miércoles, 28 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 32.



~~*~~
De nuevos inicios en diversos aspectos de la vida dentro y fuera de la cancha


Yamaguchi estaba tan nervioso que casi parecía la primera vez que Tsukishima le hacía tal propuesta, y claro que no es así. Sin embargo, ésta sí que era la primera vez que visitaba la habitación del rubio con tal intención ya que antes solo habían hecho el amor en hoteles.

– Eres tan ordenado Tsukki, mi habitación siempre termina siendo un caos cuando llegan los fines de semana.

– Es porque no sabes organizarte, te levantas tarde por las mañanas con el tiempo justo para irnos a la escuela, y por las noches te dejo tarde también, así que tienes tiempo apenas para cenar, hacer las tareas e irte a la cama, donde pasamos otro rato hablando y por eso te cuesta despertar temprano.

Yamaguchi se quedó sorprendido, Tsukishima conoce su rutina incluso mejor de lo que él mismo. Y no es que le desagrade, por el contrario, de alguna forma se siente halagado, aunque también avergonzado.

– Entonces, cómo te organizas tú, Tsukki. Tal vez pueda aprender de ti… – Dijo sonriendo suavemente, intentando ser algo genial como su novio, pero sentándose inconscientemente en la cama.

– Luego hablamos, ahora realmente quiero invertir el tiempo en algo más emocionante, Tadashi… – Y el rubio se paró frente a él, inclinándose luego sobre su cuerpo, obligándole en el acto a echarse hacia atrás, apoyando las manos sobre el colchón para no recostarse por completo.

Los ojos dorados de Tsukishima lucían incluso más intensos que en otras ocasiones, o Yamaguchi se sentía de esa manera porque la forma en que le miraba se sentía como un magneto que le instaba a hacer su voluntad. Lentamente el rubio se fue acercando a sus labios sin soltarle la mirada, el pecoso fue entonces consciente de la fuerza con que el corazón le latía en el pecho, retumbándole en los oídos. Tan nervioso y ansioso, que sentía vergüenza por ello.

– Tadashi.

– ¿Sí?

Nada. Simplemente quería decir su nombre y lo hizo, como un suspiro enamorado que el rubio no quería que su novio notara, que lo tomase como un simple llamado de esos que suele hacerle cuando ha de pedirle algo. Aunque ahora todo lo que quería era besarle, acariciarle, hacerle el amor.

Y así, el beso pausado pero húmedo, liberó el deseo de ambos adolescentes. De pronto, Yamaguchi sintió que tiraban de su brazo instándole a levantarse, lo que hizo sin titubeo, temblando bajo el roce de las manos de Tsukishima, jadeando al sentir la lengua del rubio recorriendo su boca sin tapujo alguno. Y luego, dejándose llevar por los movimientos del más alto terminó nuevamente sentado, solo que esa vez en las piernas de su rubio novio, con las inquietas y grandes manos de éste acariciándole los muslos incesantemente sin parar de comerle la boca.

– Tsukki~ – El pecoso jadeó extasiado cuando finalmente su boca fue liberada. En cambio, los labios del rubio descendieron por su mentón hasta su cuello, lamiendo y dejando cortos besos en su camino hacia abajo… – Tsukki~

Gimotea una y otra vez el nombre de su novio. Hoy Tsukishima parece particularmente interesado en hacerle tan lentamente el amor, que Yamaguchi solo puede entrecerrar los ojos, suspirar, gemir, jadear y gimotear de acuerdo a la intensidad de los besos, de las caricias, de la pulcritud con que es desnudado con una paciencia que a él le resulta desesperante y es que, de pronto, se siente terriblemente necesitado del contacto más íntimo, de la conexión más especial, de ser uno con el rubio y sentir sus profundas estocadas tocando el punto más sensible de su interior.

Oh claro que quiere, pero tendrá que esperar; porque Tsukishima esa noche realmente piensa tomarse todo el tiempo del mundo para recorrer de principio a fin la anatomía de Yamaguchi.

--//--

Día tras día las cosas siguen su curso en todas las ciudades. El alba despunta de la misma forma para cada una de ellas, pero los protagonistas de cada amanecer lo experimentan diferente. En Datekou hoy es un día especial, o una mañana para ser más exactos, Moniwa se sonroja como termostato cuando al abrir los ojos lo primero que observa es el rostro adormilado de Kamasaki tumbado a su lado, en su cama, en su habitación, en su casa.

– ¡Oh dios mío! Cómo llegamos a esto… – Murmura contra las palmas de sus manos que cubren su rostro colorado, consciente de la desnudez de su cuerpo bajo las mantas.

Kamasaki se removió entre sueños, alargando la mano y capturando el cuerpo tembloroso de Moniwa en un abrazo a medias que de todas formas puso nervioso al más bajo, y es que sus anatomías se rozaban de tal manera que era imposible notar que su novio tenía de esas erecciones matutinas que le hicieron enrojecer más a ser posible.

– Ya…Yasushi… suelta… – Dijo tratando de librarse del abrazo de su novio, pero éste, medio despierto, más le apretó contra su cuerpo.

– Por qué, se siente a gusto despertar así, Kaname… – El chico sonrió entre sueños, despegando un ojo solo para mirarle.

– Estamos, desnudos.

– Sí, me doy cuenta.

– Y tú estás… estás…

– ¿Mh? ¿Por qué te sonrojas?

– Estáserecto… – Dijo, así, todo junto y súper rápido. Pero Kamasaki alcanzó a entenderle. Y una risa nació de su garganta escandalosamente… – No le encuentro la gracia. Y suéltame, no hagas tanto ruido, mis padres podrían venir.

– Tus padres saben que cuando me quedo a dormir siempre te molesto en cuanto despierto, no sospecharán nada… – Kamasaki sonrió con cierto tono burlón. Y eso, para variar, avergonzó a su novio.

Moniwa detestaría admitirlo, pero Kamasaki tenía razón. Sus padres no iban a sospechar nada. Es más, le abren las puertas de su casa –y de su habitación– con tal confianza, que de hecho no le extrañaría que lo vieran como un hijo más. Por lo tanto, él estaría cometiendo incesto en mentalidad de sus progenitores. Gimoteó abrumado por su propio pensamiento y escapó del abrazo de Kamasaki abandonando su cama, enredándose apenas con la sábana que tironeó y escabulléndose directamente a la ducha. ¿Cómo iban a explicar en algún momento, su relación a sus respectivas familias?

