jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 8.



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Acerca de la línea divisora en la red y romances a cada lado

Decir que Yamaguchi estaba desconcertado era casi desleal a su reacción luego de aquel inesperado y sorpresivo beso. Las mejillas rojas, los ojos desorbitados, la respiración colapsada y el corazón atorado en la garganta, además de las manos sudorosas y la sensación de estar soñando.

– Tadashi, siéntate idiota.

Ah sí, ¡seguramente ha sido un sueño nada más! Porque Tsukishima no cambiaría su forma de tratarle por nada, ni siquiera porque sintiera repentinamente algo romántico por él como atracción o un sentimiento más fuerte que la amistad. A veces incluso se pregunta si la relación que tienen es realmente amistad. No es culpa suya ser tan inseguro, es que Tsukishima no se ha esforzado ni un poco en hacerle sentir diferente. Si bien básicamente la pasan juntos y el resto del mundo lo llama el mejor amigo  de Tsukishima, también lo es el hecho de que los rumores abunden y siempre terminen, de alguna manera, señalándolo como un sujeto que se está aprovechando del apuesto rubio. ¡Cómo si fuera posible tomarle algún tipo de ventaja!

– Quieres dejar de estar perdido en tu mundo.

El rubio le espeta con tono monótono, algo enfadado quizá. Bueno, no es como si fuese diferente, ese es el usual tono de voz del muchacho después de todo, a Yamaguchi no le extraña en absoluto, aunque a veces consigue herirle irremediablemente.

– Tsukki, por qué estamos aquí.

– ¿No es obvio? Estamos teniendo una cita, nuestra primera.

– Ah. Claro.

¡Mentira! ¡De claro no tiene absolutamente nada! Yamaguchi no entiende pero es lo suficientemente inseguro como para preguntarle más.

Tsukishima dedicó su atención a los locales alrededor, tal vez sería bueno pasear por ahí antes de ir a cualquier lugar para comer. De todas maneras ha sacado algo de dinero de sus mesadas sin gastar (o lo que es lo mismo, ahorros sin destino fijo, Tsukishima no tenía demasiados intereses, salvo los auriculares de moda en su marca favorita; así que no tenía muchos gastos), dinero que piensa destinar a pasarla bien con Yamaguchi.

– Y, qué quieres hacer.

– Lo que tú quieras está bien, Tsukki.

El rubio frunció el ceño ligeramente ofuscado. Que no le está ayudando en nada. Luego se quedaron un rato en silencio, minutos quizá, solo mirando la gente pasar de un lado para otro, sentados en una banca del Parque sin la más remota idea de cómo llevar a cabo esta cita. ¡Si es que son un par de idiotas! Lo habían pasado a fin de cuentas mejor el día anterior cuando Tsukishima arrastró a Yamaguchi simplemente fuera de su casa, todo y que habían tenido pegado como lapa a Fujimi prácticamente todo el tiempo. Prácticamente, porque por aquellas cosas del destino (karma, azar, casualidad o como cada quién en su respetable creencia quiera llamarle), se encontraron con Tanaka-senpai en el centro comercial en una tienda deportiva, y por alguna razón (circunstancia, coincidencia, eventualidad o, ya saben, como quieran ponerle) el par se había simpatizado y durado un buen rato conversando. Tiempo que el rubio aprovechó para intentar escaparse de Fujimi, pero que pese a todo pronóstico de su parte, le había resultado imposible.

¿Acaso ese tipo tiene radar para Tadashi? – Tsukishima pensaba todavía más perdido en sus pensamientos (“la inmortalidad del cangrejo”, o “qué fue primero, el huevo o la gallina”) así que no fue consciente de la forma en que sus cejas se fruncieron.

