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En
los juegos cerrados, un punto de
suerte
Kunimi
parpadeó varias veces antes de comprender que Kindaichi realmente le estaba
invitando a participar en el juego. ¿Sería que respondería a sus palabras de
esta manera? De cualquier forma se sentía un poco extraño, como si fuera
forzado. Kunimi estuvo a punto de negarse, lo pensó honestamente, pero su
corazón se sobrepuso a su razonamiento y terminó asintiendo, incapaz de la
palabra pues de pronto llevaba la garganta seca y las manos sudorosas.
Kindaichi tragó hondo cuando pareció tomar conciencia de lo que acababa de
hacer, pedirle a Kunimi (quien básicamente se le confesó hace no demasiado)
participar en un juego donde las confesiones románticas eran el objetivo. ¿Qué
narices se supone que le diría?
–
Esto en verdad va a ser entretenido… – Dijeron algunos de los demás, sentándose
a un costado con sendas sonrisas en el rostro, movidos por la curiosidad de ver
a dos chicos haciéndose de ese tipo de confesiones que normalmente se espera solo para las féminas.
Futakuchi,
algo enfadado con Aone por no haberse integrado, sería quien dirigiría el
juego. Mientras que a un lado estaba la barra de jueces encabezada por Shimizu,
y donde definitivamente estarían también Sugawara, Moniwa y Matsukawa. Aunque,
tal como dijo antes Shimizu, los jueves todavía podían jugar si querían ya que
se confiaba plenamente en su juicio. De todas formas, solo Sugawara había sido
invitado por Sawamura para participar, mientras que Kamasaki se hacía el
desentendido porque era demasiado –enfáticamente– vergonzoso hacer algo así
delante de todos. Venga, que ellos ni siquiera han pasado de los besos algo
apasionados, más respecto a tocarse.
Bueno, Kamasaki lo ha pensado, pero todavía no se anima a hacer algo más que
acariciarle los brazos o la espalda cuando están juntos, y eso hablando de
caricias inocentes, nada que pueda hacer que Moniwa piense que él tiene deseos
de algo más.
–
¿En qué estoy pensando ahora? Esto se
trata de confesiones románticas, no peticiones pervertidas. Qué soy, ¡un
hentai! – Kamasaki pensaba todo preocupado, revolviéndose el cabello con
marcada frustración.
–
¿Alguien quiere comenzar? – Futakuchi volvió a preguntar, tratando de agregarle
entusiasmo a su voz aunque estuviese envidioso
por no recibir una confesión romántica de su novio como harían los demás.
–
Iwa-chan y yo iremos al final, si no les molesta… – Oikawa dijo tomando la
palabra. Una palabra que pareció resonar en todo el gimnasio y dejó un extraño
ambiente en el lugar.
A
todos les seguía pareciendo extraño que el capitán de Aoba estuviese actuando
de aquella manera.
–
Eso significa que cuando está en la intimidad con Iwaizumi, ¿es el activo? – Kinoshita
le dijo bajito a Narita. Ambos chicos casi parecían volverse fans de Oikawa,
pero no los malentiendan, solo de su seguridad en todo momento.
–
Quién sabe, las otras veces yo creí entender por lo que decían sus amigos que
él era el de abajo.
–
¿Y si son de esos chicos que hacen ambos roles? – Kinoshita se imaginó la situación
y sintió que se le revolvía el estómago… – Ewww no vuelvo a dejarme llevar por
mi propia curiosidad, eso fue desagradable.
–
Ahora que lo pienso, ¿Ennoshita será el pasivo de Tanaka? – Haciendo oídos
sordos a la queja de su amigo, Narita preguntó aquello con tono pensativo,
mirando distraídamente a sus amigos cuervos.
–
¡Argh! ¡No me hagas imaginar eso también, Narita!
–
¿Qué cosa? – Balbuceó honestamente sin comprender, que él había estado en sus
propios debates mentales. Kinoshita se revolvió el cabello y luchó por evitar
que más escenas de aquella naturaleza se formaran en su cabeza. Lo cual no le
sirvió de mucho.
–
Dime que uno no se vuelve gay por este tipo de cosas… – Kinoshita murmuró con
aire preocupado, pálido de la cara y ajeno a la ágil mente de Narita que seguía
analizando a las diferentess parejas de su club.
Mientras
tanto, los participantes del juego han aceptado que Oikawa vaya al final de la
ronda. Iwaizumi mantiene cierta distancia entre los dos, pero no deja de
mirarle de soslayo, tratando de adivinar qué estará pasando por su mente, qué
pretenderá hacer.
En
tanto, los que han levantado la mano para iniciar el Candy Kiss game han sido Sawamura y Sugawara. Y ya que Shimizu
había dicho que aceptaría que los jueces participaran porque confiaba en su
buen juicio, nadie se opuso a la participación inicial del peliplatino. De
cualquier manera, en cada ocasión los votos no serían revelados, cada juez
tendrá oportunidad de ofrecer algún comentario en una sola ocasión por pareja,
para agilizar el juego en sí. Los votos se darían a conocer hasta el final.
–
Bien, recuerden que antes de pasar el dulce de boca a boca, deben decir “con
este caramelo” y luego enlazar con la palabra que quieran para iniciar su
confesión. Como dije antes, no necesitan besarse en dado caso, basta con que el
dulce pase de una boca a otra… – Futakuchi continuaba su explicación. Todavía
receloso de no ser parte del juego.
