~~*~~
De
remates rápidos a saques flotantes
Para
comprender la situación respecto al “contar pecas” en el rostro de Yamaguchi,
primero hay que recapitular cómo es que realmente terminaron en aquella embarazosa
y malinterpretable postura. Ciertamente Yamaguchi se había despedido de
Tsukishima con la normalidad de los últimos días desde que son novios; un beso
de buenas tardes y unos cuantos más solo porque, bueno, se siente muy bien
besar a la persona que te gusta y el rubio no escatimaba en demostrarlo.
– ¿Quieres venir a mi
casa?
– Tengo que hacer la
tarea, si voy no la terminaré Tsukki.
– ¿Ese idiota aún vive
ahí?
– ¿Eh? Ah, Fujimi-kun,
él se irá dentro de poco.
– Me molesta.
– No tiene por qué.
Fujimi-kun es un amigo.
– Pero se la pasa pegado
a ti. Eso no me gusta. ¿No te fastidia? Es completamente molesto que una
persona la pase pegado a ti todo el tiempo.
Tsukishima vio a
Yamaguchi bajar la mirada, el pecoso dijo algo pero fue apenas un murmullo así
que no lo entendió. El silencio que se hizo entre los dos fue realmente
incómodo, poco después el rubio creyó darse cuenta del por qué.
– Es diferente cuando la
persona que te gusta es la que está pegada a ti todo el tiempo. Es decir, nunca
me ha molestado que tú estés conmigo.
– ¿De verdad?
– Sí. Pero de verdad, no
dejes que ese idiota se te acerque con tanta confianza, me enoja.
– De-de acuerdo.
Aquella
conversación había revelado algunas cosas, por ejemplo: que Tsukishima de
alguna manera siempre había estado consciente de cuánto le gusta Yamaguchi, por
algo fue al único chico al que le permitió acercarse tanto y convertirse casi
en una extensión de su propia persona, o lo que es lo mismo, su mejor amigo.
También salió a relucir la personalidad celosa del rubio, su incapacidad para
tolerar a otros alrededor de su novio y la propia incapacidad de este para
marcar límites. Además de eso, de cuán complaciente Yamaguchi puede ser, no
solo con Tsukishima, sino también con Fujimi.
Una
vez que el pecoso llegó a casa parte de su tarde transcurrió con normalidad, la
breve conversación con sus padres acerca de cómo había ido su día, llevar su
ropa sucia al patio para la colada, y por supuesto, tener a Fujimi detrás
hablando de todo con absoluta algarabía.
– Invité a Tanaka-senpai
a vivir conmigo si quería.
– ¡Qué! ¿Po-por qué
hiciste algo así?
– Bueno, él estaba
hablando de lo preocupante que sería que viviera solo a mi edad. Así que
simplemente lo dije.
– Tanaka-senpai no es,
como nosotros.
– Ya sé que él no es
gay. No lo invité por eso, Guchi-kun.
– ¿Guchi?
– Bueno, si te llamo por
tu nombre entonces probablemente Tsukishima aparezca de la nada solo para joder
con su posesividad. Y decirte Yamaguchi es demasiado común, quiero tener mi
propia forma de llamarte.
Yamaguchi torció los
labios en una curiosa mueca de inconformidad, pero no dijo nada. Lo que para
Fujimi fue una especie de aprobación.
– Mamá dijo que todo
está listo en el departamento al que te irás. ¿No te sientes preocupado?
– ¿Por vivir solo? –
Fujimi sonrió al recibir un simple asentimiento de cabeza de parte del otro… –
Así que también te preocupa eso. No, no me siento preocupado de ninguna manera,
sé cuidarme solo y no es como si me preocupe por los ingresos económicos ya que
mis padres seguirán encargándose de ello. ¿Ves? Seguiré siendo el chico mimado
que conociste, así que relájate.
– Si tú lo dices.
– ¡Tsukishima y tú ya
tuvieron sexo?
