jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 10.



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De remates rápidos a saques flotantes

Para comprender la situación respecto al “contar pecas” en el rostro de Yamaguchi, primero hay que recapitular cómo es que realmente terminaron en aquella embarazosa y malinterpretable postura. Ciertamente Yamaguchi se había despedido de Tsukishima con la normalidad de los últimos días desde que son novios; un beso de buenas tardes y unos cuantos más solo porque, bueno, se siente muy bien besar a la persona que te gusta y el rubio no escatimaba en demostrarlo.

– ¿Quieres venir a mi casa?

– Tengo que hacer la tarea, si voy no la terminaré Tsukki.

– ¿Ese idiota aún vive ahí?

– ¿Eh? Ah, Fujimi-kun, él se irá dentro de poco.

– Me molesta.

– No tiene por qué. Fujimi-kun es un amigo.

– Pero se la pasa pegado a ti. Eso no me gusta. ¿No te fastidia? Es completamente molesto que una persona la pase pegado a ti todo el tiempo.

Tsukishima vio a Yamaguchi bajar la mirada, el pecoso dijo algo pero fue apenas un murmullo así que no lo entendió. El silencio que se hizo entre los dos fue realmente incómodo, poco después el rubio creyó darse cuenta del por qué.

– Es diferente cuando la persona que te gusta es la que está pegada a ti todo el tiempo. Es decir, nunca me ha molestado que tú estés conmigo.

– ¿De verdad?

– Sí. Pero de verdad, no dejes que ese idiota se te acerque con tanta confianza, me enoja.

– De-de acuerdo.

Aquella conversación había revelado algunas cosas, por ejemplo: que Tsukishima de alguna manera siempre había estado consciente de cuánto le gusta Yamaguchi, por algo fue al único chico al que le permitió acercarse tanto y convertirse casi en una extensión de su propia persona, o lo que es lo mismo, su mejor amigo. También salió a relucir la personalidad celosa del rubio, su incapacidad para tolerar a otros alrededor de su novio y la propia incapacidad de este para marcar límites. Además de eso, de cuán complaciente Yamaguchi puede ser, no solo con Tsukishima, sino también con Fujimi.

Una vez que el pecoso llegó a casa parte de su tarde transcurrió con normalidad, la breve conversación con sus padres acerca de cómo había ido su día, llevar su ropa sucia al patio para la colada, y por supuesto, tener a Fujimi detrás hablando de todo con absoluta algarabía.

– Invité a Tanaka-senpai a vivir conmigo si quería.

– ¡Qué! ¿Po-por qué hiciste algo así?

– Bueno, él estaba hablando de lo preocupante que sería que viviera solo a mi edad. Así que simplemente lo dije.

– Tanaka-senpai no es, como nosotros.

– Ya sé que él no es gay. No lo invité por eso, Guchi-kun.

– ¿Guchi?

– Bueno, si te llamo por tu nombre entonces probablemente Tsukishima aparezca de la nada solo para joder con su posesividad. Y decirte Yamaguchi es demasiado común, quiero tener mi propia forma de llamarte.

Yamaguchi torció los labios en una curiosa mueca de inconformidad, pero no dijo nada. Lo que para Fujimi fue una especie de aprobación.

– Mamá dijo que todo está listo en el departamento al que te irás. ¿No te sientes preocupado?

– ¿Por vivir solo? – Fujimi sonrió al recibir un simple asentimiento de cabeza de parte del otro… – Así que también te preocupa eso. No, no me siento preocupado de ninguna manera, sé cuidarme solo y no es como si me preocupe por los ingresos económicos ya que mis padres seguirán encargándose de ello. ¿Ves? Seguiré siendo el chico mimado que conociste, así que relájate.

– Si tú lo dices.

– ¡Tsukishima y tú ya tuvieron sexo?

