CAPÍTULO
1. TRES SON DEMASIADO
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Tras
quejarse por el incómodo dolorcito que le aquejaba la espalda, el pelinegro
parpadeó tratando de espabilar la sensación de mareo o adormecimiento. Sentía
el cuerpo ligeramente entumecido y también la boca reseca. Además, algo parecía pesarle en el pecho. Quiso
enfocar lo que había alrededor pero todo cuanto veía eran sombras borrosas en
las penumbras de la noche.
—
¿Estoy soñando? — Murmuró con la voz pastosa, rindiéndose de momento al deseo
de incorporarse o de traer suficiente lucidez a sus sentidos.
Fue
entonces que sintió algo cálido acariciándole el rostro. La sensación era
agradable y le recordaba los días aquellos en que siendo niño su madre llegaba
a su dormitorio para despertarle con una caricia en la mejilla y un "buenos días" con esa voz suya tan
dulce y hogareña. Extraña a mamá, sin duda lo hace. Park trató de anclarse a
esa sensación, a ese recuerdo de un fin de semana tomando el desayuno en el
jardín trasero cual si estuvieran de Día de Campo, admirando ese rayo de sol
que se cuela entre las hojas de las frondosas copas de los árboles al despuntar
el alba. Hizo un mohín curioso cuando se percató, aún somnoliento, de que un
airecito molesto le hacía cosquillas cerca de los ojos y ahuyentaba sutilmente
sus memorias. Aletargado, hizo un nuevo esfuerzo por abrir los ojos, sentía el
cuerpo muy pesado y unas ganas irresistibles de continuar durmiendo, de traer
de nueva cuenta al pensamiento aquellos recuerdos que hacía tiempo no acudían a
su mente.
—¿Seguro que no ha muerto?... — Park
escuchó una voz desconocida hablar, parpadeó una vez pero solo vio una sombra
cubriendo su campo visual.
—Claro que no está muerto, es solo que su
cuerpo humano se está acostumbrando a mi Aliento… — Otra voz, una más
chillona y aniñada, se escuchó en lo que parecía ser la conversación de unos
extraños observándole.
—Deberías dejar de mirarlo… — Escuchó una
tercera voz, más madura según su juicio auditivo.
Park
sentía que su cabeza estaba hecha un lío. La idea de pensar que había tres
personas a su alrededor hablando tan tranquilamente le estaba frustrando –y de
paso le hacía preguntarse qué mierda había pasado exactamente con él–. Así que
se esforzó por espabilar totalmente el letargo y averiguar qué estaba
sucediendo a su alrededor. Y también lo que había sido del dueño de aquella voz
que le ordenara antes dibujar las colas al zorro de la pintura.
—¡No quiero, es muy, muy, muy guapo!… — La
misma voz chillona de hace unos momentos se escuchó, demasiado cerca de él,
casi como si lo tuviera enfrente. Aquella voz le era más que familiar, lo
analizó un momento y se percató de que era exactamente la misma que le pidió
dibujar sobre la pintura.
Park
trató de hilar los hechos hasta entonces pero honestamente estaba aturdido y
sus sentidos no estaban cooperando, de modo que era difícil agrupar la
información en su cabeza. Resopló frustrado y se ordenó a sí mismo despertar.Parpadeó
varias veces hasta que esa sombra borrosa fue tomando una imagen definida y
logró ver a ese muchacho de ojos avellana –ojos que poseían una curiosa forma
de gota que acentuaba la imagen infantil y algo tierna del chico–, alcanzó a notar también sus mechones pelirrojos y
esa sonrisa radiante que le hizo pensar que estaría soñando. Un sueño muy lindo a decir verdad. Aunque este
pensamiento se guardase en su memoria y no lo tuviese demasiado en cuenta en
adelante.
—
Debería soñar con chicas, no con chicos, y menos aniñados… — El pelinegro dijo
adormilado, cerrando nuevamente los ojos y respirando profundo, estirando el
cuerpo en un intento por espabilar la flojera. Fue entonces cuando sintió una
peculiar punzada de dolor que cruzó por la columna vertebral haciéndole
despertar del todo de una… — ¡Mierda!... — Gimió entre dientes.
—
¡Debes tener cuidado! Primero has de
respirar profundo y relajar el cuerpo~
Park
escuchó al pelirrojo decirle. No sabe quién es éste chico pero intuye una cosa,
debió ayudarle antes cuando… cuando, ¿qué había pasado con él antes? ¿Qué
sucedió en el Templo cuando dibujó las colas en la pintura del zorro?
Confundido, el pelinegro se enfocó en aminorar la sensación de dolor por lo que
hizo caso de las palabras del pelirrojo, respirando profundo y relajando el
cuerpo. No mucho después se sentía mejor.
—Te ha dolido un poco porque te moviste muy
rápido y mi Aliento aún se acostumbra a tu cuerpo humano… —El mismo chico
pelirrojo se dirigió a él. Sus ojos, acostumbrados a la semi-oscuridad de la
noche, finalmente fueron capaces de ver más allá de este chico, el lugar en que
se encontraba.