– ¡Qué! – Yamaguchi
prácticamente se fue de espaldas de la impresión al escuchar tal
cuestionamiento… – ¿Po-por… por qué… por qué preguntas eso?
– Bueno, ustedes son
novios ahora, ¿no?
– S-sí, pero… ¡Apenas!
– ¿Estás diciendo que
por tiempo no te has acostado con él? Qué, piensas esperar meses o algo así.
– Solo que, estemos listos
para algo tan importante.
– ¿Estar listo? Esa
tontería no existe.
– Fujimi-kun, ¿tú ya lo
has hecho antes?
– Sí.
Aunque el ojiazul no
dudó en responder, el pecoso percibió algo en su tono de voz que le hizo pensar
que probablemente ha preguntado algo indebido.
– He terminado aquí,
prepararé la ducha, ¿quieres ir primero?
– Está bien, yo me
encargaré Guchi~ tú puedes ir pensando seriamente en cuándo podrían ustedes
escaparse por ahí.
Fujimi rió con ganas
cuando vio el sonrojo explotar en el rostro de Yamaguchi. Era tan fácil
avergonzarle que no podía evitar molestarle. Honestamente a Fujimi le gusta
Yamaguchi, pero no es de esos chicos que van por ahí interviniendo en
relaciones en las que, obviamente, sabe que no tiene oportunidad. Así que
envidia a Tsukishima, porque pese a no ser precisamente un Príncipe Azul o
tener un décimo de romanticismo, se ganó el corazón de Yamaguchi. De modo que,
incluso si otros chicos le gustasen en adelante, está seguro de que todavía
pensará en Tadashi como alguien especial.
Luego de ser el primero
en tomar la ducha, Fujimi fue a la habitación de Yamaguchi para cederle el
lugar, la puerta estaba abierta, así que simplemente golpeó para llamar la
atención del chico, quien estaba concentrado en una de sus tareas.
– La ducha está lista.
– Voy, gracias.
– Guchi~
– ¿Eh?
Fujimi no está seguro de
qué era realmente lo que intentaba lanzándose así sobre Yamaguchi, atraparle
contra la mesa y su cuerpo no había sido difícil en parte porque el pecoso
perdía toda fuerza cuando se avergonzaba, y naturalmente su acción claro que lo
ha abochornado, y seguramente asustado.
– Fujimi-kun.
– Estoy por irme de tu
casa, así que pensé que podrías dejarme averiguar cuántas pecas adornan tus
mejillas.
– No creo que…
–
¿Qué haces todavía viviendo aquí, Fujimi? Y por qué mierda sigues intentando
contar las pecas en la cara de mi novio.
Eh
ahí el motivo por el cual Tsukishima les ha encontrado en tan comprometedora
situación. Fujimi volvió la mirada hacia el rubio, si las miradas matasen. Pero
claro, con suerte para él que no es así, porque si no estaría metros bajo
tierra desde la otra ocasión en que también les pilló prácticamente de la misma
manera. Fujimi soltó a Yamaguchi dejándole ir, en su pensamiento repetía “porque tu novio me gusta y realmente pensaba
robarle un beso”, pero mejor lo mantenía ahí o definitivamente sería
descuartizado. Vale, tal vez no tanto, pero seguro más de algún golpe sí que se
llevaría.
–
Tsukki, qué haces aquí… – El pecoso preguntó acercándose a su novio, omitiendo
deliberadamente explicar lo sucedido. Porque vamos, él tampoco tiene idea de
por qué una vez más Fujimi ha insistido con lo de sus pecas.
–
Dejé uno de mis cuadernos en tu bolso.
–
¿Eh? ¿En serio?
Tsukishima
no le quitaba la vista de encima a Fujimi, obviamente está esperando algún tipo
de explicación de su parte. Explicación que el ojiazul no tiene contemplado
darle. Yamaguchi encontró efectivamente uno de los cuadernos de su novio en su
bolso, algo que nunca antes había pasado. De hecho, cómo había llegado ahí.
