miércoles, 28 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 30.



~~*~~
Como el juego en match point, la vida también requiere decisiones difíciles


Sugawara sintió que le temblaron las piernas cuando escuchó a su novio hablar. Sawamura le rodeó la cintura y sujetó su mano al notar que perdía el equilibrio.

– ¿Un mareo?

– Impresión. Daichi, lo que has dicho, por qué.

– Ayer Kaito-san me dio un ultimátum acerca del compromiso que tengo en el trabajo. Falto demasiado y no le soy de utilidad de esa manera, suelo llegar tarde por las prácticas del club, y si me requiere más temprano sigo diciendo que no por lo mismo.

– Pero, Daichi…

– Kaito-san me hizo darme cuenta de algo importante. No puedo seguir así, Suga. Debo enfocarme en una cosa a la vez en estos momentos, y no hay nada más importante que nuestro bebé y tú para mí ahora, así que tomé la decisión.

El peliplatino ocultó su mirada de ojos del cuervo capitán. Había un resquicio de culpa en su interior. Y él se sentía tan poco útil cada vez, no podía evitar ese sentimiento, aunque Sawamura le recordara que ya hacía más que suficiente pues es en su vientre donde el bebé crece sanamente.

– Hey, Koushi… – Le sujeta el mentón y le obliga a mirarle… – Te conozco, no estés haciéndote ideas equivocadas en esa cabecita tuya. No estoy ansioso por la decisión que estoy tomando.

– Pero amas el voleibol.

– Igual que tú, y también decidiste dejarlo, ¿verdad?

– Es diferente, Daichi.

– ¿Cómo lo es, Koushi?

– Lo has dado todo por el club, siempre has querido estar en la cancha y por eso te esfuerzas incluso más que el resto sea o no necesario. Eres el capitán porque te lo has ganado. Sé que no estar en el torneo de invierno te afectará el pensamiento y la motivación.

– Tal vez, pero no voy a echarme para atrás con lo que decidí.

– Daichi…

– Entre el club y ustedes… – Dijo, posando sus manos en el vientre de su novio… – Es obvio a quién voy a elegir. No tengo dudas, melancolía habrá, estoy consciente de eso. Pero quiero dar ese esfuerzo que entrego en el club, en cuidar de ustedes, en darles lo necesario y no migajas de esto o aquello.

Sugawara desvió la mirada nuevamente.

– No he pensado una sola vez que estés dándonos migajas de nada… – Gimotea incómodo con el tema.

– No, porque me amas y solo ves lo bueno que hago. Pero es así Suga, al menos ahora, no puedo cubrirlo todo sin saber que terminaré descuidando una cosa u otra. Así que, por favor, apóyame en esto, Koushi… – Topa su frente con la contraria y entrelaza al mismo tiempo sus dedos… – No podré hacerlo si no estás conmigo, si estoy preocupado porque te sientas mal o culpable por lo que hago.

– Eres, injusto Dai.

– Te Amo, Koushi… – Besarle despacio y abrazarse. Ambos necesitan sostenerse mutuamente en este camino hacia la paternidad.


Takeda sensei sintió cómo resbalaron sus anteojos por el puente de su nariz. Está sorprendido.

– Sensei, no me mire de esa forma por favor.

– Estás renunciando al club, Sawamura-kun.

– Sí, lo he pensado varias veces y en cada ocasión llegué a la misma conclusión.

Takeda se quedó perplejo, sabe bien que para la adolescente pareja estos deben estar siendo momentos difíciles con un bebé en camino y cada vez más cerca de su nacimiento. Pero no esperaba que estuvieran tan complicados como para que Sawamura hubiese tenido que llegar a esto.

Así, el resto del día sensei estuvo pensando sobre la situación, buscando incluso posibles soluciones para apoyar a la pareja de adolescentes sin tener que privarles de aquello que para ambos era prácticamente su vida. No es que Sugawara y Sawamura se tomaran el voleibol como un club necesario para cubrir créditos o matar el tiempo, ellos realmente amaban este deporte. Y saben cuán difícil fue ya el que Sugawara renunciara primero, que Sawamura lo haga ahora también simplemente le conmueve y pone ágil su actitud proactiva en busca de una solución más llevadera para todos.

– Takeda, mi mamá acaba de llamarme.

– ¿Sucedió algo?

– Solo está invitándote a cenar hoy, el abuelo Ukai vendrá, se ha enterado de que será bisabuelo.

Sensei no sabría decir en ese momento si la noticia para el mayor habrá sido buena o no, pero no tenía razón alguna para ponerse nervioso y negarse, después de todo su suegra es quien le ha invitado.

– ¿Debería llevar algo para compartir?

