miércoles, 28 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 37, FINAL.



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De fiestas entre amigos después de un extenuante partido en la cancha más pesada de todas: la vida.


Como los padrinos responsables que deben ser, Shimada y Takinoue estaban coordinando con Takeda y Ukai todos los preparativos finales para el bautizo de las gemelitas. Además, estaban en comunicación con Nishinoya y Azumane, así como Sugawara y Sawamura para los correspondientes arreglos en el bautizo simultánea de la pequeñita de estos últimos. Los padrinos de ambas parejas estaban bastante enfocados en su papel, aunque los adultos han asumido un poco más de responsabilidad que los adolescentes. Por voluntad propia, por supuesto, y casi obligando a los chicos a hacerles caso y dejarles hacer esto a su manera.

– Pero, también queremos ser de utilidad… – Había dicho Azumane cuando hablaron de todo. Incómodo con la idea de dejar la mayor parte a los adultos.

– Y lo serán, solo estamos pidiéndoles que se concentren en lo más importante. Los estudios y el club, y de visitar a su futura ahijada todos los días. Claro que también les tocará acompañar a sus amigos para comprar la ropita y todo eso, solo queremos que nos dejen asumir un poco todo lo demás.

Azumane estuvo a punto de reclamarle a Shimada que continuaran tratándoles como simples adolescentes –lo que finalmente son–, pero luego tuvo que admitir –tragándose su orgullo en el camino, que aunque no suela ser particularmente arrogante, todavía lo tiene– que los gastos para una fiesta como la que se estaba organizando no iba a resultar tan sencilla. Por lo que terminarían gastando todos sus ahorros simplemente en la ropa de Eri-chan y alguno que otro obsequio que Nishinoya ya tenía en la mira. Así que aceptaron.

Más tarde, conforme se acercaba el día de la celebración de bautizo y poco antes del campamento, el lugar para la fiesta se decidió en la Mansión Fujimi, ya que iban a tener tantos invitados y el local que originalmente querían para la fiesta era más caro de lo que los padrinos tenían contemplado. Y claro, se decidió así también porque la misma señora Fujimi había ido a hablar con todos ellos para pedirles que, por favor, dispusieran de su casa con gusto.

– Soy solo yo, ¿o realmente parece que a estas personas les gusta estar cerca de nosotros?

– Es porque hemos tratado a su hijo muy bien, Keishin. Y son personas amables, me parece que es una pareja que no tiene reparo en apoyar, he visto a Fujimi-san hacer donaciones importantes a centros de investigación, y otros lugares. Y Fujimi-kun me contó que sus padres hacen eso desde que lo recuerda, además de que a él nunca le dan nada solo porque lo pide, ha de ganárselo.

– Por eso él no parece una persona altanera. Aunque tiene una personalidad un poco extraña, o la tenía, desde que volvió de Alemania le noto un poco diferente.

– A su manera, ha madurado un poco. Y creo que su relación con el jovencito Ikejiri ha moldeado su carácter.

– ¿Ikejiri?

– El amigo de Sawamura-kun, debes recordarlo del primer partido oficial que tuviste como entrenador de Karasuno.

– Oh sí, ya lo recuerdo bien. Espera, ¿ellos están saliendo?

– Sí… – Takeda terminó de colocar los platos limpios en la alacena, mientras Ukai guardaba los restos de comida en la nevera.

– Oye, los chicos realmente te cuentan todo, ¿verdad? Me parece que te llevas bien con todos ellos, incluso si no son de nuestra escuela. Tú definitivamente naciste para estar con chicos, serles de ayuda te circula en las venas… – Dijo con aire orgulloso, rodeándole la cintura por la espalda y besándole una mejilla.

– Es que me gusta que se sientan en confianza conmigo, soy su profesor… – Dejándose hacer, el mayor volteó el rostro siendo él quien buscara los labios de su novio.

– Me darán celos si alguno se enamora de ti, y luego lástima, porque no podrán más que soñar despiertos con tenerte.

– Pero qué tonterías dices.

– No lo son, Ittetsu. Tal vez no te has percatado, pero a algunos chicos tú les gustas.

– ¿Qué?

– No se hable más de eso. Ya escuché a las gemelitas llorar, tienen hambre. Vamos.

Takeda quiso preguntar más –ya que realmente no es para nada el tipo de hombre que atraería la atención de sus alumnos de la manera en que Ukai lo ha mencionado–, pero tuvo que guardar sus inquietudes para cualquier otro momento. Él fue a consolar a sus hijas mientras el rubio preparaba las mamilas y sonreía ampliamente. Y es que es verdad, incluso si cualquier otro hombre llegara a tener interés por Takeda, él se siente lo suficientemente seguro de que su amor durará toda la vida.

Después de eso tuvieron el campamento y las cosas seguían por buen camino. Cuando Shimada y Takinoue les hicieron una visita express durante un fin de semana en Naruko, apenas habían tenido tiempo para conversar, sabiendo que ya todo estaba listo. Pero con el entrenamiento espartano del abuelo Ukai, ni siquiera conversaron más que un poco con el rubio, ya que a él su abuelo lo arrastró como si fuera un adolescente más.

– ¡Los entrenadores jóvenes como tú deben poner el ejemplo haciendo con sus pupilos todo!