– ¡Qué! – Yamaguchi prácticamente se fue de espaldas de la impresión al escuchar tal cuestionamiento… – ¿Po-por… por qué… por qué preguntas eso?

– Bueno, ustedes son novios ahora, ¿no?

– S-sí, pero… ¡Apenas!

– ¿Estás diciendo que por tiempo no te has acostado con él? Qué, piensas esperar meses o algo así.

– Solo que, estemos listos para algo tan importante.

– ¿Estar listo? Esa tontería no existe.

– Fujimi-kun, ¿tú ya lo has hecho antes?

– Sí.

Aunque el ojiazul no dudó en responder, el pecoso percibió algo en su tono de voz que le hizo pensar que probablemente ha preguntado algo indebido.

– He terminado aquí, prepararé la ducha, ¿quieres ir primero?

– Está bien, yo me encargaré Guchi~ tú puedes ir pensando seriamente en cuándo podrían ustedes escaparse por ahí.

Fujimi rió con ganas cuando vio el sonrojo explotar en el rostro de Yamaguchi. Era tan fácil avergonzarle que no podía evitar molestarle. Honestamente a Fujimi le gusta Yamaguchi, pero no es de esos chicos que van por ahí interviniendo en relaciones en las que, obviamente, sabe que no tiene oportunidad. Así que envidia a Tsukishima, porque pese a no ser precisamente un Príncipe Azul o tener un décimo de romanticismo, se ganó el corazón de Yamaguchi. De modo que, incluso si otros chicos le gustasen en adelante, está seguro de que todavía pensará en Tadashi como alguien especial.

Luego de ser el primero en tomar la ducha, Fujimi fue a la habitación de Yamaguchi para cederle el lugar, la puerta estaba abierta, así que simplemente golpeó para llamar la atención del chico, quien estaba concentrado en una de sus tareas.

– La ducha está lista.

– Voy, gracias.

– Guchi~

– ¿Eh?

Fujimi no está seguro de qué era realmente lo que intentaba lanzándose así sobre Yamaguchi, atraparle contra la mesa y su cuerpo no había sido difícil en parte porque el pecoso perdía toda fuerza cuando se avergonzaba, y naturalmente su acción claro que lo ha abochornado, y seguramente asustado.

– Fujimi-kun.

– Estoy por irme de tu casa, así que pensé que podrías dejarme averiguar cuántas pecas adornan tus mejillas.

– No creo que…  

– ¿Qué haces todavía viviendo aquí, Fujimi? Y por qué mierda sigues intentando contar las pecas en la cara de mi novio.

Eh ahí el motivo por el cual Tsukishima les ha encontrado en tan comprometedora situación. Fujimi volvió la mirada hacia el rubio, si las miradas matasen. Pero claro, con suerte para él que no es así, porque si no estaría metros bajo tierra desde la otra ocasión en que también les pilló prácticamente de la misma manera. Fujimi soltó a Yamaguchi dejándole ir, en su pensamiento repetía “porque tu novio me gusta y realmente pensaba robarle un beso”, pero mejor lo mantenía ahí o definitivamente sería descuartizado. Vale, tal vez no tanto, pero seguro más de algún golpe sí que se llevaría.

– Tsukki, qué haces aquí… – El pecoso preguntó acercándose a su novio, omitiendo deliberadamente explicar lo sucedido. Porque vamos, él tampoco tiene idea de por qué una vez más Fujimi ha insistido con lo de sus pecas.

– Dejé uno de mis cuadernos en tu bolso.

– ¿Eh? ¿En serio?

Tsukishima no le quitaba la vista de encima a Fujimi, obviamente está esperando algún tipo de explicación de su parte. Explicación que el ojiazul no tiene contemplado darle. Yamaguchi encontró efectivamente uno de los cuadernos de su novio en su bolso, algo que nunca antes había pasado. De hecho, cómo había llegado ahí. Quería saberlo, pero no iba a preguntarlo. Y Tsukishima le diría sin problemas que lo había dejado a propósito para tener una excusa para volver. Después de todo tiene que cuidarle, ya que está comprobado que Yamaguchi es incapaz de detener los avances de Fujimi.