– Nuestra alegría será más que suficiente, Ittetsu… – Dijo besándole suavemente, trayendo a las mejillas de su novio el sonrojo de cada vez que le pilla así en el trabajo.

– Ukai-kun, ya te he dicho que en el trabajo no hagas eso.

– Sí, lo siento. Estás en tu derecho de castigarme cuando quieras… – Le sonríe pícaro y el sonrojo del mayor de los dos se expande por toda su cara.

– Que tonto… – Murmura antes de dar media vuelta y volver a la sala de profesores donde debe terminar de revisar unos papeles.

Más tarde vuelve al gimnasio para ver el final de las prácticas. Sawamura dirige casi como siempre, aunque sensei le nota algo distraído. Se supondrá que esta semana es su última en el club, pero sensei todavía espera encontrar alguna solución para esto.

– Sensei…

– Sugawara-kun, ¿puedo ayudarle en algo?

– Me preguntaba si Daichi habló con usted antes.

– Sí, vino a verme a mediodía.

– Entonces, ¿él realmente va a dejar el club?

– No te aflijas, Sugawara-kun, encontraremos alguna forma de resolver la situación sin que tenga que renunciar. Todavía no le he dicho que acepto su carta de dimisión del club y el requisito no se ha completado. Intenta hablar con él y hacerle ver que opciones todavía pueden tener.

– Daichi no quiere escucharme, esta mañana me lo dejó claro.

–Entiendo. Aún así, te pido que seas paciente y no te aflijas, ¿está bien? Necesitas tranquilidad por tu bebé también.


De camino a la casa de Ukai, el rubio teñido notaba cierto desconcierto en su novio, como si estuviera pensando en cualquier otra cosa pero no en que se reunirían con su familia.

– Ittetsu, ¿vas a decirme ya qué te tiene tan ausente?

– ¿Qué?

Ukai sonrió por lo bajo, justamente a eso se refiere. Takeda está simplemente en automático andando a su lado, confiando en él tal vez inconscientemente.

– Tiene relación con Sawamura-kun, ¿verdad?

– Cómo supiste.

– Él ha venido a hablarme antes de iniciar las prácticas de hoy. Me pidió que el viernes le permitiera tener unas palabras con los chicos al retirarse y también me pidió consejo sobre a quién debería cederle el liderazgo del club.

– ¡Pero estoy pensando en cómo hacer para que no tenga que dejar el club! – Exclamó con tono aprehensivo.

– ¿Alguna vez te habían dicho que actúas como madre de los chicos? Te preocupas por cada uno de ellos y les conoces más de lo que parece, Takeda.

– Es solo que me siento responsable de ellos como su sensei.

– Lo sé, esa actitud tuya te hace más adorable, ¿sabes? – Dijo, robándole otro beso sin importarle en absoluto que fueran en la calle y alguien pudiera verles.

– Ukai-kun… – Murmuró su nombre, sorprendido de lo descarado que su novio se estaba volviendo.

– La opinión que más me importaba y pudo preocuparme es la de mis padres, el resto de las personas pueden decir y pensar lo que quieran.

– Pero…

– ¿Te molesta?

– Bueno, no… no es eso en sí pero, sigo siendo un funcionario público.

El rubio se apartó un poco, mirando a los lados. Si alguien se había percatado de la relación de los hombres, no había señales de ello pues la gente seguía en lo suyo, avanzando sin mirar atrás. Pero Ukai comprendía un poco el punto de su novio.

– Tienes razón, lo siento. En adelante seré más prudente.

– ¿Estás enojado? – Preguntó con tono aprehensivo, mirándole con ojos lacrimosos. Claro, los cambios de humor seguían ahí.

– Claro que no, Ittesu… – Le aseguró, regalándole una sonrisa… – Estoy tratando de actuar tan maduro como mi novio.

– ¿Maduro? Ukai, tú ya eres maduro, yo te percibo de esa manera.

– ¿En serio?

– Sí, no saldría contigo si no fuera así.

– Entonces, confías en mí, ¿cierto? – Takeda asintió, luego Ukai le sujetó la mano despistadamente, dándole un ligero apretón… – Sé que estás preocupado por Sawamura-kun y Sugawara-kun, yo también me sorprendí cuando el muchacho vino a hablar conmigo y pedirme consejo y tal. No estoy ajeno a lo que estos chicos tienen qué pasar en estos momentos, pero no sé mucho sobre cómo ayudarles.

– Estuve preguntando un poco entre los profesores y revisando las políticas de la escuela. Ninguno reúne los requisitos suficientes para solicitar una beca. Pero Sawamura-kun quiere cumplir como futuro padre y hacerse cargo de las responsabilidades más básicas, como llevar un ingreso económico a casa. Es de lo que estuvimos hablando cuando me buscó.

