~~*~~
Cuando
el Match Point no cae ni a un lado ni
al otro
…Flashback…
El
dilema en que cayó Kenma no era tan sencillo de solucionar. Parecía como si no
se tratara de una decisión fácil de tomar pese a que siempre ha confiado en Kuroo. Aunque más bien ha
sido como dejarse arrastrar por su impetuosa presencia, algo de lo que él carecía.
–
Si te lo estás pensando tanto, debería tomarlo como algo bueno, ¿verdad Kenma?
El
felino volvió a centrar su mirada en
su interlocutor. Su amigo de toda la vida. El chico de peinado llamativo tenía
sus ojos prendados de la silueta del más bajo. No estaba haciendo esta proposición solo porque sí, había algo en Kenma que siempre le ha
fascinado. Cuando eran niños, Kuroo había querido ser amigo de Kenma porque le
inspiraba una sensación de protección, como si Kenma fuera un gatito asustado
bajo la lluvia que necesitaba ser cobijado entre sus brazos y cuidado. Esa era
la razón por la que se convirtieron en amigos en la infancia. Luego, con el
pasar de los años, Kuroo simplemente no había siquiera contemplado llegar a
separarse de él.
Ahora,
verle hablar tanto con ese chico de Karasuno llegaba a provocarle un incómodo
ardor en la boca del estómago. El felino capitán
tenía claro el nombre que debía darle a dicha sensación: celos. Y era tan obvio
para él que todo cuanto ha ido pensando es la forma en que debe hacerle notar a
su amigo que estos celos no vienen de
la amistad, sino de eso tan popular y
esperable en la adolescencia: el primer amor.
–
Kuroo, está bien. Hagámoslo.
–
Vamos a ocultarnos por aquí.
Kuroo
arrastró a Kenma en un pasaje calle arriba, le empujó contra el muro y apostó
una de sus manos contra el mismo, inclinándose lo necesario para mirarle a los
ojos. A esos analíticos ojos ocres con aura felina que le devolvían la mirada
sin atisbo de arrepentimiento o titubeo. Quizá era esta una de las razones por
las que le gustaba, porque pese a parecer tímido y reservado, poseía un matiz
en su mirada que obligaba a prestarle
atención.
–
Lo único que puedo decir es que me alegra que tu mirada no atraiga a todos
alrededor.
–
¿Qué?
–
Nada, cosas mías. ¿Prefieres cerrar los ojos?
–
No es necesario.
–
Bien.
El
de ojos negros inclinó el rostro sin soltar la mirada del peliteñido. La
cabellera suave en que sobresalían las raíces oscuras de su tono natural
sentaba de alguna manera bien en el más bajo. Kuroo respiró profundo mientras
se acercaba finalmente con el objetivo de alcanzar los labios de Kenma; éste
seguía ahí sin inmutarse, simplemente esperando por el movimiento final de su
amigo. Cuando sus labios se rozaron, Kenma no pudo controlar las reacciones de
su cuerpo, ni el suspiro que brotó de sus labios o el latir apresurado de su
corazón, tampoco que las mejillas se le tibiaran o que sus manos temblaran
ligeramente cuando la boca de Kuroo fue por más besándole más allá de un simple
roce, empujando su lengua entre sus pliegues carnosos y recorriendo el interior
de su boca como si la vida le fuese en ello.
Cuando
Kuroo se apartó y un hilillo de saliva colgó de la unión de sus labios, Kenma
se dio cuenta de que ambos estaban respirando laboriosamente. Claro que sabe la
clase de besos que existen; los inocentes que generalmente se espera de las
personas sin experiencia, los apasionados y largos que cualquiera diría ofrece
alguien experimentado. O al menos eso pensaba Kenma, porque Kuroo acababa de
darle su primer beso, y encima de todo ha sido el beso más caliente que se hubiera imaginado.
–
Tú, ¿ya habías besado antes?
–
De ninguna manera. ¿No te dije que iba a ser el primer beso y especial?
–
Oh, sí… – Kenma se llevó la mano a sus labios, todavía podía sentir el tacto de
los de su amigo ahí… – Ha sido, increíble, Kuroo.
–
Me da gusto, así espero que no quieras experimentar con nadie más. Salgamos
también, Kenma.
