jueves, 27 de abril de 2017

WHISPERS IN THE SHADOWS (KNB) Epílogo.



EPÍLOGO
~*~

El gran momento había pasado ya –“al fin”, se permitió el pensamiento Kagami, ya que aquello había sido, por mucho, más difícil y temeroso que enfrentarse a cualquier enemigo. Venga, los nervios, no malinterpreten su juicio–, y oficialmente está comprometido con Kuroko Tetsuya. Los clanes de licántropos y vampiros tendrán, por primera vez en la historia, una alianza por matrimonio, acordado amistosamente por ambas partes.

— Taiga, ¿en qué piensas?

La voz del Ángel irrumpe en su hilo de ideas, las desordena con facilidad y le recuerda que está ahí, en su nueva casa, recién comprometido con el chico que ama, sentado en el jardín observando la luna y las estrellas junto a su prometido, quien hasta hace unos instantes dormitaba plácidamente sobre su regazo.

— En cómo las cosas cambiaron tanto en tan poco tiempo. ¿No lo crees, Tetsuya?

— Sí, pero el cambio me gusta. Pienso que nuestra unión en matrimonio será solo el primero de muchos, a partir de ahora los clanes no se verán como simples enemigos, sino como aliados o probables amigos. Y nosotros no comenzamos en realidad, fueron otros clanes, ¿sabes?

— Mh, no, pero asumo que me lo vas a contar.

— Hay unos chicos que instauraron un nuevo clan después de haber sido expulsados de aquellos a los que pertenecían. Mis padres me contaron que ellos fueron un aliado muy importante en la pasada guerra, vampiros, licántropos y magos estuvieron combatiendo bajo el mismo nombre, un clan para todos. Es impresionante.

— Pero nosotros seremos los primeros en casarnos… — El pelirrojo dijo, casi con algo parecido al recelo o el egoísmo. El peliazul sonrió apenas perceptiblemente, elevó el mentón y sus ojos azul océano se encontraron con el rojo fuego de su prometido.

— Es verdad, a menos que alguien se adelante a nuestros planes.

— ¿Quieres dejar de echar abajo el ambiente, Tetsuya?

— Oh, lo siento, Taiga.

Kuroko sonrió algo más, y ver más de esas cristalinas expresiones en el rostro del peliazul sacudía todo en Kagami, lo volvía probablemente más estúpido y enamorado, también más fuerte y determinado. Así, mientras le besaba apasionadamente sujetando su mentón con firmeza, el pelirrojo se hacía la promesa mental de nunca permitir que nuevamente su amante sea quien tiene que dar la lucha de verdad.


Después de volver a casa, o en este caso al departamento de Murasakibara, Himuro se contactó con su padre. Saburo estuvo muy sorprendido por recibir una llamada de su hijo, pero partió de inmediato hacia la capital nipona en cuanto el vampiro le dijo que quería presentarle a alguien.

— ¿No podíamos ir nosotros a donde vive tu papá, Murochin?

— Por ahora creo que es mejor así. Yo, no estoy listo para poner un pie dentro del territorio del Clan Kagami.

— ¿Vas a decirme por qué?

— Traicioné a mi padre, y a quien entonces era mi mejor amigo. No tengo derecho a volver ahí.

— ¿Tu mejor amigo?

— Kagami Taiga, el heredero al trono del Clan. Un lycan digno de su sangre, de algo que yo nunca sería. Cuando lo traicioné, simplemente estaba furioso, descubrí que mi padre no solo no era mi padre biológico, sino que él había cazado a mis verdaderos padres. Pasaron muchas cosas entonces, Atsushi. Por eso, no puedo volver.

— ¿Y por qué le pediste que viniera ahora? ¿Qué cambió?

El muchacho de rasgos delicados guardó silencio, la verdad es que ni él estaba seguro de la respuesta, o si tenía una. Simplemente había tenido aquella necesidad cuando vio a su amante enterrar los restos de quien fue su hermano, y el último que quedaba de su familia en vida. Ahora Murasakibara era como él, estaban solos en el mundo, sin un Clan al cual volver o pertenecer.

— ¿Murochin?

— No lo sé, Atsushi. No lo sé.