– ¿Qué hay de sus padres? ¿No pueden apoyarle en ese sentido?

– Parece que no tienen la suficiente solvencia como para hacerse responsables de algo más que seguir apoyándole con los estudios. Pero también creo que es la actitud que Sawamura-kun tiene dada su naturaleza innata para liderar y proteger a los suyos. No quiere decepcionar a su familia, ni a su novio ni a su bebé. Supe antes por Sugawara-kun que su familia estaba dispuesta a darles cierto apoyo, como permitirles vivir en casa una vez que el bebé nazca, pero Sawamura-kun no quiere ser una carga.

– Entiendo, quiere responder como hombre. Es admirable la actitud en él ya que es un adolescente aún. Hay muchos hombres mucho mayores que él que no toman responsabilidad con tal pasión por otros.

– Sí, hay muchas cualidades en su personalidad que le asegurarán éxito en la vida. Pero pienso que para él, el voleibol es como una extensión de su personalidad, de su ser diario. Me gustaría que pudiera seguir en el camino del deporte sin interrupciones. Tiene potencial, ¿no es así?

Ukai asintió, y a la vista vislumbraron su casa.

– Vamos a pensar en ello más adelante, ¿de acuerdo? Por ahora veamos qué preparó mamá para cenar.

Takeda sonrió suavemente. A veces Ukai sonaba como un crío mimado cuando hablaba de sus padres. Tanto cariño, no podían haber hecho de él un hombre diferente. Quizá por eso se había enamorado en realidad.

– Take-chan~ – Ni bien se anunciaron al entrar en la casa, la mujer ya estaba recibiendo a sensei con senda sonrisa, sosteniéndole con emoción el vientre.

– Buenas noches, Sra. Ukai.

– ¡Pasen! El abuelo está ansioso por saludar a Take-chan~

Y el resto de la noche transcurre entre sonrisas y bromas, entre historias de la infancia que abochornan a Keishin, pero que tiene la mar de entretenidos a las dos generaciones Ukai por encima suyo, tanto su padre como su abuelo no escatiman en contar con lujo de detalles las experiencias que él ni siquiera recordaba más. Por supuesto, el mayor de los Ukai estaba contento con la futura paternidad de Takeda sensei y su nieto, les desea lo mejor y con grata alegría conviven durante al menos un par de horas. Una vez más Takeda es invitado a quedarse en casa de los Ukai a pasar la noche para descansar. La habitación de su novio luce un poco diferente de la última vez que estuvo aquí.

– ¿Cambiaste de futón?

– No, mis padres compraron uno matrimonial, para cuando vinieras a quedarte… – Confesó con un ligero matiz rosado en las mejillas.

– Oh… – Avergonzado por la implicación de esto, sensei se limitó a observar cómo su novio acomodaba el lecho.

– No solo eso, también te compraron un pijama… – Añadió, dejando las prendas de algodón y lana en el regazo de su novio… – ¿Puedo ponértelo?

– ¿A-aquí? – Tartamudea abochornado, suspirando al sentir los suaves labios del rubio paseándose con delicadeza por su mejilla… – Pero, si prometes no intentar nada pervertido.

– Prometido… – Y entre besos y caricias le ayuda a sacarse sus ropas y colocarle el pijama. El invierno se aproxima y el clima comienza a sentirse más fresco cada día, le parece entonces que su madre piensa en todo pues le ha obsequiado un pijama adecuado, y además justo a su medida… – Mamá es inteligente.

– Lo es… – Suspira mientras su novio le empuja suavemente ayudándole a recostarse en el futón.

– ¿Estás cómodo?

– Sí… – Vuelve a suspirar, y es que Ukai le hace sentir así. Cómodo, querido.

– En otra vida hice algo extraordinario… – Comenta con una risita, besando todo el rostro de su novio.

– ¿Qué?

– Sí, porque desde que te conocí todos los días me siento muy, muy feliz Ittetsu.

El mayor de los dos se sonrojó nuevamente, sonriendo emocionado de recibir esta clase de palabras tan románticas. Otra ronda de besos siguieron por minutos, besos que iban acompañados de caricias suaves en su vientre, de palabras que entonces no iban dirigidas solo a él sino también a su bebé. Es tan dichoso.

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Aoba Johsai

Desde que se reconciliaron, Oikawa no pierde oportunidad de pasar tiempo con Iwaizumi. Solo que, es tan meloso que saca un poco de sus casillas al morocho.

– Oye tú, pervertido. Por qué te estás quedando a dormir en mi casa otra vez.

– Porque estás muy solito~

– Mis padres están aquí, kusokawa.

– Oh, entonces mejor no levantamos la voz.