– ¡Ah! ¿Pero qué mierda? ¡Tú solo estás vengándote porque no te quiero ceder a mis hijas! ¡Viejo momificado!

Las venitas del abuelo Ukai saltaron por todo su cuello y sienes, y luego se le fue encima a su nieto. Los Ukai comenzaron una cómica pelea en las termas, salpicando agua por todas partes y manoteando como críos jugando a pelear. Los que estaban observando no sabían si aquello era una broma, o si iban en serio. Takeda sensei por su parte seguía jugueteando con sus gemelitas como si nada, aumentando la curiosidad de los presentes. Shimada y Takinoue le acompañan, entretenidos con las niñas, así como Eri y Sugawara, aunque el peliplatino sí que estaba contrariado por la actitud de los mayores.

– No te preocupes, así se llevan ellos dos… – Shimada dijo, sonriéndole mientras carga a Eri en brazos.

– Además, el abuelo Ukai realmente quería que le entregaran a las gemelitas, ya que Keishin se negó en rotundo a entregarle a Takeda-senpai.

– ¿Eh? Pero eso es…

– El Abuelo solo está jugando. Es su forma de demostrar su cariño por su familia. A mí no me molesta que haya dicho que quería casarse con nuestras niñas cuando crecieran. Tampoco que haya dicho que se opondría a nuestra boda ya que él es mejor hombre que Keishin. Si los observas, ellos solamente juegan, no dicen en serio cosas que puedan lastimar al otro.

Takeda dijo, pero Sugawara tuvo francamente sus dudas. Es decir, si él le hablara de esa manera a su abuelo, para nada que se lo tomaría como una broma. Pero también toma en cuenta algo más, por lo que ha observado, los Ukai son una familia de lo más particular.   

Superada la relación abuelo-nieto de los Ukai, el resto del campamento transcurrió con normalidad. Y aunque la visita no pudo más que pasar casi desapercibida para los que estaban dedicados a los entrenamientos, todo había resultado provechoso. Al volver, ya todo estaba listo para la fiesta, la que sería apenas el domingo antes de reintegrarse a las clases. Y apenas a tiempo para que el resto de los clubes pudiesen volver a sus ciudades por la noche.

--//--

El tema en boga por supuesto es el bautizo de Eri, Noriko y Natsumi; pero eso no quita la importancia de otros eventos igual de primordiales. Entre ellos, el incipiente embarazo de Ennoshita, y el desconocimiento de sus familias respecto a todo lo que está implícito. Su condición sexual o el noviazgo con Tanaka. Si bien el chico pokerface se siente seguro de los sentimientos que lo unen al rematador, todavía le da suficiente temor enfrentar a sus padres.

Pero, un embarazo no puede ocultarse por demasiado tiempo ni siendo todo lo precavidos posible. Su madre le ha pregunto en varias ocasiones si está bien de salud ya que le ha visto correr al baño a volver el estómago. Siempre evadía diciendo que era pasajero, o que tal vez no se había lavado bien las manos y tenía alguna pequeña infección. Por supuesto, su madre le escuchaba pero seguía sospechando que algo no estaba bien con su hijo.

Esa noche de sábado al volver del campamento, Ennoshita encontró a su mamá en la estancia, con un sobre de papel blanco sobre la mesa de centro y su mirada seria mirándole a él desde que entró en la casa. Se puso nervioso de inmediato.

– Deja tus cosas y ven a sentarte conmigo, Chikara.

La mujer dijo, y el adolescente supo que no tendría más alternativa que hacerle caso. Dejó su bolso a un lado y se sentó en el cojín, sosteniendo la firme mirada de su progenitora.

– Ha venido una señorita esta mañana a entregarme esto, y a explicarme lo que seguramente no habría podido al leer el contenido en el sobre. Resulta que hace algunos años hubo varias irregularidades en el sistema de salud, y las vacunas que se le pusieron a los recién nacidos durante al menos un par de años consecutivos, resultaron equivocadas. Se les administró una especie de acelerador fértil. En realidad no entendí prácticamente nada de lo que la señorita trató de explicar, excepto que esa vacuna que te pusieron cuando eras un bebé, era parte de una investigación de un llamado Dr. Nibori, quien estaba buscando una forma de que el varón pudiera experimentar un embarazo como la mujer. ¿Sabes lo que significa?

– Que sabes lo que me pasa, y estás enfadada conmigo porque no te lo dije antes.

– Sí, Chikara. Soy tu madre, y he sido una buena madre contigo. Lo menos que esperaría es que confiaras lo suficiente en mí como para contarme sobre tu estado.

El muchacho evadió la mirada sintiéndose apenado, tan nervioso como antes. De hecho, tal vez un poco más. Su madre suspiró, se frotó los ojos y relajó el cuerpo, como si la tensión acumulada durante el día desde la visita de la señorita que fue ahí a informarle y tratar de convencerla de no demandar a la ciudad por lo sucedido casi dos décadas atrás, estuviera liberándose rápidamente en ese momento.

– ¿Cuánto tienes de embarazo?

– Dos meses y medio.

– ¿Cuándo supiste que lo estabas?

– Hace como un mes.

– ¿Estás contento, Chikara?