Recostado en el pecho del licántropo, el joven vampiro se dejó hacer, seducido bajo las caricias de las grandes manos de su amante poco a poco fue arrastrado al mundo de los sueños. Y cuando volvió a despertar, murmullos de una conversación en la estancia del departamento le advirtieron que durante muchas horas estuvo sumido en las tierras oníricas. Se colocó su ropa interior y tomó, como siempre, la prenda superior de su amante para salir afuera. La holgada playera de Murasakibara le quedaba casi como una pijama de blusón, la nívea piel que la ropa dejaba al descubierto lucía como escarcha cubriendo su perfecta anatomía, contrastando con el negro de su cabello y ojos, o el carmín de sus labios.

— Ah, al fin despiertas Murochin, tu papá está aquí.

— ¿Papá? — El de rasgos delicados sintió algo parecido a la vergüenza cuando sus ojos se encontraron con los de su padre… — No dijiste que llegarías, tan pronto.

— Te dije que tomaría el primer vuelo, Tatsuya… — El licántropo carraspeó, imaginando acertadamente el porqué de la vestimenta de su hijo… — Tu, amante, me ha dado la bienvenida y disculpado mi irrupción tan repentina.

— Saburo-san es un hombre muy genial, Murochin.

— Sí, lo es Atsushi. Bienvenido, papá.

— Gracias, me da gusto saber que estás muy bien.

— Lo estoy, ahora. En realidad, desde que conocí a Atsushi. Yo, voy a tomar una ducha y cambiarme adecuadamente, ustedes sigan conversando.

— Sí, claro.

Cuando Himuro desapareció por donde llegó, ambos licántropos se miraron entre sí. Tanto Saburo como Atsushi seguían desconociendo de Tatsuya más de lo que quisieran, y aunque pretendieran obtener alguna información entre sí, se han venido dando cuenta de los enormes vacíos que tienen.

— Después de las batallas, varios clanes de las diferentes razas se extinguieron. Eres el último de tu linaje, ¿verdad?

— Sí. Murochin y yo enterramos a mi hermano Etsu ayer, era el último familiar que me quedaba. Pero no me siento particularmente solo, Saburo-san, ¿cree que eso es malo?

— No. Siempre que te sientas unido a alguien, no importa nada más.

— Pienso en Murochin como mi familia, y teniéndolo a él no necesito a nadie más. Usted no va a llevárselo lejos de mí, ¿verdad?

El hombre sonrió con un dejo de ironía. Que el muchacho de cabellos lilas mostrara ese rasgo de inquietud le parecía casi gracioso.

— Tatsuya jamás se iría conmigo, Atsushi. Él es un vampiro libre.

— Pero conserva su apellido, él se sigue considerando su hijo, un Himuro, como usted.

Saburo le dio la razón solamente en el hecho de que el joven vampiro conservaba el apellido, pero no estaba seguro de que fuera porque aún se siente parte de su familia.

— ¿Sabes? En realidad todavía no sé qué hago aquí.

— Quería presentarte al hombre que amo, papá… — El joven vampiro estaba de regreso. Algo en él ha cambiado, profundamente. Su padre siente que este chico es alguien completamente diferente al que partió de casa meses atrás… — Y pedirte perdón, por todo lo que hice.

— Tatsuya, tú no tienes que disculparte.

— Sí tengo. También me disculparé con Taiga, algún día.

— Por qué no lo haces pronto, antes de su ceremonia matrimonial.

— ¿Va a casarse?

— Sí, en unas semanas.

— ¿En serio? ¡Vaya! ¿Con quién?

— Kuroko Tetsuya. Ambos clanes se reunieron hace unos días y acordaron formalmente el compromiso de Taiga y Tetsuya. Es una buena oportunidad para que te encuentres con Taiga.

— ¿Crees que querrá verme?

— Eres su mejor amiga, Tatsuya.

— Lo era. Después de lo que hice…

— Taiga no es un chico rencoroso.

— ¿Cómo lo sabes?