Iwaizumi supo que estaba metido en problemas cuando la sonrisa traviesa de Oikawa cruzó sus labios.

– ¿Qué somos, conejos?

– Claro que no~

– Pues quieres tener sexo todos los días y casi a toda hora. Hasta intentas seducirme en la escuela.

– Es solo que estoy tratando de recuperar el tiempo perdido~ Iwa-chan, no aprecias mis esfuerzos… – Señaló haciendo puchero, tumbándose sobre su novio en su cama, aunque su futón estuviera dispuesto en el suelo a un lado. Obviamente, no pensaba dormir ahí.

– Tampoco duramos tanto separados, exagerado. Y de todas formas yo solo veo que eres un pervertido.

– ¿No te gusta hacerlo conmigo?

– No confundas las cosas. Me gusta hacer el amor contigo, Oikawa. Pero mañana tenemos escuela.

  Siempre tenemos escuela, o lo que sea. Qué tiene de malo tener sexo cuando queremos, Iwa-chan.

– El asunto es que eres insaciable.

– Sería mejor si dijeras que tú me provocas. No sabía que amar a alguien hacía querer pasar todo el tiempo a su lado y disfrutar de todo. Iwa-chan, estoy feliz de que me hayas dado esta oportunidad.

– Mh, dices eso y te sales con la tuya, ¿verdad? – El morocho dice y cuela sus manos bajo la playera de su novio.

– ¿Tú crees? No te estoy obligando a nada, Iwa-chan~ – Suelta una risita y pestañea tratando de ser dulce.

– Lo tuyo no es ser lindo, así que deja de intentarlo Kusokawa.

– Que malo eres~

Iwaizumi sonríe con malicia y se las ingenia para invertir la posición, dejando a Oikawa bajo su cuerpo, besándole apasionadamente al instante. Oikawa respondió más que encantado, después de todo esto es lo que quiere, sentirse deseado por su novio. Iwaizumi acariciaba el vientre marcado de su novio mientras los besos iban y venían cambiando de intensidad, como podían ser calmados con aire romántico, lo eran profundos y ardientes. Los pequeños jadeos ya comenzaban a vibrar en la garganta de ambos adolescentes, al tiempo que el calor que desprendía de sus cuerpos reflejaba la excitación que crecía entre sus piernas.

– Abre las piernas, Oikawa.

Obedece sumiso y gime ahogado cuando su lengua es prisionera de la boca impúdica de Iwaizumi, a la vez, éste se deshace de la parte inferior de su pijama, mordisqueándole los labios cuando se da cuenta de que no se ha puesto ropa interior. Por supuesto, tenía más que pensado salirse con la suya, y de paso ahorrarle algo de trabajo al desnudarle. Con la vía libre para tocarle la entrepierna, Iwaizumi masajea el falo semi-erecto de Oikawa, ahogando sus escandalosos jadeos con besos más y más ardientes que el anterior. Subiendo de tono cada caricia, cada roce, cada sensación de necesitar más del otro.

– Ah, Iwa-chan, quiero hacértelo.

En cualquier otra ocasión, Iwaizumi habría pensado que decía aquello refiriéndose a quién tomará el rol activo, pero ahora este tipo de insinuaciones solo se refiere al momento de la felación. Así que le deja ser e invierten nuevamente posiciones, quedando él debajo y Oikawa sobre su cuerpo en posiciones encontradas. Oikawa se llevó el miembro de su novio a la boca al instante, comenzando a succionar arriba y abajo con renovada pasión. Mientras tanto, Iwaizumi le separaba los glúteos y llevaba su lengua a la cavidad de su novio; al mismo tiempo, masajeaba el falo de Oikawa con una mano. Estuvieron así durante un buen rato, hasta que saliva mojaba las partes íntimas de sus cuerpos.

– Iwa-chan, estás tan duro~ – Dijo, golpeando la punta del pene de su novio, escuchándole jadear contra su intimidad… – Ahh~ – Gimiendo quedito cuando sintió un dígito colarse en su interior, sustituyendo la caliente lengua de su novio.

– Shh, o nos escucharán kusokawa.

Oikawa entonces se cubrió la boca con sus manos, pero luego recordó que también debería de hacer lo mismo que antes y ocupó su boca dándole placer a Iwaizumi. Pero no mucho después su novio le pidió que parara pues no quería venirse en su boca.

– ¿Puedo montarte, Iwa-chan?

– Tsk, bueno. Solo un momento. Espera, qué haces… – Le detuvo sujetándole la cintura cuando su novio ya se perfilaba sobre su pelvis.

– Dijiste que podía~

– Sí, pero todavía no me pongo un condón, kusokawa.

– ¿Es necesario? A mí no me molesta que te corras dentro de mí, Iwa-chan.

– ¿Qué no te das cuenta? No quiero tomar riesgo después de que Sugawara-kun se ha embarazado.

– ¿Te preocupa embarazarme, Iwa-chan? Yo pienso que un bebé nuestro sería lindo~

– ¿Y cómo íbamos a mantener a un bebé? Somos un par de adolescentes nada más, Oikawa. No pienses tan a la ligera sobre algo tan importante.

– No te enojes, Hajime. No me lo tomo a la ligera, solo ponía en perspectiva que un bebé nuestro sería lindo. Y que en verdad, después, no me importaría tener hijos contigo.

Oikawa se inclina y topa su frente con la de su novio, al segundo Iwaizumi le toma el rostro por las mejillas y le besa. Es bueno saberlo, Iwaizumi piensa.

– Lo siento, hice que bajara… – Comenta de pronto al colar su mano entre sus cuerpos y alcanzar la erección de Iwaizumi.

– Seguro que mientras me pones el preservativo haces que suba de nuevo, Tooru.

Se sonríen pícaros y ni tardo ni perezoso Oikawa hace lo que le piden. Colocándole el condón con la boca, empujando con sus labios hacia abajo y succionando un poco más hasta sentirle nuevamente duro dentro de su boca.

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Karasuno

En Karasuno, Kageyama continuaba con esos hábitos suyos entre clase y clase, como al presionar dos botones a la vez al comprar su leche. Inconscientemente buscaba por los pasillos a Hinata, ya que últimamente se reunían en esos momentos. 

– ¿Qué estás buscando, Kageyama?

El pelinegro casi escupe su leche cuando escuchó la voz del pelinaranja a sus espaldas. Había una risilla traviesa parpadeándole hasta en la mirada.

– Nada.

– No te creo… – Insistió, buscándole la mirada pero maldiciendo su baja estatura.

– No buscaba nada, Hinata idiota… – Farfulla con las mejillas adquiriendo ese ligero tono rosado que detesta, porque siempre le deja en mal.

– Te delatas solo, Kageyama~

– Cállate, idiota.

– Vamos, se siente bonito cuando dices que te importo… – El pelinaranja refuta haciendo puchero. Y el pelinegro se siente tentado de besarle ahí, en medio pasillo aunque algunos estudiantes anden caminando por ahí.

Y entonces recuerda casi contra su voluntad, que en los días de juegos de prácticas antes en Datekou, hicieran una promesa de no guardar secretos el uno para el otro. Promesa que, escondidos de las miradas curiosas o severas de su capitán, sellaran besándose. Al principio tranquilos, dulces. Pero luego –quizá motivados por los besos que vieran durante el juego de Candy Kiss– los besos habían mutado a otros mucho más confiados y fogosos, llenos de un deseo que había calentado su sangre y le había hecho sentir tan excitado, que casi no le alcanza la fuerza de voluntad para controlarse.

– ¿Por qué te estás sonrojando tanto, Kageyama?

Enfoca la mirada en su novio y maldice internamente. Allá al sur de su ombligo cierta parte de su anatomía comenzaba a reaccionar incluso ante el recuerdo.

– No preguntes, Hinata. No preguntes… – Mirarle con un brillo especial en los ojos negros y jalarle por el pasillo hasta los sanitarios. Nunca habrías pensado en hacer algo como eso en un lugar como aquel, pero dadas las circunstancias, hoy harías una excepción y te arriesgarías a todo.

– Kag-Kageyama…

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Datekou

Desde la visita de los otros clubes, Moniwa no deja de pensar en qué podría hacer para provocar el deseo de Kamasaki. Se siente un poco tímido pero frustrado a la vez, y es momento en que no encuentra la forma. Y ciertamente, Kamasaki no está menos preocupado por el asunto, lo que dijera Futakuchi lo tenía bien presente en su cabeza.

Me da tanta vergüenza tener que informarme de esta manera… – Reacio, Kamasaki estaba encerrado en su habitación frente a su computador tecleando sexo entre hombres en el buscador.

Había muchísimas páginas desplegándose, algunas enviando directamente a sitios pornográficos en los que él definitivamente no iba a entrar. Seguro se traumaba o algo. De esa manera terminó viendo sitios de novelas homoeróticas y algunos mangas que pintaban el sexo entre hombres de variadas formas, desde el más placentero hasta el más extraño, incluso desagradable. Pero cuando trataba de enfocarse en lo que le correspondía, que era imaginar cómo sería hacerlo con Moniwa, su mente se bloqueaba.

– ¡Esto no puede ser! – Exclamó exasperado… – No es que no quiera dar ese paso con él, es que es algo demasiado nuevo para mí. ¿Debería hablar de esto con Kaname? A Futakuchi no le tengo nada de confianza, se burlará de mí lo que resta del año. Y Aone, bueno él seguramente querrá que adivine lo que piensa porque no habla mucho que digamos. ¡Argh! Me voy a volver loco.

Sumido en sus problemas existenciales, Kamasaki siguió pegado al computador durante horas, hasta que su madre le gritó que era hora de dormir pues mañana todavía tenía escuela. Así, a la mañana siguiente al llegar a la escuela, había tremendas ojeras bajo sus ojos. Al final, ni aunque se había ido a la cama a hora aceptable, había conseguido dormir por estar dándole vueltas al asunto una y otra vez.

– Tienes mala cara, ¿está todo bien Yasushi?

– Sí, sí. Todo bien Kaname.

– No te creo.

Kamasaki volvió la mirada hacia el muchacho, y luego por alguna razón su mente le traicionó dibujando en su pensamiento una escena donde Moniwa jadeaba bajo su cuerpo, desnudo y sudoroso, llorando aferrado a su espalda. Su rostro se encendió al rojo vivo.

– ¿Estás seguro que no me quieres decir qué te pasa?

– Kaname, necesitamos hablar urgentemente.

– ¿Eh? Espera, Yasushi. Espera, las clases van a comenzar.

Haciendo oídos sordos a las palabras de su novio, Kamasaki arrastró a Moniwa hasta el gimnasio, aunque estuviera cerrado al menos no había nadie alrededor y se sentía con la suficiente privacidad para hablar.

– ¿Qué te pasa? Van a castigarnos por llegar tarde.

– Sexo.

– ¡Eh!

– Quiero decir, he estado pensando acerca de eso y… – Resopla y camina de un lado a otro buscando las palabras para explicarse.

– Yasushi, ¿has estado pensando en hacerlo, conmigo?

– ¡Obviamente que contigo! ¿Tengo otro novio, acaso?

– N-no, pero… yo pensé, que tal vez eso no te interesaba.

– ¿Cómo no va a interesarme? Quiero decir, es algo completa y absolutamente nuevo para mí, pero claro que quiero tener sexo contigo. Digo, no solo sexo, quiero descubrir todo lo que tiene que ver con nuestra relación, lo íntimo va incluido.

Entonces Moniwa se lanzó a sus brazos sonriendo radiante contra su pecho –que sigue siendo más bajo y su altura no le favorece mucho que se diga–.

– Estaba preocupado.

– ¿Ah? ¿De qué?

– Pensaba que no te provocaba ese tipo de deseo.

– Hombre, ¿no te das cuenta de cómo me pongo cuando te veo cambiarte en los vestidores? Me calientas, pero tengo que controlarme porque no tengo idea de cómo se hace entre chicos. Quiero decir, intenté informarme pero terminé más liado con un montón de cosas.

– ¿Informarte? ¿Dónde?

– Internet… – Farfulla entre dientes.

– ¿En serio?

– Te estoy diciendo que necesitaba saber cómo funciona para poder tratarte adecuadamente. Si te decía simplemente que tenía esa clase de deseo por ti probablemente lo habrías malinterpretado o qué se yo.

– Yasushi, no necesitas hacer esto solo. Yo tampoco sé mucho sobre el sexo entre hombres, podemos aprender juntos. Pero, me hace muy feliz saber que sí piensas en mí de esa manera.

– ¿Por qué no iba a hacerlo? Tonto.

Moniwa estuvo tentado de responderle que se debía a que es un chico y no una chica. Y es la primera vez que tiene un novio, además este novio antes solo había sido heterosexual. Hay muchas cosas que podría haberle respondido, pero guardó todas ellas para sí, cambiando eso por un beso profundo. Un beso que, justo en ése momento, lo que trajo consigo fue el aumento de sus temperaturas cuando abrazándose atrapados en la pasión del beso, el roce de sus cuerpos les hizo demasiado conscientes de la existencia del otro.

– Las, clases. Yasushi, las clases. 

– Sí, clases.

Pero siguieron besándose por minutos, hasta que el móvil de Moniwa sonó.

– ¡Es tarde, vamos!

Un texto de un compañero les ha salvado de saltarse la primera clase, pero no de saber cuántas cosas tenían aún por descubrir el uno del otro.

--//--

Ese viernes, Sawamura ya había preparado incluso su discurso para despedirse del club de voleibol. Y tenía decidido a quién entregar la estafeta de capitán. Desde que despertó se había sentido algo ansioso y con pesadez. Durante la semana con Sugawara la relación había estado extraña, ni aunque lo había intentado pudo conseguir que el peliplatino dejara cualquier rasgo de culpabilidad. Sin embargo, no podía cambiar de opinión, esta decisión era difícil, pero la consideraba la mejor.

– Daichi, mis papás me han repetido que podemos contar con ellos incluso si parece abusar de su confianza.

– Suga, ¿hablaste con ellos sobre mi salida del club?

– No pude evitarlo. El voleibol es parte de tu vida, no quiero sentirme así, como si fuera mi culpa que tengas que renunciar al club… – Gimoteó cubriéndose el rostro con las manos, derramando unas lágrimas de impotencia.

– Suga, amor… – Le sujeta las manos y las aparta, limpiando con sus pulgares el llanto de su novio… – No sé cómo decírtelo para que me creas. No es tu culpa, amo la idea de ser papá de un bebé nuestro, y soy feliz de que crezca en tu vientre. Tal vez renunciar al club sí vaya a parecer como un sacrificio, pero es algo que haría una y otra vez si a cambio puedo ser mejor novio y papá, ¿entiendes?

Sugawara agitó la cabeza en negación, sorbiendo la nariz y dejando que los labios de Sawamura besaran los suyos con súbito cariño. Claro que entiende, pero una parte de él se niega a aceptarlo.

– Vamos a estar bien, no te pongas triste ni desesperado porque entonces quien se siente culpable soy yo, le puede hacer daño a nuestro bebé.

– Te amo tanto, Daichi~ – Gimotear al tiempo que enreda sus manos en el cuello de su novio y le deja mimarle por minutos antes de salir camino a la escuela.

Ahí, las clases transcurren lentas. El corazón de Daichi le tortura, está incierto por su futuro. Y antes de iniciar las prácticas, es abordado por el entrenador Ukai y Takeda sensei.

– Takeda sensei estuvo pensando en tu situación toda la semana, Sawamura-kun.

– Siento las molestias que les haya ocasionado.

– No ha sido molestia alguna, estaba buscando alguna forma de ayudarte, Sawamura-kun. Lamentablemente por parte de la escuela no hay nada que se pueda hacer.

– Estoy consciente, sensei.

– Sin embargo, creo que tenemos la solución ideal… – Ukai dice con una sonrisa… – Esta oferta te permitirá permanecer en el club y tener horarios flexibles.

– ¿Oferta? No lo entiendo, entrenador Ukai.

– Verás, la tienda de mi familia no es un negocio grande, pero es estable y tiene muy buenos ingresos todo el año, además las cosechas de la familia tienen cierta popularidad en el barrio por lo que siempre hay mucho trabajo. Mamá nos ha escuchado a Takeda y a mí hablar sobre tu situación y nos ha dado la solución perfecta. Puedes venir y trabajar con nosotros.

– ¿Qué?

– Se te pagará lo suficiente, y entre semana está bien si solo apoyas antes de cerrar la tienda, cosas como checar los productos y hacer algo de limpieza. Los fines de semana trabajarás mediodía, ya te contaré sobre tus tareas cuando estés ahí. Y cada tanto puedes apoyar con la cosecha por las mañanas. ¿Te interesa?

– Pero, yo… no sé qué decirle entrenador Ukai.

– “Sí, tomo el trabajo” sería genial. Además, mamá ha dicho que siempre que lo necesites para el club o los chequeos médicos de Sugawara-kun, el trabajo puede esperar. Está intentando darte una oportunidad, Sawamura-kun, en tu lugar la aceptaría.

– Es… demasiado bueno, entrenador Ukai.

– Una suerte del destino que hay que apreciar, Sawamura-kun… – Takeda sensei dijo sonriendo suavemente.

Sawamura asintió, sobrecogido de emoción. Tanto apoyo de las personas a su alrededor le hacía sentir dichoso.

– Gracias… – Atinó a decir, conmovido casi al borde de las lágrimas. Y cuando le contó a Sugawara, el peliplatino sí que lloró de felicidad, antes de que el resto de los chicos llegaran al gimnasio.

– ¿Pasó algo? – Preguntó Azumane, contrariado por el abrazo tan emotivo de sus amigos.

– No sé. Suga-san todavía no tenía cita médica, ¿o sí? – Nishinoya dijo con aire pensativo, tratando de recordar todo sobre fechas para ecografías y chequeos médicos mensuales del peliplatino (que todos estaban enterados porque se han vuelto una especie de radar vigilando el embarazo del peliplatino).

Hinata, Kageyama, Yamaguchi y Tsukishima solo observaban, todavía sin la confianza suficiente para preguntar directamente nada a sus senpais. Tanaka con Ennoshita y los demás recién iban llegando. Pero cuando quisieron preguntar, Sawamura sonrió ampliamente antes de mandarlos a cambiarse para poder iniciar con las prácticas. Por ahora prefería dejar de lado el hecho de que podía haber sido su último día en el club.

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Al cumplir los seis meses de gestación, Sugawara y Sawamura acudieron a su segunda ecografía. Ahora era posible conocer el sexo de su bebé.

– Su bebé está muy bien ahí dentro, goza de salud y además está creciendo como debe… – La doctora decía mientras pasaba el ultrasonido por el vientre del peliplatino, mostrándoles la imagen en el monitor.

– ¿Puede decirnos qué sexo tiene? Por favor.

– Si es lo que quieren, claro que sí… – La doctora sonrió cuando ambos adolescentes asintieron efusivamente… – Pues bien, tendrán una preciosa bebita. Es niña.

Los ojos de ambos se abnegaron en lágrimas de emoción.

– Hay que comprar más ropita coqueta, Daichi.

– Niña, una hermosa niñita que se parecerá montones a ti, Koushi.

Cuando los chicos le contaron a sus familiares y amigos, recibieron felicitaciones por montones, además de eso no faltó quien comenzó a decirle a Sugawara que les preocupaba el futuro de la niña.

– Cuando sea una linda señorita, su papá será un celoso que le espantará a todos los pretendientes.

Sugawara pensó que era probable. Pero estaba tan feliz, que no pensó demasiado en ello, ya llegará el momento de ocuparse de la actitud recelosa de Sawamura.

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Desde que vino acompañando a sus padres a Japón, Fujimi se había decidido a quedarse nuevamente en el país y para siempre. Aquí está Ikejiri, y él no quería estar separado. Pero se había visto obligado a volver a Alemania por motivos familiares, su padre había enfermado. Aunque no era algo particularmente grave, tampoco había tenido el corazón para ausentarse así sin más. Pero ahora, a casi un mes de haberse ido, estaba de vuelta. Ikejiri le había recibido con gusto, algo tímido y reservado.

– ¿No te habrás hecho ideas de que no iba a volver, verdad?

– No, yo confiaba plenamente en tu palabra. Además, tu papá es importante también. Me da gusto saber que se encuentra estable de salud.

– Sí, aunque ahora el doctor le ha mandado estarse quieto durante al menos un año, los problemas de corazón deben tomarse con mucha seriedad.

– Lo hará bien, seguramente.

– Así es. Pero tener a mis padres aquí va a ser tan difícil.

– ¿Eh?

– Se han mudado. Vivirán en la ciudad por un año al menos. Pero si les gusta, puede que se queden y dirijan desde aquí todos sus negocios. No lo sé, en un año pueden pasar muchas cosas.

– Entonces, ¿vivirás con ellos?

– Sí. Aunque todavía tengo mi departamento y podemos pasar ahí los días cuando quieras… – Agregó guiñando un ojo. Sonriendo divertido por lo adorable que su novio lucía al sonrojarse y tartamudear incoherencias.

Pronto avisó a Yamaguchi y Tanaka su vuelta a Japón para quedarse, esperando reunirse con los chicos en alguna ocasión cuando tuvieran tiempo. Ya que a partir de entonces estaría asistiendo a la escuela de Ikejiri, no se verían tan a menudo como antes.

--//--

De esa manera, el tiempo seguía su curso, y la segunda ecografía de Takeda le dio la sorpresa junto a Ukai de que el bebé que crecía en su vientre y apenas había dado sus primeras pataditas unos días atrás, venía por duplicado. Es decir, tendrían un par de niñas.

– ¡Gemelitas! – El rubio exclamó entre emocionado y preocupado. Al dos por uno nunca lo habría imaginado.

– Dos nenitas… – Sensei murmuró, comprendiendo que esas sensaciones con los primeros movimientos en su vientre no había sido imaginación suya.

– Mis padres van a ponerse locos de alegría.

– No lo digas de esa manera, Ukai.

– Pero es la verdad.

Tan verdad, que la familia Ukai preparó fiesta y todo. Invitando a los amigos del rubio a una comida el fin de semana. Ahí, finalmente se enteraron de que Shimada y Takinoue estaban saliendo.

– Vaya, estoy sorprendido.

– Por qué, si hacemos una pareja genial.

– Makoto, mi más sentido pésame. Salir con este idiota debe ser muy difícil para ti.

– ¡Oye, cómo que idiota!

– Irá aprendiendo sobre cómo tratar a su novio, porque sí es medio bruto.

– ¡Makoto!

--//--

Kageyama suspiró concentrándose en el momento. Hinata se estremeció al sentir las manos de su novio en sus costados.

– Están frías, Kageyama.

– Es por el clima. Pero ya se calentarán, Hinata.

Esa tarde, en ausencia de los padres del pelinegro, se han reunido con una intención clara. Hacer el amor.



Continuará……

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