– ¿Qué esperas para largarte? Esta no es tu habitación.

– Hombre, en serio que si sigues siendo tan posesivo vas a hastiar a Guchi.

– No es tu problema.

– Vamos chicos, no hay por qué discutir.

Sin embargo, Tsukishima y Fujimi seguían retándose con la mirada. Yamaguchi suspiró, que a quien colocaban entre la espada y la pared era a él.

– Aquí, Tsukki, tu cuaderno.

– Ven…

– ¿Eh? Espera, Tsukki.

Yamaguchi fue arrastrado fuera de su propia casa por su novio, podía sentir el aura amenazadora de Tsukishima incluso si solo tiraba de él en silencio. Además, le estaba apretando con algo de fuerza la muñeca. Por suerte su madre no se ha percatado de nada, y su padre aún está trabajando.

– ¿Por qué no le paras, Tadashi?

– No estábamos haciendo nada malo.

– Estaba sobre ti.

– Eso… no ha sido nada.

– Tadashi, si tú sigues permitiendo que Fujimi se acerque a ti de la manera en que le venga en gana, qué se supone que debo esperar yo. Ya te dije que me…

– Sé que te enoja, Tsukki… – Yamaguchi interrumpió no queriendo escuchar más las razones egoístas de su novio… – No tengo muchos amigos, ¿sabes? Sé que debería estar agradecido porque fuiste de hecho el primer amigo que tuve de verdad, y que me quieras como tu novio me alegra muchísimo, pero realmente no sé qué hacer para que confíes en mis sentimientos por ti. Fujimi-kun podrá ser un poco confiado para acercárseme, pero todavía le detendría si realmente intentase algo conmigo.

– No es que lo parezca, Tadashi. Date cuenta de eso, ¿o es que esperarás a que te bese para apartarle?

– ¡Claro que no!

– A eso me refiero. Tienes que detenerle antes siquiera de que intente contar tus pecas o pasarte el brazo por los hombros. Esas acciones son las que me molestan y las que pueden malinterpretarse fácilmente. ¿No te sentirías incómodo o celoso si vieras que cualquier chico o chica se me acerca demasiado, si quieren ver el color de mis ojos de cerca o algo así? – El rubio vio a su novio morderse el labio y desviar la mirada… – Es exactamente lo mismo, Tadashi. Así que medita sobre ello. Hasta mañana.

--//--

Beso a beso era más difícil detener esa cosquilleante sensación que le hormigueaba en los dedos. Que Hinata estuviera respondiéndole con tal entrega solamente aumentaba esa sensación y con ella las ganas de tocar al pelinaranja más allá de la ropa. Por eso, que sus manos se deslizaran bajo la camiseta del uniforme no era su culpa, sino simplemente el curso natural de las cosas. Explorar todo de Hinata era lo que motivaba incluso su respiración, los jadeos del más bajo, su corazón palpitando ruidosamente como el suyo, el hecho de que las manos del propio Hinata no pararan de aferrarse a su camiseta a nivel de la espalda, apretujándola entre sus manos o tirando de ella sin sentido tanto como si quisiera arrancársela como si no. No podía esperarse algo diferente ya que ambos eran inexpertos como impulsivos.

– Hinata…

– ¿Qué?

– ¿Puedo tocarte?

¡Y una mierda! ¡Era totalmente injusto! Hinata pensó avergonzado, molesto y caprichoso. Que Kageyama le preguntara aquello con la voz ronca y esa mirada aprehensivamente cariñosa era tomarle ventaja. Además, Hinata no sabe bien el por qué, pero su cuerpo está caliente por todas partes donde el tacto de Kageyama ha rozado así sea sin tocarle directamente.