— Porque conozco a sus padres, a su abuela. Sé cómo fue criado. Piénsalo, la ceremonia se llevará a cabo en el Clan Kagami, ven si decides hacerlo, estoy seguro de que las puertas del clan se abrirán nuevamente para ti… — Hubo un momento de silencio. Tatsuya parecía estar pensando en las probabilidades, mientras que Murasakibara simplemente se mantenía al margen… — Hijo, sé que ustedes piensan que tenerse es suficiente, que no necesitan pertenecer a ningún clan. Pero, nunca está de más tener uno. El Clan Kagami los acogerá a ambos si lo deciden. Si es demasiado para ti, piensa en el nuevo clan que se formó.

— Nosotros tuvimos una reñida pelea antes, no creo que estemos en los mejores términos como para querer pertenecer a ese Clan.

— Nunca lo sabrás si no lo preguntas.


Hacía casi un mes desde que todo había cambiado, pero aún había noches en que Furihata despertaba sobresaltado durante la madrugada. Y Akashi sabía perfectamente por qué, aquella culpa tampoco lo dejaría en paz probablemente nunca. Cegado por su ambición, casi perdía lo más importante que había finalmente conocido en su vida, el amor.

— Respira, Koki, respira conmigo… — El de cabellos bermellón sujetó a su amante por los hombros, de frente a él, instándole un ritmo de inhalaciones profundas y exhalaciones más calmadas… — Eso es, lo estás haciendo muy bien.

Un par de minutos después, el menor de los dos estaba tranquilo, al menos lo suficiente para no hiperventilar. Ha tenido de nuevo esa pesadilla. Y se ha sentido ahogar sepultado bajo toneladas de metal y concreto, como cuando el hechizo de Akashi derribó la bóveda donde estuvieron peleando, a muerte.

— Estoy bien, yo… ya estoy bien, Seijuro.

— No necesitas mentirme. Puedo verlo en tus ojos, Koki.

El menor desvió la mirada, y luego sintió las manos de su amante enmarcarle el rostro. Eran cálidas, y por esa razón es que confiaba cada día en ellas otra vez, porque no eran distantes ni frías como aquella horrible noche.

— Estuve aterrado, Seijuro.

— Lo sé, y lo siento.

— Eras otra persona, y no podía alcanzarte a ti y traerte de vuelta. Me sentía tan impotente… — Furihata dijo, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Los brazos del mayor de los dos le cobijaron de inmediato, acunándole con el cariño que sabe le tiene… — Tanto miedo, que todavía me persigue cuando duermo.

— Lo siento, Koki. Lo siento… — Repetía, incapaz de ofrecerle más consuelo que aquel. Su sincero arrepentimiento.

Y esperaba entonces que, quizá, el tiempo les ayudase a superar el pasado.


— Yukio~ ¡estamos invitados! — El rubio vampiro entró en la oficina como bólido, lleno de una algarabía que, su amante presentía, le levantaría un dolor de cabeza si no le hacía caso. Así que mejor era seguirle ahora la corriente y no pagarlo después.

— ¿A dónde, Ryota? — Preguntó, despegando la mirada de un montón de papeles que tenía sobre el escritorio, haciendo a un lado el monitor de su computador personal, donde ventanas de mapas, artículos y otros documentos estaban desplegadas.

— ¿Estás trabajando?

— Por supuesto, administro este lugar, ¿recuerdas?

— Oh sí, pero deberías descansar de vez en cuando, ¿cómo es que siempre que vengo estás trabajando? Si yo no tuviera trabajos como modelo y pasara el tiempo en casa, me sentiría muy solo, Yukio~.

— En realidad trabajo mientras trabajas, porque así podemos dedicarnos tiempo cuando ambos tenemos estamos libres. No hagas drama, Ryota.

— Pero esta mañana no me prestaste mucha atención, apenas si nos dimos un beso al despedirnos. Y Takao con Midorima la pasan mejor que nosotros, ellos incluso estaban teniendo sexo mientras tomaban la ducha.

— No quiero saber cómo es que terminas enterándote de la vida sexual de ellos, pero es mejor que dejes de hacerlo o habrá problemas, Ryota.

El rubio sonrió pícaro, percibiendo el tono celoso en la voz de su amante. El licántropo gruñó cuando el vampiro trepó en el escritorio de forma seductora.