– ¡Ngh! ¿Por qué me duele el tras…? – Ni siquiera tuvo que terminar de formular su pregunta, las imágenes de lo sucedido la noche anterior bombardearon su mente y fue más que suficiente para que le saliera humo por las orejas de la vergüenza.

Si llegó a preocuparle el sexo con Kamasaki, definitivamente eso no sería tema en adelante.

--//--

Y hablando de despertares, que hoy es un día especial. Lo es también en Aoba Johsai, aunque para Iwaizumi ya no estaba resultando extraño que Oikawa despertara a su lado; y es que ésta última semana había prácticamente vivido en su casa, por aquello de los preparativos finales para arrancar con el Torneo de Invierno, si comenzaba a parecerle fastidioso tener que aguantarle lo travieso tan temprano.

– Mantén esas manos quietas, Kusokawa. Hoy no podemos hacer nada, hay que conservar las energías… –  Sin embargo, el popular setter no parecía interesado en escucharle siquiera, por lo que seguía intentando colar sus manos bajo el pijama de su novio, riendo bajito con tono pícaro… – Oikawa, es en serio. Quédate quieto.

– No seas aburrido Iwa-chan~ – Se quejó pucheroso, riendo quedito cuando el morocho as le empujó contra el colchón mimándole un poquito, con su cara agria pero tierno a fin de cuentas.

– No soy aburrido, como sigas no nos controlamos y terminamos haciéndolo. Y hoy, por si lo has olvidado, inicia el campeonato. Así que a levantarse, kusokawa.

– ¡Ya lo sé~ Iwa-chan~! – Exclamó entusiasmado, atrayéndole en un abrazo antes de que su novio se apartara del todo abandonando su propia cama, alzando los labios en trompetilla exigiendo su beso matutino.

– En serio, te estoy mimando demasiado Oikawa.

– Es porque me amas~

– ¡Argh! Olvídalo, nada de besos para ti por ser tan cursi.

– Pero Iwa-chan~ – Lagrimear en falso y hacer pataleta en la cama de su novio, cayendo casi al instante en su futón (el que siempre montaban pero no utilizaba, justo a lado de la cama del anfitrión) con exagerado aturdimiento, y es que afuera en el pasillo, los pasos de la madre de Iwaizumi le han advertido que se acerca para llamarles a desayunar.

– ¿Ya están levantados, chicos?

– Sí mamá, ya vamos.

– ¡Dense prisa! Hoy es un gran día, deben tomar el desayuno apropiadamente.

– Iwa-chan, por qué no te pareces un poco a tu mamá. ¡Ella es tan linda~!

A Iwaizumi al instante le palpitó la venita en la sien y alzó la barbilla con aire desafiante.

– ¿Quién mierda esperas que sea lindo?

– Mi adorado Iwa-chan~ por supuesto… – Respondió, sonriendo con ojos brillantes, todavía en pijama sentado en su futón.

El anfitrión le lanzó una toalla y luego simplemente dio media vuelta, dejándole de esa manera con la palabra en la boca. Obviamente, no pensaba ser para nada lindo con él, que ya suficiente tenía con esos arranques de lindura que Oikawa se mandaba. Aunque ser lindo en Oikawa no cazaba para nada con algo tierno precisamente, ¿cómo explicarlo? Bueno, Iwaizumi no sabría hacerlo, solo estaría seguro de que la palabra lindo o tierno no van con su novio, pero sí palabras tales como picardía y travesura, esas le van más que perfecto.

– ¡Oye, Iwa-chan~ por qué eres así! ¡No me dejes aquí botado~!

Quejarse no iba a servirle de nada, fingir que solo está jugando a molestar a Iwaizumi tampoco en realidad, pero por lo pronto la madre de éste finge no enterarse de nada, aunque los adolescentes sean más que transparentes con sus sentimientos y el tipo de relación que llevan.

Cuando mi esposo se entere es cuando realmente deberemos pensar seriamente sobre cómo enfrentarlo… – Pensó con aire preocupado la mujer, pero sonriendo luego cuando justamente su esposo le pidió una taza de café al entrar en la cocina, diciendo algo sobre lo ruidoso que son siempre los chicos.

--//--

Y entonces su corazón había comenzado a latir con absurda fuerza al azar, sin razón aparente, sin tener en su pensamiento nada en particular. Ah, cierto, Kageyama. Hacía días que no paraba de pensar en él día y noche, incluso durante las prácticas, teniéndole ahí a un lado, pudiendo intercambiar palabras con él, le pensaba, la mente se le inundaba de todo acerca de su novio y eso comenzaba a inquietarle por una sencilla razón, desconocía el nombre que debiera darle a esto.

– Oye, Hinata, ¿estás bien?

– ¿Eh? Sí, ¡Sí! Estoy bien.

– Estás distraído, no me digas que estás nervioso.

– ¡Claro que no, Kageyama!

Ah, si tan solo la vida no fuera tan cruel con él. El pelinaranja se apresuró en vestirse, no faltaba nada para marcharse rumbo al gimnasio donde sería la apertura del campeonato. La adrenalina debería estar a todo en su organismo, pero por alguna razón todos los nervios que sentía en esos momentos se debían a la presencia de su novio y no al arranque de los importantes partidos que tendrían para avanzar hacia la meta final, alzarse con la victoria.

– ¡Hinata idiota, qué estás haciendo!

La repentina exclamación del pelinegro pilla al más bajo por sorpresa, y cuando vuelve la mirada para enfrentarle, Hinata ve a Kageyama con el mentón elevado y un pañuelo en su nariz.

– ¿Por qué te está sangrando la nariz, Kageyama?

– Todavía lo preguntas… – Farfulló entre dientes.

A saber, Hinata en su ensimismamiento y consecuente distracción, lejos de ponerse el conjunto deportivo del club, se había colocado la playera del uniforme de juego. Justamente, la de Kageyama. Sin más nada que eso, por lo que era entre tierno y erótico ver a Hinata con la enorme prenda vistiendo su menudo cuerpo, las piernas desnudas y el cabello revuelto, todavía húmedo porque acababa de tomar una ducha, y como para cerrar con broche de oro, las mejillas le iban rosadas por causa de su tren de pensamientos. Por lo tanto, no era precisamente de extrañar que Kageyama hubiera tenido una serie de ideas subidas de tono que implicaba una escena donde él también llevaba pocas ropas y sostenía el trasero del pelinaranja mientras le embiste con posesividad al punto de hacerle llorar de placer.

