jueves, 29 de diciembre de 2016

Time Out. PARTE 29.



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En los juegos cerrados, un punto de suerte


Kunimi parpadeó varias veces antes de comprender que Kindaichi realmente le estaba invitando a participar en el juego. ¿Sería que respondería a sus palabras de esta manera? De cualquier forma se sentía un poco extraño, como si fuera forzado. Kunimi estuvo a punto de negarse, lo pensó honestamente, pero su corazón se sobrepuso a su razonamiento y terminó asintiendo, incapaz de la palabra pues de pronto llevaba la garganta seca y las manos sudorosas. Kindaichi tragó hondo cuando pareció tomar conciencia de lo que acababa de hacer, pedirle a Kunimi (quien básicamente se le confesó hace no demasiado) participar en un juego donde las confesiones románticas eran el objetivo. ¿Qué narices se supone que le diría?

– Esto en verdad va a ser entretenido… – Dijeron algunos de los demás, sentándose a un costado con sendas sonrisas en el rostro, movidos por la curiosidad de ver a dos chicos haciéndose de ese tipo de confesiones que normalmente se espera solo para las féminas.

Futakuchi, algo enfadado con Aone por no haberse integrado, sería quien dirigiría el juego. Mientras que a un lado estaba la barra de jueces encabezada por Shimizu, y donde definitivamente estarían también Sugawara, Moniwa y Matsukawa. Aunque, tal como dijo antes Shimizu, los jueves todavía podían jugar si querían ya que se confiaba plenamente en su juicio. De todas formas, solo Sugawara había sido invitado por Sawamura para participar, mientras que Kamasaki se hacía el desentendido porque era demasiado –enfáticamente– vergonzoso hacer algo así delante de todos. Venga, que ellos ni siquiera han pasado de los besos algo apasionados, más respecto a tocarse. Bueno, Kamasaki lo ha pensado, pero todavía no se anima a hacer algo más que acariciarle los brazos o la espalda cuando están juntos, y eso hablando de caricias inocentes, nada que pueda hacer que Moniwa piense que él tiene deseos de algo más.

¿En qué estoy pensando ahora? Esto se trata de confesiones románticas, no peticiones pervertidas. Qué soy, ¡un hentai! – Kamasaki pensaba todo preocupado, revolviéndose el cabello con marcada frustración.

– ¿Alguien quiere comenzar? – Futakuchi volvió a preguntar, tratando de agregarle entusiasmo a su voz aunque estuviese envidioso por no recibir una confesión romántica de su novio como harían los demás.

– Iwa-chan y yo iremos al final, si no les molesta… – Oikawa dijo tomando la palabra. Una palabra que pareció resonar en todo el gimnasio y dejó un extraño ambiente en el lugar.

A todos les seguía pareciendo extraño que el capitán de Aoba estuviese actuando de aquella manera.

– Eso significa que cuando está en la intimidad con Iwaizumi, ¿es el activo? – Kinoshita le dijo bajito a Narita. Ambos chicos casi parecían volverse fans de Oikawa, pero no los malentiendan, solo de su seguridad en todo momento.

– Quién sabe, las otras veces yo creí entender por lo que decían sus amigos que él era el de abajo.

– ¿Y si son de esos chicos que hacen ambos roles? – Kinoshita se imaginó la situación y sintió que se le revolvía el estómago… – Ewww no vuelvo a dejarme llevar por mi propia curiosidad, eso fue desagradable.

– Ahora que lo pienso, ¿Ennoshita será el pasivo de Tanaka? – Haciendo oídos sordos a la queja de su amigo, Narita preguntó aquello con tono pensativo, mirando distraídamente a sus amigos cuervos.

– ¡Argh! ¡No me hagas imaginar eso también, Narita!

– ¿Qué cosa? – Balbuceó honestamente sin comprender, que él había estado en sus propios debates mentales. Kinoshita se revolvió el cabello y luchó por evitar que más escenas de aquella naturaleza se formaran en su cabeza. Lo cual no le sirvió de mucho.

– Dime que uno no se vuelve gay por este tipo de cosas… – Kinoshita murmuró con aire preocupado, pálido de la cara y ajeno a la ágil mente de Narita que seguía analizando a las diferentess parejas de su club.

Mientras tanto, los participantes del juego han aceptado que Oikawa vaya al final de la ronda. Iwaizumi mantiene cierta distancia entre los dos, pero no deja de mirarle de soslayo, tratando de adivinar qué estará pasando por su mente, qué pretenderá hacer.

En tanto, los que han levantado la mano para iniciar el Candy Kiss game han sido Sawamura y Sugawara. Y ya que Shimizu había dicho que aceptaría que los jueces participaran porque confiaba en su buen juicio, nadie se opuso a la participación inicial del peliplatino. De cualquier manera, en cada ocasión los votos no serían revelados, cada juez tendrá oportunidad de ofrecer algún comentario en una sola ocasión por pareja, para agilizar el juego en sí. Los votos se darían a conocer hasta el final.

