Epílogo
~*~
Donde
los finales marcan el inicio de relatos nuevos en páginas blancas
Con
el ingreso a la universidad y la entrada al club de voleibol ahí, Kageyama
seguía siendo el mismo de siempre. Un setter duro y preciso, aunque le costara
entablar comunicación con algunos compañeros. Como estudiante, bueno ahora se
esforzaba un tanto más pues de sus notas dependía su futuro. Así, cuando algo
le frustraba, todavía había una cosa a la que recurría sin falta –y no es
precisamente tener sexo salvaje con Hinata, aunque eso generalmente venía
después–, bebía leche. Asaltaba la nevera del departamento compartido y tomaba
directamente del empaque.
–
Shoyo, no tenemos leche.
–
Ah, me la terminé esta mañana y olvidé comprar saliendo del club.
A
Kageyama le palpitaron las venitas de la sien. Y su novio se lo decía tan
quitado de la pena, ¡se trata de su preciada leche! Molesto por la ausencia de
su preciada bebida, el pelinegro optó por una botella de jugo, pero luego
escuchó al pelinaranja dejar los papeles en el escritorio de trabajo y
colocarse la chaqueta.
–
¿Qué haces?
–
Vamos al súper, compramos tu leche y unas cosas más aprovechando el viaje. Que
te conozco, Tobio, vas a estar malhumorado el resto de la noche sin tu leche,
pareces niño… – Dijo con una sonrisita. El pelinegro se sonrojó tenuemente y
frunció pronunciadamente el ceño; bueno porque tenía un punto ahí.
–
Tienes muchos papeles en el escritorio, parece que te dejan más tarea que a mí.
–
Es que estoy tratando de hacer un ensayo que me dé la nota más alta.
–
Si te puedo ayudar en algo…
–
No dudaré en pedir tu ayuda… – Le sonríe un poco más y se anima en acercarse
otro poco, haciendo que sus manos se rocen.
Honestamente
que se siente bien esta convivencia en pareja, aunque tengan puntos malos y
buenos, y haya ocasiones en que sea difícil abandonar el lecho por las mañanas
porque estar juntos les alegra el corazón. Incluso si hubo quienes pensaron que
para ellos vivir juntos sería demasiado complicado –que ya de por sí la pasan
peleando por todo–, la verdad es que se les ha dado bastante natural. El
departamento lo ha arrendado la familia Kageyama para su hijo cuando éste entró
en la Universidad, y ya que el pelinaranja también había ingresado, ambas
familias estuvieron de acuerdo en que vivieran juntos y compartir los gastos.
Desde
la aprobación que Megumi dio a la relación de ambos chicos, las cosas habían
ido mejorando con los meses, cuando el padre de Kageyama se enteró estuvo
bastante impactado y durante algunos días casi no intercambió palabras con su hijo
o esposa. Un tiempo después dijo que lo apoyaría, aunque fuera un poco difícil
para él verle salir con otro chico. Pero como Hinata era un muchacho muy
simpático, pronto se ganó la confianza y hasta el aprecio de los Kageyama. Y
para cuando ambas familias se reunieron por primera vez, casi parecía una
comida donde la novia sería entregada al novio. Para variar que las cosas
iban viento en popa. Probablemente
por eso es que se sentían tan cómodos estando juntos, viviendo como una pareja
felizmente comprometida, aunque de eso no hablasen para nada todavía.
Al
llegar al súper, se encaminaron de inmediato al pasillo de lácteos, gran
sorpresa se llevaron al descubrir que no eran los únicos de compras.
–
¡Eri-chan~! – A Hinata se le iluminaba la mirada cada que veía a la pequeña, y
es que ella le hacía tanto escándalo como el muchacho a la niña.
–
¡Sho-chan~! – Exclamó la pequeña de ya poco más de tres años, riendo alegre y
corriendo a brazos del pelinaranja. A Hinata le hacía gracia que le llamara con
el prefijo “chan” aunque él ya no fuera para nada un niño, pero como Kageyama
le decía a menudo que todavía actuaba como uno, sobre todo con las pequeñas de
sus amigos… – ¿También tienen que comprar leche?