– Tú, no quiero embarazarme como Suga-san.

– No va a pasar, solo quiero tocarte. Lo prometo, que no llegaremos hasta el final.

– ¿Qué significa?

– Que no pondré mi pene en tu trasero.

– ¡Bakayama, no digas las cosas tan de repente y de esa manera! – Golpearle el pecho es solo para desahogar la vergüenza repentina.

– Pues no hay otra manera de decirlo… – Obvia con expresión seria, forcejeando un poco para inmovilizar a su novio contra la cama… – ¡Tsk, quédate quieto!

– ¡Pues no me trates como si fuera un muñeco!

– ¡Ah! ¡En qué momento he hecho eso!

– ¡Justo ahora, maldición!

– Vale… – Calmarse y relajar el cuerpo, soltar las manos de Hinata y esperar a que se calme también. Conectar la mirada y notar las mejillas arreboladas de carmín de su novio, acariciarle inconscientemente el cabello y reducir la distancia retomando la ronda de besos que habían estado compartiendo. Diluir la tensión y dejar sonar nuevamente los jadeos, los suspiros, liberar el calor corporal… – Hinata, ¿me dejarás?

– Sé, sé amable con lo que sea que me hagas.

Asentir por toda respuesta y desabrocharle la camiseta con absoluta parsimonia, descubrir el níveo pecho de su novio y notarle nervioso a su merced. Hinata le mira con los ojos lacrimosos y el rostro colorado, su pecho sube y baja debido a su respiración agitada, los ojos del setter le inquietan, pero no es desagradable pese a que parece que le devorará en cualquier momento. A ojos de Lageyama el pelinaranja luce tan adorable que su corazón arranca carrera como potro desbocado.

Con una de sus manos acaricia la piel expuesta, Hinata tiembla bajo su tacto y se sonroja hasta las orejas, no está seguro de cómo se siente ser tocado por Kageyama, pero está seguro de que no le permitiría esto a ningún otro chico, eso es definitivo. El setter se queda anonadado unos momentos en el simple tacto, es tan suave la piel de su novio que se imagina que así debe sentirse el terciopelo de los pétalos de una rosa fresca. Luego recuerda lo que ha leído durante sus noches de investigación y se pregunta qué debería hacer a continuación. En todos los sitios donde checó recomendaban atender los pezones porque son puntos sensibles en la anatomía tanto si es masculina como femenina. Así que llevó su mano hasta uno de ellos, tocando con la yema el montecito rosado.

– Mhh~ – Hinata jadeó pillado por sorpresa, avergonzado del sonido de sus labios se cubrió la boca con la mano.

– No te cubras, quiero escucharte Hinata… – Kageyama le aparta la mano y termina entrelazándola con la suya.

Así, con una mano enlazada a la de su novio, la otra continúa en la exploración. Un momento después Kageyama decide averiguar si Hinata encontrará agradable que haga más que tocarle con los dedos y lleva su boca al montecito rosado, la punta de su lengua se posa ahí con sutileza, los jadeos de Hinata aumentan y su ritmo cardíaco como respiratorio también. El setter comienza lamiendo, en algún momento decide succionar y cuando un gemido agudo retumba en sus oídos se percata de que sus dientes han apresado el pezón enrojeciéndolo suavemente.

– N-no hagas eso, duele un poquito.

– Lo siento.

Mirarse a los ojos y ver en las pupilas del otro la misma vergüenza reflejada en ellas. Kageyama besa el pezón y lo lame como si estuviera disculpándose por su anterior acción, luego siente un tirón en la espina dorsal y su entrepierna ceñirse en el interior de sus pantalones, la excitación aumentó. Ignorando de momento su necesidad, Kageyama decide seguir en lo que estaba, así que salta al otro monte rosado para explorarlo también, luego sus labios descienden por el medio del blanquecino pecho, algunas lamidas son dejadas aquí y allá, y cuando alcanza el borde de los pantalones de Hinata, no puede evitar el deseo de marcar algunos páramos de piel que succiona con fuerza hasta dejarlos rojizos.