–
Oh, entonces pueden participar parejas no necesariamente de novios… – Alguien
comentó al fondo del gimnasio.
–
Sí, pero si tienen novio entonces que sea con el novio, no queremos escenas de
celos por aquí… – Futakuchi agregó al instante. Casi retando a cualquiera que
mirara a Aone con dobles intenciones, lo que de todas maneras no pasó, y no
porque el grandote dejara de tener
cierto impacto en los demás, sino más bien porque ahí nadie quería enfrentar la
ira de un celoso escandaloso como Futakuchi… – ¿Alguna otra pregunta? ¡Estamos
tardando demasiado solo en comenzar! – Refutó pucheroso. Claro, es que no
supera el hecho de no poder ser parte activa del juego.
–
Cielos, Aone deberías darle lo que quiere, a ver si así deja de ser tan pesado…
– Kamasaki dijo con tono burlón.
–
Quien no ha dado lo que su novio quiere es otro, así que no me fastidies
Kamasaki… – Refunfuñó volteándole la cara al mayor con desdén. Mientras que
todos ahí han captado el sentido con que Futakuchi ha lanzado su comentario.
Moniwa se ha sonrojado copiosamente y fulminado con la mirada al menor, por
andar metiendo sus narices donde no le llaman.
–
Tengo suficiente con saber que Kamasaki
no me desea de esa manera como para que todavía lo haga público este pequeño
idiota… – El capitán de Date pensaba con aire incómodo, evitando la mirada
de su novio, no le apetece enfrentarlo ahora para nada. Que las cuestiones de
intimidad son complicadas, sobre todo sabiendo que tiene por novio a alguien
que es perfectamente capaz de decir aún que es heterosexual, aunque sea su
pareja… – Ah, me deprimo cuando pienso en
ello~ – Meditó con un suspirito.
Shimizu,
con ese sexto sentido suyo, internamente sonreía por la serie de situaciones
que se originan entre los chicos. Y piensa también que le hubiera encantado
estar en el campamento interescolar y enterarse de más cosas, aunque eso
también sonaba un poco extraño para una chica tan centrada y diligente como
ella.
–
Bueno, toda persona tiene sus pequeños
secretos… – Meditó, sintiéndose un poco, solo un poco culpable por
disfrutar de esta manera de la situación.
Ciertamente,
Shimizu era la fan número uno de la relación entre Sugawara y Sawamura, de
hecho. Y le simpatizaba bastante el noviazgo entre Nishinoya y Azumane, aunque
el líbero fuera más que entusiasta y a veces su personalidad opacara al as de
Karasuno. Y recientemente se confiesa culpable de sentir cierta emoción con el
intercambio de miradas que se dedican Hinata con Kageyama, o Yamaguchi con
Tsukishima.
Después
de tanto reniego, la primera pareja finalmente pasó para iniciar el juego.
Futakuchi le entregó un dulce a la pareja.
–
Yo me recostaré, tú te sientas Suga.
–
¡No! – Protestó de inmediato, haciendo puchero…
– Yo quiero ir recostado.
–
Pero Suga, el vientre.
–
El vientre me puede hacer un poco más lento, pero no me incapacita. Soy
perfectamente capaz de recostarme.
–
Suga…
–
¡Me recostaré! – Dijo firme, inclinándose con cuidado para hacerlo. Sawamura
suspiró con un dejo de molestia y frustración. Pero así es, cuando Sugawara
dice algo, ese algo se tiene que hacer a su manera… – Qué no ves que quien está
recostado recibe la confesión romántica. Obviamente estoy esperando que mi
Daichi me diga cosas bonitas… – El peliplatino dijo con una sonrisita, acomodando
su cabeza sobre el regazo de su novio, colocando sus manos sobre su tripa,
donde espera que su bebé sienta lo que su padre habrá de decirles.
–
Eso puedo decírtelo en todo momento, no necesita ser ahora, Suga… – Aseguró
mientras sus dedos peinaban los mechones de su novio, mirándole con todo ese
amor que siente por él y su bebé.
–
¡Ay, qué tiernos! – No. Ni Oikawa o Futakuchi exclamaron aquello con voz
chillona. Ha sido Shibayama. Que rojo de vergüenza al darse cuenta de que en
medio de la emoción habló en voz alta, se cubrió el rostro con las manos sin
saber qué decir.
Los
chicos rieron por el comentario y dejaron al chico por la paz, aunque a más de
alguno le daba tentación molestarle un poco. Inuoka le abrazó en un intento de
ser buen novio y protegerlo, pero
sonriendo divertido por su adorable reacción. Comenzaba a pensar que él también
debería de estar jugando y decirle palabras bonitas o algo. Pero bueno, él es
torpe y no tiene idea de cómo hacer las cosas cuando se trata de romance.
Aunque eso de los besos sí que se le da muy bien.
–
A lo mejor al final me animo y también
jugamos. Me imagino cuán rojito se pondría si le hago una confesión linda
delante de todos… – Maquinaba en pensamientos.
