miércoles, 28 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 34.



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De amistades a distancia que perduran como leyenda deportista


Pero aún antes de regocijarse en felicidad con el bautizo de las tres pequeñitas, había algunas cosas a las que prestar atención antes. Por ejemplo, Azumane ha comenzado a hablar con Nishinoya sobre lo importante que será ponerse más “serio” de ahora en adelante.

– ¿A qué te refieres con “serio”, Asahi?

– Quiero decir que, como sus padrinos, Eri-chan habrá de crecer confiando en nosotros como si fuéramos una segunda familia, así que hay que ser buen ejemplo para ella. Y también creo que deberíamos abrir una cuenta bancaria a su nombre, para su futuro y por cualquier cosa, aunque de momento solo podamos ahorrar de poco. Hablaré con mis padres acerca de ello y… – La boca del cuervo fue silenciada por los labios de su novio con un suave beso.

– Me pondré celoso, Asahi.

– ¿Por qué? Estamos hablando de nuestra Eri-chan.

– Sí, pero… ahora quien está aquí frente a ti, semidesnudo y con una erección entre las piernas soy yo, estás matando el ambiente… – Refunfuñó el líbero con un adorable mohín de disgusto. Azumane sonrió y enlazó sus dedos con los ajenos antes de besarle también.

– Lo siento, me emocioné hablando de más. ¿Me perdonas, Yuu? – Murmuró cariñoso, acariciándole con la nariz la suave mejilla.

– N-no… tienes, que… ganártelo~

Por supuesto, Nishinoya sabía cómo obtener de su novio esas atenciones que no deseaba de absolutamente nadie más. Si lo piensa, enamorarse de Azumane con tal locura era simplemente increíble. Las chicas y los chicos en la escuela solían decir que no había nada demasiado genial en el as, excepto justamente su habilidad deportiva, pero por lo demás, solía dar más miedo que admiración. Nishinoya por su parte, estaba más que fascinado con él, y encontraba incluso sus defectos sumamente adorables, algunos varoniles también.

– Ahh~ Asahi, no muerdas así~ – Y oh dios sí que sabe ser varonil. Como en momentos como éste, cuando sus dientes se cierran sobre uno de sus pezones endureciendo el monte acanelado con súbita sensualidad.

Azumane no le hizo caso, claramente Nishinoya tampoco esperaba que lo hiciera, esa es la verdad. Se conocen así de bien. El as devoró pacientemente cada uno de los pezones del líbero hasta dejarle completamente roja la zona alrededor de ellos, y éstos, endurecidos y bien erguidos, llenos de su saliva. Luego descendió con su lengua por el medio, lamiendo con la punta el trazo lineal hasta llegar al ombligo. Para entonces tenía la espalda más que curveada –visto que él está sentado con Nishinoya en su regazo, ambos en la cama de un hotel (sí, han vuelto a las andadas ya que no tienen más opciones con sus respectivas familias todo el tiempo en casa)–, sus manos descansando sobre la espalda del líbero, sosteniendo su delgado cuerpo con una pasión sin medida, lamiendo y chupando, humedeciendo todo a su paso, saboreando la febril piel de su vientre esculpido con cincel.

– Yuu, eres tan sexy.

– N-no digas eso, cuando me lames así~

Gimoteó ruborizado, estremeciéndose al sentir una de las manos de su novio viajar de su espalda hasta su trasero, apretujándole los glúteos con claras intenciones.

– Yuu, gírate.

– Q-qué.

Aturdido por las atenciones, Nishinoya terminó de espaldas a su novio, pero aún sentado en su regazo, con su palpitante miembro erecto rozándole los glúteos, aunque la ropa que Azumane todavía llevaba le molestase pues no había contacto directo de piel contra piel.

– Aquí, abre… – Azumane dijo llevando su mano a la boca de su novio.

Nishinoya separó los labios y pronto dos dígitos se abrieron paso dentro de su boca. Él los lamió con su lengua, los chupó mientras la otra mano de su novio le masturbaba y el tronco contra su trasero se rozaba descaradamente provocándole una expectante excitación que le tenía hirviendo la sangre y embotados sus sentidos.

– Ahh~ ngh~ Asahi~

Gemía estremeciéndose súbitamente cuando fue instado a levantar el trasero, sosteniendo su peso en las rodillas del as, temblando de placer al sentir la lengua de Azumane mojando alrededor de su anillo. Nishinoya sintió que le temblaron las piernas cuando la lengua de su novio profanó su interior lamiendo los rugosos anillos internos de su entrada, embistiendo lascivamente sin dejar de bombear su erección.

– ¡Basta, Asahi~! ¡Voy a… a… Nghh~!

La advertencia, por supuesto, resultó tardía. Nishinoya se corrió en la mano de Azumane, y éste, con cierto brillo lujurioso bailando en sus pupilas marrones, llevó la diestra directo hacia su boca, lamiendo los restos del semen de su novio, llenando su boca con aquel líquido espeso que impregnó las paredes bucales excitándole también al límite de su resistencia. Tras limpiar su mano, y sin haber tragado el semen, embarró este en el anillo de Nishinoya, usándolo junto a su saliva como lubricante para dilatarle lo suficiente y no lastimarle al penetrar.

