadones. Nikiforov lame entre sus nalgas el cerrado orificio anal. Katsuki está
avergonzado, pero sumamente excitado como para detenerle de lo que fuese que está
haciendo.
Masajeando con el pulgar de la siniestra,
el ruso buscó en la habitación algo más que le pudiera servir de lubricante,
estiró el cuerpo y echó una mirada en el cajón de la mesa de noche. Era increíble,
pero había condones y una botellita de lubricante vaginal.
— ¿Víctor?
— Esto será incómodo, si duele mucho
dime, Yuuri.
— ¿Eh? — Katsuki no recibió respuesta. Pero
sintió algo húmedo y frío caer entre sus nalgas, y luego algo presionar contra su cavidad. — ¡Ngh!
— Lo siento, Yuuri. ¿Duele mucho?
— Sí~ duele~. Víctor~. — Gimoteó,
apretando las mantas con sus manos, respirando agitado.
— Está bien, me detendr…
— ¡No~! Si-sigue, puedo soportarlo.
— Yuuri…
— Por favor~ Víctor.
Nikiforov asintió, y retomó la labor. Dilatarle
con cuidado, evitarle al máximo el dolor. Aunque era una tarea casi imposible. Le
tomó minutos conseguir que un primer dígito resbalara con suavidad dentro, pero
cuando añadió un segundo intruso, Katsuki tembló inquieto y unas lágrimas
cayeron de sus pestañas.
— Yuuri, mira aquí. — Inclinado sobre el
cuerpo de su amante, el ruso le dijo.
El rostro del japonés viró, y los labios
del ruso cayeron de inmediato sobre sus mejillas, besando y bebiendo sus
lágrimas.
— Respira profundo, relaja los músculos
de tu pelvis. Confía en mí, Yuuri.
Katsuki asintió, e intentó seguir las
palabras del ruso. Minutos más tarde se dio cuenta de que no dolía más, y de
que los dedos de Nikiforov entraban y salían sin demasiada resistencia.
— Víctor~. Sigue~.
El ruso le besó la espalda, un camino de
tiernos besos dejó a lo largo de su espina dorsal, succionando un trozo de piel
en la nuca, dejando una marca ahí.
— Aún
se siente estrecho alrededor de mis dedos, pero no creo que pueda dilatarle más
que esto. — Pensó con un dejo de preocupación. Apartando sus dígitos y
colocándose un condón. — Yuuri, gírate hacia mí.
Katsuki se tiró de espalda al colchón,
mirándole con ojos lacrimosos y las mejillas arreboladas de carmín. Nikiforov
coló una almohada debajo de su cadera, y se acomodó entre sus piernas
perfilando su pene en la dilatada, húmeda y caliente cavidad del japonés.
— Mírame, Yuuri. Puedes aferrarte a mí,
arañarme o morderme. Voy a recibir todo de ti con gusto.
— Víctor.
Cuando Nikiforov comenzó a empujar su
pelvis y penetrar el cuerpo de Katsuki, éste respondió aferrándose (en efecto)
a su espalda, ahogando un gemido incómodo, cerrando los ojos con fuerza y
conteniendo inconscientemente la respiración.
— Respira Yuuri, respira profundo. — Le
susurró al oído, consciente de que ha entrado casi por completo y de que debe
dolerle muchísimo.
— Bésame, Victor.
Obedecer y besarle. Como si la vida le
dependiese de ello, como si el perdón viniera con cada gramo de oxígeno que le
roba entre besos. Y le acaricia también, quieto en su interior, aguantando las
ganas de moverse, de empujar dentro y salir despacio. De hacerle el amor.
— El
amor. — Piensa, casi sintiéndose tomado por sorpresa ante su propio
pensamiento.
— Estoy bien, Víctor. Quiero sentirte
más. — Murmura mirándole a los ojos, besándole el mentón y sonriendo
tiernamente.
Y Nikiforov corrobora una vez más, que
Yuuri es la persona más hermosa y cristalina que pudo conocer, y se siente
terriblemente afortunado de tenerle ahí. De ser él quien le tome de esta manera
aunque haya todavía mucho, mucho por conocerse.
Y es así que comienza a embestir,
primero con suavidad, con ternura, con cariño. Lentamente siendo un poco más apasionado,
más fogoso. Acariciando la erección de Katsuki de tanto en tanto, o apretándose
contra su cuerpo de manera que se friccione entre sus vientres mientras le besa
profundo y penetra de la misma forma en él.
— ¡Ngh~! ¡Víctor~! ¡Ng~!
— ¡Mhh, Yuuri! ¡Yuuri!
…
Cuando el alba despuntó y Celestino vino
a buscarle a la habitación, Katsuki tenía dolor de cabeza y la sensación de que
algo había cambiado significativamente en él la noche anterior.
— Es hora de irnos, Yuuri.
— S-sí. — Cuando Katsuki se levantó,
tenía un extraño dolor en la espalda baja. Pero de alguna forma se sentía más
ligero y menos deprimido. — Ah, debí perder mi oportunidad anoche, quería
hablar con Víctor. — Dijo para sí, tras haberse cambiado de ropa y asegurarse
de que todo estuviera en su maleta.
Después de todo, era momento de
continuar con su vida. Y volver a la realidad.
…
Nikiforov estuvo sorprendido cuando tras
llamarle en el aeropuerto, Katsuki le dio la espalda, alejándose como si todo
lo sucedido antes no hubiera existido.
— Oh, supongo que algo como “olvidarlo
por la borrachera” existe.
…
¿Era eso algo como el destino? Tal vez,
Nikiforov no estaba seguro, pero tras ver el patinaje de Katsuki imitando uno
de sus programas, él comprendió que era suficiente de hacerse él mismo el
tonto. Se había enamorado de ese chico meses atrás, y era ahora su oportunidad
de enamorarle también.
— Bueno, Japón es un país bonito. Y la
persona más hermosa de mi mundo está ahí. Así que, Makkachin, ¡hay que viajar!
El resto de la historia, es más
conocida.
FIN
Tenía este shot a medias creo que desde el año pasado, pero apenas hubo inspiración para terminarlo.
Espero les guste~
Ya Ne! ;D
ahhhhhhh
ResponderBorrartan lindo Victor... (^^♪ cuidando a yuuri aun que el ni lo sepa.... y como que creo que a nuestro ruso favorito se le ocurrio que con eros podria tener ese recuerdo .... o yo estoy desvariando como siempre...
matta ne... <3