En
tanto, Sugawara y Sawamura ya se han perdido en su mundo, conectados a través
de la mirada amorosa que se dedican el uno al otro. El capitán cuervo tenía el dulce entre sus dedos en
la mano derecha, pero la zurda acariciaba sin cesar la blanca mejilla del
peliplatino, delineando luego el contorno de su cara y rozando también los
labios. Un beso, francamente eso es lo que desea en ese momento. Pero un
susurro le trae de vuelta a la realidad, Sugawara le pide que le diga algo
mientras le sonríe con las mejillas tinturadas de un hermoso tono rosado.
–
Koushi, con este caramelo quiero transmitirte todo el amor que te tengo. A ti y
a nuestro bebé, quien ha sido el milagro más hermoso que la vida pudo darnos a
los dos. Sé que he cometido errores y que probablemente aún llegue a tenerlos,
pero de lo que nunca debes dudar es de cuánto te amo, y que si llego a errar en
las acciones que realizo siendo tu novio, no es porque te ame menos o deje de
hacerlo, es porque en mi camino a ser el mejor novio y padre es menester
tropezar. Sugawara Koushi, te amo.
Y
entonces, inclinar por el beso que ha estado anhelando. Futakuchi estuvo por
decirle que estaba olvidando el dulce pues aún lo lleva entre los dedos. Pero
la escena era demasiado bonita como para romper la atmósfera. Los labios de
Sawamura tomaron los ajenos con un suave movimiento, saboreando los pliegues
carnosos como si tuviera años sin probar un beso de su boca. Sugawara alzó una
mano para anclarse al cuello de su novio y tener más de este beso que le hacía
sentir tan amado. Tras romper el contacto –no tenían planeado dar una cátedra
de besos justo ahora–, Sawamura finalmente le pasó el dulce con la boca,
dejándolo suavemente en el interior de la de Sugawara para luego ayudarle a
incorporarse.
–
Eso ha sido tan conmovedor… – Shimizu dijo con tono suave, ligeramente
sonrojada por la escena tan hermosa que acababa de presenciar.
Los
chicos asintieron conforme con la opinión de la chica. Y los jueces anotaron su
puntuación en una hoja de papel que sería secreto hasta terminar el juego.
–
Sawamura-san, ha puesto usted muy alto el marcador… – El capitán de Nekoma
comentó, sonriendo al cuervo con algo
parecido a la admiración, el respeto y la burla. Sí, algo de eso también estaba
colado en las palabras del muchacho.
–
Solo he hablado con el corazón, no hay confesión más romántica que esa. Y
además, podría ganar el juego, Kuroo… – Sawamura, que tenía esta especie de
rivalidad con su congénere de Nekoma, devolvió el gesto con el mismo tono.
Algunos
jurarían que vieron chispas brotar de los ojos de ambos capitanes. Sugawara
suspiró y tiró de su novio para que no hiciera esta clase de escenas tan
vergonzosas, mientras que Kenma estaba seleccionando un dulce de la canastilla
que Futakuchi tenía en su poder, obviamente el minino no pensaba decirle nada a su novio por su forma de actuar,
de todas formas siempre ha sido así.
–
Dios, primero todo romántico y luego todo varonil queriendo imponerte, Daichi.
–
Él ha comenzado.
–
Sí, sí, claro.
El
peliplatino reía divertido, tomando nuevamente asiento en la barra de jueces,
anotando su puntuación neutra para su propia participación. Luego siguieron
Kenma y Kuroo, visto que ya estaban colocados. Futakuchi continuaba lanzándole
miradas a su novio, miradas cargadas de resentimiento por no jugar.
–
¿Escogiste este caramelo para ti?
–
Sí.
–
Es el más pequeño, ¿verdad?
Kenma
asintió, acomodando su cabeza en el regazo de Kuroo, quien reía por las
ocurrencias de su novio.
–
Si eres más romántico que Sugawara-san y Sawamura-san, te dejaré hacerme el
amor esta noche.
–
Oh, prometedor. Pero Kenma, ¿sabías que siempre puedo conseguirlo de ti aunque
no me lo prometas?
–
¡Ustedes dos, qué clase de cosas están diciendo tan quitados de la pena!
¡Tengan un poquito de consideración, desvergonzados! – Sí, ha sido Futakuchi
quien ha exclamado a todo pulmón. Y es que el reclamo en sí viene de la
envidia, qué más quisiera él que tener esta clase de proposiciones con su
novio. Pero, tal cual Kamasaki con Moniwa, de Aone no ha obtenido esa clase de
trato íntimo todavía. Aunque ellos ya han estado cerca, tocarse mutuamente ha
sido lo máximo que han hecho… – Y se ha
sentido tan bien~ ya quiero que lleguemos hasta el final.
En
Nekoma, los amigos de Kenma y Kuroo no están sorprendidos, ese par actuaba de
esa manera todos los días. Bien, Yamamoto es el único que se ha ido a un rincón
a temblar preocupado por la amenaza
de la parejita.
–
No quiero dormir en la habitación esta noche… – Murmuraba quedito para sí cityboy.
–
Si siguen así, ustedes ni siquiera obtendrán un voto positivo… – Alguien más
dijo, pero obviamente eran palabras que caían en oídos sordos. En realidad,
Kenma y Kuroo solían jugar por el mero gusto de la diversión, sin el objetivo
claro de ganar.