– ¡Asahi~! – Gimoteó arqueando la espalda cuando, tras ser empujado de nuevo contra los muslos del as, su anillo fue invadido por el tronco caliente que se enterró lentamente hasta el fondo de su interior… – ¡Ngh~ despacio~! ¡Oh, joder~!

– No puedo ir más despacio que esto. Y menos si sigues apretándome con tu interior así, estás contrayendo tu ano, Yuu… – Murmuró con la voz enronquecida de placer, sujetando la cintura del líbero ayudándole a ir arriba y abajo en su pelvis, embistiendo profundamente cada vez.

– ¡Ahh~ no~ Asahi~ agh~!

Aferrándose a los antebrazos de Azumane, Nishinoya no podía callar sus gemidos –y no es precisamente que lo fuera a intentar–, con el cabello alborotado, la cara sudada y sonrojada, volvió a sentir los dedos de su novio reclamando espacio en su boca. Espacio que él no dudó en dejarle, gimoteando entonces contra aquellos dígitos que lamió con gula mientras era embestido con fuerza. La saliva entonces corrió por sus comisuras, y al instante la lengua de Azumane se movió por su mentón tomando aquellos caminos húmedos sin parar de embestir el delgado y pequeño cuerpo de su novio.

– ¡Mgh, Yuu! ¡Mierda, el condón!

– ¡No te atrevas a salir, Asahi~!

Entre gemidos roncos y el calor del momento, el as apenas tuvo la suficiente cordura para salir de su novio y correrse en sus glúteos. Ambos cayeron rendidos sobre el colchón, agitados y sudorosos.

– Últimamente te olvidas más a menudo del condón, Asahi.

– Es tu culpa Yuu, te estás poniendo más irresistible y nublas todo mi juicio.

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Mansión Fujimi

Ikejiri caminó tímidamente dentro de la Mansión Fujimi. Honestamente era tan bonita que no pudo evitar pensar lo que sería vivir en un lugar así. Desde la cerrajería de la puerta de entrada con acabados arcaicos que le daban un toque místico, hasta el camino de cantera bordeado a ambos lados por exóticas plantas, muchas de las cuales él nunca había visto.

– El camino de la entrada a la puerta principal es largo, pero muy bonito Fujimi.

– ¿Sí? Bueno, mi madre tiene un gusto extraño. Creo que dijo que buscó algo tipo europeo pero terminó mezclando también del viejo oriente. O algo así. Aunque sí, es bonita la casa.

Sonriendo, Fujimi abrió la puerta principal dejándole entrar primero. Adentro no era menos exótico que afuera. Ikejiri se sintió encantado con aquella vista. Parecía de ensueño. Claro que ya sabía que la familia Fujimi era rica, pero esto casi rozaba en lo exagerado. Por un segundo pensó que Fujimi incluso podría pasar por un Príncipe, o algo parecido. Ante su pensamiento, el pecoso castaño llegó a ver al ojiazul con una brillante aura luciendo más atractivo que nunca.

– Hay una sala de entretenimiento donde podemos ver películas, o jugar algo. Aunque la verdad es que no soy fan de los videojuegos podría defenderme en alguno.

– El interior de la casa se siente cálido.

– Es porque el clima está funcionando. Y el invierno aunque no es tan crudo como en Alemania, tampoco es para tomárselo a la ligera. Además, no me gustaría que pescases un resfriado si la casa está helada.

– Fujimi.

– ¿Sí?

– ¿Está bien si cocino antes que nada?

– ¿Seguro? ¿Quiero decir, si vamos de inmediato a la cocina no se siente como si fuera mal anfitrión?

Ikejiri agitó la cabeza en negación. Luego Fujimi sonrió y le llevó hasta allí. Obviamente la cocina era amplia, y tenía todos los utensilios que pudiera imaginarse. Era como un sueño de cocina, y no es que él supiera mucho al respecto.

– ¿Tu mamá cocina?

– Sí. Pero también llegamos a salir a comer fuera. Así que no es la gran cosa el uso que mi mamá le da a todo. Es más, creo que habrá más de alguna cosa que ni siquiera estrenado, o probablemente ni siquiera sabe utilizar… – El ojiazul dijo con una sonrisilla. Luego le mostró la alacena y la nevera para que el pecoso castaño supiera los ingredientes que había en casa, también por si necesitaba algo más ir a comprarlo.

Durante los primeros minutos la conversación entre la pareja fue más bien trivial, Ikejiri estaba preparando la mezcla para hornear un pastel y también algunas galletas con chispas de chocolate. Así que, para que Fujimi no estuviera vagueando en la cocina solo mirándole cocinar –que le crispa los nervios–, le encargó hacer las figuras de las galletas con unos cortadores que, para su suerte, eran de corazón y estrella.