Quería saberlo, pero no iba a preguntarlo. Y Tsukishima le diría sin problemas
que lo había dejado a propósito para tener una excusa para volver. Después de
todo tiene que cuidarle, ya que está comprobado que Yamaguchi es incapaz de
detener los avances de Fujimi.
–
¿Qué esperas para largarte? Esta no es tu habitación.
–
Hombre, en serio que si sigues siendo tan posesivo vas a hastiar a Guchi.
–
No es tu problema.
–
Vamos chicos, no hay por qué discutir.
Sin
embargo, Tsukishima y Fujimi seguían retándose con la mirada. Yamaguchi
suspiró, que a quien colocaban entre la espada y la pared era a él.
–
Aquí, Tsukki, tu cuaderno.
–
Ven…
–
¿Eh? Espera, Tsukki.
Yamaguchi
fue arrastrado fuera de su propia casa por su novio, podía sentir el aura
amenazadora de Tsukishima incluso si solo tiraba de él en silencio. Además, le
estaba apretando con algo de fuerza la muñeca. Por suerte su madre no se ha
percatado de nada, y su padre aún está trabajando.
–
¿Por qué no le paras, Tadashi?
–
No estábamos haciendo nada malo.
–
Estaba sobre ti.
–
Eso… no ha sido nada.
–
Tadashi, si tú sigues permitiendo que Fujimi se acerque a ti de la manera en
que le venga en gana, qué se supone que debo esperar yo. Ya te dije que me…
–
Sé que te enoja, Tsukki… – Yamaguchi interrumpió no queriendo escuchar más las
razones egoístas de su novio… – No tengo muchos amigos, ¿sabes? Sé que debería
estar agradecido porque fuiste de hecho el primer amigo que tuve de verdad, y
que me quieras como tu novio me alegra muchísimo, pero realmente no sé qué
hacer para que confíes en mis sentimientos por ti. Fujimi-kun podrá ser un poco
confiado para acercárseme, pero todavía le detendría si realmente intentase
algo conmigo.
–
No es que lo parezca, Tadashi. Date cuenta de eso, ¿o es que esperarás a que te
bese para apartarle?
–
¡Claro que no!
–
A eso me refiero. Tienes que detenerle antes siquiera de que intente contar tus
pecas o pasarte el brazo por los hombros. Esas acciones son las que me molestan
y las que pueden malinterpretarse fácilmente. ¿No te sentirías incómodo o
celoso si vieras que cualquier chico o chica se me acerca demasiado, si quieren
ver el color de mis ojos de cerca o algo así? – El rubio vio a su novio
morderse el labio y desviar la mirada… – Es exactamente lo mismo, Tadashi. Así
que medita sobre ello. Hasta mañana.
--//--
Beso
a beso era más difícil detener esa cosquilleante sensación que le hormigueaba
en los dedos. Que Hinata estuviera respondiéndole con tal entrega solamente
aumentaba esa sensación y con ella las ganas de tocar al pelinaranja más allá
de la ropa. Por eso, que sus manos se deslizaran bajo la camiseta del uniforme
no era su culpa, sino simplemente el curso natural de las cosas. Explorar
todo de Hinata era lo que motivaba incluso su respiración, los jadeos del más
bajo, su corazón palpitando ruidosamente como el suyo, el hecho de que las
manos del propio Hinata no pararan de aferrarse a su camiseta a nivel de la
espalda, apretujándola entre sus manos o tirando de ella sin sentido tanto como
si quisiera arrancársela como si no. No podía esperarse algo diferente ya que
ambos eran inexpertos como impulsivos.
–
Hinata…
–
¿Qué?
–
¿Puedo tocarte?
¡Y
una mierda! ¡Era totalmente injusto! Hinata pensó avergonzado, molesto y
caprichoso. Que Kageyama le preguntara aquello con la voz ronca y esa mirada
aprehensivamente cariñosa era tomarle ventaja. Además, Hinata no sabe bien el
por qué, pero su cuerpo está caliente por todas partes donde el tacto de
Kageyama ha rozado así sea sin tocarle directamente.
