Título: NINE TAILED FOX
Autora: Felina
Arte: Maki
Parejas: YooSu, YunJae,
HayaMin, SeokWoo (Seo Ji Seok x Wooyoung -2PM-)
Género: Romance,
Fantasía
Clasificación: NC-17
Resumen: La leyenda de Gumiho se vuelve
realidad y un chico extravagante aprenderá a volverse más humano de la misma
manera en que Gumiho aprende a serlo… ¿Será que también encuentren el amor?
Advertencia: Lemon
Prólogo
--//--
Gumiho.
Según la mitología coreana se trata de criaturas
malignas que inspiran temor en las personas. El llamado zorro de nueve
colas que es capaz de tomar forma humana, generalmente femenina, seduce a los
hombres para consumir su hígado. Es esta la leyenda más popular, ¿verdad o
falso? Eso tal vez no quede esclarecido en ésta historia, pero sin duda es un
conocimiento que tres jóvenes muchachos de edad universitaria tendrán presentes
y el motivo por el cual se dejarán llevar por el temor, y tal vez algo más.
¿Amor?
Quizá,
después de todo ¿Un humano puede enamorarse de un ser fantástico? O ¿Un Gumiho
puede realmente convertirse en humano y conocer el amor?
--//--
Templo
de Guinsa
Localizado
en un valle estrecho bordeado por montañas, el Templo de Guinsa es uno de los
más hermosos de toda Corea. En uno de sus santuarios reside un pequeño grupo de
Monjes que tienen un único mandato desde tiempos pasados: cuidar de una
pinturaperteneciente a la Abuela de los 3 Dioses (Viento, Lluvia y Nube), obra
antiquísima en la que se ve a una anciana vestida con el atuendo tradicional
bajo un árbol de Ginkgo Biloba (también llamado árbol de los cuarenta escudos
que puede vivir hasta mil años) y a su lado, un zorro al cual no se le aprecia
una sola cola. Pero éste lugar, como muchos otros alrededor del mundo, tiene
sus propias leyendas, mitos que prevalecen a través de los siglos.
Por
los bosques ocultos entre papiros olvidados corrían y saltaban tres zorros de
nueve colas, uno de ellos de grandes ojos avellana que brillaban como el mirar
de un niño juguetón, su pelaje es blanco y sus colas largas pintadas están de
la punta de un tono rojizo. Otro posee estilizados ojos color negro, su figura
esbelta tiene un caminar refinado y sus colas están pintadas de azul claro como
el color del cielo, su pelaje es color perla. Y el tercero, es un zorro de ojos
oscuros que parecen tener un peculiar brillo dorado en sus irises, su pelaje es
café y sus colas poseen el color de la arena en los desiertos.
Pero
cuando escuchan el sonido de voces humanas acercándose al Templo, los tres
zorros callan y tomando forma humana se ocultan de la vista de las personas
dedicándose entonces solo a escuchar el tonto relato que ese Monje de mediana
edad se empeña en repetir una y otra vez a esos humanos llamados turistas o
visitantes, y que siempre muestran expresiones de sorpresa y lástima ante las
palabras del Monje…
—
Se cuenta que en una ocasión hace más de 500 años, un Gumiho tomó forma humana
y anduvo entre las personas como uno más de nosotros; sin embargo, fue fácil
reconocer su naturaleza fantástica porque poseía una belleza sobrenatural, no
había hombre que no cayera bajo sus encantos… — Relataba el hombre a ese
pequeño grupo de mujeres que le prestaban total atención.
— Están hablando de ti…— El zorro de ojos
avellana le dijo sonriente a su igual de ojos negros, quien solo escuchaba
realmente cansado de la misma historia durante años, comenzaba a ser demasiado
aburrido estar encerrado ahí.
—Claro que si pudiéramos salir de aquí sería
fantástico, pero es momento en que La Abuela no perdona nuestro último
arrebato… — Pensó para sí el zorro de ojos negros, bostezando con aire
fastidioso en tanto el hombre continuaba su relato.