Es extraño que su mamá no tenga las figuras básicas, como el círculo o un cuadrado incluso. Ah, es tan vergonzoso que estemos haciendo galletas de corazoncito~

Mientras Ikejiri pensaba todo preocupado acerca de eso, Fujimi estaba sumamente concentrado en hacer bien la tarea que se le ha encomendado.

– Ah, acabo de pensar en algo.

– ¿Eh?

– Incluso si eres mayor que yo, creo que siempre te he hablado irrespetuosamente. Es decir, siempre te digo abiertamente Ikejiri, sin ningún sufijo de respeto. Pienso que, debería llamarte Ikejiri-kun, o Hayato-san. Ah, Hayato-san me gusta.

– Q-qué… – Parloteó sonrojándose como termostato. Hombre, realmente comportarse como si él fuese el más crío ahí… – Eso no, no pienso que…

– Pero, Hayato-san me gusta. Me gusta la idea de usar tu nombre, también llámame por el mío.

– Eso, yo… no creo que…

– Por qué no… – Fujimi dijo levantando la mirada para sostener la de su novio… – Somos pareja, ¿no es natural hacerlo?

– Sí, no. Quiero decir… – Ikejiri gimoteó incómodo, y rojo como tomate. Su corazón, por si fuera poco, latía a mil por hora y se sentía nervioso.

– Hayato-san… – Volvió a nombrarle, dando un paso más cerca de él (no que hubiese tanta distancia de todas formas), sonriendo al ver lo avergonzado que su novio se ponía por algo como esto. Tan abochornado, que incluso ha dejado de batir la crema que seguramente preparaba para decorar el pastel que, entonces, ya se estaba horneando… – Hayato-san, estoy profundamente enamorado de ti~

– Q-qué, cosas tan vergonzosas dices de repente, Fuj…

– Arita… – Le interrumpió… – Por favor, llámame por mi nombre.

– Yo, yo… – Tartamudeó soltando finalmente el cucharón de madera con que había pretendido vaciar la crema del recipiente a otro bol para usarla después. El utensilio cayó al suelo haciendo ruido, y provocando un curioso salto en el cuerpo del pecoso castaño… – Ah, yo, lo siento… – Parloteó apurándose en levantarlo, sonrojándose hasta las orejas cuando al erguirse de nuevo, su novio estaba nariz con nariz frente a él… – Fuj…

– Arita, Hayato-san. Vamos, no es tan difícil. Por favor~

– A-A…A-Arita…kun.

La sonrisa del ojiazul se ensanchó tanto que daba la impresión de que le cubría totalmente la expresión del rostro.

– ¿Ves? Ha sido fácil.

– No tanto… – Murmuró desviando la mirada, queriendo incluso dar un paso atrás para poner más distancia entre los dos. Pero Fujimi puso su mano en su espalda impidiéndole el movimiento… – Qué.

– Hayato-san, ¿puedo besarte?

– P-por qué preguntas esas cosas de repente.

– Porque, Hayato-san… – Acercó sus labios al oído de su novio… – Esta noche, quiero besar otras zonas de tu cuerpo más, íntimas.

El rostro de Ikejiri casi explotó de vergüenza. Pero, no es como si pudiera negar las circunstancias. Honestamente, aunque tiene un tanto de miedo, también tiene curiosidad por el sexo con Fujimi desde hace algún tiempo –si por algo se puso celoso cuando le prestó el departamento a Sawamura–.

– Está bien… yo, quiero que podamos, besarnos mucho hoy, Arita-kun.

Regalándose mutuamente una sonrisa, una más nerviosa y tímida que la otra, ambos adolescentes redujeron la distancia fusionando así sus labios en un beso dulce, calmado y tierno. Aunque este no tardase mucho en mutar en besos más confiados, húmedos e incluso, impertinentes, como la llama de fuego que se siente orgullosa de su ardor y se expande en todas direcciones con la intención de calentar todo a su paso.

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Nekoma

Ciertamente, cuando las cosas van de bien en mejor en otros clubes, no puede ser diferente para los felinos de Nekoma. La relación que marcha con los vientos a su favor y es más que evidente para cualquiera que les ve, es la de Kenma con Kuroo; tan entregados en su noviazgo que hay quienes dicen que pareciera que han formado una burbuja a su alrededor, flotando en ella con peculiar cursilería. Si bueno, si es que en el término cursi caen esas dosis de desvergüenza que los adolescentes van derrochando sin ton ni son por la escuela, reuniéndose cada que pueden entre clase y clase, siendo tiranos de la lujuria a la hora del club. Venga, que no es la cosa más agradable del mundo ver cómo Kuroo prácticamente se empalma con Kenma cuando están realizando ejercicios de calentamiento. ¡Y menos cómo le respira en el cuello casi devorándoselo! Sí, todos podrán tener cierta tolerancia para su romance, pero todo tiene también un límite. Y bueno, ya sabemos que de entre todos Yaku es el menos paciente y tolerante.