– ¿Qué, haces?

– Marquitas inocentes.

– Mentiroso.

– ¿Te molesta?

– N-no.

– ¿Puedo seguir?

Hinata asiente y aprieta la mano de Kageyama antes que dejarla ir. El pelinegro le besa dulcemente mientras desabrocha sus pantalones y los del pelinaranja. Ambas prendas son bajadas hasta las rodillas, la mano del setter acaricia los muslos, entonces el más bajo nota que está tembloroso, nervioso quizá.

– Kageyama, estás temblando.

– Por supuesto, nunca he hecho esto antes. Quiero complacerte y que tengas un buen recuerdo de la primera vez siendo tocado por otro chico, por mí.

Hinata le mira con sorpresa. Kageyama podrá ser frío y distante, y gruñón al por mayor, pero cuando se pone serio respecto a lo suyo, es realmente alguien lindo. Una sonrisa tira de las comisuras de sus labios y él no duda en sujetar el rostro de su novio besándole esa vez.

– Está bien, me gusta tener esta experiencia contigo. No haría esto con absolutamente nadie más que tú, Kageyama.

Darse confianza mutuamente y entre besos tantear la entrepierna del otro masajeando por sobre la ropa interior, sentir cómo crece bajo el roce de sus manos y notarse más calientes, más nerviosos, más excitados. Kageyama desliza la prenda de Hinata primero, descubre su virilidad y sonríe casi extasiado, el vello púbico en la base adorna de alguna forma adorable los testículos del pelinaranja, y en pensamiento ríe por la bobada que confirma; el tono de su cabello es absolutamente natural.

– Voy a golpearte si sigues mirándome ahí de esa manera, Bakayama… – Dice con un mohín de disgusto y un puchero que repentinamente es mordisqueado por su novio… – ¡Hey, para con eso de las mordidas~!

– Oh lo siento, creí que era un dulce… – Soltarle con ese tono de burla que usa cotidianamente y que se le escapa casi por inercia pues se supone que ahora debe ser todo romance, pero es imposible.

– Tú, eres un-nghh… – Gime involuntariamente cuando la mano de su novio rodea su tronco y acaricia hacia arriba haciéndole sentir sofocado y algo mareado. ¿Así de fácil será perder de foco el mundo cuando tu pareja te toca? – Kage-yama~

– Tócame también, Hinata.

Ambos adolescentes se tocan entonces, bombeando la entrepierna del otro con algo de torpeza y nerviosismo, siguiendo básicamente el instinto, recordando también cómo lo hacen cuando se han autocomplacido durante la ducha cuando están solos en casa. Intentan besarse en varias ocasiones pero es casi imposible coordinar una cosa con la otra. Las manos de Hinata son pequeñas, pero se mueven de una manera que hacen que el setter gima descontroladamente y mordisquee la clavícula de su novio, su cuello, su mentón, sus labios. Por otro lado, las grandes manos de Kageyama se mueven áspera y rudamente contra la erección del pelinaranja, pero su trato lejos de desagradarle le lleva más rápido al vórtice del placer.

– Ka-Kage…Kageyama, voy a… basta… ahh~ ¡Nghh!

No, de nada sirvió que intentara avisarle al pelinegro que estaba por derramarse, de todas maneras se notó que su novio no iba a parar hasta que se viniera aunque lo hiciera en su mano y manchara su ropa interior. Venga que ni porque dejó de mover sus manos en el miembro de Kageyama hizo que se detuviera. Hinata respiraba agitadamente, sumido en el éxtasis no tuvo cabeza para pensar en su novio, Kageyama le besó suavemente mientras bombeaba su propio falo hasta correrse también, manchando inevitablemente la pelvis del pelinaranja con su semen.