— Y, a dónde fuimos invitados.

— ¡Yukio~ matas el ambiente~!

— Porque no he terminado, y no vamos a tener sexo encima de los documentos que me ha tomado toda la semana organizar… — Dijo firme, y su rubio novio alzó los labios en trompetilla en gesto de disgusto… — Habla de una vez, venías muy entusiasmado.

— Bueno sí, porque estamos invitados a la ceremonia matrimonial de Kuroko Tetsuya y Kagami Taiga.

— Sé quiénes son, y creo que es bueno que nos hayan invitado. Ambos clanes comparten nuestro ideal.

— Pero Yukio, estoy celoso.

— ¿Por qué?

— También quiero casarme contigo~.

— Eso ya lo veremos después, ahora, baja de mi escritorio y pórtate bien… — El vampiro sonrió, obedeciendo el mandato de su amante. Subiendo al regazo del licántropo… — ¿Esto es portarse bien, Ryota?

— Muy bien~ — Respondió, jugueteando con sus dedos en la nuca del lycan, lamiendo descuidadamente su mentón.

— Ryota… — Le nombró en tono de advertencia. Pero el vampiro continuó seduciéndole.

Y él, instintivo por naturaleza pues es un lobo, terminó por levantarse de su sitio, y cargándole en brazos le empotró contra el muro devorándole los labios. si quería sexo, entonces eso le daría.

Por otro lado, Takao y Midorima cooperaban con el Clan de una forma diferente, ellos se encargaban de las relaciones públicas cuando Kasamatsu se los pedía. Aunque generalmente era el mago quien tomaba las riendas de las conversaciones, y el vampiro salía fastidiado de las reuniones, o con invitaciones impúdicas que declinaba al instante para evitar que su amante comenzara una pelea.

— ¿Lo haces a propósito, Takao?

— ¿Ah? ¡Cómo voy a hacerlo a propósito! ¡Ni siquiera los conocía!

— Entonces encuentra alguna forma de mantener a raya tus feromonas o algo, siempre terminas atrayendo a cualquiera, mujeres u hombres, nunca hay diferencia.

— Solo ignóralos, siempre les digo que no, ¿verdad?

— Nh… — El ojiverde empujó sus anteojos con el dedo medio, inconforme con la respuesta del vampiro.

— Igual celoso me encantas~ Shin-chan~.

— Cállate, Takao.

— Vamos~ no te enojes más. Volvamos a casa y reconciliémonos rápido.

— No voy a tener sexo contigo hoy.

— ¿Eh? Pero, Shin-chan.

— Dije, no.


Mitobe y Koganei han salido de compras, específicamente en busca del obsequio para sus amigos Kuroko y Kagami, ya que ellos también fueron invitados a su ceremonia matrimonial.

— No tengo idea de qué deberíamos comprar, un vampiro y un licántropo van a casarse, ambos pertenecen a familias adineradas, ¿qué pueden necesitar? — Koganei suspiró, se han pasado ya por tiendas de todo tipo, y aún no sienten que nada parezca lo adecuado para regalar.

Mitobe le pasó el brazo por los hombros, acercándole un poco más a su cuerpo, luego señaló una tienda peculiar y las mejillas del minino enrojecieron. Pero pensó que, dado las circunstancias, no estaría de más entrar y echar un vistazo.

— ¿Comprar juguetes sexuales no es más para las despedidas de soltero?

— Ellos no tuvieron una, ¿verdad?

— Cierto.

El de cabellos oscuros asintió, como reiterando su argumento. Y minutos más tarde, ambos salían de la sexshop con un par de bolsos. Han comprado el regalo para sus amigos. Y algo más para uso personal, recomendado por el sujeto que les atendió.


Hyuuga y Riko habían comenzado una curiosa amistad después del papel que cada uno jugó en la pasada guerra. Sin embargo, como Kiyoshi había dicho, la castaña no recordaba nada de aquel suceso, aunque continuaba siendo una cazadora.

— Mi padre dice que durante un entrenamiento me golpee muy fuerte la cabeza, y es por eso que no recuerdo algunas cosas. Pero no soy tonta, aunque no pueda evocar esas memorias, puedo adivinar que no hice nada bueno.