–
Tú, no quiero embarazarme como Suga-san.
–
No va a pasar, solo quiero tocarte. Lo prometo, que no llegaremos hasta el final.
–
¿Qué significa?
–
Que no pondré mi pene en tu trasero.
–
¡Bakayama, no digas las cosas tan de repente y de esa manera! – Golpearle el
pecho es solo para desahogar la vergüenza repentina.
–
Pues no hay otra manera de decirlo… – Obvia con expresión seria, forcejeando un
poco para inmovilizar a su novio contra la cama… – ¡Tsk, quédate quieto!
–
¡Pues no me trates como si fuera un muñeco!
–
¡Ah! ¡En qué momento he hecho eso!
–
¡Justo ahora, maldición!
–
Vale… – Calmarse y relajar el cuerpo, soltar las manos de Hinata y esperar a
que se calme también. Conectar la mirada y notar las mejillas arreboladas de
carmín de su novio, acariciarle inconscientemente el cabello y reducir la
distancia retomando la ronda de besos que habían estado compartiendo. Diluir la
tensión y dejar sonar nuevamente los jadeos, los suspiros, liberar el calor
corporal… – Hinata, ¿me dejarás?
–
Sé, sé amable con lo que sea que me hagas.
Asentir
por toda respuesta y desabrocharle la camiseta con absoluta parsimonia,
descubrir el níveo pecho de su novio y notarle nervioso a su merced. Hinata le
mira con los ojos lacrimosos y el rostro colorado, su pecho sube y baja debido
a su respiración agitada, los ojos del setter le inquietan, pero no es
desagradable pese a que parece que le devorará en cualquier momento. A ojos de
Lageyama el pelinaranja luce tan adorable
que su corazón arranca carrera como potro desbocado.
Con
una de sus manos acaricia la piel expuesta, Hinata tiembla bajo su tacto y se
sonroja hasta las orejas, no está seguro de cómo se siente ser tocado por
Kageyama, pero está seguro de que no le permitiría esto a ningún otro chico,
eso es definitivo. El setter se queda anonadado unos momentos en el simple
tacto, es tan suave la piel de su novio que se imagina que así debe sentirse el
terciopelo de los pétalos de una rosa fresca. Luego recuerda lo que ha leído
durante sus noches de investigación y se pregunta qué debería hacer a
continuación. En todos los sitios donde checó recomendaban atender los pezones porque son puntos sensibles en la anatomía
tanto si es masculina como femenina. Así que llevó su mano hasta uno de ellos,
tocando con la yema el montecito rosado.
–
Mhh~ – Hinata jadeó pillado por sorpresa, avergonzado del sonido de sus labios
se cubrió la boca con la mano.
–
No te cubras, quiero escucharte Hinata… – Kageyama le aparta la mano y termina
entrelazándola con la suya.
Así,
con una mano enlazada a la de su novio, la otra continúa en la exploración. Un
momento después Kageyama decide averiguar si Hinata encontrará agradable que
haga más que tocarle con los dedos y lleva su boca al montecito rosado, la
punta de su lengua se posa ahí con sutileza, los jadeos de Hinata aumentan y su
ritmo cardíaco como respiratorio también. El setter comienza lamiendo, en algún
momento decide succionar y cuando un gemido agudo retumba en sus oídos se
percata de que sus dientes han apresado el pezón enrojeciéndolo suavemente.
–
N-no hagas eso, duele un poquito.
–
Lo siento.
Mirarse
a los ojos y ver en las pupilas del otro la misma vergüenza reflejada en ellas.
Kageyama besa el pezón y lo lame como si estuviera disculpándose por su
anterior acción, luego siente un tirón en la espina dorsal y su entrepierna
ceñirse en el interior de sus pantalones, la excitación aumentó. Ignorando de
momento su necesidad, Kageyama decide seguir en lo que estaba, así que salta al
otro monte rosado para explorarlo también, luego sus labios descienden por el
medio del blanquecino pecho, algunas lamidas son dejadas aquí y allá, y cuando
alcanza el borde de los pantalones de Hinata, no puede evitar el deseo de
marcar algunos páramos de piel que succiona con fuerza hasta dejarlos rojizos.