Ni mucho menos el hecho de que su acompañante le estuviese mirando de reojo y le conociera tan bien que incluso podía identificarle algunos rasgos como aquel sin necesidad de verle de frente. Claro que, pese a conocerle así de bien, Yamaguchi todavía no tenía las herramientas sensitivas para asignarle emociones o significados acertados a esas observaciones, por lo que tiende a malinterpretar.

– Tsukki, por qué dijiste eso ayer. Que soy tu novio.

¡Ah, al fin algo de valor! Aunque Yamaguchi se mordió (figurativamente) la lengua ni bien se dio cuenta de que dijo aquello en voz alta, que originalmente solo debió ser un pensamiento.

– Porque lo eres, Tadashi.

El rubio dijo sin más, sin ningún tipo de tono de voz especial, sin cambiar su expresión. Sin inmutarse vaya. Yamaguchi suspiró, no sabe cómo razonar con este Tsukishima que habla con claridad pero al mismo tiempo le llena de dudas.

– Te lo he estado diciendo estos días con mis acciones, ¿no te habías dado cuenta?

¡Pero claro que no! ¿Cuándo fue eso? ¿De qué acciones está hablando?

– Es extraño Tsukki. Cuando alguien sale de esa manera con una persona es porque le gusta, porque se gustan mutuamente, porque están enamorados.

Tsukishima volvió la mirada. Yamaguchi hablaba mirando al frente, no a él, se estrujaba las manos y usaba un tono decaído. No es tonto, no del todo, sabe que no ha hecho las cosas como se debe. Aunque no es que haya una receta, o un itinerario, ni una guía exacta para eso de los romances. De hecho no es que lo hubiera pensado demasiado, la cosa era abrumadoramente sencilla, era Yamaguchi quien le gustaba de esa manera, hacía latir su corazón más aprisa y siempre conseguía convertirse en su foco de atención. Por no mencionar cuánto le molestaba que otros se metieran con él, o lo más reciente, que alguien como Fujimi descubriera tan de buenas a primeras su belleza.

– Te lo diré con estas palabras y será mejor que te lo grabes muy bien, Yamaguchi Tadashi, porque no creo ser de los que lo repiten a diario. Me gustas, tú me gustas mucho. No me importa lo que piensen o digan los demás, me importas tú. Y sé que te gusto, de otra manera no estarías siempre tan nervioso alrededor de mí cuando te sorprendo mirándome, ni te afectaría tanto lo que dice la gente o cómo te miran cuando estás a mi lado. Te gusto, porque no has desmentido mis patéticos intentos de acercarme a ti de esta manera, y porque has temblado cuando te besé antes, aunque eso fue un beso muy sencillo. Así que, ¿qué otra cosa si no novios podemos ser?

Ah, nada de tacto, nada de romanticismo (no edulcorado al menos). Tan directo, algo tosco y malhumorado incluso. Yamaguchi se le quedó mirando entonces, con las mejillas coloradas otra vez, parpadeó varias veces cual si estuviera dando sentido a todo lo que Tsukishima dijo, y tras unos instantes el rostro se le encendió al rojo vivo obligándole a evadir la mirada. ¿Cuánto más puede aumentar el ritmo de su corazón?

– Vamos a comer.

– Sí.

– Tadashi.

– ¿Sí?

Otra sorpresa en lo que va de la cita. Otro beso (y que conste que esta vez sí que se ha enterado mucha más gente que pasa por ahí), Tsukishima presiona sus labios contra los de Yamaguchi moviéndolos con suavidad, quiere que le corresponda y no que se quede estático como antes. Cuando consigue que su pecoso novio le devuelva el beso, el rubio siente una llama encenderse en su pecho y le apremia la necesidad de besarle más y más. Termina por lamerle el labio superior y colar su lengua entre los pliegues explorando finalmente su interior. Ha sido el primer beso húmedo que se han dado, y aunque ha sido algo torpe y se han dejado saliva por todas partes, se ha sentido emocionantemente bien.

– Eres mi novio, no dejes que el idiota de Fujimi se te acerque con tanta confianza.