–
¿Quieres que salgamos? ¿Cómo Shoyo sale con su setter?
–
Como novios, es más correcto. Di que sí, Kenma.
–
Bueno, supongo. Por qué no.
Así,
sin frases elaboradas, o siquiera una confesión romántica. Kenma no esperaba
algo diferente porque, de hecho, no lo hacía; pero si Kuroo quería ser novio
suyo, honestamente que él no tiene razón para negarse. De todas maneras, será
cuestión de tiempo, cuando Kuroo conozca a alguien que realmente le guste, lo
suyo simplemente terminará y seguirán siendo amigos.
…Flashback…
Esa
tarde durante el almuerzo, Kenma recibió la visita de Kuroo en el aula de
clases. Su presencia ya no sorprendía particularmente a nadie, se han
acostumbrado a reconocerlos como amigos y compañeros del Club de voleibol. Sin
embargo, que Kuroo se las hubiese ingeniado para llegar hasta aquí solo para
arrastrarle a la azotea, le daba cierta impresión a Kenma de que se ha tomado
muy en serio eso de ser novios.
–
¿Por qué aquí?
–
Porque aquí si quiero hacer esto… – Kuroo se inclinó rápidamente besándole
corto en los labios… – No tengo que preocuparme por ser descubiertos.
–
Oh.
La
limitada expresión no era un problema para Kuroo, después de todo es justo así
como Kenma le gusta. Y planea hacer que este gustar que parece un amor unilateral, se convierta en uno
correspondido.
--//--
El
siguiente paso para Sugawara y Sawamura luego de haber hablado con Takeda
sensei y Ukai-san, era contárselo al equipo. Aunque hasta el momento todos
habían mantenido cierta prudencia respecto a los motivos por los que el
peliplatino había abandonado el club, la verdad es que tienen curiosidad.
–
¿Estás seguro de que quieres decirles ahora, Suga?
–
Sí, no hay más razones para ocultarlo. Además, son nuestros amigos, merecen
saberlo, Dai.
–
De acuerdo.
Sawamura
se consideraba en aquellos momentos solo soporte emocional para Sugawara, no
podía hacer por su novio más que estar ahí, apoyarle en las decisiones
importantes que había que tomar. El capitán de Karasuno piensa que, después de
todo, es el peliplatino quien lleva la carga
más pesada en esta situación. Es quien está embarazado, quien pasará por
todos los cambios que implique, no solo los fisiológicos sino también los
emocionales. Es Sugawara quien llevará barriga dentro de poco y hasta que dé a
luz, quien tenga que enfrentarse al mundo con aquella apariencia destinada a las féminas.
–
¿Daichi?
–
Eh, lo siento. Estaba pensando.
–
¿Te preocupa decírselo a los demás?
–
No, para nada Suga… – Le sonríe tranquilizador y abrazándole susurra en su oído
aquellas palabras que logran confortar al peliplatino aún en los momentos en
que más tiene los nervios a flor de piel… – Te
Amo.
–
¡Ah! ¿Ustedes también….?
–
Hinata, Kageyama… – Daichi y Sugawara sonríen ligeramente avergonzados por
haber sido pillados en aquella comprometedora posición.
Y
hacen memoria porque, después de todo, nadie ahí estaba realmente enterado de
que el capitán y el anterior setter estaban en una relación de aquella
naturaleza. Vale que todos podían sospecharlo, pero no ha sido de ninguna
manera oficial ante los demás. Sawamura y Sugawara suspiraron, al parecer
habían pasado por alto algunos detalles menores por estar totalmente enfocados
en el embarazo.
–
Creo que el Club está lleno de parejas, Hinata.
–
Sí, ¿no es eso raro, Kageyama?
–
Sin duda.
–
Esto…
Esperar
a que el entrenamiento diera por finalizado ha sido todo un reto para los
chicos. Sawamura sin embargo ha dirigido adecuadamente, comportándose a la
altura de su rol en el equipo. Sugawara ha permanecido junto al sensei, la
manager y el entrenador, observando todo con esa sensación hormigueándole en
los dedos de querer estar en la duela. Claro que sí, echa mucho de menos jugar.
Y eso que han sido apenas unos días.
–
Entonces, ¿están listos, Sugawara-kun?
–
Sí, sensei.