Mierda, debo dejar de pensar en eso.

– ¿Cómo es que terminé vistiendo tu ropa? – El pelinaranja murmura entre dientes, todavía abstraído y sin caer en cuenta en el efecto que ha provocado en su novio. Buscando con paciencia sus ropas para vestir correctamente.

Mientras tanto, Kageyama frunce el ceño y casi se da de topes contra el muro porque no puede entender cómo –mierda– es que Hinata puede llegar a actuar tan inocente en este tipo de situaciones. Sobre todo porque, él lo ha comprobado, Hinata realmente puede llegar a ser terriblemente erótico en la intimidad.

– De todas formas Kageyama, por qué te ha sangrado la nariz… – Pregunta tras terminar de vestirse, mirando con aire curioso a su novio.

– Cállate, no te interesa. Y vamos ya, todos están esperando en el autobús… – Evade deliberadamente, avergonzado de su propia reacción. Y es que, honestamente, ¡tiene que parar de tener pensamientos pervertidos con Hinata! Está por comenzar el torneo y él lo que menos necesita es distraerse por cosas como esta.

– ¡Ingrato! ¿Cómo no va a importarme? Soy tu novio, sabes. Se supone que lo normal es que me preocupe por ti, así como Daichi-san se preocupa por Sugawara-san, porque se aman y todo eso.

– Si te preocuparas por mí no harías esas injusticias como verte tan sexy que me dan ganas de hacerte el amor… – Balbucea por lo bajo, casi como si en realidad no quisiera que su pequeño novio le escuchara.

– ¿Eh? Kageyama, no te entendí, habla más fuerte.

– ¡Digo que no vuelvas a ponerte ropa mía ni por error! ¡No tienes ni idea de cómo bloquea eso mi mente! – Exclama entre molesto y avergonzado. Y al menos esa expresión el pelinaranja sí que se la conoce (últimamente cuando están juntos se la muestra a menudo).

– Ah, será que… ¿te excitas, Kageyama?

El pelinegro apuró el paso, avanzando con pisada furiosa y las orejas coloradas. Hinata se rió bajito, tapándose la boca con sus manos. Lo ha captado finalmente, y saber que puede descontrolar con tal facilidad a Kageyama le dota de un arma única e infalible que, ahora sabe, podría usar en el futuro cuando lo crea conveniente.

– ¡Ustedes dos, dense prisa! ¡Qué tanto estaban haciendo que han tardado tanto! ¡Kageyama, no le habrás puesto un dedo encima a Hinata, verdad!

– ¡Q-qué! ¡Claro que no, Daichi-san!

– ¡Más te vale! ¡Más les vale a todos haber cumplido las normas! – El capitán cuervo gritó a todo pulmón, fulminando con la mirada a Azumane y Nishinoya principalmente.

A saber, en la última semana Sawamura había advertido a todos los integrantes del club portarse bien. O lo que es lo mismo, el sexo había sido prohibido. Y todos ahí saben que si hay alguna pareja incapaz de la abstinencia, esos son Nishinoya y Azumane, aunque el segundo más bien influenciado por el primero. Pero, acá entre nos, la verdad es que todos, una vez iniciados en la vida íntima, no podían evitar querer hacerlo a diario, aunque tuvieran que limitarse a ese de vez en cuando que de hecho llegaba a frustrarles y llenarles de una tensión sexual que incluso les hacía rendir diferente en el club e influenciaba sus niveles de concentración en clases también. Caray, que ser adolescente, estar enamorado y ser correspondido, salir con esa persona y conocer las mieles deliciosas del placer, no es nada sencillo.

Tan no lo es, que a veces aparecían pensamientos del tipo “hubiera sido mejor esperar otro año antes de hacer el amor por primera vez”. Algo así como un arrepentimiento, pero nada que se sintiese en el alma, aunque pesaba en el rendimiento académico y deportivo. No tanto como para que resultase significativo, pero existía y era innegable.  

– Daichi-san, actúas como un papá gruñón. Siento lástima por tu bebé y por Suga-san que tendrán que aguantarte.

Las venitas en la sien de Sawamura se exaltaron al instante.

– Nishinoya, no creo que debas decirle nada de eso a Daichi ahora… – Azumane dijo con una risita nerviosa. Últimamente el humor del capitán estaba más sensible que de costumbre. Todos asumen que se debe a la cercanía del nacimiento de su bebé y el campeonato, no debe ser fácil lidiar con tanto estrés.

– Pero es verdad… – Farfulló entre dientes, cruzando los brazos y volteándole la cara al capitán.

Que de todas formas no estaba precisamente en condiciones de controlarse, salvo por la intervención del peliplatino que (por suerte en realidad) les estaba acompañando y ya le tranquilizaba con un simple toque y su mirada cargada de una serenidad de envidia.

– Yuu, qué te pasa, tú no eres así… – Su novio le preguntó, honestamente curioso por el extraño malhumor del líbero.

Nishinoya no respondió, pero en su pensamiento se repetía que no debía estar celoso de sus amigos. Sin embargo, realmente comenzaba a sentir un poco de envidia ante la felicidad que veía en ellos. De pronto se hallaba a sí mismo pensando en que la maternidad sentaba bien y le gustaría experimentarla. Pero también había varios inconvenientes que tomar en cuenta. Las cosas que quiere hacer antes de tomar tal responsabilidad eran muchas, y casi puede asegurarlo, aunque Asahi le apoye, tampoco está listo para este tipo de compromiso de por vida.

– ¿Yuu?

– Estoy bien, déjame dormir un poco en lo que llegamos, Asahi.

Azumane le dejó recargarse en su hombro, evadir el tema y dormitar. El as cuervo sabe que algo sucede con su novio, pero encontrará luego la forma de convencerle de decírselo, aunque no es ciego y ha notado algunas señales que le hacen sospechar lo que pasa con el líbero. Suavemente su mano cayó sobre el cabello de Nishinoya, y enterró sus dedos entre los mechones teñidos, arruinaría su peinado cool pero no le importaba, quería hacerle llegar su cariño, su apoyo incondicional.