– ¡No me estén jodiendo de nuevo con sus arrumacos! ¡Estúpidos calenturientos, dejen de actuar como conejos!

– Oh, Yaku volvió a enfadarse por tu culpa, Kuroo… – Kenma dijo la mar quitado de pena. Obviamente, su tono monótono y su inexpresiva mirada revelaban lo poco que le preocupaba ser parte de la causa que ponía de malhumor al líbero.

– ¿Mi culpa, Kenma? Tú no estás haciendo nada para evitar que mi amiguito se te restriegue en el trasero… – El capitán sonrió lascivo, haciendo un suave movimiento para rozar descaradamente su pelvis contra el trasero de su novio.

– Eso es porque me da pereza apartarte. Y de todas formas eres más fuerte que yo, si quieres impondrás tu voluntad.

– Cierto… – Admitió, mordisqueando el lóbulo izquierdo de su novio, sonriendo perverso cuando notó que se le enrojecían las orejas. Probablemente de vergüenza. Sí, pero de vergüenza por excitarse incluso si no están a solas… – Ven a mi casa esta noche, Kenma.

– De acuerdo.

– ¡Dejen de coquetear y empecemos de una buena vez el entrenamiento!

– Yaku-san, ¿estás celoso? Puedes coquetearme si quieres~

Lev fue pateado por su ridícula propuesta. Las venitas en la sien de Yaku estaban palpitando furiosamente, y él, tan inocente como siempre, iba y le provocaba sin anteponer su seguridad. Honestamente, son una pareja tan dispareja, que justamente por eso parecen llevarlo bien en su noviazgo. Aunque Yaku no vaya por ahí permitiendo que Lev lo divulgue, que su orgullo va ante todo por delante.

Por otro lado, la otra parejita de Nekoma está pasando por sus propias complicaciones visto que es la primera vez que se encuentran en una relación romántica y desconocen mucho sobre algunas cosas, pero no tienen precisamente confianza en preguntar a sus compañeros. Kuroo y Kenma seguramente serían demasiado detallistas para explicar, y Yaku probablemente los mande al demonio antes que darles respuesta alguna. Mientras que Lev, bueno, es un crío después de todo. Igual que ellos dos, por supuesto. Shibayama e Inuoka han recurrido a la fuente de información más popular entonces, la web. Y en la web, el sexo entre hombres es un mundo tan amplio, que da miedo.

Han descubierto, por ejemplo, que existe también un Kamasutra gay, que el uso de lubricante en cada relación sexual es súper importante para evitar desgarramientos y hasta infecciones. Además, el uso de preservativo, independientemente de si se está convencido de la fidelidad de la pareja, todavía sigue cayendo en la prevención de posibles infecciones que pueden deberse a otros factores de salud. La primera vez, y la segunda, la tercera y algunas más hasta que se le coge el truco –más que acostumbrarse al principio–, dolerá; incluso si se pone empeño y cuidado. Sumado a esto, quien realice el papel pasivo a la hora del sexo, deberá asear y preparar su cavidad anal para recibir sanamente el acto de penetración.

Cuando Shibayama e Inuoka se han sentado a leer todo cuanto encontraron del sexo entre hombres y fueron toándose con este tipo de conocimientos, las ganas de intimar se reducían considerablemente y se les aumentaban los temores y las dudas.

– ¿Quién haría el papel pasivo? – Cuando Shibayama preguntó eso, Inuoka volteó a mirarle con expresión incrédula, como si el cuestionamiento fuera de hecho ridículo… – ¿Qué?

– Tú, ¿no?

– ¡Ah! ¿Por qué yo? – Refunfuñó… – Además, el pasivo es el que sufre realmente… – Murmuró al final, rojo entre molesto y avergonzado.

– Bueno, eres más bajito y lindo, ¿no es generalmente el que es así quien hace el papel de uke?

– Generalmente, pero no tenemos por qué ser así. ¿Qué si yo quiero ser el activo? También puedo ser seme, ¿sabes?

– Bueno sí, pero… – Inuoka retrocedió cuando su pequeño novio le lanzó una mirada molesta… – Esto, ¿podemos echarlo a la suerte?

– ¿Echarlo a la suerte? ¿Significa eso que simplemente no puedes aceptar ser uke? – Farfulló más molesto. Y en realidad era adorable verle actuar de esa manera, porque se le ponían rojas las orejas y fruncía graciosamente las cejas.

– Pues… vale, vale. Lo aceptaría, en realidad, podríamos alternar el rol. Pero, quería que tú fueras mío primero.

– Esa es una lógica absurda, Inuoka… – Comentó alzando los labios en trompetilla.

– Lo sé, pero yo soy absurdo, así que no hay remedio, ¿verdad? – Dijo, sonriendo graciosamente para luego besarle el puchero… – ¿Estás enojado?

– N-no. Pero, si lo hacemos, tú serás el uke primero.