— Solo déjalo así, Riko. No es necesario que recuerdes.

— ¿Luché contigo?

— No, con mi… amigo. Un viejo amigo.

— Debió ser muy poderoso.

— ¿Porque borró tus memorias?

— No, porque me derrotó por completo, y me permitió vivir. Creo que me dio lo que se llama “una segunda oportunidad”.

— Sí, él sabe hacer eso.

— ¿Ya no son amigos?

— No.

— ¿Por qué?

— Porque lo amo.

La castaña se quedó sin habla, la respuesta inmediata y seria del muchacho le ha dejado impactada. Y por alguna razón su estómago se contrajo con algo parecido a la decepción o los celos. Y el silencio se alargó por varios minutos.

— ¿Y por qué no estás con él?

— Teppei ama a otro chico. Y realmente espero que puedan ser felices. Por eso me distancié, porque solo podrán serlo si yo no estoy cerca.

— ¿Tú le gustabas a él?

— Tuvimos una historia, pero es pasado. Ahora los sentimientos eran unilaterales.

— Así que en realidad escapaste por tu propio bien, es eso ¿no?

Hyuuga respiró profundo, instintivamente quiso refutar sus palabras, pero cuando tomó conciencia de lo dicho, comprendió que no podía negarlo. Y se sintió tan egoísta como siempre.

— Descuida, escapar no siempre nos vuelve cobardes. Y si él se enamoró de alguien más, tú también podrás enamorarte otra vez. Solo, date tiempo.

El Ángel sonrió con ironía. Tiempo. Había tenido cien años dormido, y cuando despertó lo había perdido todo. Él no confiaba mucho en el tiempo ya. Sin embargo, no externó su pensamiento, dejó que la chica continuara consolándolo porque se sentía bien. Como si le importara a alguien otra vez.

— Hey, ¿salimos a cenar?

— Seguro, Junpei.

Estados Unidos

Estaban a dos días de la ceremonia que uniría en matrimonio a Kuroko y Kagami, y los invitados ya estaban arribando al Palacio. Los primeros en llegar fueron Himuro y Murasakibara, acompañados por Saburo. Keishiro y Tomoe recibieron al muchacho con alegría, como si nada hubiese pasado. Himuro se sintió agradecido, y pronto le enviaron a reunirse con Taiga.

— Está en los campos de entrenamiento con su prometido, deberías ir ahora. Con tu acompañante, muéstrale el Palacio, Tatsuya.

— Eso haré, Tomoe-san. Gracias… — El de rasgos delicados guio al licántropo por varios pasillos, atravesaron un patio donde una sola fuente adornaba el centro, después pasaron junto a un enorme salón de armas y cruzaron nuevamente un pasillo de altos arcos de piedra llenos de guías y flores… — A Etsuko-san le gusta este camino de arcos.

— Etsuko san es la abuela de tu amigo, ¿cierto?

— Sí, mi padre estuvo hablando de ella en el avión.

— No recuerdo haber tenido una abuela.

— Yo tampoco, Atsushi.

Los amantes se sonrieron suavemente, y unos minutos después llegaron al campo de entrenamiento que Tomoe mencionara antes. Alcanzaron a presenciar la habilidad de Kuroko y Kagami en batalla cuerpo a cuerpo, también en lo diferente que lucía el pelirrojo ahora. Su tatuaje, o la fiereza de su mirada. Himuro se dio cuenta de que su amigo había madurado.

— Tu amigo llegó, Taiga… — El peliazul dijo, deteniéndose a mitad de un ataque, ocultando sus alas iridiscentes, tocando el suelo escarpado de nuevo con sus pies, sacudiéndose el polvo y limpiándose el sudor con el dorso de su mano.

— Oh, ¿quién es el tipo que le acompaña?

— Murasakibara Atsushi. Es aliado, no te crispes Taiga.

— Ng, lo que tú digas Tetsuya… — Limpiándose el sudor con su propia playera, el pelirrojo caminó al encuentro de los recién llegados… — Bienvenido, Tatsuya.

— Enhorabuena por tu compromiso, Taiga.

