~~*~~
De
Rivales Inesperados y Encuentros Fijados
…Flashback…
La
ausencia de palabras parecía algo natural
en tales circunstancias. Sin embargo, la torpeza aunada a la motivación de
este, así como la jaqueca sumada a la resaca y esa sensación de querer ser
tragado por la tierra, solo eran añadiduras al problema real. Haber tenido sexo con otro hombre.
Takeda
no tenía idea de qué hacer a continuación, para colmo de males el trasero le
dolía horrores y el mínimo movimiento mandaba señales de dolor por toda su
espina dorsal. Ciertamente había lógica en ello, pues según las borrosas
memorias de lo sucedido hasta entrada esa madrugada, él había sido quien
recibiese la gran pasión del menor de
los dos.
–
¡Ngh! ¡Santo cielo, tuve sexo con un
jovencito! ¡Cómo me fui a olvidar de que pierdo totalmente el control cuando me
embriago! – Gimotear en pensamiento sin embargo no estaba resolviendo nada.
Ukai
trataba de mirar a su compañero de soslayo. Y de paso estaba escaneando la
habitación en busca de sus ropas, que, dicho sea de paso, no estaban
precisamente ahí. Ciertamente si hilaba los borrosos recuerdos se daría cuenta
de que la mayor parte de ellas estaban fuera de la habitación.
–
¡Joder! ¡Qué demonios hago ahora! ¿Le
saludo y agradezco su hospitalidad? ¡No, eso suena muy mierda y desconsiderado!
¿Le pregunto si se siente bien y le cuido todo el día? ¡Ngh, eso suena como si
fuéramos pareja! ¡Y no lo somos! ¡Joder, joder, joder! ¡Por qué tuve sexo con
Takeda-senpai! – Y no, hacer tormenta en un vaso de agua, tampoco ayuda a
resolver el problema.
Un
suspiro emanó de labios de ambos, se miraron de soslayo e irremediablemente sus
ojos se encontraron. El sonrojo subió estrepitosamente a las mejillas del
sensei, mientras que las del rubio se adornaron apenas de un tenue carmín.
Cosas de personalidad, no de falta de vergüenza, cabe aclarar.
–
Esto…
–
Ah…
–
Mgh… – Gimotearon al tiempo cuando se dieron cuenta de que era inútil,
horriblemente inútil, hablar con algo de coherencia.
El
silencio volvió a hacerse del lugar, y no es precisamente que antes hubiera
sido cortado en su totalidad. Para ser dos personas adultas, maduras y dueñas
de sus acciones, así como lo suficientemente capaces de asumir las
consecuencias de sus acciones, ambos estaban comportándose como un par de
adolescentes.
–
Mh, Takeda-senpai, ¿le importa si tomo un baño?
–
¿Eh? – El mayor volteó a mirar a su compañero, pero el rubio estaba centrado en
la puerta de salida de la habitación… – Adelante, la puerta al fondo del
pasillo.
–
Gracias.
Honestamente.
¡Qué mierda de petición acaba de hacer! Ukai se dio de topes contra el muro (en
su pensamiento, que se las estaba ingeniando para encontrar su ropa interior y
poder salir de ahí al menos con algo puesto, que desnudo se vería demasiado…
bueno, no sería buena idea ni daría buena impresión. ¡Y no es que él quiera
impresionar de manera alguna!). Takeda se recostó cubriéndose hasta la cabeza,
incapaz de soportar tanta vergüenza y dolorido todavía del trasero.
–
Cómo soportan esto los chicos. ¡Duele
horrores! Aunque anoche se sintió muy bien~ ¡Ah, qué cosas estoy pensando!
El
sensei se revolvió bajo las mantas. Pésima idea, los pinchazos de dolor atacaron
su espalda baja con todo de nuevo. Y entonces recordó que él también está
desnudo ahí debajo, recordó que su habitación estaba toda revuelta y que las
ropas de Ukai debían estar regadas junto a las suyas por el pasillo y la
estancia.