—
Entonces la Abuela de los Tres Dioses le prometió convertirla en humana si
conseguía esposo, por lo que la Gumiho se arregló y maquilló como toda novia de
aquella época, y aguardó días y noches enteras, hasta que comprendió que nunca
nadie llegaría.Decepcionada y triste, la Gumiho desistió de su deseo de ser
humana y volvió a lado de la Abuela de los Tres Dioses.
—¡Eso no sucedió así!…— El zorro de ojos
negros exclamó indignado, y entonces un sonido extraño escucharon las personas
junto a un fuerte aire que sopló desde el exterior sacudiendo el móvil de
viento que colgaba en la entrada y apagando la llama de las pocas velas que
estaban encendidas, los otros dos zorros habían tapado la boca del zorro de
ojos negros escondiéndose mejor para evitar ser vistos.
—
Bueno, bueno… — El Monje aclaró la garganta con nerviosismo, mirando de soslayo
la pintura que había estado explicando en su relato y pensando en que tal vez
ha molestado el espíritu de la Abuela o quizá el de algún Gumiho. Ante su
propio pensamiento el hombre se estremeció— Será bueno volver ya, por hoy ha
sido suficiente de hablar de los Gumihos, se dice que son criaturas celosas y
no les gusta que se hable demasiado de ellos… — El hombre y las personas que le
acompañaban salieron inmediatamente del Templo sin mirar una vez más hacia
atrás.
— Los has espantado…— El zorro de ojos
avellana respingó cruzándose de brazos en clara señal de molestia.
—No sé qué encuentras de divertido escuchar
siempre lo mismo…— El zorro de ojos negros se defendió, aún estaba
indignado.
—Pues es más divertido que estar aquí
encerrados sin nada qué hacer o a quien asustar de vez en cuando.
—¿Te recuerdo por culpa de quién es que los
tres terminamos encerrados aquí? — El
zorro de ojos oscuros dijo de pronto con gesto molesto.
— Pero yo solo quería lo mismo que hemos
querido todos alguna vez…— El zorro de ojos avellana se defendió haciendo
morritos, esos gestos adorables que solía desarmar a los otros dos, pero que
hoy parecían no estar dando resultado. Al menos no contra el zorro menor.
—Sí, pero tú te extralimitaste…— El zorro
de ojos oscuros volvió a acusarle con cierto tono resentido.
El
zorro de ojos avellana suspiró y terminó sentándose en el piso de madera típico
de los Templos, piernas y brazos cruzadas y la clara expresión de un niño
regañado que está inconforme pero sabe no tiene modo de defenderse. Después de
todo los zorros tenían razón, si bien es cierto que el zorro de ojos negros
había sido el primero de ellos tres en tener el deseo de ser un humano (no de
la manera en que el Monje relatara), había sido el zorro de ojos avellana el
que había desobedecido a la Abuela de los Tres Dioses ganándose por castigo el
encierro en aquel Templo hasta que sus nueve colas volvieran a ser dibujadas en
la pintura que el Monje siempre mostraba para contar la leyenda del Gumiho. Lo
curioso es que en aquella ocasión, más de 500 años atrás, su osadía había
arrastrado a sus dos hermanos al mismo fin.
La
razón por la que entonces el zorro de ojos avellana había perseguido el deseo
de ser humano, distaban sin embargo mucho de lo que podría motivarle esta vez.
Hace 500 años lo había movido la curiosidad, tan innata en él como lo sería en
un niño entre los humanos. Mientras que el zorro de ojos negros había sido
impulsado por una razón mucho más, emocional. Todo sin embargo sería diferente
ahora, los tres zorros lo presentían. Como si estuviesen conectados de alguna
manera al curso de sus propios destinos.
--//--
Seúl,
Corea
Park
Yoochun es su nombre, el apuesto joven de 21 años y alta popularidad por su
atractivo varonil como su porte seductor, tenía solo un problema: su abuelo.