Entonces la mujer pregunta con voz suave, con ese tono materno que el muchacho le conoce. Y vuelve su mirada hacia ella, ve los rasgos de la edad marcados en su rostro. Pese a que es una mujer joven, y muy guapa, algunas arrugas se han marcado en su piel debido a la vida que llevó durante su adolescencia, ya que había tenido que trabajar para mantenerse a sí misma y estudiar al mismo tiempo. Si dijeran que heredó el carácter de alguno de sus padres, probablemente lo más acertado sería decir que de su madre; pero la mujer es reservada y seria porque aprendió a ser así para sobrevivir en un mundo no tan próspero como el suyo.

– Lo estoy, mamá.

– Eso es lo más importante. Yo no estoy enfadada por tu embarazo, solo lo estoy porque no me lo dijiste. Pero, ¿no crees que seré una abuela agradable? – Ella dijo, sonriendo como pocas veces hacía. Y el corazón de su hijo latió emocionado, feliz, tal vez ligero.

– Mamá, sabes que si estoy en este estado es porque… porque, soy gay, ¿verdad?

– Lo sé.

– ¿Tampoco estás enfadada por eso?

– No voy a decir que no me sorprende. Pero, si tus sentimientos son sinceros, cómo podría juzgar a quién se los entregas. Eso realmente no me haría una buena madre.

– ¿Crees que papá piense como tú?

– Confiaré en que lo haga. Pero, aún en el peor de los escenarios, si tu padre no puede aceptar quien eres y amarte por el solo hecho de ser su hijo, entonces él tendrá que salir de esta casa y amargarse la vida en otra parte. Pero yo jamás te daré la espalda, ni aún frente a tu padre.

Ennoshita suspiró, quizá completamente aliviado de recibir esta respuesta de su madre. También esperará que su padre reaccione igual, aunque nunca podría saber exactamente qué esperar de él. Ya que, como pensó antes, probablemente la gente pensaría que heredó el carácter de su madre, pero no es como si de su progenitor pudiera decir algo diferente. A veces se ha preguntado qué unió a sus padres, o cómo fue que se enamoraron ya que parece difícil imaginarse a su padre cortejando, carente de expresiones faciales que demuestren sus emociones.

Cuanto más lo pienso, más extraña me parece mi familia. Pero, es aquí donde he recibido todo lo que necesito, y realmente he sentido el amor de ambos. Con Tanaka, podré darle el mismo tipo de hogar a nuestro bebé, ¿verdad?

– Chikara, ya estás siendo buen papá con tu bebé. No te preocupes, cariño.

– ¿Cariño?

– Fue raro, ¿cierto? Nunca había usado la palabra. Aunque no significa que no lo sienta, eres mi hijo. Y fui la mujer más feliz del mundo cuando supe que te tendría. Aunque probablemente el doctor no se dio cuenta cuando me lo dijo, y ya que tu padre tampoco gritó de alegría ni nada, tal vez pensó que no estábamos felices. Por cierto, quiero conocer a tu novio, Chikara.

Escuchar la palabra “novio” de labios de su madre se sentía bastante extraño. E inconscientemente se estremeció nervioso e incómodo con la pregunta.

– Yo, creo que primero debería hablar con papá y…

– De acuerdo, si eso te hace sentir seguro.

--//--

El gran día del bautizo finalmente ha llegado. Temprano se llevó la ceremonia religiosa, con las tres pequeñitas soltando el llanto cuando sus cabezas fueron mojadas con el agua bendita. Luego de consolarlas, todos se movieron a la Mansión Fujimi, donde los jardines estaban decorados de manera infantil, con globos de colores en diferentes tamaños y hasta figuras, mesas llenas de frituras y postres, así como sodas. Y una más amplia donde todos los invitados dejaron sus presentes para las niñas.

– Es un placer conocerlos.

– El gusto es nuestro. Por favor, siéntanse en su casa. Arita, cariño, pon algo de música para divertirnos.

El ojiazul se encaminó hacia otra mesa donde estaba dispuesto un equipo de sonido bastante sofisticado –y que de momento, solo él sabe cómo usar–, mientras que Ikejiri se quedaba con la Sra. Fujimi, ligeramente abochornado pues no tenía idea de qué decir.

– Habíamos querido conocerte desde hace algunas semanas, realmente me da gusto que te hayas animado en venir. Arita dice que te llamas Hayato Ikejiri, así que ¿puedo llamar Hayato-kun?

– Sí, señora. Puede llamarme como guste.

– ¡Eres un chico tan simpático! – Ella exclamó emocionada. Luego le pidió que la acompañara al interior de la casa por unas cosas que faltaba acercar.

Mientras tanto, el resto de los chicos y otros adultos hacían acto de presencia, se presentaban entre sí y pronto las conversaciones entre risas y anécdotas vergonzosas comenzaron a llenar los jardines.

Durante unos momentos Eri, Noriko y Natsumi estuvieron yendo de unos brazos a otros, sonriéndole a todos, tirando del cabello de algunos, o queriendo tocar las facciones de otros. Ellas tres estaban realmente contentas cuando se encontraban entre muchas personas, quizá porque la mayoría de ellos eran adolescentes y todavía arrastraban en el alma un resquicio de infancia que les llevaba a sentirse identificadas. O quizá simplemente porque ellas caían bien y eran mimadas, y a cambio devolvían sendas risitas y miradas inocentes con redondas mejillas rosadas como piel de durazno.