–
Tengo que levantarme… – Dijo para sí, y haciendo acopio de fuerza (de voluntad
más que física) se levantó. Igual que el rubio, solo su ropa interior estaba
por ahí, de todas maneras no es que se fuera a poner lo mismo que el día
anterior… – ¿Debería preparar desayuno? O tal vez Ukai-kun quiera irse cuanto
antes. Después de todo no hemos hablado, ¿y si me detesta a partir de ahora? He
sido tan imprudente. Aún así, por qué me dejé llevar. Ukai-kun es un hombre,
igual que yo. Y aunque estoy preocupado por Sugawara-kun y Daichi-kun, he
llevado demasiado lejos mi entusiasmo por entenderlos y ayudarles. No sé cómo
mirar a Ukai-kun ahora.
Takeda
suspiró muchas veces desde entonces, durante los minutos que tomó la ducha del
rubio, apenas si pudo sacar las mantas de su cama y echarlas en la lavadora del
modesto cuarto de lavado que tenía en casa, había colocado una muda limpia y
acomodado las ropas de Ukai ahí, mientras que toda su ropa se había ido al
cesto en el cuarto de lavado.
Mientras
tanto, Ukai se había estado drenando el cerebro en la ducha (de hecho por eso
le había tomado más de media hora ahí dentro). Vale, confesará su pecado, entre
pensar en qué hacer ahora con Takeda-senpai, no podía evitar recordar lo pasado
esa noche, el calor del cuerpo del mayor, sus jadeos acalorados, su rostro
ruborizado y sudoroso…
–
No puedo recordar en qué momento se quitó los anteojos. ¿O se los quité yo?
Si
bueno, hacer novillos tampoco ayudaba, acordarse de detalles solo alargaba su
ducha y también ponía a su cuerpo en aprietos, que todavía sensible a las
memorias, inevitablemente se excitó y tuvo que atenderse a sí mismo.
–
Hombre, masturbarme en la casa de Takeda-senpai es demasiado.
Chasqueó
la lengua y trató de alejar los pensamientos impuros de la anatomía desnuda del mayor que bailoteaba impúdica en
su mente. se forzó a enfocarse en una sola cosa, en éste caso, cómo enfrentar
la situación con el mayor.
Así
pues, cuando salió de la ducha y volvió a la habitación, casi agradeció que el
sensei no estuviera ahí, se puso las mismas ropas del día anterior y no supo si
maldecir o agradecer que en ellas aún flotaran rastros del olor del perfume de
Takeda. Claro que, también apestaba a tabaco y licor, por el bar en que habían
estado parte de la noche.
–
Mi ropa interior es otra cosa, creo que estuve demasiado tiempo excitado con
ellos puestos. En cuanto llegue a casa me cambiaré. Debería irme en taxi, si
tomo el metro seguro la gente se dará cuenta de que apesto. ¡Ah, estoy pensando
demasiado, demasiado!
–
¿Ukai-kun…?
–
T-Ta…Takeda-senpai… – Caray, tartamudear a su edad debe ser algo patético. Pero
es que le ha pillado por sorpresa escuchar al mayor tocando la puerta y
llamándole.
–
Te dejé algo de desayuno en la mesa, me ducharé mientras tanto. Pu…puedes irte
cuando termines, o ahora mismo. Esto, como Ukai-kun quiera.
El
rubio se quedó trabado un momento, no hay que ser genios para saber cuán
incómodo debe estar el mayor. Así que apuró los pasos y salió justo a tiempo,
el sensei estaba por entrar a la ducha.
–
Te esperaré, para… para hablar. Si no te molesta, Takeda.