Ah, se acaba de hacer un novio celoso, posesivo y terriblemente directo para todo. Yamaguchi asintió incapaz de las palabras, además las piernas todavía le temblaban por culpa de ese beso. Y se sentía como en un sueño, así que tenía algo de miedo a despertar repentinamente. Pero por cada paso que dieron con su muñeca asida a los dedos del rubio, el pecoso comenzó a pensar que tal vez esta era la realidad más hermosa de todas.

– Lo olvidaba… – Tsukishima dijo deteniéndose de pronto, sujetó el mentón de su novio y acercó su rostro al ajeno mirando detenidamente en él.

– Tsukki… – Yamaguchi le llamó, sumamente nervioso de la cercanía. Obviemos que es a plena luz de día.

– Cállate, me desconcentras. Es difícil contar tus pecas cuando tu boca me llama a besarte de nuevo.

Oh sí, tiene cierto aire romántico. Sin tacto y demasiado directo, pero a su manera romántico. Yamaguchi se sonrojó de nuevo, para variar. Mentira, es más bien como que va jugando en el espectro del rojo pintando sus mejillas de diversas tonalidades. Pero se siente bien, quiere seguir sufriendo esta clase de bochornos.

Quiere ser capaz de sostener la mano que rodea su muñeca.
Quiere sentirse seguro de que esto no es ni un sueño ni ninguna broma.
Quiere, amar sin reservas a Tsukishima Kei.

--//--

Cuando Hinata vio llegar a Kageyama por la mañana, al instante sintió sus mejillas calientes y el corazón comenzó a latirle a toda prisa. Había recordado los besos de la noche del fin de semana. Y en pocas palabras, estaba avergonzado.

– ¿Por qué estás todo rojo? No me digas que tienes fiebre tan temprano, ¿no era que nunca enfermas?… – El setter llevó su mano a la frente del pelinaranja por mero acto reflejo, sin ninguna otra intención y ni siquiera enterado del motivo por el cual su novio estaba tan nervioso que dio un salto hacia atrás balbuceando quién sabe qué cosa y echando a correr hacia el aula… – Ah, ¿me dejó botado? – Kageyama se preguntó con un curioso tic nervioso en el ojo. El aura oscura de molestia se encendió a su alrededor, por lo que todos los estudiantes que pasaban a su lado respingaban y evadían su mirada. Por si las dudas.

– Oh, el Rey está enfadado.

Kageyama fulminó con la mirada al rubio, pero a Tsukishima aquella le era indiferente. Sonrió altanero y siguió su camino por el pasillo en el que casualmente se habían encontrado. Yamaguchi suspiró derrotado, era lo mismo con ellos siempre que se veían sin importar si era dentro o fuera de la cancha.

– ¡Yamaguchi-kun~!

Alguien llamó de pronto, una voz estridente que atravesó los pasillos y atrapó la atención de todos, sobre todo la del nombrado. Ah, y la del alto chico de cabellos rubios que andaba a su lado, y cuyo ceño se frunció pronunciadamente al corroborar el dueño de esta odiosa voz.

– ¿Fujimi-kun?

– ¡Te estaba buscando!

– Ni lo intentes.

A saber, el chico se había abalanzado sobre el pecoso pero el rubio alzó la mano estirándola hasta topar contra el rostro del ojiazul. Los murmullos se levantaron al instante, mientras que Yamaguchi no sabía cómo reaccionar. Después de todo, Tsukishima se lo había dicho el día anterior, son novios y no le gusta que otros tipos como Fujimi se le acerquen con tal confianza. ¡Pero es que esto de ser novios no es para nada fácil! Y no, no malinterpreten al lindo pecoso, no es que no le ponga loco la idea de salir con el chico del que ha estado enamorado por años; es más, tampoco se trata de que tenga expectativas demasiado altas o algo por el estilo. La realidad es ostentosamente diferente, es que Yamaguchi Tadashi en su veraz enamoramiento y la poca (por no decir nula) confianza que había tenido de que su amor fuese correspondido, honestamente nunca había creado una visión de lo que sería estar como pareja con el rubio.