Esa misma mañana Shimada y Takinoue anunciaron que se acababan de comprometer, por lo que en los próximos meses habría una boda que celebrar también. Si bien su matrimonio no sería normal, el hecho de que Takinoue hubiera decidido agregar a Shimada en su registro familiar le hacía feliz. La noticia de ellos hizo eco en el pensamiento de todas las demás parejas, tanto de adultos como de adolescentes.

Matrimonio.
Hasta ese momento, ninguno había pensado seriamente en ello. Aunque los Sres. Ukai hubiesen insinuado aquello en varias ocasiones desde que supieron del noviazgo de su hijo con Takeda.

Sawamura se convenció de que si no han pensado en ello detenidamente, no es por falta de entusiasmo por hacer una vida, es que han ido concentrándose en las otras cuestiones más inmediatas como lo fue llevar a buen término el embarazo de Sugawara y luego, velar por su pequeña y hacer todo lo posible por cumplir para ingresar a la Universidad.

Cada pareja decidió en qué medida se dejó influenciar por el anuncio de Shimada y Takinoue, pero la realidad innegable era que la semillita de la curiosidad estaba ahí. Y la vida, seguiría avanzando sin importar qué.

La fiesta se extendió durante casi todo el día de esa manera. Con varias siestas tomadas por las pequeñitas, siendo colocadas en unos futones que los Sres. Fujimi les prestaron para que descansaran más cómodamente en el interior de la casa.

– Fuiste mamá muy joven, Sugawara-kun.

– Sí, Fujimi-san. Fue inesperada la llegada de Eri-chan para Daichi y para mí. Pero estamos muy contentos.

– Da gusto saber que sean tan maduros y responsables. Pero sobre todo, que se quieran tanto. Los romances desde temprana edad siempre me han parecido tan lindos. No sigo que el de usted no lo sea también, Takeda-san.

– Oh no, no estaba pensando en eso para nada, señora.

– ¡Dios mío~! Cuando ustedes me dicen “señora” o “san” me siento tan vieja~ Me llamo Hanna, respeto mucho los honoríficos pero al menos llámenme por mi nombre~

– Está bien, Hanna-san… – Dijeron adolescente y sensei al mismo tiempo.

– Viéndoles arrullar a sus hijas me recuerda cuando Arita estaba así de pequeñito. Él no lo sabe, pero es un milagro para mi esposo y para mí. Nosotros no pudimos tener más hijos ya que tanto él como yo tenemos algunos problemas de fertilidad.

– Es una lástima, Hanna-san, porque ustedes han criado a un chico extraordinario con Fujimi-kun.

– Creo que a él le sirvió conocerlos en esta etapa de su vida. Sobre todo a usted, Takeda-sensei, supe que tuvo algunas charlas con Arita antes de que se fuera a Alemania hace unos meses. Le estoy profundamente agradecida por haber cuidado de él, incluso si no era su alumno.


– ¿Mis padres no han dicho nada raro, verdad Hayato-san?

– No. Por el contrario, me he sentido muy cómodo con ellos. Sobre todo con tu papá, él es un hombre muy respetuoso y simpático. Aunque me llené de vergüenza cuando me preguntó si nosotros también hemos hablado de formar familia.

– Ah, estar con las niñas le ha afectado, seguro.

– Pero le dije que sí. Y también que Arita-kun quería cuatro hijos, y que yo estaría encantado de poder ser quien se les dé.

Ikejiri dijo con las mejillas encendidas de rubor, pero cuando Fujimi le abrazó con radiante sonrisa. Comprendió que finalmente todo estaba donde debía.

Cerca de las siete de la tarde comenzaron a recoger todo, con la cooperación de los adolescentes la limpieza fue rápida. Y despedirse, se sintió extraño. Porque hay otra realidad intrínseca al volver a sus respectivas ciudades. Nada sería igual para nadie. Los de tercer año no estarán en el siguiente torneo. Y los que se quedan, habrán de reestructurar sus clubes con elementos nuevos que, pueden o no, ser adecuados para el deporte.

– Ahora ya no podré molestar a Tobio-chan y a Chibi-chan~ – Oikawa bromeó. Pero incluso a él se le notaba la nostalgia. Inevitablemente ha vivido grandes experiencias con todas estas personas. Incluso su casi rompimiento con Iwaizumi, su reconciliación y las divertidas platicas con los chicos de Karasuno Narita y Kinnoshita… – En serio, fue divertido estar juntos en varias ocasiones. Aunque ya no podamos tener campamentos juntos, sigamos siendo todos amigos, ¿sí?

Todos ahí asintieron, se dieron abrazos e intercambiaron palabras de despedida. Cuando lo hacían de Sugawara y Takeda sensei, les hacían cariños y mimos a las pequeñitas, pidiéndoles portarse bien y compartir fotos con ellos para verlas crecer.

Una sólida y bonita amistad se había fortalecido con los meses. Y era algo que ni en toda la vida dejarían perder, eso era seguro.

--//--

El tiempo, inclemente como siempre, siguió avanzando. Y cuando la graduación de los de tercer año llegó, se hizo fiesta en cada una de las escuelas. En Datekou Kamasaki entregó el segundo botón de su uniforme a Moniwa.

– Me lo pediste antes, ¿recuerdas?

Moniwa abrió los ojos de par en par. Claro que lo recordaba. Aquel día de campamento había sido el más triste de su vida, porque Kamasaki le había rechazado cuando escuchó su confesión.