–
S-sí. Está bien… – Rojo como tomate, el sensei entró a la ducha, sonriendo
apenas un poco porque el hecho de que el rubio quisiera hablar, le hacía sentir
un poco menos tenso… – Aunque podría ser solo para pedirme que olvidemos todo…
– Dijo pensativo, llevándose una mano al pecho, donde su corazón parecía
gritarle que no soportaría aquel tipo de petición… – ¿Ukai-kun me gusta? Bueno,
nunca había hecho nada parecido siquiera con una chica. Por qué mi corazón se
siente de esta manera ahora.
Más
tarde, sin haber probado bocado, Ukai se permitió tomar prestada la cocina de
su anfitrión para preparar el desayuno del sensei también. De modo que cuando
Takeda se le unió en el comedor, estaba servido para dos.
–
Vamos a desayunar juntos, ¿está bien, Takeda?
–
Sí.
Comenzaron
a comer en silencio, evitándose de hecho la mirada, pero con el ansia
carcomiéndoles el pensamiento.
–
No me arrepiento de nada, Takeda.
–
¿Eh?
–
Quiero decir, no es que sea un tipo que va por ahí acostándose con cualquiera, pero…
¡tampoco digo que seas cualquiera! Quiero decir, esto… – Bufó y desordenó sus
rubios cabellos con desesperación. Hubiera sido todo más fácil si el mayor
hubiera comprendido a la primera, porque explicarse era un dolor en el trasero…
– Ah, es verdad… ¿estás bien? ¿Te duele, allí?
–
E-estoy bien… – El sensei bajó la mirada sumamente avergonzado, pero
honestamente tranquilo. ¿Contento quizá? Que el menor diga que no se
arrepiente, era bueno… – Lo que pasó anoche, en parte fue causa de la
borrachera… – Takeda vio a Ukai tensarse… – Pero no fue solo por eso.
–
¿No? Quiero decir, comenzaste a insinuar lo del beso y todo cuando ya estabas
medio tomado. Ahora que lo pienso es como si me hubiera aprovechado de ti,
bueno aunque yo también estaba algo bebido.
–
La verdad es que no sé bien lo que ha pasado. Estoy preocupado por los chicos,
pero te arrastré en esto porque sentí que eras alguien en quien podía confiar.
Supongo que tal vez, me gustas, Ukai-kun.
–
Oh… – ¡Di algo más, cerebro idiota!...
– Quiero decir, yo creo que también me puedes gustar. Ah, esto… te lo dije
anoche, tienes cierta sensualidad natural imposible de no ver, Takeda.
Ambos
desviaron la mirada, la conversación tomaba un rumbo extraño, pero agradable
dentro de todo. Terminaron de desayunar y dejaron limpia la cocina del sensei
en cuestión de minutos.
–
¡Es muy tarde! ¡Tengo que irme ya, Takeda-senpai!
–
Oh por dios, es verdad. Siento haberte retenido por tanto tiempo.
–
No, estoy contento de que… bueno, de todo. Soy torpe para explicarme, pero me
alegra mucho de que todo haya pasado con Takeda-senpai. Mh, salgamos en otra
ocasión, como una, cita. Eso, ah, nos vemos.
Y
sin más, Ukai había salido aprisa de allí. Pero apenas unos segundos después,
el timbre de la casa de Takeda sonó.
–
¿Quién será? – Sensei abrió la puerta todavía medio perdido en sus
pensamientos, para sorpresa suya, fue Ukai quien llamó.
–
Olvidé algo… – Dicho lo cual, el rubio volteó a todas partes como cerciorándose
de que no hubiera vecinos metiches por ahí y le besó. Un beso en todas las de
la ley que dejó sin aliento a los dos… – Estuvo delicioso el desayuno, gracias
por todo, Takeda.
Y
nuevamente se marchó, con pasos relajados y silbando una canción que sensei
medio recordaba de las ocasiones en que estuvo espiando a Ukai para pedirle que
entrenara a Karasuno.