– ¿Por qué eres tan celoso, Tsukki~?

– No me llames así, solo Tadashi puede hacerlo. y qué demonios estás haciendo aquí, planeas arruinar nuestra vida escolar también… – Tsukishima siempre daba la impresión de ser un tipo de pocas palabras, o de emplearlas solamente para molestar a otros, pero cuando se enojaba podía mostrar estas otras facetas. Salirse de control.

– ¡Ya suéltame! Dios, qué pesado eres. Así de celoso y posesivo Yamaguchi-kun terminará dejándote, Tsukishima.

– Piérdete… – El rubio advirtió con su más gélida mirada. Pero el ojiazul le ignoró y volvió su atención al pecoso.

– Yamaguchi-kun~ ahora también estaré en esta escuela. Mis padres consiguieron que me matricularan a pesar de que está avanzado el año.

Tsukishima se recargó en el muro sin mirar a los demás. Estaba esperando pacientemente (notemos cierto matiz de sarcasmo) a que su novio se deshiciera del entrometido.

– Es una buena noticia… – Yamaguchi dijo amablemente. Luego sintió un escalofrío, el aura que el rubio emanaba daba algo de miedo.

– Creo que incluso estoy en tu misma clase.

– Ah, eso… mh…

– ¡Descuida, Yamaguchi-kun! Procuraré no hacer enfadar tanto al trol que tienes por novio.

– ¡Ah, no digas eso así nada más, Fujimi-kun! – Exclamó rojo cual semáforo en alto, el ojiazul se le quedó mirando con cara de interrogación. Ni que hubiera dicho algo tan terrible.  

– Por qué no.

Esa pregunta no salió solo de labios del ojiazul, sino del mismo Tsukishima también. Yamaguchi se mordió el labio inferior sintiéndose incómodo con tantas miradas sobre ellos, con los murmullos, con los rumores que tan rápido comenzaron a circular.

– A mí no me importa que lo sepan, Tadashi.

Yamaguchi levantó la mirada para anclarla con la de su novio. A él le daba un tanto de miedo la idea de hacer tan pública su relación. Pero no lo dijo, asintió solamente. Pero Fujimi, mucho más sensible que Tsukishima, alcanzó a percatarse de lo aproblemado que se sentía el pecoso. Así que decidió desviar el tema.

– ¿Dónde está Tanaka-senpai? ¡También quiero ir a verlo antes de que suene la campana~!

– ¿Eh? Las aulas de los de segundo año están en otro edificio. ¿Está bien molestar a un senpai antes de que empiecen las clases?

– Sí, sí. Tanaka-senpai me lo dijo hace un momento, mira… – El ojiazul dijo mostrándole un texto en su móvil.

– ¿Cuándo obtuviste el número de Tanaka-senpai, Fujimi-kun?

– Cuando nos presentaron en el centro comercial. ¿Es tan raro?

– Bueno… – Yamaguchi no dijo nada, pero pensó que habría pensado que alguien como Tanaka solo daría su contacto móvil a chicas, pero no a chicos desconocidos.

– ¡Vamos, vamos! Quiero saludarle~

– Esto…

– Andando, odioso entrometido… – Tsukishima echó a andar por el pasillo. Obviamente iba a acompañarles, que no piensa dejar a su novio ni a sol ni a sombra.

--//--

Aunque Kageyama había tenido curiosidad por saber quién era ese tal Fujimi que acababa de llegar, le era mucho más importante aclarar algunas cosas con Hinata, como su capacidad para largarse sin más y dejarle con un palmo de narices. Así que, ni bien llegó a su aula tiró del cuello de su camiseta arrastrándole por el pasillo e ignorando las miradas curiosas o los murmullos que comenzaron a rondar por ahí; no es que fuera raro que Kageyama arrastrar a Hinata, o que estuvieran peleando la mayor parte del tiempo libre de clases, era más bien como que algo se sentía cada día más diferente en el ambiente entre ellos.