–
Bien, después de que Ukai-kun les de las últimas indicaciones y una vez que
hayan limpiado el gimnasio, ustedes pueden hablar con ellos.
–
Gracias, sensei.
Minutos
más tarde la noticia fue dada al equipo. Shimizu felicitó a ambos chicos ni
bien terminaron de hablar, se le veía realmente emocionada pese a no ser
exactamente expresiva, pero el brillo en su mirada era suficiente para darse
cuenta de lo feliz que estaba por ellos. El resto sin embargo estaba en shock.
–
Dijiste… emb… ¿embarazado?
–
Sí, Tanaka.
Luego
otra vez el silencio. Las miradas desorbitadas, la extenuante sensación de
estar perdidos en el espacio.
Sugawara comenzó a sentirse incómodo, y Sawamura estaba perdiendo la paciencia.
¡Que no era para quedarse en el limbo!
–
Esto… ¿los chicos pueden, Kageyama? – El pelinaranja preguntó en voz bajita,
tirando de la sudadera de su novio
para tener su atención.
–
No creía que fuera posible, Hinata… – El pelinegro tomó nota mental del dato,
por si las dudas sería bueno estar bien enterado. Que él tiene planeado mantener relaciones sexuales
con su novio en un período de tiempo no muy largo… – Entonces tendré que usar condón. ¿También será necesario pastillas
anticonceptivas para Hinata? Mh, tengo que investigar al respecto. Quizá le
pregunta a Suga-san.
–
No más besos, Kageyama… – El pelinaranja volvió a decir en voz baja. Y uno de
sus peculiares pucheros adornándole los labios.
–
¡¿Ah?! – El tic nervioso del setter apareció también… – No vas a embarazarte
porque nos besemos, idiota.
–
Pero~ la otra noche, cuando estuvimos cerca de mi casa. Mi cuerpo se sintió muy
extraño por culpa de la forma en que me besabas. ¡Así que más vale prevenir!
–
¡De ninguna manera puedes prohibirme besarte, Hinata!
–
¡Sí puedo, Bakayama!
–
¡Ustedes dos, cállense! – El llamado de atención vino de Daichi. Y fue solo
entonces que ambos chicos se dieron cuenta de que a fin de cuentas habían
estado gritando a voz en cuello, como cada vez que discuten.
–
Así que, ¿ustedes dos…? – Tanaka los señaló alternadamente, poniendo expresión
de incredulidad y… no, no es incredulidad, es más bien como resinación. Sí, esa
pega más.
Hinata
y Kageyama retrocedieron instintivamente, no es que hayan tenido oportunidad
siquiera de pensar en la posibilidad de hacer público su noviazgo, sobre todo considerando las circunstancias en
que ellos lo han iniciado. Al final el acuerdo sigue siendo por conveniencia, motivados únicamente
por la curiosidad.
–
Bueno, el caso aquí era solamente que Daichi-kun y Sugawara-kun querían
compartirles su felicidad, chicos. Espero que les den su apoyo… – Takeda sensei
dijo tratando de romper la extraña atmósfera que se había formado en el
gimnasio. Aunque él también estaba sorprendido de que los chicos estuvieran
saliendo.
–
¡Está perfecto! – Nishinoya dijo de pronto con su peculiar algarabía, sonriendo
ampliamente y corriendo finalmente a abrazar a los mayores… – Realmente te
sienta estar embarazado, Suga-san. Decía yo que te estabas poniendo más y más
hermoso cada día, ahora entiendo por qué. ¡Wow, tendremos un sobrino al que
enseñarle grandiosas jugadas!
–
Ah, Noya, gracias… – El peliplatino sonrió avergonzado, pero francamente
contento de las palabras del líbero.
–
Les apoyaremos en todo cuanto podamos, Daichi, Suga.
–
Asahi, gracias… – El capitán se permitió ese abrazo fraternal que el as le
ofrecía.
Así,
uno a uno todos en el equipo se fueron acercando para felicitarlos y ofrecerles
su apoyo. Y desde ya, Tanaka estaba haciendo escándalo por ser quien se
convierta en padrino del pequeño cuervo
que estaba creciendo en el vientre de Sugawara. Por supuesto, Nishinoya estaba
reclamando ser él quien tuviera el honor, mientras que Hinata y Kageyama
seguían discutiendo por lo bajo (o al menos eso creían) lo referente a los
besos. Yamaguchi mantenía la distancia y pensaba cualquier palabra antes que
abrir la boca, de pronto también se preguntaba qué tan fácil podía resultar el embarazo masculino y si Tsukishima habrá
pensado en algún momento estar con él para
siempre como para llegar a formar una familia.