–
Me… besó… Ukai me besó… – Cuando el cerebro de Takeda comprendió lo sucedido,
su rostro se ruborizó por completo.
Ciertamente,
las cosas no han ido tan mal después de todo. No, se corrige a sí mismo, han
ido muy bien.
–
Supongo que, es mi primer amor finalmente. Qué vergüenza, a mis casi treinta
años y es la primera vez que siento que realmente me puedo enamorar.
…
–
¿Dónde pasaste la noche? Llamé a tus amigos y no estabas con ninguno de ellos, Keishin.
–
¡Mamá! No soy un crío para que andes monitoreándome cuando no llego a casa.
–
¿Estabas con ese jovencito lindo del otro día?
–
¿Qué?
–
El sensei que venía a buscarte todos los días. Es tan lindo el hombre…
–
¿Por qué están brillándote los ojos, mamá? Lo normal no sería que dijeras eso.
–
¡Pero es tan lindo!
–
Ya lo sé.
–
¡Lo sabía! Así que estuviste con él, eh. ¿Qué estuvieron haciendo? ¿Bebiendo?
Ya vas por ahí corrompiendo a hombres decentes.
–
¡Qué estás insinuando! ¿Mamá, estás segura de que no has enfermado?
–
Sería tan genial que mi Keishin se casara con alguien tan lindo como sensei~
–
¡Qué! Y su nombre es Takeda Ittetsu.
–
Takeda-kun~ quiero que sea tu esposa.
–
¡Ah!
Más
o menos en eso había ido a parar la aventura
de Takeda y Ukai.
…Flashback…
--//--
– No intento
controlarte. Solo quiero sentir que realmente te importo.
– Si la forma en como te
lo muestro no es suficiente, entonces tal vez debamos terminar, Asahi.
– ¿Por qué hablas de
terminar, Noya? Solo estamos teniendo una pequeña diferencia de opinión. ¿O es
que soy tan molesto?
– No. No es eso.
– Noya, ¿estás en tu
casa?
– Sí.
– ¿Puedes esperar ahí
veinte minutos? Quiero que hablemos apropiadamente de esto, por teléfono no es
igual.
– Pero estás trabajando,
Asahi.
– Está bien, solo espera
por favor.
–
Esp… – Al otro lado de la línea solo escuchó el constante pitido de la llamada
terminada. Nishinoya lanzó su móvil al lado y se recostó en su cama.
Honestamente que había dicho aquello solo por el calor del momento, no podría
terminar con Asahi así de simple.
Así
que espero pacientemente durante veinte minutos (mentira, estaba que daba
vueltas por todas partes, si ya por naturaleza es inquieto, con los nervios a
flor de piel lo era todavía más).
–
¡Yuu, te busca tu amigo Asahi-kun!
Nishinoya
salió de su habitación corriendo, su novio estaba parado en el umbral de la
puerta, sudaba un poco y todavía llevaba ropas algo sucias por estar ayudando a
su familia con el negocio.
–
Vamos a salir un momento a caminar, volveremos más tarde mamá.
–
De acuerdo, vayan con cuidado.
El
libero indicó el camino, terminaron en un pequeño Parque detrás de la calle, no
había nadie por ahí casi nunca. Nishinoya se sentó en un columpio balanceándose
suavemente.
–
Siéntate, ya de por sí eres mucho más alto que yo, Asahi.
El
as se sentó en el columpio de al lado más no se balanceó como su novio. Tenía
semblante preocupado a decir verdad.
–
Lo siento, Yuu. Por mi comportamiento de antes.
–
T-también yo, Asahi. He perdido muy fácil los estribos pero en realidad no ha
sido culpa tuya.
–
Entonces, ¿no hablabas en serio hace rato? Sobre, terminar.
–
No. Lo siento por eso también. He estado actuando tontamente. Tú deberías ser
quien se enojara conmigo, Asahi.