—
¡Vuelve acá, truhán; no he terminado contigo!… — El anciano hombre de cabello
cano de nombre Park Myung-Dae corrió detrás de su nieto sin éxito alguno, el
joven pelinegro había escapado una vez más de la Mansión sin que pudiera por lo
menos haberle dado su merecido castigo. Cualesquiera que este pudiera haber
sido, la imaginación del hombre mayor se estaba deteriorando al pasar de los
años sin conseguir cambiar en nada a su nieto.
El
apuesto muchacho había escapado de su abuelo por una sencilla razón, algo
insulsa a decir verdad y carente de significado para una persona con sentido
común, pero todo un lío para alguien como él, acostumbrado a cumplir sus
caprichos sin que la autoridad de su abuelo se ponga por encima de ellos. O al
menos así fue durante los primeros 17 años de su vida al menos, porque no ha
sido si no hasta el momento en que el tiempo de ingresar a la Universidad se
presentó, que Myung-Dae quiso mostrarle a su nieto cómo debía ganarse todo en
la vida. Tarde, a decir verdad, porque una vez acostumbrado a los lujos de la
vida acomodada, aprender a valerse por sí mismo no iba a resultar nada
sencillo. Y Park lo demuestra siendo un muchacho caprichoso, negándose a seguir
los mandatos de su abuelo, el encargado de su crianza.
Tras
haber huido, el día transcurrió deprisa; el pelinegro anduvo sin rumbo fijo,
renegando entre dientes, maldiciendo al viento y haciendo alguno que otro
ridículo en plena vía pública mientras se alejaba más y más de su hogar
conduciendo aquél auto que decidió pararse
en algún punto de la carretera. Park miró a ambos lados descubriendo que allí,
solo verde y viento le acompañaban. No hay casas alrededor y ni una sola luz
que le indique algún tipo de civilización.
—
Dónde demonios vine a parar.
Park
gruñó ruidosamente y pateó la llanta de su automóvil, por alguna razón se había
ponchado y él ahora estaba varado en medio de la nada. Cerró la maquina y
guardó las llaves en el bolso de su chaqueta, la que echó al hombro al tiempo
que iniciaba la caminata hacia adelante, seguro de que en un par de kilómetros
se encontraría con algún pueblo vecino.
—
Ah, para empeorar mi humor mi móvil no tiene batería… — Park suspiró casi
derrotado, maldiciendo a todo pulmón el momento en que tuvo que escapar de casa
para no enfrentar la insistente petición de su abuelo por enviarle a donde no
quiere ir. Obviamente.
Así,
el pelinegro caminó durante un buen rato, allá en el horizonte el sol se
ocultaba y los colores nacarados del atardecer bañaron el cielo. Anduvo tanto
que los pies le dolían y moría de hambre y sed; y lo peor es que aún no ha
encontrado ningún pueblo en el cual resguardarse de la noche. Park estaba
seguro de que aquello era castigo de arriba
por ir contra la voluntad de su abuelo.
A
saber, Myung-Dae le había dicho esa mañana que estaba decidido a enviarle a un
Templo Sagrado para que aprendiese que la vida mundana solo entorpecía sus
habilidades para ser un hombre digno. Por supuesto, aquello había sido el
acabose para la paciencia del pelinegro, suficiente había tenido cuando le
insistió en que estudiara una carrera universitaria que ahora estaba por
completar –aunque todavía hubiesen dos años al menos de distancia hacia la
graduación, pues previo a eso había escapado por dos años evitando el deseo de
su abuelo, haciendo lo que quería e incursionando en el mundo de la música como
trovador que tocaba de bar en bar haciéndose de cierta fama como popular
casanova–.
De
modo que, según pensamiento y acción de Yoochun, no estaba dispuesto a permitir
que decidiera su vida y le encerrara en algún lugar donde solo iba a aburrirse
y participar de tareas pesadas o aburridas celebraciones, rituales, o lo que
sea que hagan las personas en un Templo Sagrado de esos apartados de la
civilización que llevan una vida bastante sosa para su gusto.
Pero
la vida, por supuesto, siempre da giros sorpresivos. Y eso, Park Yoochun estaba
por experimentarlo.
¾ ¡Tan cansado y hambriento!¾ Se quejó por enésima vez en la última
hora desde que abandonó su automóvil en la carretera, a punto de perder la
esperanza y de tirar el orgullo por la ventana para llamar al abuelo y pedirle
que mandase a alguien por él… — ¡Argh! ¡Olvido que el maldito móvil no
funciona! — Se quejó tirando desesperado de sus brunos mechones.
Anduvo
todavía unos minutos más, bostezando de vez en cuando y nublándose la mirada
con el lacrimoso reflejo del bostezo. Se colocó la chaqueta porque había
comenzado a refrescar y maldijo por enésima vez su suerte. Entonces vio a la
distancia una luz brillar en medio de la oscuridad.
—
¡Oh! ¡Una casa!... — El pelinegro sonrió emocionado al distinguir entre aquella
luz, una construcción que bien podía parecer un hogar, o un templo quizá. Justo
ahora le daba igual qué lugar fuera
mientras tuviera un teléfono qué usar para llamar a su abuelo.
El
estilo le hizo pensar en los hogares tradicionales de épocas antiguas, pero no
le dio mayor importancia, llamó a la puerta esperando correr con suerte y que
quienes habitaran ahí contaran con línea telefónica. Un minuto después escuchó el murmullo de
pasos al otro lado del portón, las pesadas puertas de madera crujieron cuando
fueron abiertas por dos hombres, mientras un tercero le saludaba.
—
Buenas noches, jovencito. ¿En qué podemos ayudarle?
—
Buenas noches señor. Disculpe la molestia, me pregunto si por casualidad tendrá
un teléfono que pueda permitirme para realizar una llamada. Es, urgente.
Park
dijo con su mejor cara de chico en apuros, lamentándose que no fuese una mujer,
o una muchachita quien le diera auxilio porque así probablemente sería más
sencillo para él desenvolverse.
—
Por qué no come algo antes de cualquier otra cosa, luce usted muy agotado
jovencito… — El hombre de pelo cano que casi podría tener la edad de su abuelo
invitó al pelinegro a entrar, haciéndose a un lado para permitirle el paso.
—
Muchas gracias, es usted muy amable señor… — El pelinegro no se hizo de rogar
cuando sus propias tripas gruñeron en su estómago demandando algo de alimento,
después de todo llevaba el día entero sin probar bocado, y no es que él fuese
particularmente vasto de apetito pero tampoco sacrificaba las comidas durante
todo el día… — Incluso ahora se me antoja
un buen coñac, o una copa de vino tinto… — Se lamentaba mientras andaba
dentro y se daba cuenta de que los hombres que abrieron el portón se despedían
del otro con sumo respeto, yendo a otras habitaciones en un costado del
corredor de forma rectangular, efectivamente ahí dentro lucía todo como los
templos de antaño.
Una
vez que hubo cenado y sin molestarse en más, el muchacho salió en busca de
recepción para ese celular que el hombre le prestó diciendo que era el único
medio de comunicación que tenían ahí; por supuesto, el pelinegro pensó que era
mucho mejor que nada.
—
¡Aish! ¿Cómo es que no puedo recordar el número de mi tía? — Respingó volviendo
a marcar por cuarta vez un número diferente con solo los primeros dígitos
iguales al anterior. Se lamentó por
tener un modelo tan nuevo en su poder, de lo contrario podría haber usado el
cargador o la propia batería de este móvil que le han facilitado y entonces su
vida sería mucho más sencilla… — Ah, no puede ser que tenga tan mala memoria. ¡Tía~!
Park
Min Hee es tía de Yoochun, una señora bastante peculiar en sus 40 que ha sido
como una madre para él. Entre ella y su abuelo se han encargado de criarlo y
educarlo; aunque bueno, ha de saberse que él no ha sido justamente fácil de
guiar por la vida.
—
Estoy seguro de que es uno de estos, no puedo estar equivocado… — Seis intentos
más con el mismo resultado fallido casi hacían que el muchacho perdiera la
esperanza… — Bien, solo me queda una oportunidad… — Ingresó el número y
entonces la pantalla parpadeó… — ¡Maldición! Batería baja, debo darme prisa… —
Pero antes de pulsar el botón de llamada la señal desapareció imposibilitando
cualquier tipo de comunicación… — ¡No es cierto! A ver, debe tener recepción
por aquí… — Desesperado, el pelinegro se puso de pie alzando el brazo que
sostiene el móvil, esperando ver que alguna barra apareciera en el indicador de
señal.
De
aquella manera se fue moviendo más y más allá por el camino de la casa hasta el
modesto Templo que está sobre una pequeña isla en el lago cercano, pasó por el
muelle sin prestar atención en nada hasta que en la entrada del Templo una
tabla bajo sus pies crujió al mismo tiempo que él daba un grito de victoria al
notar que un par de líneas se llenaban en la barra de señal.
—
Esta es mi última oportunidad… — Dijo pulsando el botón.
Dentro
del Templo una sombra se movió sigilosa, parecía seguir los movimientos del
pelinegro cual si le estuviera acechando. Esa sombra se trataba nada más y nada
menos que del zorro de ojos avellana, quien le vio de cerca abriendo apenas un
poco la puerta corrediza; internamente
agradeció que sus hermanos zorro salieran a pasear a los alrededores dentro de
los límites que el hechizo por el cual habían sido encerrados les permitía. De
lo contrario, ya estarían riñéndole e intentando por todos los medios evitar
que hiciera esa estupidez que ya se había desarrollado en su mente.
—Es un chico guapo…— Susurró por lo bajo,
admirando absolutamente cada detalle en el cuerpo del pelinegro… —¿Mh? ¿Intenta hablar con alguien?— Ladeó
el rostro con aire curioso y asomó un poco más el rostro por la puerta
corrediza, detectando un aroma particular en el chico que seguramente se le
quedaría grabado para siempre en la memoria olfativa.
—
Tía, soy yo y… ¿hola? ¿Tía Min Hee?
—Es mi oportunidad, si lo asusto lo
suficiente le convenceré de dibujar mis nueve colas…— Sonriendo por su
magnífico plan, el zorro de ojos avellana habló fuerte y claro para que el
chico pelinegro le escuchara… —Hola…
—
¿Tía?...
—Estoy aquí, pero no soy la persona que
buscas…
—
¡Aish! No puede ser que haya equivocado el número de nuevo, estoy seguro de que
éste debía ser el correcto… — Rezongó maldiciendo internamente su incapacidad
para recordar detalles tan importantes como un número telefónico que podría
salvarle justo ahora que con tanta urgencia necesitaba de su familia… — Si tan
solo el abuelo no fuera tan cascarrabias, porque desconectar el teléfono en
casa seguramente ha sido idea suya para darme una lección. ¡Ja, como si no te
conociera abuelo!
—Te ayudaré si antes me ayudas tú a mí…
Park
respingó cuando escuchó esa voz. Había algo
extraño en ella, quizá era algo seductora y dulce.
—
¿Eh? ¿Quién eres tú? — El pelinegro preguntó con tono dudoso, apretando
inconscientemente el aparato contra su oreja, afinando la mirada como si de
pronto alguien pudiera aparecer en la oscuridad de la noche. El cielo se
ensombreció un poco más cuando nubes de lluvia se aglomeraron en lo alto,
resplandeciendo en ellas algunos rayos y relámpagos que cruzaban el silencio
nocturno, como si se tratasen de muestras de enojo de un ser superior.
—Te lo diré en cuanto hagas lo que te diga…
—
¡No tengo por qué hacer eso! Ni siquiera sé quién eres o dónde estás… — El
pelinegro pensó que no tenía por qué seguir escuchando y cuando quiso colgar la
llamada se dio cuenta de que, de hecho, el móvil no estaba encendido… — ¿Mh?
Ah, es verdad, la batería estaba agotándose. Pero, ¿entonces qué…?
—Aún sigo aquí…
Cuando
el pelinegro escuchó de nuevo esa voz saltó en su lugar al mismo tiempo que un
relámpago atravesaba el cielo y comenzaba a llover copiosamente.
—Entra y haz lo que te diga, luego te ayudaré
a salir de aquí…
Park
comenzó a temblar de miedo cuando volvió a escuchar la voz, no quería siquiera
girarse porque temía encontrarse con algo aterrador. Ciertamente parecía una
actitud bastante cobarde de su parte, sin embargo no podía evitarlo. Estaba
lejos de su casa, de sus amigos, de lo que considera seguro. Este sitio parecía
empeorar segundo a segundo, el sonido de la tormenta azotando la madera y el
viento sacudiendo los frondosos árboles no ayudaban a que se controlara.
—¡Entra!— La voz entonces se escuchó algo
más autoritaria aunque con cierto tono chillón, pero fue suficiente para que el
pelinegro entrara de una aún estremeciéndose de miedo… —¿Ves la pintura que está al fondo frente a ti?... — El pelinegro
asintió… —¡Acércate!...— Park
simplemente obedeció… —Ahora, el zorro
que está dibujado ahí tiene un desperfecto, tienes que dibujarle nueve colas…
—
No soy dibujante…
—¡Solo hazlo!...— La voz chilló. Tan
agudo que el pelinegro sintió cómo le atravesaba los oídos. Aún así, tuvo
tiempo y valor para negarse. O al menos intentarlo.
—
Un momento, ¿esta pintura no es de importancia cultural? Ya sabes, como
patrimonio nacional o algo así… — El pelinegro habló con el celular pegado al
oído, él no sabía, pero no era precisamente que estuviera escuchando al zorro
de ojos avellana por ese medio. Sin embargo su mecanismo de defensa humano le
instaba a actuar de aquella manera. Todo y que estaba consciente de la batería
agotada y la consecuente, y lógica, explicación que venía con ello.
—¡Dibuja! ¡Rápido, rápido!
—
¡Ya voy! ¡Joder, deja de gritarme!… — Espetó, y aún titubeante comenzó a
dibujar una por una las nueve colas sobre la pintura.
—¡Más a prisa!
—
¡Yah! ¡Te dije que dejaras de gritar!... — Respingó de mala gana y terminó por
dejar un punto sobre la figura del zorro antes de terminar de dibujar las nueve
colas.
Al
hacerlo, los cielos fueron cruzados por potentes relámpagos y truenos, las
nubes se agitaron y la luna llena se mostró amplia, redonda y brillante en el
firmamento. El viento sopló con fuertes ventiscas y Yoochun escuchó luego las voces
de personas acercándose, probablemente los Monjes del Templo, por lo que sin
esperar más salió corriendo de ahí con tal de evitar ser capturado. Aprisa se internó más allá entre árboles y arbustos,
corriendo sin mirar por dónde iba hasta aquel peñasco que tarde vio cuando ya
había caído cuesta abajo por una escarpada pendiente que le dejó importantes
golpes por todo el cuerpo y un par de costillas rotas.
El
zorro de ojos avellana se acercó lentamente mirando detenidamente su cuerpo.
—
Estás muy herido… — Murmuró sin demasiada emoción en su rostro de gestos
infantiles… — Pero no puedo dejarte morir ya que al fin tú dibujaste mis colas
y me liberaste, pero no solo a mí, sino también a mis hermanos. ¡Estoy tan
contento~!… — Mordió su labio inferior e inclinándose apenas sobre el cuerpo
del pelinegro, abrió su boca y dejó salir un rayo de luz azul celeste que entró
por la boca del pelinegro… — Te prestaré mi aliento hasta que sanes… — Sonrió y
sus pupilas brillaron bajo la radiante luz de la luna.
—
¡Qué has hecho!... ¾
Entonces sus dos hermanos aparecieron mirando sorprendidos lo que el zorro de
ojos avellana acababa de hacer. Su aliento ahora estaba dentro del cuerpo de este humano desconocido que yacía inconsciente
en el escarpado terreno.
—
¡Es que es tan lindo! Que no pude dejarlo morir~… — El zorro de ojos avellana
dio saltitos en su lugar y sus nueve colas se desplegaron hermosas a la luz de
la luna… —¡Además, ahora somos libres, deberían agradecerme!… — El zorro de
ojos avellana alegó pucheroso.
—
Por qué presiento que esto no va a ser precisamente bueno… — El zorro de ojos
oscuros murmuró poco convencido de la gran noticia que recibió. No es que le
desganase la idea de ser libre, le
provocaba cierta apatía la cantidad de situaciones que pueden desencadenarse a
partir de ahora.
—
Ahora no tendremos más remedio que seguirlo, tiene tu aliento y además, te ha
parecido lindo… ¾
El zorro de ojos negros suspiró. Conocía a su hermano después de todo.
—
¡Sí! ¡Es muy, muy, muy lindo! ¡Tanto, que me emociona y mis colas se niegan a
ocultarse! — El zorro de ojos avellana observó sus colas, la radiante sonrisa
de sus labios seguía ahí trazada con algarabía; mientras que sus dos hermanos
solo largaron otro suspiro.
Dadas
las nuevas circunstancias en que se encontraban, ellos tendrían que cuidar de
su hermano mientras siguiera al humano que aún sobre el suelo rocoso, había
caído en un profundo sueño. Park no tenía idea de lo que le depararía la vida
cuando abriera nuevamente sus ojos, pero algo era seguro, estos tres zorros de
nueve colas cambiarían prácticamente todo cuanto conocía.
--//--
Mientras
tanto, en algún otro lugar de la capital surcoreana. Un grupo de amigos se
reunían por circunstancias particulares. Ellos son Jung Yunho, Mokomichi Hayami
y Seo Ji Seok. El primero de ellos, mejor amigo de Yoochun y compañero
universitario; el segundo, de origen japonés y profesor en la Universidad de Seúl;
y el tercero, un prominente abogado que había conocido por azares del destino
al japonés y con quien había establecido una cálida amistad, siendo arrastrado
en el acto al grupo de amigos. Grupo en el que también se incluye Jang
Wooyoung, el menor de todos, con apenas 20 años de edad cursa recién su primer
año universitario.
—
¿También los llamó el Sr. Myung-Dae? — Ji Seok cuestionó al sentarse junto a
los demás en la mesa de la cafetería favorita de todos.
—
Sí, preguntando si con alguno de nosotros Yoochun se había quedado anoche. Me
pregunto dónde se habrá metido esta vez ese idiota… — Yunho, de tez morena,
dijo. Él al ser el mejor amigo del
pelinegro era quien estaba más enfadado con la situación, ya que esta no era la
primera vez que Yoochun se escapaba
de casa y los arrastraba a ellos en el problema.
—
Intentamos comunicarnos todos, ¿verdad? Su móvil está apagado, y así no hay
manera de ubicarlo ni por GPS… — Hayami aportó, sorbiendo de su taza de café… —
Debe haber conocido a alguna chica que le gustara mucho.
—
Oh vamos, todos sabemos que Yoochun podrá ser todo lo hablador que quiera pero
ese idiota es tan virgen que tiembla cuando ve a una mujer hermosa. Aunque lo
oculta de las mil maravillas.
—
Yunho, tú sí que eres directo.
—
Él se lo merece, Ji Seok hyung.
—
Bueno, charlar de eso no ayuda a saber dónde estará. Así que no nos queda más
que esperar a que se digne en aparecer
de nuevo… — Hayami dijo con aire solemne. Luego vio de soslayo al menor de
todos, Wooyoung como siempre, estaba callado solo escuchando, admirando
discretamente a Ji Seok… — Hombre, que el
único aquí que no se entera es Ji Seok justamente. Wooyoung está enamorado de
él desde hace algunos meses. Aunque creo que Wooyoung no se animará a nada, se
nota que todavía no supera del todo lo que pasó con su exnovio.
--//--
—
Ngh, dónde estoy…
Continuará……
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