jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 6.



~~*~~
De Rivales Inesperados y Encuentros Fijados

…Flashback…

La ausencia de palabras parecía algo natural en tales circunstancias. Sin embargo, la torpeza aunada a la motivación de este, así como la jaqueca sumada a la resaca y esa sensación de querer ser tragado por la tierra, solo eran añadiduras al problema real. Haber tenido sexo con otro hombre.

Takeda no tenía idea de qué hacer a continuación, para colmo de males el trasero le dolía horrores y el mínimo movimiento mandaba señales de dolor por toda su espina dorsal. Ciertamente había lógica en ello, pues según las borrosas memorias de lo sucedido hasta entrada esa madrugada, él había sido quien recibiese la gran pasión del menor de los dos.

¡Ngh! ¡Santo cielo, tuve sexo con un jovencito! ¡Cómo me fui a olvidar de que pierdo totalmente el control cuando me embriago! – Gimotear en pensamiento sin embargo no estaba resolviendo nada.

Ukai trataba de mirar a su compañero de soslayo. Y de paso estaba escaneando la habitación en busca de sus ropas, que, dicho sea de paso, no estaban precisamente ahí. Ciertamente si hilaba los borrosos recuerdos se daría cuenta de que la mayor parte de ellas estaban fuera de la habitación.

¡Joder! ¡Qué demonios hago ahora! ¿Le saludo y agradezco su hospitalidad? ¡No, eso suena muy mierda y desconsiderado! ¿Le pregunto si se siente bien y le cuido todo el día? ¡Ngh, eso suena como si fuéramos pareja! ¡Y no lo somos! ¡Joder, joder, joder! ¡Por qué tuve sexo con Takeda-senpai! – Y no, hacer tormenta en un vaso de agua, tampoco ayuda a resolver el problema.

Un suspiro emanó de labios de ambos, se miraron de soslayo e irremediablemente sus ojos se encontraron. El sonrojo subió estrepitosamente a las mejillas del sensei, mientras que las del rubio se adornaron apenas de un tenue carmín. Cosas de personalidad, no de falta de vergüenza, cabe aclarar.

– Esto…

– Ah…

– Mgh… – Gimotearon al tiempo cuando se dieron cuenta de que era inútil, horriblemente inútil, hablar con algo de coherencia.

El silencio volvió a hacerse del lugar, y no es precisamente que antes hubiera sido cortado en su totalidad. Para ser dos personas adultas, maduras y dueñas de sus acciones, así como lo suficientemente capaces de asumir las consecuencias de sus acciones, ambos estaban comportándose como un par de adolescentes.

– Mh, Takeda-senpai, ¿le importa si tomo un baño?

– ¿Eh? – El mayor volteó a mirar a su compañero, pero el rubio estaba centrado en la puerta de salida de la habitación… – Adelante, la puerta al fondo del pasillo.

– Gracias.

Honestamente. ¡Qué mierda de petición acaba de hacer! Ukai se dio de topes contra el muro (en su pensamiento, que se las estaba ingeniando para encontrar su ropa interior y poder salir de ahí al menos con algo puesto, que desnudo se vería demasiado… bueno, no sería buena idea ni daría buena impresión. ¡Y no es que él quiera impresionar de manera alguna!). Takeda se recostó cubriéndose hasta la cabeza, incapaz de soportar tanta vergüenza y dolorido todavía del trasero.

Cómo soportan esto los chicos. ¡Duele horrores! Aunque anoche se sintió muy bien~ ¡Ah, qué cosas estoy pensando!

El sensei se revolvió bajo las mantas. Pésima idea, los pinchazos de dolor atacaron su espalda baja con todo de nuevo. Y entonces recordó que él también está desnudo ahí debajo, recordó que su habitación estaba toda revuelta y que las ropas de Ukai debían estar regadas junto a las suyas por el pasillo y la estancia.

– Tengo que levantarme… – Dijo para sí, y haciendo acopio de fuerza (de voluntad más que física) se levantó. Igual que el rubio, solo su ropa interior estaba por ahí, de todas maneras no es que se fuera a poner lo mismo que el día anterior… – ¿Debería preparar desayuno? O tal vez Ukai-kun quiera irse cuanto antes. Después de todo no hemos hablado, ¿y si me detesta a partir de ahora? He sido tan imprudente. Aún así, por qué me dejé llevar. Ukai-kun es un hombre, igual que yo. Y aunque estoy preocupado por Sugawara-kun y Daichi-kun, he llevado demasiado lejos mi entusiasmo por entenderlos y ayudarles. No sé cómo mirar a Ukai-kun ahora.