–
Tanaka-senpai~
De
pronto una voz chillona irrumpió en el gimnasio. Tsukishima chasqueó la lengua
y tiró de Yamaguchi antes que Fujimi llevara su atención a su pecoso novio.
Fujimi sin embargo decidió dejarle en paz de momento (de todas formas resultaba
que, mientras su familia encontraba un pequeño apartamento adecuado, se
quedaría a vivir en casa de Yamaguchi), su objetivo era el rematador.
–
¡Ah, Fujimi! Olvidé que estabas esperándome.
–
Mh, ¿acaso tú y este chico están saliendo, Tanaka?
–
¿Eh?
–
¡No es nada de eso, Noya!
Mientras
la diversión seguía flotando en el
ambiente, lentamente el gimnasio fue quedándose vacío. Takeda sensei se encargó
de cerrar y despedir a los chicos uno a uno.
–
No tenías que esperarme, Ukai.
–
¿Y dejar que te fueras tu solo? Estás muy atractivo como para que yo me quede
tranquilo.
Sensei
soltó una risita avergonzada. El rubio se comportaba con él con demasiada
cortesía, casi como si fueran un par de adolescentes como sus pupilos.
–
Así que, ¿estás seguro de que nunca en tu vida has tenido contacto con ese
doctor Nibori?
–
Estoy seguro, Ukai. Deja de estar preocupado por eso. Pero si te pone más
tranquilo podríamos dejar de tener sexo… – No fue sino hasta que la palabra sexo salió de su boca que el sensei se
percató de lo avergonzado que se sentía.
–
No es el caso, compraré condones en la farmacia… – El rubio resolvió,
completamente decidido a cuidarse antes que renunciar a los placeres del sexo
con el sensei.
–
¿Ukai, y en el futuro piensas tener familia?
–
No lo he pensado. Supongo que sí, mis padres querrán tener nietos.
Takeda
ya no dijo nada, pese a que embarazarse como Sugawara daba probabilidades de
que para cualquier varón fuera posible, no tenía la capacidad de imaginarse con
Ukai haciendo familia. Tal vez simplemente porque su relación fue muy
repentina, porque todavía están conociéndose. Porque el amor a veces no es
suficiente para que las cosas funcionen del todo. Él lo sabe, después de todo
alguna vez sus padres juraron amarse hasta la muerte, pero terminaron
divorciándose cuando él era un niño.
–
¿Takeda?
–
¿Eh?
–
Te quedaste pensativo.
–
Ah, sí. Sobre el trabajo nada más.
Ukai
asintió, no se lo tragaba pero tampoco iba a presionar. Ciertamente estaban en
un tema escabroso. No es que no se
imagine la vida entera con Takeda, pero hablar de hijos o algo parecido al
matrimonio era demasiado pronto para él.
--//--
Camino
a casa de Nishinoya, Asahi iba también pensativo. La noticia del embarazo de
Sugawara le había tomado totalmente por sorpresa.
–
¿Estás preocupado por Suga-san?
–
Ah, sí. Más o menos. Quiero decir, confío en Daichi para cuidar de él.
–
Entonces en qué más vas pensando, Asahi.
–
¿Yuu, alguna vez habías escuchado hablar del Dr. Nibori?
–
Nunca. ¡Ah, estás preocupado por mí!
–
Lo siento, no lo pude evitar.
–
Si por alguna razón también pudiera embarazarme, entonces definitivamente sería
porque eres un poquito apasionado cuanto te pones a ello, Asahi… – Nishinoya
dijo con cierta picardía, haciendo sonrojar a su novio.
–
Actúo como lo hago porque tú me provocas, Yuu.
Después
de todo, cómo iba a poder resistirse cuando el líbero siempre lo seducía. Si
nada más la noche anterior se habían escapado a un hotel para poder desfogar
todo el deseo que les circulaba por las venas.