–
Entonces cómo era. Ah sí. Con este caramelo quiero hacerte llegar todo lo que
siento por ti, haré que sientas ese cariño ardiente que vibra por todo mi
cuerpo cuando te siento cerca de mí, Kenma.
Sin
más, Kuroo había colado el dulce en su boca e inclinado hasta alcanzar la del
menor, pasando el caramelo de una boca a otra en el acto. La lengua de Kuroo no
escatimó en pudor, se enredó con la ajena incesantemente mientras deshacían el
dulce entre sus bocas llevándolo de una a otra con sus lenguas, usando hasta
los dientes. Un beso apasionado, casi salvaje que dejó a todos pasmados y
avergonzados.
–
¿Kageyama, nosotros nos hemos besado así?
–
¿Qué? ¡Claro que no, Hinata idiota!
–
¿Eh? ¿Por qué? Deberíamos Kageyama, se ve que se siente muy bien. Quiero uno
así~ – El pelinaranja incluso alzó los labios, como esperando a que su novio
comenzara así sin más un beso de tal naturaleza.
–
¡Qué demonios! – El pelinegro, avergonzado de la proposición tan impertinente
de su novio, terminó empujando la palma de su mano en el rostro curioso de
Hinata.
–
¡Ay~ ay~ duele, duele Kageyama! – El pequeño cuervo trataba de apartarle. Y terminaron liados en una suerte de
brazos y piernas que lució más que graciosa para todos.
–
Ellos siempre robando cámara… –
Masculló malhumorado Tsukishima.
–
Tsukki~ yo, mh…
–
Qué, suéltalo Tadashi.
–
Si yo soy quien se confiesa, ¿jugarías conmigo? – Yamaguchi preguntó todo
sonrojado. Su novio le miró de soslayo.
–
¿No puedes hacerme esa confesión que tengas en mente sin necesidad de estar en
el juego? ¿O es acaso que quieres decirlo delante de todos, Tadashi?
–
B-bueno… tú antes solías decir que no te importaría que todos supieran que
somos novios, entonces yo… bueno.
–
Puedo decir que estoy enamorado de ti sin necesidad de estar en el juego,
Tadashi. Pero si lo que quieres es cierto reconocimiento o algo así…
–
¡No! No… no es necesario, está bien así… – El pecoso dijo con tono bajo,
volviendo su atención al juego. Donde Kenma y Kuroo finalmente habían roto el
beso (lo que de paso le hizo ver a todos los espectadores cuán expertos se han
vuelto en el ramo que tienen tal facilidad para alargar un beso de esa manera).
El
rubio de anteojos continuó mirando a su novio de soslayo. No podía entender por
qué el apuro en participar en el juego cuando él no le encontraba gran gracia.
Podía decirle a Yamaguchi que lo amaba sin necesidad de hacerlo como parte de
un juego, y aún delante de todos.
–
¿Fui severo? Tal vez, Tadashi solo quiere
hacer algo así para experimentar la sensación de ser el centro de atención.
Rayos, no puedo entenderlo, y parece que él no me lo dirá incluso si lo
presiono, él suele cerrarse cuando se siente acorralado por su propia
vergüenza.
–
La confesión fue básicamente una invitación erótica, ¿cierto Kuroo-san?
–
Es usted muy perceptiva, Shimizu-san.
–
Fue bueno, romántico y pícaro. Me gustó.
El
turno siguiente lo tomó Karasuno.
–
Asahi, ¿está bien si soy quien se confiesa? – Nishinoya miró a su novio a los
ojos. Azumane se extrañó un poco por esta petición.
–
Bueno, si es lo que quieres, está bien… – Por un segundo Azumane se preguntó
mentalmente si sería porque le gusta ser el centro de atención, y en este juego
el verdadero centro es quien habla y no quien está recibiendo la confesión. El
as de Karasuno trató de ignorar este pensamiento, no era tan complicado y más
bien resultaba simple… – Es tu estilo
Yuu, tu personalidad. Sorprenderme todo el tiempo.
Nishinoya
se aclaró la garganta, y cuando bajó la mirada para encontrarse con la de su
novio, los profundos ojos cafés de Azumane le hicieron temblar de pies a
cabeza. Era por esto que tanto le amaba, por ser capaz de hacerle vibrar
incluso si solo le mira, a él y solo a él.
–
Con este caramelo, quiero devolverte una milésima parte de todo el dulzor que
le has dado a mi vida desde que te enamoraste de mí, Asahi. Sé que no soy un
chico fácil de tratar, y mi personalidad puede ser agradable para muchos, pero
tú y yo bien sabemos que también puede ser problemático, porque soy impulsivo y
en muchas ocasiones egoísta. Aún así, tú me has enseñado que el verdadero amor
es justamente aprender a quererse y valorarse mutuamente, a aceptar a la otra
persona tal cual es. Todos los días pido de ti tu incondicional compañía, tu
amor absoluto, tu total atención, te acaparo sin reparo y llego a ser
empalagoso contigo, soy ruidoso y todo el tiempo estoy cuestionando tu forma de
ser, me quejo de que no confrontes las dificultades con el mismo espíritu que
yo, pero… Asahi, todo eso, todo lo que eres y hasta lo que no, es justamente lo
que amo de ti. Nunca, nunca cambies Asahi, ni siquiera al amarme.