La tensión entre los jóvenes era evidente, pero también la amistad que habían forjado antes. Kuroko pensó que solo necesitaban un último empujoncito, y ya que no quería que nada arruinara su boda, él mismo se los daría. Suspiró, y usando sus dones conectó la mente de ambos. Himuro y Kagami entonces no necesitaron siquiera intercambiar palabras, se comprendieron y perdonaron vinculados en pensamientos. Una sonrisa tiró de labios del pelirrojo, y el de rasgos delicados correspondió con un gesto similar, más reservado.

— Bien, voy a presentarlos. Tetsuya, él es Tatsuya, mi mejor amigo. Tatsuya, él es Tetsuya, el amor de mi vida.

— Mucho gusto, Himuro Tatsuya.

— Kuroko Tetsuya, es grato que estés aquí. Igual que tu acompañante, Murasakibara-kun. Me alegra saber que al final no estabas tampoco bajo las órdenes de Masaru Akashi.

— Nunca me agradó el hombre, pero Akashin es mi amigo.

— Sí. Y espero que nosotros también podamos serlo pronto.

--//--

Izuki y Kiyoshi fueron los siguientes en llegar al Palacio, saludaron a Kuroko y Kagami como si hiciera años que no se ven. Luego arribaron Sakurai y Aomine, el licántropo saludó por cortesía, pero se le notaba que no estaba particularmente entusiasmado pisando terreno de un clan ajeno al suyo. Más tarde se unieron Kise, Kasamatsu, Takao y Midorima.

— Dos alphas en el mismo espacio territorial, es cómico… — Dijo Takao, divertido con la actitud que pelirrojo y moreno han adoptado, ambos demasiado posesivos con sus respectivos amantes, aunque no tuviesen razón alguna para, por principio de cuentas, estarlo.

— Es un comportamiento natural en dos lobos como ellos…. — Kiyoshi dijo.  

— ¿Tú qué clase de licántropo eres, Kiyoshi? — Kise preguntó, curioso por conocer más sobre todos ellos.

— Soy más del tipo conciliador. Ya que conviví con los Guardianes, no desarrollé todo mi potencial alpha, si necesitas ponerlo en términos como esos. De cualquier manera, Kuroko y Sakurai pueden manejarlo.

— Sí. Kuroko luce feliz… — Izuki comentó.  

— Bueno, mañana se casa. Por supuesto que lo está… — Observó Midorima.  

— Nunca he estado en una boda de criaturas de la noche. ¿Qué clase de ceremonia es, Kiyoshi?

— Según el ritual lycan, harían sus votos bajo la luz de una luna llena, y aullarían juntos en un juramento eterno para amarse incondicionalmente. Pero el ritual vampiro es diferente, no se guían necesariamente por la luna llena, y realizan sus votos bebiendo la sangre del otro.

— ¿En serio? — Preguntó interesado el rubio. Kasamatsu por su parte comenzaba a temer las consecuencias de tal información.

— Ryota, vamos.

— ¿Eh? ¿A dónde? La conversación de Kiyoshi es interesante.

El de ojos metálicos ignoró las palabras de su amante y simplemente le arrastró lejos. Lo mismo hizo Midorima, pero porque Takao estaba comenzando a idear formas de molestar a Aomine, y no tenía ánimos de hacerla de mediador entre su amante y el licántropo. Así, la charla solo la continuaron Izuki y Kiyoshi.

— ¿Entonces, los vampiros realmente bebían su sangre?

— Sí, hasta donde sé. Nunca estuve en un ritual vampiro, pero presencié uno lycan hace mucho tiempo. Es, de alguna forma salvaje, seductor, y romántico.

— ¿Conocías a quien se casó?

— Sí, eran amigos. Murieron en batalla hace cien años.

Izuki no preguntó más, era obvio que los recuerdos estarían relacionados con Hyuuga, y no quería tocar nuevamente esas fibras en la mente de su amante.

— ¿Qué hay de los magos? ¿Cómo son sus ceremonias?

— Hay un hechizo, que conjuran mientras dicen sus votos. Ese hechizo los une para siempre, dicen que, si los magos en realidad se aman y sus sentimientos son sensibles a su magia, un lazo rojo une sus manos. O algo así.