–
¿Qué, haces?
–
Marquitas inocentes.
–
Mentiroso.
–
¿Te molesta?
–
N-no.
–
¿Puedo seguir?
Hinata
asiente y aprieta la mano de Kageyama antes que dejarla ir. El pelinegro le
besa dulcemente mientras desabrocha sus pantalones y los del pelinaranja. Ambas
prendas son bajadas hasta las rodillas, la mano del setter acaricia los muslos,
entonces el más bajo nota que está tembloroso, nervioso quizá.
–
Kageyama, estás temblando.
–
Por supuesto, nunca he hecho esto antes. Quiero complacerte y que tengas un
buen recuerdo de la primera vez siendo tocado por otro chico, por mí.
Hinata
le mira con sorpresa. Kageyama podrá ser frío y distante, y gruñón al por
mayor, pero cuando se pone serio respecto a lo suyo, es realmente alguien lindo. Una sonrisa tira de las comisuras
de sus labios y él no duda en sujetar el rostro de su novio besándole esa vez.
–
Está bien, me gusta tener esta experiencia contigo. No haría esto con
absolutamente nadie más que tú, Kageyama.
Darse
confianza mutuamente y entre besos tantear la entrepierna del otro masajeando
por sobre la ropa interior, sentir cómo crece bajo el roce de sus manos y
notarse más calientes, más nerviosos, más excitados. Kageyama desliza la prenda
de Hinata primero, descubre su virilidad y sonríe casi extasiado, el vello
púbico en la base adorna de alguna forma adorable los testículos del
pelinaranja, y en pensamiento ríe por la bobada que confirma; el tono de su
cabello es absolutamente natural.
–
Voy a golpearte si sigues mirándome ahí
de esa manera, Bakayama… – Dice con un mohín de disgusto y un puchero que
repentinamente es mordisqueado por su novio… – ¡Hey, para con eso de las
mordidas~!
–
Oh lo siento, creí que era un dulce… – Soltarle con ese tono de burla que usa
cotidianamente y que se le escapa casi por inercia pues se supone que ahora
debe ser todo romance, pero es imposible.
–
Tú, eres un-nghh… – Gime involuntariamente cuando la mano de su novio rodea su tronco
y acaricia hacia arriba haciéndole sentir sofocado y algo mareado. ¿Así de
fácil será perder de foco el mundo cuando tu pareja te toca? – Kage-yama~
–
Tócame también, Hinata.
Ambos
adolescentes se tocan entonces, bombeando la entrepierna del otro con algo de
torpeza y nerviosismo, siguiendo básicamente el instinto, recordando también cómo lo hacen cuando se han
autocomplacido durante la ducha cuando están solos en casa. Intentan besarse en
varias ocasiones pero es casi imposible coordinar una cosa con la otra. Las
manos de Hinata son pequeñas, pero se mueven de una manera que hacen que el
setter gima descontroladamente y mordisquee la clavícula de su novio, su
cuello, su mentón, sus labios. Por otro lado, las grandes manos de Kageyama se
mueven áspera y rudamente contra la erección del pelinaranja, pero su trato lejos
de desagradarle le lleva más rápido al vórtice del placer.
–
Ka-Kage…Kageyama, voy a… basta… ahh~ ¡Nghh!
No,
de nada sirvió que intentara avisarle al pelinegro que estaba por derramarse,
de todas maneras se notó que su novio no iba a parar hasta que se viniera
aunque lo hiciera en su mano y manchara su ropa interior. Venga que ni porque
dejó de mover sus manos en el miembro de Kageyama hizo que se detuviera. Hinata
respiraba agitadamente, sumido en el éxtasis no tuvo cabeza para pensar en su
novio, Kageyama le besó suavemente mientras bombeaba su propio falo hasta
correrse también, manchando inevitablemente la pelvis del pelinaranja con su
semen.