Sin
embargo para Park todavía era difícil pensar con claridad, además la mirada
fija del pelirrojo le incomodaba. Había algo en esos ojos avellana que le
inquietaban. Ser objeto de atención de este chiquillo
le daba escalofríos, ¿por qué? No está seguro, estuvo ahí una especie de
presentimiento, de esos que suele tener cuando está por meterse en problemas. Y
vaya que últimamente tenía muchos de estos.
—¡Eres tan guapo!...—El chico de ojos
avellana exclamó emocionado y en un abrir y cerrar de ojos sus brazos ya se
habían aferrado al cuerpo de un pelinegro que abría los ojos de par en par sin
poder procesar siquiera el hecho de ser víctima de un abrazo tan asfixiante
pero cálido… —¡Me quedaré contigo para
siempre~!
Cuando
el pelirrojo hizo aquello con el pelinegro, los otros dos chicos presentes
suspiraron ante la acción del zorro.
El zorro de ojos oscuros se golpeó la
frente y farfulló entre dientes, como siempre, su hermano mayor era imprudente.
En tanto, el zorro de ojos negros
aguardó pacientemente, quería averiguar hasta dónde la resistencia de este
humano toleraría el trato de su hermano menor. Pese a que ahora los humanos no
eran su raza favorita en la existencia, una parte de él aún les tenía cierto aprecio. Su pasado, no debía volver.
—
¿Qué?... – Después de lo que bien podría haberse tomado como una eternidad, las
neuronas de Park parecieron reaccionar cuando aquella declaración hizo eco en
sus pensamientos… — ¿Cómo que quedarte? Debo estar soñando… — Musitó aturdido.
—
Quedarme~ ¡para siempre~! — Volvió a
decir el pelirrojo, la radiante sonrisa de sus labios parecía incapaz de
desaparecer.
—
¡Yah! Quien quiera que seas, ¡Suéltame!... —Exigió alterado al notar que el
pelirrojo continuaba aferrado a su cuerpo y restregaba sus mejillas como si fueran
un par de cachorros haciendo amistad.
O algo parecido, lo que fuese ¡no le gustaba! ¡Le estaba crispando los nervios
que un chico se le pegara de esta
manera!
—¡No~! ¡Anda, déjame! ¡Eres tan guapo que no
puedo evitar la emoción y quiero abrazarte mucho, mucho, mucho!— El
pelirrojo volvió a exclamar al tiempo que sus nueve colas se desplegaban
esplendorosas y los ojos ónix de Park se desorbitaban por la impresión y caía
nuevamente desmayado, llevándose en la inercia de la caída al pelirrojo con él…
– ¡No te duermas de nuevo!... – Renegó
haciendo pucheros, al tiempo que se sentaba nuevamente a lado del pelinegro y
observaba sumamente concentrado sus atractivos rasgos varoniles.
–No se durmió, se desmayó porque tus colas
aparecieron de nuevo hyung… – El de ojos oscuros señaló acercándose al
sujeto en cuestión y picándole las costillas con una varita que se encontró por
ahí entre piedrecillas y tierra… –¿Lo ves? De otro modo estaría quejándose en
estado somnoliento, por mínimo. O tal vez se pondría algo histérico y gritaría
como loco. Como una de las mujeres que visitaron el Templo el año pasado.
–
¡No le piques~! – El de ojos avellana
pucheó todavía más al tiempo que se movía ágilmente y arrebataba elarma de manos de su hermano… — ¡Zorro malo! — Exclamó señalándole con
la varita, pero con un gesto tan infantil que el de ojos oscuros se carcajeó de
buena gana… — ¡No te rías~! ¡Tenme más
respeto, todavía soy mayor que tú!
El
zorro de ojos negros sonrió al ver a sus hermanos actuar como un par de niños.
A veces le gustaría que lo fueran todavía, pero las más de las veces era mejor
estar como ahora, como tres adultos cumpliendo el castigo de la Abuela de los Tres Dioses. El zorro de ojos negros vio
al menor de los tres pincharle las costillas al humano con una nueva varita que
se había conseguido cuando el de ojos avellana había hecho pedacitos la
anterior. Suspiró y decidió intervenir. A veces, se sentía más como su madre que como el hermano mayor de los
dos.
—Dejen de entretenerse con el humano, es
nuestro futuro anfitrión, debemos tratarlo con más respeto… — El de ojos
negros, tez blanca y fina como la porcelana, señaló mientras continuaba sentado
en aquella piedra de gran tamaño y observaba al solelevarse lentamente en el
horizonte iniciando su jornada matutina.La noche se ha ido demasiado rápido.
—¡Pero hyung, lo trato con respeto!... —El
de ojos avellana exclamó con energía.
—No si lo abrazas así sin más y le miras
embobado… — El mayor de los tres zorros puntualizó con tono sereno,
mirándose repentinamente con sumo interés las uñas, aunque más bien era su
forma de parecer desinteresado pero sabiendo a ciencia cierta lo que decía y
por qué lo decía.
—¡Es que me emociona mucho y no sé porqué!—
El zorro de ojos avellana se defendió con algarabía. Y no mentía, algo en ese
humano en particular le hacía sentir de esa manera y, además, hacía que su
corazón latiera muy rápido.