–
Sí, y compraremos pan y otras cosas… – Le respondió, mientras que su novio les
miraba de reojo y fijaba luego su vista en los padres de la menor. Sugawara
seguía tan fresco y bonito como
siempre, pero en Sawamura jura que nota sus rasgos adultos más resaltados este
último año.
–
Kageyama, Hinata, que coincidencia encontrarnos… – Saluda el peliplatino,
mientras que el mayor se limita a una sonrisa y un saludo de mano.
–
Suga-san, Daichi-san, buenas noches… – Saluda respetuoso el pelinegro, mientras
que su novio y la pequeña Eri debatían sobre tal o cual marca de leche más
sabrosa… – ¿Cómo va la universidad?
–
Bien para ambos, aunque el próximo año será el más difícil ya que estaremos
próximos a graduarnos. Qué tal lo están manejando ustedes dos.
–
Shoyo se ha aplicado sorprendentemente bien, hasta ha recibido algunas
felicitaciones de los profesores porque saca muy buenas notas pese a estar
también en el club.
–
Seguramente que tú estás al pendiente de su alimentación y todo, ¿verdad
Kageyama? – Sugawara sonríe divertido cuando ve al pelinegro sonrojarse y
evadirle la mirada.
Hinata
mismo se lo ha dicho antes en algunas ocasiones que han quedado para reunirse y
hablar de trabajos en la universidad ya que la carrera del peliplatino es afín
a la del pelinaranja, que Kageyama actúa en ocasiones como hermano mayor,
cuidando lo que come o cuánto duerme, incluso prohibiendo el sexo en temporadas
de exámenes –bien, eso último sí que lo hace como su novio–.
–
Oh, están aquí también… – Los muchachos se sorprenden cuando escuchan la voz de
Ennoshita, y luego Denji se soltó de la mano de su mamá para correr con Eri y Hinata.
–
Ennoshita-san… – Kageyama saluda con una inclinación de cabeza, viendo luego a
Tanaka llegar por el pasillo empujando el carrito con las compras… –
Tanaka-san.
–
Pero qué coincidencia vernos aquí, chicos… – Saluda sonriente, pendiente de su
hijo jugando con Eri y Hinata.
Y
la charla se reinicia entre saludos y preguntas acerca de la universidad o la
vida como padres. Kageyama entonces se entera de que Ennoshita y Tanaka planean
mudarse pronto de la casa del primero y rentar una modesta casita en los
suburbios de la universidad, para continuar con los estudios que habían
interrumpido terminando el instituto, habiendo decidido entonces –hace poco más
de un año– dedicarse por completo a su pequeño, trabajar mucho y conseguir
algunos ahorros. Algo más que sabe entonces es que Sawamura y Sugawara están
planeando tener un segundo hijo el año entrante.
–
Aunque Eri convive mucho con Denji, Noriko y Natsumi, nos gustaría que tenga un
hermanito o hermanita también. Así que Koushi y yo hemos estado hablando acerca
de dejar de cuidarnos.
–
Creo que es bueno pensar en Eri así. Ryuu y yo también pensamos tener otro bebé
después, cuando Denji tenga unos cuatro años, pero dependerá también de cómo
estemos con la universidad.
Escuchar
a los mayores hablar de familia le dejó una sensación extraña a Kageyama, y ver
a Hinata tan cariñoso y juguetón con Eri y Denji, le incrementó este
sentimiento. No es que quiera pensar en familia propia todavía, apenas han
arrancado la universidad y se siente lo suficientemente feliz con lo que tiene,
pero viendo a Hinata, ¿qué pensará él? Así que tras despedirse de los pequeños
y sus papás, el pelinegro no tardó nada en preguntarle a su novio.
–
¿Eh? ¿Si me interesa tener familia? Pues, no lo he pensado mucho. No me digas
que tú…
–
No, no apresures conclusiones, solo lo pensé porque te estaba viendo con
Denji-chan y Eri-chan; y recordaba cómo te pones cuando están también las
gemelitas de Takeda-sensei y Ukai-san.
–
Me gusta jugar con ellos porque son niños, y porque Natsu-chan ya no juega
tanto conmigo. Ah… – Al pelinaranja parece encendérsela la bombilla y capta que
está algo melancólico de los años en que su hermana era más apegada a él, así que
él se apega a los hijos de sus amigos… – Bueno, supongo que después querré
tener hijos también. Pero, los tendremos cuando ambos queramos, ¿no?