Takeda suspiró muchas veces desde entonces, durante los minutos que tomó la ducha del rubio, apenas si pudo sacar las mantas de su cama y echarlas en la lavadora del modesto cuarto de lavado que tenía en casa, había colocado una muda limpia y acomodado las ropas de Ukai ahí, mientras que toda su ropa se había ido al cesto en el cuarto de lavado.

Mientras tanto, Ukai se había estado drenando el cerebro en la ducha (de hecho por eso le había tomado más de media hora ahí dentro). Vale, confesará su pecado, entre pensar en qué hacer ahora con Takeda-senpai, no podía evitar recordar lo pasado esa noche, el calor del cuerpo del mayor, sus jadeos acalorados, su rostro ruborizado y sudoroso…

– No puedo recordar en qué momento se quitó los anteojos. ¿O se los quité yo?

Si bueno, hacer novillos tampoco ayudaba, acordarse de detalles solo alargaba su ducha y también ponía a su cuerpo en aprietos, que todavía sensible a las memorias, inevitablemente se excitó y tuvo que atenderse a sí mismo.

– Hombre, masturbarme en la casa de Takeda-senpai es demasiado.

Chasqueó la lengua y trató de alejar los pensamientos impuros de la anatomía desnuda del mayor que bailoteaba impúdica en su mente. se forzó a enfocarse en una sola cosa, en éste caso, cómo enfrentar la situación con el mayor.

Así pues, cuando salió de la ducha y volvió a la habitación, casi agradeció que el sensei no estuviera ahí, se puso las mismas ropas del día anterior y no supo si maldecir o agradecer que en ellas aún flotaran rastros del olor del perfume de Takeda. Claro que, también apestaba a tabaco y licor, por el bar en que habían estado parte de la noche.

– Mi ropa interior es otra cosa, creo que estuve demasiado tiempo excitado con ellos puestos. En cuanto llegue a casa me cambiaré. Debería irme en taxi, si tomo el metro seguro la gente se dará cuenta de que apesto. ¡Ah, estoy pensando demasiado, demasiado!

– ¿Ukai-kun…?

– T-Ta…Takeda-senpai… – Caray, tartamudear a su edad debe ser algo patético. Pero es que le ha pillado por sorpresa escuchar al mayor tocando la puerta y llamándole.

– Te dejé algo de desayuno en la mesa, me ducharé mientras tanto. Pu…puedes irte cuando termines, o ahora mismo. Esto, como Ukai-kun quiera.

El rubio se quedó trabado un momento, no hay que ser genios para saber cuán incómodo debe estar el mayor. Así que apuró los pasos y salió justo a tiempo, el sensei estaba por entrar a la ducha.

– Te esperaré, para… para hablar. Si no te molesta, Takeda.

– S-sí. Está bien… – Rojo como tomate, el sensei entró a la ducha, sonriendo apenas un poco porque el hecho de que el rubio quisiera hablar, le hacía sentir un poco menos tenso… – Aunque podría ser solo para pedirme que olvidemos todo… – Dijo pensativo, llevándose una mano al pecho, donde su corazón parecía gritarle que no soportaría aquel tipo de petición… – ¿Ukai-kun me gusta? Bueno, nunca había hecho nada parecido siquiera con una chica. Por qué mi corazón se siente de esta manera ahora.

Más tarde, sin haber probado bocado, Ukai se permitió tomar prestada la cocina de su anfitrión para preparar el desayuno del sensei también. De modo que cuando Takeda se le unió en el comedor, estaba servido para dos.

– Vamos a desayunar juntos, ¿está bien, Takeda?

– Sí.

Comenzaron a comer en silencio, evitándose de hecho la mirada, pero con el ansia carcomiéndoles el pensamiento.

– No me arrepiento de nada, Takeda.

– ¿Eh?

– Quiero decir, no es que sea un tipo que va por ahí acostándose con cualquiera, pero… ¡tampoco digo que seas cualquiera! Quiero decir, esto… – Bufó y desordenó sus rubios cabellos con desesperación. Hubiera sido todo más fácil si el mayor hubiera comprendido a la primera, porque explicarse era un dolor en el trasero… – Ah, es verdad… ¿estás bien? ¿Te duele, allí?