– Pañuelos.

Kageyama dijo medio perdido en los placeres de su éxtasis, parándose tembloroso en busca de la caja de pañuelos desechables para limpiarse. Hinata permaneció ahí, tirado en la cama del pelinegro con el cuerpo casi desnudo –que los pantalones estaban en sus tobillos y su ropa interior a medio muslo–, manchado de su semen y el del pelinegro, sofocado en calor y aturdido por lo que acababa de hacer. Tocar y ser tocado de esa manera tan íntima. Cuando sintió la suave sensación del pañuelo sobre su piel, se estremeció involuntariamente.

– Yo, yo me encargo.

– Está bien, déjame hacerlo.

Sentirse ligeramente incómodos y sumamente avergonzados debía ser natural. O al menos eso esperaban, porque mientras Kageyama limpiaba a Hinata sus miradas simplemente no se habían conectado para nada. Una vez limpios, ambos comenzaron también a vestirse.

– ¡Tobio~ mamá llegó~!

El grito de la progenitora de Kageyama hizo respingar a los adolescentes.

– ¡Tu mamá! – Hinata chilló ahogado, agitándose nerviosamente por toda la habitación. Kageyama bufó y se golpeó la frente, se le había olvidado que su madre volvería temprano esa noche.

– Cálmate ya, no hay por qué alert… – Ser interrumpido por un Hinata hiperactivo que le ignora olímpicamente y le empuja en el clóset… – Oye, qué demonios estás haciendo.

– ¡Tienes que ocultarte!

– ¡Ésta es mi casa, idiota!

– ¡Es verdad! – Chillar de nuevo y lanzar fuera al pelinegro mientras es él quien se oculta. Kageyama vuelve a golpearse la frente, escuchar a su madre llamarle a los gritos desde la planta baja con su típico rintintin ladino.

Kageyama saca a Hinata de su clóset y termina lanzándolo sin gracia a su baño indicándole que se duche, el pelinaranja parlotea y mueve los labios cual pez fuera del agua, el pelinegro incluso se toma el tiempo de besarle como si importara poco que su madre está ahí. Luego le deja y se asoma por la baranda sabiendo que su madre le escuchará de todas maneras.

– Buenas noches, mamá.

– Buenas noches, Tobio~ ¿Qué tal tu día en la escuela?

– Normal. Oye mamá, un amigo está aquí.

– Oh, perfecto. Invítale a cenar.

– De acuerdo.

– ¿Tiene alguna alergia?

– No que yo sepa, está duchándose ahora porque sin darse cuenta resbaló en el canal de la calle cuesta abajo y quedó hecho un lío.

– ¡Oh, pobre chico! ¿Ya echaste sus ropas a lavar?

– Estoy en eso, mamá.

– Vale. De todas maneras pregúntale qué le gustaría cenar para pedir.

– Ok… – Fresco, Kageyama se acercó al baño, llamó a la puerta y le preguntó a su novio qué le gustaría para cenar. Hinata se asomó abriendo apenas un poco la puerta.

– Te escuché, eres un mentiroso Kageyama.

– Fue una mentira blanca. De todas maneras pásame tu ropa para lavarla, se ensució.

– ¿Y qué voy a ponerme mientras?

– Te prestaré algo mío.

– ¡Nadaré en tu ropa! – Dijo procurando no elevar demasiado la voz para que la mamá de su novio no les escuchara.

– Será solo un momento. No seas tan quisquilloso y date prisa, después de ti me ducharé yo.

– ¿Y qué haré mientras? – Cuestionó con aire nervioso.

– Hablar con mi mamá, por supuesto.

--//--

Iwaizumi estaba avergonzado y molesto, a dosis iguales. Oikawa le había preguntado algo tan importante con una expresión tan relajada que había conseguido ponerle de los nervios. Al final, luego de haberse mirado largo rato –al menos para Iwaizumi se había sentido eterno e incómodo–, el subcapitán le pasó por un lado y salió, literalmente, corriendo del gimnasio sin dar una respuesta verbal, sin embargo para Oikawa su huída era clara.