– Oye, Kaname, no pongas esa expresión. Se supone que estés contento por esto.

Kamasaki sonrió cuando vio la expresión en el rostro de su novio suavizarse. Luego depositó el botón en la palma de la mano que Moniwa extendió.

– ¿También debería darte el mío?

– Obviamente, a menos que tengas pensado engañarme con alguien más.

– ¡Eso nunca, Yasushi! – Exclama temeroso, casi como si la acusación pudiera tener algún argumento. Kamasaki se ríe de buena gana y le abraza, besándole la frente y murmurando palabras de amor… – Nunca vuelvas a decirlo ni de broma, ¿sí?

– Está bien, está bien. Nunca más. Ahora, dame tu botón, un rico beso y vayamos a celebrar que terminamos esto e iremos a la Universidad. Juntos, como siempre vamos a estar, Kaname.

El más bajo se sonrojó, sonrió devolviendo el gesto a su novio y, tras entregarle el botón, tiró de su chaqueta para finalmente besarle.

Así como ellos, Futakuchi y Aone disfrutaban de su relación, y casi agradecían estar en el mismo curso, porque si hubieran tenido que separarse, seguramente que no podrían soportarlo.


– Por qué tienes esa cara, Yuu. Deberías felicitarme, conseguí elevar tanto mis notas que tengo el promedio para ingresar a la Universidad que quería.

– Yo, claro que te felicito Asahi, pero… pero, ahora ya casi no vamos a vernos~

Azumane torció una sonrisa enternecida. Las cosas por las que Nishinoya se preocupaba siempre le sorprendían.

– Será solo un año, Yuu. Luego tú vendrás también, ¿no?

– Sí, pero en un año pueden cambiar tantas cosas. ¿Y si conoces a alguna chica en la universidad y te olvidas de mí?

– ¿Crees que mi amor por ti es tan débil como para que algo así pueda pasar, Yuu?

– N-no… – Admitió ladeando la mirada, sintiéndose avergonzado por sus absurdos temores. Azumane suspiró y metió la mano en su bolsillo, pidiéndole entonces que le mirara a los ojos.

– Sé que este va a ser un año difícil para los dos, no podremos vernos y salir igual que hasta ahora, pero Yuu, todavía vas a seguir siendo a quien amo sin importar qué. Sin embargo, porque te conozco y quiero darte toda la seguridad que me es posible… – Se arrodilló, sacando un par de anillos que mostró al abrir la palma de su mano. Nishinoya abrió sus grandes ojos marrones de par en par, conteniendo inconscientemente el aliento… – Son anillos súper sencillos y ni siquiera conseguí una cajita decente para traerlos, pero… Te Amo, Nishinoya Yuu, y esta es la única forma que encontré para demostrarte que ni el tiempo ni la distancia podrían apartarme de ti. ¿Quieres casarte conmigo?

– ¡Sí! ¡Sí quiero, Asahi! – Lanzarse a los brazos de su novio y casi tirarle al piso, llorar de emoción y llenarle el rostro de besos, culminando en su boca con uno mucho más intenso, sintiendo el brazo de su novio rodearle la cintura y levantarle en vilo por lo que él enreda sus piernas en la cadera ajena.

– Ahora, si alguna chica o un chico quieren abordarte mientras no estoy por aquí, solo les muestras el anillo, ¿de acuerdo, Yuu?

El líbero asiente y se limpia las lágrimas con una mano, en tanto le besan de nuevo y él siente que flota en una nube color de rosa.

– Harás lo mismo, ¿verdad, Asahi?

– No me quitaré el anillo, así cualquiera que lo vea sabrá que estoy comprometido con el amor de mi vida.

Entonces se colocan los anillos en el dedo correspondiente y sellan la promesa con un beso dulce. El camino todavía es largo, pero ellos siguen andándolo tomados de la mano, unidos con el corazón.


Pasar a segundo año se había convertido en un carga diferente a la que sintió el curso anterior. Para Tsukishima la ausencia de los de tercer año se sintió extraña, antes nunca lo había siquiera pensado, pero realmente los echaba en falta. O tal vez extrañaba el carácter paternal de Sawamura, y el equilibrio que Sugawara ponía todos los días. Y definitivamente no había nadie como Azumane para mantener las energías de Nishinoya en los niveles adecuados. Y no es que se quejara del capitán, dirigía de forma apropiada y se tomaba en serio su papel, pero a veces los entrenamientos eran extenuantes porque el líbero veía a todos con su misma carga energética cuando no era para nada de esa manera. Por lo que generalmente el único que le aguantaba el ritmo era Hinata, que a fin de cuentas era tan hiperactivo como él.

– Tsukki, ¿vamos a tomar el almuerzo?

– Ah, sí.

– Estás muy distraído, Tsukki.

Los ojos dorados del rubio buscan los de su novio y mientras le ve sonrojarse por su mirada, estira la mano para enlazar sus dedos y tirar de él rumbo a la azotea. Hoy hace buen día y no le apetece permanecer en el aula. Quiere sentirse tranquilo a solas con su novio.

– ¿No piensas que Tanaka-senpai está más concentrado en su bebé que en el equipo?

– Es natural, faltan apenas unos días para el nacimiento.

– Yo creo que Ennoshita-senpai será buen mamá para su bebé, pero también para el club. Como Sugawara-san. Solo pienso que Tanaka-senpai tiene que pulirse como papá del club, o no estará a la altura de Daichi-san.