–
¿Enojarme contigo? No podría, te amo demasiado, Yuu. Solo quiero ser buen novio
para ti, así no te arrepentirás de estar conmigo.
–
¡Cómo se te ocurre pensar siquiera que me arrepentiría! ¡Tú eres tan genial! ¡Y
guapo, y…! Y, yo también te amo, ya sabes.
El
as sonrió ligeramente avergonzado, después de todo no está para nada
acostumbrado a sentirse tan especial, ser centro de atención o expresar sus
ideas siempre ha sido un lío para él. Y es solamente parte de su personalidad a
fin de cuentas.
–
Volvamos a casa todos los días juntos después de la escuela, Asahi. Tanaka es
mi amigo pero es suficiente con aguantarlo en clase y los entrenamientos. Y tú
eres mi novio, tenías razón en estar celoso, yo lo habría estado también.
Probablemente mucho más porque yo podría haberte hecho una escena como
cualquier chica, eso me molesta un poco.
–
¿Eh? ¿Te molesta qué cosa, Yuu?
–
Saber que soy impulsivo, si alguna vez terminamos será por mi culpa… – Gimoteó
de pronto asustado de su propia forma de ser, aferrándose al columpio… – El
único que debería preocuparse por ser buen novio soy yo, Asahi.
–
Hey, Yuu… – Asahi se levantó de su sitio solo para arrodillarse delante de su
novio, sujetarle el mentón para que le mirase y despeinar su flequillo teñido…
– Siempre estaré detrás de ti, no importa qué, mi amor por ti no va a
desvanecerse por nada.
–
¿Lo prometes? – Sollozó.
–
Incluso si sigues coqueteando por ahí con Shimizu.
–
Ella solo es mi amiga.
–
Lo sé, Shimizu me dejó una nota el otro día. “Tanaka-kun y Nishoniya-kun son
divertidos cuando me halagan, pero Nishinoya-kun solo tiene ojos para
Asahi-kun. Por favor, cuida de él”. Eso decía, me parece que Shimizu ve mucho
más de lo que pensamos.
–
Sí, es una manager increíble, y muy bonita.
–
Pienso que Yuu tiene una belleza diferente y más hipnotizante para mí.
–
No te pongas meloso aquí, Asahi.
–
¿Por qué no?
–
Porque, ni siquiera podemos besarnos estando en la calle.
–
No hay nadie por aquí, Yuu.
–
¿No?
–
No.
Mientras
hablaban sus rostros habían ido acercándose lentamente, tan lento que habían
tenido oportunidad de admirar en el rostro del otro la forma en que sus
expresiones iban cambiando, cuando entrecerraban los ojos y abrían los labios
esperando el momento en que se encontraran y fundirlos en un beso. Uno de esos
que saben dulces, que son suaves, que entregan cariño y esconden promesas
silenciosas.
--//--
Yamaguchi
realmente no se sentía cómodo con su invitado, algo en la forma tan confiada
con que se le acercaba y le trataba le ponía inquieto. Fujimi Arita era mitad
japonés y mitad alemán, el anfitrión se preguntaba si tendría qué ver la sangre
extranjera en su forma de ser.
–
Hace apenas un año que vivimos aquí, luego de haber pasado más de cinco en Alemania,
¿sabes?
–
Oh, no tenía idea. ¿Extrañas vivir allá?
–
A veces, tenía más amigos, y la gente no me miraba extraño por ser diferente.
–
Ah, es difícil cuando la gente te mira así.
Fujimi
volvió a mirar a Yamaguchi.
–
¿Lo sabes?
–
Me pasa todo el tiempo. Tengo un amigo que sobresale mucho, así que cuando
estamos juntos la gente alrededor habla.
–
Por qué sobresale tu amigo. ¿Es acaso más lindo que tú?
–
¿Eh? ¿Li-lindo? Eso…
–
Yamaguchi-kun es muy lindo.