Cuando
Nishinoya terminó de hablar, Azumane tenía la mirada más brillante que nunca,
era fuerte, poderosa, determinada, cariñosa. Todo lo que vibraba en la
personalidad del as, lo que hacía sentir tan especial al líbero. Nishinoya
colocó el caramelo entre sus dientes y descendió acercándose a la boca de
Azumane, quien tomó el dulce con cuidado, rozando apenas sus labios. Luego se
apartaron sin más. Sin un beso como todos habían esperado, algunos comenzaron a
murmurar mientras Azumane se incorporaba, y al hacerlo, tomó la nuca de
Nishinoya besándole finalmente. Un beso profundo, amoroso. Como Azumane suele
ser con su novio.
–
Te amo Yuu.
–
¡No puedo con tanta ternura! – Futakuchi dramatizó, yendo con Aone por un
abrazo (aunque en realidad quería un beso por mínimo, pero no quería presionar
a su novio)… – Incluso el grandioso líbero número uno de toda la ciudad puede
ser así de sincero con sus sentimientos~
–
Futakuchi tiene razón. Ha sido una confesión sumamente honesta. Hasta ahora
pienso que cada pareja se ha confesado desde su propia personalidad, creo que
eso hace interesante todo… – Moniwa agregó su comentario. Y por alguna razón
Kamasaki se sintió aludido.
–
Ya me puse nervioso… – Murmuró Tanaka.
–
Bueno, no necesitamos jugar en dado caso… – Ennoshita dijo, queriendo
tranquilizar a su novio.
–
No, quiero hacerlo Ennoshita.
–
Bueno.
Cuando
Tanaka se sentó y Ennoshita acomodó su cabeza en sus piernas, ambos chicos se
dieron cuenta de que el silencio en el gimnasio era abrumador. Al parecer todos
estaban curiosos por lo que el rematador fuera a confesar. Además, ellos son
una pareja que todavía era desconocida para algunos pues no hacen
demostraciones demasiado cariñosas como para interpretarlos de esa manera.
–
Bien, aquí vamos. ¿Este caramelo está bien, Ennoshita?
–
Lo está, cualquiera está bien Tanaka… – El chico dijo curvando ligeramente los
labios. Y eso era algo que solía dejar fascinado al rematador. Porque Ennoshita
no sonreía de esta manera a menudo. Una sonrisa cargada de afectos.
Tanaka
aclaró la garganta y tomó un respiro hondo. Estaba tan nervioso que las manos
le sudaban y el corazón le iba a mil por hora.
–
Con este caramelo quiero… quiero que todos los que están aquí presentes sepan
que Ennoshita Chikara es mi novio, que ha sido el único chico que ha sido capaz
de llegar hasta mi corazón y hacer que experimente este sentimiento de “estar
enamorado”. Nishinoya solía decirme que pusiera más atención, que me diera
cuenta de lo extraña que era mi
relación contigo, o la forma en que tú actuabas conmigo también. No pude
entenderlo sino hasta hace poco, incluso hice pasar un mal momento a Fujimi y
herí los sentimientos de ustedes sin querer. No me considero un chico
romántico, y las más de las veces me pongo nervioso incluso si solo se trata de
un beso, porque un beso no es simplemente unir tu boca con la mía, creo que un
beso es compartir sentimientos. Y lo es de la misma forma cuando te miro,
cuando sostengo tu mano o camino junto a ti. Cada detalle, cada gesto, cada
segundo a tu lado significa para mí ese compartir sentimientos. Por eso, si no
te lo digo a menudo, o si de hecho no lo digo en adelante, quiero que estés
seguro de que lo que siento por ti viene de aquí, Ennoshita… – Tanaka posó una
mano de su novio sobre su corazón, para que sintiera su calidez y lo rápido que
late.
Ennoshta
estaba sumamente avergonzado, estas palabras han tocado su propio corazón.
Estaba tan conmovido que no fue capaz de decir ninguna palabra de
correspondencia, simplemente atinó a tirar de la camisa de Tanaka y alcanzar
sus labios besándole desprevenidamente, incluso sin caramelo que interrumpiera.
Los rechiflidos y la bulla no se hizo esperar, el gimnasio estalló entre
aplausos y felicitaciones. Tanaka sentía sus orejas ardiendo de vergüenza, y cuando
se dieron cuenta, tanto Ennoshita como él se rieron de sí mismos porque el
caramelo aún estaba entre los dedos del rematador. Se lo mostró a Ennoshita y
éste asintió entendiendo lo que pretendía decirle. Tanaka puso el caramelo
entre sus dientes y Ennoshita mismo fue por él, tomándolo con un gesto que
nadie e había visto antes, sensual.
–
Vaya, creo que será difícil elegir un ganador… – Matsukawa dijo mientras
garabateaba su voto en la hoja de papel… – Como Moniwa-san dijo antes, cada
pareja ha estado imprimiendo su personalidad en las confesiones. Incluso
sorprendiéndonos con la sinceridad de sus palabras.
Futakuchi
desistió entonces de nada. Acaba de comprender una cosa, cada pareja
participando tiene su relación más consolidada de lo que parece. Y aunque con
Aone se siente bien y seguro de sus sentimientos, sabe ahora que aún tienen sendero
que recorrer antes que animarse a ser
libremente en algunos aspectos.
Luego
fue turno de Yaku con Lev.