Yamaguchi estuvo tentado de decirle que era la cosa más extraña que justamente él dijera algo como eso. Incluso le dio algo de ternura, era como si el rubio estuviese reclamando la falta de atención de sus padres.

– Por otra parte, cuando el bebé nazca, Ennoshita-senpai volverá al club, pero entonces tendrá que ayudar a Nishinoya-senpai a seleccionar a los nuevos jugadores. Este año, a diferencia del anterior, hay muchos aspirantes al club.

– Tsukki, ¿estás nostálgico?

– No. Solo, estaba pensando… – Ligeramente incómodo, se acomodó los anteojos, y estando ya en las escaleras rumbo a la azotea, le empujó contra el muro besándole repentinamente. Por supuesto, el pecoso respondió encantado ese beso, suspirando cuando se separó… – Tadashi, ¿a ti te gustaría casarte y tener hijos?

– ¿Eh? – Pregunta rojo hasta las orejas.

– Quiero decir, no ahora. Tal vez cuando terminemos la Universidad. Porque, seguiremos juntos todo el trayecto de vida, ¿verdad? Como desde que nos conocimos.

– Sí, Tsukki~

--//--

Cumplidos los nueve meses de gestación, y llevando un embarazo tranquilo, Ennoshita estaba en la clínica en la fecha programada para el nacimiento por cesárea de su bebé. Tanaka, y los padres de ambos muchachos, estaban ahí. Ambos adolescentes habían enfrentado a sus respectivas familias y recibido una respuesta positiva de parte de ambos. Aunque los padres de Tanaka fueron un poco más difíciles que los de Ennoshita. Lo importante fue sin embargo que no les hubiesen dado la espalda, y que ahora su bebé pudiera llegar al mundo rodeado de tanto amor.

– ¿Estás asustado, Chikara?

– No. Pero estoy un poco nervioso. No me gustan las inyecciones, y tendrán que anestesiarme.

– Pasará rápido, y yo estaré contigo todo el tiempo.

La operación se llevó a cabo satisfactoriamente, aunque Tanaka casi se desmayaba cuando sacaron a su bebé del vientre de Ennoshita. Con suerte la emoción también había sido suficiente para mantenerle cuerdo. Luego, el primero llanto de su pequeño rompió en el quirófano, y a ellos se les abnegaron los ojos en lágrimas.

Más tarde, el pequeño fue llevado hasta la sala donde Ennoshita se recuperaba de la operación, y donde por supuesto, Tanaka le acompañaba.

– Ha medido 51 centímetros y pesado casi 3 kilos. Es un bebé muy sano… – Informó la enfermera que lo llevó con ellos, entregándolo en brazos de Ennoshita… – Dentro de cinco minutos se permitirá a sus familiares ir ingresando. Por ahora, alimentarlo será lo mejor.

– Gracias… – Atinaron a decir, demasiado embelesados con el pequeñito que se acurrucaba en brazos de su madre, con sus ojitos cerrados y las manitas empuñadas, moviendo la boquita como buscando alimento.

– Aquí tienes la mamila.

– ¿No quieres darle tú?

– Como es la primera vez estando fuera de tu vientre, yo creo que es mejor que lo alimente su mami.

– ¿Escuchas eso, Denji? Yo creo que tu papi tiene nervios de alimentarte… – Ennoshita dijo con tono confidente a su bebé, sonriendo apenas ligeramente, cansado pero feliz.

Tanaka se sonrojó hasta las orejas, pero por alguna razón fue incapaz de negar sus palabras. Más tarde sus padres entraron, ambos matrimonios estaban más que encantados con su nieto. El primer varón de la generación. Al que Eri, Noriko y Natsumi conocieron apenas unos minutos después, y a quien le balbuceaban a saber qué tantas cosas.

La felicidad iba en incremento.

--//--

No mucho después se llegó el primer año de vida de las tres princesas, nuevamente Sugawara, Sawamura, Takeda y Ukai se habían puesto de acuerdo para celebrar en una misma fiesta. Esa vez, los Ukai tiraron la casa por la ventana, y como también se han integrado los Fujimi, la cosa se hizo en grande. Para entonces sus amigos de Nekoma, Datekou y Aoba no habían podido integrarse, pero estaba prometido que sí o sí, deberían reunirse al menos en el tercer año.

Esa tarde Shimada y Takinoue dieron a conocer la fecha de su boda, planeada para otoño. En aquella ocasión, también aprovecharon para anunciar el embarazo del primero. Y un par de semanas más tarde, recibieron la noticia desde Datekou de que Moniwa también había dado positivo y tenía mes y medio de gestación.

Que las noticias circularan entre el amplio grupo de amigos no era precisamente bueno para algunos, como Iwaizumi por ejemplo, que apenas acostumbrándose a su nueva forma de vida como universitario, también tenía que lidiar con el humor de Oikawa, y su nada despreciada popularidad.

– ¡No puedo creerlo~! ¡Iwa-chan, embarázame también! – Exclamó, puchero en labios y esa mirada de niño malcriado que reclama el mismo dulce que un amigo.

– Seguro, esta noche Kusokawa… – Respondió casi por las puras, y es que realmente no tenía tiempo para discutir el tema con su novio otra vez. Debe presentar un proyecto al día siguiente y aún tiene que revisarle los últimos detalles.

– ¡No me ignores! ¡Te estoy hablando en serio! – Oikawa dijo elevando un poco la voz, golpeando el piso antes de sentarse en la cama y apretar un cojín contra el pecho. Su novio, no le ha devuelto siquiera la mirada… – Iwa-chan, eres feo cuando me ignoras.

– Viviré con eso esta noche… – Dijo, metido todavía en su computadora. Escuchó el suspiro derrotado de su novio y por un momento pensó que hoy, la ha librado.

– Nunca me crees cuando digo que tengo deseos de embarazarme.

– Lo hemos discutido varias veces, Tooru. Cuando llegue el momento, pasará. Pero por lo pronto, no. Apenas estamos en el primer año de universidad, debemos enfocarnos en esto.

– Moniwa-kun también está en primer año de universidad, y ya está esperando bebé con el borde de su novio.

– ¿Y…? Ellos no son nosotros. Y tú y yo habíamos dicho que esperaríamos hasta graduarnos, ¿no?

– Técnicamente la decisión la tomaste tú, a mí me pillaste en un momento vulnerable… – Dijo, y finalmente consiguió que su novio volviera la mirada, enarcando una de sus cejas con frustración… – No tiene nada de malo que tengamos familia incluso si aún somos universitarios.

– No es que sea malo, simplemente pienso que no tendríamos el tiempo ni el dinero para mantener un bebé. Tener hijos es una gran responsabilidad, y yo no me siento preparado para asumirla. Te amo, Tooru, pero tener familia no está en mis planes próximos.

--//--

El ambiente estaba por demás tenso e incómodo. Kageyama le sostenía la mirada a su madre, mientras que Hinata la tenía clavada en su propio regazo, jugando nerviosamente con el borde de la camiseta de su novio. A saber, la Sra. de la casa los ha pillado en plena faena, y tras haber dicho “los espero abajo”, había dado media vuelta dejando incluso la puerta de la habitación de su hijo abierta. Entre el shock del momento, la vergüenza y la búsqueda rápida de explicaciones, al final cuando volvieron a la Sala, ambos adolescentes estaban con la mente en blanco.

– Así que, ¿esto es lo que haces cuando tu padre y yo no estamos, Tobio-chan?

– S-sí… – Aunque tentado de negarse, por la mirada que su madre le daba, comprendió que no estaba para darle vueltas al asunto.

– ¿Y acaso tenían pensado contarnos sobre esto en algún momento?

– No lo habíamos decidido. Pero hace un año que somos novios, mamá.

La mujer miró de hito en hito a su hijo y al pelinaranja. Suspiró, se talló las sienes y ajustó un mechón de cabello azabache tras su oreja. Había venido solo porque era pasada medianoche y olvidó unos papeles importantes en casa. Pero cuando entró en su casa y escuchó sonidos “extraños” venir de la segunda planta, no pudo más que indagar lo que ya había sospechado por principio de cuentas. Aún así, ver a su hijo enredado entre sábanas, haciéndolo con otro chico, había sido todo un shock. Sospechar y verlo con sus propios ojos, y más en pleno acto sexual, había sido demasiado.

– ¿Están saliendo desde la ocasión aquella en que Shoyo-chan estaba aquí, vistiendo tu ropa, Tobio-chan?

– Más o menos. Sí, ya estábamos saliendo.

– ¿Y tienen relaciones sexuales desde entonces también?

– No, eso vino después.

– Y Shoyo-chan, ¿de verdad te gusta mi hijo?

Ante la pregunta de la mujer, el pelinaranja finalmente levantó la mirada. Entre sorprendido, avergonzado y temeroso, tartamudeó antes que conseguir una palabra coherente.

– Sí, yo quiero mucho a Tobio, Megumi-san.

– Aquella vez te pregunté acerca de lo que te gustaba de Tobio-chan, pero solo dijiste que eran amigos por el voleibol. ¿Estabas ocultando tus sentimientos?

– Sí. No podía responderle que Tobio me gustaba de una forma diferente a la que me preguntó, Megumi-san.

– Entiendo.

Luego un silencio tan largo y espeso, que Hinata comenzó a sentir cómo se le revolvía el estómago. ¿Y si ahora les prohibían seguir juntos? ¿Cómo iban a sobrellevar esta situación cuando él no quería ni imaginarse dejar de ser novio de Kageyama?

– Daré mi consentimiento para su noviazgo, pero de ahora en adelante cuando vayan a reunirse en casa deberán avisarme antes. No quiero encontrarme con la misma escena de hoy. Y tenemos que prevenir que tu padre se entere en dado caso de esta manera. No voy a decir que no tengan sexo porque, una vez que lo hicieron una primera vez ya era imposible hacerlo de nuevo, ¿verdad? – Las mejillas de ambos adolescentes se encendieron al rojo vivo… – Por ahora vamos a dejar la conversación aquí, pero la retomaremos en otro momento. Voy a volver al restaurante ya que aún tengo muchas cosas que revisar.

Cuando la señora de la casa se fue, Hinata y Kageyama decidieron cambiar la cama y dormir. Pero todavía seguían tensos por la situación en sí.

– Te dije que había escuchado un auto estacionarse afuera, Kageyama.

– Bueno, discúlpame por no escucharte, estaba perdiendo mis sentidos mientras te penetraba.