…
Tsukishima
había salido de casa prácticamente en el momento en que Yamaguchi dijo que no
podían salir ya que sus padres tendrían visita, un chico de su edad en el
paquete.
–
Tsk, por qué me siento tan molesto. Normalmente no me importa que alguien esté
junto a Yamaguchi.
El
de anteojos se detuvo frente a la casa de su amigo, llamó a la puerta y esperó
pacientemente a ser atendido, por Yamaguchi de preferencia.
–
Oh, Tsukishima-kun.
–
Vine con Yamaguchi.
–
Ah, Tadashi está en su habitación con un chico que tenemos de invitado, pasa,
seguro estará mejor siendo más chicos juntos.
–
Compermiso.
Honestamente
a Tsukishima no le importó ser descortés con los invitados de los padres de su amigo, tenía la repentina urgencia de
verle. Por eso cuando llegó a la habitación del chico, no solo no se molestó en
llamar a la puerta, ¡no tenía la mínima intención de advertir su presencia! Así
sabría exactamente qué estaban haciendo Yamaguchi y su infortunado invitado.
–
¿Qué demonios? – Claro que no tenía previsto exactamente aquello, el chico
visitante tenía acorralado a Yamaguchi contra la cama, demasiado cerca para su
gusto.
–
¡Tsukki!
–
¿Eh? ¿Y tú eres…?
–
El novio de Tadashi, así que apártate de él.
Si
las miradas mataran. Por suerte que no es así. Suerte para Fujimi al menos. Los
ojos ocre de Tsukishima lucían iracundos, y su postura imponía respeto. Fujimi
se apartó con una sonrisita divertida.
–
Lo siento, lo siento. No me malinterpretes, solo trataba de contar las pecas en
sus mejillas.
–
Tampoco vuelvas a intentarlo siquiera. Todo en Tadashi es mío.
–
Oh, un novio posesivo. Vale, mantendré la distancia. Mi nombre es Fujimi Arita…
– Dijo haciendo una venia, tan tranquilo que realmente parecía que no le
importaba en absoluto lo demás.
–
Tadashi, vamos a salir.
–
¿Eh? – Yamaguchi apenas fue capaz de soltar el monosílabo por inercia, estaba
perdido justo en el momento en que Tsukishima declaró tan tranquilamente algo
como ser novios.
–
Hombre, ¿y dejarme aquí botado aburriéndome con los viejos? Qué tal si salimos los tres, prometo dejarles espacio
apenas encuentre algo en lo que divertirme.
Tsukishima
le miró con desdén pero no dio negativa alguna, sujetó de la muñeca a Yamaguchi
y tiró de él sacándole de la habitación. Yamaguchi caminaba dejándose llevar,
sonrojado y confundido. ¿Qué estaba pasando aquí? Fujimi anduvo detrás de
ellos, y asintió cuando mismo Tsukishima dijo que saldrían, los tres, a
divertirse al centro de la ciudad.
--//--
Kageyama
estaba con los nervios crispados, ¡Hinata no le ha contestado! Y la noche
estaba cayendo rápidamente.
–
¡Tsk! Por qué está ignorándome ese idiota, realmente voy a estrujar su cabeza
vacía con mis manos.
– Lo siento, estuve
ocupado toda la tarde, Kageyama.
Y
ahí finalmente su respuesta. Insípida, tardía, carente de razón alguna que
pudiera calmar su ansiedad. Kageyama frunció el ceño, leyó varias veces el
texto y decidió que aquello no era para nada suficiente.
–
En quince minutos en la intersección que da colina arriba hacia tu casa. Más te
vale llegar, Hinata idiota.
Envió
el texto y tomando una chaqueta de su clóset salió de su casa, sus padres, como
casi siempre, estaban trabajando aún, así que no se preocupó por tener que
pedir permiso ni nada. Tomó un autobús que lo acercó al punto de reunión y
llegó en menos del tiempo que calculó, apenas un minuto antes. Pero pasaron los
quince, veinte, y otros cinco más pero Hinata no aparecía. Kageyama comenzó a
sentirse molesto, quizá decepcionado también.