— Como el hilo rojo del destino.

— Sí, algo como eso. Nunca presencié una boda entre magos. Y creo que es la menos ceremoniosa entre las diferentes especies, los rituales de vampiros y licántropos son más comunes, están más arraigados a sus costumbres. Los magos se mezclaron más con los mortales, por lo que sus lazos en matrimonio eran más, humanos.

— ¿Alguna vez pensaste en casarte?

— No… — Kiyoshi volvió la mirada a su amante. El chico ojo de águila mordió su labio inferior con nerviosismo y un rasgo de arrepentimiento… — Pero viéndote ahora, me casaría contigo por todos los rituales que existen. Te amo, Izuki Shun.

Los ojos grises del Ángel brillaron emocionados, y sin dudarlo se abrazó a su novio besándole profundamente, húmedo, enamorado.

— Ryo, vamos a caminar fuera de aquí.

— ¿Te sientes encerrado, Daiki? — Preguntó con una sonrisita, que aumentó cuando el moreno gruñó perceptiblemente inquieto... — De acuerdo, vamos.

— El Clan Aomine es mucho mejor que este horrendo Palacio.

— Te quejas del territorio de los anfitriones, no es muy noble de tu parte, Daiki.

— Solo es la verdad.

— ¿Estás celoso?

— ¿De qué?

— De que Kuroko y Kagami vayan a casarse mañana.

— Eso no me interesa.

— Creo que sí.

Cuando atravesaron los portones y las montañas y el bosque se levantó delante de ellos, Aomine se sintió literalmente libre de nuevo. Respiró el aire fresco y sonrió, de pronto solo quería convertirse en lycan y correr por todo el territorio.

— Siento que el imbécil de Kagami tomó un paso delante de mí. Proponerte matrimonio ahora sería como imitarlo, y esperar más tiempo podría parecer que no me interesa.

— Daiki, no me siento menos amado por ti solo porque no estamos comprometidos. Lo que me interesa son tus sentimientos. Podemos casarnos cualquier día en el futuro. Y el futuro puede ser la semana entrante, el próximo año, eso es lo de menos. Que me ames, que me cuides. Haber sido acogido en tu clan, eso es lo más valioso para mí.

El moreno detuvo sus pasos, encaró al castaño y le besó en un claro montaña arriba, con la luna y las estrellas como testigos del amor que sacude su corazón.

--//--

La noche de la ceremonia finalmente llegó, había luna llena, y hermosa lideraba el firmamento, brillando seductora entre titilantes estrellas multicolores. Demiyah y Toshio Kuroko, Tomoe y Keishiro Kagami, Etsuko, todos los amigos de ambos muchachos, estaban ahí. La ceremonia se lleva a cabo en la explanada principal en las entrañas del Palacio, una simple fuente con la figura de un lobo tallado en piedra está al centro, los invitados permanecen de pie alrededor de la pareja.

Kuroko y Kagami están nerviosos, pero seguros de lo que harán. El peliazul viste completamente de blanco, un traje de seda que realza su belleza sobrenatural. El pelirrojo viste de negro, haciendo gala de su presencia indómita. Y ambos sostienen sus manos sobre las aguas cristalinas que llenan la fuente.

Etsuko, siendo la más sabia de ambos clanes, preside la ceremonia.

— Si el corazón de alguno titubea ahora, está a tiempo de retroceder… — La mujer dijo mirando a los muchachos, ninguno dio muestra de arrepentimiento. Ella sonrió dulce… — Hagan su juramento, los lobos aullarán cuando los hayan terminado, y entonces ustedes beberán la sangre del otro. Es una ceremonia sencilla, ¿verdad?

Peliazul y pelirrojo asintieron. Respiraron profundo y mirándose fijamente, iniciaron el ritual con sus votos.