– Oh vaya, no habría creído que pudiera resultar de esta manera… – Dijo para sí, y es que aunque le gustaba fastidiar a su amigo tonteando con él, todo había sido broma de su parte cada vez… – Mierda, qué debería hacer ahora.

--//--

El día de apertura del Torneo estaba a la vuelta, Ukai había dejado el fin de semana previo libre para el equipo, para que se relajaran un poco antes de sentir la presión verdadera. La mayoría había hecho planes para salir en pareja. Entonces Tanaka se dio cuenta de que aquellos a quienes había considerado más allegados a él, o sus mejores amigos pues, estarían ocupados. Naturalmente Nishinoya iba a tener tarde de cine con Asahi, Sugawara con Daichi se han conseguido un empleo de medio tiempo que no pueden dejar, supo que Tsukishima y Yamaguchi también planeaban salir a divertirse, lo mismo que Hinata y Kageyama. Fujimi últimamente no merodeaba tanto alrededor de él desde que no se aparecía por el gimnasio a petición del entrenador Ukai desde el día en que el ojiazul y Tsukishima pelearon al punto de los golpes antes de las prácticas.

– Hombre, eso fue muy incómodo ahora que lo recuerdo.

– ¿Hablando solo, Tanaka?

– Hey, Ennoshita. ¿Qué haces vagando por aquí?

– Es día libre pero Narita se acaba de hacer una novia y Kinoshita dijo que estaría ocupado en su casa, así que decidí salir por mi propia cuenta a matar el tiempo.

– Es aburrido cuando no se entrena, ¿no?

– Supongo que un poco.

– Deberíamos hacernos una novia pronto también.

– Si fuera tan sencillo como decirlo, ya la tendría. Además, tú estás enamorado de Shimizu, ¿no?

– Bueno, Kiyoko-san es un amor de ensueño. Es como una artista que amas y sabes que nunca podría ser tu novia. Algo así.

– En pocas palabras, aceptas tu derrota sin intentar realmente acercarte a ella. Quién lo diría.

– Es solo que con las relaciones que brotaron en el Club, trato de ser realista. Kiyoko-san es simplemente inalcanzable.

Ennoshita asintió. Recargados en la baranda del Mall en el que coincidentemente se encontraron, miraban a las personas pasar, algunos grupos de chicas incluso. Sin embargo, ninguno de los dos mostró interés en tontear con ellas. Luego de entre la multitud ambos reconocieron a un chico relativamente alto, de ojos azules, piel clara y cabellos negros como la noche.

– ¿Fujimi?

– ¿Quién será el chico que le lleva del brazo?

--//--

Ukai estaba que no encontraba dónde esconderse con la cantidad de cosas vergonzosas que su mamá le estaba contando al sensei.

– Takeda-kun, ¿no le gustaría ser mi nuera?

– ¿Eh?

– ¡Mamá!

--//--

– Es una suerte que hayamos encontrado este empleo tan pronto, verdad Dai.

– Sí. No cargues eso, déjamelo a mí Suga.

– No pesa tanto, Dai~

– De todas maneras.

Voltear a todas partes y asegurarse de que nadie les mira para darse un beso rápido. Trabajan en una de esas tiendas 24/7, por ahora su turno ha coincidido pero pronto saben que comenzarán a rotarlos y tendrán que ir haciendo algunos sacrificios para mantener el trabajo. Sin embargo están contentos, comenzar a ganar su propio dinero para ahorrar y más adelante comprar todo lo necesario para su bebé.

– La Dra. me dio fecha para la primera eco.

– ¿Sí? ¿Cuándo?

– Dentro de dos semanas. Podremos ver a nuestro bebé, Dai.

Continuará……

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