– Está bien, no voy a discutir contigo sobre eso. Lo único que me importa es que lo pasemos bien ambos, va a ser nuestra primera vez, así que debe ser hermosa, ¿cierto?

– Cierto. Hermosa, nuestra primera vez así será.

Shibayama sonrió –y a ojos de Inuoka, su sonrisa era la más bella sobre la faz de la tierra. Que sí, lo ve de esa manera desde que comprendió que esto de enamorarse y ser correspondido, funcionaba de maravilla–, tiró del cuello de la sudadera deportiva del más alto y le besó.

– Hay que comprar lubricante, ¿tal vez por internet?

– Pero, ¿no piden tarjeta de crédito?

– El otro día escuché a Kuroo decir que él lo conseguía fácil en una página donde solo haces directamente el depósito bancario, para hacer esos depósitos no se necesita tarjeta ni nada, solo ir y realizarlo.

– De acuerdo.

– También hay que practicar eso del lavado anal. Es decir, lo haré yo, ¿bien? – Inuoka aclaró de inmediato, antes de volver a la discusión inicial. Shibayama asintió con sus mejillas coloradas… – Y, cuando tengamos el lubricante, hay que conseguir preservativos. Supongo que en una farmacia pedirán identificación oficial. Me pregunto dónde los conseguirá Kuroo, tal vez debiéramos preguntarle.

– ¡No preguntaré algo así~! ¡Moriría de vergüenza~!

– Sí, entonces si le preguntamos a Kenma, con él al menos puedes hacer de cuenta que ni nos presta atención, dada su personalidad.

– Esa opción suena mejor. Pero de todas formas, pregúntale tú~

– ¿Ah? Oye, eso es trampa.

– Por favor~

– Vale, si me pones esa mirada no puedo negarme… – Honestamente, Inuoka tenía ese tipo de personalidad consentidora que le desarmaba por completo ante Shibayama.


Desde su primera vez, Lev había tenido el osado pensamiento de que el sexo con Yaku sería más, cotidiano. Pero en realidad, no lo han hecho ni una sola vez más. ¡Y está comenzando a frustrarse!

– Yaku-san~ ¿qué tal si salimos el fin de semana?

– No.

– Por qué no~

– Tengo mucho que estudiar.

– ¿Eh? Pero si no vamos a tener exámenes, ¿o sí?

– Mocoso idiota, ¿se te olvidó que soy de tercer año? – Yaku vio a Lev ladear el rostro con expresión confundida. Suspiró, no tenía gran caso enfadarse con él… – Tengo que comenzar a prepararme para los exámenes preuniversitarios, Lev.

– Oh, eso. Entonces, ¿también vas a dejar el club como Kuroo-san?

– Sí, no falta mucho para eso.

– Pero, vamos a seguir viéndonos, ¿verdad? Quiero decir, aunque no estés en el club y vaya a extrañar muchísimo que estés ahí, seguiremos siendo novios, ¿cierto?

– Claro que sí. Una cosa y otra son completamente diferentes. Solo, no nos veremos igual. Y habrá ocasiones en las que puede pasar una o hasta dos semanas enteras sin que podamos coincidir.

– ¡Eh! ¡Por qué tanto tiempo! ¡Eso es injusto, Yaku-san!

– No es por simple maldad… – Farfulló entre dientes, mirándole con el ceño fruncido. Hombre, que a él también le iba a ser un poquito difícil hacerse a la idea de no verle todos los días, pero el estudio deberá ir primero, es acerca de su futuro… – Ya te dije, ahora debo prepararme para la universidad.

– Yaku-san…

– Vamos, no hagas melodrama por algo así.

Lev no dijo nada, pero por primera vez desde que lo conoce, Yaku le vio realmente deprimido. Hasta parecía un cachorro con las orejas gachas y la cola entre las patas. Internamente sonrió con un dejo de malicia, Lev llegaba a ser adorable a su manera.

Mientras que Yaku pensaba de esa manera, el mestizo maldecía mentalmente su suerte, ser menor de edad le alejaría del amor de su vida en muchos momentos. Ahora sería por concentrarse en los exámenes preuniversitarios, pero más adelante sería por la Universidad en sí, y siempre habría un par de años de diferencia entre los dos. De pronto entró en pánico y se puso pálido, ha pensado que es probable que, cuando se convierta en universitario, Yaku conozca a otros chicos, mucho más maduros, apuestos e inteligentes que él; y entonces, podría dejarle atrás.

– Yaku-san.

– ¿Qué?

– ¿Quieres amarme para siempre?

– ¡Ah! ¡Qué estupidez!

– No lo es… – Lev dijo serio, y hasta el flequillo le cubrió la mirada. Yaku tuvo una punzada de culpa al verle así. Realmente, a veces parece tan susceptible de sus palabras… – Oye, no soy de palabras cursis, o promesas de amor y eso pero… no estoy saliendo contigo para pasar el rato, Haiba Lev. Estoy saliendo contigo porque me gustas, porque te quiero. Así que no te líes tanto por esto, ¿entiendes? Todavía vamos a seguir viéndonos, y cuando me gradúe y vaya a la universidad, tú deberás sentirte orgulloso porque tienes un novio universitario, eso es más cool. Anda ya, quita esa cara que me pones de malhumor, y esta noche pensaba invitarte a un hotel.