– Bien, recuerden que antes de pasar el dulce de boca a boca, deben decir “con este caramelo” y luego enlazar con la palabra que quieran para iniciar su confesión. Como dije antes, no necesitan besarse en dado caso, basta con que el dulce pase de una boca a otra… – Futakuchi continuaba su explicación. Todavía receloso de no ser parte del juego.

– Oh, entonces pueden participar parejas no necesariamente de novios… – Alguien comentó al fondo del gimnasio.

– Sí, pero si tienen novio entonces que sea con el novio, no queremos escenas de celos por aquí… – Futakuchi agregó al instante. Casi retando a cualquiera que mirara a Aone con dobles intenciones, lo que de todas maneras no pasó, y no porque el grandote dejara de tener cierto impacto en los demás, sino más bien porque ahí nadie quería enfrentar la ira de un celoso escandaloso como Futakuchi… – ¿Alguna otra pregunta? ¡Estamos tardando demasiado solo en comenzar! – Refutó pucheroso. Claro, es que no supera el hecho de no poder ser parte activa del juego.

– Cielos, Aone deberías darle lo que quiere, a ver si así deja de ser tan pesado… – Kamasaki dijo con tono burlón.

– Quien no ha dado lo que su novio quiere es otro, así que no me fastidies Kamasaki… – Refunfuñó volteándole la cara al mayor con desdén. Mientras que todos ahí han captado el sentido con que Futakuchi ha lanzado su comentario. Moniwa se ha sonrojado copiosamente y fulminado con la mirada al menor, por andar metiendo sus narices donde no le llaman.

Tengo suficiente con saber que Kamasaki no me desea de esa manera como para que todavía lo haga público este pequeño idiota… – El capitán de Date pensaba con aire incómodo, evitando la mirada de su novio, no le apetece enfrentarlo ahora para nada. Que las cuestiones de intimidad son complicadas, sobre todo sabiendo que tiene por novio a alguien que es perfectamente capaz de decir aún que es heterosexual, aunque sea su pareja… – Ah, me deprimo cuando pienso en ello~ – Meditó con un suspirito.

Shimizu, con ese sexto sentido suyo, internamente sonreía por la serie de situaciones que se originan entre los chicos. Y piensa también que le hubiera encantado estar en el campamento interescolar y enterarse de más cosas, aunque eso también sonaba un poco extraño para una chica tan centrada y diligente como ella.

Bueno, toda persona tiene sus pequeños secretos… – Meditó, sintiéndose un poco, solo un poco culpable por disfrutar de esta manera de la situación.

Ciertamente, Shimizu era la fan número uno de la relación entre Sugawara y Sawamura, de hecho. Y le simpatizaba bastante el noviazgo entre Nishinoya y Azumane, aunque el líbero fuera más que entusiasta y a veces su personalidad opacara al as de Karasuno. Y recientemente se confiesa culpable de sentir cierta emoción con el intercambio de miradas que se dedican Hinata con Kageyama, o Yamaguchi con Tsukishima.

Después de tanto reniego, la primera pareja finalmente pasó para iniciar el juego. Futakuchi le entregó un dulce a la pareja.

– Yo me recostaré, tú te sientas Suga.

– ¡No! – Protestó de inmediato, haciendo puchero…  – Yo quiero ir recostado.

– Pero Suga, el vientre.

– El vientre me puede hacer un poco más lento, pero no me incapacita. Soy perfectamente capaz de recostarme.

– Suga…

– ¡Me recostaré! – Dijo firme, inclinándose con cuidado para hacerlo. Sawamura suspiró con un dejo de molestia y frustración. Pero así es, cuando Sugawara dice algo, ese algo se tiene que hacer a su manera… – Qué no ves que quien está recostado recibe la confesión romántica. Obviamente estoy esperando que mi Daichi me diga cosas bonitas… – El peliplatino dijo con una sonrisita, acomodando su cabeza sobre el regazo de su novio, colocando sus manos sobre su tripa, donde espera que su bebé sienta lo que su padre habrá de decirles.

– Eso puedo decírtelo en todo momento, no necesita ser ahora, Suga… – Aseguró mientras sus dedos peinaban los mechones de su novio, mirándole con todo ese amor que siente por él y su bebé.

– ¡Ay, qué tiernos! – No. Ni Oikawa o Futakuchi exclamaron aquello con voz chillona. Ha sido Shibayama. Que rojo de vergüenza al darse cuenta de que en medio de la emoción habló en voz alta, se cubrió el rostro con las manos sin saber qué decir.

Los chicos rieron por el comentario y dejaron al chico por la paz, aunque a más de alguno le daba tentación molestarle un poco. Inuoka le abrazó en un intento de ser buen novio y protegerlo, pero sonriendo divertido por su adorable reacción. Comenzaba a pensar que él también debería de estar jugando y decirle palabras bonitas o algo. Pero bueno, él es torpe y no tiene idea de cómo hacer las cosas cuando se trata de romance. Aunque eso de los besos sí que se le da muy bien.

A lo mejor al final me animo y también jugamos. Me imagino cuán rojito se pondría si le hago una confesión linda delante de todos… – Maquinaba en pensamientos.