Kageyama llevó a Hinata hasta las escaleras que dan a la azotea, en uno de los descansos donde supone, nadie les interrumpirá a esa hora, se detuvo finalmente. Ahí lo acorraló contra el muro e inclinando el rostro lo suficiente para mirarle de frente, comenzó a cuestionarlo. No, corrección, esa era la intención, pero una vez teniendo la respiración de Hinata golpeándole la piel, solo podía pensar en hacer una cosa.

– Kageyama, estás demasiado cerca.

– ¿Y, cuál es el problema?

– N-ninguno.

– Entonces no te quejes.

– ¿Vas a besarme?

– Obviamente.

– ¿Por qué?

– ¿En serio? Porque eso también es obvio.

– ¿Lo es?

– Sí.

– Kageyama…

– Mh…

– Creo que…

Aunque Kageyama tuvo curiosidad por lo que le fuera a decir Hinata, no le dio tiempo de seguir hablando. Que ya de por sí tenía rato acercándose sigilosamente, disfrutando de ese curioso momento de intercambio de palabras en el que el pelinaranja no hizo siquiera el intento de escaparse como hace unos minutos. Cuando sus labios se rozaron y el beso estaba por comenzar de verdad, el tono del móvil de Hinata rompió la burbuja.

– Ah, es Kenma… – Dijo con una sonrisa radiante, respondiendo de inmediato el texto del felino.

– ¿No crees que ustedes se escriben mucho? – Kageyama dijo con el ceño fruncido.

– No, es normal ya que nos hemos hecho buenos amigos… – Hinata respondió sin voltear a mirarle, estaba ocupado tipeando.

– A mí no me respondiste los mensajes el fin de semana.

– ¡Es diferente!

– Por qué.

– Porque Kenma es mi amigo y tú eres mi… mi nov… ¡Hmp~! No me hagas decir cosas vergonzosas tan temprano.

Kageyama estuvo a punto de reclamarle cuando la campana sonó y ellos tuvieron que correr de vuelta al aula. Otro poco y eran castigados por no estar ahí cuando el profesor entró. Aún así, el peliazabache estaba inquieto, definitivamente no le gustaba el hecho de que Hinata se mensajeara tanto con el setter de Nekoma.

Tsk, es complicado ser celoso. Siento que si presiono demasiado Hinata no terminará por enamorarse de mí… – Ceño fruncido, oír al profesor más no escucharlo, mirada distraída… – Maldición, por qué soy el único preocupado aquí. Hinata idiota.

--//--

Nishinoya se colgó de Azumane ni bien quedaron solos en los vestidores, demandando ansioso un beso que su novio no dudó en darle. Las manos del as se anclaron a la cintura del líbero mientras sus labios compaginaban con la perfección de siempre y se devoraban como contadas ocasiones han hecho. Nishinoya jadeó complacido cuando Azumane le mordió el labio inferior antes de colar su lengua entre ellos y explorar el interior de su boca como si no se supiese de memoria cada recoveco.

– Ahh~ Asahi, me gusta cuando te apasionas así.

– ¿Te gusta más que como soy normalmente, Yuu?

– N-no… – Jadeó nuevamente, esa vez los dientes de su novio han presionado un trozo de piel en su clavícula… – Ya sabes que me… gustas tal cual eres. Aunque a veces me desesperes.

– Te Amo, Yuu. Quiero hacerte el amor.

– ¿Vamos a un hotel?

– Sí, aquí me cortaré constantemente por estar pensando en que alguien nos encuentre. Ese chico, Fujimi, da la impresión de aparecerse donde menos lo esperas.