— Kuroko Tetsuya, cuando mis padres me dijeron que tenía que pensar en mis votos, me sentí atrapado en un problema, ya que no soy bueno con las palabras. Así que, voy a jurar una sola cosa. Yo, Kagami Taiga, hijo de Iwasa Kazue, criado por Kagami Tomoe y Kagami Keishiro , juro amarte por la eternidad. Por la sangre que corre por mis venas, por los valores que me fueron enseñados, por todo lo que soy, por lo que aún puedo ser, te ofrezco mi cuerpo, mi alma y mi corazón como “herramientas” para cumplir con este juramento.

— Kagami Taiga, recibo tus votos con la emoción que hace temblar mi corazón. Y te ofrezco los míos, con la voz ansiosa y una alegría que me llena de calidez. Yo, Kuroko Tetsuya, hijo de Kuroko Natsuki, criado por Kuroko Demiyah y Kuroko Toshio, me uno a ti en matrimonio esta noche, jurando amarte por la eternidad con la sangre que corre por mis venas, y los valores que me fueron otorgados. Juro amarte con mi cuerpo, mi mente, mi alma y mi corazón, y te entrego todos los dones que me fueron concedidos como Ángel para que ellos vigilen nuestra felicidad como lo hicieran ya una vez antes. Confiaré a ti, mi amado Taiga, lo más valioso que tengo, los sentimientos de amor que solo tú me hiciste sentir.

Terminados sus votos, una copa de plata emergió de la fuente, ni una gota de agua había invadido su cuenco. Kuroko y Kagami hicieron un corte en la palma de la mano del otro, dejando que la sangre de ambos se mezclara en la copa. Un rayo de luz de luna cayó sobre ellos, bañando a la joven pareja y a la sangre que compartieron, bebiendo la magia de los dos. Al tiempo, todo licántropo presente en la ceremonia aulló a la luna, por la felicidad de los recién casados. El aullido simultáneo erizó el vello de aquellos presentes que no tenían sangre lycan, Izuki y Sakurai podían sentir cómo la tierra misma se estremecía bajo el canto de lobo.

Cuando la última gota de sangre fue bebida por Taiga, las alas iridiscentes de Tetsuya se revelaron, más hermosas que antes, y el tatuaje del pelirrojo brilló como si cada línea que lo trazara fueran serpientes de fuego. Y de su garganta brotó el aullido más poderoso de todos, su canto, su promesa, su amor, ofrecido como tributo a la luna. Y sellaron el momento con un beso, lento, cadencioso, cargado de sus emociones y sentimientos. Y un lazo rojo emanó desde sus corazones, uniéndose a medio camino ambos extremos para formar un solo hilo que los rodeó enredándose entre ambos cuerpos antes de disolverse en brillante polvo rojo.

De entre todos, Izuki y Sakurai eran probablemente los más entusiasmados, era un espectáculo de amor sincero compartido con todas las razas, mortales e inmortales.

Una ronda de aplausos llegó después, y los vítores para los recién casados también. La fiesta apenas comenzaba. Las felicitaciones, los obsequios, los buenos deseos, todo aquello, Kuroko y Kagami lo recibieron con gusto, con agradecimiento. Cuando creyeron haber terminado, aparecieron otros invitados, Furihata y Akashi también habían llegado, y eso les alegraba. Se sentía como si todas las partes se hubieran conciliado esa noche.

— El regalo más caro vino de Akashi, aunque Furihata-kun intentó persuadirle de no hacer un obsequio de esa naturaleza. 

— ¿Qué? ¿Cómo sabes? — Kagami no terminó de preguntar, se dio cuenta de que su esposo estaba descubriendo los regalos recibidos solo con mirar hacia la mesa correspondiente… — ¿Usando magia antes de abrirlos, Tetsuya?

— Ha sido sin querer. Creo que es efecto de la bebida que la abuela Etsuko me dio.

— Nh, ¿estás ebrio?

— Creo que sí, Taiga.

— ¿Debería aprovecharme de ti?

— Por favor. Y llevemos el obsequio que nos trajeron Koganei y Mitobe.

— ¿Qué?

— Vamos a disfrutarlo, cariño… — La coqueta sonrisa del peliazul fue, esa noche, la puerta a la felicidad absoluta para los recién casados.

Para el resto, sus historias también tenían sus propios pasajes sin relatar. Como los susurros nocturnos que se esperan con anhelo en las noches de cada estación del año.  


FIN

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