Kageyama
asiente, pero ha quedado más extraño el ambiente. Esa noche se dedican a los
estudios, toman la ducha por separado y apenas se dicen “buenas noches” cuando
cada uno toma su lugar en el lecho. Se sumen en sus pensamientos, replantean su
futuro aunque de momento no le hablen al otro de nada.
--//--
Datekou
Desde
el nacimiento del pequeño Nori, Moniwa y Kamasaki habían tenido que replantear
muchas cosas de su futuro, entre ellas los estudios universitarios. Aunque
ambos habían comenzado al mismo tiempo, con el pasar de los meses Kamasaki
había ido perdiendo ritmo e interés en la universidad, así que se habían
sentado a platicar y tomó la decisión de posponer los estudios para después. De
ese modo se hizo cargo del ingreso económico en su totalidad, en tanto que
Moniwa se enfocó en la carrera que eligió y cuidaba la mayor parte del tiempo
de su pequeño. A un año de la travesía, hoy se sienten felices de cómo va su
vida en pareja, como un joven matrimonio.
–
¡La cámara, la cámara! – Kamasaki exclamaba emocionado, buscando la dichosa
tableta que le regalaron sus amigos del club para el cumpleaños de Nori la
semana pasada, deseoso de captar el momento en que Nori daba sus primeros pasos
solito, avanzando hacia su mami con
sonrisitas y tambaleándose en sus regordetas piernitas.
–
Vamos Nori, sigue así, casi llegas con mami~
– Moniwa le animaba, extendiendo sus brazos con mirada amorosa, sonriendo con
cariño y derramando unas lágrimas de pura emoción cuando su hijo finalmente
llegó hasta él, balbuceando “má, má” incontables veces… – ¡Bien hecho, Nori!
–
¡Ah, la toma quedó temblorosa pero igual es perfecta! Nori-chan, mira, quién es
ese bebé hermoso que camina solito, ¿eh? – Exclamaba orgulloso, mostrándole a
su hijo la pantalla de la tableta, donde las sonrisas y las palabras de la
familia hacían eco en el video.
La
verdad es que no está para nada arrepentido de trabajar casi doce horas
diarias, o tener que dejar a Nori en un centro de desarrollo infantil mientras
su novio está en la Universidad. A veces pensaba que Nori comprendía que sus
padres no pasaran tanto tiempo con él como querían, porque Nori es un niño tan
inteligente como su mami, y de
carácter como su papi. Y además de
eso, tenían los domingos de familia, y eran sagrados porque absolutamente nada
más importaba ese día.
…
Igual
que ellos, Futakuchi y Aone viven su estrenada paternidad, aunque con tintes
diferentes ya que ellos tienen apenas unos cuatro meses de haber tenido a su
bebé. Curiosamente también ha sido un varoncito, al que llamaron Habiki y que
poseía toda la belleza de su mamá,
pero era alto como su papá. Dadas las
nuevas circunstancias de su vida, ninguno de los dos ha iniciado inmediatamente
la universidad, aunque ambos tuvieron oportunidad de beca habían decidido
trabajar, hacerse de una casita propia y cuidar de Habiki antes que enlistarse
en alguna facultad.
–
Ah, se están terminando los pañales Taka.
–
Compraré mañana saliendo del trabajo, ¿está bien?
–
Sí, está perfecto. Ah, también puedes traer pasta para preparar la cena, y
papilla de fruta, hay que comenzar a darle probaditas como indicó la pediatra.
Aone
asiente, terminando de arropar a su bebé en la cuna. Lo acaba de dormir en sus
brazos y todavía no se acostumbra a esa sensación de tener algo tan frágil en
ellos. Futakuchi está acomodando las cosas en su lugar, apartando la ropita
sucia para lavarla y revisando siempre que todavía tienen de todo, como los
pañales, talco, pomada, toallas húmedas y demás.
–
¿Estás cansado, Kenji?
–
¿Eh? Pues no mucho, ya que hoy ha sido mi día de descanso y Habiki durmió la
mayor parte del día. Por qué… – Ve la expresión de su novio y comprende. Sonríe
avergonzado y se acerca para abrazarle, rodearle los hombros y darle un corto
beso en los labios… – Pero hay que ser muy, muy silenciosos Takanobu.
Ser
cargado en brazos con facilidad, y llevado de esa manera a la cama. Tienen al
menos un par de horas para amarse antes de que su pequeño despierte clamando
alimento.
--//--
Nekoma
El
embarazo de Kenma había transcurrido con cierta tranquilidad, casi no había
tenido dolores y todos sus antojos extravagantes habían sido cumplidos por
Kuroo. Ambos recuerdan que para la fecha de parto, Kenma lucía un vientre
bastante abultado pero casi no presentó contracciones, por lo que ambos
estuvieron preocupados desde días antes, pero la doctora que estuvo siguiendo
su embarazo dijo que todo estaba en orden, y el día del nacimiento recibieron
la grata sorpresa de una linda minina
que llegó para darle otro sabor a sus vidas, y a la pequeña la nombraron Ayane.
–
Tiene tu mismo color de ojos, Kenma. Va a ser una niña rompecorazones cuando
esté en edad de noviar.
–
Lo dices como si no te fueras a poner celoso de sus pretendientes, Kuroo.
–
Es porque no pienso ser un papá celoso. Solo voy a asegurarme tras bambalinas
de que ningún chico quiera pasarse de listo.
–
Ah, creo que serás peor que un papá normal.
Kuroo
se ríe de buena gana entonces, carga a Ayane y le habla de lo acusador que es
su mami con él.
–
Como si no fuera culpa de tu mami que
tú vayas a ser una belleza, ¿verdad? Pero tú y yo la sabemos.
–
Deja de decirle esas cosas, además yo no soy bello para nada. Ayane es bonita porque se parece a ti, y tú eres
muy guapo Kuroo.
–
Oh, ¿quieres hacerme sonrojar delante de nuestra niña? – Pregunta con una
sonrisita, contagiando a su pequeña de cerca de medio año con su humor.
–
Como si tú te sonrojaras así de fácil… – Murmura con tono monótono, ajustándose
la melena teñida en una coleta… – Estoy listo, podemos irnos ya. ¿Qué? –
Pregunta tras una pausa, luego de que su novio le recorriese de pies a cabeza
con la mirada.
–
Estás muy delgado, necesitas comer más Kenma.
–
Es solo que te acostumbraste a verme más gordito
de cuando estaba esperando a Ayane. Estoy en mi talla, Kuroo.
–
Vale, si es así. Vamos entonces.
…
Contrario
a lo que se pudiera haber esperado, la relación de Shibayama con Inuoka ha
pasado por altibajos sorprendentes. Han terminado un par de ocasiones con la
excusa de que necesitan salir con otras personas antes de aseverar algo como
ser el amor ideal el uno para el otro. En el fondo probablemente terminaron
esas ocasiones por miedo a lo estrecha que se había vuelto su relación. Sin
embargo, cada vez que intentaron salir con otras personas, no hicieron más que
compararlas con ellos. Al final, hace un par de meses han vuelto a estar
juntos, y ahora están más melosos el uno con el otro.
Por
otro lado, Yaku y Lev llevan bastante bien su noviazgo, sobre todo ahora que el
mestizo también ha ingresado a la universidad. Está tan contento, que se las
ingenia para verle dos o tres veces al día entre una clase y otra.
Acompañándole cuando menos lo espera en la biblioteca, y por supuesto,
coinciden en el club. Su relación de pareja se ha hecho oficial en el campus,
pero no por ningún impulso del menor, sino por iniciativa misma del mayor. O
más bien, por celos.
Cuando
Lev ingresó a la universidad fue el boom de popularidad, llamó naturalmente la
atención de todas las chicas tanto de su grado como de superiores, en su
facultad y pronto en otras. Lev era alto, guapo y poseía una sonrisa
provocativa. Pronto comenzó a ser invitado a reuniones entre facultades con el
fin de conocer a otras personas con las que tener citas; o ese era el objetivo
de sus compañeros de clase, algo en lo que él no estaba interesado, pero como
no le gustaba ser molestado con lo mismo, algunas veces aceptaba a ir.
–
Si sigues yendo menos te dejarán en paz. Además, tus amigos saben que si tú vas
tienen más probabilidades de que vayan chicas guapas con las que liarse.
–
Pero Yaku-san, no sé cómo negarme. Incluso si digo “no” muchas veces, ellos
siempre están invitándome e insistiendo.
–
Y por eso les das por su lado. Pero por lo mismo, ahora saben que tarde o
temprano aceptarás, Lev.
–
Se resolvería si pudiera decirles que estoy saliendo con alguien, pero cuando
intenté decirles, ellos comenzaron a preguntar quién era y que se las presentara. Entonces fue más
complicado.
Luego
de eso, Lev había ido a otras dos reuniones, y recibido un montón de números
telefónicos y mails de chicas que estaban interesadas en él. Yaku comenzaba a
sentirse inquieto por la creciente popularidad de su joven novio, por lo que,
en una ocasión estando sentados en una banca en los pasillos de la facultad y
cuando llegaron unos compañeros de Lev para invitarle a otra reunión, él
decidió actuar.
–
Lev no irá… – Dijo con voz firme, sosteniéndole la mirada a uno de los chicos
que estaban ahí… – Y se los digo de una vez, no vuelvan a invitarle a esas
reuniones, Lev ya está saliendo con alguien, y resulta que ese alguien es
celoso y está harto de que estén llevándose a su novio cada semana.
–
Yaku-san…
–
Le hemos pedido que nos presente a su novia, pero pronto dejó de decir que
estaba saliendo con alguien, senpai. Además, lo invitamos porque realmente es
popular y más chicas vienen cuando sabe que estará.
–
Pues les digo, Lev no irá más. ¿Quieren conocer a su novia? Pues les aviso, tienen un pequeño error allí. Porque con quien
Haiba Lev está saliendo soy yo… – Dicho lo cual le plantó un beso ahí, delante
de los amigos del mestizo, y otro tanto de personas que estaban en los
alrededores.
La
noticia se hizo de dominio público en un dos por tres. Y pese a que había
quienes decían que solo ha sido un truco de mal gusto para zafar a Lev de las
reuniones, con el tiempo no han tenido más remedio que asimilar la verdad. Lev
es un chico comprometido, y Yaku un novio impaciente que no está dispuesto a compartir el poco tiempo de su novio.
--//--
Karasuno
Durante
el festejo por el cumpleaños de la pequeña Kaiya, hija de Shimada y Takinoue,
Ikejiri y Fujimi dieron a conocer su próximo matrimonio, aunque apenas se han
comprometido y la fecha para la boda esté algo distante pues será para cuando
el pecoso castaño se haya graduado de la universidad, y para eso faltaban casi
dos años; mientras que el ojiazul apenas había ingresado.
Ese
mismo día Nishinoya dio otra noticia, que tomó a todos desprevenidos pero les
llenó de una felicidad particular. Estaba embarazado.
–
Asahi y yo estábamos tan sorprendidos como ustedes ahora, ya que todavía
estábamos cuidándonos.
–
Pero tenías muchas ganas de tener familia propia desde hace mucho, Noya.
–
Sí, pero al menos esperábamos que Asahi se graduara.
–
De todas maneras es perfecto… – Interrumpió Azumane, rodeando los hombros de su
novio… – Para cuando nazca el bebé yo estaré próximo a graduarme, nuestras
familias nos apoyarán en lo posible a partir de ahora. Así que no nos sentimos
para nada presionados.
Enterados
del nuevo embarazo, Kageyama y Hinata volvieron a sentirse extraños con esta noticia. Pero entonces no eran los únicos, pues
también Yamaguchi y Tsukishima se sintieron abrumados con la paternidad de
todos sus amigos. Además de eso, Takeda-sensei y Ukai-san estaban intentando
embarazarse de nuevo, y ya Sugawara y Sawamura lo habían comentado semanas
atrás. Ennoshita y Tanaka con su pequeño estaban de igual manera formalizados
en su familia, con el pensamiento de encargar otro más adelante. Y ahora, con
el futuro matrimonio de Ikejiri con Fujimi, se sentían un poco en desventaja.
–
Pero no es como si tuviéramos que hacer todo lo que han estado haciendo los demás,
Tadashi.
–
Sé que no, Tsukki. Pero aún así se siente como si estuviéramos quedándonos
atrás. Quiero decir, es como me siento yo.
–
¿Quieres casarte, o tener hijos?
–
No es simplemente que quiera una cosa u otra. Aunque me sienta inquieto cada
que nos reunimos ahora, estoy consciente de que debemos terminar antes la
universidad, conseguir un empleo estable.
–Tadashi…
– El rubio le sujeta el mentón y le obliga a mirarle… – Faltan tres años para
graduarnos, correremos con suerte si encontramos un buen empleo de manera
inmediata. ¿Estás seguro de que estarás bien esperando todo ese tiempo?
Yamaguchi
asiente, pero cuando su novio le abraza fuerte contra su pecho, él siente que
se agita mucho más. Está mintiendo, se pone ansioso cada día, porque Tsukishima
y él se han estancado en su relación y a veces se siente tan monótona que tiene
miedo de que él busque algo diferente lejos de él.
--//--
Aoba
Desde
su último año de instituto, la relación entre Kunimi y Kindaichi había sido
tensa, y constantemente en la cuerda floja. Kunimi había cumplido con Kindaichi
acerca de que éste último cuidara de sus sentimientos, de que le hiciera sentir
seguro cada vez incluso si alguien le abordaba. Para Kindaichi cuidar de la
relación había sido toda una odisea, pero cuando entraron a la universidad las
cosas mejoraron bastante, Kunimi había cedido todo su resentimiento y se ha
dejado querer en plenitud finalmente, eso incluye el sexo, del cual nunca
habían dado un paso más allá de tocarse superficialmente.
Cuando
hicieron el amor por primera vez, Kindaichi se había esmerado en tratar bien a
Kunimi, y había convertido la experiencia en un recuerdo hermoso para los dos.
Así que podría decirse que su relación, pese a los momentos amargos, ahora era
de las más sólidas.
–
Es que fuiste terriblemente lento, Kindaichi.
–
Lo sé, Oikawa-senpai.
–
Ya déjalo Oikawa, no le eches sal a la herida.
–
Por qué me riñes Iwa-chan~ de todas formas, yo quiero saber la verdad… – Dijo,
virando su atención hacia otros dos amigos… – Mattsun, Makichan, ¿ustedes son
novios o amigos sexuales?
–
¡Por qué les preguntas algo así, Kusokawa!
–
Pero realmente quiero saber~ ellos no han salido con nadie desde el instituto.
Y siempre están juntos. Pero vamos que no veo ni siquiera tensión sexual
emanando de los dos. Con 19 años de edad eso es prácticamente imposible.
Matsukawa
y Hanamaki se miraron entre sí, luego el primero tomó la palabra.
–
Supongo que somos amigos sexuales. Cuando cualquiera se enamore de alguien,
retomaremos nuestra amistad sin el aspecto sexual.
Para
los cuatro amigos escuchar la tranquilidad con que ellos dos parecían tomarse
su vida sexual fue casi chocante. No es que tengan algún prejuicio al respecto,
pero imaginan que eso de “volver a la amistad sin sexo” cuando alguno se
enamorara iba a resultar un poco incómodo. Kunimi y Oikawa más bien pensaban
que ese par sentía algo más profundo que una amistad, pero por alguna razón no
hablaban de ello como era.
--//--
Ciertamente
la vida de todos los personajes de esta historia seguía su curso. Tendrían
muchas cosas aún por experimentar en el largo camino de enseñanza de vida.
Durante el cuarto cumpleaños de Eri, Noriko y Natsumi, todos los amigos se han
reunido desde las diferentes ciudades –la familia Fujimi algo tenía que ver en
ello–. Y entonces han tenido la oportunidad de conocer a la hija de Kenma y
Kuroo, la preciosa Ayane, que tenía una personalidad bastante juguetona por
momentos, relajada en otros; una armoniosa energía heredada de sus padres.
También han conocido a los varones de Date, Nori y Habiki, hijos de Moniwa y
Kamasaki, y Futakuchi y Aone respectivamente. Kaiya, la nenita de Shimada y
Takinoue era casi de la misma edad de Nori, mientras que Habiki y Ayane estaban
cerca en edad también. Pero Denji, el hijo de Ennoshita y Tanaka, estaba más
bien en el medio entre todos.
–
Viéndolos a todos tan felices con sus familias hace que me den ganas de tener
hijos también, Iwa-chan~ – Oikawa exclamó, para variar, emocionado con los
hijos de sus amigos. Envidioso del
vientre a punto de reventar de
Nishinoya.
Esa
vez Iwaizumi no dijo nada, más bien evadió el tema. De todas formas, aunque
Oikawa no lo mencionaba tanto ahora, el tema de la paternidad sigue saliendo a
colación de vez en cuando. Y él sigue pensando que no están listos, además de
que no faltaba tanto para graduarse.
–
¿Qué será, Noya-kun?
–
Estamos esperando al parto, queremos que sea sorpresa.
–
¿En serio? No me hubiera imaginado que tuvieras la paciencia para esperar nueve
meses y saber.
–
Oikawa-senpai, aunque no lo parezca, puedo ser muy paciente cuando me lo
propongo.
–
Ya me voy dando cuenta~. Qué hay de Tobio-chan y Chibi-chan, ¿ustedes cuándo
van a tener familia? – Ni bien terminó de preguntar, los chicos se atoraron con
sus sodas, escupiendo graciosamente el rostro del popular muchacho.
–
Vamos, te acompaño al baño para que te laves la cara, Kusokawa… – Divertido por
la escena, Iwaizumi arrastró a su novio a los sanitarios del local para evitar
que fuera a armar un escándalo con Hinata y Kageyama, que apenas si habían
murmurado una disculpa cuando ya estaban riéndose de la cara de Oikawa.
La
fiesta ha sido de lo más divertida, y han formado nuevas memorias para recordar
en adelante. Han prometido volver a juntarse después, quizá el próximo año.
…
Y
el tiempo se desliza sin pausas, un año más tarde Oikawa finalmente cumple su
deseo de embarazarse, aunque estén apenas próximos a graduarse.
–
¿Estás enojado, Iwa-chan?
–
Por qué iba a estarlo.
–
Puedes pensar que dejé de cuidarme a propósito… – Murmura pucheroso,
honestamente preocupado por lo que piense su novio.
–
Pues no, no pensé eso en ningún momento. Además, la doctora nos dijo en la
consulta, que a veces pasaba, incluso si duramos años cuidándonos, tu alto
grado de fertilidad hizo posible el embarazo. Y estoy feliz, en verdad lo estoy
Tooru.
–
¡Gracias, Hajime~! Estaba asustado de que te tomaras a mal esta noticia.
–
¿Ah? Pero tú quién te crees que soy, tonto. Estoy sorprendido, y tendremos que
hacer algunos cambios en nuestros planes, pero tener un bebé está bien para mí.
Además, nacerá después de graduarnos, seguro nos da tiempo para preparar todo y
recibirle.
–
Te Amo, Hajime. En serio te amo, te amo, te amo… – Dice abnegado en lágrimas de
felicidad, llenándole el rostro de besos a su novio, aferrándose a su cuello
mientras su espalda es mimada.
--//--
Tres
años después, Hinata y Yamaguchi dan positivo al embarazo al mismo tiempo, y
resulta curioso ver a Kageyama y Tsukishima preocupados por una sola cosa.
–
No hay razón para escuchar las locuras de los demás, tú y yo no vamos a
emparentar ni de broma, Kageyama.
–
Como si me interesara relacionarme contigo, Tsukishima.
Lo
que el par de muchachos no sabe es que el destino siempre trae sorpresas
consigo. Y mientras iniciaban la travesía de al menos ocho meses antes de que
sus respectivos hijos nacieran, Hinata y Yamaguchi se sonreían suavemente y
tenían un presentimiento en común.
Es
hora de levantar la mano y exclamar “Time Out”, porque un tiempo fuera en el
sendero de la vida también es indispensable simplemente para sentarse y
reflexionar, mirar al pasado, contemplar el presente, planear el futuro. “Time
Out” para disfrutar del amor por el amor.
FIN
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