– Es raro el tipo, ¿no? Pero me cae bien. Lástima que no le gusta el voleibol, tiene la altura y la complexión para jugar.

– A Tanaka también parece agradarle bastante, conversan como si se conocieran de toda la vida.

– Eso es porque Tanaka es sociable, puede buscar pelea por todo, pero también le gusta hacer amigos.

– Por eso ustedes dos se llevan tan bien, ¿verdad? A ti también te gusta hacer amigos y le caes bien a todas las personas.

– Me da igual, es suficiente con que te caiga bien a ti.

– Pero es diferente, a mi no solo me caes bien, sino que estoy enamorado de ti, Yuu.

– Ah, cuando te pones todo meloso casi haces que me sienta estúpidamente femenino, Asahi.

– ¿Te estás quejando? – El as cuestionó con una sonrisita, no estaba preocupado, en esa ocasión estaba bromeando. A costa de su novio, al menos un poco y sin maldad.

– Cállate y date prisa, o cuando llegues al hotel tendré que animarte de nuevo… – Nishinoya echó su bolso al hombro mirando impaciente a su novio acomodar ordenadamente el suyo.

– Pero ya sabes, basta con que nos besemos como hace un momento y me animo de inmediato, Yuu.

Nishinoya desvió la mirada. Él tenía otras cosas en mente para animar a su novio en caso de ser altamente necesario. Lo que en realidad no es que fuera necesario, cuando ellos estaban sincronizados para tener sexo, Asahi era un tipo bastante desinhibido una vez que se dejaba envolver por el calor corporal. Y era tan apasionado que algunas marcas eran imposibles de ocultar, y a veces lo dejaba un poco dolorido de la espalda baja. Lo único bueno de todo es que el líbero siempre podía adjudicar sus heridas a las prácticas.

--//--

En algún otro lugar de la ciudad.

– ¡Por qué me golpeas~! – Oikawa se quejó con esa expresión de chico lindo que exasperaba al ya de por sí enfadado Iwaizumi.

– Porque no estás prestando atención… – Respondió fulminando con la mirada al grupito de chicas que vinieron (de nuevo) a irrumpir en el gimnasio para ver a su Rey practicar… – Tan insoportables, deberían prohibirles venir.

– No seas tan quisquilloso, Iwa-chan~ además ya estamos terminando.

– Que te jodan.

– Cuando tú quieras, Iwa-chan… – Dijo haciéndole un guiño coqueto. La venita en la sien de su amigo comenzó a palpitar pronunciadamente. Y por su cara de “voy a matarte”, Oikawa supo que una vez más, su broma sería tomada como pretexto para molerle a golpes. – ¡Ay, duele, duele~! ¡Basta Iwa-chan~ trátame con cariño~!

– ¡Nada de cariño para ti! ¡Idiota engreído, presumido, coqueto!

– ¡Pero no te enojes~! Iwa-chan sabes que eres el único para mí… – Dijo poniéndole sus expresiones más inocentes. Expresiones que, obviamente, su amigo no se tragaba, que no por nada le conoce de toda una vida.

– En serio, a veces me dan ganas de desfigurar tu atractiva cara para ver si todas esas tontas siguen merodeando alrededor.

– Oh, no te metas con mi atractivo. Y no seas tan bilioso Iwa-chan, cualquiera diría que eres solo un amargado.

– Pues tal vez lo sea.

Iwaizumi empujó el canasto de los balones hasta el cuarto de materiales. Estaba enojado, como casi siempre. Pero había algo diferente en sus enojos de un tiempo para acá. Celos. Sí, le ha costado admitirlo pero finalmente lo ha hecho. Está celoso de todas esas chicas que pueden hacerse ilusiones con Oikawa, está celoso de que ellas puedan ir y chillar de emoción al verlo, de que puedan acercarse con sus risas bobas y sus miradas ansiosas con el rostro colorado para hablarle de cualquier estupidez, está celoso de que puedan pedirle hacerse una fotografía juntos y él nunca se niegue. Está celoso de que Oikawa las trate tan bien, de que sea atento con todas ellas sin importar que al día siguiente haya olvidado sus nombres o sus rostros. Está celoso, de que ellas puedan pregonar su admiración por el talentoso capitán, mientras que él debe seguir a un lado como el mejor amigo, llamándole siempre la atención y convirtiéndose en el malvado que siempre lo maltrata.