–
No necesito que adornes tus palabras, mocoso. Solo termina rápido.
–
Tan terco como siempre, Yaku-san.
– Aunque más bien
debería decir tan “tsundere” como siempre, ¿no crees, Shibayama?
– Inuoka, no deberías
hablar de tu senpai a sus espaldas. Además, cómo sabes tú de esos términos.
– Bueno, he estado
investigando un poco.
– ¿Investigando?
– Para saber cómo
tratarte, Shibayama. Ya que somos novios.
–
¿Cuál caramelo quieres, Yaku-san?
–
Solo elige uno.
–
¿Y si no te gusta?
Yaku
gruñó, farfulló algo entre dientes y luego miró en la canastilla, aún habían
varios dulces ahí. Pero él simplemente eligió uno al azar. El caramelo era de
los más grandes que quedaban.
–
Entonces, ¿no quieres confesarte tú, Yaku-san? – Lev dijo con tono bromista.
–
Ni lo sueñes, mocoso… – Obviamente, Yaku se negó en rotundo.
Tras
una serie de risitas divertidas, Lev finalmente se sentó en la duela del
gimnasio, cruzando las piernas y buscando la mejor posición para hacerle cómodo
el momento a Yaku. Cuando Yaku se acomodó, Lev estuvo tentado de sacar su móvil
y hacer una fotografía, pero mejor lo dejó solo en pensamiento.
–
Yaku-san, ¿sabes cómo se dice “te amo” en otros idiomas?
–
¿Eh?
–
Con este caramelo quiero decírtelo en diversos idiomas. Ai Shiteru, Ich Liebe
Dich, I love you, Je t’aime, Ti amo, Taim i’ ngra leat, Sarang hae, Wo ai ni,
eu te amo, Ya tebya liubliu, Seni seviyorum. Te Amo, Yaku-san, incluso si seré
un mocoso para ti siempre, o si mi forma de ser es torpe y ruidosa, lo único
que es claro en mi corazón, es que te amo. Y aunque haya mil idiomas en los que
decirlo, la forma más clara es esta, solo tienes que sentirlo aquí… – Dijo,
señalando su corazón.
Yaku
no iba a decirlo, pero las acciones, cada cosa que este chico hacía por él
lograban conmover su corazón. Él tiene una personalidad algo errática, es difícil
de tratar porque suele estar a la defensiva. Sin embargo, Lev conseguía hacerle
sentir seguro con cada interacción que tenían.
–
¿Lo has aprendido en tantos idiomas solo para decirme esto?
–
Bueno, más o menos. La verdad es que el otro día estaba aburrido y se me
ocurrió buscar en la web.
–
Mocoso idiota… – Yaku le sonrió diferente. Comprensivo, cariñoso. Y luego tiró
de su nuca para que le alcanzara el caramelo que el mestizo ya había apresado
entre sus dientes, tomándolo con un gesto coqueto pero sin llegar a besarle.
–
Ah, Yaku-san, mi beso~
–
Las reglas del juego fueron claras desde el principio, no es necesario
besarnos.
–
Pero Yaku-san~
–
Cállate, mocoso.
Los
jueces parpadearon unas cuantas veces antes de soltar una risa. Lo han estado
notando desde que comenzó el juego. Cada pareja tiene su personalidad, su forma
de amarse.
–
Es turno de Kunimi-kun y Kindaichi-kun… –
A la voz de Futakuchi, los mencionados dieron un salto en su sitio. Casi
se les había olvidado que ellos estaban participando… – Vamos, vamos. No hay
tiempo qué perder.
Kunimi
y Kindaichi se acercaron al centro del grupo, mirando distraídamente los dulces
en la canastilla, eligiendo uno grande con toda la intención de evitar el roce
de sus labios cuando lo pasaran de una boca a otra.
–
Yo me sentaré… – Dijeron los dos al mismo tiempo. Kunimi entonces se le quedó
mirando. ¿No pensaba devolverle alguna contestación de su intento de confesión
impulsiva de antes?
–
¿Por qué quieres sentarte tú, Kindaichi?
–
Bueno, yo…
–
Pensé que ibas a decirme algo.
– En realidad, quiero saber por qué dijiste lo
de antes.
–
¿Y para eso en medio de este juego? – Kunimi frunció el ceño, inesperadamente
molesto. Avergonzado y preocupado.
–
Solo intento entender.
–
Bien… – Kunimi se sentó en el piso, dulce en su mano y mirada retadora. Todos
miraban contrariados, y expectantes a decir verdad. Kindaichi se recostó pero
se sentía extraño… – ¿Estás listo?
–
Mh, sí.
–
Con este caramelo quiero decirte que me gustas mucho, Kindaichi. Pero no voy a
decirte el por qué ya que es sumamente vergonzoso hacerlo delante de todos. Me
parece increíble que no te hayas dado cuenta de eso, y también quiero que sepas
que cuando me pediste jugar contigo, tuve la esperanza de que dijeras que te
sentías de la misma manera. En adelante, si no vas a ser directo con tus
sentimientos, hazme favor de no hacer que mi corazón lata como loco durante
minutos solo para luego hacerle sentir más ansioso que antes.