– ¿Eh? ¡¿En serio?!

– Oye, pervertido, qué rápido te cambió la expresión. Mocoso idiota… – Dijo, sonriendo sin reparo alguno cuando el mestizo le estrechó entre sus brazos casi levantándole en vilo. Le acarició el cabello y le besó. La sensación de poder sobre el mestizo le hacía sentir increíble. Pero la idea de que ese poder también funcionaba a la inversa, le inspiraba una extraña sensación de seguridad que se le instalaba en la boca del estómago como un calorcito extraordinario.

– Yaku-san, te amo.

– Y yo a ti, mocoso.

Si bueno, el romance tiene mil formas de expresarse.

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Departamento DaiSuga

La comida en compañía de Ikejiri y Fujimi ha ido bien. Bastante bien, a decir verdad. Tras la tensión inicial a la llegada de los invitados, pronto se diluyó ni bien la pequeña Eri despertó de su siesta vespertina, incluso Sugawara había invitado a Ikejiri a alimentarla si lo deseaba. Un poco temeroso de hacerlo mal, el pecoso castaño aceptó, y fue toda una revelación esa sensación de amor incondicional que podía tenérsele a los bebés por el simple hecho de serlo.

– Es una niña muy tranquila… – Comentó el pecoso castaño, aletargado en la belleza inocente de la pequeñita, que descansando en su regazo succionaba de la mamila sin soltarle la mirada. 

– Eso es porque Suga también lo es.

– Se parece mucho a los dos, aunque tiene el cabello igual al de Sugawara-kun… – Observó, levantando apenas la mirada para dirigirla hacia el nombrado. El peliplatino estaba sentado junto a Sawamura, y ambos tenían sus manos entrelazadas. Ikejiri sonrió feliz al comprobar que no tenía ni pizca de celos al verlos así, consciente de haber superado ese primer amor infortunado con su amigo de la infancia.

– Es el rasgo más evidente de Eri-chan, pero creo que conforme vaya creciendo, resaltarán otros que la hagan parecerse a Daichi.

– Será una niña tan preciosa, que van a tener que cuidarla hasta de los niños en el kínder.

– En realidad, Daichi ya comienza a preocuparse de los otros niños en la Estancia Infantil… – Sugawara dijo con una risita divertida.

– Eso es porque las mamás de los otros bebés dicen que les gustaría tenerla como nuera y cosas así… – Se defendió el muchacho, ocasionando otra ronda de risas divertidas…

– Vaya, se lo ha terminado todo… – Ikejiri apartó la mamila vacía y luego siguió las indicaciones de Sugawara para hacerla repetir ya que eso es bueno para su digestión… – Tiene ojos expresivos también, casi siento que en cualquier momento comenzará a hablar.

– Es cierto. Pero, ¿has visto a las gemelas de Takeda sensei y Ukai-san?

– No en realidad.

– Cuando las tres están juntas, las gemelitas incluso parecen más expresivas.

– ¿En serio?

– Sí. Oh, antes que nos olvidemos, en un par de semanas será el bautizo de las tres, nos haría muy felices que estuvieran en la celebración religiosa y luego en la comida.

– Será un placer.

– Fujimi, has estado muy callado… – Sawamura dijo de pronto, mirando al adolescente mientras que Sugawara e Ikejiri se han internado en la habitación de la pequeña para cambiarle el pañal.

– Estaba observando, por favor discúlpeme si he sido grosero por ello, Daichi-san.

– No, para nada. De hecho pensé que tal vez te estabas aburriendo.

– ¿Aburriendo? ¡No! Me siento muy cómodo, y me gusta ver a Ikejiri tan tranquilo también. La verdad es que sí estuve un poco preocupado incluso cuando llegamos.

– ¿A Ikejiri le molestaba algo en particular?

– No lo creo, tal vez simplemente sucedieron muchas cosas repentinamente.

– Y ustedes, ¿lo están llevando bien como pareja?

– Sí. Gracias por preguntar.

– Te lo dije antes, Ikejiri fue mi mejor amigo en la secundaria, es alguien importante para mí.

– Lo sé. Por eso aprecio que siga preocupándose por su felicidad.

En la habitación de la pequeña Eri, Sugawara le explicaba cómo hacía el cambio de pañal y los tips que ha ido descubriendo.

– Oh, discúlpame por eso… – Dijo tras haber terminado, riendo un poco… – He terminado por hablarte de algo así.

– No se disculpe, Sugawara-kun. Creo que es bueno saber sobre estas cosas. Así, tal vez algún día si necesitan niñero o algo, Arita-kun y yo podríamos ofrecernos.

– Gracias, es amable de tu parte decirlo… – Cargando a Eri-chan en sus brazos, el peliplatino no pudo evitar mencionar que el pecoso castaño hubiera hablado de Fujimi por su nombre… – Eso es bueno, significa que ustedes dos finalmente se han vuelto íntimos, ¿no es así?

– S-sí… – Murmuró avergonzado… – Aunque aún me resulta extraño llamarlo de esa manera.

– Pero estoy seguro de que a él le encanta.

– En realidad sí. De hecho, me molestó llamándome por mi nombre hasta que lo hice con él… – Casi de inmediato se percató de que sus palabras podían interpretarse de otra manera, y se sonrojó hasta las orejas… – Quiero decir, no es lo hice de eso. Sino de llamarlo por su nombre.

– Lo sé. Pero incluso si ustedes dos ya lo hicieron, seguro es porque ambos lo querían.

Ikejiri terminó avergonzándose más, mientras que Sugawara murmuraba disculpas por ser tan directo con el tema. Sin embargo, poco a poco fueron dándose cuenta de que ser amigos, sí que podía funcionar bastante bien para ellos.

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Pasado el Torneo de Invierno y avanzado el ciclo escolar, todos los de tercer año finalmente habrán de dejar sus clubes correspondientes sin excepción, y algunos de ellos habrán de ceder el liderazgo de la capitanía. Aunque seguirán visitando de tanto en tanto el club, lo harán simplemente como senpai y probablemente cuando sean invitados por los encargados de cada club. Este momento es importante para todo club, pues rompe una delgada línea entre generaciones y marca también, la pauta de la madurez. Los de tercer año han de enfocarse en sus estudios preuniversitarios.

– ¿Ya decidiste a quién cederle la capitanía, Daichi?

– Sí, lo consulté con Takeda sensei y el entrenador Ukai también, y estuvimos de acuerdo.

– ¿Vas a decirme quién es antes que lo hagas oficial en el club?

– Por qué quieres tener la exclusiva, Suga.

– Solamente tengo curiosidad~

– Vale, pero te lo diré en secreto.

Cuando Sawamura se acercó para susurrarle al oído, aprovechó la ocasión para mordisquearle el lóbulo y besarle el cuello.

– Ahh~ Daichi, estoy muy sensible~

– ¿Debería hacerme responsable?

– Definitivamente.

Sugawara soltó una risita cuando su novio le cargó en brazos llevándole así directo a la habitación. Eri dormía tranquilamente, y ya han comprobado que no hay manera de que la pequeña despierta una vez que ha caído en sueño profundo, por lo que hacer el amor suena bien en momentos como este, cuando ambos desean fusionar sus cuerpos y sentir el calor del otro, besarse, acariciarse, demostrarse que ni un poco ha cambiado el deseo que se provocan mutuamente.


A unos días del nuevo campamento interescolar y la consecuente fiesta de bautizo de Eri, Natsumi y Noriko, Yamaguchi recordó casi sin querer la última vez que estuvieron todos reunidos. Y el extraño curso del juego propuesto por Futakuchi-senpai. Desde aquella vez el pecoso tenía la impresión de que algo se había movido de sitio en su relación con Tsukishima. Si bien el noviazgo sigue viento en popa, para el pecoso las cosas no estaban fluyendo como le gustaría. Y no estaba seguro del por qué, pero le inquietaba.

– Siempre que estás tan pensativo me imagino que estás siendo inseguro respecto a lo nuestro, Tadashi… – El rubio le dijo, dando un golpecito en la frente de su novio.

– No es eso, Tsukki~ – Gimoteó quejándose del golpe en su frente. Luego, sonrojarse copiosamente cuando su novio le besó ahí.

– Entonces, en qué estabas pensando.

– Solo me estaba acordando de algo.

– De qué.

– ¿Eh?

– Vamos, dime.

– No era nada demasiado importante.

– Si me lo dices con esa sonrisa nerviosa y evadiéndome la mirada, no te creo. Así que lo que en realidad significa es que es importante, tiene que ver con nosotros y tratas de engañarme para no decirme. Qué es, Tadashi.

– Yo… en verdad que no…

– Dime, qué tengo que hacer para que confíes en mí. Incluso si fuera la cosa más pequeña e insignificante, si te preocupa, te incomoda, te tiene pensativo y todo eso, me gustaría que me contaras lo que pasa contigo y por tu mente.

Yamaguchi abrió y cerró la boca varias veces, francamente sorprendido de las palabras de Tsukishima. Luego comprendió que esta es la forma de desesperarse de su novio.

– ¿Recuerdas el juego durante el campamento pasado?

– ¿El de los dulces? – Tadashi asintió… – Sí, tú querías jugar y yo no accedí.

– Tsukki, tú dijiste en más de una ocasión que no te importaría hacer pública nuestra relación; pero esa vez, que no quisieras jugar me incomodó un poco. A veces no entiendo mucho tu manera de demostrar que me quieres, y pienso que soy imprudente o algo así.

Tsukishima se le quedó mirando, Yamaguchi terminó por bajar la mirada.

– Tienes razón. Probablemente querías que me confesara a ti delante de todos, ¿verdad?

– Bueno… más o menos. Pero sé que no es lo que te gusta, llamar la atención y…

– Está bien.

– ¿Eh?

– Trataré de ser mejor novio de ahora en adelante, y hacerte sentir seguro.

– ¿Eh?

Al día siguiente, durante el almuerzo en la escuela, Tsukishima Kei hizo algo que nunca nadie podría haber siquiera imaginado. Confesó su amor por Yamaguchi Tadashi en la radio escolar. Por supuesto, no fue algo súper romántico, ni siquiera le dedicó una canción o le escribió un poema. No, simplemente había dicho esto…

Yo, Tsukishima Kei de primer año, clase 4; estoy enamorado de mi compañero Yamaguchi Tadashi, con quien estoy saliendo desde hace meses.

Naturalmente, Yamaguchi se había sorprendido y avergonzado tanto que no supo dónde ocultarse en el aula de clases. Si hubiera sabido que Tsukishima haría eso cuando se ofreció en ir por unas bebidas, no le habría dejado ir. Los compañeros que estaban en el aula habían volteado a mirarle de inmediato, entre sorprendidos, molestos y entusiasmados, otros chicos y chicas rondaron por el aula durante los siguientes minutos. Curiosos por el repentino y abrupto noviazgo gay de la escuela. No es que fuera la primera pareja de este tipo –es decir, Sugawara y Sawamura fueron oficiales a ojos de toda la escuela mucho antes de que permitieran cierto conocimiento de su propia voz–, pero dados los personajes que la conformaban, era como una bomba y todos querían conocer al susodicho. Venga, que la verdad es que Tsukishima es popular pero Yamaguchi no precisamente.

– ¿Qué están todos mirando? Largo.

No hizo falta más, quienes no eran del aula comenzaron a dispersarse entre cuchicheos a los que el rubio no prestó atención.

– Tsukki…

– Aquí, es tu favorita… – Dijo al tiempo que colocaba una bebida en el escritorio de su novio. El pecoso, todavía rojo a mares, murmuró un agradecimiento pero no se atrevió a sostenerle la mirada.

– Tsukki, lo que acabas de hacer.

– Lo medité bastante con la almohada anoche. Y eran otras las palabras que había pensado decir, pero al final resultó de esa manera. ¿Estás molesto?

– No, avergonzado.

– Entonces, ¿ya confías en mí, Tadashi?

El pecoso asintió vigorosamente. Luego se sonrojó otro poco cuando el rubio destapó su bebida para él. Era tan extraño ser mimado de esta manera en la escuela, donde otras miradas están al pendiente de todos sus movimientos. Sin embargo, también se sentía simplemente genial, como si finalmente todas las piezas hubiesen encajado en el puzle.

– Tsukki.

– Mh.

Luego ese Te Amo murmurado tan bajo, que mismo Tsukishima podría decir no haberlo escuchado. Pero está tan al pendiente de é, que sus sentidos parecen híper desarrollados, lo justo para no perder detalle de todo lo que Yamaguchi es.

– Y yo a ti, Tadashi… – Regalarle un beso, ahí, al fondo del aula junto a la ventana. Y callar a todos con una sola de sus agrias miradas. Porque sí, podrá ser todo lo mimoso posible con su pecoso novio, pero de ahí a tolerar las insufribles molestias de los demás, hay un trecho tan largo, que ni de coña piensa recorrer.

--//--

Transcurrido el tiempo, ha llegado la ocasión del campamento interescolar. Mismo que coincidirá con la sucesión de liderazgo de cada club. Karasuno, Nekoma, Aoba Johsai y Datekou han vuelto a reunirse, esta vez varias cosas serán diferentes. Será el último campamento para los de tercer año, y al mismo tiempo, el primero para los nuevos capitanes, la pauta para nuevas escuadras. Los de tercer año dirán adiós, y luego, habrán de ir tomándose en cuenta las nuevas adiciones.

Sin embargo y pese a todo, lo que ha acaparado la atención a la llegada de los clubes, han sido tres hermosas señoritas cautivando a todos los varones.

– ¡Son hermosas~! Iwa-chan, mira~

– No grites Oikawa, vas a asustarlas.

– Chibi-chan, Tobio-chan, ahora ya no serán los mimados de mami Suga y papi Dai, ¿cierto?

– ¡Ah! – Hinata y Kageyama comenzaron a parlotear maldiciones, mientras que Oikawa les ignoraba y jugaba con una de las gemelas.

Las tres pequeñitas sonreían sin parar, encantadas con la atención que estaban recibiendo. Los entrenadores se preguntaron por un instante, si es que iban a conseguir hacer que los chicos apartaran sus miradas de las pequeñas durante el campamento, pero eso, tal vez no era necesario.
Continuará……

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