En tanto, Sugawara y Sawamura ya se han perdido en su mundo, conectados a través de la mirada amorosa que se dedican el uno al otro. El capitán cuervo tenía el dulce entre sus dedos en la mano derecha, pero la zurda acariciaba sin cesar la blanca mejilla del peliplatino, delineando luego el contorno de su cara y rozando también los labios. Un beso, francamente eso es lo que desea en ese momento. Pero un susurro le trae de vuelta a la realidad, Sugawara le pide que le diga algo mientras le sonríe con las mejillas tinturadas de un hermoso tono rosado.

– Koushi, con este caramelo quiero transmitirte todo el amor que te tengo. A ti y a nuestro bebé, quien ha sido el milagro más hermoso que la vida pudo darnos a los dos. Sé que he cometido errores y que probablemente aún llegue a tenerlos, pero de lo que nunca debes dudar es de cuánto te amo, y que si llego a errar en las acciones que realizo siendo tu novio, no es porque te ame menos o deje de hacerlo, es porque en mi camino a ser el mejor novio y padre es menester tropezar. Sugawara Koushi, te amo.

Y entonces, inclinar por el beso que ha estado anhelando. Futakuchi estuvo por decirle que estaba olvidando el dulce pues aún lo lleva entre los dedos. Pero la escena era demasiado bonita como para romper la atmósfera. Los labios de Sawamura tomaron los ajenos con un suave movimiento, saboreando los pliegues carnosos como si tuviera años sin probar un beso de su boca. Sugawara alzó una mano para anclarse al cuello de su novio y tener más de este beso que le hacía sentir tan amado. Tras romper el contacto –no tenían planeado dar una cátedra de besos justo ahora–, Sawamura finalmente le pasó el dulce con la boca, dejándolo suavemente en el interior de la de Sugawara para luego ayudarle a incorporarse.

– Eso ha sido tan conmovedor… – Shimizu dijo con tono suave, ligeramente sonrojada por la escena tan hermosa que acababa de presenciar.

Los chicos asintieron conforme con la opinión de la chica. Y los jueces anotaron su puntuación en una hoja de papel que sería secreto hasta terminar el juego.

– Sawamura-san, ha puesto usted muy alto el marcador… – El capitán de Nekoma comentó, sonriendo al cuervo con algo parecido a la admiración, el respeto y la burla. Sí, algo de eso también estaba colado en las palabras del muchacho.

– Solo he hablado con el corazón, no hay confesión más romántica que esa. Y además, podría ganar el juego, Kuroo… – Sawamura, que tenía esta especie de rivalidad con su congénere de Nekoma, devolvió el gesto con el mismo tono.

Algunos jurarían que vieron chispas brotar de los ojos de ambos capitanes. Sugawara suspiró y tiró de su novio para que no hiciera esta clase de escenas tan vergonzosas, mientras que Kenma estaba seleccionando un dulce de la canastilla que Futakuchi tenía en su poder, obviamente el minino no pensaba decirle nada a su novio por su forma de actuar, de todas formas siempre ha sido así.

– Dios, primero todo romántico y luego todo varonil queriendo imponerte, Daichi.

– Él ha comenzado.

– Sí, sí, claro.

El peliplatino reía divertido, tomando nuevamente asiento en la barra de jueces, anotando su puntuación neutra para su propia participación. Luego siguieron Kenma y Kuroo, visto que ya estaban colocados. Futakuchi continuaba lanzándole miradas a su novio, miradas cargadas de resentimiento por no jugar.

– ¿Escogiste este caramelo para ti?

– Sí.

– Es el más pequeño, ¿verdad?

Kenma asintió, acomodando su cabeza en el regazo de Kuroo, quien reía por las ocurrencias de su novio.

– Si eres más romántico que Sugawara-san y Sawamura-san, te dejaré hacerme el amor esta noche.

– Oh, prometedor. Pero Kenma, ¿sabías que siempre puedo conseguirlo de ti aunque no me lo prometas?

– ¡Ustedes dos, qué clase de cosas están diciendo tan quitados de la pena! ¡Tengan un poquito de consideración, desvergonzados! – Sí, ha sido Futakuchi quien ha exclamado a todo pulmón. Y es que el reclamo en sí viene de la envidia, qué más quisiera él que tener esta clase de proposiciones con su novio. Pero, tal cual Kamasaki con Moniwa, de Aone no ha obtenido esa clase de trato íntimo todavía. Aunque ellos ya han estado cerca, tocarse mutuamente ha sido lo máximo que han hecho… – Y se ha sentido tan bien~ ya quiero que lleguemos hasta el final.

En Nekoma, los amigos de Kenma y Kuroo no están sorprendidos, ese par actuaba de esa manera todos los días. Bien, Yamamoto es el único que se ha ido a un rincón a temblar preocupado por la amenaza de la parejita.

– No quiero dormir en la habitación esta noche… – Murmuraba quedito para sí cityboy.

– Si siguen así, ustedes ni siquiera obtendrán un voto positivo… – Alguien más dijo, pero obviamente eran palabras que caían en oídos sordos. En realidad, Kenma y Kuroo solían jugar por el mero gusto de la diversión, sin el objetivo claro de ganar.

– Entonces cómo era. Ah sí. Con este caramelo quiero hacerte llegar todo lo que siento por ti, haré que sientas ese cariño ardiente que vibra por todo mi cuerpo cuando te siento cerca de mí, Kenma.

Sin más, Kuroo había colado el dulce en su boca e inclinado hasta alcanzar la del menor, pasando el caramelo de una boca a otra en el acto. La lengua de Kuroo no escatimó en pudor, se enredó con la ajena incesantemente mientras deshacían el dulce entre sus bocas llevándolo de una a otra con sus lenguas, usando hasta los dientes. Un beso apasionado, casi salvaje que dejó a todos pasmados y avergonzados.

– ¿Kageyama, nosotros nos hemos besado así?

– ¿Qué? ¡Claro que no, Hinata idiota!

– ¿Eh? ¿Por qué? Deberíamos Kageyama, se ve que se siente muy bien. Quiero uno así~ – El pelinaranja incluso alzó los labios, como esperando a que su novio comenzara así sin más un beso de tal naturaleza.

– ¡Qué demonios! – El pelinegro, avergonzado de la proposición tan impertinente de su novio, terminó empujando la palma de su mano en el rostro curioso de Hinata.

– ¡Ay~ ay~ duele, duele Kageyama! – El pequeño cuervo trataba de apartarle. Y terminaron liados en una suerte de brazos y piernas que lució más que graciosa para todos.

– Ellos siempre robando cámara… – Masculló malhumorado Tsukishima.

– Tsukki~ yo, mh…

– Qué, suéltalo Tadashi.

– Si yo soy quien se confiesa, ¿jugarías conmigo? – Yamaguchi preguntó todo sonrojado. Su novio le miró de soslayo.

– ¿No puedes hacerme esa confesión que tengas en mente sin necesidad de estar en el juego? ¿O es acaso que quieres decirlo delante de todos, Tadashi?

– B-bueno… tú antes solías decir que no te importaría que todos supieran que somos novios, entonces yo… bueno.

– Puedo decir que estoy enamorado de ti sin necesidad de estar en el juego, Tadashi. Pero si lo que quieres es cierto reconocimiento o algo así…

– ¡No! No… no es necesario, está bien así… – El pecoso dijo con tono bajo, volviendo su atención al juego. Donde Kenma y Kuroo finalmente habían roto el beso (lo que de paso le hizo ver a todos los espectadores cuán expertos se han vuelto en el ramo que tienen tal facilidad para alargar un beso de esa manera).

El rubio de anteojos continuó mirando a su novio de soslayo. No podía entender por qué el apuro en participar en el juego cuando él no le encontraba gran gracia. Podía decirle a Yamaguchi que lo amaba sin necesidad de hacerlo como parte de un juego, y aún delante de todos.

¿Fui severo? Tal vez, Tadashi solo quiere hacer algo así para experimentar la sensación de ser el centro de atención. Rayos, no puedo entenderlo, y parece que él no me lo dirá incluso si lo presiono, él suele cerrarse cuando se siente acorralado por su propia vergüenza.

– La confesión fue básicamente una invitación erótica, ¿cierto Kuroo-san?

– Es usted muy perceptiva, Shimizu-san.

– Fue bueno, romántico y pícaro. Me gustó.

El turno siguiente lo tomó Karasuno.

– Asahi, ¿está bien si soy quien se confiesa? – Nishinoya miró a su novio a los ojos. Azumane se extrañó un poco por esta petición.

– Bueno, si es lo que quieres, está bien… – Por un segundo Azumane se preguntó mentalmente si sería porque le gusta ser el centro de atención, y en este juego el verdadero centro es quien habla y no quien está recibiendo la confesión. El as de Karasuno trató de ignorar este pensamiento, no era tan complicado y más bien resultaba simple… – Es tu estilo Yuu, tu personalidad. Sorprenderme todo el tiempo.

Nishinoya se aclaró la garganta, y cuando bajó la mirada para encontrarse con la de su novio, los profundos ojos cafés de Azumane le hicieron temblar de pies a cabeza. Era por esto que tanto le amaba, por ser capaz de hacerle vibrar incluso si solo le mira, a él y solo a él.

– Con este caramelo, quiero devolverte una milésima parte de todo el dulzor que le has dado a mi vida desde que te enamoraste de mí, Asahi. Sé que no soy un chico fácil de tratar, y mi personalidad puede ser agradable para muchos, pero tú y yo bien sabemos que también puede ser problemático, porque soy impulsivo y en muchas ocasiones egoísta. Aún así, tú me has enseñado que el verdadero amor es justamente aprender a quererse y valorarse mutuamente, a aceptar a la otra persona tal cual es. Todos los días pido de ti tu incondicional compañía, tu amor absoluto, tu total atención, te acaparo sin reparo y llego a ser empalagoso contigo, soy ruidoso y todo el tiempo estoy cuestionando tu forma de ser, me quejo de que no confrontes las dificultades con el mismo espíritu que yo, pero… Asahi, todo eso, todo lo que eres y hasta lo que no, es justamente lo que amo de ti. Nunca, nunca cambies Asahi, ni siquiera al amarme.

Cuando Nishinoya terminó de hablar, Azumane tenía la mirada más brillante que nunca, era fuerte, poderosa, determinada, cariñosa. Todo lo que vibraba en la personalidad del as, lo que hacía sentir tan especial al líbero. Nishinoya colocó el caramelo entre sus dientes y descendió acercándose a la boca de Azumane, quien tomó el dulce con cuidado, rozando apenas sus labios. Luego se apartaron sin más. Sin un beso como todos habían esperado, algunos comenzaron a murmurar mientras Azumane se incorporaba, y al hacerlo, tomó la nuca de Nishinoya besándole finalmente. Un beso profundo, amoroso. Como Azumane suele ser con su novio.

– Te amo Yuu.

– ¡No puedo con tanta ternura! – Futakuchi dramatizó, yendo con Aone por un abrazo (aunque en realidad quería un beso por mínimo, pero no quería presionar a su novio)… – Incluso el grandioso líbero número uno de toda la ciudad puede ser así de sincero con sus sentimientos~

– Futakuchi tiene razón. Ha sido una confesión sumamente honesta. Hasta ahora pienso que cada pareja se ha confesado desde su propia personalidad, creo que eso hace interesante todo… – Moniwa agregó su comentario. Y por alguna razón Kamasaki se sintió aludido.

– Ya me puse nervioso… – Murmuró Tanaka.

– Bueno, no necesitamos jugar en dado caso… – Ennoshita dijo, queriendo tranquilizar a su novio.

– No, quiero hacerlo Ennoshita.

– Bueno.

Cuando Tanaka se sentó y Ennoshita acomodó su cabeza en sus piernas, ambos chicos se dieron cuenta de que el silencio en el gimnasio era abrumador. Al parecer todos estaban curiosos por lo que el rematador fuera a confesar. Además, ellos son una pareja que todavía era desconocida para algunos pues no hacen demostraciones demasiado cariñosas como para interpretarlos de esa manera.

– Bien, aquí vamos. ¿Este caramelo está bien, Ennoshita?

– Lo está, cualquiera está bien Tanaka… – El chico dijo curvando ligeramente los labios. Y eso era algo que solía dejar fascinado al rematador. Porque Ennoshita no sonreía de esta manera a menudo. Una sonrisa cargada de afectos.

Tanaka aclaró la garganta y tomó un respiro hondo. Estaba tan nervioso que las manos le sudaban y el corazón le iba a mil por hora.

– Con este caramelo quiero… quiero que todos los que están aquí presentes sepan que Ennoshita Chikara es mi novio, que ha sido el único chico que ha sido capaz de llegar hasta mi corazón y hacer que experimente este sentimiento de “estar enamorado”. Nishinoya solía decirme que pusiera más atención, que me diera cuenta de lo extraña que era mi relación contigo, o la forma en que tú actuabas conmigo también. No pude entenderlo sino hasta hace poco, incluso hice pasar un mal momento a Fujimi y herí los sentimientos de ustedes sin querer. No me considero un chico romántico, y las más de las veces me pongo nervioso incluso si solo se trata de un beso, porque un beso no es simplemente unir tu boca con la mía, creo que un beso es compartir sentimientos. Y lo es de la misma forma cuando te miro, cuando sostengo tu mano o camino junto a ti. Cada detalle, cada gesto, cada segundo a tu lado significa para mí ese compartir sentimientos. Por eso, si no te lo digo a menudo, o si de hecho no lo digo en adelante, quiero que estés seguro de que lo que siento por ti viene de aquí, Ennoshita… – Tanaka posó una mano de su novio sobre su corazón, para que sintiera su calidez y lo rápido que late.

Ennoshta estaba sumamente avergonzado, estas palabras han tocado su propio corazón. Estaba tan conmovido que no fue capaz de decir ninguna palabra de correspondencia, simplemente atinó a tirar de la camisa de Tanaka y alcanzar sus labios besándole desprevenidamente, incluso sin caramelo que interrumpiera. Los rechiflidos y la bulla no se hizo esperar, el gimnasio estalló entre aplausos y felicitaciones. Tanaka sentía sus orejas ardiendo de vergüenza, y cuando se dieron cuenta, tanto Ennoshita como él se rieron de sí mismos porque el caramelo aún estaba entre los dedos del rematador. Se lo mostró a Ennoshita y éste asintió entendiendo lo que pretendía decirle. Tanaka puso el caramelo entre sus dientes y Ennoshita mismo fue por él, tomándolo con un gesto que nadie e había visto antes, sensual.

– Vaya, creo que será difícil elegir un ganador… – Matsukawa dijo mientras garabateaba su voto en la hoja de papel… – Como Moniwa-san dijo antes, cada pareja ha estado imprimiendo su personalidad en las confesiones. Incluso sorprendiéndonos con la sinceridad de sus palabras.

Futakuchi desistió entonces de nada. Acaba de comprender una cosa, cada pareja participando tiene su relación más consolidada de lo que parece. Y aunque con Aone se siente bien y seguro de sus sentimientos, sabe ahora que aún tienen sendero que recorrer antes que animarse a ser libremente en algunos aspectos.

Luego fue turno de Yaku con Lev.

– No necesito que adornes tus palabras, mocoso. Solo termina rápido.

– Tan terco como siempre, Yaku-san.

– Aunque más bien debería decir tan “tsundere” como siempre, ¿no crees, Shibayama?

– Inuoka, no deberías hablar de tu senpai a sus espaldas. Además, cómo sabes tú de esos términos.

– Bueno, he estado investigando un poco.

– ¿Investigando?

– Para saber cómo tratarte, Shibayama. Ya que somos novios.

– ¿Cuál caramelo quieres, Yaku-san?

– Solo elige uno.

– ¿Y si no te gusta?

Yaku gruñó, farfulló algo entre dientes y luego miró en la canastilla, aún habían varios dulces ahí. Pero él simplemente eligió uno al azar. El caramelo era de los más grandes que quedaban.

– Entonces, ¿no quieres confesarte tú, Yaku-san? – Lev dijo con tono bromista.

– Ni lo sueñes, mocoso… – Obviamente, Yaku se negó en rotundo.

Tras una serie de risitas divertidas, Lev finalmente se sentó en la duela del gimnasio, cruzando las piernas y buscando la mejor posición para hacerle cómodo el momento a Yaku. Cuando Yaku se acomodó, Lev estuvo tentado de sacar su móvil y hacer una fotografía, pero mejor lo dejó solo en pensamiento.

– Yaku-san, ¿sabes cómo se dice “te amo” en otros idiomas?

– ¿Eh?

– Con este caramelo quiero decírtelo en diversos idiomas. Ai Shiteru, Ich Liebe Dich, I love you, Je t’aime, Ti amo, Taim i’ ngra leat, Sarang hae, Wo ai ni, eu te amo, Ya tebya liubliu, Seni seviyorum. Te Amo, Yaku-san, incluso si seré un mocoso para ti siempre, o si mi forma de ser es torpe y ruidosa, lo único que es claro en mi corazón, es que te amo. Y aunque haya mil idiomas en los que decirlo, la forma más clara es esta, solo tienes que sentirlo aquí… – Dijo, señalando su corazón.

Yaku no iba a decirlo, pero las acciones, cada cosa que este chico hacía por él lograban conmover su corazón. Él tiene una personalidad algo errática, es difícil de tratar porque suele estar a la defensiva. Sin embargo, Lev conseguía hacerle sentir seguro con cada interacción que tenían.

– ¿Lo has aprendido en tantos idiomas solo para decirme esto?

– Bueno, más o menos. La verdad es que el otro día estaba aburrido y se me ocurrió buscar en la web.

– Mocoso idiota… – Yaku le sonrió diferente. Comprensivo, cariñoso. Y luego tiró de su nuca para que le alcanzara el caramelo que el mestizo ya había apresado entre sus dientes, tomándolo con un gesto coqueto pero sin llegar a besarle.

– Ah, Yaku-san, mi beso~

– Las reglas del juego fueron claras desde el principio, no es necesario besarnos.

– Pero Yaku-san~

– Cállate, mocoso.

Los jueces parpadearon unas cuantas veces antes de soltar una risa. Lo han estado notando desde que comenzó el juego. Cada pareja tiene su personalidad, su forma de amarse.

– Es turno de Kunimi-kun y Kindaichi-kun… –  A la voz de Futakuchi, los mencionados dieron un salto en su sitio. Casi se les había olvidado que ellos estaban participando… – Vamos, vamos. No hay tiempo qué perder.

Kunimi y Kindaichi se acercaron al centro del grupo, mirando distraídamente los dulces en la canastilla, eligiendo uno grande con toda la intención de evitar el roce de sus labios cuando lo pasaran de una boca a otra.

– Yo me sentaré… – Dijeron los dos al mismo tiempo. Kunimi entonces se le quedó mirando. ¿No pensaba devolverle alguna contestación de su intento de confesión impulsiva de antes?

– ¿Por qué quieres sentarte tú, Kindaichi?

– Bueno, yo…

– Pensé que ibas a decirme algo.

  En realidad, quiero saber por qué dijiste lo de antes.

– ¿Y para eso en medio de este juego? – Kunimi frunció el ceño, inesperadamente molesto. Avergonzado y preocupado.

– Solo intento entender.

– Bien… – Kunimi se sentó en el piso, dulce en su mano y mirada retadora. Todos miraban contrariados, y expectantes a decir verdad. Kindaichi se recostó pero se sentía extraño… – ¿Estás listo?

– Mh, sí.

– Con este caramelo quiero decirte que me gustas mucho, Kindaichi. Pero no voy a decirte el por qué ya que es sumamente vergonzoso hacerlo delante de todos. Me parece increíble que no te hayas dado cuenta de eso, y también quiero que sepas que cuando me pediste jugar contigo, tuve la esperanza de que dijeras que te sentías de la misma manera. En adelante, si no vas a ser directo con tus sentimientos, hazme favor de no hacer que mi corazón lata como loco durante minutos solo para luego hacerle sentir más ansioso que antes.