Kunimi
ni siquiera le dio tiempo a Kindaichi de decir nada, se inclinó rápidamente ni
bien tomó el caramelo entre sus dientes. Kindaichi sintió sus mejillas arder
ante la cercanía, tomando el caramelo con cuidado de no rozar los labios de su amigo. En cuando hicieron el
intercambio, Kunimi se levantó presuroso y salió corriendo del gimnasio.
–
¡Ve tras él! – Kindaichi escuchó que le gritaron varios en el gimnasio, y
cuando reaccionó hizo lo que le dijeron.
–
Yo creo que mejor no colocamos a esta pareja en las votaciones. Que se arreglen
y dejémoslos en paz.
–
Estoy de acuerdo, Sugawara-san.
–
Y bien, ya solo queda una pareja.
Oikawa
e Iwaizumi pasaron al centro. No intercambiaron ni una sola palabra mientras se
acomodaban. Oikawa sentado, Iwaizumi recostado con su cabeza en las piernas del
setter. El gimnasio se había quedado tan en silencio como cuando fue turno de
Tanaka y Ennoshita, había mucha curiosidad por saber lo que pasaría entre estos
dos.
–Iwaizumi
Hajime, con este caramelo yo quiero decirte que… que te extraño y lamento mucho
los enormes errores que cometí antes. Quiero que sepas que realmente te amo… –
Oikawa notó que la mirada de Iwaizumi titubeaba entre creerle o cortarle el
verbo y mandarle al demonio… – Estoy seguro de que si todas las personas en
este gimnasio supieran la historia entre nosotros, cada uno de ellos estaría de
tu lado y te diría algo como “deja a ese idiota, no se merece tu cariño”; estoy
consciente de eso, de que fallé como pareja incluso si en algún momento hice
vagas promesas de amor. Lo sé, no necesitas de esas promesas y creo que ahora
entiendo el por qué. Para personas como tú y yo, las promesas carecen de
significado, chocan con nuestras personalidades. No soy una persona fácil, el
egoísmo es mi estandarte y cualquiera puede notarlo, me gusta la popularidad y
ser el centro de atención. O me gustaba, porque cuando me di cuenta de que todo
eso me alejaba de ti, entré en pánico y actúe como el idiota que soy
empeorándolo todo. Iwa-chan, he intentado hacer algo más que cambiar mi forma
de ser, hay muchas actitudes en mí que son inherentes a mi personalidad pero
que puedo modificar, y en verdad ha sido duro para mí.
…La
verdad es que tenía planeado decirte muchas más cosas que esto, de hecho
algunas ni las había pensado pero, teniendo aquí, mirándome con esos ojos tuyos
que dudan de mí sin miramientos, me siento como un animal herido, acorralado
por mis propias trampas y fallos de carácter. Quiero encontrar la forma de
llegar a ti de nuevo, de hacerte confiar y…
–
¿Por eso has estado negando todo lo que las chicas te ofrecen? ¿Diciendo por
ahí que tienes alguien que te gusta?
–
Diría que la persona que me gusta eres tú y que todos lo supieran, pero no temo
que eso te haga sentir presionado de alguna manera.
–
Te lo dije antes Oikawa, no necesitas enamorarme de nuevo.
–
No, pero sí recuperar tu confianza, tu deseo de ser mi novio. Que no estés
enfadado conmigo, que veas que te amo más que a nadie en el mundo.
–
La único forma en que podré ver que me amas como dices, es si vuelves a tus
sentidos y dejas de actuar como un ente sin alma. Verte deprimido me pone de
mal humor.
–
¿Lo hace? ¿Quieres que sea el engreído de antes?
–
Al menos un poco. Quiero decir, solo… entrégame ese caramelo.
Oikawa
no supo si esto había sido bueno o no, pero sentía que enloquecería si
presionaba más. Así que simplemente bajó
la guardia un momento. Colocó el caramelo entre sus dientes y se inclinó.
Llevándose una enorme sorpresa cuando Iwaizumi hizo más que tomar el dulce con
sus dientes, besándole lentamente, enredando sus lenguas y dejándole sin
aliento tan rápido que maldijo mentalmente no haber alargado un poco más el
contacto.
–
Recibí tu caramelo, del mismo modo que recibí tus sentimientos. Eres mi novio
kusokawa, no vuelvas a desestimar el peso de nuestra relación.
–
¿Eh? ¿Estás… estás diciendo que? ¿No hay más tiempo muerto entre nosotros?
Iwaizumi
asintió, se levantó y se hizo a un lado mientras saborea los rastros del sabor
del caramelo en su boca. Al final el dulce ha quedado en la boca de Oikawa. En
tanto, el gimnasio se ha quedado en silencio, todos parecen estar pasmados por
lo sucedido.
–
Iwaizumi-kun definitivamente es el seme… – Narita dijo. Kinoshia asintió, pero
casi de inmediato volvió a frustrarse. Comienza a ver estas relaciones con tal
naturalidad que siente que su heterosexualidad
peligra.
–
Ha sido una confesión cargada de emociones, ¿no creen?
–
Sobre todo frustración.
–
Sí. De cualquier manera, hay que elegir al ganador.
Mientras
los jueces debatían quién es el romántico más cursi de todos. Afuera, Kindaichi
había alcanzado a Kunimi y ha tenido que ordenar rápidamente las ideas en su
cabeza antes que abrir nuevamente la boca solo para hacerle sentir incómodo.
–
Kunimi, todo esto es demasiado sorpresivo para mí.
–
Si vas a rechazarme solo hazlo, rápido.
–
Es que, no creo que quiera rechazarte. Pero… no deja de ser extraño. Nunca
antes he estado en una relación siquiera, tampoco me había enamorado. Me han
gustado algunas chic… – Kindaichi calló. Seguramente mencionar esto delante de
la persona que se le ha declarado es la peor de las ideas… – Yo…
–
No te presiones, Kindaichi.
El
más alto de los dos negó, y luego simplemente inclinó el rostro topando su boca
con la de Kunimi, dándole un beso torpe y brusco. Kindaichi esperó sentir algo con este beso, pero no había
cosquillas en el estómago ni dejaba en blanco su mente. Cuando reculaba con la
intención de alejarse, Kunimi reinició el beso, siendo entonces más confiado y
moviendo sus labios para probar los ajenos una y otra vez hasta que le sintió
más relajado. Sin embargo, el beso no dejó de parecer extraño para ambos.
Al
separarse, se miraron a los ojos incapaz de palabra alguna. Pero Kunimi sabía
algo, no estaba cerca del corazón de Kindaichi. Evadió la mirada y tras
murmurar un “entiendo” que era más
para sí, volvió a alejarse.
En
el gimnasio, los jueces dictaminan a Tanaka como el ganador. Aunque ha sido una
decisión difícil. Coronan a la pareja con coronas de papel dorado y hasta ponen
un vals para que celebren su triunfo. Tanaka y Ennoshita se miran con rostros
colorados e intentan bailar, aunque se mueven torpes y luego las risas estallan
en el gimnasio motivo de vergüenza y nervios ya que nadie ahí sabría aquel
baile. Todo se vuelve más relajado y natural, su último día en Datekou se
vuelve motivo de amistad y amor, de vínculos fortalecidos.
--//--
Al
día siguiente los clubes se despiden con la promesa de permanecer en contacto
vía redes sociales. Cada cual vuelve a su ciudad. Los días siguientes en Aoba
se respira totalmente otro aire, Oikawa está tan feliz que ha vuelto a ser el
engreído fastidioso que bromea, ríe y presume de su atractivo, pero un
atractivo exclusivo para Iwaizumi. El rumor de que es un hombre comprometido corre rápido por la
escuela, las chicas se niegan a creerlo pero él afirma que no puede ir más por
ahí coqueteando ni siendo tan amable con ellas. Se siente dichoso, Iwaizumi es
su novio sin interrupciones de ningún tipo.
–
Iwa-chan~ ven a mi casa hoy.
–
¿Vas a estar solo acaso?
–
¡Por supuesto~!
Iwaizumi
miró a Oikawa, podía leerle en la mirada la intención que tenía al invitarle. Y
honestamente, él también le necesita.
–
Bien.
Radiante,
Oikawa incluso tuvo un mejor desempeño en las clases y las prácticas de ese día,
ansioso por el momento de partir a casa con su novio. Cuando finalmente pueden
estar a solas, Oikawa no duda en seducir
a Iwaizumi, o al menos intentarlo porque durante casi una hora sus intentos no
vieron frutos. Y cuando finalmente se rindió,
mirando distraídamente la película que han rentado camino a casa,
repentinamente Iwaizumi le rodeó los hombros con una mano y tiró de su mentón
con la otra.
Cuando
Oikawa sintió los labios de Iwaizumi sobre los suyos todo su cuerpo se llenó de
corrientes eléctricas serpenteando juguetonas. Se sentía endemoniadamente bien,
tanto, que juraría que fue hasta ese momento cuando comprendió realmente cuán
enamorado está del morocho, porque nadie le enloquece de esta manera, ni hace
vibrar cada fibra de su ser con tal facilidad.
–
Iwa-chan~ – Oikawa suspiró, rozando con ansias la boca de su novio cuando éste
se alejó torturándole por la ausencia de su contacto… – Bésame de nuevo, por
favor.
–
¿Estás suplicando, kusokawa? – Iwaizumi
preguntó con tono socarrón, alejando su boca por cada vez que Oikawa casi le
tenía.
–
Sí, Iwa-chan. Estoy suplicando por tus besos ahora~ – Gimoteó casi ofendido,
alzando los labios en trompetilla, sintiendo que le temblaba el corazón cuando
una sonrisa cristalina adornó esa boca que tanto anhela.
–
No habrá otro “tiempo entre los dos”, Oikawa. Si alguna vez me decepcionas de
nuevo nuestro rompimiento será definitivo, ¿entiendes? – Dijo con seriedad,
admirando al Oikawa sumiso que asentía y se le pegaba rodeándole el cuello con
sus brazos, mostrándole esos vidriosos ojos marrones que suplicaban
silenciosamente por su cariño… – Oikawa…
–
Que sí, he entendido Hajime Iwaizumi. ¿Ya vas a besarme? Anda, te he extrañado
tanto que casi enloquezco. Hagamos el amor~
--//--
Karasuno
Sawamura
se encuentra con Sugawara al pasar por él a su casa. El peliplatino le nota
diferente esta mañana.
–
Luces preocupado, ¿sucedió algo, Daichi?
–
Suga, voy a dejar definitivamente el club.
–
¿Eh?
Continuará……
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