El entrenador Ukai junto con Takeda sensei van sentados al frente del autobús, cada uno pensando en cosas diferentes. Mientras que el rubio repasa las estrategias de juego, sensei piensa en cuánto han cambiado los chicos en esos meses, cuánto han madurado, cada uno a su manera y desde su personalidad.

– Creo que el Karasuno de hoy es incluso mucho más poderoso que el del torneo anterior, ¿no lo crees, Ukai-kun?

– ¿Eh? – El rubio tardó unos segundos en captar lo que su novio le había dicho… – Sí. Han madurado y también desarrollado sus habilidades. Ahora todos tienen sus propias armas de juego. Estos cuervos van a demostrar cuán alto pueden volar, Takeda.

– Estoy orgulloso de todos ellos. Y también de ti, Keishin… – Sensei dijo con una expresión serena, sonriendo con sinceridad hacia el rubio.

– Yo estoy orgulloso de ti también, Ittetsu. Porque eres un sensei ejemplar, cada día me sorprendes más por la cantidad de esfuerzo que dedicas al club. Incluso en tu estado, ni un solo día te he visto ceder en fuerza, ímpetu y convicción. He aprendido mucho de ti, Ittetsu.

– Basta, por qué siempre me avergüenzas delante de los chicos, ¿eh? – Murmuró rojo como tomate, sabiendo que algunos están atentos de sus interacciones, que a los adolescentes les produce entre curiosidad y ternura verles actuar como pareja.

– Gracias, Ittetsu.

– No tienes nada qué agradecerme, Keishin.

– Sí que lo tengo, mucho.

Y es que Ukai ha comprendido tiempo atrás, que él no habría madurado también, de no ser por la aparición de este hombre en su vida. Como el sensei que le buscó incansablemente con la intención de tenerle como entrenador del club. Como el hombre que conquistó su corazón, el que ha de darle la felicidad de la paternidad en unas cuantas semanas. Lo que le hizo recordar, que quien está más cerca de dar a luz es Sugawara.

– ¿Oye, Sugawara-kun va a estar bien? Le faltan un par de semanas para la fecha programada, ¿no?

– Sí, pero él estará bien. Su médico aprobó la salida de hoy y su permanencia en el gimnasio. Sin embargo, le ha recomendado que en adelante aguarde en casa pues necesita reposar y evitar cualquier fuente de emociones fuertes. Además, creo que para Sawamura-kun contar con la compañía de su novio hoy, será muy importante.


Cuando arribaron al gimnasio de apertura, los diversos clubes se notaban diferentes a lo que fueron en el torneo de verano. Un considerable número de ellos lucían más fuertes, más retadores. Karasuno no era la excepción, y ahora nadie desconocía la presencia de Hinata, la carnada con quien nadie querría caer. Además de ellos, Aoba Johsai y Datekou también daban otra impresión, y si antes ya eran reconocidos como clubes de temer, ahora no lo eran menos. Sorprendía también que se presentaran con sus cuadros titulares prácticamente iguales al torneo anterior, conservando a sus jugadores de tercer año.

– Takeda-sensei, está usted más hermoso que la última vez que nos vimos. Se nota que su estado le ha sentado de maravilla.

– Es usted muy amable, Oikawe-san.

– ¡Es increíble cómo un chico como usted se sonroja! Creo que puedo entender por qué Ukai-kun ha caído en el amor por usted.

– Tiene razón, pero por favor Oikawe-san, no coquetee con mi novio por favor.

– ¿Coquetear yo? – El entrenador de Datekou se rió de buena gana… – Muchacho, solo si volviera a nacer, porque ahora la belleza que le reconozco a Takeda-sensei es con sumo respeto.

– Pero si en algún momento Ukai-kun no lo satisface, puede venir y quejarse cómodamente conmigo, Takeda-sensei.

– Nobuteru-san~ no diga eso, qué vergüenza.

Y al hombre de Aoba se le unió el joven entrenador, quien a decir verdad reconocía el atractivo de Takeda más allá de su estado de embarazo. Pero mantenía la distancia, no es de los que se interponen en relaciones estables.

– Sadayuki, aparta la mirada, se dará cuenta.

– ¿Eh? Oh, sí. Gracias, por hacerme notar, Nobuteru-sensei.

– Por cierto, Takeda-sensei, nos hicieron llegar una notificación acerca de la puesta en marcha del campamento interescolar el año próximo. Va a ser un gusto volver a trabajar con usted.

– Gracias, estaré preparado con más cosas interesantes para los chicos.

– Y su bebé tendrá unos cuantos meses, ¿verdad? Esperemos que lo lleve con usted para malcriarlo un poquito. También el bebé de su chico, Sugawara-kun.

– Bien, si ustedes están dispuestos a malcriar a tres princesitas… – Ukai dijo sonriendo con cierta altanería.

– ¿Tres princesas?

– Sí, verán. Sugawara-kun tendrá a su bebita en un par de semanas, si todo marcha como hasta ahora. y mi querido Ittetsu tendrá gemelitas.

– ¡Gemelas! ¡Felicidades! – Luego una ronda de abrazos y apretones de mano, de sonrisas y gratificantes deseos.

Había sido una pena que el proyecto de Takeda sensei para otro campamento interescolar no hubiera sido aprobado previo al Torneo de Invierno –en realidad la parte administrativa había sido culpable, algunos retrasos menores que al final hicieron imposible el cumplimiento del proyecto–; sin embargo, ha quedado en luz verde para el año entrante. Y piensa que para entonces, realmente va a ser una aventura tanto más increíble que el anterior proyecto.

Luego el gran momento de inicio, el equipo de sonido tronó con la voz del dirigente convocándoles a reunirse para la gran apertura, invitando a los diversos clubes a dar lo mejor de sí, a demostrar que tenían lo necesario para alzarse con una victoria tras otra, porque no hay otra manera de permanecer en la cancha más que ganando. Por supuesto que todos lo saben y están ahí con la meta clara de triunfar.

Sudor, esfuerzo, lágrimas, gritos, frustraciones, estrategia, todo eso y más sería dejado en la duela en los días siguientes a lo largo del torneo. Silbatazos y rechinar de tenis serían los sonidos más estridentes junto a las porras que acompaña a cada equipo. Todo estaba dispuesto, el arranque solo es el primer saque, hay que alcanzar el set point.

El primer partido, la adrenalina liberándose lentamente con cada toque, con cada jugada. La banca confiada en su cuadro titular, pero siempre cada jugador listo para entrar si era requerido y dejarlo todo en la cancha también. Y en las graderías, ahí en primera fila, acompañado por Shimada y Takinoue, Sugawara mirando el rendimiento de sus amigos, los avances tan significativos que han tenido. Y siente orgullo, y llora de felicidad cuando ganan el primer encuentro y todo es entusiasmo y más adrenalina; llora porque Sawamura corre hasta él y le abraza con cariño, le dedica el triunfo y promete hacer todo cuanto pueda por llevar las victorias hasta el trofeo de campeonato. Llora, porque puede sentir la amistad de sus amigos también. Llora, porque aunque él no puede estar parado en la cancha junto a ellos, se siente parte del equipo.

– Gracias Daichi~ gracias a todos. Aunque es solo el comienzo, tengo fé en cada uno de ustedes, Karasuno volará alto esta vez.

Y las palabras del peliplatino enorgullecen a los demás, les llenan de nuevos bríos y todo se vuelve una montaña rusa de emociones, de promesas mudas y decisiones firmes. El comienzo es sólido para Karasuno, pero lo es también para otros clubes como Aoba Johsai y Datekou, incluso para otros en el resto de las ciudades. La mira está en las nacionales por supuesto, todos aspiran a donde mismo, solo unos pocos conseguirán llegar hasta allí.

– Hoy ha sido un buen día para nosotros. Vamos a repasar los partidos del día y rectificar los fallos, a partir de ahora no podemos dar ni un solo punto por perdido.

– ¡Sí, entrenador!

Karasuno analiza su desempeño en el gimnasio antes de marcharse a sus respectivas casas y descansar. Ha sido un día agotador pese a no haberse enfrentado a clubes tan poderosos como Date en el torneo de verano.

– Suga, ¿tomamos un taxi a casa?

– Está bien, no estoy tan cansado, vayamos en autobús Dai.

– ¿Seguro? No quiero que se te hinchen más los pies, ya estuviste mucho tiempo en posturas incómodas.

– Estoy bien, Daichi~

Los chicos ríen al ver cuán dedicado es Sawamura hacia Sugawara, les da ternura ver al peliplatino con tremenda barriga caminando por ahí con paso lento, tomado de la mano por su novio. Nishinoya se les queda mirando un rato, le entra envidia de nuevo.

– Asahi, cuando me embarace, ¿también cuidarás así de mí?

– Claro que sí, Yuu… – Azumane toma su mano y entrelaza sus dedos. Ha cambiado una vez más de humor, estuvo tan concentrado en los partidos, y ahora, solo le parece un chico lleno de anhelos… – Yuu, ¿quieres estar igual que Suga? 

– Bueno, tal vez. Un poco, sí… – Admite con cierto recelo, quizá incluso un rasgo de vergüenza. Ya han hablado antes de esto, ambos acordaron que no estaban realmente listos para la paternidad, pero cuanto más se acerca la fecha de nacimiento de la bebé de sus amigos, Nishinoya parece más ansioso al respecto… – No me hagas caso, solo estoy divagando.  

– Yuu… – Sostenerle la mano con fuerza, obligarle a mirarle… – Sabes que por ti haré lo que sea, ¿verdad? Lo único que me importa es hacerte feliz.

– Lo sé. Lo sé, Asahi.

– Entonces, por qué estás tan preocupado por el futuro. El futuro no va a construirse solo y dejarnos atrás. Llegaremos a él a nuestro paso, no tenemos qué apresurar nada, incluida nuestra paternidad. Cuando estés listo más que ansioso, te juro que haré hasta lo imposible por darte lo que quieres.

El líbero frunció los labios ahogando un sollozo. Hombre, que al menos los cambios de humor sí que los tiene a la orden del día. Se abrazó al cuerpo de su novio y enterró su rostro contra su pecho. Se sentía seguro ahí, donde los latidos del corazón de Azumane le relajaban.

– Lo siento, a veces simplemente quiero correr por la vida.

– Sé que sí. Pero a veces, Yuu, hay que tomar cada paso con calma. Y creo que al menos esta vez, es una de esas ocasiones. Llegará nuestro momento de ser padres.


Es una noche especial, ha transcurrido una semana desde que el torneo comenzó, y Karasuno sigue avanzando. Hoy tienen un día para descansar. 24 horas para hacer lo que quieran, excepto realizar actividades que los puedan agotar de cualquier manera, el torneo los requiere a todos con todas sus energías, física y mentalmente para seguir adelante.

Claro que, para algunos este momento también luce como la oportunidad para avanzar en su relación. Un par de chicos nerviosos están sentados en una cama extraña, de un hotel extravagante al otro lado de la ciudad.

– Esto, ¿cómo deberíamos comenzar?

– No sé. Supongo que, como sientas que será cómodo.

Ennoshita miró de soslayo a Tanaka, viéndole soltar el aire contenido en sus pulmones, apretando el borde del colchón con sus manos. Tan nervioso, que lo estaba contagiando más y más. Ya suficiente habían logrado con registrarse y entrar sin levantar sospechas. Aunque, dado que es un hotel de mediana reputación, seguramente que nadie prestaba atención a un par de chicos que han pagado en efectivo y lucen tan nerviosos que seguramente pensarían que terminarían sin hacer nada.

En realidad, parece como que no seremos capaces de avanzar en nada. Tanaka está nervioso, y yo también. Aunque está enamorado de mí, no hemos pasado de besos, tal vez alguna caricia pero nada que pueda compararse con el sexo.

– Oye, Chikara.

– ¿Sí?

Y luego un beso. Tembloroso y tímido, pero bastante tranquilizador. Tanaka se sentía más seguro de sí mismo cuando miraba menos y actuaba más. Lentamente los besos temblorosos cambiaron por unos más confiados, relajados y profundos. Enredando incluso sus lenguas y buscando mayor contacto.

– ¿Podemos dejar solo la luz de las lámparas?

– Si eso te hace sentir mejor, Ryuunosuke.

Tanaka asintió, y apartándose del cuerpo de Ennoshita fue y cerró la luz general para encender las lámparas a cada lado de la cama. A media luz se sentía mejor, no es como si estuviese inconforme con su cuerpo, o siquiera el de su novio; era más una vergüenza inherente a su forma de ser. Cuando volvió a sentarse junto a Ennoshita, incluso fue capaz de besarle con mucha más pasión, dominando la situación de hecho. Tanaka es así, como un león que solo rugía en la oscuridad, o algo parecido.

Así, con esta renovada confianza en sus movimientos, Tanaka comenzó a retirar las ropas de Ennoshita con paciencia, entre besos y suspiros, entre caricias colmadas de un nervio reprimido que ambos adolescentes guardaron en algún rincón de sus mentes, dejando en libertad el deseo de sus corazones.

– Ahh~ – Jadeó por primera vez en la tarde, justo al momento en que la mano de Tanaka le rozó el vientre desnudo con intención.

– Hazlo de nuevo, jadea para mí Chikara… – Confiado de este sonido erótico que ha brotado de la garganta de su novio, el rematador llevó sus caricias por el torso del chico hacia arriba, alcanzando su pecho, rozando con las yemas de sus dedos los pezones acanelados.

– Ah~ Ryuu~

Tanaka se llenó de nueva confianza, y con los minutos el intercambio de besos, de caricias, de jadeos y gemidos; la aparición de la desnudez, del calor febril y la natural excitación, completaron la fórmula para esa primera vez. Una primera vez bella para ambos, porque aunque el dolor llegó cuando Tanaka le penetró, Ennoshita también sintió su amor verdadero; la amabilidad, la ternura, el cariño, los cuidados para hacerle disfrutar, incluso anteponiendo su placer al propio.


Despertó tempranito a causa de una serie de movimientos en su vientre, las gemelitas son inquietas y hacen de las suyas en su interior. Takeda buscó otra postura y respiró para normalizar el dolorcito inevitable, acariciándose la tripa y sonriendo mientras murmura los buenos días para sus pequeñitas.

– ¿Te han despertado de nuevo, Ittetsu?

– Sí, pero tú deberías seguir durmiendo, aún falta al menos una hora para el amanecer Keishin.

– Cómo podría volver a dormir cuando nuestras pequeñitas no te dejan descansar más, ¿mh? – Dijo con voz pastosa, causa del estado somnoliento, arrastrándose más cerca de su novio en la cama, besándole la tripa con cariño… – Oigan, traviesitas princesas ahí dentro, cómo es que últimamente despiertan tan temprano a mami, ¿eh?

Y otros pequeños movimientos en el vientre de sensei. Una mueca de incomodidad que va acompañada de una sonrisa sincera y un suspiro de cansancio.

– Creo que quieren decir que no pueden evitarlo. Es demasiado pequeño ahí dentro para que duerman tranquilamente~

– Bueno, hay que ajustarse a lo que hay, traviesitas princesas. A mami le duele, y le tenemos cansado. Mami merece descansar, ¿no creen? Sean buenas niñas y déjenle dormir por más tiempo, ¿sí?

– Te preparé un banquete si es que ellas te escuchan, Keishin.

– ¿En serio? – Preguntó con una sonrisilla entusiasta… – Oigan, a papá le conviene que lo escuchen, aunque sea antes de nacer princesas~

– Qué cosas les estás diciendo ahora, bobo~

– ¿Es malo?

– Es bobo~

– Te Amo, Ittetsu.

– Y yo a ti, Keishin.

Un beso. O dos, o tres. De todas maneras ya no volverán a dormir, aunque las bebitas se hayan quedado quietitas obedeciendo a su padre. Y es que de pronto, Takeda se siente necesitado del cariño de Ukai, y éste no tiene ningún empeño en hacerle el amor antes de que el día comience. Hoy todavía hay partidos importantes qué jugar, pero justo en ése momento, solo puede pensar en amar a su novio.


Cuando la hora para el partido de hoy se aproximaba con prisas y Sawamura no llegaba, los chicos comenzaron a ponerse ansiosos. Claro que no es que dudan de su responsabilidad, es más como que les gustaría estarle acompañando, la verdad es que en esos momentos Sugawara estaba bajo observación en la clínica, con unas contracciones frecuentes que hicieron sospechar de que probablemente el nacimiento de su hija se ha adelantado un par de días.

– Bueno, Sawamura-kun no querría que nos desconcentráramos del partido. Para él y para Sugawara-kun esto también es importante. Además, Shimizu-chan y Take-sensei están con ellos, nos informarán cualquier cosa. Por ahora, hemos de arreglárnoslas sin todos ellos.

– ¡Sí, entrenador!

A Ukai le alivió ver la determinación en sus muchachos. Y a cada uno asumir su rol en la cancha, aunque Sawamura era imposible de sustituir, los demás se las ingeniaron para mantenerse en la pelea.

Mientras tanto, en la clínica Sugawara se había rendido, no había manera de que convenciera a su novio de dejarle en esa ocasión. Y ahora estaba esperando unos instantes a que terminaran de prepararlo para la intervención quirúrgica. Efectivamente su bebé iba a nacer ya.

– ¿Estás emocionado, Koushi?

– Sí, aunque también estoy nervioso Dai… – Sinceró, apretando la mano de su novio y mirándole aprehensivo.

– Es normal. Yo también lo estoy, pero confío en el equipo de médicos y enfermeras que estarán ahí para traer a nuestra bebé a este mundo.

– Tienes razón, hay que confiar en todos ellos. ¡Ngh~! – Otra contracción. Y a practicar la respiración que habían aprendido en las clases preparto.

Afuera de la sala estaban Shimizu y Takeda, además de los padres de ambos adolescentes. Los Sres. Sawamura se habían ablandado un poco a lo largo de estos meses, involucrándose sobre todo en las últimas semanas más en el embarazo y la felicidad de su hijo, apoyándoles también con entusiasmo. Los Sres. Sugawara por su parte estaban más que emocionados con la llegada de su nieta, incluso han llegado ya con los primeros presentes para la nenita. Y juntos rezan en la sala de espera para que todo salga bien con el nacimiento de la pequeñita. Los minutos se sienten lentos y pesados, les gustaría que todo fuera más rápido, pero la ansiedad, los nervios y la emoción hacían lo propio.

– Takeda sensei, ¿está usted cómodo? Llevar gemelitas en el vientre debe ser cansador.

– No se preocupe, Sawamura-san, me encuentro bien.

– ¿Está usted seguro? Quizá podamos pedir algún trato especial para usted en su estado.

– No es necesario, estoy en condiciones, Sugawara-san.

– El entrenador Ukai me ha enviado otro texto, sensei. El primer set ha terminado… – Shimizu le mostró a sensei el mensaje para que lo viera por cuenta propia.

Takeda sonrió, Karasuno se ha llevado el primer set. Pero además de eso, Ukai preguntaba los pormenores del estado de Sugawara. Shimizu le respondió que estaba siendo intervenido en esos momentos, y que Sawamura estaba acompañándole en el quirófano por pedido de ambos adolescentes. Incluso se permitió bromear con un “Espero que no se desmaye en ningún momento” que hizo reír al rubio cuando leyó su contestación.


– Me alegro de que Shimizu-chan no se haya olvidado de su móvil, de lo contrario no sabría nada en estos momentos y estaría comiéndome las uñas de nervios.

– Entrenador, usted ya se está mordiendo las uñas.

Ukai se rió bobamente cuando se dio cuenta de ello. Ennoshita le estaba acompañando como una especie de manager en esos momentos en ausencia de Shimizu y Takeda. En la cancha, la mancuerna Hinata-Kageyama seguía dando de qué hablar. Todos han madurado, pero ellos han acaparado la atención de propios y extraños, incluso otros clubes como Aoba Johsai y Datekou estaban impresionados por la forma en que han evolucionado. Sin embargo, ese es tema para otra conversación, ahora todo estaba entre ganar este partido y el nacimiento de la cuervita.

Cuando Ennoshita se levantó para acercarse a Nishinoya y darle unas indicaciones previas que Ukai le había dicho, el rubio se percató de que algo iba diferente en el muchacho. Con el transcurrir de los minutos fue hilando síntomas y luego la luz llegó a sus ojos. Comprendió que Ennoshita y Tanaka habían estado desobedeciendo las normas que mismo Sawamura había puesto desde que arrancara el torneo.

Estos jóvenes de ahora. Pero, puedo entenderlos. Tampoco es como si haya mantenido mis manos lejos de Ittetsu… – Pensó con una sonrisilla pícara que, vista por los chicos en la cancha fue interpretada como una invitación a usar la fuerza bruta.


Cuando Sugawara y Sawamura vieron a la bebita en manos del médico, ambos lloraron de alegría. Y su llanto pronto se contagió a la recién nacida, quien dio gala de la potencia de sus pulmones.

– Muy bien señorita, muy bien. Ese llanto es signo de buena salud. Diles “hola” a tus padres y “esperen por mí”, la señorita aquí te va a revisar y a ponerte hermosa para que los veas después.

Los adolescentes no despegaron la vista de su pequeñita hasta que entre el propio curso de la intervención se los impidió. Más tarde, ya instalados en una habitación de la clínica, la enfermera volvió con la pequeñita para dejarle con sus padres. Sugawara la cargó en brazos. Por primera vez en sus brazos. La sensación era completamente diferente, incluso si fue en su vientre donde estuvo por nueve meses, sentirla así, piel a piel, era una experiencia única y hermosa.

– Es tan, perfecta. Eres una bebita preciosa~ ¿verdad, Daichi?

– Lo es. Se parece a ti, así que por supuesto que es preciosa y perfecta, Koushi. Mira cómo mueve la boquita, ¿será que tiene hambre?

– Debe ser así, aquí les dejo esta mamila. Lo mejor para ella será que le alimenten sus padres… – La enfermera les dijo, entregándoles el biberón y dejándoles a solas.

Para Sugawara alimentar a su bebita se sentía tan natural que no podía evitar la inmensa felicidad que le embargaba. Y es que, después de todo, finalmente le tenían ahí, con ellos.

– ¿Quieres cargarla, Daichi?

– Ya que haya terminado de comer, Koushi… – Sawamura se sentó junto a su novio, pasando una mano por sus hombros, acariciándole el cabello sin dejar de mirarlo a él y a su bebita, acariciándole con la otra mano las manitas y la cabecita… – Tiene tu cabello. Va a ser tan preciosa cuando crezca que ya me siento celoso.

Sugawara se rió quedito.

– Pero qué cosas te preocupan tan pronto, Daichi.

Sawamura encogió los hombros. No tenía nada qué decir a su favor. Lo ha pensado y ya. A los pocos minutos, cuando la bebita dormitaba en sus brazos, finalmente permitieron a familiares y amigos entrar a conocer a la nueva integrante de familia.

Los padres de los adolescentes lloraron también de felicidad al ver a la pequeña. Takeda sensei se emocionó al punto del llanto, pero contuvo las lágrimas en las pestañas, y Shimizu sonreía feliz por todos los presentes, sobre todo sus amigos. Además de eso, pidió hacerles unas fotografías que de inmediato compartió con el entrenador Ukai. Karasuno estaba impaciente esperando terminar los compromisos del día para poder ir con sus amigos y conocer a la bebita.

– ¿Ya tienen decidido el nombre que le darán?

– Sí, mamá. Se llamará Eri.

Y así, conforme la noche fue cayendo, los chicos del club y Ukai arribaron a la Clínica. No importó hablar de resultados de inmediato, lo único que querían era felicitar a los padres primerizos y conocer a la sobrina, que todos se han adjudicado el título de tío –postizo– de la nenita. De entre todos, los más conmovidos con la beba eran Nishinoya y Ennoshita, a Azumane no le extrañó de su novio, pero Tanaka casi se vio preocupado. Lo peor de todo es que ambos se veían adorables con bebé en brazos.

De esta manera la familia se había incrementado y Eri era bien recibida en el seno colmado de cariño. Incluso Tsukishima había sonreído para la niña, y eso ya era mucho decir porque con su cara seria y su personalidad sarcástica, nadie se lo había esperado. A la clínica llegaron también Fujimi e Ikejiri, y por supuesto Shimada y Takinoue que no habían podido escaparse antes de sus respectivos trabajos. Todo era armonía y buena ventura para Sugawara y Sawamura.

El tiempo, no podía más que seguir adelante.

--//--

Un mes ha transcurrido desde el nacimiento de Eri, y justo entonces Takeda sensei es quien ha llegado a la clínica acompañado de Ukai y los padrinos de las gemelitas. Las contracciones han sido tal que ya han salido las esperadas amenazas de abstinencia o “la próxima te embarazas tú” que casi sonaban irreales en voz de sensei.

Sin embargo, lo realmente extraño de todo no era precisamente que ellos estuvieran ahí, sino la presencia de otro par de adolescentes recibiendo los resultados de un análisis practicado ante síntomas bastante específicos.

– Tanaka, Ennoshita, ¿qué hacen ustedes dos aquí?

– Entrenador Ukai… – Tanaka le miró pálido como nieve… – Nosotros.

– Positivo… – Murmuró Ennoshita, que no estaba menos sorprendido que su novio con aquellos documentos en sus manos.

--//--

Cuando Fujimi había hablado con Ikejiri acerca del ofrecimiento de su departamento para Sawamura y Sugawara, le había preocupado la reacción del pelicastaño, pero él solamente había sonreído y asegurado que tenía derecho a decidir sobre sus cosas como mejor le pareciera. No había parecido molesto, o enojado, o preocupado de ninguna manera, pero había notado algo en la mirada de su novio que de todas formas le había tenido intranquilo durante algunos días, hasta que se animó en preguntarle directamente. De eso hará ya al menos unas tres semanas. Y entonces Ikejiri le había dicho que había tenido un pensamiento egoísta entonces.

Antes, habías dicho que tu departamento podría ser el lugar a donde podríamos ir… cuando quisiéramos, estar solos. Cuando… cuando me dijiste que se lo habías ofrecido a Daichi y Suga-san, me sentí celoso. Pensé que tal vez no era tan importante para ti que nosotros pasáramos tiempo a solas.

– ¿Eh? Pero, Ikejiri eso ni siquiera me pasó por la mente. Solo intentaba apoyarlos porque los consideré amigos, y porque Daichi-san fue tu mejor amigo.

– Lo sé, pero… pensé así entonces.

– Pero sabes que te amo, ¿verdad? Sabes que quiero hacer muchas cosas contigo, ¿cierto? Un departamento no hace la diferencia. Y bueno… – Carraspea ligeramente avergonzado… – Sobre pasar tiempo a solas, la casa de mis padres es tan amplia que si ocupamos una habitación nadie va a enterarse.

– ¡Eso me daría mucha vergüenza~!

– Entonces, podríamos ir a un hotel.

– Eso me daría vergüenza también… – Murmuró bajito. Mordiéndose la parte interna de la mejilla. Honestamente, que estaba siendo un quejumbroso.

Sin embargo, entonces Fujimi comprendió la actitud de su novio. Y bueno, no es como si fuera tan extraño, después de todo ha notado cuán tímido Ikejiri puede ser, aunque sea el mayor de los dos. Su departamento probablemente le había dado una sensación de seguridad a todo lo que pudiera relacionar con el tema de la intimidad. La cosa ahora es que finalmente Sawamura ha aceptado su oferta, y en unas pocas semanas el departamento será ocupado totalmente por la joven pareja, ya que actualmente Sawamura y Sugawara, apoyados por sus amigos, están dándole ese toque de hogar al sitio, en lo que transcurre también la cuarentena posparto y Sugawara está en condiciones de tener menos cuidados.

– Bueno, yo… – Fujimi sin embargo no se animaba en ofrecer otras opciones, ya que en ese momento lo que se repetía en su mente era algo tan banal como “puedo pedir a mis padres otro departamento y listo”. Se imaginaba que decir algo así no le caería bien a Ikejiri, y tampoco sería bien recibido por Sawamura.

– Supongo que… con el tiempo yo podría, ser menos tímido y, tal vez un hotel estará bien.

– Se-seguro.

En aquel entonces la conversación no se había sentido muy cómoda, y simplemente habían cambiado de tema. Sin embargo, era momento en que eso de la intimidad no se resolvía, y ambos pensaban que mientras más tiempo pasara, probablemente más se endurecería la coraza que había comenzado a formarse alrededor de ello.


Mientras unas gemelitas estaban por venir al mundo, y otro embarazo se daba a conocer, o había parejas inseguras respecto al momento ideal para la intimidad; había también una pareja que continuaba explorando su sexualidad casi sin vergüenza alguna.

La noche anterior Hinata se había quedado a dormir en casa de Kageyama porque habían tenido que estudiar para un examen. Bien, la verdad es que últimamente los pretextos para pasar el tiempo sobran, y la ausencia de los padres del pelinegro en casa no hace más que ayudarles a aprovechar las excusas.

Al despertar, Kageyama había fruncido el ceño al percatarse de la erección matutina entre sus piernas. Bufando por lo bajo, había abandonado su cama con cuidado de no despertar a su novio, Hinata sin embargo dormía como angelito –a ojos del pelinegro, aunque su postura dejara mucho que desear porque siempre era un lío de mantas y llevaba el cabello alborotado–. Honestamente, el pelinegro culpaba a las circunstancias por despertar así, y es que la noche anterior con mucho esfuerzo habían conseguido enfocarse en el estudio y no habían hecho nada pervertido, y al meterse a la cama, solo unos cuantos besos y casi al instante cedieron al cansancio durmiendo profundamente.

Kageyama ha ido a la cocina a preparar algo de desayuno, luego se ha ido derecho a la ducha. Pero cuando ha vuelto a su habitación para despertar a su novio, un sonrojo se agolpó furiosamente en sus mejillas, y allá al sur de su ombligo, su amiguito volvió a despertar con algarabía. A saber, Hinata estaba sentado en la cama, vistiendo únicamente una de sus camisetas –de esas que en realidad él no tiene más que para el uniforme de la escuela–, la blanca prenda estaba abotonada solamente en dos o tres ojales, así que Kageyama podía ver claramente el pecho y la clavícula de Hinata, así como sus muslos y las piernas torneadas. El pelinegro tragó hondo, no entendía todavía cómo es que verle así siempre le parecía tan erótico que inevitablemente se excitaba.

– Hi-Hinata, idiota; por qué estás vistiendo mi ropa.

– ¿Mh? ¿No adivinas, Kageyama? – El pelinaranja sonrió travieso. Y el calor concentrado en las mejillas de su novio se fue directo a su bajo vientre… – Yo sé que te gusta cuando visto tu ropa.

¡Y una mierda! ¡Eso es una clara invitación seductora!



Continuará……

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Disculpen las molestias, pero se eliminaran los comentarios con contenido de otras parajes fuera de las que se abordan en este blog, esperamos su comprensión