Es más fácil enamorarse siendo una chica. Pero resulta que soy un chico, y que me gusta ese idiota cabeza de alcornoque.

--//--

Para Kuroo no es extraño que Kenma camine por la calle con la cabeza gacha, metido en su móvil sea jugando o enviando mensajes.

– Te has entendido muy bien con ese enano, Kenma.

– Shoyo dice cosas muy divertidas, supongo que por eso.

– Como si fueras particularmente divertido.

– Sé que no lo soy, pero no significa que no me agraden las personas que sí lo son.

– Ya sabes a lo que me refiero… – Su amigo asintió y siguió andando en silencio, de todas formas confiaba en su amigo, si fuera a chocar con algo o alguien o si se desviara solo un poco del camino, Kuroo se lo diría. Siempre cuida de él, de una forma extraña pero lo hace… – Oye, ese enano, ¿todavía es novio del setter?

– Sí, aunque Shoyo dijo que le estaba dando mucha vergüenza.

– Es normal avergonzarse cuando estás con la persona que te gusta.

– Eso pensé.

– Kenma, ¿alguna vez te ha gustado alguien?

– No.

– ¿Ni ahora?

– No.

– Ah. ¿No quieres saber si a mí me gusta alguien?

– Si quieres decírmelo lo harás, aunque no te pregunte, Kuroo.

– Ciertamente. Ah, estamos casi en casa. Kenma, ¿puedo besarte?

El felino se detuvo finalmente, levantó la mirada y sus pupilas doradas atravesaron las oscuras del más alto. Kuroo lo enfrentó sin mostrar signo de broma. Estaba hablando más que en serio.

– ¿Por qué?

– Porque el primer beso debe ser especial, y no creo que pueda ser más especial que teniéndolo contigo, Kenma.

– Oh.

Parecía sencillo. Pero, por qué el corazón le tamborileaba tan de prisa. Kenma se quedó mudo, quería decir “bueno” como si aquello no fuera algo demasiado importante y especial; también pensaba en decir “no”, pero por alguna razón era incapaz de soltar el monosílabo. Vamos que estaba, a falta de otra palabra, en un dilema.

--//--

Aunque han sido días más ajetreados entre el trabajo y los entrenamientos en Karasuno, Ukai y Takeda estaban tomándose bastante en serio esta relación iniciada. Por eso habían querido reunirse de nuevo a tomar un café al final del día, lo que ninguno pensó (ni quiso evitar en realidad) fue que estar juntos desencadenara esa necesidad febril de besarse, acariciarse, desnudarse. Inicialmente no era el plan terminar liados, pero el sexo estaba siendo demasiado relajante como para dejar pasar la oportunidad.

– Ahh~ Ukai.

– Relájate Takeda, me estás apretando nhh demasiado.

El mayor trató de relajarse regulando su respiración, lo que de todas formas se le complicaba bastante porque ¡tiene a Ukai enterrado en su estrecha cavidad! Y siente demasiado caliente ahí, y también siente que todo su cuerpo está más sensible que antes, el roce de los dedos de Ukai, su aliento golpeándole en la nuca y la forma tan serena con que trata de acoplarse a él, le estaban llevando a un nivel de éxtasis desconocido y demasiado bueno.

– Ukai, bésame.

– Eres un sensei mimado, Takeda.

Compartir la sonrisa y reiniciar el vaivén. Tanto calor, tanta pasión por entregarse. Un terreno nuevo para los dos que sin embargo, les estaba ofreciendo las más hermosas de las sorpresas.

--//--

Contarle a los padres de Sawamura había sido el obstáculo más difícil hasta el momento, pero al menos estaban dispuestos a arriesgarlo todo por su bebé. Todos los días se sentaban a platicar del futuro, a hacer planes y pensar detenidamente cada decisión que tomaban respecto al embarazo de Sugawara. Hoy tocaba el turno de hablar con los Sres. Sawamura, y había resultado más complicado que con los Sugawara. Todo se había resumido a una decisión de parte suya.

– Está bien si quieren seguir con esto. Pero no podemos aceptarlo así nada más. No vamos a oponernos rotundamente, Daichi, pero queremos que lo pienses seriamente. Ser padre es una gran responsabilidad. ¿Ya pensaron cómo van a sobrellevarlo? ¿Qué hay acerca de todo lo que necesitan para cuidar de un bebé? Aunque tu madre y yo podemos hacer algunos ajustes y apoyarlos económicamente, no podemos asumir toda la responsabilidad.

– No estaba esperando eso de ustedes, papá. Amo a Koushi y a nuestro bebé. Solo queríamos compartir con ustedes esta alegría. Ya hemos estado pensando qué hacer para darle todo lo que necesite.

– No va a ser fácil, hijo.

– Lo sabemos, mamá.

– Sugawara-kun, ¿estás seguro de…?

– Lo estoy, Kazuko-san. Quiero a mi bebé, voy a cuidar de él aunque tenga que hacer grandes sacrificios. Lamento mucho no poder decirles que no espero nada de Daichi, porque soy feliz de que esté conmigo.

– Pues bien, parece que saben lo que hacen. No estoy de acuerdo con su decisión, pero no tenemos más remedio que aceptarlo.

– Gracias, papá.

Terminada la incómoda cena en casa de Daichi, el muchacho acompañó a su novio hasta su casa, que de cualquier manera no estaba tan distante de la suya.

– Lo siento, ojalá mis padres hubieran reaccionado como los tuyos.

– No te preocupes, Daichi. Todavía te tengo a ti y es lo que más me importa.

Sugawara apretó la mano enlazada a la suya y sonrió. Quería transmitirle algo de ánimo, después de todo él tenía algo de culpa en todo esto.

– Buscaré un empleo para los fines de semana.

– También yo…

– Suga…

– Lo acordamos, buscaré algo donde no tenga que hacer esfuerzos. Y llegado el momento lo dejaré para no poner en riesgo a nuestro pequeño.

– Está bien. Busquemos juntos, Suga.

– Juntos, Dai.

Porque era parte del amarse, del trato para hacer las cosas lo mejor posible. Se escondieron en una esquina y se regalaron algunos besos antes que separarse esa noche. Todavía tenían largo camino por recorrer porque aquí, apenas habían comenzado la travesía de un embarazo.

--//--

Con sus familias enteradas del embarazo de Sugawara, ya no había motivos para ocultarlo a Takeda-sensei y al entrenador Ukai. La noticia ha dejado en shock a los adultos.

– No tenía idea de que, fuera posible para un chico.

– Parece que es resultado de una serie de experimentos, sensei.

– Oh, ¿en verdad? – Los adolescentes asintieron… – Es, impactante.

– Esto, entonces chicos… ¿cuánto tiempo estuvieron manteniendo relaciones antes de que supieran del embarazo? – Ukai cuestionó con cierto nerviosismo. De pronto la idea le sonaba preocupante. ¿Y si este doctor loco de alguna manera era conocido de Takeda sensei?

– No mucho… – Daichi y Sugawara respondieron con la cara roja. Realmente, la fertilidad en el peliplatino era alta. Ukai se tensó. Pensándolo bien, ¿y si Takeda se embarazaba?


Continuará……

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