–
De todas maneras, la verdad es que sería un poco problemático que me embarazara
ahora. Todavía tengo metas que cumplir como el Inter High. Suga-san tuvo que
renunciar al Club por cuidar su salud y no arriesgarse en su estado, debió ser
muy difícil tomar una decisión así cuando estaba tan entusiasmado como nosotros
por mejorar nuestro desempeño del año pasado.
–
Es verdad. Pero Suga es un chico inteligente y maduro, estoy seguro de que una
vez puso en la balanza todas las situaciones, no fue tan difícil renunciar al
club. Si tú estuvieras en su lugar, si de pronto supieras que esperas un bebé
conmigo, ¿estarías dispuesto a abandonar
a ese pequeño por el voleibol?
Nishinoya
se imaginó la situación. Visualizó el momento en que le dieran la noticia de
estar embarazado, se vio a sí mismo impactado por la misma, e incluso llegó a
imaginarse con una pequeña tripa abultándose en su vientre. Y ahí junto a él
cada momento, Asahi sosteniéndole la mano, sonriéndole como suele hacerlo,
totalmente enamorado.
–
No, nunca Asahi.
Respondió
completamente seguro de sí mismo. Su novio sonrió y enlazó sus dedos
suavemente. No esperaba otra respuesta de Nishinoya, y él jamás le dejaría solo
en una situación así. Honestamente, no despreciaría de ninguna manera la
oportunidad de, en algún futuro, formar su propia familia a lado de su novio.
--//--
Tanaka
y Fujimi estuvieron conversando todo el camino, e incluso cuando llegaron al
punto en que sus senderos se bifurcaban, habían estado parados sin poder cortar
la charla. A Tanaka le caía bastante bien este chico, y desde que Nishinoya se
iba todos los días con Asahi él se había estado sintiendo un poco solo; así que le venía de perlas la
compañía del ojiazul.
–
Fujimi, ¿no te sientes solo sin tus padres?
–
No en realidad. Ellos viajan constantemente desde que recuerdo, así que podría
decirse que estoy acostumbrado.
–
¿Tus papás son ricos o algo así?
–
Sí, papá heredó una compañía de reciclaje y mamá es agente de bienes raíces a
nivel internacional. Aunque casi nunca les gusta ostentar su riqueza y siempre
me hacen trabajar por cada cosa que
quiero y no esté incluido en lo que necesito para estudiar.
–
¿Te refieres a los lujos?
–
Sí. O a los caprichos como este. Quedarme aquí y cambiar de escuela. No ha sido
gratis… – Fujimi dijo con una sonrisa
que, a falta de otra forma de catalogarla, a Tanaka le había parecido muy linda.
–
Oh, qué tendrás que hacer a cambio.
–
Mantener excelentes calificaciones, atender sus llamadas todos los días, no
meterme en problemas de ningún tipo ni ser una molestia para los Yamaguchi
mientras encuentro un departamento en el que pueda vivir solo.
–
¿Vivirás solo a tu edad?
–
Sí, de todas maneras ya te dije que mis padres casi nunca estaban en casa, así
que últimamente he aprendido a cocinar y hacer las compras, incluso administrar
la mesada. Además, cumpliré dentro de poco los 16.
–
Sigues siendo demasiado joven para vivir solo.
–
Si tanto te preocupa, puedes venir a vivir conmigo cuando quieras,
Tanaka-senpai.
Que
Fujimi le sonriera de aquella manera y le guiñara el ojo como si estuviera
flirteando con él, puso a Tanaka con la piel de gallina y ligeramente incómodo.
Pero no dijo nada, parloteó incoherencias y un minuto después se despidió
apresuradamente. A Fujimi no le extrañó la actitud del mayor, pero estaría
mintiendo si dijera que ha hecho aquello solo por molestarle. En realidad,
parece que le ha ido gustando.
–
Ah, pero Tanaka-senpai es completamente heterosexual, no debería meterme en
esos terrenos para nada. Mejor seguiré molestando a Tsukishima con el lindo
Yamaguchi~
--//--
Unos
cuantos días después. En otro punto de la ciudad…
–
A dónde crees que vas, Oikawa.
–
Ah, Iwa-chan~ no te enojes que no estoy saliendo con ninguna chica.
–
Como si eso me importara.
El
capitán sonrió divertido por la actitud gruñona de Iwaizumi.