–
Pañuelos.
Kageyama
dijo medio perdido en los placeres de su éxtasis, parándose tembloroso en busca
de la caja de pañuelos desechables para limpiarse. Hinata permaneció ahí,
tirado en la cama del pelinegro con el cuerpo casi desnudo –que los pantalones
estaban en sus tobillos y su ropa interior a medio muslo–, manchado de su semen
y el del pelinegro, sofocado en calor y aturdido por lo que acababa de hacer.
Tocar y ser tocado de esa manera tan íntima. Cuando sintió la suave sensación
del pañuelo sobre su piel, se estremeció involuntariamente.
–
Yo, yo me encargo.
–
Está bien, déjame hacerlo.
Sentirse
ligeramente incómodos y sumamente avergonzados debía ser natural. O al menos
eso esperaban, porque mientras Kageyama limpiaba a Hinata sus miradas
simplemente no se habían conectado para nada. Una vez limpios, ambos comenzaron
también a vestirse.
–
¡Tobio~ mamá llegó~!
El
grito de la progenitora de Kageyama hizo respingar a los adolescentes.
–
¡Tu mamá! – Hinata chilló ahogado, agitándose nerviosamente por toda la
habitación. Kageyama bufó y se golpeó la frente, se le había olvidado que su madre
volvería temprano esa noche.
–
Cálmate ya, no hay por qué alert… – Ser interrumpido por un Hinata hiperactivo
que le ignora olímpicamente y le empuja en el clóset… – Oye, qué demonios estás
haciendo.
–
¡Tienes que ocultarte!
–
¡Ésta es mi casa, idiota!
–
¡Es verdad! – Chillar de nuevo y lanzar fuera al pelinegro mientras es él quien
se oculta. Kageyama vuelve a golpearse la frente, escuchar a su madre llamarle
a los gritos desde la planta baja con su típico rintintin ladino.
Kageyama
saca a Hinata de su clóset y termina lanzándolo sin gracia a su baño
indicándole que se duche, el pelinaranja parlotea y mueve los labios cual pez
fuera del agua, el pelinegro incluso se toma el tiempo de besarle como si
importara poco que su madre está ahí. Luego le deja y se asoma por la baranda
sabiendo que su madre le escuchará de todas maneras.
–
Buenas noches, mamá.
–
Buenas noches, Tobio~ ¿Qué tal tu día en la escuela?
–
Normal. Oye mamá, un amigo está aquí.
–
Oh, perfecto. Invítale a cenar.
–
De acuerdo.
–
¿Tiene alguna alergia?
–
No que yo sepa, está duchándose ahora porque sin darse cuenta resbaló en el
canal de la calle cuesta abajo y quedó hecho un lío.
–
¡Oh, pobre chico! ¿Ya echaste sus ropas a lavar?
–
Estoy en eso, mamá.
–
Vale. De todas maneras pregúntale qué le gustaría cenar para pedir.
–
Ok… – Fresco, Kageyama se acercó al baño, llamó a la puerta y le preguntó a su
novio qué le gustaría para cenar. Hinata se asomó abriendo apenas un poco la
puerta.
–
Te escuché, eres un mentiroso Kageyama.
–
Fue una mentira blanca. De todas
maneras pásame tu ropa para lavarla, se ensució.
–
¿Y qué voy a ponerme mientras?
–
Te prestaré algo mío.
–
¡Nadaré en tu ropa! – Dijo procurando no elevar demasiado la voz para que la
mamá de su novio no les escuchara.
–
Será solo un momento. No seas tan quisquilloso y date prisa, después de ti me
ducharé yo.
–
¿Y qué haré mientras? – Cuestionó con aire nervioso.
–
Hablar con mi mamá, por supuesto.
--//--
Iwaizumi
estaba avergonzado y molesto, a dosis iguales. Oikawa le había preguntado algo
tan importante con una expresión tan relajada que había conseguido ponerle de
los nervios. Al final, luego de haberse mirado largo rato –al menos para
Iwaizumi se había sentido eterno e incómodo–, el subcapitán le pasó por un lado
y salió, literalmente, corriendo del gimnasio sin dar una respuesta verbal, sin
embargo para Oikawa su huída era clara.