– E-estoy bien… – El sensei bajó la mirada sumamente avergonzado, pero honestamente tranquilo. ¿Contento quizá? Que el menor diga que no se arrepiente, era bueno… – Lo que pasó anoche, en parte fue causa de la borrachera… – Takeda vio a Ukai tensarse… – Pero no fue solo por eso.

– ¿No? Quiero decir, comenzaste a insinuar lo del beso y todo cuando ya estabas medio tomado. Ahora que lo pienso es como si me hubiera aprovechado de ti, bueno aunque yo también estaba algo bebido.

– La verdad es que no sé bien lo que ha pasado. Estoy preocupado por los chicos, pero te arrastré en esto porque sentí que eras alguien en quien podía confiar. Supongo que tal vez, me gustas, Ukai-kun.

– Oh… – ¡Di algo más, cerebro idiota!... – Quiero decir, yo creo que también me puedes gustar. Ah, esto… te lo dije anoche, tienes cierta sensualidad natural imposible de no ver, Takeda.

Ambos desviaron la mirada, la conversación tomaba un rumbo extraño, pero agradable dentro de todo. Terminaron de desayunar y dejaron limpia la cocina del sensei en cuestión de minutos.

– ¡Es muy tarde! ¡Tengo que irme ya, Takeda-senpai!

– Oh por dios, es verdad. Siento haberte retenido por tanto tiempo.

– No, estoy contento de que… bueno, de todo. Soy torpe para explicarme, pero me alegra mucho de que todo haya pasado con Takeda-senpai. Mh, salgamos en otra ocasión, como una, cita. Eso, ah, nos vemos.

Y sin más, Ukai había salido aprisa de allí. Pero apenas unos segundos después, el timbre de la casa de Takeda sonó.

– ¿Quién será? – Sensei abrió la puerta todavía medio perdido en sus pensamientos, para sorpresa suya, fue Ukai quien llamó.

– Olvidé algo… – Dicho lo cual, el rubio volteó a todas partes como cerciorándose de que no hubiera vecinos metiches por ahí y le besó. Un beso en todas las de la ley que dejó sin aliento a los dos… – Estuvo delicioso el desayuno, gracias por todo, Takeda.

Y nuevamente se marchó, con pasos relajados y silbando una canción que sensei medio recordaba de las ocasiones en que estuvo espiando a Ukai para pedirle que entrenara a Karasuno.

– Me… besó… Ukai me besó… – Cuando el cerebro de Takeda comprendió lo sucedido, su rostro se ruborizó por completo.

Ciertamente, las cosas no han ido tan mal después de todo. No, se corrige a sí mismo, han ido muy bien.

– Supongo que, es mi primer amor finalmente. Qué vergüenza, a mis casi treinta años y es la primera vez que siento que realmente me puedo enamorar.


– ¿Dónde pasaste la noche? Llamé a tus amigos y no estabas con ninguno de ellos, Keishin.

– ¡Mamá! No soy un crío para que andes monitoreándome cuando no llego a casa.

– ¿Estabas con ese jovencito lindo del otro día?

– ¿Qué?

– El sensei que venía a buscarte todos los días. Es tan lindo el hombre…

– ¿Por qué están brillándote los ojos, mamá? Lo normal no sería que dijeras eso.

– ¡Pero es tan lindo!

– Ya lo sé.

– ¡Lo sabía! Así que estuviste con él, eh. ¿Qué estuvieron haciendo? ¿Bebiendo? Ya vas por ahí corrompiendo a hombres decentes.

– ¡Qué estás insinuando! ¿Mamá, estás segura de que no has enfermado?

– Sería tan genial que mi Keishin se casara con alguien tan lindo como sensei~

– ¡Qué! Y su nombre es Takeda Ittetsu.

– Takeda-kun~ quiero que sea tu esposa.

– ¡Ah!

Más o menos en eso había ido a parar la aventura de Takeda y Ukai.

…Flashback…

--//--

– No intento controlarte. Solo quiero sentir que realmente te importo.

– Si la forma en como te lo muestro no es suficiente, entonces tal vez debamos terminar, Asahi.

– ¿Por qué hablas de terminar, Noya? Solo estamos teniendo una pequeña diferencia de opinión. ¿O es que soy tan molesto?

– No. No es eso.

– Noya, ¿estás en tu casa?