Por
otro lado, el de ojos negros tenía una respuesta para eso. Pero implicaba
recordar su pasado y lo que sufrió por causa de un humano también. Para él
desde hace muchos años, los humanos habían perdido valía en su pensamiento y en su forma de verlos. Ahora considera que
un zorro de su naturaleza no debería nunca posar sus valiosos sentimientos en
ellos, mucho menos entregarles algo
tan preciado como su Aliento. Pero su
hermano menor lo ha hecho ya, aunque aún no lo entienda. Y espera que realmente
no lo haga hasta que recupere su Aliento
y puedan volver a casa.
El
de ojos oscuros miró a su hermano mayor y suspiró. No conocía en detalle lo que
sucedió siglos atrás cuando por primera vez un zorro fue en contra de las leyes
de la Abuela de los Tres Dioses. Pero sabe que su hyung no es particularmente
partidario de convivir con los humanos.
—¿Por qué no despierta?— El de ojos
avellana volvió su total atención al pelinegro. No recibió respuesta de ninguno
de sus hermanos. Podía sentir el aura calmada del mayor, mientras que la delmenor
estaba un tanto inquieta. Y él sabía bien porqué, sabe que incluso si él ha
decidido seguir a este humano hasta
que sane, su hermano menor estará en desacuerdo, y el mayor solo le seguirá
porque se siente responsable por él…
– Vamos chico guapo, despierta ya… –
Murmuró acercándose nuevamente al rostro del pelinegro, acariciando con uno de
sus dedos el contorno de su perfecta mandíbula. Lo que fuera, encontraba
fascinante hasta el mínimo detalle de este humano y no podía evitar que su
corazón latiera emocionado.
Algunos
minutos después el pelinegro comenzó a despertar nuevamente. Las orbes ónix se
abrieron paso a la luz lentamente, enfocando en primer lugar a ese mismo
pelirrojo de antes.
—
¡Ah! ¡Tú de nuevo! — Parándose de un salto y apuntando al de ojos avellana con
un dedo, el pelinegro se alejó un par de pasos. Enfocando solo entonces a esos
otros dos jóvenes.
Uno
de ellos, alto, delgado, de cabellos hasta los hombros de color castaño oscuro
le miraba con desinterés. El otro, sentado en una piedra, era de piel blanca y
sedoso cabello negro, facciones delicadas y porte elegante. Miró alternadamente
a los tres chicos sin poder explicar quiénes eran y por qué rayos es que se
encontraban en torno a él. Su respiración se agitó y también notó que su
corazón palpitaba al borde de la taquicardia. A este paso le daría un ataque al
miocardio antes que volver sano y salvo a su casa.
—
¿Qué clase de golpe me habré llevado que despierto nuevamente en el mismo
sueño?... — Preguntó para sí sin despegar su mirada del panorama ante él. Tres
chicos completamente desconocidos que no dejaban de mirarle también… — ¡Ay!... —
Gritó sobándose instintivamente el brazo. A saber, el más alto de los tres
acababa de pellizcarle. Sí, pellizcarle… — ¡Qué es lo que te pasa!
—¿No dicen ustedes los humanos que la mejor
forma de saber si estás soñando o no es haciendo eso?— Le respondió
mirándole con cierto gesto divertido. Park frunció el ceño y antes de que él
tuviera que decir nada, el otro chico salió en su defensa.
—¡Por qué lo maltratas!— El pelirrojo ya
estaba reprendiendo al de ojos oscuros.
—
¡Aish! No sé de qué se queja si teniendo
tu Aliento el dolor desaparecerá rápidamente.
Entonces
el cerebro de Park recordó algunos detalles. Lo que el pelirrojo le dijera
antes acerca de un Aliento
acostumbrándose a su cuerpo, quedarse para siempre con él y esas colas que brotaron de… bueno, en la espalda baja
del chiquillo de ojos avellana. Lo que sumándose, le hizo sentir otra vez
mareado, perturbado y en un sueño bastante raro del que quería despertar ¡Pero
ya!
—Dejen de hablar tanto, es momento de que le
expliquemos lo que está sucediendo. Los humanos son de mente frágil… — El
de piel blanca interrumpió la repentina discusión entre los otros dos. Dirigiendo
apenas su mirada negruzca al humano, evadiéndola de inmediato en un gesto que a
Park le hizo sentir ese tipo de rechazo que viene cuando (sin que sea su
responsabilidad) no es de agrado de
alguien.
—¡Yo! ¡Yo le explico, hyung!— El
pelirrojo se apuntó para la labor con entusiasmo. Y para cuando se acercó al
pelinegro invadiendo su espacio personal, fue inevitable que éste retrocediera
instintivamente. No era precisamente sano para él que este chico tuviera la franqueza
de acercársele tanto, así sin más… —Veamos,
cómo debiera comenzar a explicarlo… — El pelirrojo se detuvo de pronto a
medio camino de prácticamente besarle (es que la cercanía esa impresión le dio
al pelinegro) y retrocedió llevándose la mano al mentón sujetándoselo con aire
pensativo.
Park
admitió muy, muy en el fondo de sus pensamientos que aquella imagen que se le
presentó era… linda. Y este
pensamiento se añadió al anterior, e igual que aquél, terminó en un rincón de
su mente guardado bajo llave. Park atribuiría después esta clase de
pensamientos a la locura temporal o a efectos secundarios de este Aliento haciendo estragos en su
conciencia. Sí, algo así pasaría.
El
zorro de ojos oscuros resopló hastiándose de esperar porque una buena idea llegase a la mente de su
hermano, por lo que decidió adelantársele.
—
En el mundo humano nosotros somos seres
fantásticos, nos llaman Gumiho o zorro de nueve colas. Aunque generalmente
hablan de nosotros como representaciones femeninas en forma humana, la verdad
es que podemos tomar también la masculina, eso es indistinto y no obedece
ningún tipo de regla. Sin embargo es normal que las leyendas que ustedes los
humanos crean hablen solo de hermosas mujeres porque generalmente y como podrás
darte cuenta, los Gumiho somos extremadamente atractivos, poseemos un encanto
seductor que puede volver algo loco a cualquier ser humano; y si se encuentran
con un Gumiho como mi hyung, es particularmente natural que le confunden con
una chica por su hermosura… — El de ojos oscuros explicó con calma,
enfatizando sus palabras cuando señaló al de tez blanca.
Park
iba a darle la razón en algo. Ese chico era tan bello y delicado que realmente
podría confundirse con una chica. Pero ni bien el pelinegro se planteó aquello,
algo se agitó en su pecho provocándole un espasmo de dolor y al segundo la mano
del pelirrojo se había posado –sin su permiso– en aquella zona.
—Está molesto, entre otras cosas tienes que
saber que el Aliento de un Gumiho es como su alma, son algo… cómo decirlo…
celosos, cuando encontrándose dentro de otro cuerpo que no es el suyo, su
contenedor piensa en cosas inapropiadas…— El pelirrojo le dijo (no
demasiado claro) mientras le acariciabael
pecho por encima de la ropa haciéndole sentir aliviado, como si ése Aliento dentro de sí, se tranquilizara
bajo el tacto de su dueño.
—
Creo que definitivamente me he vuelto loco. Estoy teniendo el sueño más
extraño… — Murmuró sin poder creerse nada de lo que estaba sucediendo.
—¿Quieres que vuelva a pellizcarte para que
veas que no es un sueño?— El de ojos oscuros señaló con cierto tono de
maldad y sonrió divertido.
—¡Yah! ¡Déjalo en paz!— El pelirrojo se
giró quedando de espaldas al pelinegro y de frente al de ojos oscuros,
acusándole con un dedo y cierto mohín de disgusto que su hermano menor ignoró.
—Lo importante ahora es irnos, la ciudad más
cercana está algo retirada y tendremos que caminar toda la mañana… — El de
ojos negros interrumpió de nuevo la discusión de sus hermanos y poniéndose de
pie se acercó al pelinegro… —Lamentamos
irrumpir así en tu vida, pero es un hecho que hasta que mi hermano no recupere
su Aliento, nosotros tendremos que seguirte.
—
¿¡Qué!? No, no, no. ¡De ninguna manera pueden ir conmigo! ¡Que tome de vuelta su Aliento o como quiera que se llame, y lo que quiera que sea!— Park
prorrumpió alarmado por lo que implicaba aquel “seguirte”.
—Si aprecias tan poco tu vida y no te importa
realmente morir en un par de horas, puedo convencer a mi hermano de tomar su
Aliento de vuelta…— El de ojos negros dijo con tono áspero, casi despiadado.
Y era extraño, porque en un chico tan bello
aquella actitud parecía incongruente.
—¿Qué
quieres decir con morir? — Park se animó en preguntar, casi temiendo de todas
formas la respuesta. Morir, debía
tener el mismo significado en cualquier lugar. Dejar de respirar, dejar de
existir.
—La razón por la que te presté mi Aliento es
porque caíste desde ahí arriba… — El pelirrojo señaló la alta y escarpada
pendiente… —Y estaba en deuda contigo por
habernos liberado luego de dibujar mis nueve colas sobre el lienzo del Templo,
sin mi Aliento las heridas en tu cuerpo definitivamente te harían morir en
cuestión de horas, sobre todo porque nadie vendría a buscarte.Pero si de verdad
prefieres morir, entonces lo tomaré de regreso… — Dijo y sin más se acercó
nuevamente al pelinegro, tomándole por sorpresa, Park no pudo evitar que el
pelirrojo le sujetara por los hombros y acercara otra vez su rostro al suyo
como si fuera a besarle.
Aunque
esa vez, en verdad, iba a besarle.
—
¡Qué intentas! — El pelinegro retrocedió instintivamente cuando la boca del
pelirrojo le pareció peligrosamente cerca de su rostro, tan alarmado de aquella
acción que sin medir su movimiento terminó cayendo al suelo, el golpe le dolió
en el trasero pero pronto aquella sensación se esfumó. Tal vez era cierto eso
de que con el Aliento del zorro en su
cuerpo su umbral al dolor había cambiado.
—Recuperar mi Aliento… — El pelirrojo parpadeó
lindamente contrariado… —No pareces
complacido con la idea de llevarnos contigo, y como no pensamos obligarte,
entonces tomaré de regreso lo que es mío.
—¿¡Y
para eso tienes que besarme!?
—Es así como funciona, el Aliento entra y
sale por la boca solamente… — El de ojos avellana ladeó el rostro como si
no comprendiera el motivo por el que este chico guapo hace tanto drama por algo tan simple como tomar su Aliento.
—
¡No! ¡De ninguna manera!
—¿Entonces nos llevarás contigo?— El
pelirrojo cuestionó emocionado, olvidando en aquel instante la negativa tan
vehemente del pelinegro por compartir su espacio vital.
Tras
meditarlo por largo tiempo. En verdad, se tomó sus considerables minutos
deliberando con su conciencia la situación. Mirando de hito en hito a los tres
chicos, replanteándose todo lo sucedido. Convenciéndose en algún punto de su
análisis de que esto no debía ser más que una pesadilla. Que seguir la
corriente debía ser su mejor opción y que, cuando el sol volviese a
despuntar, él estaría despertando en su cómoda cama en casa de su abuelo. O en
su departamento, junto a una hermosa modelo de pasarela de esas a las que
siempre seduce pero las que nunca
–por alguna razón– terminan en su cama.
—Bien,
no parece que tenga otra opción… — El pelinegro suspiró derrotado.
—No será por mucho tiempo, tal vez solo
algunos días, en lo que tu cuerpo sana completamente y mi hermano pueda
recuperar su Aliento sin que tu vida corra peligro… — El de ojos negros
indicó.
Y
luego los cuatro simplemente comenzaron a andar. Park quiso renegar por ello
pues de solo recordar la larga jornada del día anterior se sentía terriblemente
cansado. Pero no, en aquel pensamiento tuvo que admitir que quedaría mejor “sentiría” que “sentir” porque su cuerpo parecía repentinamente tan ligero que se
creía capaz de correr una maratón de 40 kilómetros y todavía tener energía para
irse de fiesta y bailar la noche
entera. Sí bueno, es joven.
—¿Cuál es tu nombre?— Apenas unos metros
avanzados buscando algún camino entre árboles y terreno escarpado, el pelirrojo
le preguntó con interés, sonriendo demasiado y observándole con ese peculiar
mirar avellana que parecía tener al sol incrustado en sus pupilas.
—Park
Yoochun. ¿El de ustedes? — Se animó en preguntar. Ya que su vida había tomado
ese rumbo de locura, no estaba de más saber a quién demonios llevaba a su casa.
O lo que es lo mismo, conocer los límites de su imaginación como para nombrar a estos zorros de nueve colas.
—No tenemos nombre, no somos humanos, solo
somos Gumiho´s… — El de ojos oscuros respondió.
—
Bueno, no puedo ir por ahí llamándoles “Gumiho”, necesitan un nombre.
—¿Cómo te gustaría llamarme?—El pelirrojo
le preguntó de inmediato con renovada algarabía. Todo lo que giraba en torno al
pelinegro, a él simplemente le fascinaba y no podía evitar querer saberlo todo.
Park
volvió la mirada al chico pelirrojo, quien por cierto era el único caminando a
su lado, tan cerca que sus brazos se rozaban a cada paso. Al pelinegro le
parece extraño que este chico sea tan confiado, como cuando le abrazó o cuando
casi le besa. Sin embargo, piensa que
no debe ser cosa de zorros porque los
otros dos lucen completamente diferentes.
—
¿Yoochun-ah?
—
No lo sé. Vamos a pensar en ellos durante el camino.
Sin
embargo, sobre el mediodía y habiendo llegado a una pequeña población desde
donde el pelinegro finalmente pudo contactar a su abuelo a través de una
operadora; los tres zorros seguían diciendo “no” a cada uno de los intentos de
Park por nombrarles.
—
Encima de todo, exigentes… — El pelinegro murmuró para sí una vez colgó el
auricular público.
--//--
Departamento
de Park Yoochun
Luego
de haber tenido que poner una gran excusa a su abuelo por no presentarse de
inmediato en su casa, el pelinegro se dirigió con sus tres invitados especiales
a su departamento. Agradeció entonces el que su abuelo no estuviera tan enojado
con él como para quitárselo.
—
Pero de igual manera ha desactivado todas mis tarjetas de crédito, y por eso
tuve que esperar toda la tarde en aquel pueblo hasta que envío a alguien por
mí… — Dijo para sí en tanto abría la puerta de su departamento seguido por los
tres zorros.
—Creí que siendo rico tu departamento sería
más amplio, ¿los humanos ricos no son como los de antes? Cuando tenían amplias
Villas que se extendían por kilómetros… — El de ojos oscuros señaló
mientras daba una mirada rápida al interior.
No
era gran cosa. De hecho parecía tan pequeño como para que efectivamente solo
una persona pudiera habitar aquel reducido lugar. Y tampoco contaba con grandes
lujos, pero tenía lo básico y de la mejor calidad. Para Park este lugar era su guarida secreta, aquí ni siquiera su tía
venía sin ser invitada. No, se corrige a sí mismo y admite que su tía es la
única que va y viene por su departamento cuando quiere, pero es muy prudente.
Después de todo, no habría alimentos sanos en su nevera de no ser por la mujer.
—
¿Esta es tu cocina? Es tan pequeña,
comenzaré a comer, necesito mucha energía… — Ignorando el ceño fruncido de
su anfitrión, el zorro de ojos oscuros ya estaba husmeando allí por algo de
alimentos.
—
Tú no me caes nada bien… – Park le fulminó con la mirada y el de ojos oscuros
simplemente ignoró su comentario, dedicándose en su lugar a olfatear el
interior de la nevera… — Claro, pasa con confianza que estás en tu casa… —
Ironizó el pelinegro, sin que el de ojos oscuros le hubiera hecho de cualquier forma
caso.
—¿Disculpa, crees que sea posible permitirme
tu ducha? Hace algún tiempo no tomo una ducha de verdad… — El de ojos
negros se dirigió a él con formalidad. Y mientras asentía,Park pensó que de los
tres, él era el que le agradaba de verdad. El Aliento en su pecho volvió a agitarse provocándole un ligero dolor.
—Te he dicho, mientras lleves mi Aliento no
debes pensar en cosas inapropiadas…— El pelirrojo le recordó haciendo un
mohín de disgusto.
—
Ni siquiera sé lo que significa “cosas inapropiadas”… — El pelinegro se
defendió siendo él quien masajeara con su mano su propio pecho esperando a que
aquella incomodidad desapareciera.
—Eres tú quien las piensa, deberías haberte
dado cuenta ya… — El pelirrojo se cruzó de brazos volteándole la cara cual
niño enfadado.
El
pelinegro revoleó los ojos y prefirió no indagar más, estaba cansado y en las
últimas horas había descubierto que mientras más le siguiera la corriente al
pelirrojo, más difícil sería que se quedara callado por lo menos por cinco
minutos.
—¿Tienes algo de ropa que puedas prestarnos? —
El de ojos negros interrumpió (algo que parecía ser costumbre en él, según
pensó Park), mirando de soslayo a su hermano pelirrojo y viéndole evadirle la
mirada como si estuviera arrepentido de su propio pensamiento.
—
Por el tipo de cuerpo que tienes, creo que mi ropa te quedará muy bien, pero no
podría decir lo mismo de los otros dos… — El dolorcito en el pecho regresó… —
¡Ay! ¿Es que tu Aliento piensa martirizarme toda la vida? No estoy pensando
nada inapropiado.
—Eso no es lo que mi Aliento percibe… – El
pelirrojo espetó resentido. Tenía la impresión de que el pelinegro no le estaba
prestando toda su atención. Y él, por alguna razón desconocida, ansiaba toda la
atención que pudiera tener.
—¿Podemos
dejar simplemente el tema? Quiero una ducha y cambiarme con ropa decente y
acorde a ésta época… — El de ojos negros volvió a interrumpir, esa vez con tono
más serio y su hermano pelirrojo pudo sentir su aura inquietándose, por lo que
prefirió callarse por el momento.
—
Creo que deberíamos comprar ropa para todos… — Park concluyó lo que era obvio y
solo entonces pareció reparar en la vestimenta de los zorros.
Los
tres parecían vestir simplemente un pantalón amplio atado a los tobillos y una chaqueta
de mangas anchas en tono claro, lo que le recordó bastante a los Hanbok de la
antigüedad que ve ahora mayormente en fotografías o novelas y películas de
época.
—
Pero no tengo dinero para eso justo ahora. Tendré que prestarles algo mío y
luego saldré a pedirle ayuda a unos amigos… – Suspiró y sin hacer caso de las
preguntas que el pelirrojo le hacía fue a su habitación por un cambio que
pudiera facilitarle de momento al de ojos negros.
—¡No me hace caso!... — El pelirrojo
infló las mejillas infantilmente.
—Recuerda hermano, solo estaremos con él
hasta que su cuerpo haya sanado totalmente, luego debemos volver a casa. Aunque
la Abuela seguro estará enfadada con nosotros porque una vez más, hemos salido
de nuestro mundo… — El de ojos negros le dijo y antes de que el pelirrojo
le respondiera nada, el pelinegro regresó de su habitación y le indicó la ducha
para que pudiera tomar su baño.
El
pelirrojo se le quedó mirando largo rato, Park entonces le prestó atención, se
percató del pequeño lunar en la curva de la mandíbula hacia el cuello y recordó
que mientras dibujaba las nueve colas en el lienzo de aquel Templo, él por
error dejó un punto en lo que debería ser exactamente la misma zona de la
figura del zorro aquel.
Todavía
le parecía demasiado increíble y loco estar viviendo aquella experiencia. Pero
mientras miraba al pelirrojo, Park se dio cuenta de que su cuerpo se sentía más
ligero, como aliviado. Y recordó que el pelirrojo le había explicado –sin gran
detalle como todo lo que parecía salir de aquella boca– que las sensaciones de
su cuerpo se deben a que su Aliento
se encuentra dentro suyo. Y así, cuanto más pensaba y los minutos pasaban, el
pelinegro comenzaba a preguntarse seriamente si esto de verdad sería solo una pesadilla, o si era la realidad.
—¡Hey! ¿Qué clase de humano eres que no
tienes suficiente alimento?— La presencia del de ojos oscuros le sacó de
sus pensamientos.
El
chico finalmente tenía su aura casi tranquila. La razón por la que su aura
fluctúa de vez en cuando, es solamente debido a que su estómago vacío reclama
alimento. Carne de preferencia. Mucha carne. El de ojos avellana miró a su
hermano con una sonrisita divertida, Yoochun podía no caerle bien pero no había
dudado en comerse todo lo posible de su cocina.
—¡Quiero carne!— El de ojos oscuros
exigió con mirada dura.
—
¿Qué? ¿Acaso piensas que es mi deber mantenerlos o qué? — El pelinegro dijo
sosteniéndole la mirada, cayendo en cuenta de algo apenas unos segundos
después… — ¡Un momento! Mi cocina tiene comida, la nevera estaba llena porque
mi tía recién había hecho las compras hace un par de días.
El
zorro de ojos oscuros simplemente bufó. Park, movido por la curiosidad, entró a
su cocina encontrando la nevera vacía y el bote de basura lleno de envolturas y
más.
—
¡Esto es una locura! —Park gritó fuera de sí tirando de sus cabellos con
frustración.
--//--
Al día siguiente…
Park
estaba agotado, además de no haber podido reunirse con sus amigos, no había
logrado conciliar el sueño por una simple y sencilla razón: el pelirrojo
acostado en SU cama. Con ojeras y bostezo tras bostezo, el pelinegro entró a su
baño para tomar una ducha de agua fresca, necesitaba espabilar y pensar con
claridad qué haría con aquella alarmante situación.
Oh
sí, la razón por la que el de ojos avellana durmió en su cama. Bueno, entrada
la noche y con tres zorros listos para descansar, el pelinegro reparó en el
hecho de que su departamento no contaba más que con una habitación –la suya– y
un pequeño cuarto que podría funcionar a modo de estudio de trabajo u oficina
pero que realmente tenía llena de tontería y media. Al final, el de ojos negros
y el de ojos oscuros habían acordado dormir ahí –luego de haber sacado todas
esas tonterías y tirado algunas de ellas a la basura–, pero el pelirrojo, terco
como él solo, se había empeñado en dormir con él. Por lo que, aunque intentó
sacarle de su cama en varias ocasiones, cuando escuchó la respiración pausada
del pelirrojo, salió de su habitación e intentó dormir en el sofá. Misión
imposible, no solo por la incomodidad, sino porque no dejaba de pensar en el
sorprendente giro de su vida.
—Hoy
sí o sí tengo que reunirme con los chicos. Como mínimo Hayami me echa una mano…
— Dijo para sí mirándose en el espejo, el rostro mojado y la mirada medio
perdida. Todavía moría de sueño. Se prepararía una humeante taza de café, bien
cargada de preferencia.
—Yoochun-ah, buenos días~~— De pronto un
torbellino pelirrojo entró al baño así sin más, lanzándose a sus brazos y asfixiándole
en un fuerte abrazo.
—
¡Yah! ¡Qué demonios haces! — Escandalizado por la exagerada muestra de afecto,
el pelinegro le empujó lejos.
—Saludándote— El de ojos avellanas ladeó
el rostro mirándole tiernamente. Y algo se revolvió en el estómago del
pelinegro. Y no, en ése momento, no era el Aliento
contenido en su pecho. Era algo más
que, junto a los pensamientos anteriores, se iría acumulando en algún rincón de
su mente.
—
Bueno, no andes saludándome así. Vamos, hay que salir todos a un sitio dentro
de poco…
--//--
Tras
pedirle a sus amigos reunirse esa mañana para tomar el desayuno, Yoochun esperó
que no hicieran demasiadas preguntas y simplemente le hicieran aquel favor.
Conociendo a todos sus amigos él estaba seguro de que le ayudarían, lo que
realmente le preocupaba era que los zorros quisieran irse con ellos, no les
había mencionado nada sobre separarlos
durante su estancia en este mundo. Lo
que sea que signifique ello.
—
Ellos son mis amigos Yunho, Wooyoung, Hayami y Ji Seok… – El pelinegro los
presentó, sonriendo con cierto nerviosismo.
Para
cuando los zorros les miraron, los presentes experimentaron diferentes
sensaciones. Yunho y Hayami sintieron como si se tratara de un deja vú. Como cuando vives algo que
antes ya había pasado exactamente de la misma manera, o cuando tienes un
pensamiento como “esto ya lo viví”. Para
el menor de todos era ligeramente incómodo, a las justas se ha ido ajustando al
grupo de amigos, y lo ha hecho más que nada por seguir a Ji Seok, porque el abogado le gusta pero él no se siente
más que como un mocoso insignificante
a su lado. Para Ji Seok, esto era como cuando está en un caso de divorcio y las
partes comenzarán a discutir acerca de temas como la custodia de los hijos.
Raro, pero esa sensación realmente la ha tenido. Y por alguna razón, su mirada
ha ido del apuesto joven de tez blanca a su amigo Yunho.
—
¿Qué tal? Soy Jung Yunho, un gusto conocerlos… — El chico de tez morena saludó
sonriendo gentilmente. Prestando especial atención al de ojos negros, quien
mostró más bien desinterés.
—Pide algo de carne para mí… —El de ojos
oscuros le gruñó al japonés tras haberse sentado a su lado en la mesa. Sobra
decir que su poca amabilidad hizo darse un golpe en la frente al pelinegro,
mientras que los otros zorros, conociendo de antemano a su hermano, solo
esperaban a que este chico hiciera caso o bien, que fuese capaz de confrontar
el apetito voraz del menor.
Por
su parte, Hayami enarcó una ceja y le miró directamente a los ojos. El zorro de
ojos oscuros se sintió incómodo bajo aquella mirada. Y era extraño porque los
humanos no siempre eran capaces de sostenerles la mirada de la forma en que
este chico lo hacía.
—
Si fueras un poco más amable tal vez te complacería, chico guapo; pero como has
sonado como un auténtico haragán, no pienso gastar un solo won en ti.
Al
zorro de ojos oscuros le nació un tic nervioso en el ojo. Gruñó sonoramente y
cruzándose de brazos se dignó en ignorarle, como si aquel desprecio de su parte fuera castigo
suficiente para el de tez tostada. Hayami sonrió divertido por la actitud
de este perfecto extraño. Park suspiró y se talló las sienes antes de comenzar
a hablar, el zorro de ojos oscuros no estaba facilitándole las cosas.
—
Como ustedes son mis mejores amigos y siempre están dispuestos a ayudarme en lo
que sea, tengo un gran favor que pedirles. Necesito que alguien de ustedes le
de alojo por un tiempo a ellos dos, en lo que él… — Señaló al pelirrojo… — Y yo
arreglamos un asunto que tenemos pendiente.
—
¿Qué clase de asunto? — El moreno cuestionó. No era simplemente que quisiera
meterse en las cosas privadas de su amigo, pero de pronto se sentía necesitado
de alguna mínima explicación.
—
Por favor hyung, les contaré más adelante. Por ahora solo háganme este favor.
—
No puedo hacerlo por ahora, Yoochun-ah.
—
Por qué no Ji Seok, tú casa es enorme.
—
Yo… — El abogado carraspeó nervioso. Por alguna razón le resultaba complicado
hablar de esto con sus amigos. Estaba
mudándose alguien a su casa justo en
aquellos momentos, pero él ni siquiera les ha hablado nunca de ninguna novia.
Hayami
miró de soslayo a su amigo, no sabe por qué la negativa cuando también él pensó
que Ji Seok ofrecería su casa para ayudar a Yoochun, pero se imaginaba que
debía ser por una razón importante. Luego volvió la mirada hacia Wooyoung, el
chico que solía tener una chispa particular de alegría y simpatía, lucía
repentinamente más callado que de costumbre.
—
Conmigo puede quedarse alguien, pero solo una persona… — El moreno dijo de
pronto, presintiendo este ambiente tenso y queriendo romperlo.
—Me quedaré contigo, Yunho-ssi… – El de
ojos negros dijo con voz suave, mirando al moreno con seriedad. No una seriedad
molesta, de hecho Yunho no sabría decir qué reflejaba la expresión del apuesto
chico.
—
Bueno, eso significa que tú te quedarás conmigo… — Hayami sonrió con diversión
al notar las orejas del de ojos oscuros enrojecer, seguramente por la molesta
ironía.
—Pues ya que parece no haber mejores opciones…
— El zorro gruñó.
—
No eres nada amable, ¿eh?
—No. Y como sigas sonriendo de esa forma tan
tonta te juro que te voy a aflojar cada extremidad de tu cuerpo… — El de ojos
oscuros amenazó con seriedad. Hayami soltó una risita y para evitar la ira del jovencito, le extendió la carta
del menú asegurándole que él invitaba el desayuno.
—Yoochun ah, ¿Cuándo me darás un nombre?—
El pelirrojo le preguntó con tono mimoso tras haber permanecido todos esos
minutos al margen como lo había prometido, pero incapaz de mantenerse más en
silencio, acercándosele demasiado y tomando así su propio momento de atención,
que en aquellos instantes el pelinegro había estado atento a la conversación de
los demás.
—
No seas impaciente… – Park respondió, echando el cuerpo hacia atrás en un gesto
meramente instintivo. La cercanía del de ojos avellana hacía mella en su
cuerpo, aunque todavía no sabe a ciencia cierta el por qué o de lo que se trata…
— ¿Podrías, alejarte un poco?
—
Por qué. ¿Es malo que me acerque de esta
manera? — El de ojos avellana preguntó con inocencia. Y nuevamente algo se revolvió inquieto en el pecho
del pelinegro.
—
No es educado. A los humanos les gusta tener su propio espacio y que nadie lo
invada solo porque sí.
—
Oh… — El pelirrojo retrocedió,
volviendo a sentarse como debe en su lugar… — Espacio… — Murmuró para sí, preguntándose cuánto espacio sería suficiente, y si este espacio tenía que respetarse siempre. Él
quería acercarse al pelinegro, le gustaba mirarle tan de cerca que sus alientos
se mezclasen.
—
Sé que dijiste que esperáramos por una explicación pero… — Ji Seok estaba
realmente curioso por la actitud de estos misteriosos
chicos… — ¿No te metiste en líos legales de ninguna naturaleza, verdad?
—
¡Claro que no, hyung!
—
Entonces por qué ciertamente no nos los has presentado formalmente, Yoochun.
Park
traga hondo y sonríe nervioso. ¿Deberá decirles ya que estos chicos son en
realidad, Gumiho?
Continuará……
Imaginarme a JJ como un zorrito... precioso 😍 Aunque me preocupa su pasado, de seguro algún baboso me lo hizo sufrir 😭. Sin duda mi segunda pareja favorita es el HayaMin 🤣 (La primera es el YJ 😍), me encantan 🤣!
ResponderBorrarHace tanto que leí este fic, pero definitivamente amo más la presencia de Hayami en las peripecias de Changmin!!! Ellos son tan fuera de serie!!!!
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