–
Iré a visitar a Tobio-chan a Karasuno. Oh, también a Enano-chan.
–
¡Su nombre es Hinata Shoyo! ¡Y qué demonios significa que irás a Karasuno!
¡Tenemos entrenamiento!
–
Me lo saltaré solo por hoy. Tengo ganas de hablar con Tobio-chan.
–
¿Hablar de qué? ¿No puedes simplemente hablarle por móvil?
–
Mh, sí podría pero… – Oikawa volvió a sonreír… – No es lo mismo que hablar con
él y ver sus expresiones. Desde la última vez que le vi en el partido de
práctica estaba un poco cambiado y tengo curiosidad.
–
¡Entonces simplemente espera a que comience el torneo!
–
Iwa-chan~ ¿estás celoso de que quiera ver a Tobio?
Su
amigo frunció pronunciadamente el ceño y se mordió el labio. El “NO” se le ha
atorado en la garganta.
–
Iwa-chan, no tienes por qué ponerte celoso, ya te he dicho que tú eres el
único…
–
¡Deja de decir esas estupideces Oikawa!
–
Mh… – El atractivo armador parpadeó francamente sorprendido de la rudeza con
que su amigo ha dicho aquello. Además su expresión lucía más que molesta, rencorosa…
– Iwa…
–
¡Siempre hablas a la ligera porque es fácil para ti hacerlo! ¡Por una vez en tu
vida date cuenta de que el mundo no gira alrededor de ti! ¡Piensa en cómo haces
sentir a los demás a tu alrededor, Oikawa!
Iwaizumi
espetó con todo el enojo ardiéndole en la boca del estómago. Oikawa seguía
pillado con su reacción, incapaz de decir nada para defenderse, pero captando la posible razón del por qué su amigo se
comportaba así.
–
Iwa-chan, ¿estás realmente enamorado de mí?
Iwaizumi
tragó hondo y volvió a morderse el labio inferior. El “NO” estaba nuevamente
bailoteando en su mente, pero trabado en su garganta no lo soltó. Oikawa se le
quedó mirando un rato. ¿Por qué no le resultaba incómodo pensar en aquello?
--//--
Desde
el día en que Sugawara dio a conocer su estado de embarazo a todo el equipo,
Hinata realmente ha estado evitando por todos los medios ser alcanzado por
Kageyama y ser besado.
–
¡Deja de escaparte, maldición! ¡Ya te dije que besarnos no va a embarazarte,
idiota!
–
¡Y yo ya te dije que me preocupa la forma en que se calienta mi cuerpo cuando
me das esos besos de adulto!
Respirar
agitados, retarse con la mirada y fruncir el ceño era lo habitual. Hinata y
Kageyama dejaron las palabras de lado por un momento.
–
Me siento en peligro.
–
Cállate, idiota.
–
Pero me convenciste de venir a tu casa~
–
No voy a hacerte nada por la fuerza.
–
Pero has estado insistiendo en los besos.
–
Porque realmente me gusta besarte. ¿A ti no te estaba gustando que lo
hiciéramos?
–
Bu-bueno, sí. Pero…
–
Te estrangularé si vuelves a decir que te preocupa que te bese, Hinata.
–
¡Entonces promete que no intentarás lo mismo que aquella noche!
–
Me rehúso. Así como tú sentías que tu cuerpo se ponía caliente, me pasaba a mí.
Simplemente no era suficiente besarte, mis manos querían explorar más.
–
¡Eso sonó tan pervertido!
–
¡No es pervertido!
–
Kageyama, por qué te pones todo rojo.
–
Por las tonterías que estás diciendo.
Silencio.
Dos corazones agitados y muchas inquietudes adolescentes.
–
Si se pone rara la cosa mientras nos besamos, al menos pararás como aquella
noche.
–
Me esforzaré.
–
Vale, entonces te dejo besarme, Kageyama.
Sin
embargo, cuántas veces podría Kageyama detener la curiosidad de su propio
cuerpo.
--//--
–
¿Qué haces todavía viviendo aquí, Fujimi? Y por qué mierda sigues intentando
contar las pecas en la cara de mi novio.
La
molestia en cara de Tsukishima puso nervioso a Yamaguchi, pero también en
alerta a Fujimi. Esta vez puede que realmente deba correr por su vida.
Continuará…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión