miércoles, 28 de diciembre de 2016

Time Out. EPÍLOGO.



Epílogo
~*~
Donde los finales marcan el inicio de relatos nuevos en páginas blancas


Con el ingreso a la universidad y la entrada al club de voleibol ahí, Kageyama seguía siendo el mismo de siempre. Un setter duro y preciso, aunque le costara entablar comunicación con algunos compañeros. Como estudiante, bueno ahora se esforzaba un tanto más pues de sus notas dependía su futuro. Así, cuando algo le frustraba, todavía había una cosa a la que recurría sin falta –y no es precisamente tener sexo salvaje con Hinata, aunque eso generalmente venía después–, bebía leche. Asaltaba la nevera del departamento compartido y tomaba directamente del empaque.

– Shoyo, no tenemos leche.

– Ah, me la terminé esta mañana y olvidé comprar saliendo del club.

A Kageyama le palpitaron las venitas de la sien. Y su novio se lo decía tan quitado de la pena, ¡se trata de su preciada leche! Molesto por la ausencia de su preciada bebida, el pelinegro optó por una botella de jugo, pero luego escuchó al pelinaranja dejar los papeles en el escritorio de trabajo y colocarse la chaqueta.

– ¿Qué haces?

– Vamos al súper, compramos tu leche y unas cosas más aprovechando el viaje. Que te conozco, Tobio, vas a estar malhumorado el resto de la noche sin tu leche, pareces niño… – Dijo con una sonrisita. El pelinegro se sonrojó tenuemente y frunció pronunciadamente el ceño; bueno porque tenía un punto ahí.

– Tienes muchos papeles en el escritorio, parece que te dejan más tarea que a mí.

– Es que estoy tratando de hacer un ensayo que me dé la nota más alta.

– Si te puedo ayudar en algo…

– No dudaré en pedir tu ayuda… – Le sonríe un poco más y se anima en acercarse otro poco, haciendo que sus manos se rocen.

Honestamente que se siente bien esta convivencia en pareja, aunque tengan puntos malos y buenos, y haya ocasiones en que sea difícil abandonar el lecho por las mañanas porque estar juntos les alegra el corazón. Incluso si hubo quienes pensaron que para ellos vivir juntos sería demasiado complicado –que ya de por sí la pasan peleando por todo–, la verdad es que se les ha dado bastante natural. El departamento lo ha arrendado la familia Kageyama para su hijo cuando éste entró en la Universidad, y ya que el pelinaranja también había ingresado, ambas familias estuvieron de acuerdo en que vivieran juntos y compartir los gastos.

Desde la aprobación que Megumi dio a la relación de ambos chicos, las cosas habían ido mejorando con los meses, cuando el padre de Kageyama se enteró estuvo bastante impactado y durante algunos días casi no intercambió palabras con su hijo o esposa. Un tiempo después dijo que lo apoyaría, aunque fuera un poco difícil para él verle salir con otro chico. Pero como Hinata era un muchacho muy simpático, pronto se ganó la confianza y hasta el aprecio de los Kageyama. Y para cuando ambas familias se reunieron por primera vez, casi parecía una comida donde la novia sería entregada al novio. Para variar que las cosas iban viento en popa. Probablemente por eso es que se sentían tan cómodos estando juntos, viviendo como una pareja felizmente comprometida, aunque de eso no hablasen para nada todavía.

Al llegar al súper, se encaminaron de inmediato al pasillo de lácteos, gran sorpresa se llevaron al descubrir que no eran los únicos de compras.

– ¡Eri-chan~! – A Hinata se le iluminaba la mirada cada que veía a la pequeña, y es que ella le hacía tanto escándalo como el muchacho a la niña.

– ¡Sho-chan~! – Exclamó la pequeña de ya poco más de tres años, riendo alegre y corriendo a brazos del pelinaranja. A Hinata le hacía gracia que le llamara con el prefijo “chan” aunque él ya no fuera para nada un niño, pero como Kageyama le decía a menudo que todavía actuaba como uno, sobre todo con las pequeñas de sus amigos… – ¿También tienen que comprar leche?

– Sí, y compraremos pan y otras cosas… – Le respondió, mientras que su novio les miraba de reojo y fijaba luego su vista en los padres de la menor. Sugawara seguía tan fresco y bonito como siempre, pero en Sawamura jura que nota sus rasgos adultos más resaltados este último año.

– Kageyama, Hinata, que coincidencia encontrarnos… – Saluda el peliplatino, mientras que el mayor se limita a una sonrisa y un saludo de mano.

– Suga-san, Daichi-san, buenas noches… – Saluda respetuoso el pelinegro, mientras que su novio y la pequeña Eri debatían sobre tal o cual marca de leche más sabrosa… – ¿Cómo va la universidad?

– Bien para ambos, aunque el próximo año será el más difícil ya que estaremos próximos a graduarnos. Qué tal lo están manejando ustedes dos.

– Shoyo se ha aplicado sorprendentemente bien, hasta ha recibido algunas felicitaciones de los profesores porque saca muy buenas notas pese a estar también en el club.

– Seguramente que tú estás al pendiente de su alimentación y todo, ¿verdad Kageyama? – Sugawara sonríe divertido cuando ve al pelinegro sonrojarse y evadirle la mirada.

Hinata mismo se lo ha dicho antes en algunas ocasiones que han quedado para reunirse y hablar de trabajos en la universidad ya que la carrera del peliplatino es afín a la del pelinaranja, que Kageyama actúa en ocasiones como hermano mayor, cuidando lo que come o cuánto duerme, incluso prohibiendo el sexo en temporadas de exámenes –bien, eso último sí que lo hace como su novio–.

– Oh, están aquí también… – Los muchachos se sorprenden cuando escuchan la voz de Ennoshita, y luego Denji se soltó de la mano de su mamá para correr con Eri y Hinata.

– Ennoshita-san… – Kageyama saluda con una inclinación de cabeza, viendo luego a Tanaka llegar por el pasillo empujando el carrito con las compras… – Tanaka-san.

– Pero qué coincidencia vernos aquí, chicos… – Saluda sonriente, pendiente de su hijo jugando con Eri y Hinata.

Y la charla se reinicia entre saludos y preguntas acerca de la universidad o la vida como padres. Kageyama entonces se entera de que Ennoshita y Tanaka planean mudarse pronto de la casa del primero y rentar una modesta casita en los suburbios de la universidad, para continuar con los estudios que habían interrumpido terminando el instituto, habiendo decidido entonces –hace poco más de un año– dedicarse por completo a su pequeño, trabajar mucho y conseguir algunos ahorros. Algo más que sabe entonces es que Sawamura y Sugawara están planeando tener un segundo hijo el año entrante.

– Aunque Eri convive mucho con Denji, Noriko y Natsumi, nos gustaría que tenga un hermanito o hermanita también. Así que Koushi y yo hemos estado hablando acerca de dejar de cuidarnos.

– Creo que es bueno pensar en Eri así. Ryuu y yo también pensamos tener otro bebé después, cuando Denji tenga unos cuatro años, pero dependerá también de cómo estemos con la universidad.

Escuchar a los mayores hablar de familia le dejó una sensación extraña a Kageyama, y ver a Hinata tan cariñoso y juguetón con Eri y Denji, le incrementó este sentimiento. No es que quiera pensar en familia propia todavía, apenas han arrancado la universidad y se siente lo suficientemente feliz con lo que tiene, pero viendo a Hinata, ¿qué pensará él? Así que tras despedirse de los pequeños y sus papás, el pelinegro no tardó nada en preguntarle a su novio.

– ¿Eh? ¿Si me interesa tener familia? Pues, no lo he pensado mucho. No me digas que tú…

– No, no apresures conclusiones, solo lo pensé porque te estaba viendo con Denji-chan y Eri-chan; y recordaba cómo te pones cuando están también las gemelitas de Takeda-sensei y Ukai-san.

– Me gusta jugar con ellos porque son niños, y porque Natsu-chan ya no juega tanto conmigo. Ah… – Al pelinaranja parece encendérsela la bombilla y capta que está algo melancólico de los años en que su hermana era más apegada a él, así que él se apega a los hijos de sus amigos… – Bueno, supongo que después querré tener hijos también. Pero, los tendremos cuando ambos queramos, ¿no?

Kageyama asiente, pero ha quedado más extraño el ambiente. Esa noche se dedican a los estudios, toman la ducha por separado y apenas se dicen “buenas noches” cuando cada uno toma su lugar en el lecho. Se sumen en sus pensamientos, replantean su futuro aunque de momento no le hablen al otro de nada.


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Datekou

Desde el nacimiento del pequeño Nori, Moniwa y Kamasaki habían tenido que replantear muchas cosas de su futuro, entre ellas los estudios universitarios. Aunque ambos habían comenzado al mismo tiempo, con el pasar de los meses Kamasaki había ido perdiendo ritmo e interés en la universidad, así que se habían sentado a platicar y tomó la decisión de posponer los estudios para después. De ese modo se hizo cargo del ingreso económico en su totalidad, en tanto que Moniwa se enfocó en la carrera que eligió y cuidaba la mayor parte del tiempo de su pequeño. A un año de la travesía, hoy se sienten felices de cómo va su vida en pareja, como un joven matrimonio.

– ¡La cámara, la cámara! – Kamasaki exclamaba emocionado, buscando la dichosa tableta que le regalaron sus amigos del club para el cumpleaños de Nori la semana pasada, deseoso de captar el momento en que Nori daba sus primeros pasos solito, avanzando hacia su mami con sonrisitas y tambaleándose en sus regordetas piernitas.

– Vamos Nori, sigue así, casi llegas con mami~ – Moniwa le animaba, extendiendo sus brazos con mirada amorosa, sonriendo con cariño y derramando unas lágrimas de pura emoción cuando su hijo finalmente llegó hasta él, balbuceando “má, má” incontables veces… – ¡Bien hecho, Nori!

– ¡Ah, la toma quedó temblorosa pero igual es perfecta! Nori-chan, mira, quién es ese bebé hermoso que camina solito, ¿eh? – Exclamaba orgulloso, mostrándole a su hijo la pantalla de la tableta, donde las sonrisas y las palabras de la familia hacían eco en el video.

La verdad es que no está para nada arrepentido de trabajar casi doce horas diarias, o tener que dejar a Nori en un centro de desarrollo infantil mientras su novio está en la Universidad. A veces pensaba que Nori comprendía que sus padres no pasaran tanto tiempo con él como querían, porque Nori es un niño tan inteligente como su mami, y de carácter como su papi. Y además de eso, tenían los domingos de familia, y eran sagrados porque absolutamente nada más importaba ese día.


Igual que ellos, Futakuchi y Aone viven su estrenada paternidad, aunque con tintes diferentes ya que ellos tienen apenas unos cuatro meses de haber tenido a su bebé. Curiosamente también ha sido un varoncito, al que llamaron Habiki y que poseía toda la belleza de su mamá, pero era alto como su papá. Dadas las nuevas circunstancias de su vida, ninguno de los dos ha iniciado inmediatamente la universidad, aunque ambos tuvieron oportunidad de beca habían decidido trabajar, hacerse de una casita propia y cuidar de Habiki antes que enlistarse en alguna facultad.

– Ah, se están terminando los pañales Taka.

– Compraré mañana saliendo del trabajo, ¿está bien?

– Sí, está perfecto. Ah, también puedes traer pasta para preparar la cena, y papilla de fruta, hay que comenzar a darle probaditas como indicó la pediatra.

Aone asiente, terminando de arropar a su bebé en la cuna. Lo acaba de dormir en sus brazos y todavía no se acostumbra a esa sensación de tener algo tan frágil en ellos. Futakuchi está acomodando las cosas en su lugar, apartando la ropita sucia para lavarla y revisando siempre que todavía tienen de todo, como los pañales, talco, pomada, toallas húmedas y demás.

– ¿Estás cansado, Kenji?

– ¿Eh? Pues no mucho, ya que hoy ha sido mi día de descanso y Habiki durmió la mayor parte del día. Por qué… – Ve la expresión de su novio y comprende. Sonríe avergonzado y se acerca para abrazarle, rodearle los hombros y darle un corto beso en los labios… – Pero hay que ser muy, muy silenciosos Takanobu.

Ser cargado en brazos con facilidad, y llevado de esa manera a la cama. Tienen al menos un par de horas para amarse antes de que su pequeño despierte clamando alimento.

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Nekoma

El embarazo de Kenma había transcurrido con cierta tranquilidad, casi no había tenido dolores y todos sus antojos extravagantes habían sido cumplidos por Kuroo. Ambos recuerdan que para la fecha de parto, Kenma lucía un vientre bastante abultado pero casi no presentó contracciones, por lo que ambos estuvieron preocupados desde días antes, pero la doctora que estuvo siguiendo su embarazo dijo que todo estaba en orden, y el día del nacimiento recibieron la grata sorpresa de una linda minina que llegó para darle otro sabor a sus vidas, y a la pequeña la nombraron Ayane.

– Tiene tu mismo color de ojos, Kenma. Va a ser una niña rompecorazones cuando esté en edad de noviar.

– Lo dices como si no te fueras a poner celoso de sus pretendientes, Kuroo.

– Es porque no pienso ser un papá celoso. Solo voy a asegurarme tras bambalinas de que ningún chico quiera pasarse de listo.

– Ah, creo que serás peor que un papá normal.

Kuroo se ríe de buena gana entonces, carga a Ayane y le habla de lo acusador que es su mami con él.

– Como si no fuera culpa de tu mami que tú vayas a ser una belleza, ¿verdad? Pero tú y yo la sabemos.

– Deja de decirle esas cosas, además yo no soy bello para nada. Ayane es bonita porque se parece a ti, y tú eres muy guapo Kuroo.

– Oh, ¿quieres hacerme sonrojar delante de nuestra niña? – Pregunta con una sonrisita, contagiando a su pequeña de cerca de medio año con su humor.

– Como si tú te sonrojaras así de fácil… – Murmura con tono monótono, ajustándose la melena teñida en una coleta… – Estoy listo, podemos irnos ya. ¿Qué? – Pregunta tras una pausa, luego de que su novio le recorriese de pies a cabeza con la mirada.

– Estás muy delgado, necesitas comer más Kenma.

– Es solo que te acostumbraste a verme más gordito de cuando estaba esperando a Ayane. Estoy en mi talla, Kuroo.

– Vale, si es así. Vamos entonces.


Contrario a lo que se pudiera haber esperado, la relación de Shibayama con Inuoka ha pasado por altibajos sorprendentes. Han terminado un par de ocasiones con la excusa de que necesitan salir con otras personas antes de aseverar algo como ser el amor ideal el uno para el otro. En el fondo probablemente terminaron esas ocasiones por miedo a lo estrecha que se había vuelto su relación. Sin embargo, cada vez que intentaron salir con otras personas, no hicieron más que compararlas con ellos. Al final, hace un par de meses han vuelto a estar juntos, y ahora están más melosos el uno con el otro.

Por otro lado, Yaku y Lev llevan bastante bien su noviazgo, sobre todo ahora que el mestizo también ha ingresado a la universidad. Está tan contento, que se las ingenia para verle dos o tres veces al día entre una clase y otra. Acompañándole cuando menos lo espera en la biblioteca, y por supuesto, coinciden en el club. Su relación de pareja se ha hecho oficial en el campus, pero no por ningún impulso del menor, sino por iniciativa misma del mayor. O más bien, por celos.

Cuando Lev ingresó a la universidad fue el boom de popularidad, llamó naturalmente la atención de todas las chicas tanto de su grado como de superiores, en su facultad y pronto en otras. Lev era alto, guapo y poseía una sonrisa provocativa. Pronto comenzó a ser invitado a reuniones entre facultades con el fin de conocer a otras personas con las que tener citas; o ese era el objetivo de sus compañeros de clase, algo en lo que él no estaba interesado, pero como no le gustaba ser molestado con lo mismo, algunas veces aceptaba a ir.

– Si sigues yendo menos te dejarán en paz. Además, tus amigos saben que si tú vas tienen más probabilidades de que vayan chicas guapas con las que liarse.

– Pero Yaku-san, no sé cómo negarme. Incluso si digo “no” muchas veces, ellos siempre están invitándome e insistiendo.

– Y por eso les das por su lado. Pero por lo mismo, ahora saben que tarde o temprano aceptarás, Lev.

– Se resolvería si pudiera decirles que estoy saliendo con alguien, pero cuando intenté decirles, ellos comenzaron a preguntar quién era y que se las presentara. Entonces fue más complicado.

Luego de eso, Lev había ido a otras dos reuniones, y recibido un montón de números telefónicos y mails de chicas que estaban interesadas en él. Yaku comenzaba a sentirse inquieto por la creciente popularidad de su joven novio, por lo que, en una ocasión estando sentados en una banca en los pasillos de la facultad y cuando llegaron unos compañeros de Lev para invitarle a otra reunión, él decidió actuar.

– Lev no irá… – Dijo con voz firme, sosteniéndole la mirada a uno de los chicos que estaban ahí… – Y se los digo de una vez, no vuelvan a invitarle a esas reuniones, Lev ya está saliendo con alguien, y resulta que ese alguien es celoso y está harto de que estén llevándose a su novio cada semana.

– Yaku-san…

– Le hemos pedido que nos presente a su novia, pero pronto dejó de decir que estaba saliendo con alguien, senpai. Además, lo invitamos porque realmente es popular y más chicas vienen cuando sabe que estará.

– Pues les digo, Lev no irá más. ¿Quieren conocer a su novia? Pues les aviso, tienen un pequeño error allí. Porque con quien Haiba Lev está saliendo soy yo… – Dicho lo cual le plantó un beso ahí, delante de los amigos del mestizo, y otro tanto de personas que estaban en los alrededores.

La noticia se hizo de dominio público en un dos por tres. Y pese a que había quienes decían que solo ha sido un truco de mal gusto para zafar a Lev de las reuniones, con el tiempo no han tenido más remedio que asimilar la verdad. Lev es un chico comprometido, y Yaku un novio impaciente que no está dispuesto a compartir el poco tiempo de su novio.

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Karasuno

Durante el festejo por el cumpleaños de la pequeña Kaiya, hija de Shimada y Takinoue, Ikejiri y Fujimi dieron a conocer su próximo matrimonio, aunque apenas se han comprometido y la fecha para la boda esté algo distante pues será para cuando el pecoso castaño se haya graduado de la universidad, y para eso faltaban casi dos años; mientras que el ojiazul apenas había ingresado.

Ese mismo día Nishinoya dio otra noticia, que tomó a todos desprevenidos pero les llenó de una felicidad particular. Estaba embarazado.

– Asahi y yo estábamos tan sorprendidos como ustedes ahora, ya que todavía estábamos cuidándonos.

– Pero tenías muchas ganas de tener familia propia desde hace mucho, Noya.

– Sí, pero al menos esperábamos que Asahi se graduara.

– De todas maneras es perfecto… – Interrumpió Azumane, rodeando los hombros de su novio… – Para cuando nazca el bebé yo estaré próximo a graduarme, nuestras familias nos apoyarán en lo posible a partir de ahora. Así que no nos sentimos para nada presionados.

Enterados del nuevo embarazo, Kageyama y Hinata volvieron a sentirse extraños con esta noticia. Pero entonces no eran los únicos, pues también Yamaguchi y Tsukishima se sintieron abrumados con la paternidad de todos sus amigos. Además de eso, Takeda-sensei y Ukai-san estaban intentando embarazarse de nuevo, y ya Sugawara y Sawamura lo habían comentado semanas atrás. Ennoshita y Tanaka con su pequeño estaban de igual manera formalizados en su familia, con el pensamiento de encargar otro más adelante. Y ahora, con el futuro matrimonio de Ikejiri con Fujimi, se sentían un poco en desventaja.

– Pero no es como si tuviéramos que hacer todo lo que han estado haciendo los demás, Tadashi.

– Sé que no, Tsukki. Pero aún así se siente como si estuviéramos quedándonos atrás. Quiero decir, es como me siento yo.

– ¿Quieres casarte, o tener hijos?

– No es simplemente que quiera una cosa u otra. Aunque me sienta inquieto cada que nos reunimos ahora, estoy consciente de que debemos terminar antes la universidad, conseguir un empleo estable.

–Tadashi… – El rubio le sujeta el mentón y le obliga a mirarle… – Faltan tres años para graduarnos, correremos con suerte si encontramos un buen empleo de manera inmediata. ¿Estás seguro de que estarás bien esperando todo ese tiempo?

Yamaguchi asiente, pero cuando su novio le abraza fuerte contra su pecho, él siente que se agita mucho más. Está mintiendo, se pone ansioso cada día, porque Tsukishima y él se han estancado en su relación y a veces se siente tan monótona que tiene miedo de que él busque algo diferente lejos de él.

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Aoba

Desde su último año de instituto, la relación entre Kunimi y Kindaichi había sido tensa, y constantemente en la cuerda floja. Kunimi había cumplido con Kindaichi acerca de que éste último cuidara de sus sentimientos, de que le hiciera sentir seguro cada vez incluso si alguien le abordaba. Para Kindaichi cuidar de la relación había sido toda una odisea, pero cuando entraron a la universidad las cosas mejoraron bastante, Kunimi había cedido todo su resentimiento y se ha dejado querer en plenitud finalmente, eso incluye el sexo, del cual nunca habían dado un paso más allá de tocarse superficialmente.

Cuando hicieron el amor por primera vez, Kindaichi se había esmerado en tratar bien a Kunimi, y había convertido la experiencia en un recuerdo hermoso para los dos. Así que podría decirse que su relación, pese a los momentos amargos, ahora era de las más sólidas.

– Es que fuiste terriblemente lento, Kindaichi.

– Lo sé, Oikawa-senpai.

– Ya déjalo Oikawa, no le eches sal a la herida.

– Por qué me riñes Iwa-chan~ de todas formas, yo quiero saber la verdad… – Dijo, virando su atención hacia otros dos amigos… – Mattsun, Makichan, ¿ustedes son novios o amigos sexuales?

– ¡Por qué les preguntas algo así, Kusokawa!

– Pero realmente quiero saber~ ellos no han salido con nadie desde el instituto. Y siempre están juntos. Pero vamos que no veo ni siquiera tensión sexual emanando de los dos. Con 19 años de edad eso es prácticamente imposible.

Matsukawa y Hanamaki se miraron entre sí, luego el primero tomó la palabra.

– Supongo que somos amigos sexuales. Cuando cualquiera se enamore de alguien, retomaremos nuestra amistad sin el aspecto sexual.

Para los cuatro amigos escuchar la tranquilidad con que ellos dos parecían tomarse su vida sexual fue casi chocante. No es que tengan algún prejuicio al respecto, pero imaginan que eso de “volver a la amistad sin sexo” cuando alguno se enamorara iba a resultar un poco incómodo. Kunimi y Oikawa más bien pensaban que ese par sentía algo más profundo que una amistad, pero por alguna razón no hablaban de ello como era.

--//--

Ciertamente la vida de todos los personajes de esta historia seguía su curso. Tendrían muchas cosas aún por experimentar en el largo camino de enseñanza de vida. Durante el cuarto cumpleaños de Eri, Noriko y Natsumi, todos los amigos se han reunido desde las diferentes ciudades –la familia Fujimi algo tenía que ver en ello–. Y entonces han tenido la oportunidad de conocer a la hija de Kenma y Kuroo, la preciosa Ayane, que tenía una personalidad bastante juguetona por momentos, relajada en otros; una armoniosa energía heredada de sus padres. También han conocido a los varones de Date, Nori y Habiki, hijos de Moniwa y Kamasaki, y Futakuchi y Aone respectivamente. Kaiya, la nenita de Shimada y Takinoue era casi de la misma edad de Nori, mientras que Habiki y Ayane estaban cerca en edad también. Pero Denji, el hijo de Ennoshita y Tanaka, estaba más bien en el medio entre todos.

– Viéndolos a todos tan felices con sus familias hace que me den ganas de tener hijos también, Iwa-chan~ – Oikawa exclamó, para variar, emocionado con los hijos de sus amigos. Envidioso del vientre a punto de reventar de Nishinoya.

Esa vez Iwaizumi no dijo nada, más bien evadió el tema. De todas formas, aunque Oikawa no lo mencionaba tanto ahora, el tema de la paternidad sigue saliendo a colación de vez en cuando. Y él sigue pensando que no están listos, además de que no faltaba tanto para graduarse.

– ¿Qué será, Noya-kun?

– Estamos esperando al parto, queremos que sea sorpresa.

– ¿En serio? No me hubiera imaginado que tuvieras la paciencia para esperar nueve meses y saber.

– Oikawa-senpai, aunque no lo parezca, puedo ser muy paciente cuando me lo propongo.

– Ya me voy dando cuenta~. Qué hay de Tobio-chan y Chibi-chan, ¿ustedes cuándo van a tener familia? – Ni bien terminó de preguntar, los chicos se atoraron con sus sodas, escupiendo graciosamente el rostro del popular muchacho.

– Vamos, te acompaño al baño para que te laves la cara, Kusokawa… – Divertido por la escena, Iwaizumi arrastró a su novio a los sanitarios del local para evitar que fuera a armar un escándalo con Hinata y Kageyama, que apenas si habían murmurado una disculpa cuando ya estaban riéndose de la cara de Oikawa.

La fiesta ha sido de lo más divertida, y han formado nuevas memorias para recordar en adelante. Han prometido volver a juntarse después, quizá el próximo año.


Y el tiempo se desliza sin pausas, un año más tarde Oikawa finalmente cumple su deseo de embarazarse, aunque estén apenas próximos a graduarse.

– ¿Estás enojado, Iwa-chan?

– Por qué iba a estarlo.

– Puedes pensar que dejé de cuidarme a propósito… – Murmura pucheroso, honestamente preocupado por lo que piense su novio.

– Pues no, no pensé eso en ningún momento. Además, la doctora nos dijo en la consulta, que a veces pasaba, incluso si duramos años cuidándonos, tu alto grado de fertilidad hizo posible el embarazo. Y estoy feliz, en verdad lo estoy Tooru.

– ¡Gracias, Hajime~! Estaba asustado de que te tomaras a mal esta noticia.

– ¿Ah? Pero tú quién te crees que soy, tonto. Estoy sorprendido, y tendremos que hacer algunos cambios en nuestros planes, pero tener un bebé está bien para mí. Además, nacerá después de graduarnos, seguro nos da tiempo para preparar todo y recibirle.

– Te Amo, Hajime. En serio te amo, te amo, te amo… – Dice abnegado en lágrimas de felicidad, llenándole el rostro de besos a su novio, aferrándose a su cuello mientras su espalda es mimada.

--//--

Tres años después, Hinata y Yamaguchi dan positivo al embarazo al mismo tiempo, y resulta curioso ver a Kageyama y Tsukishima preocupados por una sola cosa.

– No hay razón para escuchar las locuras de los demás, tú y yo no vamos a emparentar ni de broma, Kageyama.

– Como si me interesara relacionarme contigo, Tsukishima.

Lo que el par de muchachos no sabe es que el destino siempre trae sorpresas consigo. Y mientras iniciaban la travesía de al menos ocho meses antes de que sus respectivos hijos nacieran, Hinata y Yamaguchi se sonreían suavemente y tenían un presentimiento en común.

Es hora de levantar la mano y exclamar “Time Out”, porque un tiempo fuera en el sendero de la vida también es indispensable simplemente para sentarse y reflexionar, mirar al pasado, contemplar el presente, planear el futuro. “Time Out” para disfrutar del amor por el amor.


FIN

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