–
Oh vaya, no habría creído que pudiera resultar de esta manera… – Dijo para sí,
y es que aunque le gustaba fastidiar a su amigo tonteando con él, todo había
sido broma de su parte cada vez… – Mierda, qué debería hacer ahora.
--//--
El
día de apertura del Torneo estaba a la vuelta,
Ukai había dejado el fin de semana previo libre para el equipo, para que se
relajaran un poco antes de sentir la presión verdadera. La mayoría había hecho
planes para salir en pareja. Entonces Tanaka se dio cuenta de que aquellos a
quienes había considerado más allegados a él, o sus mejores amigos pues,
estarían ocupados. Naturalmente Nishinoya iba a tener tarde de cine con Asahi,
Sugawara con Daichi se han conseguido un empleo de medio tiempo que no pueden
dejar, supo que Tsukishima y Yamaguchi también planeaban salir a divertirse, lo
mismo que Hinata y Kageyama. Fujimi últimamente no merodeaba tanto alrededor de
él desde que no se aparecía por el gimnasio a petición del entrenador Ukai
desde el día en que el ojiazul y Tsukishima pelearon al punto de los golpes
antes de las prácticas.
–
Hombre, eso fue muy incómodo ahora que lo recuerdo.
–
¿Hablando solo, Tanaka?
–
Hey, Ennoshita. ¿Qué haces vagando por aquí?
–
Es día libre pero Narita se acaba de hacer una novia y Kinoshita dijo que
estaría ocupado en su casa, así que decidí salir por mi propia cuenta a matar
el tiempo.
–
Es aburrido cuando no se entrena, ¿no?
–
Supongo que un poco.
–
Deberíamos hacernos una novia pronto también.
–
Si fuera tan sencillo como decirlo, ya la tendría. Además, tú estás enamorado
de Shimizu, ¿no?
–
Bueno, Kiyoko-san es un amor de ensueño. Es como una artista que amas y sabes
que nunca podría ser tu novia. Algo así.
–
En pocas palabras, aceptas tu derrota sin intentar realmente acercarte a ella.
Quién lo diría.
–
Es solo que con las relaciones que brotaron en el Club, trato de ser realista.
Kiyoko-san es simplemente inalcanzable.
Ennoshita
asintió. Recargados en la baranda del Mall en el que coincidentemente se
encontraron, miraban a las personas pasar, algunos grupos de chicas incluso.
Sin embargo, ninguno de los dos mostró interés en tontear con ellas. Luego de
entre la multitud ambos reconocieron a un chico relativamente alto, de ojos
azules, piel clara y cabellos negros como la noche.
–
¿Fujimi?
–
¿Quién será el chico que le lleva del brazo?
--//--
Ukai
estaba que no encontraba dónde esconderse con la cantidad de cosas vergonzosas
que su mamá le estaba contando al sensei.
–
Takeda-kun, ¿no le gustaría ser mi nuera?
–
¿Eh?
–
¡Mamá!
--//--
–
Es una suerte que hayamos encontrado este empleo tan pronto, verdad Dai.
–
Sí. No cargues eso, déjamelo a mí Suga.
–
No pesa tanto, Dai~
–
De todas maneras.
Voltear
a todas partes y asegurarse de que nadie les mira para darse un beso rápido.
Trabajan en una de esas tiendas 24/7, por ahora su turno ha coincidido pero
pronto saben que comenzarán a rotarlos y tendrán que ir haciendo algunos
sacrificios para mantener el trabajo. Sin embargo están contentos, comenzar a
ganar su propio dinero para ahorrar y más adelante comprar todo lo necesario
para su bebé.
–
La Dra. me dio fecha para la primera eco.
–
¿Sí? ¿Cuándo?
–
Dentro de dos semanas. Podremos ver a nuestro bebé, Dai.
Continuará……
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión