miércoles, 28 de diciembre de 2016

Nine Tailed Fox. CAPÍTULO 2.



CAPÍTULO 2. SECRETOS NECESARIOS
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Tanto Yunho como Ji Seok miran a Yoochun, ambos muchachos parecen ser los que está más curiosos respecto a esta extraña situación. Hayami por su parte se mantiene más al margen, no niega su propia curiosidad pero él mejor que nadie sabe acerca de la prudencia y del respeto a ciertos secretos. No por nada guarda los propios. Sumado a esto, la perspectiva del japonés en todo esto es que el chico pelirrojo parece estar apegado al pelinegro y, que los otros dos, están ahí casi arrastrados por las circunstancias y no por convicción. Mokomichi era así, se caracterizaba entre sus amistades como un chico observador y minucioso. Y el chico de ojos oscuros se daba cuenta, porque era muy parecido, analítico e inteligente; aunque muchas veces también mordaz.

— Ji Seok hyung, de verdad preferiría no tener que darles ninguna explicación ahora… — Park insistió, incómodo con la situación en sí, preocupado por cómo se tomarían las cosas sus invitados.

Si en algo puede calmar su ansiedad, Ji Seok-ssi, le aseguro que su amigo Yoochun no está haciendo nada malo, su buena intención se aprecia y lamentamos ponerle en este dilema. Pero, si en verdad quiere saber, mis hermanos y yo no vamos a ocultarle nada siempre que su corazón también sea honesto con sus amigos.

Cuando el de ojos negros dijo esto, el abogado se removió inquieto en su lugar. Algo en la forma en que el bello chico le miraba lo inquietó, sintió como si hubiera visto a través de él y conociera algunos de sus secretos.

Yunho miró alternadamente a su amigo Ji Seok y al chico de ojos negros, él es intuitivo más que racional, se guía por las expresiones faciales y la forma en que los ojos miran a otro. No sabe a ciencia cierta qué está pasando pero tiene una impresión. Ji Seok ha estado actuando extraño los últimos días, nervioso y evasivo. Saben que oculta algo pero no le presionan porque, pese a ser amigos, no tienen derecho a exigirle a hablar de algo en lo que ni él se siente cómodo. La tensión flota de nuevo en el ambiente y parece irrompible. Ji Seok es quien evade la mirada del chico de ojos negros tras unos minutos de incómodo silencio. Se han escrutado con alevosía y cada uno ha obtenido lo que quería. El zorro de ojos negros no se asombra, ninguna actitud de los humanos puede sorprenderle ya. El abogado se sofoca en sus propios secretos y comprende que está actuando mal. Pero no está listo.

E inconscientemente la mirada de Ji Seok viaja y topa con la inquisitiva expresión de Wooyoung. El menor aparta sus ojos casi de inmediato, no lo soporta. Presiente que puede ver en su corazón y se asusta. Había jurado no volverse a enamorar después del doloroso rompimiento con su exnovio, pero ahora está ahí, incluido en un grupo de amigos que le hace sentir inmaduro incluso si es junto a Yoochun, a quien los otros tres suelen señalar de tal manera.

— ¡Detesto el silencio~! — El pelirrojo exclama de pronto rompiendo el ambiente. Resopla infantil y toma un trozo de carne de la parrilla al centro de la mesa… — Los humanos se complican la existencia con demasiada facilidad. Yoochun ah, no seas así. Por eso, mírame y atiéndeme, sé amable conmigo y te devolveré la sensatez con favores que nunca imaginaste. 

— ¿Eh? ¡Qué clase de tonterías dices! — Park exclama abochornado, se levanta y anuncia que irá a los sanitarios simplemente porque necesita salir de allí. No sabe cómo todo se ha tornado de esta manera, ni el motivo por el cual los zorros hablan como si supieran más de lo que dicen.

El pelirrojo alza los labios en trompetilla haciendo berrinche por la ausencia del pelinegro. Se cruza de brazos y farfulla entre dientes cosas ininteligibles. La tensión no se ha disuelto del todo y de hecho se generan más inquietudes. El misterio que envuelve a estos tres chicos no termina por cuadrar en el pensamiento de Yunho, Hayami y Ji Seok. Wooyoung por su parte encuentra el pretexto ideal para anunciar su retirada anticipada cuando un amigo de la universidad le contacta.

— Chansung y Junho están en mi equipo de trabajo, vamos a reunirnos para cotejar alguna información así que... — El muchacho se levanta y sacando la cartera se pregunta cuánto dinero sería bueno dejar para cooperar con la cuenta… — Voy a retirarme primero…

— Guarda eso, yo me encargo.

— ¿Eh? Oh no, está bien hyung, yo…

— Te digo que yo me encargo, Wooyoung… — El abogado insiste, le mira decidido y Wooyoung siente que se le tibian las mejillas.

— Gracias Ji Seok hyung. Me dio gusto conocerlos, lamento no poder quedarme más tiempo.

— No te preocupes, nos volveremos a ver… — El de ojos avellana señala, le sonríe ampliamente y agita la mano con algarabía para despedirle. Wooyoung se siente raro, pero cómodo. El pelirrojo emana un aura diferente a los otros dos. De hecho, a Wooyoung el de ojos oscuros le da un poco de miedo, mientras que el de ojos negros le inspira sumo respeto.

Un par de minutos después Yoochun volvió a la mesa, el pecho le dolía pero ya comenzaba a no resultarle novedoso. Esa vez admite con justa razón que pudo tener la culpa cuando sus ojos siguieron la atractiva figura de una chica al entrar al establecimiento. Cuando su mirada se encontró con el pelirrojo, el zorro de ojos avellanas le miró resentido, más bien parecía enojado. Park se sobaba el pecho por encima de la ropa y rezongaba entre dientes, él es quien debiera estar enojado teniendo que soportar este trato con el dichoso Aliento en su interior.

— ¿Y Wooyoung?

— Ha tenido que marcharse antes para un trabajo de la universidad. Ya ves, hay estudiantes que sí hacen lo que les corresponde.

— No sé de qué me estás hablando, Yunho.

— Fingir indiferencia no te sirve de nada Yoochun.

— Ya, ya. Tengo suficiente con las críticas de mi abuelo como para que vengas a comportarte como mi hermano mayor, Yunho.

Retarse con la mirada y bufar un momento después. Hayami y Ji Seok suspiran, siempre terminan así sus reuniones últimamente.

— Entonces, visto que nos hemos distribuido adecuadamente y todavía hay cosas qué hacer. Vamos a tu departamento por sus pertenencias para luego ir al mío, Yoochun.

— Sus… pertenencias… — Park sonríe nervioso, carraspea y mira de hito en hito a los tres zorros… — Verás, Yunho…

La verdad es que la ropa que traemos puesta es lo único que tenemos, Yunho-ssi.

El zorro de ojos negros ha dicho, interviniendo nuevamente para salvar al pelinegro del apuro. El moreno muestra sorpresa y parlotea sin coherencia. Suspira y se talla el puente de la nariz. De alguna manera no es tan extraño como debiera.

— Entiendo. Entonces, ¿te importa si nos vamos? Tengo algunos asuntos que atender antes de ir a la Universidad para las clases vespertinas.

Será un gusto acompañarte, Yunho-ssi.

Así, cada zorro se fue con un humano diferente. Ji Seok se despidió y les dijo que era probable que no pudiese encontrarse con ellos de nuevo en al menos un par de días, adjudicó si apretada agenda al trabajo, pero presiente que sus amigos saben que está mintiendo, al menos en parte.

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Tras terminar el desayuno con sus hermanos y los humanos idiotas, el de ojos oscuros siguió a su voluntario anfitrión hasta su departamento. Durante el camino no habían intercambiado ni una sola palabra. El de piel tostada le indicó que pasarían por su departamento para que conociera el lugar, luego podrían ver qué harían en su nueva vida de convivencia temporal. Y fue todo, el de piel tostada le llevó al parking del restaurante, le abrió la puerta del auto –gesto ante el cual el zorro había enarcado la ceja con aire orgulloso y refutado con un “no soy una chica, idiota” que hizo sonreír nuevamente divertido al otro– y tomaron la calle de la derecha al salir de ahí.

Los minutos le parecieron de lo más lentos y tortuosos al de ojos oscuros ya que no está para nada acostumbrado al contacto humano, echando de menos la compañía de sus hermanos, incluso al zorro de ojos avellanas aunque a veces le sacara de sus casillas.

No estoy seguro de que estar aquí sea menos aburrido que encerrado en el mundo de los espíritus. Allá por lo menos tenía libertad para vagar por todas partes, aunque esas partes fueran enteramente las mismas de siempre…—El zorro meditaba en pensamientos, bufando y cruzándose de brazos volcó toda su atención al mundo que corría por un lado a través de la ventana del auto.

Como la velocidad a que Hayami conducía no era elevada, el zorro tenía oportunidad de mirarlo todo, incluso algunos detalles como los colores mezclados en los vitrales de una tienda de antigüedades, o los coloridos diseños de los edificios que resguardan la historia de su cultura. Después de un momento el zorro tuvo la impresión de que llevaban demasiado tiempo entre avenidas y edificios altos como para no llegar aún a su destino.

¿Vives tan lejos?

— Estamos por llegar. Por la expresión de tu cara y lo concentrado que estabas en todo cuanto veías, pensé que te gustaría dar una vuelta rápida por algunos sitios de la capital. Tengo la impresión de que hace tiempo no visitabas Seúl.

El de ojos oscuros estuvo por lanzarle un improperio, pero la sonrisa nítida en labios del humano le hizo tragarse su comentario. Pese a su personalidad fanfarrona, el zorro se dio cuenta de que no había mala intención en sus acciones. De hecho, con su arrogante forma de ser, Mokomichi resultaba ser un buen tipo.

Algo así… — Le gruñó finalmente. Ignorando esa sensación extraña que se le asentara en la boca del estómago y alcanzaba su pecho.

Su propio Aliento se agitaba incómodo provocándole un ligero dolor. Si él tuviese que nombrar esta sensación definitivamente pensaría en, vacío; sí tal vez sería correcto nombrarla de aquella manera, que le producía la idea de no ser parte de esto.

Habitando en el mundo de los espíritus y antes de hacer enfadar a la Abuela de los Tres Dioses, el zorro de ojos oscuros había andado entre los mundos con absoluta libertad, prácticamente había visto evolucionar el mundo de los humanos desde mucho tiempo atrás. Pero aquellos viajes comparados con esta sensación de realmente estar en el mundo humano le ponía más arisco, tal vez incluso de mal humor.

Hayami le miró de soslayo, sonrió y pensó en hacer la estancia de este chico en la Capital algo inolvidable. Tenía por supuesto muchas dudas, sobre todo el motivo por el cual estos tres chicos –supuestamente hermanos aunque a su juicio no tienen gran parecido entre ellos– terminaron con Yoochun y la razón por la que él tiene asuntos que resolver con el pelirrojo.

Sin embargo optó por guardarse todas esas inquietudes para resolverlas en adelante conforme el tiempo fuera pasando, la personalidad del joven morocho no parecía precisamente sencilla, así que pensó que sería mejor no meterse demasiado con él, sobre todo en cosas que, obviamente, son demasiado personales como para indagarlas siendo básicamente un extraño.

Tras varios minutos de camino, finalmente Hayami llegó a una zona residencial bastante sencilla como elegante, al zorro le pareció entonces que este chico era de buena posición económica.

Mejor para mí, le exigiré carne todos los días sin remordimiento alguno… — Y no era precisamente que él tuviera muy desarrollados los escrúpulos. Pero eso es algo que el japonés ya intuyó desde esa mañana.

Hayami bajó del auto y esa vez ni siquiera intentó abrir la puerta de lado del joven morocho. El hecho de no conocer siquiera su nombre es lo que más le incomoda al japonés, tanto misterio podría levantarle dolor de cabeza si él no fuese demasiado paciente y tuviera también un toque de masoquismo que le generaba tanta diversión por esa forma tan sarcástica y hosca de ser que estaba mostrándole el morocho. El zorro bajó del auto por cuenta propia, mirando alrededor con aire curioso pero sin llegar a ese carácter infantil tan propio del zorro de ojos avellana. El de ojos negros era cuestión aparte, encontraba imposible dilucidar su personalidad, a veces podía parecer tan frío, otras tenía complejo de madre -ni siquiera de hermano mayor- y en la mayoría de las veces trataba de ser el maduro y mediador entre él y el de ojos avellana. ¡Y no es que él no sea inmaduro también! Lo que pasa es que el de ojos avellana tiene una facilidad increíble para hacerle perder los estribos cuando se lo propone.

El zorro siguió al japonés pasando de la cochera al Jardín, típico del país nipón en realidad, por lo que el zorro tomó nota mental de la importancia que el humano daba a sus raíces.

— Pues bienvenido a mi casa. ¿Cómo dijiste que te llamas?

— No te he dicho mi nombre, y eso es porque no tengo uno.

— ¿Cómo es posible que no tengas nombre?

— Hay algunas cosas que no puedo decirte aún.

— ¿Ni siquiera tu nombre? ¿Cómo se supone que me dirija a ti? No quiero ser grosero contigo. — Mokomichi dijo con sinceridad, gesto que hizo gruñir al zorro por inercia. Era tan amable y honesto que le daban ganas de golpearlo en su apuesto rostro varonil.

¡No pensé que es apuesto!— Renegó de su propio pensamiento y frunció pronunciadamente el ceño. Su Aliento por su parte pareció regocijarse en su pecho, haciéndole sentir un cosquilleo extraño que enfatizó su mal humor.

Hayami abrió la puerta de entrada y haciéndose a un lado le permitió el acceso primero a su invitado. El zorro seguía agregando puntos en la lista de cosas asquerosamente amables del idiota que a él le producían sensaciones contradictorias. Por un lado le molestaban, pero por otro le hacían notar características en el humano que podrían gustarle. Aunque claro no es que él tenga intenciones de encontrar atractivo alguno en ningún rasgo ni físico ni de personalidad del japonés, por supuesto que no. Él no iba a enamorarse, no iba a enfrentarse al mismo pasaje que su hermano mayor.

— ¿Sin nombre entonces?

Eres insistente.

— Solo intento ser amable.

Llámame como quieras, realmente me da igual y no voy a quedarme demasiado tiempo… — El zorro se internó directamente a la cocina, guiándose por su olfato pues naturalmente no conoce aquel lugar.

— Eres bastante extraño, interesante y atractivo, pero tu carácter es un dolor en el trasero… — El japonés dijo con tono divertido, aunque el zorro notó en los ojos del humano un matiz pícaro que le hizo desdeñar sus palabras… — ¿Gustas que te prepare algo?

¿No vas a preguntarme por qué como tanto?

— Noté que tienes muy buen apetito. Supongo que practicas algún deporte extremo o realizas algún tipo de actividad muy enérgica ya que eres sumamente delgado pese a la cantidad de comida que te lleves al estómago.

Mokomichi dijo con sinceridad, sonriendo sin atisbo de burla. Mirándole de arriba abajo y haciéndole sentir inquieto. El zorro de ojos oscuros estuvo tentado de responderle algo, pero se limitó a la exigencia inmediata de su cuerpo.

Carne, mucha carne. O te juro que te comeré a ti… — El zorro advirtió con desdén, con esa altivez tan suya que podría enervar a cualquiera pero que en el japonés no causaba mayor efecto que esa sonrisa altanera y divertida que hacía palpitar la venita en su sien. 

— No pensé que tuvieras esa clase de preferencias.

¡No estoy hablando de sexo, idiota!— El zorro exclamó con las morenas mejillas espolvoreadas de rubor. Hayami enarcó una ceja, y el zorro pensó que ese gesto en el maldito humano lucía bastante sexy como para considerar comérselo de esa manera en que el japonés había sugerido.

— Bueno, bueno; pero tranquilo que de todas maneras no haría nada que no quisieras.

¿A ti te gusta el sexo con hombres?

— Soy gay, pero no significa que me guste el sexo con hombres, eso suena a como si solo me interesara satisfacer el placer carnal. Más bien hago el amor con el hombre que me gusta y de quien me siento enamorado. De lo cual hace tiempo no sé, por cierto.

¿Te refieres a que no has tenido sexo con un hombre hace tiempo?

— Así es.

¿No te da vergüenza hablar de esto conmigo aunque soy un extraño? Pensé que los humanos tendían a ser más reservados con temas de este tipo.

— Justamente porque eres un extraño da igual si te lo digo o no. Además fuiste tú quien dijo que se iría pronto, qué más da si te hablo de cosas tan íntimas como esa.

Pero estabas tonteando conmigo.

— Que perceptivo... — El japonés admitió con un tenue sonrojo en sus mejillas, como si recién ahí se percatara de que realmente le había coqueteado… — Debe ser porque sabía que no causaría ningún efecto en ti. Estoy seguro de que me rechazarías sin dudarlo.

¿Y qué pasaba si no me negaba?— El zorro preguntó acercándose al japonés tanto que invadió su espacio personal, más que eso, dejó sus rostros milimétricamente cerca.

— No creo precisamente que quieras que te bese, chico sin nombre… — El japonés sonrió de medio lado sin hacer movimiento alguno que diera a entender que sería él quien reculara en el acto iniciado por el de ojos oscuros.

No puedes estar seguro, tal vez llevo demasiado tiempo sin actividad alguna y ahora que he descubierto que no te sería indiferente quiera probar si podemos tener algo.

— Eres directo, pero sigo creyendo que no quieres realmente que te bese… — El japonés alargó una mano posándola sobre el costado del de ojos oscuros, notando cómo se estremecía bajo su tacto de la misma manera en que lo hace una presa que no quiere ser cazada… —De lo contrario, por qué temblarías así.

El zorro frunció el ceño y quiso mantenerse estoico en su sitio, provocarle más hasta que fuera el humano quien retrocediera, pero apenas advirtió el sutil movimiento de Mokomichi inclinándose para reducir la distancia, fue él quien dio un paso atrás. El japonés sonrió con cierto aire de decepción, pero ninguno dijo nada. Entonces Mokomichi simplemente se movió por su cocina en busca de los ingredientes necesarios para prepararle platillos con abundante carne a su invitado. El zorro no dijo nada, ni intentó retomar el tema de conversación. Por alguna razón su corazón tamborileaba demasiado rápido y suAlientovolvía a inquietarse dentro de su pecho.

¡Maldición! ¡Quiero aparearme con el idiota!— Fue el pensamiento fugaz del morocho antes de ser seducido por los aromas de la cocina.

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Departamento de Jung Yunho

La noche había llegado mucho más rápido de lo que el moreno habría esperado. Pero tenía la impresión de que era porque lo había estado pasando muy bien en compañía de su invitado. Desde que se despidieron de Yoochun y los demás terminado el desayuno, él había estado mostrándole algunos sitios de la ciudad al chico de ojos negros, maravillado por su elegancia y esa facilidad que posee para atraer la atención de propios y extraños. Le había visto interactuar con algunas señoritas en las tiendas departamentales que visitaron y hasta sujetar ágilmente el globo de una pequeña que se escapara de sus infantiles manos. De hecho esa velocidad y el salto que dio el de ojos negros le había desconcertado bastante, pero abstraído en el resto de las actividades ya no volvió sobre su desconcierto para preguntarle cómo había conseguido, para empezar, darse cuenta de que la pequeña perdía su globo cuando ya le habían dado la espalda. De cualquier forma, tenía ahora algunas otras inquietudes.

— Hemos pasado el día juntos haciendo un montón de cosas y es momento que no consigo saber tu nombre, hyung… — El moreno sonrió visiblemente curioso. Aunque el zorro de ojos negros notó también en su mirada un brillo titubeante de incomodidad, quizá por el hecho de tenerle ahí, a solas. El zorro intuía que al joven Jung le gustaban los hombres, y no le extrañaría en absoluto ser causante ahora de algunas alteraciones en el pensamiento del moreno.

No tengo nombre… — El zorro respondió con sencillez, mirando aquí y allá en la estancia del departamento del moreno. Era un poco más amplio que el de Yoochun, y de cierta manera le resultaba también más acogedor. De entre el grupo de amigos, probablemente el pelinegro era quien desperdiciaba más su posición económica.

— ¿No tienes? ¿Qué, perdiste la memoria o algo así? ¿A tus hermanos y a ti les pasó algún accidente que les dejó con amnesia?

El zorro entonces clavó su mirada en el moreno. Una parte de él estaba tentado de confiarle la verdad al muchacho frente a él; pero otra, todavía recordaba el pasado y le mandaba mantenerse al margen.

Los humanos no son dignos de confianza, traicionan fácilmente…— Pensó, e inconscientemente su mirada se volvió dura y fría.

— Disculpa, creo que hice una pregunta inapropiada… — Yunho dijo sinceramente. El zorro podía notar esa chispa de honestidad en los ojos caoba del otro, pero todavía se mostraba reacio a confiar en él… — Te mostraré la habitación, podrás dormir ahí, yo estaré en la estancia.

¿Por qué me ofreces tu cama?

— Eres mi invitado, y la verdad es que no tengo una habitación extra… — Yunho sonrió gentil.

No me conoces, tú mismo acabas de decir que ni siquiera sabes cómo me llamo. Por qué estás siendo tan amable, Yunho-ssi.

— Porque no tengo motivos para no serlo, aunque no sepa tu nombre, cuando quieras decírmelo, sé que lo harás… — El moreno volvió a sonreírle de la misma manera. Y el corazón gélido del zorro se tambaleó movido por su gentil sencillez. Le chispeó una burbujeante sensación cálida en el pecho e incluso su Aliento pareció sacudirse con renovada comodidad.

Está bien si te quedas también. La cama es lo suficientemente amplia y tú no tienes porqué martirizar tu espalda durmiendo en el sofá.

— ¿Eh? — El moreno sonrió nervioso.

¿Qué sucede? ¿Te pone nervioso dormir en la misma cama que otro chico?

— Esto…

¿Acaso es eso?

— Yoochun no nos ha hablado mucho acerca de nada, y tampoco te he visto con equipaje, ¿gustas que te preste algún pijama?

Estás cambiando deliberadamente de tema, Yunho-ssi.

— Y tú no estás dejándome sentir menos abochornado… — El moreno sonrió acalorado… — No es que me incomode dormir con otro chico, sobre todo si es tan atractivo como tú; solo creo que es inapropiado dado que nos conocemos hace menos de 24 horas.

No vamos a tener sexo, solo vamos a compartir la cama para que tu espalda no pague las consecuencias de tu terca amabilidad.

—-Tu honestidad me abruma, ¿sabes? — El moreno sonrió con las tostadas mejillas bañadas de carmín. El zorro de ojos negros pensó que efectivamente se había pasado un poco con sus palabras, pero solo estaba tratando de poner los puntos claros.

No te pareces a Yoochun, cómo es que eres amigo de él que tiene cierta aura de superficialidad.

— Yoochun no es superficial como parece.

Debes conocerlo muy bien para pensar así.

— Desde que estábamos en pañales… — El moreno percibió en la mirada del de ojos negros que quería saber más. Y bueno, él no tenía razones para no contarle un poco al respecto, después de todo fue el mismo Yoochun quien le pidió ayuda en cuidar del atractivo chico… — Yoochun ha tenido una vida complicada. Perdió a sus papás cuando era un niño, luego su abuelo se hizo cargo de su educación, al principio le daba todo lo que quería así que lo convirtió en un mimado incapaz de aceptar un “no” por respuesta cuando deseaba algo. Cuando entramos al instituto su abuelo intentó corregirlo, pero es un poco difícil cuando estás tan acostumbrado a ciertas cosas, sin embargo, Yoochun ha ido cambiando, y madurando; a pasos pequeños pero seguros.

Más bien pareciera que está gateando— El zorro dijo casi por inercia, y el moreno estalló en risas. Esa melodía estridente de carcajadas produjo una oleada de calidez que cobijó el pechodel zorro alcanzando a su Aliento. Una sonrisa tiró de sus labios rojos con sencillez, ha sido contagiado por la espontánea alegría de su anfitrión.

— Bien, tal vez gatea aún… — Señaló con una sonrisa. Y cuando los ojos negros del zorro volvieron a conectarse con su mirada, él tuvo que carraspear y evadirle. Había algo en esas pupilas que simplemente le ponían nervioso y azorado…. — Entonces, por favor, quédate en mi habitación.

Solo si duermes conmigo… — El zorro dijo con suficiente seriedad como para que el moreno se planteara la insistencia de su invitado por compartir cama… —No me malentiendas, de verdad no intento seducirte, pero he podido notar que tu espalda no está precisamente sana. Me sentiré incómodo si tomo tu cama sabiendo que el sofá hará estragos con tu salud.

El zorro advirtió aquello al notar cada movimiento del chico de tez morena durante el día que terminaron pasando juntos. Le prestaría su Aliento para sanarle, pero eso significaría decirle la verdad acerca de quién es, y él no está dispuesto a confiar tanto en otro ser humano de nuevo.

— Eres misterioso… — Yunho murmuró casi inconscientemente.

— Vamos, estoy cansado… — El zorro se dirigió entonces finalmente a la habitación.

Aunque realmente él no tenía ni pizca de cansancio, era mejor tratar de zanjar el tema de conversación. Yunho le siguió todavía dubitativo, temía quedar en mal y terminar cometiendo algún acto inapropiado permaneciendo en el mismo espacio que el de ojos negros.

— Si no tienes un nombre, ¿está bien si sigo llamándote “hyung”?

— Como gustes, Yunho-ssi… — El de ojos negros le sonrió cálido, ambos se habían colocado de manera automática a cada lado de la cama del moreno. Cuando sus miradas se encontraron de nuevo un sonrojo apareció en las mejillas de ambos.

No, tal vez no resultaría tan fácil compartir cama.

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Departamento de Park Yoochun

— ¡Yah! ¡Vete a la otra habitación!... — El pelinegro intentó una vez más sacar al pelirrojo de su cama. Sin embargo, sus intentos frustrados terminaban con un pelirrojo más pegado a él haciéndole pucheros y mirándole con ojos de cachorro abandonado. Un cachorro zorro muy empalagoso que estaba crispándole los nervios. 

¡No quiero! Quiero dormir con Yoochun ah~… — La mirada brillante del pelirrojo volvió a darle un vuelco en el estómago al pelinegro, y esos vuelcos se estaban volviendo constantes. Y molestos, terriblemente molestos porque en consecuencia su corazón latía más rápido. ¡Y el bendito Aliento en su pecho ni se quejaba!

—Eres imposible, zorro terco… — Park intentó alejarle otra vez, pero los brazos del pelirrojo se enroscaron con suma facilidad en su cintura y su rostro descansaba ya en su pecho.

Necesito estar cerca de mi Aliento, ¿no sientes que me extraña? Creo que siente que su contenedor actual no le merece… — Un lindo puchero adornó los rosados labios del zorro, y Park pensó que lo mejor era rendirse.

— Mañana tengo que ir a la Universidad, por esta noche dejaremos la discusión aquí, tengo que descansar.

¡Iré contigo Yoochun ah!— Expresó repentinamente emocionado. Levantando el rostro para mirarle con esos preciosos ojos avellana que estaban haciendo pasar muy malos momentos al estómago del pelinegro que se empecinaba en dar vuelcos y hasta llenarse de aleteos.

— No, no, no. De ninguna manera, la Universidad es para los humanos, tú eres un zorro.

Pero tengo apariencia humana… – El zorro volvió a formar pucheros, esperanzado en que sus gestos le hicieran ceder como en algunas ocasiones consiguió hacer con sus hermanos y hasta con la Abuela de los Tres Dioses.

— Pero sigues siendo un zorro, ahora déjame dormir… — Se dio media vuelta y casi esperó haberse librado del abrazo asfixiante del pelirrojo, cuando volvió a sentir cómo se pegaba a su cuerpo y le abrazaba… — ¿Quieres alejarte un poco? Ya te expliqué acerca de respetar el espacio de los humanos.

Tampoco me has dado un nombre, Yoochun ah es un humano muy malo, tan guapo que eres… — Ignorando deliberadamente la petición del pelinegro, el pelirrojo continuó haciendo esos morritos que lucían adorables en su carita. Sin embargo en esos momentos lo que dejó contrariado al pelinegro fue la aseveración de su atractivo, ¿el zorrito le había dicho “guapo”? De todas formas, por qué a él aquello le hace sonreír como idiota.

— No necesitas un nombre, ahora duérmete ya…

Quiero un nombre, Yoochun ah; no me gusta cuando me llamas con gritos o me dices “zorro”… — El pelirrojo hizo entonces un mohín de disgusto, aunque el pelinegro no pudiese verle pues el rostro del zorro estaba enterrado contra su pecho.

— Está bien… — Suspiró… — Voy a meditarlo con la almohada, y entonces cuando tenga un nombre te lo diré, ¿de acuerdo?

¿De verdad?— El pelirrojo cuestionó emocionado…

— Sí, ahora duerme y deja dormir…

¡Gracias, Yoochun ah!— Y entonces la efusión se reflejó en sus nueve colas desplegadas iluminando la habitación.

— ¡Yah! Guarda eso, es escalofriante verte así, y hace demasiada luz… — Le riñó, pero nada borró la renovada alegría del pelirrojo. Escondió sus colas y con aquella ilusión de un nombre que le hiciera más humano, el zorro volvió a abrazarse a un tenso Yoochun que tardó mucho rato en conciliar el sueño.

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Departamento de Mokomichi Hayami

Luego de que el japonés pasara la noche metido en la cocina, el zorro de ojos oscuros se dignó en agradecer su atención ayudándole a recoger la mesa y limpiar los platos que su anfitrión lavaba.

— ¿Sabes que se me ocurren un montón de razones por las que hay tanto misterio alrededor de tus hermanos y tú?

Lo imagino, ya que has estado mirándome analíticamente las últimas horas. No te esfuerces en entender, humano idiota.

— Mi nombre es Hayami, no humano idiota, esfuérzate un poco en recordarlo, chico sin nombre.

Voy a dormir… — El zorro gruñó e ignoró al otro.

 Caminó entonces en busca de una habitación. El olor del japonés le llegó con fuerza desde una de las tres alcobas en el departamento (aunque solo dos de ellas estaban habilitadas como recámaras y la tercera parecía una oficina o al menos cuarto de lectura), movido por alguna fuerza que en ese momento ni siquiera quiso saber de dónde venía, se dirigió específicamente a esa que olía a Hayami.

— Esa es mi habitación, usa la otra. Acercaré mantas limpias y si quieres te prestaré un pijama.

Me gusta esta, me quedaré aquí.

— ¿Seguro? Porque no pienso moverme a la otra habitación solo porque a ti se te ocurre querer tomar la mía.

Mokomichi advirtió la intención del morocho y quiso mostrarle que no se haría lo que quisiera solo porque sí, al menos le daría un poco de batalla. Oh bien, en realidad también le gusta molestarle un poco. El zorro le ignoró otra vez, se adentró y comenzó a buscar un pijama en los cajones de su anfitrión visto que él mismo le había ofrecido prestarle uno; y no es que no estuviese tentado de dormir desnudo, después de todo a él le gusta así, considerando el hecho de que en su mundo solía tomar su forma zorruna para los placeres del sueño. Pero incluso aparte de eso, de que esta habitación oliera a Hayami y pusiera su sentido del olfato sensible; aquí le agradaba más por la amplitud, hacía rato que tenía deseos de liberar sus colas, ocultarlas durante tanto tiempo era agotador para él, todo y que ha comido considerablemente.

— ¿En serio tienes por costumbre hacer lo que te viene en gana?

Tú cama es grandísima, si tanto quieres dormir aquí adelante, no me opongo.

— Que digas eso y el que prácticamente te me hayas lanzado encima hace unas horas me hace sospechar que realmente necesitas algo de acción.

— No te hagas ilusiones, humano idiota… — El zorro le gruñó, comenzando a cambiarse por el pijama ahí mismo.

— Desnudándote delante de mí cuando sabes que me va el lío con los hombres debe ser alguna señal de que quieres algo, chico sin nombre.

El zorro se sonrojó tenuemente, y notó la comezón en su espalda baja pues sus colas exigían liberarse. De alguna manera la propuesta no sonaba tan mal.

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Universidad de Seúl

— ¿Por qué has venido? Te dije que la Universidad es para humanos… — Park renegó por enésima vez en la mañana, el pelirrojo camina detrás de él con una enorme sonrisa pintada en sus labios, casi como si estuviera ignorando cada uno de sus reclamos y fuera más interesante mirar todo alrededor, incluso saludar con un gesto de manos a todas las personas que les pasan por el lado. 

No quiero estar solo en tu departamento, además, necesito mantenerme cerca de ti…—El pelinegro volvió la mirada con el ceño fruncido… —Por mi Aliento.

— Cuánto tiempo más tardará en sanar mi cuerpo para que puedas recuperar tu bendito Aliento… — Park refunfuñó. 

No lo sé…— El pelirrojo mintió. Si le decía ahora que tal vez en una semana él esté completamente sano, entonces Yoochun comenzaría a planear su despedida. Y el zorro por alguna razón no quería irse.

— Bueno, mira… — El pelinegro frenó y tomó al pelirrojo por los hombros, estaban a unos cuantos metros de la entrada principal a la Universidad… — La cosa es que de verdad no puedes entrar, necesitas una credencial que acredite que eres alumno o profesor de la Universidad para entrar, y tú no tienes una porque ni siquiera eres humano.

Es cruel que digas eso a cada minuto, Yoochun ah… — El de ojos avellana formó un puchero, pero esa vez el pelinegro notó algo más en la mirada del zorro. ¿Era tristeza? —¿Tardarás demasiado?

—Mis clases varían durante el día. Además tengo que ir a la Biblioteca también. Saldré de tarde.

Andaré por aquí hasta que regreses entonces, ya que no hay otra opción.

— No puedes quedarte aquí todo el día. Deberías ir con tus hermanos.

No sé dónde viven tus amigos, así que no sé dónde están ellos.

— Ellos llegarán también en cualquier momento. De hecho supongo que Hayami ya debe andar por aquí ya que tiene una clase a primera hora. Voy a llamarle.

Mientras el pelinegro usaba su móvil para ubicar al japonés, el pelirrojo se le quedó mirando. Este humano le gustaba mucho, pero también le hacía sentir dolido cuando le recordaba que él no era más que un zorro. El de ojos avellana no podría decir que Yoochun le dice aquello por maldad, además entiende que sea parte de los mecanismos de defensa que inconscientemente los humanos usan cuando están ante situaciones incomprensibles. Aún así, todo lo que quiere es que el pelinegro le trate de otra forma, que le mire con otros ojos.

— Tu hermano el glotón está en un restaurante aquí cerca, pero llegará en un rato más. Así fue como acordó con Hayami. Espérale aquí, ¿vale?

Sí. ¿Te vas ya?

— Por supuesto, tengo que llegar a tiempo a clases.

Park dio media vuelta y sin más continúo su camino. El zorro le vio incluso correr, subir de dos en dos los escalones hacia la entrada principal de la Universidad, realmente parecía que había sido una tortura para él esperar a poder separarse de su lado; el pecho del zorro dolió, se sentía oprimido y no era solo por la falta de su Aliento. Así que se quedó ahí, parado en medio de la calle que lleva a la entrada principal del edificio, con la gente pasando a su lado metida en sus propios asuntos, algunos conversando entre sí, otros corriendo en silencio; sin embargo, todos ellos tenían algo en común: son humanos.

¡Hyung!— La voz del zorro de ojos oscuros le sacó de sus pensamientos, cuando dio media vuelta le vio venir, junto al zorro de ojos negros.

Y Yunho hyung. ¿También te dejó solo porque no eres humano? — Dijo mirando al mayor de los tres… — Hayami-san te dejó en un restaurante para evitar estar más tiempo contigo… —Continuó mirando entonces al menor. De pronto sentía ganas de llorar, estaba entre molesto y decepcionado.

Los zorros se miraron entre sí.

El humano idiota que tengo por anfitrión salió desde muy temprano ya que tiene clases a primera hora con un grupo de especialidad. Me dejó dinero e indicaciones sobre cómo llegar hasta aquí, me recomendó un restaurante a una calle de aquí y dijo que como a esta hora tú estarías llegando ya que es la primera clase de tu humano. Y no es como si yo requiriera indicaciones o un mapa, o dinero. Podría haber llegado hasta aquí por mi propia cuenta ya que soy lo suficientemente inteligente.

Pero aún así tomaste el dinero e hiciste caso de las indicaciones de Hayami-san, ¿cierto?

— Tenía hambre, el dinero es necesario.

— ¿Tu humano no te dio comida antes de salir de su casa?

— Lo hizo. Pero ya sabes, mi apariencia humana requiere mucha energía para ser conservada, o de lo contrario mis colas saldrían sin que pudiera controlarlo.

— En realidad es solamente que te gusta comer carne, ¿verdad? — El pelirrojo dijo con una risita divertida. El de ojos oscuros iba a replicar pero prefirió dejarlo así, al menos la expresión de su hermano ha cambiado.

¿Yoochun ya se fue?— El de ojos negros interrumpió el diálogo de sus hermanos.

Corrió hace unos instantes ahí dentro, dijo que no podía entrar porque no soy humano así que le dije que esperaría aquí hasta su regreso. ¿Y Yunho hyung?

Nos separamos en la entrada lateral, dijo que tenía que ir a la Biblioteca y por aquel rumbo estaba más cerca. Entonces los presentí a ustedes y así es como nos reunimos los tres…— El de ojos negros no vio sin embargo cambio alguno en la actitud del de ojos avellana, era claro que el comportamiento del pelinegro tenía influencia en su estado de ánimo… —Hermano, no estés triste, solo tenemos que soportar unos cuantos días, ¿sí? Luego simplemente recuperas tu Aliento y nos vamos.

Hyung, quiero quedarme. Quiero convertirme en humano.

Hemos hablado cientos de veces acerca de esto… — El de ojos negros suspiró cansinamente. Quiere respetar la decisión de su hermano, pero no puede evitar recordar su pasado. Él solo quiere evitarles daños innecesarios. Incluso siendo Gumiho, aquellas heridas no sanan.

Pero hyung, realmente quiero; y no es solo un capricho— Sus hermanos se miraron entre sí advirtiendo ese motivo… —Creo que me he enamorado de Yoochun.

Somos zorros, no nos enamoramos… — El de ojos negros soltó con seriedad.

Tú lo hiciste una vez…

¡Suficiente! ¡No quiero discutir más del tema! Recuperarás tu Aliento y nos marcharemos — El mayor cortó de tajo, y el menor percibió esa molestia instalarse en sus pupilas como cada vez que el pasado era mencionado de una u otra forma.—Sé que en unos días tu Aliento habrá sanado a ese humano, lo recuperarás y nos iremos. Y no te lo estoy sugiriendo, hermano.

Lo que pasó contigo no tiene por qué repetirse conmigo, hyung… — El pelirrojo murmuró con voz seria, sosteniéndole la mirada y esperando que se diera cuenta de que no le dejaría decidir por él. 

El zorro de ojos oscuros se mantuvo al margen. A él tampoco le agradaba la idea de quedarse más tiempo, y mucho menos de que su hermano pelirrojo cambiara su condición mítica de Gumiho por la absurda facultad humana. Sin embargo, un calorcito en la boca de su estómago le hacía dudar de aquella idea férrea que supuestamente ostentaba con orgullo. Ha compartido cama con Mokomichi la noche anterior. Y ha tenido que ser por segunda vez él quien recule para no caer en la tentación que de pronto los labios y el cuerpo del japonés le produjo. Se había deslizado a la segunda habitación en medio de la noche, sabiendo de antemano que el japonés era consciente de su partida, y que en sus labios se dibujaba una sonrisa en las penumbras de la habitación. Aún así, no estaba molesto con el humano, sino consigo mismo. 

--//--

Más allá, en el mundo al que pertenecen, la Abuela de los Tres Dioses (Viento, Lluvia y Nube) observaba todo con detenimiento. La astuta mujer de cabello cano y bonachona apariencia, abandonó su plano dimensional para viajar a un lugar en especial en la Tierra.

Abuela, hace mucho tiempo no le veía —Una mujer de joven apariencia y abrumadora belleza, recibió a la anciana con sumo respeto.

— Soo Ahn, tengo una tarea para ti.

— Será un placer, Abuela.

— Quiero que te encargues de hacer volver a mis zorros, sabes bien cómo hacerlo cuando no está en su voluntad regresar… — La anciana extendió una caja de madera fina con un peculiar grabado en la tapa.

La mujer le miró antes de tomarla y admirar el grabado. No habían cambiado nada en decenios, el tallado seguía tan exacto como otrora, y el contenido de ella probablemente también continuaría intacto.

— No lo olvides, quiero las colas de cada uno incólumes, y sus Alientos deben estar sanos cuando los captures. Un error de tu parte y cobraré la cuota que te perdoné hace 200 años, Soo Ahn.

La hermosa mujer miró a los ojos de la anciana, plata y rojo se mezclaban en aquellas cuencas de años de experiencia y divinidad. No le mentía. Y sus opciones ahora se reducían a una sola.

Ahora tendría que salir. A la caza de los zorros.

--//--
Mansión de Ji Seok

El abogado se ha enfrascado en un caso y ha evitado al máximo visitar su casa. Pero a casi una semana de no aparecerse, no tiene más opción que ir allí. Se siente diferente desde que ha entrado, algunos muebles han sido movidos de sitio, otros han sido agregados, incluyendo unos cuadros réplicas de famosas pinturas del renacimiento que ahora ocupan los muros de las escaleras y la estancia.

— Se ha instalado realmente como si fuera su casa.

— Ji Seok oppa~ — La voz femenina le incomoda, le hace subir la mirada y ver a su prometida bajar las escaleras. Su largo cabello ocre resalta la palidez de su piel. Es hermosa, pero a él no consigue emocionarle como sus padres esperan.

— Soo Ahn, no sabía que estarías aquí.

— Qué clase de novia sería si no estoy para recibir a mi prometido, ¿eh?

— Sí.

La muchacha sonríe. Llega a su lado y toma el maletín de su mano, le sonríe y le besa la mejilla. Actúa con naturalidad. Ji Seok se pregunta por qué no pudo simplemente negarse. El acuerdo entre las familias fue su perdición.

— Te llamó un chico esta mañana.

— ¿A mí? ¿Quién?

— Hwang Chansung. Dijo que quería hablar contigo de algo importante, dejó su número de contacto para que le llamaras en cuanto pudieras.

— Gracias… — Ji Seok tomó el papel y miró el número. El nombre de este chico le es familiar, es uno de los amigos de Wooyoung, sin embargo no es que ellos se conozcan personalmente. Se extraña y de todas formas se interna en su oficina. Marca el número y aguarda.

— ¿Ji Seok hyung? Es sobre Wooyoung, colapsó anoche.


Continuará…

2 comentarios:

  1. Jajaja es un mate de risa la relación de CM y HM 🤣🤣🤣🤣🤣

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  2. Qué Mi Chunnie sea así de malo con Junsu hace que mi corazón sienta ese aprentón que incluso trae ganas de apapacharlo. Pero ese aire inocente que le das me recuerda a Shipo de Inuyasha, así todo bonito!!!! Por otro lado El HayaMin Ay Diooos se dan el quien vive jajajjaj

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