– ¡No digas eso tan vergonzoso~!

– Entonces no me reclames nada. Las cosas están así y no va a cambiar solo porque me eches en cara que fue mi culpa que mi mamá nos encontrara teniendo sexo.

– Lo siento, no quise que sonara de esa manera… – Murmuró, cayendo en cuenta de la molestia de su novio… – Kageyama, no te estoy culpando.

– Sí lo haces, Hinata.

– Tal vez un poquito, pero el que tu mamá nos haya encontrado también es culpa mía en dado caso. No solo porque no te insistí en que había escuchado algo, sino también porque lo estaba disfrutando tanto como tú. No nos enojemos por esto, ¿sí? Además, tu mamá ya nos aceptó.

Kageyama soltó el aire contenido y se sentó en la cama a medio hacer. Hinata rodeó el lecho y se sentó junto a él.

– Es bueno que nos haya aceptado, pero cuando lo pienso, esto habría sido un problema si ella hubiera dicho algo diferente. Y en verdad que es mi culpa que nos haya encontrado, siempre que sé que no vendrá a dormir te traigo aquí para esto. Debí imaginar que llegaría el día en que volviera por cualquier razón.

– ¿Te arrepientes de hacer el amor conmigo cada que podemos?

– No, Hinata… – Voltea a lado, y se arrepiente un poco de sus palabras. De esa manera tampoco suena bien. Le sujeta el rostro por las mejillas y le besa dulcemente los labios, aunque luego tuerce un gesto extraño… – Tienes mi sabor en la boca, y olemos a sexo. Vamos a ducharnos, luego a dormir. Y, para que sepas, no me arrepiento de ni una sola de las ocasiones en que hemos hecho el amor. Solo creo que deberemos planearlo mejor en futuras ocasiones.

--//--

Cuando Shimada y Moniwa alcanzaron el octavo mes de gestación, llegó una sorpresa más. Futakuchi también ha dado positivo, justo al final de su tercer año de Instituto, lo que no afectaría su participación en el club pues las actividades ya habían terminado para ellos. Y al mismo tiempo la misma sorpresa se hacía presente en Nekoma.

– Kuroo, creí que no vendrías hoy. ¿Cómo va la universidad?

– La universidad va bien, Kenma. Pero no estoy aquí para hablar de eso. ¿Ya recogiste los resultados de la prueba?

– Sí.

– ¿Y…? – Ansioso, Kuroo miró el papel que su novio le extendió, buscando el lugar donde mostrara el resultado final… – Así que, vamos a tener un lindo gatito.

Kuroo sonrió ampliamente, mientras que Kenma simplemente asentía. Luego tuvo que aferrarse a los hombros de su novio cuando le levantó en vilo dando vueltas lleno de emoción. Que sus amigos se enteraran, había sido inevitable

– Yaku-san, ¿ya supiste lo de Kenma-san?

Sí, Lev. Kuroo ya me dijo.

– ¿No te da envidia?

Para nada.

– Por qué eres tan frío, Yaku-san~

No soy frío. Simplemente no me interesa embarazarme como Kenma. Ahora, ¿estás molestando solo para esto? Porque justo ahora tengo que terminar un trabajo, Lev.

– Ya sé, que eres universitario y debes dedicarte totalmente a eso. Es solo que ni siquiera hemos hablado en toda la semana, solo nos mandamos textos.

– Lev, mocoso ya te había dicho que sería así de ahora en adelante.

– Y lo sé, pero aunque se siente genial tener un novio universitario, también echo de menos verte todos los días, o escuchar tu voz. Y pasarán todavía dos años así, detesto no tener tu edad, Yaku-san.

Venga, que apenas hemos comenzado. Estos años serán difíciles para los dos. Tal vez no lo diga, pero también me haces falta, mocoso. Ahora, deja de hacerte ideas tontas y déjame ir, si término mis trabajos, tendré todo el fin de semana para ti, ¿bien?

– ¿Todo, todo?

Sí, cuándo he faltado a mi palabra, mocoso idiota.

– Entonces, nos veremos el sábado tempranito Yaku-san. ¡Planearé nuestra cita con detalle!

¡Tampoco te emociones! – Pero el tono al otro lado de la línea le indicaba que la llamada había terminado… – Ese Lev idiota, como se le ocurra hacer algo cursi, ya verá.

Pero por supuesto, la cita de un fin de semana completo tuvo sus momentos cursis, pero también apasionados. Lev le había hecho el amor tanto y con tal premura, que Yaku estuvo quejándose de dolor de espalda y cansancio la semana siguiente.


Si parecía que se iban escribiendo nuevas historias con el pasar de los meses, y más que concluir pasajes, se abrían otros nuevos, no había error en ello. Porque la vida sigue, y está llena de sorpresas. Y no hemos mirado una vez más en otras ventanas, pero el día de mañana, otras palabras se pueden escribir.

Por ahora, un gesto de humildad, un atisbo de felicidad. Los adolescentes avanzan hacia la adultez, y en el camino renuncian a algunas cosas, aprenden sobre otras, construyen su futuro. Y los adultos, conscientes de su valor, cuidan de sus familias, pensando tal vez en incrementarlas, amando lo que poseen. ¿Un final? No, porque la vida para ellos tampoco ha terminado, quizá, recién ha comenzado.

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