Kunimi ni siquiera le dio tiempo a Kindaichi de decir nada, se inclinó rápidamente ni bien tomó el caramelo entre sus dientes. Kindaichi sintió sus mejillas arder ante la cercanía, tomando el caramelo con cuidado de no rozar los labios de su amigo. En cuando hicieron el intercambio, Kunimi se levantó presuroso y salió corriendo del gimnasio.

– ¡Ve tras él! – Kindaichi escuchó que le gritaron varios en el gimnasio, y cuando reaccionó hizo lo que le dijeron.

– Yo creo que mejor no colocamos a esta pareja en las votaciones. Que se arreglen y dejémoslos en paz.

– Estoy de acuerdo, Sugawara-san.

– Y bien, ya solo queda una pareja.

Oikawa e Iwaizumi pasaron al centro. No intercambiaron ni una sola palabra mientras se acomodaban. Oikawa sentado, Iwaizumi recostado con su cabeza en las piernas del setter. El gimnasio se había quedado tan en silencio como cuando fue turno de Tanaka y Ennoshita, había mucha curiosidad por saber lo que pasaría entre estos dos.

–Iwaizumi Hajime, con este caramelo yo quiero decirte que… que te extraño y lamento mucho los enormes errores que cometí antes. Quiero que sepas que realmente te amo… – Oikawa notó que la mirada de Iwaizumi titubeaba entre creerle o cortarle el verbo y mandarle al demonio… – Estoy seguro de que si todas las personas en este gimnasio supieran la historia entre nosotros, cada uno de ellos estaría de tu lado y te diría algo como “deja a ese idiota, no se merece tu cariño”; estoy consciente de eso, de que fallé como pareja incluso si en algún momento hice vagas promesas de amor. Lo sé, no necesitas de esas promesas y creo que ahora entiendo el por qué. Para personas como tú y yo, las promesas carecen de significado, chocan con nuestras personalidades. No soy una persona fácil, el egoísmo es mi estandarte y cualquiera puede notarlo, me gusta la popularidad y ser el centro de atención. O me gustaba, porque cuando me di cuenta de que todo eso me alejaba de ti, entré en pánico y actúe como el idiota que soy empeorándolo todo. Iwa-chan, he intentado hacer algo más que cambiar mi forma de ser, hay muchas actitudes en mí que son inherentes a mi personalidad pero que puedo modificar, y en verdad ha sido duro para mí.

…La verdad es que tenía planeado decirte muchas más cosas que esto, de hecho algunas ni las había pensado pero, teniendo aquí, mirándome con esos ojos tuyos que dudan de mí sin miramientos, me siento como un animal herido, acorralado por mis propias trampas y fallos de carácter. Quiero encontrar la forma de llegar a ti de nuevo, de hacerte confiar y…

– ¿Por eso has estado negando todo lo que las chicas te ofrecen? ¿Diciendo por ahí que tienes alguien que te gusta?

– Diría que la persona que me gusta eres tú y que todos lo supieran, pero no temo que eso te haga sentir presionado de alguna manera.

– Te lo dije antes Oikawa, no necesitas enamorarme de nuevo.

– No, pero sí recuperar tu confianza, tu deseo de ser mi novio. Que no estés enfadado conmigo, que veas que te amo más que a nadie en el mundo.

– La único forma en que podré ver que me amas como dices, es si vuelves a tus sentidos y dejas de actuar como un ente sin alma. Verte deprimido me pone de mal humor.

– ¿Lo hace? ¿Quieres que sea el engreído de antes?

– Al menos un poco. Quiero decir, solo… entrégame ese caramelo.

Oikawa no supo si esto había sido bueno o no, pero sentía que enloquecería si presionaba más. Así que simplemente bajó la guardia un momento. Colocó el caramelo entre sus dientes y se inclinó. Llevándose una enorme sorpresa cuando Iwaizumi hizo más que tomar el dulce con sus dientes, besándole lentamente, enredando sus lenguas y dejándole sin aliento tan rápido que maldijo mentalmente no haber alargado un poco más el contacto.

– Recibí tu caramelo, del mismo modo que recibí tus sentimientos. Eres mi novio kusokawa, no vuelvas a desestimar el peso de nuestra relación.

– ¿Eh? ¿Estás… estás diciendo que? ¿No hay más tiempo muerto entre nosotros?

Iwaizumi asintió, se levantó y se hizo a un lado mientras saborea los rastros del sabor del caramelo en su boca. Al final el dulce ha quedado en la boca de Oikawa. En tanto, el gimnasio se ha quedado en silencio, todos parecen estar pasmados por lo sucedido.

– Iwaizumi-kun definitivamente es el seme… – Narita dijo. Kinoshia asintió, pero casi de inmediato volvió a frustrarse. Comienza a ver estas relaciones con tal naturalidad que siente que su heterosexualidad peligra.

– Ha sido una confesión cargada de emociones, ¿no creen?

– Sobre todo frustración.

– Sí. De cualquier manera, hay que elegir al ganador.

Mientras los jueces debatían quién es el romántico más cursi de todos. Afuera, Kindaichi había alcanzado a Kunimi y ha tenido que ordenar rápidamente las ideas en su cabeza antes que abrir nuevamente la boca solo para hacerle sentir incómodo.

– Kunimi, todo esto es demasiado sorpresivo para mí.

– Si vas a rechazarme solo hazlo, rápido.

– Es que, no creo que quiera rechazarte. Pero… no deja de ser extraño. Nunca antes he estado en una relación siquiera, tampoco me había enamorado. Me han gustado algunas chic… – Kindaichi calló. Seguramente mencionar esto delante de la persona que se le ha declarado es la peor de las ideas… – Yo…

– No te presiones, Kindaichi.

El más alto de los dos negó, y luego simplemente inclinó el rostro topando su boca con la de Kunimi, dándole un beso torpe y brusco. Kindaichi esperó sentir algo con este beso, pero no había cosquillas en el estómago ni dejaba en blanco su mente. Cuando reculaba con la intención de alejarse, Kunimi reinició el beso, siendo entonces más confiado y moviendo sus labios para probar los ajenos una y otra vez hasta que le sintió más relajado. Sin embargo, el beso no dejó de parecer extraño para ambos.

Al separarse, se miraron a los ojos incapaz de palabra alguna. Pero Kunimi sabía algo, no estaba cerca del corazón de Kindaichi. Evadió la mirada y tras murmurar un “entiendo” que era más para sí, volvió a alejarse.

En el gimnasio, los jueces dictaminan a Tanaka como el ganador. Aunque ha sido una decisión difícil. Coronan a la pareja con coronas de papel dorado y hasta ponen un vals para que celebren su triunfo. Tanaka y Ennoshita se miran con rostros colorados e intentan bailar, aunque se mueven torpes y luego las risas estallan en el gimnasio motivo de vergüenza y nervios ya que nadie ahí sabría aquel baile. Todo se vuelve más relajado y natural, su último día en Datekou se vuelve motivo de amistad y amor, de vínculos fortalecidos.

--//--

Al día siguiente los clubes se despiden con la promesa de permanecer en contacto vía redes sociales. Cada cual vuelve a su ciudad. Los días siguientes en Aoba se respira totalmente otro aire, Oikawa está tan feliz que ha vuelto a ser el engreído fastidioso que bromea, ríe y presume de su atractivo, pero un atractivo exclusivo para Iwaizumi. El rumor de que es un hombre comprometido corre rápido por la escuela, las chicas se niegan a creerlo pero él afirma que no puede ir más por ahí coqueteando ni siendo tan amable con ellas. Se siente dichoso, Iwaizumi es su novio sin interrupciones de ningún tipo.

– Iwa-chan~ ven a mi casa hoy.

– ¿Vas a estar solo acaso?

– ¡Por supuesto~!

Iwaizumi miró a Oikawa, podía leerle en la mirada la intención que tenía al invitarle. Y honestamente, él también le necesita.

– Bien.

Radiante, Oikawa incluso tuvo un mejor desempeño en las clases y las prácticas de ese día, ansioso por el momento de partir a casa con su novio. Cuando finalmente pueden estar a solas, Oikawa no duda en seducir a Iwaizumi, o al menos intentarlo porque durante casi una hora sus intentos no vieron frutos. Y cuando finalmente se rindió, mirando distraídamente la película que han rentado camino a casa, repentinamente Iwaizumi le rodeó los hombros con una mano y tiró de su mentón con la otra.

Cuando Oikawa sintió los labios de Iwaizumi sobre los suyos todo su cuerpo se llenó de corrientes eléctricas serpenteando juguetonas. Se sentía endemoniadamente bien, tanto, que juraría que fue hasta ese momento cuando comprendió realmente cuán enamorado está del morocho, porque nadie le enloquece de esta manera, ni hace vibrar cada fibra de su ser con tal facilidad.

– Iwa-chan~ – Oikawa suspiró, rozando con ansias la boca de su novio cuando éste se alejó torturándole por la ausencia de su contacto… – Bésame de nuevo, por favor.

– ¿Estás suplicando, kusokawa? –  Iwaizumi preguntó con tono socarrón, alejando su boca por cada vez que Oikawa casi le tenía.

– Sí, Iwa-chan. Estoy suplicando por tus besos ahora~ – Gimoteó casi ofendido, alzando los labios en trompetilla, sintiendo que le temblaba el corazón cuando una sonrisa cristalina adornó esa boca que tanto anhela.

– No habrá otro “tiempo entre los dos”, Oikawa. Si alguna vez me decepcionas de nuevo nuestro rompimiento será definitivo, ¿entiendes? – Dijo con seriedad, admirando al Oikawa sumiso que asentía y se le pegaba rodeándole el cuello con sus brazos, mostrándole esos vidriosos ojos marrones que suplicaban silenciosamente por su cariño… – Oikawa…

– Que sí, he entendido Hajime Iwaizumi. ¿Ya vas a besarme? Anda, te he extrañado tanto que casi enloquezco. Hagamos el amor~

--//--
Karasuno

Sawamura se encuentra con Sugawara al pasar por él a su casa. El peliplatino le nota diferente esta mañana.

– Luces preocupado, ¿sucedió algo, Daichi?

– Suga, voy a dejar definitivamente el club.

– ¿Eh?


Continuará……

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