– Sí.

– ¿Puedes esperar ahí veinte minutos? Quiero que hablemos apropiadamente de esto, por teléfono no es igual.

– Pero estás trabajando, Asahi.

– Está bien, solo espera por favor.

– Esp… – Al otro lado de la línea solo escuchó el constante pitido de la llamada terminada. Nishinoya lanzó su móvil al lado y se recostó en su cama. Honestamente que había dicho aquello solo por el calor del momento, no podría terminar con Asahi así de simple.

Así que espero pacientemente durante veinte minutos (mentira, estaba que daba vueltas por todas partes, si ya por naturaleza es inquieto, con los nervios a flor de piel lo era todavía más).

– ¡Yuu, te busca tu amigo Asahi-kun!

Nishinoya salió de su habitación corriendo, su novio estaba parado en el umbral de la puerta, sudaba un poco y todavía llevaba ropas algo sucias por estar ayudando a su familia con el negocio.

– Vamos a salir un momento a caminar, volveremos más tarde mamá.

– De acuerdo, vayan con cuidado.

El libero indicó el camino, terminaron en un pequeño Parque detrás de la calle, no había nadie por ahí casi nunca. Nishinoya se sentó en un columpio balanceándose suavemente.

– Siéntate, ya de por sí eres mucho más alto que yo, Asahi.

El as se sentó en el columpio de al lado más no se balanceó como su novio. Tenía semblante preocupado a decir verdad.

– Lo siento, Yuu. Por mi comportamiento de antes.

– T-también yo, Asahi. He perdido muy fácil los estribos pero en realidad no ha sido culpa tuya.

– Entonces, ¿no hablabas en serio hace rato? Sobre, terminar.

– No. Lo siento por eso también. He estado actuando tontamente. Tú deberías ser quien se enojara conmigo, Asahi.

– ¿Enojarme contigo? No podría, te amo demasiado, Yuu. Solo quiero ser buen novio para ti, así no te arrepentirás de estar conmigo.

– ¡Cómo se te ocurre pensar siquiera que me arrepentiría! ¡Tú eres tan genial! ¡Y guapo, y…! Y, yo también te amo, ya sabes.

El as sonrió ligeramente avergonzado, después de todo no está para nada acostumbrado a sentirse tan especial, ser centro de atención o expresar sus ideas siempre ha sido un lío para él. Y es solamente parte de su personalidad a fin de cuentas.

– Volvamos a casa todos los días juntos después de la escuela, Asahi. Tanaka es mi amigo pero es suficiente con aguantarlo en clase y los entrenamientos. Y tú eres mi novio, tenías razón en estar celoso, yo lo habría estado también. Probablemente mucho más porque yo podría haberte hecho una escena como cualquier chica, eso me molesta un poco.

– ¿Eh? ¿Te molesta qué cosa, Yuu?

– Saber que soy impulsivo, si alguna vez terminamos será por mi culpa… – Gimoteó de pronto asustado de su propia forma de ser, aferrándose al columpio… – El único que debería preocuparse por ser buen novio soy yo, Asahi.

– Hey, Yuu… – Asahi se levantó de su sitio solo para arrodillarse delante de su novio, sujetarle el mentón para que le mirase y despeinar su flequillo teñido… – Siempre estaré detrás de ti, no importa qué, mi amor por ti no va a desvanecerse por nada.

– ¿Lo prometes? – Sollozó.

– Incluso si sigues coqueteando por ahí con Shimizu.

– Ella solo es mi amiga.

– Lo sé, Shimizu me dejó una nota el otro día. “Tanaka-kun y Nishoniya-kun son divertidos cuando me halagan, pero Nishinoya-kun solo tiene ojos para Asahi-kun. Por favor, cuida de él”. Eso decía, me parece que Shimizu ve mucho más de lo que pensamos.

– Sí, es una manager increíble, y muy bonita.

– Pienso que Yuu tiene una belleza diferente y más hipnotizante para mí.

– No te pongas meloso aquí, Asahi.

– ¿Por qué no?

– Porque, ni siquiera podemos besarnos estando en la calle.

– No hay nadie por aquí, Yuu.

– ¿No?

– No.

Mientras hablaban sus rostros habían ido acercándose lentamente, tan lento que habían tenido oportunidad de admirar en el rostro del otro la forma en que sus expresiones iban cambiando, cuando entrecerraban los ojos y abrían los labios esperando el momento en que se encontraran y fundirlos en un beso. Uno de esos que saben dulces, que son suaves, que entregan cariño y esconden promesas silenciosas.

--//--

Yamaguchi realmente no se sentía cómodo con su invitado, algo en la forma tan confiada con que se le acercaba y le trataba le ponía inquieto. Fujimi Arita era mitad japonés y mitad alemán, el anfitrión se preguntaba si tendría qué ver la sangre extranjera en su forma de ser.

– Hace apenas un año que vivimos aquí, luego de haber pasado más de cinco en Alemania, ¿sabes?

– Oh, no tenía idea. ¿Extrañas vivir allá?

– A veces, tenía más amigos, y la gente no me miraba extraño por ser diferente.

– Ah, es difícil cuando la gente te mira así.

Fujimi volvió a mirar a Yamaguchi.

– ¿Lo sabes?

– Me pasa todo el tiempo. Tengo un amigo que sobresale mucho, así que cuando estamos juntos la gente alrededor habla.

– Por qué sobresale tu amigo. ¿Es acaso más lindo que tú?

– ¿Eh? ¿Li-lindo? Eso…

– Yamaguchi-kun es muy lindo.


Tsukishima había salido de casa prácticamente en el momento en que Yamaguchi dijo que no podían salir ya que sus padres tendrían visita, un chico de su edad en el paquete.

– Tsk, por qué me siento tan molesto. Normalmente no me importa que alguien esté junto a Yamaguchi.

El de anteojos se detuvo frente a la casa de su amigo, llamó a la puerta y esperó pacientemente a ser atendido, por Yamaguchi de preferencia.

– Oh, Tsukishima-kun.

– Vine con Yamaguchi.

– Ah, Tadashi está en su habitación con un chico que tenemos de invitado, pasa, seguro estará mejor siendo más chicos juntos.

– Compermiso.

Honestamente a Tsukishima no le importó ser descortés con los invitados de los padres de su amigo, tenía la repentina urgencia de verle. Por eso cuando llegó a la habitación del chico, no solo no se molestó en llamar a la puerta, ¡no tenía la mínima intención de advertir su presencia! Así sabría exactamente qué estaban haciendo Yamaguchi y su infortunado invitado.

– ¿Qué demonios? – Claro que no tenía previsto exactamente aquello, el chico visitante tenía acorralado a Yamaguchi contra la cama, demasiado cerca para su gusto.

– ¡Tsukki!

– ¿Eh? ¿Y tú eres…?

– El novio de Tadashi, así que apártate de él.

Si las miradas mataran. Por suerte que no es así. Suerte para Fujimi al menos. Los ojos ocre de Tsukishima lucían iracundos, y su postura imponía respeto. Fujimi se apartó con una sonrisita divertida.

– Lo siento, lo siento. No me malinterpretes, solo trataba de contar las pecas en sus mejillas.

– Tampoco vuelvas a intentarlo siquiera. Todo en Tadashi es mío.

– Oh, un novio posesivo. Vale, mantendré la distancia. Mi nombre es Fujimi Arita… – Dijo haciendo una venia, tan tranquilo que realmente parecía que no le importaba en absoluto lo demás.

– Tadashi, vamos a salir.

– ¿Eh? – Yamaguchi apenas fue capaz de soltar el monosílabo por inercia, estaba perdido justo en el momento en que Tsukishima declaró tan tranquilamente algo como ser novios.

– Hombre, ¿y dejarme aquí botado aburriéndome con los viejos? Qué tal si salimos los tres, prometo dejarles espacio apenas encuentre algo en lo que divertirme.

Tsukishima le miró con desdén pero no dio negativa alguna, sujetó de la muñeca a Yamaguchi y tiró de él sacándole de la habitación. Yamaguchi caminaba dejándose llevar, sonrojado y confundido. ¿Qué estaba pasando aquí? Fujimi anduvo detrás de ellos, y asintió cuando mismo Tsukishima dijo que saldrían, los tres, a divertirse al centro de la ciudad.

--//--

Kageyama estaba con los nervios crispados, ¡Hinata no le ha contestado! Y la noche estaba cayendo rápidamente.

– ¡Tsk! Por qué está ignorándome ese idiota, realmente voy a estrujar su cabeza vacía con mis manos.

– Lo siento, estuve ocupado toda la tarde, Kageyama.

Y ahí finalmente su respuesta. Insípida, tardía, carente de razón alguna que pudiera calmar su ansiedad. Kageyama frunció el ceño, leyó varias veces el texto y decidió que aquello no era para nada suficiente.

– En quince minutos en la intersección que da colina arriba hacia tu casa. Más te vale llegar, Hinata idiota.

Envió el texto y tomando una chaqueta de su clóset salió de su casa, sus padres, como casi siempre, estaban trabajando aún, así que no se preocupó por tener que pedir permiso ni nada. Tomó un autobús que lo acercó al punto de reunión y llegó en menos del tiempo que calculó, apenas un minuto antes. Pero pasaron los quince, veinte, y otros cinco más pero Hinata no aparecía. Kageyama comenzó a sentirse molesto, quizá decepcionado también.

– ¿Dónde estás? Estoy cansándome de esperarte, Hinata.

Otro texto sin respuesta, cinco minutos más. Kageyama se puso a patear piedrecillas que había en el camino, planteándose seriamente la posibilidad de volver a su casa. O de subir colina arriba y preguntar por la del pelinaranja, su novio. Ah, pequeño detalle. Su espontáneo noviazgo por conveniencia. ¿Por qué se lo tomaba él tan en serio?

– Debe ser por mi personalidad. Me tomo en serio todo lo que hago. Pero ese idiota me saca de mis casillas. Por qué se tarda tanto. ¿En verdad no piensa venir? ¿Me… detesta?

Luego escuchó un sonido y levantó la mirada, por la colina venía bajando en su bicicleta Hinata. Por un momento Kageyama se quedó embobado, nunca había visto el cabello del pelinaranja ondear movido por el viento y la velocidad de su carrera. Realmente la noche le sentaba bien, se veía, lindo.

¿Lindo? ¿Qué estoy pensando?

– Si-sigues aquí.

– Llegas tarde.

– Intenté ducharme antes de venir pero luego pasaron una serie de circunstancias y se complicó todo.

– Ah, cierto. Todavía está mojado tu cabello. ¿Eres idiota? Te podrías resfriar, Hinata.

– ¡Ah! ¡Fuiste tú quien estuvo fastidiándome con que viniera aquí, Bakayama!

– Podrías haberme respondido que no podías, en cambio me tuviste esperando casi una hora, idiota.

– ¡Todavía que estoy preocupándome por estar limpio y presentable para ti, Bakayama!

– ¿Limpio y presentable?

– Estuve fuera toda la tarde con mis amigos de la primaria, jugamos y terminamos todos sucios.

– ¿Qué amigos?

– Tu aura tenebrosa me da miedo. Oh, ¿será que estás celoso?

– Para nada… – Kageyama gruñó, pero en el fondo claro que lo estaba. Y la sonrisa burlona del pelinaranja honestamente le gustaba mucho, porque parecía diferente, no era solo burla, era algo como… ¿picardía? – No pasa mucha gente por aquí, ¿verdad?

– No, y menos a esta hora. Por q… – Su respuesta llegó al instante.

Al instante en que sus labios fueron sellados por los del setter. Le besaba, con la misma pasión que la noche anterior, y le sujetaba el rostro por las mejillas al principio, pero tras el segundo o tercer beso –¿o tal vez era el cuarto? Bueno, había perdido la cuenta en algún momento– las manos de Kageyama se habían ido hasta su cintura apretándole contra su cuerpo, haciéndole sentir mareado y cosquilloso. Algo raro estaba pasando ahí.

--//--

– ¿A hablar con nosotros? ¿Sobre qué tiene que hablar Sawamura-kun con nosotros, Koushi? ¿Pasa algo con el club?

– Más o menos, pero no exactamente, mamá.

– Bueno, está bien, mañana será entonces. Ya que vendrá por la tarde, invítale a comer con nosotros, Koushi.

– Se, se lo diré, mamá.

Sugawara suspiró ligeramente más tranquilo, el primer paso estaba dado, que era tener una reunión con sus padres. Daichi y él lo han hablado ya seriamente, y han decidido hacerlo de esta manera. Primero sus papás, después los de Daichi.

– Ahora solo queda esperar a que mañana las cosas no se compliquen demasiado y mis papás puedan entender. Hey, pequeñín, vamos a confiar en tus abuelos, ¿verdad? Seguramente van a amarte tanto como tu papá Daichi, y como yo.


Continuará……

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