–
¿Dónde estás? Estoy cansándome de esperarte, Hinata.
Otro
texto sin respuesta, cinco minutos más. Kageyama se puso a patear piedrecillas
que había en el camino, planteándose seriamente la posibilidad de volver a su
casa. O de subir colina arriba y preguntar por la del pelinaranja, su novio. Ah, pequeño detalle. Su
espontáneo noviazgo por conveniencia. ¿Por qué se lo tomaba él tan en serio?
–
Debe ser por mi personalidad. Me tomo en serio todo lo que hago. Pero ese
idiota me saca de mis casillas. Por qué se tarda tanto. ¿En verdad no piensa
venir? ¿Me… detesta?
Luego
escuchó un sonido y levantó la mirada, por la colina venía bajando en su
bicicleta Hinata. Por un momento Kageyama se quedó embobado, nunca había visto
el cabello del pelinaranja ondear movido por el viento y la velocidad de su
carrera. Realmente la noche le sentaba bien, se veía, lindo.
–
¿Lindo? ¿Qué estoy pensando?
–
Si-sigues aquí.
–
Llegas tarde.
–
Intenté ducharme antes de venir pero luego pasaron una serie de circunstancias
y se complicó todo.
–
Ah, cierto. Todavía está mojado tu cabello. ¿Eres idiota? Te podrías resfriar,
Hinata.
–
¡Ah! ¡Fuiste tú quien estuvo fastidiándome con que viniera aquí, Bakayama!
–
Podrías haberme respondido que no podías, en cambio me tuviste esperando casi
una hora, idiota.
–
¡Todavía que estoy preocupándome por estar limpio y presentable para ti,
Bakayama!
–
¿Limpio y presentable?
–
Estuve fuera toda la tarde con mis amigos de la primaria, jugamos y terminamos
todos sucios.
–
¿Qué amigos?
–
Tu aura tenebrosa me da miedo. Oh, ¿será que estás celoso?
–
Para nada… – Kageyama gruñó, pero en el fondo claro que lo estaba. Y la sonrisa
burlona del pelinaranja honestamente le gustaba mucho, porque parecía
diferente, no era solo burla, era algo como… ¿picardía? – No pasa mucha gente
por aquí, ¿verdad?
–
No, y menos a esta hora. Por q… – Su respuesta llegó al instante.
Al
instante en que sus labios fueron sellados por los del setter. Le besaba, con
la misma pasión que la noche anterior, y le sujetaba el rostro por las mejillas
al principio, pero tras el segundo o tercer beso –¿o tal vez era el cuarto?
Bueno, había perdido la cuenta en algún momento– las manos de Kageyama se habían
ido hasta su cintura apretándole contra su cuerpo, haciéndole sentir mareado y
cosquilloso. Algo raro estaba pasando ahí.
--//--
–
¿A hablar con nosotros? ¿Sobre qué tiene que hablar Sawamura-kun con nosotros,
Koushi? ¿Pasa algo con el club?
–
Más o menos, pero no exactamente, mamá.
–
Bueno, está bien, mañana será entonces. Ya que vendrá por la tarde, invítale a
comer con nosotros, Koushi.
–
Se, se lo diré, mamá.
Sugawara
suspiró ligeramente más tranquilo, el primer paso estaba dado, que era tener
una reunión con sus padres. Daichi y él lo han hablado ya seriamente, y han
decidido hacerlo de esta manera. Primero sus papás, después los de Daichi.
–
Ahora solo queda esperar a que mañana las cosas no se compliquen demasiado y
mis papás puedan entender. Hey, pequeñín, vamos a confiar en tus abuelos,
¿verdad? Seguramente van a amarte tanto como tu papá Daichi, y como yo.
Continuará……
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