miércoles, 28 de diciembre de 2016

NIne Tailed Fox. PRÓLOGO.



Título: NINE TAILED FOX
Autora: Felina
Arte: Maki
Parejas: YooSu, YunJae, HayaMin, SeokWoo (Seo Ji Seok x Wooyoung -2PM-)
Género: Romance, Fantasía
Clasificación: NC-17
Resumen: La leyenda de Gumiho se vuelve realidad y un chico extravagante aprenderá a volverse más humano de la misma manera en que Gumiho aprende a serlo… ¿Será que también encuentren el amor?
Advertencia: Lemon

Prólogo
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Gumiho. Según la mitología coreana se trata de criaturas malignas que inspiran temor en las personas. El llamado zorro de nueve colas que es capaz de tomar forma humana, generalmente femenina, seduce a los hombres para consumir su hígado. Es esta la leyenda más popular, ¿verdad o falso? Eso tal vez no quede esclarecido en ésta historia, pero sin duda es un conocimiento que tres jóvenes muchachos de edad universitaria tendrán presentes y el motivo por el cual se dejarán llevar por el temor, y tal vez algo más.

¿Amor?
Quizá, después de todo ¿Un humano puede enamorarse de un ser fantástico? O ¿Un Gumiho puede realmente convertirse en humano y conocer el amor?

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Templo de Guinsa

Localizado en un valle estrecho bordeado por montañas, el Templo de Guinsa es uno de los más hermosos de toda Corea. En uno de sus santuarios reside un pequeño grupo de Monjes que tienen un único mandato desde tiempos pasados: cuidar de una pinturaperteneciente a la Abuela de los 3 Dioses (Viento, Lluvia y Nube), obra antiquísima en la que se ve a una anciana vestida con el atuendo tradicional bajo un árbol de Ginkgo Biloba (también llamado árbol de los cuarenta escudos que puede vivir hasta mil años) y a su lado, un zorro al cual no se le aprecia una sola cola. Pero éste lugar, como muchos otros alrededor del mundo, tiene sus propias leyendas, mitos que prevalecen a través de los siglos.

Por los bosques ocultos entre papiros olvidados corrían y saltaban tres zorros de nueve colas, uno de ellos de grandes ojos avellana que brillaban como el mirar de un niño juguetón, su pelaje es blanco y sus colas largas pintadas están de la punta de un tono rojizo. Otro posee estilizados ojos color negro, su figura esbelta tiene un caminar refinado y sus colas están pintadas de azul claro como el color del cielo, su pelaje es color perla. Y el tercero, es un zorro de ojos oscuros que parecen tener un peculiar brillo dorado en sus irises, su pelaje es café y sus colas poseen el color de la arena en los desiertos.

Pero cuando escuchan el sonido de voces humanas acercándose al Templo, los tres zorros callan y tomando forma humana se ocultan de la vista de las personas dedicándose entonces solo a escuchar el tonto relato que ese Monje de mediana edad se empeña en repetir una y otra vez a esos humanos llamados turistas o visitantes, y que siempre muestran expresiones de sorpresa y lástima ante las palabras del Monje…

— Se cuenta que en una ocasión hace más de 500 años, un Gumiho tomó forma humana y anduvo entre las personas como uno más de nosotros; sin embargo, fue fácil reconocer su naturaleza fantástica porque poseía una belleza sobrenatural, no había hombre que no cayera bajo sus encantos… — Relataba el hombre a ese pequeño grupo de mujeres que le prestaban total atención.

Están hablando de ti…— El zorro de ojos avellana le dijo sonriente a su igual de ojos negros, quien solo escuchaba realmente cansado de la misma historia durante años, comenzaba a ser demasiado aburrido estar encerrado ahí.

Claro que si pudiéramos salir de aquí sería fantástico, pero es momento en que La Abuela no perdona nuestro último arrebato… — Pensó para sí el zorro de ojos negros, bostezando con aire fastidioso en tanto el hombre continuaba su relato.

— Entonces la Abuela de los Tres Dioses le prometió convertirla en humana si conseguía esposo, por lo que la Gumiho se arregló y maquilló como toda novia de aquella época, y aguardó días y noches enteras, hasta que comprendió que nunca nadie llegaría.Decepcionada y triste, la Gumiho desistió de su deseo de ser humana y volvió a lado de la Abuela de los Tres Dioses. 

¡Eso no sucedió así!…— El zorro de ojos negros exclamó indignado, y entonces un sonido extraño escucharon las personas junto a un fuerte aire que sopló desde el exterior sacudiendo el móvil de viento que colgaba en la entrada y apagando la llama de las pocas velas que estaban encendidas, los otros dos zorros habían tapado la boca del zorro de ojos negros escondiéndose mejor para evitar ser vistos.

— Bueno, bueno… — El Monje aclaró la garganta con nerviosismo, mirando de soslayo la pintura que había estado explicando en su relato y pensando en que tal vez ha molestado el espíritu de la Abuela o quizá el de algún Gumiho. Ante su propio pensamiento el hombre se estremeció— Será bueno volver ya, por hoy ha sido suficiente de hablar de los Gumihos, se dice que son criaturas celosas y no les gusta que se hable demasiado de ellos… — El hombre y las personas que le acompañaban salieron inmediatamente del Templo sin mirar una vez más hacia atrás.

Los has espantado…— El zorro de ojos avellana respingó cruzándose de brazos en clara señal de molestia.

No sé qué encuentras de divertido escuchar siempre lo mismo…— El zorro de ojos negros se defendió, aún estaba indignado.

Pues es más divertido que estar aquí encerrados sin nada qué hacer o a quien asustar de vez en cuando.

¿Te recuerdo por culpa de quién es que los tres terminamos encerrados aquí? El zorro de ojos oscuros dijo de pronto con gesto molesto.

Pero yo solo quería lo mismo que hemos querido todos alguna vez…— El zorro de ojos avellana se defendió haciendo morritos, esos gestos adorables que solía desarmar a los otros dos, pero que hoy parecían no estar dando resultado. Al menos no contra el zorro menor.

Sí, pero tú te extralimitaste…— El zorro de ojos oscuros volvió a acusarle con cierto tono resentido.

El zorro de ojos avellana suspiró y terminó sentándose en el piso de madera típico de los Templos, piernas y brazos cruzadas y la clara expresión de un niño regañado que está inconforme pero sabe no tiene modo de defenderse. Después de todo los zorros tenían razón, si bien es cierto que el zorro de ojos negros había sido el primero de ellos tres en tener el deseo de ser un humano (no de la manera en que el Monje relatara), había sido el zorro de ojos avellana el que había desobedecido a la Abuela de los Tres Dioses ganándose por castigo el encierro en aquel Templo hasta que sus nueve colas volvieran a ser dibujadas en la pintura que el Monje siempre mostraba para contar la leyenda del Gumiho. Lo curioso es que en aquella ocasión, más de 500 años atrás, su osadía había arrastrado a sus dos hermanos al mismo fin.

La razón por la que entonces el zorro de ojos avellana había perseguido el deseo de ser humano, distaban sin embargo mucho de lo que podría motivarle esta vez. Hace 500 años lo había movido la curiosidad, tan innata en él como lo sería en un niño entre los humanos. Mientras que el zorro de ojos negros había sido impulsado por una razón mucho más, emocional. Todo sin embargo sería diferente ahora, los tres zorros lo presentían. Como si estuviesen conectados de alguna manera al curso de sus propios destinos.


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Seúl, Corea


Park Yoochun es su nombre, el apuesto joven de 21 años y alta popularidad por su atractivo varonil como su porte seductor, tenía solo un problema: su abuelo.

— ¡Vuelve acá, truhán; no he terminado contigo!… — El anciano hombre de cabello cano de nombre Park Myung-Dae corrió detrás de su nieto sin éxito alguno, el joven pelinegro había escapado una vez más de la Mansión sin que pudiera por lo menos haberle dado su merecido castigo. Cualesquiera que este pudiera haber sido, la imaginación del hombre mayor se estaba deteriorando al pasar de los años sin conseguir cambiar en nada a su nieto.

El apuesto muchacho había escapado de su abuelo por una sencilla razón, algo insulsa a decir verdad y carente de significado para una persona con sentido común, pero todo un lío para alguien como él, acostumbrado a cumplir sus caprichos sin que la autoridad de su abuelo se ponga por encima de ellos. O al menos así fue durante los primeros 17 años de su vida al menos, porque no ha sido si no hasta el momento en que el tiempo de ingresar a la Universidad se presentó, que Myung-Dae quiso mostrarle a su nieto cómo debía ganarse todo en la vida. Tarde, a decir verdad, porque una vez acostumbrado a los lujos de la vida acomodada, aprender a valerse por sí mismo no iba a resultar nada sencillo. Y Park lo demuestra siendo un muchacho caprichoso, negándose a seguir los mandatos de su abuelo, el encargado de su crianza.

Tras haber huido, el día transcurrió deprisa; el pelinegro anduvo sin rumbo fijo, renegando entre dientes, maldiciendo al viento y haciendo alguno que otro ridículo en plena vía pública mientras se alejaba más y más de su hogar conduciendo aquél auto que decidió pararse en algún punto de la carretera. Park miró a ambos lados descubriendo que allí, solo verde y viento le acompañaban. No hay casas alrededor y ni una sola luz que le indique algún tipo de civilización.

— Dónde demonios vine a parar.

Park gruñó ruidosamente y pateó la llanta de su automóvil, por alguna razón se había ponchado y él ahora estaba varado en medio de la nada. Cerró la maquina y guardó las llaves en el bolso de su chaqueta, la que echó al hombro al tiempo que iniciaba la caminata hacia adelante, seguro de que en un par de kilómetros se encontraría con algún pueblo vecino.

— Ah, para empeorar mi humor mi móvil no tiene batería… — Park suspiró casi derrotado, maldiciendo a todo pulmón el momento en que tuvo que escapar de casa para no enfrentar la insistente petición de su abuelo por enviarle a donde no quiere ir. Obviamente.

Así, el pelinegro caminó durante un buen rato, allá en el horizonte el sol se ocultaba y los colores nacarados del atardecer bañaron el cielo. Anduvo tanto que los pies le dolían y moría de hambre y sed; y lo peor es que aún no ha encontrado ningún pueblo en el cual resguardarse de la noche. Park estaba seguro de que aquello era castigo de arriba por ir contra la voluntad de su abuelo.

A saber, Myung-Dae le había dicho esa mañana que estaba decidido a enviarle a un Templo Sagrado para que aprendiese que la vida mundana solo entorpecía sus habilidades para ser un hombre digno. Por supuesto, aquello había sido el acabose para la paciencia del pelinegro, suficiente había tenido cuando le insistió en que estudiara una carrera universitaria que ahora estaba por completar –aunque todavía hubiesen dos años al menos de distancia hacia la graduación, pues previo a eso había escapado por dos años evitando el deseo de su abuelo, haciendo lo que quería e incursionando en el mundo de la música como trovador que tocaba de bar en bar haciéndose de cierta fama como popular casanova–.

De modo que, según pensamiento y acción de Yoochun, no estaba dispuesto a permitir que decidiera su vida y le encerrara en algún lugar donde solo iba a aburrirse y participar de tareas pesadas o aburridas celebraciones, rituales, o lo que sea que hagan las personas en un Templo Sagrado de esos apartados de la civilización que llevan una vida bastante sosa para su gusto.

Pero la vida, por supuesto, siempre da giros sorpresivos. Y eso, Park Yoochun estaba por experimentarlo.

¾ ¡Tan cansado y hambriento!¾ Se quejó por enésima vez en la última hora desde que abandonó su automóvil en la carretera, a punto de perder la esperanza y de tirar el orgullo por la ventana para llamar al abuelo y pedirle que mandase a alguien por él… — ¡Argh! ¡Olvido que el maldito móvil no funciona! — Se quejó tirando desesperado de sus brunos mechones.

Anduvo todavía unos minutos más, bostezando de vez en cuando y nublándose la mirada con el lacrimoso reflejo del bostezo. Se colocó la chaqueta porque había comenzado a refrescar y maldijo por enésima vez su suerte. Entonces vio a la distancia una luz brillar en medio de la oscuridad.

— ¡Oh! ¡Una casa!... — El pelinegro sonrió emocionado al distinguir entre aquella luz, una construcción que bien podía parecer un hogar, o un templo quizá. Justo ahora le daba igual  qué lugar fuera mientras tuviera un teléfono qué usar para llamar a su abuelo.

El estilo le hizo pensar en los hogares tradicionales de épocas antiguas, pero no le dio mayor importancia, llamó a la puerta esperando correr con suerte y que quienes habitaran ahí contaran con línea telefónica.  Un minuto después escuchó el murmullo de pasos al otro lado del portón, las pesadas puertas de madera crujieron cuando fueron abiertas por dos hombres, mientras un tercero le saludaba.

— Buenas noches, jovencito. ¿En qué podemos ayudarle?

— Buenas noches señor. Disculpe la molestia, me pregunto si por casualidad tendrá un teléfono que pueda permitirme para realizar una llamada. Es, urgente.

Park dijo con su mejor cara de chico en apuros, lamentándose que no fuese una mujer, o una muchachita quien le diera auxilio porque así probablemente sería más sencillo para él desenvolverse.

— Por qué no come algo antes de cualquier otra cosa, luce usted muy agotado jovencito… — El hombre de pelo cano que casi podría tener la edad de su abuelo invitó al pelinegro a entrar, haciéndose a un lado para permitirle el paso.

— Muchas gracias, es usted muy amable señor… — El pelinegro no se hizo de rogar cuando sus propias tripas gruñeron en su estómago demandando algo de alimento, después de todo llevaba el día entero sin probar bocado, y no es que él fuese particularmente vasto de apetito pero tampoco sacrificaba las comidas durante todo el día… — Incluso ahora se me antoja un buen coñac, o una copa de vino tinto… — Se lamentaba mientras andaba dentro y se daba cuenta de que los hombres que abrieron el portón se despedían del otro con sumo respeto, yendo a otras habitaciones en un costado del corredor de forma rectangular, efectivamente ahí dentro lucía todo como los templos de antaño.

Una vez que hubo cenado y sin molestarse en más, el muchacho salió en busca de recepción para ese celular que el hombre le prestó diciendo que era el único medio de comunicación que tenían ahí; por supuesto, el pelinegro pensó que era mucho mejor que nada. 

— ¡Aish! ¿Cómo es que no puedo recordar el número de mi tía? — Respingó volviendo a marcar por cuarta vez un número diferente con solo los primeros dígitos iguales al anterior.  Se lamentó por tener un modelo tan nuevo en su poder, de lo contrario podría haber usado el cargador o la propia batería de este móvil que le han facilitado y entonces su vida sería mucho más sencilla… — Ah, no puede ser que tenga tan mala memoria. ¡Tía~!

Park Min Hee es tía de Yoochun, una señora bastante peculiar en sus 40 que ha sido como una madre para él. Entre ella y su abuelo se han encargado de criarlo y educarlo; aunque bueno, ha de saberse que él no ha sido justamente fácil de guiar por la vida.

— Estoy seguro de que es uno de estos, no puedo estar equivocado… — Seis intentos más con el mismo resultado fallido casi hacían que el muchacho perdiera la esperanza… — Bien, solo me queda una oportunidad… — Ingresó el número y entonces la pantalla parpadeó… — ¡Maldición! Batería baja, debo darme prisa… — Pero antes de pulsar el botón de llamada la señal desapareció imposibilitando cualquier tipo de comunicación… — ¡No es cierto! A ver, debe tener recepción por aquí… — Desesperado, el pelinegro se puso de pie alzando el brazo que sostiene el móvil, esperando ver que alguna barra apareciera en el indicador de señal. 

De aquella manera se fue moviendo más y más allá por el camino de la casa hasta el modesto Templo que está sobre una pequeña isla en el lago cercano, pasó por el muelle sin prestar atención en nada hasta que en la entrada del Templo una tabla bajo sus pies crujió al mismo tiempo que él daba un grito de victoria al notar que un par de líneas se llenaban en la barra de señal.

— Esta es mi última oportunidad… — Dijo pulsando el botón. 

Dentro del Templo una sombra se movió sigilosa, parecía seguir los movimientos del pelinegro cual si le estuviera acechando. Esa sombra se trataba nada más y nada menos que del zorro de ojos avellana, quien le vio de cerca abriendo apenas un poco la puerta corrediza;  internamente agradeció que sus hermanos zorro salieran a pasear a los alrededores dentro de los límites que el hechizo por el cual habían sido encerrados les permitía. De lo contrario, ya estarían riñéndole e intentando por todos los medios evitar que hiciera esa estupidez que ya se había desarrollado en su mente.

Es un chico guapo…— Susurró por lo bajo, admirando absolutamente cada detalle en el cuerpo del pelinegro… —¿Mh? ¿Intenta hablar con alguien?— Ladeó el rostro con aire curioso y asomó un poco más el rostro por la puerta corrediza, detectando un aroma particular en el chico que seguramente se le quedaría grabado para siempre en la memoria olfativa.

— Tía, soy yo y… ¿hola? ¿Tía Min Hee?

Es mi oportunidad, si lo asusto lo suficiente le convenceré de dibujar mis nueve colas…— Sonriendo por su magnífico plan, el zorro de ojos avellana habló fuerte y claro para que el chico pelinegro le escuchara… —Hola…

— ¿Tía?...

Estoy aquí, pero no soy la persona que buscas…

— ¡Aish! No puede ser que haya equivocado el número de nuevo, estoy seguro de que éste debía ser el correcto… — Rezongó maldiciendo internamente su incapacidad para recordar detalles tan importantes como un número telefónico que podría salvarle justo ahora que con tanta urgencia necesitaba de su familia… — Si tan solo el abuelo no fuera tan cascarrabias, porque desconectar el teléfono en casa seguramente ha sido idea suya para darme una lección. ¡Ja, como si no te conociera abuelo!

Te ayudaré si antes me ayudas tú a mí…

Park respingó cuando escuchó esa voz. Había algo extraño en ella, quizá era algo seductora y dulce.

— ¿Eh? ¿Quién eres tú? — El pelinegro preguntó con tono dudoso, apretando inconscientemente el aparato contra su oreja, afinando la mirada como si de pronto alguien pudiera aparecer en la oscuridad de la noche. El cielo se ensombreció un poco más cuando nubes de lluvia se aglomeraron en lo alto, resplandeciendo en ellas algunos rayos y relámpagos que cruzaban el silencio nocturno, como si se tratasen de muestras de enojo de un ser superior.

Te lo diré en cuanto hagas lo que te diga…

— ¡No tengo por qué hacer eso! Ni siquiera sé quién eres o dónde estás… — El pelinegro pensó que no tenía por qué seguir escuchando y cuando quiso colgar la llamada se dio cuenta de que, de hecho, el móvil no estaba encendido… — ¿Mh? Ah, es verdad, la batería estaba agotándose. Pero, ¿entonces qué…?

Aún sigo aquí…

Cuando el pelinegro escuchó de nuevo esa voz saltó en su lugar al mismo tiempo que un relámpago atravesaba el cielo y comenzaba a llover copiosamente.

Entra y haz lo que te diga, luego te ayudaré a salir de aquí…

Park comenzó a temblar de miedo cuando volvió a escuchar la voz, no quería siquiera girarse porque temía encontrarse con algo aterrador. Ciertamente parecía una actitud bastante cobarde de su parte, sin embargo no podía evitarlo. Estaba lejos de su casa, de sus amigos, de lo que considera seguro. Este sitio parecía empeorar segundo a segundo, el sonido de la tormenta azotando la madera y el viento sacudiendo los frondosos árboles no ayudaban a que se controlara.

¡Entra!— La voz entonces se escuchó algo más autoritaria aunque con cierto tono chillón, pero fue suficiente para que el pelinegro entrara de una aún estremeciéndose de miedo… —¿Ves la pintura que está al fondo frente a ti?... — El pelinegro asintió… —¡Acércate!...— Park simplemente obedeció… —Ahora, el zorro que está dibujado ahí tiene un desperfecto, tienes que dibujarle nueve colas…

— No soy dibujante…

¡Solo hazlo!...— La voz chilló. Tan agudo que el pelinegro sintió cómo le atravesaba los oídos. Aún así, tuvo tiempo y valor para negarse. O al menos intentarlo.

— Un momento, ¿esta pintura no es de importancia cultural? Ya sabes, como patrimonio nacional o algo así… — El pelinegro habló con el celular pegado al oído, él no sabía, pero no era precisamente que estuviera escuchando al zorro de ojos avellana por ese medio. Sin embargo su mecanismo de defensa humano le instaba a actuar de aquella manera. Todo y que estaba consciente de la batería agotada y la consecuente, y lógica, explicación que venía con ello.

¡Dibuja! ¡Rápido, rápido!

— ¡Ya voy! ¡Joder, deja de gritarme!… — Espetó, y aún titubeante comenzó a dibujar una por una las nueve colas sobre la pintura. 

¡Más a prisa!

— ¡Yah! ¡Te dije que dejaras de gritar!... — Respingó de mala gana y terminó por dejar un punto sobre la figura del zorro antes de terminar de dibujar las nueve colas. 

Al hacerlo, los cielos fueron cruzados por potentes relámpagos y truenos, las nubes se agitaron y la luna llena se mostró amplia, redonda y brillante en el firmamento. El viento sopló con fuertes ventiscas y Yoochun escuchó luego las voces de personas acercándose, probablemente los Monjes del Templo, por lo que sin esperar más salió corriendo de ahí con tal de evitar ser capturado. Aprisa  se internó más allá entre árboles y arbustos, corriendo sin mirar por dónde iba hasta aquel peñasco que tarde vio cuando ya había caído cuesta abajo por una escarpada pendiente que le dejó importantes golpes por todo el cuerpo y un par de costillas rotas.

El zorro de ojos avellana se acercó lentamente mirando detenidamente su cuerpo.

— Estás muy herido… — Murmuró sin demasiada emoción en su rostro de gestos infantiles… — Pero no puedo dejarte morir ya que al fin tú dibujaste mis colas y me liberaste, pero no solo a mí, sino también a mis hermanos. ¡Estoy tan contento~!… — Mordió su labio inferior e inclinándose apenas sobre el cuerpo del pelinegro, abrió su boca y dejó salir un rayo de luz azul celeste que entró por la boca del pelinegro… — Te prestaré mi aliento hasta que sanes… — Sonrió y sus pupilas brillaron bajo la radiante luz de la luna.

— ¡Qué has hecho!... ¾ Entonces sus dos hermanos aparecieron mirando sorprendidos lo que el zorro de ojos avellana acababa de hacer. Su aliento ahora estaba dentro del cuerpo de este humano desconocido que yacía inconsciente en el escarpado terreno.

— ¡Es que es tan lindo! Que no pude dejarlo morir~… — El zorro de ojos avellana dio saltitos en su lugar y sus nueve colas se desplegaron hermosas a la luz de la luna… —¡Además, ahora somos libres, deberían agradecerme!… — El zorro de ojos avellana alegó pucheroso.

— Por qué presiento que esto no va a ser precisamente bueno… — El zorro de ojos oscuros murmuró poco convencido de la gran noticia que recibió. No es que le desganase la idea de ser libre, le provocaba cierta apatía la cantidad de situaciones que pueden desencadenarse a partir de ahora.

— Ahora no tendremos más remedio que seguirlo, tiene tu aliento y además, te ha parecido lindo… ¾ El zorro de ojos negros suspiró. Conocía a su hermano después de todo.

— ¡Sí! ¡Es muy, muy, muy lindo! ¡Tanto, que me emociona y mis colas se niegan a ocultarse! — El zorro de ojos avellana observó sus colas, la radiante sonrisa de sus labios seguía ahí trazada con algarabía; mientras que sus dos hermanos solo largaron otro suspiro.

Dadas las nuevas circunstancias en que se encontraban, ellos tendrían que cuidar de su hermano mientras siguiera al humano que aún sobre el suelo rocoso, había caído en un profundo sueño. Park no tenía idea de lo que le depararía la vida cuando abriera nuevamente sus ojos, pero algo era seguro, estos tres zorros de nueve colas cambiarían prácticamente todo cuanto conocía.

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Mientras tanto, en algún otro lugar de la capital surcoreana. Un grupo de amigos se reunían por circunstancias particulares. Ellos son Jung Yunho, Mokomichi Hayami y Seo Ji Seok. El primero de ellos, mejor amigo de Yoochun y compañero universitario; el segundo, de origen japonés y profesor en la Universidad de Seúl; y el tercero, un prominente abogado que había conocido por azares del destino al japonés y con quien había establecido una cálida amistad, siendo arrastrado en el acto al grupo de amigos. Grupo en el que también se incluye Jang Wooyoung, el menor de todos, con apenas 20 años de edad cursa recién su primer año universitario.

— ¿También los llamó el Sr. Myung-Dae? — Ji Seok cuestionó al sentarse junto a los demás en la mesa de la cafetería favorita de todos.

— Sí, preguntando si con alguno de nosotros Yoochun se había quedado anoche. Me pregunto dónde se habrá metido esta vez ese idiota… — Yunho, de tez morena, dijo. Él al ser el mejor amigo del pelinegro era quien estaba más enfadado con la situación, ya que esta no era la primera vez que Yoochun se escapaba de casa y los arrastraba a ellos en el problema.

— Intentamos comunicarnos todos, ¿verdad? Su móvil está apagado, y así no hay manera de ubicarlo ni por GPS… — Hayami aportó, sorbiendo de su taza de café… — Debe haber conocido a alguna chica que le gustara mucho.

— Oh vamos, todos sabemos que Yoochun podrá ser todo lo hablador que quiera pero ese idiota es tan virgen que tiembla cuando ve a una mujer hermosa. Aunque lo oculta de las mil maravillas.

— Yunho, tú sí que eres directo.

— Él se lo merece, Ji Seok hyung.

— Bueno, charlar de eso no ayuda a saber dónde estará. Así que no nos queda más que esperar a que se digne en aparecer de nuevo… — Hayami dijo con aire solemne. Luego vio de soslayo al menor de todos, Wooyoung como siempre, estaba callado solo escuchando, admirando discretamente a Ji Seok… — Hombre, que el único aquí que no se entera es Ji Seok justamente. Wooyoung está enamorado de él desde hace algunos meses. Aunque creo que Wooyoung no se animará a nada, se nota que todavía no supera del todo lo que pasó con su exnovio.

--//--

— Ngh, dónde estoy…

Continuará……

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